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COMENTARIO DE TEXTO
REFORMAS DE LICURGO.
A su vez, Licurgo estableció en Esparta las siguientes normas legales contrarias al resto
de los griegos. Por supuesto, en las demás ciudades, todos se enriquecen cuanto pueden:
uno trabaja la tierra, otro es armador, éste se dedica al comercio, aquéllos viven de sus
oficios de artesanos. En cambio, en Esparta, Licurgo prohibió a los ciudadanos libres tocar
nada que se relacionase con el lucro y, al contrario, ordenó que sólo considerasen
actividades propias todas las que procuran libertad a las ciudades. Realmente, ¿cómo se van
a afanar por las riquezas allí donde, con la misma aportación obligatoria para cubrir las
necesidades y el mismo sistema de vida impuesto, consiguió que no aspirasen a ellas
movidos por la vida cómoda que proporcionan? Pero, ellos tampoco se tienen que
enriquecer a causa del vestido; pues no se atavían con vestidos suntuosos, sino con el
perfecto estado físico de su cuerpo.
Por supuesto, tampoco tienen que amontonar dinero para poder gastarlo con sus
compañeros de tienda, puesto que sentó como de más prestigio ayudar a sus compañeros
con el trabajo personal que con el pago de sus gastos; y demostró que aquello es producto
del alma, y esto, de la riqueza. A su vez, impidió enriquecerse injustamente, con medidas
especiales: en efecto, en primer lugar, estableció una moneda de tales características que,
aunque metieran únicamente en su casa la cantidad de diez minas no pasara inadvertido a
dueños ni a criados, pues se necesitaría un local grande y un carro para su transporte.
Además, se busca si hay oro y plata, y si aparece algo en algún sitio, su poseedor es
multado. En fin, ¿cómo se va a andar afanoso tras el lucro allí donde la posesión de riquezas
causa más molestias, que comodidades su empleo?
Por otra parte, sabemos todos, sin excepción, que en Esparta obedecen escrupulosamente
a las autoridades y a las leyes. Más yo no creo que Licurgo intentara introducir esa
disciplina rigurosa antes de poner de acuerdo, primero, a los hombres más importantes de la
ciudad. Baso esta conjetura en que, en las demás ciudades, los más poderosos no quieren
siquiera dar la impresión de sentir un temor respetuoso ante las autoridades y consideran
que esto es un síntoma de falta de libertad; en cambio, en Esparta, los más poderosos
estiman sobremanera a las autoridades, y se glorían de acatarlas y de acudir corriendo, y no
al paso, cuando son llamados, pues piensan que, si ellos empiezan por obedecer con
prontitud, seguirán luego los demás; lo que realmente ha ocurrido.
Es lógico que esos mismos hayan creado, de común acuerdo, el cargo de éforo, cuando
reconocieron que la obediencia era un bien importantísimo, tanto en la ciudad como en el
ejército y en la familia, pues se dieron cuenta de que cuanto mayor poder tuviera la
autoridad, tanto más infundiría temor a los ciudadanos para obedecer. Por ello, los éforos
tienen facultades para multar a cualquiera, tienen poder de demanda inmediata 18 y tienen
poder para cesar, encarcelarlos y citar a juicio con pena de muerte, a los magistrados, y al
tener tanta autoridad, no permiten, como las demás ciudades, que los elegidos en cada
ocasión gobiernen a capricho durante el año, sino que, como hacen los tiranos y los
presidentes de las competiciones atléticas, si advierten que alguien comete un abuso, lo
castigan en el acto.
Aunque Licurgo tenía otros muchos buenos recursos para que los ciudadanos quisieran
obedecer voluntariamente a las leyes, me parece que entre los mejores está el siguiente, que
no entregó las leyes a la multitud hasta ir a Delfos, con los más influyentes, para consultar
al dios si era más favorable y mejor para Esparta obedecer a las leyes que él en persona
había establecido, y cuando respondió que en todo era mejor, entonces las entregó, dejando
bien sentado que no obedecer a las leyes inspiradas por el oráculo no sólo era ilegal, sino,
además, impío. Asimismo, es digno de admiración este logro de Licurgo: haber conseguido
que en su ciudad sea preferible una muerte gloriosa a una vida deshonrosa; y, realmente, si
se examina esto, se encontrará que son muchos más los que han muerto que los que han
preferido ceder por miedo. A decir verdad, su salvación va acompañada de valor, la mayoría
de las veces, más que de cobardía. Y en realidad, el valor es más fácil, más agradable, más
accesible y más fuerte. Es evidente que la fama acompaña preferentemente al valor y, en
cierto modo, todos quieren ser aliados de los valientes. Por otra parte, es interesante no
dejar de lado cómo se las ingenió para conseguir esa actitud. EI procuró abiertamente la
prosperidad para los valientes y la desgracia para los cobardes. Porque en las demás
ciudades, cuando uno se muestra cobarde, único que tiene es el apodo de cobarde, pues va a
la misma plaza que el valiente, se sienta en el mismo sitio y va al mismo gimnasio si lo
desea. Mas, en Lacedemón, cualquier persona se avergonzaría de tener como compañero de
tienda a un cobarde y de ser su compañero de gimnasio 5 en la lucha. Muchas veces ése
queda de más sin un puesto entre los dos grupos que se forman para jugar a la pelota, Y en
los coros es relegado a los lugares más despreciados; en las calles tiene que apartarse, y en
los asientos, levantarse incluso ante los más jóvenes que él; tiene que alimentar en su casa a
las jóvenes de la familia y explicarles la causa de que no tengan marido; ha de ver su hogar
falto de esposa y, además de eso, ha de pagar una sanción; no puede pasearse alegremente
ni imitar a las personas irreprochables o, de lo contrario, tendrá que recibir los azotes de los
más valientes. Lógicamente, no me extraña en absoluto que, ante privación tan rigurosa de
los derechos de ciudadanía, se prefiera allí la muerte a una vida tan deshonrosa y llena de
ignominia.
Me parecen muy acertadas las disposiciones que estableció Licurgo para que practicaran
la virtud incluso en la vejez; porque, al fijar al final de la vida la elección de los gerontes,
consiguió que no se descuidara tampoco en esa edad la perfección de cuerpo y alma.
Asimismo, es digno de admirar en él su preocupación por los valientes en su vejez, pues
concedió a los ancianos la capacidad de decisión en juicios de pena capital con lo que
consiguió hacer la vejez más valiosa que la fortaleza física de los que están en la flor de la
edad.
Naturalmente, ese certamen supera en seriedad a todos los humanos; pues si bellos son
también los atléticos, ésos son certámenes del cuerpo; mientras que el certamen sobre la
gerusía representa un juicio sobre la bondad del alma; en consecuencia, en la medida en que
el alma es superior al cuerpo, en esa misma medida los certámenes del alma son más serios
que los del cuerpo.
Jenofonte nos habla de las reformas de Licurgo que hacen a Esparta distinta al
resto de las ciudades griegas con el fin de mostrar al lector una forma de vida que
considera mejor, una sociedad basada en el honor de servir a la patria y en el ascetismo.
Por tanto, no había lugar para el préstamo, era más prestigioso ayudar a los
camaradas con el trabajo personal. Otra medida contra el amasamiento de riqueza fue
el cambio de moneda. Mientras que en el resto de Grecia se usaban monedas de oro y
plata, las monedas espartanas eran grandes y pesadas monedas de hierro cuyo
almacenamiento no pasaba inadvertido. Se practicaban además inspecciones, y los
ciudadanos que poseyesen oro o plata eran multados.
Por último, Jenofonte admira en Licurgo el haber conseguido que los espartanos
valorasen más una muerte gloriosa que una vida deshonrosa. Otorgó la fama a
aquellos que demostraban valor y buscó su prosperidad, al mismo tiempo que propició
la desgracia de los cobardes y que la sociedad los rechazase socialmente. Extendió la
práctica de la virtud hasta la vejez asociando el cargo de geronte a aquellos ancianos
virtuosos, consiguiendo que el cuidado del cuerpo y del alma siguiesen más allá de la
madurez. Por otra parte, elevó los valores conseguidos con los años por encima de la
fortaleza física juvenil o madura, dio más importancia al cultivo del alma que al
cultivo del cuerpo.
Como se mencionó en el análisis del texto, Jenofonte ensalza las reformas del
legislador Licurgo en la sociedad espartana del siglo VII a.C. Su figura está llena de
incógnitas y se ha llegado a plantear que verdaderamente hubiese existido. Según la
tradición, era hijo del rey Eunomio de Esparta y el primero en hablar de él fue
Heródoto. En cuanto a su época, predomina la opinión de que vivió en el siglo VIII o en
el siglo IX a. C. Es a este legislador a quien se le atribuye la Gran Rhetra, la
Constitución del Estado Espartano. Sin embargo, hay autores que defienden que estos
cambios se emprendieron tras la batalla de Hísias (670 a.C.).
Antecedentes históricos
Posiblemente una rama de los dorios se asentó en el valle del río Eurotas en torno al
siglo XI a. C. creando cuatro aldeas u Obai (Pitane, Mesoa, Cinosura y Limnai), y
acogiendo posteriormente al antiguo poblado micénico de Amiclas. Dos siglos más
tarde se unieron creando la Ciudad-Estado de Esparta, mas, una vez asentados y
organizados, volvieron a dividirse en cinco Obai.
La Primera Guerra Mesenia tuvo lugar sobre el 750-735 a. C. y enfrentó a una liga de
ciudades vecinas. Junto a Mesenia lucharon los acadios, Argos y Sicion y, junto a
Esparta, Corinto. El historiador Pausanias habla de tres condiciones exigidas por
Esparta al vencido pueblo mesenio: no intentar cambiar las condiciones de paz, entregar
parte de la cosecha a sus nuevos amos y participar en las ceremonias funerarias de los
reyes y altos funcionarios de Esparta.
Con esta conquista y dominación de Mesenia, Esparta alcanzó una mayor solidez y
enriquecimiento. Su gente ya no tenía que preocuparse por las actividades económicas,
pues tras la guerra, los soldados habían recibido un lote de tierra y esclavos que lo
trabajasen. Este esplendor de Esparta se compartía también con los emigrantes y
extranjeros, quienes eran bien recibidos, y se reflejaba también en las buenas relaciones
con el resto del mundo griego. También hay evidencias de las relaciones comerciales
marítimas de este pueblo.
La época de Licurgo
Sin embargo, a mitad del siglo VII estallaría la Segunda Guerra Mesenia (660-640 a.
C.) con la insurrección de los campesinos mesenios sometidos. En esta guerra, larga y
dura, Mesenia contó con la ayuda de Argos, Pisa, Orcómeno y otras ciudades del norte
del Peloponeso que veían como Esparta acrecentaba su poder y sus ansias
expansionistas.
Esparta alcanzó la victoria con la toma de Tege en el 640 a. C., pero la gran derrota
de Hísias (669 a. C.) ya la había obligado a cambiar sus instituciones y su forma de vida
hacia un sistema mucho más insistente en el entrenamiento militar. De esta forma, la
amenaza y el peligro de una nueva guerra como la que acababan de sufrir les hizo tomar
una serie de medidas:
4. Contrarrestar el poder del resto del Peloponeso para evitar una nueva alianza
en su contra. Lideró la Liga del Peloponeso, buscando ayuda contra sus
enemigos, Argos y Arcadia.
La Apella: Era una asamblea popular formada por todos los homoi (ciudadanos de
pleno derecho) mayores de 30 años que era convocada una vez al mes y presidida por
los éforos. En ella se decidía sobre los pretendientes al trono, las propuestas de la
Gerusía, nombraban a los generales, elegían a los gerontes y a los éforos, la
emancipación de los hilotas que se habían distinguido en batalla...
El Eforado: Se componía de cinco magistrados (los éforos) que eran elegidos cada año
en la Apella; se elegía un éforo por Oba entre aquellos que demostraban ser los más
justos. Eran los vigilantes y supervisores del Estado y con el tiempo llegó a ser la
institución con más poder. Su cargo duraba un año, salvo en el caso del más anciano,
que se convertía en epónimo. Interpretaban la ley y vigilaban su cumplimiento.
Instituciones y servicios civiles: Algunos de los magistrados menores eran los Pithoi
(consultores del oráculo), Empéloros, (funcionarios del mercado) o el Epímelete (jefe de
policia).
Al cumplir los 7 años, la educación del niño pasaba a ser colectiva, y desde los
12 a los 20 quedaban al cuidado de un paidónomos, un educador. Los jóvenes eran
instruidos en la escritura, la lectura, la música y la gimnasia, pero, ante todo, se les
adiestraba en el manejo de las armas y en el entrenamiento militar. Se buscaba formar
guerreros con un inquebrantable sentido de la obediencia, de la camaradería y del
servicio a la comunidad. Para ello, se les sometía a duros entrenamientos y eran
estrechamente vigilados por los eirenes y castigados con el látigo de los martongorofoi.
3. La estructura socio-económica
Los hilotas: Eran esclavos del estado adscritos a la tierra, trabajaban el campo para los
espartiatas pero éstos no tenían derechos sobre ellos. Eran los enemigos capturados tras
las campañas militares o los descendientes de éstos, pudiéndose distinguir los hilotas de
Laconia –los primeros sometidos− y los hilotas de Mesenia –a partir de las Guerras
Mesenias−. Muchas veces podían adquirir su libertad entrando en el ejército espartano,
pasando a ser neodamodes: ciudadanos libres, pero sin derechos cívicos.
La economía espartana
La base de la economía del Estado Espartano fue sobre todo la agricultura –
destacando el cultivo del cereal, la vid y las hortalizas en Laconia y Mesenia−,
dependiendo altamente de la ganadería, principalmente la lanar y porcina. La propiedad
de las tierras se dividía en dos tipos:
1. La Politike Jora (Chora) o tierras que correspondían al Estado Espartano. Eran las
tierras que rodeaban a la ciudad de Esparta y se dividían en lotes o cléros, asignándose
en usufructo a los espartiatas en el momento del nacimiento. No se podían repartir n
vender, pero sí heredar.
Consecuencias
Las reformas de Licurgo se pueden resumir en una educación militar estatal muy
rígida y exigente, en el menosprecio de la riqueza y el amor a la patria y el
compañerismo. Durante un tiempo hicieron de Esparta una Ciudad-Estado, pero
asimismo entrañaron una serie de cambios culturales que, debido a su rigidez y sumados
a otros factores, propiciaron su declive.
Estudiando a los clásicos, se pueden extraer tres opiniones respecto a las causas del
colapso de Esparta. Isócrates y Jenofonte lo atribuyen a la aparición de la avaricia y del
deseo de riqueza, Diodoro y Plutarco vincularon el deseo de riquezas a la concentración
de la tierra en pocas manos y Aristóteles y Polibio apuntan a los defectos de la
constitución espartana.
La reducción de la población
Algunos autores atribuyen la reforma del ejército al propio Licurgo, mas otros opinan
que fue una reforma que se llevó a cabo tras el desastre de la derrota en Hísias en el 669
a.C. y que no tuvo nada que ver con este legislador espartano. Con su perfecta
organización y su impresionante preparación y disciplina se formó el que es considerado
el ejército más poderoso del mundo griego. Se basaba en tres pilares:
Dentro de las leyes de Licurgo, los espartiatas eran todos homoioi, todos eran
iguales: compañeros en la batalla y fuera de ella que convivían juntos en todo momento.
Todos ellos recibían lotes de tierras en compensación a sus servicios e hilotas que las
trabajasen, de forma que su familia pudiese vivir de forma austera y los hombres
pudiesen dedicarse exclusivamente a la carrera militar. No obstante, surgió por un lado
una aristocracia privilegiada y, por otro, un grupo de espartiatas que vieron imposible
pagar las cuotas de la Sissitía y descendieron de clase social, viéndose obligados
muchos de ellos a trabajar la tierra. Por otra parte, la férrea decisión de contar sólo con
los mejores también hizo disminuir el número de espartiatas, pues se desechaba todo
niño que tuviese la más mínima tara y considerarlo inválido para su ejército y se excluía
a todo aquel que no tuviese ascendencia espartana.
Los espartanos, viéndose tan reducidos en número por sus férreas leyes, admitieron
ciertas permisividades con vistas a aumentar el número de nacimientos y evitar el
descenso del número de espartiatas. Entre ellas se encuentran el permiso del marido a
su esposa en algunas ocasiones de acostarse con otro espartiata con el fin de engendrar
espartiatas sanos o la laxitud en la aplicación de la pérdida de la atímia ante ciertas
infracciones.
En torno al año 560 a.C. la economía y la cultura espartana entraron en declive. Las
producciones se limitaron a satisfacerlas necesidades básicas y domésticas, tal y como
exigían las reformas de Licurgo. Muchos autores apuntan al hecho de que la elección de
planchas de hierro a modo de moneda no sólo respondía a un rechazo de lo material y lo
opulento, sino también a la gran decadencia del Estado. Más tarde, en el siglo V a. C.,
se autorizó el uso público del oro, lo que muchos han interpretado como la entrada de la
decadencia.
La corrupción
La idea de eximir a los homoioi del trabajo físico para que se dedicasen a cultivar el
cuerpo y el alma sólo benefició realmente a los que se encontraban más cerca de las
magistraturas, creándose de esta forma una aristocracia a la que se debía obediencia. El
resto de la población se contentaba con subsistir al tener que donar parte de sus
excedentes o de sus beneficios al Estado, creándose una gran desigualdad. Aristóteles
también hablaría del poder concedido a los altos magistrados de origen humilde, los
éforos, a quienes acusó de ser altamente influenciables y sobornables.
Jenofonte señala que también entraron en las altas esferas personajes hypomeíon
como el general Lisandro. Estos espartanos no se habían criado con la misma educación
estricta y austera que los espartiatas y eran en muchos casos avaros y rencorosos. En el
caso del propio Lisandro, su avaricia contagió al resto de los espartanos llevando a
Esparta a intentar gobernar nuevamente sobre toda Grecia y a conspirar junto a Ciro el
Joven para derrocar a su hermano el rey Artajerjes II de Persia.
Plutarco, por su parte, acusó también al rey Agis de la entrada del oro en Esparta y de
permitir la codicia y el ansia de riqueza por medio de Lisandro.
2.- Estas son las únicas reformas realizadas por Licurgo. Razone la respuesta y
exponga el resto de las reformas
Al hablar de sus reformas, menciona la Gran Rhetra como la primera de todas ellas y
continúa con la repartición del terreno. Se propuso erradicar la gran desigualdad que
hacía que los pobres sobrecargasen la ciudad mientras que la riqueza se acumulaba en
unos pocos y traía consigo la insolencia, la envidia, el regalo y la corrupción. Para ello
repartió de nuevo el campo entre todos marcando como única diferencia la virtud para
que todos viviesen uniformes.
La tercera reforma fue el establecimiento de los banquetes, haciendo que todos los
camaradas, fuese cual fuese su estatus, se reuniesen a comer juntos manjares sobrios y
no comiesen en casa platos lujosos y elaborados. Con esta medida también buscaba
controlar lo que comían las tropas de forma que no descuidasen su cuerpo con comidas
pesadas y copiosas acompañadas de baños calientes y de reposo. La propia sociedad,
además, tachaba de glotones y delicados a aquellos que no comían o bebían con ellos.
Otra rhetra consistía en no hacer la guerra con los enemigos para que no se
acostumbrasen a las tácticas de los espartanos y aprendiesen cómo combatirlos.
Estableció igualmente que las mujeres fortaleciesen su cuerpo igual que los hombres
para que sobrellevasen el parto con fuerza. Eliminó toda su delicadeza y las acostumbró
a presentarse desnudas en sus reuniones, al igual que los hombres, y a bailar y cantar en
presencia de éstos. Les dio el poder de alabar o reprender a los hombres cuando lo
considerasen justo, lo que conseguía reforzar la conducta de los jóvenes con tal de verse
señalados por las féminas. Al contrario que a las demás mujeres griegas, a ellas se las
permitía hablar y pensar, pues “parían hombres”. Estas reuniones a las que las mujeres
se presentaban desnudas también preparaban los casamientos, por lo que Licurgo
desechó de estos espectáculos a los jóvenes célibes, entre otros castigos, pues la ley
establecía el matrimonio como medio de traer al mundo nuevos jóvenes espartiatas. Dio
al casamiento “pudor y decencia” al hacer que los hombres raptasen a su mujer y sólo se
uniesen a ellas sobrios y por tiempo corto y a oscuras, pudiendo pasar años hasta que los
amantes se viesen a la luz del día. Con ello, el hombre y la mujer aprendían también
continencia y moderación y dejaban en el otro el sentimiento de deseo y complacencia.
Buscó también eliminar los celos haciendo que una mujer casada con un hombre
anciano pudiese unirse a un joven de casta para procrear.
De la misma forma, se permitía que un hombre excelente que admirase a una mujer
bella y madre de hijos hermosos persuadiese a su marido para que le permitiese
acostarse con ella con el fin de engendrar hijos así. Esto se debía a que para Licurgo los
hijos no eran propiedad de los padres, sino del Estado, y por ello sólo cabía concebir
aquello que proporcionase el nacimiento de espartiatas fuertes y hermosos.
En lo relativo a los entierros, lo primero que intentó desterrar fue la superstición, por
lo que no prohibió los entierros dentro de la ciudad y que se pusiesen sus monumentos
cerca de los templos. De esta forma, se acostumbraba a los jóvenes a la muerte.
También estableció que no se enterrase nada con el muerto –al que sólo se envolvía
entre hojas de olivo− y que las únicas inscripciones fuesen las de los nombres de los
caídos en la batalla o el de las sacerdotisas en sus respectivas estelas. Limitó el periodo
de duelo a once días y le puso fin el duodécimo con un sacrificio a Deméter.
Por último, mediante la Xenelaxia limitó la entrada a los extranjeros que llegaban
con un propósito útil para la ciudad y controló la salida de los lacedemonios para evitar
que los espartanos se contagiasen de costumbres perniciosas.
3.- Relación de Esparta con el entorno, semejanzas y diferencias con otras ciudades
griegas
Semejanzas
• Una misma lengua, el griego, y el mismo sistema de escritura.
• Unas deidades comunes, los Doce Olímpicos, y los dioses menores.
• Un pasado común fuertemente influenciado por Micenas y los poemas homéricos.
• En Esparta la sociedad se modificó con las Reformas de Licurgo y en Atenas con
las de Solón y Clístenes.
Diferencias
Esparta
• Esparta permaneció prácticamente estática del siglo VIII al III a. C. por las
reformas de Licurgo
• Antecesores: los dorios
• Su sistema político estaba basado en la diarquía (dos monarcas que se decían
descendientes de los Heráclidas) vitalicia y hereditaria y en la oligarquía (gobierno
de los mejores, una aristocracia de ascendencia mítica).
o No obstante, también hubo diarquía en Lieja, Mesenia, Farea, Elis o Caonía.
• La religión
o La función religiosa estaba encabezada por los reyes, que eran sumos
sacerdotes de Zeus Lacedemonio y Zeus Uranio.
o Se adoraba sobre todo a Zeus Silanio, Atenea Silania y Apolo de entre los
dioses y a Heracles, Menelao y Helena de entre los héroes.
o Veneraban por encima de todos a Ártemis Orthia, protectora de los espartiatas.
o Entre las fiestas religiosas destacan las Jacintias (Jacinto), las Carneas (Apolo)
los festivales de las Stafilodromías y de las Gimnopedías.
• El ejército
o La función militar también estaba a cargo de los reyes como hegemoi, jefes
de sus respectivos ejércitos y con capacidad para declarar la guerra.
• Los monarcas también ejercían una función civil al ser quienes velaban por el
bienestar, nombraban a los proxenoi (embajadores extranjeros en Esparta),
supervisaban el derecho familiar y eran miembros vitalicios de la Gerusía.
• De esta forma, la administración espartana se dividía en los 5 niveles descritos
anteriormente (diarquía, Apella, Gerusía, Eforado y magistrados menores).
• En cuanto a los miembros de la sociedad, las clases sociales se dividían en
espartiatas (aristocracia guerrera), periecos (el pueblo llano) e hilotas (los
siervos/esclavos).
o Esta idea de siervo/esclavo también existía en otras ciudades de Grecia: los
Penestai de Tesalia, los Klarotai y Mnoites de Creta, los Gimnetai de Argos,
los Woikitai de Lócride, los Ktlliroi de Siracusa y los Mariandinoi de
Heraclea Póntica.
o Ocupación de los espartiatas: la guerra; trabajaban los periecos y los hilotas
o Los hilotas trabajaban la tierra para el Estado, vivían en familia y no podían
ser comprados. Participando en la guerra podían recuperar su libertad si así lo
decidía la Gerusía.
• La economía espartana era muy austera y se basaba en la agricultura y la ganadería.
Los hilotas trabajaban la tierra de los espartiatas y se producía lo justo para vivir.
Hasta el siglo V a. C. la moneda espartana fue una plancha grande y pesada de
hierro sin valor.
• En Esparta la cultura y la ciencia quedaron reducidas durante mucho tiempo.
Debido a la Xenelaxia era muy difícil la entrada en la ciudad de las manifestaciones
del resto de Grecia.
• La educación de los espartanos empezaba a los 7 años y estaba encaminada a
formar a los niños en las bases de la lectura y la escritura y, sobre todo, en su
entrenamiento militar y su educación en las bases de la ideología espartiata.
Atenas
• La ciudad de Atenas paso por diferentes regímenes a lo largo de la Historia
Antigua: monarquía (s. XI al s. VIII a. C.), aristocracia (s. VIII al s. VI a. C.), la
timocracia de Solón (s. VI a.C.), la tiranía (560 al 510 a. C.) y, por último, la
conocida democracia (510 al 404 a.C.) que terminó con la derrota en la Guerra del
Peloponeso contra Esparta.
• Antecesores: los pelasgos (jonios)
• La religión.
o Aristocracia ateniense y timocracia de Solón: en manos del arconte Basileus.
Le asistían 4 Filobasileis
o Tiranía ateniense: los tiranos hacían ostentación de su piedad. Con Pisístrato
▪ Se potenció el culto a Atenea Poliada, Dionisio y Ártemis Brauronia.
▪ Se protegió los cultos mistéricos de Deméter y Perséfone, ahora estatales.
BIBLIOGRAFÍA
FERNÁNDEZ URIEL, P.; Historia Antigua Universal II. El mundo griego. UNED.
Madrid, 2007. Edición febrero de 2011
PLUTARCO, "Vida de Licurgo” en Vidas paralelas. Traducido del griego por Antonio
Ranz Romanillos en 1821. Disponible en
https://es.wikisource.org/wiki/Vidas_paralelas:_Licurgo. Consultada el 19 de marzo de
2017