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RESPONSABILIDAD CIVIL, RESPONSABILIDAD PENAL Y RESPONSABILIDAD PATRIMONIAL DEL ESTADO

L.G. Ccala
L.L. Castillo
P. Ramos

La base fundamental para establecer la existencia de una convergencia entre la responsabilidad civil y la responsabilidad penal
parte de identificar el hecho ilícito que origina ambas responsabilidades, al respecto el Tratadista Peirano Facio (2004) refiere que
existe un solo hecho ilícito que puede generar una responsabilidad civil, penal o acumulativamente ambos, cuyo tratamiento
diferenciado depende de la legislación que adopte cada país, siendo en consecuencia ontológicamente, el mismo ser; similar opinión
comparte Gaviria (2005) quien refiere que un mismo hecho ilícito que ocasiona un daño y además está penado por ley, puede
originar simultáneamente una responsabilidad civil y penal. En sentido contrario Guido Alpa (2006) sostiene que la responsabilidad
civil surge de un hecho ilícito civil, en tanto que la responsabilidad penal surge de un hecho considerado reprochable u objeto de
sanción según la ley penal, haciendo referencia a la existencia de dos hechos ilícitos distintos. Enunciado que se considera equívoco,
pues resulta ilógico hablar de la existencia de dos hechos ilícitos distintos, uno civil que origine una responsabilidad civil y uno
penal que origine una responsabilidad penal, dado que en la práctica si se trata de un ilícito contemplado como delito por la ley
penal, la responsabilidad del agente está relacionada directamente con responsabilidad penal y cuando el ilícito no es considerado
como delito y lo que ha causado es más bien un daño la responsabilidad del agente está relacionada con la obligación de reparar
el daño, esa es la responsabilidad civil, siendo pasible de que ese mismo hecho ilícito que es considerado delito puede acarrear,
en ciertos casos, una responsabilidad conjunta, esto es penal y civil.

Ahora, trataremos una diferencia que gira en torno a la edad como requisito de imputabilidad o capacidad de imputación,
entendida esta como la aptitud del sujeto de derecho de ser responsable por los daños que ocasiona. Al respecto Espinoza (2002)
sostiene que en materia de edad, la diferencia entre la imputación penal y la proveniente de la responsabilidad civil es que, en
la primera, esa partir de los 18 años que el agente puede responder penalmente por su conducta, mientras que en la segunda
puede responder civilmente siempre que tenga capacidad de discernimiento, en ese sentido Guido Alpa (2006) añade además que
en el caso de la responsabilidad civil, un menor de edad tiene capacidad de discernimiento cuando tiene la aptitud para darse
cuenta de lo que ocurre, entender lo que se debe hacer y no hacer, determinándose sobre el comportamiento a seguir. En efecto,
así también lo sostiene Emilio Gaviria (2006) cuando afirma que la minoría de edad tiene una clara y evidente relación con la
inimputabilidad, toda vez que se considera que el ser humano, recién a partir de cierta edad, está en capacidad de comprender
la significación moral y social de su hecho, dicha edad es diferente a efectos de atribuir la responsabilidad en el ámbito civil y
penal. De lo que se concluye que son pasibles de responder penalmente las personas mayores de 18 años, en tanto que los
menores de edad son incapaces de responsabilidad penal, pero capaces para efectos civiles siempre que cumplan con el requisito
contemplado en los artículos 458 y 1975 del Código Civil referido al discernimiento. Sin embargo, se considera que la edad para
atribuirse la responsabilidad penal debería reducirse a limites inferiores a lo contemplado por nuestra legislación, debiendo tomarse
como base la capacidad de discernimiento de una persona que aun sin llegar a la mayoría de edad tiene la aptitud de entender
lo que debe y no debe hacer determinándose sobre el comportamiento que debe seguir, por lo que debería poder responder
penalmente.

De otro lado, la imputabilidad de las personas jurídicas y naturales son diferentes en el campo de la responsabilidad civil y penal,
tal como lo indica Guido Alpa (2006) cuando afirma que en la responsabilidad penal la sanción no puede ser aplicada a las
personas jurídicas, sino siempre a personas naturales y si se da el caso, a los sujetos responsables de las entidades y empresas,
en cambio dicha limitación no es válida para la responsabilidad civil, en el que la imputabilidad según Juan Espinoza (2002) no
solo es referible a la persona natural, también lo es a la persona jurídica y a las organizaciones de personas no inscritas quienes
responderán objetivamente por los actos de los titulares de sus órganos, de sus representantes o dependientes. Al respecto Jorge
Gaviria (2006) refiere que la responsabilidad penal se caracteriza por ser personalísima, dado que siempre se responderá por el
hecho propio, jamás por el ajeno. Por el contrario Abanto (2006) sostiene que en la responsabilidad penal la acción de la persona
jurídica sería normativamente real en el sentido de que ella como sujeto de derecho, además de poder actuar y contraer
obligaciones civiles, también puede ser sujeto pasivo de delitos, y por lo tanto sujeto activo de ellos. Referente a este último
argumento, discrepamos, al considerar que las personas jurídicas no pueden ser responsables penalmente, considerando que la
sanción imponible en el agente es por el dominio de hecho que tiene al realizar actividades ilícitas, previstas en el ordenamiento
jurídico; por el contrario la persona jurídica en sentido estricto cuyo sustrato es un colectivo de individuos no puede realizar
infracciones, y por tanto no puede incurrir en responsabilidad penal, pero si en una responsabilidad civil o administrativa, además
no se puede desnaturalizar al derecho penal contra las personas jurídicas dado que origina una lesión al principio de conservación
de la empresa, vulnerando el derecho constitucional de asociación.

Respecto a la Responsabilidad Patrimonial del Estado, en este punto desarrollamos la responsabilidad del estado ante actividades
legítimas o ilegítimas, Roberto Vázquez (1990) citando a Jorge Teissier refiere que existe una responsabilidad patrimonial cuando
el perjuicio es imputable al ejercicio ilegitimo o defectuoso del poder público, por lo que, en caso contrario, los particulares
deberán soportar, sin derecho o indemnización, los perjuicios ocasionados en favor del interés general. Por el contrario Cassagne
(2017) refiere que una actuación ilegítima o legítima puede traer como consecuencia una responsabilidad extracontractual, la
primera se fundamenta en la idea objetiva de la falta de servicio por cumplir de manera irregular los deberes y obligaciones
impuestos por el ordenamiento jurídico, y en la segunda el acto administrativo es conforme a derecho, no adolece de vicios o
defectos, por cuanto ha sido emitido de conformidad con todos los requisitos formales y sustanciales impuestos por el ordenamiento
jurídico. Asimismo, siguiendo esta idea Pizarro y Vallespinos (2012) pronuncian que procede responsabilidad extracontractual por
una actividad legítima, ya que el administrado experimenta un sacrificio que excede el deber normal de soportar las cargas
públicas, el cual debe ser indemnizable, y en cuanto a la actividad ilegítima refiere que el estado a través de sus órganos comete
un daño por medio de una acción u omisión irregular contraria a derecho, el mismo que debe ser indemnizado. Por lo tanto, a
criterio nuestro una actividad legítima genera responsabilidad cuando a pesar de actuar conforme al ordenamiento jurídico, y en
un interés general, se genera un daño en el administrado, el cual debe ser indemnizable, a razón de preservar la igualdad
constitucional, lo mismo ocurre con la actividad ilegítima, donde se contraviene lo dispuesto en la ley, causando un daño en los
derechos de los administrados, el mismo que debe ser indemnizado.

En cuanto corresponde a los factores de atribución objetivos y subjetivos presentes en la responsabilidad civil, penal y patrimonial
Estado, Alberto Pérez (2012) refiere que la responsabilidad es objetiva cuando con entera independencia del dolo, culpa o
negligencia del agente que la causo, simplemente se produce con la existencia de misma de daño, y es subjetiva cuando existiendo
un daño material o moral solo habrá de condenarse a su resarcimiento si se demuestra culpa o intención o voluntad de causar
un daño. Lizardo Taboada (2013) en materia de responsabilidad civil contractual el factor de atribución es subjetiva, en tanto que
en la Responsabilidad extracontractual puede ser objetiva por el riesgo creado, o subjetiva según sea el caso. A diferencia de la
Responsabilidad del Estado, Alberto Pérez (2012) afirma que los daños que causa en los bienes o derecho de los particulares será
pasible de responsabilidad objetiva y directa, aunque la conducta sea realizada por un funcionario, la responsabilidad se reputa
propia del estado. Por otro lado, en la Responsabilidad Penal, según Navarro y Veiga (2011) manifiesta que ante la acción u
omisión de un hecho injusto culpable, cabe atribuírsele al agente una responsabilidad subjetiva, a título de dolo o culpa. En
conclusión, los factores de atribución en la Responsabilidad Civil, Penal, y Administrativa, determinan finalmente la existencia de
algún tipo de responsabilidad y a título de qué es responsable, pudiendo ser estos subjetivos, entendido esto como dolo o culpa,
u objetivos, según la actividad riesgosa que realicen para el caso de la responsabilidad civil extracontractual, y para el caso de la
responsabilidad patrimonial del estado, objetiva directa, resultando irrelevante si se actuó mediante actos legítimos o ilegítimos
con dolo o culpa.

Ahora, efectuado el análisis del Caso Peugeot, concluimos que existe Responsabilidad Penal por parte del representante de la
Concesionaria Vehicular Braillard, y Responsabilidad Civil Extracontractual Solidaria respecto a Braillard y el personal de ésta, que
instaló la alarma en el que carro Peugeut 206. Responsabilidad Penal por parte del representante de la Concesionaria, por el
delito contra el Patrimonio, en su forma de Estafa, en su modalidad de engaño, previsto y sancionado en el artículo 196 del
Código Penal, debido a que se indujo a error a Daniel Subauste, comprador del vehículo Peugeut 206, mediante actos de engaño
que finalmente causaron un perjuicio en el patrimonio de Daniel Subauste. En el caso en concreto cuando se llevó el auto al
taller de Braillard, el personal que atendió a Daniel Subauste, tenía el deber de veracidad en brindarle los conocimientos necesarios
para la toma de decisión de la víctima, respecto a su patrimonio; sin embargo se bloqueó a Daniel, el acceso a una información
veraz, obteniendo Braillard un beneficio para sí, puesto que se obliga a la víctima a comprar los repuestos de la misma, dado
que en caso contrario se pierde la garantía del carro Peugeut.
En cuanto corresponde a la calificación jurídica, el representante de la Concesionaria, es autor mediato en el delito de estafa,
debido a que se sirvió de otros para realizar el injusto penal culpable (Peña, 2015), utilizando a los trabajadores de Braillard
como instrumentos para inducir a error a la víctima. Según Navarro y Veiga (2011), el derecho penal sanciona al autor mediato,
es decir al representante de Braillard, y no a los autores directos, los trabajadores de la Concesionaria, esto a razón de que el
representante de ésta, es el que tiene el dominio del hecho típico, tiene la plena capacidad de dictar órdenes, contando que las
mismas serán cumplidas por los inferiores jerárquicos. Respecto al elemento subjetivo del tipo penal, el delito de estafa exige que
ésta sea dolosa (Peña, 2015), y en el caso que nos ocupa, Braillard sí actuó con dolo, a razón de que existieron revisiones
técnicas durante el tiempo de garantía que solo tenían por objeto la compra de determinados repuestos, y la conclusión del
período de garantía, para que llegado el tiempo de su vencimiento, se diga que la verdadera razón del por qué su carro tenía
complicaciones era debido a la instalación de algo de mala calidad. Por lo tanto, existe responsabilidad penal por el delito de
estafa, por el representante de Braillard, cumpliéndose con todos los elementos objetivos y subjetivos que requiere el tipo penal.

Ahora, en cuanto corresponde a la responsabilidad civil extracontractual por parte del personal que instaló la alarma en el
vehículo Peugeut, esta se fundamenta a razón de que si bien no existió un contrato para la instalación de la alarma, se causó
un daño, en el vehículo del señor Daniel Subauste, ya sea esta con culpa o dolo del agente que genero el daño (Espinoza, 2002),
causando un perjuicio en el patrimonio del señor Daniel Subauste, al instalar una alarma que no era adecuada para ese tipo de
autos Peageut 206. Por otro lado, el personal que instaló la alarma al tener la calidad de trabajador dependiente y por ende,
encontrándose bajo órdenes de la Concesionaria, se causa el daño cuando el personal se encontraba en cumplimiento de sus
servicios, por lo tanto conforme lo regula el artículo 1981 del Código Civil, la Concesionaria vehicular Braillard es responsable
solidariamente, por los daños ocasionados en el patrimonio de Daniel Subauste.

En el Caso Electro Puno S.A.A, concluimos que la Empresa Electro Puno S.A.A tiene una responsabilidad civil extracontractual
objetiva por los daños causados a Elmer Yapuchura Uchazara, Vicente Avendaño, Amalia Coarita Yapuchura, Ricardina Juvencia
Tintaya Cachicatari y Justo Pastor Platero Quispe, el cual se fundamenta en la teoría del riesgo creado, que consiste en que,
aquel que en el ejercicio de una actividad riesgosa o peligrosa cause un daño a otro está obligado a repararlo (Espinoza, 2002).
La empresa Electro Puno, al brindar los servicios de electricidad realiza una actividad riesgosa y peligrosa para la población en
general y en especial para los pobladores de Yunguyo donde brinda los servicios de electricidad, actividad que por el riesgo
implícito que lleva, está sujeta a un tipo especial de control regulado en el Reglamento de Seguridad e Higiene Ocupacional del
Subsector de Electricidad, aprobado por Resolución Ministerial N° 263-2001-EM que regula las condiciones de seguridad que deben
cumplir obligatoriamente las personas jurídicas o naturales, que realicen actividades de generación, transmisión, distribución y
conexiones de energía eléctrica.

Cumpliéndose, para el caso con todos los elementos que configuran la responsabilidad civil extracontractual (Taboada, 2013), siendo
estos: 1) Capacidad, dado que es posible atribuir la responsabilidad a la Empresa Electro Puno SAA, en segundo lugar la conducta
resulta 2) antijurídica, al encontrarse prevista en el art. 1970° del Código Civil donde se prevé que aquel que causa un daño por
una actividad riesgosa o peligrosa está obligado a repáralo, 3) daño causado, acreditado efectivamente con las lesiones ocasionadas
a cuatro personas y la muerte de uno, 4) el nexo causal entre el hecho generador y el daño producido, donde además puede
presentarse la figura de la fractura causal o también llamada ruptura del nexo causal, los que son el caso fortuito, aplicable al
caso, fuerza mayor, el hecho de la víctima y el hecho de un tercero; y finalmente 5) los factores de atribución, que para el
presente caso tratándose de responsabilidad extracontractual pueden darse la culpa y el riesgo creado, siendo este último aplicable
en el caso en concreto al constituir el servicio de electricidad una actividad riesgosa y peligrosa. Asimismo Espinoza (2002), afirma
que es necesario que el que realiza la actividad riesgosa y peligrosa lo haga directamente, y que además ese riesgo o peligro
creado sea intrínseco a la actividad, condición a la que está sujeto la Empresa Electro Puno SAA al suministrar el servicio de
electricidad a los pobladores de la zona de Yunguyo a través de cables y conductores de alta tensión.

El punto determinante que sustenta la existencia de responsabilidad es que, en el caso no existe una ruptura del nexo causal
entre la actividad riesgosa y peligrosa desarrollada por Electro Puno SAA, siendo aplicable lo dispuesto por los art. 1972° y 1970
del Código Civil donde se establece la existencia de responsabilidad objetiva de aquel que por el ejercicio de una actividad riesgosa
o peligrosa causa un daño a otro, y éste está obligado a repararlo, siempre que no sea consecuencia de caso fortuito, en este
extremo podría pensarse que las fuertes lluvias y vientos acaecidos el 14 de setiembre del 2016 constituyen hechos fortuitos que
podrían deslindar responsabilidad de la empresa; sin embargo este fenómeno de la naturaleza no es suficiente para liberar de la
responsabilidad a Electro Puno SAA, dado que para que constituya un hecho fortuito estos deben ser imprevisibles, irresistibles, y
extraordinarios (Espinoza, 2002), lo que no ha ocurrido en el presente caso, al tener Electro Puno la posibilidad de prever la
existencia de fuertes vientos que causaron los daños en las victimas, teniendo en cuenta que en la zona de Yunguyo y en toda
la región Puno es frecuente que durante el mes de setiembre ocurran fuertes lluvias y vientos, por lo que estos no resultan ser
hechos imprevisibles por Electro Puno SAA, teniendo en cuenta además que la ocurrencia de estos fenómenos meteorológicos
pueden ser consultados ante el SENAMI, quienes emiten el respectivo informe de la situación climática de la zona durante todo el
año, consulta que la Empresa no efectuó a sabiendas de que en la ubicación geográfica en que se encuentran instalados los
conductores y cables de alta tensión, ocurren lluvias y fuertes vientos, siendo estos fenómenos que se dan con frecuencia,
acreditándose con ello que no tomo las medidas necesarias para evitar el daño a pesar que pudo prever el resultado. En
consecuencia, la Empresa Electro Puno SAA tiene Responsabilidad Civil Extracontractual Objetiva por los daños causados a las
víctimas.

REFERENCIA BIBLIOGRÁFICA

- Alpa, G. (2006). Tratado de la Responsabilidad Civil. Perú, Lima: Jurista Editores.


- Cassagne, J. (2017). Derecho Administrativo. Perú, Lima: Palestra, 2da Ed.
- Espinoza, J. (2002). Derecho de la Responsabilidad Civil, Perú, Lima: Gaceta Jurídica.
- Gaviria, V. (2005). Derecho Penal y Criminología. Colombia, Bogotá: U Externado de Colombia
- Medina, E. (2005). La responsabilidad patrimonial por acto administrativo. España: Thomson Civitas.
- Navarro, I. y VEIGA, A. (2012). Derecho de daños. España, Navarra: Thomson Civitas.
- Perez, A. (2012). Responsabilidad patrimonial del estado. México: Gaceta parlamentaria.
- Ochoa, M. (2005). La Responsabilidad Patrimonial de la Administración Pública y el Fenómeno Urbano. España: Instituto
Vasco de Administración Pública, 5ta Ed.
- Peirano, J. (2004). Responsabilidad Extracontractual. Colombia, Bogotá: Themis.
- Pizarro, R. y VALLESPINOS, C. (2012). Instituciones del Derecho Privado. Argentina, Buenos Aires: Hammurabi, 5ta Ed.
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- La Responsabilidad Penal de las Personas las Personas Jurídicas: ¿Un Problema de del Derecho Penal? Recuperado de:
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