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Lección 1

SU TRABAJO
PRINCIPAL
En Chile, Brasil, Puerto Rico y varios otros países latinoamericanos son
muchos los que hablan del Espíritu Santo. El énfasis extraordinario que se le
ha prestado a El es verdaderamente asombroso. Algunos templos parecen ser
edificados con el propósito de buscarlo y glorificarlo. El tema más discutido y
debatido en muchos círculos religiosos no es el ecumenismo, ni el espiritismo,
ni la mariología, sino el poder y la obra del Espíritu Santo. En su nombre se
predican verdades sublimes de regeneración espiritual y, a la vez, en el
nombre del mismo Espíritu se propagan doctrinas disparatadas que sirven solo
para trastornar, engañar y corromper. En su nombre se hacen muchas obras
buenas. A la vez, son atribuidos a la influencia de El cultos abominables y
escandalosos que nada tienen que ver con la adoración que es en espíritu y en
verdad. También, se le atribuye a El toda clase de fenómeno aun los que son
patentemente de origen satánico. En algunas sectas, casi todos, aun los que no
saben siquiera los rudimentos del evangelio, son expertos (según ellos) en
todo cuanto le concierne al Espíritu

Lo hemos contemplado todo, volviendo vez tras vez a estudiarlo a la luz de la


Biblia. De una cosa estamos seguros: que muchos sí hablan del Espíritu, dicen
tenerlo, reclaman hacer milagros, hablar lenguas, sanar enfermos y profetizar
por Sus poderes, pero con todo son muy pocos los que entienden los poderes y
el trabajo del Espíritu Santo en esta era.

El tema del Espíritu Santo es algo complicado para el neófito. Hay muchos
textos que hablan de Su trabajo y poderes. Entrar en el estudio sin un guía
sería igual a emprender un viaje por ultramar sin mapa ni brújula. Nuestro
guía es la Biblia. Para cruzar el mar y llegar a su destino, el marinero tiene que
leer correctamente su mapa y brújula. Asimismo tenemos que leer la Biblia
correctamente y con entendimiento para poder comprender la obra del
Espíritu.
Se sugiere que la primera lección en la serie sea sobre el trabajo principal del
Espíritu Santo en la epoca cristiana. Algunos cristianos afirman que esta debe
de llamarse la era del Espíritu Santo. Es decir segun ellos, el Espíritu
desempeña un papel tan importante hoy día que, de los tres (Padre, Hijo y
Espíritu) el Espíritu es el ser espiritual que más se destaca en esta edad. Si, en
realidad, el Espíritu sobresale tanto, ¿qué hace El? ¿Qué de tanta importancia?
¿Qué metas tenía, o tiene, que alcanzar? ¿Qué deberes tiene que cumplir?
¿Qué son sus obras y cuál la más importante?

Cristo mismo nos ayuda contestar estas preguntas. Se cita Juan 16:13, un
pasaje de índole profético. Es lógico empezar el estudio del Espíritu Santo con
las profecías que hablaron de su venida y su obra. El profeta Joél predijo la
venida del Espíritu. Juan el Bautista habló de un bautismo en el Espíritu.
Cristo también profetizó respecto al Espíritu definiendo su trabajo con las
palabras siguientes: "Pero cuando venga el Espíritu de verdad, El os guiará a
toda la verdad; porque no hablará por su propia cuenta, sino que hablara todo
lo que oyere, y os hará saber las cosas que han de venir."

Al examinar cada frase de este texto concluimos que el trabajo primordial del
Espíritu Santo iba a ser revelar toda la verdad, o sea, el Espíritu daría a
conocer a los hombres todo el nuevo pacto. Este pacto contiene la voluntad
completa de Dios para la era cristiana. Nótese cómo se describe el Espíritu en
las palabras de Cristo. El Señor lo llama "el Espíritu de verdad." ¿Por qué se
le da este nombre? La razón es patente: al Espíritu le fue encomendado la gran
tarea de llevar la verdad a un mundo perdido en mentiras, engaños,
supersticiones, ignorancia y tinieblas de religiones falsas. No se le dice el
Espíritu de señales y prodigios, ni se le dice el Espíritu de hablar lenguas y
sanar a enfermos. Cristo no lo llama el Espíritu de profecías o milagros. Lo
identifica llamándolo "el Espíritu de VERDAD," Dice el Señor, Yo os enviaré
el Consolador, el Espíritu Santo, y El os guiara a toda la verdad». No a una
parte sino a toda la verdad. No a tradiciones vanas y humanas, ni a doctrinas
de demonios, ni a herejías, sino a toda la verdad.

El nombre del Espíritu (el "Espíritu de verdad") y el trabajo que le fue


asignado por Cristo (revelar toda la verdad) indican que la obra más
importante del Espíritu Santo en esta época ha sido la de comunicar la
voluntad perfecta de Dios a los hombres. Dijo Cristo, "No hablará de su
propia cuenta, sino que hablará todo lo que oyere." El Espíritu oyó todo el
mensaje de Dios y lo ha dado todo a los hombres, El nos ha hecho saber las
cosas que han de venir. Esto ha sido la gran labor de El y no hay otra que sea
superior. Todas sus otras obras son secundarias. Todos los milagros, señales y
prodigios hechos mediante sus poderes son secundarios. Veremos que servían
para ayudarlo cumplir con su deber principal el cual fue guiar a toda la
verdad.
Los que comprenden el poder de la verdad comprenderán también por qué el
trabajo principal del Espíritu fue revelarla. La verdad es la bendición más
preciosa y de más valor que el Espíritu nos ha dado. ¿Donde estaríamos sin las
verdades magníficas y eternas que El nos ha enseñado? Perdidos en engaños e
ignorancia; sin la luz celestial que ahora ilumina el camino.

La verdad salva. "Conoceréis la verdad y la verdad os hará libres," dijo Cristo


según Juan 8:32. Y otra vez dijo en Juan 17:17, 'Santifícalos en tu verdad; tu
palabra es verdad." ¿Qué es verdad? Pues, la misma palabra que por el
Espíritu nos es dada. ¿Quién puede salvarse sin conocer y obedecer la verdad?
¡Nadie! Nadie puede ir al Padre sino por oír y poner por obra el evangelio que
es la verdad. Razonemos sabiamente. Señales y prodigios NO SALVAN.
Milagros y dones NO salvan. Tienen su propósito sí, pero no pueden salvar.
¿Quién del Nuevo Testamento, sin tener la verdad y obedecerla, fue salvado
de sus pecados por un milagro? El hablar lenguas extrañas por si solo no
salva. Hay que hablar la verdad y obedecerla. La verdad es más importante
que señales y prodigios, Muchos, al recibir medidas especiales del Espíritu,
hacían grandes maravillas, pero era más importante que tuvieran "toda la
verdad."

El trabajo principal del Espíritu era anunciar toda la verdad a los hombres, Al
tener este entendimiento de su obra podremos comprender mejor el propósito
de los dones milagrosos, el bautismo del Espíritu, etc. Veremos que las
señales, repartimientos del Espíritu etc., servían para hacer posible el
cumplimiento de la tarea de revelar toda la verdad.
Lección 2

TODA LA VERDAD
Cuando Cristo prometió enviar el Consolador, lo llamó "el Espíritu de verdad"
explicando por qué al decir que el Espíritu daría testimonio de El, que
convencería "al mundo de pecado, de justicia y de juicio y que guiaría "a toda
la verdad." (Juan 14:15-18; 14:26; 16:5-13). Notamos en la primera lección
que el Consolador prometido no fue llamado el Espíritu de milagros, ni de
señales y prodigios, ni tampoco de lenguas extrañas y sanidades sino
sencillamente "el Espíritu de verdad." La frase "de verdad" se refiere a la obra
más importante que iba a llevar a cabo el Espíritu Santo. A él le fue dada la
tarea de enseñar a los hombres la verdad libertadora y salvadora del evangelio
glorioso. Para rescatarnos de perdición Dios tenía que enseñarnos la verdad y
escogió como el Maestro más apto, al Espíritu Santo. Este Maestro
incomparable, cualificado en todo aspecto, recibió su mensaje de Cristo
mismo y lo ha transmitido en su totalidad y perfección a nosotros. Señales y
prodigios, aunque nos convenzan que Dios existe y confirman la divinidad de
Su Palabra, jamás salvaron a nadie. Es la verdad pura celestial lo que llena
nuestras almas con la luz que, con todo su fulgor, ilumina nuestras mentes
permitiéndonos ver el buen camino de seguir para encontrar la salvación
eterna. La verdad se debe de ensalzar por su fuerza tremenda, por su gloria, su
pureza, su calidad de ser indestructible, por su poder en hacer desaparecer las
tinieblas de toda ignorancia, engaño y filosofía vana. A Dios siempre debemos
dar gracias por el Espíritu Santo mediante quien nos fue dada toda esta verdad
regeneradora, este tesoro de sabiduría divina, este poder de Dios para
librarnos del agarro estrangulador de Satanás.

Hablando con los apóstoles Cristo les dijo que el Espíritu Santo les guiaría a
toda la verdad." Si queremos comprender las profecías sobre el trabajo del
Espíritu Santo, es preciso darnos cuenta del significado de la frase "toda la
verdad." ¿A quiénes fue dada esta promesa? A los apóstoles ¿La promesa
abarca cuánta de la verdad? Cristo dijo "TODA LA VERDAD. Pues,
concluimos que el Señor se propuso revelar por el Espíritu Santo toda la
verdad a la generación del tiempo de los apóstoles. Según los términos de la
promesa, los apóstoles no recibirían la mitad de la verdad, aguardando Dios la
otra mitad para luego revelarla a generaciones futuras. Cristo prometió darles
a los apóstoles todo el pan espiritual, no una media hogaza; toda la luz, no
algunos pocos rayos; todo el nuevo testamento no unas pocas leyes; toda el
agua de vida, no una gota o un solo trago. El Señor no había de esperar hasta
después de los días apostólicos para proclamar a los hombres verdades
adicionales. No se refiere a los papas, ni a Lutero, Calvino y Wesley, ni a
Whíte, Russel, ni a ningún otro. Habló con los apóstoles afirmando que el
Espíritu Santo daría "toda la verdad" durante los días de aquella generación.
Los apóstoles y los demás hermanos de la iglesia primitiva no serían de
ninguna manera inferiores a generaciones futuras. ¿Tenemos hoy día toda la
verdad? Ellos la tenían primero. La promesa de Cristo es que la iglesia
recibiría la revelación completa de la voluntad divina durante los primeros
años de su existencia. No tendría que esperar hasta siglos después. Cristo
depositaría, por el Espíritu Santo, toda la verdad en la iglesia primitiva.
Entonces la iglesia tenía que seguir como "la columna y baluarte de la verdad"
(1. Timoteo 3:15) sosteniéndola y protegiéndola.

La profecía de Cristo sobre el trabajo del Espíritu Santo no es ambigua ni


misteriosa; no es difícil de comprender. Al contrario, los términos son
sencillos, fáciles de entender. El Espíritu Santo daría toda la verdad a los
apóstoles y a la iglesia del primer siglo. Ahora, preguntamos si la promesa fue
cumplida debidamente. ¿Recibieron los apóstoles "toda la verdad? 0,
¿quedaron con solamente la mitad?

Por medio del Espíritu Santo, los apóstoles dan el siguiente testimonio: que sí
recibieron toda la verdad prometida. Cuando Pablo, durante su tercer viaje
misionero, se despidio de los obispos de la iglesia en Efeso, el dijo, "Por tanto,
yo os protesto en el día de hoy, que estoy limpio de la sangre de todos; porque
no he rehuido anunciaros todo el consejo de Dios." (Hechos 20:26,27). Según
la historia dada en el libro de los Hechos, Pablo había predicado por
aproximadamente tres años en la gran ciudad de Efeso. Mediante sus labores
llevados a cabo por el poder del Espíritu Santo fue revelado a los efesios "todo
el consejo de Dios," o sea, toda la voluntad divina, todo el nuevo testamento.
Por lo tanto, Pablo podía afirmar que estaba limpio de la sangre de ellos
puesto que les había anunciado todo el mensaje de salvación.

Cuando Pablo dirigió estas palabras a los ancianos de la iglesia en Efeso, ya


habían pasado 26 o' 27 años desde el establecimiento de la primera iglesia en
Jerusalén. El Espíritu Santo, durante este período, estaba trabajando día y
noche, con todo apuro y afán para cumplir con su tarea de guiar a toda la
verdad. Ya por 26 o 27 años el Espíritu había estado inspirando a muchos
miembros de la iglesia, llenándolos de la palabra divina, revelando todo el
mensaje divino. Hizo su trabajo mediante los apóstoles, profetas, maestros,
pastores y evangelistas (Efesios 4:7-11). Les daba dones sobrenaturales para
que mediante tales poderes celestiales pudieran predicar el evangelio a todos
los hombres. El don de ciencia, el de sabiduría, él de fe, al de profecía, al de
hablar lenguas y el de interpretarlas - estos y otros también fueron usados para
comunicar todo el consejo de Dios a los hombres. El Espíritu empleaba estos
dones para revelar y confirmar la verdad. Los usaba mucho y logró cumplir
debidamente con su tarea de revelar toda la verdad a aquella generación antes
de que pasara. Pablo dijo después de haber predicado muchos años, "Yo ya he
recibido todo el consejo de Dios y se lo he anunciado todo a ustedes. El
Espíritu ha hecho su trabajo en mi. La promesa de Cristo ha sido cumplida.
Tenemos todo lo que El nos prometió.

Consideremos otro pasaje escrito por Pablo, 2 Timoteo 3:16,17. La segunda


carta a Timoteo es la última carta escrita por Pablo y fue escrita
probablemente durante el último año de su vida en la tierra. De la cárcel en
Roma en el año 68 o 69, Pablo escribió a Timoteo diciéndole, "Toda la
Escritura es inspirada por Dios, y es útil para enseñar, para redarguir, para
corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto,
enteramente preparado para toda buena obra". Según Pablo, la Escritura que
ya había en aquel tiempo y podía perfeccionar al hombre de Dios
preparándolo enteramente. Lo que nos perfecciona tiene que ser perfecto. Si la
Escritura podía perfeccionar a Timoteo, entonces ya era una Escritura
completa y perfecta. Ya fue revelada toda la verdad - la verdad perfecta que
nos puede dar la perfección de nuestras almas.

Pedro también afirma que el Espíritu Santo cumplió con su deber. Dice 2
Pedro 1: 3, "Como todas las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad nos
han sido dadas por su divino poder ...). Todas las cosas, no unas pocas, ¿Cómo
fueron dadas? "Por su divino poder," o sea, por el Espíritu Santo. Por el poder
divino todo lo que pertenece a la vida y a la piedad ya fue dado cuando Pedro
escribió su carta.

Judas también da su testimonio en el versículo 3 de su carta, diciendo a los


hermanos de su tiempo que contendieran «ardientemente por la fe que ha sido
una vez dada a los santos." "La fe», o sea, el evangelio, ya había sido dada.
Fue dada "una vez." Es decir, como Cristo fue sacrificado una vez para
siempre (Hebreos 9:27,38), asimismo la verdad, o la fe, fue dada "una vez"
para siempre. ¿Cuándo fue dada? En el primer siglo. ¿Cómo por el Espíritu
Santo trabajando mediante los hermanos inspirados. ¿Cuánta fue dada? Toda
la verdad ¿Tenía el Espíritu que repetir su obra de revelar la verdad en los
siglos después del tiempo apostólico. ¡NO! La verdad fue dada "una vez» y
esto es suficiente para todo la era cristiana. El Espíritu no volvería a darla la
segunda vez, y la tercera, y así sucesivamente a cada generación hasta hoy día.
La dio una vez. Entonces, encargó a la iglesia la tarea de seguir proclamándola
a todos de toda esta era.
Lección 3

COMO SE REVELO
En Judas, el versículo 3, el apóstol afirma que la fe fue "una vez" dada a los
santos. "La Fe" en este caso, no quiere decir la fe personal que tiene cada
creyente en Cristo, sino el evangelio, el nuevo testamento. Así es empleada la
frase en Efesios 4:4. Pablo habla en ese pasaje de "una fe; no de muchas. El
mismo apóstol, enseñando sobre la abolición del antiguo testamento, escribió
en Gálatas 3:25, "Pero venida la fe, ya no estamos bajo ayo," o sea, ya no
estamos bajo el antiguo pacto. "La fe" de este versículo es el evangelio, y así
lo es también en Judas 3. El apóstol Judas declara por el poder del Espíritu
Santo que el evangelio fue "una vez" dado a los santos. No dos veces, ni tres,
ni tampoco hay una revelación continua sino que el evangelio fue dado una
vez para siempre. Todo fue revelado en el primer siglo y no será repetido.
Todo está escrito en la Biblia; no falta nada, y por lo tanto no hay razón de
volverlo a revelar.

Si todo el evangelio, toda la verdad, fue revelado antes del fin del primer
siglo, entonces ¿qué hay de las tradiciones? ¿Qué hay de los profetas
modernos, nuevos mensajes, visiones sueños, revelaciones, etc.? Estas son
preguntas que contestaremos, si Dios lo permite, en una lección futura de esta
serie sobre el Espíritu Santo. El estudio que llevamos ahora se trata del trabajo
del Espíritu Santo en el primer siglo y deberíamos obtener pleno
entendimiento de las actividades del Espíritu en aquel tiempo apostólico antes
de hacer comparaciones entre el presente y el pasado. Si no sabemos aun lo
que hizo el Espíritu Santo en el siglo primero, y si no entendemos lo que
enseñan las Escrituras sobre la obra del Espíritu y el propósito de dicha obra,
¿cómo entonces podremos juzgar bien lo que se predica y se tiene por verdad
hoy día? Volvemos a decir que muchos de los creyentes del siglo 20 no han
llegado a comprender quién es el Espíritu Santo ni cuales son sus poderes y
obras principales, Los que más hablan y vociferan sobre el tema son, por lo
regular, los que menos saben, y los que menos estudian. Esto es lo que nos
deja perplejos. Si uno propone desertar mucho sobre el tema del Espíritu
Santo, primero debería ponerse a escudriñar la palabra del Espíritu, porque en
ella el Espíritu mismo se revela. El procedimiento de muchos pastores y
evangelistas nos hace pensar en los jóvenes que van a las escuelas públicas.
Quieren buenas notas y quieren prepararse, pero no se esfuerzan mucho en
aprender. Estudiar es mucho trabajo y no quieren trabajar. Por consiguiente
salen de las escuelas aun ignorantes e incapaces de rendir trabajo. Salomón
dijo que "el mucho estudio es fatiga de la carne." ¡Creemos que muchos ya
son bien fatigados! Han llegado hasta el extremo de despreciar a los que, con
diligencia y sinceridad, buscan toda la verdad. No saben casi nada del trabajo
del Espíritu en el primer siglo porque no estudian el mensaje de la Biblia. Esta
falta de conocimiento ha dado por resultado la invención de numerosas teorías
erróneas y no pocas prácticas antibiblicas. Ya es tiempo para dejar de teorizar
y más bien volver a las Escrituras para la enseñanza divina sobre el Espíritu
Santo.

El trabajo principal del Espíritu Santo en la era cristiana ha sido el de guiarnos


a toda la verdad. Ya lo ha hecho. Lo hizo en el primer siglo. Pablo, Pedro y
otros testificaron de que lo había hecho. La revelación de toda la voluntad de
Dios fue completada durante la vida de los apóstoles. Esta revelación perfecta
fue escrita en la Biblia.

Muy bien, pero no hemos explicado las doctrinas bíblicas sobre el bautismo
del Espíritu, dones sobrenaturales, etc. La verdad es que no podremos
empezar a entender estas doctrinas sin volver de nuevo al primer siglo para así
estudiar como el Espíritu cumplió con su propósito de guiarnos a toda la
verdad.

En primer lugar, notemos que cuando la iglesia fue establecida en el día de


Pentecostés no le fue dada en aquel mismo día toda la verdad que ahora se
encuentra escrita en los 27 libros del Nuevo Testamento. La primera
congregación fue organizada en Jerusalén. Fue una iglesia grandísima,
habiendo miles y miles de miembros. Cuando los 3000 fueron convertidos en
el día de Pentecostés (Hechos 2), Pedro, Juan, y los demás apóstoles no
podían dar inmediatamente una copia del Nuevo Testamento a cada persona
bautizada. Sin lugar a dudas, muchos de ese gran número nunca llegaron a
poseer, ni aun a ver, una copia de siquiera uno de los 27 libros que hay en el
nuevo pacto. Pero, ¿por qué? ¡Porque los libros no fueron escritos hasta
muchos años después de los acontecimientos del día de Pentecostés! Pues, la
iglesia primitiva en Jerusalén no tenía el Nuevo Testamento en una forma
escrita.

Entonces, ¿cómo lo tenía? La contestación es que los miembros de aquella


primera congregación recibieron el nuevo pacto mediante la palabra
anunciada vocalmente, inspirada. ¿Quienes dieron a conocer por primera vez
esa palabra? ¡Los apóstoles! ¿Cómo lo hicieron? Por inspiración o sea, por el
poder del Espíritu Santo operando directamente en ellos (Hechos 2:4)
"Hablaban según el Espíritu Santo les daba que hablasen." La primera iglesia
en Jerusalén fue una congregación que se reunía para adorar. También hizo el
trabajo que Dios le ha dado a la iglesia. Pero sí la congregación no tenía el
nuevo pacto escrito, ¿cómo aprendió organizarse, adorar y trabajar. Pues,
recibió por boca de los apóstoles las instrucciones divinas que necesitaba.

Sí nos esforzamos en comprender las circunstancias bajo las cuales fue


fundada la primera iglesia, entenderemos entonces por qué muchos en aquel
tiempo recibieron medidas especiales del Espíritu Santo. No estamos hablando
de medidas en las iglesias del siglo 20. El presente estudio trata de lo que pasó
en el primer siglo. La iglesia de aquel tiempo no tenía el nuevo pacto escrito.
La congregación en Jerusalén no lo tenla; tampoco las demás congregaciones.
El Nuevo Testamento no fue escrito hasta muchos años después de haberse
establecida la iglesia. Fue dado sí a las iglesias pero al principio no fue
disponible en una forma escrita.

Antioquía, Iconio, Listra, Derbe, Troas, Atenas, Efeso, Corinto ... las
congregaciones nuevas en estas ciudades no tenían el nuevo pacto escrito sino
hasta muchos años después de su establecimiento, El primer libro del nuevo
pacto fue escrito en el año 46 o' 47 como unos 20 años después del gran día de
Pentecostés. Ese primer libro era 1 Tesalonicenses. Luego fue escrito 2
Tesalonicenses. Entonces Lucas escribió el libro que lleva su nombre. Pablo
siguió escribiendo libros y cartas. Este trabajo fue llevado a cabo bajo la
inspiración del Espíritu Santo. "Si alguno se cree profeta, o espiritual,
reconozca que lo que os ESCRIBO son MANDAMIENTOS DEL SEÑOR" (1
Corintios 14:37). Pedro, Juan, Mateo, Marcos, Judas y Santiago también
escribieron libros y cartas inspirados por el Espíritu Santo. El apóstol Juan
escribió el último libro del Nuevo Testamento, Apocalipsis, en el año 96 D.C.,
63 años después del día de Pentecostés. Así fue que los 27 libros del nuevo
pacto fueron escritos durante los años de 46 al 96 del primer siglo. De acuerdo
con la información disponible, la iglesia no tenía ningún documento
divinamente inspirado hasta 20 años después de su establecimiento. Tenía el
Antiguo Testamento sí, pero ese no fue el nuevo pacto prometido por Cristo;
no era el pacto de la iglesia.

La segunda observación en cuanto al trabajo del Espíritu en la iglesia del


primer siglo es la siguiente: que aun después de que los hombres inspirados
por el Espíritu empezaron a escribir los libros del nuevo pacto, muy pocas
congregaciones pudieron apoderarse de copias. Consideremos el ejemplo de la
iglesia en Roma. Esa congregación recibió de Pablo una carta larga, la que
ahora llamamos el libro de Romanos. La recibió en la década de los 50.
Ahora, ¿cuántas otras cartas tenía la iglesia en Roma en aquel entonces? ¿Las
dos a los Corintios? ¿Las que fueron dirigidas a la iglesia en Tesalónica? No
es probable que la iglesia en Roma tuviera copias de estas cartas. Tal vez llegó
a tener copias de estas y de los demás libros y cartas durante la primera mitad
del segundo siglo. Si los miembros en Roma al principio no tenían estos
documentos divinos, ¿cómo sabían organizarse, adorar y trabajar? Por medio
de los dones sobrenaturales (Romanos 12:6-8) recibieron toda la revelación y
ayuda que necesitaban. Este fue él trabajo del Espíritu Santo.
Lección 4

EL PROPOSITO
PRIMORDIAL
Al contemplar la obra del Espíritu Santo en el primer siglo reconocemos lo
siguiente: (1) que tenía que revelar toda la verdad; (2) lo cual hizo; (3) pero
que no lo hizo todo en un solo día; (4) que las primeras congregaciones no
tenían documentos escritos revelados por el Espíritu sino hasta 14 años
después del establecimiento de la iglesia. Tampoco tenían ni siquiera una
copia del Nuevo Testamento en forma escrita hasta mediados del segundo
siglo.

El maestro o predicador que estudia cuidadosamente las Escrituras sabrá que


el Espíritu iba paulatinamente revelando a la joven iglesia la voluntad
completa de Cristo, quien era y es la cabeza de la iglesia. La nueva
organización espiritual creada por Cristo no podía recibir en los días de su
infancia todas las doctrinas, fáciles y fuertes, prácticas y sublimes, del
evangelio. Tenía que crecer. Empezó tomando la "leche espiritual no
adulterada," o sea, empezó con "los rudimentos de la doctrina de Cristo," Se
desarrolló. Luego llegó a tomar el "alimento sólido" y eventualmente alcanzó
la madurez. En el día de Pentecostés cuando la iglesia nació, el Espíritu dio
mediante los apóstoles el plan de Dios para redimir a la humanidad.
"Arrepentíos y bautícese en el nombre de Jesucristo para perdón de los
pecados ..." (Hechos 2:38). Según el versículo 40, Pedro "con otras muchas
palabras testificaba y les exhortaba." Fueron convertidos como 3000 personas.
Entonces, el Espíritu les enseñó a perserverar en la doctrina de los apóstoles,
en la comunión unos con otros, el partimiento de pan (la cena del Señor) y en
las oraciones," (Hechos 2:42). No en el mismo día sino mucho más tarde, el
Espíritu enseñó a la iglesia en Jerusalén a escoger diáconos (Hechos 6).
Durante el transcurso de los años el Espíritu reveló a la iglesia en Jerusalén
toda la verdad. La dio primero por medio de comunicaciones orales, luego por
libros, cartas, etc., o sea, en forma escrita. Doctrinas tales como la sobre la
abolición del antiguo testamento, la respecto a comidas y carnes, la de la
segunda venida del Señor, la de la resurrección y la de la glorificación del
reino aparentemente no fueron reveladas y completamente expuestas por el
Espíritu durante los primeros días de la existencia de la iglesia. Todo fue
revelado en su debido tiempo.

Llegamos ahora a un punto de gran importancia: la cuestión del método o


métodos empleados por el Espíritu Santo en su empeño de cumplir con el
deber de guiar a toda la verdad. ¿Cómo lo hizo? El, un ser espiritual invisible,
tenia ser el Embajador divino que llevaría un mensaje celestial al mundo
material de los seres humanos. ¿Cómo lo lograría sin encarnarse? ¿Sin hacerse
visible? Son preguntas que la Biblia contesta con exposiciones extensas y
claras. La Biblia enseña que el Espíritu hizo su obra por llenar los apóstoles
con poderes milagrosos y dar dones sobrenaturales a los miembros de la
iglesia. A base de lo que explican varios textos afirmamos que el propósito
singular del Espíritu en dar dones sobrenaturales a la ¡glesia era comunicar,
mediante dichos dones, toda la voluntad del Padre a los hombres, tanto
perdidos como salvos. Era el método que El escogió. Los dones no eran de
mayor importancia. La verdad era lo que iba a librar a las almas encadenadas
en pecado y los dones harían posible la revelación de la verdad. Los dones no
salvaban; la verdad sí.

Afirmamos también que, en el primer siglo, todas las manifestaciones


milagrosas del Espíritu Santo, inclusive el bautismo del Espíritu los dones
sobrenaturales, etc., tenían como fin (1) el revelar la verdad (2) el organizar y
poner en marcha la iglesia y (3) el confirmar la divinidad del mensaje y el
origen divino de la iglesia. El propósito primordial del Espíritu en dar dones
no era aliviar el sufrimiento de la raza humana; no era acabar con
enfermedades, ni detener la propia muerte. Tampoco era dar un estreno o
espectáculo en cada ciudad y pueblo. No era convertir por medio de señales
vistas con los ojos de la carne.

Sabemos que hay mucha confusión sobre el propósito de las manifestaciones


sobrenaturales del Espíritu Santo. Algunos suelen pensar que Cristo ofreciera
por el Espíritu salvación, sanidad y el don de hablar lenguas a todo el que
creyere. La promesa del Señor no fue así. Los términos de su promesa son:
libertad espiritual por recibir y obedecer a toda la verdad - toda la verdad
revelada por obra del Espíritu Santo. La sanidad del cuerpo físico no puede
equivalerse con la santificación del alma. Hacer milagros y dar señales no era
el trabajo principal del Espíritu sino el dar al mundo todo el mensaje de Dios
A nuestro parecer, muchos creyentes de las iglesias del siglo 20 se fijan tanto
en los milagros y prodigios que se les hace difícil ver la verdad. Van en busca
de espectáculos. Demandan señales. Andan por vista, no por fe. No han
llegado a entender el propósito de los dones sobrenaturales. Están mas
interesados en el método que en el producto; más interesados en el mecanismo
de comunicar el mensaje que en el propio mensaje. ¿Qué debería interesarnos
más? ¿Saber cómo funciona una radio emisora u oír con entendimiento el
mensaje que llega a través de la emisora? ¿Daremos mas importancia al
mecanismo que al mensaje? Es precisamente lo que hacen los que dan mas
importancia a los dones sobrenaturales que al mensaje que por medio de
dichos dones fue revelado. En todo el plan de Dios para salvarnos, los dones
milagrosos desempeñan sólo un papel de importancia secundaria. Es la verdad
que salva. Es el alma que se salva, no este cuerpo que está destinado a volver
al polvo de donde vino.

¿Por qué fueron bautizados los apóstoles con el Espíritu Santo? ¿Era para que
sanaran a todos los enfermos? De ninguna manera. Recibieron ese bautismo
para que fuesen capacitados de anunciar la verdad que librera. "Cuando venga
el Espíritu de verdad él os guiará a toda la verdad." Antes de ascender a los
cielos el Señor habló de nuevo con los apóstoles sobre la venida del Espíritu y
les dijo según Hechos 1:5-8 que, al recibir el poder, saldrían a ser sus testigos
verdaderos en "Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la
tierra ¿Testificar? ¿Cómo? Por el bautismo en el Espíritu Cuando fueron
bautizados con el Espíritu comenzaron a hablar en otras lenguas, según el
Espíritu les daba que hablasen" (Hechos 2:4). ¿Qué hablaron? ¿Disparates?
No. Anunciaron el evangelio de salvación. Dieron mensajes que podían
entenderse. El Espíritu Santo comunicó la verdad a los hombres por medio de
ese bautismo, Capacitó a los apóstoles a declarar todo el consejo de Dios.
Lección 5

EL PROPOSITO DE LOS
DONES
SOBRENATURALES
Ya hemos notado qué propósito tenía el Señor al bautizar los apóstoles con el
Espíritu Santo. Según Hechos 1, el poder divino les capacitarla para dar
testimonio hasta lo último de la tierra del Cristo resucitado y salvación en el
nombre de El. Los apóstoles tendrían que hablar, y hablar mucho. Su misión
no era sanar a todos los enfermos, levantar a los muertos, ni tomar bebidas
venenosas sino predicar, declarando la verdad a toda criatura, reprendiendo,
exhortando, redarguyendo y persuadiendo (2 Timoteo 4:1-4). Su misión no era
hablar lenguas sino hablar la verdad. Sí tenían que hablar lenguas para
comunicar la verdad a los oyentes, pues bien hablaban lenguas porque era
urgente que todos conocieran la verdad que libra de las prisiones de oscuridad.
Usaban los dones para dar a conocer la verdad salvadora. Sin embargo, ,la
palabra, el evangelio, siempre era lo más importante para los apóstoles. Sin la
verdad los dones no hubiesen servido para nada. Hubieran sido nada más que
un espectáculo, maravilloso si, pero vacío, faltando el poder para salvar al
alma perdida. ¿Qué es un milagro no acompañado por la verdad? ¿Puede
salvar? En absoluto. Hace manifiesta la existencia de un poder sobrenatural,
pero no enseña qué o quien es el poder sobrenatural. Ni tampoco enseña cómo
dejar el pecado, cambiar la vida y reconciliarse con el Creador. Aunque uno
haga mil milagros, sí no tiene la verdad no puede salvarse a si mismo ni a
otros. El evangelio, no el milagro, es "el poder de Dios para salvación."
Romanos 1:16,17. Por lo tanto, los apóstoles se ocupaban en predicar el
evangelio, usando los dones para llevarlo y confirmarlo.

Ha llegado el momento para comparar la obra del Espíritu Santo en los


apóstoles con la supuesta obra de El en profetas, profetizas, pastores y
pastoras de este siglo 20. Aquí en Puerto Rico son muchos los que dicen ser
bautizados con el Espíritu Santo. Sí, en realidad, han recibido el bautismo del
Espíritu, entonces es de esperarse que actúen y hablen como actuaban
hablaban los apóstoles. Deberían tener el mismo 210 propósito que tenían los
apóstoles, siendo en nada inferiores a ellos.

Preguntamos si los que claman ser bautizados hoy día con el Espíritu Santo se
afanan tanto en proclamar la verdad como lo hacían los apóstoles. En opinión
del que escribe, la contestación tiene que ser que no. Para muchos, la verdad,
el mensaje, ocupa un lugar de importancia secundaría. No es el mensaje que
cuenta sino la señal el milagro, el prodigio. En vez de anunciar campañas de
evangelización, algunos pastores famosos anuncian campañas de sanidad. No
sabemos por qué no organicen campanas de hablar lenguas, y campañas de
tomar bebidas venenosas o campañas de resucitar los muertos. Siempre se
enfatízan en campanas de sanidad. ¿Podrá alguien decirnos cuándo Pablo o
Pedro u otros de los apóstoles salieran a dar campañas de sanidad? ¡No lo
hicieron! Sus campañas tenían como propósito el rescatar al alma, no el sanar
al cuerpo físico destinado al polvo.

Hoy día, los que hablan de tener el bautismo del Espíritu Santo dan más
énfasis en sus cultos a milagros, sanidades, lenguas extrañas, etc. que a la
predicación de la verdad, Parece que piensan: %Que' importan el mensaje sí
no hay manifestaciones milagrosas?" Sí en los cultos de tales personas no hay
muchos gritos y danzas; sí no hablan lenguas; sí por lo menos dos o tres no
caen al suelo vencidos por el Espíritu entonces creen que han fracasado. No se
preguntan sí la verdad se ha predicado sino que sí el Espíritu se ha
manifestado. Es patente que se interesan mucho más en manifestaciones
milagrosas que en la predicación de la verdad, más en el pan y los peces que
en la palabra, más en lenguas extrañas que en palabras sencillas de
edificación. ¡No fue así en el tiempo apostólico! Pablo, dando mandamientos
para regular el uso de los dones, dijo en 1 Corintios 14:26, "Hágase todo para
edificación. De lenguas dijo en 1 Corintios 14:19, "Prefiero hablar cinco
palabras con mí entendimiento, para enseñar también a otros, que diez mil
palabras en lengua desconocida." Pablo dio primer lugar a la palabra, a la
edificación. No lo hacen los pastores de muchas iglesias modernas. Al
contrarío, dan primer lugar a lo que ni edifica ni salva. Dan primer lugar a lo
superficial, a lo pasajero, a lo secundario. Prefieren ver señales que oír la
verdad. Prefieren hablar lenguas desconocidas que decir palabras edificadoras.
Lo tienen todo al revés. Están trastornados y trastornan a otros. Hablan mucho
del Espíritu Santo. Estamos para creer que ni aun lo conocen, ¡ni El a ellos! El
que da primer lugar a la proclamación de la verdad es el que tiene el Espíritu.

Hay todavía otro factor que analizar bien y es que los que hoy día dicen ser
bautizados con el Espíritu Santo, lejos de hablar la verdad, hablan más bien
mentiras, trayendo doctrinas erróneas. El que es bautizado con el Espíritu
Santo habla la verdad y da primer lugar a ella. Estos seguramente no dan
primer lugar a la verdad, y, lo que es peor, ni aun la hablan. De un pueblo sale
un profeta clamando ser llamado por Dios en sueños, en visiones enviado por
Cristo, y bautizado con el Espíritu Santo. ¿Qué mensaje lleva? ¡Que debemos
guardar el sábado y dar diezmos! Estas son doctrinas del antiguo testamento
que Cristo abolió cuando murió El en la cruz. Col. 2:14. El que trae tales
doctrinas no es un ministro del nuevo pacto (2 Cor. 3:6), no sabe distinguir
entre los testamentos, y ciertamente no es del Espíritu Santo. De otro pueblo
sale uno que permite a las mujeres a predicar en las iglesias. Pablo dijo que no
pueden. 1 Cor. 14:33-35. Otro enseña el velo y la manta de saco. Pablo dice
que el velo es el cabello y no dice tan siquiera una palabra sobre la manta de
saco. Viene otro con títulos presuntuosos. El Señor le condena. Mateo 23.
Otro sale apoyando el alboroto de música instrumental y palmeteadas. El
Espíritu Santo dice, "Hágase todo decentemente y con orden." Otro va
fomentando divisiones. El Espíritu Santo le denuncia. 1 Cor. 3:1-7. Todos van
en el nombre del Espíritu Santo. ¿Cuántos llevan la verdad,? El que tiene
oídos para oír, oiga. El que tiene ojos, vea. El que tiene discernimiento verá en
todo esto que el espíritu que promueve mucho de lo que hay hoy día en las
iglesias no es el mismo Espíritu de verdad que operó en la iglesia del primer
siglo.
Lección 6

AVIVAMIENTO, AMOR Y
CRITICA
Entre los creyentes de Puerto Rico, tal como entre los de otros países, la obra
y el, poder del Espíritu Santo es un tema explosivo, cargado de tanto
emocionalismo que se nos hace casi imposible discutirlo con calma e
imparcialidad. Cada cual ya tiene sus doctrinas respecto al Espíritu, y las
propaga con un ardor asombroso, tercamente defendiéndolas a veces, con puro
fanatismo. Muchos ya no pueden razonar con otros sobre el tema. A través de
los años han formado convicciones que, en realidad, son prejuicios fuertes que
no les permiten ver con claridad. Condenan a los que no están de acuerdo con
sus opiniones, culpándolos de blasfemia contra el Espíritu Santo. Entre los
contricantes hay contiendas y debates interminables.

En las décadas anteriores al principio del siglo 20, los habitantes de Puerto
Rico (y de otros paises latinoamericanos) sabían muy poco en cuanto al
Espíritu Santo, su personalidad, poder y trabajo. Después de la guerra
hispanoamericana, vinieron a la isla algunos misioneros protestantes. Estos
empezaron la labor dilficultosa de evangelizar. Cada misionero endoctrinaba
en las prácticas, y reglas particulares de la secta a la cual pertenecía.

Pasados algunos años, llegaron a la isla algunos predicadores "protestantes"


que hablaron mucho del Espíritu Santo. Anunciaron que el Espíritu Santo obra
hoy tal como obraba en el tiempo apostólico, que los creyentes debieran
buscar el bautismo con el Espíritu, que todos los dones sobrenaturales son
disponibles para la iglesia del siglo 20, especialmente los dones de sanar y de
hablar lenguas. Vinieron con gritos, palmeteadas, danzas, profecías, señales y
un frenesí de emocionalismo que dejo a todo el mundo admirado. Declararon
con intrepidez que las demás iglesias no tenían el Espíritu Santo y las
pronunciaron "muertas." Llevaron su mensaje con un atrevimiento espantoso a
todo rincón de la isla y muchos abrazaron las doctrinas y prácticas de los del
"avivamiento." Los que así fueron convertidos llegaron a creer que solamente
los de sus "movimientos» tenían el Espíritu Santo.

Los primeros conversos empezaron a predicar y enseñar lo que habían


aprendido de los extranjeros que les habían hablado del Espíritu Santo.
Lástima que no estudiaron bien a la luz de la Biblia lo que se estaba
predicando. Por lo tanto, se desarrollaron dentro de sus movimientos
tradiciones y doctrinas humanas innumerables. Se dividieron. Las sectas y
concilios entre ellos se multiplicaron rápidamente. Sin embargo, tenían algo
en común: sus creencias en la obra personal y directa del Espíritu Santo.

Esos primeros conversos al "pentecostalismo " endoctrinaron a sus hijos con


las creencias que tenían y de esa manera lograron transmitir sus enseñanzas y
practicas a la próxima generación. Esta, la nueva generación, afirma lo que
aprendió de la pasada, apoyando la doctrina de que sólo los de las "iglesias
avivadas" tienen el Espíritu Santo, y que las demás iglesias, inclusive "las
evangélicas," están "muertas."

Ahora, se levanta uno, miembro si de una iglesia que la dicen "muerta,"


retando a los que abogan tal declaración a probar que sean ellos los únicos que
tengan el Espíritu Santo. Cuestiona la afirmación que han hecho, una
afirmación tan positiva ("Tenemos el Espíritu») y a la vez tan negativa ("Los
demás no lo tienen"). Este atrevido hace algunas preguntas que,
aparentemente, molestan mucho a los pastores. ¿Qué fue la obra mas
importante que Cristo le asignó al Espíritu Santo? ¿Qué quiere decir hablar
lenguas extrañas? ¿Qué dice la Biblia sobre la duración de los dones
sobrenaturales? ¿Qué es una señal verdadera? ¿Puede un hombre que predica
otros evangelios, aboga leyes abolidos del Antiguo Testamento y pasa por alto
mandamientos del Espíritu Santo tener el Espíritu? Si el Espíritu le prohibe a
la mujer a no subir al púlpito, ¿la usará el Espíritu sí ella desobedece al
mandamiento que El mismo ha dado? Si el Espíritu enseña el hacer todo
decentemente y con orden, ¿puede él manifestarse en medio del alboroto y la
confusión? Estas, y muchas otras preguntas de índole semejante, hace el que,
sobretodo, quisiera saber la verdad, toda la verdad, sobre el Espíritu Santo. Si
este que hace tantas preguntas pertenece a una iglesia "muerta» quisiera salir,
pero tienen que convencerlo de que su iglesia esté "muerta."

Este que tantas preguntas hace, este que se dedica a estudiar día y noche la
obra y el poder del Espíritu Santo, este que escudriña cada pasaje que habla
del Espíritu, este que con los ojos abiertos compara la obra del Espíritu en el
primer siglo con todo lo que pasa y se enseña hoy día, este que se atreve
probar a los espíritus que han salido al mundo con toda clase de doctrina, ¿lo
hace el porque no ame a los demás creyentes en Jesucristo? ¿Lo hace sólo
para criticar?. Acaso, ¿lo hace porque le dé algún placer diabólico el descubrir
y señalar errores en otros? A caso, ¿le guste criticar? ¿Es que quisiera juzgar?
¿Es que se glorie en su propio conocimiento? NO. ¡De, ninguna manera! La
contestación a todas estas preguntas es que no.

Entonces, ¿por qué viene con sus preguntas que inquietan? ¿Con sus
comparaciones que no siempre salen a favor de doctrinas y prácticas
corrientes? ¿Por qué siempre está cuestionando, e indagando? Pues, tal vez no
lo creerán, pero es precisamente porque el ama con todo el corazón a todos los
seres humanos y quiere enseñarles la verdad que salva. No que sepa él todo,
pero algunas pocas cosas ha aprendido con la ayuda de Dios.

¿Que es el amor? ¿Cómo se demuestra? ¿Siempre con palabras suaves y


bonitas? Cuando nuestro Señor pronunció discursos duros que estremecieron
los propios fundamentos del Judaísmo, ¿lo hizo porque no amara? Cuando
Pablo escribió, "Oh Gálatas insensatos, ¿quién os fascinó para no obedecer a
la verdad?," ¿lo hizo porque le faltara la más noble de las virtudes - el amor?
¡De ninguna manera! Los dos, ambos Cristo y Pablo, junto con los demás
predicadores de la Palabra, hablaron así porque amaban tanto a las almas,, Se
puede ver, aun en las palabras severas, el amor genuino. Sí un padre ve que su
hijo anda mal y que está en gran peligro, sin embargo, no da ningún grito de
advertencia, ¿ama ese padre a su hijo? ¿Qué es el amor? ¿Tapar el pecado, el
error, y pretender que no exista? ¿Qué es el amor? ¿Suavizarlo todo? ¿Darle la
razón a todos? ¿Actuar como si todo anduviera bien y que todos que dicen,
"Cristo, Cristo," tuvieran la salvación? Me está que tal amor es un amor
cobarde, engañoso, demasiado tolerante, que no se preocupa por los demás,
que no se molesta por nada ni por nadie, sino que busca lo suyo. Ese no es el
amor de Cristo. El amor que tiene Cristo para con nosotros se demuestra sí por
palabras bellas y promesas ricas, pero también por gritos y llantos, críticas y
advertencias, hasta aun amenazas de venganza divina. Y, ¿por qué así nos
habla a veces? ¡Porque el Señor nos ama! Sabiendo que sólo la verdad salva.
El nos advierte contra seguir otros caminos. La advertencia honesta y sincera
ciertamente está relacionada con el amor genuino.

¿Ama usted a Dios? La prueba de su amor será manifiesto en su obediencia,


no solamente en sus palabras o el sentimiento de su corazón. Cristo dijo,
según Juan 14:23, "El que me ama, mi palabra guardará." Juan escribió en 1
Juan 2:4,5, "El que dice, Yo le conozco, y no guarda sus mandamientos, el tal
es mentiroso y la verdad no está en el, pero el que guarda su palabra, en este
verdaderamente el amor de Dios es perfeccionado ..." Y, en 3:18 añade,
"Hijitos míos, no amemos de palabra ni de lengua, sino de hecho y en
verdad."

Pues, no podemos amarle a Cristo sin obedecerle a El. No podemos


obedecerle sin saber sus mandamientos. No podemos predicar el amor de
Cristo si no predicamos el verdadero evangelio que El nos ha dado. Afirmar
que le amamos y predicar a la vez mensajes que no son de El es hablar del
amor sin dar pruebas de que lo tengamos en el corazón. "No amemos de
palabra ni de lengua, sino de hecho y en verdad." El hijo que dice amar a sus
padres, pero que pasa por alto los consejos y la voluntad de ellos, habla de
amor sí, pero no lo tiene.
Lección 7

DON DE SABIDURIA
Respecto a los dones espirituales, afirmamos que el Espíritu Santo los empleó
para llevar a cabo sus trabajos en la tierra. Los deberes del Espíritu eran ... (1)
guiar a toda la verdad, (2) confirmar la divinidad de la verdad, y (3) organizar
la iglesia para toda buena obra. Los dones sobrenaturales que usó el Espíritu
se pueden dividir en tres categorías que corresponden a los tres trabajos
principales del Espíritu. Clasificando los dones según el propósito de cada uno
simplifica la presentación del tema y a la vez nos ayuda a comprender con
facilidad cómo y por qué el Espíritu los usó.

En la 1 Corintios 12:7-10 Pablo da una lista de nueve dones: (1) palabra de


sabiduría, (2) palabra de ciencia. (3) fe, (4) sanidades, (5) milagros, (6)
profecía, (7) discernimiento de espíritus, (8) lenguas y (9) interpretación de
lenguas. En Romanos 12:6-8 se mencionan, además de los de 1 Cor. 12, el don
de servir, el de enseñar, el de repartir, el de presidir, y el de hacer misericordia.
Todos estos dones divinos fueron usados directa o indirectamente por el
Espíritu Santo para hacer su trabajo primordial de revelar toda la verdad.

La primera categoría consta de los que hicieron posible la comunicación de la


voluntad de Dios a los hombres. Son la palabra de sabiduría, la palabra de
ciencia, profecía, lenguas e interpretación de lenguas y el don de enseñar.

En la segunda categoría se encuentran los dones por medio de los cuales fue
confirmada la divinidad del evangelio, o sea, el origen divino de la verdad
revelada. Los que en esta categoría caen son fe, sanidades y milagros.

Para organizar la iglesia, el Espíritu Santo repartió varios dones uno de los
cuales era el de discernir los espíritus. Este se menciona en 1 Cor. 12:10. Otro
de esta categoría tiene que ver con la formación del gobierno de las
congregaciones locales - el de administrar o presidir. Otro, el de enseñar, tiene
que ver con la obra de edificar a los miembros. Otros fueron dados para
ayudar a la iglesia joven hacer sus obras benévolas que son el de servir, el de
repartir y el de hacer misericordia.
En la 1 Cor. 12 y Rom. 12, tenemos un total de 14 dones sobrenaturales. Al
examinarlos bien vemos que tienen que ver con todo aspecto de la
organización y el trabajo de la iglesia. El Espíritu Santo no paso por alto ni
siquiera un puesto o un trabajo de la iglesia joven que iba desarrollándose bajo
la supervisión divina de Cristo. El Espíritu proveyó todo lo que le hacía falta a
la iglesia en su estado de infancia. Lo hizo por medio de repartir dones
espirituales. La iglesia nació el día de Pentecostés, pero no nació ya crecida.
Para crecer necesitaba la leche no adulterada de la palabra de Dios y el se la
dio. El Espíritu enserñó la iglesia a caminar y la alimentó para que siguiera
creciendo. La instruyó en cómo hacer obras benévolas, en cómo edificarse y
en cómo organizarse, poniendo toda cosa en orden. Dándoles dones
sobrenaturales, el Espíritu Santo capacitó a los miembros para que cumplieran
con sus respectivas responsabilidades. El los dio todo. Hizo su trabajo a
perfección. La tarea que tenemos por delante ahora es estudiar cada uno de los
dones.

A. "PALABRA DE SABIDURIA» Algunos hermanos recibieron este don de


poder hablar palabras de sabiduría. No estamos seguros pero es posible que el
Espíritu mismo tuviese un propósito especial cuando empezó la lista de los
dones con este de la palabra de sabiduría. Pero una cosa sabemos bien y es
que la sabiduría es muy importante para la vida cristiana y para el trabajo de la
iglesia. ¿Qué es sabiduría? No es ciencia, o sea, conocimiento, sino la
capacidad para juzgar bien, para hacer buenas decisiones. Sí somos sabios
sabremos distinguir entre lo malo y lo bueno. Podremos dirigir la obra del
Señor sin cometer graves errores.

La palabra de sabiduría fue dada indudablemente a los que fueron encargados


de gobernar las congregaciones primitivas. Los que tenían que ver con el
liderato de las iglesias jovenes tendrían que planear bien la obra, enfrentar y
vencer la mucha oposición producida por la predicación de un nuevo mensaje
que chocaba tanto con el judaísmo como con el paganismo. Tendrían que
aconsejar a los nuevos miembros, edificarlos, cuidarlos y gobernarlos.
Tendrían que resolver problemas dentro de la iglesia. Sin tener el Nuevo
Testamento escrito para guiarlos, ¿cómo cumplirían con una responsabilidad
tan grande? La contestación es que el Espíritu Santo los capacitó para la obra
dándolos la "palabra de sabiduría." Los líderes, al recibir este don
sobrenatural, sobresalieron en su capacidad para dirigir, juzgar, resolver
problemas, edificar, etc.,

Antes de seguir con el estudio de los diferentes dones, notemos que el liderato
de las congregaciones primitivas fue constituido por Dios mismo. Leamos 1
Corintios 12:28 "Y a unos puso Dios en la iglesia, primeramente, apóstoles,
luego profetas, luego los que hacen milagros, ... etc." En Efesios 4: 7-11 dice,
hablando del trabajo de Cristo, que El dio dones a los hombres y que "El
mismo constituyo a unos apóstoles; a otros, profetas; a otros evangelistas; a
otros, pastores y maestros». Hechos 20:28 dice que el Espíritu Santo había
puesto algunos por obispos en la iglesia de Efeso. El literato de la iglesia
primitiva constaba de apóstoles, profetas, evangelistas, pastores, diáconos, y
maestros, todos nombrados por Dios, Cristo o el Espíritu Santo. Pero los que
ocupaban tales puestos no tenían, como nosotros sí tenemos, el Nuevo
Testamento escrito para consultar y estudiar. Además, es preciso notar que
casi todos eran neófitos, o sea, principiantes en la iglesia. ¿Cómo enseñarían,
gobernarían, protegerían y apacentarían la grey? Los hermanos que fueron
constituidos ancianos de la iglesia en Antioquía de Pisidia (Hechos 14:23)
tenían menos de seis meses en la iglesia y habían oído muy pocos mensajes.
¿Cómo podrían ser ancianos u obispos? Pues, Cristo los capacito para la obra
y los ayudó tener las calificaciones necesarias dándoles dones sobrenaturales
inclusive el de la palabra de sabiduría. Asimismo los profetas, maestros, etc.
fueron puestos en la iglesia por Dios. Sin los dones que Dios les dio no
hubieran, podido hacer nada. Pero teniendo dones espirituales, podrían
enseñar, profetizar, evangelizar, etc.
Lección 8

DON DE SABIDURIA Y
CIENCIA
Iniciamos el análisis de los dones estudiando el don de sabiduría. Aunque hoy
día los que dicen tener dones no le den mucha importancia, para la iglesia
joven del primer siglo el don de sabiduría era muy esencial, pues era necesario
para guiar a los cristianos en la formación y edificación de congregaciones.
Sin duda, este don de valor incalculable fue dado principalmente (aunque tal
vez no exclusivamente) a los hermanos que fueron designados obispos o
ancianos, es decir, los que gobernaban en las iglesias locales (Hechos 14:23;
20:28; Filipenses 1:1.)

A los líderes de las nuevas congregaciones establecidas por la predicación del


evangelio les hacía mucha falta recibir éste y otros dones milagrosos porque
no tenían el Nuevo Testamento escrito. En la actualidad muy pocos de los que
escriben y predican sobre los dones tienen presente este factor clave. Por esta
razón no entienden cómo obraba el Espíritu en la iglesia del primer siglo ni
por qué obraba mediante los dones.

A fin de entenderlo mejor, imaginemos que estuviésemos con la iglesia en


Antioquía de Pisidia durante los primeros seis meses de su existencia y que
fuésemos entre los primeros conversos. Según el relato de Hechos 13, Pablo y
Bernabé predicaron en esa ciudad no más de tres semanas (tres sábados). Fue
en la sinagoga de los judíos que anunciaron a Cristo. Su declaración de la
divinidad de Cristo causo desavenencias entre ellos y muchos que no
creyeron. Enfurecidos, levantaron una violenta oposición, y ante esta situación
Pablo y Bernabé se vieron obligados a huir de la ciudad. A pesar del corto
período de predicación, de la persecución y huida de ellos, quedó ahí en
Antioquía una iglesia establecida.

Ahora preguntamos, ¿con qué esa iglesia recién formada iba a edificarse y a
defenderse ? ¿Cómo iba a organizarse y a llevar a cabo su obra? Los
evangelistas que la habían establecido tuvieron que escapar huyendo a otros
pueblos. La iglesia que dejaron no tenía el nuevo pacto escrito. Solamente
tenía el Antiguo Testamento el cual no era el pacto de la iglesia. Que sepamos
nosotros, no había un libro, ni siquiera una carta, inspirada del nuevo pacto.
Muy pocos sermones habían sido predicados y no había recibido clases
avanzadas de entrenamiento y organización. Entonces, ¿como podía
perseverar y mantenerse firme en la fe?

La contestación sencilla y bíblica es que lo hacía por medio de los dones


sobrenaturales. Sin lugar a duda Cristo dio dones a esa iglesia joven en
Antioquía de Pisidia. Efesios 4:7-11 dice que Cristo dio dones a los hombres y
constituyó algunos apóstoles, algunos profetas, algunos evangelistas, y
maestros y pastores. Cuando Pablo y Bernabé huyeron de Antioquía la iglesia
que habían establecido no quedó abandonada. No quedó necesitada de todo
liderato o de toda ayuda divina. No le faltaba la palabra inspirada. A pesar que
todos los miembros eran neófitos (principiantes), algunos habían recibido
dones sobrenaturales. Y ¿con qué propósito? Con el de capacitarlos para guiar,
proteger, edificar y organizar la iglesia. ¿Qué paso aquel primer domingo
después de la salida de Pablo y Bernabé? La Biblia no lo dice. Sin embargo,
podemos estar seguros de que los miembros en Antioquía se reunieron para
adorar y dar gracias por la salvación recibida. Pero, ¿quiénes dirigieron el
culto? Los que habían recibido dones. Pero, los que se pararon para edificar,
enseñar y exhortar no tenían a mano el nuevo testamento escrito. ¿Qué dirían?
Pues, predicaron el mismo mensaje que se encuentra hoy día en el nuevo
testamento. ¿Cómo lo lograron? Usaron sus dones sobrenaturales. Un
miembro tenía el don de profecía, otro el de sabiduría, otro el de ciencia, otro
el de sanar, otro el de hacer milagros, otro el de hablar lenguas. Cada uno, al
usar su don, proveería lo que la iglesia necesitaba para perseverar en la fe,
creciendo y edificándose por lo que cada miembro suplía.

Ahora se puede ver claramente que había un enlace natural entre las
necesidades imperiosas espirituales de la iglesia primitiva y la obra milagrosa
del Espíritu Santo. Las iglesias establecidas no tenían la palabra escrita. Pero
su necesidad más urgente era la de tener esa misma palabra de verdad
confirmada. Pues, el Espíritu Santo satisfizo esa necesidad tan grande dando
dones mediante los cuales los nuevos conversos recibirían todo lo que
pertenece a la iglesia y a la vida eterna. ¿Necesitaba la iglesia de líderes? Dios
los puso por acto divino en la iglesia (1 Cor. 14:28). ¿Necesitaban los líderes
de sabiduría? El Espíritu se la dio en abundancia. ¿No sabían los maestros
cómo ni qué enseñar? El Espíritu les dio el don de ciencia y los capacitó para
enseñar. ¿Necesitaban la iglesia de profetas? El Espíritu les dio a algunos
miembros el don de profecía. Todo esto es la maravillosa obra que Dios hizo
para establecer y poner en marcha la joven iglesia del primer siglo.

Volvamos ahora a la lista de dones en 1 Cor. 12. ¿Por qué fue dado el don de
sabiduría? Porque los que fueron escogidos para dar liderato a las
congregaciones recién establecidas no tenían ninguna experiencia en cómo
hacer la obra del Señor. ¡Todos eran principiantes! La iglesia no podía esperar
hasta que algunos hermanos obtuviesen, a través de largos años de labores, la
sabiduría tan esencial para dirigir, gobernar y apacentar. Pues, Dios se la
impartió por medio del don de sabiduría, o sea, por medio de una medida
sobrenatural de sabiduría.

Y, ¿el don de ciencia? Este es el segundo en la lista de 1 Cor. 1-2. Tampoco se


discute a menudo hoy día,, Pero, para la iglesia joven del primer siglo, una
iglesia sin el nuevo testamento escrito, éste era indiscutiblemente uno de los
dones mejores y mas importantes. ¿Cómo observar la Santa Cena? ¿Cómo
ofrendar? ¿Orar? ¿Cantar? ¿Cuáles las doctrinas fundamentales? ¿Cuáles las
de acontecimientos futuras? ¿Qué de la vida moral? Estas y muchas otras
preguntas tenían que ser contestadas para los nuevos conversos. Pero ¿cómo?
Nadie tenía el nuevo testamento a mano. No fue escrito. Todas las
contestaciones fueron dadas mediante el don de ciencia, el del conocimiento
de la voluntad divina. La iglesia precisaba de este conocimiento, pero no fue
disponible en forma escrita. Lo recibió mediante los miembros que recibieron
el don de ciencia.

El estudiante de discernimiento ya sabrá que es imposible obedecer a Dios sin


tener conocimiento de la voluntad de él. Cristo dijo: "Conoceréis la verdad y
la verdad os hará libres." Pero la verdad no hace libre al que no la sabe.
Nosotros la buscamos en la Biblia. Los del primer siglo la recibían por medio
del don de ciencia. Les fue enseñado cómo organizar, edificar y defender la
iglesia; cómo adorar, evangelizar, y hacer obras benévolas. Este conocimiento
pleno de la ley divina vino mediante el don de ciencia.

Consideremos ahora el don de profetizar. 1 ¿Que fue este don? ¿Qué fue el
propósito de darlo? El don sobrenatural de profecía no era el de solamente
predecir lo que había de venir. Es decir los que recibieron este don no fueron
limitados a declaraciones sobre eventos venideros. Su don era mucho mas
importante. Era el don por medio del cual la iglesia recibía instrucción y
edificación. "Procurad los dones espirituales, pero sobre todo que profeticéis"
(1 Cor. 14:1). ¿Por qué era tan importante el don de profecía? Pablo lo explica
en 1 Cor. 14:3 diciendo, "El que profetiza habla a los hombres para
edificación exhortación y consolación».

¿Cuántos han entendido bien la naturaleza de este don? ¿A caso pensaba,


querido lector, que el don de profecía tuviera que ver exclusivamente con
predecir eventos venideros? En actualidad, abarcaba mucho más. Fue dado
para edificar, exhortar y consolar. Su propósito no era meramente satisfacer la
vana curiosidad de los hombres en cuanto a cuándo vendrían terremotos,
guerras, enfermedades y pestilencias sino que era el edificar a la iglesia. El
Espíritu fue llamado el Consolador. Consolaba mediante el don de profecía.
Lo hace ahora por medio de la palabra que tenemos en la Biblia.
Lección 9

DON DE PROFECIA (1)


En esta lección continuaremos estudiando los dones sobrenaturales en la
iglesia primitiva, tema fascinante que seguramente nos ayudará comprender
mejor el trabajo del Espíritu Santo en esta epoca cristiana. El plan que hemos
trazado para estos estudios es el siguiente: primero, analizar bien los dones
descritos en el nuevo testamento, limitándonos a sus manifestaciones en el
tiempo apostólico; segundo, presentar los pasajes que tratan de la duración de
los dones; y, tercero, discutir los dones a la luz de acontecimientos,
manifestaciones y enseñanzas del siglo 20.

Respecto al don de profecía hemos aprendido que los hermanos que lo tenían
edificaron, exhortaron y consolaron a los miembros de la iglesia del primer
siglo. 1 Cor. 14:3. Predecir eventos futuros pro medio del don era posible, mas
sin embargo, el propósito principal de darlo era el edificar a la iglesia,, 1 Cor.
14:4, "El que profetiza, edifica a la iglesia." 1 Cor. 14:22 enseña que la
profecía es una señal "no a los incrédulos, sino a los creyentes." Los
versículos 24 y 25 enseñan que la profecía convence, juzga y hace manifiesto
el oculto del corazón del indocto, Sobre cómo usar el don en la reunión de la
iglesia el Espíritu Santo dice en 1 Cor. 14:29,30, "Asimismo, los profetas
hablen dos o tres, y los demás juzguen, Y sí algo le fuere revelado a otro que
estuviere sentado, calle el primero." Luego, en el 30, Pablo vuelve a hablar
respecto al propósito del don diciendo, "Porque podéis profetizar todos uno
por uno, para que todos aprendan., y todos sean exhortados,,," Pues, el don fue
dado para enseñar y exhortar.

Para el entendimiento correcto del don de profecía es preciso notar que en la


iglesia primitiva los profetas podían controlar el uso de su don. 1 Cor, 14:29.
"'Asimismo los profetas hablen dos o tres, y los demás juzguen." El
mandamiento de hablar dos o tres implica la posibilidad de obedecer porque el
Espíritu Santo no ordenaría lo que sería imposible de cumplir. En 1 Cor. 14:30
él Espíritu dice, "Y sí algo le fuere revelado a otro que estuviere sentado, calle
el primero." "Calle el primero." Pero, ¿cómo el primero iba a poder callarse si
no tenía ningún control sobre el don? Las palabras de 1 Cor. 14:32, 33 son
muy importantes, "Y los espíritus de los profetas están sujetos a los profetas,
pues Dios no es Dios de confusión sino de paz." ¿Qué quiere decir el Espíritu?
La primera parte del versículo ha sido oscura para muchos. El Espíritu
simplemente afirma lo que acabamos de exponer, a saber, que al profeta le fue
dado no solamente el don de profetizar sino también el derecho de controlar
su don. Podía usarlo a su discreción. Por supuesto, debiera usarlo de acuerdo
con las reglas dadas por el Espíritu en 1 Cor. 14:29-31. Un espíritu de
confusión no había caído sobre la iglesia sino más bien un Espíritu que
edificaba, exhortaba y consolaba; un Espíritu de paz que hacia todo
"decentemente y con orden," 1 Cor.14:40. No fue un espíritu desordenado,
fiero, bravo e indómito que recibieron los profetas sino uno que hacía "todo
para edificación" (1 Cor. 14:26). No fue un espíritu que volara sobre las alas
de emociones descontroladas. Ese Espíritu no brincaba de uno a otro como
una chispa eléctrica. No produjo alboroto en las iglesias primitivas. En el
nuevo testamento no se lee nada de tal espíritu operando en las iglesias. Al
contrario, se trata de un Espíritu inteligente el cual sabía comunicar, mediante
el don de profecía, la voluntad de Dios a los seres humanos inteligentes que si
pueden ser instruidos, exhortados y consolados.

Cuando un hermano que había recibido el don de profecía llego a la asamblea


de los santos , él tal no tenía buscar su don por medio de oraciones y súplicas
al Espíritu Santo. Ya lo tenía. No tenía que esperarlo. Ya el Espíritu se lo había
dado y no se lo había quitado para luego tener que dárselo de nuevo, Pues, el
hermano que tenía tal don no tenía que esperar hasta que se desarrollara un
ambiente cargado de emocionalismo para poder usarlo. Lo tenla y además el
Espíritu Santo se le había concedido el derecho de controlarlo. "Los espíritus
de los profetas están sujetos a los profetas," Cuando el profeta llegó al lugar
de reunión de la iglesia se sentó con los demás miembros, con los otros que
profetizaban, con los que hablaban lenguas, interpretaban, sanaban, etc.
Cuando a él le tocaba dar mensajes que había recibido del Espíritu (1 Cor.
14:26) se puso de pie y dirigiéndose a la congregación habló palabras
comprensibles. Los demás miembros guardaban silencio. Si durante su
discurso el Espíritu dio a otro hermano una nueva revelación, entonces el que
hablaba, controlando su don 'se callaría, dándole oportunidad al que había
acabado de recibir la nueva revelación. Así que hablaban «uno por uno" para
que todos aprendieran y todos fuesen exhortados (1 Cor. 14:31). En esta
manera fue usado el don de profetizar en la iglesia primitiva.

El lector debiera tener presente siempre el de que el Espíritu empleó los dones
sobrenaturales para guiar a toda la verdad. Mediante el don de profecía la
iglesia joven del primer, siglo recibió' la enseñanza, exhortación, y
consolación que le hacía falta para hacer su obra y perseverar en la fe.

Este don era tan importante que Pablo dijo, "Procurad los mejores dones, pero
sobre todo que profeticéis." En la iglesia los profetas ocupaban el segundo
puesto, teniendo los apóstoles el primero. Dice 1 Cor.12:28: "Y a unos Dios
puso en la iglesia, primeramente apóstoles, luego profetas." Efesios 2:20 nos
enseña que el fundamento de la iglesia consta de "los apóstoles y profetas,
siendo la principal piedra del ángulo Jesucristo mismo". ¿Por qué los profetas
ocupaban un puesto de tanta importancia? Porque su don les capacitó para
revelar mucha de la verdad a la iglesia. Nótese las palabras de Efesios 3:5
sobre la revelación del "misterio de Cristo." Dice el pasaje "Misterio que en
otras generaciones no se dio a conocer a los hijos de los hombres, como ahora
es revelado a sus santos apóstoles y profetas por el Espíritu ..." Tanto los
profetas como los apóstoles recibieron esta preciosa revelación del misterio de
Cristo. Por esta razón, su trabajo era muy importante entre los miembros de la
iglesia primitiva, importante sí porque llevaba al entendimiento de todas las
doctrinas que tienen que ver con la redención en Cristo y la vida espiritual en
la iglesia. Pero si hubieran hablado disparates, si hubieran alborotado, si
hubieran creado confusión en los cultos de los santos, si hubieran profetizado
locuras, si hubieran llenado el aire de pamplinas, ¿de cuánto valor habría sido
su obra? Ninguno, ni para ellos, ni para sus oyentes, ni para nosotros hoy día.

Pero, gracias a Dios., usaban su don sabiamente y ahora tenemos un nuevo


testamento repleto de profecías valiosísimas, enseñanzas que edifican,
palabras que exhortan y consuelan. Respecto a lo que ha de suceder los
profetas dieron muchas profecías las cuales encontramos en las páginas del
nuevo pacto.
Lección 10

DON DE PROFECIA (2)


Mediante el mensaje anterior aprendimos que a los profetas de la iglesia
primitiva les fue dado el poder de controlar el uso de su don, que todos podían
profetizar (es decir, todos los que tenían el don porque no todos los miembros
lo tenían, 1 Cor, 12: 8-10, 28-30), pero que lo tenían que hacer por turno, que
el don de profecía era el más importante de todos los dones y que los profetas
ocupaban el segundo puesto en la iglesia siendo ellos una parte del
fundamento de la iglesia. Nos resta estudiar algunos pasajes particulares sobre
el tema. También queremos dar ejemplos de profetas y de profecías en el
nuevo testamento.

Volviendo a 1 Cor, 14 encontramos en el versículo 29 una frase que quizá


requiera mas explicación. Dice el pasaje, "Asimismo, los profetas hablen dos
o tres, y los demás juzguen." ¿A quiénes Pablo se refería? El contexto indica
que se refirió a los demás profetas. En una congregación local si había muchos
profetas, de todos solamente dos o tres podían hablar. Los demás escuchaban
y juzgaban, Pero, ¿por qué el Espíritu los mandó a que juzgaran? ¿Por qué
tenían que juzgar a sus hermanos que profetizaban? ¿No tenían todos el
mismo don? ¿No fueron todos inspirados por el mismo Espíritu? ¿No era el
juzgar una forma de manifestar la falta de confianza? Al juzgar, ¿no quedaría
obvio que dudaban la palabra de los que profetizaban?

Comprenderemos la necesidad de juzgar si nos damos cuenta de que había,


aun en aquel tiempo apostólico, falsos profetas que amenazaban el bienestar
espiritual de la iglesia. Cristo había advertido a los discípulos en cuanto a
lobos rapaces vestidos de ovejas, diciendo, "Guardaos de los falsos profetas"
Mateo 7:15. También dijo en Mateo 24:11, "Y muchos falsos profetas se
levantarán, y engañarán a muchos." 1 Pedro 2:1 dice, "Pero hubo también
falsos profetas entre el pueblo, como habrá entre vosotros falsos maestros, que
introducirán encubiertamente herejías destructoras.." El apóstol Juan escribió
en su primera carta 4:1, "Amados, no creáis a todo espíritu sino probad los
espíritus si son de Dios; porque muchos falsos profetas han salido por el
mundo." Ahora, debemos comprender porque los profetas tenían que juzgarse
los unos a los otros. Tenían que proteger la iglesia contra falsos profetas y las
doctrinas heréticas que llevaban esos impostores. El mensaje de todos los
profetas verdaderos tenía siempre que concordar. No pudo haber
contradicciones. Si uno que decía ser profeta se levantó promulgando una
doctrina nueva, los otros profetas que si tenían el don verdadero de profecía,
le juzgaban a base de las revelaciones que habían recibido. Si traía una
doctrina errónea podían ¡identificarlo como un agente del diablo disfrazado,
como ángel de luz. Sí, tenían que juzgar probando a todos. Sí, tenían que
sospechar hasta averiguar si el que enseñaba era de Dios o de Satanás. Fue un
mandamiento del Espíritu Santo. No había nada fuera de lugar en esta
práctica. Al contrarío, era un arreglo sabio designado para proteger la iglesia.
Los profetas, al no haberlo seguido, hubiesen fracasado en una de sus obras
más esenciales. Repetiremos lo que dice la palabra de Dios y es que muchos
vienen en el nombre de Cristo pero algunos de los que vienen así no son del
Señor, sino mas bien son impostores, hijos de Satanás, enviados por el para
destruir, sí fuera posible, el reino de los cielos. No cabe duda de que, en aquel
tiempo del primer siglo, muchos vinieron diciendo que tenían el don de
profecía cuando en realidad no tenían ningún don, ni aun eran espirituales.
Fue el deber de los profetas verdaderos señalar a la iglesia la presencia de
tales engañadores. Tenían que juzgar a todos los que profetizaban
distinguiendo entre los profetas de Dios y los de Satanás.

Escudriñando los pasajes del nuevo testamento que hablan de la profecía en la


iglesia primitiva, notamos que por lo menos tres hacen referencia a mujeres
que tenían este don. De la profecía en la iglesia, el profeta Joél (de la era
Mosaica) habla dicho, "Vuestros hijos y vuestras hijas profetizarán," (Joél
2:28- 30). En el día de Pentecostés, cuando vino el Espíritu Santo, Pedro citó
este pasaje profético de Joél y declaró que se estaba cumpliendo en aquella
misma hora. Sin duda, algunas hermanas de la iglesia apostólica recibieron el
don de profecía. Se nos dan dos casos específicos: (l) el de las cuatro hijas
doncellas de Felipe, Hechos 21:8,9; y (2) el de algunas hermanas de la iglesia
en Corinto (1 Cor. 11:2-16). Dice 1 Cor. 11:5, "Toda mujer que ora o profetiza
con la cabeza descubierta, afrenta su cabeza», o sea, afrenta a su esposo como
lo explica el versículo 3.

¿Podemos concluir entonces que las hermanas que tenían el don de profecía lo
usaban en las reuniones públicas de la iglesia? Esta conclusión no puede ser
correcta. En primer lugar, el Espíritu Santo había prohibido a las mujeres a
que no hablaran en los cultos, 1 Cor, 14:33, 34: "Como en todas las iglesias de
los santos, vuestras mujeres callen en las congregaciones, porque no les es
permitido hablar ...". 1 Tim. 2:12: "No permito a la mujer enseñar, ni ejercer
dominio sobre el hombre, sino estar en silencio." Ya hemos aprendido que el
propósito principal del don de profecía era edificar a la iglesia. La iglesia se
edifica cuando se le enseña el evangelio. Pero, la mujer cristiana no podía
enseñar en el culto de la iglesia. Pues, no podía profetizar en la iglesia. No
podía profetizar aun teniendo el don, porque no podía enseñar y porque le fue
prohibido terminantemente hablar en el culto. Nótese bien que Hechos 21:8, 9
no dice que las cuatro hijas de Felipe profetizaran en las iglesias. Tampoco no
se dice en 1 Cor.11:2-5 que las hermanas de Corinto profetizaran en la
congregación. Al leer 1 Cor, 11: 2-16, el tema principal del cual no es la
profecía, sino el velo, debe de sobreentenderse que Pablo no se refiere a
profecías dadas por mujeres en el culto. El Espíritu Santo lo había prohibido.
Ahora, si Pablo en este pasaje aprueba, como algunos piensan erróneamente,
profecías por mujeres en las reuniones de la iglesia, entonces hay una
contradicción patente entre este pasaje y 1 Cor. 14:33-35. ¿Se contradice el
Espíritu en sus declaraciones? ¿Se va él en contra de sí mismo? ¿Quién dirá
que sí?

Si las hermanas que recibieron el don de profecía no podían usarlo en los


cultos de las congregaciones, entonces ¿cómo lo usaron? ¿De qué provecho
era haberlo recibido? Las hermanas de la iglesia primitiva que profetizaban
podían hablar en privado a otros hermanos. En su trabajo casa por casa podían
profetizar. Enseñando a los conversos e inconversos, podían profetizar. Las
hermanas podían profetizar para edificar a otras hermanas. Y las hermanas
jovenes a quienes fue dado el don de profetizar podían edificar, exhortar y
consolar a las demás jovenes cristianas. De esta manera todos recibirían la
edificación tan necesaria para el desarrollo espiritual. Acuérdese de una
verdad importante: el trabajo personal, o sea, ese trabajo hecho cuando
hablamos en privada, cara a cara y con franqueza, es casi siempre el trabajo
más eficaz, aun de mas valor que la predicación publica. Es esta labor que
pueden llevar a cabo las hermanas. Lo hacían en el primer siglo usando el don
de profecía. Dadas las circunstancias difíciles bajo las cuales la iglesia
trabajaba en aquellos tiempos de amenazas, peligros y persecuciones ¡cuán
importante era el don de profecía entre todas las hermanas! En su vida
privada, en su trabajo con otros miembros, en estudios privados, en su trabajo
casa por casa, servía de ayudarles edificar, exhortar y consolar.
Lección 11

PROFECIA Y EL
DISCERNIMEINTO DE
ESPIRITUS
Respecto al don de profecía hemos aprendido (1) que servía para edificar,
exhortar y consolar; (2) que los profetas podían controlar su don; (3) que el
don era el mejor de todos; (4) que los profetas formaron una parte del
fundamento de la iglesia; (5) que los profetas fueron mandados a juzgarse los
unos a los otros para así proteger la iglesia contra falsos profetas y (6) que
algunas hermanas recibieron el don de profecía usándolo sin violar la
prohibición de 1 Cor. 14:33-35 que manda a que la mujer guardara silencio en
los cultos.

Vamos a hacer una lista de algunos profetas en la iglesia primitiva. (1) Hechos
11:27 dice, "En aquellos días unos profetas descendieron de Jerusalén a
Antioquía." Pues, había profetas en la iglesia en Jerusalén. Según el versículo
28, uno de ellos se llamaba Agabo. (2) Hechos 13:1 nos dice que había "en la
iglesia que estaba en Antioquía, profetas y maestros." Sus nombres eran:
Bernabé, Simón, Lucio, Manaén y Saulo. (3) Hechos 15:32 da los nombres de
dos profetas: Judas, "que tenía por sobrenombre Barsabas" (15:22) y Silas.
Estos dos eran, al aparecer, profetas de la iglesia en Jerusalén (Lea 15:22). (4)
Hechos 19:1-7 da el ejemplo de 12 hombres en Efeso los cuales
"profetizaban" al recibir el Espíritu Santo mediante la imposición de las
manos de Pablo. (5) Hechos 21:9 habla de las cuatro hijas doncellas de Felipe
que tenían el don de profecía. (6) 1 Cor. 11:4-5 nos da el caso de hermanos y
hermanas en la iglesia de Corinto que profetizaba.

Los ejemplos específicos de profetas en la iglesia apostólica no son muchos.


Sin embargo, parece que había un sinnúmero de profetas en la iglesia del
primer siglo. Era uno de los puestos mas importantes en la iglesia siendo el
trabajo del profeta muy esencial para el desarrollo de todos los miembros.
Además de edificar, exhortar y consolar, los profetas predijeron
acontecimientos del futuro. Daremos ahora un bosquejo conciso de algunas
profecías que caen en esta categoría. (1) Agabo predijo, o "daba a entender por
el Espíritu que vendría una gran hambre en toda la tierra habitada; la cual,"
testifica Lucas, "sucedió en tiempo de Claudio," (Hechos 11:27, 28). (2) El
mismo profeta Agabo predijo el arresto de Pablo en Jerusalén (Hechos
21:10,11). Pablo ya había recibido advertencias proféticas de lo que sucedería
en Jerusalén. Algunos hermanos de Tiro le habían hablado por el Espíritu
diciéndole exactamente lo que Agabo le dijo. (3) Hechos 20:29, 30 es una
profecía de la apostasía que habría entre los líderes de la iglesia que profetiza
la entrada de lobos rapaces y la enseñanza de «cosas perversas». (4) 2 Tes.
2:1-12 profetiza la venida del "hombre de pecado," la corrupción de la
adoración, el desarrollo de un gobierno eclesiástico concebido e impuesto por
los hombres. Profetiza de "señales y prodigios mentirosos». (5) 1 Tim, 4:1-5
da profecías sobre "espíritus engañadores y doctrinas de demonios" señalando
dos de esas doctrinas las cuales son (a) el prohibir casarse y (b) el mandar
"abstenerse de alimentos." (6) En la 2 Tim. 3:1-5 hay muchas profecías sobre
lo que pasaría en los postreros días: "¡Habrá hombres amadores de sí mismos,
avaros, vanagloriosos, soberbios, blasfemos, desobedientes a los padres," etc,
(7) En esta misma carta, 4:1-3, Pablo predice que "vendrá tiempo cuando no
sufrirán la sana doctrina, sino teniendo comezón de oír, se amontonarán
maestros conforme a sus propias concupiscencias, y apartarán de la verdad el
oído y se volverán a sus fábulas," Todas estas profecías y otras muchas
también, fueron dadas por el Espíritu a la iglesia del primer siglo. Además, el
libro de Apocalipsis consta de profecías dadas mediante visiones que recibió
el apóstol Juan.

Volviendo a la lista de dones en 1 Cor. 12:8-10 encontramos uno que se llama


el don de "discernimiento de espíritus. ¿Qué fue ese don? ¿Qué quiere decir
"espíritus» en este pasaje? Ciertamente no se refiere a espíritus desencarnados
sino a los encarnados en cuerpos de carne y sangre. No se refiere a los
demonios y ángeles sino a los hombres que son seres espirituales morando por
un tiempo en "tabernáculos terrestres." El apóstol Juan nos ayuda a
comprender este significado del término "espíritu" en 1 Juan 4:1. Dice así el
pasaje, "Amados, no creáis a todo espíritu, sino probad los espíritus si son de
Dios; porque muchos falsos profetas han salido por el mundo." En este pasaje,
la palabra "espíritu" es sinónima de hombre, indicando que no debemos creer
a todo hombre, sino probar a los hombres. ¿Por qué? "Porque muchos falsos
profetas han salido por el mundo." El profeta verdadero tiene el Espíritu de
Dios. El falso profeta tiene el espíritu de Satanás, aunque Satanás con sus
agentes se disfrazan como ángeles de luz. Entonces, ¿cómo podemos saber
cuál es cuál? Por sus frutos. Por sus doctrinas, juzgando todo a la luz de las
Escrituras. Pero la iglesia primitiva no tenía por muchos años el nuevo
testamento escrito. ¿Cómo podía identificar a los espíritus controlados por
Satanás? Mediante los miembros que tenían el don del "discernimiento de
espíritus."

Ya hemos dado varios pasajes del Nuevo Testamento que hablan de falsos
profetas. Esos predicadores y maestros descarriados trataban de introducir
encubiertamente en la iglesia herejías de toda clase. Contra tales impostores la
iglesia joven del primer siglo tenía que protegerse y lo fue por medio de un
poder sobrenatural: el de discernir los espíritus. Si entraba en la reunión de
una congregación del primer siglo un falso profeta, un hermano con el don de
discernir los espíritus podía señalarlo inmediatamente aun sin escucharlo.
Repetimos, el don no tenía que ver con los endemoniados, ni con diablos, ni
con espíritus desencarnados sino con las personas conquistadas y usadas por
Satanás como instrumentos de destrucción espiritual. Dada la inmadurez de la
joven iglesia del primer siglo, y dado también el hecho de que el nuevo
testamento no existía en su forma escrita, es muy comprensible que la iglesia
necesitara el don de discernir los espíritus. Le fue dado para que se protegiera
contra un enemigo sagaz que empleaba toda sutileza y estratagema para
tumbar la obra de Dios.
Lección 12

EL DON DE LENGUAS
(1)
La verdad es que muchos de los que predican y enseñan hoy día no entienden,
sí juzgamos correctamente, la naturaleza de los dones sobrenaturales. ¿Qué es
la profecía? No saben. Algunos creen que consta exclusivamente de
declaraciones sobre acontecimientos futuros.

¿Qué es el discernimiento de espíritus? No saben. Algunos creen que se


refiere al distinguir entre las varias clases de demonios. Si no lleguemos a
entender la naturaleza de los dones, no podremos hablar con inteligencia de lo
que pasó en aquel tiempo ni tampoco de lo que observamos hoy día. Por lo
tanto, es muy importante que sigamos analizando con imparcialidad la
enseñanza divina sobre los dones, empeñados en aprender toda la verdad.

Nos toca ahora estudiar a la luz de la Biblia el don de lenguas. Es uno de los
nueve mencionados por Pablo en 1 Cor. 12. ¿Qué fue ese don? ¿Por qué fue
dado? ¿Cómo se usaba?

Antes que nada, notemos que el Señor incluyó el hablar "nuevas lenguas" en
la lista de señales que seguirían a los que creerían el evangelio (Marcos
16:17). También observemos que los apóstoles, aunque sanaban, echaban
fuera a los demonios y hacían otros milagros durante el ministerio de Cristo,
no tenían el don de hablar lenguas. ¿Por qué?

¿Qué eran las lenguas que hablaron los apóstoles y otros después de la
ascensión de Cristo? Hechos 2:1-11 nos da la contestación. Citando el 4 al 11
el texto dice, "Y fueron todos llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar
en otras lenguas, según el Espíritu les daba que hablasen. Moraban entonces
en Jerusalén judíos, varones piadosos, de todas las naciones bajo el cielo. Y
hecho este estruendo, se juntó la multitud; y estaban confusos, porque cada
uno les oía hablar en su propia lengua. Y estaban atónitos y maravillados,
diciendo: Mirad, ¿no son galileos todos éstos que hablan? Cómo, pues, les
oímos nosotros hablar cada uno en nuestra lengua en la que hemos nacido?
Partos, medos, elamitas, y los que habitamos en Mesopotamia, en Judea, en
Capadocia, en el Ponto y en Asía, en Frigia y Panfilia, en Egipto y en las
regiones de Africa más allá de Cirene, y romanos aquí residentes, tanto judíos
como prosélitos, cretenses y árabes, les oímos hablar en nuestras lenguas las
maravillas de Dios."

Según el versículo 4, cuando los apóstoles recibieron el bautismo del Espíritu


Santo, "comenzaron a hablar en otras lenguas." Los versículos 5-8 explican
por qué tenían que hablarlas. "Moraban entonces en Jerusalén judíos, varones
piadosos, de todas las naciones bajo el cielo." Estos judíos no hablaban el
mismo idioma. Dice el versículo 6 que "estaban confusos, porque cada uno les
oía hablar en su propia lengua." Es muy evidente que los apóstoles, hablaban
los idiomas de las personas que de otras naciones habían venido a Jerusalén
para adorar y para guardar las dos grandes fiestas de la pascua y de
Pentecostés. El versículo 7 confirma es la conclusión. Los de otras naciones
"estaban atónitos y maravillados diciendo: Mirad, ¿no son galileos todos estos
que hablan? Todos los apóstoles eran de Galilea y hablaban arameo. Muchos
de los que les escucharon no entendían el arameo. Sin embargo, entendían lo
que los apóstoles predicaban por el poder del Espíritu Santo. ¿Cómo
entendían? El versículo 8 dice, "¿Cómo, pues, les oímos nosotros hablar cada
uno en nuestra lengua en la que hemos nacido?" ¿En que clase de lengua? En
la "en la que hemos nacido." Había nacido en distintos paises y tierras. Son
nombrados como 14 o 15 en los versículos 9-11. Hablaban los idiomas de
aquellos lugares. Los habían aprendido como aprende cualquier niño el
idioma de su país natal.

Pero los apóstoles no los aprendieron de esa manera. Ni tampoco los


aprendieron por haberlos estudiado. Sin embargo, allí predicaron en idiomas
que, minutos antes, no sabían. ¡Que maravilla! ¡Un milagro verdadero! Y así
fue. Sin lugar a duda algo extraordinario había ocurrido. Un poder había
descendido de los cielos capacitando a los apóstoles, hombres sin letra, para
que hablasen idiomas que nunca habían aprendido.

La enseñanza clara del texto es que las lenguas no eran angélicas. Ni tampoco
eran "nuevas" en el sentido de que nunca se habían usado anterior al día de
Pentecostés. Las lenguas que hablaron los apóstoles aquel día fueron los
idiomas de las naciones existentes en el primer siglo. Eran "nuevas" para los
que recibieron el poder de hablarlas porque antes nunca las habían usado.

Cuando vine a Puerto Rico, el Español era una nueva lengua para mí. Nunca
la había hablado. Ahora, sí de repente, el día de mi llegada a la isla, hubiese
podido hablar a perfección este idioma, sin haberlo estudiado antes, hubiera
tenido yo el mismo don que recibieron los apóstoles el día de Pentecostés, un
don sobrenatural, el de hablar una nueva lengua. Se afirma que todas las
lenguas que los miembros de la iglesia primitiva utilizaron eran de esta misma
clase. Es decir, eran idiomas conocidos y usados por distintos pueblos de
aquellos tiempos y lugares.

Lo que dice Pablo en 1 Cor. 14:21 apoya esta afirmación. En este pasaje se
cita un texto del Antiguo Testamento, Isaías 28:11,12, que dice: "En otras
lenguas y con otros labios hablaré a este pueblo y ni aun así me oirán, dice el
Señor». Esta profecía de Isaías tenía que ver originalmente con la nación de
Israel y se refirió' al cautiverio en Babilonia y en otros países que los judíos
sufrirían por no haber perseverado en la ley. Tendrían que oír el mensaje de
Jehová en los idiomas de Babilonia, Persa, Asiría, etc. Pablo usa este ejemplo
de lo que le paso a Israel para explicar el hablar lenguas en la iglesia. Las
«otras lenguas» de Isaías eran los idiomas de otras naciones. Asimismo en la
iglesia primitiva, las otras lenguas o las nuevas lenguas eran idiomas usados
por las naciones de aquel entonces.

Lenguas angélicas no se hablan aquí en la tierra. La referencia de Pablo a


dichas lenguas en 1 Cor. 13:1 es retórica. Compare lo que él dice ahí con las
palabras de Gál. 1:6-10, "Si ... un ángel del cielo os anunciare otro
evangelio ..." Un ángel del cielo no va a traer otro mensaje, pero si le fuera
posible, no podríamos aceptarlo. Así es también la idea de 1 Cor, 13:1. Sí
fuese posible hablar lenguas angélicas. No lo es, pero sí fuese posible. Cuando
en el nuevo testamento se trata del don de lenguas se trata del poder de hablar
un idioma sin antes haberlo conocido o estudiado. La Biblia nada dice de las
lenguas estáticas (las que se habla en un estado de éxtasis).

¿Por qué fue dado el don de lenguas? ¿Por qué no fue dado durante el
ministerio de Cristo? Porque los discípulos fueron enviados solamente a Israel
y ya sabían el idioma de ese pueblo. Pero después de la resurrección fueron
enviados a predicar el evangelio a toda criatura. ¿Cómo podían siendo ellos
hombres sin letra? ¿Cómo les sería posible llevar el evangelio a gentes de
otros idiomas? No sabían hablar esas otras lenguas. Dios los capacitó para esa
obra tan grande de predicar a todos dándolos el don de lenguas.
Lección 13

EL DON DE LENGUAS
(2)
El propósito obvio del don de lenguas era capacitar a la joven iglesia para la
predicación del evangelio entre los pueblos paganos como también entre los
judíos que vivieron esparcidos en las muchas provincias del Imperio Romano.
Por medio del don de lenguas, la iglesia podía predicar el evangelio a los
incrédulos dándolos de una vez una señal milagrosa probando que el mensaje
era de Dios. Los hermanos que recibieron el don podían anunciar el evangelio
a otras naciones sin tener que pasar años aprendiendo las lenguas que hablan
los ciudadanos de las distintas áreas geográficas. Pedro, que a lo mejor no
sabía nada del latín, podía hablarlo a perfección mediante el don de lenguas.
Asimismo, podía hablar las lenguas de Egipto, Babilonia, Ponto, Galacia,
Siria, etc. sin haberlas estudiado. El Espíritu Santo le dio este poder. Se lo dio
también a muchos otros hermanos con miras de prepararlos para la
evangelización rápida y completa de otros pueblos.

Hemos afirmado que las lenguas extrañas que hablaron algunos hermanos de
la iglesia primitiva eran, sin excepción, idiomas usados por los pueblos de
aquellos tiempos y aquellas tierras. Esta explicación se sostiene por muchos
textos y varios factores importantes. El Nuevo Testamento no habla de dos
categorías de lenguas extrañas, (1) una de idiomas existentes y usados en
aquel tiempo, (2) la otra de lenguas angélicas o estáticas. La Biblia no enseña
ni infiere que haya tal distinción entre las lenguas extrañas.

Las lenguas que hablaron algunos miembros de la iglesia en Corinto no era ni


estáticas ni angélicas. Ya lo hemos probado citando 1 Cor, 14:21. Considere
también lo que dice el versículo 22. "Así que, las lenguas son por señal, no a
los creyentes, sino a los incrédulos..." Es decir, según la explicación del
Espíritu Santo, las lenguas no eran principalmente para la iglesia sino para
convertir a los incrédulos. Para estos, las lenguas eran una señal. ¿Señal de
qué? Del poder de Dios y de la divinidad del mensaje predicado. ¿Cómo
servían como señal? El inconverso, oyendo el mensaje en su propio idioma y
dándose cuenta de que el orador no había aprendido hablar el idioma en
escuelas ni por práctica, comprendería que estaba presenciando un verdadero
milagro. Sería una señal irrefutable del origen sobrenatural del mensaje.

Pero, supongamos que un inconverso oyera lo que se llama una lengua


estática o angélica. ¿Qué podría concluir él tal? NADA, porque no le sería
posible averiguar si el mensaje dado era o no de Dios. El hablar extático no
sería una señal para él. Sí un ruso oye a un puertorriqueño hablar el idioma de
Rusia sin errores de gramática o de pronunciación y sin haberlo estudiado
antes dirá que, de veras, el puertorriqueño tiene un don sobrenatural. Pero, sí
oye al puertorriqueño hablar lenguas estáticas, ¿qué dirá? ¿Qué podrá decir?
No puede determinar si tal acto es, o no es, inspirado por Dios. Probablemente
dirá que está loco. La lengua estática no sirve como señal para el incrédulo. Al
contrario, le sirve de tropiezo. La lengua extraña, o sea, el idioma hablado por
poder divino, sí sirve para señal al inconverso.

En 1 Cor. 14:2 encontramos estas palabras: "Porque el que habla en lenguas


no habla a los hombres sino a Dios; pues nadie le entiende, aunque por el
Espíritu habla misterios." Muchos, al leer este pasaje, concluyen que se trata
de lenguas estáticas o angélicas, de lenguas que se usan solamente para alabar
o orar a Dios. Se equivocan en su interpretación porque no tienen presente
todo el contexto de 1 Cor. 14. En este capítulo Pablo reprende a algunos
hermanos que no usaban racionalmente, o sabiamente, los dones que el
Espíritu les había dado. Algunos en Corinto que tenían el don de lenguas,
usaban su don en el culto de la iglesia. Hablaban aun sin intérprete. Ahora
bien, el que hablaba lenguas sin intérprete, a los hombres no hablaba. ¿Por
qué? El mismo texto que leímos contesta diciendo: "Pues nadie le entiende."
¿Por qué no le entendían? Porque no hablaban el idioma y porque no había
quién se lo interpretara. El que hablaba sin intérprete no hablaba «la los
hombres, sino a Dios." Y, ¿por qué a Dios? Porque sólo Dios entendía; porque
Dios entiende todo idioma. No existe para Dios lenguas que no entiende. Por
lo tanto, no hay por qué hablarle en lenguas extrañas. En 1 Cor. 14:2 no hay
un mandamiento de hablarle a Dios en lenguas para glorificarle, ni tampoco
da ejemplo de hermanos que lo hicieran. El pasaje sencillamente explica que
si uno habla idiomas extraños en la iglesia sin interpretarlos solo Dios los
entenderá.

Además, ya hemos aprendido que las lenguas son para los hombres; son para
los inconversos. La afirmación de 1 Cor, 14:2 no contradice esta enseñanza. El
don de hablar lenguas no era para Dios sino para los hombres. No fue dado
con el propósito de ayudar a los miembros en su adoración pública o privada.
¿Le hace falta a Dios escuchar lenguas extrañas? No ¿Le hace falta al
cristiano fiel en hablar en lenguas para adorar a Dios? No. Las lenguas ni aun
eran para la iglesia. No fueron dadas a la iglesia primitiva para apoyarla o
avivarla en su culto. Le fueron dadas como una señal para los incoversos.
Cuando se usaron correctamente, los hombres sí las entendieron y recibieron
las buenas noticias de salvación mediante ellas. Los miles y miles que oyeron
las lenguas extrañas en el día de Pentecostés las entendieron.

Según 1 Cor. 14, los miembros de la iglesia primitiva que tenían el don de
lenguas podían hablar en la iglesia solo sí había quién interpretara. 1 Cor. 14:5
dice: "Mejor es el que profetiza que el que habla lenguas, a no ser que las
interprete para e la iglesia reciba edificación ..." 1 Cor. 14:27, 28: "Si habla
alguno en lengua extraña, sea esto por dos, o a lo más tres, y por turno; y uno
interprete. Y si no hay intérprete, calle en la iglesia ..." ¡En la iglesia primitiva,
nadie podía hablar lenguas sin interpretarlas!
Lección 14

EL DON DE LENGUAS
(3)
Del don de hablar lenguas hemos aprendido (1) que las lenguas extrañas eran
las idiomas de las distintas naciones y tribus de la tierra; (2) que el propósito
de dar el don era capacitar a la joven iglesia para la obra de evangelización
entre todas las gentes de la tierra, a la vez proveyendo una señal milagrosa del
origen divino del mensaje; (3) que mediante dicho don los apóstoles y otros
podían hablar, sin estudiar ni practicar, los idiomas de las personas que les
escuchaban; (4) que las lenguas eran una señal para los inconversos; (5) que
no eran para la iglesia; (6) que no fueron dadas para ayudar a la iglesia a orar
con mas fervor o con más espiritualidad; (7) que Dios entiende todo idioma y
que, por lo tanto, no hay porqué hablarle en lengua extraña; (8) que no mas de
dos o tres podían hablar lenguas en el culto de la iglesia y (9) que ningún
miembro podía hablar lenguas si no había intérprete. A estos nueve puntos
añadiremos cuatro o cinco más en esta lección.

10. Según 1 Cor. 14:6, para que las lenguas fueran de provecho para la iglesia
primitiva, los que recibieron este don tenían que comunicar revelación,
ciencia, profecía, o doctrina. Así dice Pablo preguntando, "¿Qué os
aprovechará, si no os hablare con revelación o con ciencia, o con profecía, o
con doctrina?" Fíjese bien en el énfasis que el Espíritu Santo da a la idea de
hablar lenguas para el provecho de los oyentes. El que hablaba lenguas a sí
mismo se edificaba, dice, 1 Cor. 14:4, y también tenía que edificar a los que le
escuchaban. Si no podía edificarlos, entonces tenía que callarse. Deducimos
que las lenguas no eran para devociones privadas sino para la iglesia y para
los incrédulos. Aunque fueron dadas principalmente para enseñar a los
incrédulos y darlos una señal del poder divino, bajo algunas circunstancias y
de acuerdo con las reglas impuestas por el Espíritu se podían usar en los cultos
para edificar a la iglesia.

Pero, ¿cómo edificarían a la iglesia los que tenían el don de lenguas si no


había quién interpretara el mensaje? La verdad es que no podían. Sólo
mediante un intérprete es que podían recibir revelaciones celestiales en otras
lenguas y comunicárselas a los oyentes. Ciencia, o conocimiento de la
voluntad divina, también fue dada en esta manera. Asimismo profecías fueron
pronunciadas por medio de lenguas extrañas, como también doctrinas.
Concluimos que las lenguas servían para transmitir mensajes inteligibles y
edificantes. En la iglesia primitiva las lenguas no eran un hablar extático o
angélico sin significado y sin provecho para los oyentes. Al contrario,
mediante las lenguas vinieron mensajes de Dios.

11. Dice 1 Cor. 14:9, "Así también nosotros, si por la lengua no diereis palabra
bien comprensible, ¿cómo se entenderá lo que decís? Porque hablaréis al
aire». "La lengua" de este versículo es la de la boca. Con este miembro del
cuerpo físico tenemos que dar "Palabra bien comprensible." ¡Así lo dice el
Espíritu Santo! Y el Espíritu dice que si no lo hacemos, ¿cómo entenderán lo
que decimos? Cuando hablamos, los oidores tienen que entendernos y si no
nos entienden lo lógico es que nos callemos. Si seguimos hablando sin que
nos entiendan hablaremos al aire. El hermano en la iglesia primitiva que
hablaba lenguas sin intérprete hablaba al aire para los que no entendían las
lenguas. Por lo tanto, Pablo le prohibió el hablar sin intérprete. De nuevo
vemos que las lenguas no eran ni estáticas ni angélicas sino idiomas que los
hermanos hablaron usando, cuando necesario, intérpretes para que mediante
ellos dijeran palabras bien comprensibles. Pablo enseña que la lengua (la de la
boca) no es para dar sonidos inciertos sino para dar palabras bien
comprensibles. Los que dicen hablar lenguas hoy día usan la lengua para dar
sonidos inciertos y no palabras bien comprensibles. ¡La lengua no es para
hablar al aire sino para edificar!

12. Dice 1 Cor. 14:10, 11: "Tantas clases de idiomas hay, seguramente, en el
mundo, y ninguno de ellos carece de significado. Pero si yo ignoro el valor de
las palabras, seré como extranjero para el que habla y el que habla será como
extranjero para mí." ¿De qué se trata? ¿De lenguas estáticas o angélicas? En
absoluto. Se trata de idiomas. Las lenguas extrañas son idiomas. Estos tienen
significado. El que no los entiende no puede conversar con el que los habla.
No hay comunicación y mucho menos edificación. Para que la haya, tiene que
haber un intérprete. Hay que hacer todo "para edificación de la iglesia," (1
Cor, 14:12, 26). El que habla en lengua extraña sin intérprete en la presencia
de los que no la entienden ignora el valor de las palabras. Para ellos el es
extranjero, o sea, hombre de otro país, de otro idioma. El que hablaba lenguas
en la iglesia primitiva no podía ignorar el valor de las palabras. Deducimos
que las palabras de las lenguas extrañas vertidas en la iglesia del primer siglo
tenían valor; no eran sonidos inciertos sino palabras que traducidas enseñaban
el mensaje de Dios. ¿Tiene la lengua estática valor? ¿Tiene significado? ¿Se
pueden traducir en mensajes comprensibles?
13. Segun 1 Cor. 14:14-17, la iglesia primitiva no podría orar ni cantar en
lenguas extrañas sin interpretarlas cuando había simple oyentes. El que
escuchaba la oración (el simple oyente, o sea, el que no entendía lenguas
extrañas) tenía que entender para poder decir el Amén. Si el que oraba en
lenguas no podía interpretar ni había otro que lo hiciera, entonces tenía que
callarse, Hemos de entender que los hermanos podían cantar y orar en lenguas
extrañas como también podían predicar y exhortar usando dichas lenguas.
Entre los pueblos que entendían sus lenguas enseñaban no solamente cómo
salvarse sino también como adorar a Dios, cómo orar y cantar. Las enseñanzas
fueron dadas mediante las lenguas extrañas. Pero entre los que no entendían
tales lenguas, tenían que usar intérpretes o callarse si no los había.

14. Según 1 Cor. 14:19, es mejor hablar cinco palabras con entendimiento que
"diez mil en lengua desconocida." De nuevo, vemos que, cuando hablamos, el
propósito ha de ser enseñar a otros. Si no podemos, debiéramos callarnos. La
lengua estática o angélica no enseña a otros ni comunica ninguna verdad.

15. Según 1 Cor. 12: 10 y 30, no todos los miembros de la iglesia primitiva
recibieron el don de hablar lenguas. Pablo pregunta, "¿Hablan todos lenguas?"
No, Algunos sí pero no todos. El hablar lenguas no es un requisito para
salvación. Tampoco es el sello indispensable para probar que el cristiano tiene
el Espíritu. De todos los cristianos del primer siglo algunos hablaban lenguas.
Los demás también tenían el Espíritu y habían recibido la salvación aunque no
hablaban en lenguas.
Lección 15

DON DE INTERPRETAR
LENGUAS
Estudiando los dones sobrenaturales, hemos anotado 15 puntos sobre el hablar
lenguas extrañas en la iglesia primitiva. A estos se añade el décimosexto que
es el siguiente: La frase «diversos géneros de lenguas" en 1 Cor. 12:10
también es prueba indubitable de que las lenguas extrañas que algunos
hermanos en el primer siglo hablaron no eran lenguas angélicas o estáticas
sino idiomas usados comúnmente por las gentes de aquel tiempo. La palabra
"género" es interesante. ¿Qué es su significado? Según el diccionario VOX,
este vocablo quiere decir: "Conjunto de cosas o seres que tienen caracteres
esencialmente comunes." "Diversos géneros de lenguas" entonces se refiere a
diversos conjuntos de lenguas. Pero, ¿qué es un conjunto de lenguas? Es un
grupo de idiomas derivados de una sola lengua madre. Teniendo tales idiomas
una raíz común, es de suponerse que no difieran mucho en sus características
esenciales. En actualidad, se encuentran muchos géneros de lenguas en el
mundo. Por ejemplo, al hablar de las lenguas romances nos referimos a los
idiomas modernos derivados del latín. Este género de lenguas consta de tres
idiomas, a saber, el español, el francés y el italiano. Sabemos que estos tres
tienen mucho en común. El que habla uno de los tres no tardará mucho en
aprender otro del mismo grupo. Pero, el que domina a perfección el español
no encontrará fácil aprender hablar ruso porque la lengua rusa pertenece a otro
género de idiomas el cual se llama el eslavo. Cae en el grupo de lenguas
eslavas el idioma polaco como asimismo los demás idiomas derivados le la
lengua de los antiguos eslavos. Otro genero de lenguas es el que se llama
«germánico." A este grupo pertenecen: el nórdico, el gótico, el alemán, el
neerlandés, el inglés, etc. Las muchas lenguas y cientos de dialectos de Asia
componen todavía otro genero de idiomas. Así también podemos hablar de
varios géneros de lenguas que hablaron los indios de norte y suramérica.

Como hay "diversos géneros de lenguas" en el mundo del siglo 20, así
también los había en el mundo del primer siglo. El género egipcio de lenguas
y dialectos; el genero semítico de lenguas que incluía arameo, sirlaco, caldeo,
asirio, hebreo, árabe y otras; el genero griego de lenguas; el género latino de
lenguas, etc.. A tales diversos géneros de lenguas se refirió el Espíritu Santo
en 1 Cor. 12:10. El Espíritu dio a algunos miembros (a algunos, no a todos) el
poder milagroso de hablar esos géneros de lenguas sin nunca haberlas
estudiado.

El pasaje no dice "diversos géneros de lenguas estáticas." ¡Tampoco hay


géneros de lenguas angélicas! Todas las llamadas lenguas estáticas o angélicas
caen en una sola categoría que consta exclusivamente de un género de sonidos
inciertos e incomprensibles, de gruñidos, gritos y quejidos; de palabras
pronunciadas de manera refunfuñado; sílabas sueltas; de tartamudeo; de
balbuceo. ¿Qué hay de géneros de lenguas en toda esta confusión de sonidos
sin significado?

DON DE INTERPRETACION:

El entendimiento correcto del don de hablar lenguas nos ayudará, a


comprender fácilmente qué fue y cómo se usaba el don de interpretar lenguas.
Pablo explica que el hablar lenguas sin interpretarlas no edificó la iglesia. 1
Cor. 14:5. El que tenía el don de hablarlas traía una revelación, o ciencia, o
profecía, o doctrina. Pero, su mensaje no aprovechó a los que no entendían el
idioma. Por lo tanto, era preciso que uno interpretara. Y ¿cómo se llevó a cabo
la interpretación? Pues, exactamente tal como lo hacemos hoy día. Si usted
querido lector, no habla el inglés, y me toca a mí interpretar un mensaje para
usted, mí deber sería darle en español el mismo mensaje dado en inglés, ni
añadiendo, ni quitando nada. Yo tendría que usar las palabras y frases exactas
que corresponden al inglés. De esa manera recibiría usted el mismo mensaje,
pues de otro modo no lo tendría tal como fue dado. Cuando un hermano en la
iglesia primitiva daba un sermón o una exhortación en una lengua
desconocida un miembro con el don de hacerlo tendría que interpretar para los
que no entendían. Si el orador hablaba por 30 minutos, la interpretación del
mensaje requería más o menos el mismo tiempo. Dar un resumen, o dar un
comentario, no sería interpretar. La interpretación correcta requirió, tal como
ahora, la traducción fiel de todo el mensaje.

Notemos que en el día de Pentecostés los apóstoles no necesitaban de


intérpretes. Los oidores, siendo de distintos paises y hablando las lenguas en
las cuales habían nacido, entendían los idiomas que éstos hablaron. Es, pues,
obvio que si se entiende el idioma en el cual se da un mensaje no hace falta
que se interprete.

Entonces, ¿cuando hacía falta la interpretación de lenguas en la iglesia


primitiva? A continuación se presenta una situación que demandaría la
interpretación de un mensaje. Sí un hermano que tenía el don de lenguas no
estaba trabajando entre pueblos que hablaban las lenguas que sabía él, dicho
hermano tendría que buscar un intérprete. Había recibido si mensajes divinos,
pero sí los miembros la, o las gentes entre los cuales se encontraba no
hablaban los idiomas que él sabía entonces tendría que hablar mediante un
intérprete. Y sí no había intérprete, tendría que callarse en la iglesia.

Aparentemente, los que recibieron el don de hablar lenguas no recibieron


todos y cada uno el poder de hablar todo idioma y dialecto de la tierra.
Algunos hablaban latín, otros griego, otros egipcio, otros siríaco, etc. Sí el
que, por el Espíritu, hablaba latin, se encontraba en Corinto entre los de habla
griega, entonces tendría que usar un intérprete o quedarse callado. También,
tenemos que tomar en consideración él hecho de que el mundo del primer
siglo era casi tan cosmopolito como lo es el nuestro. En la iglesia de Corinto,
la gran ciudad portuaria de Grecia, donde se congregaban gentes de muchos
paises, indudablemente había miembros que hablaban distintos idiomas. Para
edificar a todos era preciso que fueran interpretados los mensajes. Aun este
procedimiento se podría llevar a un extremo dando por resultado más
confusión que edificación. Por lo tanto, el Espíritu Santo mandó a que no mas
de tres hablaran en lenguas.
Lección 16

DON DE SANIDAD (1)


Hoy día, el don sobrenatural más discutido es, sin duda, el de sanidades. Ni
aun el don de hablar lenguas atrae tanta atención como el de sanar. Dos o tres
de los sanadores de nuestra generación son muy conocidos. Sus esfuerzos de
aliviar el sufrimiento humano mediante curaciones divinas se celebran como
"campañas de sanidad." En otras lecciones examinaremos el don de sanidades
como se practica en el siglo 20. Por el momento, queremos hablar solamente
del primer siglo y de los acontecimientos y doctrinas de la iglesia bajo los
apóstoles. ¿Qué fue el don de sanidad en aquel tiempo? ¿Cómo se usaba? ¿Por
qué fue dado? Cuando podamos contestar bíblicamente estas preguntas,
habremos adquirido el conocimiento del don de sanar que nos capacitará para
juzgar correctamente las supuestas evidencias de la existencia del don en el
siglo 20. Apuntemos una lista de observaciones tal como lo hicimos en el caso
del don de lenguas. Si ve que una observación determinada no concuerda con
la historia y la doctrina de la iglesia neotestamentaria, apúntela y escribanos
en seguida. Nuestra meta suprema es predicar siempre la verdad. No deje que
nadie, sea este servidor u otro, predique o practique lo que no sea bien
fundado en las Sagradas Escrituras.

(1) En el tiempo apostólico ambos creyentes e incrédulos fueron sanados por


los que tenían el don de sanidad divina. El don no fue dado para el beneficio
exclusivo de los cristianos según se puede confirmar en Hechos 3:1-10. Este
pasaje relata la curación del hombre cojo de nacimiento. Explica el versículo 2
que el cojo era traído "cada día a la puerta del templo que se llama la
Hermosa." Allí pedía limosnas. "Cuando vio a Pedro y a Juan que iban a
entrar en el templo, les rogaba que le diesen limosna. Pedro, junto con Juan,
fijando en él los ojos, le dijo: Míranos, Entonces él les estuvo atento,
esperando recibir de ellos algo." Estas ultimas palabras son las del versículo 5.
¿Qué esperaba el cojo de Pedro y Juan? Parece muy cierto que no esperaba
ningún milagro. Pedro sabía lo que esperaba el cojo y, por lo tanto, dijo, según
el versículo 6, «No tengo plata ni oro," El cojo esperaba recibir una moneda.
No pidió un milagro. No rogó que sanaran el cuerpo. Ha de ser obvio a todo
estudiante imparcial de las escrituras que el cojo no era un creyente en Cristo.
No era cristiano. El Señor había ascendido y la iglesia ya había sido
establecida. Pero el cojo no era miembro de la iglesia. Aparentemente ni aun
conocía a Pedro y a Juan. Sí los hubiera conocido y si hubiera estado al tanto
de todos los acontecimientos maravillosos del día de Pentecostés, entonces,
sin lugar a dudas, hubiera esperado alguna manifestación del poder divino que
operaba en Pedro y Juan. La conclusión lógica e irrefutable es que el cojo no
era cristiano. Sin embargo, recibió sanidad. Pues, tenemos razón al sostener
que la sanidad divina no fue limitada a la iglesia en aquellos tiempos
apostólicos.

Dicha afirmación recibe más apoyo mediante la evidencia de índole


circunstancial que se encuentra en Hechos 5:14, 16. El texto nos cuenta de que
los enfermos fueron llevados a las calles y puestos en camas y lechos "para
que, al pasar Pedro, a lo menos su sombra cayese sobre alguno de ellos. Y aun
de las ciudades vecinas muchos venían a Jerusalén trayendo enfermos y
atormentados de espíritus inmundos; y todos eran sanados," dice la historia.
Ni aun se implica que todos los enfermos tuviesen fe. Los que los trajeron sí
creían; a lo menos tenían alguna esperanza. Pero, ¿qué sabían del Cristo
resucitado? El evangelio no se había predicado en otras ciudades. ¿Se puede
deducir que todos los que fueron llevados a Jerusalén ya habían creído en el
Cristo resucitado? ¿Que ya se habían lavado en la sangre del Cordero? ¿Que
ya tenían una fe grande en Cristo, aceptándole sin reservas como hijo de Dios?
Creemos que no y la evidencia circunstancial nos apoya.

Otro caso similar se describe en Hechos 28:1-10. En la isla de Malta Pablo


sanó al padre de Publio, el "hombre principal de la isla." ¿Era el padre de
Publio creyente? La evidencia indica claramente que no lo era. Pablo entró
donde él, oró por él, le impuso las manos, y le sanó. No le predicó antes de
sanarlo. Pablo no requirió que se hiciera "profesión de fe" para que de esa
manera fuera candidato para la sanidad. Otros de los habitantes de la isla
fueron sanados. Pero, no se dice que tuvieran que creer antes de recibir
sanidad.

(2) A base de lo que acabamos de exponer hacemos la segunda observación, a


saber, que la fe no era siempre un requisito indispensable para sanidad.
¿Cuánta fe tenía el cojo? Aparentemente no tenía ninguna. Y, ¿el padre de
Publio? Es patente que no era creyente. Diríase lo mismo de muchos otros que
fueron sanados en aquel tiempo.

(3) De estas consideraciones surge la tercera observación que es la siguiente:


El afortunado del tiempo apostólico que fue sanado no tenía que estar en
perfecta comunión con Dios. No se le dijo que tenía que ser justo, justificado,
regenerado, nacido de nuevo ni apartado de todo pecado. Ni tampoco se le
dijo que tenía que ser un miembro fiel de la iglesia. ¿Cuántos diezmos daba el
cojo? ¿Cuántos diezmos pagó el padre de Publio? ¿Cuántos días tenían que
ayunar o vestirse con la manta de saco? ¿Cuánto tiempo pasaban preparándose
espiritualmente para recibir su sanidad? Lo que vemos en aquellos tiempos es
que los pecadores también fueron sanados. Es decir, personas fueron sanadas
que no habían creído ni habían obedecido el evangelio. Esta verdad no debiera
extrañarnos. Según la Biblia, algunas manifestaciones del poder del Espíritu
Santo tales como el don de sanidad eran para probar a los incrédulos que era
el Dios todopoderoso de los cielos que les hablaba y no un mero hombre. Una
señal milagrosa hecha en el cuerpo de un incrédulo sería muy convincente.

(4) La cuarta observación: El saneamiento de un enfermo no dependía


necesariamente de la fe del enfermo sino de la del sanador, o sea, de él que
tenía el don de sanidades. ¿Quién creyó cuando el cojo fue sanado? ¿El cojo o
Pedro? El cojo no; Pedro sí. El que tenía el don de sanidades, sin duda alguna,
tenía que creer sin reservas en el poder de Cristo. Al no creer, fracasaría. Era
la fe del sanador lo que contaba . Si él tenía fe podría sanar a otros aunque
éstos no creyeran.
Lección 17

DON DE SANIDAD (2)


Estudiando la sanidad divina en la iglesia primitiva ya hemos aprendido que;
(l) los apóstoles podían sanar a ambos creyentes e incrédulos; (2) para el
enfermo la fe no era, en todo caso, un requisito para sanidad y (3) por lo tanto,
uno no tenía que estar en perfecta comunión con Dios para recibir la sanidad
sobrenatural.

A estos puntos añadiremos más. Acuérdese de que nuestra meta presente no es


hablar del don de sanidad en las iglesias del siglo 20, sino examinar su
significado, propósito y uso en la iglesia del primer siglo.

(4) Al leer la historia de la iglesia primitiva, observamos que los hermanos que
recibieron el don de sanidad no siempre escogieron casos fáciles de curar.
Parece patente que no tenían un plan, como algunos hoy día, de echar a un
lado los casos difíciles y sólo «sanar» enfermedades imaginarias, no visibles o
personas que con sugestión, puede hacer creer que fueron sanados. El hombre
cojo de Hechos 3 había estado en esa condición desde su nacimiento. Sanar a
tal persona era, sin lugar a dudas, un verdadero milagro, un acto que hubiera
sido imposible sin la intervención sobrenatural de Dios. Podemos citar
también el ejemplo de los que fueron sanados milagrosamente aun por la
sombra de Pedro. Hechos 5:16 dice que "todos eran sanados." Todos sin
excepción. La Biblia no dice nada de que Pedro tuviera entrevistas con los
enfermos que fueron sacados a las calles para que su sombra cayese solamente
sobre alguno de ellos. El no rechazó sanar a algunos alegando que no tuvieran
suficiente fe o que estuviesen en pecado. Sanó a todos. Asimismo Pablo sanó
a los enfermos de la isla de Malta.

(5) Notemos ahora todavía otra característica de los milagros de sanidad


divina en el primer siglo. Cuando los hermanos que tenían este don lo usaban,
las personas sanadas fueron sanadas instantáneamente. ¿Cuánto tardó el cojo
de Hechos 3 en caminar. Hechos 3:7 dice que "al momento se le afirmaron los
pies y los tobillos; y saltando, se puso en pie y anduvo." Pedro no le mandó a
que se fuera a su casa para esperar la sanidad. Ni tampoco le habló de tener
que crecer más en la fe, ni de purificarse para recibir sanidad. Pedro le sanó
inmediatamente a aquel hombre que nunca había andado y anduvo. Hacer tal
milagro es dar prueba indisputable de tener un don sobrenatural. Aun los
fariseos, los enemigos de la iglesia, se vieron obligados a confesar que se
había hecho un gran milagro.

(6) La sexta observación que hacemos es que los que fueron sanados no
fueron sanados a medias sino que fueron curados completamente,
perfectamente, de sus enfermedades. El cojo no quedó aun medio cojo
después de que Pedro le habló. No tenia que seguir usando un bastón o
muletas.

(7) El próximo punto es de mucha importancia para el entendimiento correcto


del propósito del don de sanidad. Al escudriñar los pasajes del Nuevo
Testamento que hablan sobre enfermedades, milagros de sanidad divina, etc.,
el estudiante atento se da cuenta de que no todos los cristianos fueron curados.
Pese a las tres veces que Pablo oró al Señor, no recibió de Dios la sanidad que
pedía. El Señor no le quitó el aguijón en la carne (2 Cor. 12:7-9). Epafrodito,
miembro de la iglesia en Filipos, fue a Roma llevándole a Pablo una ofrenda
de la congregación en Filipos. En Roma, Epafrodito se enfermó y estaba al
punto de morir. El contexto indica que Pablo no hizo ningún milagro de
sanidad para sanarlo. La implicación es que recobro la salud de una manera
providencial (Fil. 2:19-30). En 1 Tim. 5:23, Pablo menciona las "frecuentes
enfermedades" de Timoteo. De un hermano llamado Trófimo Pablo dice que
le había dejado en Mileto enfermo (2 Tim. 4:20). ¿Por qué estos no fueron
sanados por el don de sanidad que había en Pablo y otros hermanos?

La verdad es que la sanidad divina no era para todos, que el propósito de dar
este don no era aliviar el sufrimiento de toda la raza humana, que ni aun era
para curar a todos los hermanos fieles de la iglesia. ¿Por qué Pablo no sanó a
Timoteo y a Trófimo? ¿Será que éstos no tenían suficiente fe? ¿Será que había
pecado en su vida; algo que impedía a que fueran sanados? No lo creemos. La
verdad es que el propósito del Espíritu Santo en dar el don de sanidad nunca
era curar a todos. Si el Espíritu Santo hubiera tenido tal propósito, entonces
indudablemente los apóstoles y otros con el don hubiesen estado en campañas
de sanidad todo el tiempo, entrando en hospitales, leprocomias, manicomios, y
todo sitio, sacando a los enfermos y sanándolos de toda enfermedad. Pero, no
aconteció así. Al contrario, aun algunos que tenían mucha fe, que se
destacaban en la obra del reino, no fueron sanados. Cristo siempre salva pero
no siempre sana, ni aun al más fiel. ¿Quién era más fiel que Pablo? Pero Pablo
no fue sanado.

¿Qué fue, entonces, el propósito del don de sanidad? A base de lo que las
escrituras nos enseñan contestamos que el propósito primordial de este don
maravilloso era confirmar la divinidad del mensaje llevado por la iglesia en el
primer siglo. Acuérdese que la iglesia de aquellos días no tenía la Biblia
escrita. El mensaje fue dado oralmente. Los que lo predicaron afirmaron que
hablaban por el poder del único Dios verdadero. Al oír tal declaración los
paganos se escandalizarían. No la aceptarían sin pruebas irrefutables, ¿En qué
consistirían tales pruebas? En milagros de sanidad divina, además de otras
señales y prodigios que pronto discutiremos. El don de sanidades cae en la
categoría de los dones que confirman la divinidad del evangelio.
Manifiestamente el don no servía en la iglesia primitiva para revelar la verdad.
Ni tampoco ayudaba en la organización de la iglesia. Su función era probar
que el mensaje proclamado vino de Dios y no de los hombres. Hablando del
evangelio Heb. 2:3, 4 dice que fue anunciado primeramente por Cristo y fue
confirmado por los que oyeron, o sea, por los apóstoles. Luego el texto nos
explica que Dios testificó juntamente con los apóstoles "con señales y
prodigios y diversos milagros y repartimientos del Espíritu Santo según su
voluntad» ¿Qué fue el propósito de las señales, prodigios, etc.? Dar
testimonio. ¿Dar testimonio de qué? Pues, del evangelio. De nuevo podemos
ver la importancia del evangelio en el plan de Dios para redimirnos. Para Dios
las señales no son de importancia primordial sino el evangelio. Las señales
sirven solamente para sostener la divinidad del evangelio. En breves palabras,
vamos a repasar la historia de lo que hicieron los apóstoles después que
recibieron el Espíritu Santo. Marcos 16:20 dice, "Y ellos, saliendo, predicaron
en todas partes, ayudándoles el Señor y confirmando la palabra con las señales
que la seguían." Ahí otra vez la Biblia explica el propósito de las señales.
¿Que era? No aliviar el sufrimiento físico de la raza humana, ni tampoco
servir como prueba de que uno es salvo; sino confirmar el origen divino de la
palabra.
Lección 18

OTROS DONES
Hemos notado una reacción extraña de muchos que dicen creer con toda su
alma en el Espíritu Santo, pero no quieren reexaminar sus convicciones. Sólo
saben gritar "¡Blasfemia!" si otra persona sugiere que posiblemente algunas de
sus doctrinas consideradas como verdaderas hoy día no concuerden con las
Escrituras. Reexaminar las doctrinas y prácticas que se atribuyen a
revelaciones y obras del Espíritu Santo es precisamente lo que hay que hacer
hoy día. Es imprescindible que volvamos a estudiar de nuevo todo lo
relacionado con este tema. No tengas temor de hacerlo con honestidad e
imparcialidad. De veras, nos conviene hacerlo. Mejor es tener la verdad,
aunque nos cueste mucho conseguirla que vivir la mentira y el engaño.

Nos resta hablar sobre dos o tres dones que hasta ahora no hemos discutido.
Luego, nos tocará escudriñar los textos que exponen la doctrina referente a la
duración de los dones.

En la lista de dones encontrada en 1 Cor. 12:8-10 es mencionado el don de


"hacer milagros." Este no tiene que ver con el de sanar, sino que son dos
dones distintos. El don de "hacer milagros," tal como el de sanar, cae en la
categoría de dones cuyo propósito era la confirmación de la divinidad del
evangelio. No servía para revelar la verdad, ni para organizar la iglesia, sino
para convencer a los incrédulos de que el Dios Todopoderoso de los cielos es
el Autor y Dador del Nuevo Testamento.

Hay evidencias definitivas probando que el don de hacer milagros se usaba en


la iglesia primitiva. En aquellos tiempos el don se usaba a veces para castigar
a los que impedían el trabajo de la iglesia. Considere, por ejemplo, lo que
aconteció en el caso de Ananías y Safira. Esa pareja se acordó en mentir el
Espíritu Santo. La consecuencia trágica de su pecado era que cayeron muertos
por el Espíritu Santo (Hechos 5:1-11).

En Pafos de Chipre un tal Elimas o Barjesús se puso en contra de Pablo y


Bernabé. Fue reprendido y castigado mediante un milagro. Dice Hechos
13:11, hablando Pablo a Elimas, el mago, "Ahora, pues, he aquí la mano del
Señor está contra tí, y serás ciego, y no verás el sol por algún tiempo. E
inmediatamente cayeron sobre él oscuridad y tinieblas." Preguntamos por qué
los enemigos de Dios no se castigan mediante milagros hoy día. ¿Por qué se
habla tanto de sanar, de hablar lenguas, etc, pero no se menciona los milagros
de castigar a los espiritistas, falsos profetas, etc. que se levantan en contra de
la iglesia?

Otro milagro fue el de resucitar de entre los muertos al joven llamado Eutico,
el que cayó de la ventana del lugar de reunión en Troas (Hechos 20:7-12).
Todavía otro milagro aconteció cuando la víbora se le prendió a Pablo en la
mano, sin hacerle ningún daño (Hechos 28:1-10).

Los textos de 1 Cor. 12:9 y 13:2 mencionan el don de fe. En 13:2, Pablo dice,
"Sí tuviese toda la fe, de tal manera que trasladase los montes ..." Es evidente
que se trata de una fe sobrenatural, de una medida de fe dada directamente por
Dios. Esta no es la fe que venía por el oír sino la que fue dada directamente
por Dios a algunos hermanos de la iglesia primitiva. ¿Cuál fue el propósito de
este don de fe sobrenatural? Sin duda, para fortalecer y ayudar a la iglesia
joven del primer siglo. Esa iglesia, recién establecida, nueva en el mundo,
separada del mundo, recibió la encomienda de llevar un mensaje duro,
chocante y revolucionario a un mundo lleno de las huestes de Satanás.
¿Tendría la iglesia valor suficiente para hacerlo? Para que lo tuviera el Señor
dio a algunos miembros una medida sobrenatural de fe. Los que recibieron
este don no serían cobardes. En cuanto a la evangelización del mundo no
serían negativos. Al contrario, dirían que si, que la iglesia puede alcanzar a los
paganos de toda nación. Con una fe inconquistable saldrían para predicar a los
paganos. Los demás miembros, viendo su ejemplo, cobrarían valor y también
saldrían a la batalla.

1 Cor. 12:28 se refiere a los que ayudan y la implicación clara es que lo


hicieron por medio de dones sobrenaturales. En Rom. 12:6-8, que también da
una lista de dones, se menciona el don de servicio, de repartir y de hacer
misericordia. De estos textos, se desprende que el Espíritu Santo dio a algunos
miembros dones que les capacitaría para llevar a cabo con orden y sabiduría la
obra benévola de la joven iglesia. Hechos 6 relata que siete hermanos de la
iglesia en Jerusalén fueron nombrados para encargarse de la distribución
diaria a las viudas y a otros que padecían. Estos siete tenían que estar llenos
del Espíritu Santo y de sabiduría. Aunque en este texto de la Biblia no dice
que los recibieron un don sobrenatural para hacer su trabajo, pero sin
embargo, no cabe duda de que algunos hermanos de las iglesias primitivas
recibieron dones mediante los cuales fueron capacitados para desempeñar el
papel de diáconos en la iglesia. Es probable que, de la misma manera, algunas
hermanas llegaron a ser diaconisas. Si los que fueron nombrados obispos
necesitaban dones para poder cumplir con sus deberes, no sería extraño que
los que fueron escogidos para servir como diáconos y diaconisas necesitarían
dones también. Ninguno de los dos grupos tenía la Biblia escrita. Por lo tanto,
necesitaban ayuda sobrenatural que les haría posible el hacer su trabajo. Así es
que el Espíritu Santo dio dones para organizar y capacitar a la joven iglesia en
su obras caritativas.

Rom. 12:8 se refiere a los que presidían e implica que lo hicieron por medio
de un don sobrenatural. 1 Cor. 12:28 se refiere al mismo grupo al hablar de
"los que administran." Estos que presidían y administraban eran, sin duda, los
ancianos u obispos que gobernaban en cada congregación (Hechos 14:28;
20:28, etc.). Los que ocupaban este puesto en la iglesia tenían que cumplir con
las calificaciones que se encuentran en 1 Tim, 3:1-7 y Tito 1:5-10. Uno de
dichos deberes era enseñar (1 Tim.. 3:2). Tenían que "apacentar la iglesia," y
mirar por ella (Hechos 20:28). Tenían que protegerla de falsos maestros (Tito
1:5-11). Tenían que dirigirla en sus cultos y supervisar sus obras. Pero no
tenían el Nuevo Testamento escrito. Entonces, ¿cómo podían cumplir
responsabilidades de tamaña importancia? De una sola manera: mediante los
dones sobrenaturales.
Lección 19

CESACION DE LOS
DONES (1)
Con esta lección emprendemos el estudio de los textos bíblicos que exponen
la doctrina del Espíritu Santo referente a la cesación de los dones
sobrenaturales. La primera parte de esta serie constaba de mensajes sobre el
trabajo principal del Espíritu en el primer siglo y cómo lo hizo; la segunda
trataba los dones sobrenaturales en la iglesia primitiva. Y ahora la tercera es
esta: la duración de los dones.

Querido lector, antes de comenzar el estudio, permítame hacer algunas


observaciones de índole personal. Al partir de este estudio, la materia que
presentamos sobre el Espíritu Santo tal vez será nueva para usted. La actitud
con que la recibirá depende de varios factores. Si su empeño es defender
tenazmente lo que ya tiene por verdad; si cree que ya lo sabe todo; si,
habiendo ya cerrado la mente, rechaza considerar algo nuevo, si su propósito
es apoyar o sostener a todo costo la secta o el concilio al cual pertenezca,
entonces predigo que su reacción probablemente será una de escepticismo,
indignación e intolerancia. Mas si suele mantener abierta la mente, si la meta
de su vida es conocer toda la verdad que Dios ha revelado, si su fe no le ha
llevado al ciego fanatismo deplorable que le rinde incapaz de considerar
imparcialmente lo que no había oído antes, si con toda el alma quiere
aprender, entonces, a lo menos considerará seriamente lo que ahora le
presentamos. Lo único que pedimos es que lo considera sin hostilidad, pero
con mucho interés sincero de saber más del Espíritu Santo. Posiblemente haya
oído los mensajes de muchos pastores y evangelistas; ahora le suplicamos nos
conceda el privilegio de hablarle también. Y al leer, ojalá que se pueda callar
por un tiempo la voz, voz a menudo irracional, de las emociones, dejando que
la facultad de razonar funcione a toda capacidad. Tenga presente siempre esta
regla sencilla: Las emociones no llevan a la verdad que salva sino lo hace el
entendimiento instruido e iluminado por el mensaje celestial.
Al decir que es "nueva" la materia que presentaremos, no queremos implicar
que tenga su origen en nuestra propia mente. Es «nueva», no para todos, sino
solamente para algunos quienes hasta ahora la han ignorado. Los pasajes que
trazan la doctrina de la duración de los dones sobrenaturales siempre han
formado una parte del texto de la Biblia, mas sin embargo muchos pastores,
maestros y estudiantes han predicado como si nunca hubieran sido escritos.
Habiéndolos pasado por alto, no han llegado a entender la doctrina de los
dones, y por lo tanto no tienen entendimiento amplio y verídico de la obra del
Espíritu en esta era. La falta de conocimiento completo en los líderes
religiosos ha dado por resultado la formación de conceptos erróneos y hasta
aun supersticiosos en los desafortunados feligreses quienes, al no tener
maestros cualificados, también carecen de enseñanzas sanas y completas sobre
el poder y la obra del Espíritu Santo.

Me he hecho de unos cuantos libros escritas con miras a defender la


proposición de que el Espíritu Santo se revela y trabaja hoy tal como lo hizo
en le primer siglo. Muy pocos de dichos libros contienen comentarios sobre
los pasajes públicos que hablan de la duración de los dones sobrenaturales.
Ahora, una regla elemental del exégesis sano es que la verdad se descubre
cuando se escudriñan todos los pasajes que tienen que ver con un tema
determinado. Asevero que generalmente esta regla no se ha seguido en el
estudio de la duración de los dones. De consiguiente las conclusiones hechas
por muchos no son válidas, o sea, no representan correctamente la enseñanza
divina.

Una ilustración nos ayudara comprender lo que se está afirmando. Marcos


16:17 dice, "Y estas señales seguirán a los que creen..." Innumerables
pastores, al leer estas palabras, concluyen que las señales siempre seguirían a
todos y a cada uno de los creyentes. Sin lugar a dudas, tales pastores cometen
algunos errores de exégesis.

1. Formulan conclusiones basadas en un solo texto sin examinar ni comparar


otros textos pertinentes.

2. Asumen que el texto trate de la duración de las señales cuando ese no es el


caso.

3. Añaden al texto palabras que no se encuentran en el original.

Por ejemplo, el texto no dice "las señales siempre seguirán" sino


sencillamente "seguirán." ¿Hasta cuándo? El texto no dice. Pero, otros pasajes
si lo dicen. Son: Efesios 4:7-16; 1 Cor. 13:8-13; Hechos 8:14-18; Judas 3;
Heb. 2:1-4; Juan 20:30, 31, etc. ¿Con qué frecuencia son discutidos y
expuestos estos textos en los mensajes corrientes sobre la duración de los
dones sobrenaturales? La verdad es que no son expuestos; no, ni aun son
mencionados por algunos que dicen haber recibido la medida plena del
Espíritu Santo. Yo me pregunto que si, de veras, son llenos del Espíritu Santo
y entienden todos los misterios. ¿Por qué echan a un lado estos textos de tanta
importancia? Entonces, ¿a qué llegamos? A esto: que si un pastor, o un
maestro, al disertar sobre la duración de los dones, no incluye en su
exposición los textos que trazan el tema, no puede presentar la verdad. No
cumple a con su deber de decir todo lo que dice la Biblia sobre el tema. Y esto
es precisamente lo que ha pasado. Toda la enseñanza del Nuevo Testamento
sobre la duración de los dones no se ha difundido extensamente. Muchos no
han oído todo el mensaje de la Biblia sobre el tema. Algunos se escandalizan,
y no pocos se ponen bravos, cuando este servidor u otro hermano cuestiona las
creencias comunes de hoy día respecto a la duración de los dones. Creo que
reaccionan así porque no han oído, o no han aprendido, todo lo que dice Dios
sobre el tema. Ahora, ¿haremos mal en llamarles la atención a lo que dicen las
Escrituras? ¿Quieren saber? 0 acaso ¿prefieren la oscuridad? ¿La verdad a
medias? El Espíritu Santo habla claramente sobre la duración de los dones.
Nuestro propósito es presentarle su enseñanza, orando ferviente y
humildemente que la reciba con acción de gracias. El entendimiento recto de
la duración de los dones dará por resultado el acabar con los abusos
vergonzosos cometidos bajo el pretexto de dejar que se mueva el Espíritu
como supuestamente se movió en tiempos pasados.

Vez tras vez, hemos notado esto que ahora se señala. Cuando nos atrevemos
hablar de la cesación de los dones, muchos se ponen bruscamente de pie
gritando, "¡Blasfemia!" Alegan que no creemos en el Espíritu. Sabemos que
no lo harían si nos conocieran y comprendieran a fondos todo lo que
predicamos. Su reacción descubre a la luz un concepto no bíblico de lo que
significa tener el Espíritu Santo. Es evidente que, para ellos, si uno no tiene un
don, no puede creer en, ni mucho menos tener, el Espíritu Santo. Dicho
sucintamente: Si no hay dones, ni no hay la manifestación alborotosa del
Espíritu, entonces no hay la presencia ni el poder del Espíritu. Esta creencia,
pese a que se apoya por multitudes, no es basada en verdades de la Biblia. El
Espíritu Santo puede obrar, y obra, aparte de los dones. El Espíritu Santo mora
en cada cristiano, tenga o no tenga el un don sobrenatural. Todo cristiano fiel
tiene el Espíritu Santo aunque no haya recibido un don. Lo vamos a probar
con la palabra de Dios. Tenga presente estas declaraciones mientras estamos
estudiando la cuestión de la duración de los dones y no diga nunca, que este
servidor no cree en el Espíritu Santo porque ¡no es la verdad! Todo lo que yo
soy lo soy porque el Espíritu mora y obra en mí. Todo el poder que tengo es
de El. Toda la verdad que enseño me fue revelada por El. Yo creo en El. La
iglesia de Cristo cree en El y se rige por El.
Lección 20

CESACION DE LOS
DONES (2)
Hay varias ideas y teorías sobre la duración de los dones espirituales. Algunos
opinan que, según la voluntad de Dios, todos los dones serían dados a todos
los miembros de la iglesia durante toda la era cristiana. Es decir, los dones
durarían hasta el fin del mundo. Otros afirman que solamente algunos de los
dones milagrosos durarían hasta el fin del mundo. Hay quienes dicen que
algunos dones y poderes no se ven hoy día porque nadie tiene la fe requerida
para poseerlos. Un grupo enseña que los dones milagrosos eran limitados a la
epoca apostólica; es decir, al primer siglo. ¿Qué dice la Biblia?

En seguida, citemos un texto que nos explica mucho: Efesios 4:7-16. Dice así
el pasaje: "Pero a cada uno de nosotros fue dada la gracia conforme a la
medida del don de Cristo. Por lo cual dice: Subiendo a lo alto, llevó cautiva la
cautividad y dio dones a los hombres." ¿Quién subió? Cristo. ¿Qué llevó
cautiva? La cautividad. Es decir, venció la muerte y todo lo que tiene que ver
con el pecado y el sufrimiento. ¿Qué dio a los hombres? Dones. Es interesante
este pasaje del versículo 8 porque nos enseña que Cristo es el dador de los
dones. Los dio mediante el Espíritu Santo. Tanto y tanto se emfatiza el trabajo
del Espíritu Santo, pero la verdad es que el Espíritu no hubiera podido dar
nada si no lo había recibido primero del Señor. El versículo 9 dice, "Y eso de
que subió, ¿qué es, sino que también había descendido primero a las partes
más bajas de la tierra?" ¿Qué quiere decir esto? Que Cristo murió, fue
sepultado, luego resucitó y ascendió a los cielos. El versículo 10 dice, "El que
descendió, es el mismo que también subió por encima de todos los cielos para
llenarlo todo. (11) Y él (Cristo) mismo constituyó a unos apóstoles; a otros,
profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros ..." ¿Quién los
constituyó? Cristo. ¿Cómo? Dándolos dones. "Dio dones a los hombres y
constituyó a unos apóstoles; a otros, profetas, etc." Sin los dones milagrosos
dados por el Señor mediante el Espíritu Santo los que fueron nombrados
apóstoles no hubieran podido desempeñar el papel del apóstol. Lo mismo se
puede afirmar de los evangelistas, profetas, pastores y maestros. No hubieron
podido hacer su trabajo en la iglesia primitiva sin los dones que recibieron de
Cristo. ¿Por que? Porque en aquel entonces los hermanos no tenían la palabra
escrita como la tenemos nosotros sino que dependían de revelaciones divinas
dadas directamente por el Espíritu Santo. Es posible que la iglesia primitiva
no tuviera ninguna palabra escrita sino el Antiguo Testamento hasta 15 años
después de su establecimiento. Aun después del año 50 eran muy pocas las
copias disponibles de cartas y libros inspirados. Así la iglesia necesitaba de
dones milagrosos porque no tenia ningún libro de Dios sino el Antiguo
Testamento y ese fue dado a los judíos, no a la iglesia. Pues, el Señor, como
había prometido, dio dones a la iglesia. La dio el Consolador, el Espíritu
Santo. No la dejó sola sin un código de leyes, sin instrucción divina, sin un
gobierno debidamente formado, sin confirmación divina de que su evangelio
era de los cielos y no de los hombres. La dio dones y mediante dichos dones
constituyó apóstoles, profetas, evangelistas, pastores y maestros. Sin el don
milagroso el maestro no hubiera podido enseñar. No tenía el Nuevo
Testamento escrito. Así es que sin el don, sin la ayuda divina del Espíritu
Santo, no tenía nada.

¿Por qué constituyo el Señor apóstoles, profetas, evangelistas, etc. en la


iglesia? El versículo 12 nos contesta, "A fin de perfeccionar a los, santos para
la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo..." ¿Qué fue el
propósito de dar dones? Capacitar a ciertos discípulos para que sirvieran en la
iglesia como apóstoles, profetas, etc. Y, ¿por qué Cristo querría constituir
estos en la iglesia? "A fin de perfeccionar a los santos." ¿Cómo se logró el
cumplimiento de este propósito? Pues, los que fueron constituidos apóstoles,
profetas, evangelistas, pastores y maestros en la iglesia usaron sus dones para
enseñar "toda la verdad" a los santos y encaminarlos bien en el evangelio, en
la fe, en la doctrina sana. Sin los dones, no lo pudieran haber hecho, pero
tenían los dones milagrosos y así podían revelar toda la verdad,
perfeccionando a los santos.

¿Por qué querría el Señor perfeccionar a los santos? "Para la obra del
ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo." Pues, querría
perfeccionarlos para que, a su turno, hicieran la obra del ministerio y
edificaran a la iglesia. Sin la instrucción dada por los que Cristo constituyó en
la iglesia los demás miembros no pudieran haber hecho la obra del ministerio
ni pudieran haber edificado a la iglesia.

Este arreglo que hizo Cristo en la iglesia primitiva no duraría siempre. Así nos
da a entender el versículo 13 que es también una parte de la misma oración.
Este versículo empieza con un adverbio de tiempo "hasta que" y limita la
duración de este arreglo. Dice, "Hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe
y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la,
estatura de Cristo."
El Señor, dando dones milagrosos para, capacitarlos y calificarlos, constituyo
apóstoles, profetas, evangelistas, pastores y maestros en la iglesia. Pero, no iba
a seguir constituyendo tales líderes en la iglesia siglo tras siglo tras siglo hasta
el fin del mundo. Lo hizo "hasta que ... todos llegaran a la unidad de la fe y
del conocimiento del Hijo de Dios." ¿Qué quiere decir esto? Bueno, en aquel
tiempo del primer siglo el Espíritu Santo iba paulatinamente revelando toda la
voluntad de Dios. Toda la verdad, es decir, todo el Nuevo Testamento no fue
dado en un solo día o un solo año a una congregación. Cada congregación iba
recibiendo el Nuevo Testamento por boca de los hermanos inspirados a
medida que estos recibían los mensajes directamente de Dios. Así, por
ejemplo, la iglesia en Efeso no tenía toda la verdad cuando Pablo la escribió.
Pero, poco a poco, de acuerdo con el plan divino, la iglesia en Efeso recibió
toda la verdad. ¿Cómo? Mediante los hermanos que Cristo constituyo
apóstoles, profetas, evangelistas, pastores y maestros. Ahora bien, cuando
todas las iglesias de todo el mundo llegaron a tener toda la verdad, es decir,
cuando llegaron a la unidad de la fe y todas tenían la misma fe, el mismo
conocimiento de Cristo, fue cumplido el trabajo de los que tenían dones. Fue
cumplido. La iglesia llegó "a la medida, de la estatura de la plenitud de
Cristo," y ya no necesitaba dones milagrosos. ¿Por qué? Porque ya tenla toda
la verdad. Ya los santos mediante la plena revelación de la voluntad de Dios
eran perfeccionados y podrían hacer la obra del ministerio; podrían edificar la
iglesia del Señor. Tenían todo el Nuevo Testamento y lo tenían en forma
escrita.

Entonces, sin duda alguna, este pasaje enseña que los dones espirituales eran
limitados a la época apostólica. Cumplieron un propósito determinado y fijado
por el Señor. Durante el tiempo cuando la joven iglesia no tenía toda la
verdad, no tenía el Nuevo Testamento escrito, necesitaba hermanos con dones
para instruirla y gobernarla. Recibió lo que necesitaba. Entonces, cuando
dichos hermanos hicieron su trabajo no fueron constituidos otros para tomar
su lugar porque ya la iglesia tenia toda la verdad.

Por esta razón no hay apóstoles en la iglesia hoy día. ¡No los hay! ¿Por qué?
Porque la situación no es la misma. La iglesia del primer siglo no tenía el
Nuevo Testamento en forma escrita. Ahora lo tenemos así. Por la misma razón
no hay profetas, evangelistas, pastores y maestros constituidos así por acto
divino, o sea, por un milagro. Cristo no los da dones. Los que desempeñan
tales papeles en el liderato de la iglesia hoy día lo pueden hacer, no porque
tengan dones milagrosos, sino porque tienen la palabra escrita y se rigen por
ella. El mensaje es el mismo (el de aquel tiempo y el de hoy día - a lo menos,
debiera ser el mismo), pero no es recibido en la misma manera y aquí estriba
la diferencia.
Lección 21

CESACION DE LOS
DONES (3)
Al hablar sobre el Espíritu Santo arriesgamos cometer el pecado grave de
blasfemar. Negar al Espíritu es blasfemarlo. Rechazar su palabra es también
ser culpable de blasfemia contra El. Asimismo, podemos blasfemar al
atribuirle al Espíritu e actos que él no ha autorizado, y palabras, revelaciones y
mensajes que él no ha inspirado. Ciertamente, nos toca a todos nosotros
proceder con mucha prudencia, cautela, paciencia y oración en el estudio del
Espíritu Santo.

Hemos afirmado, y seguimos afirmándolo, que los dones sobrenaturales,


habiendo servido su propósito de revelar y confirmar toda la verdad, ya han
cesado; que fueron limitados al primer siglo, y que cesaron de acuerdo con el
plan que Dios mismo había trazado. Al oír tal declaración algunos gritan,
"Blasfemia, blasfemia," y lo hacen sin examinar bien lo que se está
proclamando. Lo que estamos enseñando no será blasfemia si la Biblia la
apoya, ¿verdad? Y sabemos que la Biblia la sostiene. "Pero," dirá alguien, "La
Biblia enseña que los dones durarían hasta el fin del mundo." Preguntamos,
"¿Donde?" Creemos que los pasajes citados con miras a sostener la teoría de
que los dones durarían hasta la venida de Cristo han sido torcidos. Veremos
por qué decimos esto.

"Pero," responderá otro, "Yo sé que los dones siguen porque yo tengo uno y sé
que otros también los han recibido." Pregunto, ¿qué es la prueba irrefutable
que me ofrece para sostener su aseveración? Yo también he visto lo que
llaman manifestaciones del Espíritu Santo mediante lo que llaman dones.
Hasta ahora no se me ha presentado, ni en público ni en privado, ninguna
evidencia incontrovertible de que siquiera una persona tenga, en este siglo
presente, un don sobrenatural. ¿Chocante? Sí, yo sé. ¿Blasfemia? ¿Quién es
capaz de probarlo? Lo pregunto con toda humildad, siendo Dios mí Testigo.

A este punto en el estudio, tenemos a bien presentarles un resumen conciso de


las conclusiones que hemos hecho respecto a la duración de los dones. Son:
(1) que el Espíritu Santo dio los dones durante un tiempo determinado por
Dios mismo; (2) que dichos dones fueron dados a la iglesia en su infancia para
revelarla toda la verdad durante el tiempo cuando no tenía el Nuevo
Testamento en forma escrita; (3) que la propia Biblia enseña cuándo y por qué
los dones cesarían; (4) que los dones cesaron antes del año 150 de esta era,
probablemente mucho antes de esa fecha; (5) que los pasajes citados para
probar la duración de los dones hasta el presente no lo prueban; (6) que lo que
se llaman dones hoy día no son iguales a los dones sobrenaturales del primer
siglo, o sea, que lo que se llama profecía hoy día no es profecía, las llamadas
lenguas no son las lenguas extrañas de la Biblia, etc; (7) que las
manifestaciones atribuidas hoy día al Espíritu Santo no son de él, sino del
espíritu de emocionalismo humano, para no decir carnal y (8) que hay
envuelto en lo que vemos hoy día las señales y prodigios mentirosos
mencionados en la Biblia.

Bueno, ahí tiene, amigo, lo que yo creo, con todo mi corazón, ser la verdad
sobre los dones. Sí, me doy cuenta de que miles y miles no están de acuerdo.
Entonces, ¿por qué he querido presentar esas conclusiones? En primer lugar,
porque siempre tenemos que hablar la verdad. Y en segundo lugar, para
ayudar a algunos a salir de mucha confusión, de engaños grandes y escándalos
indecibles! Obsérvese esto: que cuando un pueblo intenta restaurar lo que
Dios mismo ya ha hecho cesar, cae en ridículo y sale con un embrollo tan
grande que se nos hace casi imposible el desenredarlo. Esto es lo que ha
pasado a los que, no comprendiendo que Dios ha abolido el Antiguo
Testamento, guardan el sábado, no comen ciertas carnes, queman incienso,
enseñan el diezmo, etc. Lo mismo pasa en el caso de los que obligarían al
Espíritu Santo a que les diera dones cuando el tiempo de los dones llegó a su
fin cientos y cientos de años atrás. ¿Qué hay entre tales? En vez de dones
sobrenaturales, hay solamente la capacidad de actuar y hablar a base de un
poder humano cuya eficacia depende de emociones excitadas e infladas. Hay
profecías, pero no se cumplen. Hay un hablar no sobrenatural sino anormal,
uno sin significado alguno, que no tiene valor edificador alguno. En vez de
guardar "la unidad del Espíritu en el vinculo de la paz," como dice Efesios
4:3, han despedazado al Espíritu y han roto el vínculo de la paz mil veces.
Divisiones, contradicciones, contiendas, prácticas y doctrinas no bíblicas es lo
que hay. ¡Todo en el nombre del Espíritu Santo! ¡Contemplarlo da susto!
Cuando las almas comprendan que el Espíritu Santo es un ser inteligente que
usaba dones por un tiempo para comunicar al mundo todo el Nuevo
Testamento, luego dejó de darlos cuando toda la verdad fue revelada; cuando
las almas comprendan que es esta verdad revelada y confirmada que salva, no
algún poder misterioso e incomprensible, entonces saldrán de esa confusión
grande que hay. Dios es todopoderoso y puede hacer cualquier cosa. Pero, si él
mismo ha limitado los dones sobrenaturales a la época de la infancia de la
iglesia, entonces en vano los buscarán. No es cuestión del poder del Espíritu
Santo, ni de la fe del cristiano, sino de la voluntad de. Dios. Si el ha hecho
cesar los dones, ¿quién los dará? Ni el propio Espíritu Santo podría hacerle
frente a Dios en este asunto, o en cualquier otro.

¿Qué es la voluntad de Dios respecto a la duración de los dones? "Que


seguirían hasta el fin del mundo," alegan muchos y citan 1 Cor. 12 y 14:1
donde la Biblia dice, "Procurad los dones espirituales." A la iglesia en Corinto
Pablo dirigió estas palabras. Para comprender el porqué de tal mandamiento
tenemos que tomar en consideración ese factor que siempre será de mucha
importancia para el entendimiento recto de los dones: La iglesia en Corinto no
tenía el Nuevo Testamento escrito; no tenía toda la verdad. ¿Cómo podría
aprender la nueva ley? ¡Mediante los dones! Pues, los miembros fueron
mandados a buscarlos para que mediante dichos poderes supieran cómo
trabajar, adorar, organizarse, etc. Ahora nosotros tenemos toda la verdad
escrita en el Nuevo Testamento. No dependemos de dones para recibirla. No
tenemos por qué buscar los dones. Además, las Escrituras enseñan que ya los
dones han cesado.
Lección 22

CESACION DE LOS
DONES (4)
En el estudio que estamos llevando sobre la duración de los dones
sobrenaturales hemos notado las palabras de 1 Cor. 12:31 donde dice el
Espíritu Santo , «Procurad, pues, los mejores dones." Palabras semejantes se
encuentran en 1 Cor. 14:1: "Seguid el amor; y procurad los dones espirituales,
pero sobre todo que profeticéis. " El versículo 12 añade, "As¡ también
vosotros; pues que anheláis dones espirituales, procurad abundar en ellos para
edificación de la iglesia." El mandamiento de 14:39 es, "As¡ que, hermanos,
procurad profetizar, y no impidáis el hablar lenguas." Algunos, citando estos
textos, afirman que mediante ellos se le da a la iglesia de hoy día un
mandamiento positivo de buscar los dones espirituales.

Observemos que el mandamiento fue dado originalmente a una iglesia del


primer siglo. La iglesia de aquel tiempo primitivo no tenia el Nuevo
Testamento en forma escrita. Lo recibía mediante los dones. Puesto que
dependía de los dones para la revelación de toda la verdad, es muy natural que
Pablo la mandara a procurarlos. Los miembros no tenían Biblias y, por lo
tanto, necesitaba buscar los dones a fin de poder saber la voluntad de Dios.
Además la iglesia del primer siglo podía obedecer al mandamiento de
procurar los dones porque los dones eran disponibles. La iglesia del siglo 21
no puede obedecerlo. No puede, ni tiene que obedecerlo porque ya el tiempo
de los dones ha llegado a su fin. Dios dijo que los dones durarían hasta un
tiempo determinado; luego cesarían. No nos conviene buscar lo que Dios ya
ha hecho cesar. A la iglesia del siglo 21 le toca entender el tema de los dones a
la luz del cumplimiento de las profecías sobre el fin de las manifestaciones
milagrosas del Espíritu Santo. No puede pretender existir en las mismas
circunstancias que la de Corinto. La de Corinto da ejemplo de la iglesia en su
infancia, de la Iglesia en el tiempo cuando el Nuevo Testamento no fue escrito
y los miembros necesitaban dones para saber la verdad. La iglesia de hoy día
tiene todo el Nuevo Testamento escrito, tiene una revelación perfecta y existe
en el tiempo después del fin de los dones. Por lo tanto, hará bien al no pasar su
tiempo en el vano empeño de buscar lo que Dios ya ha dado por terminado. La
iglesia de hoy día que busca señales, prodigios, dones, etc. es como el adulto
que, en vez de asumir, las responsabilidades de una persona madura, actúa y
piensa como un niño. No vive y trabaja con fe y con entendimiento sino pasa
el tiempo jugando con sus juguetes, cosas de su infancia, objetos de mucha
importancia para su desarrollo, pero que no sirven para el que ya ha alcanzado
la madurez. Hablar así de los que anhelan dones es usar una fraseología
bíblica porque así habla la 1 Cor. 13:8-13.

La 1 Cor. 13 se llama el capitulo de amor porque los primeros versículos dan


una definición divina de lo que es el verdadero amor cristiano. Muchos,
haciendo énfasis en lo que dice el texto sobre amor, han pasado por alto lo que
los versículos 8-13 enseñan sobre el fin de los dones. Nótese que todo el
capitulo 12 de 1 Cor. trata de los dones. Luego, las últimas palabras del
versículo 31 son: "Mas yo os muestro un camino aun más excelente." Ese
camino mas excelente es el de amor. El de amor es más excelente que el de los
dones. Pablo enseña en 1 Cor. 13:1-3 que si uno tiene dones pero no tiene
amor no puede ser salvo.

Ahora, vamos al versículo 8 de 1 Cor. 13. Dice así el pasaje: "El amor nunca
deja de ser; pero las profecías se acabarán, y cesarán las lenguas, y la ciencia
acabara." Aquí encontramos una declaración clara sobre el fin de tres dones: la
profecía, las lenguas y la ciencia (el conocimiento de la voluntad divina).
Acabarán, cesarán, dice Pablo. Pero, ¿cuándo?, se pregunta. El mismo
capítulo 13 explica cuándo, Leamos el versículo 9: "Porque en parte
conocemos, y en parte profetizamos."

Y el 10: "Mas cuando venga lo perfecto, entonces lo que es en parte se


acabará." ¿Qué quiere decir "en parte conocemos?" Pablo se refiere al don de
conocimiento mediante el cual la iglesia primitiva recibía instrucciones sobre
como adorar, organizarse, trabajar, etc. Cuando Pablo escribió a los Corintios,
la verdad todavía se estaba revelando. El Espíritu Santo no había terminado su
trabajo de guiar a toda la verdad. Por lo tanto, ni Pablo, ni las iglesias
establecidas por él, conocían toda la voluntad de Dios respecto a la época
cristiana. "Pero," dice Pablo, "el conocimiento perfecto vendrá."
¿Conocimiento de qué? De la voluntad de Dios. El don de ciencia fue dado
con el propósito de impartir conocimiento en cuanto a la voluntad de Dios
para con nosotros. Su propósito no era llevarnos al conocimiento perfecto en
cuanto a la persona de Dios mismo. ¿Qué quiere decir "en parte
profetizamos". Quiere decir que Pablo en aquel momento no había recibido
toda profecía. Acuérdese de que el propósito de la profecía era edificar,
exhortar y consolar. Llegaría el momento en que Pablo y toda la iglesia tendría
toda profecía, o sea, toda palabra de edificación, exhortación y consolación.
Tendrían profecías completas. Vendría lo perfecto en conocimiento o ciencia y
también en profecías. Ahora bien, sabemos que lo perfecto vino cuando el
Espíritu Santo terminó su trabajo de revelar toda la verdad. El dejó en forma
escrita un testamento perfecto. As¡ es que la iglesia hoy día ya tiene lo
perfecto. Entonces lo que es en parte ya se acabó. Al llegar lo perfecto los
dones cesarían, habiendo cumplido su propósito. Lo perfecto vino cuando el
Espíritu Santo termino su labor de dar toda la verdad. Pues, los dones cesaron
cuando toda la verdad fue revelada y toda la verdad fue revelada en el primer
siglo. Por lo tanto los dones cesaron en el primer siglo. La iglesia, al tener
toda la verdad, al tener lo perfecto, o sea, todo conocimiento, toda profecía, no
necesitaba ya los dones.

La frase "lo perfecto" de 1 Cor. 13:10, sin duda, ha sido interpretada mal por
los que creen que se refiere al cielo, o al conocimiento perfecto de la propia
persona de Dios. Interpretarla así es sacarla de su contexto. El tema del texto
no es la perfección de lo celestial. No se trata de la persona de Dios, sino de la
ciencia y la profecía. Cuando venga el conocimiento perfecto, cuando todo se
revele, cuando haya sido dada toda profecía entonces los dones cesarán. Esto
es lo que afirma el Espíritu Santo en el texto, Tal explicación concuerda
exactamente con lo que dice la Biblia sobre el propósito de los dones, Fueron
dados para revelar la verdad. Cuando toda la verdad fue dada, los dones,
habiendo cumplido su propósito, cesaron, Cuando los obreros terminan de
hacer una casa en cemento quitan el falso piso, o sea, el molde de madera que
usaron en la construcción. No necesitan mas de andamios, escaleras, etc. La
casa ya está terminada y sirve como lugar donde vivir y trabajar. Así también
los dones fueron usados para sostener la iglesia durante el tiempo de su
establecimiento y organización. Entonces la iglesia, una vez terminada de
edificarse, sirve como lugar espiritual donde vivir y trabajar. Dios quita los
dones milagrosos y la iglesia, ya madura, ya capacitada, ya con todo
conocimiento y profecía, sigue con su trabajo. La iglesia, no los dones, es
baluarte y columna de la verdad.

El versículo 13 es muy importante para el entendimiento del pasaje: "Y ahora


permanecen la fe, la esperanza y el amor". Los dones acaban, cesan; pero tres
cosas permanecen después de la cesación de los dones. Son la fe, la esperanza
y el amor. El amor nunca deja de ser, pero la fe y la esperanza si dejarán de ser
cuando Cristo venga. Pero antes de que dejen de ser, cesaran las lenguas, se
acabarán las profecías etc. Pues, podemos concluir que los dones cesarían
antes del fin del mundo. Ya hemos visto que cesaron con la venida de lo
perfecto, la revelación perfecta de la ley perfecta de libertad.
Lección 23

El SIGNIFICADO DE
"LO PERFECTO"
Terminamos la lección anterior hablando sobre 1 Cor. 13:8-13 donde el
Espíritu Santo afirma que los dones espirituales cesarían. Tenemos a bien dar
un breve resumen de la enseñanza del pasaje que son los puntos siguientes: (1)
el propósito de Pablo era enseñar a los Corintios que hay algo más importante
que los dones; (2) lo hace comparando lo pasajero, lo provisional, con lo que
permanece y (3) su argumento es a base en el principio de que lo que
permanece, según el propio diseño de Dios, tiene mas importancia que lo que
se acaba. Explica el apóstol que los dones se acabarían; la fe, la esperanza y el
amor permanecería.

(1) Los Corintios se interesaban tanto en los dones pero, a la vez, tendían a
pasar por alto lo de mucho más importancia. Pablo les dice, "Ahora bien,
Corintios, estos dones que con tanto empeño buscan ustedes, cesarán. No son
tan importantes como ustedes creen. La fe, la esperanza y el amor son más
importantes y permanecerán," Pablo quería corregir el concepto erróneo que
los Corintios tenían respecto a los dones y lo hacía diciéndolos que los dones
cesarían.

(2) Según 1 Cor. 13:10, lo que era en parte se acabaría. ¿Qué era "en parte"?
El conocimiento. "En parte conocemos," dice Pablo. ¿Qué conocimiento?
Pues, el que vino mediante los dones. ¿Cuál vino por medio de los dones? No
el conocimiento de lugares celestiales ni de la propia persona de Dios sino el
de la voluntad de Dios para con los hombres. ¿Cuándo se acabaría el
conocimiento incompleto de la voluntad divina? Al llegar "lo perfecto". ¿Qué
es "lo perfecto"? El perfecto conocimiento de la ley de Dios.

(3) Observamos que "lo perfecto" no es Cristo. Aquí es donde muchos se


desvían desarrollando una doctrina que el texto no apoya. Al ver la frase "lo
perfecto" piensan automáticamente en el cielo, en el reino glorificado, o en
Cristo. Pero la perfección celestial no es el tema aquí sino lo es la perfección
de lo que era en parte. Lo que era en parte era el conocimiento dado por los
dones. Detengamos aquí para hablar sobre "lo perfecto." No tenemos que
esperar hasta después de la muerte para ver algo perfecto de Dios. Lo perfecto
ya está con nosotros en la forma del Nuevo Testamento. Sant. 1:25 habla de
mirar "atentamente en la perfecta ley, la de la libertad." Santiago ya había
hablado de considerar en un espejo el rostro natural. Ahora, según explica él,
la perfecta ley es el espejo espiritual que refleja perfectamente el estado
espiritual del alma. Lo que Santiago dice de la perfecta ley como espejo para
el alma nos ayuda comprender una ilustración que da el Espíritu en 1 Cor.
13:12. Pablo, hablando con los Corintios, dijo, "Ahora vemos por espejo,
oscuramente." ¿Por qué? Porque conocían en parte. Al tener pleno
conocimiento, o sea, al tener la perfecta ley, verían con claridad. "Cara a cara"
dice el pasaje, no hablando, según mí entendimiento, de estar cara a cara con
Dios, sino cara a cara con nosotros mismos. Cuando miramos en el espejo del
evangelio, ¿qué vemos? La reflexión o la imagen de nuestra alma con sus
defectos espirituales, sus manchas y sus debilidades. El espejo del evangelio
no es para Dios; a él no le hace falta mirarse en el espejo. Ese espejo es para
nosotros. Pablo dijo, en aquel tiempo a la iglesia en Corinto, "Vemos
oscuramente por el espejo del evangelio." ¿Por qué? "Porque conocemos en
parte." Es decir, el espejo no fue pulido; no fue terminado. Pero, dice él,
"Vamos a ver cara a cara." ¿Cuándo? Al tener la perfecta ley, un espejo
perfecto, el pleno conocimiento, no lo que es en parte.

Referente a "lo perfecto" debemos considerar también dos frases de Efesios


4:12,13. Según el 12, mediante los dones, Cristo constituyó el liderato de la
iglesia con el propósito de " perfeccionar a los santos." Los santos, que viene
siendo los cristianos, son perfeccionados obedeciendo a una ley perfecta.
Llegan a ser "un varón perfecto» como dice el 4:13. Podemos llegar a ser un
varón perfecto en esta vida. No se trata de la vida después de la muerte, sino
de ésta y del tiempo cuando todos llegaran a la unidad de la fe y del
conocimiento del Hijo de Dios. ¿Cómo llegamos a ser el varón perfecto?
Teniendo la unidad de la fe y del conocimiento. Al recibir este perfecto
conocimiento podemos crecer hasta ser un varón perfecto. Compárese esta
enseñanza con 1 Cor. 13:11 que dice, "Cuando yo era niño, hablaba como
niño, juzgaba como niño; mas cuando ya fui hombre, dejé lo que era de niño."
"Cuando ya fui hombre" es igual a la frase que dice "cuando venga lo
perfecto." Y las dos frases son iguales a la de Efesios 4:13 que dice "un varón
perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo." Se ve que ambos
textos, tanto 1 Cor. 13:11 como también Efesios 4:13, hablan de la madurez
espiritual que viene mediante el pleno conocimiento de la perfecta ley, pero
que dicha madurez es imposible de alcanzar mientras se conoce en parte o no
hay unidad y perfección de la fe y del conocimiento.

Además de estos textos, Rom. 12:2 habla de lo perfecto, de "la buena voluntad
de Dios, agradable y perfecta."
Esperamos que se haya explicado bien la frase "lo perfecto". La ley de Dios es
perfecta o completa. No fue completa durante los primeros años de la iglesia
porque toda no fue revelada, Pero, llegó el momento cuando toda fue
revelada. Entonces, la ley era completa, perfecta, Vino el perfecto
conocimiento y la iglesia podía llegar a ser un varón perfecto.

(4) La fe y la esperanza permanecen hasta la venida de Cristo. Los dones


cesan, pero permanecen la fe, la esperanza y el amor.
Lección 24

COMO PROCURAR LOS


DONES
Después de haber estudiado los dones espirituales en la iglesia primitiva
afirmamos que el tiempo de los dones ya ha pasado. Aunque sea, para
muchos, una declaración chocante, es la verdad - una verdad sostenida por
numerosas pruebas irrefutables.

(1) Efesios 4:7-13 y 1 Cor. 13:8-13 enseñan que los dones cesarían al fin de la
edad apostólica, o sea, al fin del primer siglo.

(2) Hechos 8:14-18 explica que solamente los apóstoles tenían el poder de
impartir el Espíritu por medio de la imposición de manos.

(3) Judas 3 declara que la fe fue "una vez dada a los santos." Los dones fueron
usados para revelar esa fe. Pues al ser revelada la fe, los dones cumplieron con
su propósito y fueron quitados.

(4) Marcos 16:20 y Hebreos 2:4 enseñan que Dios dio los dones para
confirmar la divinidad del evangelio. El evangelio ya ha sido confirmado
mediante los milagros y prodigios del primer siglo. No es preciso seguir
confirmando lo que ya ha sido confirmado. Pues, no es necesario que los
dones siguieran.

(5) 2 Cor. 5:7; Juan 20:29-31 y Mateo 16:4 nos enseñan a andar por fe, a creer
sin ver, sin palpar, y que una generación perversa demanda señales.

(6) Rom. 10:17 dice que la fe que salva "viene por el oír, y el oír por la
palabra de Dios." No viene por señales y prodigios. A todas estas pruebas hay
que añadir otra que es definitiva.

(7) En la actualidad, los dones han cesado, viéndose hoy día nada más que
señales ficticias y prodigios mentirosos.
El texto que analizamos ahora es Hechos 8:14-18 donde vamos a considerar el
hecho de que el Espíritu Santo se daba mediante la imposición de las manos
de los apóstoles. Según el texto, ninguno sino los apóstoles podía dar dones a
otros miembros de la iglesia. Escudriñemos el pasaje. El versículo 5 relata que
Felipe descendió a la ciudad de Samaria para predicar el evangelio. Ahí, "la
gente, unánime, escuchaba atentamente las cosas que decía Felipe, oyendo y
viendo las señales que hacia." Felipe tenía dones sobrenaturales. El 7 nos dice
que "de muchos que tenían espíritus inmundos, salían estos dando grandes
voces; y muchos paralíticos y cojos eran sanados. Según el versículo 12 los
samaritanos creyeron y se bautizaron.

Ahora, llegamos a la parte interesante. Los samaritanos creyeron y se


bautizaron. Se salvaron y fueron añadidos a la iglesia. Nacieron del agua y del
Espíritu (Juan 3:1-7); esto sabemos porque ninguno que no lo hace puede
entrar en el reino y éstos habían entrado en el reino. Sin embargo no habían
recibido dones espirituales. Felipe, pese a que podía hacer señales y prodigios,
no podía dar el Espíritu Santo a los que aceptaron el mensaje que él predicaba.
Los versículos 14 a 18 lo dicen claramente. "Cuando los apóstoles que estaban
en Jerusalén oyeron que Samaria había recibido la palabra de Dios, enviaron
allá a Pedro y a Juan; los cuales, habiendo venido, oraron por ellos para que
recibiesen el Espíritu Santo; porque aún no había descendido sobre ninguno
de ello, sino que solamente habían sido bautizados en el nombre de Jesús.
Entonces les imponían las manos y recibían el Espíritu Santo. Cuando vio
Simón que la imposición de las manos de los apóstoles se daba el Espíritu
Santo, les ofreció dinero."

Nótese lo que dice el versículo 16, "Porque aún no había descendido sobre
ninguno de ellos ..." Felipe no los había dado el Espíritu. No podía dárselo. El
versículo 18 enseña que podían recibirlo solamente por la imposición de las
manos de los apóstoles, ese grupo único de líderes que Cristo escogió para
dirigir la obra importantísima del establecimiento de la iglesia en la tierra. A
los apóstoles les fueron dados derechos y poderes que los demás miembros no
poseían. Recibieron las llaves del reino. Ataron y desataron. Mat. 18:18.
Remitieron y retuvieron pecados (Juan 20:21-23). También impartieron el
Espíritu Santo. Ningún otro pudo hacerlo. Era un derecho dado
exclusivamente a los apóstoles. Cuando los 13 apóstoles murieron no quedó
en la tierra hombre alguno que pudiera dar el Espíritu Santo por la imposición
de manos.

La historia de la iglesia primitiva no habla de nadie sino de los apóstoles que


diera el Espíritu Santo por la imposición de manos. Considere, además del
caso de los samaritanos, los ejemplos siguientes:

(1) Hechos 19:17: Los 12 hombres de Efeso que fueron bautizados en el


bautismo de Juan el Bautista. Dicen los versículos 5-6, "Cuando oyeron esto,
fueron bautizados en el nombre del Señor Jesús. Y habiéndolos impuesto
Pablo las manos, vino sobre ellos el Espíritu Santo; y hablaban en lenguas, y
profetizaban." ¿Cuándo recibieron los dones? No al bautizarse en agua sino
cuando Pablo les impuso las manos. Pablo era un apóstol.

(2) Por la imposición de las manos del mismo apóstol Pablo, Timoteo recibió
un don espiritual (2 Tim. 1: 6).

(3) En Rom. 1: 11 Pablo habla de comunicar a la congregación en Roma


"algún don espiritual."

Para el entendimiento correcto de este tema es preciso analizar otro factor de


importancia. Parece cierto que Dios, Cristo, y el Espíritu Santo convinieron en
usar un solo método de impartir dones espirituales a la iglesia del primer siglo.
Ese método era la imposición de las manos de los apóstoles. 1 Cor. 12:4-11
dice que el Espíritu Santo repartió dones, pero no dice cómo. Efesios 4:1 dice
que Cristo dio dones a los hombres, pero tampoco dice cómo. Heb. 2:4 dice
que Dios confirmó el evangelio con repartimientos del Espíritu Santo, pero no
dice cómo repartió los dones. Hechos 8:14-18 si nos dice como fue dado el
Espíritu Santo por la imposición de las manos de los apóstoles. 1 Cor. 12:31 y
14:1 hablan de procurar los dones y 1 Cor.14:13 habla de pedir en oración el
don de interpretar lenguas. Tal vez algunos dirían que mediante estos textos
hay prueba de que era posible obtener los dones sin recibir la imposición de
manos de un apóstol. Tal conclusión no es justificada. Para procurar algo que
Dios dispone, es necesario que sigamos las reglas fijadas por él. Podemos
procurar nuestra salvación pero no a nuestro antojo sino obedeciendo las leyes
divinas. Los de Corinto podían procurar los dones sí, pero de acuerdo con el
plan de Dios para hacerlos disponibles por la imposición de las manos de los
apóstoles. Asimismo, podían orar para recibir dones, dándose cuenta de que
Dios contesta las oraciones de acuerdo con su propio deseo y plan. Si el plan
de él era dar dones mediante los apóstoles, contestaría la oración de acuerdo
con este plan, tal como contesta la oración del pecador penitente no dándole
de inmediato la remisión de todo pecado sino enviándole un mensajero para
que aprenda cómo salvarse.

Decimos, entonces, que a base del testimonio del Nuevo Testamento, los
dones espirituales fueron dados solamente por la imposición de las manos de
los apóstoles. Cuando éstos murieron, ya no había quién en la tierra impartiera
el Espíritu Santo a otros. Cuando los que recibieron dones por la imposición
de las manos de los apóstoles también murieron, no había quién en la tierra
diera señales y prodigios mediante dones porque no había quiénes tuvieran
dones. Todo esto salió según el plan de Dios. La iglesia maduró, recibió toda
la verdad y de ahí en adelante no necesitaba los dones.
Lección 25

CESACION DE LOS
DONES
Judas 3; Marcos 16: 20
Empezamos esta lección citando Judas 3: "Me ha sido necesario escribiros
exhortándoos que contendéis ardientemente por la fe que ha sido una vez dada
a los santos.»

A mi parecer, muchos han pasado por alto el significado y la importancia de


este pasaje. Examinémoslo bien. La idea de contender ardientemente por las
enseñanzas de Dios no concuerda con la filosofía de muchos que, tolerando
toda clase de doctrina humana, no contienden por nada sino la tolerancia de
todo, declarando que no debiéramos nunca cuestionar o criticar las creencias
de otros. Tenemos que amar la verdad (2 Tes. 2:10). Y debiéramos sentir en el
corazón la necesidad de proclamarla y defenderla. El texto, al hablar de "la
fe," expresa otra idea ajena al concepto de muchos. En la Biblia no hay
fundamento, como algunos especulan erróneamente, para muchos credos, sino
que hay una sola fe revelada. "La fe", dice Judas.

De esta fe Judas afirma que "ha sido una vez dada a los santos." ¿Cuántas
veces? ¡Una sola! ¿Cuándo fue revelada? En el primer siglo. ¿Cómo fue dada?
Mediante los dones espirituales. Ya hemos probado de manera contundente
que el propósito primordial de los dones era revelar la verdad. Del Espíritu
Santo Cristo dijo, "El os guiará a toda la verdad" (Juan 16:13). El Espíritu
hizo su trabajo por medio de los dones sobrenaturales usándolos para
comunicar la voluntad divina a los hombres. El Espíritu Santo, después de
haber revelado todo, no vuelve a repetir su obra de revelación. "La fe ha sido
una vez dada», es decir, una vez revelada. Una vez, no muchas. Si la fe ha
sido una vez dada y si los dones fueron usados para darla, entonces los dones
han sido una vez usados. "La fe" no será revelada de nuevo. Por lo tanto, los
dones tampoco serán usados de nuevo. No es preciso que el Espíritu Santo
siga trabajando por medio de los dones puesto que los dones servían para dar a
conocer la verdad. Si los dones existieran hoy día su propósito sería revelar la
verdad. Pero, toda la verdad ya ha sido revelada. Entonces, ¿para qué servirían
los dones hoy día? ¿La repetición de la revelación de la fe? Imposible. Judas
dice que la fe fue dada una vez. El Espíritu Santo no repetiría su obra de
revelarla.

Se presenta ahora el cuarto argumento a favor de la cesación de los dones en


los tiempos apostólicos. Dice Marcos 16:20, "Y ellos, saliendo, predicaron en
todas partes, ayudándoles el Señor y confirmando la palabra con las señales
que les seguían." ¿Qué hizo Cristo con las señales? Confirmaba la palabra, o
sea, el evangelio. Hay un texto de la misma índole en Heb. 2:4. Dice así el
pasaje: "Testificando Dios juntamente con ellos, con señales y prodigios y
diversos milagros y repartimientos del Espíritu Santo según su voluntad."
Dios testificó a la divinidad del evangelio. ¿Cómo? Con señales, prodigios,
etc. ¿Qué fue el propósito de tales manifestaciones sobrenaturales? Dar
testimonio incontrovertible de que Dios es el autor de la Biblia.

Preguntamos: ¿Cuántas veces tiene Dios que confirmar una cosa o testificar
que es verdad? Una sola vez basta, ¿verdad? El habla y lo creemos. Con las
señales del primer siglo él confirmó la divinidad del evangelio y no tiene que
seguir confirmándola. Ha dado su testimonio respecto al origen del evangelio.
Pedirle a que volviera a repetirlo todo el tiempo sería dar evidencia de falta de
fe en las primeras señales. ¿Creemos en las señales que se presentan en la
Biblia? Entonces, ¿por que seguir pidiendo nuevas señales?

Un pacto, una vez confirmado, es válido hasta que deja de estar en vigor. Es
sellado por las firmas de los que tienen autoridad. No hay que volver a
sellarlo. El mismo principio debe aplicarse también al Nuevo Testamento.
Este Testamento, siendo la perfecta revelación de la voluntad de Dios para con
nosotros, ya es confirmado, ya es sellado. No hay que volver a confirmarlo y
sellarlo para cada generación. Sí creemos en lo que Dios hizo en el primer
siglo, se creemos en los milagros de la Biblia, entonces, ¿con qué razón, con
que propósito demandamos señales de Dios? Ya él ha dado señales para
confirmar la palabra. Ya el ha dado su testimonio mediante prodigios y
milagros. Ahora, ¿qué pasa con nosotros? ¿No creemos en los milagros del
primer siglo? ¿No creemos en las señales? Y, si creemos, ¿por qué pedimos
nuevas confirmaciones, nuevos testimonios? ¿No basta lo que Dios ya ha
hecho?

Yo creo en todos los milagros y señales de la Biblia. Creo porque Dios ha


hablado y porque él ha confirmado su mensaje. La fe mía no depende de
manifestaciones continuas de índole sobrenatural. Dios quiera que todos los
creyentes lleguen a creer con todo el corazón en la inspiración del Nuevo
Testamento, en su validez y en la realidad de las señales hechas para
confirmar la palabra en el primer siglo.
Lección 26

LA MALA GENERACION
DEMANDA SEÑAL
Nos atrevemos decir que muchos de los que predican sobre los dones
sobrenaturales del Espíritu Santo dedican muy poco tiempo a razonar en
cuanto a la doctrina. Al parecer, desprecian el poder de razonar tomándolo
como algo de origen humano o satánico e implicando que los que lo emplean
no confían en Dios. Teniendo este concepto tan desvariado, no siguen las
reglas de la lógica en su exégesis de las doctrinas bíblicas sobre el Espíritu
Santo. De consiguiente, caen en numerosos errores tales como el de atribuir al
Espíritu acciones, profecías y mensajes que son patentemente antibíblicas.
Muchos que hablan de manifestaciones del Espíritu aparentemente creen que
el Espíritu, puesto que no es un ser humano, tiene que darse a conocer por
palabras ininteligibles y acciones contrarias a la naturaleza y a la conducta
normal, o sea, que las manifestaciones de él tienen que contradecir las leyes
de la lógica. ¡Están muy equivocados! El Espíritu Santo es un ser inteligente.
No es el autor de confusión, ni de acciones y palabras necias y vanas. Sabe
comunicarse con los seres humanos que también comparten esa misma
inteligencia divina debido a que, en cuanto al alma, son engendrados por Dios
(Heb. 12:9). Lo que hace y dice el Espíritu no será nunca indecente, fuera de
lugar o irracional. Ya es tiempo que razonemos sobre el poder y la obra del
Espíritu Santo en vez de hablar con tanto emocionalismo y a base de muchos
prejuicios.

Si la Biblia me enseña con evidencia clara e irrefutable que los dones fueron
dados para revelar y confirmar la verdad, debo creerlo. Y si la misma palabra
divina me enseña que la fe, la verdad, fue una vez dada debo comprenderlo
entendiendo que el Espíritu no repetirá esa revelación. Y si la Biblia me
enseña que los dones llegarían a su fin después de llevarse a cabo la tarea de
revelar toda la verdad, debo aceptarlo razonando que si así es la voluntad de
Dios, entonces me toca a mi respetarla. Para entender la Biblia, lo que hace
mucha falta es mas estudio y menos emocionalismo ciego.
En nuestra disertación sobre la cesación de los dones presentamos el punto
número cuatro que lo es el siguiente: Los dones fueron dados para confirmar
la divinidad de la verdad. Cuando esa verdad fue suficientemente confirmada,
los dones fueron quitados, habiendo Dios cumplido su propósito en darlos.
Consideremos de nuevo Marcos 16:17-20. En el 17 Cristo dice: "Y estas
señales seguirán a los que creen ..." Luego de estas palabras sobre señales el
Señor ascendió. El 20 dice, "Y ellos, saliendo, predicaron en todas partes,
ayudándoles el Señor y confirmando la palabra con las señales. "Confirmando
la palabra, dice el texto. Heb. 2:4 dice lo mismo.

Tal vez podríamos exponer mejor este punto sobre la confirmación de la


verdad por medio de comparar lo que pasó en el caso del Antiguo Testamento
con lo que ha pasado referente al Nuevo. En aquel entonces cuando fue dado
el Antiguo Pacto fueron hechos milagros para confirmar el origen divino de
ese pacto. Heb. 12:18 dice que el monte que «ardía en fuego," "la oscuridad,"
"las tinieblas," "la tempestad." Las tablas eran también una señal divina. Con
estas señales la divinidad del Antiguo Pacto fue probada. Desde ahí en
adelante Israel aceptó el Antiguo Testamento como ley divina. El arca en la
cual fueron colocados el maná, la vara, las tablas fue llamada el arca del
testimonio porque lo que en ella había daba testimonio a la divinidad del
Antiguo Testamento. Dios no seguía sacudiendo montes, escribiendo en
tablas, etc. para cada generación de los Israelitas. Los milagros no fueron
repetidos. ¡Asimismo el Nuevo Pacto ha sido confirmado! Dios no volverá a
confirmarlo de nuevo. No resucitará a Cristo vez tras vez para que haya
testigos oculares en cada generación. No hará que aparezcan lenguas como de
fuego. No matará a los que mienten al Espíritu.

Se introduce ahora el quinto argumento para la cesación de los dones en el


primer siglo. 2 Cor, 5:7 dice que "por fe andamos, no por vista." Si
estuviéramos viendo milagros todos los días, andaríamos por vista, no por fe.
Comparemos con este texto las palabras de Cristo en Mateo 16:4: "La
generación mala y adúltera demanda señal." Es verdad que el Señor habló de
aquella generación del tiempo de su ministerio terrenal, pero el principio
expuesto por el se puede aplicar a cualquier generación. Una generación que
no tiene fe, una generación privada de espiritualidad verdadera, demanda
señales. El hombre espiritual, el hombre sabio, reconoce la existencia del Dios
de los cielos. Cuando su Creador le habla reconoce la verdad y quiere
obedecerla. No demanda señales todo el tiempo. Vive por fe. Anda conforme a
la verdad porque conoce y ama a Dios. El que es débil demanda señales. Si no
se le dan señales pierde la poca y débil fe que tiene volviendo de nuevo al
mundo.

Quizá el texto en Rom. 1:19,20 arroje luz sobre el punto. "Porque lo que de
Dios se conoce les es manifiesto, pues Dios se lo manifestó. Porque las cosas
invisibles de él, su eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles desde
la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas, de
modo que no tienen excusa." ¿Cómo Dios se ha manifestado al mundo?
¿Cómo podemos averiguar su existencia? ¿Cómo podemos saber de su poder
y deidad? Rom. 1:19, 20 no dice que sea por señales y prodigios sino por la
creación misma. Ninguno, dice Pablo, tiene excusa, porque todos pueden
comprender el poder y la deidad de Dios. Y, ¿cómo son entendidas? No
necesariamente por señales, sino por medio "de las cosas hechas". Es decir, lo
milagroso, lo sobrenatural, se puede palpar todo el tiempo mediante la
creación. El mundo en que vivimos es todo un milagro. El cuerpo en que
moramos demuestra el poder de Dios. Los animales del campo, la lluvia, la
mar, los ríos y las montañas - todo es obra de Dios claramente visible a todos.
Así que si rechazamos a Dios no tenemos excusa. El Espíritu Santo no dice
que los que no ven señales y prodigios tengan excusa. Al contrario, declara
que nadie tiene excusa porque Dios se conoce mediante lo visible, lo que él ha
creado. Sin embargo, algunos dicen: "Si no vemos señales, no creeremos. Y, si
el Espíritu Santo no se manifiesta continuamente mediante dones
sobrenaturales no confiaremos en el poder, la presencia y la ayuda de Dios."
La mala generación demanda señal. No anda por fe. No seamos niños sino
creamos. Busquemos la verdad en vez de afanarnos tanto en cuanto a señales.
Lección 27

LOS DONES NO
EXISTEN
Con esta lección empezamos el séptimo y último de los argumentos dados
para probar que los dones espirituales ya han cesado. Sin duda, éste es el mas
controversia de todos. Muchos, a oírlo por primera vez, se escandalizarán
tanto que ni aun lo considerarán. Otros, que no tienen tantos prejuicios, lo
examinarán antes de negarlo categóricamente. El argumento es este: que los
dones sobrenaturales simplemente no existen hoy día. Ya se pueden oír los
gritos angustiados de incredulidad. Una protesta fuerte se levanta y muchos
cantan a viva voz que sí, que los dones sí siguen, que se evidencian, que se
ven. Bien, estamos escuchando y examinando todo. Y los que protestan,
¿están haciendo igual? ¿Quién tiene razón? Declaramos que los dones no
existen hoy día; que la ausencia de tales manifestaciones del Espíritu Santo es
cumplimiento de la voluntad divina; que la ausencia de los dones nada tiene
que ver con nuestra fe, o la falta de ella, en Dios; y que ni son disponibles
porque ya cumplieron su propósito. Otros afirman con convicción asombrosa
que sí, los dones sí siguen. ¿Quién enseña la verdad? Hay una sola manera de
resolver el conflicto. Tendremos que someter a pruebas todos los llamados
dones del presente comparándolos con los dones del primer siglo. Es decir,
tendremos que analizarlos a la luz de la Biblia. Hagámoslo, entonces. No
tengamos miedo de hablar francamente sobre este asunto. Mediante nuestras
indagaciones la verdad será descubierta. Sabremos si los dones de hoy día sin
iguales a los del primer siglo, o si son meramente obras ficticias.

Antes que nada, hacemos la pregunta siguiente: Si el Espíritu trabaja hoy día
exactamente tal y como lo hizo en el tiempo apostólico, por qué se habla hoy
día de solamente tres o cuarto de los dones? ¿Por qué se pasan por alto los
otros 10 o 11? Si el Espíritu Santo no da todos los dones a los creyentes del
siglo 21, entonces no obra hoy tal como lo hizo en el primer siglo. Sabemos
que hoy día se habla mucho del don de lenguas, a veces, aunque no a menudo,
de la interpretación de lenguas; se habla del don de profecía, y también de el
de sanidad divina. Pero, hay como 10 dones más en las listas del Nuevo
Testamento. ¿Por qué no se trata de estos? Además, no vemos milagros y
manifestaciones iguales en grandeza y poder a los del primer siglo.
Francamente, estos factores nos ponen a dudar de los que tanto hablan de
dones hoy día. Nos hacen sospechar que, pese a las muchas y fuertes
afirmaciones de los que dicen tener dones sobrenaturales, algo no concuerda.
¿Por qué no tienen todos los dones? ¿Por qué no levantan a los muertos?

Cuando hacemos la pregunta que si existen todos los dones hoy día casi
ninguno responde que sí. Casi siempre la contestación es que no, que no
existen todos los dones hoy día. Entonces, preguntamos por qué y nos dicen
que es por falta de fe en los discípulos, o que es porque la iglesia del siglo 21
no es fiel y que no sigue los mandamientos de Dios.

"Por falta de fe," Si, de veras, el Espíritu Santo rechaza dar algunos dones hoy
día porque los discípulos tienen poca fe, entonces, tenemos un comentario
negro hoy día que los discípulo y triste sobre esta generación de creyentes. No
tienen fe; por lo tanto, no reciben todos los dones, ni tampoco reciben los
grandes poderes que tenía la iglesia primitiva. Pero, vemos algo extraño aquí.
Si no tienen fe suficiente para recibir todos los dones, si no son dignos de
obtener todos los poderes, ¿cómo, entonces, recibirán el más grande de los
dones, la salvación del alma? Sí no soy digno de recibir dones, todos los dones
si mi fe es tan débil, o mi vida tan descarriada, entonces no veo cómo puedo
ser digno de obtener la corona de la inmortalidad. Hacemos una pregunta
importante suplicando a que se conteste honradamente: ¿Se necesita más fe
para recibir dones que para recibir salvación? De acuerdo con lo que enseña la
Biblia, tenemos que contestar que no. Entonces, si creemos para salvación, y
todavía todos los dones son disponibles, podremos obtenerlos todos a base de
la fe que es para salvación.

La explicación de que algunos dones y poderes del Espíritu no se ven hoy día
por que los discípulos no tienen suficiente fe, es, a mí me parece muy débil.
Carece de validez. Considere lo que observamos ahora. Pablo enseña en 1
Cor. 14:1 en adelante que la profecía es el más grande de los dones. ¿Cuántos
en Puerto Rico y en otros paises afirman tener el don de profecía? Son
muchos, ¿verdad? Tenemos entendido que en algunas congregaciones casi
todos los miembros son profetas o profetisas. Si los feligreses de tales sectas
no creen en la profecía, entonces hay que disciplinarlos o excomulgarlos.
Parece que miles y miles tienen fe suficiente para obtener el mas grande de los
dones, la profecía. Sin embargo, ¡no tienen bastante fe para tener los demás
dones de menos importancia y valor! ¿Qué pasa aquí? Eso no suena bien. No
es lógico, ¿verdad? Si tienen tanta fe como para merecer, recibir el más grande
de los dones, entonces ¡no habría porqué no darles todos los dones y poderes!

Vemos que esta explicación de la ausencia conspicua de muchos dones y


poderes no sirve. La verdad es que los dones no se ven hoy día. ¿Sabe por
qué? No es por falta de fe en los discípulos sino porque los dones no son
disponibles para nosotros. Luego, ¿Dios hace acepción de personas? En
absoluto. A todos de la era cristiana el ha dado toda la verdad. Los del primer
siglo la recibieron mediante los dones; nosotros hoy día mediante la palabra
escrita. La única diferencia estriba en la cuestión de métodos o sea, en la de
como fue transmitida la verdad a los hombres. Ellos recibieron la verdad por
medio de dones; nosotros por medio de la palabra escrita. Tanto para ellos
como para nosotros el mensaje es el mismo, y es el mensaje que cuenta, no el
método de comunicarlo. Creemos, y creemos para salvación. Pero, no
recibimos los dones simplemente porque no son disponibles. Dios lo decidió,
no este servidor. Ya hemos estudiado los pasajes que enseñan la cesación de
los dones.

Volvamos a un punto notado anteriormente. Algunos dicen, "Bueno, no


tenemos todos los dones, y no vemos los prodigios y milagros del primer siglo
porque hay tanto pecado en las iglesias hoy día. ¿Qué clase de explicación es
esta? Es, en verdad, nada menos que una sentencia de condenación para las
iglesias del siglo 21. Si son tan corruptas que el Espíritu Santo niega
concederlas algunos dones, entonces ¡no son dignas de recibir salvación. Pero,
alegadamente, tienen el don de profecía, el mas grande de los dones, y esto a
pesar de la corrupción que en ellas hay. No comprendemos como puede ser
esto. ¡Iglesias tan desviadas que no reciben los dones inferiores, pero si los
superiores! Hay algo que va al revés aquí y creemos que el sabio de corazón
no tendrá problema en descubrirlo. En cuanto a que hay corrupción en las
iglesias hoy día, estamos de acuerdo; si la hay tanto en lo doctrinal como en lo
moral. Pero, ésta no es la razón por la cual no existen todos los dones hoy día.
La razón es que el tiempo de los dones llegó a su fin hace 19 siglos. El
Espíritu Santo sigue obrando. Jamás ha dejado de obrar en los fíeles. El
instrumento más fuerte que él emplea no es el don sino la verdad. El es el
Espíritu de verdad. Busque la verdad con mucho más afán que busca los dones
y la encontrará. El don no salva; la verdad sí salva.
Lección 28

LOS DONES NO
EXISTEN (2)
Referente a la obra y el poder del Espíritu hay innumerables doctrinas y
opiniones, y no pocas supersticiones. Efesios 4:3 nos exhorta a ser "solícitos
en guardar la unidad del Espíritu en el vinculo de la paz." Tal vez muchos
hayan intentado obedecer. Lo cierto es que, a pesar de sus esfuerzos, muchos
han fracasado. Sobre el tema estamos divididos; nos contradecimos y nos
acusamos de blasfemar. Hablamos de iglesias "muertas" y de iglesias
"avivadas." A veces, nos acaloramos tanto en nuestras contenciones que, en
vez de comportarnos como caballeros cristianos, hablamos mal los unos de los
otros y juzgamos locamente, inexcusablemente íncurriéndonos en pecados
graves. Y el mundo inconverso nos observa y concluye que ninguno de
nosotros es cristiano. ¿Serán los hijos del mundo más sabios en su generación
que nosotros? 0, ¿buscaremos la "unidad del Espíritu?" Desde luego, la Biblia
no apoya a las distintas facciones entre nosotros que defienden tercamente sus
propias opiniones sobre el poder y la obra del Espíritu Santo. La Biblia no
presenta dos, tres o más doctrinas contradictorias sobre este tema, sino una
sola,

Es posible que algunos hayan dicho, "Bueno, ¿por qué ese hermano está
presentando tantos sermones respecto al Espíritu Santo, sus poderes y
trabajos? ¿Por qué toca los puntos delicados y controversiales? ¿Por qué
arriesga ofender a muchos? ¿Por qué no nos deja en paz con nuestras
enseñanzas y prácticas?" Seamos honestos. Ni los de un grupo, ni los del otro,
dejarán el debate sobre este tema hasta que no lleguemos a tener la unidad de
la fe y del entendimiento en cuanto a ello. Además, aquí no hay lugar para
convenios humanos. No podemos acordar a desacordar. El problema no se
resuelve tapándolo o pretendiendo que no exista. La solución vendrá por
medio de razonar inteligentemente analizando con calma e imparcialidad todo
texto bíblico que arroje luz divina sobre la doctrina.

El propósito singular de todo lo que hemos dicho, y de todo lo que diremos, es


ayudarnos resolver los conflictos vergonzosos que hay entre nosotros los
creyentes referente al Espíritu Santo. Buscamos la verdad porque sabemos que
solamente la verdad puede llevarnos todos a la "unidad del Espíritu. Los que
no son "solícitos en guardar la unidad del Espíritu", son culpables de un gran
pecado, el de fomentar más y más partidos y facciones.

¿Qué es la verdad respecto a la supuesta existencia de dones sobrenaturales en


el siglo 21? ¿Existen en realidad? Parece que este ni aun era un punto
discutible en la iglesia del primer siglo. Los dones existían y la prueba de su
existencia era tan incontrovertible que no había porqué cuestionar su validez.
Cuando Pedro y Juan sanaron al cojo de nacimiento, los enemigos de la iglesia
dijeron, «¿Qué haremos con estos hombres? Porque de cierto, señal manifiesta
ha sido hecha por ellos, notoria a todos los que moran en Jerusalén, y no lo
podemos negar" (Hechos 4:16). No podían negarlo, ni disputarlo. ¡Que
contraste hay entre aquellos días y estos! Hoy día, hay controversias continuas
sobre supuestas curaciones. Asimismo hay disputas interminables sobre
lenguas y profecías. Y, ¿quienes son los polémicos? Pues, no son solamente
los ateos sino también los que ya creen. 0 sea, la lucha sobre la existencia de
los dones se libra tanto dentro del campamento de los cristianos como fuera de
ello. En la actualidad parece ser más fuerte entre los cristianos. ¿Por qué? La
razón obvia es que no hay pruebas indisputables de la existencia de dones
sobrenaturales entre los creyentes del siglo 21. Si las hubiera aun los
enemigos de la fe tendrían que callarse. En fin, podemos observar que la
ausencia total de algunos poderes y dones, las controversias acaloradas sobre
la existencia de otros y las dudas prevalecientes en cuanto a la autenticidad de
curaciones y lenguas y la veracidad de profecías, combinan para indicar
fuertemente que los dones verdaderos no se encuentran hoy día. El Espíritu
Santo sigue obrando mediante la verdad que salva. Obra en todo alma que
acepta la verdad. Obra mediante la verdad para convencer al mundo incrédulo
de pecado, justicia y juicio. Da la verdad a todos sin excepción y lo hace por
medio de la palabra escrita en el Nuevo Testamento. No se comunica ni con la
iglesia ni con el mundo mediante los dones porque ya la iglesia y el mundo
tienen toda la verdad en las páginas del Nuevo Testamento. El poder de Dios
para salvación sigue manifestándose en la iglesia y en el mundo. Ese poder no
consta de dones, señales y prodigios, sino de la palabra que es la "espada del
Espíritu".

Con todo respecto hacia los que dicen tener el don de hablar lenguas,
comparemos las evidencias que hay para este don en el siglo 21 con las del
primer siglo. Nos damos cuenta de que muchas almas sinceramente buscando
la salvación afirman haber recibido el don de hablar lenguas extrañas. A la
vez, estamos seguros de que aun el creyente mas sincero puede equivocarse
atribuyendo al Espíritu Santo, lo que no ha venido de el. Si el discípulo
sincero tiene tutores mal informados, no cualificados o supersticiosos, no
aprenderá mucho. Y es probable que, pese su sinceridad, aceptará los errores
de sus maestros. El salvaje cree en las supersticiones propagadas por el mago
o brujo de su tribu. El que nace en tierra de los mahometanos acepta como
verídicas las enseñanzas del Corán. El que quiere seguir a Cristo aceptan las
doctrinas de los pastores que hablan de él. Lo lamentable es que muchos son
culpables de no poner a pruebas los mensaje que oyen. La sinceridad sola no
es defensa segura contra el engaño, aún en cuanto al poder del Espíritu Santo.
Nos dice que algunos hablan lenguas? No cuestionamos la sinceridad de su
convicción. Pero si cuestionamos su entendimiento de lo que es hablar lenguas
extrañas. ¿Quiénes han sido sus maestros para endoctrinarle respecto al don de
hablar lenguas? Los pastores, ¿verdad? Y, ¿sabían ellos lo que es el don de
hablar lenguas? Si sabían, bien. Pero si no sabían y, de consiguiente,
enseñaron errores entonces, usted no aprendió la verdad sobre lo que quiere
decir hablar lenguas. ¿Los primeros pastores que le enseñaron sobre el don de
hablar lenguas tenían también el don? ¿Que hablaban? ¿Cuáles idiomas? Nos
dice que no hablaban idiomas sino que dieron sonidos inciertos? ¿Que
repetían muchas veces la misma sílaba o la misma frase? ¿Que enseñaron a
que todos hablaron a la vez? ¿Que no había interpretes cuando hablaban? ¿De
tales maestros aprendió lo que ahora tiene por verdad sobre el hablar lenguas?
Y ahora ¿qué pasa? Pues, va repitiendo lo que primero oyó. Y, ¿si eso que
primero oyó no concuerda con la Biblia? Entonces, va repitiendo errores.

Considere. Cuando estudiamos el don de hablar lenguas Y cómo fue usado en


la iglesia primitiva, aprendimos que la lengua extraña era un idioma. Hechos
2:8. Cada uno oyó en la lengua en la cual había nacido. No era una lengua
angélica. Los hombres no son ángeles y no hablan lenguas angélicas.
Tampoco era un chorro de sonidos inciertos. El Espíritu Santo prohibe el dar
sonidos inciertos con la lengua. Ahora, preguntamos: ¿Son las llamadas
lenguas extrañas del siglo 21 idiomas? Patentemente no lo son. Por lo tanto,
no son iguales a las lenguas extrañas de la Biblia. Dijimos que el don
verdadero de hablar lenguas en el siglo 21 no existe y aquí es la prueba
irrefutable. ¿Comprende ahora por qué afirmamos que los dones espirituales
no existen hoy día? Pero la verdad existe y la verdad libra, santifica y salva.
Lección 29

EL DON DE LENGUAS
NO EXISTE
Miembros fieles de las iglesias de Cristo son personas bien decididas a
cumplir concienzudamente todos los mandamientos del Nuevo Testamento.
Encontrando que Dios nos ha exhortados a ser "solícitos en guardar la unidad
del Espíritu" nos empeñamos en buscar la base de verdad divina que hará
posible esa unidad entre todos los creyentes. Lamentamos las contiendas
facciosas que hay respecto a los poderes y el trabajo del Espíritu Santo. Bien
sabemos que algunas sectas han sido formadas solo con miras a proponer
interpretaciones privadas y doctrinas de hombres sobre el Espíritu. Todos
nosotros que creemos podemos predicar la misma doctrina sobre el Espíritu
Santo porque la Biblia, sin lugar a dudas, expone una sola doctrina. Pero no
todos predicarán esa doctrina hasta que todos no lleguen a tener la verdad.

La verdad nos enseña que el don de lenguas cesaría (1 Cor. 13:9). La misma
palabra de verdad enseña que el don cesaría al fin de la edad apostólica (Efe.
4:7-16). Por lo tanto, no esperamos ver hoy día el don de lenguas en la iglesia
del Señor. Si algunos creyentes afirman tenerlo naturalmente sospecharemos
que se han engañado a si mismos confundiendo lo ficticio con lo verdadero.

La observación imparcial y honesta de lo que pasa entre los que dicen tener el
don de lenguas nos convence completamente de que no lo tienen. Lo decimos
con toda humildad teniendo, al declararlo, un solo propósito, a saber: el de
sacarnos de dudas y confusión y errores. Comprendemos que a muchos no les
cae bien lo que afirmamos. A la vez, creemos que muchos se regocijarán al
poder salir de las tinieblas de practicas supersticiosas. En el mundo hay mucha
moneda falsa; nadie la quiere aunque se asemeje mucho a la moneda
verdadera. No tiene valor alguno. Asimismo hay piedras preciosos que
parecen ser diamantes pero no lo son. Al indocto le da dificultad el distinguir
entre la moneda falsa y la buena. Si se le dice que tiene una moneda falsa a lo
mejor no lo creerá. Pero si se le señalan las marcas que identifican la moneda
como falsa, entonces ha de aceptarlo, y si no la hace, le tendremos por hombre
bruto. Bien, hay manifestaciones de índole religiosa que tal vez parezcan ser
idénticas a las del primer siglo. Pero si al examinarlas a la luz clara y brillante
de la Bíblica vemos características de falsedad sabremos que no provienen del
Espíritu Santo. El llamado don de lenguas en las iglesias y los movimientos
modernos lleva características de falsedad.

1. La lengua extraña de movimientos levantados desde el principio de este


siglo 21 no son iguales a las lenguas extrañas del tiempo apostólico. Citando
Hechos 2 ya lo hemos probado. La lengua extraña de la Biblia es un idioma.
La lengua extraña de hoy día no es un idioma sino un chorro de sonidos sin
significado.

2. 1 Cor. 14:15-17 manda a no orar en lenguas: si no hay intérprete porque el


que escucha no podrá decir el Amen. Los que pretenden tener hoy día el don
de lenguas oran en lenguas aunque no haya interprete.

3. 1 Cor. 14:27 límite a tres el número de personas que pueden hablar lenguas
en el culto de la iglesia. Hoy día los que dicen tener el don hablan todos en el
culto.

4. 1 Cor. 14:27 enseña que los que tienen el don de lenguas tienen que hablar
por turno. Esta regla no se sigue hoy día.

5. 1 Cor. 14:28 dice que no se debe hablar lenguas si no hay interprete. Hoy
día todos hablan a la vez, haya o no haya intérprete. ¿Cómo puede el
interprete traducir los mensajes si todos hablan a la vez? No podría. Su tarea
sería imposible de llevar a cabo. De toda manera, no hay ningún mensaje en
esas lenguas que pudiera ser interpretado.

6. 1 Cor. 14:33-37 prohibe a las mujeres a predicar o dirigir en las


congregaciones. Sin embargo, hoy día muchas mujeres dicen que no pueden
callarse porque tienen el don de lenguas y tienen que hablar. Es evidente que
no tienen el don porque el don de Dios no obliga a desobedecer el
mandamiento del Espíritu Santo.

7. 1 Cor. 14:27-39 enseña claramente que los del primer siglo podían controlar
el don de hablar lenguas, hablando por turno, callándose para dejar que otros
hablaran, etc. Una característica del llamado don de lenguas del siglo 21 es
que no se puede controlar. Esta es una prueba irrefutable de falsedad. El
espíritu le coge a un miembro y ese sale con toda clase de disparate. No se
calla aunque otros hablen. Baila. Brinca. Grita. Repite mil veces la misma
frase o sílaba. Es poseído. Pero, ¿qué es el espíritu que le ha agarrado? ¿Qué
le ha quitado el libre albedrío? ¿Qué espíritu usa la lengua para decir nada?
¿Qué interfiere con el proceso natural de expresión? ¿Qué espíritu es ese que
le hace a uno violar la clara enseñanza de la Biblia? Ese espíritu no puede ser
el Espíritu Santo
8. 1 Cor. 14:27 nos instruye a hacer "todo para edificación." Pablo dijo que si
por la lengua extraña no trae revelación, conocimiento, profecía o doctrina,
entonces la lengua no se debe usar. En las llamadas lenguas extrañas de hoy
día ¿qué hay de edificación? ¿Cuánto se revela? ¿Cuánto conocimiento de
verdades divinas se obtiene? Le suplico que razone un poco y vera cuán
absurda es esta práctica moderna de deliberadamente dejarse caer, o hacerse
caer, en un trance perdiendo, por consiguiente, el control natural de la lengua,
como también el de otros miembros del cuerpo. Los que lo hacen nada tienen
que enseñar, nada revelan sino su propia ignorancia de la obra del Espíritu
Santo y la naturaleza del hombre. No nos traen doctrinas. Sus sonidos
inciertos no nos preparan para la batalla. ¿Qué de bueno, de beneficio, hay en
la práctica? ¿Nos dice que Dios es glorificado? Respondemos que el don de
lenguas no fue dado nunca para que el hombre glorificara a Dios ni se
comunicara con el. El que habla sin intérprete habla solo con Dios porque
ningún hombre lo entiende. Esto no tiene que ver con el culto dado a Dios.
Muchos lo han entendido mal. Dios nos entiende y no necesita que hablemos
una lengua especial para que le adoremos.

A mi parecer, la lengua extraña de hoy día sirve sólo para confundir y ofuscar.
Es, de veras, una lengua extraña, extraña porque nadie la entiende, extraña
porque no se puede interpretar, extraña porque no edifica, ni exhorta, ni
enseña; extraña porque no se puede controlar, extraña porque obliga a
algunos, especialmente a algunas mujeres, a que desobedezcan a Dios y
extraña porque no se usa para enseñar a los inconversos del mundo. Tan
extraña lo es que sería mejor dejarla a un lado. ¡No sirve!

9. Esta lengua extraña moderna no sirve para señal a los que no creen. Cuando
los incoversos observan el fenómeno de un grupo adorando mediante lenguas
dicen: «Esa gente está loca». Pablo predijo que lo dirían, y así lo dicen. Esta
lengua entonces, no sirve para convertir sino para enajenar. Es un tropiezo.

Saquemos la verdad a la luz y no tengamos miedo de examinar todo. Muchos


piensan que tienen diamantes. En realidad, tienen nada más que algunas
piedrecitas de brillo que no tienen valor ninguno. Sí, comprendemos que uno
se siente muy incomodo al darse cuenta del engaño que ha habido. Pero mejor
es descubrir la verdad aquí que ir delante del trono de Dios con nada sino
experiencias emocionales para contarle. "En aquel día muchos me dirán,
"Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos demonios, y
en tu nombre hicimos muchos milagros? Y entonces les declararé: Nunca os
conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad" (Mateo 7:23).

El don de lenguas no existe hoy día. Lo que se ve es solamente una


manifestación ficticia.
Lección 30

LOS SENTIMIENTOS
COMO PRUEBA
En esta lección estudiamos sobre el significado y la validez de experiencias
espirituales en la vida religiosa de los que creen en Cristo. Mediante el estudio
anterior aprendimos que el llamado don de lenguas de tiempos modernos no
es igual al don de lenguas de tiempos apostólicos. Las muchas personas de
hoy día que creen haber recibido el don no lo tienen en actualidad. Sin
embargo, con toda sinceridad y fe afirman tenerlo y se refieren a sus
experiencias para probarlo. En efecto, nos dicen: "A nosotros no nos importa
cuanto conocimiento tengan, ni cuantas teorías expongan sobre el fin de los
dones porque nosotros tenemos el don de hablar lenguas. Lo usamos en los
cultos y no hay quién niegue el testimonio público de nuestras experiencias."

Bien. Parece ser un argumento fuerte, quizá irrefutable. Merece nuestra


atención y lo examinaremos.

Al considerarlo, vemos que tal vez no sea tan fuerte como se supone. En
primer lugar, notemos que el argumento se basa en una suposición
fundamental la cual no tiene el apoyo de evidencias palpables ni recibe
confirmación mediante el sentido común. La suposición o teoría es que las
experiencias psíquicas y manifestaciones espirituales nunca engañan, ni
pueden ser mal interpretadas, sino forman un criterio infalible por medio del
cual se puede determinar si el creyente tiene al Espíritu Santo. Dicen algunos:
"Sabemos que el Espíritu Santo obra de manera sobrenatural en nosotros
porque sentimos la presencia y el poder de él." ¡Sabemos ... porque sentimos!
¡Porque lo experimentamos! ¡Lo sentimos, lo experimentamos; por lo tanto,
tiene que estar con nosotros! Dicen: "El viene y nos hace hablar lenguas. Su
presencia es palpable."

Referente a esta manera de razonar hacemos algunas observaciones. Por


ejemplo, no cabe duda de que se siente la presencia de algo en las reuniones
donde dicen hablar lenguas. Se siente "el poder" y a consecuencia hay
manifestaciones visibles. Los que participan en tales reuniones atribuyen ese
"poder", eso que se siente como una corriente, al Espíritu Santo. Pero, es
posible que hayan interpretado mal sus sentimientos y experiencias. Dicen que
son evidencias de la presencia y del poder del Espíritu Santo. Han de
comprender que posiblemente sean las manifestaciones de otro poder que no
tenga nada que ver con el Espíritu de Dios. No todo lo que siente el creyente
es del Espíritu Santo. No todas las experiencias religiosas tienen su origen en
él.

En la vida emocional y espiritual de cada creyente hay sentimientos y


experiencias innumerables, algunos buenos, otros satánicos. El cristiano
maduro sabe distinguir entre los buenos y los malos, no cometiendo el error de
atribuir a Dios, o al Espíritu Santo, los que son patentemente de la carne, o del
diablo. La madurez espiritual nos enseña que las emociones pueden engañar y
que no podemos usarlas como criterio para determinar la presencia del
Espíritu Santo en nosotros. Asimismo, el cristiano maduro comprende que
experiencias religiosas pueden ser interpretadas mal.

Lo que estamos exponiendo se puede ilustrar de la siguiente manera. Cuando


el pagano, digamos de la selva del Amazona, da culto a su ídolo de madera o
piedra, ¿que- siente él? Un poder, ¿verdad? La presencia misteriosa de una
fuerza espiritual. Esa fuerza se agarra de él y se manifiesta en los miembros de
su cuerpo. Lo pone a correr, brincar, revolcarse en el piso, danzar, cantar y
gritar. Nosotros lo observamos y decimos. "Pobre idólatra. Ignorante y
supersticioso. No sabe nada." Sin embargo, ese salvaje pagano esta muy
contento con su dios falso de madera. Cree que su dios tiene grandes poderes
y siente la presencia de él en lo más profundo de su alma. También atribuye
sus acciones de correr, gritar, danzar, etc. a la influencia directa y poderosa de
su dios.

Ahora bien, los cristianos, al contemplarlo, concluyen que el pagano esta


completamente equivocado. Dicen que la estatua de madera no puede tener
ningún poder y que, por lo tanto, las influencias y fuerzas recibidas y
experimentadas por el pagano no provienen de su dios falso, sino que, más
bien, tienen su origen en la propia mente embotada y supersticiosa del pobre
hombre. Y, tienen razón. Los sentimientos, experiencias y acciones del pagano
no prueban que su imagen hecha a mano tenga poderes sobrenaturales. Los
sentimientos y experiencias lo han engañado y interpreta mal las
manifestaciones.

Podemos decir que los sentimientos y experiencias del adorador pagano no


corresponden a los atributos de madera, piedra, oro y plata. Es decir, estatuas
hechas de estos materiales no son, por naturaleza, capaces de originar o de
producir lo que el pagano siente.
De la misma manera, razonamos que el Espíritu Santo no es capaz, por
naturaleza, de producir los sentimientos y experiencias que muchos
erróneamente atribuyen a la influencia directa de él. El no puede ser ese
"poder" o "fuerza" o "fuego" espiritual que mueve a algunos creyentes a dar
muchos sonidos inciertos, que los mueve a gritar, danzar, revolcarse en el
piso, alborotar en el culto, y violar muchos mandamientos de Dios. Decimos
que el Espíritu Santo no es capaz de ser el autor de todo esto porque tales
sentimientos, experiencias y acciones no corresponden a los atributos y al
comportamiento de él. El Espíritu Santo condena el hablar palabras que no
tienen significado. Pues, si un creyente habla tales palabras no tiene porqué
atribuirlas al Espíritu Santo. Si atribuye su acción de dar sonidos inciertos al
poder del Espíritu Santo y si también le atribuye al mismo Espíritu las
emociones y experiencias que suelen acompañar lo que se llama hablar
lenguas en las iglesias modernas, entonces será tan equivocado como el
pagano del Amazona que atribuye a su dios experiencias, acciones e
influencias que no pueden ser de él. Sus experiencias le habrán engañado. El
Espíritu Santo es incapaz de mentir, ¿verdad? También es incapaz de
contradecirse. Es incapaz de anular los mandamientos de Dios. Si, pues, la
Biblia condena el alboroto, como lo hace en 1 Cor. 14, y alborotamos en el
culto, ¿con qué razón diremos que ese alboroto es producto o manifestación
visible de la presencia del Espíritu Santo? ¿Diremos que lo sentimos? No, no
podemos probar la presencia del Espíritu Santo refiriéndonos a nuestros
sentimientos. Es muy evidente que nuestros sentimientos pueden engañarnos.
El Espíritu Santo no es el autor de confusión en las iglesias y si le atribuimos a
el esa confusión alegando que sentimos la presencia de él, entonces estamos
equivocados. Nuestros sentimientos nos habrán engañado porque la confusión,
el alboroto, la gritería y todo ese emocionalismo fiero no corresponden a los
atributos, a la personalidad y a las acciones del Espíritu Santo.
Lección 31

EL VACIO ESPIRITUAL
Tanto las revistas y los periódicos seculares como los de índole religiosa
comentan, con frecuencia alarmante, sobre la presente disminución de interés
en la religión. Los discípulos no concurren como antes a las reuniones de las
iglesias; tampoco leen la Biblia mucho. Se habla de un vacío espiritual que
muchos creyentes dicen sentir en el alma, alegando algunos que ya han
perdido contacto con Dios o que nunca le conocían bien.

Sin lugar a dudas, este malestar espiritual ha sido producido, a lo menos en


parte, por los sermones secos y enseñanzas desvariadas de predicadores que
no han sabido proclamar el evangelio puro. Ahora, hay muchas almas
enfermas que buscan con ahínco algún remedio eficaz. No pocos creen
haberlo encontrado en la experiencia emocional, conmovedora e inolvidable
cuya manifestación externa es casi siempre el hablar lenguas estáticas. Según
los que han experimentado tales "encuentros con Dios", como suelen
describirlos, se logra establecer una relación muy íntima con el Espíritu Santo,
tanto que se reciben de él influencias y poderes sobrenaturales. Según
muchos, esta experiencia emocional es esencial para el renacimiento del alma.
El Dr. Erven en su libro titulado "Estos No Están Borrachos" afirma que "la
verdad separada de la experiencia no es verdad." Esta es, en efecto, la tesis de
todo el libro, y es, en realidad, la tesis de todos los que confían mas en
sentimientos que en la Palabra Divina como criterio mediante el cual
determinar la condición espiritual del alma. El autor del libro referido explica
en el prólogo que un amigo suyo, comerciante cristiano, pronuncio este
principio y dice que, al oírlo, se dio cuenta en seguida de que era como un
revelación divina. "La verdad separada de la experiencia no es verdad." Es
decir, la verdad se descubre por medio de las experiencias emocionales
humanas.

A mí parecer, ese principio es patentemente erróneo y de ninguna manera


podría ser una revelación divina, Apliquemos el principio y veremos por que
no puede ser correcto. "Yo siento el poder de Dios en mi. Por lo tanto, la
verdad incontrovertible es que Dios está en mí» ¿Es justificada la conclusión?
El que sienta yo en mi alma algo diferente, un poder, un gozo, una paz, etc. no
quiere decir necesariamente que Dios esté morando en mi. Las emociones de
todo ser humano son inestables. A menudo, nos engañan. La experiencia
emocional espiritual no tiene siempre su origen en el Espíritu Santo. Puede ser
causada por otros poderes sociológicos o espirituales. En la lección anterior,
nos referimos a los paganos observando que, cuando rinden cultos a sus dioses
de madera, oro y plata, experimentan sentimientos fuertes y creen que éstos
son producidos por el poder de sus dioses. La experiencia emocional de tales
personas no se puede negar. Sin embargo, dicha experiencia no compone
ninguna prueba de que tengan la verdad o que estén bien delante del Dios
verdadero de los cielos. Sus experiencias son reales pero no concuerdan con la
verdad de la Biblia y, por lo tanto, no podemos aceptar como evidencia del
poder de Dios obrando en ellos.

De la misma manera razonamos que tampoco podemos aceptar como


evidencia de la presencia del Espíritu Santo las experiencias emocionales de
los que

hablan lenguas estáticas. No importa cuán gloriosas y poderosas sean esas


experiencias, si no concuerdan con la Biblia no pueden ser de Dios. La
experiencia espiritual emocional que da por resultado el desobedecer al
Espíritu Santo de la Biblia no es de Dios. La verdad no se determina por los
sentimientos y experiencias de los hombres. De ninguna manera. Al contrarío,
hay que juzgar toda experiencia psíquica, emocional o espiritual a la luz de las
Sagradas Escrituras y si no concuerdan las experiencias con la palabra divina,
pues tenemos que aceptar el testimonio de la Biblia, no el de la experiencia
emocional. No podemos decir: "Yo siento tal y tal cosa y por lo tanto estoy en
lo correcto." No es lo que siento yo o sienta usted; es lo que dice la Biblia. Y
si mí experiencia emocional contradice la Biblia, pues tengo que reexaminar
mí experiencia. Aun más, tengo que controlar mis emociones obligando que
mis sentimientos sean como los de Cristo y los apóstoles En nuestra búsqueda
de Dios no podemos ir más allá de la verdad absoluta e irrefutable de las
Escrituras. No le encontraremos en experiencias emocionales descontroladas
de fanatismo y superstición porque nuestro Dios no es Dios de confusión ni
tampoco es Dios de experiencias emocionales anormales. Al experimentar
algún sentimiento tenemos que preguntar: "¿Es esto de Dios?" ¿Como
podemos saber con certeza? Hay una sola manera. Tenemos que examinar no
solamente nuestra doctrina sino también nuestras emociones a la luz de la
Biblia. Las emociones y experiencias humanas no son la fuente de verdades
divinas. Las experiencias emocionales, separadas de la verdad de Dios,
pueden engañar fácilmente. Y es precisamente lo que ha pasado con muchos
que están buscando un remedio para la enfermedad grave de sus almas. En vez
de tanto emocionalismo y sensacionalismo, en vez de sesiones organizadas
para hacer que los participantes pierdan el dominio propio cayendo en trances
y estados de histerismo, en vez de hipnosis espiritual, lo que las almas
necesitan es LA VERDAD, la pura verdad de la Biblia. Han oído un mensaje
adulterado, uno que no ha curado nada. Un mensaje estéril que no ha saciado
el hambre del alma. Un mensaje religio-político-socíal preparado para el
hombre carnal no para el hombre de grandes necesidades espirituales. Ahora
necesitan LA VERDAD. Cuando el creyente se llena de toda la verdad pura de
la Biblia, y la sigue, tiene entonces la seguridad de salvación que ha estado
buscando. Y, ese poder para vencer que quiere lo recibe también porque la
verdad es poder. Y ese gozo, esa paz que anhela, Dios se la da. La verdad
indestructible, la verdad eterna y segura de la Biblia, le provee todas estas
bendiciones junto con muchas otras también. Entonces, querido lector, no
confíe en experiencias emocionales de origen humano. Al aprender y poner en
practica la verdad de la Biblia, tendrá todo lo que le hace falta y su vida
espiritual será más rica que jamás haya imaginado.

La enseñanza que esta lección lleva se puede resumir como sigue: Cuando
nuestros sentimientos y experiencias emocionales nos llevan a contradecir y
desobedecer la palabra del Espíritu Santo tal como la tenemos en la Biblia,
entonces hay prueba indisputable de que ya nos hemos alejado de Dios;
prueba sí, de que nuestras emociones nos han engañado. Hoy día, hay
corrientes fuertes de emocionalismo espiritual en casi todas las iglesias
grandes y pequeñas del mundo. Sea advertido: Cuando los hombres se dejan
guiar por emociones, sentimientos y experiencias caerán en muchas trampas y
lazos del diablo. Creerán y confiarán más en sus experiencias propias
humanas que en la palabra infalible de Dios. Un tal Ranaghan en su libro
"Católicos Pentecostales" dice que la práctica de citar libros, capítulos y
versículos para exponer y sostener doctrinas bíblicas ya no sirve en estos días
del siglo 21. En realidad, su teoría es que la Biblia ya no sirve. Para él, como
para otros miles y miles que piensan de igual manera, importan sólo las
experiencias emocionales; importa sólo el encuentro con el "espíritu"
mediante trances, hipnosis espiritual, autosugestión, etc. Preguntamos: ^¿Qué
espíritu es ese que se encuentra cuando dejamos la Biblia para buscar a Dios
mediante experiencias psíquicas? De cierto, les digo que no es el Espíritu
Santo de Dios.
Lección 32

EL ESPIRITU DEL
ENGAÑO
Referente al hablar lenguas hemos preguntado qué espíritu" o "poder" trabaja
en algunos creyentes haciéndolos dar sonidos aparentemente sin significado.
Hacer la pregunta no es blasfemar. Tenemos todo el derecho de llevar a cabo
una indagación sobre el fenómeno de lenguas extrañas en las iglesias del siglo
21. Deseamos saber con certeza si estas lenguas son manifestaciones de la
presencia del Espíritu Santo u obras ficticias de un poder inferior. Hasta ahora
toda la evidencia considerada indica que son obras ficticias de un poder
inferior. Por ejemplo, se ha probado definitivamente que las lenguas extrañas
de hoy día no son idiomas como lo eran en la iglesia primitiva. En segundo
término, los que dicen hablar lenguas no guardan las leyes del Espíritu Santo
en cuanto a cómo y cuándo hablarlas. Por ejemplo, hablan más de tres, no
hablan por turno, hablan cuando no hay intérprete, etc. Luego, observamos,
también que no edifican; no traen ningún mensaje, doctrina o palabra de
exhortación. Al contrarío, usan lenguas para sostener credos y prácticas
antibíblicas. Por ejemplo, permiten que las mujeres hablen en los cultos;
predican el diezmo, la manta de saco, fogatas, el sábado, que el bautismo no
importa; apoyan concilios; inventan puestos y títulos, etc. En cuarto lugar, los
que dicen hablar lenguas tienen sentimientos y experiencias que no pueden ser
interpretadas como manifestaciones de la presencia del Espíritu Santo porque
no concuerdan con lo que la Biblia nos revela sobre la persona y el poder del
Espíritu. Como ejemplo, la gritería, danzas, confusión, alboroto, etc.

A todos estos añadimos todavía otro factor y este, aun sin los primeros cuatro,
es suficiente para probar que las lenguas extrañas de hoy día no son del
Espíritu Santo. El quinto prueba es la siguiente: la práctica moderna de hablar
lenguas no es restringida a las iglesias llamadas "del avivamiento". Según las
noticias recibidas de varias fuentes de información, tantos protestantes como
católicos hablan lenguas. Sí, es verdad. Hace poco leímos en la revista
religiosa "La cristiandad de Hoy Día" que en los EE. UU. aproximadamente
10,000 católicos dicen hablar lenguas. Se ha publicado un libro titulado
"Católicos Pentecostales." En las iglesias protestantes que, a veces, se les dice
desdeñadamente "frías" o "muertas" hay grupos que pretenden haber recibido
del Espíritu Santo el don de lenguas. Entre ellos se encuentran episcopales,
luteranos, bautistas, presbiterianos, discípulos de Cristo, etc. Pues, ¿qué
deducimos? ¿Qué en el mundo hoy vemos una obra grande del Espíritu Santo
en todas las iglesias? Esto es lo que alegan algunos. ¿Vemos un avivamiento
en todas? ¿Una nueva reforma? Tal conclusión ha de ser completamente
errónea. ¡Todos estos "despertamientos" o "avivamientos" en las muchas
sectas no pueden ser del Espíritu Santo porque las numerosas sectas que dicen
tener el Espíritu propagan evangelios diferentes predicando doctrinas
antibíblicas. Hay entre ellas una guerra civil espiritual sobre enseñanzas
básicas de las Escrituras. Se condenan las unas a las otras. ¿Hemos de
entender entonces que el Espíritu se condena a sí mismo? ¿Que se contradice
a sí mismo? ¿Enseña el Espíritu el bautismo de infantes en una iglesia y el de
adultos en otra? ¿El sábado en una y el primer día en otra? ¿Aprueba el fumar,
el tomar y el bailar en una iglesia mientras los prohibe en otra? ¿Enseña la
predestinación particular en una pero no en otra? ¿Autoriza la misa en una,
pero en otra la denuncia? Sabemos que el Espíritu Santo de Dios no puede
trabajar así, ¿verdad? No, es imposible. Imposible que él se contradiga; que
mienta; que apruebe vicios, que niegue doctrinas bíblicas, que apoye doctrinas
humanas, etc. Entonces, también es imposible que se manifieste, mediante el
don de lenguas, en las muchas sectas distintas que sostienen estas y otras
doctrinas y prácticas contradictorias. ¿Puede el ciudadano de Puerto Rico,
México, Ecuador o cualquier otro país, ser a la vez demócrata, republicano,
socialista, comunista y apolítico? ¡En absoluto! Pues, tampoco puede ser el
Espíritu Santo "frío" y "avivado», protestante, evangélico y católico; sabatista
y dominguero. ¿Qué nos pasa a nosotros? ¿Hemos perdido el sentido común?
¡El Espíritu Santo no es ningún bobo que va dando el don de lenguas a toda
secta no importa cuán erradas y corrompidas sean sus doctrinas!

Entonces, ¿qué es ese poder que se manifiesta en las sectas del mundo?
Contestamos sin titubear que es un poder de error, el poder engañoso que Dios
envía a los que no aman la verdad (2 Tés. 2:10). Cuando los hombres dejan de
amar la verdad, confiando más en experiencias psíquicas, sentimientos,
emociones, sensaciones espirituales y deseos carnales disfrazados de
espirituales, cuando los hombres van en busca de lo espectacular, de señales y
manifestaciones visibles, en vez de en busca de la verdad, Dios los envía el
espíritu de engaño. La Biblia lo dice claramente en el texto antes citado. Es
ese espíritu de engaño que se empeña en imitar las obras de Dios para así
hacer extraviarse aun a los escogidos si fuera posible; es ese que viene como
ángel de luz, que trabaja en muchos miembros de muchas sectas haciéndolos
hablar lo que llaman lenguas, aunque en realidad no lo son. Es ese espíritu que
los hace perder el dominio propio. Pero el Espíritu dado al cristiano verdadero
es el de "poder, de amor, y de dominio propio" (2 Tim. 1:7). Es ese espíritu
que usa los instrumentos de música, las palmeteadas, los corritos calientes, la
danza espiritual, las exhortaciones a gritar aleluyas, el desorden y todo lo
demás para crear un ambiente cargado de emocionalismo tanto carnal como
espiritual. Los que caen bajo la influencia de estas "manifestaciones"
experimentan sensaciones no naturales y hacen cosas contrarias al
comportamiento natural del ser humano. Contrarias sí, y de consiguiente los
que las experimentan muy a menudo actúan de manera muy extraña como
personas dementes, como almas poseídas de algún demonio. Parece que las
capacidades normales de súbita son suprimidas y un poder de locura se
apodera del alma. Y, ¿qué hace ese poder en el cuerpo que ha conquistado y
que está usando como instrumento para llevar a cabo su voluntad? Pues, lo
hemos visto obrando y lo que hace con el cuerpo prueba que no es el Espíritu
Santo. Sí, ese poder pone los pies a danzar, las manos a tocar instrumentos y a
palmetear, los labios a gritar y a balbucir y la lengua al dar sonidos inciertos.
Coge el cuerpo, lo tira al suelo; lo estremece, haciéndolo temblar en todos sus
miembros. Ese espíritu ausente de vergüenza no hace acepción de las mujeres
tirándolas al suelo también donde se revuelcan como "animales irracionales,"
descubriéndose de manera indecente a las miradas de los demás. Cuando ese
espíritu se apodera del cuerpo no hace casi nada que sea autorizado por Dios.
Sin embargo, se jacta de ser el verdadero espíritu de Dios. Susurra en los
oídos de los que le escuchan diciéndoles que él mismo es el Espíritu Santo.
¡Impostor! Pero muchos lo creen.

Se nos hace fácil identificarlo como, el espíritu de engaño cuya venida es con
señales y prodigios mentirosos (2 Tés. 2:2-11). Por sus frutos le conocemos.
Es ese mismo espíritu de error que pone a algunos a profetizar, echar
demonios y hacer prodigios. De estos Cristo dice que nunca los ha conocido
(Mateo 7:21-23). Los que lo reciben son poseídos, no por el Espíritu Santo,
sino por un espíritu malo. En vez de echar demonios se llenan de ellos. Y
¿quién se los sacará? Pues, Cristo, si lo permiten, con la "espada del Espíritu
que es la palabra de verdad."

Se nos hace difícil comprender porqué tantas almas, creen en ese espíritu
alborotoso. Hay que resistirlo. Su propósito es engañar y en la actualidad tiene
gran éxito. El quiere que todos crean en lenguas que no son lenguas, en
profecías que no son profecías, en milagros que no son milagros. Quiere que
acepten como bíblicas doctrinas que no lo son; doctrinas tales como la que
permite a la mujer a predicar, la que dice que hay salvos en todas las sectas, la
de que el bautismo no es esencial, la del diezmo, la de obedecer al Antiguo
Testamento y muchas otras semejantes. Bien sabe que si las aceptan se habrán
apartado de la sana doctrina y estarán en gran peligro de perder sus almas. Al
verles en este peligro ese espíritu de engaño se regocija mucho. Con toda
sinceridad y con todo amor, les suplicamos a todos a que huyan de la
presencia de ese poder satánico, que lo resistan hasta el fin porque no es de
Dios.
Lo que hemos dicho del don de lenguas se puede decir también del don de
profecía. Ese mismo espíritu que pretende hablar lenguas también pretende
profetizar. Como no obedece las leyes del Espíritu Santo, que regulan el
hablar lenguas tampoco obedece a las que gobiernan el profetizar. El Espíritu
Santo enseña que no más de dos o tres pueden profetizar en un culto. Ese
espíritu de error pone a todos a profetizar. El Espíritu Santo dice que tienen
que profetizar por turno. Ese espíritu hace que todos hablen a la vez. El
Espíritu Santo enseña a los profetas a juzgarse entre sí. Ese espíritu
prácticamente prohibe tal proceder. Además, ni aun tiene capacidad para
juzgar porque en cuanto a la voluntad de Dios es ignorante por cuanto no
conoce la Biblia. El Espíritu Santo dice que el profeta puede controlar su don.
Ese espíritu de confusión y alboroto no quiere que nadie controle ningún don.
El Espíritu Santo dice que la mujer no puede profetizar en el culto. Ese
espíritu de rebelión la pone a profetizar, a predicar y a dirigir. El Espíritu
Santo dice que, mediante la profecía la iglesia es edificada y consolada. Pero
ese espíritu de ignorancia no edifica ni consuela porque en primer lugar ni aun
sabe lo que es el verdadero don de profecía y en segundo lugar no tiene
mensaje que edifique ni consuele.
Lección 33

EL DON DE PROFECIA
NO EXISTE
Obedeciendo al mandamiento de los apóstoles que nos advierte a probar a los
espíritus hemos estado examinando al espíritu ese que algunos trajeron aquí a
la isla de Puerto Rico a principios de este siglo. Por cierto, dijeron que el
espíritu que habían traído era el verdadero y fiel Espíritu Santo de Dios. Pero
mediante nuestras indagaciones se ha descubierto que ese espíritu ni es santo,
ni verdadero, ni fiel, ni de Dios sino, a menudo, rebelde, vulgar, engañoso,
desobediente y, por lo tanto, deducimos que ha de ser uno de los enemigo de
Dios. La prueba que sostiene tal conclusión sobreabunda. Sin embargo,
muchos no la admitirán y siguen creyendo que ese espíritu ha venido de la
presencia de Dios Andan unidos a él en corazón; lo buscan en los montes y los
valles, mediante ayunos, oraciones y muchas súplicas. Lo llaman a gritos y él
responde con manifestaciones que dan la apariencia de poder divino. Y sus
seguidores le alaban diciéndole "santo" y "verdadero." Al oír sus alabanzas me
entristezco en gran manera. Su culto es como el culto ofrecido a los dioses
falsos, su adoración tan vana como la de los paganos y su fe igual de ciega.
Viven encantados por el hechizo de un espíritu que se disfraza de ángel de luz.
¿Cuándo volverán en sí? Temo por su salvación. No comprendo por qué se les
hace tan difícil distinguir entre los espíritus de Dios y los del diablo. A mi
parecer es porque no conocen al verdadero Espíritu Santo de la Biblia.
Nuestra oración continua a Dios es que estudiemos con detenimiento la
doctrina bíblica sobre el Espíritu. El conocimiento pleno de la enseñanza
divina en cuanto al Espíritu acabará en seguida con las supersticiones y
prácticas vergonzosas que ahora nos rodean.

¿Cuántos en Puerto Rico creen que el autor de las profecías innumerables


publicadas aquí en nuestra isla es el verdadero Espíritu de Dios? ¿Cuántos
creen que el Espíritu Santo ha dado a los que dicen ser profetas el verdadero
don de profecía? Muchos lo creen, ¿verdad? Pues, ¡yo no! "Qué
atrevimiento!," dicen. No, atrevimiento no; sólo la declaración honrada de una
convicción fuerte basada sobre pruebas irrefutables. Espero que la franqueza
que, a veces, uso no le sea a nadie causa de tropiezo. Soy una persona sencilla.
A mí no me gustan los subterfugios ni las disimulaciones. Presento las cosas
tal como son. No soy pronto para creer cualquier mensaje o testimonio. No
aceptaré a ningún espíritu sin antes haberlo examinado bien. Y lo juzgaré,
nunca a base de lo que sus partidarios afirman de él, sino siempre de acuerdo
con sus frutos espirituales, los resultados tangibles de su obra y las
manifestaciones visibles de su poder. Siguiendo dicho criterio, declaro que, de
acuerdo con la evidencia disponible, el espíritu de profecía que se manifiesta
hoy no puede ser un espíritu enviado por Dios. Razone y verá que esta
conclusión no es mera opinión sino la verdad incontrovertible sobre el asunto.
En primer término, nótese que el espíritu de profecía moderno no obedece los
mandamientos del verdadero Espíritu. Por sus frutos lo conoceremos. Pues,
juzgue usted. Sí mis sentidos no me engañan ese espíritu hace que muchos y a
veces todos profeticen de una vez. Ese mismo espíritu no se comporta
"decentemente y con orden" sino alborota mucho, usando el don de profecía
para fines malos. Además, pone a las hermanas a predicar en las
congregaciones. Obsérvese que ese espíritu apoya doctrinas humanas y
proclama mandamientos del Antiguo Testamento que fueron abolidos cuando
Cristo fue crucificado. A veces, ese espíritu da profecías absurdas, profecías
que no se cumplen. A veces, él se comporta como un niño sin entendimiento,
y no pocas veces se ha comportado mal, haciendo y diciendo lo que no
conviene. Cuando escuchamos a ese espíritu y consideramos sus obras,
comprendemos que no es el Espíritu de Dios. Sus pretensiones a la piedad y a
santidad no nos engañan. Sí, habla mucho de la Biblia; de Dios, de la
salvación y de otros tales temas sublimes, pero con dificultad le prestamos
atención. ¿Sabe por que? Por su desobediencia. Escuchándole nos damos
cuenta de que contradice una y otra vez la palabra de Dios aunque se refiere a
ella con frecuencia. Vemos también que ha pervertido el evangelio predicando
doctrinas de origen humano. Sabemos que el verdadero Espíritu de Dios no se
contradice nunca y que siempre habla como los oráculos de Dios repitiendo
fielmente el mensaje redentor del Nuevo Testamento.

¿Qué profetiza el espíritu que anda por las ciudades, los campos y las aldeas
de Puerto Rico? Citemos algunos ejemplos específicos. Un llamado profeta de
la parte este de la isla habló referente a un joven, músico de una iglesia. El
joven se encontraba luchando en la guerra en Vietnam. Mediante el profeta el
espíritu dijo del joven: "Yo lo cuido; lo traigo vivo." Poco después, el joven
fue muerto en la guerra. En 1968, cierto profeta proclamó que 20 personas
morirían durante las elecciones. No murió ninguna. Fracasó la profecía. A un
tal "Cachón" de cierto pueblo de la isla un profeta dio el nombre espiritual
Eneas y luego le dio una profecía no muy consolador diciendo, "La caja viene
pronto." ¡Veinte y cinco años después la caja todavía no había venido! Cierto
profeta de Gurabo, hablando por el espíritu que obraba en él, dijo a un
hermano que su hija iba a morir pronto. La profecía no se cumplió; la hija vive
y se encuentra saludable. ¿Qué espíritu obraba en esos profetas? El Espíritu
Santo no fracasa en sus profecías pero ese espíritu sí vez tras vez fracasa.
¿Replica que los casos mencionados no prueban que no haya profecías
verdaderas hoy dadas directamente por el Espíritu? No, unos pocos casos no
lo probarían. Pero, estos no son casos aislados sino más bien ejemplos de lo
que acontece continuamente y todos lo saben. ¿Nos dice que esos profetas
cuyas profecías no se cumplen son falsos? Entonces, ¿qué del espíritu que
obra en ellos? ¿El también es un espíritu falso? Es él mismo espíritu que se
nueve en todos. Pero, ¿quién es ese espíritu? Pues, es el mismo que se
manifiesta en los cultos. ¿Verdad? El mismo que baja, según se cree: de los
cielos y aviva a las iglesias haciendo que los miembros sientan el gozo,
poniéndolos a danzar, a gritar y a hablar lenguas estáticas. Ahora, el mismo
espíritu que, de esa manera se mueve en los cultos también obra en los que
profetizan. Pero, los que profetizan no tienen el verdadero Espíritu Santo.
Entonces, tampoco lo tienen los que gritan, hablan lenguas, danzan, alborotan,
etc. Lo que tienen es ese mismo espíritu débil, desobediente, defraudador, más
carnal que espiritual; el mismo que mora en los que dicen ser profetas, ¡y no
lo son!

No discernimos muchos espíritus distintos en todos, estos movimientos


carismáticos modernos; no vemos unos que obedecen y otros que no lo hacen.
Vemos uno sólo a quien se le atribuyen las manifestaciones y los poderes ya
mencionados. Toda la evidencia sobre la identidad de ese espíritu prueba que
no es el Espíritu verdadero. Al contrario, muestra que lleva las mismas
características que tiene el espíritu de error. Si dice que es el Espíritu Santo,
¡pues se hace impostor! Y lo dice; todo el tiempo y en todo sitio dice que es el
Espíritu Santo. Entonces, en el empeño de sostener su pretensión grande,
ofrece poderes a los oyentes. Habla de manifestarse mediante señales y
prodigios. Y la gente, siempre curiosa, siempre andando por vista, no por fe,
corre en pos de él, esperando ver algo espectacular. Y ¡lo ven! Pero no se dan
cuenta de que son dones ficticias y manifestaciones mentirosas. Ese espíritu se
esfuerza en imitar la obra del Espíritu Santo en el primer siglo, pero no puede.
Profetiza, pero sus profecías no se cumplen. Habla lenguas, pero no son en
realidad lenguas. Trata de curar a los enfermos pero fracasa casi todo el
tiempo. Se manifiesta pero casi siempre mediante emociones carnales. En
todo es inferior el Espíritu de Dios y, en mucho, quebranta los mandamientos
de Dios.
Lección 34

LA DURACION DE LOS
DONES
Mediante el apóstol Juan, el Espíritu Santo nos ha mandado a probar a los
espíritus "porque muchos falsos profetas han salido al mundo" (1 Juan 4:1).
Siempre nos conviene obedecer este mandamiento con todos los espíritus, no
importa cuan sabios y piadosos se parecen algunos. Por lo tanto, tenemos a
bien probar también al espíritu alborotoso que, a principios de este siglo, vino
a Puerto Rico y a otros países, y que desde aquel tiempo hasta ahora se ha
manifestado en muchas iglesias y movimientos de esta isla, de la República
Domínicana, de Chile, México y muchos otros lugares. Miles y miles lo
identifican como el Espíritu Santo. Cuando ese espíritu "desciende" sobre una
congregación, los miembros, llenos del poder que el trae, hablan lo que llaman
"lenguas", gritan, danzan, se tiran al suelo, en fin, pierden el dominio propio,
lo que da por resultado un culto cuya característica más palpable y más
destacada es la confusión absoluta. Luego dicen que fue el Espíritu Santo que
promovió todo. ¡Creemos que han cometido una equivocación grave en su
identificación de ese espíritu! Si los que primero vieron las manifestaciones de
ese espíritu revoltoso hubieran conocido al verdadero Espíritu de Dios,
indudablemente no lo hubieran confundido con el espíritu de engaño.
Lamentablemente, no lo conocieron y por consiguiente cayeron en el error
grande de dar el nombre sagrado del Espíritu Santo al espíritu de confusión y
error. Esto es exactamente lo que ha sucedido y la evidencia es abundante. En
la Biblia tenemos una foto en palabras del Espíritu Santo y vemos claramente
allí sus atributos. Ahora, pongamos la foto del espíritu que se manifiesta hoy
al lado de esa que tenemos del verdadero Espíritu Santo y de inmediato
podemos darnos cuenta de que no se asemejan en casi nada. Patentemente no
son el mismo espíritu. 1. El uno alborota; el otro condena la confusión y el
desorden. 2. El uno usa títulos, nombres espirituales y concilios; el otro los
condena. 3. El uno predica el sábado, los diezmos y otros mandamientos del
Antiguo Testamento; el otro dice que el Antiguo Testamento fue abolido. 4. El
uno toca instrumentos, el otro manda a cantar. 5. El uno pasa por alto la Santa
Cena; el otro dice que hay que celebrarla cada domingo. 6. El uno permite y
hace que las mujeres prediquen; el otro se lo prohibe. 7. El uno convierta la
iglesia en un negocio; el otro prohibe el hacer mercadería del evangelio. 8. El
uno habla lenguas estáticas; el otro lo prohibe, 9. El uno profetiza disparates;
el otro ya ha entregado toda profecía divina. 10. El uno añade a la palabra de
Dios; el otro lo prohibe. 11. El uno aprueba la división; el otro la condena. La
lista de diferencias entre estos dos espíritus es muy larga pero prueba más allá
de toda duda que son dos espíritus y son muy distintos.

Volviendo a Marcos 16:17, 18, la interpretación que comúnmente se le da a


este texto es que Cristo prometió dar a todos los creyentes de toda la era
cristiana dones sobrenaturales. Tal manera de interpretar las Escrituras
ejemplifica bien cómo algunos siguen normas inadecuadas y erróneas en su
estudio de la Biblia. En primer lugar, notemos que los términos de esta
promesa de Cristo son muy generales. Aquí el Señor no especifica límites ni
da una lista completa de todos los dones que la iglesia recibiría. Tampoco
Cristo prometió dar dones a todos los que creyeran. La palabra "todos" no
aparece en 16:17. Además, observemos que la cuestión de la duración de los
dones no es discutida por Cristo, o sea, él no dice hasta cuándo los dones van
a seguir a los creyentes. No dice hasta el fin del primer siglo; no dice hasta su
segunda venida. Simplemente no dice nada sobre este particular. Los
comentaristas y predicadores que dicen que la promesa de Marcos 16:17,18
abarca a todos los que creen de toda esta época cristiana están añadiendo al
texto sus propias palabras e ideas que no forman parte del original.

Además son culpables de aislar el pasaje interpretándolo sin tomar en


consideración los otros textos pertinentes al tema. Si fuera el único texto que
mencionara los dones tal vez tuvieran razón al concluir que los dones serían
para toda esta epoca. Pero, hay textos que hablan de manera específica del fin
de los dones como Efesios 4:7-16 y 1 Cor. 13:8-13. Por lo tanto, es necesario
interpretar a Marcos 16:17 de acuerdo con la luz de estos otros textos. No
pueden haber contradicciones entre Cristo y el Espíritu Santo. Y ¡no las hay!
Cristo no habla sobre la duración de los dones en Marcos 16:17, sino
solamente promete darlos. El Espíritu Santo sí habla del fin de los dones
cuando enseñó que durarían hasta que todos llegaran a tener toda la verdad, o
el mismo conocimiento del Hijo de Dios. Si el estudiante de la Biblia quiere
saber la voluntad divina sobre una doctrina determinada nunca formularía
conclusiones basadas en un solo texto aislado, sino que estudiaría todos los
textos que trazan la doctrina para así descubrir toda la verdad.

Otro texto que se cita a menudo para probar que los dones seguirían hasta la
venida de Cristo es Hechos 2:16-20. En ese pasaje Pedro cita la profecía de
Joél 2:28-30 respecto a la venida del Espíritu Santo. Lo que dijimos arriba de
la promesa de Cristo debiera aplicarse aquí también. Joél no dijo nada
tampoco sobre la duración de los dones. Sin embargo, muchos al leer sus
palabras sin pensar concluyen que nos abarcan a nosotros también.
Aparentemente, no saben que otros textos del Nuevo Testamento limiten los
dones al tiempo apostólico. La profecía de Joél y la promesa de Cristo
tuvieron su cumplimiento en aquel tiempo, no ahora. Una vez que se cumple
una promesa o una profecía, es cumplida. No es preciso que siga siendo
cumplida año tras año a menos que los términos de la profecía así lo
requieran. La promesa de la cual habla Hechos 2:38, 29 no concierne los
dones sobrenaturales, porque la promesa de dar dones sobrenaturales y la
promesa de dar el Espíritu Santo a todo creyente no son las mismas, sino que
son dos promesas distintas.

Otro texto relacionado con el tema es Hechos10:42-46 donde se nos presenta


la historia de cómo el Espíritu Santo cayo sobre Cornelio y su casa. El texto
dice que hablaron lenguas y glorificaban a Dios. Cornelio y su casa
cumplieron la profecía y la promesa, pero las lenguas que hablaban eran
idiomas y glorificaban a Dios pero sin alboroto y desorden. El Espíritu que
obraba en ellos no es el mismo espíritu que obra hoy con lenguas ficticias, que
se manifiesta mediante la confusión, la indecencia y el error. Pero nada se dice
este sobre la duración del don de lenguas. Algunos razonan que si Cornelio y
su casa hablaron lenguas, entonces todos los que creen deben hacerlo también.
Su manera de razonar no es valida porque no consideran aquellos textos que
fijan la duración de lenguas, profecías, etc.

El mismo comentario damos sobre Hechos 19:5, 6 y el caso de los doce


hombres de Efeso que hablaban lenguas y profetizaban después de haber
recibido la imposición de manos. No habla de la duración de los dones y por
lo tanto no constituyen apoyo ninguno para la teoría según la cual los dones
duraran hasta la venida de Cristo.

A menudo, se nos hace la pregunta: ¿Por qué dicen ustedes que los dones han
cesado? Lo decimos por las razones siguientes: 1. Dios no prometió dar dones
a todos los creyentes de toda la era cristiana. Nos prometió el Espíritu sí y
podemos tenerlo sin tener los dones. 2. La Biblia enseña claramente que los
dones cesarían al tener la iglesia toda la verdad. La iglesia llegó a tenerla toda
a fines del primer siglo. 3. Los dones verdaderos simplemente no existen hoy
día. ¿Tenemos el Espíritu Santo? Claro que sí. El mora y obra en nosotros
mediante la verdad que nos salva y que salva a todos los que creen.

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