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El viaje de Chihiro: Análisis desde una perspectiva

Junguiana- Lic. Nadia Vitale


3 de noviembre de 2014 a las 20:06
Como sabemos, por definición lo simbólico tiene infinitos significados. Y el viaje de Chihiro es una
película con una gran riqueza simbólica. Por lo tanto es importante aclarar antes de comenzar, que lo
que aquí se pretende es iluminar una de las interpretaciones posibles. Inclusive, esta misma no tiene
porque coincidir necesariamente con lo que quiso trasmitir el autor y tampoco lo pretende. Aclarado
esto, comencemos ahora sí con nuestro análisis.

Chihiro es una niña caprichosa, consentida y testaruda de diez años de edad que encara un momento de
cambio en su vida junto a sus padres -Akio y Yugo-. Al iniciar la película, la familia se encuentra
camino a la nueva casa a la que se mudará. A Chihiro no parece agradarle la idea y tampoco hace mucho
por ocultarlo. Un detalle a tener en cuenta es que la película comienza desde la perspectiva de Chihiro
observando las flores que le regalaron de despedida. Dejar atrás a sus amigos y al lugar en el que creció
para enfrentarse a uno nuevo no es fácil para una niña de diez años. Es por ello que este cambio será
muy significativo en su vida.
El padre decide tomar lo que supone es un atajo. Al comenzar el camino de tierra, a un costado apoyado
sobre un árbol, aparece una Puerta Torii como anticipando lo que vendrá. Un Torii es un arco tradicional
japonés que suele encontrarse en la entrada de los santuarios Shinto marcando las fronteras entre el
espacio profano y el sagrado. El camino finaliza en la entrada de un enorme túnel que los padres
deciden atravesar. Al igual que se resiste a la mudanza también aquí se siente reticente a ingresar. Pero
al acceder no sin fastidio, nos encontramos con una Chihiro temerosa y frágil aferrada con fuerza a su
madre. Este cruce será un antes y un después para la niña. Un cruce hacia una aventura, hacia un mundo
que por ahora solo intuye.
El arquetipo del cruce nos muestra la transición entre dos etapas de vida. Transición ésta entre una
situación presente y el comienzo de una nueva. Puede también considerarse un ritual de iniciación a una
circunstancia de vida novedosa para el sujeto. Si bien este arquetipo comúnmente aparece simbolizado
por un cruce de aguas o una encrucijada de caminos, aquí surge simbolizado por un túnel que separa dos
realidades, dos mundos diferentes.
Al salir del túnel se encuentran con lo que aparentemente era, según el padre, un parque temático aún un
tanto desierto. Akio huele comida y se dirigen todos a su búsqueda. Al encontrarla, a pesar de no haber
nadie que los atienda, se lanzan sobre ella. Se ponen a tomar y tragar cuanto hay en la mesa para saciar
sus apetitos voraces cual cerdos. Pero Chihiro es más intuitiva y se rehúsa a comer. “Se van a enfadar
con nosotros” (Miyazaki, 2001), dice un tanto alterada a sus padres. Y es quizá este primer acto el que
comienza a distanciar a nuestra pequeña heroína de su mundo conocido, de sus padres. A partir de aquí
la niña comenzará su viaje, su travesía por este mundo de espíritus y dioses. Un sitio misterioso lleno de
magia y de criaturas fantásticas donde cualquier cosa podría ocurrir.
El viaje del héroe es un viaje de transformación para un sujeto que busca descubrir y afianzar su
personalidad. El mito del héroe tiene significado psicológico en cuanto su función es que el Ego tome
nota de sus fortalezas y debilidades. “Es decir, la imagen del héroe evoluciona de una manera que refleja
cada etapa de la evolución de la personalidad humana” (Henderson, 1984, p. 110). La alegoría del viaje
sirve para representar la transformación del Ego. Este viaje consta de una estructura o mitologema que
se repite y tiene ciertas etapas: La separación -que nuestra heroína ya ha comenzado- etapa en donde se
empieza a salir de lo cómodo y de las variables conocidas, la iniciación y el retorno modificado.
Como dijimos Chihiro se aleja de sus padres y comienza a recorrer el lugar. Con el primer personaje de
este mundo con el que se encuentra es Haku quien le dice que no pueden estar allí, que deben marcharse.
Pero ella deberá enfrentarse con una poderosa bruja que ha transformado a sus padres en cerdos. Haku es
un joven que ha olvidado su nombre. Un misterioso joven con el que ella contará en este cometido y que
la ayudara a encontrar su camino. La aparición de figuras tutelares o guardianes -como los llama
Henderson- son un elemento fundamental y van a tener la función de ayudar al héroe a realizar su
hazaña. Estos personajes son los llamados auxiliares de individuación que muestran aquello que el héroe
debe interiorizar. Pero no solo se cruzará Haku en su camino. También aparecerán otras personas que la
ayudarán a conocerse a ella misma y a descubrir el valor de la amistad y el amor.
Haku le comenta que debe comer algo de este mundo. Chihiro tiene que integrar parte de esta nueva
realidad o desaparecerá. Y con esa ingestión la niña lo está incorporando y dándole entidad. Es que en
definitiva, para que algo a lo que no le estamos dando lugar conscientemente en nosotros pueda tenerlo,
se nos hace necesario integrarlo a través de un proceso de elaboración.
También le advierte que tiene que conseguir un trabajo o de lo contrario será convertida en cerdo por la
bruja Yubaba. Y, como reflejo de la sociedad en la que vivimos, aquellos que no son útiles para el
sistema, se convierten en un peso a ser desechado. Por lo tanto, Chihiro necesitará hacerse útil si no
quiere que Yubaba la desaparezca. Para sobrevivir en este extraño y peligroso mundo debe hacerse útil,
debe trabajar.
Kamaji es con el segundo de los seres de este mundo con el que se encuentra. Trabaja muy duro y sin
parar para satisfacer las demandas de Yubaba. No le alcanzan los bazos y las piernas para cumplir con
todos los pedidos. Luego de un tiempo de insistencia Kamaji accede a contactar a nuestra heroína con
Yubaba.
Yubaba es una bruja codiciosa y malvada que convierte en cerdos a quienes no le son útiles y roba los
nombres de las personas para controlarlos.
Con el riesgo de corrernos de la línea de nuestro análisis, podríamos pensar esto como una crítica a la
sociedad capitalista y utilitarista que exprime a aquel que le es útil y desecha o deja en los márgenes a
los que no.
Como veníamos diciendo, Yubaba, ubicada allí en lo alto del edificio, es la dueña de la casa de
baños. Una anciana bruja que, así como el Ego, pretende y cree tener todo bajo su control y dominio. En
función de ello se transforma en una especie de pájaro y sobrevuela el lugar escaneándolo todo. A
regañadientes termina dándole trabajo a la niña. Chihiro sale de su pereza habitual pero a la vez debe
renunciar a sus recuerdos e incluso a su nombre ya que Yubaba se lo cambia por el de Sen.
Haku señala a Chihiro que la bruja controla a las personas robándoles el nombre. Como sujetos parlantes
el peso de la palabra es muy importante en la construcción de nuestra identidad. Sin nombre propio la
persona pierde identidad. En la vida cotidiana no hay brujas que nos arrebaten el nombre pero sí peligros
que pueden llevarnos a olvidar nuestra esencia y perder el rumbo de nuestras vidas. En este sentido Haku
le advierte que si olvida su nombre nunca podrá regresar a su casa. Queda resaltada así la importancia de
recordar nuestro nombre -nuestra esencia- si es que pretendemos no perdernos en el camino y poder
retornar. Esto también nos habla de la importancia de no olvidar nuestras raíces. Un hombre sin
memoria, sin recuerdos e historia es como un árbol sin raíces, como una hoja a la deriva a merced del
viento quien la maniobra a su antojo. Como la bruja a sus empleados.
Lin es un auxiliar de individuación que ayudará a Chihiro a insertarse en el medio laboral y colaborará
en sus tareas. Le enseñará los códigos para trabajar adaptativamente. Es una mujer bien insertada,
sociable y siempre dispuesta a trabajar. Un ejemplo a seguir en cuanto al rol social que la niña deberá
desempeñar. Esto nos lleva a pensar que podríamos estar aquí en presencia del arquetipo de la máscara
siendo ésta una función que nos permite interactuar en sociedad. Aquello que mostramos al mundo, los
papeles que nos demanda el afuera, nuestra imagen pública.
En los mitos y cuentos, el enfrentamiento del Ego con la sombra se expresa por la lucha del
héroe arquetípico con las fuerzas del mal. Estas últimas en general están representadas por dragones y
diferentes monstruos a los que el héroe tiene que vencer. En esta película la niña tendrá diferentes
desafíos que enfrentar.
El primero radica en atender a un hediondo espíritu. La niña tuvo que limpiar lo que arrastraba
pesadamente hace tiempo este Dios hasta convertirlo en el resplandeciente espíritu del rio. Para ello
debió recurrir a todas las armas que tenía a su alcance hasta que finalmente comenzaron a salir toda clase
de cosas que habían quedado estancadas. Es que, para brillar primero hay que arremangarse y meter las
manos en el fango. Porque “solamente si transito la noche, la catábasis, […] y únicamente si me permito
conectarme con ella, puedo presenciar la salida del sol…” (Ejilevich Grimaldi, 2009, p. 63) En los mitos
y cuentos, al lograr determinada hazaña el héroe es retribuido con una recompensa llamada objeto fin.
En este caso, el espíritu le agradece regalándole una bola mágica con la que Chihiro pretende salvar a
sus padres.
Chihiro de repente se encuentra con un dragón herido y enseguida reconoce en él a Haku que le había
robado un sello muy especial a la herman de Yubaba. Al ver que estaba grave, decide darle un trozo de
la bola mágica a Haku para salvarle la vida. Podríamos pensar que encontró en Haku a su ánimus -
representación de la energía masculina en el psiquismo de una mujer- ya que, como bien dice Kamaji,
allí había amor.

Alguien que viene siguiendo a Chihiro casi desde que ingresa a este mundo fantástico es una sombra
negra sin cara. Un ser que tiene la capacidad de crear pepitas de oro. Todos en la casa de baños se
desviven en atenciones a cambio de que este ser les de oro. El sin cara mientras más traga más aumenta
de tamaño y más insaciable y descontrolado se vuelve al punto de tragarse a varios de los empleados.
Chihiro -a la que habíamos descripto como una niña caprichosa y consentida – aunque le ofrece todo el
oro del mundo, no se deja tentar. “No lo necesito” (Miyazaki, 2001), le responde la niña. Aún sabiendo
que el último pedazo que le quedaba de la bola mágica podría salvar a sus padres decide dárselo al sin
cara y este comienza a vomitar lo que se había tragado. Podríamos entender este evento como el
control de los impulsos y del apetito que nunca se sacia y siempre quiere más y más. Como expresaba
Lao Tse: “…el alma sabia se mantiene apartada de los extremos, del exceso, de la extravagancia” (Le
Guin, 1999, p. 48).
Chihiro decide ir a devolverle el sello a Zeniba, la hermana gemela de Yubaba que, aunque idéntica
físicamente, es opuesta. Los gemelos tienen que ver con un arquetipo que habla de dos seres que juntos
constituyen una sola persona, dos facetas de la misma persona. Henderson plantea que unidos en el
vientre materno, se los separa a la fuerza al nacer y que representan “…los dos lados de la naturaleza
humana”. Dos lados antagónicos. Yubaba: dedicada al trabajo, codiciosa, extravagante, autoritaria y de
un carácter algo agresivo. Zeniba: hogareña, gentil, amable, dulce y generosa. Vive en una casa sencilla
pero cálida en medio del bosque. Al llegar Chihiro y sus acompañantes, la anciana los recibe con
hospitalidad.
Otro arquetipo que suele aparecer en los cuentos de hadas, además del de la sombra, el héroe, el ánima y
el ánimus, es el del anciano sabio y aquí por supuesto tampoco falta. El arquetipo del anciano sabio es el
de aquel que nos brinda su luz en medio de la oscuridad permitiéndonos hallar el sentido. No nos va a
facilitar la respuesta justa sino que va a orientarnos para que podamos plantearnos las preguntas
adecuadas para dar con ella. Zeniba orienta sabiamente a Chihiro en su tarea de rescatar a sus padres y
ayudar al dragón diciéndole: “nada de lo que sucede se olvida aunque tú no puedas recordarlo”
(Miyazaki, 2001).
Mientras retornan montados en Haku convertido en dragón -símbolo de lo inconsciente- Chihiro
recuerda quien es él. Permite de esta manera que se conecte con sí mismo, con su esencia, su ser divino,
con lo que es, el espíritu de un rio en el que ella casi se había ahogado de pequeña. Y así la niña termina
de liberarlo del hechizo que lo tenía bajo el influjo de la feroz hechicera.
Ya de regreso Yubaba le dice a Chihiro que si reconoce a sus padres entre un grupo de cerdos podrá irse.
Ella, con el aprendizaje que adquirió a lo largo de todo su viaje, no se deja engañar y responde que sus
padres no se encuentran allí logrando finalmente su cometido. Como plantea M. L. von Franz: “en algún
sitio, en el mismo fondo de nuestro ser, generalmente sabemos dónde hemos de ir y qué hemos de hacer.
Pero hay veces en que el payaso al que llamamos «yo» se porta de un modo tan desconcertante que la
vos interior no consigue hacerse oír” (von Franz, 1984, p. 178). Felizmente la de Chihiro pudo hacerse
escuchar.
Al regresar por el mismo túnel por el que ingresaron, volvemos a ver a una niña temerosa y aferrada
nuevamente con fuerza a su madre. Chihiro aparentemente es la misma pero ha atravesado una gran
transformación. Ha aprendido a conocerse a ella misma, ha sopesado sus fuerzas y debilidades y ha
adquirido la madurez necesaria para enfrentar los cambios que se avecinan en su propio mundo.
Consciente por supuesto de que han quedado muchas cosas en el tintero considerando la gran
complejidad y riqueza simbólica de esta película, y a sabiendas de que siempre será así puesto que nunca
es posible decirlo todo, hasta aquí llegamos con este análisis…por ahora.
a
Crecer hacia abajo
Rómpete para ser entero.
Retuércete para ser recto.
Vacíate para ser pleno.
Desgástate para renovarte.
Ten poco y gana mucho.
Ten mucho y confúndete.
Así, las almas sabias se sujetan al uno
y prueban con su medida todas las cosas.
No mostrándose,
No justificándose,
se manifiestan.
No alabándose,
se realizan.
No compitiendo,
no tienen competidor en el mundo.
Se solía decir en los viejos tiempos
aquello de «Rómpete para ser entero».
¿Estaba equivocado?
Verdaderamente, ser entero
es retornar.
Lao Tse

El viaje de Chihiro: una interpretación de


su simbolismo
El viaje de Chihiro (en inglés Spirited Away) es una extraordinaria película de animación del
director japonés Miyazaki, rebosante de simbolismo.

La película narra las aventuras que ha de sufrir una niña en un pueblo fantasma para rescatar a
sus padres, convertidos en cerdos. Como vamos a ver, debajo de esta fábula es posible
vislumbrar la mayor de las conquistas del ser humano: la de uno mismo.

El pueblo fantasma representa a la vida y la casa de baños a nuestro cuerpo. Chihiro


representa a nuestro anhelo espiritual.

La regenta de la casa de baños (la regenta del cuerpo) es Yubaba, así que la vieja ha de
representar a la mente o ego. Yubaba cuida de un enorme y caprichoso bebé al que mantiene
encerrado, aislado del exterior en una habitación llena de juguetes. Este bebé representa a
las emociones.

En los aposentos de Yubaba, en lo alto de la casa de baños (en la cabeza), hay un pájaro
malévolo y tres cabezas saltarinas. Miyazaki ilustra así los tres niveles evolutivos: reptiliano
(pájaro), mamífero (bebé) y humano (Yubaba). En otras palabras: el instinto de supervivencia
(comida y sexo), las emociones y la inteligencia.

Como en un espejo, Miyazaki refleja nuestra existencia sobre un pueblo


fantasma: la vida cotidiana durante el día se refleja en la actividad frenética del pueblo
fantasma durante la noche. Y viceversa, cuando nos acostamos cada noche es cuando amanece
en el pueblo, por eso Yubaba (el ego) abandona volando la casa de baños. Magnífica
metáfora de lo que sucede al quedarnos dormidos, la sensación de que nuestro ego nos
abandona, que sale volando.

La multitud de empleados que trabajan en la casa de baños representa a la multitud de


pensamientos y actividades mentales que realizamos durante el día para atraer a los fantasmas
(estímulos sensoriales). Miyazaki dibuja a los empleados como ranas, seres anfibios,
para simbolizar la transición entre pensamientos (agua) y actos (tierra).

En la casa de baños habitan tres personajes especiales (no son ranas): Haku, Kamaji y Lin. Cada
uno de ellos representa a un aspecto fundamental de nuestra reconquista. El joven Haku puede
transformarse en un dragón y es respetado por todos, pero sufre porque Yubaba le ha robado
el nombre. Entre él y Chihiro surge una profunda amistad, un amor puro entre el anhelo
espiritual (Chihiro) y la capacidad de transformación (Haku), capaz de derrotar a la tiranía del
ego.

Haku aconseja a Chihiro que vaya a ver al viejo Kamaji y le pida un trabajo en las calderas, en
la parte baja de los baños, donde prepara aguas aromáticas. Kamaji representa al cuerpo al
servicio de la mente, trabajando sin descanso para satisfacer todos sus deseos. Incluso las
células aparecen como bolitas negras que arrojan carbón a las calderas.

Kamaji le dice a la niña que suba a hablar con Yubaba, que es quien toma las decisiones. Para
llegar hasta la parte alta de la casa de baños donde habita Yubaba (en la cabeza), Chihiro ha de
montarse en varios ascensores. Entonces conoce a Lin, una joven sirvienta, refunfuñona pero
siempre dispuesta a echar una mano. Lin representa a la capacidad de sacrificio y el esfuerzo.

Yubaba accede a regañadientes a contratar a Chihiro robándole su nombre; supone que la


dureza del trabajo hará que lo olvide. Miyazaki le otorga al ego la capacidad de apropiarse de
nombres, indicando que su poder es más conceptual que real.

El primer trabajo de Chihiro es bañar a un enorme fantasma pestilente: ha llegado la


hora de remangarse y limpiar lo más apestoso de nuestra personalidad. Con el esfuerzo
de todos, incluido Yubaba, libran al pesado fantasma de la porquería que arrastraba hasta
revelar su auténtica naturaleza: un reluciente espíritu de río. El agradecido espíritu recompensa
a Chihiro con una bola mágica, con la que ella piensa liberar a sus padres. Este episodio ilustra
el primero y más duro de los trabajos espirituales: limpiar la mente y corregir los malos hábitos.

El segundo de los fantasmas que Chihiro ha de tratar es una sombra negra con careta que no
parece tan desagradable, incluso es ella quien lo invita a entrar en la casa de baños. Este
fantasma tiene el poder de generar pepitas de oro, a cambio de las cuales los sirvientes
se desviven en atenciones. Conforme el fantasma devora los manjares ofrecidos y comienza a
aumentar de tamaño, se vuelve descontrolado, engulle varios empleados y amenaza con destruir
la casa de baños. Pero Chihiro no se deja tentar por el oro, siente pena por él y acaba dándole la
mitad de la bola mágica. El fantasma comienza a vomitar, a purificarse, hasta revertir de nuevo
en su aspecto inocuo, una sombra que ahora sigue sumisa a la niña. Este episodio simboliza el
autocontrol de impulsos, codicias y apetitos.

En su intento por lograr su libertad y la de Chihiro, Haku roba un talismán a otro de los
personajes clave de la película: la hermana gemela de Yubaba. Aunque idénticas físicamente,
los principios por los que rigen sus vidas son diametralmente opuestos, como imágenes
especulares. La hermana de Yubaba es el reverso del ego, el resultado de transformar la
inteligencia en sabiduría. La hermana (sabiduría) entra en los aposentos de Yubaba (ego)
guiada por Chihiro (anhelo espiritual) sin ella saberlo. Una vez dentro, convierte al gigantesco
bebé en un ratoncito y al pájaro malvado en una mosca. El efecto de la sabiduría cuando accede
a la mente es ese: reducir las emociones infantiles y la maldad hasta convertirlas en aspectos
inofensivos de nuestra personalidad.

Durante el robo del talismán, Haku es herido gravemente. Chihiro le da la otra mitad de la bola
mágica y decide devolver el talismán a la hermana de Yubaba. Para ello ha de emprender un
largo viaje en tren sobre las aguas que rodean al pueblo fantasma, en compañía del ratón, la
mosca y el fantasma sin cara. Se bajan en una solitaria parada donde son recibidos por un
candil. La luz les guía hasta la hermana de Yubaba, quien los recibe con hospitalidad en una casa
de campo sencilla y acogedora. Poco después aparece Haku trasformado en un espléndido
dragón, a lomos del cual Chihiro regresa al pueblo fantasma. Mientras vuelan, Chihiro
recuerda la identidad de Haku como la del espíritu del río en el que ella casi se ahoga de
pequeña. Al escuchar su nombre, Haku consigue romper el maleficio de Yubaba. Todo este
episodio ejemplifica el momento en el que nosotros, en total dominio de emociones y apetitos y
en contacto con la sabiduría, reconocemos nuestra verdadera naturaleza, esencial e innata.

La aventura está a punto de concluir, pero antes nuestra heroína ha de superar una última
prueba: para dejarla partir, Yubaba la reta a que identifique a sus padres entre un grupo de
cerdos. Chihiro contesta que ninguno es su padre o su madre y, efectivamente, todos los cerdos
eran sirvientes (pensamientos) transformados. En ese momento, nuestro anhelo espiritual
(Chihiro) logra al fin su objetivo: ya nunca más seremos engañados por el ego y sus
pensamientos. Ahora sí, somos libres.

Chihiro regresa a la entrada del pueblo, al punto de partida en el que aguardan sus padres,
quienes no se han enterado de nada. En apariencia somos los mismos; sin embargo, en
nuestro interior se ha obrado una profunda e irreversible transformación.

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