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FRENTE INNOVADOR CIUDADANO

Por una nación de futuro.


Propuesta programática de gobierno
Adrian Diaz Ochoa

PROBLEMAS GENERALES
Estamos en la ruina. Es difícil iniciar una propuesta si no entendemos ciertas cuestiones
básicas, que se proceden a definir más adelante, pero más crítico es cuando las propuestas
de construcción de una gestión no se pueden fundamentar en el deseo de brindar nuevos
derechos a quienes sustentan el Estado Nacional. Si se cuestiona a expertos en distintas
profesiones, todos dirán que la misma puede poner de su parte para resolver toda crisis,
aun cuando se sabe que es a raíz de la multidisciplinariedad que se puede concebir una
ruta a solucionar gran parte de los problemas tercermundistas que se experimentan a diario.

En ese rumbo, es claro que el término “tercermundista” despierta sentimientos poco


atractivos, y a veces hasta peyorativos, pudiendo englobarse en ese conjunto de crueles
realidades con las que se debe lidiar. Este panorama lo introduce la corriente populista
latinoamericana en momentos clave de la historia, cuando el poder era sinónimo del
aprovechamiento de la autoridad para un rédito patrimonial. Esto es corrupción pura y dura.

Esta gangrena se ha escurrido a lo largo del cuerpo continental, sin excepciones, y con
mayor fuerza en ciertas localidades estratégicas para el crimen organizado (blanqueo o
lavado de capitales, tráfico de armas, trata de personas, y hasta narcoterrorismo
paramilitar). Esto no es cuestión de voluntades aisladas que logran sortear difíciles trabas
gubernamentales para hacerse con cierta riqueza limitada, pues es abiertamente sabido de
los vínculos que estos grupos, que además poseen la irracional sutileza del tráfico de
influencias, son patrocinados por ciertos sectores de la Administración Pública.

En ese sentido, con un engranaje aceitado de enfermedades institucionales, no es para


menos pensar que la Organización Pública no encuentre, o no trate de buscar, soluciones a
los problemas más habituales que se viven en los hogares de nuestros ciudadanos, a lo
largo del país y fuera de sus fronteras, siempre que estos resulten en interés para nuestra
soberanía y en la responsabilidad que tenemos para hacer de nuestro mundo un mejor
lugar, de paz y desarrollo permanente.

De esta forma, entrar a pensar en los desequilibrios macroeconómicos que desembocan en


el desastre microeconómico solo puede lograrse entendiendo, en principio, que todo lo que
hace funcionar nuestra economía está en el lugar equivocado. Empezando, para hablar de
crecimiento económico hay que saber que para conseguirlo es necesario algunos aspectos
previos: seguridad jurídica y rentabilidad. Del primer punto se desprende la posibilidad de
ejercitar los derechos existentes en el marco de la libertad, y que si existe alguna limitación
al ejercicio de tal derecho es simple, y fuertemente, la dignidad de los demás factores.

Para que un proceso económico sea rentable, seguramente se debe empezar viendo que
las prestaciones sean siempre correspondidas de forma justa. Al inversor se le debe
garantizar que el Estado no minará su camino a hacer dinero, a las familias se les debe
asegurar que su salario les alcanzará para vivir. Esto, aunado a la voluntad de crecimiento
de las personas, debe ser motor para que ellos puedan pasar de un sector de la economía a
otro, pues las inversiones, sean mayores o menores, contribuyen al crecimiento del PIB, lo
que resulta en una mayor productividad, atractivo, y la reducción de los diferenciales
macroeconómicos perjudiciales, como la inflación y el desempleo.

Nada de esto se puede lograr, y menos plantear, en un sistema como el nuestro, donde el
gobierno se cree Estado, concentra todo en su eje y lo destruye en el proceso. Para esto se
puede optar por una vía alterna, pues el continuismo no es opción. Tal vía no debe ser
etiquetada bajo ningún sistema político que se sobreentiende existente, pues la guerra de
calificaciones ideológicas es el gran culpable de la pérdida de tiempo que se sufre.

El mérito, entendido como el valor que se construye a partir del esfuerzo individual e
impacta en el reconocimiento social, debe ser el único pilar que integre y unifique la
Administración Pública en sentido amplio. El diseño de políticas gerenciales solo puede
hacerlo quien sepa, de verdad, de lo que se trata, y los resultados que esto trae. La vida de
las personas ha soportado muchos experimentos fallidos.

Esta hoja de ruta expresa valoraciones que nadie puede refutar si desea tener claro el
problema. Las soluciones acá planteadas tienen el respaldo de la experiencia positiva de
países que las han celebrado y de científicos que las han entendido como las ideales en
momentos de crisis. Lamento de corazón estar en la generación que las debe proponer,
pero si esto es el escarnio que se debe pagar para que más nunca se repita, estoy
dispuesto a cargar con ello. Pero garantizo que los resultados a corto, mediano y largo
plazo valdrán el sacrificio.

De no lograrlo en el tiempo prometido, que la patria lo demande.

PROPUESTAS
1. Los planes sociales no son para todos, sino para quien los necesite. Están
condicionados al ejercicio de acciones que aporten al desarrollo nacional. Las
mismas serán para niños en situación de pobreza, no escolarizados o en riesgo de
deserción; para adultos no escolarizados y desempleados, en la medida que su
capacitación y empleo así lo demanden.
2. La tercera edad tendrá garantizado su asignación por vejez al alcanzar la edad de
60 años. En caso de no haber contribuido cotizaciones,

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