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El Time in, manejo respetuoso de las pataletas 7

POR PAMELA LABATUT HERNANDEZ - 27 JULIO, 2014 CRIANZA RESPETUOSA, DESTACADO 1,


PATALETAS

PATALETAS

Ya entrado el primer año para algunos, y en mayor medida desde el segundo año de vida de
nuestros hijos/as, nos vemos enfrentados a las primeras pataletas. Dentro de las dificultades en la
crianza, el manejo de éste tipo de comportamiento en el niño suele ser una de las mayores causas
de consulta en padres, motivo de estrés y hasta a veces diferencias significativas en la forma de
crianza entre los padres.

En general, una pataleta es entendida como una reacción descontrolada y no planificada de rabia y
frustración que se expresa a través de una serie de conductas que pueden ir desde llorar, gritar,
tirarse al suelo, hasta pegar, morder, y golpear/se. Evidentemente, mientras más descontrolada y
extrema es la reacción del niño/a, más indicadora es de algún tipo de dificultad temperamental,
emocional, familiar, genética, y/o contextual.

Es importante saber que todos los seres humanos (niños y adultos) solemos hacer pataletas. Sí, los
adultos también! Nos sentimos, nos picamos, damos portazos incluso, nos vamos de un lugar, etc.
Esas son formas que un adulto puede demostrar su rabia y frustración lo que no nos hace
entonces muy distintos de los niños. La diferencia está en que precisamente seamos capaces de
ver esta similitud claramente y dejar de sentir que el niño es diferente a mi, y empatizar. Lo que
puede entonces variar, sería la intensidad, duración y la conducta que se emite para expresar la
rabia y/o frustración. Las pataletas suelen durar hasta los 5 o 6 años. Es muy raro que un niño de
mayor edad las tenga, ya que a esa edad ya pueden comprender lo que los papás les explican
cuando no obtienen lo que desean, hay un desarrollo del lenguaje que además les permite a ellos
expresarse mejor y poder tener una conversación con el papá o mamá al respecto.

Estudios específicos sobre la duración e intensidad de la pataleta han mostrado que ésta conducta
tiene su peak de intensidad entre los 1 y 4 años, en donde alrededor del 80% de los niños/as
suelen acudir a este tipo de reacciones en momentos de estrés, rabia y frustración.

La pataleta se suele entender erradamente como una forma de manipulación por parte del niño/a,
pero eso está lejano a la realidad. Lo que en verdad significa es una reacción ante una necesidad
no cumplida (sea una necesidad física, emocional, social, etc.). es decir, los niños/as hacen
pataletas como una forma de expresar su rabia y estrés producto de no haber obtenido lo que
desean conseguir y no necesariamente como intentos de manipulación hacia los padres.
Cuando un niño/a tiene una pataleta, es simplemente la forma de expresar que no entiende por
qué le estás quitando o no entregando algo que quiere, y que racionalmente no entiende por qué
esta pensando-sintiendo otra cosa.

Rosa Jové, psicóloga especialista en psicopediatría y clínica infanto-juvenil, dice al respecto: A


partir de los dos años, entre los dos y los cuatro años, llega un momento en que los niños y niñas
empiezan su independencia. Y esa independencia y ese razonamiento, la única manera que tiene
el niño de probarlo es oponiéndose a lo que le dicen los padres. Es la manera que tiene de fraguar
esa independencia.

Entonces las pataletas son buenas, en este sentido, porque nos indican que nuestro hijo/a está
empezando esa independencia. Los niños que no tienen pataletas suelen ser niños demasiado
sumisos. Nadie quiere un hijo sumiso que de mayor no sepa pedir un aumento de sueldo, ni sepa
pedir sus derechos, ni queremos una hija sumisa en su matrimonio de adulto. Eso empieza en esta
más tierna infancia. El niño/a tiene una idea opuesta a la de su padre y mientras no entienda el
porqué de lo que le dice su madre y su padre, él va a seguir manteniéndose con su idea.

¿Cómo podemos manejar las pataletas de nuestros hijos/as?

Felipe Lecannelier, Psicólogo Infantil cuenta que lo que por muchos años se ha sugerido por
profesionales es ignorar la pataleta, no hacer caso a las peticiones del niño/a, y/o dejarlo en un
lugar alejado hasta que se calme (por ejemplo, cuando se envía al niño a su pieza) es decir, lo que
se conoce como la técnica del time-out (tiempo-fuera). El time out es una técnica conductista que,
curiosamente, lo que hace en el fondo es generar emociones negativas para desanimar a repetir
los comportamientos indeseados.

Sin embargo, últimos estudios provenientes de las investigaciones sobre la calidad del apego entre
padres e hijos y del desarrollo de habilidades socio-emocionales en los infantes (lo que se conoce
como aprendizaje socio-emocional) han demostrado que este tipo de técnicas provoca una serie
de efectos negativos a corto y largo plazo, tanto en los niños, como en la relación con los padres.
En primer lugar, se ha demostrado que cuando se les hace tiempo-fuera (no solo en el contexto de
la crianza, sino también en la educación preescolar y escolar) ellos reportan sentirse con más
rabia, más frustración e ignorados por sus padres (o profesores). Algunos mencionan sentirse
tristes y rechazados y no confiar en la disponibilidad y ayuda del adulto cuando se sienten mal.
Las repercusiones a largo plazo del time out, reportan mayores índices de agresividad, mala
conducta, desorden, y oposicionismo, ya no solo con sus padres sino con otros adultos. Es decir,
que en este sentido, el tiempo-fuera puede parecer que tiene efectos positivos a corto plazo (ya
que el niño/a parece calmarse) pero a largo plazo genera un clima conflictivo y hostil entre el
niño/a y sus padres. Por último, los estudios sobre prácticas positivas de crianza han mostrado que
la técnica del tiempo-fuera no enseña nada positivo al niño/a sobre su propia conducta y
reacciones y la de los otros (es decir, no enseña nada sobre valores e inteligencia emocional) más
bien lo que hace es imponer una disciplina sobre la base de enseñar un poder autoritario que se
debe acatar, pero sin que el niño pueda comprender el qué, cómo y porqué de su conducta
descontrolada. Más aún, esta técnica suele dar una información emocional contradictoria al niño,
donde se le impone que trate de calmarse por sí mismo y en soledad, cuando la pataleta es
justamente una expresión de que él no tiene la habilidad para hacer eso.

¿Hay otras alternativas al famoso time out que sea más respetuoso con nuestros hijos?

Una excelente forma de manejar respetuosamente una pataleta, sería hacer lo contrario al tiempo
fuera, y aplicar el time in o “tiempo adentro”. El tiempo-adentro es precisamente lo contrario, hay
que quedarse con el niño/a durante la pataleta, utilizando una serie de estrategias para que se
calme. Esta estrategia tiene como meta comunicar al niño/a que sus papás son personas que lo
quieren, protegen y lo contienen en momentos difíciles (aspecto vital en toda estrategia sana de
crianza). Versus una mirada autoritaria basada en el poder por sobre el niño.

Por ejemplo en una casa, jardín infantil o colegio, se crea un Cuddle Corner (rincón de abrazos)
designado para actividades diversas, tales como la reflexión, reducción de la intensidad emocional,
concentración, toma de conciencia, regulación emocional, etc. Es un lugar donde se puede estar
cómodo, y en compañía de otras personas si así se desea. Los niños pueden ir con sus ositos de
peluche, mantas, libros, etc.

PATALETA2Para abordar al niño/a se sugieren seguir ciertas premisas:

– Que el adulto mantenga la calma, no descontrolarse (no gritarle, pegarle, decir malas palabras, o
inferir malas intenciones).

– Ponerse a la altura visual del niño/a, es decir, muchas veces agacharse y sentarse en el suelo:
esto permite que él sienta menos estrés y poder autoritario de parte de los padres y pueda
calmarse fácilmente.
– Siempre verbalizar lo que le esta pasando emocionalmente al niño, por ejemplo; “yo sé que te
da rabia porque no quieres ducharte, pero es necesario porque estas lleno de tierra de tanto jugar
con las plantitas”. Esto ayuda a que el niño aprenda en futuras ocasiones a comprender y
verbalizar estas reacciones de descontrol.

– En la medida de lo posible, sirve mucho desviar la atención con otra cosa que le guste, es decir,
mostrarle una alternativa que el padre sepa que será de su agrado. Por ejemplo, ofrecerle jugar
con su autito favorito en vez de jugar con las tijeras que agarró. De ésta forma el niño/a aprenderá
como calmarse a futuro porque tendrá otras alternativas disponibles.

– No amenazar o ridiculizar, tratando así de enseñar disciplina. Cuando uno está en un estado
emocional negativo, no puede entender razones ni consecuencias. Es muy común caer en este tipo
de comentarios que el niño realmente no entenderá ni es parte de una disciplina positiva. (“Si te
portas mal, entonces no podrás, no irás, no….. “, etc.). Una vez terminada la pataleta, cuando ya
esté calmado/a, se le puede explicar que su conducta no es apropiada.

Rosa Jové nos aporta éste ejemplo de estrategia:

– Cuando nos podemos anticipar a una pataleta: Juanito ven a bañarte. No que estoy jugando.
Ahí, si el padre obliga al niño a ir a bañarse, puede que el niño monte una pataleta. ¿Cómo
actuamos en ese momento para evitar las pataletas y hacer que el niño haga lo que nosotros
queremos? Son tres pasos: En primer lugar, hay que comprender al niño. Tenemos un niño que
empieza a hablar y a razonar, entre dos y cuatro años. Antes no sirve, porque no hablan. Por lo
tanto, le vamos a decir que tiene razón, que en su manera de pensar puede tener razón. Entonces
decimos “claro, cómo te vas a ir a bañar, con lo bien que te la estás pasando en el juego, además
de que si yo jugara tan bien como tú no querría irme a bañar”. No cuesta nada quedar bien con
una frase así que al niño le demuestre que él no está loco y que también puede tener sus razones.
Pero, segundo paso, los padres le van a explicar las suyas. “Mira, cariño, todo el día has estado
jugando con tierra. Tenemos que bañarnos antes de acostarnos”. Por último, al niño se le deja
elegir la solución al problema, de entre las alternativas que su madre o su padre le propongan.
Por ejemplo: ¿Cómo lo arreglamos? ¿Te baño rápido y así te queda tiempo para jugar un poco
más? ¿Quieres que ponga el cronómetro de la cocina o el despertador y cuando pasen diez
minutos ya te vienes a bañar? De estas dos alternativas, el niño elige la que quiere. El niño se va a
tranquilizar, porque le hemos dicho primero que tiene razón. Luego, como le hemos argumentado
lo que nosotros pensamos, intentará entendernos. Y por último, como le dejamos elegir, esta
solución es la perfecta.
Es importante comprender que cualquier estrategia de manejo de pataletas que provoque mayor
estrés en el niño/a no sería la adecuada y podría provocar repercusiones negativas a corto y largo
plazo.

Además, cuando entendemos el trasfondo de las pataletas, podemos empatizar con los niños y
niñas y asumir que así como a ellos les duele que los dejemos solos, “pensando” en lo que
hicieron, a nosotros ciertamente tampoco nos gustaría que otro adulto significativo, pareja,
familiar, nos diga en nuestro momento de mayor estrés, pena, rabia, etc, que “nos retiráramos” de
ahí hasta pasar la pena (por que el otro intencionalmente no me quiere tomar en cuenta mi dolor),
así que debo ir a una pieza cerrada y sola. Si logramos comprender que a nosotros como adultos
eso nos dolería mucho, podremos tener la empatía y paz-ciencia para criar a nuestros hijos/as,
haciéndolos sentir contenidos en el momentos de estrés, así como a nosotros también nos gusta
que nos hagan sentir. Las consecuencias además comprenderán una mayor inteligencia emocional
y autorregulación de ésta, debido al abordaje que implica el time in.

No pretendemos ser papás perfectos, porque simplemente nadie lo es. Si tienes dificultades para
tú manejar tus rabias y frustraciones puedes comentarlas con tu pareja, siempre contar hasta 10,
aprender a mirarte qué te está pasando con que tu hijo/a no te haga caso, comprenderte,
entenderte y trátate tu primero que nada con amor y respeto. No debes autoexigirte de buenas a
primeras. “La crianza exige más cariños y menos instrucciones” Dice Carlos González. Aplícalo en tí
primero. Acepta que te cuesta lidiar con tus propias rabias, aprende a meditar sin es necesario,
busca calma, busca tu mismo otras estrategias para autorregularte. De ésa forma poder inculcarlas
a tu hijo/a te será más fácil y juntos aprenderán a relacionarse mejor, partiendo porque cada uno
le da cabida a conocer sus emociones, expresarlas y validarlas. Quieres aprender a manejar y
regular tus propias emociones? Lee este artículo sobre la autorregulación en adultos.

Vídeo manejo respetuoso de pataletas, Chile crece contigo

Estrategias en contexto educacional: lo importante es que se enseñe a los niños cómo cuidar de sí
mismos y de los demás. La intención es facilitar desde el acompañamiento una acción reflexiva
sobre su propio comportamiento que permita una toma de conciencia de sí mismo, de lo que se
puede mejorar y ponerlo en práctica desde la convicción, no desde la imposición externa.
Pretende fomentar la moral autónoma y la regulación emocional desde el principio de la
escolaridad.

Un niño/a no se envía a Time in, sino que se le invita a ir. A diferencia del Time out, el niño puede
elegir ir solo o en compañía. No tiene que sentarse y esperar, sino que puede participar en un
juego reconfortante, relajante y apropiado.
Se les puede explicar instrucciones parecidas a: “estamos haciendo un área a la que podemos ir
cuando nuestro comportamiento es poco aceptable. Es un lugar para que aprendamos a sentirnos
mejor y podamos unirnos después a los demás. Es para ser usado tanto por niños como adultos.”

Los niños pueden ir con sus ositos de peluche, mantas, libros, etc.

Con el Time in se está enseñando a los niños habilidades de vida que podrán utilizar a lo largo de
toda la vida. Y lo más importante, se está construyendo una relación educador-niño que se define
por la esperanza, el respeto y la confianza.

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