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Épiméleia: Invitación a saber ser, actuar y hacer.

En el proceso de su construcción, el sujeto oscila en el debate que toma lugar entre sus
impulsos y aspiraciones1, previos a la acción, y la tolerancia de vivir en comunidad, lo que
revela la existencia de deseos individuales convergentes y divergentes, capaces de hacer
reinar la armonía o provocar el caos. Para esto, se ve como primordial considerar una
estructura de valores adecuada a cada circunstancia, lo que significa que el deseo pierde su
primitiva inocencia y entra así dentro de las categorías del bien y el mal. Así pues, el sujeto
debe contemplar la posibilidad de tener la facultad de equilibrarse, para poseer de manera
natural un preciso y certero mecanismo de regulación: saber ser, actuar y hacer.

En su último período de investigación, Michel Foucault se plantea la pregunta por la ética y


el sujeto. Desde el inicio de la década de los ochenta hasta su muerte, escribe el segundo y
el tercer tomo de Historia de la sexualidad, llamados Uso de los placeres y Gobierno de sí.
Establecida la cuestión, el pensador francés utiliza los últimos años de su vida para
desarrollar su respectivo estudio epistemológico del sujeto frente a la verdad, el poder y la
libertad. Por su parte, la primera lección de La hermenéutica del sujeto2, presentada el 6 de
Enero de 1982, expone con profundidad el argumento de cómo tener acceso a la verdad.

En un primer momento, es importante reconocer que para obtener una relación con la
verdad, el sujeto debe proponerse como fundamental el cuidado de sí, acción denotada por
un concepto perteneciente al origen de la tradición occidental en la antigua Grecia:
épiméleia, el cual a lo largo de la historia se actualiza y se acompaña por el conocimiento y
la ocupación de sí mismo.

Este principio filosófico predominante en la estructura de pensamiento grecolatina, es


adoptado principalmente por Sócrates en el momento de interpelar a cualquiera que se
atraviese en su camino, con la pregunta: ¿Te ocupas de ti mismo? Con el fin de sembrar la
reflexión en los demás, que básicamente radica en abandonar prácticas más beneficiosas
para la sociedad y empezar a pensarse a sí mismo para llegar a la verdad. El cuidado, el
conocimiento y la ocupación de sí mismo, no sólo llevan al sujeto a acceder a la vida

1. Deseos ajenos a toda consideración moral.


2. Curso pronunciado por Michel Foucault en 1982, en su cátedra de Historia de los sistemas de
pensamiento, sobre la Hermenéutica del sujeto. En él, el autor presenta un estudio en torno al
«cuidado de sí» como concepto organizador del quehacer filosófico, tratando de mostrar según
qué técnicas, procedimientos y finalidades históricas un sujeto ético se constituye en una
determinada relación hacia sí.
filosófica sino que también configuran el principio de toda conducta racional, lo que lleva a
un equilibrio.

En esta misma instancia, la épiméleia se funda desde diferentes formas del cuidado de sí.
En primera medida, equivale a un modo determinado de enfrentarse al mundo y lograr
establecer la relación con el otro. Este principio de razonamiento implica entonces adoptar
una actitud con uno mismo, con los otros y con el mundo exterior. De igual manera, la
épiméleia es una forma particular de atención y preocupación de sí mismo,
lo que implica que el sujeto debe reconvertir su mirada para desplazarla desde
el exterior hacia su interior con el objetivo de reflexionar o proyectar una
vigilancia del pensamiento, en palabras de Foucault, para así tener la capacidad de
saber actuar.

No obstante, en la filosofía occidental se privilegia el conocimiento de uno mismo en vez


de la preocupación de uno mismo, es decir, el cuidado de sí se muestra como un elemento
melancólico lleno de vínculos negativos en el sentido en que preocuparse por uno mismo
viene a significar, gracias al discurso cristiano, egoísmo. Por siglos, este principio había
sido el empuje para la construcción de morales con un alto nivel de racionalidad aunque
hoy por hoy, exista una relegación. Este desplazamiento se regula a partir de ciertas
prácticas socioculturales, si bien mediadas por discursos que extrapolan e introducen a la
épiméleia en el interior de un contexto en el cual, se tiene como predominante la ética
general del no-egoísmo, ya sea bajo la imposición del cristianismo de renunciar a uno
mismo y preocuparse por el prójimo, o bajo la forma de la estructura de pensamiento
moderna que se configura a partir de la premisa cartesiana: el conocimiento de sí mismo
solo se construye en la interacción con el otro, la colectividad o la sociedad.

Pero, ¿Qué es lo que hace que exista lo verdadero? Ya se sabe de antemano que la filosofía
es la forma de pensamiento que se pregunta por lo verdadero y lo falso, por las formas,
mediaciones y límites que tiene el sujeto para acceder a la verdad. Si se denomina a esto
filosofía, dice Foucault, se puede llamar espiritualidad a las prácticas que el sujeto
experimenta para llegar a la verdad; tales como: las purificaciones, la ascesis, las renuncias
y las conversiones de la mirada. La noción de espiritualidad se puede esclarecer en la
medida en que el sujeto se transforma para tener acceso a la verdad ya que esta misma no le
es concedida como un derecho. No existe tal verdad sin una transformación del sujeto, la
cual se precisa a través del impulso del eros. En últimas instancias, la verdad es lo que
perfecciona al sujeto. Foucault (1982): “La gnosis es en suma lo que tiende siempre a
transferir, a trasladar al propio acto de conocimiento, las condiciones, las formas y los
efectos de la experiencia espiritual” (p. 39).

Tiempo después, se llega a la deducción de que el conocimiento es la única dirección a la


verdad. A partir de ese momento, se reformula la relación del sujeto con la verdad para dar
paso a la correspondencia de la subjetividad y la verdad. En la modernidad, Descartes se
propone la fundamentación del saber en un proceso social objetivo.
La verdad no actúa sobre el sujeto sino que el sujeto tiene la capacidad de cambiar la
verdad.

Ahora bien, la épiméleia surge en el ocuparse de uno mismo en afirmación de un privilegio


político: se manifiesta en la posibilidad de ocuparnos de nosotros mismos, y para poder
hacerlo necesitamos confiar nuestros trabajos a los otros. Sócrates es quien intenta convertir
el estatuto de Alcibíades en gobierno ·efectivo de él mismo sobre los otros. La necesidad
del cuidado de sí, está plenamente ligada al ejercicio del poder. Ocuparse de uno mismo
viene exigido por la acción de ejercer un poder político sobre los otros. No se puede
gobernar a los demás si uno no se ha ocupado de sí mismo.

A manera de reflexión final, la preocupación y el cuidado de uno mismo se sitúa entre el


privilegio y la acción política, es decir, el sujeto que se inquieta por sí mismo, ha llevado a
cabo el camino del eros al ethos de manera correcta. Al realizar el intento de un proyecto de
reflexión y meditación, en su trasegar que tiene como fin la verdad, este sujeto se tiene que
ver reflejado en el mundo exterior para corregir todas su ser, actuar y hacer. También debe
deliberar sobre las representaciones que se le brindan, adoptar una mirada crítica,
configurar una cosmovisión y poder cambiar su ser para llegar a ser, más que un sujeto del
conocimiento, sujeto de la verdad llegando a un equilibrio que transforma todos sus deseos
en acciones basadas en la racionalidad conseguida gracias al cuidado de sí.

Thomas Jaramillo. Seminario: Trabajo de grado.


Bibliografía:

Foucault, Michel (1982). La hermenéutica del sujeto. (Las ediciones de La piqueta).


(Madrid, 1987: Traducción de Fernando Alvarez)

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