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19 mar 2015
Regatear es querer llevarse todas las canicas, aunque eso implique quedarse sin compañeros de juego. Entonces ¿cómo
se negocia? Aquí te digo cuatro pasos.
Negociar es un término que resulta muy familiar pero que es confundido muy a menudo con el regateo. Regatear es una
pequeña fracción del gran entero que es la negociación. Regatear es una discusión entre el comprador y el vendedor por
el precio de algo, es tratar de llegar a un importe razonable sin cuidar mucho los modos para conseguirlo. Por desgracia,
la palabra razonable pierde significado en la acción del regateo. El que compra quiere torcer el brazo del que vende y se
siente muy feliz al lograr un monto ínfimo; el que ofrece quiere sacar de su consumidor hasta el último aliento sin
interesarse por el sofoco que está causando. Muchas veces, al regatear se traspasan los límites de la salud del negocio, y
eso que parece ser extraordinario para una parte y pésimo para la otra, es un espejismo. Nadie sale beneficiado de una
negociación ventajosa al poner contra las cuerdas a un proveedor o a un comprador.
Lo primero que hay que entender es que negociar no es una carrera en la que gana el que cruza primero la línea de
meta. Cuando eso sucede, la negociación resultó fallida. Una transacción exitosa se logra cuando ambas partes
traspasan el umbral al mismo tiempo. Es decir, cuando ambos finalizan satisfechos del resultado y estarían dispuestos a
repetir la experiencia.
Negociar es una acción que involucra un bien intangible muy influyente como es el prestigio. El buen o mal nombre que
se construya sobre las bases de la negociación apadrina el quehacer de las personas más allá del terreno profesional. Es
imprescindible cimentar un buen crédito y abonar el buen nombre, incluso cuando sólo se va a tratar de una acción de
una sola vez o cuando la persona que está del otro lado de la mesa es un desconocido al que jamás se volverá a ver; el
mundo profesional es muy pequeño, y una buena o mala acción puede desembocar en una recomendación positiva o
negativa en otra oportunidad.
El meollo del asunto no es obtener un sí, sino formar una estrategia que perdure incluso después de que el trato se haya
firmado y el objetivo se haya conseguido. No se trata de llevar a cabo una negociación en la que alguien se sienta
asfixiado y el otro se sienta el conquistador triunfante. Por lo general, esas son victorias pírricas tienen un resultado de
suma cero. Si en un convenio una de las partes gana y otra pierde, ahí no hubo negociación; hubo regateo.
No siempre es fácil negociar y la tentación del regateo se hace presente. Existen situaciones en las que hay un único bien
y las partes han fijado el precio, pero el objetivo es conseguir la mayor cantidad posible, como cuando hay dos personas
negociando sobre un terreno por el que pasará una carretera. Cada parte querrá ceder la menor porción de tierra para
la construcción e intentará conservar la mayor parte de propiedad intacta. Sí hay negociaciones en que las partes están
en conflicto y el beneficio de una implica el perjuicio de la otra. En estas situaciones, la relación y el prestigio parecen
pasar a segundo plano, y la visión se fija en el objetivo y no en la meta última. Esas negociaciones son duras e
interesantes al mismo tiempo, y requieren de mayores estrategias y mejores planeaciones. No hay espacio para el
regateo.
1. Primer paso: Hay que tener claro cuáles son el punto de partida y el último reducto de negociación para llegar a
la mesa preparados. Hay que iniciar con el pie derecho, y en la medida de lo posible, en forma cordial.
2. Segundo paso: Es prefigurar qué sucedería en el peor escenario, es decir, qué se haría si la negociación trajera el
peor resultado posible. Una vez conocido ese punto, hay que tener claro cuáles serían las mejores circunstancias
para conseguir el efecto deseado y conducir los esfuerzos por ese camino.
3. Tercer paso: Es obtener la mayor información posible sobre la contraparte. Enterarse de las circunstancias en
que llegan a negociar, conocer sus intereses y preferencias, tener claridad sobre el porqué quieren llegar a un
trato y qué los llevaría a reventar la negociación.
4. Cuarto paso: Tener calma para escuchar y para proponer. En algunos casos, como dice el dicho, el que pega
primero pega dos veces, pero, es imprescindible tener la paciencia para poner atención en todo lo que la
contraparte quiere decir. Ésa es información valiosa que puede obrar a favor. La cautela al proponer es la clave
para llevar a cabo un cierre adecuado; si gana la ambición o la agresividad, los planes se pueden ir por la borda y
el trabajo hecho terminará en la basura.
Las mejores negociaciones son aquellas en que las partes están deseosas de cooperar, en las que existe la conciencia de
que ambas quieren alcanzar la misma meta de la mejor forma. El modo óptimo de llevarlos a cabo es integrando los
puntos de interés al acuerdo y, en caso de haber desacuerdos, dividir el costo entre ambas partes y realizarlo. Éste es el
típico caso de relaciones como clientes-proveedores, en que las dos posiciones deben cuidarse y salir con acuerdos
ganadores para ambas partes en orden a construir relaciones de largo plazo y garantizar la repetición de negocio.
Al regatear entre clientes y proveedores, el establecimiento de una reciprocidad se compromete y se anula. La
transacción se llevará a cabo en una ocasión y un lado u otro buscarán mejores alternativas, sea que la encuentren en
alguien más o que descubran una forma de ponerse a mano que no esté explícitamente hablada.
Regatear no es lo mismo que negociar. Regatear es tener como objetivo llevarse todas las canicas que están en el
terreno de juego, aunque eso implique quedarse sin compañeros para jugar. Negociar es estar dispuesto a sacrificar
algunas con tal de quedarse con la más apreciada cuidando que el juego se pueda prologar por más tiempo. Es por ello
que hay que aprender a negociar, no a regatear.
Con la colaboración de Forbes México.
Autor: Cecilia Durán Mena es consultora, conferencista, capacitadora y catedrática en temas de Alta Dirección.
REUTERS/Kevin Coombs
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https://www.weforum.org/es/agenda/2015/03/4-diferencias-entre-negociar-y-regatear/
HABILIDADES
Ocho técnicas
TÉCNICA DE LA SUPOSICIÓN
Alcaide denomina así la técnica por la que el comprador ofrece una hipótesis de aceptación en la que
pide extras casi inalcanzables que convierten la rebaja en una opción más interesante.
“Suponiendo que acepto las condiciones, entiendo que en ese precio estaría incluido también la
asesoría permanente 24 horas y el mantenimiento con desplazamiento ‘in company’ ...”
DE LA OBJECIÓN FALSA
Esta técnica se basa en hacer énfasis hasta en los detalles más pequeños que de, alguna manera,
negativizan el producto en cuestión con el propósito de aminorar sus cualidades. Es, en realidad, una
objeción falsa:
“No está mal la propuesta que nos hacéis, pero es que la metodología del curso no se ajusta a nuestra
personalidad/el color no me gusta/necesito más velocidad por minuto…”
DEL DESCUENTO INDIVIDUAL Y POR EL LOTE COMPLETO
Alejandro Martínez propone que cuando vas a adquirir varios productos o servicios negocies
descuentos individuales por cada uno de los artículos y luego uno total por el paquete completo. El
secreto radica en no decirle al vendedor que vas a adquirir todos los artículos, sino en ir negociando
uno a uno. Y una vez que ya has alcanzado descuentos individuales, ofrece llevarte el lote completo por
una cantidad concreta.
“Entonces de acuerdo. Me interesan los cuatro artículos. Qué descuento me haces por llevarme los
cuatro a la vez”.
DE LA AMPLIACIÓN
Si el vendedor no mueve el precio, ofrécele adquirir más cantidad a un precio menor o, en su defecto,
unas buenas condiciones de compra o un menor plazo de entrega, de manera que mejoren tus
condiciones de adquisición. Este mismo consejo es también válido para el caso contrario, como
veremos más adelante.
“Estamos dispuestos a aceptar su propuesta, pero a cambio de firmar por escrito un descuento del
10% en el siguiente pedido”.
DE LA ACEPTACIÓN
Consiste en dar por hecho que el vendedor acepta nuestro precio y hacerle la oferta de abonarla en el
corto plazo.
“Entonces, los 10.000 euros como los queréis: al contado o en dos plazos”.
TÉCNICA DEL LÍDER DE OPINIÓN
Si estás en posición de convertirte en líder de opinión de tu sector, resulta siempre más fácil negociar
un descuento a cambio de transmitir tu opinión favorable a toda tu red de contactos.
“Por nuestra clínica pasan diariamente 50 personas, ¿se imagina cuántos potenciales clientes pueden
ser al cabo de un mes? Estamos dispuestos a hablar favorablemente de las cualidades de su producto,
siempre que lleguemos a un acuerdo en el precio”.
DE LA DECISIÓN DELEGADA
Algunos expertos recomiendan no aceptar ser el último decisor. De esta manera, puedes concluir la
negociación con buenas perspectivas, pero delegando la última decisión a un tercero:
“He podido hablar con el comité directivo y, aunque se muestran favorables a su propuesta, me dicen
que el presupuesto máximo que tenemos para esa partida es de...”.
EL PLANTE
Es una aplicación elegante de la famosa técnica del regateo comercial de abandonar la tienda. Consiste
en hacer una última oferta definitiva y levantarse de la mesa de negociación.
“Ésta es nuestra última oferta. Piénsela y si está de acuerdo me llama a este número de teléfono”.
¿Y si podemos rebajar?
Un último comentario sobre los descuentos. A menudo el precio inicial con el que arranca una
negociación no es, ni de lejos, el precio final al que está dispuesto a llegar el vendedor. Si es tu caso,
conviene tener en cuenta unos matices antes de realizar concesiones sin fundamento:
NO HAGAS DESCUENTOS IGUALES
Es decir, si estás dispuesto a descontar 500 euros de una partida, no hagas ese descuento en cinco
concesiones de 100 euros, porque a la segunda vez que descuentes 100 euros, el comprador entenderá
que si sigue presionando vas a volver a rebajar esa misma cantidad.
NUNCA FINALICES LA NEGOCIACIÓN CON UN DESCUENTO ALTO
Imagina que en lugar de rebajar esos 500 euros en cinco lotes de 100 euros, haces una primera
concesión de 300 euros y una segunda de 200 euros. En este caso, es posible que el comprador trate de
cerrar la venta arguyendo una última rebaja de 100 euros.
EMPIEZA ALTO Y CONTINUA CADA VEZ MÁS BAJO
La propuesta más aconsejable, según los expertos, es hincar el descuento con una cantidad alta, en
nuestro caso 300 euros, y luego ir descontando otras cada vez más pequeñas: 100, 70 y 50 euros. De
esta manera es posible que, además, rebajemos menos cantidad de la que teníamos previsto al principio
de la negociación.
http://www.emprendedores.es/gestion/tecnicas-de-regateo-negociacion