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Esposa, hijos y nietos de Maestro Luis Arbenoiz.

Maestros y amigos todos


Nos hemos reunido hoy aquí, para dar satisfacción a un sentimiento íntimo de
admiración, respeto y cariño, pero también para responder a un llamado de justicia
exigido por el momento histórico que vive nuestra Escuela Pública que anhela
reencontrar sus legítimos valores de larga y fecunda trayectoria.
Es fácil comprender que no puedo reprimir la emoción que significa para mí estar aquí.
Aquí, en Canelones.
Al pié del Árbol de la Escuela Pública, junto a la dura piedra granítica en la que están
grabados los principios varelianos que hoy son un reto para la defensa y desarrollo de la
reciente reconquistada democracia.
Pero más difícil, por su emotividad, es haber aceptado la invitación que me hiciera
ADEMU Canelones para participar en este acto de cálido homenaje recordatorio al
Maestro Don Luis Arbenoiz.
La conjugación del mismo con el señalado día del Maestro, pone singular y deliberada
significación en momentos difíciles en que la Causa de la Escuela Pública está
celosamente custodiada por un magisterio unido que trabaja sin pausa por la
reivindicación de los principios varelianos.
Para los que muy jóvenes aún, o niños, no tuvieron la oportunidad de conocerle: El
Maestro Don Luis Arbenoiz dirigió y acompañó la gestión de la Inspección
Departamental de Escuelas de este departamento, el segundo por su población escolar
en el país, durante un período de diez años consecutivos.
Para los que trabajaron junto a él y con él, era Arbenoiz. Su trato afable y familiar
permitía prescindir de todo formalismo sin que por ello perdiera el respeto que
conquistó en el trato diario y en la función jerárquica que el cargo le asignaba. No había
ruptura en esa modalidad de amigo y la rectitud con que ejerció la función inspectiva;
por el contrario, logró la integración de ambas.
Para los amigos más allegados era Don Luis, a quien respetábamos, queríamos y
escuchábamos con admiración. Estaba integrado a la tarea educativa sin prejuicios
políticos, de manera
inteligente
generosa
amplia
comprometida
Hoy, es el MAESTRO con mayúscula, Don Luis Arbenoiz, a quien queremos
testimoniar que su vida ejemplar en la función específica educativa y ciudadana, marcó
rumbos y seguirá siendo señera para las generaciones venideras.
Apretado será el perfil que haga de su personalidad porque hay rasgos que no se dan en
un currículum y que para mí, son tanto o más valederos, pues le llevan a la categoría de
HOMBRE íntegro y pleno.
- Fue padre ejemplar en el grupo familiar. Guadiela, su compañera inseparable
revive a diario la herencia dejada que es de moral y honestidad intachables.
- Como amigo, se daba íntegro.
- Supo actuar congruentemente en su función de Maestro y ciudadano.
- Siempre dijo lo que pensaba y siempre hizo lo que decía. Fue valiente
- No le conocimos indecisiones; sus actitudes demostraron en todo momento que
sabía lo que hacía y por qué lo hacía.
- Tenía acción comprometida con la Causa de la Escuela Pública y con la
sociedad.
“Alas y plomo” tenía el Maestro
Alas, porque era un idealista; en su ascendente trayectoria lo guiaba el ideal
vareliano.
Pero tenía plomo para bajar y tocar la realidad que no es posible ignorarla cuando de
educar se trata.
Don Luis Arbenoiz sabía medir la tarea del Maestro que educa en condiciones
paupérrimas. Era realista, comprensivo; jerarquizaba la calidad antes que la
cantidad.
Era MAESTRO.
- Fue propulsor de la Escuela Pública.
- Defensor de los derechos del niño y de los maestros, tanto en la función docente
como en la gremial.
- Amaba la Causa de la Escuela Pública; a ella entregó su vida activa.
- Por eso el magisterio de su generación lo admiró, lo respetó y lo llamó en los
momentos más difíciles a apretar filas cuando de defender o mejorar la escuela
pública se trató.
- Por eso el magisterio de hoy, le da a su personalidad, valor ejemplarizante. Por
eso el Maestro sigue entre nosotros, los de su época, y entre los jóvenes del
presente.
Vive con nosotros, vive con nuestra escuela.
Pero… cosa absurda, indignante. Por las virtudes expuestas los enemigos que
actuaron en el régimen de facto, lo combatieron.
Lo llevaron a sufrir la injusticia, relegándole, ignorándole.
Es bueno recordar.
Cuando el magisterio y sus amigos quisieron rendirle un homenaje póstumo,
debieron solicitar autorización. Se colocó sobre su tumba una flor. Muda. No podían
mediar palabras. Pero qué mensaje tuvo esa flor. ¡Qué elocuencia!
Quienes se propusieron anularlo no lo lograron.
Hoy, la figura del Maestro Luis Arbenoiz se levanta enhiesta. Es un símbolo junto a
otros que como él, fueron maltratados por la dictadura.
Renace su espíritu de lucha en cada uno de los maestros que hoy ingresan a la tarea
magisterial concientizados de la responsabilidad que implica la tarea educativa
cuando esta se hace sin claudicaciones, defendiendo los principios valerianos y
extendiendo la labor educativa más allá de las paredes de la propia escuela.
¡ Cuántas cosas que en este quehacer diario preocupan al magisterio, habrían
recibido sin duda, la defensa y el respaldo del Maestro Arbenoiz ! y ¡ Qué bien
sabría ponernos a meditar entre lo que es justicia e injusticia; entre lo que es verdad
y calumnia !
Su pensamiento sería certero y se expresaría como él sabía hacerlo. Tenía el don de
la palabra, libre, justa, serena, responsable, comprometida en la acción.
Destaco esta loable virtud; se expresaba literalmente, sin ambages, porque dejaba
salir fluidamente lo que sentía que a la vez era línea segura en su conducta de vida.
Así lo hizo en momentos extremadamente difíciles aunque ello le representara un
peligro desestabilizador y arriesgara el cargo de jerarca en la Inspección
Departamental de Escuelas.
Sin duda que muchos de los que nos acompañan están en este momento evocando
anécdotas que rubrican con creces lo que estoy afirmando y también lo asocian a
situaciones que hoy está viviendo el magisterio.
A los 18 años tenía el título de Maestro. Se inició como Maestro Rural en la árida
campaña del departamento de Treinta y Tres, lugar en el que nació.
Conoció, porque los vivió, los sinsabores de la escuela del campo, tan olvidada en
nuestro país.
Conoció nuestros problemas educativos a todos los niveles; también los de otros
países latinoamericanos.
En México, Patzcuaro, compartiendo la experiencia del CREFAL, Centro Regional
de Educación Fundamental para América Latina.
En Ecuador, como Experto en Educación Rural fue llevado por la UNESCO.
En cada lugar enriqueció su quehacer docente y entregó lo mejor de su formación
como Maestro uruguayo.
Representó a nuestro magisterio dentro y fuera del país con dignidad y orgullo.
En el departamento de Canelones ocupó el cargo de mayor jerarquía y no digo que
era una autoridad porque le molestaría esta expresión.
Fue orientador de tal calidad que hoy se perpetúa como tal.
Maestro Don Luis Arbenoiz
Recordado Maestro amigo.
Estamos debajo del árbol que usted como Inspector Departamental y como
integrante del gremio del Magisterio en el departamento de Canelones, erigimos los
maestros con la aprobación de este pueblo, como Árbol de la Escuela Pública.
Este gigantesco árbol que si bien un día como el de hoy, allá en el año 1969, recibió
el privilegio de ser elegido entre los demás de esta plaza pública, también y como
tal, fue testigo mudo del largo y penoso período de acontecimientos bochornosos
que pretendieron empañar la legítima tradición democrática de nuestra patria.
- Este árbol, a pesar de todo, es ejemplarizante.
- No detuvo su crecimiento.
- Ensanchó su tronco
- Endureció su madera
- Extendió sus ramas.
- Reverdeció en cada primavera.
- Floreció y fructificó.
Don Luis: fuimos felices en la elección de un monumento con vida para nuestra
Escuela Pública.
Maestros de Canelones: fueron ustedes felices al reunirnos junto a él para tan
merecido homenaje.
Hoy, le arrimamos a su savia la del Maestro. Nueva. Porque siempre fue nueva.
Con esta savia, alimentaremos este magisterio uruguayo comprometido en la noble
tarea de sustentar los principios varelianos con los que reconquistaremos la vigencia
total de la democracia que hoy iniciamos y queremos reafirmar.
El árbol, la piedra y el Maestro están juntos.
Este es nuestro homenaje: un compromiso formal de vida y de lucha que pasará de
generación en generación a través de todos los que, como el Maestro Don Luis
Arbenoiz, se entreguen a la Causa de la Escuela Pública y establezcan en ella, la
base de la democracia.
Maestro, humilde es nuestro homenaje: compromiso formal de vida y de lucha.
Grande, muy grande, difícil y dura será la tarea, pero como tú nos enseñaste, este
magisterio no tendrá debilidades.
Repito tus palabras: “La debilidad es símbolo de cobardía”

ALBA NIEMANN DE LEGNANI


Setiembre 1985

Palabras pronunciadas por la Maestra Alba Niemann de Legnani el Día del


Maestro, 22 de setiembre de 1985, junto al Árbol de la Escuela Pública ubicado en
la plaza 18 de Julio de la Ciudad de Canelones.

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