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2011
El INEI dió a conocer al país el crecimiento de la producción (PBI) en el mes de Enero de 2011.
Este resultó ser de 10%, con lo que el crecimiento de los últimos doce meses superó el 9% con
una tendencia creciente en el tiempo. Estos resultados, lejos de ser tomados con alegría,
debieran de tomarse con preocupación. ¿Por qué?. Porque pueden sentar las bases para que la
economía peruana experimente problemas en un futuro cercano, dos de los cuales son el riesgo
de una mayor inflación y un mayor desequilibrio en la cuenta corriente de la balanza de pagos.
El crecimiento que está experimentando la economía no es provocado por aumentos
importantes en la productividad de factores (factores de oferta) sino por factores de demanda
(gasto). Si fuesen los primeros, no habría mayor motivo de preocupación pero si son los
segundos, si hay que preocuparse. La demanda agregada interna esta creciendo por encima del
13% anual, muy por encima del crecimiento potencial de la economía, estimado en alrededor
de 6%.En términos teóricos se estarían sentando las bases para generar presiones inflacionarias
por el lado de la demanda. Pero el caso peruano llama a reflexión. La situación de un crecimiento
mayor al potencial no es algo reciente. En realidad, lleva por lo menos experimentándose dicha
situación tres o más años, exceptuando el año de la crisis mundial. Entonces, ¿por qué no se ha
traducido en una inflación mayor?. Si dicho lapso de tiempo es prudencial para que tales
presiones se manifiesten en plenitud. Una explicación es la referida a la presencia de diferentes
choques positivos de oferta, tanto internos como externos que atenúan las presiones de
demanda. Pero existe otra explicación que es la que quiero resaltar en esta ocasión. Pienso que
la Curva de Philips de corto plazo en el caso peruano, se ha hecho más “plana” respecto al
pasado inmediato de forma tal que la economía puede soportar mayores presiones de demanda
( tasas de crecimiento por encima del potencial) sin riesgo de provocar inflaciones altas. ¿ Y
que podría haber provocado tal situación?. Una explicación radica en los efectos de la
globalización (apertura de la economía) que permite a los agentes económicos ir al extranjero a
comprar más bienes y servicios, disminuyendo las presiones internas sobre los precios; y
también a reducir la posibilidad que se den “cuellos de botella” productivos en la medida que
aumente la utilización de recursos. Pero para mi, la explicación principal radica en el cambio que
se introdujo en la conducción de la política monetaria desde 2002 que ha permitido anclar las
expectativas de largo plazo de los agentes económicos en la meta fijada por el Banco Central.
En la medida que estas expectativas estén ancladas en el 2% de inflación meta, las desviaciones
de corto plazo no conducirán a que las expectativas de largo plazo se desenganchen
conduciendo así a mayores tasas de inflación. Por lo tanto un aumento en el “output gap” no
llevará necesariamente a elevar las expectativas de inflación. La gente interpretará aquello como
algo temporal y confiará en que el Banco Central (y el MEF) tomará las medidas necesarias en el
intertanto para evitar el sobrecalentamiento de la economía. Por ello, es muy importante que
el Banco Central conserve su credibilidad mostrando en todo momento eficiencia en su gestión.
La severa crisis financiera-económica que el mundo esta viviendo no sólo ha tenido fuertes
repercusiones sobre la conveniencia y viabilidad de una economía de mercado
insuficientemente regulada sino también ha tenido consecuencias en el campo de la ciencia
económica donde se están cuestionando algunos paradigmas de la teoría económica. En lo que
sigue discutiré algunos de ellos.
Según la teoría Keynesiana estándar una política fiscal expansiva tendrá efectos expansivos en
el corto plazo de todas maneras. Los aportes de la escuela monetarista calificaron esa
aseveración en el sentido de que el efecto expansivo dependerá en lo fundamental de cómo se
financia dicha política. En el largo plazo la misma teoría establece que los efectos son ambiguos.
Sin embargo, desde comienzos de los años noventa comenzó aparecer evidencia empírica en
economía avanzadas cuestionando tales conclusiones. Un aumento del gasto público o una
disminución de impuestos producían en el corto plazo contracción ( no expansión ) de la
producción. Hace pocos años se presentó la misma evidencia para un país emergente, Chile,
como en un artículo anterior publicado en GESTION lo demostré. La justificación teórica de tales
hallazgos se encuentra en el rol de las expectativas futuras respecto de la política fiscal. Hoy en
USA el debate se reavivó donde aparecieron renombrados economistas cuestionando la
efectividad de las medidas fiscales del presidente Bush y del presidente electo Obama.
Según la teoría Keynesiana estándar eso es así debido a que una reducción de impuestos actúa
a través del filtro de la propensión marginal a consumir la que es menor a uno. Por consiguiente
más expansivo es aumentar el gasto que reducir impuestos. Además esta última tiene el
problema de si es percibida como temporal, de aumentar el ahorro y no el consumo. En años
recientes comenzaron a salir a la luz estudios que cuestionaban dichas conclusiones y
demostraban que el multiplicador de impuestos era sustancialmente mayor que el multiplicador
del gasto. Como sostiene el profesor Mankiw en su blog los economistas Romer y Romer
encontraron para la economía norteamericana que el multiplicador de impuestos era entre dos
a tres veces mayor que el multiplicador del gasto público. La razón teórica residía en el tipo o
clase de impuestos que se reducían que podrían provocar que no solo el consumo aumente sino
también la inversión.. Esto también ha provocado un intenso debate en USA y quizá este en la
raiz del reciente anuncio de Obama de una reducción de impuestos del orden de los 300 billones
de dólares.
Según la teoría monetaria estándar eso no puede ser debido a que sus dos componentes, la
tasa de encaje y la preferencia por circulante, no pueden superar el 100%. Una reciente
publicación del Banco Central de San Luis demuestra que el multiplicador de M1 para la
economía norteamericana hoy en dia es menor a 1. Y ello debido al comportamiento totalmente
anormal de los bancos comerciales que atesoran el circulante otorgado por el banco central.
Según la teoría monetaria estándar si la invalida. La política monetaria se vuelve impotente para
afectar la producción y el empleo. Sólo sirve la política fiscal. Según desarrollos teóricos
recientes en cambio, se sostiene que aún en esa situación la política monetaria sigue siendo
potente siempre y cuando se permita utilizar al banco central el uso de instrumentos de política
no convencionales como por ejemplo gastar dinero en activos de largo plazo o en activos reales
del sector privado. Esta creencia sostiene la posición de Ben Bernanke sobre la actuación futura
dela FED.
Desde 2004 se creó en el país el llamado Fondo para la Estabilización del Precio de los
Combustibles Derivados del Petróleo (FEPC) destinado, en un inicio, a estabilizar los precios
internos de los combustibles frente a los vaivenes del precio mundial de los mismos. Cabe
mencionar que el Perú importa entre el 30% a 40% de sus necesidades de combustibles. De esta
forma aumentos sustanciales en el precio mundial del petróleo provocarán golpes alcistas al
comportamiento de la inflación interna. El gobierno de entonces y el actual, consideraron que
ello no era conveniente. Por lo tanto había que subsidiar el uso interno del combustible. A fines
de Junio el gobierno habría comprometido un poco más de 3000 millones de soles en el Fondo.
En las últimas cuatro semanas el valor del dólar en el país registró una tendencia a la baja. En
efecto, de un nivel de alrededor 2.80 soles por dólar bajó hasta 2.78 soles por dólar,
incentivando a que el Banco Central de Reserva del Perú intervenga en sucesivas rondas
comprando apreciables cantidades de dólares. En un solo día, por ejemplo, compró casi 500
millones de dólares. La gente se pregunta ¿qué está pasando? Y ¿seguirá bajo el dólar?
Trataremos de dar una respuesta al respecto en las siguientes líneas.
El precio del dólar es el precio de un activo financiero en el corto plazo. Es decir, su precio está
determinado sobre todo por expectativas respecto al comportamiento futuro del mismo.
También refleja, como cualquier otro precio, escasez o abundancias relativas. Si un bien o
servicio comienza a abundar ¿qué le pasará a su precio? Lo más probable es que baje. Al revés.
Si un bien o servicio comienza a escasear ¿qué le pasará a su precio? Subirá. Entonces por qué
en las últimas semanas el precio del dólar comenzó a bajar en el Perú, si había estado mostrando
una tendencia estable con anterioridad? Pues, porque algo lo está haciendo abundar respecto
al pasado inmediato. ¿ Y qué es ese algo? Una entrada masiva de dólares desde el extranjero
producto de que el país está sufriendo un ataque especulativo de capitales de corto plazo. ¿Por
qué? Por dos razones fundamentales. Primero, porque en un momento poco propicio el
Ministerio de Economía y Finanzas sacó a la venta una emisión de bonos soberanos en soles,
ofreciendo una tasa de rentabilidad atractiva. Estos bonos pueden ser comprados por cualquier
agente económico, sea nacional o extranjero. Producto de ello, comenzaron a venir
inversionistas extranjeros a comprar dichos bonos atraídos por la rentabilidad ofrecida y por el
hecho de que el país cuenta con el ansiado Grado de Inversión que sólo cuatro países lo tienen
en Latinoamérica. Dichos inversionistas vienen con dólares, los cuales tienen que cambiar a
soles para poder comprar los bonos. Cuando lo hacen, provocan presiones hacia la baja en el
tipo de cambio.
Segundo, dólares del extranjero también vienen pero a especular a que el precio del dólar
seguirá bajando aún más. Si eso sucede, obtendrán grandes ganancias en poco tiempo. Como
consecuencia de la entrada de capitales de corto plazo desde el extranjero, el dólar comienza a
abundar en términos relativos y a presionar hacia la baja a su precio.
En el Perú la entidad rectora, aunque no la única responsable, de supervisar el precio del dólar
es el Banco Central de Reserva del Perú. Pero el BCR mal haría si trata de cambiar la tendencia
del dólar. Es decir, si ésta es hacia la baja, tomar medidas para que suba el precio del dólar. Eso
no sería correcto. ¿Por qué? Porque el BCR tendría que comprar dólares para reducir la
abundancia relativa de éste en el mercado. Y cuando compra tiene que emitir soles, usar
“maquinita”. Si las cantidades a comprar son muy grandes, entonces, tendrá que emitir nuevos
soles en gran cantidad y los peruanos ya sabemos que pasa cuando la “maquinita” trabaja
mucho. Más tarde o temprano se desata inflación. ¿Entonces, por qué el BCR compra a menudo
dólares? No lo hace para cambiar la tendencia del dólar sino para reducir su volatilidad. Una
excesiva volatilidad dificulta la toma de decisiones tanto en el sector real de la economía como
en el sector financiero, complicando con ello el buen comportamiento de la economía en su
conjunto.
El BCR tiene a su disposición una variedad de instrumentos para combatir la entrada de capitales
especulativos de corto plazo. Uno, primero, es la mencionada compra de dólares; pero esto
tiene un límite. Segundo, subir encajes bancarios tanto medios como marginales, en soles y
dólares. Tercero, ampliar el permiso a las AFP´s de invertir en el extranjero para facilitar la salida
de dólares. Cuarto, subir encajes marginales al endeudamiento de corto plazo en dólares que
realizan los bancos que operan en el país. En fin, el cielo es el límite en cuestión de creatividad
para idear nuevos mecanismos de combate. Felizmente el BCR está tomando las medidas
pertinentes para disminuir el ingreso de estos capitales especulativos de corto plazo. En los
últimos días, el MEF anunció una ayuda en esta lucha. Anunció que va a comprar dólares porque
tiene una serie de compromisos que afrontar en dicha moneda en el corto plazo en el extranjero.
Pero sale una pregunta. ¿Por qué es malo de que estos capitales vengan al país? Si al fin y al
cabo son dólares que se vienen a invertir al país. Lo primero que se debe de tener en cuenta es
que estos dólares no vienen a hacer empresa, a financiar proyectos de inversión, a crear
trabajo. No. Vienen a especular. A obtener ganancias rápidas y suculentas. Pero así como vienen
ahora, mañana se van con la misma rapidez con la que vinieron introduciendo una inestabilidad
a variables muy importantes para la economía nacional como el tipo de cambio, inflación,
exportaciones, crédito, etc. En la década pasada, la prensa nacional e internacional los motejó
“capitales golondrinos”. Estos capitales en diferentes lugares del mundo fueron los que
provocaron grandes crisis financieras que después desembocaron en crisis económicas. Un
ejemplo lo constituye la Crisis del Sudeste Asiático de fines del siglo pasado.
Debo decir también, que en el periodo Enero-Marzo de 2008 nuestro país sufrió un ataque
especulativo pero de mayores proporciones que el actual. En un solo día entraban 500 ó 600
millones de dólares a un mercado interbancario diario de 250-500 millones de dólares. Con ese
tamaño de nuestro mercado, tales entradas provocaban fuerte inestabilidad. En esa ocasión, el
BCR tomó las medidas adecuadas para quitarles rentabilidad y desalentar su venida voluntaria.
No se trata de prohibir su entrada. No. Eso se ha probado muchas veces en otros países y no dio
el resultado esperado. Lo que se trata es de reducir sus expectativas de abultadas ganancias
para quitarles el incentivo de venir en masa al país y hacer daño a la economía.
Todo hace avizorar que el precio del dólar en el Perú seguirá hasta por lo menos fin de año en
bajos niveles. Muy difícil que repunte y regrese a 3 soles o lo sobrepase.
Ahora que estamos en vísperas de elegir a un nuevo gobierno para los próximos cinco años es
conveniente reflexionar brevemente sobre algunas cuestiones fundamentales que atañen al
bienestar de la sociedad peruana.
Considero que hoy en día queda meridianamente claro que un requisito necesario, pero no
suficiente, para elevar el bienestar de todos los miembros de una sociedad (es decir reducir la
pobreza) es alcanzar altos niveles de crecimiento de la producción (PBI), los cuales sean
sostenibles en el tiempo y que sean sanos en el sentido que no produzcan inflación ni
desequilibrios fuertes de balanza de pagos. En términos técnicos, este crecimiento recibe el
nombre de crecimiento potencial de la economía. En el Perú el crecimiento potencial ha venido
subiendo en las últimas décadas hasta colocarse alrededor del 6% en la actualidad, crecimiento
que considero debe aún elevarse a por lo menos 7% anual. La pregunta que inmediatamente
surge es ¿qué debo hacer para lograrlo?, ¿es fácil de alcanzarlo? No, no es fácil de lograr y toma
tiempo conseguirlo. Si me pidieran hacer un esfuerzo de síntesis y en pocas palabras expresar
los principios fundamentales para fomentar un crecimiento sostenido de la producción y el
empleo diría que son los siguientes: a) evitar marchas y contramarchas en el diseño y conducción
de la política económica de corto y largo plazo; la orientación económica debe ser seguida, en
lo básico, en el tiempo, independientemente de quién gobierne; b) un esquema tributario de
pocos impuestos, tasas bajas, amplia base, equitativo, donde los tratamientos preferenciales
sean reducidos al máximo o mejor aún que no existan; c) un marco regulatorio de la actividad
económica que sea racional, transparente y predecible; d) una política de gasto fiscal restringida,
de calidad y sustentable en el tiempo; e) una política monetaria transparente, predecible, de
baja inflación, que asegure el buen funcionamiento del sistema financiero y contribuya a
minimizar las fluctuaciones de la producción, el empleo y tipo de cambio nominal; f) creación de
instituciones fuertes y de calidad.
Pero no basta con tener un crecimiento alto y sostenido. Nos debemos de preocupar de cómo
los frutos de ese crecimiento, ingreso y riqueza, se distribuyen en la sociedad. Los frutos del
crecimiento deben de llegar a todos los miembros de una sociedad, de acuerdo a su real y
genuina productividad (no monopolios, por ejemplo). Sin embargo, otra vez surge la pregunta
¿cómo consigo eso? En otro esfuerzo de síntesis planteo los siguientes conceptos. Por lo menos
deben de realizarse las siguientes cuatro reformas estructurales: a) una profunda reforma de
la educación pública que garantice el acceso de todos a una educación de calidad en sus
diferentes niveles; b) una profunda reforma de la salud pública que asegure el acceso de todos
a un servicio de salud básico donde no todo sea subsidio estatal; c) una profunda reforma del
estado que ataque frontalmente los temas de descentralización, seguridad interna, corrupción,
eficiencia administrativa; y d) una masiva inversión en infraestructura que concite el aporte del
sector privado nacional e internacional.. Estas reformas contribuirán a reducir la pobreza, hacer
una sociedad más igualitaria y a crear igualdad de oportunidades para todos los peruanos. En
suma, conducirnos a una situación de país del primer mundo.
Ahora que estamos en vísperas de elegir a un nuevo gobierno para los próximos cinco años es
conveniente reflexionar brevemente sobre algunas cuestiones fundamentales que atañen al
bienestar de la sociedad peruana.
Considero que hoy en día queda meridianamente claro que un requisito necesario, pero no
suficiente, para elevar el bienestar de todos los miembros de una sociedad (es decir reducir la
pobreza) es alcanzar altos niveles de crecimiento de la producción (PBI), los cuales sean
sostenibles en el tiempo y que sean sanos en el sentido que no produzcan inflación ni
desequilibrios fuertes de balanza de pagos. En términos técnicos, este crecimiento recibe el
nombre de crecimiento potencial de la economía. En el Perú el crecimiento potencial ha venido
subiendo en las últimas décadas hasta colocarse alrededor del 6% en la actualidad, crecimiento
que considero debe aún elevarse a por lo menos 7% anual. La pregunta que inmediatamente
surge es ¿qué debo hacer para lograrlo?, ¿es fácil de alcanzarlo? No, no es fácil de lograr y toma
tiempo conseguirlo. Si me pidieran hacer un esfuerzo de síntesis y en pocas palabras expresar
los principios fundamentales para fomentar un crecimiento sostenido de la producción y el
empleo diría que son los siguientes: a) evitar marchas y contramarchas en el diseño y conducción
de la política económica de corto y largo plazo; la orientación económica debe ser seguida, en
lo básico, en el tiempo, independientemente de quién gobierne; b) un esquema tributario de
pocos impuestos, tasas bajas, amplia base, equitativo, donde los tratamientos preferenciales
sean reducidos al máximo o mejor aún que no existan; c) un marco regulatorio de la actividad
económica que sea racional, transparente y predecible; d) una política de gasto fiscal restringida,
de calidad y sustentable en el tiempo; e) una política monetaria transparente, predecible, de
baja inflación, que asegure el buen funcionamiento del sistema financiero y contribuya a
minimizar las fluctuaciones de la producción, el empleo y tipo de cambio nominal; f) creación de
instituciones fuertes y de calidad.
Pero no basta con tener un crecimiento alto y sostenido. Nos debemos de preocupar de cómo
los frutos de ese crecimiento, ingreso y riqueza, se distribuyen en la sociedad. Los frutos del
crecimiento deben de llegar a todos los miembros de una sociedad, de acuerdo a su real y
genuina productividad (no monopolios, por ejemplo). Sin embargo, otra vez surge la pregunta
¿cómo consigo eso? En otro esfuerzo de síntesis planteo los siguientes conceptos. Por lo menos
deben de realizarse las siguientes cuatro reformas estructurales: a) una profunda reforma de
la educación pública que garantice el acceso de todos a una educación de calidad en sus
diferentes niveles; b) una profunda reforma de la salud pública que asegure el acceso de todos
a un servicio de salud básico donde no todo sea subsidio estatal; c) una profunda reforma del
estado que ataque frontalmente los temas de descentralización, seguridad interna, corrupción,
eficiencia administrativa; y d) una masiva inversión en infraestructura que concite el aporte del
sector privado nacional e internacional.. Estas reformas contribuirán a reducir la pobreza, hacer
una sociedad más igualitaria y a crear igualdad de oportunidades para todos los peruanos. En
suma, conducirnos a una situación de país del primer mundo.
Ahora que estamos en vísperas de elegir a un nuevo gobierno para los próximos cinco años es
conveniente reflexionar brevemente sobre algunas cuestiones fundamentales que atañen al
bienestar de la sociedad peruana.
Considero que hoy en día queda meridianamente claro que un requisito necesario, pero no
suficiente, para elevar el bienestar de todos los miembros de una sociedad (es decir reducir la
pobreza) es alcanzar altos niveles de crecimiento de la producción (PBI), los cuales sean
sostenibles en el tiempo y que sean sanos en el sentido que no produzcan inflación ni
desequilibrios fuertes de balanza de pagos. En términos técnicos, este crecimiento recibe el
nombre de crecimiento potencial de la economía. En el Perú el crecimiento potencial ha venido
subiendo en las últimas décadas hasta colocarse alrededor del 6% en la actualidad, crecimiento
que considero debe aún elevarse a por lo menos 7% anual. La pregunta que inmediatamente
surge es ¿qué debo hacer para lograrlo?, ¿es fácil de alcanzarlo? No, no es fácil de lograr y toma
tiempo conseguirlo. Si me pidieran hacer un esfuerzo de síntesis y en pocas palabras expresar
los principios fundamentales para fomentar un crecimiento sostenido de la producción y el
empleo diría que son los siguientes: a) evitar marchas y contramarchas en el diseño y conducción
de la política económica de corto y largo plazo; la orientación económica debe ser seguida, en
lo básico, en el tiempo, independientemente de quién gobierne; b) un esquema tributario de
pocos impuestos, tasas bajas, amplia base, equitativo, donde los tratamientos preferenciales
sean reducidos al máximo o mejor aún que no existan; c) un marco regulatorio de la actividad
económica que sea racional, transparente y predecible; d) una política de gasto fiscal restringida,
de calidad y sustentable en el tiempo; e) una política monetaria transparente, predecible, de
baja inflación, que asegure el buen funcionamiento del sistema financiero y contribuya a
minimizar las fluctuaciones de la producción, el empleo y tipo de cambio nominal; f) creación de
instituciones fuertes y de calidad.
Pero no basta con tener un crecimiento alto y sostenido. Nos debemos de preocupar de cómo
los frutos de ese crecimiento, ingreso y riqueza, se distribuyen en la sociedad. Los frutos del
crecimiento deben de llegar a todos los miembros de una sociedad, de acuerdo a su real y
genuina productividad (no monopolios, por ejemplo). Sin embargo, otra vez surge la pregunta
¿cómo consigo eso? En otro esfuerzo de síntesis planteo los siguientes conceptos. Por lo menos
deben de realizarse las siguientes cuatro reformas estructurales: a) una profunda reforma de
la educación pública que garantice el acceso de todos a una educación de calidad en sus
diferentes niveles; b) una profunda reforma de la salud pública que asegure el acceso de todos
a un servicio de salud básico donde no todo sea subsidio estatal; c) una profunda reforma del
estado que ataque frontalmente los temas de descentralización, seguridad interna, corrupción,
eficiencia administrativa; y d) una masiva inversión en infraestructura que concite el aporte del
sector privado nacional e internacional.. Estas reformas contribuirán a reducir la pobreza, hacer
una sociedad más igualitaria y a crear igualdad de oportunidades para todos los peruanos. En
suma, conducirnos a una situación de país del primer mundo.
Las recientes elecciones políticas presidenciales han puesto sobre el tapete la añeja discusión
en el país sobre las bondades a esperar de un sistema económico basado en el funcionamiento
del mercado. Como suele ocurrir en este tipo de temas siempre salen posiciones extremas y
lamentablemente son las que acaparan la atención mayoritaria de la población y sobre todo de
la prensa que tiende a polarizarse en torno a ellas. Por un lado, aparecen quienes sostienen que
el mercado soluciona todos los problemas económicos y sociales de un país. Hay que dejarlo
trabajar sin mayores interferencias sobre todo estatales y le dan un viso de credibilidad citando
un buen número de casos exitosos referidos a países que siguen ese modelo donde resalta la
experiencia chilena. Por otro lado están quienes motejan al modelo de “neoliberal” y sostienen
que no funciona, fracasó y por lo tanto hay que hacerle ajustes sustanciales o incluso crear un
nuevo modelo de organización económica; una tercera vía la llaman. Pero, ¿es necesariamente
cierto lo que predican estas posiciones extremas?. Creo que no lo es. Como todo extremismo
tiende a caricaturizar los beneficios y costos de la economía de mercado y por lo tanto sus
conclusiones son erradas. Veamos por qué.
Lo que pocas veces se dice sobre el mercado es que para que produzca los resultados que de el
se espera tiene que cumplir una serie de requisitos. Primero, tiene que ser competitivo; sin
competencia el mercado produce más costos que beneficios. Segundo, los salarios y los precios
deben ser flexibles de tal manera que rápidamente lideren el ajuste de los mercados ante
cualquier shock que enfrenten. Tercero, en concordancia con los dos primeros, tiene que existir
un conjunto de principios (leyes) y otras normas que promuevan la competencia ,el
funcionamiento flexible de los mercados (clara definición de los derechos de propiedad y su
irrestricta defensa por ejemplo) y se otorgue adecuada información a todos los agentes
económicos . Cuarto, tiene que existir el marco institucional adecuado y eficiente que asegure
lo anterior. Sin buenas instituciones el mercado produce resultados sociales indeseables como
sería el caso de la existencia de un sistema judicial corrupto o la falta de un acuerdo nacional
sobre cuestiones fundamentales de la sociedad o la existencia de organismos reguladores
débiles. Quinto, reconocer que el mercado por más puro y eficiente que sea falla como bien
señala la teoría económica (rendimientos crecientes, externalidades,etc.). Ante estas fallas nace
la necesidad de regulación, normalmente por parte del Estado; no aceptar esto es simplemente
una muestra de ignorancia. En fin, podría seguir listando algunos requisitos adicionales pero lo
importante es reconocer que la política de gobierno debe enfrentar todas las exigencias
descritas para formar progresivamente las condiciones dentro de las cuales el mercado produzca
los resultados que se esperan de el. Sostener que sólo basta dejar que la “mano invisible” trabaje
sin mayor participación del Estado es otra muestra de ignorancia.
Pero ¿qué NO debe esperarse de una economía de mercado?. Según Ben Bernanke, actual
presidente del banco central de Estados Unidos, la operación de un mercado eficiente no
significa que nadie tenga hambre o esté insatisfecho; es decir que no haya pobreza y extrema
pobreza. Tampoco significa que no existan grandes desigualdades entre ricos y pobres.
Tampoco garantiza la protección a un país de los efectos de schoks internos o externos como
una sequía o inestabilidad política,etc. Estas consecuencias negativas se magnifican cuando el
mercado trabaja con serias imperfecciones como es el caso peruano. ¿ Qué SI debe esperarse
de una economía de mercado?. Como sistema económico que organice los recursos productivos
de manera eficiente para así maximizar el bienestar económico de los individuos.
El sistema económico de mercado es conveniente para el país pero debe trabajarse para crear
las condiciones que permitan obtener lo bueno que el nos puede ofrecer.
Comentario sobre los resultados de la primera vuelta electoral
El pueblo ya dio su veredicto. A la segunda vuelta electoral pasan el señor Ollanta Humala y la
señora Keiko Sofia Fujimori. Uno de ellos será el próximo gobernante del país.
Si sumamos los votos válidos conseguidos por los dos, sobrepasan el 50% de la votación total.
Y si hacemos el supuesto, razonable, de que la votación representa el sentir de la población,
entonces tenemos que llegar a la conclusión de que en ese 50% existe un mensaje a considerar.
Más de la mitad de los peruanos está queriendo decir algo.
Toda sociedad, en lo fundamental, enfrenta dos problemas a resolver. Primero, qué debe hacer
para obtener un crecimiento económico alto y sostenido que permita generar el ingreso
(riqueza) necesario para elevar al máximo el bienestar de una sociedad en su conjunto. Segundo,
qué debe hacer para que ese ingreso (riqueza) generado se distribuya entre todos los
integrantes de la sociedad de acuerdo a sus reales productividades.
En el Perú, en los últimos veinte años se ha dado una respuesta adecuada a la primera
interrogante. Desde 1992 se iniciaron las reformas estructurales que han permitido conseguir
un crecimiento económico alto, sostenido y sano (sin inflación). Hoy el crecimiento potencial de
la economía se acerca al 6% anual. En este sentido el esquema económico seguido , en lo
fundamental, debe continuar. Una economía de mercado, abierta al mundo, basada en la
iniciativa privada donde el estado se dedique, en lo principal, a promover la justicia social y a
regular los mercados que no funcionen bien.
Sin embargo, respecto al segundo aspecto del problema, creo que el esquema económico deja
que desear de acuerdo a los resultados obtenidos hasta el presente. La distribución del ingreso
y riqueza generada no ha mejorado en forma sustancial en el país. Si bien ha habido reducciones
en pobreza y extrema pobreza, parece ser que en algún porcentaje no son reducciones
permanentes. Un reciente informe del Banco Mundial indica claramente que la desigualdad
entre las zonas urbanas y rurales ha aumentado. Al igual que entre los segmentos más ricos y
más pobres del país. Esto tiene que ver directamente con el grado de insatisfacción mostrado
por la población en esta última elección. El énfasis,correcto, de la señora Fujimori en combatir
la pobreza y extrema pobreza como política central de su gobierno ejemplifica lo mencionado.
El esquema económico tiene que sufrir modificaciones. No puede seguir tal cual. Pero las
modificaciones tienen que ser en aquellos aspectos que tengan que ver con mejorar
sustancialmente la distribución del ingreso y riqueza, reducir la pobreza y eliminar la extrema
pobreza. ¿ Cuales?. Mayor competencia en los mercados. Reformas profundas en la educación
y salud públicas que garanticen acceso igualitario a todos a una educación y salud de calidad.
Reforma del Estado en cuanto a descentralización, corrupción, seguridad interna y eficiencia
administrativa. Y masiva inversión en infraestructura, concitando la participación del sector
privado. Con esto estaríamos contribuyendo a crear igualdad de oportunidades y a mejorar la
pobreza y la distribución del ingreso.
Hace unos veinticinco o treinta años la respuesta hubiera sido un “no” rotundo. Pero hoy se
acepta que la inflación puede tener causas reales, más allá de las monetarias, cuando se vive en
un contexto de baja inflación (un dígito), como sucede en la mayoría de los países. La famosa
frase de Milton Friedman: “la inflación es un fenómeno monetario siempre y en todas partes”
hay que calificarla; lo es, pero sólo en largo plazo. Para periodos más cortos de tiempo pueden
existir otros factores que la explican y no me estoy refiriendo sólo a situaciones como la peruana
en la que estamos experimentando, en lo básico, un impacto inflacionario como resultado del
aumento internacional del precio de los commodities relevantes para nosotros (choques de
oferta); impactos que podrían convertirse en inflación generalizada si afectan adversamente las
expectativas de los agentes económicos. Sino también a casos como el de China donde la
inflación creciente que están experimentando tiene una explicación, en lo fundamental,
diferente a la monetaria. Una causa real. ¿Cómo puede suceder eso? Veamos.
Estados Unidos como consecuencia de la gran crisis que lo afectó viene experimentando una
situación de aumento en la oferta de fondos prestables junto con una disminución en la
demanda por dichos fondos, todo ello enmarcado por una situación de déficit en la cuenta
corriente de la balanza de pagos. China, en cambio, está experimentando un aumento en la
demanda por fondos prestables a la par que una disminución en la oferta de dichos fondos,
dentro de un contexto de superávit en la cuenta corriente. La economía nos dice que cuando un
país tiene déficit en cuenta corriente está gastando más de lo produce y a la inversa, cuando
tiene superávit. Entonces, los movimientos que se están dando en USA y en China están en la
dirección correcta para conseguir el equilibrio global. El primero estaría disminuyendo su exceso
de gasto. El segundo, disminuyendo su déficit de gasto. Pero esto deja un asunto sin contestar:
¿qué rol tiene el tipo de cambio real? ¿Ninguno? No, tiene que moverse para complementar el
ajuste agregado. ¿Por qué? Por la existencia de bienes y servicios no transables. Parte de la
reducción en el gasto de USA recaerá sobre bienes chinos pero también sobre bienes
americanos y parte del incremento en el gasto de China recaerá sobre bienes americanos pero
también sobre bienes chinos; con lo que a nivel agregado, en USA se experimentaría una caída
neta en la demanda por bienes americanos y en China, un aumento neto en la demanda por
bienes chinos. Esto provocará, tarde o temprano, presiones inflacionarias en China y presiones
recesivas en USA. ¿Y cómo se arreglaría esta situación? Si China permitiera una revaluación de
su tipo de cambio (cambio en precios relativos, efecto sustitución), se produciría un aumento en
la demanda neta por bienes americanos y, al mismo tiempo, una caída en la demanda neta por
bienes chinos, que es el movimiento que se necesitaría en este caso para traer el equilibrio
global pero hasta el momento China es reacia a permitir dicha apreciación por lo que el ajuste
se tendrá que dar vía inflación en China y/o deflación en USA para conseguir el ajuste deseado
en precios relativos. La inflación en China, tendría entonces, en lo básico, razones no monetarias.
He venido sosteniendo en los últimos tiempos que la ciencia económica se encuentra en uno
de sus mejores momentos dado que la vida real servirá como un laboratorio para probar
enfoques encontrados que existen a nivel teórico. Uno de esos temas lo constituye la tasa de
interés.
Desde fines del año pasado el banco central de EE.UU estuvo implementando el llamado QE2,
que en esencia fue la compra de papeles de largo plazo del Tesoro norteamericano, como una
forma de usar política monetaria no convencional para estimular la alicaída economía de EE.UU.
El programa contemplaba realizar dichas compras mensuales hasta el mes de Junio de este año,
lo que se acaba de cumplir. Desde comienzos de este año se desató una polémica sobre qué
pasaría a las tasas de interés de largo plazo una vez que el programa de compras finalizara. Se
presentaron dos posiciones. Una primera, que sostenía que las tasas de interés se dispararían
hacia arriba una vez concluidas las compras ya que justamente lo que las mantenía bajas eran
tales compras. Una segunda, que sostenía que no iba a pasar mayormente nada una vez
terminada las compras. A nivel teórico la primera posición es la de los flujos, es decir, que son
los flujos de compras los que determinan las tasas de interés. La segunda, estima que son los
stocks de activos financieros los que fijan las tasas de interés. Desde este punto de vista sería
irrelevante que se terminen las compras ya que el stock de bonos del Tesoro (oferta) estaría
dado en ese momento y, dada una demanda por ellos, se determinaría su precio de equilibrio y
con ello, la tasa de interés de equilibrio. Pero ¿ qué pasó en la vida real?. Veamos. Según las
últimas cifras oficiales sobre los rendimientos de un bono a diez años del Tesoro, la tasa de
interés subió de 2.9% a fines de Junio a 3.2% al 2 de Julio. Es decir no se dio el sustancial
incremento esperado por algunos más aún cuando en los meses de Febrero-Abril de este año
dichas tasas registraban valores entre 3.7% y 3.5%. Esto parecería respaldar la posición teórica
de que son los stocks de activos financieros los que determinan las tasas de interés del mercado
y no los flujos de adquisiciones.
Para ser justos con el razonamiento, debo decir que el flujo de compras de activos juega un rol
importante y este radica en el hecho de que disminuye el stock de tales activos y con ello hace
subir su precio de mercado y bajar su rendimiento (tasa de interés). El flujo de compras importa
solo en la medida que afecta las expectativas de retorno de tales activos.
Esto es algo que deben tomar en cuenta los hacedores de política económica en nuestro país y
también de paso, los profesores de finanzas tanto a nivel de pregrado como de posgrado.
Desigualdad de Ingresos
La desigualdad en los ingresos es uno de los problemas graves que enfrenta una sociedad y un
gobierno. En realidad, no hay sociedad alguna que tenga una distribución igualitaria de ingresos.
Lo que se ha tratado de hacer es que la desigualdad no sea grande y disminuya a lo largo del
tiempo.
Aquí en el Perú, el gobierno del Dr. Alan García presentó resultados mostrando que la
desigualdad de ingresos en el país había disminuido. En efecto, según estimados de CEPLAN el
coeficiente GINI bajó de 0.454 a 0.420 en el ámbito rural y de 0.411 a 0.409 en el ámbito urbano
entre 2006 y 2010. A nivel global dicho coeficiente bajó de 0.52 a 0.46 entre 2001 y 2010.
¿Qué es lo que explicaría esa tendencia? Hay una cantidad de hipótesis al respecto pero deseo
enfatizar una en particular que considero tendrá cada vez más relevancia para nosotros.
Esta tiene que ver con la formación de capital humano y su retribución. El mayor y diversificado
crecimiento económico de los países, el impresionante desarrollo tecnológico y sobre todo el
proceso de globalización en que estamos inmersos han provocado que la retribución a la mano
de obra altamente capacitada sea grande y creciente en el tiempo. En tanto que la retribución
a la mano de obra con baja o nula capacitación sea estable o declinante en el tiempo. Esto
contribuye a ampliar la brecha entre los ricos y los pobres. Un último estudio realizado en
EE.UU. por The Hamilton Project encontró que el pago por matrícula en universidades
norteamericanas mostró una rentabilidad real de más del 15% en tanto que la rentabilidad de
invertir en acciones fue de 7% y en edificaciones menos de 1%. Hoy se reconoce que la riqueza
se produce más por el desarrollo de capital humano que por otro tipo de stocks como lo era en
antaño. El caso de Bill Gates es un buen ejemplo.
El Perú es todavía una economía con relativo escaso nivel de desarrollo. Si por ejemplo,
deseamos exportar productos con mayor valor agregado, esto exigirá el uso de mano de obra
cada vez más calificada dado que dichos bienes tendrán que ser intensivos en tecnología. De no
darse esa formación exigida de capital humano, estaremos condenados a exportar materias
primas y así en otros ámbitos de la producción. Pero ello, acrecentará la desigualdad de ingresos
por un tiempo considerable. Entonces, ¿qué hacer? Es cierto que será de utilidad utilizar
sistemas impositivos verdaderamente progresivos; gasto social redistributivo de calidad;
respeto a los derechos fundamentales de los trabajadores, como política de gobierno pero esto
no debe constituir el meollo del tratamiento. Si queremos reducir la desigualdad de ingresos en
forma permanente debemos hacer dos cosas en lo fundamental: a) promover la inversión en
capital humano y su universalización; y b) dejar que el mercado haga sentir sus efectos
promoviendo la aparición de tecnologías que ahorren el uso de la mano de obra más cara.
Tomará tiempo en conseguir resultados pero estos serán permanentes. De otra forma se caería
en populismo barato.
La gran crisis financiera –económica que se inició en Diciembre de 2007 y terminó oficialmente
en junio 2009 en EE.UU, sigue haciendo sentir sus efectos hasta el presente. Uno de estos
efectos tiene mucho que ver con los fundamentos de la teoría económica.
Es sorprendente el alto el número de buenos economistas que han tratado la presente crisis,
en su naturaleza, como una recesión más de las varias que se han dado en EE.UU y en otros
países desarrollados. Bajo este punto de vista, las soluciones que se dieron fueron las
tradicionales, vale decir , del tipo que la teoría económica estándar establece. Una política fiscal
y monetaria fuertemente expansiva ya que el diagnóstico era que la caída en la tasa de
crecimiento de la producción y las altas tasas de desempleo abierto, se debían a una deficiencia
en el gasto agregado, es decir, a una insuficiencia de la demanda agregada, sobre todo, la
interna. Transcurrido un tiempo prudencial, la realidad demostró que tales medidas no estaban
produciendo los resultados que de ellas se esperaban. Incluso, la política monetaria se vio
obligada a realizar acciones no convencionales para tratar de superar la situación de cero tasa
de interés de corto plazo en que había caído. Pero aún así la situación no mejoró
apreciablemente.
Estas son lecciones que aquí en el país debemos de tomar nota. Se debe evitar, en lo posible, la
aparición de crisis que tengan como raíz primaria desórdenes financieros que luego se traspasan
al sector real de la economía. Estas son las crisis más difíciles de tratar y que toman años salir de
ellas. Considero que una de las razones que explican por qué en el Perú la crisis mundial no
produjo una profunda recesión y alto desempleo fue precisamente que el sector financiero no
se “enfermó”. La crisis nos llegó por el lado real de la economía y no contagió al sector
financiero-monetario de la economía.
La probabilidad de que la economía mundial entre en una nueva recesión supera el 50%, para
la mayoría de analistas. Esto impone para los países un gran reto ya que gran parte de su
“munición” fue gastada en el 2008-2009. El caso de EE.UU es interesante de analizar por sus
implicancias para el caso peruano. Los Estados Unidos instrumentaron en el pasado reciente una
política fiscal y monetaria expansiva que incluso llevó a la tasa de interés de corto plazo a cero
por ciento. Sin embargo no les alcanzó para conseguir una recuperación sostenida de la
economía y reducción del desempleo. Hoy el gobierno tiene una difícil situación de déficit y
deuda pública que proyectada se vuelve más difícil aún. En ese contexto aparece la amenaza de
una nueva recesión y desempleo. El gobierno del presidente Obama ha respondido. En lo fiscal
ha presentado para su aprobación un nuevo paquete de estímulo fiscal de alrededor 480 billones
de dólares. En lo monetario, el banco central anunció un tercer “quantitative easing” de 400
billones de dólares. Los mercados respondieron cayendo. No les creyeron. ¿Por qué? El paquete
fiscal en su mayoría (2/3) es reducción de impuestos sobre todo a la planilla y mayor subsidio al
desempleo de largo plazo. Busca reducir el desempleo que llega a 9.1%. Sin embargo tales
reducciones y subsidios son temporales. Por lo que las empresas si bien sienten que el costo de
contratar un trabajador se reduce no se lanzarán a contratar masivamente trabajadores ya que
saben que es una situación temporal; su efecto será marginal. Los trabajadores por su parte, no
gastarán en consumo el mayor ingreso después de deducciones que les llega ya que al percibir
que es un ingreso transitorio lo ahorrarán en gran parte ( pagar deuda); su efecto sobre la
demanda agregada será también marginal. La política monetaria por su lado no busca esta vez
aumentar la cantidad del dinero en la economía sino cambiar activos financieros de corto plazo
por activos de mediano y largo plazo con la finalidad de reducir su tasa de interés que ahora
llega hasta 4% anual. Como tales tasas son las relevantes para el gasto en consumo e inversión,
se piensa incentivarlo de esta forma. Pero hay dos problemas. Primero, el mercado total de
deuda no financiera se calcula en 30 trillones de dólares por lo que los 400 billones de
intercambio no le impactarán mucho. Segundo, las tasas de interés de largo plazo están
determinadas por las tasas de corto plazo futuras esperadas por lo que será muy poco lo que
consiga el banco central haciendo el intercambio. A menos que actúe sobre el componente de
riesgo que diferencia las tasas de ambos tipos de activos. En neto, su efecto también será débil.
Lo cual deja una situación bien preocupante para EE.UU, para el mundo y para nuestro país.
Una de las columnas vertebrales, sino la principal, del presente gobierno es el objetivo de lograr
a la brevedad la inclusión social de grandes mayorías. Para mi, la llamada inclusión social no es
otra cosa que sacar de la situación de extrema pobreza y pobreza a millones de peruanos.
Seguramente el diagnóstico es que tales segmentos de la población se encuentran en dichas
situaciones porque están excluidos de una serie de circuitos modernos de la economía, de alta
productividad, como el financiero, tecnológico, infraestructura, educación, salud, etc. Por
consiguiente hay que incluirlos dentro de ellos.
Hasta aquí, creo que nadie puede estar en desacuerdo con ese objetivo. Sin embargo, lo que
llama la atención es el excesivo énfasis que se dá al gasto en programas sociales como una
forma de lograr dicha inclusión, tipo Pensión 65, ampliación del programa Juntos, Cuna más y
también elevar el sueldo mínimo. Considero que ello dista mucho de constituir medios idóneos
y eficaces de conseguir la ansiada inclusión. A lo sumo, sería un complemento a cuestiones más
medulares que deseo discutir a continuación.
En una sociedad siempre va a existir desigualdad de ingresos entre personas. Es decir, siempre
habrá pobres más no extremadamente pobres. La teoría económica distingue entre “buena”
desigualdad y “mala” desigualdad. La primera es el resultado de gente que es extremadamente
productiva y que provee a la sociedad de bienes y servicios nuevos, de calidad. A cambio de eso
genera ingentes ingresos. Contra eso no se puede estar. Al contario hay que incentivarlo. La
segunda es la que hay que eliminar pues resulta de malas prácticas como coimas, robos,
privilegios, etc. Si deseamos lograr una inclusión social apreciable en este gobierno el énfasis
debiera de estar en hacer al menos cuatro reformas estructurales profundas. Primero, en la
educación a fin de garantizar a todos el acceso a una educación de calidad en todos sus niveles.
Segundo en la salud, para igualmente asegurar a todos un acceso a una salud de calidad y de
bajo costo. Tercero, masiva inversión en infraestructura a lo largo del país que incluya vías de
comunicación, telefonía, saneamiento ambiental, energía, etc. Cuarto, reformar el estado en
muchos aspectos tipo descentralización, seguridad, eficiencia administrativa.
La eurozona, conformada por diecisiete países europeos, viene atravesando una de sus peores
crisis de naturaleza financiera.
Dicha eurozona alberga dos tipos de países: los llamados países de la periferia -Grecia, Portugal,
Irlanda, España, entre otros- y los países del centro como Alemania o Francia. Algunos de los
países de la periferia como Grecia e Italia vienen presentando graves problemas de
endeudamiento del sector público que arroja dudas sobre su capacidad de cumplir con su deuda
en las condiciones pactadas y sobre la viabilidad del sistema financiero privado dada la amenaza
de un “credit crunch” generalizado. Normalmente, el análisis de tal situación se hace en función
de la sostenibilidad de la situación fiscal futura. Esta vez le daré un enfoque diferente; la
analizaré a través de los resultados de la balanza de pagos.
Cuatro países, Portugal, Grecia, España e Italia, presentan un déficit acumulado en la cuenta
corriente de la balanza de pagos de alrededor de 180 billones de dólares. Alemania por su parte
presenta un superávit de cuenta corriente de alrededor de 180 billones de dólares. La eurozona
en su conjunto presenta un ligero superávit en cuenta corriente. ¿Qué nos dice esto? Primero,
que la eurozona no necesita que países como China o Brasil le inyecten recursos a manera de
salvataje. Su problema es de redistribución interna de recursos desde países del centro hacia la
periferia para solucionar el problema. ¿Cómo? Haciendo que los cuatro países mencionados
ahorren más, reduzcan su demanda y fomenten el crecimiento económico de largo plazo a
través de la implementación de reformas estructurales como la flexibilización del mercado
laboral y la privatización. Por otro lado, los países del centro como Alemania que ahorran menos,
ahora, gasten más.
Con ello, en los primeros se provocará una contracción económica severa e incluso una deflación
en el corto plazo. En el segundo, una expansión e incluso inflación. Sin embargo, el ajuste tiene
que ser de ambos grupos, no de uno sólo porque ahí el ajuste sería mayor que el necesario.
¿Algo más? Sí. Se necesita como complemento un ajuste de precios relativos. ¿Cómo? Si hubiera
flexibilidad de tipo de cambio, es decir, todos los países con su propia moneda, debiera de
conseguirse que en los cuatro países se dé una devaluación respecto a Alemania. Ello ayudaría
apreciablemente a reducir el costo social del ajuste. Debido a que existe el euro (tipo de cambio
fijo), entonces este cambio en precios relativos tendrá que darse vía deflación-inflación. Como
el Banco Central Europeo y sobre todo Alemania no están dispuestos, hasta el momento, a
permitir algo semejante (un poco más de inflación), todo el peso del ajuste tendrá que caer en
los países de la periferia. Y habría que ver la viabilidad política de ese proceso y la viabilidad del
euro mismo. En ese caso, es posible que Grecia termine dejando el euro.
Hace algunos días el gobierno tomó la decisión de efectuar un retiro parcial del subsidio a los
combustibles. En efecto dispuso que las gasolinas de 98, 97, 95 octanos no estén consideradas
en el FEC así como el petróleo que se usa en el desarrollo de actividades mineras y afines.
También el GLP que no sea para uso doméstico. Si dejó en el FEC el resto de gasolinas, GLP para
uso doméstico, petróleo para el uso de la industria, en lo principal.
Considero que es un buen paso inicial en la dirección correcta. Hace varios años he venido
sosteniendo que este subsidio no tenía razón de ser ya que implicaba un uso ineficiente de los
escasos recursos del gobierno. ¿Por qué? Por dos razones en lo principal. Primero, porque viola
uno de los requisitos que todo subsidio debe tener, la focalización en el objetivo a considerar.
Prácticamente todos consumimos combustibles desde agentes económicos de altos ingresos,
medios, bajos y muy bajos. Si queremos ayudar al pobre y muy pobre este subsidio no es el
camino adecuado porque también estamos subsidiando a los que no lo necesitan y quizá los de
altos y medianos ingresos reciben proporcionalmente más subsidio que el resto. Segundo,
porque también viola un segundo requisito que todo subsidio debe cumplir, vale decir, que la
actividad a ser subsidiada genere importantes economías externas como sucede en el caso de
la educación y salud . Subsidiar los combustibles no genera dichas externalidades. Entonces, por
qué se insiste en seguir subsidiando los combustibles en forma indiscriminada.¿ Por temor a la
inflación?. No. Ante una alza temporal del ´petróleo en el mundo lo que se produciría sería un
cambio de precios relativos que en el corto plazo produciría un impacto inflacionario. No más.
Sin embargo el costo alternativo de los miles de millones de soles gastados en el subsidio desde
el 2004 hasta la fecha ha sido muy grande, ¿Cuántas vías de comunicación, escuelas, hospitales,
apoyo a la ciencia y tecnología se pudo haber hecho con esos recursos? No tiene sentido insistir
en ello.
Considero que el gobierno en un plazo prudencial debe dar un segundo paso y terminar de
retirar a todos los combustibles del FEC, dando por terminado dicho fondo. Especialmente el
GLP que en forma terca insisten en subsidiarlo quizá para tratar de cumplir con una fallida
promesa electoral.
En los últimos días se produjo una reunión de los veintisiete países conformantes de la Unión
Europea tendiente a encontrar una salida a la crisis que está viviendo Europa, sobre todo, la
Eurozona. Cinco fueron los acuerdos básicos: Primero, crear una instancia supranacional que
trate problemas muy graves, de alcance zonal, y que facilite la transferencia de recursos hacia
los países que presenten problemas económicos y fiscales en especial; trata de simular lo que
pasa en los EE.UU cuando el gobierno federal transfiere recursos a los estados que están
presentando problemas de liquidez o solvencia. Segundo, activar y fortificar el Fondo Europeo
para afrontar las situaciones de crisis en que se encuentren sus miembros. Tercero, fijar como
meta un déficit fiscal estructural no mayor al 0.3% del PBI. Cuarto, no comprometer a la banca
privada en futuros esquemas de rescate a países con problemas de deuda pública. Quinto,
transferir apreciables recursos al FMI. Con estos acuerdos se piensa encontrar una solución a los
problemas de la Eurozona. ¿Qué pasó? Los mercados no mostraron una reacción favorable. ¿Por
qué? Porque el diagnóstico realizado se centra, primordialmente, en los aspectos fiscales de la
crisis. La solución, por ende, es austeridad fiscal en los países con problemas tipo Italia, España,
Portugal, Grecia, entre otros. Se esgrime la tesis de “austeridad expansiva”; que el sector público
se ajuste el cinturón es expansivo, ya que tendrá efectos reactivadores sobre el gasto privado
vía expectativas, fundamentalmente. Y también porque no se logró que el Banco Central
Europeo (BCE) tome acciones directas orientadas a comprar masivamente bonos de deuda
pública de los países afectados. ¿Qué significa esto? Primero que el problema fundamental de
la Eurozona no tanto es fiscal sino de balanza de pagos. El ajuste requerido para los países que
presentan apreciables déficit en la cuenta corriente de la balanza de pagos como Italia, España,
Grecia, Portugal, tiene que ir acompañado con un ajuste en sentido contrario en los países con
superávit de cuenta corriente como Alemania. En los primeros, se contrae gasto; en los
segundos, se expande. Porque si todos contraen gasto a la misma vez para generar superávit
de cuenta corriente, entonces ¿quién será la contrapartida de ese superávit? Por el contrario,
el costo del ajuste en los primeros será excesivo con las implicancias políticas y sobre todo
sociales que ello conllevará. Segundo, se necesita que el BCE compre bonos de deuda pública de
países como Italia, España, entre otros, ya que ello permitirá rebajar sustancialmente la tasa de
interés aliviando los temores de un “default”, ayudando a expandir el gasto privado y
“comprando” tiempo para que dichos países implementen reformas de largo plazo que
estimulen el crecimiento. Sin la participación activa del BCE la credibilidad del acuerdo será baja.
Tercero, lo de “ajuste expansivo” es una tesis que sólo sirve en la pizarra de una clase; no tiene
mayor asidero real como lo demuestra un reciente estudio del FMI.
En resumen, el acuerdo logrado es un buen primer paso pero no alcanzará para solucionar los
problemas de liquidez, solvencia y estructurales que aquejan a varios países de la Eurozona.
Tiene que cambiar el diagnóstico, la receta y sobre todo la participación del BCE.
Hasta hace quince años atrás la deuda externa pública del país se acercaba, en promedio, al 50%
del PBI, posición que se consideraba riesgosa dado que podía significar problemas para servirla
adecuadamente y para la estabilidad macroeconómica de la nación. En realidad, varias
generaciones de peruanos crecieron con la idea que en el Perú la deuda externa pública
constituía un serio problema. Al extremo que se le motejaba con el término “deuda eterna”,
graficando con ello la imposibilidad de que sea pagada en los términos pactados.
Hoy, existe deuda externa pública pero ya no se le considera un “problema”. ¿Qué sucedió?
Analicemos.
A fines del año pasado la deuda externa pública ascendía a 20 132 millones de dólares, lo que
constituyó el 12% del PBI, porcentaje que no es considerado riesgoso en absoluto. Es decir, en
escasos quince años se redujo dicho porcentaje de un poco más de 45% a escasamente 12%. Por
otro lado, el servicio de la deuda externa pública constituye en la actualidad menos del 1% del
PBI implicando una fuerte reducción respecto al pasado. ¿Qué se hizo para conseguir tal
situación? Fueron varios los factores en juego. Primero, la economía empezó a crecer a tasas
mayores financiando dicho crecimiento cada vez más con fuentes internas de ahorro. El ahorro
externo, cuando fue positivo, constituyó en promedio el 2% del PBI en los últimos diez años.
Segundo, los sucesivos gobiernos de Fujimori, Toledo y García implementaron medidas de
reingeniería financiera que condujeron a reducir sustancialmente el servicio de la deuda
externa. Se aprovechó la coyuntura mundial de bajas tasas de interés emitiendo nueva deuda
externa menos cara que sustituyó a la antigua de mayor costo. Además, se tomó ventaja de las
oportunidades de financiamiento que ofrecía el mercado local, en especial, los recursos
manejados por las AFPs, para emitir deuda en soles que reemplazó la deuda externa en dólares
más cara; es decir, se sustituyó deuda en dólares por deuda en soles. A fines del año pasado la
deuda externa pública representaba el 12% del PBI y la deuda pública interna casi el 10% del
PBI. Un crecimiento considerable respecto al pasado. En la actualidad la deuda pública total
representa alrededor del 22%PBI.
Según cifras recientes publicadas por el INEI, el año 2011 cerró con una inflación de 4.74% por
encima de la meta del BCRP; la cual estaba fijada en 2% anual –y 3% como límite superior-. Esta
inflación se caracteriza, en lo fundamental, como una inflación de alimentos, cercana al 10%,
dado que fueron los precios de alimentos los que la impulsaron fuertemente.
Desafortunadamente, ésta es el peor tipo de inflación que puede tener un país con amplios
sectores de su población en situación de pobreza y extrema pobreza, ya que a ellos a quienes
más golpea; pero ¿qué produjo tal inflación? Para responder la pregunta debemos recordar que
son cuatro los factores que determinan una inflación: a) presiones de demanda; b) presiones de
oferta; c) inflación importada; y d) expectativas. Respecto al primer factor tendríamos que decir
que, en promedio, la demanda interna nominal creció más que el PBI potencial, sobre todo en
los primeros meses del año, impulsando un crecimiento cercano al 4% de la inflación
subyacente; esto configuró en alguna medida presiones inflacionarias de demanda. Existieron
también presiones provenientes del lado de la oferta interna derivadas, en lo sustancial, de
condiciones climatológicas adversas que afectaron los precios de algunos alimentos y del
crecimiento de la productividad de factores; que sirvió para aminorar las presiones provenientes
de los otros factores a ser considerados. La inflación importada jugó un rol importante ya que a
nivel mundial los llamados commodities, alimentos y petróleo, registraron aumentos de precios
considerables sobre todo en el primer semestre del año. Como el Perú importa en forma
apreciable alimentos y combustibles, tales aumentos en los mercados mundiales se vieron
reflejados internamente. Un factor que jugó en contra fue la apreciación del tipo de cambio
nominal (4%), rebaja del dólar, pero que no alcanzó para servir de contrapeso a la inflación
importada indicando así que el pass-through en el Perú es relativamente pequeño. Las
expectativas inflacionarias de los agentes económicos se desengancharon durante el año de la
meta del BCRP, situándose alrededor del 3% de inflación anual. Ello contribuyó a poner su
granito de arena en el comportamiento de la inflación. Ante este panorama el BCRP creyó
conveniente no rebajar su tasa de interés de referencia (4.25%) lo cual me pareció una decisión
muy sensata, no obstante la petición de algunos economistas muy cercanos al gobierno que
sostenían que era necesario rebajarla en vista de la crisis internacional que se avecina.
Para el año 2012 estimo que la inflación debería ser menor en consideración a que la economía
registrará una menor tasa de crecimiento de la producción como de la demanda agregada; así
como, al hecho de que la economía mundial se desacelerará fuertemente reduciendo con ello
presiones alcistas sobre el precio de los alimentos y combustibles. Es probable que, en este
escenario, la inflación se acerque al rango meta del BCRP (1%-3%). Las expectativas de inflación
de los agentes económicos no tendrían motivo para no engancharse con el 2% del BCRP.
Habría que resaltar que de darse lo pronosticado para el 2012, el BCRP tendría mayor libertad
de maniobra con la tasa de interés de referencia y, en general, con la política monetaria ya que
si la nueva crisis internacional nos golpease fuertemente podría tranquilamente implementar
una política monetaria expansiva sin preocuparse en exceso de la inflación.
A todos aquellos que leen los artículos que publico regularmente en este blog les informo que
ya está a la venta mi último libro titulado “Teoría y Política Económica: La Experiencia Peruana”,
editado por la Universidad del Pacifico y distribuido por la Librería Crisol. Su precio es de 33
nuevos soles el ejemplar.
Considero que será una buena opción de lectura no sólo para los economistas o estudiantes de
economía sino también para todas aquellas personas que tengan algún interés en conocer la
realidad económica y social del país; no se necesita tener conocimientos de economía para
entender los argumentos expuestos.
En este libro se pasa revista a las principales decisiones de política económica que tomaron
sucesivos gobiernos empezando por el del ex Presidente Alan García –desde su primer periodo
hasta fines del año 2011. Asimismo, se explica con sencillez una serie de temas como las
sucesivas reformas laborales que se han implementado, los aumentos del sueldo mínimo, los
sucesos de Bagua, la campaña electoral del 2010-2011, la hiperinflación de 1989-1990, entre
otros.
Los invito a que me acompañen en esta revisión a la historia económica del Perú. No se
arrepentirán de haber adquirido el libro.
En nuestro país desde el año pasado se ha venido discutiendo sobre la necesidad de hacer una
política fiscal expansiva para hacer frente a los eventuales efectos negativos de una nueva crisis
financiera mundial. El gobierno incluso anunció un paquete inicial de recursos destinado a
impulsar la demanda interna. Pero, ¿será necesaria una política fiscal expansiva? Analicemos.
Por política expansiva me voy a referir a expandir el gasto público financiado con deuda y no a
rebajar impuestos.
La teoría económica es clara en señalar que cuando una economía está experimentando una
situación normal en el sentido de que la tasa de interés de referencia del Banco Central está
lejos de cero, la política óptima de estabilización es la política monetaria y no la fiscal. ¿Por qué?
Porque la forma como actúa la política monetaria es através de alterar las ofertas relativas de
activos, especialmente financieros y, con ello, sus precios y finalmente sus rendimientos,
afectando así las decisiones de gasto de los consumidores e inversionistas. Bajo condiciones
ideales no debe provocar distorsión alguna en la economía, por lo tanto, es eficiente. En este
caso no se debe usar política fiscal expansiva debido a que en algún momento futuro tendrán
que ponerse impuestos para solventar el pago del financiamiento de ese mayor gasto. Y si no
estamos hablando de “lump-sum” impuestos, todo el resto de impuestos impone un costo social
ya que provoca una divergencia entre la valoración social y privada de la mayor producción
generada. En términos más rigurosos, la política fiscal debe ceñirse a los cánones de la teoría
clásica, es decir, al análisis costo-beneficio del gasto, por el cual el consumo público debe crecer
hasta igualar la utilidad marginal del consumo privado y la inversión pública hasta igualar la
productividad marginal de la inversión privada. Las consideraciones de expandir la demanda
agregada interna deben de quedar atrás. Por otro lado, también se aplican las consideraciones
del “crowding-out” que se producen sobre el gasto privado. Cuando la tasa de interés de
referencia del Banco Central llega a cero, son otras consideraciones las que entran a tallar pero
no es este el momento de tratarlas.
Aplicando estas consideraciones al caso peruano, recomendaría que de sentirse fuertes efectos
negativos de la crisis mundial se actúe primero respondiendo con política monetaria incluyendo
la posibilidad de usar mecanismos no convencionales. Respecto al gasto público, se debe
priorizar el de inversión y sin que comprometa la actual estructura impositiva de la economía.
Es decir, financiarlo con recursos acumulados y presupuestarios y convocando al sector privado
pero de ninguna manera hacer una política de mayor gasto público financiado con más deuda
e impuestos futuros.
Por otro lado, las perspectivas de la economía peruana para este año están mejorando por varias
razones. Primero, la desaceleración de la economía mundial no sería tan acentuada como se
preveía a mediados del año pasado. Segundo, el consumo del sector privado sigue creciendo
fuerte, a un ritmo superior al 6%. Tercero, la inversión privada acelerará su crecimiento
inicialmente estimado básicamente por un factor de mejoramiento de expectativas. Cuarto, el
gasto público en inversión, bajo las consideraciones establecidas líneas arriba, debe crecer
apreciablemente. Quinto, las tasas de interés en sus tramos medios y largos están bajando
autónomamente. Sexto, se estima que las exportaciones crecerán menos que el año pasado
pero crecerán, quizá un 5%. Con esto la economía se acercará a su crecimiento potencial de
largo plazo. Si se cumplen estos supuestos, ¿para qué mayores estímulos fiscales que
comprometan el futuro del país?