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En este sentido, el desarrollo del trabajo parte de la idea que no es pertinente dejar que
el estudiante de psicología concluya sus estudios sin aprender a expresar sus pensamientos al
elaborar un informe; y mucho menos sin saber cómo exponer e interpretar los resultados de
sus exploraciones en la práctica y ejercicio profesionales. Elaborar un informe, por tanto, debe
ser parte de su aprendizaje en la etapa de su formación profesional. El ejercicio de la profesión
exige competencia en el mercado de trabajo y no admite errores; es más desplaza a la
deficiencia implacablemente, sin duda, porque el informe del especialista se constituye en la
base de las decisiones: el fracaso o el éxito de una acción depende de cuan acertado es el
informe del profesional especializado.
Sin embargo, como en toda obra humana creemos que aún existen muchos vacíos e
interrogantes por conocer y explorar; muchos errores e ideas originales que necesitan madurez
y enmienda; por tanto, sujetos a la crítica y la observación permanentes que sabremos asimilar
como una necesidad para el avance del conocimiento de la ciencia de nuestra especialidad.
El hecho mismo de que el protagonista concede la actuación del especialista para ser
observado o entrevistado, ya constituye una relación directa de exploración.
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Es probable que la historia, la observación y la entrevista, y otros que se revisarán
luego, sean fuentes importantes del informe; pero el usuario del servicio es la fuente original, la
auténtica y tal vez la única que genera las demás fuentes y obviamente el informe.
No existe, pues, otro mejor que el propio paciente para decir la magnitud de sus
dolencias, emociones, afectos, preocupaciones, intereses, metas, satisfacciones y
frustraciones; no hay otro más apto que el trabajador para hablar sobre sus sentimientos frente
a sus superiores y compañeros, las razones de su acercamiento o lejanía; sus habilidades en
desarrollo y sus limitaciones frente al puesto de trabajo o en la relación a los demás; el trato
humano o esclavista de sus jefes; en última instancia, sobre su adaptación y sus expectativas
en la organización. Igual ocurre con el niño en el colegio, con el poblador en una comunidad,
con el recluso en la cárcel, con el deportista en un club o en el campo de juego. Y, finalmente,
con las organizaciones formales, informales o sociales, cuyas expectativas respecto de sus
miembros antiguos o nuevos son preocupaciones permanentes para asegurar su existencia en
la sociedad, sólo sus representantes “reales” pueden testimoniar lo que llevan en su interior y lo
que esperan de ellos en el futuro para un diagnóstico útil.
Para que exista veracidad y autenticidad en el testimonio del usuario del servicio, único
sustento de la psicología como profesión, tendrá que cumplirse dos elementos imprescindibles:
la conciencia de ayuda del usuario y la capacidad profesional del psicólogo.
FUENTES INDIRECTAS
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Las fuentes indirectas son aquellas “canteras” de donde procede la información y llegan
al especialista a través de medios indirectos, tales como una tercera persona (referente) o
instrumentos psicológicos (pruebas y/o cuestionarios).
Normalmente son los psiquiatras, los profesores, la familia, la iglesia, los municipios,
los clubes, las organizaciones empresariales, los jueves, etc. quienes sugieren, refieren u
ordenan para que determinado psicólogo tome entre manos la exploración, el estudio o la
investigación de aquel problema concreto que les interesa a fin de encontrar solución práctica,
viable y rápida a sus inquietudes. Pero nada será posible sin la contribución y apoyo del o los
propios referentes. La mayoría de ellos, tienen de antemano conocimiento sobre los
antecedentes, características, pasajes o detalles del acontecimiento que motivó la referencia;
cualquier dato en ese sentido será de gran utilidad para un diagnóstico igualmente útil. Esta
condición, muchas veces privilegiada del referente, les convierte en importante fuente de
información indirecta.
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Las pruebas psicológicas y/o cuestionarios, son instrumentos que conforman otra
de las fuentes indirectas más importantes del informe para el psicólogo. Dentro de este terreno,
hay una amplia variedad de pruebas que exploran diversas áreas de la vida humana y que
pueden agruparse genéricamente, en pruebas que permiten conocer los niveles de inteligencia;
pruebas que conducen a inferir los modos de ser y actuar de las personas, vale decir, la
personalidad; pruebas que examinan intereses, motivaciones, etc.; y cuestionario que permiten
averiguar situaciones específicas con fines exclusivos de investigación.
DESTINOS Y USOS
La relación que existe entre el destino que toma un informe y el uso que se le da, es
innegable. Van Hagan (1986) decía que el objetivo del informe está determinado por quién lo
leerá y qué uso tendrá; según este autor, éstas interrogantes son inseparables y afectan a la
totalidad del informe: “el orden en que se presenta el material, el vocabulario que se emplee, la
longitud de las frases y los párrafos, número y grado de complejidad de las tablas, tipo y detalle
de las ilustraciones, el material que deberá incluirse en los apéndices e, incluso, el papel en el
cual se imprima y la forma en que se vaya encuadernar”.
Desde las primeras líneas de su obra Van Hagan previó como objetivos del informe las
disonancias que hoy en día aún se mantienen entre el objetivo principal que es el de comunicar
y aquel otro que es el uso que se le dará a éste.
A vista de las necesidades de la psicología, el uso que se le dará viene a ser el fin
último del informe como consecuencia de todo un proceso de estructuración y redacción. Su
uso, si bien depende de la calidad del informe, también forma parte de él sólo tangencialmente.
En cambio, para los administradores y ejecutivos de profesiones afines el fin último es el
principal. En otros términos, importa más la conclusión o las alternativas planteadas en el
informe y en las que basarán sus decisiones, que la calidad de su contenido.
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Queda entonces claro, que una cosa es el objetivo del informe y otra distinta el uso que
se le pueda dar. Así el objetivo del informe está vinculado a cómo llegar lo mejor posible a sus
lectores; más, el uso está lejos del informe y depende de su lector. Entre tanto, el informante (el
psicólogo) tiene la misión de informar con todo el rigor y la responsabilidad que le corresponde
en ése papel. No está, ni debe estar dispuesta a correr riesgos innecesarios al adoptar poses
que le son ajenos. Si en el mismo quien tiene que tomar decisiones en base a su informe lo
hará con la convicción que su trabajo previo es de la mayor confianza.
DESTINO DEL INFORME
Los potenciales lectores a los que está orientado el informe psicológico constituyen el
destino del informe. Ellos podrían quedar agrupados del siguiente modo: referentes, colegas,
profesionales relacionados y público común.
Sobre los referentes, si bien se ha tratado en un punto anterior con alguna amplitud;
complementariamente, ahora es pertinente señalar aquí que los primeros, principales y tal vez
los únicos lectores del informe son aquellas personas, grupos o entidades que solicitaron la
exploración, estudio o investigación del caso por algún interés especial. El limitado número de
lectores es, por tanto, evidente. Es a ellos a quienes de manera especial se refirió Kloffer al
agruparlos en función a la capacidad de comprensión del informe psicológico. Por cierto, la
comprensión no solo depende de la capacidad del lector o la formación académica del mismo,
sino también, aquí juega un papel importante la sencillez del lenguaje, de los términos, de las
frases y oraciones, y de la coherencia integral del informe.
Dentro de la variedad de posibilidades a los que está dirigido el informe existen dos
conceptos en los que pueden quedar agrupados todos los lectores y que ya se vislumbran
como normas o reglas para la elaboración del informe. Estas normas nos dicen: primera, “…
conforme disminuye la educación y el entendimiento del lector, el informe debe hacerse
progresivamente más simple”; segunda, “…cuanto más distante se encuentra la profesión del
referente – en relación al campo de la psicología – más necesidad habrá para que el psicólogo
(…) elabore el informe (…) en estilo tal que sea apropiado y circunscrito al problema…” (Kloffer,
1975).
A pesar de la claridad textual de dichas ideas, debe entenderse que la primera norma,
si bien involucra a la totalidad de receptores del informe, más está relacionado a aquellos
profesionales cuya formación está lejos de la comprensión de terminologías propias de la
psicología, por lo que se encuentran en condiciones similares al público común, necesitando de
la disminución o, mejor aún, eliminación de términos que dificulten la compresión del informe.
Entre tanto, la segunda norma tiene que ver con los profesionales afines, y que por la
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naturaleza de la profesión hacen uso de la psicología con alguna frecuencia (médico
psiquiatras, profesores, administradores, relacionistas industriales, asistentes sociales,
sociólogos, etc.), para luego ir disminuyendo progresivamente esa relación (médicos,
abogados, economistas, antropólogos, arqueólogos, ingenieros industriales, etc.).
Es probable que el grupo de lectores asiduos y con mayor grado de comprensión de los
informes psicológicos esté conformado por los propios colegas; esto es, psicólogos. Sin
embargo, por la especialización que demanda la sociedad moderna del profesional, cada vez
puede haber mayor número de psicólogos en desventaja del otro; claro está, que aún así, su
comprensión será mayor que la del profesional afín o aquel lector común y corriente, debido a
que hay un lenguaje profesional básico común a todos. Por ejemplo, un informe sobre la
capacidad de consumo de un producto de la población limeña, sobre las causas psicológica de
la inflación y la recesión, o sobre los efectos de los círculos de calidad en la industria nacional.
Estos temas pueden no ser comprendidos por psicólogos cuya actividad permanente y estable
es el campo educacional ni estar obligados a ello, pero sí por un psicólogo organizacional. La
ignorancia de un campo es mutuo, por tanto, no tiene por qué sentirse decepcionados de sí
mismos.
Otro grupo de lectores son los profesionales relacionados con la profesión del
psicólogo, que manejan de alguna manera una terminología similar con la especialidad afín, y
puedan lograr, dentro de ésa limitación, un entendimiento significativo con la profesión y con los
informes. Estos profesionales se supone que deben manejar datos, emplear resultados,
seleccionar alternativas y tomar decisiones en base a informes psicológicos. Pero los
profesionales afines, como posibles lectores siguen siendo un número limitado y tal vez todavía
restringido por intereses particulares del centro de trabajo en el cual labora el psicólogo y, a
veces, por ética profesional, y otro poco por intereses personales.
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relación al lenguaje. La razón de esta afirmación, aparentemente obvia, es la “presencia” del
lector en todo el proceso de redacción del informe; en otras palabras, un informante que no
considere o no tome en cuenta a su futuro lector al momento de redactar, corre el riesgo de no
usar el lenguaje incluso el estilo apropiados en su informe, luego no ser comprendido.
Hasta este punto, se ha venido expresando que el uso del informe depende de lo que
quiera hacer el lector con él. Sin embargo, todos los lectores anteriormente señalados se van
reagrupando también en torno a la clase de informe que se trate. Es decir, el lector parece
seleccionar sus lecturas en concordancia con sus intereses. Por eso, la clasificación hecha del
informe en función a su naturaleza será útil para desarrollar este acápite.
Los lectores principales del informe científico son los miembros de la comunidad
científica especializada; sea que la investigación haya sido empírica o documental, ellos tienen
la posibilidad de replicar el estudio en otras realidades, de no desarrollarlo, de teorizar en base
a él, de compararlo con otros estudios o de darle una aplicación práctica y, tal vez el más
importe, de observar y señalar sus críticas.
Igualmente, los especialistas de profesiones afines hacen uso del informe científico.
Tratan de compatibilizar con los puntos de vista de su profesión o su visión particular sobre el
tema con la intención de mejorar o perfeccionar su actividad.
Por otro lado, aún cuando no es general, existe un público más o menos amplio, atento
a los trabajos de naturaleza científica con diversos matices de interés. En estos casos, como ya
se dijo, es necesario recurrir con resúmenes apretados hacia los diferentes medios de
comunicación para hacer conocer de manera especial, conclusiones muy breves, claras y
densas que le permitan cubrir sus expectativas, que usualmente son por cultura.
Hay todavía otro grupo al que interesa conocer los resultados del estudio que, a pesar
de ser un grupo muy reducido, tal vez sea el que más uso se da al informe científico. Ellos son
especialistas de profesiones relacionadas a la psicología; son técnicos o son directivos de la
organización que demandó y financió la investigación. Este grupo por lo general lo hace con
fines muy específicos; es decir, para que el empleo de los resultados sea de aplicación
inmediata. Por ejemplo, la investigación de mercado, o la elaboración de pruebas psicológicas
de selección, etc.
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En el mismo sentido, los lectores principales del informe de evaluación psicológica son
los remitentes o referentes. Su público, entonces, es especialmente reducido. Ellos basan su
acción en la calidad y competencia que debe tener un informe de esa naturaleza.
Los padres de familia, también remiten casos y son lectores del informe de evaluación
psicológica, pero el uso que el dan es aún impreciso; sin embargo, parece ser que el informe es
usado, de modo preferente, en la orientación que se les proporciona en la parte de las
recomendaciones: para cambios en el comportamiento de la familia o para acciones que
faciliten la adaptación social del probando, etc.; de la misma manera es usado para calmar la
propia ansiedad del grupo familiar que provocó el supuesto problema del pariente evaluado;
también parece usarse para ser presentado ante autoridades educativas, tratándose de niños o
jóvenes que postulan a un centro de enseñanza o a sus médicos o terapeutas cuando la
situación exige; unos pocos, seguramente, para presumir ante conocidos, si es preciso.
Justamente, por esta impresión en el uso del informe en manos de la familia, es que no
es muy conveniente entregar los informes a la familia, mucho menos al propio probando,
siendo éste aún más delicado tratándose de casos clínicos. En cambio, sí es una obligación del
informante explicar algunos resultados que no impliquen incremento de la ansiedad del
paciente o del grupo familiar, pero con mucho tacto.
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Los estudios realizados en la industria, en los mandos militares, en algunas clínicas
privadas u otros centros, son aún más restringidos por razones de competencia, se seguridad,
etc.; con mucha suerte, eventualmente, es posible usar dichos informes para compartir los
resultados en eventos científicos amplios pero sólo con la autorización de la organización y sin
anunciar su procedencia.
RESPONSABILIDAD DE INFORMANTE
Es verdad que no todo depende del informante, hay algo de responsabilidad que se
debe compartir con el referente o solicitante. Si éste no dice con claridad lo que desea, lo que
le preocupa; si sus interrogaciones son ambiguas, o el problema que busca resolver no lo
expresa con total lucidez, corre el riesgo de no contar con una respuesta precisa en el informe
al término del estudio. Igualmente, si a pesar de la transparencia de sus ideas y la
incuestionable nitidez de su pedido, el informante no cubre dichas necesidades y
requerimientos en el tiempo y la oportunidad esperada, es culpa del solicitante por encargar un
trabajo de tal magnitud a personas que no están preparados para ello; sobre todo, en un centro
de trabajo donde supuestamente los jefes conocen la calidad de sus profesionales.
Por eso, el psiquiatra, el gerente, el profesor, etc. debe asegurarse de que su pedido ha
sido comprendido, que sus ideas han sido bien interpretadas, que la extensión del informe y el
espíritu de su redacción serán los apropiados, así como los límites y los alcances de la tarea
confiada (Bousquie, s/f.).
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estarían en mejores condiciones para una lectura detallada del informe. Esto no significa que la
extensión del informe debe ser mayor ni que en él deben incluirse elementos superfluos (si
éstos tienen relativa importancia deben pasar a la sección “notas” o a un “apéndice” en el lugar
que le corresponde”. Sencillamente significa que, dada la misión de ayudar al referente, su
entendimiento sobre el individuo o grupo en cuestión debe ser lo más profundo posible.
Dentro de este contexto, el informante debe ser una persona con suficiencia profesional
para que sus informes representen “(…) el nivel de competencia (…), de desarrollo e
integración personal del psicólogo”, como diría L’abate (1967). De modo que, no refleje en ellos
sus prejuicios, percepciones, y puntos de vista de sí mismo y a veces de los demás. Hay una
internalización de los problemas en la vida del psicólogo y, viceversa, una entrega total para
una mejor comprensión del ser humano. Pero, no es correcto que el profesional proyecte sus
propios sentimientos y emociones en el informe. Por tanto, debe reprimir las suyas y dar pase a
los problemas del sujeto en estudio lo más objetivo e imparcial posible. En todos los casos, el
informe no puede estar subordinado ni depender de los intereses del informante, menos de los
intereses del grupo, como tampoco de los de la organización. Su imparcialidad debe ser a
“carta cabal” (L’abate, 1967).
Por otro lado, y de manera particular en clínica, el psicólogo, si bien está empeñado en
brindar su apoyo al referente, su compromiso es todavía mayor con el paciente. Es decir, su
pasado, presente y futuro le ha sido confiado y debe responder a esa confianza con
honestidad, buscando la forma más idónea de afrontar sus dificultades. Pero, sin embargo, si
su condición de ser humano, en ocasiones le hace perder la visión y fácilmente es arrastrado
por motivaciones de prestigio, tal vez de impulsos agresivos y hostiles hacia el entorno del
paciente, o al revés, por actitudes de complacencia y de sobreprotección; y a veces, por
verbalismos innecesarios en su afán de lucirse ante sus lectores o un auditorio mayor, debe
rechazarse tales cualidades en verdad inaceptables e inadmisibles en un profesional (Kloffer,
1975).
La idoneidad del psicólogo informante debe entenderse como una persona abierta,
dispuesta a todo aquello que signifique observación y crítica; aceptar nuevos elementos que
contribuyan a mejorar su trabajo y a desechar los que resultan secundarios. Debe aprender a
apreciar la colaboración de todos los implicados en el problema materia de estudio,
especialmente de sus asistentes más cercanos y calificados si su deseo es ver las cosas con
nitidez. Solo así logrará plantear proposiciones que conduzcan a resolver el problema en
cuestión, buscando el equilibrio justo entre los intereses de la organización, del sujeto o grupo
humano involucrados y tal vez de la comunidad que lo rodea; pero, como se dijo, sin
subordinación. De allí, que el psicólogo debe ser un observador agudo, reflexivo, crítico para
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evitar propensiones y ser un investigador acucioso y responsable para no dejarse ganar por las
pasiones o coacciones.
Por ello, si el informe es importante para quien toma las decisiones sobre el futuro de
su paciente, de su alumno de algún segmento de la empresa o de la totalidad de ella, es tanto
o mayor la importancia del informe para su autor. “Por él se juzgarán sus conocimientos,
competencia, conciencia, las cualidades de su espíritu y, en fin su valor humano” (Bousquie,
s/f).
ORGANIZACIÓN Y ESTRUCTURA
“El trabajo científico es una construcción unitaria, cuyos elementos se conjugan de tal modo
que, a pesar de la función particular (…), todos deben apoyarse firmemente en la armadura
general y, al mismo tiempo, prestar su eficaz servicio a ella…”
A. Zubizarreta
ORGANIZACIÓN Y ESTRUCTURA
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1. EL ESQUEMA
Es poco probable que el investigador pueda organizar las supuestas partes del futuro
trabajo sin antes haber tenido, al menos, una primera lectura de todo el material recopilado
hasta el momento de iniciar la elaboración del esquema base y haber hecho una selección
inicial de los conceptos y principios en torno a los cuales girará el desarrollo del tema. Claro, no
se trata de contar con la totalidad de la información, porque el esbozo tiene como finalidad
primaria seguir captando mayor información, esta vez, ligada a los requerimientos del esquema
base.
Por simple que parezca el tema a tratar y cualquiera el tipo de documento a elaborar,
realizar apuntes previos a su redacción será sumamente útil y ventajoso, más aún tratándose
de un informe profesional especializado.
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representativos de una población, mientras que la investigación evaluativo tiene como objeto de
estudio fundamentalmente al individuo o grupo menor no representativo.
Por otro lado, de nada servirá un esquema si éste no se encuentra dentro del contenido
del tema en cuestión; así como, debe lograr la coherencia entre sus padres conformando un
todo y no sea solo un conjunto desordenado e ilógico de datos. También será indispensable el
conocimiento de la información elemental y la información secundaria y relacionada con el
tema.
Este método es de uso muy común en los informes psicológicos, tanto en los de
evaluación psicológica, en informes científicos como en los informes técnico-administrativos. En
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los informes científicos, sobre todo, cuando son de tesis, tesina o monografía. En aquellos
informes científicos de estructura profesional lo precede un resumen, ubicándose
inmediatamente antes de la introducción.
Algunos ejemplos darán una visión más cercana a lo señalado:
- Esquema para informes de evaluación psicológica planteados por Palmer (Kloffer,
1975);
Observaciones de conducta.
Análisis de resultados (descripción del funcionamiento del probado con fuentes o
génesis de sus patrones de conducta).
Resumen (condiciones o inferencias).
El método deductivo, entre tanto, es a la inversa. Se empieza por un resumen
donde se señalan las conclusiones relevantes, luego una introducción, seguido por el
desarrollo del tema (resultados y discusión) que la justifique.
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Lo importante en todos estos esquemas, es que en cualquiera de los métodos que se
haga uso (tanto en la elaboración del esquema como en la redacción del informe mismo) exista
una marcha coherente y lógica.
La distribución de los temas, subtemas, sub sub temas, etc. etc. deberán llevar
números romanos, arábigos, letras y la combinación de todos ellos para una mejor ubicación y
localización.
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En esta etapa, fundamentalmente, se continúa con el acopio de información. Aquí es
donde los testimoniales orales, escritos u otros documentos serán útiles porque constituirán el
punto de partida para la preparación del esbozo inicial. Por tanto, anotar los tópicos centrales e
importantes para dar forma al esquema convencional –introducción, cuerpo y conclusiones– es
ir diferenciando el tipo de informe, su extensión y complejidad.
REDACCIÓN Y COMPOSICIÓN
“El científico adora la eficiencia, y, sin embargo, apenas se preocupa por aprender a manejar
eficazmente uno de sus instrumentos más valiosos: La pluma”.
A. C. Leyton.
Este capítulo aspira, precisamente, poner en manos del redactor de informes los
elementos mínimos que encaminen su redacción. El Orden lógico-racional y la significación de
las palabras, frases y párrafos y, las formas de expresión junto a procesos ineludibles de
composición del texto, son aspectos que ayudarán de manera sostenida a superar las
dificultades de redacción del informante.
No es objetivo de este capítulo, obviamente, dar lecciones doctas sobre la materia sino
trasladar aquellos conocimientos útiles sobre el idioma para un mejor empleo del mismo en
nuestros requerimientos de redacción; de modo que, las carencias que se encuentren aquí
deberán ser complementadas en fuentes más versadas. Nuestro interés, es sólo estimular al
principiante hacia el conocimiento del idioma.
1. LA REDACCIÓN
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Toda persona que se inicia en la redacción de informes, si su intención es lograr total
entendimiento de los mensajes que desea comunicar debe preocuparse por tomar pleno
conocimiento de las normas y reglas elementales de la lógica, la semántica y la gramática. Los
códigos supuestamente convenidos entre el informante y el lector jugarán un papel
predominante para esa comprensión.
1.1. LA LÓGICA
La redacción demanda de modos y formas de raciocinio para expresar un pensamiento;
a este conjunto de palabras escogidas, ordenadas y enlazadas racionalmente y que logran la
significación deseada, se le conoce como razonamiento lógico. Por tanto, la forma y el orden
como estén integrados los enunciados determinan la calidad de la expresión de los
pensamientos.
De acuerdo a Gonazáles Reyna (1990), en el proceso de la redacción son necesarios
tres elementos de la lógica: las formas del pensamiento, los métodos de razonamiento y las
falacias.
Las formas del pensamiento, son operaciones mentales que tienen su propio proceso.
Ellos son la aprehensión, el juicio y el raciocinio.
Los métodos de razonamiento, más comunes y que pueden cubrir las necesidades de
la especialidad son: el método inductivo y el método deductivo.
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o puede darse también por relación de causa a efecto, en la que a causas iguales
corresponden efectos iguales.
Según el método deductivo el raciocinio opera por silogismo, empieza de uno o dos
juicios generales para obtener conclusiones particulares. En otros términos, son indispensables
las premisas o juicios generales para inferir una conclusión particular.
Las falacias, entre tanto, son defectos o alteraciones del raciocinio no intencionados
para llegar a una conclusión. Lo contrario, es un sofisma; es decir, si estas alteraciones del
raciocinio son premeditadas e intencionadas para llegar a una conclusión. Sin embargo, en la
práctica diaria es frecuente ver cómo se distorsiona un sofisma como falacia, porque la
intencionalidad no se quiere reconocer o porque pasa por desapercibida.
Por otro lado, se debe reconocer que existen errores naturales del pensamiento por
uso impreciso o desordenado de las palabras o por una relación impropia de los juicios, a los
que se le denomina falacias lógicas; y, aquellos otros errores producidos por influencia de
variables del sentimientos llamadas falacias emocionales (Gonzales Reyna, 1990).
1.2. LA SEMÁNTICA
La semántica es considerada como una ciencia que trata sobre la significación de las
palabras, entendida ésta como un proceso donde interviene la conceptualización del objeto
llamado también contenido y la expresión que puede ser acústica o gráfica del objeto.
Ejemplos: Sinónimas
Excitación, agitación, conmoción
Sensible, apreciable, perceptible
Homónimas
Amase – de amar – de amasar
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Vino – de venir – de bebida
Saco – de sacar – de vestido – de bolsa
Antónimas
Estable – inestable
Paciencia – ira
Sereno – turbado
1.3. LA GRAMÁTICA
La gramática se entiende como el arte de hablar y escribir bien un idioma. Para
lograrlo, es necesario el conocimiento de la ortografía y sus reglas, y de la sintaxis y las
transformaciones que se dan en concordancia a los mensajes que se quiere transmitir.
Interesan a la ortografía, entonces, las letras, las sílabas y las palabras. En otros
términos, interesa la correcta expresión gráfica de ellas.
a) Las sílabas, son aquellas letras cuya unión se pronuncia en una sola emisión de
voz. Algunas se pronuncian de manera débil y otras de manera fuerte, a esta última forma de
pronunciación, que es más intensa, se le denomina tónica; ésta puede llevar el acento
ortográfico o tilde o no llevarlo, dependiendo del tipo de palabras.
Las palabras graves, son las que llevan la sílaba tónica en la penúltima sílaba.
Ejemplo: paciente, neurosis, útil, débil.
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Las palabras esdrújulas, son aquellas que tienen la sílaba tónica o acento en la
antepenúltima sílaba.
Ejemplo: última, gráfica, estático.
Las palabras sobreesdrújulas, son aquellas que llevan la sílaba tónica o acento antes
de la antepenúltima sílaba.
Ejemplo: tratándosele.
Adicionalmente a estos tipos de palabras, se encuentran las que son de una sola
sílaba, y que se conocen como monosilábicas; éstos no se acentúan, salvo aquellas que tienen
la misma escritura y distinta significación. En estos casos, el acento toma el nombre de acento
diacrítico.
Ejemplos: dé (del verbo dar) y de (preposición)
sí (afirmación) y si (condicional)
más (cantidad) y mas (conjunción).
También forman parte de la ortografía los signos de puntuación tales como la coma, el
punto, el punto y coma, los dos puntos, los puntos suspensivos, la raya, punto y raya, los
paréntesis, las comillas, los signos de interrogación y admiración, y los asteriscos. Cada uno de
estos signos tienen un significado en el proceso de redacción. Por ejemplo, la coma, el punto,
el punto y coma y los dos puntos significan pausas en la construcción de frases y oraciones; los
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signos de interrogación, de admiración y los puntos suspensivos denotan entonación de la voz
al leer un escrito; y la raya, el punto y raya, las comillas y el asterisco conducen a la distribución
apropiada de frases y oraciones dentro de un párrafo, igualmente permiten resaltar o separa
una palabra, frase u oración en concordancia con la importancia y profundidad del tema.
1.3.2. La sintaxis.- Llamada también morfosintaxis, enseña el modo cómo deben enlazarse
unas palabras con otras para formar la oración gramatical, y también las oraciones entre sí
para formar la oración compuesta.
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