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UNIVERSIDAD DE ATACAMA

FACULTAD DE HUMANIDADES Y
EDUCACIÓN
MAGÍSTER EN EDUCACIÓN
ACADÉMICA: DRA. CARMEN BURGOS V.

WITTGENSTEIN,DESDE EL TRACTATUS
LOGICUS- PHILOSOPHICUS A LAS
INVESTIGACIONES FILOSÓFICAS
El paradigma de Wittgenstein de las investigaciones
filosóficas

18 de julio de 2018

INTEGRANTES
Sara Bórquez V.
Wladimir Guzmán R.
Alicia Sierralta A.
Germán Valderrama P.

Teorías Educativas, Epistemológicas y Modelos Educativos


INTRODUCCIÓN

Ludwig Wittgenstein es considerado como uno de los filósofos más importantes


del siglo XX. Su influencia se extiende más allá de la filosofía, hasta ámbitos como la
sociología, la antropología, la teoría literaria, la ética y la estética. Sin embargo, su
intervención más importante fue en el área de la filosofía del lenguaje. El pensamiento
de Wittgenstein gira en torno al lenguaje. El filósofo consideraba que éste se asemeja
a un mapa de la realidad. Luego, las proposiciones (lo que se afirma o niega de
cualquier hecho) tienen sentido si describen lo que está afuera. Obviamente, aquellas
proposiciones que no hablan de hechos o no los representan carecen de significación
(p. ej., afirmaciones de tipo religioso o metafísico).
La obra de Wittgenstein se ha tendido a dividir en dos periodos, abarcando
posturas filosóficas que se contraponen mutuamente. Estas posturas se conocen
como el primer y segundo Wittgenstein, a la luz de las transformaciones teóricas que
se dan entre el Tractatus y las Investigaciones filosóficas. Se muestra la noción de
«juegos del lenguaje» como determinante en dicha transformación.
El Tractatus Lógico-Philosophicus: En este libro, Wittgenstein representó
tanto una evolución como una respuesta respecto a los trabajos de Russell y Frege
sobre la lógica y el lenguaje. Wittgenstein afirma aquí que los problemas de la filosofía
pueden ser resueltos analizando la naturaleza y función del lenguaje, especialmente
en términos lógicos, ya que el lenguaje es la expresión del pensamiento y, al mismo
tiempo, una representación de la realidad ya que los tres siguen la misma lógica. En
esta primera obra, el filósofo austríaco expuso que el significado de los términos
consiste en sus referencias, en los objetos por ellos representados, en suma, el
lenguaje debe ser descriptivo.
Investigaciones Filosóficas: Wittgenstein da un giro radical a su postura
inicial. En esta segunda parte, si bien no se plantea una tesis definitoria, sí redefine
el rol de la filosofía, consistiendo éste en «enseñar a la mosca la salida de la botella»
de la cual gran parte de su primera obra era responsable. En desacuerdo con la teoría
que concebía al lenguaje como retrato de la realidad y que pretendía la perfección y
regulación del mismo, sostiene ahora que no existe un solo lenguaje, sino muchos. El
lenguaje se expresa y manifiesta en una pluralidad de distintos «juegos del lenguaje».
El segundo Wittgenstein reconoce en el lenguaje ordinario la función descriptiva como
una de las que componen estos juegos.
ARTICULACIÓN PARADIGMA-REALIDAD
Es importante aclarar que la postura de Wittgenstein que se tomará en el
presente trabajo será la de las Investigaciones Filosóficas, en la que se establece que
las palabras están presentes «en el aire» y que su significado se verá condicionado
por el uso que se le querrá dar al lenguaje. En este estudio de Wittgenstein ya no se
busca determinar la estructura lógica del lenguaje, sino mostrar los usos que se hacen
de él (Wittgenstein, 1998, en López, 2012), pues, a diferencia de su obra Tractatus,
ya no creía en un lenguaje ideal que abarcara todas las proposiciones significativas
(con sentido), sino que lo consideraba como parte de una pluralidad, es decir, que ya
no había una dualidad de significante y significado, sino que de significante y uso.
Teniendo en cuenta este postulado, en que el lenguaje se ve determinado por
el uso que se le da, se puede llevar al contexto actual de la educación con el concepto
de ‘inclusión’, que se puede ver reflejado en las prácticas que –para el Ministerio–
resultan inclusivas o en cómo se ha apreciado este concepto hoy en día.
El concepto de inclusión es un término «nuevo» en nuestra sociedad. Era de
menor importancia hace algunos años, o al menos su concepción era diferente. Hoy
en día, este término ha adquirido tanta fuerza en nuestra cultura que se ha convertido
en ley, pues lo que se atiende en estos proyectos es la diversidad de características
y la equidad en oportunidades, por ende, este concepto ha generado acciones a partir
de la interpretación que se le ha dado.
Entonces, el Gobierno ha establecido ciertas prácticas que buscan atender a
las necesidades de todas las personas; no obstante, éstas podrían o no ser inclusivas
y es solo debido a cómo concibe dicho término cada uno.
A pesar de que el concepto está tan en boca de todos, el significado (o el uso)
de la palabra «inclusión» puede variar según cada persona, dependiendo de la
información que se ha recopilado al respecto, de la realidad en que se encuentra cada
uno, a la relación que se hace entre este concepto y otros, etc.; este factor, entonces
condiciona la reacción de las personas ante este concepto, ya convertido en un
fenómeno social (aunque el lenguaje también lo conciben algunos autores —como
Wittgenstein— como un constructo social).
En cuanto a temas educativos, se ha concebido a la inclusión como la equidad
de oportunidades en cuanto al acceso, eliminando el lucro y la discriminación
económica, otorgándole a las personas el derecho a optar por el establecimiento que
decidan.
También se puede hablar de inclusión dentro del aula, en que se trata de
atender a las diferentes capacidades de los niños y apoyarlos en su proceso
educativo, reflejado en los Proyectos de Integración Escolar (P.I.E), aunque, en este
ámbito, aparece el concepto de integración, que para algunas personas no es lo
mismo que inclusión.

PARALELO ENTRE EL PARADIGMA Y EL OBJETO


Cuando Wittgenstein se refiere a los juegos del lenguaje, señala que la
descripción individual de un fenómeno solamente se asocia a un aspecto de la
realidad, sin ser la realidad única y exclusiva. Todos los sujetos tienen una visión y
dan un significante y un significado distinto al objeto, cosa o fenómeno. En este caso,
el término «inclusión», que unos lo asocian a unión, otros, a equidad, muchas
personas lo vinculan a tolerancia, respeto, etc. Sin embargo, para quienes tienen una
mirada economicista del concepto, es la oportunidad de negociar y obtener dividendos
a su favor. Como concepto, tenemos que el ser inclusivo para algunos es vinculado a
la integración de todas las personas en la sociedad, asociando el término a un valor
positivo, cuyo objeto es que estas personas que se encuentran en condiciones de
segregación o marginación tengan las mismas posibilidades y oportunidades en la
interacción social. No obstante, desde el punto de vista neoliberal y del desarrollo
socioeconómico se manifiesta como un término que agrupa a personas que en
conjunto colaboran a mejorar el clima laboral de las empresas, porque la gente se
relaciona mejor, comparten información y existen mayores perspectivas para el
desarrollo de la eficiencia y eficacia (con menos recursos, obtener mejores
resultados).
Como vemos, cambiando un solo elemento del lenguaje, puede cambiar el
significado y el significante que tienen una función descriptiva de un fenómeno más
complejo y son parte del dominio público quien le da el uso cotidiano e interpreta de
acuerdo a su realidad; se refiere al criterio pragmático, es decir, el significado que le
damos a partir de su vinculación con actividades cotidianas que realizamos. El
lenguaje nos interpela y frente a él damos una respuesta lo que nos sitúa en una
posición distinta o no, por eso generalmente como sociedad nos conflictuamos frente
a un término y para resolver recurrimos a las leyes como es el caso tan sensible de
la inclusión.
Actualmente, no es extraño oír comentarios (por cierto cada vez menos
críticos) respecto de la inclusión en nuestros establecimientos educacionales, dichos
que se asocian a la estandarización de la idea del ‘alumno’ que históricamente se han
formado los maestros, de manera tal que existen perfiles elaborados y que en sí, son
excluyentes, ya que intrínsecamente favorecen la idea de marginación o segregación
a partir de redactar la fórmula del alumno ideal, que cumpla con ciertos requisitos de
dicha estandarización, no dando cabida a los factores diferenciadores que
caracterizan a cada ser como ente o sujeto único, con pensamientos, ideas,
capacidades, preferencias y creencias propias y distintas.

CONCLUSIÓN
Tomando en consideración la postura que se recogió de este autor, es decir,
aquella que se expuso en las Investigaciones filosóficas, se puede establecer,
efectivamente, que, si bien las palabras (o el lenguaje) existe en la sociedad, es el
uso condicionado por diversos factores el que determinará finalmente su significado.
Y este planteamiento resulta importante, ya que las diversas interpretaciones
colectivas (y en algunos casos extremos, individuales), pueden otorgar cierto poder
que condiciona el comportamiento o reacción particular ante un fenómeno lingüístico-
social.
El lenguaje, como se ha indicado en este documento, y en la obra de
Wittgenstein, es un constructo social y evoluciona a la par de la sociedad. Tal como
se ha planteado someramente en este documento, el concepto de inclusión ha
adquirido tanta fuerza hoy en día en la comunidad hispanoparlante que hasta se habla
de lenguaje inclusivo (movimiento muy criticado por aquellos defensores del lenguaje
tradicionalista). Quién sabe quizás cómo se interpretarán y utilizarán en el futuro los
diferentes conceptos que hoy en día están en boca de todos.
Si bien, la obra de Wittgenstein, en su análisis del discurso, difiere un poco del
concepto de signo, significante y significado de Ferdinand de Saussure, rescata la
misma idea planteada en la obra de éste último denominada «Curso de lingüística
general», dicha idea establece que el lenguaje evoluciona. Obviamente, el enfoque
de Wittgenstein se orienta no a la descripción del lenguaje en sí, sino a los usos de
éste, que también evolucionan junto con la sociedad, marcados por la historia, la
cultura, la realidad.
Tanto el lenguaje como la realidad es ilimitado, ya que es evolutivo, pues no se
queda estático y se construye conforme se va conociendo la realidad y, de esa forma,
el lenguaje define o identifica sus conceptos.
Tal como planteó Wittgenstein en su analogía con la caja de herramientas, el
lenguaje está ahí a disposición de las personas y todos saben que está ahí; será el
uso que se le da al lenguaje, a esas herramientas, las que darán un tinte distinto. El
concepto de inclusión ha sido tomado desde tantas aristas que su significación no
puede ser única, como se pretendiera en Tractatus, y ha sido tomado por diferentes
movimientos con el fin de defender los derechos que proclaman, no siendo la
educación un caso excepcional. Lo más probable es que en el futuro se tomen ciertas
medidas respecto a la inclusión con las que no todos estén contentos y provoquen
pequeños conflictos sociales (tal como ha ocurrido con otros conceptos en el pasado),
ya que el poder del lenguaje es bastante fuerte.
Sería bueno entonces finalizar con algunas preguntas que orienten a la
reflexión y al debate: ¿Qué entendemos nosotros por inclusión? ¿Qué prácticas
resultan inclusivas en el ámbito educativo? ¿Qué tan de acuerdo estamos con
algunas prácticas inclusivas (o integradoras) llevadas a cabo en aula? Las respuestas
podrían ser tan diferentes como los conceptos e ideologías que se tengan en torno a
este término.

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