Sunteți pe pagina 1din 7

El conocimiento de los modos de abordaje de una obra de arte es de vital importancia en

el estudio de la misma, ya que la formación de conceptos y estructuras teóricas que elabora el


historiador son condicionadas, así como la obra de arte, por las coordenadas espacio-temporales
en la cual se gestan. Por ello, para llevar a cabo un estudio consciente de los productos artísticos
es necesario tener siempre en cuenta las metodologías histórico-artísticas empleadas. Es
fundamental cuestionarse acerca del autor de toda obra literaria de carácter científico: ¿Cuál es
su manera de ver? ¿Cuál su método de investigación? ¿Cuáles son sus bases teóricas? ¿De qué
recursos se vale para llevar a cabo sus investigaciones? ¿Cuáles son sus fuentes?
El presente trabajo ha sido acotado a la descripción, análisis y valoración de las
herramientas teóricas utilizadas por el historiador de origen alemán: Paul Westheim en sus
investigaciones sobre el arte de los pueblos originarios de América. Sin desestimar el aporte y
relevancia de otros autores y métodos de abordaje artístico, el interés particular por este autor
radica en que aquello que lo ocupa más es el estudio del significado de las obras artísticas de
culturas que son radicalmente diferentes de la nuestra, por lo que surge la necesidad de
profundizar aún más en el objeto de estudio.
Paul Westheim nació en Eschewege, Alemania, en 1886.Estudió Historia del Arte en
Darmstadt y en Berlín. Fue alumno de Heinrich Wölfflin y Wilhelm Worrringer, ambos marcaron
profundamente la formación de Westheim como crítico e historiador del arte. Comenzó su
carrera como escritor y crítico en su país natal inmerso en el ambiente intelectual y artístico de su
época hasta que el régimen nazi lo desplazó fuera del continente europeo.
Su dedicación al estudio de las antiguas culturas de México comienza con el
establecimiento en ese país en 1941. Escribe en su prefacio a la primera edición de su primer
ensayo sobre las culturas prehispánicas de México: “Cuando tuve la suerte de venir a este país y
de ver personalmente las obras maestras del México antiguo busqué un libro que me introdujera
a este arte desde sus supuestos espirituales y creadores. Existen muchas publicaciones bien
ilustradas, con descripciones de las diferentes obras; existen los importantísimos estudios de los
arqueólogos (…) Pero lo que yo buscaba, una estética del arte precolombino, no llegué a
encontrarlo (…) Puesto que no existía aquel libro que buscaba, me decidí a escribirlo yo mismo,
para mí y para todos los que están interesados en captar fenómenos artísticos desde sus
fundamentos espirituales y psíquicos.”1 Son conceptos que tendrán peso y guiarán su
investigación sobre el arte mesoamericano a través de todo el desarrollo de su trabajo
intelectual, basándose en la importancia del mito, la religión, la concepción de la naturaleza y la
estructura social de los pueblos mesoamericanos en relación al arte.

1
Paul Westheim “Arte antiguo de México.” México, Fondo de Cultura Económica, 1963, Pág. 7
1
Para Westheim: “Toda estética, si no se trata de mera especulación intelectualista, debe
partir de determinada obra, de la forma que supo dar un artista creador a determinado tema,
determinada idea o concepción. En la forma se expresa el espíritu del hombre creador y de su
circunstancia.”2 Con estas palabras el autor pone énfasis en la valoración del aspecto formal que
nos remonta a su primer maestro: Wolfflin; sin embargo, la prioridad en el análisis de Westheim,
se le es dada a la cosmovisión, a las concepciones, a las formas de vida y pensamiento de estos
pueblos productores de arte. En una de sus publicaciones más representativas: “Ideas
Fundamentales del Arte Prehispánico de México” (1972) el autor nos introduce al estudio de la
cultura mexicana partiendo principalmente de los fundamentos estéticos de Worringer, su
maestro y gran amigo, en la cual confiesa que su obra ha sido para él modelo criterio y estímulo.
Tomando a Worringer y también a Alois Riegl, detractores de las teorías del arte materialistas,
Westheim pone de relieve la relatividad histórico-cultural de las concepciones estéticas, el
criterio es: “la voluntad artística”, punto de partida en el análisis artístico, según la cual en la
creación no sólo es decisivo lo que ve el artista sino cómo lo ve y desde qué actitud espiritual y
vivencia metafísica, es decir según la propia voluntad de manejo de las formas y no según las
limitaciones de tipo técnico o de conocimiento, herramienta esencial a la hora de indagar en un
arte que no es imitativo como el occidental y que opta por una expresividad imaginativa, creativa
y simbólica.
Westheim define el arte precortesiano como representante del “realismo mítico”: “La
realidad que el hombre es capaz de captar es una interpretación de la realidad (…) El mito es
una de las interpretaciones de la realidad: es la realidad tal como la interpreta el hombre
partiendo de la existencia y el obrar de fuerzas sobrehumanas, a las que su imaginación da la
forma sensible y corpórea de deidades.”3 El autor asegura que el hombre prehispánico recurre al
mito para interpretar lo que ve, ve a través del mito y a partir de éste construye su realidad y
cuando representa artísticamente su representación es exacta si expresa el significado
trascendental, sin que importe hasta qué punto concuerde con el modelo natural. El autor admite
la pluralidad realismos en el desarrollo de la historia del arte“(…) la objetividad de un realismo
artístico reside en su concordancia con la vigente concepción del mundo (…)”4, lo que los
distingue es la mentalidad de la cual parte la visión, es decir, la realidad que da forma al hecho
artístico.
En el análisis de Westheim, de ese realismo mítico se desprende “el símbolo”, otra de sus
categorías de análisis que fundamenta la obra de arte precolombina: “(…) A esta concepción de
la realidad corresponde un arte que no se conforma con reproducir la apariencia de las cosas y
2
Paul Westheim “Obras maestras del México antiguo.” México, Ediciones Era, 1990, Pág. 9
3
Paul Westheim “Ideas fundamentales del arte prehispánico.” Madrid, Alianza Editorial, 1987, Pág. 13 y 14.
4
Op. Cit. Pág 26
2
que tampoco puede aceptar ésta como norma y criterio. Para expresar lo que a él le importa
expresar tiene que crearse un idioma especial, un lenguaje de signos y símbolos (…)5 De esta
manera indaga en las obras elaborando interpretaciones, más que descripciones, intentando
penetrar en significaciones profundas a través de un examen del mundo místico y simbólico,
aplicando gran conocimiento de las concepciones metafísicas de los pueblos precortesianos.
“No sirve para este fin la forma natural (…) aunque el punto de partida de la creación es
una intensa observación de la naturaleza (…) se impone la necesidad (…) de modificar el
fenómeno óptico, dándole un aspecto más abstracto, condensándolo, sometiéndolo a una
disciplina y aumentando la expresividad de la forma.”6 Para ello, se recurre a la creación de un
lenguaje de signos cuya formulación, según el autor, es inteligible para todos los que integran la
comunidad, y están cargados de asociaciones igualmente familiares a todos.
Westheim toma los paradigmas de “hombre primitivo ”y “hombre oriental”, elaborados
por Worringer en su “Esencia del Estilo Gótico” (1911), con una relación muy próxima a la
naturaleza ante la cual se siente indefenso y confundido por la caprichosidad de los fenómenos,
pero distingue el concepto de deidad del mundo mesoamericano para el que cada fenómeno de la
naturaleza es morada de un espíritu, por lo tanto el culto no se dirige al fenómeno mismo sino al
concepto que el hombre se forma del fenómeno. Esta idea se expresa claramente en el tema
recurrente del jaguar: la adoración no va dirigida al animal sino al dios Tezcatlipoca que se
representa en figura de jaguar. La transposición de esta apariencia óptica de la naturaleza a
valores plástico-formales se manifiesta a través del lenguaje signos: “(…) el pensamiento mítico
se expresa en forma de signos; sustituye la cosa por el signo. Entre signo y cosa puede haber
una semejanza óptico-sensible, pero esto no es decisivo. Decisiva es exclusivamente la
“relación” entre ambos: relación de índole mágico-mítica -muy remota a veces para el criterio
racionalista- que transforma la realidad real en otra realidad imaginaria (…)”7 Para Westheim
la representación mental de los fenómenos naturales es uno de los factores fundamentales de la
creación plástica americana que no se propone plasmar la imagen de un fenómeno sino la de un
concepto mítico-religioso utilizando para ello como recurso expresivo la estilización, destacando
ciertos rasgos y suprimiendo todo lo demás como no característico. La forma natural no satisface
las ambiciones expresivas de este arte, a pesar de ser la naturaleza quien inspira este crear se
impone la necesidad de abstraer las formas sometiéndolas a una disciplina y aumentando la
expresividad, creando así propias convenciones estilísticas.

5
Op. Cit. Pág 28-29.
6
Op. Cit. Pág 54.
7
Op Cit. Pág 43-44
3
Los conceptos descriptos anteriormente son algunos de los más importantes con los que
el autor realiza sus análisis de obras, a modo de ejemplo se expondrán, sintéticamente, sus
reflexiones acerca del los relieves de los “Danzantes” de Monte Albán:
Como tema introductorio explica la finalidad con la que es concebido este arte: “ Los
“Danzantes” de Monte Albán, obras maestras del arte mesoamericano, revelan de un modo
ejemplar la meta hacia la cual iba dirigida la voluntad artística de aquellos pueblos: la creación
de formas simbólicas adecuadas para dar expresión plástica a la vivencia mítico-religiosa de la
comunidad”. Da una descripción de detalles referidos a la época y lugar de emplazamiento,
cultura a la cual pertenece la obra, cantidad y tamaño de las obras, seguido de una descripción
iconográfica que reconoce: “(…) hombres desnudos, seres estrafalarios, ancianos barbudos,
corcovados y contrahechos, captados en posturas de la danza sagrada (…).”Destaca el dominio
técnico con el que se realizaron estas obras e indaga en los aspectos formales que la configuran:
“(…) se sirve de la articulación de la masa, del contraste de luces y sombras (…) la figura
humana, de contornos nítidos, está grabada en la piedra levemente, (…) es un arte no afectado
por la ambición de alcanzar efectos de tipo ilusionista. La representación es dibujo. Se
desarrolla en el plano, sin aspirar a la profundidad. En la escasa medida en que aquellos
artífices se propusieron insinuar corporeidad, la insinuaron como dibujantes (…) por medio de
la línea y el contraste de planos.“ De este modo, el autor continúa su análisis formal para luego
valerse del concepto de “voluntad de forma”, mencionado anteriormente, deudor de la teoría del
arte alemana: “La renuncia a la tercera dimensión podría interpretarse como primitivismo,
torpeza, falta de experiencia artesanal (…) a menudo se ha interpretado así. Pero en los
“Danzantes” creados por artífices capaces de expresar con incontrovertible maestría lo que
querían expresar, esa renuncia da fe de una alta disciplina artística (…) Se trata de una
condensación que supone una capacidad de observación nada frecuente, un segurísimo dominio
del oficio y una potencia expresiva asombrosa.
El autor se explaya extensamente en el tipo de interpretación que le es característica: el
estudio del carácter simbólico de la obra artística, en este caso puntual se sumerge en el
significado de la danza sagrada, destacando su carácter religioso, su sentido ritual, su
importancia social: “La danza y el sacrificio constituían la parte esencial de las fiestas
religiosas (…) La danza sagrada, autohipnosis de los danzantes, arrobamiento hipnótico de la
comunidad, que participaba devotamente en la ceremonia, era un acto de veneración de la
deidad, y la comunión con ésta era su verdadero objeto (...) Para el hombre incapaz de creer
que él mismo, mediante un mecanismo dominado y manejado por él, pudiera gobernar el orden
sólo adivinable del cosmos, la danza sagrada es una vivencia avasalladora. Le ayuda a derribar

4
la barrera erigida por la razón y la conciencia y lo traspone a un mundo irracional, donde se le
revela el enigma de la existencia (…)”
El autor compara el sentido estético de este arte en relación a la estética moderna
occidental: “(…) hecho extraño para el espectador moderno de que (…) haya tatos jorobados,
enanos y otros seres deformes. La emoción placentera que el hombre occidental espera de la
danza, supone la vivencia de “lo bello sensible”. Está acostumbrado a ver en el bailarín a una
persona de belleza física, belleza que es exaltada en el movimiento y por el movimiento. Lo que
da a la danza ritual la grandiosidad y el carácter de ceremonia sacra es algo muy distinto del
placer estético (…).” Westheim explica, finalmente, el valor que tenían los seres deformes en el
ámbito social como seres elegidos por los dioses.
Para llevar a cabo sus análisis e interpretaciones Westheim recurre a la lectura de fuentes
del siglo XVI, pero también cita con mucha frecuencia a numerosos arqueólogos coetáneos:
Alfonso Caso, Eduard Seler, Eulalia Guzmán, Sylvanus Morley entre otros.
La obra literaria de Paul Westheim, como la de todo autor, ha recibido gran
reconocimiento y algunas críticas por parte de sus colegas: lo que se le reprocha a este autor es
falta de rigor metódico en la forma de estructurar sus textos y en el orden de exposición de sus
ideas. Además, se le reprocha que “(…) apoya sus ideas en ejemplos tomados libremente ya de
una cultura, ya de otra, tomando de las diversas culturas lo que le conviene para poner de
relieve sus ideas, lo cual viene a dar un sentido unitario, del todo problemático, tanto a la
cultura como al arte del México antiguo y tiene del inconveniente de no mostrar los procesos
históricos e ideológicos; son síntesis (…) un tanto apresuradas y muy esquemáticas”8.
Probablemente, el error reside en no especificar su procedimiento metodológico en prólogos o
introducciónes, como lo hacen la mayoría de los autores, justificando criterios, elecciones,
estructuración del texto, etc.
La importancia del enfoque historiográfico de este autor radica en el énfasis que hace
sobre la cosmovisión de estas culturas tan alejadas de la nuestra aunque no en espacio, sí en
tiempo y fundamentalmente, en las formas de concebir el mundo en su totalidad. El estudio de la
cosmovisión, las concepciones y las prácticas son esenciales a la hora de abordar lo que
llamamos “obras de arte”, las cuales ni siquiera eran concebidas como tales. El desafío es llegar a
formarse categorías mentales lo más semejantes posible a la de los propios creadores de ese arte.
Por consiguiente, el trabajo empático es obligado para el espectador actual a fin de lograr una
interpretación de la obra próxima a la de los pueblos que la crearon. Aunque Worringer, con
razón, asegure que “Por mucho que nos esforcemos en conquistar cierta aparente objetividad,
8
J.F. Bibliografía. Anales del Instituto de Investigaciones Estéticas. UNAM. http://www.analesiie.unam.mx/
Pág. 91
5
nunca conseguiremos despojarnos de los supuestos esenciales que cimientan nuestro pensar y
sentir, nunca conseguiremos apropiarnos las modalidades internas de las épocas pasadas hasta
el punto de pensar con su espíritu y sentir con su alma.”9 El esfuerzo de ponerse en el lugar del
“otro” e intentar valorar desde sus parámetros es válido y Westheim nos proporciona numerosas
herramientas para lograrlo y apreciar el valor y la riqueza de este arte que no es sino la fijación
plástica de las concepciones religiosas y su originalidad depende de una singular concepción del
mundo.

Bibliografía
Eder, Rita, “El arte en México, autores, temas, problemas.” www.redalyc.uaemex.mx
9
Worringer, Wilhelm. “La esencia del estilo gótico.” Buenos Aires. Revista de Occidente, 1948. Pág. 11.
6
Manrique, Jorge Alberto. “Historia de las artes plásticas.” www.revistas.colmex.mx
Ocampo, Estela y Perán, Martí. “Teorías del arte”. Barcelona, Icaria, 1993.
Westheim, Paul “Arte antiguo de México.” México, Fondo de Cultura Económica, 1963.
Westheim, Paul “Obras maestras del México antiguo.” México, Ediciones Era, 1990.
Westheim, Paul “Ideas fundamentales del arte prehispánico.” Madrid, Alianza Editorial, 1987.
Worringer, Wilhelm. “La esencia del estilo gótico.” Buenos Aires. Revista de Occidente, 1948.
Vazquez, Juan Adolfo. “Paul Westheim. Historiador del arte mexicano.”
J.F. “Bibliografía.” www.analesiie.unam.mx

S-ar putea să vă placă și