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Obscenidades románicas como

pararrayos del Diablo


Historiadores del arte reunidos en un curso debaten
sobre las múltiples interpretaciones de la
iconografía sexual de unas iglesias que en España
cuentan casi mil años
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Canecillo de la colegiata de San Martín de Elines (Cantabria). FUNDACIÓN SANTA
MARÍA LA REAL / JAIME NUÑO
Aguilar de Campoo 30 JUL 2018 - 00:01 CEST

MÁS INFORMACIÓN

¿Por qué ese hombre exhibe su enorme falo que parece apuntarnos? ¿Y ese otro barbado
que se masturba? ¿Qué sentido tiene que esa mujer nos enseñe la vulva? ¿Esa pareja
está en pleno coito? Todos están ahí desde hace casi mil años, en iglesias románicas del
norte de España, tanto en el exterior, en los canecillos, elementos decorativos de las
vigas que sujetan los aleros, como en el interior, ya sea en capiteles o incluso en pilas
bautismales. ¿Por qué los canteros medievales desplegaron esta iconografía procaz?
¿Qué quería transmitir con ellos la Iglesia católica? A todo esto han intentado responder,
y de paso acercar a la mentalidad y sociedad medieval, los expertos congregados el
pasado fin de semana en el curso Arte y sexualidad en los siglos del románico,
celebrado en el monasterio de Santa María la Real de Aguilar de Campoo (Palencia).

"¿Que cuántas interpretaciones hay de ese erotismo? Tantas como personas en esta
sala", dijo la historiadora del Arte de la Universidad del País Vasco Eukene Martínez de
Lagos, señalando con la barbilla al centenar de alumnos que la escuchaban en la primera
jornada de un curso que incluyó la visita a cuatro ejemplos de templos románicos con
motivos sexuales en su decoración, entre ellos el más célebre, la colegiata de San Pedro
de Cervatos, en Cantabria, del siglo XII. Esta comunidad reúne lo más significativo del
sexo del románico, del que también hay ejemplos en el oriente de Segovia, el occidente
de Soria, norte de Palencia y Burgos y, en menor medida, resto de Castilla y León,
Galicia, Álava, Navarra, Aragón y Cataluña. "Los artistas tenían modelos que copiaban
y adaptaban. Eran talleres itinerantes en los que normalmente había un maestro y varios
aprendices, y se iban desplazando según los encargos que recibían", apunta Alicia
Miguélez, de la Universidad Nova de Lisboa. En todo caso, aún hoy sigue asombrando,
por ejemplo, esa pareja de exhibicionistas, ella con restos de pintura negra en su pubis, a
él le cortaron el pene en tiempos más pudorosos, que decoran un capitel ¡junto al altar!
de la iglesia de San Juan Bautista, en la localidad cántabra de Villanueva de la Nía.

"Hay quien piensa que todo esto tenía un carácter adoctrinador, la representación de lo
que no había que hacer, mostrado de una forma contundente, explícita", señala uno de
los ponentes, José Luis Hernando Garrido, de la Universidad de Educación a Distancia
de Zamora. "Es una interpretación extraña, sería como darle a un adolescente revistas
pornográficas para decirle, mira esto es lo malo", apunta Jaime Nuño, director del
Centro de Estudios del Románico de la Fundación Santa María la Real, organizadora del
curso. Nuño y Pedro Luis Huerta, director de este encuentro, fueron los encargados de
explicar in situ a los alumnos la historia de las iglesias visitadas. Nuño se inclina por
pensar que era "la representación de la vida cotidiana". Otros expertos se han
preguntado: "¿Era una incitación a procrear en una etapa de gran mortalidad infantil?".

Mientras, Hernando destacó en su disertación una hipótesis más atrevida, novedosa, ya


acuñada por otros expertos. "Tal vez se emplearan como un antídoto de lo malévolo,
una especie de pararrayos contra el Maligno, que viene por las alturas", y prosigue:
"Pudo ser como un cepo para el demonio… aunque tengo mis dudas". ¿Por qué? "Hay
también ejemplos no solo de vulgaridad, sino de una sensualidad y poética exquisita, sin
esa intención lujuriosa". Lo que descarta son las sospechas, que también las ha habido,
de que se tratasen de travesuras de canteros: "Eran artesanos humildes, no tenían gran
poder decisorio para los temas decorativos, que debían de venir del obispo o del señor
que pagaba la obra".

Mujer que muestra sus órganos sexuales en el capitel del presbiterio de la colegiata de
San Pedro de Cervatos (Cantabria). FUNDACIÓN SANTA MARÍA LA REAL / JAIME
NUÑO

Tras estirar el cuello para ver tanto sexo, llega el momento de intentar comprender cómo
eran las relaciones carnales de entonces. "Se piensa, erróneamente, que todo el sexo era
considerado malo. Sin embargo, los médicos prescribían su práctica regular como ayuda
para una vida sana en el matrimonio, incluso se toleraba que los clérigos tuvieran
relaciones", destaca la historiadora Paloma Moral de Calatrava, de la Universidad de
Murcia. Ella puso el foco en una cuestión que enfrentó a la Iglesia y a los galenos: la
rigurosa reforma gregoriana que, desde el siglo XII, estableció el celibato de los
religiosos, en parte por una cuestión teológica ("no puede impartir el sacramento de la
eucaristía alguien que se mancha las manos con semen, considerado impuro") y, en
buena medida, por una cuestión económica: los posibles enfrentamientos entre hijos de
clérigos por las propiedades paternas amenazaban la unidad cristiana. Para los laicos las
órdenes eran claras: sexo solo para procrear.

Moral, experta en salud femenina medieval, subraya que "la Iglesia tuvo que afrontar
que los monjes y monjas eran seres sexuales, y las soluciones que ideó fueron malas". A
las religiosas que por la abstinencia padecían "sofocación uterina" se les permitía
masturbarse, incluso podían usar un primitivo consolador. Así lo detallaron médicos que
eran también eclesiásticos en sus tratados: el "miembro viril" de ayuda debía ser
"delicado, de salitre, cera y berro". Como los monjes no padecían esa enfermedad, "no
tenían la suerte de poder masturbarse para su alivio". Para impartir esta doctrina estaban
los sermones, pero como no funcionaba con unos feligreses rurales e iletrados, se
recurrió a la iconografía, "con mensajes rotundos, pero el arte tampoco funcionó muy
bien", dice.

La profesora Martínez de Lagos comenzó su conferencia en la actualidad, el caso de La


Manada ("¿por qué hay quien criminaliza a la víctima?"), para repasar siglos de
misoginia, en los que a la mujer se la ha identificado con la lujuria. Una visión
representada en las iglesias románicas con una imagen recurrente: una mujer que sujeta
con las manos a dos serpientes que intentan atacarla mientras otras dos le muerden los
pechos, un doloroso castigo eterno en el más allá que puede contemplarse en un capitel
de la catedral de Santiago o en uno del Panteón real de san Isidoro de León. Martínez se
remontó al mito de Pandora y a la culpable del pecado original, Eva, para explicar el
odio a la mujer, "que ya estaba en los padres de la Iglesia".

El poso de estas ponencias es que "ni la Edad Media era todo oscuridad y horror", como
incide Hernando, "ni hemos avanzado tanto en algunas cuestiones de la sexualidad",
concluye Moral, que menciona el papel de la Iglesia ante el sida. De que hubo tiempos
de mente cerril posteriores al Medievo lo demuestra que muchos de los hombres que
mostraban su falo sin complejos en la decoración románica hoy lo tienen cercenado.

Emociones y sentimientos

La profesora Alicia Miguélez, de la Universidad Nova de Lisboa, se ocupó en el curso


del lenguaje de los gestos en la iconografía románica y “cómo el lenguaje corporal y las
expresiones faciales fueron empleadas para plasmar emociones y sentimientos". Aparte
del “debate abierto” sobre qué significan esas figuras, ella considera que “debieron de
tener un gran impacto en aquella época, porque parte de ellas fueron censuradas y
destruidas posteriormente”. Miguélez pertenece a una corriente de investigadores que,
analizando la cabeza, el tronco, las manos, los pies… de todas estas manifestaciones
artísticas diferencian entre “las emociones, que son más primarias, de los sentimientos,
que deben ser entendidos como procesos más complejos en el ser humano".

Del estudio de todo ello, se deduce que el arte románico, "desde el punto de vista de la
gestualidad, es claro heredero del lenguaje artístico anterior, y el repertorio de conductas
gestuales continuó siendo utilizado en época gótica. Debemos entender la historia del
arte como un complejo proceso evolutivo, evitando establecer grandes rupturas entre
estilos".

Un caso de canibalismo galáctico en el


vecindario de la Vía Láctea
Un grupo de astrónomos descubre lo que parecen los
restos de una gran colisión entre una galaxia que ya
no existe y Andrómeda
98
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Daniel Mediavilla
30 JUL 2018 - 11:00 CEST

Dentro de 4.000 millones de años, Andrómeda colisionará contra la Vía Láctea.


Imágenes de telescopios como el Hubble y modelos matemáticos prevén la fusión entre
las dos mayores galaxias del Grupo Local, la gran familia galáctica que dominan con su
descomunal capacidad de atracción gravitatoria. Pese a lo que nos puedan sugerir las
imágenes de los telescopios, las galaxias no son densísimas bolas de luz. Los millones
de estrellas que contienen están separados por distancias inimaginables y cuando se
produzca el choque entre las galaxias no cabe esperar impactos entre sus mundos. Más
bien, será una reorganización progresiva que acabará por formar una gigantesca galaxia
elíptica y mandará al Sistema Solar a una región aún más periférica de la que ocupa en
la Vía Láctea.

Para saber lo que sucederá, puede ser útil mirar al pasado. Esta semana, en la revista
Nature Astronomy, un grupo de científicos ha publicado lo que puede considerarse un
trabajo detectivesco del tiempo profundo. Observando a Andrómeda, han concluido que
hace 2.000 millones de años cometió un acto de canibalismo galáctico. En aquel tiempo,
junto a Andrómeda y la Vía Láctea, había una tercera gran galaxia en el Grupo Local.

Dentro de 4.000 millones de años, nuestra galaxia colisionará con Andrómeda

M32p, una galaxia con un nombre mucho más anodino que sus compañeras vivas, fue
despedazada por Andrómeda, pero dejó un rastro de pistas que ahora han reconstruido
astrónomos de la Universidad de Michigan (EE UU). Según cuentan, en torno a la
galaxia caníbal existe un gran halo de estrellas que ocupan un espacio mayor que la
misma Andrómeda y junto a ella, una extraña galaxia extremadamente compacta, con
una densidad de estrellas que no se encuentra en casi ningún otro lugar del universo.
Tratar de explicar el origen de este objeto misterioso fue el inicio de la investigación.
Los autores del trabajo que aparece en Nature Astronomy afirman que esa galaxia
satélite, conocida como M32 y que podría confundirse con una pequeña galaxia elíptica,
es en realidad el núcleo de la galaxia atrapada por Andrómeda.

Además del halo de estrellas con restos de la antigua galaxia y el engrosamiento del
disco de Andrómeda, los autores señalan entre los indicios de la fusión un estallido de
formación de nuevas estrellas que coincide con el periodo de hace 2.000 millones de
años en el que se encontraron las dos galaxias.

Las fusiones entre galaxias no son algo extraño, pero el tamaño de esta sí que la hace
excepcional. M32p era al menos 20 veces mayor que cualquier galaxia engullida por la
Vía Láctea a lo largo de su historia. Según explicaba Eric Bell, investigador de la
Universidad de Michigan y coautor del trabajo, les sorprendió saber que nuestra galaxia
“tenía un pariente de gran tamaño del que nunca habíamos sabido nada”. Estudios como
el suyo también pueden cambiar la idea sobre lo que sucede cuando dos galaxias se
unen. Entre otras cosas, se ha observado que Andrómeda mantiene su forma espiral, con
los brazos característicos que también tienen nuestra galaxia. En principio, se habría
esperado que la colisión hubiese producido una galaxia elíptica, con una forma más
parecida a una esfera, pero los brazos de Andrómeda resistieron.

La acumulación de datos sobre Andrómeda y sobre nuestra propia galaxia está


cambiando la idea que se tiene sobre cómo será su futuro. Hasta este mismo año, se
creía que era mucho mayor que la Vía Láctea y que acabaría absorbiéndola cuando
llegase el encuentro. Sin embargo, un artículo publicado en Monthly Notices of the
Royal Astronomical Society en febrero calculaba que las dimensiones de las dos galaxias
eran similares. Esta nueva información hará que debamos replantearnos lo que sucederá
en el momento de ese choque que parece ineludible y llegará dentro de 4.000 millones
de años, más o menos el mismo tiempo que lleva existiendo la Tierra.
Ortega llama golpistas a los obispos y
quiere expulsarlos de la mesa de
diálogo
La mediación de la Iglesia ha logrado que
organizaciones internacionales de derechos
humanos entren en Nicaragua para documentar el
nivel de violencia
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Carlos Salinas
Managua 30 JUL 2018 - 12:45 CEST

El presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, ha subido el tono contra la Conferencia


Episcopal de Nicaragua. El mandatario ha arremetido contra los obispos, a los que ha
llamado golpistas y a quienes quiere expulsar de la mesa de diálogo que trata de
negociar una salida a la crisis política que vive el país centroamericano, que ha dejado
más de 300 muertos desde abril. El sábado, decenas de miles de personas salieron a la
calle en apoyo a la actuación de la Iglesia católica, cada vez más crítica con Ortega y a
la que este había pedido su mediación.

Tras la petición de Ortega a la Iglesia, a inicios de mayo, los obispos convocaron a un


grupo destacado de personalidades —entre ellos estudiantes, empresarios, campesinos,
feministas, sindicalistas y académicos— para que negociaran con los delegados de
Ortega. Así se formó la opositora Alianza Cívica. El mandatario esperaba poder
controlar las negociaciones, pero desde el primer día del diálogo, el 18 de mayo, cuando
Ortega estuvo presente, el diálogo no fue como él esperaba.

Desde entonces, en las negociaciones, gracias a la presión de la Alianza Cívica y la


mediación de la Iglesia, se ha logrado que organizaciones internacionales de derechos
humanos entren en el país para documentar el nivel de violencia y que se forme un
grupo de expertos independientes que investigue la situación que vive el país desde
mediados de abril, cuando comenzó la crisis. Los obispos presentaron a Ortega una
propuesta de negociación que incluye el adelanto de las elecciones a marzo de 2019,
pero el mandatario, aferrado al poder, ha rechazo discutirla. El diálogo sigue
estancando.

El 19 de julio, durante la celebración del 39º aniversario de la revolución sandinista en


Managua, Ortega acusó a los obispos de golpistas e intentó desacreditarlos y borrarlos
como mediadores del diálogo. Fuentes consultadas en Managua afirman que el
mandatario quiere moldear un diálogo a su medida, por lo que está negociando con el
Sistema Centroamericano de Integración Económica (SICA) para que esta organización
regional funcione como garante de los acuerdos.
Oganizaciones internacionales de derechos humanos están en el país para documentar el
nivel de violencia

Al menos tres representantes de la Alianza Cívica confirmaron que el secretario general


del SICA, el expresidente guatemalteco Vinicio Cerezo, los ha llamado para “tantear” su
disposición sobre la propuesta de Ortega. La Alianza, sin embargo, ha dicho que no
permitirá que los obispos sean retirados como mediadores. Fuentes diplomáticas
explicaron que los países centroamericanos no han aprobado la mediación del SICA en
las negociaciones.

“El SICA es de las pocas instancias que le quedan a Ortega”, explica el analista
Alejandro Bendaña, exembajador de Nicaragua ante Naciones Unidas. “La última
resolución del SICA no le fue totalmente negativa a Ortega, pero ahora el Gobierno de
Costa Rica, presionado por una cantidad de sectores y por la situación migratoria que
tiene, es posible que no permita que el SICA sea ese actor en el diálogo”, advierte.

El Gobierno de Carlos Alvarado sigue de cerca la crisis nicaragüense por las


consecuencias que tiene para Costa Rica el éxodo de miles de refugiados y por las
consecuencias que tendría para su país el estallido de un nuevo conflicto regional. Las
autoridades costarricenses han informado de que tramitan 14.000 solicitudes de asilo de
nicaragüenses. “Es hora de que Costa Ricalleve esta situación al Consejo de Seguridad
de Naciones Unidas”, recomienda Bendaña.

Ortega pretende integrar a otros negociadores en el diálogo. Entre ellos el Partido


Liberal Constitucionalista (PLC) del expresidente Arnoldo Alemán, un viejo aliado suyo
y señalado por corrupción durante su Administración (1997-2002). La Alianza Cívica ha
rechazado esta propuesta.

Emily Brontë, 200 años de desafío y


vigencia de una autora clásica
La creadora de 'Cumbres borrascosas' nació el 30 de
julio de 1818 y su prosa y poesía son analizadas hoy
como una fuerza poderosa con temas que abrieron
caminos a la literatura
Winston Manrique Sabogal
Madrid 30 JUL 2018 - 00:00 CEST

En una casa de piedra rojiza y madera, en la cima de una colina custodiada por el
cementerio del pueblo y los rugidos del viento, se fraguó lentamente un milagro
literario.

Es la voz poderosa y persuasiva de Emily Brontë, la más solitaria de las tres hermanas
que sobrevivieron al rosario de desdichas de la familia. Nacida hace 200 años, el 30 de
julio de 1818, su única novela, Cumbres borrascosas, y unos 200 poemas, bajo el
seudónimo masculino de Ellis Bell, desafiaron la época victoriana, rompieron los
esquemas literarios predominantes, abrieron nuevas vías a la literatura y ella se adelantó
con varios de sus temas, algunos con aires feministas que baten puertas y ventanas.

“Cumbres borrascosas es un gran relato social de la época, que a partir de la pasión de


Catherine y Heathcliff muestra situaciones nuevas, como el maltrato, el alcoholismo o la
decisión de una mujer", explica Álvaro Pombo. "Una novela con una gran pasión y
capacidad de persuasión que la hacen inmortal. Es la condición de un clásico tan clásico
como Thomas Mann", dice Pombo. "La potencia creadora de Emily", añade el escritor,
"hace que haya una inmersión en la lengua con la narración de la historia, la creación de
los personajes y la fuerza de los detalles de una gran prosa vigente en el siglo XXI".

Emily Brontë, nació en pleno corazón del Romanticismo en Thornton, condado de


Yorkshire. A los tres años, su familia se trasladó a Haworth. Hija de un reverendo, su
madre murió en 1821, dejando seis hijos, de 6, 5, 4, 3, 2 y 1 años. Todas mujeres, salvo
el cuarto, Branwell, que marcó el destino sombrío de las hermanas al ser la esperanza de
la familia y llevarse todo el esfuerzo a su alrededor. Branwell terminó siendo un pintor
mediocre, alcohólico y consumidor de opio. Emily veló por él hasta el último momento.
Al menos le sirvió para levantar parte de Cumbres borrascosas.

“Emily Brontë hubiera encajado mejor en el momento actual que en aquel tiempo
victoriano, feroz para el género femenino. Habría sido tal vez ecologista y feminista”,
aventura Ángeles Caso, autora de Todo ese fuego (Planeta), una biografía de las
hermanas Brontë: Charlotte, Emily y Anne, porque las dos mayores murieron muy
pequeñas. Se criaron con una tía en un mundo indolente, aunque su padre les inculcó la
cultura, la lectura y la reflexión. Un refugio que usaban al llegar a casa tras una jornada
como profesoras o institutrices.

La conmemoración del bicentenario de Emily Brontë está rodeada de nuevas lecturas y


revisiones y debates. “En la literatura, como en cualquier arte, el contexto renueva la
obra y, si esta es buena, multiplica su mensaje. En el caso de Cumbres borrascosas, la
actualidad de su significado se ve más clara en la reciente edición de Tres Hermanas,
con ilustraciones de Fernando Vicente, que ve a Catherine Earnshaw pelirroja, como si
el color rojo de su melena condensara la fuerza del personaje femenino”, explica Marina
Sanmartín, escritora, editora y del equipo gestor de la librería madrileña Cervantes y
compañía.

Ante la tentación de revisionismos al arte, Sanmartín no duda en señalar que “vivimos


un momento en el que la presión social interfiere a menudo en la creación literaria, por
eso es tan importante proteger las ficciones que pueden parecernos trasgresoras o
políticamente incorrectas... porque, al fin y al cabo, en la realidad también suceden,
existen las historias de los amores malsanos y trágicos, y deben ser contadas".

El reto de cómo abordar un clásico como Cumbres borrascosas en el siglo XXI lo


explica el propio Fernando Vicente. Recuerda que es una obra hecha para perdurar y,
“de todas formas, no se puede hacer una lectura desde nuestra óptica actual, el momento
histórico pesa mucho sobre los personajes y los hechos”.

Aclarado este punto, Vicente da las claves, adentrarse en ese mundo y disfrutarlo para
luego fundirse en él: “En las ilustraciones hay alguna pequeña metáfora, como esos
cuervos negros que persiguen a Heathcliff, negros como su alma. El personaje de
Catherine la he hecho pelirroja porque, además de tener un punto de locura, ese color
representa su corazón en llamas y contrasta con el color pajizo de los campos ingleses”.

Siempre se ha dicho que Cumbres borrascosas es hija de la experimentación que su


autora hizo con la poesía. Una poética que para María Victoria Atencia es admirable, y
considera a su autora “una de las principales figuras en la historia de la poesía
femenina”.

En la isla imaginaria de Gondal situó Emily Brontë sus poemas. Costumbres, intrigas
familiares, rivalidades entre reinos y deseos y opresiones de la gente insuflados de la
pasión entre los humanos y el paisaje. Editorial Alba acaba de publicar Poesía completa,
con traducción de Xandru Fernández.

El origen de todo fue cuando Charlotte descubrió unos poemas de Emily. Le propuso a
ella y a Anne publicar un poemario conjunto. Emily accedió pero firmando con
seudónimo. En el verano de 1846, nacieron Currer, Ellis y Acton Bell. El libro fue bien
recibido. Charlotte lanzó una segunda propuesta: escribir una novela cada una. En
diciembre de 1847, estalló el milagro: Charlotte publicó Jane Eyre; Anne, Agnes Grey, y
Emily, Cumbres borrascosas. El siguiente diciembre, Emily moría de tuberculosis.
Tenía 30 años y logró, como escribió Virginia Woolf, “hacernos sentir lo que tenía
dentro y quería decir”.

Inglaterra conmemora a su gran autora

La peregrinación a la casa de las hermanas Brontë, en Haworth, en el condado de West


Yorkshire, ha aumentado. Los lectores de Emily Brontë conmemoran el bicentenario de
su nacimiento, el 30 de julio de 1818. Es la casa familiar convertida en museo y
gestionada por la Brontë Society. Entre las múltiples actividades destacan:

- La exposición Haciendo rugir el trueno, dedicada a su figura a través de textos suyos,


objetos personales, ediciones de su obra y piezas de distintos artistas.

- Un singular manuscrito de Cumbres borrascosas hecho por las diez mil manos del
público que ha acudido en el último año a visitarla.

- La lectura de textos sobre el valor de la obra de Emily Brontë.

- La proyección del cortometraje Balls, de la modelo y actriz Lily Cole, que desmiente
que su gran obra fuera una historia de amor y define a Heathcliff como un maltratador.

- La colección de textos Yo soy Heathcliff, que reúne relatos de 16 autores.

El discurso episcopal de Casado


El presidente del PP no puede trasladar sus creencias
religiosas a un programa político
30 JUL 2018 - 00:00 CEST

Desde la época de la transición democrática se ha producido en España una complicidad


de la derecha política con la jerarquía católica y sus organizaciones conservadoras en
cuestiones relacionadas con el origen y el final de la vida, los modelos de familia, los
derechos sexuales y reproductivos, la teoría de género, la violencia contra las mujeres,
la enseñanza de la religión confesional en la escuela, la educación para la ciudadanía, la
ley de la memoria histórica, la actitud ante la dictadura de Franco, etcétera. Se ha
producido una unidad indiferenciada en sus planteamientos hasta el punto de que resulta
difícil distinguir las opiniones de una y otra, ya que ambas se rigen con frecuencia por la
más rancia moral católica.

Durante los Gobiernos socialistas, derecha política y jerarquía católica coincidieron en


las críticas contra leyes que ampliaban derechos humanos, avanzaban en la separación
Iglesia-Estado y defendían la igualdad efectiva y la justicia de género, llevándolas
incluso a los tribunales y judicializando así la vida política.

La complicidad con tintes fundamentalistas y reaccionarios ha vuelto a producirse de


manera más acusada durante las primarias del PP en el discurso de Pablo Casado.
Incluso, nos atreveríamos a decir que en algunos temas el nuevo presidente del PP ha
ido más allá de los pronunciamientos de la Conferencia Episcopal. Veámoslo con
algunos ejemplos.

Hace suyo el lenguaje de los obispos y utiliza la expresión “ideología de género” para
referirse despectivamente a la teoría de género, dándole una carga negativa y
considerándola falsa. La califica de “colectivismo social” que la derecha tiene que
combatir poniendo a la persona en el eje de su actividad política. La coincidencia del
recién elegido presidente del PP con los planteamientos del conservadurismo católico se
produce igualmente en el rechazo al aborto y a la eutanasia. Casado se posiciona del
lado de la frustrada contrarreforma de Gallardón, retirada por el propio Gobierno de
Mariano Rajoy. De la proposición de ley sobre la eutanasia, admitida a trámite por todo
el arco parlamentario hace unas semanas con la sola oposición del PP, dice que es
“inadmisible e innecesaria” por los conflictos que genera entre las familias, las
Administraciones, los médicos y la sociedad en general. En su cruzada ha contado con
el apoyo de la organización de extrema derecha católica HazteOir.

Las declaraciones de Casado sobre la memoria histórica repiten escolar y


miméticamente el argumentario del episcopado

Las declaraciones de Casado sobre la memoria histórica repiten escolar y


miméticamente el argumentario del episcopado. Se opone a las comisiones de la verdad
porque lo que hacen es “abrir costuras y volver a enfrentar a las dos Españas”. Le
parece “absurdo” hablar de lo que pasó hace 40 u 80 años y critica la ley de memoria
histórica de Rodríguez Zapatero, porque no aporta nada al futuro y porque es “sectaria”,
valoración que coincide con la de los obispos que en su día la calificaron de selectiva y
excluyente.

En relación con la exhumación de los restos de Franco del Valle de los Caídos se pone
del lado del prior de los benedictinos. Lo que implica distanciarse de la actitud del
presidente de la Conferencia Episcopal y del arzobispo de Madrid, que han renunciado a
interferir en la decisión por considerar que se trata de un tema que tienen que resolver el
Gobierno y la familia.

Casado afirma que no gastaría un euro en desenterrar a Franco. Así apoya que un templo
católico siga siendo un monumento funerario en honor del dictador y que los monjes
benedictinos continúen ejerciendo la función de custodios de su tumba. Es una situación
que no se produce en ningún país democrático y en ninguna iglesia cristiana.

Frente a la memoria histórica que exige rehabilitar a las víctimas de la Guerra Civil y
del franquismo, el nuevo presidente del PP prefiere practicar la amnesia e insultar a la
gente de izquierdas llamándola “carca”, porque pasa todo el día pensando “en la guerra
del abuelo” y “en la fosa de no sé quién”. ¡Qué falseamiento de la historia llamar
“guerra del abuelo” al golpe militar de Franco contra la República! ¡Qué falta de piedad
para con los asesinados vilmente y arrojados a fosas comunes, a quienes
despectivamente califica de “no sé quién”! ¡Qué actitud más miserable hacia las
familias que buscan a sus seres queridos arrebatados violentamente!

Casado se declara católico practicante y está en su derecho. Lo que no puede es


trasladar sus creencias religiosas a un programa político para toda la ciudadanía.

Margarita María Pintos de Cea-Naharro es teóloga feminista y presidenta de la


Asociación para el Diálogo Interreligioso en Madrid (ADIM).

Revelado el misterio de los cuerpos


quemados y enterrados en Stonehenge
hace 5.000 años
El metal de algunos huesos sugiere que las personas
procedían de cientos de kilómetros más lejos
259
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Manuel Ansede
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3 AGO 2018 - 13:37 CEST

Uno de los monumentos prehistóricos más conocidos del mundo, Stonehenge, sigue
siendo un enorme misterio. Hace entre 5.000 y 4.000 años, antes del descubrimiento de
la rueda, cientos de personas se tuvieron que poner de acuerdo para transportar unas 80
piedras de hasta dos toneladas de peso, algunas de ellas desde las montañas de Preseli,
en lo que hoy es el oeste de Gales, hasta el sur de Inglaterra, a una distancia de unos 225
kilómetros. Su intención sigue siendo un enigma.

Los hoy célebres círculos de menhires pudieron constituir un observatorio astronómico,


un templo religioso, un lugar de encuentro de druidas, un sanatorio o un monumento a
la paz entre los pueblos locales, según las principales hipótesis sobre la mesa. También
fueron, con seguridad, un lugar de enterramiento para un puñado de personas, quizá
pertenecientes a una élite.

Los círculos de menhires pudieron constituir un observatorio astronómico, un lugar de


encuentro de druidas, un sanatorio o un monumento a la paz

Hace un siglo, entre 1919 y 1926, las primeras excavaciones en el yacimiento


destaparon los restos de 58 individuos, tanto mujeres como hombres, cuyos cadáveres
fueron quemados antes de ser enterrados. El fuego impidió solucionar el rompecabezas.
“Las altas temperaturas alcanzadas durante la cremación, de hasta 1.000 grados,
destruyen toda la materia orgánica, incluido el ADN. Esto limita la cantidad de
información que se puede obtener”, lamenta Christophe Snoeck, químico de la
Universidad Libre de Bruselas. Los cadáveres de Stonehenge han estado callados
durante un siglo. Hasta hoy.

El equipo de Snoeck ha encontrado una manera de hacer hablar a los restos


prehistóricos: el estroncio. Si se recuerda la tabla periódica de los elementos que había
que memorizar en el instituto, la segunda columna se cantaba así: berilio, magnesio,
calcio, estroncio, bario y radio. El estroncio, un metal blando de color plateado, se
situaba debajo del calcio. Su estructura es tan similar que los huesos absorben el famoso
calcio presente en la leche y las sardinas, pero también pueden incorporar el estroncio
en su lugar. Y el estroncio de los huesos de Stonehenge sugiere que muchas de aquellas
personas, o sus restos, llegaron al santuario tras recorrer cientos de kilómetros.

La clave está en el subsuelo. Las tierras calizas del sur de Inglaterra, en las que se
levanta Stonehenge, presentan perfiles de estroncio diferentes a los de las formaciones
geológicas del oeste de Gales, donde se encuentran las canteras de las que salieron
algunas piedras del monumento. Este estroncio soluble e identificable pasó a las plantas,
que fueron ingeridas por seres humanos, quedando el metal almacenado en sus huesos.
Snoeck y los suyos han analizado los restos de 25 personas enterradas en Stonehenge.
El estudio sugiere que 10 de ellas se alimentaron con vegetales del oeste de Gales en la
última década de su vida. Los habitantes de las montañas de Preseli pudieron recorrer el
mismo camino que sus piedras y ser enterrados entre ellas con honores, junto a los
locales. Pero la investigación de Snoeck también apunta a otra posibilidad: que a
Stonehenge solo llegaran los restos ya cremados.

“Nuestros resultados subrayan la importancia de las conexiones entre diferentes


regiones —que implicaban tanto movimientos de materiales como de personas— en la
construcción y en el uso de Stonehenge”, destaca Snoeck, que publica hoy su estudio en
la revista especializada Scientific Reports, junto a coautores como Julia Lee-Thorp,
directora de la Escuela de Arqueología de la Universidad de Oxford. Para Snoeck, el
nuevo descubrimiento “es una muestra única de que los contactos e intercambios en el
Neolítico, desde hace 5.000 años, se hacían a gran escala”.

La sequía que acorraló a la cultura maya


Una investigación calcula la gravedad de la temporada
seca que provocó daños socioeconómicos severos en
muchas áreas ocupadas por esta civilización
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Francesco Rodella
2 AGO 2018 - 20:00 CEST

Las épocas de sequía que atormentan a muchas sociedades hoy en día no son un
problema nuevo. Y quizás estudiar lo que pasó en la antigüedad pueda dar pistas sobre
cómo enfrentarse a esa plaga. La civilización maya, afincada durante muchos siglos en
Centroamérica, fue una de las que más sufrieron las temporadas secas. Distintos
estudios apuntan a que la que caracterizó décadas enteras en los siglos IX y X d. C. en
muchas regiones donde vivían los mayas causó graves alteraciones socioeconómicas y
contribuyó en provocar su declive cultural. Una investigación publicada este jueves en
Science calcula que las consecuencias de esas sequías en la península de Yucatán
(México) provocaron un descenso anual medio de las precipitaciones de casi un 50%
con respecto a las condiciones actuales. Fue una de las épocas de sequía “más severas
de los últimos 10.000 años en esta zona”, según uno de los autores.

No cabe duda sobre el hecho de que eventos climáticos extremos dejaron una huella
profunda en la historia de los mayas, una civilización politeísta cuya estructura
sociopolítica y cuya herencia cultural, lingüística y religiosa despiertan curiosidad y
fascinación en muchas partes del mundo. Esclarecer cómo de intensos fueron esos
eventos y hasta qué punto fueron directamente responsables de su declive, en cambio, es
todavía objeto de debate. Los autores del estudio publicado este jueves, científicos de la
Universidad de Cambridge (Reino Unido) y de Florida (EE UU), aportaron un nuevo
elemento a la discusión tras analizar los sedimentos del lago Chichancanab, en la región
de Yucatán (México).

En la última parte del primer milenio d. C. “se redujo considerablemente el volumen de


agua en los lagos de esta región, como consecuencia de la disminución en las lluvias y
la mayor tasa de evaporación”, explica el español Fernando Gázquez-Sánchez, uno de
los investigadores de Cambridge. “Estas etapas quedaron registradas en forma de
estratos de yeso, un mineral cuya presencia en lagos suele estar relacionada con
periodos secos”, agrega. Gázquez-Sánchez explica que la datación con carbono-14 de
una semilla que había quedado atrapada en el yeso depositado permitió identificar con
exactitud la época de sequías más extremas entre el 780 y el 990 d. C.

Una temporada seca tan larga provocó picos en los que el descenso de la media de
precipitaciones anuales alcanzó hasta un 70% con respecto a las condiciones actuales
del lago Chichancanab. También se registró una disminución de entre un 2% y un 7% en
la humedad. “Las causas de estas sequías fueron de origen natural, ya que en este
periodo el ser humano no tenía aún la capacidad de cambiar el clima a escala global, a
diferencia de lo que ocurre en la actualidad”, asegura Gázquez-Sánchez. El periodo
identificado como el de situaciones de sequía más extremas “coincide perfectamente
con el declive de la civilización Maya constatado a partir de restos arqueológicos, por
ejemplo, la disminución en el número de construcciones civiles y templos construidos
durante este periodo”, explica el investigador almeriense.

La crisis de una civilización milenaria

“Las sequías no explican la caída de todos los sitios o ciudades mayas y definitivamente
hubo eventos socio-políticos que contribuyeron a la caída de la civilización”, afirma
Martín Medina, de la Universidad de Auburn (EE UU). “Hasta qué punto fue el clima el
detonante o simplemente un catalizador de cambios, es una pregunta sobre la cual no
tenemos una respuesta clara”, prosigue. En su opinión, el estudio publicado este jueves
aporta un método independiente para confirmar que la época de sequía que afectó a los
mayas fue “suficientemente intensa como para causar graves perturbaciones sociales y
hasta quizás el colapso de la entera civilización”.

“La civilización maya clásica, como muchas otras, era compleja en su modelo
socioeconómico y político, así como en su relación con el medio natural”, afirma
Gázquez-Sánchez. Organizados en ciudades autónomas con al frente un gobernante,
estos antiguos habitantes del actual Guatemala, Honduras, El Salvador y las regiones
meridionales de México se sustentaban sobre todo gracias al cultivo y al consumo de
maíz y otros vegetales, detalla Hugo García, historiador de la Universidad Nacional
Autónoma de México. La producción agrícola se vio extremadamente afectada por la
falta de lluvias provocadas por las sequías, según constataron distintos estudios.

Los gobernantes mayas obtenían la legitimidad necesaria para gobernar gracias a la


capacidad que tenían de mantener alimentada a su población, explica García. "Sin duda
alguna, los problemas ecológicos que muestra el estudio debieron traer consigo una baja
importante en la producción agrícola y un desabastecimiento de alimentos en la región,
lo que pudo llevar a que los gobernantes locales perdieran la legitimidad y la autoridad
política", asegura el historiador. También se produjo el “corte de las relaciones
comerciales y diplomáticas” entre ciudades, agrega Andrés Ciudad de la Universidad
Complutense de Madrid. Todo esto "trajo consigo que parte de la población las
abandonara y, más tarde, la élite huyera a mejores lugares", continúa García.

Además de problemas económicos y políticos, también el aumento de las guerras entre


mayas contribuyó a empujarlos hacia el declive, según este experto. Pero hablar de una
desaparición absoluta de esta civilización no sería correcto, afirman los historiadores.
"Hoy día ya no se habla de colapso de la cultura o la sociedad maya, pues en realidad
siguieron habitando las zonas alrededor de las grandes ciudades por mucho tiempo más
y después de estas fechas hubo ciudades que surgieron o que continuaron su actividad",
asegura García. Lo suyo es "hablar de un colapso del sistema o de los sistemas políticos
mayas y de una reconfiguración de algunas expresiones culturales", agrega.

Una posible clave para leer el presente

La disponibilidad o la escasez de agua son "un aspecto predominante recurrente en la


evolución de las civilizaciones humanas", asegura Martín Medina. "Desgraciadamente
algunas poblaciones actuales de países subdesarrollados y en vías de desarrollo son
extremadamente vulnerables a fenómenos climáticos extremos como las sequías",
agrega Gázquez Sánchez. En opinión de Medina, del estudio de los eventos climáticos
que afectaron a los mayas se pueden sacar reflexiones valiosas para entender mejor el
presente. "A mí me parece una gran analogía con lo que ocurre hoy. Estamos
enfrentados con un cambio climático semejante al que vivieron los mayas en el pasado",
asegura.

"El sistema económico mundial en la actualidad está globalizado y tiene una mayor
capacidad de adaptación. Esto conlleva que el impacto de fenómenos climáticos
extremos, como las sequías, sea menor en términos de mortandad y colapso
socioeconómico a escala global", reflexiona Gázquez-Sanchez. Pero no hay que bajar la
guardia, según alerta: "La mayoría de las predicciones climáticas auguran un deterioro
importante de los recursos hídricos que sin duda tendrán un impacto significativo en
nuestra economía y nuestra sociedad".

Medina cree que las sociedades contemporáneas son igual de frágiles que las
civilizaciones antiguas. "Los mayas no sabían qué ocurriría el siguiente año y mucho
menos en una década o un siglo. No contaban con predicciones climáticas. Hoy en día,
con toda la información climática que tenemos, seguimos navegando en un barco que se
dirige directamente hacia el témpano de hielo", afirma. Entender cómo dar un rumbo a
ese barco es una necesidad primaria para el futuro del planeta, opina Medina. "¿Por qué
no podemos cambiar su dirección? ¿Hasta qué punto los líderes del mundo son
responsables por esta inactividad?", se pregunta.

El MeToo choca con el budismo en China


La denuncia por acoso sexual contra un importante
líder religioso es el primer gran caso de un
fenómeno incipiente
Pekín 2 AGO 2018 - 18:31 CEST

El Maestro Xuecheng, uno de los líderes espirituales más conocidos de China y con
numerosos cargos oficiales, ha sido acusado de coaccionar y abusar sexualmente de
varias monjas que convivieron con él en el famoso templo budista de Longquan, situado
a las afueras de Pekín. El abad, que ha negado categóricamente las acusaciones, se
convierte en el primer caso de denuncias públicas por acoso sexual contra las mujeres
que toca de cerca el círculo de poder en el país asiático.

Las acusaciones se hicieron públicas durante esta semana a través de un documento de


95 páginas que corrió como la pólvora en las redes sociales, donde Xuecheng es
también una celebridad con más de un millón de seguidores. El texto fue redactado por
dos otros monjes, Liu Xinjia y Du Qixin, tras haber recabado el testimonio de seis
discípulas que recibieron mensajes de texto de contenido explícito por parte del abad. Al
menos cuatro de ellas sucumbieron a las presiones y tuvieron sexo con él en contra de
su voluntad.

En los mensajes, el Maestro Xuecheng presionaba insistentemente a las mujeres y


aseguraba que el contacto físico formaba parte de su proceso de “purificación”, a pesar
de que el budismo promueve el celibato. También se le acusa de manipularlas
emocionalmente y de obligarlas a cortar el contacto con sus allegados, incluso de
amenazarlas en no seguir con sus enseñanzas budistas si no accedían a tener relaciones
sexuales con él.

Los casos descritos ocurrieron desde finales del año pasado y durante lo que va de 2018.
“Mis creencias casi se desmoronaron. Incluso consideré abandonar el budismo y
regresar a la vida secular”, explicó una de las afectadas a uno de los monjes que ha
redactado el texto. Además de estas acusaciones por abusos sexuales, el documento le
acusa también de haberse embolsado 12 millones de yuanes (alrededor de 1,5 millones
de euros) que habría recaudado de los fieles.

El Maestro Xuecheng, de 51 años, además de ser el abad de este famoso templo, es


también el presidente de la Asociación Budista de China, lo que le convierte de facto en
el monje budista de más alto rango del país. Este último cargo, además, le da un asiento
en la Conferencia Consultiva Política del Pueblo Chino, un órgano meramente asesor
del Gobierno formado por miembros –seleccionados obviamente por el Partido
Comunista- de la sociedad civil.

El abad ha desmentido los contenidos de este texto en su perfil en las redes sociales. Se
trata, dice, de “materiales falsificados, hechos distorsionados e información falsa”. La
Administración Estatal de Asuntos Religiosos del país ha iniciado una investigación
para esclarecer los hechos, según informó el periódico local Global Times. Varias de las
afectadas han acudido a la policía.

Hasta ahora el incipiente movimiento de denuncia contra el acoso sexual en China,


alentado por el #MeToo estadounidense, había tenido recorrido principalmente en el
mundo académico y universitario del país. Un profesor fue cesado a principios de año
tras haber acosado sexualmente a varias estudiantes, un caso que llevó al Ministerio de
Educación a prometer que pondría en marcha mecanismos para evitar esta lacra en sus
centros de educación superior. En las últimas semanas, sin embargo, las acusaciones se
han ampliado a otros sectores, desde altos cargos de organizaciones benéficas a
periodistas prominentes. El caso más conocido hasta hoy era el de Zhu Jun, famoso
presentador de la cadena de televisión estatal CCTV, objeto de una carta anónima
publicada a través de las redes de una mujer que trabajó con él en 2014. Ella misma
contaba las dificultades que se encontró para denunciar el caso: la policía le recomendó
quitar la denuncia porque el hombre en cuestión “ejercía una enorme influencia positiva
en la sociedad”.

Todos los casos, aunque unos más que otros, han levantado cierta polvareda en redes
sociales. Pero el del Maestro Xuecheng, apoyado con un informe tan detallado y
numerosas conversaciones que ponen los pelos de punta, eleva considerablemente el
nivel de influencia del acusado y sube la apuesta sobre qué harán las autoridades al
respecto. Si las denuncias son ciertas, dejarle caer significaría un mensaje de tolerancia
cero con estos comportamientos, aunque también daría alas a un movimiento con el que
Pekín no se siente nada cómodo. Está por ver si se podrá sortear una barrera tan alta.

El caso ha provocado, de momento, una reacción airada en las redes sociales. Las
autoridades han eliminado miles de comentarios y la búsqueda de “Maestro Xuecheng”
en Weibo, una plataforma similar a Twitter, ni siquiera arrojaba resultados este jueves.
Cuando uno trata de enviar el informe elaborado por los dos monjes a través de Wechat
(el servicio de mensajería instantánea por excelencia en China), el documento no llega
al destinatario. La censura parcial o total ha sido hasta ahora la respuesta de Pekín al
movimiento, consciente de que una discusión pública y amplia sobre el acoso sexual
contra las mujeres significa debatir sobre derechos individuales, crear entidades no
controladas por el Gobierno y, quizás, organizar protestas.

La doble cara de Putin


La proyección internacional de Moscú maquilla sus
debilidades internas
1 AGO 2018 - 00:00 CEST

Moscú se ha ofrecido para coordinar el regreso de 1,7 millones de sirios que se


instalaron en los países fronterizos tras huir de la larga guerra que asoló su país y que,
poco a poco, empieza a formar parte del pasado. Lo hizo en Beirut, donde se
comprometió como garante y mediador en la compleja tarea de velar por el regreso de
unos 890.000 sirios refugiados que encontraron acomodo en Líbano, de los 5,6 millones
desplazados en esa zona. Temen represalias y Moscú les ofrece garantizar su seguridad.
Alexander Lavrentiev, enviado especial de Rusia para Siria, ha proseguido su gira en
Jordania. Putin exhibe así su musculatura diplomática en un conflicto en el que estuvo
presente desde muy pronto para colaborar con el régimen de El Asad.

Otro proyecto que resume la voluntad de Rusia de recuperar su antiguo liderazgo en la


escena internacional tiene que ver con la anexión de Crimea. Alentado por la eficacia de
las políticas de hechos consumados, no ha dudado en levantar un puente sobre el
estrecho de Kerch que le ha permitido realizar un salto considerable en la integración de
Crimea en el Estado ruso. Mientras el mundo externo todavía se resiste a reconocer el
enorme zarpazo que Rusia dio a Ucrania —sigue aprovechando, además, su presencia
en la zona del Donbass para presionar a Kiev—, Putin procura consolidar los cambios
geopolíticos de la zona con una obra de ingeniería.

Rusia ha vuelto. La impecable organización del Mundial le ha vuelto a dar visibilidad


en todo el mundo, y le ha facilitando limar sus asperezas autoritarias a través del
espectáculo futbolístico. Pero acaso lo más relevante de las últimas semanas haya sido
la fortaleza que exhibió Putin en Helsinki frente a Trump. El presidente de Estados
Unidos ha prometido devolverle la grandeza a su país por el procedimiento de
enquistarse hacia adentro con políticas proteccionistas. El ruso, para recuperar el
esplendor imperial, sigue el procedimiento inverso: ocupar los lugares que las potencias
occidentales abandonan a su suerte. Siria es el ejemplo paradigmático.

Nadie sabe bien lo que salió del encuentro en Helsinki. La batalla de imagen la ganó
Putin desde el momento en que Trump no logró apartar las sospechas de la injerencia
rusa en la campaña electoral que lo llevó al poder. Los propios republicanos acusaron la
deblidad de Trump cuando minusvaloró sus propios servicios de seguridad frente a los
de su viejo enemigo.

La fortaleza que exhibe Putin hacia afuera se ve, sin embargo, seriamente cuestionada
desde dentro. Este fin de semana los pensionistas volvieron a la calle a protestar por el
incremento de la edad de jubilación. Putin aprovechó el comienzo del Mundial para
enviar la ley para que la aprobara el Parlamento cuando la atención de la gente estaba en
otra parte, y los medios deformaron y minimizaron la información, e incluso la
ocultaron, siguiendo directrices de la Administración presidencial. La suerte de los
pensionistas empieza a ser la gota que colma el vaso de la paciencia rusa. Es, desde
luego, el tema social más delicado con el que se enfrenta Putin en todo su largo periodo
de mando. El presunto gigante que asoma fuera sigue teniendo los pies de barro con su
propia gente.

Contra la esclavitud sexual


Solo debe ser válida la decisión consentida de las
mujeres que no sufran coacciones
Conéctate
3 AGO 2018 - 00:00 CEST

La Declaración Universal de los Derechos humanos de 1948 consagró la dignidad de los


seres humanos, así como la igualdad de derechos entre hombres y mujeres. Pero,
transcurridos más de 60 años, continúan persistiendo formas de esclavitud que se
perpetran cada día ante la aquiescencia o indiferencia de los países occidentales.

La trata de seres humanos es la fuente de la que bebe la esclavitud más cruda, que se
materializa en forma de explotación sexual o laboral. La Unión Europea detectó en 2005
la necesidad de elaborar un instrumento jurídico de carácter global que se centrara en
los derechos humanos de las víctimas de trata. Fue entonces cuando España introdujo
por primera vez en el código penal en 2010 el execrable delito de tráfico de seres
humanos con fines de explotación sexual. Sin duda, un avance fundamental contra esta
lacra que sirve de instrumento a las fuerzas de seguridad, la fiscalía, la judicatura y las
organizaciones no gubernamentales.

El negocio de la trata de personas con fines de explotación sexual es, quizás, más
lucrativo que el de tráfico de drogas o la venta ilegal de armas. Dado que, en España,
existen cerca de 2.000 centros de explotación sexual que mueven 5 millones de euros al
día, según datos oficiales, no se puede desvincular el delito de tráfico de personas con el
delito de proxenetismo. De ahí que sea básico y primordial perseguir con eficacia estos
dos tipos penales para combatir eficazmente la esclavitud sexual.

En la última reforma del Código Penal en 2015, España estuvo muy cerca de penalizar
el proxenetismo, lo que, por ejemplo, habría llevado a cerrar todos los centros de
explotación sexual. Desgraciadamente, el texto final no fue lo suficientemente claro.

En España solo se castiga a los clientes de prostitución cuando hay violencia, coacción
o una situación abusiva, pero es casi imposible de probar si la víctima no denuncia

En los últimos meses, fruto del impulso social y político, estamos asistiendo a
propuestas de una nueva modificación del Código Penal en materia de consentimiento
expreso en las relaciones sexuales. Conviene no olvidar que las mujeres que se
encuentran presas de sus proxenetas no disponen de la libertad para expresar su falta de
consentimiento ante relaciones sexuales, ya que, en muchos casos, se juegan la vida o
incluso la integridad de sus familiares.

Conviene no olvidar que no existiría tráfico de personas con fines de explotación sexual
si no hubiera una demanda que confunde el consentimiento de las mujeres a las que se
somete, con la parálisis y el pánico. Es obvio que en estos casos no existe el necesario
acuerdo de voluntades para que la relación sexual sea considerada en condiciones de
igualdad. Las mujeres víctimas son desposeídas de la libertad, autoridad y oportunidad
de las que goza el hombre que compra sus servicios. Ellos llegan libremente a los
centros de explotación sexual. Ellas, las víctimas explotadas, no.

El Código Penal actualmente en vigor ya prevé que una relación sexual sin
consentimiento mutuo es un delito contra la libertad sexual de las mujeres. La posible
reforma estribará en la forma de consentimiento, que deberá ser nítido y expreso.
Conviene tener presente que las mujeres víctimas de esclavitud moderna en su vertiente
más cruda —la explotación sexual— están en una situación de especial vulnerabilidad.
En España, con la legislación en la mano, solo se castiga a los clientes de prostitución
cuando hay violencia, coacción o una situación abusiva, pero es casi imposible de
probar si la víctima no denuncia. Y no es difícil comprender que resulta muy difícil que
lo hagan.

Por todo ello, nuestros representantes en el poder legislativo no pueden olvidar a miles
de mujeres en esta situación en la siguiente reforma del Código Penal. Esta vez no.
Deben tener en cuenta una perspectiva completa de género en la norma; solo puede ser
válida la decisión consentida de aquellas mujeres que no sufran coacciones, presiones,
injerencias o límites a su libertad.

La nueva definición del tipo delictivo no debe admitir ningún margen de ambigüedad y
no puede dejar a nadie fuera. Las instituciones, y las fuerzas políticas que en ellas
realizan su labor, deben tener presente que la lucha a favor de la dignidad y la integridad
de la mujer va ligada a la plena titularidad de derechos. En libertad, sin amenazas de
ningún tipo y sin excepciones. Miles de mujeres en situación de máxima vulnerabilidad
tienen derecho a que el legislador defienda que la Ley nos interpela y nos protege a
todos por igual. A todos y a todas.

Maria Eugenia Gay es abogada y decana del Colegio de la Abogacía de Barcelona.

Frente a los nacionalismos excluyentes


La obsesión de la inmigración está borrando las
fronteras ideológicas y políticas entre la derecha
tradicional y los partidos de extrema derecha
populista. Solo España, Portugal, Irlanda y Grecia
quedan de momento fuera del ojo del huracán
Conéctate
Sami Naïr
2 AGO 2018 - 00:00 CEST

Sería un gravísimo error subestimar el significado de lo que está pasando en el tablero


europeo, con la crisis de dirección política de Europa y el auge del rechazo a la
inmigración. No es ni más ni menos que la victoria ideológica de la extrema derecha
sobre la derecha europea, con el telón de fondo de la despiadada política de austeridad
de la última década, que ha ensangrentado a las sociedades europeas. El ejemplo más
escalofriante es Francia, donde el dirigente de la derecha neogaullista, Laurent
Wauquiez, asume sin complejo la totalidad del discurso de Marine Le Pen y está
decidido a hacer de la inmigración el tema central de las próximas elecciones europeas.
Y, de hecho, todo indica que estas elecciones, en junio de 2019, cuya preparación ya ha
comenzado, girarán en torno a dos preguntas centrales: saber si la crisis actual de
Europa se solucionará con la profundización de la Unión, por lo menos entre los países
de la zona euro o si, bajo el signo del pragmatismo defensivo vigente, se impondrá una
mera cooperación intergubernamental sin otro objetivo que evitar la implosión de
Europa.

La segunda pregunta, intrínsecamente vinculada a la primera, y que hoy se está


potenciando irracionalmente, es la inmigración. No se puede hablar con serenidad sobre
este fenómeno, escandalosamente manipulado por ciertos medios de comunicación y la
extrema derecha, y presentado como una amenaza existencial sobre Europa. Con
cámaras y periodistas en las embarcaciones de los que intentan atravesar el mar, se
transforma a acontecimientos poco significativos en una permanente marea humana
televisiva. Una invasión. De ahí, temor de la “opinión pública”, más gasolina para la
extrema derecha, cuando, en realidad, ha habido una reducción considerable de los
flujos durante estos últimos tres años, lo que no significa, evidentemente, la inexistencia
de la demanda migratoria.

Estos dos temas, económico y migratorio, están amenazando hacer estallar el proyecto
europeo, pues la crisis actual los vincula irreductiblemente. La obsesión de la
inmigración está borrando progresivamente las fronteras ideológicas y políticas entre la
derecha conservadora tradicional y los partidos de extrema derecha populistas, del
mismo modo que, en los años treinta del siglo pasado, sus predecesores utilizaban como
chivos expiatorios a judíos, masones, gitanos y comunistas, siempre con la misma
solución: exclusión y nacionalismo agresivo.

El temor a los que vienen de fuera es el precio de la crisis social provocada por la
gestión ultraliberal

Gran parte de los países europeos conllevan ya gobiernos de coalición (o con apoyos
parlamentarios) de la derecha y la extrema derecha: Italia, Austria, Hungría, Eslovaquia,
Polonia, Dinamarca, Bulgaria y Finlandia. Solo España, Portugal, Irlanda y Grecia
quedan de momento fuera del ojo del huracán. Del mismo modo que la derecha
francesa, en Alemania, la CSU, socio de la CDU de Angela Merkel y que acaba de
ganar la pugna frente a la canciller, articula sobre los refugiados, con diferentes
palabras, el mismo programa que el expuesto por el movimiento neonazi AFD.

El resultado de tal victoria es la autorización de devoluciones de peticionarios de asilo e


inmigrantes a Austria —en clara violación de los acuerdos de Dublín— o la derivación
de los mismos a otros países. Austria, que ya desde 2015 había casi cerrado sus
fronteras, promete expulsarlos (¿adónde?).

Esta estampida desembocará inevitablemente en el cierre de las fronteras internas de la


Unión, el cese de los movimientos “secundarios” (los que entran legalmente en un país
se dirigen hacia otro, pero son rechazados y tienen que volver al país de llegada) y
fracturas de la Unión en tres partes: países del este (grupo de Visegrad); conjunto Italia-
Austria-Alemania, y eje en torno a España, Francia, Portugal y Grecia. Los países del
este, que no han acogido ni a un solo refugiado, practican, bajo los ojos consternados de
la Comisión Europea, una política xenófoba en flagrante contradicción con todos los
valores y principios de la Unión.

¡Imaginemos lo que significaría una victoria de todos estos países en el Parlamento


Europeo!

La contienda de las próximas europeas, luego, será decisiva. Si gana la alianza


ideológica, a veces disimulada, de las fuerzas conservadoras y de la extrema derecha
populista, el proceso actual de renacionalización provocará imparablemente conflictos
internos en la Unión Europea, siendo esta el objetivo fundamental de la extrema
derecha, manipulando el fantasma de la inmigración.

Hay que combatir el discurso manipulador que se está apoderando del imaginario
europeo

Frente a este peligro, es imprescindible entender que el temor delante de la inmigración


no es producto de una xenofobia congénita de la opinión pública, sino el precio que se
paga por la profunda crisis social provocada por la gestión ultraliberal de la economía
europea. Es necesario abogar, a escala europea, por una política de crecimiento más allá
del pacto de estabilidad para crear empleos a los millones de parados, precariados,
excluidos; por un presupuesto de la zona euro para el desarrollo y la cohesión europea;
por mantener un euro realista con, por lo menos, participación política en la orientación
del Banco Central y por la mutualización de las deudas para aliviar a los países más
frágiles. La seguridad económica condiciona estructuralmente la seguridad ideológica
de la ciudadanía.

Hay que combatir sin cuartel el discurso falso, manipulador y demagógico que se está
apoderando del imaginario colectivo europeo, creando una interpretación ficticia de la
realidad, pues con una población global superior a 500 millones de habitantes, sólo han
entrado de modo ilegal a la UE 200.000 personas durante 2017, entre las cuales muchas
son verdaderos refugiados.

Lejos de hacernos caer en la paranoia, la demanda migratoria debe ser respondida tanto
con una reforma de los criterios del sistema Dublín como, urgentemente, con una
financiación europea suficiente para afrontar el tratamiento de las peticiones de asilo
actualmente atascadas en los enjambres administrativos.

Por otro lado, resulta más necesaria que nunca la renovación de la política de
cooperación al desarrollo para estabilizar a las poblaciones en sus países de origen. Este
es el gran proyecto que urge construir en común. Y, en todo, defender la idea de política
común europea frente al retorno de los nacionalismos excluyentes.
Sami Naïr es catedrático de Ciencias Políticas.

El momento catalanista
La desesperación unilateralista de Puigdemont y Torra
todavía no ha cobrado conciencia de su sabotaje
democrático del 6 y del 7 de septiembre. Esos días
infaustos partieron por la mitad las reglas del juego
democrático
Conéctate
Jordi Gracia
31 JUL 2018 - 00:00 CEST

En el aire, en las redes y hasta en las imágenes está la evidencia de una reinstalación de
la cuestión catalana en carriles políticos, pero es posible también que el mensaje
explícito del cambio esté sobre todo en Cataluña y no en el Gobierno de España. La
oportunidad de un catalanismo militante ha regresado ante la sospecha silenciosa de los
muchos errores estrictamente democráticos cometidos por el unilateralismo. Impulsó un
plan de separación de España sin apoyo popular suficiente, sin reconocimiento
internacional tácito ni explícito, sin preparación institucional adecuada para hacerlo
viable y, en último lugar, pero central, sin haber respetado los derechos, la legitimidad y
hasta la misma existencia de más de dos millones de votantes contrarios a la
independencia.

El momento catalanista del que hablo no contiene nostalgia alguna del ventajista peix al
cove (pájaro en mano) convergente, ni es una trivial reivindicación de respeto cultural
(mejorable, sin duda, pero ampliamente garantizado estatutaria y constitucionalmente).
El catalanismo político del que hablo carece de turbulencias étnicas o esotéricas, no
prescribe un carácter ni un ser, no predefine opciones políticas o ideológicas. Delimita
un espacio político transversal que negocia, defiende y protege la cuota de poder
político y económico que corresponde a Cataluña, como sociedad rica, en el contexto de
una España democrática cuyo Estado necesita actualizar algunas de sus estructuras tras
40 años de democracia. El catalanismo político puede ser más de derechas o más de
izquierdas, puede y debe reivindicar la sede oficial de instituciones comunes, de
tribunales, del Senado o de cualquier otra cosa, del mismo modo que reivindica la obvia
bicapitalidad cultural de la España contemporánea y el bilingüismo cultural y literario
de la sociedad catalana.

Pero en España conviene recordar también la legitimidad de los partidos


independentistas. Lo ilegítimo y antidemocrático ha sido el sometimiento que ha vivido
el independentismo a su versión unilateralista: ese es el auténtico agujero negro
democrático de los últimos tiempos. Solo puede enmendarse asumiendo la hibris
política que partió por la mitad las reglas del juego democrático el 6 y el 7 de
septiembre por lealtad a un programa temerario, fraguado hacia 2012 entre las fuerzas
hegemónicas del nacionalismo, es decir, Artur Mas y Oriol Junqueras. Una exigua
mayoría parlamentaria actuó contra el Estatut y contra la mayoría social en Cataluña,
amparándose en el deseo irrefrenable de conquistar la independencia, tanto si nos
gustaba a la mayoría electoral como si no. Era y es legítimo gobernar con su mayoría
parlamentaria; no es legítimo ni legal inventarse la legislación que legalice la
independencia unilateral.

Lo que hay hoy en marcha en Cataluña no es la transición hacia un nuevo Estado

El catalanismo político y el horizonte federal pueden ser la herramienta que altere el


mapa político catalán y atraiga al independentismo crítico, receloso o abiertamente
espantado ante los métodos del unilateralismo desde las fechas infaustas del 6 y el 7 de
septiembre. Por eso lo que hay hoy en marcha en Cataluña no es la transición hacia un
nuevo Estado. Su fundamento político es prematuro, inmaduro y socialmente
insuficiente, aunque sea imaginable si alcanzase en el futuro la mayoría consistente y
continuada que ahora no tiene.

La transición actual consiste en pasar desde la indigencia democrática demostrada por


los Gobiernos de Rajoy y de Mas-Puigdemont hacia la exigencia democrática que
demandan las generaciones que han crecido y madurado en democracia en España y
Cataluña. La normalización política pide la rectificación del unilateralismo, no su
ratificación (las palabras son del exconsejero Santi Vila), pero también la asunción
explícita por parte de la sociedad española de la complejidad del problema y la
necesaria originalidad de las soluciones. No hay tradición política para conflictos de
esta gravedad en España (o, mejor dicho, la tradición es detestable). Pero esta es otra
transición: menos grave que la primera, pero tan urgente como ella.

De hecho, las máscaras han caído de golpe desde la moción de censura ganada por
Pedro Sánchez. La estrategia neoespañolista de Ciudadanos para atraer al votante de un
PP carcomido ha dejado a la vista su tacticismo temerario y su alergia al catalán, incluso
cuando lo habla La Moncloa, pero no ha restado legitimidad a sus argumentos contra el
unilateralismo. La desesperación unilateralista de Puigdemont y Torra todavía no ha
cobrado conciencia de su sabotaje democrático del 6 y del 7 de septiembre y mantiene
impenitente la fe fiel a un unilateralismo que llaman legitimismo. Pero las cargas
policiales y reales del 1 de octubre no redimen democráticamente una votación a la que
no estuvimos invitados la mitad de los catalanes.

El reloj ha regresado a la negociación política sobre un conflicto político gravísimo

Tampoco son infinitas las opciones abiertas, pero son muchísimas más que antes,
cuando no había ninguna. Hace un mes que el reloj ha dado un golpe de agujas y ha
regresado al lugar de donde no debió haberse movido nunca: la negociación política
sobre un conflicto político gravísimo (gravísimo porque atañe a la profunda
insatisfacción de casi la mitad de catalanes). Se han puesto varias ideas sobre la mesa y
posiblemente todas tienen cosas malas y buenas. Programar con tiempo y neutralidad
institucional una consulta con dos o más opciones es una de ellas; restituir la legitimidad
al Estatut o incluso programar una reforma constitucional controlada en clave federal y
hacerla votar en España y en Cataluña es otra; contraprogramar el unilateralismo con
una batería vincente de propuestas de negociación no sometida a chantaje es otra. Hay
más: unas serán mejores que las otras, pero no es relevante.
Lo relevante es que un cambio de poder y un Gobierno solvente han hecho caer las
caretas de dos bandos cargados de intransigencias pasionales. De golpe, todo ese pasado
grandilocuente y épico, de un lado, y la intransigencia jurídica del otro, suenan a teatro
y comedia, o a tragedia, mejor, inducida por múltiples errores políticos: de menosprecio
y oportunismo electoralista por parte del Gobierno de Rajoy, y de populismo arrebatado
y adanismo ingenuista por parte del unilateralismo. En parte, el sustrato carlista y
creyente de unos y, en parte, el españolismo impermeable a la plurinacionalidad de
España de otros, suenan de golpe a cosa tan residual como los telespectadores de 13
Televisión o a cosa tan remota como el peor siglo XIX.

Ni el fundamentalismo jurídico del Gobierno ni el integrismo unilateralista podían


prosperar. De ambos discursos rezumaba una flaqueza democrática y una incongruencia
conceptual. Precisamente escapar al sueño de esas dos posverdades políticas es algo
más que una buena noticia: es la condición para restituir el protagonismo del
catalanismo democrático en la política, incluido el independentista. Si tiene razón Oriol
Bartomeus en El terratrèmol silenciós, y creo que la tiene, el “imperio de la
coyunturalidad” sigue vigente y nada es, todavía, ni fatal ni irreversible. Incluso
Vietnam dejó de ser Vietnam, por decirlo como Miquel Iceta.

Jordi Gracia es ensayista.

Multiverso
Físicos de gran prestigio parecen convencidos de que
nuestro universo es solo uno entre muchos, tal vez
infinitos, otros
Conéctate
Javier Sampedro
2 AGO 2018 - 00:00 CEST

Vas por la calle y una encuestadora te pregunta cuál es el gran problema que le queda
por resolver a la ciencia. Curar el cáncer, responderás si perteneces al tipo apresurado;
erradicar las enfermedades hereditarias, si estás más informado; el origen de la vida,
cómo funciona el cerebro y cómo podemos acoplarlo a una máquina para poder
expandir nuestra conciencia, y acaso la de la máquina. Los físicos están hechos de otra
pasta. Se preguntan por los orígenes, sí, pero no de nuestro cerebro o de la vida en
nuestro planeta, sino de la existencia en su conjunto, el origen del cosmos y de todo lo
que existe. Si le preguntas a Martin Rees cuáles son las grandes cuestiones pendientes,
te responderá que son dos: saber si nuestro Big Bang es solo uno entre muchos, tal vez
entre infinitos otros; y si, en caso de ser cierto lo anterior, todos los universos son
iguales o tienen diferentes leyes cada uno. No me refiero al Código Penal, sino a las
leyes de Newton, las ecuaciones de Maxwell, la relatividad de Einstein y todas esas
cosas que rigen nuestro mundo. Pero que tal vez sean distintas en otros universos.

La idea del multiverso está muy lejos de la demostración empírica. Eso quiere decir que
por el momento no es física, sino metafísica, pero es una clase de metafísica que
subyuga a nuestros mejores físicos teóricos. Físicos de la altura de Leonard Susskind,
Alan Guth, Michio Kaku, Brian Greene o el propio Rees parecen convencidos de que
nuestro universo es solo uno entre muchos, tal vez infinitos, otros. Por supuesto, la más
mínima prueba experimental de lo contrario les hará cambiar de opinión. Eso es lo que
significa ser un científico. Pero hoy por hoy su opción es el multiverso, aunque solo se
apoyen en la filosofía del juez Potter Stewart, cuando le enfrentaron al problema de
definir la pornografía: “No sé definirla, pero la reconozco cuando la veo”. Así es
también el multiverso.

El multiverso es la solución para una increíble variedad de enigmas de la física. El gato


de Schrödinger, por ejemplo, que vive o muere según un suceso cuántico del que solo es
posible predecir la probabilidad, y que en nuestro mundo acaba apareciendo o bien vivo
o bien muerto, completaría su biografía gracias a la existencia de dos universos: uno en
el que el gato está vivo y otro en el que está muerto. Y hay muchos más argumentos a
favor del multiverso.

El fondo de la cuestión no es tan metafísico como matemático. Si todo lo que permiten


las ecuaciones puede ocurrir, deberá ocurrir en algún mundo. Ya puedes volver al
chiringuito.

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