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El pirata malapata

Había una vez un pirata que se llamaba malapata, siempre tenía la peor de las patas y
todos sus planes le salían mal.

Pero un día se encontró una moneda de la suerte y a partir de ese momento deseó que
todos sus planes le salieran bien. Esa moneda sólo le concedía tres deseos.
El primero ser rico, el segundo de oro y el tercero recuperar su pierna que ahora era de
palo.

Y colorín colorado este cuento malapata do se ha terminado.


El Caracol Jose

Érase una vez un caracol que por la noche siempre iba a comer plantas.
Pero esas plantas le ponían nervioso y siempre rompía cosas, hasta que un
día el alcalde dijo. ! NO LO PUEDO AGUANTAR MAS! vamos a pintar las
babas de un color y el caracol Josep le tocó el color azul y a la noche
siguiente descubrieron que era él y entonces eliminaron esas plantas
y nunca más volvieron a tener problemas
El mono y el leopardo

El mono y el leopardo trabajaban en un circo, cada uno a su manera trataba de


atraer a la concurrencia y así conseguir la mayor cantidad de monedas diarias, que
le aseguraban una ración importante de comida.

-¡Señoras y señores, hermoso público! – Decía el leopardo -, ¡pasen y vean que


bella piel que tengo, armónica en forma y colores, admiren mis delicadas manchas,
mis perfectas líneas, es algo nunca visto !.

El público pasaba y miraba unos segundos pero seguía su camino, sin sentirse muy
atraído por el animal. Por otro lado, el mono decía:

-¡Señoras y señores, los invito a ver algo realmente único, bailo, canto, hablo,
entiendo su idioma, juego con pelotas y aros; hago muchas cosas divertidas! La
diversidad de la piel de el leopardo yo la poseo en mi imaginación, que es inagotable
y si no se divierten lo suficiente les regresaré su dinero.

Al público le resultaba imposible evadir una invitación tan prometedora, así que el
mono gracias a su inventiva conseguía todos los días muchas monedas.

Moraleja: ¡Cuantas personas, iguales al leopardo, no poseen más talentos que sus
vestiduras!
La Rana Dorotea

La rana Dorotea vivía en una charca en el jardín,


por la mañana hacía burbujas de agua con la nariz.
Se colocaba a veinte grados de inclinación respecto al sol
y esperaba a que un arcoíris se formase -en las burbujas- alrededor.
Dorotea era una rana científico-observadora y le gustaba desayunar tranquila,
sin tener que saltar entre las hojas en busca de comida.

Así que esperaba a que diez mosquitos se reuniesen a contemplar


las burbujas de arcoíris que con su nariz creaba al resoplar,
y cuando se quedaban con la boca abierta, totalmente pasmados,
Dorotea, de un lengüetazo, el desayuno había solucionado.

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