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Había una vez un pirata que se llamaba malapata, siempre tenía la peor de las patas y
todos sus planes le salían mal.
Pero un día se encontró una moneda de la suerte y a partir de ese momento deseó que
todos sus planes le salieran bien. Esa moneda sólo le concedía tres deseos.
El primero ser rico, el segundo de oro y el tercero recuperar su pierna que ahora era de
palo.
Érase una vez un caracol que por la noche siempre iba a comer plantas.
Pero esas plantas le ponían nervioso y siempre rompía cosas, hasta que un
día el alcalde dijo. ! NO LO PUEDO AGUANTAR MAS! vamos a pintar las
babas de un color y el caracol Josep le tocó el color azul y a la noche
siguiente descubrieron que era él y entonces eliminaron esas plantas
y nunca más volvieron a tener problemas
El mono y el leopardo
El público pasaba y miraba unos segundos pero seguía su camino, sin sentirse muy
atraído por el animal. Por otro lado, el mono decía:
-¡Señoras y señores, los invito a ver algo realmente único, bailo, canto, hablo,
entiendo su idioma, juego con pelotas y aros; hago muchas cosas divertidas! La
diversidad de la piel de el leopardo yo la poseo en mi imaginación, que es inagotable
y si no se divierten lo suficiente les regresaré su dinero.
Al público le resultaba imposible evadir una invitación tan prometedora, así que el
mono gracias a su inventiva conseguía todos los días muchas monedas.
Moraleja: ¡Cuantas personas, iguales al leopardo, no poseen más talentos que sus
vestiduras!
La Rana Dorotea