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*Ser dueño del espacio del aura personal. Cada uno tiene un aura energética
que rodea nuestro cuerpo. Si no somos dueños de este espacio personal, somos
vulnerables a la energía ajena. Tomar conciencia de los límites del aura propia
(alrededor de un brazo de distancia de su cuerpo todo el camino alrededor, arriba
y abajo) es una manera de ser dueño del espacio personal.
*Darse una limpieza energética. El color dorado tiene una alta vibración que es
útil para despejar la energía ajena. Hay que imaginarse una ducha, con la flor
dorada, en el límite superior del aura (un poco más arriba que la cabeza) y
prenderla, para dejar que la energía limpia y dorada recorra el aura y el cuerpo
hasta la tierra.