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Bonnie R. Strickland Un joven consuela a una pareja afligida que acaba de saber que su
hijo de 9 años de edad tiene una enfermedad incurable. En el mismo hospital de
enseñanza, una mujer de mediana edad se reúne con un grupo de mujeres con cáncer de
mama para discutir su enfermedad y las maneras en que podrían mejorar la calidad de sus
vidas. En una universidad cercana, una joven profesora se encuentra con sus alumnos,
estudiantes y titulados, para analizar su investigación sobre los estereotipos raciales y de
género y la psicopatología. Después, esa tarde, en la misma ciudad, un varón,
perteneciente a una minoría, se involucra en acaloradas negociaciones con los líderes de
dos bandas de la parte interna de la ciudad que, muy molestos, amenazan con violentarse
debido a una disputa por el territorio. Todas estas actividades son dirigidas por psicólogos
clínicos a nivel doctoral, aunque también podrían hacerlo los miembros de otras
disciplinas y profesiones. El acongojado consejero podría ser un médico o un miembro
del clero; el terapeuta de grupo podría ser una enfermera o una paciente que ha
experimentado cáncer de mama; el profesor podría ser un psicólogo social o un
representante de otra disciplina distinta a la psicología, como la docente o la sociología;
el negociador de la banda podría ser un trabajador social, o un ex miembro de alguna
banda. Sin embargo, la psicología clínica es el único campo que capacita a los estudiantes
para hacer todas y cada una de estas actividades. Entonces, ¿qué es exactamente un
psicólogo clínico?, ¿qué hacen ellos?, ¿cómo puede reconocerlos cuando están cerca de
usted?, ¿le gustaría ser así? La psicología se ha vuelto una de las asignaturas más
populares para los estudiantes universitarios. Aproximadamente cuatro mil estudiantes
doctorados de los programas de licenciatura en psicología egresan todos los años, de los
cuales la gran mayoría son psicólogos clínicos. La Asociación estadounidense de
psicología (APA, por sus siglas en inglés), que es la organización nacional más grande de
psicólogos en el mundo, tiene más de 87,000 miembros. También tiene 59,000 estudiantes
afiliados en Estados Unidos, 3,300 afiliados internacionales y 1,700 profesores de
educación superior afiliados. Casi 90% de los miembros de la APA son psicólogos clí-
nicos o de otras profesiones relacionadas, tales como psicólogos y consejeros en escuelas
y en industrias organizacionales. ¿Cómo se volvió tan atractiva la psicología clínica?
¿Qué es tan llamativo en ella?
¿QUÉ ES LA PSICOLOGÍA CLÍNICA?
La psicología clínica pretende ser un campo, una disciplina, una ciencia y una profesión
que cubra en rango y totalidad la conducta humana. El trabajo de los psicó- logos clínicos
cubre eventos desde las células del cerebro hasta las celdas. Después de años de intentar
definir la psicología clínica, la División de psicología clínica de la APA publicó un folleto
con esta definición: El campo de la psicología clínica integra ciencia, teoría y práctica
para entender, predecir y aliviar el desequilibrio, la invalidez y la incomodidad; también
promueve la adaptación humana, el ajuste y el desarrollo personal. La psicología clínica
está enfocada en los aspectos intelectuales, emocionales, biológicos, psicoló- gicos,
sociales y del comportamiento humano que funcionan a través de la existencia en las
diferentes culturas, y en todos los niveles socioeconómicos.
Quizá entonces no sea ninguna sorpresa que la psicología clínica tenga gran atractivo para
las personas que están interesadas en la ciencia y que tengan la curiosidad de saber cómo
se desarrolla, se mantiene y se cambia la conducta humana. La psicología clínica también
es llamativa para las personas que desean una profesión altruista y cuyas metas son aliviar
el dolor y mejorar la condición humana. ¿Pero puede cualquier campo cubrir los
requisitos y tener todos estos intereses para entender y cambiar la conducta humana?
¿Puede un área por sí sola integrar de verdad la ciencia con la práctica? ¿Ha encontrado
la psicología clínica contemporánea su misión y ha alcanzado el desafío de sus principales
metas? Para encontrar algunas respuestas, miremos el desarrollo histórico de la psicología
clínica, con sus principios en medicina, filosofía, ciencia y teología.
LAS RAÍCES DE LA PSICOLOGÍA
La gente de la época prehistórica sentía el calor y veía la luz del sol, rastreaba la luna y
las estrellas, contaba los días y marcaba las estaciones. Lograba hacer fuego y construía
refugios, usaba la gravedad para su beneficio, desarrollaba herramientas y esculpía
vasijas. Los primeros humanos no podían escapar a las simples leyes de la ciencia, con
sus causas y efectos, sus observaciones y repeticiones. Desarrollaron un sistema de
clasificación rudimentario en el que situaban objetos inanimados (piedras y montañas)
contra objetos animados (bestias salvajes y otras personas), comida contra sustancias
venenosas, calor contra frío. Aunque la ciencia primitiva sólo consistió en la matemática
y la búsqueda de los cielos (astronomía, astrología), las personas primitivas tenían que
ser psicólogos naturales, conscientes de las emociones y dependientes de sus sentidos y
su percepción del mundo y de las personas en él Incluso, desarrollaron normas sociales y
un sentido de justicia social dentro de sus familias, grupos y comunidades,
constantemente alertas para garantizar su seguridad. Estos ciudadanos y científicos
primitivos observaron los cielos y miraron a las estrellas para determina cómo describir
el paso del tiempo y la vida en ("gota de cueva"). Para aliviar el sufrimiento y curar
enfermedades, las personas prehistóricas observaban a la naturaleza. Ellos veían a los
animales lamer sus heridas y comer ciertos pastos y plantas. Es muy probable que las
personas de la antigüedad comenzaran a identificar las propiedades curativas de diversas
plantas; los esqueletos primitivos muestran que eran hábiles para tratar las fracturas de
hueso. Más aun, azotados por las poderosas fuerzas de la naturaleza, las personas
primitivas atribuían el poder para dañar (y para sanar) a los animales y espíritus, y
buscaban el alivio en estos tó- tems. Se entrelazaron la magia, la religión y la medicina;
se pensaba que los curanderos o hechiceros tenían poderes mágicos para oponerse a los
demonios de la enfermedad (Leff y Leff, 1958). Cuando las hierbas o los rituales no
sanaban un desorden, el curandero o curandera recurría a otros tratamientos como el de
las sangrías o incluso la cirugía cerebral (trepanación). Al usar pociones naturales para
proteger el cerebro, estos cirujanos primitivos cortaban el cráneo con pedernales afilados,
quizás para liberar a los malos espíritus que afligían al paciente y que causaban
padecimientos como la locura, epilepsia, ceguera o dolores de cabeza persistentes. A
menudo, los pacientes eran segregados junto con sus pertenencias para proteger a la
comunidad de los espíritus malévolos. Los egipcios desarrollaron una sofisticada
aproximación a la medicina y la curación, por lo menos para sus gobernantes y soldados.
Los esclavos que trabajaban construyendo palacios y pirámides eran fácilmente
reemplazados, y por lo general no se les proporcionaba tratamiento para los efectos de la
desnutrición y de los accidentes que acortaban sus vidas.
Los médicos-sacerdotes usaban una amplia variedad de drogas y hierbas para tratar las
enfermedades. Incluso escribieron libros de texto; uno describía remedios para más de
260 enfermedades; otro listaba técnicas quirúrgicas usadas para las lesiones en el campo
de batalla (Leff y Leff, 1958). El crecimiento de la medicina llegó a todas las culturas en
vías de desarrollo, y el conocimiento de la salud era compartido junto con el comercio y
el intercambio. Babilonia tenía un código de ética médica y también una única manera de
tratar algunas dolencias individuales. El enfermo se sentaba en el mercado y tema que
hablar con los transeúntes acerca de las enfermedades y dolencias similares a las suyas
para buscar formas de tratamiento. China realizaba exámenes médicos gubernamentales
y controlaba los salarios de los médicos. Los antiguos hindúes capacitaban a estudiantes
de medicina en cirugía haciendo que practicasen con animales y plantas, como los tallos
huecos de los lirios acuá- ticos o las venas largas de las hojas. Los judíos, a través de las
leyes del Talmud, enseñaron a otras naciones la higiene social, especialmente la
importancia de la limpieza (Left y Left, 1958). La inoculación contra la viruela fue
practicada también por culturas muy separadas entre ellas. Quizá notaron que las personas
que se recuperaban de la viruela nunca se vieron afligidas de nuevo por ésta, y frotaban
pus de una persona infectada en una herida de alguien a quien deseaban proteger (Leff y
Leff, 1958). La medicina primitiva, sin embargo, se basaba en la creencia de que las
enfermedades físicas y los desórdenes mentales ocurrían debido a la posesión de un
demonio, o incluso pensaban que el enfermo había ofendido a las deidades de alguna
manera. Desde extravagantes rituales de entierro hasta simples remedios como la mezcla
de sangre y estiércol de ciertos animales, la medicina primitiva era un esfuerzo por calmar
a los dioses para que el paciente pudiera restaurar su estado saludable. No hay duda de
que la primera práctica de psicoterapia fue practicada por los hechiceros, y aquellos que
eran reconocidos por la comunidad como sacerdotes y curanderos aconsejaban a los
pacientes acerca de cómo cambiar su conducta para complacer a las deidades. Cuando los
grandes imperios de la edad de bronce comenzaron a decaer, los griegos, utilizando el
hierro para las herramientas, y favorecidos con abundantes litorales en las rutas de la
civilización, se volvieron la cultura dominante en la agricultura, las artes, el comercio, la
filosofía, la ciencia y la medicina. Los filósofos y médicos griegos reemplazaron las
antiguas prácticas médicas místico-mágicas con un razonado enfoque empírico a la
enfermedad y la curación. Observando a sus pacientes cuidadosamente, analizaron los
patrones del dolor, rastrearon el curso de una enfermedad, y en forma cuidadosa
registraron los resultados, incluso cuando el resultado era la muerte. Algunos archivos
clínicos griegos y descripciones de casos de enfermedades como la tuberculosis, la fiebre
puerperal, epilepsia, paperas y malaria son clásicas, y nosotros todavía usamos algunas
de las prescripciones medicinales que los griegos obtuvieron de las plantas (Leff y Leff,
1958). Aclamando el poder curativo de la naturaleza y la importancia de un adecuado
albergue, agua limpia, dieta y ejercicio, los griegos también fueron pioneros en salud
pública. Aunque contaban con impecables observaciones, un cuidadoso registro de
síntomas y el proceso de curación, los griegos eran tristemente ignorantes de los cambios
fisiológicos. Ellos creyeron, por ejemplo, que el cerebro enfriaba el corazón, que era la
sede de la razón. Al pensar en el número "4" como de especial importancia, los filósofos
griegos describieron cuatro elementos básicos (fuego, tierra, aire y agua) con cuatro
cualidades correspondientes (calor, seco, frío y húmedo). Propusieron entonces que el
cuerpo humano estaba compuesto por cuatro elementos correspondientes o humores
(sangre, flema, bilis amarilla y negra). La personalidad y el bienestar de un individuo
dependían del equilibrio de los humores; el exceso de uno llevaría a desórdenes
psicológicos (por ejemplo: demasiada bilis negra causaba depresión). Los fisiólogos
griegos trataban a la persona intentando restaurar el equilibrio de los humores a través de
la sangre, los enemas y las purgas forzadas. A pesar de las reglas de la lógica de los
filósofos, muchos griegos se inclinaron a la religión para la curación y purificación del
cuerpo y visitaron ciertos templos, muy parecido a cuando nosotros visitamos un
balneario hoy en día. Los visitantes eran instados a relajarse de la tensión de sus vidas
diarias en lugares encantadores. Se les daban dietas especiales y una oportunidad para
tomar baños rituales. Los sacerdotes ofrecían consejo y sugerencias para mejorar el
bienestar; a veces desempeñaban el papel de dioses y se aparecían a los residentes cuando
dormían. Aunque no se les ha mencionado en la mayor parte de los libros de historia, las
mujeres jugaron un papel importante como curanderas y médicos en la Grecia antigua.
Elena de Troya es descrita en La Odisea de Homero como una curandera particularmente
experimentada que prescribió drogas para aliviar el dolor y alterar el humor. Pitias, la
esposa de Aristóteles, escribió algo del trabajo atribuido a él, sobre todo de la
reproducción. Las mujeres curanderas eran particularmente diestras en la prevención y la
inducción del aborto. Una mujer médico, Agnodice, vistió ropa de hombre para
enmascarar su sexo y fue enjuiciada cuando fue descubierto su engaño. Las mujeres de
Atenas se apresuraron a su defensa y amenazaron a sus maridos si no era liberada.
Agnodice fue perdonada, reanudó su práctica mé- dica y después se vistió como deseaba
(Achterberg, 1990). La medicina griega mantuvo su influjo a través del surgimiento del
Imperio Romano, ya que los romanos tenían poco interés por la medicina o por sus
practicantes. La biblioteca de Alejandría y la escuela médica de Egipto, construida por
Alejandro el Grande, fue la cuna del conocimiento griego. Allí, los médicos realizaron
investigaciones en anatomía, fisiología y patología, a veces usando prisioneros, y hacían
disecciones en vivo. Los romanos, sin embargo, se volvieron particularmente adeptos a
la cirugía durante sus extendidas conquistas militares. Ellos prepararon clínicas
ambulantes para los heridos en el campo de batalla; estos hospitales "de campaña" se
volvían permanentes de vez en cuando y se utilizaron para los civiles y esclavos, así como
para los soldados. Hombres y mujeres practicaron en estas enfermerías todo lo que se
conocía de medicina. La salud pública también floreció en cuanto a que los funcionarios
de salud pública, pagados por el Estado, examinaban la comida y supervisaban el agua y
los sistemas de drenaje de los acueductos elaborados (Achterberg, 1990; Leff y Leff,
1958). La caída de Roma y el periodo del oscurantismo condujeron a un milenio de
historia occidental casi privada de grandes adelantos en ciencia y medicina. La Iglesia
Cristiana, en conflicto con las supersticiones y creencias religiosas primitivas de los
invasores del norte, en ocasiones se expresó en el vulnerable dogma de que la felicidad
sólo podría encontrarse en la vida después de la muerte (asumiendo, por supuesto, el
seguimiento de las enseñanzas de la Cristiandad). Los monjes religiosos conservaron el
conocimiento escrito de Grecia y Roma, pero el dogma de la Iglesia no permitió que se
disintiera de su rígida enseñanza, ni de algún examen de la ciencia o la medicina primitiva.
Se pensaba que las grandes plagas que asolaron Europa occidental eran un castigo por el
pecado cometido, pues todas las enfermedades se atribuían a los demonios. Sólo de vez
en cuando la cultura occidental había sido influenciada por viajeros del Este, quienes
habían continuado sus avances en las artes y ciencias. Los árabes habían traducido los
primitivos manuscritos griegos y romanos sobre la curación, e incorporado sus
importantes avances en medicina. Los nuevos perfumes y especias de Asia, junto con los
remedios herbarios conocidos, fueron la base para las ciencias química y farmacéutica.
Los árabes construyeron hospitales en cada ciudad principal; supuestamente, escogieron
los sitios por la frescura del aire. Por ejemplo, Bagdad tema más de 60 hospitales,
incluyendo clínicas para pacientes ambulantes y farmacias (Leff y Leff, 1958). Sin
embargo la revolución científica, iniciada con tanto éxito por las civilizaciones antiguas,
se negó durante más de mil años en Europa occidental. La medicina era una mezcla de
rituales paganos y cristianos, y las cuidadosas observaciones de causa y efecto en
enfermedades físicas y mentales casi desaparecieron. Las universidades para el estudio
de las artes y ciencias existieron por siglos en China y sudeste de Asia, pero no se
desarrollaron en el Oeste hasta aproximadamente 1000 d. C. La más distinguida de éstas
estaba en Salemo, Italia, un cruce de caminos del mediterráneo ya famoso por sus baños
curativos. Árabes, cristianos, judíos y latinos, hombres y mujeres, constituían la facultad
y el cuerpo de estudiantes de esta importante escuela médica. Durante los siguientes 300
años, se establecerían más de ochenta importantes centros de aprendizaje en ciudades
europeas, los cuales cubrirían la suma del conocimiento en todas las materias, desde la
anatomía y la cirugía hasta las leyes, la filosofía y la teología. Sin embargo, los
practicantes de las artes curativas obtuvieron pocos conocimientos de las artes básicas y
las ciencias. Ellos probablemente ejercían su destreza en medicina rudimentaria con
técnicas adquiridas a través de la experiencia y periodos de aprendizaje. La práctica
profesional, entonces como ahora, se basaba en la acumulación del conocimiento de
practicantes experimentados y su aplicación para curar a las personas que estaban
padeciendo. Se organizaron varios "gremios" para reservar las actividades profesionales
a aquellos experimentados en las artes curativas. En Inglaterra, la Comunidad de médicos
reales y de cirujanos se estableció en 1435, y entre sus funciones se autorizó a los barberos
para que pudieran llevar a cabo tratamientos por medio de sangrados en heridas externas
e incluso emplear los enemas, así como también se autorizó a los verdugos para que
pudieran componer huesos. La autoridad para practicar estaba controlada por la Iglesia y
las cortes, quienes también determinaban el contenido del conocimiento médico. Mientras
la Iglesia ganaba en influencia, el clero se encargó del tratamiento de la histeria y de
ciertos padecimientos, como las convulsiones y la epilepsia, que se creía que ocurrían
cuando las víctimas desgraciadas eran poseídas por el diablo. Las curaciones iban desde
el rociado con agua bendita, pasando por el exorcismo, hasta la muerte. Ya que las
mujeres no fueron creadas a la imagen de Dios y eran la fuente del pecado original, se
pensó que cualquier práctica de curación que ellas usaran tenía su origen en el mismo
diablo. Las mujeres practicaban la partería, pero podían ser encarceladas o ejecutadas si
ayudaban al nacimiento de un niño muerto o deforme que se pensaba que era engendro
del diablo (Achterberg, 1990). Es más, debido al supuesto poder malvado de las mujeres,
y sobre todo a la influencia atroz que la mujer podía manejar a través de su conocimiento
en hierbas y pociones, la Iglesia declaró que si una mujer se involucraba en prácticas
curativas, debía ser una bruja. Su castigo por intentar curar al enfermo sería la tortura y
ejecución. Además de las mujeres, otros grupos también eran perseguidos por sus
creencias cuando éstas diferían del dogma de la Iglesia Cristiana. En particular los judíos
fueron difamados, desterrados de sus patrias, y a veces expulsados de países enteros.
En 1484, el Papa Inocencio VIII comisionó a dos inquisidores para recabar pruebas y
enjuiciar a las brujas, bajo la autoridad de la Iglesia. Estos monjes dominicos compilaron
un manual, Malleus maleficarum (The Witches' hammer, que significa Martillo para
las brujas), que primero afirmaba su existencia, y después, simplemente dio
instrucciones para identificarlas. Los ciudadanos creían que sus deberes cívicos y
cristianos eran denunciar a los vecinos, amigos y hasta familiares; muchos llevaron una
vida lucrativa al encontrar, torturar y ejecutar a las "brujas" (50 veces más brujas mujeres
que hombres). Las autoridades estaban orgullosas de su historial de reconocimiento de
brujas, y la Inquisición alardeó de ejecutar (normalmente quemando pero también
decapitando, aplastando con piedras, ahogando, azotando y colgando) a 30,000 brujas en
150 años. Siete mil mujeres fueron quemadas hasta la muerte en Treves y 500 en un solo
mes en Ginebra, Suiza. Algunos pueblos perdieron a todas sus mujeres, y en Alemania
los inquisidores construyeron grandes hornos, con un diseño muy parecido al usado más
tarde en el holocausto, para realizar los asesinatos en masa. Debido a que se pensaba que
los animales domésticos, sobre todo los gatos, eran usados en las prácticas chamanísticas
de las brujas, éstos también fueron torturados y ejecutados junto con las mujeres (algunas
veces los gatos se quemaron en sacos repletos de ellos), con lo cual las ratas empezaron
a proliferar en todas partes, infestadas de pulgas, y dando lugar a muchas enfermedades.
Las autoridades estiman que aproximadamente 1,000 brujas fueron colgadas en Inglaterra
y más de 200 en Nueva Inglaterra (Achterberg, 1990). En el siglo XVII en Boston, las
únicas dos mujeres listadas como médicos fueron denunciadas como brujas; una fue
expulsada de la ciudad y la otra ejecutada. Pasarían casi 200 años antes de que otra mujer
médico, Harriot Hunt, abriera un consultorio en 1835 (Walsh, 1977). Durante el
oscurantismo, se asumió que las calamidades, los infortunios, los desastres naturales y las
enfermedades fueron el resultado del trabajo del diablo y sus seguidores, maldad que se
personificaba en la carne a través de los arrebatos convulsivos, los desvarios del enfermo
mental, o incluso en el uso de drogas y pociones para aliviar el dolor. Estas creencias
continuaron hasta entrado el Renacimiento, aunque gradualmente los hombres de
medicina comenzaron a aceptar la revolución científica, de modo tal que las artes
curativas se volviesen algo más que magia y creencias religiosas. La ciencia y la medicina
volvieron su atención a una realidad física cuando Descartes separó la mente y el cuerpo.
PSICOLOGÍA CIENTÍFICA
Al principio del siglo XIX se fundaron ciencias como la antropología y la sociología; la
biología logró varios desarrollos importantes, incluyendo las teorías de la evolución y la
historia del desarrollo. En medicina, Pasteur formuló la ley de la biogénesis (en donde se
sostiene que toda la vida viene de la vida preexistente). Fue formulada una teoría del
"germen" de la enfermedad y se introdujo la cirugía antiséptica. Con los avances de la
ciencia, la "verdad" se volvió más relativa; los dogmas y creencias se reemplazaron por
un escepticismo optimista. El descubrimiento de que los microorganismos causaban la
enfermedad fue un adelanto particularmente accidental. Científicos y médicos dieron por
hecho que incluso desórdenes insondables tales como la epilepsia y las enfermedades
"mentales" pronto cederían sus secretos para que también pudieran ser controladas. En
1875, el ministro de cultura en Sajonia ofreció al médico Wilhelm Wundt una plaza de
filosofía en la Universidad de Leipzig, con un enfoque en las ciencias naturales. Wundt
fundó la primera instalación para la investigación continuada, consagrada a la psicología,
en 1879. Durante su cargo en un lapso de 45 años en Leipzig, Wundt otorgó 186
doctorados en filosofía a estudiantes que fueron a estudiar con él provenientes de diez
países (Popplestone y McPherson, 1994). El laboratorio de Wundt estaba basado en el
método científico, el cual demostraba su utilidad para entender el mundo fí- sico. Los
científicos ahora intentarían entender a las personas que habitaron e influyeron en este
mundo, comenzando con los procesos sensoriales. Los primeros psicólogos americanos
eran en general hombres jóvenes adinerados que habían viajado a Alemania para estudiar
con Wundt. Entre ellos se incluye a William James quien incluso comenzó un laboratorio
en Harvard en 1875, cuatro años antes que Wundt, y quien más tarde haría popular la
psicología con sus Principies of Psychology a James McKeen Cattell, quien enfatizó la
importancia de las diferencias individuales y las pruebas de inteligencia; y a G. Stanley
Hall, quien fundó la Asociación estadounidense de psicología (APA). Las universidades
importantes en Estados Unidos habían iniciado recientemente los estudios universitarios,
dando así oportunidad a los primeros psicólogos para dar forma a la educación
universitaria y establecer la psicología como una disciplina distinta de la filosofía y/o
fisiología.
Los psicólogos asumieron que, como otros científicos, ellos sostendrían el grado escolar
más alto disponible, el doctorado en filosofía. El 8 de julio de 1892, Hall se reunió en la
universidad Clark en Worcester, Massachusetts, con siete de sus colegas interesados en
este nuevo campo y fundó la asociación antes mencionada. Ellos eligieron a otros 24
miembros (todos hombres) y sostuvieron su primera convención en diciembre de ese año
junto con la Asociación estadounidense para el avance de la ciencia. Sólo unos cuantos
miembros de este grupo habían sido capacitados como psicólogos; los demás eran
educadores, filósofos y médicos.
TENDENCIAS FUTURAS
Históricamente, la psicología clínica se ha levantado en respuesta a las presiones del
mercado. Cuando se hizo obvia una necesidad por servicios clínicos en los inicios de la
psicología organizada, Witmer y otros respondieron desarrollando una nueva profesión.
Después de la Segunda guerra mundial, animados por el gobierno y apoyados por la
Administración de veteranos, los programas de titulación empezaron a educar y capacitar
a psicólogos clínicos dentro de un modelo científico/practicante. En los años sesenta,
cuando era notable una mayor necesidad de profesionales, se establecieron escuelas para
tal fin. Sin embargo, esto significa que el crecimiento y desarrollo de la psicología clínica
no siempre ha seguido una trayectoria cuidadosamente planeada. Por ejemplo, el número
de estudiantes en programas de titulación clínica en este momento es problemático. Las
pasantías predoctorales requeridas para la titulación y autorización no están disponibles
para todos los estudiantes que las merecen. La demanda de horas de práctica clínica
impuestas a estudiantes ansiosos por encontrar pasantías también, quizás, ha dejado atrás
nuestros requisitos igualmente importantes de otros aspectos de educación clínica y
capacitación, tales como el conocimiento sobre la psicología general y la investigación.
El advenimiento del cuidado administrado significa que menos plazas están disponibles
para los nuevos graduados y la posibilidad de empezar una práctica privada con éxito es
prácticamente inexistente. Las plazas en la academia también son cada vez más difíciles
de obtener. Sin embargo, como era cierto en nuestro inicio, los trabajos permanecen
disponibles en áreas poco urbanas y con poblaciones marginadas. Puede asegurarse a los
graduados en psicología clínica que su compromiso con los intereses públicos les
permitirá oportunidades excepcionales. Además, es la única profesión para todos aquellos
que realmente deseen combinar sus intereses científicos con los prácticos. Las tendencias
futuras siempre son difíciles de predecir, particularmente en un área de tal volatilidad
como el enorme trastorno en demografía y cuidado de la salud que ocurren ahora en
Estados Unidos. Esto también está acompañado por presiones económicas, ya que se
hacen correcciones para asegurar el futuro financiero de la nación. Los políticos y
creadores de política han determinado que el alto costo de los especialistas en la medicina
y los campos relacionados con la salud, como la psicología clínica, debe refrenarse. Las
personas que necesitan cuidados médicos se enviarán a médicos generales y es poco
probable que lleguen a los psicólogos clínicos, sobre todo aquellos que se han dedicado
a proporcionar tratamiento a largo plazo. La provisión de psicoterapia, que la mayoría de
los psicólogos señala como su actividad más predominante, será ofrecida cada vez más
por otros profesionales de la salud mental durante tiempos más cortos y a los costos más
bajos. Los psicólogos clínicos pueden continuar siendo una parte de este armazón pero
probablemente serán canalizados hacia la investigación y evaluación de la psicoterapia,
una habilidad para la que muchos otros profesionales de la salud mental no están
especializados. También los psicólogos clínicos se capacitan especialmente en evaluación
y examinación psicológica, una especialidad que puede usarse cada vez más en áreas que
van más allá de la evaluación de la salud mental. Especialmente con una población que
envejece, la evaluación neuropsicológica se volverá una función aún más importante de
los psicólogos clínicos, tanto para la investigación como para el tratamiento. La
examinación psicológica también es el principal sostén de la psicología forense, ya que
cubre casi todos los aspectos de la ley, desde las batallas por custodia hasta la competencia
para sostener un juicio. Dentro del sistema legal, los psicólogos también podrían hacer
bien en volver su atención a entender y tratar poblaciones especiales. De nuevo, el rango
de oportunidades es amplio, extendiéndose desde víctimas como los niños que padecieron
abuso hasta los perpetradores de crímenes violentos. Algunos esperan que el más grande
crecimiento de la psicología clínica ocurrirá dentro del reino de la salud física. Esta
predicción no sólo se basa en el hecho de que el dolor emocional y los desórdenes
acompañan a muchos procesos de enfermedad y de respuesta a tal enfermedad, sino
también en el conocimiento de que el tratamiento psicológico puede mejorar el
funcionamiento a través de un espectro de enfermedades, padecimientos y problemas de
salud a través de actividades como retroalimentación biológica, condicionamiento,
conformidad, relajación y reducción de la tensión. Los psicólogos clínicos pueden
encontrarse trabajando más estrechamente con médicos en hospitales, y con el enfermo
crónico mientras traen su conocimiento y habilidades tanto para la salud física como la
mental. Estas actividades también pueden extenderse a la prevención y sobre todo al
trabajo con niños. No hay duda de que los psicólogos clínicos continuarán extendiendo
sus alcances de la práctica y "reexaminarán la pregunta de cuál debe ser la actividad o
actividades centrales de un campo en el que el propósito es usar el conocimiento
psicológico para promover el bienestar humano" (Humphreys, 1996, p. 191). Se espera
que regresemos y continuemos esos altos objetivos de Witmer y otros que inspiraron a
psicólogos para intentar aliviar nuestros problemas sociales crónicos y para mejorar las
instituciones sociales que afectan las vidas de todos nosotros. Hacemos esto a través del
avance del conocimiento y la aplicaion de ese conosmiento para el publico.