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mitología moderna
Christian Bronstein
Contenido
Prólogo ............................................................................................................................................... 2
I: Mitos y viñetas ............................................................................................................................... 6
II: El nacimiento del superhombre ............................................................................................... 12
III: El héroe solar............................................................................................................................. 16
IV: El camino del héroe ................................................................................................................. 22
I. Superpoderes .......................................................................................................................... 23
II. Identidad secreta: el arquetipo de La Máscara. ................................................................ 23
III. Uniforme distintivo y perfección anatómica. .................................................................... 24
IV. Sentido de Justicia y Sistema de Valores: ....................................................................... 25
V: Batman, el héroe en la sombra ............................................................................................... 28
I. La luz y la sombra ................................................................................................................... 28
II. El superhéroe trágico ............................................................................................................ 30
III. El arquetipo de La Sombra .................................................................................................. 30
IV. La Transformación Chamánica: ......................................................................................... 31
VI: El retorno de los dioses ........................................................................................................... 34
Fuentes: ........................................................................................................................................... 39
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Prólogo
Chris Claremont, el clásico guionísta de los X-Men de los 80, fue el primero
en decirlo: “los superhéroes quizá son la mitología de Estados Unidos, cuyos
héroes —David Crekett, Buffalo Bili, G. A. Custer— y gestas más antiguas no
tienen mas de 200 o 300 años”
Las historias de superhéroes, una de las formas más actuales del relato
heroico, no han cejado en su influencia desde que el primero de ellos, Superman,
viera su aparición en Action Comics hace ya más de setenta años. Desde
entonces, los héroes enmascarados, dotados de poderes celestiales y armados de
elevadas virtudes morales, no han dejado de vivir aventuras interminables tanto en
la imaginación de la sociedad moderna como en prácticamente todas las formas
de representación estética: historieta, animación, cine, radio, televisión, teatro,
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incluso literatura, y su notable influencia como fenómeno cultural no parece
estar disminuyendo con el tiempo, sino por el
contrario, parece estar creciendo. Hoy en día,
los superhéroes parecen estar más vivos que
nunca, sino tanto en las clásicas viñetas que
los vieron nacer como en el cine,
cuyas adaptaciones se han convertido, en los
últimos años, e n la mayoría de los estrenos
cinematográficos más taquilleros del mundo,
convocando al público de todas las edades
para presenciar sus aventuras durante
múltiples secuelas.
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combinación de drama, suspenso y aventura necesaria para que sus héroes
o antihéroes transiten peripecias, y el lector se entregue una y otra vez a las
desventuras de sus personajes predilectos.”
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imagen y de los productos culturales, en una forma colectiva de mitología
moderna.
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I: Mitos y viñetas
“La psicología analítica nos ha enseñado que los mitos son las historias del
alma. Si queremos comprender la psique occidental, tenemos que estudiar sus
mitos.”
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vida, era el conocimiento de la naturaleza.” En tanto el hombre de las culturas
orales no consideraba a su psique como separada de la naturaleza, el mito no era
considerado una creación humana y subjetiva, era objetivamente la voz de la
naturaleza expresándose a través de los hombres. Porque, en las poéticas
palabras del mitólogo Joseph Campbell: “los símbolos de la mitología no son
fabricados, no pueden encargarse, inventarse o suprimirse permanentemente. Son
productos espontáneos de la psique y cada uno lleva dentro de sí mismo la fuerza
germinal de su fuente.”
Para la antropología clásica del siglo XIX, el “mito” como tal se extinguió
cuando la mentalidad mítica de las culturas orales fue reemplazada por la
mentalidad filosófico/racional de las culturas basadas en la escritura. Sin embargo,
los estudios sobre hermenéutica simbólica encabezados principalmente por Carl
Gustav Jung y Mircea Eliade durante la primera mitad del siglo XX comenzaron a
revelar un enfoque muy diferente sobre el mito. La razón de que los relatos míticos
e imaginativos nunca hayan dejado de representarse a la consciencia humana a
pesar del desarrollo de la filosofía y de la ciencia, comprendió Jung, residía en que
existe en estos relatos un valor simbólico – no
literal – que constituye un alimento indispensable
para la cultura. Fundamentalmente, la psicología
junguiana había puesto al descubierto como los
motivos esenciales de los mitos ancestrales
constituían una serie de núcleos de sentido
recurrentes que de ningún modo habían agotado
sus representaciones en el mito primordial, sino
que han seguido manifestándose como motivos
esenciales de todas las expresiones humanas, de
todas las culturas y de todos los tiempos, tanto en
la religión, como en la literatura, tanto en la
filosofía como en los sueños del hombre moderno.
A estos motivos esenciales, Jung denominó
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arquetipos, las estructuras o moldes simbólicos fundamentales de la psique.
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Uno de los arquetipos principales
descubiertos por Jung es el del Héroe, y una
de sus manifestaciones mitológicas más
populares de los últimos setenta años es la
de los superhéroes. Las historias de
superhéroes no han dejado de multiplicarse
desde que el primero de ellos, Superman,
viera su aparición en Action Comics en
1938. Desde entonces, los héroes
enfundados en llamativas vestimentas, dotados de poderes celestiales y armados
de elevadas virtudes morales, no han dejado de vivir aventuras interminables tanto
en la imaginación de la sociedad moderna como en prácticamente todas las
formas de representación estética: historieta, animación, cine, radio, televisión,
teatro, incluso literatura, y su notable influencia como fenómeno cultural no parece
estar disminuyendo con el tiempo, sino por el contrario, parece estar creciendo.
Hoy en día, los superhéroes parecen estar más vivos que nunca, sino tanto en las
clásicas viñetas que los vieron nacer como en el cine, cuyas adaptaciones se han
convertido, en los últimos años, en la mayoría de los estrenos cinematográficos
más taquilleros del mundo, convocando al público de todas las edades para
presenciar sus aventuras durante múltiples secuelas.
Chris Claremont, el clásico guionista de los X-Men de los 80, fue el primero
en decirlo: “los superhéroes quizá son la mitología de Estados Unidos, cuyos
héroes -David Crokett, Buffalo Bili, G. A. Custer- y gestas más antiguas no tienen
más de 200 o 300 años. Estados Unidos no tiene una mitología propia.
Escandinavia tiene sus sagas y leyendas, Germania su épica, España tiene al Cid.
Nosotros no tenemos héroes mitológicos, nuestros héroes son muy jóvenes aún”.
Sin embargo, si los superhéroes tuvieron sus cunas en el gran país del
norte, su influencia pronto se trasladaría con fuerza prácticamente a todo
Occidente, sin perder su poder de fascinación en otras regiones y contextos.
¿Podemos afirmar que semejante influencia se explique meramente por el
imperialismo cultural norteamericano o por los rasgos actuales de la cultura
moderna, enajenada por el consumo de productos visuales sorprendentes, y por el
escape al mundo de la fantasía y del espectáculo sin sentido? ¿O deberíamos
suponer que la relevancia de estos personajes y estas figuras es tal porque tienen
un sentido para nuestra cultura, porque, pese a todos sus simbolismos locales,
parecen resonar en una universalidad de contextos?
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Guillermo del Toro, responsable
de las dos adaptaciones
cinematográficas de Hellboy, sostiene
algo muy similar a esto: “El mundo
necesita una nueva mitología, y ésa es
la de los superhéroes… Hay una
demanda de una mitología fresca y
aceptable para los jóvenes. El
superhéroe representa al Aquiles, al
Héctor de nuestros días”. El hecho de que aparezcan cada vez más películas de
superhéroes no se debe, sostiene del Toro, a una falta de imaginación, sino a “la
necesidad de crear ficción en un mundo que progresivamente se olvida del
aspecto espiritual, que no cree en la magia ni en las cosas abstractas y sólo en lo
material y en lo inmediato… Este es un período política y humanamente muy
desconcertante, en el que se ha producido un serio retroceso en la línea ética de
la humanidad como especie y se requiere de un replanteamiento de la existencia
en términos heroicos”.
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desafiado los prejuicios de su género y se han abierto camino a la consciencia
popular por la propia fuerza de su valor simbólico. La última película de Batman,
The Dark Knight, de Christopher Nolan, ha entrado en la lista de films que más
dinero han recaudado en la historia del cine, y ha sido aclamada de manera
general tanto por el público como por la crítica como una auténtica “tragedia
moderna”, elevando el listón para las futuras representaciones de estos
personajes, demostrando que sus elementos esenciales siguen siendo tan
significativos hoy para nosotros como lo fueron ayer y como probablemente lo
serán siempre.
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II: El nacimiento del superhombre
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La figura mítica del superhéroe también surgió,
como una nueva síntesis imaginativa de elementos
simbólicos, de un profundo período de crisis cultural. En el
año 1929 la caída del sistema bancario estadounidense
golpeó los mercados mundiales sumiendo a la sociedad
moderna en una profunda crisis financiera. Desempleo,
hambre, caos e incertidumbre serían los signos de un
extenso período que fue denominado “Gran Depresión” y
se extendería durante una década, hasta finales de los
años 30. Una profunda desesperanza y una ruptura del
optimismo económico que predominaba hasta entonces
parecieron apoderarse del mundo occidental.
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Como personaje, Superman sin duda ha
trascendido los límites del comic-book y su lugar como
icono de la cultura popular estadounidense para pasar a
ser una figura arquetípica de la imaginación moderna. A
más de 70 años de su primer aparición en el histórico
Action Comics Nº1, puede afirmarse, sin temor a
equivocarse, que prácticamente no hay nadie, al menos
en la cultura occidental, que no reconozca siquiera su
imagen. Hoy en día, Superman es un personaje tan
universal como Zeus, El Quijote, Frankenstein o
Blancanieves. Sin duda alguna, y más allá de su
explotación visual y comercial, tenemos que admitir que
son en gran medida las características propias del personaje, su resonancia
simbólica, lo que han impactado profundamente en la consciencia del hombre
moderno, instalándolo plenamente en el imaginario colectivo de la cultura de
masas.
Más o menos por esta época, dos jóvenes adolescentes de EE.UU. vendían
a la compañía editorial DC Comics por 150 dólares los derechos de un personaje
particular que pasaría a formar parte de la historia de la ficción universal:
Superman. Podemos decir que este “súper-hombre” norteamericano, este
dechado de fuerza y virtudes, este héroe ideal que representa a la nación
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americana, fue la respuesta ficcional del capitalismo democrático liberal
estadounidense frente al ideal hegemónico de Hitler.
“Muertos están todos los dioses, ahora queremos que viva el superhombre[“,
pronuncia Zarathustra, el profeta de Nietzche en 1885. En un mundo moderno
regido por la industrialización tecnológica y la razón, en que el que los antiguos
mitos parecían haber perdido ya todo significado y valor colectivo, nuevos mitos
estaban ya emergiendo en su hora más oscura. Sin sospecharlo ni lejanamente,
Nietzche estaba vaticinando con esas palabras no solo el alzamiento del régimen
fascista alemán, sino al mismo tiempo, el surgimiento de los superhéroes.
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III: El héroe solar
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héroe es depositado en una canasta o en un recipiente similar y abandonado a su
suerte en la corriente de un río o la orilla de un océano. Despojado así de su
condición real/divina pero favorecido por su destino heroico, el niño héroe
sobrevivirá a la oscuridad de las aguas y llegará eventualmente a una costa
segura. Allí será encontrado por personas de categoría humilde y conducta
bondadosa (generalmente campesinos) quienes, considerando el suceso un
milagro, lo criarán como su propio hijo.
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Como explicábamos en la segunda parte, según la psicología junguiana, el
héroe solar es el representante arquetípico de la consciencia colectiva abriéndose
camino frente a las fuerzas regresivas de lo inconsciente. En los relatos antes
mencionados, las fuerzas regresivas y devoradoras del inconsciente que el héroe
debe enfrentar están simbolizadas por las aguas, el océano y los clásicos
monstruos terribles que constituyen sus pruebas. Las aguas que acosan al
pequeño héroe al principio y lo llevan a la deriva simbolizan la inconsciencia
colectiva de la que el héroe debe emerger para poder afirmar su individualidad.
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un sistema de valores liberal-democrático norteamericano.
Incluso los padres terrenales del héroe, Martha y Jonathan Kent remitirán
directamente a aquellos pastores bíblicos del Nuevo Testamento que cuidaron a
Jesús, el hijo celestial entregado a nuestro mundo por su padre para salvar a la
humanidad. Acaso las iniciales de los nombres de Martha (madre de un hijo sin
pecado concebido) y Jonathan Kent (un padre trabajador, humilde y granjero),
idénticas a las de María y José, padres terrenales de Jesucristo, no sea casuales.
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resurrección de Superman y las resonancias sociales que causaron en su
momento. Como los héroes solares del mito, que morían cada invierno para
renacer con el nacimiento del verano, Superman morirá solo para volver a la vida
resucitado y nutrido por la matriz solar conservada en su fortaleza en el Polo
Norte.
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subterráneo de los símbolos y valores sociales de las culturas que los conforman,
los símbolos arquetípicos emergen del crisol ardiente de sus épocas, y las reflejan.
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IV: El camino del héroe
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I. Superpoderes.
En la primera fase del Camino del Héroe descripta por Campbell hay una
situación a la que se refiere como “el llamado a la aventura”, en donde el héroe
debe tomar la decisión crucial que lo llevará a aceptar o rechazar su camino
heroico. En el superhéroe, será la adquisición de estos dones sobrehumanos lo
que lo conducirán a la decisión moral de aceptar este destino.
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Lo notable de los superhéroes es que su máscara heroica parece revelar en
realidad su verdadero rostro, su identidad genuina. Su verdadera mascara pasa a
ser entonces la de la cotidianeidad, la que oculta sus poderes y su identidad
heroica. Esto se literaliza en Superman, el cual lleva su rostro desnudo cuando
porta su identidad heroica, mientras que, como Clark Kent, disfraza su rostro con
gafas, haciéndose pasar por un humano mediocre y llevando su traje de
superhéroe bajo el disfraz de hombre corriente.
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fondo, no se alejará tanto de los cánones grecolatinos. En la historia del arte, el
héroe clásico se representa prácticamente siempre desnudo o semidesnudo, a fin
de resaltar su esplendor físico. La función del uniforme del superhéroe pegado al
cuerpo parece ser la de representar la clásica fisonomía apolínea del héroe,
preservando la “decencia” de las vestimentas.
Desde otro punto de vista crítico, sin embargo, la búsqueda de justicia del
superhéroe clásico puede ser considerada como política e ideológicamente
ingenua. A diferencia de los héroes prometeicos, revolucionarios, que se proponen
cambiar el status quo y modificar para mejor el orden existente, el superhéroe
clásico es el primer defensor del orden establecido. Al sustentarse su accionar en
un sistema de valores democrático liberales, el superhéroe debe apegarse a la ley
como modelo de conducta. El propio accionar al margen de la ley del superhéroe
suele estar apoyado por las autoridades o el consenso social, funcionando como
una especie de para-policía legitimado socialmente. Aun en los casos en que la
opinión pública o las autoridades no apoyen sus andanzas (como es el caso de
Batman o Spider-Man), puede afirmarse que sus acciones siguen estando en
función del sistema.
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Y en este sentido podría objetarse, como lo hace Pedro Granoni en su
artículo “Justicieros del Imperio” (2010), que el superhéroe “defiende un orden
económico capitalista, donde rige la propiedad privada de los medios de
producción y la distribución desigual de la riqueza (…) sus poderes garantizan la
reproducción de dicho orden burgués”. La legalidad del sistema siempre triunfa al
final, significando una restitución del orden social alterado al inicio del relato,
convirtiendo al género, desde esta lectura, en literatura tranquilizadora,
socialmente integradora, que no deja espacio para el cuestionamiento de las
estructuras sociales. O como señala Umberto Eco: “Superman es prácticamente
omnipotente (…) un hombre que puede producir trabajo y riqueza en dimensiones
astronómicas y en unos segundos, se podría esperar la más asombrosa alteración
en el orden político, económico, tecnológico, del mundo. Desde la solución al
problema del hambre, hasta la roturación de todas las zonas actualmente
inhabitables del planeta. Sin embargo, cuando no debe defender al planeta de
amenazas exteriores, la acción heroica de Superman se limita solo a actuar como
agente de la ley”. (Eco, Apocalípticos e Integrados, 1965).
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acaso como sus propios lectores y como la cosmovisión social en general se han
ido complejizando psicológicamente con el correr de las últimas décadas. Incluso
podría hablarse de un cierto despertar de la inocencia política de los superhéroes
clásicos, con historias como Kindome Come de DC o Civil War de Marvel, en las
cuales se trata el problema de la libertad de acción de los superhéroes en relación
al estado democrático en el cual funcionan.
Por otra parte, no podemos dejar de tener en cuenta que la lectura crítico-
política de los relatos de superhéroes si bien puede constituir un valioso
acercamiento que ponga en evidencia cuestiones implícitas de profunda
relevancia ideológica, puede también convertirse fácilmente en mero
reduccionismo cultural cuando se propone como la única lectura posible. En
muchos casos, quizás sería más adecuado hablar de una ingenuidad ideológica
subyacente en los relatos de superhéroes (inconsciente incluso para sus propios
autores) antes que de una intención de filtrar deliberadamente contenidos políticos
en relatos que se presentan como ideológicamente inocentes. Pero condenar la
totalidad del valor simbólico de un
relato de superhéroes por estas
ingenuidades (como parecen haber
tratado de hacer algunos) significa
soslayar todas las dimensiones de la
obra a una sola, mutilando en el
proceso su propio sentido. Sin ignorar
esta aproximación crítica, deberíamos
tratar de ir más allá de ella,
destacando precisamente el valor en
el que este género presta especial
atención: el tema del héroe. Veríamos
entonces que los relatos de superhéroes han funcionado (y aún funcionan)
maravillosamente como una legítima forma moderna de ese mismo mito que ha
fascinado e inspirado la imaginación humana desde los tiempos más antiguos: el
del arquetipo del héroe.
Dentro de esta nueva forma del mito, existe un tipo heroico que por su
particularidad y complejidad, merece una distinción especial: el superhéroe
sombrío, también llamado antihéroe. En la próxima parte exploraremos este
particular tema, partiendo de su ejemplo más popular y representativo: Batman, el
Caballero Oscuro.
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V: Batman, el héroe en la sombra
“Como hombre de carne y hueso puedo ser ignorado o destruido, pero
como símbolo… como símbolo puedo ser incorruptible, puedo perdurar.”
I. La luz y la sombra
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detectives, a la que paso a desplazar casi por completo, y, al igual que el
kriptoniano, influyó en la gestación de toda una nueva generación de héroes.
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II. El superhéroe trágico
Todos ellos han asumido su identidad heroica como un destino fatal que no
han elegido, sino que les ha sido impuesto. Como el héroe de las antiguas
tragedias griegas, el cual ya no era un dios o un semi-dios sino un extraordinario
hombre condenado a un destino funesto, el superhéroe sombrío se diferenciará
del clásico superhéroe solar por su humanidad, su dolor y su complejidad
psicológica.
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elemento terrorífico: la noche (Batman), lo diabólico (Daredevil), la muerte
(Punisher), lo fantasmagórico (El Espectro).
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investigador de chamanismo José María “El contacto con el dolor y la muerte
constituyen un modo poderoso de exposición al conocimiento o a la necesidad de
saber acerca de situaciones críticas… sus cicatrices son señales de su
transformación en el camino del conocimiento para sanar” (Poveda,Chamanismo,
el arte natural de curar 1997).
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lenguaje psicológico, la máscara transforma a su portador en una imagen
arquetípica” (Jung, El Hombre y sus Símbolos, 1961).
Podemos imaginar así, como Alan Moore imaginó, a este oscuro héroe
repetir para sí mismo las terribles palabras de Nietzche: “No luches contra
monstruos, conviértete en monstruo. Si miras al abismo, el abismo te devuelve la
mirada.”
Llegados a este punto, creemos que puede hablarse sin dudas de una
continuidad arquetípica entre la mitología antigua y el mundo imaginativo de los
superhéroes de la posmodernidad. En la última parte utilizaremos este enfoque
simbólico como plataforma para dar un salto cualitativo, de la ficción al mito, y del
mito… al reino de los dioses.
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VI: El retorno de los dioses
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tanto representación surgida de un inconsciente personal y colectivo- nos ha
servido de lámpara hermética para recorrer este camino, y creemos haber abierto
un paisaje de su expresión en esta particular manifestación popular de la
imaginación de nuestra época.
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de la nostalgia de las viejas mitologías, son de hecho nuestros mitos, están
hablando de nuestro mundo interior colectivo, son expresiones vitales del alma de
nuestra cultura. Los mundos simbólicos de la ficción fantástica, lo más cercano a
los sueños que nuestra imaginación consciente es capaz de producir, son el reino
en el que los arquetipos se representan ante nuestra consciencia de manera más
clara, en el que los dioses asumen personalidades y expresan sus dramáticas
relaciones en todo su esplendor luminoso. A través de nuestras fantasías, los
arquetipos emergen.
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representaciones culturales de las estructuras arquetipales de la psique fraguadas
en el espíritu de nuestro tiempo sobre el espíritu de todos los tiempos que lo
precedieron. Son, de hecho, una imagen viva de nuestra psique colectiva, en el
sentido más profundo de la expresión. Pero, en fin, ¿qué puede decirnos está
mitología de nuestra cultura, de nuestro tiempo, de nuestra alma contemporánea?
En primer lugar, nos dice que los héroes no están muertos. Que el
arquetipo del héroe aún es relevante para nosotros. Nos dice que su numinosa luz
aún está viva en nuestra imaginación, que su idealismo resuena todavía en
nuestra consciencia posmoderna y
sigue siendo significativo para
nosotros. Aún ahora, en esta era
de desconcierto y desorientación
moral y filosófica, carente de
ideales absolutos, en crisis con
todos sus valores y estructuras
sociales, tambaleante entre un
cinismo pesimista y un
individualismo superficial elevado a los cielos, en fragmentación (o vertiginoso
redescubrimiento) de su propio suelo ontológico, y en carencia de una causa o
motivo común y colectivo que la unifique en una dirección trascendente más allá
del narcisismo consumista e insaciable en el que ha colapsado y que rápidamente
la devora a sí misma, precipitándola a su propia extinción. Aún ahora.
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Existen dos modos principales, a mi parecer,
de entender estas mitologías superheróicas, que
pueden verse en realidad como la cara pesimista u
optimista del mismo fenómeno. El primero es como
compensación: los héroes de nuestras fantasías
representan la falta de heroísmo e ideales de nuestra
actitud consciente. Consumimos héroes para vivir en
nuestras fantasías lo que no nos atrevemos a llevar a
cabo en la vida “real”.
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Fuentes:
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