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RESUMEN DE ECLESIOLOGÍA 7

ESTEFANÍA VALLA 201-235

CONTRASTES ENTRE LA LEY Y LA GRACIA

Habiendo considerado el hecho de que Dios provee diferentes reglas de vida, como está registrado
en las Escrituras, cada una adaptándose a su trato con el hombre en el orden de las dispensaciones
sucesivas, es importante considerar la gran diferencia que existe entre el principio de la ley y el
de la gracia, al aplicarse al gobierno divino sobre el hombre. Aun cuando el propósito de esta
sección es para enfatizar el hecho de que los tres sistemas de gobierno divino son
substancialmente separados, cada uno de los otros, y que cada uno es totalmente completo y
suficiente en sí, no pudiéndose intercambiar entre sí, ni se pueden mezclar, se debe observar que
hay campos importantes de interpretación bíblica e instrucciones además del aspecto limitado de
verdad que se sugiere por las varias reglas de conducta.
La Santidad Requerida en la Conducta de los Santos. Aunque hay gran diferencia entre las
reglas de conducta que se imponen en las diferentes edades, hay unidad en la revelación de que
una vida santa es requerida en cada edad.
La Continuid.ad de Propósito en el Programa de las Edades. En este aspecto de la verdad deberá
observarse que, aunque cada edad posee una característica exclusivamente propia, sin embargo,
el propósito divino a través de todas las edades es uno, terminando en la consumación final que
Dios ha decretado. Hebreos 1: 2 declara esta verdad. Hablando de Dios revelado en el Hijo, y
relacionado a El, dice: por el cual programó las edades (según el griego).
En ningún sentido encierra esta cuestión los asuntos de gobierno del mundo; porque Dios nunca
ha dirigido ni las enseñanzas de la ley ni las enseñanzas de la gracia a todo el mundo. El mundo
ha prestado ciertos preceptos morales de la Biblia para gobernarse, pero no significa que Dios
hubiera aceptado al mundo sobre la base de las enseñanzas de la ley o de las enseñanzas de La
gracia. En realidad, el mundo está limitado solamente a la instancia el evangelio de la gracia.
Basta que esa instancia sea atendida, el individuo no está bajo la ley ni bajo la gracia, como una
regla de vida; sino que está "bajo pecado". El asunto está, pues entre la ley y la gracia como
principios que gobiernan la vida del creyente. ¿Deberá el creyente ir al decálogo para tener una
base de gobierno divino para su vida diaria? La Escritura contesta esta pregunta con una
afirmación positiva: "No estáis bajo la ley, sino bajo la gracia". Si esto es así, ¿se habrán
desechado los grandes valores morales del Decálogo? Por supuesto que no; porque se verá que
todo precepto moral del Decálogo, con excepción de uno, ha quedado reinstituido con mayor
énfasis en las enseñanzas de la gracia. Estos preceptos no vuelven a aparecer bajo la gracia en el
carácter y color de la ley, más bien, en el carácter y color de la pura gracia.
Esto se ilustra una vez más por el mismo precepto sobre la obediencia de los hijos. En las
enseñanzas de la gracia, se considera en forma completa todo el asunto de la obediencia, y se le
añade a ello las instrucciones propias para los padres. Bajo las enseñanzas de la gracia, el mensaje
del primer mandamiento se repite no menos de cincuenta veces, el segundo doce veces, el tercero
cuatro veces, el cuarto (que trata del día sábado) no se menciona ni una vez, el quinto seis veces,
el sexto seis veces, el séptimo doce veces, el octavo seis veces, el noveno cuatro veces, y el décimo
nueve veces. Y aún más: se debe notar lo que es de suma importancia, a saber, que las enseñanzas
de la gracia no sólo son benignas en su carácter, con una naturaleza del mismo cielo, sino que se
extienden al grado de cubrir todo lo que pertenece a los asuntos nuevos de la vida y servicio del
creyente.
Aplicación: Mi vida estaba en esclavitud en el pecado pero el señor me mostró su gracia al
salvarme, ahora puedo compartir su amor a otros y que ellos también sean libres de la esclavitud
RESUMEN DE ECLESIOLOGÍA 8
ESTEFANÍA VALLA 236-256

LOS SISTEMAS DE LA LEY Y EL JUDAISMO DESCARTADOS


Fue designada claramente para gobernar esa nación en su país, y para el tiempo que pudiera
transcurrir entre su aceptación de ese pacto, y la venida de la Simiente prometida. La Simiente es
Cristo. La venida de Cristo al mundo fue la realización de la esperanza contenida en el pacto con
Abraham, y de necesidad, la terminación del reinado provisional de la ley. Está escrito: "Porque
no por la ley fue dada a Abraham o a su descendencia la promesa de que sería heredero del mundo,
sino por la justicia de la fe. Porque si los que son de la ley son los herederos, vana resulta la fe, y
anulada la promesa (del pacto con Abraham). Pues la (ley produce ira; pero donde no hay ley,
tampoco hay transgresión (aunque sí hay pecado). Por tanto, (la promesa que vino a través de
Abraham) es por fe, para que sea por gracia, a fin de que la promesa sea firme para toda su
descendencia; no solamente para la que es de la ley (los israelitas creyentes), sino también para
la que es de la fe de Abraham, (los gentiles creyentes) el cual es padre de todos nosotros (sobre
un principio de fe). Por lo cual, también su fe le fue contada por justicia. Y no solamente con
respecto a él se escribió que le fue contada, sino también con respecto a nosotros a quienes ha de
ser contada, esto es, a los que creemos en el que levantó de los muertos a Jesús, Señor nuestro"
(Ro. 4: 13-24). Es importante notar, sin embargo, que, aunque Dios ha dado por concluido el
reinado de la ley por la muerte de Cristo, tratándose de la relación de Dios con el hombre, el ser
humano es libre para rechazar o tergiversar la verdad de Dios, e imponer sobre sí mismo la
obligación a la ley. En tal caso, no significa que Dios acepte, o aun reconozca una imposición al
legalismo por voluntad propia del hombre. Dios no podría hacer eso. Pero sí significa que el que
se somete al legalismo, si ha de ser consecuente consigo mismo al aceptar una parte de la ley
como obligatoria, tendrá que obedecer esa ley en todas sus partes para cumplirla debidamente. La
ley era una unidad. El que ofendiere en un punto, se hace culpable de todos; todo lo que la ley
dice, lo dice a los que están bajo la ley; y él es deudor para cumplir toda la ley. Cuanto ha sido
quitada la ley, estas declaraciones son aplicables solamente a aquel que, sin la sanción divina o el
reconocimiento de Dios, ha asumido la obligación de la ley.
La ley, o la obligación, de la esposa a su esposo terminan con la muerte de él. Si ella se casa con
un segundo esposo, ella entonces queda bajo una obligación enteramente nueva. La muerte
expiatoria de Cristo fue el fin del reinado de la ley, ley que se compara al primer esposo. "Así
también vosotros, hermanos míos, habéis muerto a la ley mediante el cuerpo de Cristo, para que
seáis de otro, del que resucitó de los muertos, a fin de que llevemos fruto para Dios." Nada puede
ser más claro que esto. El creyente está ahora bajo una obligación a Cristo; unido por una ley a
Cristo. Sólo necesita cumplir "la ley de Cristo". Sería muy irracional pensar proponer que una
mujer tratase de ser obligada a dos maridos a la vez; sin embargo, esta es la ilustración divina del
error de entremezclar las enseñanzas de la ley y las enseñanzas de la gracia. Tener más de un
esposo en sentido espiritual es ofensivo a Dios. En la nueva unión formada con Cristo, como
consecuencia ha de producirse fruto para con Dios. Se refiere aquí al hecho de que la vida del
cristiano y su servicio son posibles por el poder de Dios y por tanto son sobrehumanos.
En medio de los con trastes más marcados entre el reino de las enseñanzas de la ley y el de las
enseñanzas de la gracia queda declarado que estos mandamientos "habían de perecer" y "ser
abolidos". Deberá reconocerse que lo viejo fue abolido para hacer lugar para lo nuevo, que excede
mucho más en gloria. Que la ley haya perecido, no es, por tanto, una pérdida; más bien es una
ganancia incalculable.
Aplicación: Cristo lo ha hecho todo desde el principio cuando estaba muerta en delitos y pecados,
él me rescató y me mostró que con obras nadie se salva por lo tanto debo vivir para agradarle a él

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