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Querido amigo:
Queremos ser discípulos fieles a la voz del Maestro, para tener sus
mismos sentimientos y llenos de alegría por las maravillas que obra
en nosotros, queremos ser misioneros que anuncien a los demás lo
que puede el amor incondicional de Dios.
Cordialmente,
Padre Emiliano
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Hermanos: toda Eucaristía es una acción de gracias. Hoy damos gracias a Dios por todo
lo que nos ha regalado en estos años de SCD a través de los sacerdotes que nos
presentaron, los servidores y los compañeros de itinerario. ¡Cuánta gracia y bondad ha
derramado el Señor sobre cada uno de nosotros y de nuestras familias! Hasta tenemos
una en la casa del Padre, mercedes. Pedimos la plenitud de la vida para ella. En este
marco tan cercano hemos escuchado la Palabra de Dios. En ella se nos recuerda a
nuestro padre en la fe, Abraham. No es casual que quienes queremos tener un mejor y
mayor conocimiento de los contenidos de la fe veamos en las actitudes de Abraham un
camino a imitar. En el Evangelio nos propone lo que debemos evitar (la incoherencia) y
lo que debemos tener (la confianza en el Padre del cielo). De la fe de Abraham al
abandono confiado en las manos del Padre con una vida diaria coherente a lo que
creemos.
¿De dónde nace nuestra fe? a).- Del encuentro personal con Jesucristo: “Quienes
serán sus discípulos ya lo buscan” (Jn 1,38), pero es el Señor quien los llama:
“Sígueme” (Mc 1,14; Mt 9,9). Se ha de descubrir el sentido más hondo de la búsqueda,
y se ha de propiciar el encuentro con Cristo que da origen a la iniciación cristiana. Este
encuentro debe renovarse constantemente por el testimonio personal, el anuncio del
kerigma y la acción misionera de la comunidad. El kerigma no sólo es una eta, sino el
hilo conductor de un proceso que culmina en la madurez del discípulo de Jesucristo. Sin
el kerigma, los demás aspectos de este proceso están condenados a la esterilidad, sin
corazones verdaderamente convertidos al Señor”. (DA 278) Con un hecho de vida el P.
Virgilio explicó el anuncio kerigmático: alumna 5º)
b).- Este encuentro nos exige cambio: “La conversión: es la respuesta inicial de quien
ha escuchado al Señor con admiración, cree en Él por la acción del Espíritu, se decide a
ser su amigo e ir tras de Él, cambiando su forma de pensar y de vivir, aceptado la cruz
de Cristo, consciente de que morir al pecado es alcanzar la vida” (278). En definitiva es
adecuar y adoptar el pensamiento, el sentimiento y la acción de Aquel de quien estoy
experimentando vivamente que me amó y se entregó por mí. Es vida y para la vida. Por
eso lo sigo siendo discípulo junto a otros: “La persona madura constantemente en el
conocimiento, amor y seguimiento de Jesús maestro, profundiza en el misterio de su
persona, de su ejemplo y de su doctrina. Para este paso, es de fundamental importancia
la catequesis permanente y la vida sacramental” (278).
c).- El SCD es un tiempo muy especial de discipulado. Nos dice DA 18: “Conocer a
Jesucristo por la fe es nuestro gozo, seguirlo es una gracia”. “Para cumplir su misión con
responsabilidad personal, los laicos necesitan una sólida formación doctrinal, pastoral,
espiritual y un adecuado acompañamiento para dar testimonio de Cristo” (212).
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d).- Además lo hacemos en un contexto comunitario: “No puede haber vida cristiana
sino en comunidad: familias, parroquias, comunidades de vida consagrada,
comunidades de base, pequeñas comunidades y movimientos. Como los primeros
cristianos, el discípulo participa en la vida de la Iglesia y en el encuentro con los
hermanos, viviendo el amor de Cristo en la vida fraterna solidaria. También es
acompañado y estimulado por la comunidad y sus pastores para madurar en la vida del
Espíritu” (278). Es muy lindo recordar cómo lo hizo y lo hace hoy Jesús según DA 276:
“formó personalmente a sus apóstoles y discípulos: “Vengan y vean” (Jn 1,39), “Yo soy
el camino, la Verdad y la Vida” (Jn 14,6). Con Perseverante paciencia y sabiduría, Jesús
invitó a todos a su seguimiento. A Quienes aceptaron seguirlo, los introdujo en el
misterio del Reino de Dios y, después de su muerte y resurrección, los envió a predicar
la Buena Nueva en la fuerza de su Espíritu. Su estilo se vuelve emblemático para los
formadores y cobra especial relevancia cuando pensamos en la paciente tarea formativa
quela Iglesia debe emprender, en el nuevo contexto sociocultural de América Latina”.
e).- Para ser misionero 1: “transmitir este tesoro a los demás es un encargo que el
Señor, al llamarnos y elegirnos, nos ha confiado” (18) “Aquí está el reto fundamental
que afrontamos: mostrar la capacidad de la Iglesia para promover y formar discípulos y
misioneros que respondan a la vocación recibida y comuniquen por doquier, por
desborde de gratitud y alegría, el don del encuentro con Jesucristo. No tenemos otro
tesoro que éste. No tenemos otra dicha ni otra prioridad que ser instrumentos del
Espíritu de Dios, en la Iglesia, para que Jesucristo sea encontrado, seguido, amado,
adorado, anunciado y comunicado a todos, no obstante todas las dificultades y
resistencias” (14). “El discípulo, a medida que conoce y ama a su Señor, experimenta la
necesidad de compartir con otros su alegría de ser enviado, de ir al mundo a anunciar a
Jesucristo, muerto y resucitado, a hacer realidad el amor y el servicio en la persona de
los más necesitados, en una palabra, a construir el Reino de Dios. La misión es
inseparable del discipulado, por lo cual no debe entenderse como una etapa posterior a
la formación, aunque e la realice de diversas maneras de acuerdo a la propia vocación
y al momento de la maduración humana y cristiana en que se encuentre la persona”
(278).
Queridos hermanos, he querido traer estos textos - para que participemos con mayor
entusiasmo en los itinerarios de formación,- para que compartamos nuestro camino al
estilo de Jesús y responder en cada comunidad con un estilo misionero. Vivamos este
encuentro eucarístico y fraterno, una vivencia más que el Señor nos regala, para que de
la mano de María no tengamos miedo a compartir al Señor, presente en nuestra vida,
como lo hizo ella visitando a suprima Isabel y poniéndose a su servicio.
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Los cinco subrayados recuerdan los cinco “aspectos fundamentales” que aparecen en el n 278, que
recordó nuestro P. Obispo en el segundo congreso diocesano y pertenecen al anhelo de reforzar la
formación cristiana que hace Benedicto XVI en su carta de presentación del DA. Queremos tenerlos muy
presentes este año 2012 que seguimos con la misión continental y el año de la fe.
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2º AÑO