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CASONA DE TALAMBO

Es uno de los monumentos turísticos más importante de la Provincia de Chepén. Se


desconoce su fecha exacta de su construcción, pero es probable que data del siglo
XIX. El edificio, en su mayoría, comprende de adobe, caña brava y vigas de
algarrobo.
Por muchos años fue residencia de los hacendados y en ella se recibió importantes
visitas de la política del país. Un apartado de la casona servía para la administración
de la hacienda. Con la llegada de la Cooperativa se convirtió en la sede
administrativa y gerencial de la misma y en ella se realizaba las asambleas
generales de socios.
Con la parcelación de Talambo en 1992 y ante la inminente venta del edificio a
personas particulares, un grupo de vecinos gestionó la donación a la Parroquia San
Sebastián para fines educativos y culturales. El 18 de Abril 1997 se inaugura un
Museo con 250 piezas arqueológicas (Cultura Mochica, Lambayeque, Chimú,
Chavín).
En los bajos de la Casona Talambo (ahora instalado el Museo Arqueológico) existían
restos del Cepo que eran instalaciones utilizados como trastero en la época de
hacienda. Es de suponer que en la etapa de la independencia del Perú haya servido
como lugar de castigo o de arresto. Por su deterioro todas estas instalaciones están
reformadas. De igual forma el Túnel que unía la Casona con la antigua capilla esta
clausurado.
Una de las ventanas de hierro de la Casona de Talambo es muestra que el edificio
tiene más de 100 años de antigüedad y con cierta influencia colonial.
Por el Museo, el señorío de la construcción y por la importancia que fue en la
hacienda y en la cooperativa, la Casona Talambo es referencia turística de primer
orden en la provincia.
LA SACERDOTIZA DE MORO
Desde su descubrimiento en 1991 por Luis Jaime Castillo y Christopher Donnan, las tumbas de las
Sacerdotisas de San José de Moro fueron motivo de asombro mundial y foco de una intensa
investigación científica dada su extraordinaria riqueza y gran complejidad. Tal como sucedió con el
Señor de Sipán, estas magníficas tumbas de mujeres sirvieron como fuente de información
privilegiada para conocer detalladamente los aspectos más íntimos y complejos del mundo ritual
de los Mochicas.

Dos de las tumbas de cámara encontradas entre 1991 y 1992 contenían los restos de mujeres
sepultadas con atuendos y ornamentos similares a los que porta el personaje femenino que
aparece presentando una copa en la Ceremonia del Sacrificio y Presentación. Esta ceremonia
consistía en un complejo ritual de sacrificios humanos de guerreros Mochicas derrotados en
combates rituales y la posterior ofrenda de su sangre a un “Dios Supremo”.

Las mujeres halladas en SJM fueron enterradas con las "Copas del Sacrificio" y singulares tocados
en forma de penachos que también aparecen en las representaciones iconográficas del arte
Mochica. La importancia y trascendencia de su participación en los rituales religiosos de su
comunidad se ve reflejada en el alto grado de participación social que debió requerir la
elaboración de sus tumbas, la riqueza de sus ofrendas y la complejidad de las ceremonias fúnebres
llevadas a cabo en su honor.

Las cámaras constan de un gran foso cuadrangular de profundidad variable, pero siempre mayor a
los tres metros. En el interior de este gran foso se construyó una habitación o cámara con paredes
de adobes y nichos en las paredes. El interior de estos contextos funerarios parece haber estado
dividido en dos sectores: una antecámara directamente debajo del foso de entrada y la cámara
funeraria donde se depositó el ataúd del ocupante principal, sus ofrendas y, en algunos casos,
entierros adicionales.

El ajuar funerario hallado en estas tumbas incluyó finas piezas de cerámica, collares de cuentas de
varios colores, artefactos de metal, hueso, entre otros. Estas Sacerdotisas fueron colocadas dentro
de un ataúd de cañas de forma rectangular, en cuyos lados se adhirieron placas de metal con
diseños antropomorfos.

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