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Nombre: Salazar Vidales Juan Carlos

La fuerza interpretativa de la analogía en el estudio hermenéutico de la tradición


filosófica novohispana. Hacia una crítica del capitalismo posmoderno

¿Cuál sería la manera más congruente de comenzar este escrito? ¿Con una
pregunta? ¿Qué época es ésta? Quizá. Antes interpretar al mundo, de arrojarme a
otros pasajes, encontrarme con diversos pensamientos, con otras culturas, con
ustedes que escuchan o leen esto, quiero saber qué época es esta, en la que me
encuentro ordenado. ¿Por qué? En un mundo en el que somos, parece ser que ya
estamos ordenados, dirigidos, con interpretaciones de la cotidianeidad en la cual
cada uno de nosotros hemos de estar. ¿Pueden estas interpretaciones ya dadas
impedir que haya un encuentro, que nos acerquemos a entendernos, a
investigarnos?

Si aquellas interpretaciones en las cuales nos hemos de mover desde nuestra


caída al mundo nos impiden hallarnos en un encuentro, ¿qué debemos entonces
interpretar para que no seamos una alteridad inaceptable? Con todas estas
preguntas intento señalar distintas preocupaciones. Una, cuáles son las
interpretaciones desde las cuales estamos en el mundo y si éstas nos permiten o
no estar en encuentro entre nosotros. Otra, pensando que exista un marco
interpretativo desde el cual somos, y no nos permita encontrarnos en un
conocimiento de la alteridad, ¿qué debemos, entonces, interpretar para sí
lograrlo?

Parece ser que esta época se encuentra en un divagar de interpretaciones, en un


ir y venir de pensamientos que parecen no hallarse, muchas veces, en una misma
dirección. Y sin embargo, aunque cada una vaya en distinto sentido, son igual de
correctas. Qué importa si alguien no se halla en encuentro con aquél por ser de
distinta región a la suya, o lengua, u opinión. Qué importa si universitarios se
distinguen y se rechazan por enfocarse en distintos objetos de estudio.

Más precisamente, observo, si es que no he de errar en mi juicio, nos hallamos en


un imperio de la hermenéutica anarquista. Aquél que tenga en su poder la manera
de imponer una interpretación del mundo, parece ser bien recibida. Pues, si nos
hallamos en un navegar interminable de interpretaciones, sin saber cuál es la
correcta, porque parecen serlo todas, cada una pierde una importancia a tal grado
que lo que sea que nosotros pensemos del lugar en donde somos (habitamos),
nos es indiferente.

¿La indiferencia no sería un indicador de que esta época aceptaría la diferencia


aun cuando aquello que se diferencie de lo demás tenga que ser impuesto?
Parece ser que sí. Perder la brújula del significado al cual dirigir nuestra
circunstancia, nos va costar y nos seguirá costando, hallarnos en un encuentro.
¿Qué sucedió con la búsqueda de Verdad? ¿Acaso alguien escuchando esto
pensaría que podemos hallarnos a nosotros dirigiéndonos hacia una dirección con
sentido? Más allá de un acuerdo, un encuentro.

Al punto al que quisiera llegar con este brevísimo escrito no es buscar un método
científico con el cual podamos encontrar una certeza del significado de nosotros,
de quienes somos, y tampoco una imposición arbitraria de lo anterior, sino más
bien comenzar a desarrollar la creatividad que permita pensar en caminos para
hallarnos en un encuentro entre nosotros.

Es posible que esta hermenéutica de la que he hablado no se vea, en un primer


momento, cómo se relaciona con la interpretaciones de textos antiguos o de
distinta región de a la nuestra. Quizá ésta no quede delimitada a ello, sino dirigida
hacia las interpretaciones de las cuales somos participes y que nos implican cada
día, en cada situación. Y sólo si esta labor es llevada a cabo, dirigir la técnica y la
creatividad para el encuentro a textos, a pintura, a cada representación que
pudiera o no estar alejada por distancia de territorio o tiempo del que se viva en
este momento.

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