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Elementos: Conducta o hecho, tipicidad, antijuridicidad, culpabilidad y punibilidad.

Aspectos negativos: Ausencia de conducta o de hecho, atipicidad, causas de justificación inculpabilidad


y excusas absolutorias.

TEORÍAS QUE ESTUDIAN EL DELITO Y SUS ELEMENTOS:

Teorías Causalistas y finalistas de la acción: Estudian lo relacionado al resultado penal, en la búsqueda


explicatoria, teniendo como eje común la conducta.

Teoría Psicologista: El delito radica en un hecho de carácter psicológico, dejando de lado toda valoración
jurídica para la antijuricidad, ya supuesta, la esencia del delito consiste en el proceso intelectual-volitivo
desarrollado en el autor.

Teoría Normativista: El punto principal de estudio son las normas.


Modelo lógico: Estudia al delito a partir de situaciones o hechos conocidos, por sus factores
constitutivos.

Teoría Sociologista: Sostiene que el delito es un fenómeno o hecho natural, resultado de fenómenos
sociológicos.

PRESUPUESTOS DEL DELITO: Autores como Manzini, Massari, Riccio y Porte Petit, al referirse a los
Presupuestos del Delito, los consideran como las circunstancias jurídicas o de hecho, cuya existencia
debe ser previa a la realización del Delito; clasifican a los Presupuestos en: Generales cuando
necesariamente deben concurrir para la configuración de cualquier delito, pues su ausencia implica la
imposibilidad de integrarlo, por ejemplo la norma penal, el sujeto activo y el pasivo, así como el bien
jurídico y Especiales a los condicionantes de la existencia de un delito concreto y cuya ausencia puede
originar la no aparición del delito, como la falta de preñez para la comisión del aborto o bien el cambio
del tipo delictivo, por ejemplo, la ausencia de relación de parentesco en el parricidio, que ubica el hecho
en el tipo de homicidio.
Sujeto activo: Sólo el hombre es Sujeto activo del Delito, por que esta provisto de capacidad y voluntad,
y puede su acción u omisión, infringir los ordenamientos jurídicos penales. Francisco Pavón Vasconcelos:
Una persona es sujeto activo cuando realiza la conducta o el hecho típico, antijurídico, culpable y
punible, siendo autor material del delito, o bien cuando participa en su comisión, contribuyendo a su
ejecución en forma intelectual al proponer, instigar o compeler (autor intelectual) o simplemente
auxiliando al autor con anterioridad a su realización, ya sea al mismo tiempo o después de su
consumación (cómplice o encubridor). En épocas anteriores se consideró a los animales como sujetos
capaces de delinquir. Raúl Carrancá y Trujillo: “En el antiguo oriente, Grecia, Roma, la Edad Media y la
Moderna, y aún en nuestro siglo. La evolución de las ideas al respecto ofrece tres periodos: fetichismo o
humanización; simbolismo por el cual se castigó para ejemplarizar, pero reconociéndose que el animal
no delinquía (acción pauperies romana: pauperies est dannum sine injuria facientis datum; necessim
potestat animal injuria facisse, quo sensu caret); y por ultimo, sanción para el propietario del animal
dañoso por medio del abandono noxal a titulo de indemnización. La Edad Media ofrece ejemplos
numerosos de procesos contra los animales y ADOSSIO ha podido reunir 144 de dichos procesos
relativos a caballos homicidas, cerdos infanticidas, perros acusados de crimen bestialitis, topos,
langostas y sanguijuelas, etc. CHASSANÉE y BAILLY ganaron celebridad como abogados defensores de
tales absurdos sujetos. Todavía modernamente, Jiménez de Asúa registra más ejemplos: en Troyes
(1845) fue sentenciado un perro por cazador furtivo; en Leeds (1861), un gallo por haber picoteado el
ojo de un niño, y en Londres (1897) el elefante “Charlie” a quien el jurado absolvió por legítima defensa.
Los revolucionarios bolcheviques fusilaron en E Katerimburg (1917) ‘por burgues’ al caballo ‘Krepich’,
pensionado por su dueño, el zar, después de haber ganado tres ‘derbys’...”. Podemos observar que el
criterio que ve a la persona humana como único sujeto activo del delito y señala en su apoyo a los
principios de imputabilidad y de personalidad de la pena, ha encontrado consagración en nuestros
textos positivos. Así tenemos que el articulo 33 del Código Penal de 1929 declaró que la responsabilidad
no trasciende de la persona y bienes del delincuente y tal parece dicho criterio el adoptado por el
Código Vigente al prescribir en su articulo 10: “La responsabilidad penal no pasa de la persona y bienes
de los delincuentes, excepto en los casos especificados por la ley”. El articulo 11 lo confirma cuando
remitiéndose a los casos especificados en la ley autoriza al juez la suspensión o disolución de las
agrupaciones, tales como sociedades, corporaciones o empresas de cualquier clase, con excepción del
Estado, cuando alguno de sus miembros o representantes jurídicos cometa un delito con los medios que
para tal objeto le proporcionen las mismas entidades, de modo que resulte cometido a nombre o bajo el
amparo de la representación social o en beneficio de ella; las personas jurídicas (morales) no son sujetos
activos de delito, por lo que no se les puede exigir responsabilidad en cuanto a los actos ejecutados por
las personas físicas que obren en su nombre o representación; se ha considerado prudente establecer la
posibilidad de imponerles las sanciones que las leyes autoricen con independencia de la responsabilidad
personal. Tiene valor el criterio que limita la responsabilidad de las personas morales al campo del
Derecho Privado, y fundamentalmente al aspecto patrimonial, en orden a la implicación, por cuanto a
ellas respecta, del concepto de imputabilidad. Concluyendo que la persona moral no delinque.

Sujeto pasivo: Se conoce al titular del Derecho o interés lesionado o puesto en peligro por el delito. En
consideración que la ley tutela bienes no sólo personales sino colectivos, se consideraran sujetos
pasivos:

a) Persona Física: sin limitaciones, después de su nacimiento, ejemplo infanticidio, homicidio, parricidio,
lesiones, etc. e incluso antes del nacimiento como en el caso del aborto, protegiéndose además, los
bienes jurídicos de la vida y la integridad corporal, otros como la paz y la seguridad, la salud, el estado
civil, el honor, la libertad y el patrimonio.

b) Persona Moral o jurídica: Sobre quien puede recaer también la conducta delictiva, lesionando bienes
jurídicos como el patrimonio.
c) Estado: Como poder jurídico que es, resulta ser indiscutiblemente, el titular de bienes que se
encuentran protegidos por el ordenamiento jurídico penal, por lo que puede ser ofendido o víctima de
la conducta delictiva.

d) Sociedad: En general también es sujeto pasivo, al considerar los casos de delitos contra la economía
pública y contra la moral pública.

Los muertos y los animales no pueden ser sujetos pasivos del delito, ya que ni unos ni otros son titulares
de bienes jurídicos, ya que en los casos de la violación del sepulcro o la profanación de un cadáver,
constituyen atentados en los que el sujeto pasivo resulta ser la sociedad o los familiares del difunto.

Objeto material: Objeto del delito: “Persona o cosa o el bien o el interés jurídico, penalmente
protegidos”; los tratadistas han distinguido entre el objeto material y el objeto jurídico. Objeto material:
“Persona o cosa sobre la que recae el delito”; lo son cualquiera de los sujetos pasivos (Persona física,
moral o jurídica, el Estado o la sociedad), o bien las cosas animadas o inanimadas.
Objeto jurídico: “El bien o el interés jurídico, objeto de la acción incriminable”, vida, integridad corporal,
libertad sexual, reputación, propiedad.

CONDUCTA: El delito ante todo es una conducta humana; por lo que para expresar este elemento del
delito-conducta, se han usado diversas denominaciones: acto, acción, hecho. Es preferible utilizar el
término conducta, ya que dentro de él se puede incluir correctamente tanto el hacer positivo como el
negativo.

Teorías que la explican.


a) Radbruch: “No es posible subsumir la acción en sentido estricto y la omisión, bajo una de las dos
categorías, de la misma manera que no se puede colocar “a” y “no a” bajo uno de los dos extremos.
Dentro del concepto conducta puede comprenderse la acción y la omisión, es decir, el hacer positivo y el
negativo, el actuar y el abstenerse de obrar”.

b) Porte Petit: Fernando Castellanos: Porte Petit se muestra partidario de los términos conducta y hecho
a efecto de denominar al elemento objetivo del delito, Petit dice: “Pensamos, no es la conducta
únicamente, como muchos expresan, sino también el hecho elemento objetivo del delito, según la
descripción del Tipo”. Para apoyar su postura, Petit cita las opiniones de Cavallo: El hecho en sentido
técnico, es el conjunto de los elementos materiales del mismo que realiza la lesión o el peligro a un
interés plenamente protegido. Y Battaglini: El hecho en sentido propio, es solamente el hecho material,
que comprende la acción y el resultado. De acuerdo a lo anterior, resulta que a veces el elemento
objetivo del delito es la conducta (si el tipo legal describe simplemente una acción o una omisión) y
otros el hecho cuando la ley requiere (además de la acción o de la omisión) la producción de un
resultado material, unido por un nexo casual. Esto es si el delito es de mera actividad o inactividad, debe
hablarse de conducta de hecho, cuando el delito es de resultado material, según la hipótesis típica. La
Teoría de Porte Petit distingue la conducta del hecho; éste se compone de una conducta, un resultado y
un nexo causal.

Concepto de conducta: Comportamiento humano voluntario, positivo o negativo, encaminado a un


propósito.
Delito de acción, el resultado y la relación de causalidad.

a) Delito de acción: La conducta puede manifestarse mediante su aspecto positivo o negativo, es decir
por actos u omisiones, por lo que estos, son los dos únicos modos que reviste la conducta incriminable,
la acción en el aspecto positivo o stricto sensu es denominado por el Código Penal acto y en el negativo,
omisión. La acción lato sensu se entiende para los efectos penales como la conducta humana voluntaria
manifestada por medio de una acción en sentido estricto (acto) o de una omisión; esto es, en el acto se
realiza una actividad positiva, se hace lo que no se debe hacer, se actúa violando una norma que
prohíbe; en la omisión se realiza una conducta negativa, se deja de hacer lo que se debe hacer, se omite
la obediencia a una norma que impone el deber hacer. Jiménez de Asúa ha definido a la acción lato
sensu como “la manifestación de voluntad que mediante acción u omisión, causa un cambio en el
mundo exterior”. Es una conducta humana productora de un resultado y que reviste la forma de acto o
la de omisión.

b) El resultado: La acción es causa de un resultado, que es “la modificación del mundo exterior”. Así
pues, observando a la base típica del resultado, también se le define como la total realización típica
exterior, o sea la conducta corporal del agente y el resultado externo que ella causa. Raúl Carrancá pone
el siguiente ejemplo: “En un homicidio por acto de disparo de arma de fuego sería, pues, resultado
apuntar y disparar el arma, el curso de la bala, el toque de está en el cuerpo de la víctima, la lesión y,
finalmente, la muerte”. El resultado comprende tanto las modificaciones de orden físico, como las de
orden jurídico y ético, tanto las cosas materiales como los estados de animo del sujeto pasivo y de la
sociedad; Assúa: “Es no sólo el cambio en el mundo material sino también mutación en el mundo
psíquico y aún el riesgo o peligro”.

c) La relación de causalidad: Entre la acción y el resultado debe haber una relación de causa a efecto, y
es causa tanto la actividad que produce inmediatamente el resultado como la que lo origina
mediatamente, o sea por elementos penalmente inoperantes per se, pero cuya eficiencia dañosa es
aprovechada. Tanto la acción stricto sensu (acto) como la omisión se integran por estos tres elementos,
pero en el acto la manifestación de voluntad es siempre un movimiento muscular, mientras que la
omisión es inactividad; el resultado es en el acto cambio sensible a los sentidos y en la omisión puede
serlo, pero también puede ser simple conservación de lo existente, y en cuanto a la relación de
causalidad, que en el acto es fuerza directamente causal de resultado, en la omisión carece de esa
eficacia directa por razón de la misma inactividad, pero no de la indirecta.

El delito de omisión, clases y problemática fundamental.

a) El delito de omisión, concepto.

Toda vez que la acción es una conducta positiva, la omisión es una forma de conducta negativa, o
inacción, consistente en el no hacer, en la inactividad voluntaria frente al deber de obrar consignado en
la norma penal. De manera general podemos observa que los autores para dar un concepto de la
omisión, invariablemente aluden a sus elementos integrantes: inactividad y voluntariedad;
Cuello Calón: “La omisión es la conducta negativa. Más no toda inactividad es omisión, ésta inactividad
voluntaria. Puede definirse la omisión como la inactividad voluntaria cuando la norma penal impone el
deber de ejercitar un hecho determinado.”

Cavallo: “Omisión pude definirse como la abstención del cumplimiento de una acción que se tenía la
obligación de realizar, que se expresa en una conducta que realiza una situación distinta de la querida
por la norma”.

Maggiore: “Es omisión toda inercia de la voluntad, consistente en alguna abstención, dolosa o culposa,
de la acción material contraria a la obligación de obrar y que produce alguna mutación en el mundo
exterior”.

Jiménez Huerta: “Es una inacción corporal, un estado de quietud de aquellas partes del cuerpo cuyos
movimientos dependen de la voluntad que es, como la acción, forma integrante de la conducta, pues la
inactividad es un comportamiento frente al mundo externo”.

Mezguer: “Los delitos de omisión consisten en un no hacer cuyo fundamento lo constituye la acción
esperada y exigida sin la cual no es posible hablar de omisión en sentido jurídico”.
Elementos que integran la omisión:

I. La voluntad en la omisión consiste en querer no realizar la acción esperada y exigida.

II. Conducta inactiva o inactividad estriba en una abstención o inactividad voluntaria o involuntaria,
violando una norma preceptiva, imperativa, no se hace lo que debe hacerse.

III. Deber Jurídico de obrar, queda contenido a la omisión, no puede encontrarse más que en una norma
penal por ser los delitos de omisión simple incumplimiento a mandatos de hacer contenidos en los tipos
penales.

b) Clases de delitos de omisión.


- Omisión simple o propia, originante de los delitos de simple omisión.

- Omisión impropia, que da nacimiento a los delitos de comisión por omisión.

Presentan ciertas similitudes pero a la vez diferencias esenciales. La esencia de la omisión impropia Ó
comisión por omisión, se encuentra en la inactividad voluntaria que al infringir un mandato de hacer
acarrea la violación de una norma prohibitiva o mandato de abstenerse, produciendo un resultado tanto
típico como material, Cuello Calón: “la omisión impropia consiste en producir un cambio en el mundo
externo, mediante la omisión de algo que el Derecho ordenaba hacer”.

Estaremos en presencia de un delito de comisión por omisión cuando el agente llega a producir un
resultado material típico a través de una inactividad o no hacer voluntario o culposo, con violación de
una norma preceptiva y de una norma prohibitiva.

Elementos de la omisión impropia:

a) Voluntad,
b) Inactividad o no hacer, cuya relevancia jurídica se encuentra en la acción esperada y exigida, y

c) Un deber de obrar y/o un deber jurídico de abstenerse que resultan violados.

Diferencias fundamentales entre la omisión simple y la comisión por omisión:

1. En la omisión simple se viola únicamente una norma preceptiva penal, en tanto en los delitos de
comisión por omisión, se violan una norma preceptiva penal o de otra rama del Derecho y una norma
prohibitiva de naturaleza estrictamente penal.

2. En los delitos de omisión simple sólo se da un resultado jurídico, en los de comisión por omisión, se
produce un resultado tanto jurídico como material.

3. En la omisión simple es la omisión la que integra el delito, mientras que la comisión por omisión es el
resultado material lo que configura el tipo punible.
c) Problemática fundamental del delito de omisión.

Este punto de estudio, nace en virtud de que el problema de la causalidad se agudiza en los delitos de
comisión por omisión; ya que se dice que si la omisión consiste en un no hacer, a quien nada hace no se
le puede exigir responsabilidad alguna; ya que, de la nada, nada puede resultar.

Fernando Castellanos hace mención que para Sebastián Soler, “la mera abstención causal se transforma
en omisión causal y punible cuando el acto que hubiera evitado el resultado era jurídicamente exigible”,
por lo que interpretando a Soler, se debe de entender que ese deber de obrar subsiste en tres casos
diferentes: 1º Cuando emana de un precepto jurídico específico; 2º Si existe una obligación
especialmente contraída a ése fin y, 3º Cuando un acto precedente impone esa obligación.

Edmundo Mezger, hace referencia que la clave del problema es la acción esperada, ¿Hubiera sido
impedido el resultado que el derecho desaprueba, por la acción esperada? Se responde
afirmativamente, la omisión es causal en orden al resultado. Para Mezger el problema se resuelve si in
mente imaginamos ejecutado el acto omitido, si subsiste el resultado, la abstención no será su causa;
sólo adquirirá tal carácter si en nuestra imaginación, supuesta la realización del acto, desaparece el
resultado.
Ausencia de conducta: El delito no se integra, si falta alguno de sus elementos esenciales, lo que trae
como resultado que si la conducta está ausente, evidentemente no habrá delito a pesar de las
apariencias. La ausencia de conducta, es uno de los aspectos negativos, o impeditivos de la formación de
la figura delictiva, por ser la actuación humana, positiva o negativa, es decir, la base indispensable del
delito como de todo problema jurídico. De lo anterior y con referencia al texto original de la fracción I
del artículo 15 del Código Penal Federal, creemos que no era indispensable la inclusión en la ley de todas
las formas de excluyentes de responsabilidad por ausencia de conducta, pues resulta evidente que
cualquier causa capaz de eliminar este elemento básico del delito –conducta-, impediría la integración
de éste, con independencia de que lo dijera o no el legislador expresamente en el capítulo de los
eximentes; ahora el Código penal Federal, en la reforma a la fracción I del citado artículo 15, capta todas
las especies de ausencia de conducta, mediante una amplia fórmula genérica “El hecho se realice sin
intervención de la voluntad del agente”. Una de las causas impeditivas de la integración del delito por
ausencia de conducta, es la llamada vis absoluta, o fuerza física exterior irresistible a que se refería la
fracción I del artículo 15 del Código Penal Federal, antes de la reforma y que cabe perfectamente en la
nueva disposición transcrita. En el fondo de esta eximente en vano se ha querido encontrar una causa
de inimputabilidad; cuando el sujeto se halla compelido por una fuerza de tales características, puede
ser perfectamente imputable, si posee salud y desarrollo mentales para comportarse en el campo
jurídico penal, como persona capaz. Por lo mismo, no se trata de una causa de inimputabilidad; la
verdadera naturaleza jurídica de esta excluyente debe buscarse en la falta de conducta.

Pacheco en su Código Penal Concordado y Comentado, con acierto dice: “la aparente conducta,
desarrollada como consecuencia de una violencia irresistible, no es una acción humana en el sentido
valorativo del Derecho, por no existir la manifestación de voluntad; por lo que quien obra en ese
instante así, no es un hombre, sino un mero instrumento”. Al respecto Fernando Castellanos agrega que
“quien es violentado materialmente (no amedrentado, no cohibido, sino forzado de hecho) no comete
delito, es tan inocente como la espada misma de que un asesino se valiera”. Insistimos en referencia a
que no es necesario que la legislación positiva enumere todas las excluyentes por falta de conducta, ya
que cualquier causa capaz de eliminar ese elemento básico del delito, será suficiente para impedir la
formación de éste, con independencia de lo que diga o no expresamente el legislador. Resulta unánime
el pensamiento, en el sentido de considerar también como factores eliminatorios de la conducta a la vis
maior (fuerza mayor) y a los movimientos reflejos. Estos operan porque su presencia demuestra la falta
de elemento volitivo, indispensable para la aparición de la conducta que, como se ha mencionado, es
siempre un comportamiento humano voluntario. Debemos hacer hincapié en que la vis absoluta y la vis
maior difieren por razón de su procedencia; la primera deriva del hombre y la segunda de la naturaleza
humana. Por su parte los actos reflejos son movimientos corporales involuntarios, sin embargo si el
sujeto puede controlarlos o por lo menos retardarlos, ya no funcionan como factores negativos del
delito.

Fernando Castellanos cita: “para algunos penalistas son verdaderos aspectos negativos de la conducta:
el sueño, el hipnotismo y el sonambulismo, pues en tales fenómenos psíquicos el sujeto realiza la
actividad o inactividad sin voluntad, por hallarse en un estado en el cual su conciencia se encuentra
suprimida y han desaparecido las fuerzas inhibitorias. Otros especialistas los sitúan entre las causas de
inimputabilidad”. Ahora bien, en opinión de Ignacio Villalobos, en el sonambulismo si existe conducta,
más falta una verdadera conciencia; el sujeto se rige por imágenes de la subconciencia, provocadas por
sensaciones externas o internas y por estímulos somáticos o psíquicos; esas imágenes sólo producen
“una especie de conciencia” no correspondiente a la realidad (inimputabilidad). En cuanto al hipnotismo
sostiene que la inimputabilidad deriva del estado que guarda el individuo, en el que se dice hay una
“obediencia automática” hacia el sugestionador, sin que tenga relevancia el argumento, comúnmente
esgrimido, respecto a que no es posible llevar a cometer a un delito a quien siente por él verdadera
repugnancia; pero aún admitiendo esto, no debe perderse de vista que solo se sanciona a quienes
mediante su discernimiento y voluntad cometen el hecho penalmente tipificado y si éste se consuma
debido a la sugestión hipnótica, por un trastorno funcional de las facultades de conocer y querer,
trátese de una inimputabilidad. Por último en cuanto al sueño menciona que este puede dar lugar a una
ausencia de conducta, pero también, según el caso a una actio liberae in causa, cuando el responsable la
prevé y la consiente al entregarse al sueño; finalmente admite la posibilidad de que se configure una
inimputabilidad, si entre el sueño y la vigilancia existe un oscurecimiento de la conciencia y una facilidad
de asociación de la realidad con las ilusiones o alucinaciones oníricas, que hagan al sujeto consumar
actos mal interpretados y que, por supuesto, resulten tipificados penalmente.
TIPICIDAD: El segundo elemento del delito. Para la existencia del delito se requiere una conducta o
hecho humano, sin embargo no toda conducta o hechos son delictuosos; precisa además, que sean
típicos, antijurídicos y culpables. La tipicidad es uno de los elementos esenciales del delito cuya ausencia
impide su configuración, habida cuenta de que la Constitución Política de Mexico establece en el artículo
14: “En los juicios de orden criminal queda prohibido imponer, por simple analogía y aún por mayoría de
razón, pena alguna que no esté decretada por una ley exactamente aplicable al delito de que se trata; lo
que significa que NO EXISTE DELITO SIN TIPICIDAD”. Es importante no confundir el tipo con la tipicidad.
El tipo es la creación legislativa, la descripción que el Estado hace de una conducta en los preceptos
penales. En consecuencia la tipicidad es la adecuación de una conducta concreta con la descripción legal
formulada en abstracto. Basta que él suprima de la Ley Penal un tipo, para que el delito quede excluido.
Existen tipos muy completos, en los cuales se contienen todos los elementos del delito, como ocurre, en
el allanamiento de morada, en donde resulta fácil advertir la referencia típica a la culpabilidad, al aludir
a los conceptos “con engaños”, “furtivamente”, etc. En este caso como en otros análogos, es correcto
decir que el tipo consiste en la descripción legal de un delito. Sin embargo, en ocasiones la ley se limita a
formular la conducta prohibida (en los delitos omisivos); entonces no puede hablarse de descripción del
delito, sino de una parte del mismo. Lo que no puede variar es la descripción del comportamiento
antijurídico. Podemos definir a la tipicidad como “el encuadramiento de una conducta con la descripción
hecha en la ley, la coincidencia del comportamiento con el descrito por el legislador. Para Celestino
Porte Petit la tipicidad es la adecuación de la conducta al tipo que se resume en la fórmula “nullum
crimen sine tipo”.

Elementos del tipo: El tipo legal se presenta ordinariamente como una mera descripción de la conducta
humana, aquí añadimos que además en otras ocasiones el tipo describe el efecto o resultado material
de la acción u omisión, o bien contiene referencias a los sujetos, a los medios de comisión
específicamente requeridos por la figura especial, a modalidades de la propia acción que forma parte
del tipo, o que hacen referencia a determinados estados de ánimo o tendencias del sujeto, al fin de la
acción, etc. Es por ello y para efectos didácticos que surge la necesidad de estudiar por separado los
distintos elementos que entran en la integración de los tipos lo cual será de innegable utilidad para
precisar posteriormente, los efectos de su ausencia, elementos que pueden ser de naturaleza objetiva,
normativa o bien subjetiva.

1. Elementos objetivos. Por estos, debemos entender aquellos susceptibles de ser apreciados por el
simple conocimiento y cuya función es descubrir la conducta o el hecho que pueden ser materia de
imputación y de responsabilidad penal. Aunque el núcleo del tipo lo constituye la acción u omisión
trascendentes para el derecho, expresado comúnmente por un verbo y muy excepcionalmente por un
sustantivo, son igualmente elementos del tipo todos los procesos, estados, referencias, etc. conectados
a la conducta y que resultan modalidades de la misma cuando forman parte de la descripción legal.

Según Mezguer: “Estas modalidades no interesan en principio a la ley y por ende no influyen en la
tipicidad de la conducta o del hecho, pero en ocasiones la adecuación típica sólo puede producirse
cuando se satisfacen las exigencias concretas a la ley”. Esas modalidades son:

a) Calidades referidas al sujeto activo.

b) Calidades referidas al sujeto pasivo.


c) Referencias temporales y espaciales.

d) Referidas a la media de comisión.

e) Referidas al objeto material.

2. Elementos normativos. Son presupuestos del injusto típico que solo pueden ser determinados
mediante una especial valoración de la situación del hecho. Es decir, los elementos normativos forman
parte de la descripción contenida en los tipos penales y se les denomina normativos por implicar una
valoración de ellos por el aplicador de la ley. Dicha valoración se reputa necesaria para poder captar su
sentido pudiendo ser eminentemente jurídico, de acuerdo con el contenido iuris del elemento
normativo, o bien cultural, cuando se debe realizar de acuerdo a un criterio extrajurídico.

Podemos citar como un ejemplo de elemento normativo según nuestro derecho positivo el artículo 178
del Código Penal Federal que menciona “al que, sin causa legítima rehusase prestar un servicio de
interés público”. Para Jiménez de Asúa, “los elementos normativos se encuentran vinculados a la
antijuridicidad, pero no puede por ello excluírseles de la descripción típica y negarles su carácter de
elementos”.
3. Elementos subjetivos. Se habla de que los tipos contienen muy frecuentemente elementos subjetivos
por cuanto están referidos al motivo y al fin de la conducta descrita. Estos elementos, exceden del mero
marco de referencias típicas, pues su existencia es indudable estén o no incluidos en la definición del
tipo cuando éste los requiere; por ello a estos elementos se les ha venido denominando elementos
subjetivos del injusto.

Pavón Vasconcelos, hace mención, de que los autores están de acuerdo en señalar a Harold Fischer
como el primero en referirse a ciertos momentos subjetivos que intervienen en la necesaria relación
entre lo antijurídico de la acción se califica en razón del propósito del agente. Sin embargo y a pesar de
la concepción objetiva de la antijuridicidad (lo injusto) del pensamiento de Fischer, el autor reconoce la
existencia de determinadas conductas o hechos en los cuales solo es posible precisar su ilicitud cuando
se dan algunas referencias subjetivas. Estas quedan, en general, incluidas en la culpabilidad, salvo
cuando se conectan con la intención o el propósito, en cuyo caso se les relaciona con antijuridicidad.

Para Pavón Vasconcelos: “Los elementos subjetivos deben estudiarse dentro de la teoría del tipo y de la
tipicidad. Las referencias objetivas no pueden ubicarse, de buenas a primeras, en el ámbito de tal o cual
elemento del delito; ello hace necesario el estudio de cada tipo en particular”.

La referencia a la culpabilidad en ocasiones se manifiesta con el uso de expresiones que aluden a la


intención, al dolo del agente, como por ejemplo: Voluntariamente, con intención, intencionalmente,
maliciosamente, deliberadamente, etc. De la misma forma la referencia al móvil revela la exigencia del
tipo para comprobar la culpabilidad. El propósito o la finalidad hacen clara la vinculación de los
elementos subjetivos a la antijuridicidad.
El tipo de injusto del hecho imprudente: El tipo es la creación legislativa, la descripción que el Estado
hace de una conducta en los preceptos penales, en consecuencia podemos observar que existen tipos
muy complejos; en ocasiones la ley es limitativa al formular únicamente la conducta prohibitiva, lo que
trae como consecuencia el no poder hablar de la descripción de un delito, sino de una sola parte del
mismo. Aquí lo invariable es la descripción del comportamiento antijurídico, a menos que opere un
factor de exclusión del injusto como puede ser el caso del hecho imprudente; ya que obra
imprudencialmente el que realiza el hecho típico incumpliendo un deber de cuidado que las
circunstancias y condiciones personales le imponen.

Atipicidad: La ausencia de tipicidad o atipicidad constituye el aspecto negativo de la tipicidad, impeditivo


de la integración del delito, más no equivale a la ausencia del tipo, ya que ésta (consecuencia del tipo)
supone la falta de previsión en la ley de una conducta o hecho; en cambio hay atipicidad, cuando el
comportamiento humano concreto, previsto legalmente en forma abstracta, no encuentra perfecta
adecuación en el precepto por estar ausente alguno o algunos de los requisitos constitutivos del tipo.
Atipicidad es pues, ausencia de adecuación típica:

Concretamente se originan las siguientes hipótesis de atipicidad:


a) Cuando falta la calidad exigida por el tipo en cuanto al sujeto activo;

b) Cuando falta la calidad exigida por el tipo, respecto del sujeto pasivo;

c) Cuando hay ausencia de objeto o bien existiendo éste no se satisfacen las exigencias de la ley cuanto a
sus atributos;

d) Cuando habiendo dado la conducta, están ausentes las referencias temporales o especiales exigidas
por el tipo:

e) Cuando no se dan en la conducta o hecho concretos los medios de comisión señalados por la ley, y

f) Cuando están ausentes los elementos subjetivos del injusto, requeridos expresamente por el tipo
legal.
ANTIJURIDICIDAD: El delito es conducta humana, pero no toda conducta humana es delictuosa, precisa,
además que sea típica, antijurídica y culpable. En esta Unidad estudiaremos el elemento antijuridicidad
o antijuricidad, como un elemento esencial para la integración del Delito.

Dificultad para definirla positivamente: La antijuridicidad es un concepto negativo, lo cual lo observamos


en el prefijo “anti”, por lo que resulta lógicamente difícil para dar sobre ella una idea positiva, sin
embargo, comúnmente se acepta como antijurídico lo contrario al Derecho. Fernando Castellanos, cita a
Javier de Alba Muñoz, en el sentido de que éste autor escribe: “El contenido último de la antijuridicidad
que interesa al jus-penalista, es, lisa y llanamente, la contradicción objetiva de los valores estatales... en
el núcleo de la antijuridicidad, como en el núcleo mismo de todo fenómeno penal, existe solo el poder
punitivo del Estado valorando el proceso material de la realización prohibitiva implícitamente”. Esto es
que para Alba Muñoz, actuará antijurídicamente quien contradiga un mandato del Poder. La
antijuridicidad es puramente objetiva, atiende solo al acto, a la conducta externa. No debemos de
olvidar que para poder afirmar que una conducta es antijurídica, es forzoso un juicio de valor, una
estimación entre esa conducta en su parte material y la escala de valores del Estado. Para Porte Petit,
“Una conducta es antijurídica cuando siendo típica no está protegida por una causa de justificación”. Lo
cierto es que la antijuridicidad radica en la violación del valor o bien protegido a que se contrae el tipo
penal respectivo.
Causas de justificación.

Debemos de entender por causas de justificación, “aquellas condicionantes que tienen el poder de
excluir la antijuridicidad de una conducta típica”. Representan un aspecto negativo del delito, en
presencia de alguna de ellas falta uno de los elementos esenciales del delito, la antijuridicidad. En tales
condiciones la acción realizada, a pesar de su apariencia, resulta conforme a Derecho. Estas causas de
justificación, se conocen también, como causas eliminatorias de la antijuridicidad, causas de licitud, etc.
No se debe confundir las causas de Justificación con las causas excluyentes del delito: Son causas
excluyentes del delito: ausencia de conducta, atipicidad, causas de justificación, causas de
inimputabilidad y causas de inculpabilidad. Las justificantes no deben ser confundidas con ninguna de
las eximientes mencionadas en el párrafo anterior. Entre ellas existe una distinción precisa en función de
los diferentes elementos esenciales del delito que anulan. Las causas de justificación son objetivas,
referidas al hecho o impersonales. Las de Inculpabilidad o eximientes son de naturaleza subjetiva,
personal e intransitiva. Los efectos de las causas de justificación son erga omnes respecto a los
partícipes y en relación con cualquier clase de responsabilidad jurídica que se pretenda derivar del
hecho en sí mismo. A su vez, las causas de inculpabilidad difieren de las de inimputabilidad, en tanto las
primeras se refieren a la conducta completamente capaz de un sujeto, las segundas afectan
precisamente ese presupuesto de capacidad para obrar penalmente en diversa forma y grado.

Como las causas de justificación recaen sobre la acción realizada, son objetivas, se refieren al hecho y no
al sujeto atañen a la realización externa. Otras eximientes son de naturaleza subjetiva, miran el aspecto
personal del autor. Mientras las justificantes, por ser objetivas, aprovechan a todos los copartícipes, las
otras eximientes no. Las causas de justificación son reales, favorecen a cuantos intervienen, quienes en
última instancia resultan cooperando en una actuación perfectamente jurídica, acorde al Derecho.
Cuando las eximientes son personales, si bien no dan lugar a incriminación, si puede ser procedente la
responsabilidad o reparación civil, en cambio tratándose de los justificantes, por ser la conducta
apegada al orden jurídico, no acarrean ninguna consecuencia ni civil ni penal. Así tenemos como causas
de justificación a:

a) Legítima defensa.

b) Estado de necesidad.

c) Cumplimiento de un deber.

d) Ejercicio de un Derecho.

e) Consentimiento del titular del bien jurídico afectado.


a) Legítima defensa: Fernando Castellanos: Es una de las causas de justificación de mayor importancia.
Cuello Calón: es legítima defensa, “la necesaria para rechazar una agresión actual o inminente e injusta
mediante un acto que lesione bienes jurídicos del agresor”. De cualquier manera si observáramos otras
definiciones de legítima defensa, nos damos cuenta en que son semejantes en el sentido de que todas
hablan de: repulsa de una agresión antijurídica y actual o inminente por el atacado o por terceras
personas contra el agresor, sin traspasar la medida necesaria para la protección.

b) Estado de necesidad: El estado de necesidad es el peligro actual o inmediato para bienes


jurídicamente protegidos que sólo puede evitarse mediante la lesión de bienes también jurídicamente
tutelados, pertenecientes a otra persona.

c) Cumplimiento de un Deber, Ejercicio de un Derecho. Es indiscutible que al lado de la legítima defensa


y del Estado de necesidad, figuran también otras causas que privan a la conducta del elemento
antijuridicidad, y por lo mismo, imposibilitan la integración del delito. Se trata del incumplimiento de un
deber y del ejercicio de un derecho. El Código Penal Federal establece en la fracción VI del artículo 15,
como excluyente del delito, cuando “la acción o la omisión se realicen en cumplimiento de un deber
jurídico o en ejercicio de un derecho, siempre que exista necesidad racional del medio empleado para
cumplir el deber o ejercer el derecho y que éste último no se realice con el sólo propósito de perjudicar
al otro”. Dentro de las hipótesis del derecho o deber, pueden comprenderse como formas específicas,
las lesiones y el homicidio cometidos en los deportes o como consecuencia de tratamientos médico-
quirúrgicos y un tipo de lesiones inferidas con motivo del ejercicio del derecho de corregir.
d) Consentimiento del interesado. El Código Penal Federal, reconoce en forma expresa en la fracción III
del artículo 15, como una causa excluyente del delito, el consentimiento del interesado al expresar: “se
actúe con el consentimiento del titular del bien jurídico afectado, siempre que se llenen los siguientes
requisitos: a) que el bien jurídico sea disponible; b) que el titular del bien tenga la capacidad jurídica
para disponer libremente del mismo; y c) que el consentimiento sea expreso o tácito y sin que medie
algún vicio.

IMPUTABILIDAD: Dentro de los aspectos positivos del delito deben de considerarse a la conducta,
tipicidad, antijuridicidad y culpabilidad, eliminando a la imputabilidad, el motivo de ello es que la
imputabilidad no es una característica del delito sino del delincuente.

Concepto: Es importante que para que un sujeto sea culpable, es necesario que antes sea imputable, si
en la culpabilidad, interviene el conocimiento y la voluntad, se requiere la posibilidad de ejercer esas
facultades. Para que el individuo conozca la ilicitud de su acto y quiera realizarlo, debe tener capacidad
de entender y de querer, de determinarse en función de aquello que conoce; luego la aptitud constituye
el presupuesto necesario de la culpabilidad. Es por esto que a la imputabilidad se le debe considerar
como el soporte o cimiento de la culpabilidad y no como elemento del delito. La imputabilidad es la
posibilidad condicionada por la salud mental y por el desarrollo del autor, para obrar según el justo
conocimiento del deber existente. Podemos definir a la imputabilidad como la capacidad de entender y
de querer en el campo del Derecho Penal. Carrancá y Trujillo: “Será imputable todo aquel que posea, al
tiempo de acción las condiciones psíquicas exigidas abstracta e indeterminadamente por la ley para
poder desarrollar su conducta socialmente; todo el que sea idóneo y apto jurídicamente para observar
una conducta que responda a las exigencias de la vida en sociedad humana”.

Elementos de imputabilidad: Capacidad de querer, entender, obrar, salud, y desarrollo mental.

Ubicación en la estructura del Delito: Para poder penetrar al campo subjetivo del delito, es necesario
primeramente, precisar sus linderos, pues según el criterio adoptado será el contenido de la culpa.
Algunos autores separan la imputabilidad de la culpabilidad, estimando ambos como elementos
autónomos del delito, sin embargo hay quienes dan amplio contenido a la culpabilidad y comprenden en
ella a la imputabilidad y una tercera posición sostiene que la imputabilidad constituye un presupuesto
de la culpabilidad. Para que el individuo conozca la ilicitud de su acto y quiera realizarlo, debe tener
capacidad de entender y de querer, de determinarse en función de aquello que conoce, luego la aptitud
tanto intelectual como volitiva constituye el presupuesto necesario de la culpabilidad; por esto a la
imputabilidad, entendiendo la calidad del sujeto y su capacidad ante el derecho penal, es que se le debe
considerar como soporte o cimiento de la culpabilidad y no como un elemento del delito.
Inimputabilidad: La imputabilidad es soporte básico y esencialísimo de la culpabilidad, sin que aquella no
existe ésta y sin culpabilidad obviamente no puede configurarse el delito; resulta que la imputabilidad es
indispensable para la formación de la figura delictiva. Ahora bien ya se menciono con anterioridad que la
imputabilidad es calidad del sujeto referida al desarrollo y la salud mental; la inimputabilidad, constituye
el “aspecto negativo” de la imputabilidad. “Las causas de inimputabilidad son todas aquellas capaces de
anular o neutralizar, ya sea el desarrollo o la salud de la mente, en cuyo caso el sujeto carece de aptitud
psicológica para la delictuosidad”. Hablando de las causas de inimputabilidad, siempre debemos de
considerar que, como en otros casos, son admisibles tanto los excluyentes legales como los
supralegales. En base al ordenamiento penal, causas de inimputabilidad: Trastorno mental, Desarrollo
intelectual retardado, Miedo grave y Sordomudez.

CULPABILIDAD: La imputabilidad la ubicamos como un presupuesto de la culpabilidad y constituye la


capacidad del sujeto para entender y querer en el campo penal.

Teorías que la implican: Principales teorías sobre la culpa: De la previsibilidad, de la imprudencia o


negligencia, de la causalidad eficiente, del error evitable y de la culpa como un defecto de la inteligencia.
Concepto: Entran diversos ingredientes de naturaleza diversa. Uno de esos ingredientes de los que no
podemos prescindir es el de la “previsibilidad” como tampoco del “deber del cuidado”, exigido por la ley
al punir determinadas consecuencias de la conducta humana. Por otra parte la “voluntad” tiene
importancia referida concretamente a la acción o inacción del sujeto, pero no debe conectarse con el
evento dañoso. Así mismo y según Binding, el carácter “evitable” del acontecimiento luctuoso juega
igualmente un papel importante en la culpa. Francisco Pavón Vasconcelos señala que en todo
acontecimiento culposo se incumple un deber, más no el deber de observancia de la norma prohibitiva
que sanciona el resultado típico y antijurídico, sino de otro diverso formulado implícitamente en la
obligación de abstenerse. El sujeto debe limitar sus actos a las actividades o inactividades que no
rebasen la línea abstracta que conduce a la creación de un peligro, pues con ello está infringiendo un
especial deber de cuidado o una prohibición expresa impuesto por la ley, la costumbre o la razón. El
incumplimiento de ese deber o de esas obligaciones es voluntario por originarse con la acción o la
omisión que causalmente producirá efecto dañoso, más dicha voluntad no es voluntad de causación de
resultado. La función de la previsibilidad del evento no tiene la importancia de antaño que se le
reconoció, pues por sí misma carece de relevancia, lo que aparece claramente comprobado por la
existencia de la culpa consciente, en la cual el agente prevé el efecto dañoso aunque no lo quiera ni lo
acepte. La culpa es: “Resultado típico y antijurídico, no querido ni aceptado, previsto o previsible,
derivado de una acción u omisión voluntarias y evitable si se hubieran observado los deberes impuestos
por el ordenamiento jurídico y aconsejables por los usos y costumbres”.

Elementos:

a) Una conducta voluntaria (acción u omisión), reconocida unánimemente, pues sólo el hecho producido
por la acción u omisión voluntarias puede originarse un juicio de culpabilidad.
b) Un resultado típico y antijurídico, esto significa que el acontecimiento sobrevenido, en el nexo causal
con la acción u omisión, se adecua perfectamente al hecho comprendido en un tipo penal y que el
mismo resulta contrario a la norma en el juicio objetivo de valoración.

c) Nexo causal entre la conducta y el resultado, no puede prescindirse de este elemento en la


formulación del concepto de la culpa. Para poder atribuir el resultado al agente se precisa la relación
causal de la conducta con aquel.

d) Naturaleza previsible y evitable del evento, solamente tomando en cuenta la previsibilidad y


evitabilidad del resultado puede fundamentarse la violación de los deberes de cuidado impuestos por la
ley y la sana razón, pues a nadie puede reprochársele su incumplimiento si el evento era imprevisible e
inevitable.

e) Ausencia de voluntad del resultado, es indiscutible, que el delito culposo excluye la posibilidad de la
voluntad del sujeto respecto al resultado. En él no existe intención delictiva, ya por falta de previsión o
por la esperanza de que el mismo no sobrevendría.

f) Violación de los deberes de cuidado, la obligación del sujeto de cumplir con el deber de cuidado
genera, al realizar la conducta contraria que implica su violación, la responsabilidad culposa con ello se
produce el resultado. Aún aceptando que la previsibilidad constituya la base misma de la culpa, la falta
de previsión carecería de importancia si no fuera por la existencia del deber; la imprevisión o la
previsión concurrentes con el acto inicial voluntario, que causalmente produce el resultado, son
culposas precisamente en virtud del incumplimiento de ese deber de cuidado, pues éste tendía
específicamente a evitar el daño concretamente producido. La conciencia de ese deber aparece con
claridad en la culpa con representación, más hace difícil ubicarla en la culpa sin representación. Aclara
Mezger: sólo puede consistir en el conocimiento de una relación

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