Fecha: 08/08/18 En nuestra Constitución hay garantías que son muy particulares, estas son las políticas públicas, que son los proyectos/actividades que un Estado diseña y gestiona a través de un gobierno y una administración pública con fines de satisfacer las necesidades de una sociedad. A su vez, en la Constitución contamos con un catálogo de derechos, dividido en siete bloques, los cuales son: Derechos del Buen Vivir, Derechos de las comunidades, pueblos y nacionalidades, Derechos de las personas y grupos de atención prioritaria, Derechos de libertad, Derechos de la Naturaleza, Derechos de Participación y Derechos de protección. En el título cuarto de nuestra Carta Magna, encontramos las garantías de carácter constitucional, garantías normativas, y garantías jurisdiccionales, para entender estas últimas, debemos entender ¿qué es la jurisdicción?, pues bien, nos referimos a los órganos de administración de justicia, que se dedican a dos cosas: garantizar derechos y cumplir el principio de Supremacía Constitucional, estas garantías jurisdiccionales, se tramitan en determinadas acciones constitucionales, que comprenden demandas que tienen requisitos establecidos en la LOGJYCC, es decir, tienen que ver con todas aquellas acciones y procesos de carácter constitucional que tienen un objetivo central: asegurar la vigencia de los derechos fundamentales. Las garantías se subdividen en seis: La acción de protección, el hábeas Corpus, Acción de acceso a la información pública, Hábeas data, Acción por Incumplimiento y Acción extraordinaria de Protección. Las cuatro primeras se presentan ante un Juez Constitucional, pues recordemos que las garantías jurisdiccionales gozan del principio de doble instancia, eso significa, que si no estamos de acuerdo con la sentencia que dicta un juez de primera instancia, podemos interponer un recurso (medio de impugnación) de apelación, en donde entra en juego la segunda instancia, de la cual se encarga las Salas de la Corte Provincial. Iniciaremos por el estudio de la Acción de Protección, desde la teoría, la acción de protección es una vía de exigibilidad de los derechos humanos, de efectivizar el valor normativo de la Constitución y de establecer los anunciados límites al poder ofrecidos por el Constitucionalismo. Sin embargo, esta potencialidad ha estado muy lejos de ser explotada debido a las constantes restricciones normativas e institucionales que han sufrido al punto de haber sido reducida en la práctica a una medida inútil en la mayoría de los casos. La acción de protección fue creada mediante el artículo 88 de la Constitución de 2008. Mediante esta acción se busca dar “amparo directo y eficaz de los derechos reconocidos en la Constitución. Los derechos tutelados por la acción de protección, de acuerdo al artículo 88 de la CRE, son los “derechos reconocidos en la Constitución”, mientras que el artículo 39 de la LOGJYCC señala que serían los “derechos reconocidos en la Constitución y tratados internacionales sobre derechos humanos”. En segundo lugar tenemos la Acción de Hábeas Corpus, la Constitución de 2008 establece que el habeas corpus tiene por objeto “recuperar la libertad de quien se encuentre privado de ella de forma ilegal, arbitraria o ilegítima”. Los derechos tutelados por la garantía de habeas corpus son la libertad personal, ya que en última instancia se define si la persona permanece o no detenida, pero además busca protegerla vida y la integridad personal dado que de la experiencia hemisférica se desprende que en los períodos de incomunicación o de incertidumbre del paradero de la persona es cuando la tortura, la ejecución extrajudicial o la desaparición forzada de personas tiene una mayor posibilidad de ocurrir. En tercer lugar, analizaremos la Acción de Acceso a la Información Pública, esta nació de la necesidad democrática de las personas de conocer cómo actúan sus mandatarios, como forma de control y de fuente para la adopción de decisiones políticas informadas. De acuerdo con la Constitución, la acción de acceso a la información busca “garantizar el acceso a (la información pública) cuando ha sido denegada expresa o tácitamente, o cuando la que se ha proporcionado no sea completa o fidedigna” Por último, correspondientes a las acciones de doble instancia, encontramos a la Acción de Hábeas Data, a través esta se tutela una esfera importante del derecho a la información, en concreto, el derecho de las personas a acceder a la información sobre sí mismos o sus bienes, que en al ámbito internacional se reconoció expresamente en la Declaración de Principios sobre libertad de expresión de la Organización de Estados Americanos. A pesar de que la Constitución no establece de forma expresa el objeto del habeas data, el art. 49 de la LOGJYCC, siguiendo a la norma constitucional, aclara que el habeas data tiene por objeto garantizar judicialmente a toda persona: i) el acceso a los documentos, datos genéticos, bancos o archivos de datos personales e informes que sobre la persona o sobre sus bienes; ii) conocer el uso que se haga de la anterior información, su finalidad, el origen y destino de la información personal, y el tiempo de vigencia del archivo o banco de datos; iii) solicitar la actualización de los datos, su rectificación, eliminación o anulación. Es de conocimiento general que solo contamos con dos instancias judiciales, pero en el caso de que los ciudadanos no estén de acuerdo con ninguna decisión de alguna de ellas o consideren se incumplió un derecho, es posible acudir a dos garantías más, la primera es la Acción por Incumplimiento, tiene por “objeto garantizar la aplicación de las normas que integran el ordenamiento jurídico, así como el cumplimiento de sentencias o informes de organismos internacionales de derechos humanos”. En su primer aspecto, se entiende que la acción procede por el incumplimiento de cualquier norma que integre el sistema jurídico y que no pueda ser exigida por vía ordinaria. En su segundo aspecto, es decir el de garantizar el cumplimiento de sentencias e informes de organismos internacionales de derechos humanos, cabe analizar si la Constitución contiene una definición amplia de estos instrumentos internacionales o si se restringe a aquellos que son considerados vinculantes de acuerdo con el Derecho Internacional Público. Por último, pero no por ello menos importante, contamos con la Acción Extraordinaria de Protección, esta garantía jurisdiccional, creada en la Constitución de 2008, busca darle efecto a la normatividad de la Constitución, al permitir que las actuaciones judiciales también sean susceptibles de impugnación por violaciones a los derechos fundamentales. La acción extraordinaria de protección tiene por objeto la tutela de los derechos fundamentales de las violaciones que por acción u omisión cometan jueces, juezas, tribunales y cortes. Esta institución aparece en la Constitución de 2008 para complementar el sistema de garantías jurisdiccionales al permitir el amparo en contra de decisiones judiciales. La Constitución de 1998 prohibía expresamente que un amparo constitucional pueda ser presentado contra una decisión judicial340, por lo que las víctimas de violaciones de derechos humanos que no encontraron justicia en las cortes nacionales debían acudir al Sistema Interamericano de Protección de los Derechos Humanos (SIPDH). El artículo 94 de la Constitución establece que mediante la acción extraordinaria de protección se pueden pedir la tutela de cualquier derecho consagrado en la Constitución por acción u omisión de una autoridad judicial. Se entiende entonces que la cobertura de la acción es mucho más amplia que la de la simple tutela del debido proceso en los procesos ordinarios. Esta tutela, además, ya existe en el sistema judicial mediante los distintos recursos establecidos en los procesos ordinarios, en especial el recurso de nulidad. Pero, una de las innovaciones de la Constitución de 2008 fue separar las medidas cautelares de las acciones jurisdiccionales de conocimiento, La acción de amparo constitucional de la Constitución de 1998 se prestó para varias confusiones, tanto jurisprudenciales como doctrinarias, en donde se discutía su condición de acción cautelar (únicamente destinada a detener una acción que podía causar o estaba causando violación de derechos) o de acción de tutela (destinada a la protección integral de los derechos humanos, por tanto capaz de generar reparación de los daños y garantías de no repetición). En la Constitución de 2008 dicha disputa queda zanjada al establecerse acciones jurisdiccionales de conocimiento (de protección, extraordinaria de protección, habeas corpus, habeas data, acceso a la información y por incumplimiento) y además establecer medidas cautelares que puedan acompañar a dichas acciones o que se propongan por cuerda separada. El texto del artículo 87 de la Constitución señala que una solicitud de medidas cautelares puede acompañar a todas las acciones jurisdiccionales constitucionales. Las medidas cautelares serán las más efectivas para evitar o cesar la violación de derechos humanos. Esto significa que jueces y juezas pueden usar una serie de acciones como la suspensión temporal o definitiva de actos administrativos, la asignación de recursos para compras de medicamentos, la adopción de medidas alternativas al desalojo, la adopción de medidas de protección personal, etc. La LOGJYCC establece que los requisitos para dictar la medida son la inminencia de la violación y la gravedad del daño que pueda darse. Cabe recordar que los presupuestos de la medida cautelar es evitar o cesar la violación, por lo que en caso de que la acción que viola el derecho ya empiece a causar efectos, el requisito de la inminencia no sería pertinente. Las medidas cautelares serán tramitadas de forma preferente, el juez o jueza al calificar la petición podrá dictar medidas provisionales antes de realizar cualquier diligencia probatoria, inclusive la citación a la parte demandada. En conclusión, existen tres grupos de derecho tutelados por las garantías jurisdiccionales: los derechos reconocidos en la Constitución; los derechos establecidos en los instrumentos internacionales; y, los derechos derivados de la dignidad humana. Las garantías jurisdiccionales nos conducen a ejercitar el derecho de acción para lograr la tutela efectiva de los derechos por parte de los jueces, lo que está estrechamente relacionado con el papel que cumplen los funcionarios judiciales en las democracias contemporáneas.