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palabra, una lección, un examen, algo que aprender, Dios quiere mostrarnos una nueva
faceta suya, agregar un ladrillo más a nuestro paredón de fe. Dios anhela hablarte,
ayudarte y darse a conocer, por eso ¿estas expectante hoy?
¡Nuestro maravilloso Dios que hoy te quiere sorprender!
En un tiempo, esta viña estaba protegida, pero ahora el salmista pregunta (v.
12): ¿Por qué no tiene protección esta viña? ¿Por qué están rotos sus
vallados?
Para contestar a esa pregunta, vamos a ver lo que dice el profeta Isaías.
En este pasaje, la viña es la casa de Israel (v.7). Estos versículos nos dicen
todo lo que hizo Dios por esta viña:
Job pertenecía al pueblo de Dios, Job formaba parte de la viña de Dios, por
eso el diablo no podía tocar a Job, porque Dios le había cercado (Job 1:10).
Dios tenía un propósito cuando plantó la viña, edificó una torre e hizo un
lagar. . . el propósito era el FRUTO.
En el versículo 2 podemos leer "y esperaba que diese uvas”. Dios esperaba
fruto.
Israel era un pueblo privilegiado, pero con una gran responsabilidad (con el
privilegio siempre viene la responsabilidad):
Debía ser un ejemplo para todas las naciones (en amor, en bondad, en
santidad, en justicia, en fe. . .).
Israel debía dar fruto, pero lo único que dio fue uvas silvestres. Estas uvas
silvestres son las obras de la carne: adulterio, idolatría, celos, pleitos,
herejías, envidias . . . (Ga. 5:19-20-21)
Dios ha hecho todo lo que ha hecho por nosotros para que demos fruto.
Dios escogió a Israel, no porque fuera una nación sabia, grande, poderosa o
rica, fue escogida por la gracia y la misericordia de Dios, para que Su poder
fuera manifestado en Israel y a través de ella.
El fruto de la viña debía de traer gloria a Dios, pero Israel no dio el fruto que
Dios quería y Dios quitó su bendición, su protección e incluso hizo que no
lloviera sobre ella.
Una vez más, en este pasaje encontramos que Israel es la viña, es una viña
frondosa, una viña excelente, una viña que se ha desarrollado bien, pero
lamentablemente es una viña que no da el fruto deseado.
El juicio vendría sobre Israel por no haber producido el fruto que Dios
esperaba.
“Y decía a las multitudes que salían para ser bautizadas por él: ¡Oh
generación de víboras! ¿Quién os enseñó a huir de la ira venidera? Haced,
pues, frutos dignos de arrepentimiento, y no comencéis a decir dentro de
vosotros mismos: Tenemos a Abraham por padre; porque os digo que Dios
puede levantar hijos a Abraham aun de estas piedras. Y ya también el
hacha está puesta a la raíz de los árboles; por tanto, todo árbol que no da
buen fruto se corta y se echa en el fuego.”
Lucas 3:7-9
En el versículo 9 leemos:
Cuando escucharon esta parábola sabían que Yeshua les estaba hablando del
capítulo 5 del libro de Isaías. No tuvieron ningún problema para entender
esta parábola.
Dios esperaba el fruto de su viña, por eso cuando llegó el “tiempo de los
frutos” (v.34) envió sus siervos para que recibiesen sus frutos.
El dueño plantó la viña, la cercó con un vallado, cavó un lagar y edificó una
torre, por eso el dueño tenía el derecho de recibir sus frutos. La viña
pertenecía a Dios.
Estos labradores se creían que la viña era suya porque habían trabajado en
ella. Olvidaron todo lo que hizo el dueño de la viña.
El dueño envió a sus siervos, después envió más siervos y, como último
recurso, envió a su propio hijo. Es interesante lo que Marcos 12:6 dice:
“Por último, teniendo aún un hijo suyo, amado, lo envió también a ellos .
. .”
Los labradores creían que, matando al hijo amado del dueño de la viña, se
quedarían con ella (Mt. 21:38-39), pero olvidaron que el Dueño seguía vivo.
Cuando Dios les dice que el Reino de Dios sería quitado de los líderes del
Pueblo de Israel y que sería dado a gente que produzca frutos, los sacerdotes,
fariseos y escribas dijeron (Lc. 20:16):
“Dios nos libre.”
El Reino de Dios es dado a gente que produce fruto. Dios nos enseña en esta
parábola que el Reino de Dios será dado a personas que produzcan fruto.
Hoy en día, los creyentes (tanto creyentes judíos como creyentes gentiles) en
Yeshua somos la viña de Dios, en ISAIAS 61:3 somos llamados “plantío de
Yahveh”.
Dios quiere que demos fruto porque Dios es glorificado cuando llevamos
fruto: