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La cacareada unidad
Las intenciones de unidad, si se quiere ganar un juego de pelota, fundar una compañía de
negocios o apoderarse del gobierno, se han convertido en una especie de necesidad a la cual
se atan los hombres para lograr sus propósitos. Así se ha planteado desde la antigüedad, sin
que a nadie se le ocurra poner en duda el requisito. Parece lógico, desde luego. Mientras
más masa, más mazamorra, se dice en términos populares. Estamos ante un tema alejado de
las polémicas debido a que encierra, según parece a primera vista, la receta perfecta de
todos los tiempos para que las intenciones de un grupo de individuos se conviertan
necesariamente en realidad. Todas las frases que llaman a la unidad gozan de general
aceptación no solo por la lógica que encierran, sino también porque las han pronunciado
personas famosas que han logrado sus objetivos después de proclamarla. Pero ¿su
contenido es realmente infalible?
Depende de las fuerzas que se quieran o se deban unir. El cacareado mandato unitario pasa
por el análisis de los elementos que se deban o se quieran juntar, porque no siempre resulta
conveniente la reunión de ingredientes que no pueden conducir a destino cierto debido a su
debilidad o a su heterogeneidad. La agrupación de factores débiles solo puede conducir a la
creación de una debilidad descomunal. Del apiñamiento de flaquezas no va a salir el
portento de la fortaleza, ni siquiera con un golpe de suerte. Tal vez una gordura aparente,
un cuerpo grueso sin cosas de importancia en su interior, pero nada más. Por si fuese poco,
la acumulación de ingredientes diversos puede terminar en un caldo incomible, porque una
apresurada preparación de condimentos que no son capaces de complacer el gusto de los
destinatarios conducirá a una mesa vacía. Nadie se tragará el menú, por mucho que se
insista en anunciarlo como el mejor producto del restaurante. A menos que se tenga un
cocinero diestro, un chef realmente excepcional, pero tales maestros generalmente no están
a la mano porque no son criaturas de la improvisación, en especial si salen del seno de los
desfallecidos y dispares elementos que tratan de fundirse en uno solo.
Puede ser que se esté planteando una exageración y que haya materia para sacar fuerzas de
flaquezas, vigor de desfallecimiento, virtud de necesidad. Muy bien, de acuerdo, pero ¿es
conveniente juntarse con cualquier bicho de uña?, ¿caben todos los opositores con
comodidad y con justicia en la misma sala situacional, como si fueran semejantes sus
merecimientos, sus realizaciones, sus ejemplos y sus intenciones frente a los negocios
públicos? Hay algunos tan impresentables que tomarse un café con ellos en la barra de la
esquina causa grave daño a la reputación, y debe recordarse que los políticos viven de la
fama que se ha labrado y de cómo deben cuidarla para que no se destruya, entre otras
razones, por la asiduidad de ciertas compañías. Siento que así piensan muchos de los líderes
que ahora insisten en juntarse en un solo proyecto contra la dictadura, pero no lo dicen en
público debido a la debilidad que les es intrínseca y porque no se atreven a nadar contra la
corriente de las afirmaciones que se toman como prédica infalible cuando son apenas frases
afortunadas que sirven para todo y, por lo tanto, no sirven para nada.
epinoiturrieta@el-nacional.com
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