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SENTENCIA CONSTITUCIONAL PLURINACIONAL 0896/2013

Sucre, 20 de junio de 2013

SALA SEGUNDA
Magistrado Relator: Tata Gualberto Cusi Mamani
Acción de amparo constitucional

Expediente: 02847-2013-06-AAC
Departamento: Chuquisaca

En revisión la Resolución 60/”2012” de 20 de febrero de 2013, cursante de fs. 64 a 67, pronunciada


dentro de la acción de amparo constitucional interpuesta por Nicolás Visalla Aguirre representado
por Teresa Elena Rosquellas Fernández contra César Suárez Saavedra e Iván Sandoval Fuentes,
Presidente y Vocal de la Sala Penal Segunda del Tribunal Departamental de Justicia de Chuquisaca.

I. ANTECEDENTES CON RELEVANCIA JURÍDICA

I.1. Contenido de la demanda

Por memorial presentado el 31 de enero de 2013, cursante de fs. 29 a 37 vta., el accionante a través
de su representante expone los siguientes fundamentos de hecho y de derecho:

I.1.1. Hechos que motivan la acción

El 16 de octubre de 2012, a tiempo de celebrarse la audiencia de juicio oral en su contra, amparado


en los arts. 5, 27, 28, 133 y 308 inc. 4) del Código de Procedimiento Penal (CPP), interpuso excepción
de extinción de la acción penal por duración máxima del proceso; consiguientemente, el Tribunal de
Sentencia Penal de Padilla, mediante Auto 05/2012 de 16 de octubre, por mayoría de votos admitió
la excepción planteada, declarando extinguida la acción penal y ordenando el archivo de obrados.

El representante del Ministerio Público y la parte querellante, no conforme con la determinación del
Tribunal indicado, impugnaron la decisión; no obstante que, ante el incumplimiento del art. 396 inc.
3) del CPP, debió ser declarado inadmisible; empero, la apelación fue admitida.

La Sala Penal Segunda del Tribunal Departamental de Justicia de Chuquisaca, pronunció el Auto de
Vista 264/2012 de 29 de noviembre, por el que declaró procedente los motivos traídos en apelación
dejando sin efecto el Auto Interlocutorio impugnado, ordenando la prosecución de la causa;
consiguientemente, solicitó enmienda y complementación, misma que fue desatendida, por
considerar claro sus fundamentos.

La decisión emanada de las autoridades demandadas resulta ser inmotivada; considerando que, al
haberse incumplido con lo dispuesto por el art. 396 inc. 3) del CPP, no correspondía la apertura de
competencia del Tribunal de alzada, por cuanto el recurrente se encuentra supeditado a los
requisitos formales y materiales; asimismo, dicho Tribunal no puede corregir falencias en las que se
pudo haber incurrido en el proceso; pese a ello, las autoridades demandadas incumplieron lo
estipulado por el art. 398 del CPP, cuando su decisión debió circunscribirse únicamente a los
aspectos cuestionados por los apelantes; sin embargo, consideraron elementos que no fueron
objeto de impugnación, tanto por el representante del Ministerio Público como la parte querellante;
puesto que, ninguno de ellos expuso las vacaciones judiciales como elemento a considerarse para el
rechazo de la extinción de la acción penal, vulnerando con ello el derecho de acceso a la justicia y la
tutela judicial efectiva; a los fines de considerar la extinción de la acción penal, debió examinarse la
jurisprudencia constitucional y no así un Auto Supremo, que no representa doctrina legal, conforme
lo dispone el art. 420 del CPP, pues no emergió de un recurso de casación; de ahí que la decisión de
las autoridades demandadas constituye una decisión forzada, inmotivada y sin sustento legal.

La abundante línea jurisprudencial contenida en las SSCC 0033/2006-R, 0023/2007-R, 0101/2004-R,


0679/2011-R, hacen referencia a la forma de efectuar el cómputo de los plazos a efectos de la
extinción de la acción penal, en función a los arts. 5 y 284 del CPP; asimismo, desarrollan el derecho
a la conclusión de los procesos en un plazo razonable; y, los criterios a tomarse en cuenta a los
efectos de la extinción de la acción penal. En función a dichos parámetros, la mora procesal es
atribuible al Ministerio Público, durante la etapa preparatoria, conforme señala el entendimiento
jurisprudencial referido en las Sentencias antes citadas; sin embargo, las autoridades demandadas
emitieron el Auto de Vista, dejando de lado la jurisprudencia constitucional y basando su decisión en
un Auto Supremo que no tiene carácter vinculante.

I.1.2. Derechos supuestamente vulnerados

El accionante, mediante su representante, estima lesionados sus derechos al debido proceso, a la


defensa, a la motivación y fundamentación de las resoluciones judiciales, de acceso a la justicia o la
tutela judicial efectiva y “cumplimiento obligatorio a decisiones de carácter vinculante”, citando al
efecto los arts. 115.I y II, 117.I, 119.II, 180.I y 203 de la Constitución Política del Estado (CPE); 8 y 25
de la Convención Americana sobre Derechos Humanos; y, 14 del Pacto Internacional de Derechos
Civiles y Políticos (PIDCP).

I.1.3. Petitorio

Solicita se admita la demanda, se conceda la tutela y se deje sin efecto el Auto de Vista 264/2012,
ordenando a los Vocales demandados emitir una nueva resolución.

I.2. Audiencia y Resolución del Tribunal de garantías

La audiencia pública de consideración de la acción de amparo constitucional, se realizó el 20 de


febrero de 2013, en presencia de la representante del accionante y ausentes las autoridades
demandadas, según consta en el acta cursante de fs. 61 a 63, produciéndose los siguientes actuados:

I.2.1. Ratificación y ampliación de la acción

La representante del accionante en audiencia ratificó el tenor íntegro de su demanda.

I.2.2. Intervención de terceros interesados

Los terceros interesados, identificados por el accionante, pese a su legal citación no intervinieron en
la audiencia de la presente acción constitucional.

I.2.3. Informe de las autoridades demandadas

César Suárez Saavedra, Presidente de la Sala Penal Segunda del Tribunal Departamental de Justicia
de Chuquisaca, presentó informe escrito, cursante de fs. 56 a 59, donde expresa lo siguiente: a) El
accionante no explicó cómo se vulneraron sus derechos, aludiendo a que se habría omitido la
obligatoriedad de presentar precedentes contradictorios, imprecisión que invalida la acción de
amparo constitucional, por cuanto los juzgadores no están obligados a presentar precedentes
contradictorios, sino las partes, al momento de plantear sus recursos de apelación restringida o de
casación; b) Sobre el incumplimiento de formalidades en la impugnación, se debe tomar en cuenta
que, con la promulgación de la Constitución Política del Estado en actual vigencia, concretamente en
sus arts. 180 y 410, rige el principio de informalismo que da paso a la verdad material, en ese sentido
la SCP 0001/2012 de 13 de marzo, precisó que la apelación incidental en materia penal procede sin
formalidad alguna; c) La representante a tiempo de cuestionar el Auto de Vista, hace referencia a la
falta de fundamentación, a cuyo efecto transcribió una parte del razonamiento y, cuando la
Resolución ingresa a explicar las razones de porqué no procedía la extinción de la acción penal,
maliciosamente cortó el párrafo, “para colocar puntos suspensivos y colocar “etc.” (sic); no obstante
que, la explicación completa muestra las razones del porqué no procedía la extinción de la acción
penal, por cuanto el Tribunal de Sentencia Penal, a tiempo de emitir el Auto que dispuso la extinción
de la acción penal, omitió descontar las vacaciones judiciales, según entendimiento emanado de la
anterior Corte Suprema de Justicia, precisamente porque las excepciones de extinción de la acción
penal se resolvían en dicha instancia, de ahí que no emergían de un recurso de casación; aun no
siendo vinculantes dichas resoluciones, no existe prohibición alguna para los tribunales y jueces en
materia penal seguir los entendimientos del Tribunal Supremo, lo cierto es que el accionante
pretende evitar la reiniciación de juicio oral, para ello utiliza la justicia constitucional, cuando le
corresponde demostrar su inocencia de la acusación que se le hace por el delito de violación
agravada; y,
d) Con relación al incumplimiento del art. 398 del CPP, alegado por el accionante, fue el propio
representante del Ministerio Público que en su memorial de apelación, cuestionó la inaplicación del
Auto Supremo 11 de 29 de enero de 2009, por lo que la afirmación de que ninguna de las partes
hubiera hecho alusión a las vacaciones judiciales, es falsa.

Iván Sandoval Fuentes, Vocal codemandado, mediante memorial cursante a fs. 60, se adhirió
inextenso al informe escrito referido anteriormente.

I.2.4. Resolución

La Sala Civil Primera del Tribunal Departamental de Justicia de Chuquisaca, constituida en Tribunal
de garantías, pronunció la Resolución 60/”2012” de 20 de febrero de 2013, cursante de fs. 64 a 67,
por la que denegó la tutela, en base a los siguientes fundamentos: 1) La denuncia sobre actos
ilegales no tiene vinculación con los derechos presuntamente conculcados; así, la supuesta
vulneración del derecho a la defensa por las autoridades demandadas, no es evidente; por cuanto, el
accionante tuvo la oportunidad de ejercer sus prerrogativas de acuerdo a ley, que se traducen en la
presentación de incidentes y excepciones, hasta conseguir una resolución de primera instancia,
declarando la extinción de la acción penal; tampoco, existe vulneración del derecho de acceso a la
justicia, pues no se le impidió acudir al sistema judicial; 2) Del análisis de la Resolución pronunciada
por las autoridades demandadas, se colige que la misma cumplió todas las exigencias de
fundamentación, lo cual implica invocar el derecho, la jurisprudencia, la explicación de las
autoridades sobre las razones del porqué se debe fallar en uno u otro sentido; 3) El razonamiento de
las autoridades demandadas, no demuestra el incumplimiento de los entendimientos de las SSCC
0101/2004-R y 0679/2011-R; más aún, si el accionante no precisó el acápite de las señaladas
resoluciones que fueron incumplidas; asimismo, la aplicación del Auto Supremo 11 de 29 de enero
de 2009, no implica vulneración de derechos, por cuanto el criterio de descontar las vacaciones
judiciales a los efectos del cómputo de plazos, tiene su sustento legal en el art. 130 del CPP; y, 4) La
denuncia en sentido de que las impugnaciones no hayan hecho alusión a la vacación judicial como
elemento a considerarse, es falsa, puesto que dicho criterio fue traído a colación por parte del
representante del Ministerio Público; por consiguiente, este aspecto no fue introducido a la
Resolución de manera oficiosa.

II. CONCLUSIONES

De la minuciosa revisión y compulsa de los antecedentes que cursan en el expediente, se establece


lo siguiente:

II.1. Cursa el Auto 033/2012 de 16 de octubre, por el cual el Tribunal de Sentencia Penal de
Padilla, rechazó los incidentes de nulidad de acusación, por falta de fundamentación; de la misma
forma, desestimó el incidente de extinción de la acción penal por prescripción; y, admitió la
excepción de extinción de la acción penal por duración máxima del proceso, disponiendo el archivo
de obrados, con el fundamento que ninguno de los imputados fueron declarados rebeldes, ni
demostraron conducta dilatoria, ya que la dilación es atribuible al Ministerio Público (fs. 13 a 15
vta.).

II.2. Mario Rolando Guzmán Villarroel, Fiscal de Materia de San Pablo de Huacareta, mediante
memorial de 18 de octubre de 2012, planteó recurso de apelación incidental contra la Resolución
antes señalada, argumentando que, el proceso penal se compone de cuatro etapas, preparatoria,
juicio, medios de impugnación y ejecución de sentencia; la duración máxima del proceso debe tener
como última etapa los medios de impugnación; es decir, las tres etapas deben concluir en el plazo de
tres años; en ese sentido, la Resolución impugnada no consideró el envío del expediente de la
localidad de Monteagudo a Sucre y luego de esta ciudad a la localidad de Padilla, sino, simplemente
consideró el plazo transcurrido desde el inicio de la investigación; finalmente, a efectos del cómputo
de plazos previsto en el art. 133 del CPP, se debe tomar en cuenta el Auto Supremo 11 de 29 de
enero de 2009, cuyo razonamiento precisa que, a los efectos del cómputo de plazos se deben
descontar los veinticinco días calendarios en forma anual por concepto de vacaciones judiciales (fs.
16 a 18).

II.3. Sebastián Lenin Bravo Martínez, abogado de la Defensoría de la Niñez y Adolescencia del
municipio de San Pedro de Huacareta, en su condición de querellante, por memorial de 18 de
octubre de 2012, interpuso recurso de apelación incidental contra la Resolución de extinción de la
acción penal y archivo de obrados, argumentando que, si bien es cierto que el legislador estableció
la duración máxima del proceso en un tiempo de tres años; empero, dicha regla no prevé el término
que dura la sustanciación de una u otra petición, a ello se suma la excesiva carga procesal en la
administración de justica; y si bien, el caso tiene una duración de tres años, un mes y diecisiete días,
sin embargo, el transcurso de dicho periodo no es atribuible a la parte querellante o al Ministerio
Público, sino, la demora se debe a la anulación de un juicio cuyo fallo fue justo; por lo que la decisión
del Tribunal de Sentencia Penal de Padilla infringe los arts. 15.II y 60 de la CPE; finalmente, solicitó la
revocatoria de la Resolución impugnada (fs. 19 a 21).

II.4. La Sala Penal Segunda del Tribunal Departamental de Justicia de Chuquisaca, pronunció el
Auto de Vista 264/”2012”, por el cual declaró procedente “los motivos traídos en apelación” (sic) y
dejó sin efecto el Auto impugnado, con los siguientes fundamentos: al haberse interpuesto los
recursos de apelación conforme a ley, es factible admitir la misma; así, la declaratoria de la extinción
de la acción penal por duración máxima del proceso no depende únicamente del mero transcurso
del tiempo, sino que, depende de otros factores, como las dilaciones que pudo haber provocado el
propio imputado en la tramitación del proceso, la carga procesal, la imposibilidad de realización de
ciertos actos por el juez o tribunal; de modo que, en el caso particular, el Auto impugnado no tomó
en cuenta las líneas vinculantes emergentes de los autos supremos, sentencias constitucionales,
entre ellos el Auto Supremo 11 de 29 de enero de 2009, cuyo razonamiento precisa que, a los
efectos del cómputo de plazos se debe descontar las vacaciones judiciales anualmente, de manera
que, en el caso particular se omitieron computar tres vacaciones judiciales correspondiente a tres
años, lo cual constituye setenta y cinco días, de cuyas consideraciones se concluyen que hubo error,
infringiendo con ello el art. 133 del CPP; por otro lado, el Tribunal de Sentencia Penal a tiempo
atribuir la dilación al Ministerio Público no identificó cuáles eran los actos dilatorios, sino
simplemente se limitó a señalar que fue en la etapa preparatoria (fs. 22 a 24 vta.).

III. FUNDAMENTOS JURÍDICOS DEL FALLO

El accionante considera que los Vocales de la Sala Penal Segunda del Tribunal Departamental de
Justicia de Chuquisaca, lesionaron sus derechos al debido proceso, a la defensa, a la motivación y
fundamentación de las resoluciones judiciales, de acceso a la justicia o tutela judicial efectiva y
“cumplimiento obligatorio a decisiones de carácter vinculante”; toda vez que, luego de haberse
declarada extinguida la acción penal y ordenado el archivo de obrados por el Tribunal de Sentencia
Penal de Padilla, como consecuencia del planteamiento de una excepción de extinción de la acción
penal por duración máxima del proceso, el representante del Ministerio Público y la parte
querellante, interpusieron recurso de apelación incidental, sin cumplir con los requisitos formales
exigidos por la norma; consiguientemente, el Tribunal de alzada, pronunció el respectivo Auto de
Vista, sin la debida fundamentación, incorporando en sus considerandos cuestiones que no fueron
objeto de impugnación por ninguna de las partes. En consecuencia, corresponde en revisión verificar
si tales extremos son evidentes, a fin de conceder o denegar la tutela impetrada.

III.1.La configuración del debido proceso desde la Constitución Política del Estado

La uniforme jurisprudencia del entonces Tribunal Constitucional, asumido por el actual, ha


establecido que, el debido proceso adquiere una triple dimensión, entendida como un derecho
fundamental, principio procesal de la administración de justicia y garantía de todo justiciable. En ese
sentido, desde cualquier óptica de comprensión, constituye un elemento irrenunciable e
imprescriptible de todo justiciable, en consecuencia, de orden público que compele a las autoridades
jurisdiccionales su estricta observancia y de aplicación inmediata.

El desarrollo jurisprudencial, de manera genérica ha comprendido al debido proceso como: "…el


derecho de toda persona a un proceso justo y equitativo en el que sus derechos se acomoden a lo
establecido por disposiciones jurídicas generales aplicables a todos aquellos que se hallen en una
situación similar (...) comprende el conjunto de requisitos que deben observarse en las instancias
procesales, a fin de que las personas puedan defenderse adecuadamente ante cualquier tipo de acto
emanado del Estado que pueda afectar sus derechos…" (SSCC 0418/2000-R, 1276/2001-R y
0042/2004-R, reiterada posteriormente entre otras). Establecida la concepción y su noción básica, la
misma jurisprudencia ha precisado sus elementos configurativos; así, en la SC 1057/2011-R de 1 de
julio, señaló que: “De acuerdo a lo establecido por la Constitución Política del Estado y los Pactos
Internacionales, se puede establecer el siguiente contenido de la garantía del debido proceso: a)
Derecho a la defensa; b) Derecho al juez natural; c) Derecho a ser asistido por un traductor o
intérprete; d) Derecho a un proceso público; e) Derecho a la conclusión del proceso dentro de un
plazo razonable; f) Derecho a recurrir; g) Derecho a la legalidad de la prueba; h) Derecho a la
igualdad procesal de las partes; i) Derecho a no declarar contra sí mismo y a no confesarse culpable;
j) Derecho a la congruencia entre acusación y condena; k) La garantía del non bis in idem; l) Derecho
a la valoración razonable de la prueba; ll) Derecho a la comunicación previa de la acusación; m)
Concesión al inculpado del tiempo y los medios para su defensa; n) Derecho a la comunicación
privada con su defensor; y, o) Derecho a que el Estado le otorgue un defensor proporcionado por el
Estado cuando el imputado no tuviere medios o no nombrare un defensor particular”. Sin embargo,
fue el mismo intérprete y guardián de la Constitución Política del Estado en precisar que, el detalle
anterior, desde luego no tiene naturaleza limitativa en cuanto a sus elementos configurativos, sino
que, su carácter es enunciativo, pudiendo incluirse en ella cuantos elementos existan, siempre y
cuando constituyan verdaderas garantías de todo justiciable para acceder a la jurisdicción, en
defensa de sus derechos y en aras de materializar el valor de la justicia.

III.2.La tutela judicial efectiva, el derecho a la defensa, la motivación, fundamentación y congruencia


de las resoluciones judiciales, como elementos del debido proceso

La tutela judicial efectiva, como elemento estructurante del debido proceso, tiene su vertiente en la
normativa internacional de Derechos Humanos; así, en el art. 14.1 del PIDCP, se señala: “Todas las
personas son iguales ante los tribunales y cortes de justicia. Toda persona tendrá derecho a ser oída
públicamente y con las debidas garantías por un tribunal competente, independiente e imparcial,
establecido por la ley, en la substanciación de cualquier acusación de carácter penal formulada
contra ella o para la determinación de sus derechos u obligaciones de carácter civil…”. Por otro lado,
el art. 8.1 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos (Pacto de San José de Costa Rica),
prescribe: “Toda persona tiene derecho a ser oída, con las debidas garantías y dentro de un plazo
razonable, por un juez o tribunal competente, independiente e imparcial, establecido con
anterioridad por la ley, en la sustanciación de cualquier acusación penal formulada contra ella, o
para la determinación de sus derechos y obligaciones de orden civil, laboral, fiscal o de cualquier
otro carácter”.

En ese contexto, en la Constitución Política del Estado, se advierte la institucionalización de la tutela


judicial efectiva, en el art. 115.I, que señala: “Toda persona será protegida oportuna y efectivamente
por los jueces y tribunales en el ejercicio de sus derechos e intereses legítimos”; ello supone que,
dentro de nuestro Estado democráticamente organizado, sus habitantes tienen derecho a acceder a
los órganos jurisdiccionales, para el ejercicio o defensa de sus derechos e intereses, a través de un
proceso que efectivamente les ofrezca las mínimas garantías para su realización.

La jurisprudencia del extinto Tribunal Constitucional, en la SC 1388/2010-R de 21 de septiembre,


indicó: "La tutela judicial efectiva comprende la posibilidad de activar o iniciar ante los órganos
jurisdiccionales un proceso, en el que obtenga una sentencia fundamentada que declare el derecho
de cada una de las partes conforme corresponda en justicia, además implica la posibilidad de poder
interponer los recursos que la ley establezca y la eventualidad de obtener el cumplimiento efectivo
de la sentencia, con el objeto de garantizar el restablecimiento de una situación jurídica vulnerada,
evitando la indefensión, involucrando el acceso a los tribunales; la efectividad de las decisiones
judiciales; y el ejercicio del recurso previsto en la ley".

Otro de los elementos constitutivos del debido proceso es el derecho a la defensa, que a criterio de
la jurisprudencia del entonces Tribunal Constitucional, se entiende como la: “…potestad inviolable
del individuo a ser escuchado en juicio presentando las pruebas que estime convenientes en su
descargo, haciendo uso efectivo de los recursos que la ley le franquea. Asimismo, implica la
observancia del conjunto de requisitos de cada instancia procesal en las mismas condiciones con
quien lo procesa, a fin de que las personas puedan defenderse adecuadamente ante cualquier tipo
de acto emanado del Estado que pueda afectar sus derechos” (SC 1534/2003-R de 30 de octubre),
reiterado posteriormente en las SSCC 2777/2010-R, 0183/2010-R y SCP 1089/2012.
Este derecho fundamental se encuentra contemplado en el acápite de las garantías jurisdiccionales,
previstos en la Constitución Política del Estado; así, el art. 115.II, señala: “El Estado garantiza el
derecho al debido proceso, a la defensa y a una justicia plural, pronta, oportuna, gratuita,
transparente y sin dilaciones”. Bajo ese parámetro, el ejercicio del derecho a la defensa, conforme se
deduce de la norma constitucional y la jurisprudencia precedentemente citada, consiste en que, el
justiciable tiene derecho a ser escuchado por las autoridades encargadas de la administración de
justicia, exponer su versión respecto a las acusaciones existentes en su contra, alegando sus
verdades, presentando cuantas pruebas estimen necesarias en la medida que coadyuven en probar
su inocencia y, utilizar cuantos recursos franquee la norma.

En el desarrollo del proceso penal en particular, la norma adjetiva de la materia reconoce dos tipos
de defensa; material, que faculta al encausado participar e intervenir de manera activa y directa en
todos los actos del proceso, formular peticiones y efectuar las solicitudes que considere pertinentes;
y, técnica, que implica la asistencia de un profesional entendido en la materia, desde el primer acto
del proceso hasta su conclusión. En ese sentido, la Corte Interamericana de Derechos Humanos, con
relación al derecho a la defensa, reiterando los razonamientos de la Sentencia de 17 de noviembre
de 2009 (caso Barreto Leiva vs. Ecuador), en la Sentencia de 26 de noviembre de 2010, caso Cabrera
García y Montiel Flores vs México, señaló que: “La Corte ha establecido anteriormente que el
derecho a la defensa debe poder ejercerse desde que se señala a una persona como posible autor o
partícipe de un hecho punible y sólo culmina cuando finaliza el proceso, incluyendo, en su caso, la
etapa de ejecución de la pena. Impedir que la persona ejerza su derecho de defensa desde que se
inicia la investigación en su contra y la autoridad dispone o ejecuta actos que implican afectación de
derechos es potenciar los poderes investigativos del Estado en desmedro de derechos
fundamentales de la persona investigada. El derecho a la defensa obliga al Estado a tratar al
individuo en todo momento como un verdadero sujeto del proceso, en el más amplio sentido de
este concepto, y no simplemente como objeto del mismo”.

En ese marco, es factible concluir que, el derecho a la defensa por su naturaleza e importancia en el
desarrollo de todo proceso, es inviolable, así lo establece el art. 119.II de la CPE, que señala: “Toda
persona tiene derecho inviolable a la defensa. El Estado proporcionará a las personas denunciadas o
imputadas una defensora o un defensor gratuito, en los casos en que éstas no cuenten con los
recursos económicos necesarios”.

La motivación y fundamentación de las decisiones judiciales, integran el debido proceso, puesto que
a través de ellas, los operadores de justicia brindan certeza a los justiciables, en la medida que estos
encuentren el respectivo convencimiento, convicción y seguridad en la decisión asumida por el
administrador de justicia.

Entonces, toda resolución que ponga fin a una controversia debe estar dotada de suficientes
motivos y razones; de no contar con tales elementos, claramente la decisión será arbitraria, puesto
que la correcta administración de justicia se basa en el deber que tienen sus administradores de
motivar todas sus decisiones o resoluciones que pongan fin a una determinada controversia. La
motivación implica plasmar en la resolución todos los argumentos de las partes, que guiaron a la
autoridad judicial para resolver la controversia de un modo determinado. La obligación de motivar
las decisiones judiciales es el reflejo del cumplimiento de las exigencias de orden internacional, de
ahí que en el sistema interamericano de protección de los Derechos Humanos, a través de la Corte
Interamericana de Derechos Humanos, en la Sentencia de 27 de enero de 2009, caso Cristian
Donoso vs. Panamá, señaló: “En este sentido, la argumentación de un fallo debe mostrar que han
sido debidamente tomados en cuenta los alegatos de las partes y que el conjunto de pruebas ha sido
analizado. Asimismo, la motivación demuestra a las partes que éstas han sido oídas y, en aquellos
casos en que las decisiones son recurribles, les proporciona la posibilidad de criticar la resolución y
lograr un nuevo examen de la cuestión ante las instancias superiores. Por todo ello, el deber de
motivación es una de las 'debidas garantías' incluidas en el artículo 8.1 de la Convención para
salvaguardar el derecho a un debido proceso”. Por su parte, la fundamentación, implica establecer
de manera clara y precisa las bases o pilares jurídicos sobre las que se erige la decisión judicial, de lo
que se infiere que, las resoluciones judiciales -sin importar su naturaleza- deben tener como
fundamento únicamente al orden jurídico vigente, la doctrina y la jurisprudencia; es decir, ninguna
decisión puede estar al margen de los principios, valores y normas de la Constitución Política del
Estado, que conforman el bloque de constitucionalidad y las leyes atinentes a la materia.

Finalmente, desde una concepción doctrinal, la congruencia como elemento integrador del debido
proceso, debe ser comprendida desde dos variantes; externa, entendida como principio rector de
toda resolución judicial, que exige la plena correspondencia o coincidencia entre el planteamiento
de las partes (demanda, respuesta e impugnación y respuesta) y lo resuelto por las autoridades
judiciales, sin que el juzgador tome en cuenta aspectos ajenos a la controversia; interna, porque
entendida la resolución como una unidad congruente, en ella se debe cuidar un hilo conductor que
le dote de orden y racionalidad, desde la parte considerativa de los hechos, la identificación de los
agravios, la valoración de los mismos y los efectos de la parte dispositiva; es decir, se pretenden
evitar que, en una misma resolución no existan consideraciones contradictorias entre sí o con el
punto de la misma decisión. Bajo ese parámetro corresponde señalar el entendimiento de la
uniforme jurisprudencia del entonces Tribunal Constitucional asumido por el actual, a través de la SC
1494/2011-R de 11 de octubre, cuyo razonamiento precisó: “De esa esencia, deriva a su vez la
congruencia como principio característico del debido proceso, entendida en el ámbito procesal
como la estricta correspondencia que debe existir entre lo peticionado y lo resuelto; ahora bien, esa
definición general, no es limitativa de la coherencia que debe tener toda resolución, ya sea judicial o
administrativa, y que implica también la concordancia entre la parte considerativa y dispositiva: sino
que además, debe mantenerse en todo su contenido, efectuando un razonamiento integral y
armonizado entre los distintos considerandos y razonamientos contenidos en la resolución. La
concordancia de contenido de la resolución y su estricta correspondencia entre lo pedido, lo
considerado y lo resuelto, (…). En base a esas consideraciones, es que quien administra justicia,
emitirá fallos motivados, congruentes y pertinentes.

(…)

De lo expuesto se confirma, que el órgano encargado de dictar la resolución, debe circunscribir su


fallo a lo peticionado y no resolver más allá de lo pedido, que sería un pronunciamiento ultra petita,
o, conceder algo distinto a lo solicitado por las partes, conocido en doctrina procesal como un
pronunciamiento extra petita”.

Ahora bien, con relación a los requisitos de toda decisión judicial, el máximo intérprete y guardián de
la Constitución Política del Estado, en la SC 0871/2010-R de 10 de agosto, reiterado posteriormente
en la SCP 1913/2012 de 12 de octubre, señaló: “…toda decisión jurisdiccional o administrativa, para
asegurar el derecho a la motivación como elemento de las reglas de un debido proceso, debía
contener los siguientes aspectos: a) Determinar con claridad los hechos atribuidos a las partes
procesales; b) Contener una exposición clara de los aspectos fácticos pertinentes; c) Describir de
manera expresa los supuestos de hecho contenidos en la norma jurídica aplicable al caso concreto;
d) Describir de forma individualizada todos los medios de prueba aportados por las partes
procesales; e) Valorar de manera concreta y explícita todos y cada uno de los medios probatorios
producidos, asignándoles un valor probatorio específico a cada uno de ellos de forma motivada; y, f)
Determinar el nexo de causalidad entre las denuncias o pretensiones de las partes procesales, el
supuesto de hecho inserto en la norma aplicable, la valoración de las pruebas aportadas y la sanción
o consecuencia jurídica emergente de la determinación del nexo de causalidad antes señalado”.

III.3.Análisis en el caso concreto

El accionante, a través de su representante, cuestiona de ilegal y lesivo a sus derechos


fundamentales, la Resolución pronunciada por el Tribunal de alzada, por la cual, las autoridades
demandadas, revocaron el Auto impugnado que declaró extinguida la acción penal, por duración
máxima del proceso, ordenando la prosecución de la causa hasta su finalización.

En función a la problemática planteada, a este Tribunal le corresponde emitir su pronunciamiento


únicamente en lo atinente al contenido del Auto de Vista 264/2012, pronunciado por la Sala Penal
Segunda del Tribunal Departamental de Justicia de Chuquisaca; es decir, si en dicha labor, los
demandados vulneraron derechos y garantías fundamentales del imputado, a cuyo fin,
corresponderá efectuar un análisis exhaustivo de los parámetros de la impugnación y la
correspondiente resolución de alzada.

Entonces, del estudio del citado Auto de Vista, se concluye que, en su primer considerando, recogió
los argumentos de los recursos planteados por las partes; así, asimiló los extremos de la apelación
incidental formulada por el representante del Ministerio Público y la Defensoría de la Niñez y
Adolescencia del municipio de San Pedro de Huacareta, en su condición de querellante, dicha labor
claramente responde a las exigencias de la motivación de las decisiones judiciales, como requisito
formal de toda determinación; en su segundo considerando, constatando la inexistencia de óbice
alguno en lo concerniente a los requisitos de procedibilidad, precisó que el transcurso del tiempo a
efectos de la declaratoria de extinción de la acción penal, no debe responder única y exclusivamente
al mero cómputo de los plazos, sino, que deben confluir entre otros elementos, la conducta dilatoria
del imputado, la carga procesal, la imposibilidad de realización de ciertos actos procesales. En ese
marco advirtió que, el Tribunal de Sentencia Penal que dispuso la extinción de la acción penal por
duración máxima del proceso, dejó de lado el Auto Supremo 11 de 29 de enero de 2009; cuyo
razonamiento precisó que, a efectos del cómputo de plazo, se deben descontar veinticinco días en
forma anual, de manera que, al haber transcurrido tres años correspondería descontar setenta y
cinco días.

Ahora bien, conforme se tiene de los argumentos antes señalados, las autoridades judiciales
demandadas, no vulneraron ningún derecho del accionante, por cuanto la resolución cuestionada,
contiene las suficientes razones y motivos que indujeron a la autoridad para determinar de ese
modo; asimismo, expresa la fundamentación basada en el art. 133 del CPP, argumentando a ello
que, la declaratoria de la extinción de la acción penal, no depende únicamente del mero cómputo
del plazo de tres años, sino que en ella deben concurrir otros factores.

Con relación al elemento congruencia, es preciso señalar que, el accionante cuestionó la decisión
judicial, porque a su criterio, las autoridades demandadas habrían considerado aspectos que no
fueron objeto de impugnación, vulnerando con ello el art. 398 del CPP. Al respecto, cabe señalar
que, el representante del Ministerio Público a tiempo de formular su apelación puso en discusión la
decisión del Tribunal de Sentencia Penal, precisamente porque dichas autoridades habrían omitido
considerar el Auto Supremo 11 de 29 de enero de 2009; a partir de dichos argumentos, el Tribunal
de apelación resolvió la controversia sometida a su juicio. Es decir, el reclamo del descuento de las
vacaciones judiciales no resulta ser una consideración ajena a la impugnación; consiguientemente,
es factible concluir que, el Tribunal de apelación no vulneró el art. 398 del CPP.

Por otro lado, con relación a la vulneración del derecho a la defensa, corresponde señalar que, el
accionante tuvo la oportunidad de formular sus alegatos tanto en el seno del Tribunal de Sentencia
Penal donde se tramita su proceso, así como en grado de apelación; por otro lado, no se advierte
que las autoridades judiciales hayan impedido producir prueba alguna, mucho menos que haya
existido obstáculo para promover los recursos que franquea la norma; mas al contrario, en pleno
ejercicio de ese derecho a la defensa, planteó la impugnación correspondiente al Auto que consideró
ilegal y lesivo a sus derechos, la cual derivó en el pronunciamiento de las autoridades demandadas,
lo que sin lugar a dudas, demuestra el pleno ejercicio del derecho a la defensa; por consiguiente, no
existe vulneración a este derecho.

En lo concerniente al derecho de acceso a la justicia y la tutela judicial efectiva, se debe precisar que,
a la luz de los razonamientos del Fundamento Jurídico III.2, de la presente Sentencia Constitucional
Plurinacional, existe vulneración de este derecho, entre tanto se niegue el acceso a los diferentes
órganos jurisdiccionales, impidiendo que la persona haga prevalecer sus derechos e intereses en
dichas instancias, de ahí que deriva la vulneración de la tutela judicial efectiva, cuya repercusión se
trasunta en diferentes actos, a saber: la desmesurada retardación en la ejecución de los fallos, el
incumplimiento de los plazos procesales, el condicionamiento de los recursos a excesivos
formalismos, la falta de respuesta oportuna por parte de los administradores de justicia, entre otros.
En el caso particular, las autoridades demandadas, no incurrieron en los aspectos antes señalados;
consiguientemente, no existe vulneración del derecho de acceso a la justicia y la tutela judicial
efectiva.

Por todo lo expuesto, el Tribunal de garantías al denegar la tutela impetrada, efectuó una adecuada
compulsa de los antecedentes del caso y la jurisprudencia aplicable al efecto.
POR TANTO

El Tribunal Constitucional Plurinacional, en su Sala Segunda; en virtud de la autoridad que le confiere


la Constitución Política del Estado Plurinacional de Bolivia y el art. 12.7 de la Ley del Tribunal
Constitucional Plurinacional; en revisión, resuelve: CONFIRMAR la Resolución 60/”2012” de 20 de
febrero de 2013, cursante de fs. 64 a 67, pronunciada por la Sala Civil Primera del Tribunal
Departamental de Justicia de Chuquisaca; y, en consecuencia, DENEGAR la tutela solicitada.

Regístrese, notifíquese y publíquese en la Gaceta Constitucional Plurinacional.

Fdo. Tata Gualberto Cusi Mamani


MAGISTRADO

Fdo. Dra. Mirtha Camacho Quiroga


MAGISTRADA

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