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TENDENCIAS Y ENFOQUES

“El arte en la sala de 2 años”


Autora: Laura Peruzzetto
Marzo de 2017

El año 2016 estuve a cargo de la sala de 2 años jornada completa en el Jardín


Maternal Nº 5 D.E 20, situado en la villa 15, conocida como “Ciudad Oculta” de la
Ciudad de Buenos Aires. El jardín está ubicado en una zona de alta vulnerabilidad
económica y social. El grupo de niños se caracterizaba por su diversidad cultural y
los distintos niveles de participación e involucramiento propio de los niños de dos y
tres años. El grupo era muy tranquilo, curioso y que no presentaron mayores
resistencia a la jornada, ya que la mayoría de los niños asistían al jardín desde la sala
de deambuladores. Las familias acompañaron con mucha seguridad y confianza al
jardín y a sus hijos durante el periodo de inicio, lo que facilitó la participación de los
niños.

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El Proyecto Escuela nos proponía, la integración de


diferentes expresiones artísticas a la tarea cotidiana,
como herramienta de aprendizaje.
Teniendo en cuenta las características del grupo, el
Proyecto Escuela y mi reciente paso por la
Especialización Docente en Educación por el Arte,
pensé un recorrido de diversas obras de artistas
plásticos reconocidos, que les permitieran a los niños
abordar diversos contenidos a través del arte, como
ser la expresión, la comunicación y las relaciones
personales.
En primer lugar seleccioné dos artistas para que los niños pudieran conocer:
Kandinsky y Miró. Considero que la apreciación de obras de arte despierta enorme

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interés y curiosidad en los niños. A la vez ayuda a formar un sentido de la estética y,
a través de la observación y disfrute de las obras pueden reconocer diferentes
colores, formas y los materiales que utiliza cada artista. Las artes en general
favorecen el desarrollo del lenguaje no sólo verbal, sino también gestual y corporal;
expresando sus sentimientos, emociones, estados de ánimo.
A través de los objetivos planteados, se logró que los niños se inicien en el
desarrollo de la percepción, la imaginación, la sensibilidad, la fantasía y la capacidad
creadora en relación a la producción plástica propia y la de sus compañeros.
Trabajé mucho fue en la composición del grupo tal como la premisa de la educación
por el arte; algo muy difícil en la sala de dos años. Por ejemplo realizar una ronda en
donde todos tengan las mismas posibilidades de mirar, observar, hablar y ser
escuchados. Es difícil en cualquier sala, pero más en una de dos años, porque los
niños no tienen incorporada esta dinámica y no la conocen; pues hay que enseñarla
y para ello las docentes poseemos miles de recursos que hasta nosotras nos
sorprendemos de ellos. Los puse en
marcha y en dos semanas todos los
niños ya conocían y disfrutaban de
estas rondas, que parecían tan
extrañas y difíciles; solo tenía que decir
¿hacemos una ronda? Y eso era todo.
Para mí era muy importante la ronda y
así se los transmitía a los chicos. La
ronda nos daba la posibilidad de
aprender juntos.
Pero no solo la ronda fue esencial para
desarrollar este proyecto, utilizamos
diferentes herramientas y materiales
para que los niños logren afianzar la confianza en sí mismos, sintiéndose los
principales protagonistas de sus obras y enriqueciendo al máximo sus conocimientos
y experiencias.
También utilizamos las tecnologías que teníamos disponibles y realizamos
actividades innovadoras, por ejemplo con un retroproyector y filminas de las obras
de arte convertimos la sala en una obra de arte, pusimos música clásica de fondo y
bailamos metidos adentro de la obra interactuando con las formas, los colores y los
sonidos, luego los niños pudieron interactuar con el retroproyector. Se imaginan algo

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tan lindo, atractivo y no poder tocarlo, en mi concepción educativa no existía esa
posibilidad. Tomamos las medidas de seguridad necesarias y explicamos a los niños
las mismas y así trabajamos con transparencias, papel celofán, redes, gemas de
vidrio, telas caladas, papeles opacos que hacían sombras. Por ejemplo una de las
actividades que fascinó a chicos y grandes en el jardín, fue una en la que los niños
dibujaban algo en un celofán y lo reproducíamos en el retroproyector y el dibujo se
magnificaba en el pared de la sala, así como lo habían hecho antes con las obras de
Kandinsky y Miró. Otra actividad que fue muy interesante consistía en que los niños
dibujaran sobre papeles afiches colocados en la pared, pero sobre ellos se
proyectaba una obra de arte, algunos niños dibujaron las figuras proyectadas, otros
solo garabateaban, otros no entendían cómo era que esos dibujos aparecían sobre
las hojas blancas, e iban y venían del proyector a la hoja varias veces. Realmente a
mí no me interesaba que todos
dibujaran, la actividad era tan
innovadora para ellos como para mí,
yo disfrutaba tanto o más que los
chicos, todos participaban de un
modo u otro y como la actividad era
grupal el objetivo se cumpliría. Pero
para que el objetivo se cumpla era
necesario que los chicos
compartieran su experiencia con sus
compañeros, y este es el sentido de
la ronda; algo que parece tan
repetitivo y automatizado en el nivel inicial, pero cuando se usa con criterio y
fundamento es la clave para que el aprendizaje suceda y se materializara en
palabras.
Con el proyector (cañón) armamos un cine y vimos videos donde las obras cobran
vida y crean una historia breve y visualmente llamativa. Ellos vieron los videos y
quisieron repetirlos, algunos me pedían dibujos animados que ven en la tele, pero le
explique que eso lo veían todos los días en sus casas.
Imprimimos las obras que veníamos trabajando, en tamaño grande, realizamos
cortes en ellas y las pagamos en cajas de zapatos para realizar rompecabezas de
cuatro caras. Jugamos con luces de colores y creamos formas y figuras con ellas,
conseguimos un plafón que tiene muchas luces, colocándolas de diferentes modos

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se mezclaban los colores, así el amarillo y el azul se convertían en un verde; el rojo
y el amarillo formaban el naranja; también podíamos armar formas y figuras
moviéndolas y colocándolas en determinadas posiciones. Los chicos pudieron
interactuar con estos colores y formas, las nombraban, sugerían cómo colocarlas
para que se formaran tal o cual forma, un círculo, una estrella, un cuadrado, un
triángulo, etc. Y mezclar los colores para que aparezcan otro.
Lo más importante fue que los
chicos fueran partícipes de la
creación, para eso el permitirles la
interacción con el material fue la
clave para el éxito. Que la sala se
convirtiera en un lienzo y que las
paredes reflejaran la creación, fue
algo inusual, no solo para los
chicos, sino también para los
docentes y directivos, que no
estamos acostumbrados a
dejarnos llevar por la creación y
dejar que estos artefactos que en muchas escuelas están en sótanos o cuartos
llenos de polvo y en desuso, comenzarán a ser parte de lo cotidiano, de lo que usan
los chicos y los docentes, todos los días.
También realizamos actividades más conocidas en el nivel, pero la idea era que los
niños pudieran vivir el arte de un modo diferente y a través de él aprender jugando y
divirtiéndose.
Una de las últimas actividades fue armar un mural junto a otra sala y exponerlo en
una pared importante del jardín. Trabajar con otra sala nos permitió entendernos
más como “grupo”. Los chicos entendieron que la otra sala trabajaba diferente. En
una ronda al siguiente día uno de los nenes dijo: “ellos no son como nosotros, no
juegan como nosotros”.
Es para mí un orgullo como docente haber logrado en la sala de dos ese sentido de
pertenencia, si bien es contradictorio, contraproducente y puede tomarse como algo
que está mal, como una crítica hacia otro grupo, me dio una pauta para saber por
dónde seguir con el trabajo del grupo. Saber escuchar al grupo es fundamental para
una evaluación global.

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Para finalizar este
proyecto, armamos una
muestra para que todas
las familias pudieran ver
el trabajo realizado y
puedan valorar el arte
junto a sus hijos, ya que
creo que es muy
importante que la
escuela, los niños y sus
familias trabajen en forma
conjunta para resignificar
los aprendizajes.
Evaluamos junto a las familias el recorrido y todos acordamos en que el proyecto era
muy interesante para los niños, los que pudieron expresar de diferentes maneras lo
trabajado en el jardín en sus hogares. Algunas apreciaciones de las familias fueron,
que los niños habían adquirido conocimientos, algunos que no hablaban
comenzaron a hacerlo contando lo que sucedía en el jardín, otros demostraron
interés en los colores y formas, otros en las relaciones con los pares que se
afianzaban con el transcurrir de las actividades, algunos mencionaban los nombres
de los artistas en sus casas; en fin la diversidad de aprendizajes me demostraba que
así de diverso era el grupo.
En este proyecto quedó demostrado lo importante que es acercar a los niños a
experiencias artísticas, ya que poseen una riqueza invalorable, propiciando la
exploración y enriquecimiento del lenguaje plástico visual y la cultura humana.

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