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Y
LENGUAJE SACRAMENTAL ECLESIAL
1995
2
N. B.
En 1995, cuando escribí este libro, las teólogas no habíamos
comenzado a utilizar el lenguaje inclusivo propio de la teología
en perspectiva de género. Hoy resulta inaceptable referirse a la
humanidad o a los seres humanos –como sucede en estas páginas– con
el sustantivo masculino “el hombre” y en singular, a manera de un
universal, ignorando la diversidad de situaciones, circunstancias
históricas, condicionamientos culturales.
TABLA DE CONTENIDO
I DIAGNÓSTICO DE LA SITUACIÓN ACTUAL DE LOS SACRAMENTOS .................... 4
1.Síntomas negativos de la praxis sacramental eclesial ................... 4
2. Síntomas positivos de la praxis y la teología de los sacramentos ...... 8
3. Análisis comparativo entre los síntomas positivos y los síntomas
negativos ............................................................... 13
II PRESUPUESTOS ANTROPOLOGICOS, EPISTEMOLOGICOS Y SEMIOLOGICOS PARA UNA
APROXIMACION A LA EXPERIENCIA SACRAMENTAL CRISTIANA ....................... 14
1. Presupuestos antropológicos .......................................... 14
2. Presupuestos epistemológicos ......................................... 23
3. Presupuestos semiológicos ............................................ 30
4. Aproximación semiológica a la experiencia sacramental cristiana ...... 37
III DEL LENGUAJE RELIGIOSO AL LENGUAJE SACRAMENTAL CRISTIANO .............. 40
1. La experiencia religiosa ............................................. 40
2. La expresión de la experiencia religiosa ............................. 48
3. El lenguaje sacramental cristiano .................................... 58
IV EL LENGUAJE RELIGIOSO EN LOS LIBROS DE LA BIBLIA ....................... 67
1. La experiencia de lo sagrado en Israel ............................... 67
2. La actitud de Jesús ante lo sagrado .................................. 73
3. Lo sagrado en la Iglesia Primitiva ................................... 78
V LA COMUNICACION DE DIOS EN LOS LIBROS DE LA BIBLIA ...................... 82
1. El hablar de Dios en el Antiguo Testamento ........................... 82
2. La Palabra hecha carne en el Nuevo Testamento ........................ 86
3. El ministerio de la Palabra .......................................... 87
4. Estructura relacional de la comunicación de Dios ..................... 88
VI EL LENGUAJE SACRAMENTAL EN LOS LIBROS DE LA BIBLIA ..................... 93
1. La relación acontecimiento salvífico acción cultual en Israel ........ 94
2. La sacramentalidad de Jesús en la interpretación neotestamentaria .... 97
3. Acciones sacramentales y sacramentalidad de la Iglesia en la comunidad
pospascual ............................................................. 112
VII EXPERIENCIA SACRAMENTAL Y LENGUAJE SACRAMENTAL ELESIAL ............... 119
1. El lenguaje sacramental eclesial .................................... 119
2. Actualización y actualizaciones de la salvación de Cristo en la Iglesia
....................................................................... 121
BIBLIOGRAFIA ............................................................. 128
SACRAMENTOLOGIA GENERAL ................................................ 128
CULTURA ................................................................ 129
ANTROPOLOGIA Y TEOLOGIA DEL SIMBOLO .................................... 130
SEMIOLOGIA Y LINGUISTICA ............................................... 131
LENGUAJE RELIGIOSO ..................................................... 132
SEMIOLOGIA Y TEOLOGIA .................................................. 135
VISION HISTORICA ....................................................... 136
4
No cabe duda de que el paso de una cultura a otra pueda ser causa del
empobrecimiento en la significación del signo sacramental. Lo cual plantea la
problemática de la in-culturación, a-culturación o trans-culturación del
lenguaje eclesial, tanto en cuanto a las formulaciones como en cuanto a la
expresión litúrgica. De ello la Iglesia ha tomado conciencia y, repetidas
veces en los últimos tiempos, el magisterio ha clamado por la encarnación de
la fe en las diversas culturas 2 . Pero los dos mil años de historia y de
encuentro de culturas han dejado su huella.
En todo caso, los sacramentos han perdido su significado original y sus formas
externas, al igual que las afirmaciones teológicas que a ellas se refieren,
han dejado de expresar aquello por y para lo cual habían nacido. El sacramento
no es el compromiso en que Tertuliano fundamentó su teología, ni es la re-
lación profunda y dinámica con Dios que la comunidad pos apostólica vivía y
expresaba, ni es la manifestación de la salvación de Dios que la Iglesia
judeocristiana designaba con el término mysterion. La Eucaristía no es una
reunión, ni una fiesta, ni un banquete. El bautismo no es incorporación. El
matrimonio sólo es un acto social. La unción dice muy poco al hombre del
despertar del siglo XXI.
1
PARRA, A. Sacramentos de la fe. PUJ. Facultad de Teología. Colección
Profesores. Bogotá. Sin fecha. p.2.
2
Cf. SC 37; GS 44; EN 20; EN 48; DP 392-393.
3
PARRA, A. op. cit., p.15.
6
algo que se recibe, resulta normal que se identifiquen con cosas externas al
hombre que actúan, sí, en su interior y por ello resultan útiles. Y como son
útiles para tranquilizar la conciencia y para hacer méritos para la otra vida,
desde una mentalidad capitalista se piensa en una especie de cuenta de ahorros
en la que con la recepción de los sacramentos se hacen los depósitos y con la
omisión de los mismos se efectúan retiros. Así, una comprensión cosificante y
utilitarista del sacramento conlleva una práctica individualista. Quizás
porque el cristiano no se expresa en ellos. Porque no tiene nada que expresar.
Porque los considera que son para su beneficio personal y así los aprovecha.
Sabemos que no es así. Que los sacramentos son eficaces. Pero en la medida en
que el hombre se abra a la acción de la gracia y se deje transformar. Lo cual
exige conversión personal a Jesucristo, de la que no siempre es sinónimo una
práctica sacramental reducida a los meros ritos.
4
Cf. RICOEUR, P. Finitud y culpabilidad. La simbólica del mal. Taurus.
Madrid, 1969.
8
moldes culturales.
Es preciso huir del poder maléfico que comportan los símbolos gastados,
endiablados. Hay que destruir los símbolos maléficos. Quien dice símbolos,
dice signos. Y quien dice signos, dice sacramentos"6.
5
Cf. BOFF, L. Sacramentos de la vida y vida de los sacramentos. Indoamerican
Press. Bogotá, 1988.
6
DALMAU, J. El poder maléfico de los símbolos. Verbo Divino. Pamplona, 1975.
p. 56.
9
7
SCHILLEBEECKX, E. Cristo, Sacramento del encuentro con Dios. Dinor. San
Sebastián, 1976. p.145.
10
Por último, desde una eclesiología de comunión los sacramentos tendrán que ser
experiencia y celebración de esa comunión, en Cristo, con el Padre y con la
comunidad de hermanos.
Así pues, desde esta perspectiva se puede intentar una aproximación a los
sacramentos como un sistema de significación y hablar de un lenguaje
sacramental que abarca el conjunto de los signos -significantes y
significados- que se estructuran y tienen vida en el contexto de la historia
de salvación y de la experiencia de la comunidad eclesial.
También hay que reconocer la visión de los sacramentos que ofrece la teología
de la liberación: al entender la fe como compromiso, lucha, praxis histórica
8
BARTHÈS, R. Mythologies. Seuil. Paris 1957. p.14.
9
PARRA, A. op. cit.
10
BOFF, L. op. cit.
11
TABORDA, F. Sacramentos praxis y fiesta. Paulinas. Madrid, 1987.
12
CASTILLO, J.M. Símbolos de libertad. Sígueme. Salamanca, 1981.
13
II
1. Presupuestos antropológicos
Todo discurso teológico tiene, como punto de partida, una reflexión sobre el
hombre desde su experiencia histórica, porque "el conocimiento del hombre desde
sí mismo, la antropología, es la condición y el punto de partida de cualquier
conocimiento" 13 y porque la comprensión que se tenga del mundo y del hombre es
horizonte de comprensión de la experiencia de la trascendencia y de su expresión
verbal y no-verbal.
En primer lugar, del mundo griego de los primeros siglos del cristianismo es el
neoplatonismo que tuvo tan grande influjo en la teología de los Padres. Para
esta corriente filosófica, la unidad del pensar y del ser constituye la esencia
de la mente o nous, orientada hacia el Uno que la produjo y de quien provienen
las ideas. El nous produce el alma, que contiene las almas individuales y que
penetra el mundo para animarlo 14 . San Agustín, asumiendo muchos de estos
planteamientos, pudo decir que Dios es
creador y causa primera del mundo, de su ser y de los diversos grados
ontológicos que incluye; que el alma humana es una sustancia inmaterial, simple,
13
HOYOS J. “La imagen del hombre en Puebla”. THEOLOGICA XAVERIANA 51 (79). p.
137.
14
Cf. Diccionario de Filosofía. Herder. Barcelona 1972.
15
Cuál es, entonces, la comprensión del hombre -la antropología- que en cuanto
latinoamericanos y en el amanecer del siglo XXI, sirve como punto de partida
para nuestra reflexión sobre los sacramentos? Si, por influencia del pensamiento
griego, el cristianismo había acogido una visión dualista del hombre y de la
realidad, el momento actual prefiere una visión integral. Y si la preocupación
filosófica giraba en torno a la esencia, hoy parece girar en torno a los
significados. De ahí que el ser humano se entienda como un creador de
significaciones, es decir, de discursos que tienen sentido, de valores
culturales, de símbolos; al mismo tiempo, se entiende como un ser condicionado
por las significaciones que le impone la cultura. Esta comprensión de hombre
fundamenta la comprensión de los sacramentos en cuanto signos o símbolos o
lenguaje o sistema de significación que se asume en el presente estudio.
Ahora bien, la realidad latinoamericana nos está gritando que muchos hombres y
muchas mujeres no viven como hombres, que una cosa afirma la filosofía y otra
distinta muestra la realidad.
por la masa y si, además, ocurre que la libertad de las personas se sacrifica en
aras del bienestar de unos cuantos y del "orden" establecido (visión estatista)
(Cf. DP 314).
15
CASSIRER, E. Antropología cultural. FCE. Bogotá, 1976. pp. 447-48.
18
Una definición de cultura ofrece el sociólogo Guy Rocher. Según este autor, la
cultura es "el conjunto trabado de maneras de pensar, de sentir y de obrar más
o menos formalizadas, que, aprendidas y compartidas por una pluralidad de
personas, sirven, de un modo objetivo y simbólico, a la vez, para constituir a
esas personas en una colectividad particular y distinta"17.
16
Ibíd., pp. 48-49.
17
ROCHER, G. Introducción a la sociología. Herder. Barcelona, 1980. pp. 112-
113.
19
3. estas maneras de sentir, pensar y obrar son compartidas por una pluralidad de
personas;
En cuanto a las funciones de la cultura, el mismo autor hace notar que al ser
el universo mental, moral y simbólico común a una pluralidad de personas y en
el que se mueve toda la actividad humana, la cultura permite a las personas
comunicar entre sí, reconociéndose mutuamente unos vínculos, unos intereses
comunes, unas divergencias y oposiciones, todo lo cual hace al individuo
sentirse miembro de una entidad que lo rebasa; además, proporciona unos modos
de pensamiento, unos conocimientos, unas ideas, unos canales privilegiados de
expresión de los sentimientos, unos medios de satisfacer las necesidades
fisiológicas.
18
TABORDA F. “Instituciones de teología y pluralismo cultural”. THEOLOGICA
XAVERIANA 28 (78). pp. 431-450.
20
"el modo particular como en un pueblo los hombres cultivan su relación con
la naturaleza, entre sí mismos y con Dios" (DP 386);
"el conjunto de los valores que animan a una pueblo y de desvalores que lo
debilitan y que, al ser participados en común por sus miembros los reúne
en base a una misma conciencia colectiva, las formas a través de las
cuales los valores o desvalores se expresan o configuran, es decir, las
costumbres, la lengua, las instituciones y estructuras de convivencia" (DP
387);
"la actitud con que un pueblo afirma o niega una vinculación religiosa con
Dios" (DP 389).
19
PATTE, D. et A. Pour une exégèse structurale. Seuil. Paris, 1978. p.52.
21
En su estudio sobre los sacramentos, Francisco Taborda 22 observa que sólo los
humanos son capaces de celebrar: cantan, bailan, ríen, hacen fiestas. Y hace
notar que el animal brinca pero no celebra. Mientras el hombre es homo ludens,
es homo celebrans, es el ser de la fiesta.
20
Cf. MCLUHAN, M. and Q. FIORE. The Medium is the Massage. Bantam Books. New
York, 1967.
21
Cf. COX, H. La fiesta de locos. Taurus. Madrid, 1983; HUIZINGA, J. Homo
ludens. Alianza. Madrid, 1972; MOLTMANN, J. Theology of Play. Harper & Row.
New York-London, 1972; MOLTMANN, J. “La fiesta liberadora”. CONCILIUM 92
(74); TABORDA, F. Sacramentos, praxis y fiesta. Ediciones Paulinas. Madrid,
1987. "Fenomenología de la fiesta/celebración", pp. 45-98; TORNOS, A.
“Antropología de la fiesta. Expresar el sentido de la vida”. SAL TERRAE
64(76). pp. 695-702; VELASCO, P. DE. “La fiesta”. CHRISTUS (México) 48
(83). pp. 34-36.
22
Cf. TABORDA, F. op. cit.
22
aquello que hace que la fiesta sea fiesta y sin los cuales no puede haber
fiesta.
En primer lugar, el acontecimiento que merece ser celebrado, ya sea del pasado y
cuya conmemoración se celebra cíclicamente, ya sea reciente y que se celebra en
el acto. Y es que la fiesta tiene siempre un motivo sacado de la vida, hay
alegría por algo que sucedió, pero, al mismo tiempo interrumpe la monotonía y la
rutina de la vida, es distanciamiento de lo cotidiano para poder darle sentido,
ya que el sentido de la vida y de los acontecimientos se descubre
experiencialmente cuando son interpretados y comunicados. Es vivencia de
totalidad condensada en un momento decisivo, como los momentos de paso, momentos
densos de tensiones y esperanzas que, al ser celebrados, permite afrontar las
dificultades de la nueva situación. Por ejemplo la celebración del matrimonio,
del nacimiento, de la pubertad, incluso de la muerte. Y es expresión de
historicidad: evoca el pasado, vivencia el presente, abre al futuro.
23
Ibíd., p.50.
24
Ibíd., p. 52.
23
De la fiesta vale la pena decir, también, que es proceso, porque incluye los
preparativos, su ejecución y los efectos o consecuencias de haber compartido la
celebración de un acontecimiento.
Es evidente, pues, la importancia que tiene el tema de la fiesta como uno de los
presupuestos para el estudio de los sacramentos. en los cuales la vida se hace
celebración y la celebración se hace vida.
2. Presupuestos epistemológicos
Muchas formas de proponer una teoría del conocimiento son posibles. La que aquí
se propone, recordando los diversos momentos que se producen en el proceso del
conocimiento, sigue las líneas propuestas por Luypen en la Fenomenología
existencial25.
25
LUYPEN W. Fenomenología existencial. Ediciones Carlos Lohlé. Buenos Aires-
México, 1967.
24
Ahora bien, el sujeto no sólo conoce objetos inanimados sino que su experiencia
puede ser de encuentro con el otro cuya existencia es perceptible a través de su
corporeidad. Pero también es perceptible para el sujeto el significado o los
significados del mundo de aquél. El otro se revela en el encuentro como no-cosa,
como ser-consciente-en-el-mundo. Es la experiencia de intersubjetividad.
El mismo relato del libro del Génesis ofrece también el modelo de este encuentro
interpersonal. El creador presenta al primer hombre la primera mujer (percepción
de la existencia del otro a través de su corporeidad) y el hombre le pone nombre
y la reconoce como no-cosa, como su igual, como compañía. Es experiencia de
intersubjetividad.
26
SARK, W. The Sociology of Knowledge. The Free Press. Glencoe 1958.
25
Mannheim escribe:
"El hombre reflexiona sobre sí, sobre su hacer, para transformarse, para
reestructurarse. Normalmente, el hombre vive vuelto hacia las cosas que
maneja, cambia, quiere hacer, pero no hacia sí mismo. Su propio funcionar
queda inobservado. Se vive en el acto de experiencia, se parte de él, sin
que normalmente quede captado el sujeto mismo.
27
MANNHEIM, K. El hombre y la sociedad en la época de crisis. Ediciones
Leviatán. Buenos Aires 1958. p. 13.
26
En sentido muy amplio y según una definición común, símbolo es una cosa que
evoca otra, definición que se presta a ambigüedades e interpretaciones
deficientes, por lo cual es aconsejable hacer algunas precisiones.
28
PAULUS, J. La función simbólica y el lenguaje. Herder. Barcelona 1975. p.
13.
29
JANET, P. Les débuts de l'intelligence. Flammarion. Paris, 1976. p. 85.
30
PIAGET, J. La formation du symbole chez l'enfant. Neuchatel, 1945. p. 15.
31
PAULUS, J. op. cit., p. 15.
27
social.
Según el filósofo Paul Ricoeur, símbolo es toda realidad que remite a otra
realidad y que, por ello, necesita interpretación. Esta concepción parecería
reducir el símbolo a los signos convencionales, que son los que necesitan del
universo de su propio discurso para su adecuada intelección y captación. Pero no
es exactamente así como concibe Ricoeur el símbolo. Este autor señala como
característico del símbolo el poner en relación dos niveles, uno lingüístico,
verbal o no verbal, y otro no lingüístico que es la experiencia no
conceptualizable. Porque el símbolo asume las experiencias más profundas del
hombre, las ordena en el nivel de la conciencia y las hace expresables o
comunicables32.
Para Cassirer, también filósofo, el símbolo ejerce una función de mediación que
permite al hombre construir su universo de percepción y expresión. Los símbolos,
dice, son parte del mundo humano del sentido, a diferencia de las señales, que
corresponden al mundo físico del ser y que pueden ser igualmente captadas por el
animal.
32
Cf. RICOEUR, P. “Parole et Symbole”. REVUE DE SCIENCES RELIGIEUSES 49(75).
pp. 142-161.
33
RAHNER, K. “Para una teología del símbolo”. En ESCRITOS IV., p. 286.
34
Ibíd., p. 293.
35
Ibíd., p. 315.
36
CASTILLO, J. M. op. cit., p. 172
28
Un estudio del símbolo tiene que dejar claro su carácter de mediación a la vez
que su realismo. En el uso corriente es frecuente oponer lo simbólico a lo real,
como si el símbolo fuera una apariencia engañosa, imagen irreal, re-presentación
convencional. Esta manera de entender el símbolo resulta peligrosa a la hora de
referirse a los sacramentos como símbolos: se pueden entender como apariencia
engañosa, imagen irreal, re-presentación ilusoria.
Conviene, pues, dejar muy claro que el símbolo es real por ser expresión real de
una experiencia real, y en cuanto relación real entre la experiencia real y la
expresión real.
"La real y no sólo aparente conexión del símbolo con la cosa simbolizada
es lo que se denomina el realismo metafísico u óntico del símbolo, en
cuanto que es la realidad misma de los seres lo que es simbólica de sí y
apta además para una signicidad intencional que se apoya en la analogía
intrínseca entre el símbolo y lo simbolizado. Lo cual quiere decir que el
s1imbolo, para ser tal, tiene que estar profundamente relacionado con la
realidad misma que simboliza y que da a conocer.
37
PARRA, A. op. cit., p. 30.
29
2.3 La semeiosis
38
Cf. MORRIS, C. La significación y lo significado. COMUNICACION Serie B.
Madrid, 1974.
30
3. Presupuestos semiológicos
También hay que mencionar el estudio de la fenomenología del lenguaje que hace
Paul Ricoeur, al introducir en su análisis del discurso la referencia a una
realidad extralingüística como es el contexto del discurso, lo cual supone tomar
el texto no sólo en cuanto a su estructura y a sus relaciones internas, sino
entrar en la interpretación: descubrir las mediaciones nuevas que el discurso
establece entre el hombre y el mundo.
Hay que incluir en esta lista al francés Roland Barthès, quien aplica la noción
de niveles, empleada por los estructuralistas, al análisis estructural del
relato. Barthès pretende descubrir la gramática del relato para comprender su
funcionamiento, recurriendo a los tres niveles de las funciones, los actantes y
la narración.
Así como era indispensable definir el símbolo, también es preciso definir qué se
entiende por signo, recordando que, lo mismo que aquél, se presta a equívocos
por el diverso uso que hacen los autores y el lenguaje común: en la medicina, la
semiología se refiere a los síntomas; la lingüística le da diversos
significados; en el lenguaje diario es indicio o señal, como cuando se dice: "es
signo de que no quiere ir"; en la teología puede referirse a los semeia del
cuarto evangelio o a los signos sacramentales. La ambigüedad del término hace
que se confunda con palabras afines como señal, indicio, imagen, síntoma.
39
Citado por BARTHÈS, R. Elementos de semiología. COMUNICACION Serie B.
Madrid, 1971. p. 7.
40
Ibíd., p. 13.
41
Cf. MALMBERG, B. Teoría de los signos. Siglo XXI. México, 1971.
42
GUIRAUD, P. La semiología. Siglo XXI. México, 1978. p. 33.
33
Por último, recuérdese que los signos tienen vida dentro de la comunidad que les
da vida y que los actualiza y los interpreta. De lo contrario mueren, como el
pez fuera del agua. Por eso De Saussure definía la semiología como la ciencia
que estudia la vida de los signos en el seno de la vida social.
34
Si, como decía Heidegger, las cosas son llamadas al ser por las palabras, de
igual manera, y en palabras del mismo Heidegger, "es la palabra la que hace al
hombre capaz de ser el viviente que es en cuanto es aquél que habla" 43 . Por eso
el lenguaje es constitutivo de la experiencia en cuanto experiencia humana, ya
que la acción se hace humana al ser mediada por el lenguaje: es decir, al ser
tematizada. El acto de comer es humano en cuanto soy consciente de lo que hago y
puede darle nombre, es decir, lo coloco en el universo de significantes y
significados que habito, universo que corresponde a una cultura: en este caso,
comer para el hombre no es sólo satisfacer la necesidad biológica de alimento,
sino compartir unos alimentos socialmente instituidos -mazamorra o hamburguesa-
y aceptados dentro de una cultura.
43
HEIDEGGER, M. Acheminement vers la Parole. Gallimard. Paris, 1976. p. 13.
44
BENVENISTE, E. Problemas de lingüística general. Siglo XXI. México, 1978.
35
Así sea el discurso más objetivo o banal, el habla es una llamada a ser
reconocido. El "hace frío" o "qué lindo día" es una manera de decir: "Hola, aquí
estoy, fíjese en mí". Y la exposición ordenada del científico está diciendo
también: "Hola, aquí estoy". Y el discurso del político en la plaza. Y el
susurro del enamorado. Y la orden del militar.
Ahora bien, esta noción no se reduce al lenguaje verbal sino que se extiende a
todos los sistemas de significación, los cuales poseen una estructura dentro de
la cual existen significantes que permiten expresar significados.
Igualmente Boff hace notar cómo el lenguaje humano es siempre llamada: in-voca;
posibilidad de identificación personal y comunitaria: con-voca; narración de un
acontecimiento o experiencia: e-voca. Y, podemos agregar: motivación a una
respuesta o un comportamiento: provoca.
Tomo I. p. 180.
45
BARTHÈS, R. op. cit., p. 20.
46
BOFF L. op. cit., pp. 14-16.
36
Por eso no sobra recordar aquí, cómo la interioridad de una persona, sus
decisiones, sus pensamientos, sus inquietudes, en una palabra, lo que la persona
es, permanece oculto para los otros a menos que ella lo quiera exteriorizar,
manifestar a través de su corporeidad y con el objeto de que otros interpreten
su comunicación y perciban su interioridad.
Entre los elementos anteriormente señalados existe una relación que estructura
la comunicación. Hay una relación entre el emisor y el mensaje, relación que
Jakobson denominó función emotiva: el porqué, la motivación propiamente tal del
emisor para emitir su mensaje. Otra relación es la que se da entre el mensaje y
el receptor: es la función conminativa o connativa y que consiste en la
respuesta del receptor al mensaje, ya sea de tipo cognoscitivo o afectivo. La
relación entre el mensaje y el código -función metalingüística- y entre el
mensaje y el referente -función referencial- corresponde a la coherencia entre
los significantes y los significados del mensaje. La función fática cohesiona
todos los elementos de la comunicación y tiene por objeto mantener la
comunicación entre el emisor y el receptor, más que el contenido del mensaje. La
función poética es la relación e incluso coincidencia entre el emisor, el
mensaje y el código empleado: el artista se expresa a sí mismo en su mensaje y
su mensaje es la misma forma plástica, verbal o no verbal, en la cual se
expresa.
Toda comunicación se estructura conforme a este modelo, pero según cuál sea el
tipo de comunicación y su finalidad, una de las funciones es la que prima, sin
que por ello las otras puedan desconocerse. Y, como en toda estructura, si falta
alguno de los elementos constitutivos o no existe la adecuada relación entre
ellos, no existe comunicación. Basta hacer la prueba: si no hay emisor o no hay
receptor o no hay mensaje -y este puede ser un simple "estoy aquí"- o no hay
código o no hay referente, tampoco hay comunicación.
cristiana
Además podemos decir que el cristiano nace dentro de un lenguaje sacramental que
constituye la posibilidad de apropiación de sentido y que el lenguaje
sacramental da vida a la comunidad cristiana ala vez que la comunidad cristiana
da vida al lenguaje sacramental.
III
1. La experiencia religiosa
Y Cazeneuve, por su parte, hace notar que "en todo lo que escapa a la regla, en
lo que sobrepasa la condición humana definida por el orden absoluto, el hombre
alcanza a distinguir el sello de la potencia"50. Es decir, de lo sagrado.
En esta línea se sitúa la definición que Martín Velasco hace del ámbito de lo
sagrado:
47
DURKHEIM, E. Formes élémentaires de la vie religieuse. PUF. Paris, 1960. p.
65.
48
Cf. MAUSS, M. Lo sagrado y lo profano. Barral. Barcelona, 1970
49
ELIADE, M. Lo sagrado y lo profano. Guadarrama. Madrid, 1968. p. 171.
50
CAZENEUVE, H. Sociología del rito. Buenos Aires, 1972. p. 35.
51
INSTITUTO INTERNACIONAL DE TEOLOGIA A DISTANCIA. El hecho religioso. Madrid,
1985. p. 18.
43
52
Ibíd.
53
Cf. ELIADE, M. Tratado de historia de las religiones. Ediciones del
Instituto de Estudios Políticos. Madrid, 1964. pp. 74-93.
54
Cf. OTTO, R. Lo Santo. Revista de Occidente. Madrid, 1968.
55
Cf. BOUILLARD, H. “La catégorie du sacré dans la science des religions”. En
Le Sacré. Aubier. Paris, 1974.
44
Eliade hace notar que sólo ciertos objetos de una misma clase tienen carácter
sagrado. Por ejemplo, en las tribus que rinden culto a ciertas piedras, estas ya
no son simples piedras sino hierofanías: revelan algo distinto de ellas mismas,
adquieren una nueva dimensión, la de la sacralidad.
Por eso hierofanías son todos los objetos, animales, lugares, acciones,
acontecimientos, personas, sentimientos, relaciones, que en un momento de la
historia sirven de mediación de la experiencia religiosa. Y hierofánica es toda
realidad mundana que se transubstancia, que se transfigura, que transignifica la
presencia o la acción divina y pasa a ser, dicha realidad mundana, símbolo/signo
para el hombre religioso.
56
ELIADE, M. Tratado de historia de las religiones. Ed. cit.
57
Ibíd., p. 118.
45
58
Ibíd., p. 131.
59
Cf. INSTITUTO INTERNACIONAL DE TEOLOGIA A DISTANCIA. op. cit., pp, 36-44.
46
Además, las relaciones entre las personas sirven como imágenes de la divinidad.
Las figuras de la paternidad y la maternidad permiten expresar la relación del
hombre con la divinidad. Así se explica la recurrencia del título Dios Padre y
Diosa Madre en la historia de las religiones.
A estos tres campos hierofánicos -tiempos, espacios, personas- hay que agregar
los objetos o elementos como el agua, el fuego, la luz, ciertos animales,
piedras, frutos, alimentos, que, a partir de la actividad simbólica religiosa
del hombre y de la sociedad, expresan la experiencia religiosa y se constituyen
en objetos o elementos hierofánicos porque expresan y realizan ritualmente la
irrupción del Misterio en la experiencia humana: se transfiguran o
transignifican la presencia y acción divinas.
47
El hombre es capaz de descubrir que el mundo en que vive y las cosas que lo
rodean, trascienden su existencia inmediata. Para la zorra de El Principito de
Saint Exupéry, hay que volver sobre el ejemplo, el trigal trasciende su misma
realidad para evocar otra cosa: la cabeza rubia de su nuevo amigo y no sólo la
cabeza sino su amigo.
Es algo que hacemos diariamente y a todas horas, cargando a los objetos que nos
rodean y a las experiencias cotidianas de un significado que los desborda: las
cosas tienen un lenguaje, hablan, se dicen; las acciones van más allá de sí
mismas, de su utilidad práctica, para significar algo más. El café que se ofrece
es más que café: dice acogida, significa hospitalidad. El beso es más que
contacto de los labios: dice "te quiero". La comida es más que alimento: es
familia reunida, es amistad compartida.
Leonardo Boff utiliza el ejemplo del pan que amasa la madre y que es mucho más
que pan porque tiene algo especial que no se saborea en otro pan:
"El pan semeja algo que no es pan, algo que trasciende el pan. El pan, a
su vez, es algo in-manente; permanece ahí, tiene su peso, su composición
de elementos empleados (harina, huevos, agua, sal, levadura), su opacidad.
Ahora bien, ese pan (realidad in-manente) torna presente algo que no es
pan (realidad tras-cendente). Cómo lo hace? Por el pan y a través del pan
que se torna transparente para una realidad trascendente, pan que deja de
ser puramente in-manente para ser un pan que no es como los demás, sino
diferente. Diferente porque recuerda y trae el presente por sí mismo y,
además, a través de sí mismo recuerda algo que va más allá (transparencia,
trascendencia). Es un pan translúcido y transparente y diáfano para la
realidad del alimento, del hambre, del esfuerzo de mamá, del sudor, de la
alegría de repartir el pan, de la vuelta de papá: todo el mundo de la
infancia se torna, de repente, presente en la realidad del pan y a través
de la realidad del pan"60.
60
BOFF, L. Los sacramentos de la vida y la vida de los sacramentos.
Indoamerican Press. Bogotá, 1988. p. 27.
48
61
Ibíd., p. 27.
49
Con los símbolos del primer grupo se ha intentado una clasificación o agrupación
según se trate de símbolos tomados de la naturaleza, de la vida familiar y
social, de la experiencia humana de finitud62.
Entre los símbolos tomados de la vida familiar y social están las familias de
dioses o las relaciones de paternidad- filiación de la divinidad con un hombre o
con la humanidad; está la Diosa Madre de las religiones más antiguas, el Dios
Padre e incluso el Dios Tío de los guajiros; está el símbolo de realeza o
señorío aplicadas al ser superior; están los comportamientos humanos -relación
de pareja, acción de comer, la palabra, la organización política, convenios
entre naciones, etc.- que sirven para hablar de la relación del hombre con la
divinidad.
Esta simbólica es la base del lenguaje religioso que en cada forma religiosa
adquiere su propia originalidad, como las notas musicales que se agrupan de muy
diferentes maneras según la originalidad de cada composición musical.
62
Cf. INSTITUTO INTERNACIONAL DE TEOLOGIA A DISTANCIA. op. cit., pp. 45-49.
50
63
Cf. PARRA, A. op. cit., pp. 39-40
64
Ibíd., p. 40.
65
Ibíd., p. 41.
51
Para el historiador de las religiones, Mircea Eliade, el mito narra una historia
sagrada, relata un acontecimiento ocurrido en el tiempo primordial, cuenta cómo,
gracias a las hazañas de seres sobrenaturales, una realidad ha venido a la
existencia, ya se trate del cosmos o de una parte del mismo: el hombre, una isla
o una montaña, una institución, un comportamiento humano.
66
Cf. RICOEUR, P. “Parole et symbole”. REV.SC.REl. 49 (75). pp. 142-161.
52
67
PANNIKAR, R. “Le mythe comme histoire sacré. Shunashepa, un mythe de la
condition humaine”. En Le Sacré. Aubier. Paris, 1974. p. 264.
68
BARTHÈS, R. “Le mythe aujourd'hui”. En Mythologies. Seuil. Paris, 1957. pp.
191-224.
69
Cf. VERGOTTE, A. Interprétation du langage religieux. Paris, 1974.
53
Sea como símbolo religioso o como símbolo cultural, el mito expresa la realidad
humana y le da sentido. Es patrimonio de todos los tiempos. Es el horizonte de
comprensión y el sentido de la realidad que revela el mitologúmeno o relato
mítico: la expresión significante o mito-logos expresa la realidad significada,
el mito propiamente tal, o meta-mito.
70
LEVI-STRAUSS, C. “La gesta de Asdiwal”. En Estructuralismo, mito y
totemismo. Nueva Visión, Buenos Aires, 1967. pp. 27- 75.
54
del rito.
Para definir el rito, José María Castillo tiene que hacer referencia al mito:
"El rito es una acción sagrada a la que acompaña un mito. Por su parte, un
mito es la palabra sagrada que acompaña al ritual y lo explica. Aquí se
debe advertir que, en realidad, el mito es una parte del ritual y el
ritual es una parte del mito"71.
"un acto individual o colectivo que siempre, aún en el caso de que sea lo
suficientemente flexible para conceder márgenes a la improvisación, se
mantiene fiel a ciertas reglas que son precisamente las que constituyen lo
que en él hay de ritual. Un gesto o una palabra que no sean la repetición
siquiera parcial de otro gesto u otra palabra, o que no contengan elemento
alguno destinado a que se lo repita, podrán constituir, sí, actos mágicos
o religiosos, pero nunca actos rituales"72.
71
CASTILLO, J. M. op. cit., p. 144.
72
CAZENEUVE, H. Sociología del rito. Buenos Aires, 1972. p. 16.
55
1. los que tienen por objeto ahuyentar la impureza, ya sea los ritos de
purificación que quitan la mancha adquirida por contacto con el tabú o los
ritos consecratorios que permiten el contacto con el tabú sin contraer la
mancha;
2. los que pretenden manejar las fuerzas y poderes sobrenaturales, como las
prácticas mágicas.
3. los que buscan colocar al hombre en relación con un principio sagrado que lo
trasciende.
Las dos primeras categorías se conocen también como ritos de control. La tercera
categoría es la de los ritos conmemorativos o de memorial, ya que mediante la
representación del mito se recrea el tiempo sagrado de los orígenes, generándose
un vínculo entre el mundo de lo cotidiano y el mundo de la divinidad.
73
Cf. Ibíd., pp. 20-27.
74
Cf. INSTITUTO INTERNACIONAL DE TEOLOGIA A DISTANCIA. op. cit., pp. 80-92.
56
contaminación equivale a morir para el grupo social por el tiempo que dure
la enfermedad o la contaminación;
Por eso los ritos constan de elementos tomados de la naturaleza, que simbolizan
la condición cósmica del hombre: agua, fuego, luz, animales, piedras, frutos,
alimentos, etc. La voz y el lenguaje postural también hacen referencia a la
condición cósmica del hombre.
Pero estos elementos no son símbolos religiosos ni existen por sí mismos sino a
partir de la actividad simbólica religiosa del hombre y de la sociedad que en
ellos se expresa y en los que simboliza el conjunto de los valores que les dan
identidad y cohesión. Cuando estos elementos se enmarcan en un contexto ritual,
participan, expresan y realizan -es decir, significan o transignifican- la
intervención de los seres o poderes trascendentes en la inmanencia de la acción
ritual. La fuerza o poder no está en ellos, como se piensa que ocurre en la
magia, sino en el ser o poder trascendente. Es lo que expresan las palabras que
acompañan indispensablemente a los elementos en la acción ritual para hacerla
transignificante, la recitación del mito o de un condensado del mismo, que da
vida al rito. A su vez, el mito adquiere en la reefectuación ritual su auténtica
significación. Toma vida. Porque el rito da vida al mito, de la misma manera que
el habla da vida a la lengua y el habla no existe sino en razón de la lengua.
75
CHAUVET, L.M. Du symbolique au symbole. Cerf. Paris, 1979.
76
Ibíd.
57
77
DIDIER, R. L'Eucharistie et le sens des sacrements. Profac. Faculté de
Théologie de Lyon. Lyon, 1971. p. 179.
78
CAZENEUVE, H. op. cit., p. 190.
58
Del lenguaje sacramental puede decirse lo mismo que se dijo del lenguaje humano,
que no es objeto exterior al hombre sino que el hombre está dentro del lenguaje:
el creyente está inmerso dentro del lenguaje sacramental, se hace creyente en su
seno. Así como se ha dicho que la acción se hace humana al ser mediada por el
lenguaje y que el hombre se hace humano a partir del lenguaje, análogamente
habrá que decir que la acción se hace cristiana al ser mediada por el lenguaje
sacramental y que el hombre se hace cristiano a partir del lenguaje sacramental.
Por otra parte, toda experiencia en cuanto humana es una experiencia profunda,
porque es propio de lo humano trascender la realidad que percibe y descubrir en
ella otros y más ricos niveles de significación. En el caso de la experiencia
cristiana, se trata de la experiencia de fe, de la experiencia de encuentro
personal con Dios en Cristo Jesús, experiencia que desborda los marcos de un
lenguaje conceptual.
79
CHAUVET, L.M. op. cit., p. 210.
60
80
PARRA, A. op. cit., p. 55.
61
Las palabras que acompañan al gesto y al elemento son las palabras de Cristo:
81
Ibíd., p. 56.
62
dimensiones.
"La vida del hombre es presentada como un caminar hacia Dios y con Dios.
Abraham se pone en camino y su marcha queda jalonada con altares, signos
82
BOFF, L. op. cit., p. 15.
83
Ibíd.
63
En los escritos de Lucas, no sólo los discípulos van de camino hacia Emaús: en
el camino de Jerusalén a Gaza el etíope es bautizado por Felipe; Pablo iba de
camino hacia Damasco cuando fue alcanzado por Cristo. Además, en los Hechos de
los Apóstoles se da una equivalencia entre "los discípulos" (Hech 9,1) y "los
que son del Camino" (Hech 9,2). La nota de la Biblia de Jerusalén a este
versículo hace notar que el término camino designa el estilo de vida que
caracteriza a la comunidad cristiana y que indirectamente designa a la comunidad
propiamente dicha. El mismo libro de los Hechos dice que Apolo "había sido
instruido en el Camino del Señor" (Hech 18,25) y que Priscila y Aquila "le
expusieron más ampliamente el Camino" (Hech 18,26); que en Éfeso había
incrédulos que "hablaban mal del Camino ante la gente" (Hech 19,9), que en esa
misma ciudad "se produjo un tumulto con motivo del Camino" (Hech 9,23); que
Saulo era perseguidor de "los seguidores del camino" (Hech 9,2); en el discurso
a los judíos de Jerusalén, Pablo reconoce haber perseguido "a muerte a este
Camino" (Hech 22,4), ante el procurador romano declara que "estaba bien
informado en lo referente al Camino" (Hech 24,22) y confiesa que da culto al
Dios de sus Padres "según el Camino" (Hech 24,14).
84
CORPAS DE POSADA, I. y G.J. PEREZ. “El seguimiento de Jesús”. THEOLOGICA
XAVERIANA 27 (77). p. 324.
64
De la misma manera que la lengua llega al individuo a través del grupo social y
de una herencia cultural y sirve como mediación de la experiencia personal para
ser tematizada, los discípulos dan sentido a su experiencia: a la luz de la
Escritura comprenden, descubren el sentido del acontecimiento que los entristece
y su experiencia se hace transignificante. Por eso dirán: "No estaba ardiendo
nuestro corazón dentro de nosotros cuando nos hablaba en el camino y nos
explicaba las Escrituras?" (Lc 24,32). A la luz de la Escritura, el Jesús en
quien ellos veían al Mesías comienza a transfigurarse, a transignificar, y
comienzan a creer de una manera diferente en el Cristo Resucitado.
IV
Recorramos las páginas del libro del Génesis. De Caín y Abel, dice el texto,
que hacían oblación de los frutos del suelo y de los primogénitos del rebaño
(Gen 4,3-4) y de Noé, que al bajar del arca, erigió un altar y ofreció un
holocausto (Gen 8,20). Acompañemos a Abraham que en Siquem "edificó un altar a
Yahvé que se le había aparecido" (Gen 12,7); junto a la encina de Mambré, donde
vino a establecerse, "edificó allí un altar a Yahvé" (Gen 13,8) y "plantó un
tamarisco en Berseba e invocó allí el nombre de Yahvé, Dios eterno" (Gen
21,33). En este sitio, Isaac "construyó un altar e invocó el nombre de Yahvé"
(Gen 26,25), instaló sus tiendas y encontró agua.
Jacob, al despertarse de su sueño, "tomó la piedra que se había puesto por
cabezal, la erigió como estela y derramó aceite sobre ella. Y llamó aquel lugar
Betel" (Gen 28,18-19). Y al despertarse, había dicho: "está Yahvé en este lugar
y yo no lo sabía. Qué temible es este lugar. Esto no es otra cosa sino la casa
de Dios y la puerta del cielo" (Gen 28, 16-17).
68
Otro altar en Siquem. Jacob "erigió allí un altar y lo llamó de El, Dios de
Israel" (Gen 33,20). Y en Betel "erigió una estela de piedra en el lugar donde
había hablado Dios con él: una estela de piedra; derramó sobre ella una
libación y vertió sobre ella aceite" (Gen 35,14). Finalmente erige una estela
en el sepulcro de Raquel (Gen 35,19).
Se ve, pues, como las diversas experiencias de encuentro con Dios dan origen a
lugares de culto en los cuales más tarde se repite la posibilidad de un nuevo
encuentro y comunicación de Dios. O, como se dijo antes, el texto avala el
origen del lugar de culto.
(…)
Dijo Yahvé a Moisés: Baja y conjura al pueblo que no traspase los lindes
para ver a Yahvé, porque morirán muchos de ellos; aún los sacerdotes que
se acerquen a Yahvé deben santificarse para que Yahvé no irrumpa contra
ellos. Moisés respondió a Yahvé: El pueblo no puede subir al monte Sinaí
porque tú nos lo has prohibido, diciendo: Señala un límite alrededor del
monte y decláralo sagrado" (Ex 19,10-13.21- 23).
69
"Yahvé habló así a Moisés: el día primero del primer mes alzarás la Morada
de la Tienda del Encuentro. Allí pondrás el arca del testimonio y cubrirás
el arca con el velo. Llevarás la mesa y colocarás lo que hay que ordenar
sobre ella; llevarás también el candelabro y pondrás encima las lámparas.
Colocarás el altar de oro para el incienso delante del arca del Testimonio
y colgarás la cortina a la entrada de la Morada. Colocarás el altar de los
holocaustos ante la entrada de la Morada de la Tienda del Encuentro.
Pondrás la pila entre la Tienda del Encuentro y el altar y echarás agua en
ella. En derredor levantarás el atrio y tenderás el tapiz a la entrada del
atrio. Entonces tomarás el óleo de la unción y ungirás la Morada y todo lo
que ella contiene. La consagrarás con todo su mobiliario y será cosa
sagrada. Asimismo ungirás la pila y su base y la consagrarás. Después
mandarás que Aarón y todos sus hijos se acerquen a la entrada de la Tienda
del Encuentro y los lavarás con agua. Vestirás a Aarón con las vestiduras
sagradas, le ungirás y le consagrarás para que ejerza mi sacerdocio.
Mandarás también que se acerquen sus hijos; los vestirás con túnicas, los
ungirás, como ungiste a su padre, para que ejerzan mi sacerdocio. Así se
hará para que su unción les confiera un sacerdocio sempiterno de
generación en generación" (Ex 40,1-15).
Nótese que los objetos y personas son consagrados mediante la unción con el
óleo y recuérdese la acción de Jacob, tanto en Siquem como en Betel,
derramando aceite sobre el altar que acababa de erigir. También Samuel
derramará el cuerno de aceite sobre la cabeza de Saúl (I Sa 10,1) y sobre
David (I Sa 16,12-13), consagrándolos, así, para una misión.
"Suprimiréis todos los lugares donde los pueblos que vais a desalojar han
dado culto a sus dioses, en lo alto de los montes, en las colinas y bajo
todo árbol frondoso" (Dt 12,2).
La reforma del rey Josías (ca. 640-609), con la promulgación del código
deuteronómico, relaciona la prosperidad nacional con la pureza del yahvismo,
centralizado en Jerusalén.
Por eso Aarón es escogido sacerdote de Yahvé por Moisés, según indicación
divina: "Manda acercarse a ti de en medio de los israelitas a tu hermano Aarón
con sus hijos para que ejerza mi sacerdocio" (Ex 28,1).
Según el libro de los Números, los hijos de Aarón, Nadab, Abihu, Eleázar e
Itamar "fueron ungidos sacerdotes" y sus manos "fueron consagradas para
ejercer el sacerdocio" (Nm 3,3). Según el mismo libro, los levitas fueron
escogidos como ayudantes del sacerdocio aaronita, para "el ministerio en la
tienda del Encuentro ... el ministerio en el santuario y en el altar ... todo
lo de detrás del velo" (Nm 18,4-7).
El libro de los Números precisa que al morir Aarón, su hijo Eleazar le sucede
(Nm 20,28), porque ser descendiente de Aarón es condición para pertenecer a la
casta sacerdotal. Por ello, en la reforma de Esdras hubo quienes fueron
excluidos del sacerdocio porque "investigaron en su registro genealógico, pero
no figuraban, por lo cual se les excluyó del sacerdocio como ilegítimos" (Esd
2,62).
Con el exilio, los sacerdotes adquirieron una importancia muy grande y desde
la época de los Macabeos representaban la máxima autoridad. En tiempos de
72
"... por cuanto ese pueblo se me ha allegado con su boca, y me han honrado
con sus labios, pero su corazón está lejos de mí" (Is 29,13).
"... cuando yo saqué a vuestros padres del país de Egipto, no les hablé ni
les mandé nada tocante a holocausto y sacrificio. Lo que les mandé fue
esto otro: Escuchad mi voz y yo seré vuestro Dios y vosotros seréis mi
pueblo y seguiréis todo camino que yo os mandare, para que os vaya bien"
(Jer 7,22-23).
De ahí las críticas acerbas de las acciones cultuales que los profetas ponen
en boca de Yahvé y que no son otra cosa sino la crítica a un culto que se ha
desviado de su sentido auténtico como actualización del acontecimiento
salvífico.
85
CASTILLO, J. M. op. cit., p. 37.
74
Además de que el lugar sagrado no es el lugar que escoge para orar, Jesús
critica abiertamente la práctica religiosa, cuestiona las prescripciones
rituales y rechaza la absolutización que el judaísmo había hecho de ellas.
Para los evangelistas, el templo es lugar de tentación (Mt 4,5 y par) y Lucas,
en su evangelio de la infancia, contrapone el anuncio del ángel a Zacarías,
que tiene por escenario el templo de Jerusalén (Lc 1,9-22), con el anuncio a
María en su casa de Nazaret (Lc 1,26-38); la incredulidad de Zacarías con la
fe de María; la mudez del padre de Juan con el canto del Magníficat de la
madre de Jesús.
Parece que Jesús acudía habitualmente a estas reuniones, pues cuando fue a
Nazaret "según su costumbre entró en la sinagoga el día sábado y se levantó
para hacer la lectura" (Lc 4,16): leyó a Isaías en aquella ocasión e hizo
suyas las palabras del profeta como declaración programática.
Porque para él, las normas y prescripciones que los judíos habían desviado de
76
A partir de este momento, las críticas se convierten en ataque: Mateo dice que
"los fariseos se confabularon contra él para eliminarle" (Mt 9,14) y Marcos
implica también a los herodianos (Mc 3,6), mientras que Lucas anota que los
escribas y fariseos "se ofuscaron y deliberaban entre sí qué harían a Jesús"
(Lc 6,11).
Ahora bien, aunque Jesús no guarda el sábado con el rigor de los judíos, sí lo
vemos tomando parte en las fiestas judías: sube a Jerusalén con motivo de la
Pascua o de la fiesta de las Tiendas (Jn 7,2) y en esta ciudad se encontraba
por la fiesta de la Dedicación.
86
Ibíd., p. 67.
78
Pero en los mismos escritos también se indica que los cristianos se reunían en
las casas: "partían el pan en las casas" (Hech 2,46), enseñaban la buena nueva
en las casas (Cf. 5,42), en la estancia donde vivían "perseveraban en la
oración" (Hech 1,14). En esta estancia ocurrió el acontecimiento de
Pentecostés. También fue en un lugar no sagrado donde los discípulos de Emaús
celebraron la Eucaristía (Lc 24,30-32) y donde el Resucitado se presentó a los
apóstoles (Lc 24,36ss). En una playa, a orillas del mar de Tiberiades se
realiza un encuentro eucarístico.
Las cartas de Pablo hacen referencia a "la Iglesia que se reúne en casa de
Prisca y Aquila en Roma (Ro 16,5; I Cor 16,19), en casa de Ninfa en Colosas
(Col 4,15) y en la de Filemón.
Y cuando Pablo habla del culto, lo hace en sentido novedoso. Exhorta a los
cristianos de Roma a que ofrezcan sus cuerpos "como una víctima viva, santa,
agradable a Dios: tal será vuestro culto espiritual" (Ro 12,1), que exige
transformarse mediante la renovación de la mente (Ro 12,2). El mismo apóstol
afirma que rinde a Dios un culto espiritual en forma personal (Cf. Ro 1,9),
"continuamente, noche y día" (II Tim 1,3), en la comunidad de los verdaderos
circuncisos (Cf. Fil 3,3).
"Se puede afirmar que la iglesia primitiva no se vio a sí misma como una
"religión", es decir, como una organización religiosa, con sus templos,
sus sacerdotes, sus fiestas y los ritos ceremoniales correspondientes.
Tampoco se habla en el Nuevo Testamento de "religión", "observancias
cultuales", "sacrificios" o "servicios religiosos", porque las palabras
que se refieren a todo eso se utilizan en un sentido completamente
distinto del que habitualmente suelen tener en las organizaciones
87
religiosas" .
87
Ibíd., p. 86.
82
Habló Dios por medio de los profetas equivale a se comunicó, se reveló, se dio a
conocer, se manifestó, dialogó, llamó. Nos ha hablado por medio de su Hijo es lo
mismo que decir se ha comunicado con nosotros, se nos ha revelado, se nos ha
dado a conocer, se nos ha manifestado, ha entrado en diálogo con nosotros, nos
ha llamado.
A esta historia del hablar de Dios, Esteban contrapone la historia del rechazo
de los israelitas, de su no escuchar el hablar de Dios, de su desobediencia, de
su resistencia. Por eso concluye diciendo a su auditorio judío: "Duros de
cerviz, incircuncisos de corazón y de oídos. Vosotros siempre resististeis al
Espíritu Santo" (Hech 7,51).
Una palabra de Dios abre el libro del Génesis: la palabra creadora. En el relato
sacerdotal, la expresión "dijo Dios ..." se repite en cada gesto creador (Gen
1,3.6.9.11.14.20.24.26) y al dar nombre y "ben-decir", lo que su palabra ha
creado -"llamó Dios ..." (Gen 1,5.8.10) y "los bendijo diciendo ..." (Gen
1,22.28)-, así como al poner en manos del hombre toda la creación. También habla
Dios en el relato yahvista cuando decide crear al hombre y crearle una compañía,
cuando le habla a la primera pareja en el jardín, cuando "mal-dice" a la
serpiente y cuando anuncia a la mujer y al hombre el castigo por su desobe-
diencia.
Por iniciativa de Dios -"dijo Dios" (Gen 12,1)- Abraham dejó su tierra y después
de Egipto "le fue dirigida la palabra de Yahvé a Abram" (Gen 15,1) para
anunciarle la promesa de una descendencia y firmar una alianza. Nuevamente,
cuando "tenía noventa y nueve años se le apareció Yahvé y le dijo ..." (Gen
17,1) de la alianza y la circuncisión. Y cuando el sacrificio de Isaac "le dijo:
Abraham, Abraham. El respondió: Heme aquí" (Gen 22,1).
A Jacob le habló en sueños: "le dijo: Yo soy Yahvé, el Dios de tu padre Abraham
y el Dios de Isaac" (Gen 28,13) y le habló cuando luchó con él a orillas del
Yabboq (Gen 33,27).
..." (Ex 25,1)- y cuando continúa hablándole a Moisés para señalar todas las
normas y prescripciones: "Yahvé habló a Moisés diciendo ..." (Ex 25,1). Vuelve a
hablar, irritado, cuando el becerro de oro (Ex 32,7).
También el libro del Levítico dice que "Yahvé llamó a Moisés y le habló desde la
Tienda del Encuentro" (Lev 1,1) y sigue hablándoles en cada una de las páginas.
Lo mismo ocurre en el Deuteronomio: Moisés pone en conocimiento del pueblo que
"Yahvé nuestro Dios nos habló así ..." (Dt 1,6) y habla por última vez al
mostrarle la tierra a la cual Moisés no entraría (Dt 32,48).
El castigo de Yahvé se hace sentir, al principio del libro de los Jueces: Israel
"no ha escuchado mi voz" (Ju 2,20). Y esta es la causa de los reveses de esta
época, de las derrotas que el pueblo experimenta ante los diversos enemigos.
Pero también se hace sentir la acción de Dios: uno tras otro suscita jefes a
quienes les es dirigida la palabra de Yahvé: el Ángel de Yahvé se le apareció a
Gedeón y "le dijo ..." (Ju 6,12.20.25) y "le respondió ..." (Ju 6,16.18);
también se apareció el Ángel de Yahvé a la madre de Sansón "y le dijo ..." (Ju
13,3) y a su esposo Manoaj "le respondió ..." (Ju 13,13). Y cuando estaban en
poder de los ammonitas, los israelitas clamaron a Yahvé y el texto dice que su
clamor halló respuesta: "Yahvé dijo a los israelitas ..." (Ju 10,11).
Hubo un tiempo en que "era rara la palabra de Yahvé" (I Sa 3,1). Fue entonces
cuando Samuel escuchó la llamada -"Samuel, Samuel"- que el sacerdote Elí le
ayudó a identificar y a la que respondió: "Habla, Señor, que tu siervo escucha"
(I Sa 3,4).
19,13) y lo puso en camino para ungir a Jehú como rey de Israel y a Eliseo como
profeta.
Otro profeta, Isaías, en el relato de su vocación expresa: "Y percibí la voz del
Señor que decía ..." (Is 6,8). Y la misión que Dios le encarga es "Ve y di a ese
pueblo ..." (Is 6,9). También a Jeremías le "fue dirigida la palabra de Yahvé"
(Jer 1,4), al igual que a Ezequiel (Ez 1,24; 2,1; 3,1; etc.), a Oseas (Os 1,1),
a Joel (Jo 1,1), a Jonás (Jon 1,1), a Miqueas (Mi 1,1), a Sofonías (So 1,1), a
Zacarías (Za 1,1). Amós comunica al pueblo de Israel que "así dice Yahvé ..."
(Am 1,3.6.9.11.13; 2,1.4.6) e invita a que escuchen "esta palabra que dice Yahvé
..." (Am 3,1; 4,1; 5,1). Lo mismo ocurre con el profeta Abdías.
Jesús es la Palabra y "anuncia la Palabra" (Mc 2,2; 4,33). Por eso Jesús habla
sin descanso: habla a las multitudes (Mt 5,2; 12,46; Lc 3,3; 9,11; etc.), a los
discípulos (Mt 19,11; 23,1; Jn 8,12; etc.), a los setenta y dos (Lc 10,2), a los
Doce (Lc 9,3; Jn 13,16.21.31), a Pedro (Mt 16,17; 17,26; 26,34; etc.), a Pedro,
Santiago y Juan (Mt 17,7; 26,45), a Mateo (Mt 9,9), a Zaqueo (Lc 19,9), a Simón
el fariseo -"Simón, tengo algo que decirte"- (Lc 7,48), a los fariseos (Lc
11,39), al joven rico (Lc 18,19), al ciego de Jericó (Lc 18,42), a los
mercaderes del Templo (Lc 19,46), a los sumos sacerdotes, escribas y ancianos
(Lc 20,8), a los saduceos (Lc 20,34). Pero calla ante Herodes (Lc 23,9).
Jesús habla en parábolas (Mt 13,3 y ss.; Mc 4,34 y ss.; etc.); habla en figuras
(Jn 16,25); habla abiertamente (Mc 8,32; Jn 18,20). Y sus palabras causan
escándalo (Mc 2,7) o resultan incomprensibles (Jn 8,43; 10,6). Sus mismos
discípulos opinan: "es duro este lenguaje" (Jn 6,60). Pero también reconocen que
son "palabras de vida eterna" (Jn 6,68).
Los guardias que los sumos sacerdotes enviaron para prender a Jesús declaran que
"jamás un hombre ha hablado como ese hombre" (Jn 7,46) y los discípulos de Emaús
lo califican como "un profeta poderoso en obras y palabras" (Lc 24,19). A la
mujer samaritana que esperaba la venida del Mesías, en una frase que recuerda la
presentación de Yahvé a Moisés en la zarza, Jesús se identifica: "Yo soy el que
te está hablando" (Jn 4,26). Y al ciego de nacimiento, que le pregunta quién es
el hijo del hombre para creer en él, Jesús le responde: "el que está hablando
contigo, ese es" (Jn 9,37). A la pregunta de los fariseos, "Quién eres tú?",
responde: "Desde el principio lo que os estoy diciendo y lo que he oído a él es
lo que hablo al mundo" (Jn 8,25-26). Y de María, la hermana de Marta, la que
"sentada a los pies del Señor, escuchaba su Palabra" (Lc 10,39), dice el
evangelio de Lucas que escogió la mejor parte.
Las palabras de Jesús son palabras de Dios. Lo repite una y otra vez: "aquél a
quien Dios ha enviado habla las palabras de Dios" (Jn 3,34), testimonia Juan
Bautista cuando los discípulos le informan que vieron a Jesús bautizando; y en
la conclusión de la primera parte del evangelio de Juan, "Jesús gritó y dijo:
... yo no he hablado por mi cuenta, sino que el Padre que me ha enviado me ha
mandado lo que tengo que decir y hablar ... lo que yo hablo lo hablo como el
Padre me lo ha dicho a mí" (Jn 12,49-50).
87
Por eso la palabra de Jesús es eficaz: expulsa demonios (Mc 1,25; 5,8; 9,25),
cura (Mc 1,41; 2,11; etc.), resucita (Mc 5,41), calma la tempestad (Mc 4,39),
perdona (Mc 2,5).
Algunas veces, Jesús acompaña con un gesto la palabra. Como en la curación del
sordo que hablaba con dificultad: "le metió los dedos en los oídos y con su
saliva le tocó la lengua, y levantando los ojos al cielo dio un gemido y le
dijo: Effeta, que quiere decir, Ábrete. Se abrieron sus oídos y al instante se
soltó la atadura de su lengua y hablaba correctamente" (Mc 7,33-35). O los dos
ciegos a los que "les tocó los ojos diciendo: Hágase en vosotros según vuestra
fe. Y se abrieron sus ojos" (Mt 9,29). Y también al leproso: "El extendió la
mano, le tocó y le dijo: Quiero, queda limpio. Y al instante desapareció la
lepra" (Lc 5,13).
3. El ministerio de la Palabra
Anunciar la Palabra es la misión que Jesús confía a sus discípulos: "Id, pues, y
haced discípulos a todas las gentes bautizándolas en el nombre del Padre y del
Hijo y del Espíritu Santo y enseñándoles a guardar todo lo que yo os he mandado"
(Mt 28,19-20), "proclamad la buena nueva a toda la creación" (Mc 16,15).
Por haber sido testigos, por haber visto y oído, los discípulos se constituyen
en servidores de la Palabra (Lc 1,1) y su enseñanza genera la conversión y la
nueva vida en la comunidad. Después del discurso de Pedro el día de Pentecostés,
cuando "levantó su voz y les dijo ..." (Hech 2,14) el anuncio de Jesucristo
muerto y resucitado, quienes lo escucharon fueron tocados por la Palabra: "al
88
oír esto, dijeron con el corazón compungido a Pedro y a los demás apóstoles: Qué
hemos de hacer, hermanos?" (Hech 2,37). La respuesta de los oyentes, que acogen
las palabras de Pedro, es la conversión y el bautismo: "Los que aceptaron sus
palabras, se bautizaron" (Hech 2,41). Y la vida de comunidad, que aparece como
término del proceso de conversión, ofrece como primera característica de
aquellos cristianos que "acudían asiduamente a la enseñanza de los apóstoles y a
la fracción del pan" (Hech 2,42). La Iglesia comienza, pues, a existir a partir
de la Palabra y la celebración: anuncio de Jesucristo muerto y resucitado y
bautismo, enseñanza de los apóstoles y fracción del pan.
Las muchas veces y muchas maneras como Dios habló es, ciertamente, la trama del
Antiguo Testamento como la historia de la relación entre Dios y su pueblo,
relación continuamente transformada por las diversas situaciones en que acontece
a lo largo de casi veinte siglos, relación que es progresiva porque es progre-
siva la captación del hombre y es progresivo el encuentro.
El texto de la Carta a los Hebreos señala que este hablar de Dios se realiza a
través de un medio: antiguamente, los profetas, y ahora, el Hijo. Porque la
comunicación de Dios, su revelación y su salvación no se realizan sin mediación.
O mejor, la mediación es el lenguaje que permite identificar la comunicación,
vivir la experiencia y expresarla. De lo contrario se quedaría en un nivel
subjetivo, preconsciente. Y es propio de la comunicación de Dios su dimensión
personal y comunitaria: por ello necesita la mediación de un lenguaje.
proclamar que Yahvé conducía al pueblo, que sus dirigentes eran los enviados de
Yahvé, que la Ley provenía de Yahvé, que su unidad como pueblo era obra de
Yahvé. De la misma manera como "aquel día salvó a Israel del poder de los
egipcios" (Ex 14,30), los israelitas experimentaron en cada acontecimiento la
salvación de Dios.
Escribe Schillebeeckx:
88
SCHILLEBEECKX, E. Cristo, sacramento del encuentro con Dios. Dinor.
Pamplona, 1971. pp. 22 y 28.
91
Pero también puede haber rechazo al amor salvador de Dios porque el hombre es
libre para aceptarlo o rechazarlo. Es el pecado. Como también puede haber
incapacidad para captar el mensaje, lo cual puede ocurrir porque se vive en un
mundo de pecado, en un mundo que vive a espaldas de Dios y donde no hay lugar
para su amor y su salvación.
Escribe Danielou:
89
DANIELOU, J. “Los sacramentos y la historia de salvación”. En VARIOS.
Palabra de Dios y Liturgia. Sígueme. Salamanca, 1966. pp. 47-62.
93
VI
Y aparece el término 'OT que la versión de los LXX traduce por semeion, signo, y
que se emplea para designar acciones, ritos, personas que están en función de
los acontecimientos de la historia salvífica. También aparece la palabra
mysterion para indicar algo que está oculto en Dios y que será revelado por él.
Para dar culto a Yahvé es liberado Israel. Y el culto pone en marcha, orienta
hacia el futuro de la promesa, a la vez que actualiza en cada generación la
acción salvadora de Yahvé al salir de Egipto.
"El texto fundamental sobre la Pascua (Ex 12,12ss) no hay duda de que es
eminentemente cultual, pero no eminentemente "mítico" en el sentido de
relato sin contenido real histórico. Sabemos que en el culto Israel
celebra las gestas de Dios en su historia nacional, su liberación, su
largo peregrinar, su asentamiento, su constitución como nación. La
historia salvífica es el respaldo del culto israelita; es un memorial de
96
Así, al llegar a la tierra prometida, Josué reúne a todas las tribus en Siquem
(Jos 24,1-28), y en la recitación del credo histórico (Jos 24,12-13), el pueblo
reunido actualiza ritualmente la alianza y la salvación de Dios y se decide por
servir a Yahvé. El texto concluye:
"Aquel día Josué pactó una alianza para el pueblo: le impuso decretos y
normas en Siquem. Josué escribió estas palabras en el libro de la Ley de
Dios. Tomó luego una gran piedra y la plantó allí, al pie de la encina que
hay en el santuario de Yahvé. Josué dijo a todo el pueblo: Mirad, esta
piedra será testigo contra nosotros, pues ha oído las palabras que Yahvé
ha hablado con nosotros; ella será testigo contra vosotros para que no
reneguéis de vuestro Dios" (Jos 24,25- 27).
90
PARRA, A. op. cit., p. 79.
97
Juan explica que ha hecho una selección del material narrativo y a las acciones
de Jesús les da el nombre de semeia, tal como lo hace a todo lo largo de su
libro para denominar las acciones de Jesús que producían impacto en la gente y,
concretamente, para referirse a los milagros, el primero de los cuales -el
primer semeion- es el de Caná.
En estos signos del Cuarto Evangelio, los gestos y palabras de Jesús juegan en
un triple nivel de significación. En algunos, el significante es una acción de
Jesús (conversión del agua en vino, resurrección de Lázaro, multiplicación de
los panes, lavatorio de los pies, etc.), mientras en otros el significante son
sus palabras (diálogo de Jesús con Nicodemo o la samaritana), a través de las
cuales se manifiesta y se realiza la salvación: para que los testigos -los que
ven y oyen-, crean y tengan vida en Cristo.
El primer núcleo agrupa los signos del vino (Jn 2,1-12) y del templo (Jn 2,13-
22), así como los encuentros con Nicodemo (Jn 3,1-21) y la mujer samaritana (Jn
4,1-42). Las cuatro perícopas hacen referencia al culto judío representado en el
agua de las purificaciones del signo de Caná; en el templo de Jerusalén; en
Nicodemo, maestro de la ley; en el agua del pozo de Jacob y el monte Garizim
donde los samaritanos adoraban a Dios.
el agua que estaba preparada para las purificaciones, representa el culto caduco
sustituido por una nueva economía salvífica. El milagro de Caná, además, se
ubica en el contexto totalizante de la historia de la salvación como horizonte
de comprensión: muchas generaciones habían vivido y cantado la alianza en
términos de noviazgo y matrimonio (Cf. Os 1,2 - 3,5; Ez 16 y 23) y su
consumación en la era mesiánica solía describirse como una fiesta de bodas en la
cual abundaría el vino. Para Juan y su comunidad, esas expectativas se habían
visto cumplidas en Jesús. En el segundo signo, después de la resurrección sus
discípulos "se acordaron y creyeron" (Jn 2,22) y es entonces cuando comprenden
la sustitución del culto judío, ligado al templo, por el nuevo culto en la
persona de Jesucristo presente y actuante en la comunidad. En el diálogo con
Nicodemo, Jesús hace referencia al signo de la cruz, recordando la serpiente de
bronce como significante de salvación en la ley antigua (Jn 3,14) que es
superado en la cruz, como significante cuyo significado es la vida eterna: "para
que todo el que cree tenga por él vida eterna" (Jn 3,15). Pero también aclara
que "el que no cree ya está juzgado" (Jn 3,18). En el "nacer del agua y del
Espíritu" (Jn 3,7), también hay una alusión a la instauración de un nuevo orden.
El evangelio no recoge la respuesta última de Nicodemo, sino que la desplaza a
todo hombre que obra la verdad y cuyas obras transparentan el obrar de Dios: "el
que obra la verdad, va a la luz, para que quede de manifiesto que sus obras
están hechas según Dios" (Jn 3,21). A la samaritana también le anuncia la
superación del culto antiguo, el del monte Garizim, porque ha llegado la hora de
la instauración del nuevo culto "en espíritu y en verdad" (Jn 4,24), inmediata-
mente antes de que el texto incluya la confesión de fe: "Sé que va a venir el
Mesías, el llamado Cristo" (Jn 4,25) y la identificación de Jesús: "Yo soy, el
que te está hablando" (Jn 4,26). La mujer que ha visto y oído a Jesús, cree y
los samaritanos con ella: "hemos oído y sabemos (creemos, confesamos) que este
es el Salvador del mundo" (Jn 4,42).
El milagro de los panes (Jn 6,5-15) también lo relatan los sinópticos (Mt 14,13-
21; Mc 6,32-44; Lc 9,10-17), no así el discurso, que es el que ofrece las pistas
para la interpretación del signo. La multitud que seguía a Jesús a causa de "las
señales que realizaba en los enfermos" (Jn 6,2) es testigo del gesto miseri-
cordioso de Jesús que les da de comer en abundancia y al ver "la señal que había
realizado" (Jn 6,14a) lo reconoce como "el profeta que iba a venir al mundo" (Jn
6,14b) y quieren proclamarlo rey. Pero Jesús se retira al monte. Al día
siguiente, Jesús llama la atención a la gente: "vosotros me buscáis no porque
habéis visto señales, sino porque habéis comido los panes y os habéis saciado"
(Jn 6,26). Es decir, porque se han quedado en el primer nivel de significación.
Jesús, entonces, procede a explicar el significado último o transignificado,
distinguiendo el "alimento perecedero" del "alimento que permanece para la vida
eterna" (Jn 6,27).
91
CULLMANN, O. Les sacrements dans l'Evangile de Jean. PUF. Paris, 1951. p.
67.
102
También los discípulos tienen dificultad para interpretar este lenguaje. Jesús
repite, una vez más, que la posibilidad de llegar al nivel último de
significación, a la confesión de fe, es un don del Padre (Cf. Jn 6,57). Y a los
que aún no se han retirado, a los Doce, les conmina a tomar una decisión. Viene,
entonces, la confesión de Pedro: "Tú tienes palabras de vida eterna y nosotros
creemos y sabemos (confesamos) que tú eres el Santo de Dios" (Jn 6,68),
confesión que sintetiza el proceso de comprensión del signo obrado y explicado
por Jesús. Dodd concluye:
Un tercer núcleo lo constituyen los signos obrados por Jesús en los cuales el
significante es la recuperación de la vida física: la curación del hijo del
funcionario real (Jn 4,43-54), la del paralítico de la piscina (Jn 5,1-47), la
del ciego de nacimiento (Jn 9,1-41) y la resurrección de Lázaro (Jn 11,1-54). En
todos ellos, el milagro está acompañado de un discurso de Jesús, posterior al
mismo o entrelazado con él, y cuyo objeto es permitir a los destinatarios la
captación del significado.
Estos signos tienen la misma finalidad de los anteriores: que quienes los ven,
crean en Jesús. Así lo expresa Jesús en su primera respuesta al funcionario real
92
DODD, W. The interpretation of the Fourth Gospel. p. 344.
103
Cuando Juan narra los acontecimientos del Calvario, en ningún momento califica
la cruz como signo. Pero en el contexto del evangelio sí es posible reconocer en
ella un signo y un signo de difícil descodificación. La cruz, en su significado
denotativo, no es sino la muerte de un malhechor y, por lo tanto, el más rotundo
fracaso de la causa de Jesús. Pero el cuarto evangelio insiste en mostrar el
acontecimiento de la cruz como la hora de la glorificación de Jesús. En la cruz,
los creyentes reconocen la revelación de Dios Salvador que hace al hombre
partícipe de la Vida Eterna. El principio hermenéutico lo ofrece la
intencionalidad misma del evangelio desde la perspectiva de la teología del
104
Porque este evangelio también quiere destacar que Jesús está en comunión con el
Padre: "El Padre y yo somos una misma cosa" (Jn 10,30); "el que me ha enviado
está conmigo: no me ha dejado solo" (Jn 8,28); "así sabréis y conoceréis que el
Padre está en mí y yo en el Padre" (Jn 10,38).
En la teología de Juan, es más que evidente que las obras de Jesús transparentan
las obras del Padre, que sus palabras son las palabras del Padre. Por eso dice
el Prólogo: "A Dios nadie le ha visto jamás: el Hijo único que está en el seno
del Padre, él lo ha contado" (Jn 1,18). Y en otros lugares, Jesús lo explicita:
"Quien me ve a mí, ve al Padre" (Jn 14,9); "si me conocéis a mí, conoceréis
también al Padre" (Jn 14,7a). Esta transparencia queda patente, sobre todo,
cuando Jesús responde a Tomás en la última cena: "desde ahora lo conocéis y lo
habéis visto" (Jn 14,7b).
Ahora bien, en la reflexión joanea como en todos los escritos del Nuevo
Testamento, los signos tienen sentido desde la experiencia pascual, porque la
presencia de Cristo Resucitado se realiza en la comunidad pospascual en los
encuentros sacramentales, en cuanto prolongación y actualización en la Iglesia
de los gestos salvíficos de Jesús. Este es el Sitz im leben de la redacción del
cuarto evangelio. Pero sobre ello volveremos a propósito de la experiencia
sacramental de la comunidad pospascual. Por ahora baste dejar claro que las
acciones salvíficas de Jesús transparentan -transignifican- las acciones
salvíficas de Dios. Porque Jesús es el Camino y nadie va al Padre sino por él
(Cf. Jn 14,6). El es el camino de Dios hacia el hombre y del hombre hacia Dios.
El es el mediador: la mediación entre Dios y los hombres y entre los hombres y
105
Lo cual no quiere decir que los sinópticos no reconozcan en las obras y palabras
de Jesús algo más de lo que a primera vista se capta o nivel denotativo de
significación. Lo que pasa es que no utilizan el término semeion. Emplean los
términos dynamis (fuerza, poder) y ergon (obra salvífica) para referirse a las
acciones de Jesús en cuanto portadoras de salvación y en cuanto acciones de
Dios. Porque reconocen que Jesús posee la dynamis de Dios y realiza los ergeia
de Dios. Porque reconocen en las obras y palabras de Jesús el actuar salvífico
de Dios, Porque Jesús es la transparencia de Dios. Porque en la persona de Jesús
ha irrumpido el reino de Dios y sus obras y palabras son los signos del reino.
"Convertíos, porque el reino de los cielos ha llegado" (Mt 4,17; cf. Mc 1,14),
son las palabras con que Jesús inaugura su ministerio y Lucas explicita en qué
consiste la llegada del reino con la cita de Isaías que pone en labios de
Jesús como discurso programático:
a la sociedad, como el que curó en una ciudad de Galilea (Lc 5,12-14) y los diez
que se encontraban en los confines entre Samaría y Galilea (Lc 17,11-19); sordos
que oyen, como el sordo y tartamudo que por obra de Jesús oyó y se le soltó la
atadura de la lengua (Mc 7,31-37), y mudos que hablan, como el mudo endemoniado
que rompió a hablar (Mt 9 32,34); muertos que resucitan, como la hija de Jairo
(Mt 9,18-26) y el hijo de la viuda de Naim (Lc 7,11-17); curaciones sin número,
como las del criado del centurión (Mt 8,5-10), la suegra de Pedro a la que "la
fiebre la dejó" (Mt 8,14-15), la mujer que padecía un flujo de sangre (Mt 9,22-
23), el hombre que tenía la mano paralizada (Mt 12,10-14), la hija de la cananea
(Mt 15, 21-28), la mujer encorvada que "al instante se enderezó" (Lc 13,10-14),
el hidrópico (Lc 14,1-4), el endemoniado epiléptico (Mt 17,14-18), el de la
sinagoga de Cafarnaúm (Mc 1,21-28) y el de Gerasa (Mc 5,1-20), las muchedumbres
que, como en un estribillo de los evangelios, salen al paso de Jesús y son
curadas de toda enfermedad y dolencia en Cafarnaúm (Mt 8,16), en toda Galilea
(Mt 9,35), en el país de Genesaret (Mt 14,34-36), junto al mar de Galilea (Mt
15,29).
También los pecadores son acogidos y perdonados, como el paralítico (Mt 9,2),
Mateo (Mt 9,9) y Zaqueo (Lc 19,9), la pecadora que "se coló" a la comida de
Simón el fariseo (Lc 8,48) y los publicanos y pecadores que se sientan a la mesa
con Jesús (Mt 9,10).
Son todos ellos, enfermos y pecadores, los "pobres" a quienes Jesús anuncia la
buena nueva de la salvación. Así lo declara expresamente Jesús en el encuentro
con Zaqueo: "Hoy ha llegado la salvación a esta casa" (Lc 19,9). Así lo subraya
en la curación de la hemorroisa y en la del ciego Bartimeo, también se lo dice a
la mujer pecadora y a uno de los diez leprosos: "Tu fe te ha salvado" (Mt 9,22;
Mc 10,52; Lc 7,50; 17,19).
En cambio, en Nazaret, donde no pudo hacer ningún milagro porque sus coterráneos
se escandalizaban de él, Jesús "se maravilló de su falta de fe" (Mt 6,6).
Recuérdese que en su respuesta a Juan Bautista, Jesús menciona el escándalo de
los judíos, en especial de los escribas y fariseos, que acompaña la realización
de los signos. Se escandalizan porque no creen. O porque no creen, se es-
candalizan. Lo cierto es que no se da en ellos el proceso epistemológico
necesario para pasar del significante -la acción de Jesús- a su significado de
salvación.
Los sumos sacerdotes y los ancianos y los escribas le preguntan: "con qué
autoridad haces esto o quién te ha dado tal autoridad?" (Lc 20,2). Pero Jesús no
les da una respuesta clara. Sólo les habla claramente a los discípulos: "A
vosotros se os ha dado a conocer los misterios del reinado de Dios; a los demás
habla sólo en parábolas, para que viendo no vean y oyendo no entiendan" (Lc
8,10), dice, refiriéndose a los que superan y a los que se quedan en el nivel
denotativo de significación.
107
Aún falta un paso por dar. Es el que da Pedro, como vocero de los Doce, en la
confesión de fe de Cesarea de Filipo: "Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo"
(Mt 16,16). Pero a esta confesión no se llega sino por obra de la gracia:
"porque no te ha revelado esto ni la carne ni la sangre, sino mi Padre que está
en los cielos"(Mt 16,17). Es el paso que dan Pedro, Santiago y Juan en la
confesión de fe de la transfiguración cuando reconocen, en Jesús de Nazaret, al
Hijo de Dios con la historia de Israel -Moisés y Elías- como horizonte de
comprensión (Cf. Mt 17,1-8) y, hace notar Lucas, en el marco de la experiencia
de oración (Cf. Lc 9,28-29).
"Después les dijo: Estas son aquellas palabras mías que os hablé cuando
todavía estaba con vosotros: Es necesario que se cumpla todo lo que está
escrito en la Ley de Moisés, en los Profetas y en los Salmos acerca de mí.
Y entonces abrió sus inteligencias para que comprendieran las Escrituras y
les dijo: Así está escrito que el Cristo padeciera y resucitara de entre
los muertos al tercer día y se predicara en su nombre la conversión para
perdón de los pecados a todas las naciones, empezando por Jerusalén.
Vosotros sois testigos de estas cosas" (Lc 24,44-48).
Los sinópticos proclaman, como también lo hace el Cuarto Evangelio, que en las
obras y palabras de Jesús se manifiesta la acción de Dios. Porque en la
experiencia de los discípulos las obras y palabras de Jesús son las obras y
palabras del Padre. Por eso el encuentro con Jesús transparenta el encuentro con
Dios. Así lo vivieron Zaqueo y la pecadora, el paralítico y el ciego Bartimeo, y
todos los que reconocieron en Jesús la presencia de la salvación de Dios.
Pablo emplea 21 veces este término, siempre en singular, para referirse al plan
de Dios que antes estaba oculto, que en Cristo ha sido manifestado (Ro 16,25-26)
y del cual él, Pablo, es dispensador (I Cor 4,1). Probablemente toma el término
de la apocalíptica judía, pues le da el mismo sentido que el libro de Daniel
(Cf. Dn 2,18.27.30) y que el mismo Apocalipsis (Cf. Ap 1,20).
109
"revelación de un Misterio
mantenido en secreto durante siglos eternos
pero manifestado al presente
por las Escrituras que lo predicen
por disposición del Dios eterno,
dado a conocer a todos los gentiles
para obediencia de la fe" (Ro 16,25-26).
Obsérvese que las Escrituras son, una vez más, el horizonte de comprensión desde
el cual puede reconocerse en Jesús la manifestación del misterio de Dios.
En este texto hay que notar que la revelación del misterio de Cristo es
realizada por el Espíritu.
Este escrito es el único lugar del Nuevo testamento que utiliza un lenguaje
sacral para referirse a la persona de Jesús, aplicándole el título de Sumo
Sacerdote e interpretando su muerte como sacrificio. Pero para demostrar la
ruptura con la economía salvífica judía centrada, en tiempos de Jesús, en el
ámbito de lo sagrado.
De José María Castillo son las siguientes precisiones acerca de este escrito
neotestamentario :
El autor de la carta aplica a Jesús el título de Sumo Sacerdote (Hb 8,1), gran
sacerdote (Hb 10,19.21), sumo sacerdote grande (Hb 4,14), desde la concepción
veterotestamentaria del sacerdote como mediador entre el Misterio y el hombre,
entre lo sagrado y lo profano, pero para mostrar que el único y auténtico
mediador entre Dios y los hombres es Cristo y que, por tal motivo, se inaugura
93
CASTILLO, J. M. op. cit., p. 71.
111
El espacio sagrado -el santuario- del culto mosaico es remplazado por "una
Tienda mayor y más perfecta, no fabricada por manos de hombre" (Hb 9,12). Los
ritos de expiación con sangre de novillos y machos cabríos son sustituidos por
la sangre de Cristo que "purifica de las obras muertas nuestra conciencia para
rendir culto a Dios vivo (Hb 9,14). Y los sacrificios antiguos se anulan con el
sacrificio de Cristo, se abrogan "merced a la oblación de una vez para siempre
del cuerpo de Jesucristo" (Hb 10,10; cf. 9,24-28; 10,14). El sacrificio que
ofrece Jesús es su propia vida: ofrece "ruegos y súplicas ... al que podría
salvarle de la muerte" (Hb 5,7), se ofrece a sí mismo (Hb 7,27; 9,14.25.28). De
ahí su eficacia.
Con Cristo, pues, todo el sistema de relación con Dios queda superado. No se
realiza a través de una mediación cultual sino que Cristo es el único mediador
(Cf. Hb 7,22; 8,6; 9,15; 12,24) y "causa de salvación eterna para todos los que
le obedecen, proclamado por Dios Sumo Sacerdote a semejanza de Melquisedec" (Hb
5,9-10).
Los textos neotestamentarios muestran, pues, de una y muchas formas y cada uno a
su manera, que en Jesús de Nazaret la salvación de Dios se hace realidad para el
hombre de una manera radicalmente nueva y definitiva. Que en su muerte y
resurrección, la salvación de Dios se hace asequible a la humanidad.
94
SCHILLEBEECKX, E. op. cit., p. 31.
112
Cada página del Nuevo Testamento reconoce que la existencia toda de Jesús de
Nazaret, sus obras y palabras transparentan la salvación de Dios. Que cada
encuentro con Jesús es encuentro de salvación: encuentro con Dios. Que él es el
Camino de Dios al hombre y del hombre a Dios. Que él es el signo que realiza la
liberación del hombre, el mediador único entre Dios y los hombres, el Misterio
de Dios manifestado a los hombres. Que Jesús muerto y resucitado es el
sacramento de Dios.
"El encuentro humano con Jesús es el sacramento del encuentro con Dios.
Los actos salvíficos humanos de Jesús son "signo y causa de gracia" ...
son el don divino de la gracia en una manifestación humana visible, es
decir, causan lo que significan. Esto son los sacramentos"95.
La experiencia que los primeros cristianos viven y que los escritos del Nuevo
95
Ibíd., p. 32.
96
BOFF, L. op. cit., pp. 41-42.
113
El Espíritu Santo hace recordar y comprender a los discípulos las palabras que
ellos habían oído y las obras que ellos habían visto como significantes de la
comunicación de la salvación de Dios a los hombres: de la nueva vida en Cristo.
Es, entonces, en la experiencia de Pascua, cuando reconocen, en Jesús de
Nazaret, al Cristo, al Hijo de Dios. Cuando creen. Cuando pasan al nivel de la
fe porque descubren en Jesús la posibilidad de encuentro con Dios y, en la
comunidad reunida, la presencia del Resucitado.
97
CULLMANN, O. La fe y el culto en la Iglesia Primitiva. ed. cit. p. 226.
114
Esta parece ser la intención del autor del cuarto evangelio: establecer una
relación entre la experiencia comunitaria sacramental y los acontecimientos de
la vida histórica de Jesús:
En sus cartas, Pablo recurre al símil del cuerpo para destacar la íntima
vinculación de la Iglesia con Cristo, la cabeza, de quien provienen la vida del
cuerpo, la unión y organización de todos sus miembros. Porque el cuerpo no puede
existir sin la cabeza, porque todos los miembros forman un solo cuerpo, porque
en la diversidad se realiza la unidad:
"Pues del mismo modo que el cuerpo es uno, aunque tiene muchos miembros y
todos los miembros del cuerpo, no obstante su pluralidad, no forman más
que un solo cuerpo, así también Cristo" (I Cor 12,12).
"Vosotros sois el cuerpo de Cristo y sus miembros cada uno por su parte"
(I Cor 12,17).
98
ROBERT, A. y A. FEUILLET. Introducción a la Biblia. Herder. Barcelona, 1965.
Tomo II. p. 604.
115
Nótese, así mismo, que la Iglesia prolonga a Cristo en razón de su unión con él:
99
PARRA, A. op. cit., p. 96.
116
En primer lugar, el camino que va hacia Emaús, Gaza o Damasco, parte siempre de
Jerusalén, porque de allí arranca, en la mentalidad lucana, la misión de la
Iglesia:
"La multitud de creyentes no tenía sino un solo corazón y una sola alma.
100
CHAUVET, L.M. Du symbolique au symbole. Cerf. Paris, 1979. p. 107.
118
Nadie llamaba suyos a sus bienes, sino que todo era en común entre ellos"
(Hech 4,32).
Cristo es, en este texto, la piedra viva y los bautizados son las piedras vivas
para la construcción de un edificio espiritual (I Pe 2,4-5). Por la mediación de
Jesucristo, el bautizado ejerce un sacerdocio santo para ofrecer sacrificios
espirituales. La comunidad de los bautizados es designada como "linaje elegido,
sacerdocio real, nación santa, pueblo adquirido, para anunciar las alabanzas de
Aquél que os ha llamado de las tinieblas a su admirable luz, vosotros que antes
no erais pueblo y que ahora sois el pueblo de Dios" (I Pe 2,9-10).
VII
voca, in-voca, con-voca y pro-voca. Igualmente se hizo notar que ofrece cuatro
dimensiones: la cristológica, la eclesiológica, la soteriológica y la
semiológica, que estructura en la Iglesia la acción salvadora de Cristo.
La Iglesia toda y cada uno de sus signos poseen las características del lenguaje
sacramental en el cual el hombre se hace cristiano y se identifica como tal,
además de que da sentido -hace transignificativa- su experiencia.
muertos dará también la vida a vuestros cuerpos mortales por su Espíritu que
habita en vosotros" (Ro 8,11). Es la dimensión soteriológica del lenguaje
sacramental: es portador de salvación, transforma, libera, es vida que no tiene
fin. Es gracia.
101
DE LUBAC, H. Meditación sobre la Iglesia. DDB. Bilbao, 1958.
102
SEMMELROTH, O. La Iglesia como sacramento original. Dinor. San Sebastián,
1963.
103
RAHNER, K. La Iglesia y los sacramentos. Herder. Barcelona, 1964.
104
SCHILLEBEECKX, E. Cristo, sacramento del encuentro con Dios. Dinor. San
Sebastián, 1963.
122
...
105
SCHILLEBEECKX, E. op. cit., pp. 62 y 64.
123
...
"Lo que hemos visto y oído os lo anunciamos, para que también vosotros
estéis en comunión con nosotros. Y nosotros estamos en comunión con el
Padre y con su Hijo Jesucristo (I Jn 1,3).
"... no había entre ellos ningún necesitado, porque todos los que poseían
campos o casas los vendían, traían el importe de la venta, lo ponían a los
pies de los apóstoles y se repartía a cada uno según sus necesidades"
(Hech 4,34-35).
106
BOFF, L. op. cit., pp. 44-45.
124
la voluntad de Jesús: "Que todos sean uno. Como tú, Padre, en mí y yo en ti, que
ellos sean uno en nosotros, para que el mundo crea que tú me has enviado" (Jn
17,21), testimonio que se traduce en la solicitud con los más necesitados.
"La comunión que ha de construirse entre los hombres abarca el ser, desde
las raíces de su amor y ha de manifestarse en toda la vida, aún en su
dimensión económica, social y política" (DP 215).
Por eso la familia, las CEB, la Parroquia, la Iglesia Particular, están llamadas
a convertirse en centros de comunión donde se viva auténticamente la experiencia
del encuentro humano, personal y personalizante, donde se realice la común-unión
de los individuos animada por el amor y la solidaridad, el respeto y el
servicio. Dice el Documento:
trinitaria.
"En verdad os digo que cuanto hicisteis a uno de estos hermanos míos más
pequeños, a mí me lo hicisteis" (Mt 25,40).
"En verdad os digo que cuanto dejasteis de hacer con uno de estos más
pequeños, también conmigo dejasteis de hacerlo" (Mt 35,45).
"... nos vamos transformando en esa misma imagen cada vez más gloriosa,
conforme a la acción del Señor que es Espíritu" (II Cor 3,16).
"Con Cristo estoy crucificado y vivo, pero no yo sino que es Cristo quien
vive en mí" (Gal 2,19-20).
Este mismo código -unción con el óleo, imposición de manos y palabras de Cristo-
sirve para transignificar, según las circunstancias, dos tipos de misión: una la
del confirmado, otra la del ministro ordenado. En el primer caso se unge la
cabeza y en el segundo las manos. En ambos casos, la Iglesia, en la persona del
obispo, confía la misión de construir la comunidad, es decir, confía un
ministerio.
BIBLIOGRAFIA
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161.
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487-534; 615-677.
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LENGUAJE RELIGIOSO
SEMIOLOGIA Y TEOLOGIA
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167.
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SAN AMBROSIO. Des Sacremens, Des Mysteres. Sources Chrétiennes. Paris, 1950.