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Tendencias historiográficas actuales

por Antonio Carrasco


Temario

 Introducción a la historiografía del siglo XX


 Propuestas desde la filosofía a la historia
 La corriente de los Annales
 Historia social e historia económica
 La historiografía marxista
 Aportaciones desde las ciencias sociales a la historia
 Historia de género

1) Introducción a la historiografía del


siglo XX
1. La explicación en la historia
En general, los hechos del pasado suelen ser transmitidos por medio de la narración.
Esta narración puede limitarse a contar lo que sucedió sin emitir juicios o valoraciones
personales (descripción) o puede intentar dar respuesta a las causas que motivaron
dichas circunstancias (explicación). Los cronistas, antiguos y modernos, solían quedarse
en el plano puramente descriptivo, “contaban cosas”. El historiador va más allá y trata
de explicar las causas, las circunstancias, la influencia de la personalidad de los
protagonistas individuales o colectivos en los fenómenos históricos.

Cuando tratamos de explicar los hechos y las conductas del pasado solemos hacerlo
desde dos perspectivas, que derivan en dos tipos de explicaciones: la causal y la
intencional.

 La explicación causal es la más usual en la historia y posiblemente la más


propiamente histórica. Es la que trata de explicar las causas múltiples de los
hechos históricos.
 La explicación intencional o motivacional es la que trata de establecer los
motivos que llevaron a los protagonistas (individuales o colectivos) a actuar de
una determinada manera y las consecuencias de sus acciones. Tienen, por tanto,
una naturaleza psicológica y requieren empatía, es decir, una identificación
mental con los protagonistas; hemos de ponernos en su situación para poder
comprender sus acciones y decisiones.

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En la historia, es posible combinar ambas explicaciones y llegar a una explicación
integrada. Ambas son complementarias, ya que las acciones de los protagonistas no
tuvieron siempre los efectos esperados y las causas de los hechos históricos suelen ser
múltiples, dada la complejidad de las relaciones sociales.

2. La historiografía en el siglo XX e inicios del XXI


La historiografía ha suscitado gran interés entre los historiadores. Algunos autores han
reconocido dos fases en la construcción del saber histórico:

 una anterior al siglo XIX, que arranca de la tradición clásica de Heródoto y


consiste fundamentalmente en narrar “cosas del pasado”;
 y otra iniciada a comienzos del siglo XIX que recoge el pensamiento de la
escuela alemana, que le da estatus de ciencia humana a la Historia.

Como ciencia, la Historia tiene un ámbito de estudio que no es el pasado en sí, ya que
este es inexistente e inaprehensible. Su campo de estudio lo constituyen las “reliquias
del pasado”, el conjunto de restos y vestigios del pasado que perviven en el presente
bajo diversas formas. Al trabajar con estas reliquias, el conocimiento no es el pasado,
sino una parte fragmentaria y parcial del pasado.

Veamos los paradigmas historiográficos más comunes en nuestro tiempo y sus


antecedentes más significativos.

2.1. El nacimiento de la historiografía: historicismo y positivismo

La ciencia histórica nace en Alemania en el tránsito del siglo XVIII al XIX. El


historicismo es la cuna de la historia académica del siglo XIX y de toda una tradición de
crítica de las fuentes históricas.

Uno de sus principales representantes, Leopold von Ranke, entendía la Historia como
un discurso fuertemente unitario en el que la política desempeñaba un papel
fundamental en torno al cual se desarrollaba el discurso histórico. Era una Historia
nacida al calor de la lucha por la unidad alemana y justificadora del Estado-Nación
propio de la ideología nacionalista y liberal de los años centrales del siglo XIX. En ella,
las ideas políticas y los principios morales de los protagonistas individuales (los reyes,
los jefes de Estado o los grandes personajes) dejaban de lado la historia de las
colectividades, la historia económica o la historia social. Esta historiografía estaba
claramente influida por el positivismo. Los historiadores aparecieron como una clase
profesional, lo que les llevó a considerar su disciplina como ciencia.

La influencia alemana hizo que se extendiese por Europa una visión de la historia
reducida a la mera reconstrucción de acontecimientos, basada en el estudio de los
documentos.

Frente a esta forma de hacer historia surgieron a finales del siglo XIX, al margen de los
círculos académicos, nuevas alternativas historiográficas: las teorías de Marx y de
algunos sectores de la historiografía dominante:

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 El pensamiento marxista suponía una subversión profunda de la historiografía.
Incidía en la historia del movimiento obrero y en ciencias sociales, como la
Economía y la Sociología.
 Así mismo, entre los historiadores académicos surgió el cultivo de la historia
económica y social, al centrarse en el estudio de las relaciones entre el Estado
-eje del análisis historicista-, la sociedad y la economía.

Los primeros cambios se produjeron en los Estados Unidos y en Francia:

 En EE. UU., surgió la idea de la que la Historia era una ciencia social más y, por
lo tanto, tenía que contribuir al descubimiento de las leyes del desarrollo
humano. Así nació la historia científica, llamada “New History”, como una rama
de las ciencias sociales.
 No obstante, fue en Francia donde nació la historia social. Hacia 1900, en torno
a Henri Berr, nació una nueva clase de historia apoyada por las nuevas ciencias
sociales (“humanas”, según la terminología francesa): geografía, economía y
sociología. Esta nueva historia se enfrentó con la historia académica y de la
confrontación salieron beneficiados los que han sido considerados padres de la
historia social: Lucien Febvre y Marc Bloch, fundadores en 1929 de la revista
Annales d’histoire économique et sociale.

La transición de la historiografía positivista o historicista-metódica no se produjo hasta


el período de entreguerras. La primera alternativa fue la formada en torno a la revita
Annales.

2.2. El cambio cualitativo: de Annales a la Nouvelle Histoire

La llamada Escuela de los Annales, formada en la década de los 30 del siglo XX, como
reacción a la historia académica, intentó una reconstrucción del pasado sobre bases
científicas tomadas de otras ciencias humanas o sociales, para acabar desintegrándose
en los años 70 en múltiples direcciones.

Su objetivo era hacer una historia global, total, partiendo de la premisa de que los
aspectos sociales y económicos formaban parte de la Historia.

Así mismo, la Escuela de los Annales amplió el concepto de documento histórico:


además de los documentos escritos (como señalaban Langlois y Seignobos a finales del
siglo XIX), también fueron considerados documentos históricos todas las huellas del
pasado humano: las obras de arte, los restos arqueológicos, los testimonios orales y las
imágenes.

La nueva historia nació con dos objetivos: sacarla de la rutina de la escuela “metódica”
y primar lo económico y lo social en detrimento de lo narrativo-factual y de lo
exclusivamente político.

La Escuela de los Annales tuvo tres “generaciones” de historiadores:

 La primera generación nació en 1929 y tuvo como principales representantes a


Marc Bloch y Lucien Febvre. Fue la etapa de formación de la corriente y se

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caracterizó por el rechazo al historicismo, la búsqueda de nuevos objetivos de
estudio, con énfasis especial en lo social.
 La segunda generación comenzó tras 1945, en torno a Fernand Braudel, y llegó
hasta los años 70. Fue la etapa de mayor influencia de la Escuela. Se caracterizó
por la introducción de propuestas tomadas de otras ciencias sociales.
 La tercera generación, la de la Nouvelle Histoire o Nueva Historia, tuvo como
principales representantes a Jacques Le Goff, George Duby, Pierre Chaunu,
François Furet, Jacques Revel, André Burguière y Roger Chartier. Fue la etapa
de la fragmentación del objeto de análisis y la búsqueda de nuevos caminos por
el análisis de nuevos temas (como la mujer, la vida privada, la infancia o la
familia) o por el uso de nuevos métodos (como el estudio de las mentalidades).

La corriente de pensamiento historiográfico de los Annales se extendió a otros países.


En España penetró durante los años 50 del siglo pasado. De la mano de Jaume Vicens i
Vives fueron incorporados a los estudios históricos los aspectos económicos y sociales,
así como el estudio de un nuevo sujeto histórico: las masas.

La Escuela de los Annales ha recibido diversas críticas. Entre ellas, las principales han
sido la ausencia de una concepción historiográfica propia y la primacía de los aspectos
económicos sobre los sociales.

Desde los años 70 la Escuela se fragmentó, alcanzando un alto grado de especialización,


que ha llevado a la aparición de múltipes “historias” (del libro, de las mentalidades, de
la familia, de la vida privada, de la alimentación, del sexo, de la infancia, de la vejez,
etc.).

2.3. La aportación del marxismo

El marxismo es el otro gran pilar sobre el que se apoya la historiografía contemporánea.


La llegada del marxismo a la Historiografía es relativamente tardía. Desde la muerte de
Engels, en 1895, hasta la incorporación del método de análisis del materialismo
histórico a la construcción de la explicacón histórica pasó casi medio siglo. Las
primeras aportaciones de la nueva historiografía marxista se produjeron durante el
período de entreguerras. En España, la dictadura franquista impidió su desarrollo hasta
mediados los años 70.

El materialismo histórico pretendía explicar el pasado sobre la base de una teoría


general del movimiento de las sociedades, en la que se incluyen conceptos “básicos”
marxistas (clases, lucha de clases, superestructura, infraestructura), entre los que el más
importante es el modo de producción.

La historiografía marxista tuvo representantes ilustres en Francia y en Gran Bretaña:

 Entre los franceses, podemos destacar a Pierre Vilar.


 La nueva historiografía marxista británica se desarrolló en torno a la revista
History Workshop, fundada en 1975. Se centró en la historia social del trabajo y
en el compromiso político de sus representantes.

2.4. Estructuralismo e Historia

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La historia estructural o de las estructuras fue una tendencia centrada en Francia y muy
relacionada con la Escuela de los Annales.

Estudia las regularidades, los hechos cotidianos, que se repiten, frente a los sucesos
excepcionales, únicos o singulares que caracterizan a la historia narrativa tradicional.
Las estructuras son fenómenos geográficos, ecológicos, técnicos, económicos, sociales,
políticos, culturales y psicológicos, que permanecen constantes durante un período largo
de tiempo y que evolucionan de manera casi imperceptible. Frente a la estructura se
halla la coyuntura, las fluctuaciones manifiestas en el contexto de la estructura. El
tiempo de las estructuras es muy lento (“tiempo largo”, según Braudel), mientras que el
de las coyunturas es un “tiempo corto”.

La historia estructural es una historia de poblaciones totales, es decir, del conjunto de


personas que viven en un lugar objeto de estudio, que no excluye el análisis de las
individualidades o de las elites, en el sentido de minorías innovadoras y no de grupos de
privilegiados. Es, además, una historia biológica, relacionada con la alimentación, la
sexualidad, la enfermedad, las actitudes con respecto al cuerpo. Se interesa por los
acontecimientos de larga duración, por lo que una revolución tiene un carácter de
proceso que conmueve estructuras históricas. Las revoluciones estructurales son
silenciosas e imperceptibles, como, por ejemplo, las revoluciones neolítica o
demográfica.

2.5. New Economic History y cuantitativismo

Si bien la cuantificación de los sucesos históricos comenzó en los años 30 del siglo XX,
la defensa de un paradigma cuantitativista para explicar los hechos del pasado humano
apareció en Francia y los Estados Unidos en los años 70, se extendió durante los 80 y ha
entrado en crisis desde entonces.

En la historiografía cuantitativista se pueden distinguir dos tendencias:

 La cliometría, la auténtica historia cuantitativa, que matematiza la explicación


del pasado mediente la elaboración de modelos cuantitativos. Un ejemplo de esta
línea es la “New Economic History”, desarrollada en los años 60 en los Estados
Unidos y con aplicación a la historia económica.
 La historia estructural-cuantitativista, que utiliza con frecuencia la estadística o
la informatización de datos numéricos como complemento o instrumento
auxiliar de una explicación histórica puramente verbal y no matematizada. Esta
tendencia está muy presente en la tercera generación de la Escuela de los
Annales y abarca temas muy variados, generalmente en el ámbito de lo social.

2.6. La crisis de los grandes paradigmas

La crisis de los grandes paradigmas es el nombre de un período de la Historiografía


iniciado a finales de la década de los 70 del siglo XX, que se agranda con el
hundimiento del socialismo (1989) y conduce a la incertidumbre de los 90, agravada en
los inicios del siglo XXI por los efectos de la globalización, la expansión del terrorismo
y las consecuencias de los atentados del 11 de septiembre de 2001.

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Frente a los paradigmas de la historia marxista, la historia estructural, el cuantitativismo
o la Nouvelle Histoire, ha surgido en los últimos años una reivindicación de la historia
narrativa, una vuelta al relato histórico, que no supone una vuelta a los modos de hacer
historia del siglo XIX. Este retorno, unido a la inmensa fragmentación que ha
experimentado la historiografía en las últimas dos décadas, son síntomas claros de la
crisis de la historia analítica como ciencia.

Esta crisis de los grandes modelos historiográficos no supone, en cambio, una pérdida
de interés por la Historia. Al contrario, el crecimiento de los problemas políticos a
escala global hace mayor la necesidad de información que el conocimiento del pasado
proporciona para la comprensión del presente. En esta “era de la incertidumbre” la
Historia es necesaria. Este hecho y la creciente demanda de novela histórica revelan la
atracción que siente el ser humano por el conocimiento, el estudio y la lectura sobre las
raíces históricas de las distintas culturas existentes en el planeta.

La vuelta a la historia narrativa se planteó a finales de los años 70 y comienzos de los


80. Surgió como consecuencia de un debate mantenido en la revista Past and Present
entre Lawrence Stone y otros autores, entre los que cabe destacar al marxista Eric
Hobsbawm:

 Stone comentaba la existencia de un cansancio de la historia sociológico-


estructural dominante, en la que se relegaban los factores intelectuales,
culturales, religiosos, psicológicos e incluso políticos por un determinismo
económico-demográfico en el que la cuantificación tenía un papel relevante.
Este cansancio había llevado a un resurgimiento del interés por los factores
culturales y políticos o por la historia de las ideas, aunque concebidos de forma
muy distinta a los de la historia tradicional del historicismo y el positivismo.
 Howsbawm criticó la exposición de Stone, asegurando que los cambios
historiográficos producidos no tenían tal importancia y defendiéndose del
reduccionismo economicista en que habían caído algunos historiadores
marxistas o de la Nouvelle Histoire. Así mismo, afirmó que los marxistas
británicos nunca perdieron el interés por los acontecimientos o la cultura y que
tampoco aceptaron nunca el determinismo económico que consideraba a la
“superestructura” siempre dependiente de la “infraestructura”.

La vuelta a la historia narrativa ha dado paso a la “microhistoria”, en contraposición a


los grandes análisis estructurales. De esta manera, han surgido la historia de la vida
cotidiana, de la vida privada, o la “nueva historia social de la política”, en la que los dos
objetivos básicos son el poder y los hechos que se relacionan con él.

De la crisis de los grandes paradigmas han surgido nuevas formas de hacer historia, que
han marcado la historiografía de los últimos 15 años; entre esas nuevas formas
historiográficas destacan las siguientes:

 La microhistoria. Tiene su origen en Italia, tras la publicación en 1976 por Carlo


Ginzburg del libro El queso y los gusanos. El cosmos de un molinero del siglo
XVI. Se basa en la reducción de la escala de la observación, en un análisis
microscópico y en un estudio intensivo del material documental. Es más una
práctica historiográfica que un paradigma teórico. Las relaciones con la

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antropología y otras ciencias sociales y su proximidad a la historia local la hacen
estar próxima a la creación literaria y la narración.
 La nueva historia cultural. Influida por la antropología y la lingüística, incide en
el mundo de las “representaciones”. Va más allá de la historia de las
mentalidades y la tradicional historia cultural o intelectual. Pretende el estudio
de las creencias populares colectivas como objeto etnográfico, lo que se ha
llamado el “imaginario colectivo”. En este sentido, sería una especie de
antropología histórica, pero que más que describir las prácticas socioculturales
del pasado, resalta la manera en que esas formas se representan en la mente de
los distintos grupos sociales.
 La ciencia histórica socioestructural o historia socioestructural. Es la más
renovadora de todas estas nuevas formas de hacer historia. Su máximo
representante es Christopher Lloyd, que se inserta dentro de la amplia vía de la
historia social. Ligada a la sociología histórica, defiende un estatus “científico”
que se niega a las otras dos corrientes señaladas, enmarcadas en el narrativismo.
La historia socioestructural pretende descubrir la real estructura oculta de la
sociedad, el proceso real del cambio social estructural.

2) Propuestas desde la filosofía a la


historia
1. Crítica filosófica a la historia como ciencia
Desde finales del siglo XIX, diversos pensadores realizaron críticas al método y la
concepción positivista de la historia con argumentos basados en la filosofía y la teoría
del conocimiento. Trataron de desprestigiar a los historiadores positivistas y ya en el
siglo XX rechazaron el carácter científico de la historia.

Los filósofos críticos pusieron en duda diversos aspectos de la historiografía:

 Manifestaron sus dudas sobre si la acumulación inductiva de hechos históricos


incrementaba de forma proporcional el conocimiento histórico, lo que acabó
dando lugar a un pesimismo cognoscitivo en la investigación histórica.
 Dudaron de la existencia de leyes naturales relacionadas con la evolución
histórica de las sociedades, lo que condujo a una negación de cualquier ley
histórica.
 Publicaron sus dudas sobre la posibilidad de que la historia pudiese generar un
conocimiento objetivo similar al de la naturaleza, ya que el conocimiento del
pasado estaba condicionado por el presente. Ello produjo una negación total de
la naturaleza científica de la historia.

A los ojos de los filósofos, los hechos del pasado eran solo fenómenos sueltos e
independientes, cuyas causas y consecuencias no se podían establecer. Por ello, en su
opinión, los historiadores únicamente habían de dedicarse a explicar dichos sucesos de
forma cronológica, sin interpretarlos. Solo estaban capacitados para reflexionar sobre el
pasado los propios filósofos.

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Los principales inspiradores de la crítica al método y la concepción de la historiografía
positivista fueron los filósofos Henri Bergson, Edmund Husserl y Ernest Cassirer.

 Henri Bergson (1859-1941) presentó el mundo como una totalidad en


movimiento: “la evolución requiere que el presente sea realmente una
continuación del pasado, exige que la duración sea un lazo de unión”.
 Edmund Husserl (1859-1939), formulador de la fenomenología, representa la
reflexión lógica antiempirista sobre la ciencia. Defendía que el objeto
cognoscitivo no puede ser aprehendido pasivamente, sino que es algo
constituido por el papel “creativo” de un acto cognoscitivo.
 Ernst Cassirer (1874-1945), de tendencia neokantiana, consideraba la cultura,
no como una acumulación de hechos y fenómenos individuales, sino como un
todo que tiene una estructura lógica específica, que es una construcción mental:
“lo que la memoria conserva de los hechos y procesos se convierte en una
recolección histórica solo cuando sabemos transformarlos y meterlos en nuestro
interior”.

Los principales representantes de la crítica antipositivista de la Historia, basada


fundamentalmente en el relativismo, fueron Wilheim Dilthey, George Simmel,
Benedetto Croce, Heinrich Rickert, Max Weber y Karl Popper. Todos ellos hicieron
hincapié en las diferencias existentes entre las posibilidades del conocimiento de la
naturaleza y el conocimiento del medio social.

Wilheim Dilthey

Wilheim Dilthey (1833-1911) consideraba que los métodos de las “ciencias de la


naturaleza” no se podían aplicar a las “ciencias del espíritu”, como la Historia, el
Derecho o el Arte. Pensaba que el conocimiento histórico era relativo, ya que dependía
de la imagen subjetiva del pasado que el historiador se formaba desde un “presente” en
el que el sistema de valores era diferente. La construcción histórica dependía, por
consiguiente, tanto de la experiencia propia del historiador, como de su comprensión de
la realidad pasada. Concedía un gran valor a las biografías elaboradas por los
historiadores y consideraba que las autobiografías de los personajes históricos eran las
fuentes más valiosas de información para la construcción histórica.

George Simmel

George Simmel (1858-1918) pensaba que la Historia es un producto de la mente y la


experiencia del historiador, por lo que era imposible tener un conocimiento objetivo del
pasado.

Benedetto Croce

Rasgos biográficos.

Benedetto Croce (1866-1952) fue una de las más importantes figuras intelectuales de la
Italia de la primera mitad del siglo XX. Fue escritor, filósofo, periodista, historiador y
político. De origen acomodado, se dedicó a la cultura, realizando diversos estudios
sobre historia, filosofía y arte. En 1910 fue nombrado senador. Criticó abiertamente la
participación italiana en la Primera Guerra Mundial, lo que, al terminar la contienda,

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reafirmó su prestigio político. Ocupó el cargo de ministro para la Instrucción Pública
entre 1920 y 1921, durante el último gobierno de Giovanni Giolitti. Tras el asesinato del
político socialista Giacomo Matteoti en 1924 rompió con el movimiento fascista,
alejándose de la vida política. En 1938 publicó su obra La historia como hazaña de la
libertad. Acabada la Segunda Guerra Mundial, volvió a la escena política para tratar de
mediar entre los partidos antifascistas. En 1946 fundó el Instituto Italiano para los
Estudios Históricos. En 1948 fue nombrado senador. En 1949 publicó el resumen de su
pensamiento en Filosofía e historiografía. Murió en 1952 siendo uno de los personajes
públicos más respetados de Italia.

Pensamiento.

Concepción de la Historia.

Como uno de los máximos representantes del historicismo que reaccionó contra el
positivismo, Croce piensa que el método científico-experimental no es aplicable a la
historia, ya que esta no es ni universal ni objetiva. Al contrario, es subjetiva y relativa.

La historia es el resultado de una creación subjetiva del historiador, condicionada,


además, por los valores de la época en que vive, de su presente. Toda producción
histórica es “presentista”. Por ello, es imposible el conocimiento objetivo del pasado. Al
tratarse de una creación de historiador, Croce afirmaba que la historia, más que
“historia-ciencia”, es “historia-arte”.

Además, al contrario que la ciencia, que tiene por objeto lo universal, lo abstracto, la
historia narra los sucesos concretos e individuales, sin presuponer la existencia de un
diseño preestablecido o providencialista del curso histórico. Oponiéndose a Hegel y de
acuerdo con Giambattista Victo y su principio del “verum-factum” (lo verdadero es el
hecho concreto), Croce cree que la historia es el resultado de las acciones de los
hombres, movidos por ideales.

Crítica del marxismo.

Por otra parte, el pensamiento de Croce recibió la influencia de uno de sus profesores, el
socialista Antonio Labriola, a quien dedicó su obra Materialismo histórico y economía
marxista (1900). En ella, Croce explicaba que el materialismo histórico, con su acento
en el sustrato económico de la sociedad, puede servir al historiador para interpretar y
comprender mejor la Historia.

En cuanto a la obra de Marx, El Capital, Croce afirmaba que no puede ser considerado
una descripción histórica ni un tratado de economía, ya que creía que contenía errores
desde el punto de vista de la ciencia económica:

 Creía erroneo que la doctrina de la plusvalía no tuviese en cuenta la parte del


capital en la formación del valor de una mercancía.
 Consideraba también un error la definición del modelo ideal de una sociedad en
la que el valor era equivalente al trabajo. (A finales del siglo XIX, la escuela
austriaca marginalista, fundada por Carl Menger, contraponía a la teoría del
valor-trabajo la de que el valor de una mercancía dependía de su capacidad para

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satisfacer cualquier necesidad y también de su mayor o menor escasez o
disponibilidad).

Consideraba El Capital una construcción hipotética y abstracta de carácter sociológico y


comparativo, encaminada a esclarecer las condiciones del trabajo en la sociedad y la
formación del provecho del capital. De un sistema de proposiciones tan generales, le
parecía imposible deducir el programa social o político del marxismo.

Para Croce, el socialismo se fundaba en un imperativo moral, aproximándose así a la


interpretación neokantiana del marxismo que circulaba en la socialdemocracia alemana
de aquel momento.

Identificación entre filosofía e historia.

Por otra parte, Croce identificaba filosofía e historia. Influido por Vico, afirmaba que el
conocimiento histórico coincide con el conocimiento. La filosofía, en cuanto
conocimiento de la realidad, coincide con la historia, ya que la realidad es historia.
Además, toda filosofía está siempre históricamente condicionada y cambia
históricamente: no existe, pues, una filosofía definitiva o una metafísica consistente en
el conocimiento de la verdad suprahistórica y última.

Heinrich Rickert

Heinrich Rickert (1863-1936) no estaba interesado en la naturaleza de la materia de la


investigación histórica, sino en su metodología orientada hacia los hechos históricos.

Max Weber

La reflexión sobre la metodología de las ciencias sociales alcanzó su máximo nivel con
Max Weber (1864-1920).

Este sociólogo alemán analizó el método científico y defendió la necesidad de realizar


una estricta distinción entre el establecimiento de los hechos empíricos y las
valoraciones realizadas sobre ellos.

En relación con la historia, buscó una vía intermedia entre los planteamientos de los
historiadores y los filósofos.

Su mayor innovación metodológica a la historiografía fue la propuesta de construcción


de los llamados “tipos ideales”, conceptos generales creados artificialmente por los
historiadores para facilitar la construcción histórica a partir de los sucesos aislados. Un
ejemplo de tipo ideal podría ser el concepto “Renacimiento”, que se refiere más a un
modelo que a una realidad o a un conjunto de hechos históricos. Según Weber, la tarea
del historiador había de consistir en comparar la realidad con los tipos ideales. Estos
conceptos habían de servirle al historiador como leyes generales.

Karl Popper

Kart Popper (1902-1994) realizó una dura crítica al historicismo en La sociedad abierta
y sus enemigos. La obra fue escrita por este filósofo y sociólogo judío, de origen

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austríaco y nacionalidad británica, durante la Segunda Guerra Mundial, en Nueva
Zelanda, donde vivió exiliado durante unos años huyendo de la amenaza nazi.

Popper critica el historicismo porque este sostiene que el desarrollo de la Historia está
determinado por leyes generales de cumplimiento necesario. Popper interpreta que
cualquier historiador que conozca dichas leyes podría predecir el futuro y conocer las
medidas adecuadas para promover el éxito de proyectos políticos que podrían ser
totalitarios. Popper pensaba que las teorías historicistas eran utilizadas para impedir el
desarrollo de la sociedad abierta.

Su crítica intenta destruir las bases metodológicas del historicismo, demostrando que no
se puede utilizar el método de las ciencias naturales para la construcción histórica. Para
ello, alega diversas razones:

 Niega la posibilidad de formular leyes generales, universales y objetivas en la


historia.
 Defiende que en el proceso de construcción histórica, el historiador realiza una
selección limitada, personal y subjetiva de los hechos a narrar, por lo que su
teoría no puede ser una explicación universal.
 Opina que las fuentes documentales utilizadas por los historiadores son también
subjetivas, lo que incide negativamente en su grado de credibilidad y en su
validez universal.
 Las fuentes históricas son limitadas e incontrastables (por haber sido creadas en
el pasado).
 Las fuentes solo permiten realizar interpretaciones del pasado; no permiten a los
historiadores conocerlo directamente. Las interpretaciones no pueden ser
definitivas ya que reflejan los puntos de vista de los historiadores, y estos
pueden ser contrarios.

Por todos estos motivos, Popper sostenía que los historiadores no pueden escribir una
historia universal de la Humanidad y que no tenía ningún sentido la historiografía
historicista basada en el reconocimiento y la formulación de leyes históricas generales.

Conclusión

La principal aportación de estas críticas filosóficas fue la idea de que la historiografía


había de seguir un método distinto al utilizado en las ciencias de la naturaleza porque la
historia se ocupaba de hechos individuales no recurrentes y, además, el historiador no
podía obviar los valores subjetivos y sociales de su época (“presentismo”) al abordar el
estudio del pasado.

A partir de estos planteamientos fue surgiendo la idea de estructura, entendida como una
construcción ideal en la que concurren diferentes variables que es posible analizar
(geografía, economía, engranajes sociales, sistemas de valores, etc.), y cuya formulación
más avanzada estaría representada por la corriente de los Annales.

El resultado fue una drástica reducción de las pretensiones de universalidad y


objetividad propugnadas inicialmente por el historicismo y la extensión de la
concepción de la historia como arte.

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2. Los modelos macroteóricos: de Spengler a Toynbee
En esta tradición de reacción ante el empirismo positivista narrativo aparecieron los
“macroteóricos” de la historia universal, como Spengler, con su obra La decadencia de
Occidente, y Toynbee, con su tratado Estudio de la Historia.

Oswald Spengler

Oswald Spengler (1880-1936) fue un filósofo y matemático alemán. Tuvo una


formación inicial voluntariamente autodidacta. Se doctoró en filosofía en 1904 y ese
mismo año comenzó a trabajar a disgusto como profesor de ciencias en centros de
enseñanza secundaria. Una pequeña herencia a la muerte de su madre le permitió en
1911 retirarse de la docencia para dedicarse a la escritura, colaborando con diversos
periódicos. En 1918 y 1922 publicó los dos volúmenes de su ensayo La decadencia de
Occidente. Bosquejo de una morfología de la historia universal, una obra que le dio una
gran popularidad. Tras la derrota de Alemania en 1918 se declaró adversario de la
democracia y expuso sus planteamientos políticos en obras como Prusianidad y
Socialismo o La regeneración del Imperio Alemán. Durante la República de Weimar
actuó como ideólogo de la derecha monárquica nacionalista, antirrepublicana y
antisocialista. No escondió cierta simpatía hacia los nazis, hasta su llegada al poder en
1933. No obstante, acabó distanciándose de Hitler y el nacional-socialismo tras la
“Noche de los cuchillos largos”, en 1934. En sus últimos años se dedicó a escribir sobre
las grandes civilizaciones de la historia universal. Murió en 1936.

La aportación principal de Spengler se encuentra en su ensayo La decadencia de


Occidente: la construcción de un sistema filosófico en el que ofrecía una particular
explicación de la historia de la cultura humana.

Para comprender el éxito que obtuvo la publicación en su tiempo es necesario conocer


la situación que se vivía en la Alemania de aquella época. El resultado adverso de la
Primera Guerra Mundial generó una ola de pesimismo en el pueblo alemán. El
desánimo general era tal que el propio Sigmund Freud, que había perdido un hijo en la
contienda, especulaba en su ensayo Más allá del principio del placer sobre la existencia
de un instinto mortal que empujaba a los seres vivos hacia la destrucción y la muerte
con no menos fuerza que el instinto sexual que les empujaba a la vida.

El primer tomo de La decadencia de Occidente fue publicado en 1918. Era una


reflexión teórica sobre los fundamentos del pensamiento, el arte y la política a través de
todas las civilizaciones. Los lectores alemanes creyeron ver en la obra la explicación
directa de la catástrofe que acababan de sufrir, lo que la convirtió en un tremendo éxito
de ventas, con 53.000 ejemplares vendidos entre 1918 y 1922. Justo en ese año,
Spengler publicó la segunda parte del ensayo, que trataba exclusivamente de los
problemas de la Alemania contemporánea, y se realizó una tirada inicial de 50.000
ejemplares. La obra le dio a Spengler una celebridad inmediata y desencadenó debates y
polémicas en los círculos científicos y literarios.

Entre las fuentes de inspiración del ensayo, el propio Spengler destacó la crisis de
Agadir (en 1911, un buque cañonero alemán fondeó en el puerto marroquí de Agadir,
desafiando a las autoridades francesas; el asunto terminó con un fiasco diplomático para

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Alemania). Spengler consideró que el suceso era una señal anunciadora de una guerra
inminente por el dominio del mundo.

No obstante, el objetivo de Spengler en la obra trascendía por completo de la catástrofe


nacional alemana. De hecho, con la expresión ‘decadencia’ no se refería a ninguna crisis
concreta y aislada, sino a un largo proceso de declive de la cultura occidental que
consideraba irreversible.

El descubrimiento de esta decadencia de Occidente se insertaba en el contexto de una


nueva y revolucionaria visión de la historia de la Humanidad, que se alejaba de la
concepción positivista y buscaba encontrar el verdadero objeto histórico en la cultura.

Pero, además, para Spengler, la Historia universal no era únicamente la de la cultura


occidental, ni sus unidades principales eran las grandes naciones europeas, como
sostenía Hegel, sino las grandes culturas de la Humanidad, cuyo número cifraba en
ocho: la egipcia, la babilonia, la india, la china, la clásica, la arábiga, la maya y la
occidental.

Aunque el título del ensayo apuntaba al análisis de la decadencia de la cultura


occidental, Spengler quiso exponer una filosofía consistente en una morfología
comparativa de la Historia universal. En esta idea de la morfología histórica se puede
apreciar la influencia de Goethe, a quien el “macroteórico” veneraba, pues este había
analizado previamente la morfología de los seres vivientes del mundo vegetal. Spengler
sostenía que las culturas son las unidades orgánicas protagonistas de la Historia y que,
al igual que las plantas, nacen, crecen, maduran y mueren.

Esta orientación historiográfica desacreditaba por mezquina y egocéntrica la


generalmente aceptada reducción de la Historia universal a la de Occidente, con sus
edades Antigua, Media, Moderna y Contemporánea. Así mismo, suponía oponer a esta
visión unilateral y parcial del desarrollo de la historia otra más amplia y enriquecedora,
que incorporaba el pluralismo de las diversas culturas, y también proclamar el
relativismo cultural, reconociendo las verdades particulares de cada cultura, sin que
ninguna de ellas tuviese la verdad absoluta.

Spengler denominaba “sistema ptolemaico” de la Historia al sistema tradicional y


“descubrimiento copernicano” al sistema que planteaba en su obra.

El pensador buscaba rasgos comunes en los fenómenos históricos de las diferentes


culturas, para probar la existencia de evidencias de un desarrollo cíclico común, que
pudiese servir de base para realizar predicciones. Dichos rasgos comunes son los
elementos que componen cada cultura: las mentalidades colectivas, las expresiones
artísticas, las técnicas productivas, las instituciones políticas, y las creaciones
intelectuales y materiales.

En cuanto a la decadencia de Occidente, Spengler creía que el alma de la cultura clásica


era “apolínea” y que el elemento que la simbolizaba era el espacio, sede de la geometría
euclidiana y de la arquitectura y escultura antiguas. Contrariamente, el alma de la
cultura occidental era “fáustica” y su rasgo fundamental era la búsqueda incesante a lo
largo del tiempo de algo inaccesible, la infinitud. Spengler afirmaba que la cultura
occidental, que vivió su infancia durante el Medievo cristiano y su fase de esplendorosa

13
madurez en la época del Barroco moderno, se encontraba en esos momentos en su fase
de decadencia o de “civilización”, que es el nombre específico que le asignaba a las
culturas declinantes. Para Spengler, la “civilización” era el destino inevitable de una
cultura. Y ponía como ejemplo la degradación de la cultura griega bajo la forma de la
civilización romana.

Consideraba que las causas de la decadencia de la cultura occidental eran, por analogía
con el declive del Imperio Romano, las siguientes: el triunfo de la demagogia como
democracia, la idolatría del dinero y la proliferación del imperialismo, iniciado en la
época de Napoleón.

Arnold J. Toynbee

Arnold Joseph Toynbee (1889-1975) nació en Londres. Se licenció en estudios clásicos


por la Universidad de Oxford en 1911. Tras terminar la carrera pasó un breve período en
la Escuela Británica de Atenas, lo que le permitió tomar contacto con el mundo clásico y
conocer la evolución de las culturas del Egeo, con su esplendor y su decadencia.
Regresó a Inglaterra en 1912 y comenzó a trabajar como profesor en el Balliol College
de la Universidad de Oxford. De modo paralelo a su carrera académica, durante la
Primera Guerra Mundial, Toynbee desempeñó diversos cargos en el Ministerio de
Asuntos Exteriores británico, lo que le llevó a conocer el Próximo Oriente o a actuar
como legado de Gran Bretaña en la Paz de Versalles. Acabada la guerra, fue designado
profesor de Estudios Griegos y Bizantinos en la Universidad de Londres, centro en el
que a partir de 1924 trabajó como profesor investigador de Historia internacional. En
1925 fue nombrado director de investigaciones de Historia internacional en la Escuela
de Economía de Londres y director del Real Instituto de Relaciones Internacionales. En
1937 ingresó en la Academia Británica. En 1955 se jubiló y dedicó la última parte de su
vida a viajar y a dar conferencias por todo el mundo. Murió en 1975 a los 86 años.

De su abundante producción historiográfica destacan los 12 volúmenes de su obra


monumental Estudio de la Historia (A study of History), redactados entre 1934 y 1961.
En ella, siguiendo los pasos iniciados por Spengler, Toynbee partió de tres premisas:

 Presentó la Historia como una sucesión de civilizaciones, en contraposición a la


tendencia de la historiografía académica del siglo XIX, que consideraba a las
entidades políticas como la unidad de análisis y construcción histórica. Toynbee
define las civilizaciones como unidades culturales que incluyen variados pueblos
o naciones que tienen un mismo conjunto de creencias básicas.
 Rechazó el protagonismo histórico excesivo de la civilización occidental,
incidiendo en el pluralismo cultural.
 Rechazó la división de la historia por períodos temporales o “edades”.

Toynbee propuso una filosofía de la historia, esto es, presentó una visión sistemática y
unificadora de la Historia de la Humanidad. Sin mucho rigor metodológico, realizó un
estudio comparativo de una veintena de civilizaciones que, según él, componían la
Historia universal, analizando sus respectivas fases de nacimiento, crecimiento,
decadencia y desintegración.

 Fase de nacimiento.

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o Toynbee consideraba que la interacción entre reto y respuesta constituía
el germen fundacional de las civilizaciones. Observó que el origen de
todas las civilizaciones podía hallarse en una respuesta ofrecida por la
población en conjunto, dirigida por una minoría elitista con capacidad
creativa, para superar un reto natural o social, interno o externo, al que
esa población estaba sometida. Por ejemplo, según Toynbee, el reto de la
civilización egipcia fue dominar el clima y las crecidas del Nilo para
generar riqueza económica, hecho que logró una minoría elitista,
representada por el faraón y la casta sacerdotal, “respondiendo” con la
creación de un sistema de canales y riegos que permitió el auge de la
agricultura.
o Toynbee llamó “civilizaciones abortadas” a aquellos pueblos que no
pudieron dar una respuesta creativa y satisfactoria al reto que se les
planteó.
 Fase de crecimiento.
o El crecimiento de una civilización dependía también de la respuesta
creativa a los nuevos retos que se iban presentando a lo largo de su
historia.
o Las civilizaciones que no consiguieron resolver los problemas fueron
denominadas por Toynbee “civilizaciones detenidas”, que nacieron pero
se estancaron en la fase inicial de su evolución.
o Por otra parte, Toynbee señaló que una consecuencia directa del
crecimiento era la aparición y el crecimiento progresivo de la
espiritualidad (y la religión) en la civilización, un elemento que
presentaba como fundamental para la cohesión del pueblo.
 Fase de decadencia.
o Toynbee creía que la decadencia de una civilización no tenía por qué
terminar en su desintegración, ya que el relevo de las minorías creadoras
podía permitir la solución de los retos causantes de la decadencia. No
obstante, si el reto no era resuelto, la civilización iniciaba su
desintegración.
o La decadencia podía ser pasiva (mantenimiento de instituciones inútiles
con peso histórico previo) o activa (militarismo suicida).
 Fase de desintegración.
o Según el teórico británico, el resultado de la desintegración podía ser la
formación de una sociedad más simple y uniforme (sin rasgos distintivos
respecto a otras civilizaciones) o, incluso, su disolución y extinción.
o La decadencia producía un doble cisma, espiritual y social. La separación
social se apreciaba en la existencia de tres elementos: la minoría
dominante (que había perdido su creatividad y mantenía el poder por
medios militares y policiales), el proletariado interno (la masa de
esclavos que no podía liberarse de la opresión de la minoría) y el
proletariado externo (la horda de bárbaros que remataba la civilización).
o El proceso de desintegración de una civilización se produce en varios
tiempos:
 Tiempo de angustias, en el que un grupo de estados de la
civilización se enfrentan entre sí en guerras fratricidas.
 Estado universal, que uno de los grupos contendientes o un
conquistador extranjero impone a la civilización.

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 Interregno, en el que el estado universal se desintegra, dando paso
a reinos bárbaros que terminan de consumir la civilización por
completo.

Toynbee contemplaba la existencia de contactos entre civilizaciones:

 Dos civilizaciones coetáneas podían entrar en contacto entre sí, generando


relaciones de reto y respuesta, que solían dañar a una de ellas. Por ejemplo, la
civilización andina fue sometida a la occidental.
 Por otra parte, la cultura de una civilización ya desaparecida podía ser
“restaurada” por una civilización filial, por medio de un “Renacimiento”.
Toynbee señala como ejemplos los renacimientos de la civilización helénica en
la occidental (como la restauración del Sacro Imperio Romano Germánico o el
propio Renacimiento cultural) o en la cristiana-ortodoxa (el Imperio Bizantino).

Para Toynbee, las civilizaciones que habían de ser objeto de la Historia universal eran
las siguientes:

 Americanas: Andina, Chibcha, Maya, Yucateca, Mexicana.


 Asiáticas: Shang, Sínica, China, Japonesa-Coreana, del Indo, Índica, Hindú,
Sumeria, Babilónica, Hitita, Siríaca, Arábiga, Iránica, Islámica, Estepárica
(detenida), Otomana (detenida).
 Africanas: Egipcia.
 Europeas: Cretense-Minoica, Helénica, Espartana (detenida), Occidental,
Cristiana-Ortodoxa Bizantina, Cristiana-Ortodoxa Rusa, Cristiana del Lejano
Occidente (celtas, abortada), Cristiana del Lejano Oriente (nestorianos,
abortada).
 De Oceanía: Polinésica (detenida).
 Otras: Esquimal (detenida).

De todas ellas, Toynbee reconocía que solo cinco pervivían en su tiempo: la Occidental,
la Cristiana-Ortodoxa Rusa, la Islámica, la Hindú y la del Lejano Oriente.

Otro logro de Toynbee fue romper con la tradicional concepción lineal o evolutiva de la
Historia. Creía que las fases de una civilización no debían verse en un plano continuo,
sino que la Historia se caracterizaba por la alternancia de ritmos. A un período de
creatividad, podía seguirle otro de decadencia y agotamiento, para volver a otro período
de creatividad. Es decir, la decadencia no había de ir seguida inevitablemente por la
desintegración; si la minoría creativa lograba responder al reto que se le planteaba,
podía sobrevenir otro período de crecimiento. Por tanto, la capacidad de respuesta a los
retos a los que se iba enfrentando una civilización era la clave de la evolución histórica.
El ocaso de una civilización se producía cuando la élite dirigente impedía de forma
tiránica la creatividad de otros grupos y no daba respuestas a los retos que se
presentaban.

Toynbee señalaba como principales elementos destructores de las civilizaciones el


militarismo y el nacionalismo. Y, al contrario, afirmaba que la espiritualidad era el
elemento fundamental para la cohesión de la civilización. Y ponía como ejemplo el
cristianismo en la civilización occidental, que había actuado como fuerza disgregadora
del militarismo y el nacionalismo, con sus ideales de paz y universalidad.

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Las macroteorías de Spengler y Toynbee presentan semejanzas y diferencias:

 Semejanzas:
o La obra de Spengler influyó en la de Toynbee en la rigurosidad filosófica
de los procedimientos de análisis.
o Ambas obras tienen relación con el tiempo en que fueron escritas: sobre
Spengler influyó el contexto de la Primera Guerra Mundial y sobre
Toynbee el período de entreguerras.
 En los dos tratados se centra el estudio histórico en las civilizaciones.
 Diferencias:
o Spengler opinaba que la decadencia de una civilización era
inevitablemente el paso previo a su desaparición.
o Toynbee pensaba que la desaparición de una civilización en decadencia
podía evitarse si sus miembros conseguían responder de forma positiva a
los retos que se les presentasen.

Las ideas de Toynbee han sido continuamente revisadas a lo largo del siglo XX. Las
principales críticas han tratado sobre los siguientes temas:

 La importancia que concede a la espiritualidad para evitar la decadencia de las


civilizaciones.
 La acusación de que el nacionalismo es uno de los principales enemigos de
cualquier civilización.

Pese a ello, el marco teórico descrito por el historiador británico permanece como una
de las cumbres de la historia del pensamiento europeo.

3. Aportaciones contemporáneas de la filosofía a la


historia
Francis Fukuyama: El fin de la Historia y el último hombre

Francis Fukuyama (1952-) es un politólogo estadounidense de origen japonés. En 1992


publicó un controvertido libro, El fin de la Historia y el último hombre, en que defiende
dos tesis:

 Que el liberalismo político y económico ha vencido a las ideologías


totalitaristas.
 Que la democracia se generalizará como forma de gobierno.

Para el autor, la Historia “ha terminado”, es decir, que han terminado la lucha de las
ideologías y la evolución de las formas políticas y el hombre ha alcanzado con ello el
bienestar material y el reconocimiento universal de la dignidad como individuo, gracias
al apoyo del derecho y la justicia: es el “último hombre”.

Fukuyama señala algunos obstáculos que se oponen al progreso económico, la libertad


política y el la garantía de la dignidad de las personas:

 El deseo de reconocimiento de una confesión religiosa, una nación o una cultura.

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 El hecho de que el modelo económico liberal capitalista genera desigualdades,
“pobrezas relativas”.
 El deseo humano individual de ser reconocido como superior.

Samuel P. Huntington

Samuel Phillips Huntington (1927-2008) fue un politólogo estadounidense, profesor de


la Universidad de Harvard. Es conocido por sus tesis sobre los conflictos sociales
futuros.

En 1993, Huntington publicó en la revista Foreing Affairs un artículo titulado “¿El


choque de las civilizaciones?” (“The Clash of Civilizations?”), en respuesta a las tesis
de Francis Fukuyama, que sostenía que el mundo se aproximaba al fin de la historia
gracias al triunfo de la democracia. El artículo abrió un importante debate sobre las
relaciones internacionales. Posteriormente, en 1996, Huntington extendió sus tesis en el
libro El choque de civilizaciones y la reconfiguración del orden mundial (The Clash of
Civilizations and the Remaking of the World Order).

Huntington retomó el concepto de choque de civilizaciones, introducido en la Filosofía


de la Historia, por Toynbee, afirmando que los principales actores políticos del siglo
XXI serían las civilizaciones, en lugar de los estados-nación, y que los principales
conflictos serían los que enfrentasen a civilizaciones (no a ideologías, ni a estados).
Aunque los estados seguirán siendo los actores más poderosos del panorama
internacional, los principales conflictos de la política global ocurrirán entre naciones y
grupos de naciones pertenecientes a distintas civilizaciones. El choque de civilizaciones
dominaría la política global.

Huntington cree que las líneas de fractura entre las civilizaciones son casi todas
religiosas:

 La civilización occidental está formada principalmente por países de tradición


cristiana de Europa y Norteamérica. Incluye dos “subcivilizaciones”:
o El mundo cristiano-ortodoxo de Europa oriental y Rusia.
o El mundo católico de América Latina.
 El mundo musulmán del Oriente Medio, el Magreb, Somalia, Afganistán,
Pakistán, Malasia e Indonesia.
 El pueblo judío con centro histórico en Israel, pero deslocalizado por la diáspora.
 La civilización hindú, localizada fundamentalmente en la India.
 La civilización sínica de la China, Vietnam, Singapur, Taiwán y la diáspora
china en Asia, el Pacífico y Occidente.
 La civilización japonesa.
 El África sub-sahariana.
 Las áreas budistas del norte de la India, Nepal, Bután, Mongolia, Birmania,
Tailandia, Camboya, Laos y el Tíbet.

Huntington argumenta que desde el final de la Guerra Fría, los conflictos mundiales más
destacados han tenido lugar en las fronteras entre civilizaciones; cita como ejemplos las
guerras que llevaron a la desintegración de Yugoslavia, la guerra de Chechenia o los
conflictos recurrentes entre la India y Pakistán.

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También afirma que los conflictos entre civilizaciones son inevitables, puesto que cada
una cuenta con sistemas de valores significativamente distintos. Argumenta que el
crecimiento de nociones como la democracia o el libre comercio desde el fin de la
Guerra Fría solo ha afectado realmente a la cristiandad occidental, mientras que el resto
del mundo ha intervenido escasamente.

Huntington también arguye que el nivel de crecimiento de Asia Oriental hará de la


civilización sínica un poderoso rival de Occidente. También establece que el
crecimiento demográfico y económico de otras civilizaciones hará que el sistema de
civilizaciones sea mucho más multipolar que el que existe actualmente.

Huntington clasifica a las civilizaciones islámica y sínica como rivales de la occidental


y etiqueta a la ortodoxa, la hindú y a Japón como civilizaciones “oscilantes” (swing
civilizations). También afirma que Rusia y la India continuarán cooperando
estrechamente en tanto que China y Pakistán continuarán oponiéndose a la India.
Huntington argumenta que una conexión islámico-confuciana está emergiendo (cita la
colaboración de China con Irán, Pakistán y otros países para aumentar su influencia
internacional).

El pensamiento de Huntington ha recibido diversas críticas:

 Se ha puesto en duda la unidad interna de las civilizaciones, argumentando que


existen muchas fracturas internas. Por ejemplo, Vietnam se defiende de China; el
mundo islámico está fracturado en distintas etnias: kurdos, turcos, árabes, persas,
pakistaníes e indonesios, y existen diferencias religiosas entre el chiísmo y el
sunismo.
 Se ha apuntado que los valores occidentales son fácilmente transmisibles a
estados de otras civilizaciones (como, por ejemplo, la democracia, instaurada en
Japón o la India).
 Se ha comentado que las afirmaciones sobre la inevitabilidad de los conflictos
entre civilizaciones son exageradas y que, salvo algunos extremistas, la mayor
parte de la población mundial desea vivir en paz.
 Se ha acusado a Huntington de que sus ideas pueden legitimar de forma
encubierta la agresión hacia los países del tercer mundo por parte del Occidente
liderado por los Estados Unidos, con el objeto de impedir que las regiones
subdesarrolladas y en vías de desarrollo alcancen el nivel económico de los
países ricos.
 Se ha dudado que la religión sea el motivo principal de la pertenencia a una
civilización. Por ejemplo, Turquía, una democracia secular y constitucional, un
país de mayoría musulmana, ha entablado negociaciones para la adhesión plena
a la Unión Europea.

Walter Benjamin

Walter Benjamin (1892-1940) fue un filósofo y crítico literario judeo-alemán de


orientación marxista. Es el autor de las Tesis sobre la filosofía de la Historia, publicadas
póstumamente en 1942. Nos interesa especialmente la IX:

“Hay un cuadro de Klee que se titula Angelus Novus. Se ve en él un ángel, al parecer en


el momento de alejarse de algo sobre lo cual clava la mirada. Tiene los ojos

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desorbitados, la boca abierta y las alas tendidas. El ángel de la historia debe tener ese
aspecto. Su rostro está vuelto hacia el pasado. En lo que para nosotros aparece como
una cadena de acontecimientos, él ve una catástrofe única, que arroja a sus pies ruina
sobre ruina, amontonándolas sin cesar. El ángel quisiera detenerse, despertar a los
muertos y recomponer lo destruido. Pero un huracán sopla desde el paraíso y se
arremolina en sus alas, y es tan fuerte que el ángel ya no puede plegarlas. Este huracán
lo arrastra irresistiblemente hacia el futuro, al cual vuelve las espaldas, mientras el
cúmulo de ruinas crece ante él hasta el cielo. Este huracán es lo que nosotros llamamos
progreso”.

3) La corriente de los Annales


Antecedentes
La tradición historiográfica francesa

Las raíces culturales de la corriente de los Annales se encuentran en Francia en el siglo


XIX o, incluso, más atrás en el tiempo:

 La tradición historiográfica tuvo una gran importancia desde la Edad Media, ya


que, por su carácter pragmático, estuvo vinculada a los centros de poder político
e ideológico (la Monarquía y la Iglesia), a los grupos sociales influyentes o
emergentes (como la nobleza o la burguesía) y a procesos como la formación del
sentimiento nacional entre los siglos XII al XV.
 Desde finales del siglo XVIII la Historia tuvo un papel dominante en el ámbito
de las ciencias humanas o sociales.
 La historiografía se constituyó como disciplina científica en el siglo XIX, con la
fundación por Gabriel Monod en 1876 de la Revue Historique, que se inspiró en
el modelo kantinano, subrayando la importancia de los datos empíricos y de las
fuentes de información, y prestando una especial atención a la historia política y
diplomática.
 La historiografía historicista francesa, llamada “Escuela Metódica”, reforzó su
posición con las aportaciones de dos profesores de Historia de la Universidad de
París, Charles Victor Langlois y Charles Seignobos, frente al nacimiento de
nuevas ciencias sociales y a las críticas realizadas por los sociólogos,
encabezados por Émile Durkheim. La Escuela Metódica tenía las siguientes
características comunes con el Historicismo alemán:
o Profesionalización de la historia.
o Conversión en una disciplina académica.
o Defensa del carácter científico de la Historia.
o Reducción del objeto de estudio a la historia política, diplomática y
militar.
o Método de análisis basado en la crítica y la utilización de fuentes
documentales.
o Estilo narrativo de descripción cronológica de hechos, con notas sobre
las fuentes.
o Utilización política y pedagógica.
o Pretensión de objetividad.

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Orígenes de la historia económica y social

Durante el siglo XIX, la industrialización y el desarrollo del capitalismo generaron


importantes transformaciones socioeconómicas, que hicieron insuficiente la
construcción histórica basada en los acontecimientos políticos. Por ello, a mediados del
citado siglo surgieron formas alternativas de escribir la historia, que permanecieron al
margen de la corriente historiográfica principal de aquella época. La conexión entre los
cambios económicos y sus repercusiones sociales hizo que apareciese una nueva
historia económica y social, que analizaba aspectos como los niveles de vida, la
sanidad, la pobreza o las diferencias de clase. La nueva historia económica y social fue
utilizada políticamente como arma contra el Estado y como escudo para la defensa de
las ideas liberales, democráticas y socialistas.

La historia social tuvo tres orientaciones:

 La historia de los movimientos sociales de los pobres o de las clases bajas, en


ocasiones, limitada a la historia de la clase obrera, su ideario socialista y sus
organizaciones.
 La historia de actividades sociales de la clase alta, como las costumbres, el ocio
o la vida cotidiana, que evolucionó a la historia de la cultura.
 La historia socioeconómica, centrada principalmente en el estudio del pasado
desde la perspectiva de las clases desposeídas, y que tuvo como principales
representantes a Henri Pirenne, Kurt Breysig y Max Weber.

Contexto político

La revista Annales fue creada en 1929. Los años previos a tal fecha, la situación política
europea fue bastante agitada. Iniciado el período de entreguerras, los distintos países
europeos se estaban restableciendo política, social y económicamente de la destrucción
ocasionada por la Primera Guerra Mundial.

En 1919, la situación en Francia era penosa:

 Consecuencias sociales de la Gran Guerra: 8 millones de ciudadanos habían


tenido que emigrar, 1,3 millones habían muerto durante la guerra y 1 millón de
franceses sufrían secuelas físicas o psíquicas severas.
 Consecuencias económicas: las zonas agrícolas e industriales del noreste
habían sido destruidas; la producción manufacturera había caído un 60% y el
valor del franco se había devaluado.

La década de los 20 fue una época de reconstrucción. En 1925 el gobierno concluyó el


programa dedicado a rehabilitar las zonas destruidas y abrió las fronteras a dos millones
de inmigrantes extranjeros necesarios para ocupar el vacío de mano de obra provocado
por la emigración francesa durante la Guerra.

La presión fiscal de los sucesivos gobiernos conservadores, necesaria para financiar el


déficit financiero causado por los gastos de la guerra, empeoró la situación económica
del pueblo, lo que hizo que los trabajadores se aglutinaran en torno a varias
organizaciones sindicales, como la Confederación General de Trabajadores (CGT), la

21
Federación Obrera Católica o la Federación Obrera Comunista, para defender sus
derechos.

La gran Crisis de 1929, surgida en los Estados Unidos, afectó al sistema social,
económico y político francés a partir de 1931, una vez que el gobierno tuvo que retirar
las medidas proteccionistas.

En el ámbito de la cultura, hacia la década de los 30 surgió en Europa un rica


diversidad cultural. Coexistieron pensadores, escritores y artistas de distintas
tendencias: fascistas, nihilistas, existencialistas, socialistas, etc.

En este contexto filosófico, político y cultural nació la corriente historiográfica de los


Annales.

Creación de la revista Annales


En 1929, un pequeño grupo de historiadores radicales, a cuya cabeza estaban Marc
Bloch y Lucien Febvre, fundó en Estrasburgo la revista Annales d’Histoire
Economique et Sociale, en torno a la cual se desarrolló la corriente historiográfica
llamada de los Annales.

La revista Annales d’histoire économique et sociale (1929-1937) cambió de


denominación varias veces; al tiempo se llamó Annales d’Histoire Sociale (1939-1941)
y poco después, Melanges d’Histoire Sociale (1942-1944); más tarde, recuperó la
denominación de Annales d’histoire sociale (1945) y fue rebautizada con el nombre de
Annales, Économies, Sociétés, Civilisations (1946-1993). En la actualidad, se denomina
Annales. Histoire, Sciences Sociales (1994-).

Diversas motivaciones y objetivos justificaron la creación de la revista:

 La renovación de los estudios históricos tradicionales (Escuela Metódica), que


prevalecían en la Francia de inicios del siglo XX.
 La promoción del ejercicio libre de la crítica.
 La difusión del conocimiento histórico.
 La búsqueda de respuestas para la situación trágica que vivían los pueblos de los
distintos países europeos y del resto del mundo tras la Primera Guerra Mundial.

Bloch y Febvre plantearon una nueva línea historiográfica, dando un nuevo


significado a la labor del historiador e introduciendo cambios e innovaciones en la
forma de escribir la historia y en sus contenidos y objetos de estudio.

Marcados por la catástrofe de la guerra, afirmaron que el sentido primordial del trabajo
del historiador había de ser comprender y hacer comprender los motivos profundos de
los movimientos sociales que llevaban a los hombres a unirse unos contra otros, en
distintos tiempos históricos y en los diferentes lugares del mundo.

La nueva corriente que encabezaron introdujo un buen número de cambios e


innovaciones en la historiografía:

 Carácter más analítico que narrativo.

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 Interpretación de procesos históricos y no de sucesos simples e individuales.
 Ampliación de la perspectiva temporal en el análisis histórico; no se limitan a
analizar sucesos de forma independiente; para descubrir cambios históricos,
comparan hechos e ideas extraídas de distintos momentos, incluso de distintos
decenios o siglos.
 Ampliación de los temas de estudio.
 Rechazo del protagonismo de la política, la diplomacia y los hechos bélicos,
típico de la práctica historiográfica de los historiadores decimonónicos.
 Enriquecimiento de la comprensión del pasado y de la construcción histórica con
las aportaciones de otras ciencias, como la geografía, la antropología, la
economía, el derecho, la literatura, la sociología o la psicología.
 Inicio del estudio de los pueblos; la historia no es solo consecuencia de las
acciones y decisiones de los hombres eminentes.
 Estudio del contexto social de los protagonistas de la historia para comprender
mejor sus movimientos.
 Aplicación del método crítico a las fuentes (no solo las documentales).
 Utilización de analogías para descubrir semejanzas y diferencias entre los rasgos
característicos de una cultura (como la religión, las costumbres, el manejo del
lenguaje, o las visiones antropológica y cosmogónica, entre otros), o de las
culturas entre sí.

Raíces intelectuales
Los historiadores de los Annales enriquecieron sus planteamientos historiográficos
gracias a la recepción de múltiples influencias provenientes de especialistas de
distintas ciencias e, incluso, de historiadores de diferentes corrientes historiográficas.

Las raíces historiográficas de los representantes de los Annales se hallan en los


historiadores que prestaron atención a los siguientes temas:

 La investigación de las causas, la importancia y las características de las


civilizaciones.
 El interés por la historia socioeconómica.
 La relación de la historia con las demás ciencias (y especialmente, con la
geografía, la antropología y la psicología).
 El estudio de lo cotidiano.

Entre todos ellos, cabe citar a los dos más influyentes: Henri Berr y Henri Pirenne.

Henri Berr

Importancia de Berr en relación con Annales.

Henri Berr (1863-1954) fue un filósofo francés que ejerció una gran influencia sobre
Lucien Febvre y Fernand Braudel (líder de la segunda generación), tanto en su
formación como en la creación de la revista Annales.

Breve reseña biográfica.

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Estudió filosofía en la Escuela Normal Superior de París. Fue profesor de Retórica en
Douai, en Tours y en el Liceo Enrique IV de París.

A partir de la redacción de su tesis doctoral, “Esbozo de una Síntesis de los


conocimientos, basada en la historia” (1893), Berr comenzó a conceder un lugar
privilegiado al conocimiento histórico. De hecho, la reflexión sobre la historia se
convirtió en la temática principal de su producción intelectual. Aparecía en trabajos
como La síntesis en historia. Ensayo crítico y teórico. Su interés por la historia creció
hasta tal punto que en 1900 creó la Revue de Synthèse historique (Revista de Síntesis
histórica), emprendió la publicación de dos grandes colecciones enciclopédicas, Les
Régions de la France (Las Regiones de Francia) y L’Évolution de l’humanité (La
Evolución de la Humanidad), y creó en 1924 el “Centre International de Synthèse”
(Centro Internacional de Síntesis). Esta institución alcanzó en poco tiempo un gran
prestigio, gracias, sobre todo, a la organización de “semanas culturales”, a las que
asistían intelectuales de disciplinas muy diversas (entre los que se hallaba Lucien
Febvre).

La influencia de la Revista de Síntesis hizo surgir en el propio Febvre y en Marc Bloch


la idea de crear una nueva publicación, de carácter más histórico y menos filosófico: la
Revista Annales de Historia Económica y Social. No obstante, el mismo año de la
creación de Annales (1929), Febvre y Berr rompieron relaciones y a partir de 1945 no
hallamos en los sucesivos números de Annales ninguna referencia a la Revista de
Síntesis, ni a las aportaciones de Berr.

En los últimos años de su vida, Henri Berr abandonó la labor docente para entregarse
por completo a las actividades del Centro de Síntesis y a la producción editorial.

Concepción y método.

Las ideas de Berr tuvieron una profunda influencia sobre la historiografía francesa y,
especialmente, sobre los componentes de las dos primeras generaciones de historiadores
de la corriente de los Annales. Veamos las características principales de su concepción
de la historia:

 No quiso crear una nueva teoría de la historia, sino analizar, criticar y obtener
resultados de teorías ya existentes.
 Concedió importancia a la relación de la filosofía con la historia para una mejor
comprensión del pasado y del presente.
 Promovió la colaboración con intelectuales de otras ciencias, como la psicología,
la antropología, la economía o la biología, con la intención de enriquecer el
conocimiento histórico con aportaciones intelectuales interdisciplinarias. (Esta
idea la pusieron en práctica los principales representantes de los Annales: Bloch,
Febvre y Braudel).
 Pretendió desarrollar una historia global, que tuviese en cuenta todas las
dimensiones de la realidad, desde lo económico hasta lo psicológico, desde una
perspectiva científica.
 Defendió el estudio del pasado desde la perspectiva del presente, para poder
aprovechar el carácter magistral de la historia tanto en el presente como para la
preparación del futuro.

24
 Hizo énfasis en la necesidad de incluir los factores psicológicos en los estudios
históricos, para mejorar la explicación de los acontecimientos del pasado. (Esta
propuesta tuvo influencia en la historia de las mentalidades).
 También insistió en la importancia de los factores sociales en la construcción
histórica, partiendo del carácter social del hombre.

Atención especial merece el método historiográfico propuesto por Berr: la síntesis


histórica, que requiere dos tipos de trabajos intelectuales:

 Síntesis erudita: estudio y análisis de las fuentes recopiladas.


 Síntesis científica: análisis de resultados y reducción a principios explicativos.

Para realizar ambas tareas, el historiador necesita la colaboración de las demás


ciencias. Por ello, la síntesis histórica, según Berr, alcanza el rango de verdadera
ciencia.

Los cambios conceptuales y metodológicos propuestos por Berr tuvieron tal influencia
en el pensamiento de Febvre, Bloch y Braudel, que les llevaron a transformar su
concepción del trabajo del historiador.

Henri Pirenne

Breve reseña biográfica.

Henri Pirenne (1862-1935) nació en Verviers (Bélgica), en el seno de una familia de


industriales. En 1879 fue a estudiar Derecho a la Universidad de Lieja. No obstante, el
profesor de Historia Godefroid Kurth le impresionó de tal forma que le despertó la
vocación de historiador y acabó doctorándose en Historia en 1883. Entre 1883 y 1885
estuvo en Leipzig, Berlín y París, completando su formación como historiador. De
vuelta a la Universidad de Lieja, ese mismo 1885 dio clases de Paleografía y
Diplomática. Y en 1886 comenzó a dar clases de Historia Medieval e Historia de
Bélgica en la Universidad de Gante, centro en el que impartiría docencia hasta 1930.
Durante la Primera Guerra Mundial se destacó como una de las principales figuras de la
resistencia pacífica contra la ocupación alemana, por lo que fue apresado y llevado
preso a Alemania. Pasó sus últimos años en la Universidad de Bruselas.

Sus principales obras fueron Historia de Bélgica, Mahoma y Carlomagno y Las


ciudades de la Edad Media .

Concepción de la historia.

La concepción de la historia de Henri Pirenne tenía también rasgos innovadores, que


pueden ser considerados precedentes de corrientes historiográficas posteriores, entre las
que podemos incluir la de los Annales. De dichos aspectos podemos destacar los
siguientes:

 Trató en sus obras históricas no solo los acontecimientos políticos, sino también
las circunstancias económicas y sociales. De hecho, les concedió tal importancia
a los hechos económicos y sociales para la comprensión del pasado, que buena
parte de sus escritos históricos basan sus explicaciones en ellos. Por ejemplo, en

25
Las ciudades de la Edad Media, analiza el progreso urbano utilizando como
marco de referencia la evolución del comercio. Pirenne consideraba que los
hechos económicos tenían relación con sus causas y consecuencias sociales.
 Pirenne consideraba necesario conocer el pasado para comprender el presente y
viceversa, es decir, conocer el presente para comprender el pasado.
 Creía que para poder teorizar sobre la historia era imprescindible la disposición
de una buena base de conocimientos concretos (erudición).

Método historiográfico.

El método historiográfico de Pirenne se basaba en dos premisas:

 La doble redacción de textos históricos. Tal como descubrió su hijo, Jacques


Pirenne, en el prólogo de Mahoma y Carlomagno, Henri Pirenne tenía la
costumbre de escribir sus libros dos veces. En la primera redacción construía la
obra reuniendo las ideas principales que deseaba exponer, pero sin ninguna
preocupación formal (la primera versión podía tener esquemas no desarrollados,
referencias a fichas propias o incluso párrafos inacabados). En la segunda,
redactaba un texto nuevo, en el que desarrollaba las explicaciones e incluía
cifras y referencias bibliográficas o archivísticas, tratando de acentuar la
objetividad de la construcción histórica y de ocultar la parte subjetiva del
historiador (su personalidad y sus sentimientos).
 El uso del método comparativo de análisis histórico. Este método comparaba
aspectos políticos, económicos y sociales de la historia de un mismo Estado en
diferentes momentos históricos, o de distintas naciones o incluso culturas o
civilizaciones.
o Por ejemplo, en Historia de Bélgica, explicaba la estrecha dependencia
de la historia de Bélgica en la Edad Media y en la Moderna de la historia
de otros estados europeos, como Francia, Inglaterra o, sobre todo, los
“principados” alemanes. Por ello, para poder comprenderla, era necesario
conocer la historia de las naciones vecinas.
o En Mahoma y Carlomagno, comparaba aspectos económicos de las dos
civilizaciones (la musulmana y la cristiana occidental).

Primera generación (1929-1956)


Lucien Febvre

Breve reseña biográfica.

Lucien Febvre (1878-1956) fue uno de los fundadores de la escuela de los Annales,
junto a Marc Bloch.

Nació en Nancy (Lorena, al noreste de Francia) en el seno de una familia procedente del
Franco-Condado, lo que le hizo sentir a lo largo de su vida un especial afecto por esta
región, cuya historia y cultura estudió. Su padre, psicólogo de profesión, le inició en el
estudio de los textos antiguos y de los idiomas, lo que influyó decisivamente en su
forma de pensar. Realizó sus primeros estudios en el Liceo de Nancy y posteriormente
marchó a París, a cursar Geografía e Historia en la Escuela Normal Superior, donde

26
recibió la influencia del geógrafo Vidal de la Blache. Tras licenciarse en 1902 comenzó
a trabajar como profesor de Historia en el Liceo Louis Le Grand de París, al tiempo que
trabajaba en su tesis. Se doctoró en 1911 tras defender la tesis titulada Felipe II y el
Franco-Condado.

En esta época conoció a Henri Berr, quien ejerció una gran influencia sobre su vida
profesional. Participó con él en reuniones culturales. Escribió varios artículos para la
Revista de Síntesis histórica, el trabajo El Franco Condado para la colección Las
regiones de Francia y las obras Al margen de la historia universal en dos volúmenes y
La Tierra y la evolución de la Humanidad, que aparecieron publicadas en La Evolución
de la Humanidad.

Tras el inicio de la Primera Guerra Mundial, en 1914 tuvo que dejar su plaza docente
para enrolarse en el ejército, en el que sirvió durante los cuatro años de la contienda. En
1919 consiguió una plaza de profesor en la Universidad de Estrasburgo y fue
distanciándose progresivamente de su maestro Berr. En Estrasburgo compartió las
labores docentes con un grupo de historiadores entre los que se hallaba Marc Bloch,
quien a partir de este momento sería su colaborador y amigo.

En 1929 Bloch y Febvre fundaron la Revista Annales d’histoire économique et sociale.


Febvre publicó en ella innumerables artículos, reseñas y notas críticas. En 1933
consiguió una cátedra en el Colegio de Francia, lo que le permitió centrarse más en la
investigación. Su labor editorial se vio frenada por la Segunda Guerra Mundial. Durante
el enfrentamiento militar murió Bloch, quedando Febvre solo al frente de la revista. A
partir de 1945, hasta su muerte en 1956, siguió escribiendo para Annales, dirigió durante
un tiempo la Escuela de Altos Estudios en Ciencias Sociales y realizó distintos trabajos
de investigación colectivos e interdisciplinarios.

En la actualidad, su obra, junto con la de Marc Bloch, ha sido revalorizada,


especialmente por los historiadores de la cuarta generación de los Annales.

Obras principales.

Febvre se especializó en estudios sobre la Edad Moderna, especialmente sobre el siglo


XVI. Aparte de su tesis doctoral, Felipe II y el Franco-Condado, sus obras más
importantes tratan sobre cuatro personajes que vivieron en este siglo: Martín Lutero,
François Rabelais, Margarita de Navarra y Erasmo de Rotterdam.

 Un destino, Martín Lutero.


 El problema de la incredulidad en el siglo XVI. La religión de Rabelais.
 El Heptaméron. Amor sacro, amor profano.
 Erasmo, la Contrarreforma y el espíritu modeno.

Concepción de la historia.

Los principales aspectos de la concepción de la historia de Febvre son los siguientes:

 Amplía el ámbito de estudio de la historia al ser humano (no solo a los grandes
hombres, sino también a todos los demás, a los individuos, a los grupos y a las
colectividades).

27
 En sus escritos históricos efectúa un estudio global del contexto social,
económico, político, cultural y de las mentalidades de la época en que están
inmersos los personajes que analiza. Esta línea se aprecia ya en su tesis doctoral
Felipe II y el Franco-Condado y se confirma sus obras “biográficas”.
 Justifica el carácter científico de la historia argumentando que es una de ciencia
social global, porque incluye aspectos sociales, económicos, políticos y
culturales, propios de otras ciencias sociales.
 Valora el potencial pedagógico de la historia. Gracias a ella, pretende
comprender el presente a través del pasado y el pasado a través del presente. No
juzgar, ni describir, ni enumerar: reconstruir con imaginación para comprender
el proceso histórico.
 Cree que la historia debe tener una orientación utilitarista. El historiador debe
estudiar el pasado en función de los problemas que preocupan a los hombres de
su tiempo, para contribuir a su resolución. Por ejemplo, en su tesis doctoral parte
de dos problemas contemporáneos: uno historiográfico, la interdependencia
entre los diferentes aspectos de la historia (sociales, económicos o políticos); y
otro social, la inseguridad socioeconómica derivada del auge del socialismo y la
extensión del sindicalismo.

Método historiográfico.

Febvre pretende renovar el oficio de historiador presentando un método historiográfico


innovador:

 Planteamiento inicial de hipótesis de trabajo, de problemas o interrogaciones


basados en el presente, en preocupaciones de los hombres de su tiempo.
 Localización de fuentes de todo tipo, no solo textuales.
 Selección y ordenación de hechos a analizar.
 Análisis en equipo, con la colaboración de profesionales de otras ciencias (como
la geografía, la sociología y la economía), para encontrar soluciones a los
problemas.
 Reconstrucción subjetiva e imaginativa del proceso histórico.
 Redacción orientada a la explicación de los hechos, más allá de la simple
narración.

Críticas de Febvre.

 Mostró una fuerte oposición a la escuela metódica, representada


fundamentalmente por Charles-Victor Langlois y Charles Seignobos, dominante
en Francia hasta los años 20 del siglo pasado. Critica rasgos como la importancia
concedida al documento textual de raíz positivista, el recurso del determinismo
del medio natural para la explicación de la evolución de las sociedades, la
búsqueda de objetividad, la primacía de los hechos o la utilización política de la
historia, aprovechando sus características pedagógicas y propagandísticas.
 Critica a Spengler, argumentando que un historiador no puede ser imparcial si
tiene simpatías filonazis.
 Critica a Toynbee; pese a que el inglés coincide con sus planteamientos en
cuando al favor por la imaginación, la ruptura con la tradición historiográfica
anterior, la concatenación de fenómenos, el abandono de la erudición inútil o la

28
búsqueda de la comprensión global de todo el proceso histórico, cree que
Toynbee se excede en sus planteamientos.

Marc Bloch

Breve reseña biográfica.

Marc Bloch (1886-1944) nació en Lyon, en el seno de una familia judía. Su padre,
Gustave Bloch, era profesor de Historia Antigua de la Universidad de Lyon. Inició sus
estudios en el liceo Louis-le-Grand de París. Posteriormente cursó estudios
universitarios de Geografía e Historia en la Escuela Normal Superior de París (1904-
1908) y completó su formación en las universidades de Leipzig y Berlín y en la
Fundación Thiers (1908-1912). Ejerció como docente en los liceos de Montpellier y
Amiens hasta el estallido de la Primera Guerra Mundial. Bloch fue movilizado,
participó en la contienda, fue herido, alcanzó el grado de capitán y fue condecorado con
la Cruz de Guerra. En 1919 comenzó a impartir docencia de Historia Medieval en la
Universidad de Estrasburgo, donde conoció a Lucien Febvre. En 1920 presentó su tesis
doctoral Reyes y Siervos. Intentó sin éxito en varias ocasiones (en 1928 y en 1934-1935)
ingresar en el Colegio de Francia. En 1929 fundó junto con Febvre la revista Annales.
En los años siguientes se dedicó fundamentalmente a la publicación de artículos
históricos en ella. En 1936 consiguió una cátedra de historia económica en la Sorbona
de París. No obstante, el inicio de la Segunda Guerra Mundial cambió su vida. Pese a su
maltrecha salud y a que era padre de familia numerosa, participó en la guerra. Tras la
campaña de Francia, en 1940, la aplicación de leyes antisemitas por el gobierno de
Vichy supuso su expulsión de la cátedra. Se trasladó a las universidades de Clermont-
Ferrand y Montpellier. Se unió al movimiento de la resistencia francesa en 1943.
Finalmente, en 1944, la Gestapo le detuvo en Lyon, donde fue torturado y fusilado.
Murió gritando: “Vive la France!”

Obras principales.

 Su tesis doctoral, Reyes y Siervos (1920).


 Su obra maestra, Los reyes taumaturgos (1924).
 Los caracteres originales de la historia rural francesa (1931).
 La sociedad feudal (1939-1940).
 La extraña derrota (1940; publicada póstumamente en 1946).

Concepción historiográfica.

 Para Bloch, la Historia es una ciencia de los hombres en el tiempo, la ciencia de


las sociedades humanas, que se ocupa del estudio de los cambios y de la
adaptación de los hombres a las nuevas condiciones económicas, políticas,
morales, religiosas e intelectuales.
 El principal objetivo del historiador debe ser lograr realizar una síntesis histórica
global orientada a la comprensión de las estructuras profundas del grupo social
analizado (influencia de Henri Berr).
 El historiador debe comenzar su labor definiendo problemas concretos de forma
que el estudio y la síntesis final estén orientados a su resolución, y no a la
realización de reflexiones teóricas generales.

29
 Así mismo, el historiador debe conocer el presente, ya que en su labor de síntesis
histórica ha de relacionar constantemente el presente con el pasado a través de
sus huellas documentales.
 La síntesis global debe explicar los procesos históricos; no puede quedarse en
una mera descripción factual. El historiador debe estar preparado para asumir los
riesgos interpretativos necesarios para conseguir explicar el pasado.
 Bloch prefería analizar las sociedades en tiempos largos (en ocasiones de varios
siglos, como en Los reyes taumaturgos o en La sociedad feudal).
 No se quedaba en el simple análisis de los acontecimiento políticos; al contrario,
introducía también en su estudio aspectos sociales, económicos, psicológicos,
geográficos y culturales.
 Para ello, recurría al apoyo en otras ciencias sociales:
o Dio primacía a los aspectos sociales, convirtiéndolos en muchas obras en
el objeto de estudio (por ejemplo, estudió la sociedad rural agraria
medieval en Los caracteres originales de la historia rural francesa, o el
feudalismo en La sociedad feudal). Utilizó la demografía para el análisis
social.
o Prestó atención a aspectos económicos, como la configuración de las
tierras o los ingresos señoriales.
o Estudió la influencia de las mentalidades (las creencias, la moral, las
relaciones afectivas) en la vida social (definiendo líneas historiográficas
que han marcado la antropología histórica actual).
o Introdujo la geografía humana en la explicación histórica, al analizar el
marco geográfico desde la perspectiva de la interacción entre el grupo
social y el medio natural.
o Analizó las manifestaciones artísticas o literarias para mejorar el
conocimiento de los rasgos culturales de las sociedades analizadas.

Método historiográfico.

La principales características del método historiográfico de Bloch son las siguientes:

 Utilización del método comparativo. En distintos estudios históricos, Bloch


comparó sociedades coetáneas de distintas naciones o la misma sociedad en
tiempos históricos diferentes, con la intención de hallar semejanzas y diferencias
que le permitiesen mejorar su conocimiento de dichas sociedades, en beneficio
de la interpretación, la explicación y la síntesis histórica. Por ejemplo, en Los
reyes taumaturgos comparó las sociedades de Inglaterra y Francia desde el siglo
XIII hasta el XVIII, y ello le dio fama internacional. Bloch concedía gran
importancia al método comparativo porque creía que sustituía en la
investigación histórica al método experimental.
 Fomento del uso del método regresivo. Bloch justificaba la idoneidad del
método regresivo, es decir, la construcción histórica desde el presente hacia
atrás, argumentando que los períodos cercanos en el tiempo son mejor conocidos
y que se debe proceder de lo conocido a lo desconocido.

Segunda generación (1956-1968)


Fernand Braudel

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Breve reseña biográfica.

Fernand Braudel (1902-1985). Nació en Luméville-en-Ornois (Lorena, Francia).


Aunque de joven se inclinó por la Medicina, su padre, profesor de matemáticas, le
convenció a estudiar Historia. Cursó estudios universitarios en la Sorbona de París y en
la Ecole Practique des Hautes Etudes. En 1923 se licenció en Historia y comenzó a
ejercer la docencia en Bar-le-Duc. De allí marchó a Argel a trabajar también como
profesor. Allí conoció a Henri Berr e inició su tesis doctoral, que trataba sobre la historia
diplomática de la política mediterránea de Felipe II. La falta de documentación le llevó
a investigar en el Archivo de Simancas, así como en otros archivos franceses, italianos e
incluso yugoslavos. De regreso a Francia, en 1932 conoció a Lucien Febvre, quien
influiría considerablemente sobre sus trabajos históricos. Entre 1932 y 1935 dio clases
en París, en los liceos Pasteur, Condorcet y Henri IV. En 1935 marchó a Sao Paulo para
fundar la cátedra de Historia en su Universidad. En 1937 volvió a París para trabajar en
la École Practique des Hautes Etudes.

En 1939, al estallar la Segunda Guerra Mundial, se alistó en el ejército. En 1940 fue


capturado por los nazis y llevado a un campo de concentración cerca de Lübeck, donde
permaneció cinco años. Durante este tiempo, trabajó prácticamente de memoria en su
tesis doctoral.

Tras la guerra, volvió a la docencia universitaria en París, junto a Lucien Febvre,


dedicándose también a la historia social y económica. En 1947 leyó la tesis doctoral y
dos años después, en 1949, la publicó con el título de El Mediterráneo y el mundo
mediterráneo en la época de Felipe II.

El trabajo causó una gran impresión en la comunidad de historiadores de su época.


Presentado en tres volúmenes, era un detallado análisis de un vasto ámbito geográfico,
el Mediterráneo y su área de influencia, durante un largo período (la segunda mitad del
siglo XVI), en el que el autor escalonó magistralmente los fenómenos estructurales,
coyunturales y episódicos, realizando así un excelente análisis de conjunto.

Gracias a esta obra, Braudel se convirtió en uno de los historiadores más reconocidos
del momento. Al jubilarse, Febvre le cedió su cátedra del Colegio de Francia (1949), lo
que le permitió dedicar más tiempo a la investigación. En 1951 fundó junto a su maestro
Febvre el Centre de Recherches Historiques (Centro de Estudios Históricos), lo que
aseguró la publicación de varias colecciones de historia económica y social. Tras la
muerte de Febvre en 1956, pasó a dirigir la revista Annales y la École Practique des
Hautes Etudes.

En el año 1967 publicó su segunda obra importante: Civilización material, Economía y


Capitalismo: de los siglos XV hasta el XVIII, en el que realizó un estudio económico del
mundo preindustrial, utilizando técnicas de la cliometría, y valorando las repercusiones
sociales de los cambios económicos.

También fueron numerosas sus contribuciones de carácter metodológico, reunidas en la


obra Escritos sobre la historia, que promovieron la reflexión historiográfica durante
muchos años.

Contribuciones historiográficas.

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 Énfasis en los factores económicos, sociales e incluso políticos en la
construcción histórica; escaso interés por las mentalidades o la religión.
 Reconocimiento del papel fundamental de las distintas ciencias sociales para la
explicación histórica.
 Integración del espacio en el discurso histórico como protagonista de la Historia
(influido por la concepción geográfica de sus maestros del período de
entreguerras, como Vidal de la Blache).
 Visión multicéntrica de los factores con influencia en la evolución histórica de la
región analizada.
 Introducción en la historiografía de una nueva visión del tiempo histórico, que
tiene tres niveles o duraciones:


o Duración larga. Es la historia estructural. Hace referencia a la
geohistoria, a la relación del hombre con el medio que le rodea. Braudel
se interesa por el medio en el que viven los hombres de la cuenca
mediterránea: clima, montañas y llanuras, mar y ríos, caminos y
ciudades. Analiza el ritmo casi inmóvil del “tiempo geográfico”.
o Duración mediana. Es la historia coyuntural. Hace referencia a la
estructura social de los “destinos colectivos y movimientos de conjunto”.
En El Mediterráneo es subdividida en economías, imperios,
civilizaciones, sociedades y formas de guerra. El tiempo medio se
corresponde con los ciclos socioeconómicos (la evolución de los precios,
las tendencias demográficas, el movimiento de los salarios). Es el
“tiempo social” en el que se producen los cambios de los fenómenos
demográficos y económicos.


o Duración corta. Es la historia episódica. Hace referencia a los
acontecimientos, la política y los hombres. Es la historia política, factual,
de los acontecimientos, a la medida de los individuos.

 Importancia de la larga y la media duración. Para poder comprender la historia


es necesario el estudio de los grandes procesos en la larga duración, o en menor
medida, de las coyunturas. Braudel desprecia la historia episódica. Esta
concepción se vio muy mediatizada por su experiencia vital. Estando preso en
un campo de concentración nazi, cuando la Alemania nazi había terminado con
un régimen político francés de cierta duración (la Tercera República) y
amenazaba con destruir una tradición política occidental de aún mayor duración,
Braudel tendía a privilegiar el estudio de una historia estructural o coyuntural, y
a despreciar la historia episódica.
 Estructuralismo. Influido por el antropólogo Claude Lévi-Strauss, cree que los
fenómenos estructurales son los tienen una influencia mayor y más duradera
sobre la vida de las sociedades. Braudel cree que todo hecho histórico está
conectado con una estructura, que le da sentido. Por ello, escribir historia es
reconstruir los nexos entre el suceso y su estructura.
 Perspectiva anti-historicista. Relega a un segundo plano el estudio de los
acontecimientos concretos y de los protagonistas individuales (corta duración) y
prioriza el estudio de las sociedades desde una perspectiva global formada a lo

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largo de los siglos (mediana duración), en el contexto del entorno habitado por
las sociedades (larga duración).
 Desarrollo de una historia “total”, “globalizante” o “totalizante”. Tiene este
calificativo porque estudia todas las manifestaciones humanas acontecidas en
todos los períodos históricos, rompiendo las divisiones de la Prehistoria y de la
Historia.

Otros historiadores de la segunda generación de Annales son Pierre Goubert, Ernest


Labrousse, Charles Morazé o Georges Friedmann.

Tercera generación (1969-1989)


A comienzos de los años 70 del siglo XX, Fernand Braudel se retiró de la revista
Annales por discrepancias internas. Su salida dio inicio a la tercera generación de
historiadores de esta escuela historiográfica. Comparten una serie de características:

 Heterogeneidad por la falta de acuerdo metodológico, político e intelectual.


 Incremento de la presencia académica y social.
 Mayor interés por el estudio de la cultura.
 Inspiración en Lucien Febvre, Jules Michelet y Michel Foucault.

Los principales representantes de esta tercera generación son Jacques Le Goff, Pierre
Nora y, en menor medida, François Furet, Jacques Revel, André Burguière, Marc Ferro,
Emmanuel Le Roy Ladurie, Philippe Ariès y Michel Vovelle.

Fruto de esa tercera generación es la acuñación de la expresión Nouvelle Histoire


(Nueva Historia), con el propósito de resaltar una nueva perspectiva historiográfica,
basada en el análisis de las mentalidades en tiempos “largos” (las representaciones
colectivas y las estructuras mentales de las sociedades) utilizando métodos de la
antropología. Por ello, también ha sido denominada antropología histórica.

La multiplicación de los objetos de investigación fue motivo de diversas críticas sobre


esta tercera generación.

Definición de mentalidad

La RAE define mentalidad como la cultura y modo de pensar que caracteriza a una
persona, a un pueblo, a una generación, etc.

El concepto “mentalidades” alcanzó una gran difusión e importancia historiográfica


durante los años 70 y 80 del siglo XX gracias a que entre 1968 y 1989 la producción de
la tercera generación de la corriente francesa de los Annales se difundió por todo el
planeta, ejerciendo una notable influencia sobre la historiografía y las ciencias sociales.
Pese a su amplia difusión y popularidad (que llevó incluso a la creación de neologismos
en alemán –mentalitäts– o en inglés –mentalities-), no existe una definición precisa y
universalmente aceptada ni del término “mentalidad” ni de la “historia de las
mentalidades”.

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La palabra “mentalidad”, más que designar un concepto bien definido, ha sido utilizada
como un término descriptivo que aludía a un amplio y poco preciso ámbito de estudio,
en el que se incluían los comportamientos, los gestos cotidianos, el inconsciente, las
emociones, las creencias populares, las formas de conciencia, las estructuras ideológicas
o los imaginarios sociales, entre muchos otros elementos posibles. Ello llevó al propio
Jacques Le Goff -uno de los principales representantes de la tendencia- a afirmar que se
trataba de una historia ambigua.

La historia de las mentalidades suele presentarse como opuesta a la tradicional


historia de las ideas, que se concentró en la reconstrucción de los grandes sistemas de
pensamiento, de los grandes pensadores, los científicos notables, los grandes escritores
o artistas, los intelectuales prestigiosos, siempre desde la perspectiva de las élites. La
historia de las mentalidades reivindica la ampliación del ámbito de estudio a los
colectivos, abordando las creencias populares, la cosmovisión de una determinada
época, la sensibilidad cultural o artística de las masas, o los conocimientos técnicos o
científicos de una sociedad. Además, la historia de las mentalidades intenta también
recuperar los aspectos inconscientes de la cultura y las creencias de una sociedad. Por
tanto, las fuentes a estudiar no son solo las obras de los grandes pensadores o artistas,
sino también los textos cotidianos, los gestos, la iconografía, las formas de
representación popular de una sociedad.

Podemos distinguir cinco componentes en las mentalidades, que se corresponden con


modos de percibir la realidad y de actuar sobre ella:

 Lo racional. El componente racional de la mentalidad permite el estudio de la


historia cultural y de las ideas. Marc Bloch y Lucien Febvre fueron los pioneros
en el estudio de lo racional para la construcción histórica de los
comportamientos colectivos.
 Lo emotivo. Los sentimientos, la sensibilidad, el miedo o la inseguridad son
elementos emotivos que han sido utilizados en la historia de las mentalidades.
Entre los historiadores que han trabajado estos aspectos, destacamos a Georges
Lefebvre, Marc Bloch, Lucien Febvre o, más recientemente, Jean Delumeau.
 Lo imaginario. El imaginario es el conjunto de representaciones mentales
(fundamentalmente gráficas o textuales) que tratan de reconstruir un mundo
interior, distanciado de la realidad. Los historiadores han recurrido al arte, la
literatura o las representaciones sociales para realizar estudios históricos sobre el
componente imaginario de las mentalidades.
 Lo inconsciente. Es el componente más controvertido de la mentalidad, por la
dificultad existente en probar la mayor o menor influencia que pueda llegar a
tener sobre la historia. El pionero en la aplicación de los descubrimientos de
Sigmund Freud a la historia fue Wilhem Reich. Por otra parte, en los Estados
Unidos se ha desarrollado una corriente historiográfica denominada
“psicohistoria”, que intenta aplicar el psicoanálisis al estudio de la historia y
cuyos trabajos han encontrado dos vehículos de difusión principales: las revistas
The Psychohistory Review y Psychohistory Review. The Journal of
Psychohistory. La técnica psicohistórica que suscita mayores recelos entre los
historiadores es la empatía, mediante la cual el psicohistoriador se pone en el
lugar del sujeto histórico para tratar de tener una noción más real de los
acontecimientos sucedidos en dicha época.

34
 La conducta. La inclusión de los comportamientos colectivos en la historia de
las mentalidades permite la conexión con la psicología, la antropología histórica
(también interesada por aspectos como los gestos, los rituales, las fiestas o las
tradiciones) y con la nueva historia sociocultural.

Entre los temas relacionados con la historia de las mentalidades que han servido para la
elaboración de estudios históricos, podemos destacar el vocabulario, la vida cotidiana y
la violencia.

La mentalidad, por tanto, queda definida en virtud de la manera de pensar, de sentir, de


imaginar y de actuar consciente o inconscientemente, de forma individual o colectiva.
Así, la actividad humana, desde las palabras o gestos personales hasta los grandes
hechos de un grupo social, entra en el ámbito de estudio de la historia de las
mentalidades. Los historiadores han realizado trabajos de historia de las mentalidades
desde cuatro perspectivas que pueden combinarse a la hora de definir los ámbitos de
estudio:

 Han analizado formas mentales complejas, como la memoria, las actitudes, las
creencias o los valores.
 Han realizado estudios sobre un tema determinado (entre los que destacan los
siguientes: tiempo, espacio, naturaleza, trabajo, poder, institución,
acontecimiento, revuelta, propiedad, dinero, justicia, igualdad, naturaleza,
locura, vida, muerte, etc.).
 Han analizado diversos sujetos: individuo, estamento, clase, profesión, género,
grupo de edad, minoría, nación, civilización.
 Han estudiado períodos temporales concretos.

La dispersión conceptual, temática y editorial ha propiciado la elaboración de síntesis,


balances y rectificaciones de la tendencia historiográfica.

Fuentes y método

Una de las consecuencias de la indefinición y la ambigüedad temática de la historia de


las mentalidades es la amplitud y variedad de las fuentes que el historiador puede
utilizar para su estudio. A diferencia de la historia social o económica, la de las
mentalidades no cuenta con fuentes específicas. Para el historiador pueden resultar
relevantes tanto la información o los testimonios extraídos del análisis de las fuentes,
como los hechos a los que se refieren. No obstante, incluso la ausencia de fuentes y
datos también puede ser utilizada por los historiadores para el estudio de las
mentalidades.

Esta disciplina pretende estudiar la subjetividad humana, conocer la historia desde el


punto de vista del protagonista, desde su interior. Además, no solo pretende descubrir
nuevos enfoques, métodos o fuentes, sino que también se plantea la revisión de los
temas históricos ya estudiados o de las fuentes y los métodos ya utilizados desde una
perspectiva diferente.

Los historiadores de las mentalidades están haciendo un uso desigual de las fuentes
más tradicionales:

35
 Prácticamente no están utilizando las fuentes narrativas tradicionales de la
historia política, quizá porque el acontecimiento propio de la “corta duración” no
suscita un gran interés para el estudio de las mentalidades.
 En cambio, las fuentes notariales y judiciales (especialmente los testamentos y
los procesos), explotadas principalmente por la historia demográfica, económica
y social, sí empiezan a ser más empleadas por los historiadores de las
mentalidades.

 También están utilizando las fuentes propias de la historia cultural: la literatura,


el arte, la filosofía, la religión, la educación o la ciencia. Junto a estas fuentes
tradicionales, se han revalorizado otras que anteriormente eran consideradas
menores para el estudio de la cultura (como la prensa, la fotografía, o la
literatura y el arte populares) o que ni siquiera eran admitidas como tales (la
cultura oral o los documentos personales).

La amplitud de las fuentes y la dificultad que conlleva el análisis de las mentalidades (lo
subjetivo hasta lo inconsciente) han requerido el desarrollo de una metodología
específica para esta tendencia historiográfica. Para definir un método que permita
extraer información de las fuentes, verificar dichos datos y sacar conclusiones ha sido
necesario buscar el apoyo de las ciencias sociales que más han trabajado temas
relacionados con la mente, esto es, la psicología y la antropología. Ello ha resaltado el
carácter interdisciplinar de la historia de las mentalidades.

Tipos de estudios sobre historia de las mentalidades

Pese a que el objeto de estudio de la historia de las mentalidades es ambiguo y no está


bien delimitado, los miembros de la tercera generación de los Annales no han tipificado
los modelos historiográficos de esta tendencia.

Aguirre Rojas comenta la existencia de varios modelos:

 Modelo de historia autónoma, autosuficiente y casi idealista de las mentalidades.


Ejemplificado por la obra de Philippe Ariès, este modelo basa sus explicaciones
en factores exclusivamente psicológicos, dejando al margen del estudio otros
aspectos como el contexto socioeconómico de la sociedad.
 Modelo de arqueología y genealogía de las mentalidades, asociado a ciertos
trabajos de Michel Foucault, que se apoya en la filosofía, la lingüística y la
ciencia para conocer el origen de las mentalidades.
 Modelo de historia neopositivista o puramente descriptivo de las mentalidades,
apartado de la voluntad de escribir una historia global propia de los
representantes de las dos primeras generaciones de Annales, que se centra en la
narración y no en la explicación o interpretación de los temas analizados.
 Modelo de historia sociológica o socioeconómica, ejemplificada en los trabajos
de George Duby o Jacques Le Goff. Pretende relacionar el estudio de las
mentalidades con los contextos socioeconómicos. Ha sido influida por la
historiografía marxista y las perspectivas de historia global de Bloch, Febvre y
Braudel.
 Modelo de historia serial y crítica de las mentalidades. Su principal
representante es Michel Vovelle. Busca el apoyo de las herramientas de la
historia cuantitativa y del aparato crítico marxista para la explicación.

36
Evolución de la historia de las mentalidades

La constante preocupación de Marc Bloch y Lucien Febvre por construir una historia
sintética y total les llevó a estudiar tanto las bases económicas como las psicológicas y
culturales de los hechos históricos. De estas líneas de trabajo surgió la historia
económica y social, que tuvo un papel preponderante durante las dos primeras
generaciones de la corriente de los Annales y, posteriormente, la historia de las
mentalidades, la llamada Nouvelle Histoire, que fue desarrollada por la tercera
generación entre 1968 y 1989.

Anteriormente, algunos historiadores de Annales (como Norbert Elias y Erwin


Panofsky), o cercanos a la corriente, realizaron estudios desde la perspectiva de la
psicología histórica. No obstante, ninguno logró resultados llamativos ni en la
investigación científica ni en la divulgación histórica. Tampoco alcanzaron
reconocimiento profesional los trabajos de la corriente de la psicohistoria
norteamericana.

Veamos a continuación las tres fases de la evolución de la historia de las mentalidades


en la corriente de los Annales:

 El relanzamiento de la idea en los años 60.


 El impulso decisivo de los años 70.

 El apogeo crítico de los años 80.

El relanzamiento de la idea en los años 60

Esta etapa está relacionada con la propuesta original de Bloch y Febvre. Presenta las
siguientes características:

 Vinculación a la historia social. George Duby anunciaba que el objetivo era


construir una historia social de las lógicas mentales y las categorías ideológicas,
sin concederle a la mentalidad una autonomía excesiva.
 Relación con la psicología colectiva. Duby propone la realización de la historia
de las mentalidades como un plan de investigación de una historia psicológica,
animando a los historiadores a conceder una particular atención a la psicología
social. En la misma línea, Alphonse Dupront planteó la necesidad de comenzar a
elaborar trabajos científicos sobre la historia de la psicología colectiva.

El impulso decisivo de los años 70

Este impulso tiene su origen en un artículo de Jacques Le Goff, titulado “Las


mentalidades: una historia ambigua”, en el que muestra ciertas reservas sobre la historia
psicológica y social que se había estado haciendo en la década anterior. Y pese a la
relación existente entre las mentalidades y las estructuras y la dinámica social, Le Goff
planteó el distanciamiento entre las dos historias (la de las mentalidades y la social).

En esta época, la imprecisión del concepto de mentalidad hizo posible la elaboración de


un gran número de estudios caracterizados por la variedad temática, la heterogeneidad

37
metodológica y la relación con diversas disciplinas históricas, que tuvieron, en general,
una buena difusión pública.

A finales de la década de los 70, la historia de las mentalidades se había convertido en


Francia en la principal tendencia historiográfica, destronando a la historia social y
económica, de la que se había desvinculado totalmente.

El apogeo crítico de los años 80

El triunfo de la historia de las mentalidades supuso una ruptura radical con los
planteamientos originales de la corriente de los Annales (que proponía el desarrollo de
una historia sintética, total, con una fuerte base en los aspectos sociales y económicos).
La nueva tendencia se acercó progresivamente a la antropología histórica. De hecho, los
temas más tratados en los trabajos de la Nouvelle Histoire fueron materias
antropológicas: la familia, la alimentación, el cuerpo, la sexualidad, la enfermedad, las
fiestas, la brujería, etc.

El desarrollo de la historia de las mentalidades tuvo algunos efectos positivos:

 La realización de estudios sobre temas prácticamente abandonados.


 El fomento del trabajo conjunto con los antropólogos.

 La renovación de algunas historias, como las de la religión, las ideas o la cultura,


cuyos estudios no habían tenido en consideración hasta entonces la psicología
social colectiva. De esta forma, fueron redefiniéndose como historia social de las
ideas o historia social de las prácticas y modelos culturales.

No obstante, la corriente fracasó en su objetivo original: no consiguió que la historia


social y la económica integrasen los aspectos mentales en sus estudios.

En esta época ganaron protagonismo los trabajos de la nueva historia social de la


cultura, realizados por historiadores de las mentalidades y basados fundamentalmente
en el estudio del imaginario colectivo (las representaciones imaginarias -imágenes,
símbolos y realidades inventadas-), a través de las obras artísticas y literarias. Ello
contribuyó a la ampliación del objeto de estudio de las mentalidad a la “superestructura”
de la sociedad.

Paralelamente a este segundo esplendor, relacionado con el estudio del imaginario


colectivo, comenzaron a aparecer distintas críticas a la corriente.

En 1981, François Furet publicó en la revista Le Débat un artículo titulado “Al margen
de los Annales. Historia y ciencias sociales” en el que criticaba la vaguedad de la
definición de la historia de las mentalidades y el distanciamiento de los planteamientos
originales de la corriente, y afirmaba que el éxito de la tendencia se debía a que
constituía un sustituto a la francesa del marxismo y el psicoanálisis.

En 1983, el propio Furet publicaba en la misma revista Le Débat una editorial titulada
“¿Dónde va la historia?, en la que criticaba la multiplicidad temática de la historia de las
mentalidades y sus escasos resultados desde el punto de vista de la investigación y la
interpretación histórica, y anunciaba el agotamiento de la Nouvelle Histoire.

38
También la historiografía anglosajona criticó a los historiadores de mentalidades por su
minusvaloración de los cambios históricos, su sofisticación metodológica inútil y su
potenciación de la historia inmóvil.

La evolución a la historia social de las mentalidades

Pese a las críticas, la historia de las mentalidades sigue conservando un gran atractivo
para el investigador, ya que le plantea el reto de estudiar los modos de pensar, sentir,
imaginar y actuar de los hombres, realizando un considerable esfuerzo interdisciplinar.

No obstante, muchos historiadores han preferido mantenerse al margen de esta línea de


investigación historiográfica por las características que presenta: la ambigüedad del
concepto y su consecuente multiplicidad de objetos de estudio, las dificultades
metodológicas, el distanciamiento de la historia social y su preferencia por la historia de
larga duración o la historia inmóvil.

La solución a la crisis vino con la reorientación de la corriente hacia la historia social de


las mentalidades, de acuerdo con los principios generales de Annales. En este sentido,
Georges Duby escribía a comienzos de los 90 que el progreso de la historia social
dependía de la convergencia entre la historia de la civilización material y la del
pensamiento colectivo.

Hoy parece claro que el futuro de la historia de las mentalidades como disciplina
depende de la reanudación de sus relaciones con la historia social, ya que solo así la
historia de las mentalidades puede contribuir a la explicación de la actividad humana en
la historia. Este giro hacia el estudio concreto de la subjetividad humana para la
comprensión de la sociedad se puede ver beneficiado por los éxitos alcanzados
previamente por la historia de las mentalidades:

 El reconocimiento generalizado de la necesidad de investigar los modos de


pensar, sentir, imaginar y actuar de la gente.
 La experiencia interdisciplinar con la antropología y el psicoanálisis.

El retraso español

La dictadura franquista, con sus implicaciones ideológicas y académicas, y su oposición


general a la movilidad del profesorado, retrasó la entrada de las tendencias
historiográficas innovadoras en España al menos una década. La historia social y
económica llegó y se impuso en los años 70, bajo la influencia directa de la corriente de
los Annales, en un momento en que en Francia la línea de trabajo dominante entre los
historiadores era una historia de las mentalidades, cada vez más alejada de la historia
social.

Algunos historiadores, como Reyna Pastor de Togneri, Manuel Tuñón de Lara o


Antonio Elorza, intentaron desarrollar una historia mixta, entre lo social y las
mentalidades, pero apenas tuvieron aceptación.

La edición en 1985 del conjunto de ensayos Idéologies et mentalités de Michel Vovelle


preparó la irrupción de la historia de las mentalidades en España, cuya presencia en

39
conferencias, seminarios, tesinas, tesis y publicaciones comenzó a generalizarse a partir
de 1988.

Este apogeo tardío tuvo ventajas e inconvenientes. Entre estos últimos, destaca la falta
de conexión y la deficiente asimilación de la historiografía extranjera. Entre las
ventajas, cabe reseñar la apertura de un amplio abanico de posibilidades al historiador
español, que empezó a trabajar no solo la historia de las mentalidades, sino también la
antropología histórica, la nueva historia cultural o la psicología social histórica.

Los historiadores españoles de las mentalidades comenzaron escribiendo sobre temas


socio-psicológicos: los modelos de comportamiento, las representaciones sociales, las
prácticas, las actitudes, los valores y las creencias colectivas. No obstante, el tema más
estudiado en España fue la actitud ante la muerte, una cuestión que ya había sido objeto
de gran atención en Francia en los inicios de la corriente de la historia “subjetiva” o de
las mentalidades. De hecho, algunos de las principales historiadores de la tercera
generación de Annales, como Philippe Ariès, Michel Vovelle o Pierre Chaunu,
escribieron libros sobre esta temática en los 70. El balance historiográfico español de la
historia de la muerte fue muy positivo ya que, además de popularizar la historia de las
mentalidades y generar un buen número de publicaciones, promovió la colaboración
interdisciplinar con historiadores del arte, la literatura y la religión. Pese a ello, la
historia de la muerte es una tema secundario en el conjunto de la historiografía española
reciente.

El auge de la historia de las mentalidades en España, desde finales de los 80, conllevó
una benéfica multiplicación temática. Muchos otros temas, objetos de investigación
mental y psicológica, fueron estudiados por los historiadores: la imagen del rey; la
justicia, la criminalidad y la violencia; los conflictos y las revueltas; los caballeros y los
clérigos; etc. A ellos habría que sumar los propios de la antropología histórica: la
familia, la cultura popular, la tradición oral, la enfermedad, la fiesta, la alimentación, la
sexualidad, la infancia, la vida cotidiana y la religiosidad popular. Y también los
relacionados con la nueva historia cultural.

El crecimiento de las historia de las mentalidades en España se generalizó y consolidó


en la década de los 90.

Cuarta generación (1989-)


Origen.

La cuarta generación de la Escuela de los Annales nació movida por causas internas y
externas:

 Por una parte, la caída del Muro de Berlín (1989) y la disolución del “Telón de
Acero” promovieron la aparición de importantes movimientos sociales, que
generaron entre los historiadores la necesidad de revisar los paradigmas
historiográficos vigentes en busca de explicaciones.
 Y por otra, las críticas que cuestionaban la utilidad del análisis de las
mentalidades para explicar los problemas históricos también llevaron a los
representantes de los Annales a buscar nuevas vías historiográficas.

40
Características historiográficas.

Pese a que la falta de referentes metodológicos comunes y la variedad de objetos de


estudio llevaron a algunos críticos a dudar de la conciencia de grupo de la última
hornada de historiadores de los Annales, el elemento aglutinador de la cuarta generación
fue la voluntad de revisar y buscar nuevas soluciones historiográficas. Entre los rasgos
más destacados de esta última generación, podemos destacar los siguientes:

 Abandono de la historia de las mentalidades.


 Revisión de los planteamientos de las dos primeras generaciones:
o Recuperación y renovación de la historia social y económica, marginada
por la tercera generación.
o Recuperación y actualización crítica de las perspectivas de la historia
global y de la larga duración.
o Búsqueda de apoyos en los aportes de otras disciplinas científicas.
 Propuesta de una historia social de las prácticas culturales o de una nueva
historia cultural de lo social.
 Interconexión de la cultura con su entorno socio-económico.
 Atención por la metodología historiográfica, buscando el debate sobre temas
como la síntesis histórica, la historia problema, el método comparativo o la
historia interpretativa.

El principal representante de la cuarta generación de los Annales es Roger Chartier.

Críticas a la Escuela de los Annales


Los balances críticos sobre la Escuela de los Annales son muy numerosos. Las críticas
más fuertes proceden de historiadores relacionados con la historiografía marxista.

Josep Fontana

Especialmente duras resultan las críticas de Josep Fontana (realizadas en 1974), para
quien la Escuela es reaccionaria e involucionista por distintos motivos:

 La carencia de una teoría social globalizadora, que sirva para explicar los
cambios sociales.
 La obsesión por el desarrollo de instrumentos cuantitativos de análisis (una línea
de trabajo que se convirtió en un fin en sí misma).
 El desinterés por la historia política.
 La falta de análisis de los grandes problemas históricos por el exceso de atención
por la evolución de las sociedades.

George G. Iggers

George G. Iggers también ha criticado negativamente diversos aspectos de la Escuela de


los Annales:

 El descuido de la Historia posterior a 1789.

41
 El hecho de que sea un fenómeno específicamente francés, sin seguidores
destacados fuera de Francia.
 La obsesión por encontrar nuevos campos sobre los que historizar (que
habitualmente son objeto de estudio de otras disciplinas, como la psicología, la
etnografía o la antropología), por hallar nuevos problemas que resolver y por
inventar nuevos métodos historiográficos.

Juan Manuel Pérez García

Juan Manuel Pérez García ha realizado una crítica favorable de Annales, señalando
como sus principales virtudes:

 La revisión de los conceptos básicos de la historiografía positivista (hecho y


documento).
 La sustitución de la historiografía descriptiva por una “reconstructiva”, basada
en la búsqueda de soluciones a hipótesis previamente planteadas.
 La búsqueda de las aportaciones de otras disciplinas.

Hervé Coutau-Begarie

Hervé Coutau-Begarie, en su obra Le phénomene “nouvelle histoire”. Stratégie et


ideologie des nouveaux historiens, publicada en París, en 1983, realiza una crítica
demoledora de la Escuela de los Annales. Veamos los aspectos fundamentales de dicha
crítica:

 No realiza una crítica historiográfica de la Escuela; se limita a criticar los


excesos cuantitativistas.
 Duda de la calidad intelectual de los historiadores de la Escuela.
 Asocia su éxito a tres factores:
o La conquista del poder institucional (fundamentalmente en las
universidades). De hecho, presenta a los historiadores de Annales como
profesionales más preocupados por mantenerse en el poder que por la
calidad de su trabajo científico.
o La acomodación o adaptación de los historiadores a las ideologías
dominantes en cada momento.
o La capacidad de difusión de sus trabajos (gracias a la revista y a otras
editoriales).
 Critica la consideración de la historia por Annales como ciencia social.
 Critica la renuncia de Annales al relato y la minusvaloración del acontecimiento
y la política.
 Critica la concepción de la historia total, argumentando que fue ideada para
combatir contra la historia política e institucional de la corriente historiográfica
anterior y que es imposible llevarla a cabo.
 Como teórico anti-marxista, critica las líneas de investigación de Annales
dependientes del materialismo histórico (especialmente, la historia económica y
la historia de masas; aunque no, la historia social).

François Dosse

42
Por último, hemos de destacar la feroz crítica que realiza otro historiador francés,
François Dosse, quien publicó en 1987 el ensayo L’histoire en miettes. Des «Annales» à
la «nouvelle histoire», traducido en 1989 al castellano con el título La historia en
migajas.

Dosse centra sus críticas en los historiadores de la generación de la Nouvelle Histoire.


Intenta demostrar que han traicionado el espíritu de la Escuela de los Annales hasta tal
punto que la historia corre el riesgo de perder su identidad. En cambio, valora
positivamente a los autores de las dos primeras generaciones. Resumimos a
continuación sus planteamientos:

 Critica el abandono de la historia geográfica, social y económica por el estudio


de la historia de las mentalidades, la cultura y la antropología histórica. Cree que
los historiadores de la Nouvelle Histoire no consiguen explicar la realidad
histórica en conjunto y que centran el origen de los cambios en las elites
culturales.
 Critica el inmovilismo de la historiografía de la Nouvelle Histoire tras analizar la
evolución del tiempo histórico en los Annales:
o En los inicios de la Escuela, Bloch y Febvre consideraban que la historia
era “la ciencia del cambio”.
o Braudel presentó a la segunda generación el concepto de larga duración
como una nueva dimensión temporal de los estudios históricos.
o Emmanuel Le Roy Ladurie llegó a la historia inmóvil, en la que el
cambio ya no es históricamente significativo y no requiere, por tanto, la
atención del historiador.
 Critica el desinterés progresivo de Annales por la intervención humana en la
historia. Dosse afirma que la cuantificación pura, el tiempo inmóvil y lo mental
inmutable reducen al hombre a un objeto pasivo de la historia.
 Critica también lo que denomina un “renacimiento del neopositivismo” en la
Nouvelle Histoire, por el culto al hecho como punto de partida de la
construcción histórica y porque el enfoque antropológico de la historia de la vida
cotidiana o privada se parece al de la historia positiva, factual, pero fuera del
ámbito político.
 Critica la dispersión, fragmentación y multiplicación de los objetos de estudio,
de los métodos, los enfoques y las concepciones historiográficas de la Nouvelle
Histoire.
 Critica la renuncia a la búsqueda de la síntesis histórica y el abandono de
modelos teóricos en beneficio del empirismo y el eclecticismo.
 Por último, critica la pérdida del enfoque pedagógico de la historiografía de la
Nouvelle Histoire. Uno de los objetivos originales de Annales era conocer el
pasado desde el presente, para comprender científicamente tanto el ayer como el
hoy, y crear una conciencia histórica con el fin de contribuir a prever y construir
un futuro mejor para los hombres. Dosse cree que la Nouvelle Histoire está al
margen de las preocupaciones del presente y de espaldas a cualquier proyecto de
futuro.

4) Historia social e historia económica


Orígenes de la historiografía social y económica

43
Debates sobre el historicismo en Alemania

El siglo XIX fue “el siglo de la historia” si tenemos en cuenta el prestigio social que
alcanzaron los principales historiadores, el peso que adquirió la enseñanza de la Historia
en el sistema educativo o la influencia política que adquirió la disciplina.

El historicismo alemán se convirtió en el modelo historiográfico de la historia


académica en el resto de los países occidentales. Esta tendencia presentaba las
siguientes características principales:

 Profesionalización de la historia.
 Conversión en una disciplina académica.
 Defensa del carácter científico de la Historia.
 Reducción del objeto de estudio a la historia política, diplomática y militar.
 Método de análisis basado en la crítica y la utilización de fuentes documentales.
 Estilo narrativo de descripción cronológica de hechos, con notas sobre las
fuentes.
 Utilización política y pedagógica.
 Pretensión de objetividad.

Podemos utilizar diversos testimonios de historiadores para ilustrar la esencia de esta


corriente historiográfica:

 Numa-Denis Fustel de Coulanges afirmaba: “No soy yo el que hablo, es la


Historia la que habla a través de mí”. O también: “La Historia es pura ciencia,
una ciencia como la física o la geología”.
 Lord Acton impulsó la creación de una obra colectiva de gran alcance, The
Cambridge Modern History, partiendo de la premisa de la objetividad y del
valor universal de su reconstrucción del pasado. En este sentido, escribía:
“nuestro Waterloo deberá satisfacer por igual a los franceses y a los ingleses, a
los alemanes y a los holandeses; que nadie pueda decir, sin examinar la lista de
autores dónde dejó de escribir el obispo de Oxford y si le sustituyó Fairbairn o
Gasquet, Liebermann o Harrison”.

No obstante, pese al éxito historiográfico del historicismo, no todos los historiadores


estaban de acuerdo con sus presupuestos. Por ejemplo, el hecho de que el objeto de
estudio fuesen los acontecimientos políticos de los distintos estados propició la
marginación del análisis de aspectos de carácter económico y social, que tuvieron una
gran importancia en la Historia europea del XIX, como las consecuencias de la
implantación y el desarrollo del sistema capitalista. Y ello empezó a generar cierta
insatisfacción entre algunos historiadores, especialmente interesados por cuestiones
sociales.

Las diferentes perspectivas existentes entre los profesionales del gremio en Alemania
dieron origen durante la segunda mitad de la centuria a un buen número de largas e
intensas disputas que se centraron no solo en el objeto de estudio, sino también en el
método, las fuentes, la utilidad o, incluso, el carácter científico de la historia. Pese a la
variedad de las líneas críticas, todas aspiraban a un mismo objetivo: la adaptación de la
historia a las nuevas demandas sociales con el apoyo en las ciencias sociales. Los

44
defensores del historicismo utilizaron su poder institucional académico para aislar,
marginar y desprestigiar a la mayoría de los críticos.

Entre los debates críticos de la historiografía historicista, podemos señalar los


siguientes:

 Robert von Mohl, en su polémica con el historicista Heinrich von Treitschke,


planteó la constitución de una sociología (más que una historia social) que
tuviese en cuenta las aportaciones de disciplinas como el arte, el derecho, la
economía o la religión.

 Polémica entre Eberhard Gothein y Dietrich Schäfer. Influido por Jacob


Burckhardt y Wilheim Dilthey, Gothein consideraba que la historia, como
principal ciencia del espíritu, había de asumir como objeto de estudio la cultura,
que integraba, además de la política, el arte, el derecho, la economía o la
religión. La política solo era, para Gothein, una parte de la cultura y, por tanto,
de la historia.
 El debate Lamprecht. Karl Lamprecht escribió una historia nueva, de pretensión
científica, carácter populista (señalaba la fuerza del pueblo alemán y aseguraba
su éxito político y económico, lo que le dio un gran éxito editorial), herencia
positivista (defendía la acumulación de pruebas documentales para el análisis),
estilo explicativo (alejado de la mera descripción factual), y que trataba de
comprender la evolución histórica por medio del análisis de las condiciones
generales de la sociedad como colectivo humano (y no de las acciones de los
dirigentes políticos en el ámbito del Estado). Los planteamientos de Lamprecht
fueron criticados por los historiadores historicistas alemanes e, incluso, por los
defensores de la “historia de la cultura” (como Gothein). Con la derrota de
Lamprecht, el debate sobre la historia cesó en Alemania y la historiografía
historicista “rankeana” permaneció vigente durante décadas.

Otros países, como Francia o los Estados Unidos, se mostraron más receptivos hacia los
esfuerzos por establecer una relación más estrecha entre la historiografía y las ciencias
sociales.

La Tesis de la Frontera de Turner en los Estados Unidos

En los Estados Unidos, la historiografía de la segunda mitad del siglo XIX presentaba
características típicas del historicismo europeo: orientación narrativa descriptiva,
búsqueda de valor literario, temática política ajena al análisis de aspectos sociales y
económicos, uso pedagógico, y estudio de élites y grandes hombres.

No obstante, el interés por explorar nuevas vías historiográficas se tradujo entre 1886 y
1890 en la aparición de cinco publicaciones académicas que acercaban la historia a otras
disciplinas, trataban de reforzar su carácter científico e introducían perspectivas sociales
y económicas en la construcción histórica: Political Science Quarterly, Quarterly
Journal of Economics, Annals of the American Academy of Political and Social
Sciences, Journal of Political Economy y American Historical Review.

En este contexto y con motivo de la reunión conmemorativa del cuarto centenario del
descubrimiento de América, organizada por la American Historical Association, en

45
Chicago, en 1893, un historiador apenas conocido, llamado Frederick Jackson Turner
(1861-1932), pronunció una conferencia titulada The Significance of the Frontier in
American History, que tuvo una enorme repercusión, tanto socio-histórica como
historiográfica.

 En el plano socio-histórico, la Tesis de la Frontera de Turner obtuvo un gran


éxito porque ensalzó los ideales patrióticos de la sociedad estadounidense.
Relacionaba el concepto de frontera con la conquista del Oeste, y esta con el
nacimiento de una nueva nación, de una nueva sociedad, más abierta,
demográficamente joven, integradora de aportes migratorios extranjeros,
emprendedora, gobernada por instituciones nuevas y democrática.
 Así mismo, la tesis de Turner también tuvo una gran repercusión historiográfica
por varios motivos:
 Introdujo el estudio de colectivos sociales, alejándose de la tendencia anterior al
análisis de élites políticas y grandes personajes.
 Amplió el objeto del análisis histórico a los aspectos sociales y económicos.
Entre ellos, Turner propuso el análisis de los problemas laborales, las oleadas
migratorias, las revueltas de campesinos, la inestabilidad urbana, la depresión
económica, el transporte y la revolución en las comunicaciones, el final de la
expansión continental y el comienzo del imperialismo ultramarino.
 Enfatizó la explicación de los procesos históricos (el avance hacia el Oeste),
abandonando la tendencia descriptiva factual anterior.
 Amplió la perspectiva geográfica humana del estudio histórico (antes centrada
en un único Estado), proponiendo una historia multi-regional, apoyada en el
método historiográfico comparativo. Turner estudió varias regiones, distintos
“Oestes” y diferentes líneas de frontera. No obstante, no solo distinguió las
regiones y situó las fronteras atendiendo a criterios de la geografía física; al
considerar la región como un espacio articulado económica y socialmente,
estableció regiones y fronteras en función de sus actividades productivas
principales (agrícolas, ganaderas, mineras, comerciales, industriales o urbanas).

Las tesis de Turner promovieron la realización de estudios históricos de carácter social y


económico en los Estados Unidos, una moda que llevaría a principios del siglo XX a la
aparición de una nueva tendencia historiográfica: la New History.

Enfrentamientos contra la Escuela Metódica en Francia

Tras la derrota en Alemania, a principios del siglo XX los debates sobre la reforma de la
historia se trasladaron a Francia, donde diversos intelectuales (no solo historiadores,
sino también filósofos o sociólogos) impulsaron una nueva concepción historiográfica,
más relacionada con las ciencias sociales.

No obstante, al contrario que en Alemania, las nuevas ideas historiográficas, que


pretendían principalmente la ampliación del objeto de la historia a la sociedad, la
economía y la cultura, y el acercamiento de la historia a las ciencias sociales empíricas,
sí fueron tomadas más en serio. Autores como Henri Berr o el belga Henri Pirenne
comenzaron a enfrentarse a la escuela “metódica”, remarcando la importancia de los
factores socio-económicos en la construcción histórica. Sus planteamientos tuvieron una
influencia decisiva en la creación de la Escuela de los Annales, que acabó rompiendo el
monopolio académico historicista.

46
El darwinismo social y las teorías racistas

La crisis del paradigma histórico rankeano, producida a finales del siglo XIX, fue
coetánea a la extensión de otras corrientes historiográficas menores, a la aparición de
nuevas perspectivas criticas, y al desarrollo de las restantes ciencias sociales.

Entre las corrientes historiográficas menores destacó por sus nefastas consecuencias el
darwinismo social. Las tesis evolucionistas expuestas por Charles Darwin en El origen
de las especies por medio de la selección natural dieron origen al “darwinismo social”,
una tendencia que pretendía hallar leyes de evolución social similares a los principios
biológicos de la selección natural. Su máximo representante fue el británico Herbert
Spencer, quien en su Sistema de filosofía sintética trasladó la selección natural al ámbito
de la sociología, proponiendo la teoría de la “supervivencia del más apto”. Esta
tendencia tenía una perspectiva muy individualista, por lo que no pudo explicar la
evolución de colectivos sociales. Además, dio origen a posturas sexistas, racistas y
etnocéntricas, y fue utilizada para justificar situaciones de injusticia social.

De hecho, el darwinismo social ofreció un fundamento pseudo-científico a las nuevas


teorías racistas que se extendieron por Europa durante la expansión imperialista de la
segunda mitad del siglo XIX y que alcanzaron su máximo apogeo en el XX. Estas
consideraban que la clave de la evolución histórica se hallaba en la existencia de
diversas razas, que conformaban grupos humanos más o menos preparados
genéticamente para la lucha por la supervivencia. Diversos teóricos decimonónicos (que
no merecen ser nombrados) se esforzaron por demostrar la superioridad de la raza
blanca sobre otras que consideraban inferiores (como la “negra” o la “amarilla”) en el
transcurso de la evolución de la humanidad. En el siglo XX, estos planteamientos
llevaron a la justificación de desastres históricos como la superioridad de la raza aria y
el holocausto judío.

Las críticas de los filósofos

Por otra parte, a finales del siglo XIX los filósofos, encabezados por Wilheim Dilthey,
comenzaron también a criticar la concepción historicista vigente, negando el carácter
científico de la historia, las aspiraciones de objetividad y la capacidad de los
historiadores para interpretar y explicar los procesos históricos.

Reacciones contra la especialización aislacionista del historicismo

Paralelamente, aparecieron diversas críticas contra la excesiva especialización


“minifundista” de los estudios históricos, manifiesta en la moda historicista de realizar
monografías sobre hechos muy concretos del pasado, tratados de forma
descontextualizada e independientemente de los procesos históricos. Las fundaciones de
la Cambridge Modern History o de la Revue de synthése historique de Henri Berr
fueron exponentes de la insatisfacción que generaba la tendencia a la especialización
aislacionista y de la reacción de ciertos grupos, en busca de una síntesis histórica que se
caracterizaba tanto por su rigor como por su orientación divulgativa.

Los progresos de las ciencias sociales. La sociología, Durkheim y Weber

47
De forma inversa a la estancada historiografía académica, las ciencias sociales
experimentaron un gran crecimiento en el tránsito del siglo XIX al XX. Disciplinas
como la lingüística, la psicología o la antropología experimentaron sorprendentes
avances. No obstante, de todas ellas, la ciencia humana que más progresó fue la
sociología, de la mano de teóricos como el francés Émile Durkheim o el alemán Max
Weber.

Émile Durkheim

Émile Durkheim (1858-1917) fue uno de los creadores de la sociología moderna. Fundó
la primera revista dedicada a la sociología, L’Année Sociologique, en torno a la que se
concentró un grupo de estudiosos dedicados a la investigación sociológica. Entre sus
obras, destacan Las reglas del método sociológico y La división del trabajo social.

Durkheim fue uno de los principales críticos de la escuela historiográfica metódica,


asentada en las universidades francesas. Pensaba que la historia dependía de fenómenos
específicamente sociales (“hechos sociales”), de cuyo estudio había de ocuparse
exclusivamente la sociología. Concebía los hechos sociales como modos de actuar,
pensar y sentir colectivos, como normas y reglas culturales (como, por ejemplo, la
lengua, la escritura o la moneda), con poder para influir sobre los comportamientos,
ideas y sentimientos de los individuos. Le negó a la historia el rango de ciencia, porque
se ocupaba de la narración de hechos concretos y no podía, por ello, llegar a producir
afirmaciones generales empíricamente comprobables.

Pocos historiadores aceptaron la subordinación de la historia a la sociología. No


obstante, su perspectiva sociológica de la historia reforzó entre los historiadores críticos
la conciencia de la importancia de los aspectos sociales en la construcción histórica.

Max Weber

Max Weber (1864-1920) fue una de las principales referencias intelectuales del tránsito
del siglo XIX al XX. Destacó como filósofo, economista, jurista, historiador, politólogo
y, sobre todo, como sociólogo. De hecho, junto a Durkheim, es considerado uno de los
padres de la sociología moderna.

Weber nació en Erfurt, en el seno de una familia protestante, bien relacionada con los
políticos y académicos locales. Fue intelectualmente precoz y entró en la Universidad
de Heidelberg (1882), habiendo escrito ya varios ensayos históricos. Estudió Derecho,
Economía e Historia. Completó su formación en las universidades de Berlín y
Goettingen. A finales de los 80 entró en política y se doctoró en leyes. En los 90 se casó,
se dedicó a escribir y empezó a ejercer como profesor en las universidades de Freiburg
y Heidelberg. Tras la muerte de su padre, en 1897, Weber tuvo algunos problemas de
salud, que le hicieron abandonar temporalmente la docencia universitaria en 1899. En
1903 renunció a su cargo de profesor universitario, para trabajar como profesor privado.
En 1905 publicó La ética protestante y el espíritu del capitalismo. En 1907 recibió una
herencia, que le facilitó el mantenimiento. En 1912 trató sin éxito de organizar un
partido político de izquierdas (liberal, social-demócrata). Durante la guerra dirigió los
hospitales militares de Heidelberg. Tras actuar como consultor en el Tratado de
Versalles, elaboró un borrador de la Constitución de Weimar. En 1918, retomó la

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docencia en la Universidad de Viena. En 1919, consiguió una plaza en la de Munich. Y
en 1920 murió de neumonía.

Las características principales de su pensamiento son las siguientes:

 Recibe influencias de Marx y Nietszche, aunque se separa de ambos.


 Objeto de estudio: las sociedades (conjunto de estructuras y prácticas
colectivas).
 Perspectiva neutra: ausencia de juicios o consideraciones morales en la
construcción sociológica.
 Renuncia a transformar la sociedad.
 Primacía de la ideología (ética, moral) sobre los factores económicos para
explicar la sociedad. Los valores forman estilos de vida sobre los hombres y
sobre las sociedades.
 Método de estudio:
 Necesidad de lucidez de análisis (erudición bibliográfica y uso de técnicas
estadísticas).
 Etapas del estudio sociológico: comprensión, interpretación (mediante creación
de tipos ideales, conceptos abstractos que ayudan a comprender y ordenar los
hechos históricos singulares) y explicación.
 Aplicación de la sociología a diversos campos: política, derecho, economía,
música y religión.

De la ingente producción intelectual de Weber podemos destacar los trabajos


relacionados con la sociología de la religión: La ética protestante y el espíritu del
capitalismo, La religión en China: confucianismo y taoísmo, La religión de India: la
sociología del hinduismo y del budismo y Judaísmo antiguo. De todos ellos, la obra más
importante es la que dedica al tipo ideal del espíritu del capitalismo.

En ella, Weber se interesó por el capitalismo por ser uno de los temas de estudio más
demandados en su época. En contra de la interpretación marxista, que defendía que los
aspectos económicos eran el motor de la sociedad capitalista, Weber afirmó que los
factores que ejercían una mayor influencia sobre ella eran los ideológicos, como los
elementos religiosos, éticos o morales.

Para llegar hasta esa conclusión, partió de un análisis estadístico de la concentración de


la riqueza económica según la confesión religiosa. Dicho estudio le permitió comprobar
que la mayor parte de las propiedades y las empresas pertenecían a protestantes. Buscó
las causas de tal acumulación y el determinismo geográfico (los protestantes ocupaban
territorios más favorecidos para la actividad económica) no le pareció suficiente para
justificarla. En cambio, sí consideró más interesante el hecho de que la riqueza generada
a lo largo del tiempo por las distintas familias se transmitiese por herencia. Por ello,
comenzó a analizar las ideologías de las dos confesiones (católica y protestante) para
comprobar si tenían una influencia tan decisiva sobre el espíritu del capitalismo, un tipo
ideal que definía como el conjunto de ideas y hábitos que favorecían la búsqueda
racional de ganancias económicas, y que iba a utilizar para lograr identificar una ley
general que justificase el desarrollo del capitalismo.

Weber analizó los perfiles generales de los católicos y los protestantes, y halló
diferencias considerables en sus concepciones vitales. Mientras los católicos preferían la

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estabilidad económica, aun sacrificando la posibilidad de mejorar su calidad de vida, los
protestantes se mostraban más emprendedores, más dispuestos a asumir riesgos
profesionales o empresariales, con el objeto de promocionarse o de incrementar sus
ingresos.

Y localizó las causas de dichos puntos de vista opuestos en la ideología de la Reforma


protestante y, especialmente, en la ética calvinista:

 Para los protestantes, la salvación eterna dependía de la doctrina de la


predestinación, es decir, solo se podían salvar aquellos a quienes Dios hubiese
concedido la gracia de la fe. El éxito social, cuya manifestación principal era la
prosperidad económica, era la señal más fidedigna de la predestinación.
 Para los católicos, la salvación dependía de la realización de buenas obras, lo
que en la mayoría de las ocasiones era contrario a la consecución de beneficios
económicos.

Definición y características generales de la historia


social y económica
Pese a que la tendencia historiográfica de la historia social ha tenido gran cantidad de
seguidores desde finales del siglo XIX, su definición ha sido objeto de debates y
controversias. Diversos historiadores han propuesto sus definiciones:

 Uno de los pioneros, Fustel de Coulanges, consideraba que la historia era “la
sociología misma”.
 Ya en el siglo XX, Lucien Febvre, cofundador de Annales, afirmaba que “la
historia es, por definición, absolutamente social”, en Combates por la Historia.
 Años más tarde, en 1944, George M. Trevelyan la definió en su obra English
Social History como “la historia sin política” (“’history with the politics left
out”).
 En 1980, Peter Burke la definió en Sociología e Historia; ofreció otras
definiciones que si bien mejoraban la de Trevelyan, valían para definir la historia
social desde enfoques distintos: “la historia de las relaciones sociales; la historia
de la estructura social; la historia de la vida diaria; la historia de la vida privada;
la historia de las solidaridades sociales y los conflictos sociales; la historia de las
clases sociales; la historia de los grupos sociales vistos como unidades distintas
y mutuamente dependientes”.
 En 1985, la revista History Today solicitó a siete destacados historiadores que
respondiesen a la pregunta “What is Social History?” Todos encontraron
dificultades para definirla por la complejidad de los fenómenos sociales, la
existencia de diversas corrientes y la influencia de distintas disciplinas (como la
psicología, la antropología o la sociología).
 Tras estos intentos, Harry Ritter definió en Dictionary of Concepts in History
(1986) la historia social como “el estudio de grupos sociales, sus interrelaciones
y sus funciones en las estructuras y procesos económicos y culturales”.

Pese a la dificultad de definir el alcance de esta corriente historiográfica, sí podemos


señalar algunas características comunes:

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 Influencia de las condiciones sociales, económicas y políticas: la difusión del
marxismo, la formación de la economía mundial, la expansión del capitalismo y
el surgimiento de sociedades de masas propias de las economías industriales
avanzadas.
 Ampliación del objeto de estudio de la historia: del hecho político, diplomático o
militar al análisis de aspectos sociales, económicos y culturales, como los
precios, las rentas, el endeudamiento, la producción, el consumo, la población,
los matrimonios, los nacimientos, las defunciones, etc.
 Ampliación de los tiempos históricos analizados.
 Cambio del sujeto histórico: de los grandes personajes o los Estados a las masas
sociales.
 Innovación metodológica: aplicación de métodos estadísticos de cuantificación
de datos para la observación y el análisis histórico.
 Utilización de métodos hipotético-deductivos para la explicación de los procesos
históricos.

La historia social y económica en los Estados Unidos


The New History

La presentación de la tesis de la frontera de Frederick Jackson Turner promovió en los


Estados Unidos, a principios del siglo XX, la realización de estudios históricos de
carácter social y económico.

Siguiendo la línea avanzada por Turner, James Harvey Robinson propuso en 1912 la
creación de una Nueva Historia cuyas bases rompían radicalmente con la “escuela
científica” historicista:

 Ampliación de la perspectiva del estudio de los hechos políticos, los grandes


personajes y el Estado al conjunto de la población.
 Ruptura con el objetivismo en beneficio de la interpretación hipotético-
deductiva.
 Consideración de los métodos y aportaciones de las ciencias sociales.
 Relación directa con la sociología y la economía.
 Intento de aprovechamiento del conocimiento del pasado en el presente.
 Utilización política por la sociedad democrática estadounidense y el
nacionalismo americano.
 Alejamiento de la ideología marxista y de la lucha de clases.

Esta propuesta innovadora propició el surgimiento de una corriente progresista cuyo


desarrollo tuvo como consecuencia la consolidación de la New History como la
tendencia historiográfica dominante en los Estados Unidos hasta los tiempos
inmediatamente posteriores a la Segunda Guerra Mundial.

Los seguidores de esta Nueva Historia fueron denominados “progressive historians”.


Entre ellos, los más destacados fueron Carl Becker, Vernon Parrington, Perry Miller y,
sobre todo, Charles Beard.

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Charles Beard fue el líder de los “progressive historians”. Sus obras reflejan claramente
posiciones historiográficas de la New History, como la búsqueda de razones socio-
económicas para la explicación de los acontecimientos y los procesos históricos o la
aproximación a las ciencias sociales.

Su aportación más célebre fue la interpretación economicista de la Constitución de los


Estados Unidos. Beard partió de las tesis de otro historiador progresista, Carl Becker,
quien en su obra History of Political Parties in the Province of New York, 1760-1776,
publicada en 1909, explicó que la revolución americana había sido doble: la lucha por la
independencia contra los británicos y la lucha de los distintos grupos sociales por el
dominio de la nueva nación. Beard desarrolló esta última idea sobre los conflictos entre
clases en su obra más popular, An Economic Interpretation of the Constitution of the
United States, publicada en 1913. Tras analizar los Federalist Papers de los padres
fundadores de la nación estadounidense (Alexander Hamilton, James Madison y John
Jay), Beard llegó a la conclusión de que la Constitución fue motivada por motivos
económicos, más que filosóficos. En su opinión, la Constitución fue una “contra-
revolución”, una respuesta de las clases altas contra los granjeros y plantadores, y fue
elaborada con la intención principal de proteger la propiedad privada o, de forma más
general, los intereses de la clase alta frente a las tendencias radicales democráticas
desencadenadas por la Revolución.

Las ideas de Beard sobre la Constitución estadounidense tuvieron una gran repercusión
y recibieron múltiples críticas, especialmente en los años 50 y 60 del siglo XX, en el
contexto histórico de la Guerra Fría:

 Algunos historiadores refutaron los planteamientos de Beard por simplistas,


argumentando que la Constitución no se vio influida únicamente por el conflicto
de intereses entre las clases altas y las masas populares, sino que hubo mucho
más factores que intervinieron en la elaboración de la carta magna.
 Otros, en cambio, criticaron a Beard afirmando que los padres de la nación no se
dejaron llevar por sus propios intereses y que actuaron en beneficio de la unidad
política, el desarrollo económico de la nación y la seguridad diplomática.

The New Economic History, la Cliometría o la Historia Cuantitativa

Tras la Segunda Guerra Mundial, la Nueva Historia de los historiadores progresistas


entró en crisis y fue sustituida como tendencia historiográfica dominante por la New
Economic History, también llamada Cliometría o Historia Cuantitativa. El cambio se
debió a diversas causas:

 La evolución histórica de los Estados Unidos, que aparecía tras el conflicto


bélico como una sociedad sin clases, libre, que no había sufrido grandes
conflictos políticos o sociales (tras la Guerra de Secesión) y que se hallaba en
pleno crecimiento económico al amparo de la expansiva economía de mercado
capitalista. Esta nueva imagen de los Estados Unidos requería una historiografía
modernizada y cientificista.
 La crítica generalizada a los planteamientos de los historiadores progresistas,
que basaban fundamentalmente sus explicaciones históricas en los conflictos
sociales.

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 Los avances en la teoría económica efectuados por John Maynard Keynes y sus
discípulos (especialmente en los conceptos de medición macroeconómicos,
como la contabilidad social o el cálculo de productividad).
 La importancia de los estudios económicos realizados por economistas, como
Simon Kuznets (que sería uno de los pioneros de la Cliometría) o Walter Rostow
(quien presentó en su obra Las etapas del crecimiento económico la teoría del
desarrollo).
 El avance de la tecnología informática, que permitió el tratamiento y la
explotación de ingentes cantidades de información estadística.
 El inicio de la utilización de métodos cuantitativos de análisis orientados a la
mejora del estudio histórico (análisis de los comportamientos electorales, de los
censos para estudiar la movilidad social, de aspectos propios de la demografía
histórica como la reconstrucción de familias, o de los procesos económicos).

La nueva corriente dominante presentaba las siguientes características historiográficas:

 Énfasis en el uso, el desarrollo y la mejora de métodos cliométricos


cuantitativos.
 Aplicación de modelos teóricos matemáticos al tratamiento de los datos
recogidos y elaborados.
 Aspiración al cientificismo (por la orientación matemática de los estudios).
 Uso de procedimientos hipotético-deductivos.
 Construcción de modelos matemáticos contrafactuales para el análisis histórico.
 Aplicación a diversos ámbitos de estudio (historia económica, social,
demográfica, política, etc.), siempre que existiesen fuentes estadísticas
susceptibles de tratamiento informático y análisis matemático.
 Elaboración de estudios históricos por economistas.
 Rechazo del estilo narrativo-descriptivo en la construcción histórica.

Así mismo, se basaba en cuatro premisas teóricas:

 La existencia de leyes determinantes del curso de la economía.


 La economía capitalista se caracteriza por el crecimiento, que adopta formas
similares en las sociedades modernas.
 El proceso de modernización económica conduce a la modernización política, el
mercado libre y la democracia liberal.
 El método cuantitativo se puede aplicar a los procesos económicos y también a
los sociales.

Los principales representantes de la Cliometría fueron norteamericanos:

 Simon Kuznets. Fue uno de los pioneros en la aplicación de métodos


cuantitativos a los estudios económicos. Desde finales de los años 30 del siglo
XX comenzó a realizar estudios económicos (sobre los ingresos de los EE. UU.)
a partir del tratamiento y análisis de datos estadísticos. Entre sus obras, podemos
destacar El crecimiento económico moderno (1966).
 Alfred Conrad y John Meyer. Estos dos autores firmaron en 1958 uno de los
primeros trabajos de cliometría, The economics of slavery in the Antebellum
South. Gracias a la aplicación de distintas técnicas de análisis matemático sobre
diversas fuentes estadísticas con la ayuda de ordenadores, Conrad y Meyer

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llegaron a la conclusión de que la afirmación de algunos historiadores sobre el
hecho de que el sistema esclavista habría desaparecido sin la Guerra de Secesión
era una hipótesis “romántica” contraria a la realidad. Y demostraron que el
esclavismo sureño era rentable económicamente, si bien necesitaba expandirse
hacia los territorios del sudoeste.
 Robert Fogel. Es el máximo representante de la tendencia cliométrica. Fue
Premio Nobel de Economía en 1993, precisamente por sus innovaciones en la
investigación de la historia económica a partir de la aplicación de técnicas
cuantitativas para la explicación de cambios económicos e institucionales. Su
obra más destacada es Railroads and American Economic Growth, publicada en
1964. En ella, consiguió refutar la creencia general (basada en los estudios de
Schumpeter y Rostow) de que el desarrollo capitalista estadounidense había sido
posible gracias a la red de ferrocarriles creada en el país. Para ello, construyó un
modelo contrafáctico, imaginario, sin ferrocarriles, pero con otros medios de
transporte alternativos, y aplicando técnicas de análisis cuantitativas, logró
demostrar que la red ferroviaria no había sido un factor decisivo para el
desarrollo económico de los Estados Unidos.

 Robert Fogel y Stanley Engerman. Junto a Engerman, Fogel publicó años más
tarde, en 1974, otro estudio cliométrico de gran trascendencia, Time on the
Cross: The Economics of American Negro Slavery. En ella, trataron de rebatir
algunas ideas generalizadas por la historiografía anterior sobre el sistema de
producción esclavista: su estado de decadencia en los momentos previos a la
Guerra de Secesión, su ineficiencia, el hecho de que hubiese sido la causa del
estancamiento del sur de los EE. UU., las extremadamente penosas condiciones
de vida de los esclavos o la creencia de que la Guerra Civil norteamericana solo
adelantó su final unos años. Gracias a la aplicación de técnicas cuantitativas y al
apoyo de la tecnología informática, Fogel y Engerman pudieron demostrar que
la esclavitud era una institución vigorosa y eficiente, que su eliminación se debió
a la voluntad política y que las condiciones de vida de los esclavos eran mejores
que las de los trabajadores libres de las fábricas. Las afirmaciones de los dos
cliometristas generaron una gran polémica.

No obstante, no solo fueron objeto de crítica los resultados de las investigaciones de los
historiadores de esta nueva tendencia cuantitativista. El debate sobre la cliometría
enfrentó a sus representantes con historiadores de otras corrientes:

 Lawrence Stone dirigió sus críticas contra la falta de fiabilidad y la disparidad de


las fuentes utilizadas para los estudios, los problemas de verificación de los
resultados de los análisis, y la dificultad para comprender las obras, en las que se
primaba el análisis matemático sobre la explicación de los resultados y su
interpretación histórica.
 David S. Landes polemizó sobre el fetichismo del número y de la cuantificación
en perjuicio de la interpretación histórica.
 Eric Hobsbawm criticó la aplicación de modelos contrafactuales y el
presentismo de los enfoques.
 Jon Elster atacó igualmente los modelos contrafácticos.
 Douglas North revisó la evolución de la cliometría y descubrió algunos
problemas: la elaboración de análisis superficiales de eventos y de problemas

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microeconómicos, sin realizar interpretaciones de procesos históricos, como la
transformación de los sistemas económicos o el crecimiento a largo plazo.

La historia social y económica en Europa


Gran Bretaña

Desde los años finales del siglo XIX, con el desarrollo del capitalismo y la difusión de
las tesis económicas marxistas, el estudio de la historia económica experimentó un
considerable auge en Gran Bretaña. Hitos claros de este período son los trabajos de los
siguientes historiadores:

 Las Lecciones sobre la Revolución Industrial de Arnold Toynbee (1884).


 El libro La organización industrial en los siglos XVI y XVII (1904) de George
Unwin.
 La clásica obra de John Clapham, El desarrollo económico de Francia y
Alemania (1921).

Paralelamente a la New History y la historia social marxista, en Gran Bretaña apareció


una corriente historiográfica del movimiento obrero no marxista, cuyos temas de estudio
principales tuvieron relación con la revolución industrial, el desarrollo del capitalismo y
las formas organizativas obreras. Entre los representantes de esta tendencia, podemos
destacar dos matrimonios:

 Beatrice y Sidney Webb. Iniciaron en 1894 el estudio de las organizaciones


sindicales con la publicación de la obra The History of Trade Unionism. El
ensayo relataba el origen y crecimiento de los sindicatos desde el siglo XVII.
Recuperaba abundante documentación sindical de enorme valor para la historia
industrial. En su contra, se puede señalar que se trataba de una simple
descripción, carente de análisis histórico, y que su enfoque era moralista, parcial,
idealizado y paternalista (retrataba al obrero bueno y sufridor frente al patrono
malo y explotador).
 Barbara y John Hammond. Escribieron una trilogía sobre los efectos de la
industrialización sobre las clases trabajadoras populares: The Village Labourer
(1911), The Town Labourer (1917) y The Skilled Labourer (1919). En ellos,
describen las condiciones de vida de los campesinos, los obreros y los mineros,
incidiendo en temas como los desequilibrios económicos y sociales, las
reacciones populares contra la opresión de los propietarios y el maniqueísmo
moralista entre buenos y malos. Los tratados cuentan con abundante bibliografía
y una mínima reflexión plasmada en sendos capítulos de conclusiones.

Tras la publicación de estos autores socialistas fabianos, la historia económica británica


cobró auge y a partir de 1929 los historiadores económicos contaron con un excelente
instrumento de difusión de sus trabajos: The Economic History Review (aún activa en la
actualidad).

Francia y Bélgica

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Como ya indicamos, en Francia las nuevas ideas historiográficas que pretendían la
ampliación del objeto de estudio de la historia a la sociedad y la economía y el
acercamiento a las ciencias sociales tuvieron mejor acogida que en Alemania.

Diversos autores comenzaron a enfrentarse abiertamente a la escuela “metódica”,


remarcando la importancia de los aspectos sociales y económicos en la construcción
histórica:

 El sociólogo Émile Durkheim propuso la subordinación de la historia a la


sociología.
 Henri Berr realizó una propuesta integradora: la introducción de aportaciones de
las ciencias sociales en la síntesis histórica.
 El dirigente socialista Jean Jaurès fue uno de los pioneros de la historia social
francesa. Entre su producción destaca la obra Histoire Socialiste de la
Révolution Française (1901-1904).
 George Lefebvre publicó en 1924 la obra Les Paysans du Nord pendant la
Révolution Française, un minucioso análisis de la estructura social agraria y de
sus transformaciones, con cierto apoyo cuantitativo.

La historia social y económica quedaría enmarcada a partir de 1929 en la Escuela de los


Annales. Entre los historiadores cercanos a la corriente, cabe destacar a Ernest
Labrousse, quien en su ensayo Esquisse des mouvements des prix et des revenus en
Trance au XVIII siecle (Esbozo del movimiento de precios y rentas en Francia en el
siglo XVIII), publicado en 1933, demostraba estadísticamente la prosperidad económica
de la burguesía francesa anterior a la Revolución Francesa y la relación entre las crisis
de subsistencias con las movilizaciones sociales.

En Bélgica, la historia económica y social se consolidó plenamente con los trabajos de


Henri Pirenne sobre el origen mercantil del renacimiento urbano medieval (Las
ciudades de la Edad Media, 1927) y sobre la ruptura de la unidad mediterránea clásica
en el siglo VIII bajo el impacto de la expansión musulmana (Mahoma y Carlomagno,
1937).

Alemania

Ya conocemos que en Alemania, los historiadores historicistas bloquearon las


propuestas renovadoras surgidas a finales del siglo XIX al calor de los debates
promovidos por Robert von Mohl, Eberhard Gothein y, sobre todo, Karl Lamprecht.
Ello tuvo como consecuencia la perduración de la tendencia historiográfica “rankeana”
durante unas cuantas décadas.

En el ámbito de la historia social y económica únicamente cabe citar la existencia de la


Nueva Escuela Histórica de Economía Nacional, completamente influida por el
historicismo clásico. Dicha Escuela se ocupó de estudiar los problemas desencadenados
por la industrialización en Alemania. Su principal representante fue Gustav von
Schmoller. Entre sus presupuestos historicistas, cabe destacar ideas como la importancia
de la crítica de las fuentes, el estilo narrativo descriptivo o el papel central del Estado.
De esta escuela, que consideraba a los obreros como parte del Estado, surgieron los
primeros grandes estudios empíricos acerca de las condiciones de vida de los obreros
industriales de la época. Sus planteamientos fueron criticados por su carácter

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plenamente historicista por autores como Otto Hintze y Max Weber. Estas críticas no
menoscabaron la vigencia del historicismo en Alemania.

Tras la Primera Guerra Mundial, durante la República de Weimar, un pequeño círculo


de historiadores agrupados en torno a Eckart Kehr realizó nuevas críticas a la
historiografía nacional historicista. Kehr enfatizó en sus trabajos la influencia de la
estructura social y los intereses económicos en las decisiones políticas. Propuso el
desarrollo de una nueva historia multidisciplinar, así como el abandono de la historia
puramente política e instrumentalizada de la corriente tradicional. No obstante, las ideas
del grupo de Kehr no tuvieron la influencia necesaria para provocar cambio alguno y la
tendencia académica siguió vigente en Alemania hasta después de la Segunda Guerra
Mundial.

En la década de los 60 del siglo XX aparecieron en la escena historiográfica nuevas


circunstancias que marcaron la ruptura del monopolio historicista tradicional:

 La necesidad profesional de revisar los viejos planteamientos historicistas.


 La necesidad moral de los historiadores por investigar la evolución del Estado
alemán desde el siglo XIX hasta la dictadura nacionalsocialista para llegar a
comprender y explicar los crímenes nazis.

Si bien ambas labores fueron desarrolladas por algunos historiadores tradicionales, el


surgimiento de una nueva generación de historiadores, formados tras el conflicto bélico
e influidos por las propuestas de Kehr, enriqueció considerablemente la historiografía
alemana, dando origen a una nueva corriente llamada Historia Social Alemana.

Los principales representantes de esta línea historiográfica fueron los alemanes Hans-
Ulrich Wehler, Jürgen Kocka y Hartmut Zwahr, y el austriaco Michael Mitterauer.

En los años 70, la nueva tendencia de la historia social empezó a romper el monopolio
del historicismo clásico en las universidades. Además, como consecuencia de las
fundaciones de la serie de monografías Estudios críticos sobre la ciencia histórica en
1972 y de la revista Historia y Sociedad en 1975, las posibilidades de publicación para
estos nuevos historiadores se multiplicaron.

Los historiadores sociales de la República Federal Alemana buscaron respuestas a las


necesidades historiográficas que se plantearon en aquella época.

En cuanto a la revisión del historicismo, sus planteamientos presentaron las siguientes


características generales:

 Promovieron la inclusión de aspectos sociales y económicos en los estudios


históricos.
 Criticaron la instrumentalización política de la Historia.
 Se centraron especialmente en el estudio del movimiento obrero y de la
evolución de la sociedad industrial.
 Introdujeron la demografía histórica, con sus métodos cuantitativos, en los
estudios de historia social y económica.
 Pretendieron reforzar el carácter científico de la historia.
 Intentaron identificarse con el nuevo Estado social democrático de su época.

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En cuanto al estudio del movimiento nazi y de sus catastróficas consecuencias,
rompieron radicalmente con las interpretaciones de los historiadores tradicionales:

 Buscaron las causas del triunfo del nacionalsocialismo en precedentes


ideológicos y políticos (teorías anexionistas, antisemitas y antidemocráticas).
 Desmontaron el planteamiento historicista que presentaba el período de la
dictadura nazi como un paréntesis accidental y sorprendente de la democracia
alemana, provocado por el excesivo poder de un dirigente, Adolf Hitler, y el
genocidio subsiguiente como una más de las manifestaciones del horror, habitual
en el siglo XX en todo el mundo y especialmente en el marco del stalinismo de
la URSS.

Las diferentes interpretaciones sobre las causas y las consecuencias del nazismo
llevaron a los historiadores de ambas tendencias a entablar un duro debate en los años
80, que enfrentó inicialmente a Ernst Nolte (historicista) y a Jürgen Habermas
(historiador social), y que tuvo una importante repercusión social al tener eco en los
medios de comunicación de masas. El debate perduró hasta bien entrados los años 90.

5) La historiografía marxista
Orígenes de la historiografía marxista
Karl Marx

Karl Marx nació en Tréveris, en 1818, en el seno de una familia burguesa judía
convertida al protestantismo y atraída por el espíritu de la Ilustración.

Realizó sus estudios, entre los años 1830 y 1835, en el instituto de Tréveris, y después,
entre 1835 y 1840, en las universidades de Bonn (Humanidades) y Berlín (Derecho y
Filosofía). Defendió su tesis sobre el pensamiento griego (el estoicismo, el epicureísmo,
etc.) en Jena en 1841.

Colaboró en revistas -Gaceta renana, los Anales franco-alemanes- y, tras un largo


noviazgo, se desposó con Jenny von Westphalen, en 1843. El “joven Marx” asimiló la
filosofía de Hegel y después la puso en duda, dialogó con los “jóvenes hegelianos” –
Arnold Ruge, Bruno Bauer, Ludwig von Feuerbach– y redactó sus primeros “cuadernos
de trabajo” –Manuscritos económicos y filosóficos (1844), La ideología alemana (1845-
1846)-.

Entre 1844 y 1850 vivió en París, Bruselas, Colonia y Londres. Trabó con Friedich
Engels una amistad a toda prueba y una entente intelectual fructífera. Entró en contacto
con los socialistas franceses, polemizando con Pierre-Joseph Proudhon –Miseria de la
filosofía (1847)-. Participó en la Liga de los Comunistas y se entusiasmó con las
revoluciones europeas –Manifiesto del partido comunista (1848)-. Estudió
especialmente los acontecimientos que se desarrollaron en Francia –La lucha de clases
en Francia (1850); El 18 de Brumario de Luis Bonaparte (1852)-.

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A partir de 1851, Marx y su familia se instalaron con carácter definitivo en Londres, y
vivieron de los artículos que Marx escribía para grandes diarios -como el New York
Tribune o el Neue Rheinische Zeitung-, beneficiándose de vez en cuando de la ayuda
financiera que le prestaba su amigo Engels.

En 1864, Marx intervino en la fundación de la Asociación Internacional de


Trabajadores, cuyos “estatutos” y “discurso inaugural” redactó. En los años siguientes
se enfrentaron, en el seno de la organización, los amigos de Marx con los partidarios de
Proudhon y, después, con los de Mijaíl Bakunin. Tras la experiencia de la Comuna –La
guerra civil en Francia (1871)-, los marxistas abandonaron la AIT, dominada por los
anarquistas.

Durante más de treinta años, Marx consagró lo esencial de su energía a leer muchísimo,
a acumular voluminosos cuadernos y a publicar algunos bosquejos –Los principios de
economía (1857), La crítica de la economía política (1859)-, hasta llegar a la
publicación de su obra más importante: el libro I de El Capital, en 1867. Después, Marx
continuó dedicado a su tarea, pero la enfermedad le fue debilitando, y murió en 1883.
Engels acabó El Capital, a partir de las notas dejadas por su amigo y de sus propias
reflexiones, publicando el libro II en 1885 y el libro III en 1894.

El materialismo histórico

El marxismo apareció durante la segunda mitad del siglo XIX, en un momento en que el
historicismo era la tendencia historiográfica dominante tanto en Europa como en
Norteamérica.

La nueva corriente de pensamiento, conformada inicialmente a partir de los escritos de


Karl Marx y, en menor medida, de Friedrich Engels, tuvo las siguientes raíces
intelectuales:

 La filosofía clásica alemana.

 Marx estudia la filosofía de Hegel. En su Crítica de la filosofía del derecho de


Hegel (1843) demuestra que la sociedad civil es la que determina el Estado y no
al revés.
 Además, revisa con Engels la filosofía idealista en La Sagrada Familia, Las
Tesis sobre Feuerbach y otros cuadernos de La ideología alemana. Afirma “No
es la conciencia la que determina la vida, sino la vida la que determina la
conciencia”.

 La economía política inglesa y francesa. Marx estudia a los economistas ingleses


(Adam Smith, David Ricardo, John Stuart Mill) y franceses (Jean-Baptiste Say,
Jean Charles Leonard de Sismondi), descubriendo el mecanismo de la alienación
del obrero respecto a su trabajo y el carácter dialéctico de la historia
(enfrentamiento entre los hombres).
 El socialismo y el comunismo franceses. Conoce a los socialistas y comunistas
franceses (Henri de Saint-Simon, François Babeuf), de los que utiliza el
concepto de clase. Y estudia las revoluciones de 1848.

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El marxismo surgió como consecuencia de un intento de comprensión de la realidad de
aquella época, del contexto histórico de la industrialización europea, marcado por las
transformaciones económicas, las corrientes migratorias, el desarraigo de las
comunidades campesinas, la extensión de la miseria social urbana y la generación de
una nueva clase social (el proletariado obrero industrial).

Dicho análisis llevó a Marx a formular una nueva filosofía de la historia, que fue
denominada “materialismo histórico”. El pensador alemán expone dicha tesis en obras
como La ideología alemana o Contribución a la crítica de la economía política:

 Necesidades básicas. El materialismo histórico partía de la idea de que los


hombres tienen necesidades vitales básicas, de las que depende su supervivencia
(alimento, ropa, vivienda, etc.). Dichos bienes de primera necesidad han de ser
producidos.
 Fuerzas productivas. Para la fabricación de dichos bienes son empleadas las
fuerzas productivas. Estas son materiales y humanas. Comprenden las fuentes de
energía (leña, carbón, petróleo, etc.), las materias primas (algodón, caucho,
hierro, etc.), la maquinaria (molinos de viento, máquina de vapor, cadena de
montaje, etc.), los conocimientos científicos y técnicos, y los propios
trabajadores.
 Relaciones sociales de producción. La fabricación de dichos bienes genera
relaciones sociales de producción que los hombres tejen entre sí con el objeto de
producir y repartirse bienes y servicios.

 En el Occidente medieval eran el marco del dominio señorial, con el reparto de


tierras entre la reserva y los feudos, el sistema de corveas, las detracciones de
tasas, las diversas categorías de campesinos (siervos, manumisos, colonos,
propietarios de alodios), y la organización de la comunidad campesina (con la
rotación de cultivos, pastos comunales, landas y bosques comunales).
 En las sociedades industriales occidentales diversos factores influyen sobre las
relaciones de producción:
 La propiedad del capital (que permite tomar decisiones, elegir las inversiones,
repartir beneficios).
 El funcionamiento de las empresas (con el personal jerarquizado, la disciplina
del taller, la fijación de normas y horarios).
 La situación de los obreros (que varía según los salarios, el procedimiento de
contratación y de despido y la importancia de los sindicatos).

 Modos de producción o infraestructura económica. La combinación de las


fuerzas productivas y las relaciones sociales de producción origina un modo de
producción (o infraestructura económica), que determina la morfología de la
sociedad (sus aspectos políticos, jurídicos, ideológicos, culturales, religiosos,
intelectuales, etc.).

Marx reconoció la existencia de muchos modos de producción a lo largo de la Historia.


No obstante, únicamente analizó cinco; cuatro que habían existido ya y un quinto, el
comunista, que había de sobrevenir, en su opinión, tras el capitalista:

 Asiático. Relación de producción: régimen marcado por el Estado. Ejemplos:


Egipto faraónico, China imperial, Perú incaico.

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 Antiguo. Relación de producción: esclavitud. Ejemplos: Mundos helenístico y
romano.
 Feudal. Relación de producción: servidumbre. Ejemplo: Occidente medieval
señorial.
 Burgués-capitalista. Relación de producción: trabajo asalariado. Ejemplo:
Occidente tras la revolución industrial.

Los modos de producción podían coexistir en ciertos momentos históricos. Por ejemplo,
en el siglo XVIII, en el que aparece el trabajo asalariado en la Europa Occidental, en la
Oriental se implanta la servidumbre y en América se extiende el modo esclavista.

Además, se podían reproducir en formaciones sociales muy distintas entre sí; por
ejemplo, el feudal tuvo vigencia en el Sacro Imperio Romano Germánico del siglo XI,
en la Francia de los Capetos del siglo XIII o en el Japón de los Tokugawa en el siglo
XVIII.

 Superestructura jurídica y política. A partir de la infraestructura económica se


construye la superestructura jurídica y política, a la que corresponden las formas
de conciencia social. Esta superestructura la componen las formas de las
relaciones jurídicas, las instituciones políticas y las formas de estado.
 Conciencia social. La conciencia social se manifiesta en diferentes “formas
ideológicas”: obras literarias, ensayos filosóficos, doctrinas religiosas,
creaciones artísticas. En contra del idealismo hegeliano, Marx pensaba que las
condiciones materiales de la existencia eran las que determinaban la ideología.
No es la conciencia de los hombres la que determina la realidad; es la realidad
social la que determina la conciencia de los hombres.

Marx reflexionó sobre la evolución de la Historia, que tenía como marco de referencia
los distintos modos de producción. Creía que la Historia no era lineal y que podía
pasarse de un modo de producción a otro por dos vías: la revolucionaria (corta y brusca)
o la reformista (más larga y lenta). Para explicar el cambio de infraestructura partía del
método dialéctico de Hegel para afirmar que la lucha de clases es el motor de la
Historia. La contradicción entre la clase trabajadora y los propietarios de los medios de
producción y de las plusvalías llevaba a la lucha de clases, a la revolución, a la
destrucción de la infraestructura y a su sustitución por otra nueva.

Un ejemplo de este proceso de cambio de modo de producción fue, según Marx, el que
experimentó Francia tras la Revolución (del feudal al capitalista). En el siglo XVIII, el
desarrollo económico, el progreso de las ciencias y de las técnicas, la renovación de los
cultivos y el crecimiento de la población chocaron con el orden antiguo, la
administración monárquica, el marco señorial y el sistema corporativo gremial. Fruto de
la lucha de clases, sobrevino la Revolución y, después, la estabilización del Imperio
entre 1789 y 1815. Posteriormente, en el siglo XIX, se introdujo la sociedad capitalista
liberal, dirigida por una burguesía de empresarios que explotaba a la masa de los
obreros asalariados.

En El Capital Marx describió el modo de producción capitalista. En este, existían dos


clases sociales antagónicas, que tenían distintas funciones económicas:

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 La burguesía (clase dominante, propietaria de los medios de producción y
acaparadora de las plusvalías generadas por la comercialización de mercancías
en el mercado).
 El proletariado (clase dominada, obligada a trabajar con los medios de
producción de la burguesía, a cambio de un salario siempre inferior al valor de
su trabajo en el mercado).

La explotación social del proletariado por la burguesía era la causa de la lucha de clases
propia del capitalismo, que había de llevar, tras la revolución, al modo de producción
comunista. Como podemos apreciar, Marx concedía al hombre un papel activo en la
Historia; el proletario podía y debía luchar para cambiar la infraestructura.

El análisis marxista no pretendía ser solo una interpretación de la realidad histórica, sino
que pretendía promover una revolución proletaria que acabase con el modo de
producción capitalista e instaurase un nuevo modo de producción (el comunista) que
llevase a la formación de una sociedad sin clases ni explotación humana. De hecho,
Marx propuso en varias obras (como El manifiesto comunista o El 18 de Brumario de
Luis Bonaparte) la intervención política inmediata: la movilización del proletariado, la
revolución y la ejecución del programa político comunista. El ejemplo más claro de esta
faceta activista lo encontramos en la consigna final de El manifiesto comunista:
“¡Proletarios de todos los países, uníos!”.

La influencia de Marx sobre la historiografía fue mínima durante la segunda mitad del
siglo XIX. Aparte de algunos casos aislados (como Jean Jaurés en Francia o Franz
Mehring en Alemania), la práctica totalidad de los historiadores permanecieron fieles a
la corriente historicista. El marxismo no ganaría protagonismo entre el gremio de los
historiadores hasta la Primera Guerra Mundial y el triunfo de la revolución bolchevique
en Rusia.

La deformación dogmática
Tras la muerte de Engels en 1895 tanto los pensadores como los dirigentes políticos de
los distintos partidos socialistas hallaron dificultades a la hora de interpretar las obras y
las ideas de Marx. A partir de este momento, el marxismo fue simplificado y sufrió dos
tipos de deformaciones:

 El “cientifismo”. Las ideas de Marx fueron consideradas un corpus doctrinal


cerrado y definitivo y no fueron desarrolladas con nuevas reflexiones filosóficas
ni nuevas investigaciones sobre la sociedad.
 El “economicismo”. Se reafirmó la primacía de los aspectos económicos,
descuidándose otros aspectos tratados en las obras de Marx.

Los principales teóricos de este marxismo empobrecido fueron Karl Kautsky en


Alemania y Jules Guesde, Paul Lafargue y Gabriel Deville en Francia. Aunque en la
Segunda Internacional varias corrientes (austromarxistas, revisionistas e izquierdistas)
rechazaron los planteamientos simplificadores, las versiones “kautskystas” y
“guesdistas”, destinadas a la difusión del marxismo entre las masas, fueron las que
prevalecieron en el tránsito del siglo XIX al XX

62
Esta tendencia economicista, de orientación más reformista que revolucionaria, se
invirtió gracias a Vladímir Ilich Lenin. Lenin reavivó los planteamientos originales de
Marx en dos líneas de trabajo:

 La utilización del materialismo histórico como método de investigación para la


comprensión de situaciones históricas concretas (en obras como La evolución
del capitalismo en Rusia o El imperialismo, estadio supremo del capitalismo).
 La recuperación de la praxis revolucionaria, del activismo político. En su obra
¿Qué hacer? perfiló el modelo de un partido revolucionario capaz de luchar
contra la autocracia zarista; y en El estado y la revolución definió la estrategia
de la toma del poder, que implicaba la dictadura del proletariado. No obstante,
no se limitó al ámbito teórico. Al contrario, puso en ejecución sus ideas
dirigiendo el partido bolchevique en la Revolución de Octubre que consiguió
movilizar a las masas y apoderarse del Estado ruso en 1917. Logró eliminar a los
partidos rivales, vencer al ejército blanco y rechazar las presiones exteriores
entre 1917 y 1921. Y entre 1921 y 1924 trabajó en la reparación de los estragos
de la guerra civil y en la formación de la Unión de Repúblicas Socialistas
Soviéticas.

Tras la muerte de Lenin se desencadenaron luchas de facciones para apoderarse de la


dirección del partido bolchevique, que terminaron con el triunfo de Stalin, que
incrementó el terror policíaco, impuso la colectivización agraria y construyó la industria
pesada.

Desde entonces, el “marxismo-leninismo” se convirtió en un sistema ideológico


instrumentalizado políticamente para justificar la dictadura del partido-estado. Y este
propósito de legitimar las acciones gubernamentales llevó a una regresión del
marxismo. La era stalinista se caracterizó por una vuelta a la desviación “cientifista”.
Los distintos teóricos intentaron presentar el materialismo histórico como una ciencia
exacta, capaz de establecer leyes que permitiesen conocer el pasado y prever el futuro,
lo que limitó su desarrollo.

El más claro ejemplo de esta deformación cientifista y utilitarista del pensamiento


marxista es la obra titulada La historia del partido comunista (bolchevique) de la URSS,
redactada por una comisión -de la que formó parte el propio Stalin- y aprobada por el
comité central del PCUS en 1938. En ella se aprecian claramente las dos desviaciones
apuntadas:

 La estricta utilización de las ideas principales marxistas, como la lucha de clases,


para la interpretación de los acontecimientos y los procesos históricos.
 La manipulación premeditada (voluntaria o forzada) de la historia, que se adapta
a las necesidades políticas del “presente” de los gobernantes. Ejemplos de esta
tendencia son la valorización de los dirigentes de la revolución bolchevique o de
las actuaciones posteriores de Lenin y Stalin, o la crítica a los líderes de la
oposición de este último (como León Trotsky o Nikolái Bujarin, entre otros).

La visión de la historia concebida en la época de Stalin permaneció casi intacta durante


los mandatos de Nikita Kruschev y Leonid Brézhnev. De hecho, el propio Kruschev
llegó afirmar en 1956: «Los historiadores son peligrosos. Son capaces de poner todas
las cosas patas arriba. Hay que vigilarlos».

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La enseñanza de la Historia en la URSS también fue controlada por el Partido
Comunista y tuvo una orientación doctrinaria y propagandística. Una Instrucción oficial
de 1934 dirigida a los historiadores soviéticos ponía claramente de manifiesto la línea
pedagógica que los profesores de Historia habían de seguir:

“Una buena enseñanza de la Historia debe crear la convicción del inevitable fracaso del
capitalismo […] y que en todo, en el ámbito de las ciencias, de la agricultura, de la
industria, de la paz y de la guerra, el pueblo soviético marcha a la cabeza de las demás
naciones, que sus importantes acciones no tienen igual en la Historia. […] Es
importante insistir sobre las guerras y los problemas militares para sostener el
patriotismo soviético1”.

La historiografía marxista británica


Características y orígenes

De forma paralela al relanzamiento de la corriente de los Annales tras la Segunda


Guerra Mundial, en el contexto histórico de la Guerra Fría, la historiografía marxista
comenzó un período de gran expansión en Gran Bretaña. El hito fundamental de tal
proceso de crecimiento fue la fundación en 1952 de la revista Past and Present,
promovida por un grupo de historiadores de inspiración marxista, al que pertenecían el
arqueólogo Veré Gordon Childe, el medievalista Rodney Hilton, el modernista
Christopher Hill, el contemporanista Eric J. Hobsbawm y un economista que había sido
maestro de la mayoría e introductor del marxismo en la Universidad de Cambridge:
Maurice Dobb. A su lado colaboraron historiadores y profesionales de las ciencias
sociales.

Las características principales de la historiografía marxista británica fueron las


siguientes:

 Reacción contra los vicios cientifistas y utilitaristas de la historiografía marxista


soviética.
 Superación del determinismo economicista (infraestructura) y valoración de
factores típicos de la superestructura (sociales, políticos, jurídicos, culturales,
ideológicos, religiosos, etc.).
 Desarrollo de estudios sobre un tema común: los orígenes, el desarrollo y la
expansión del capitalismo, teniendo en cuenta sus cambios económicos y
también sociales.
 Realización de estudios empíricos con el apoyo de métodos de otras ciencias
humanas.
 Preocupación común por el estudio teórico del concepto marxista de la lucha de
clases.
 Desarrollo de la teoría de la determinación de clases, que defiende la
importancia capital de la lucha de clases en la Historia.
 Desarrollo de una nueva perspectiva histórica: la “historia desde abajo” o la
“historia de abajo a arriba”, centrada en las experiencias, acciones y luchas de
las clases bajas (el pueblo llano, los campesinos, la clase trabajadora) en
oposición a la historia de las clases dirigentes o las élites.
 Participación en la formación en Gran Bretaña de una conciencia política
socialista y democrática.

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Por otra parte, si bien se reconoce de forma generalizada que el hito fundamental del
desarrollo de la corriente historiográfica marxista británica fue la fundación de la revista
Past and Present, no existe acuerdo en torno al tema del origen y las influencias
intelectuales de la tendencia. Varios historiadores han estudiado este tema, llegando a
conclusiones distintas.

Raphael Samuel analizó la historiografía marxista británica desde 1880 hasta 1980, en
The British Marxist Historians, y llegó a la conclusión de que la tradición
historiográfica marxista fue desarrollándose progresivamente, en contacto con diversas
influencias:

 La influencia de los historiadores democráticos radicales y liberales, como los


Hammond.
 El influjo de los historiadores socialistas no marxistas, como G.D.H. Cole o
R.H. Tawney.
 La influencia del inconformismo protestante (especialmente apreciable en
algunos de los principales historiadores marxistas británicos, como Hill o
Thompson).
 El contacto con otras corrientes intelectuales y políticas, como el
anticlericalismo o el progresismo.

Eric Hobsbawm, al contrario que Samuel, afirmó en The Historians’ Group of the
Communist Party que la tradición historiográfica marxista comenzó con la formación
del grupo de historiadores del Partido Comunista, justo después del fin de la Segunda
Guerra Mundial (1946). La iniciativa fue promovida por especialistas, como Maurice
Dobb, Christopher Hill, Victor Kiernan, John Saville, Eric Hobsbawm o Rodney Hilton,
de distintas generaciones, comprometidos intelectual y políticamente por las
consecuencias de la guerra, la oposición al fascismo y la pertenencia activa al Partido
Comunista, y unidos por la ideología marxista y la voluntad de estudiar de forma
organizada la Historia y de divulgarla a través de estudios individuales y proyectos
conjuntos.

Hobsbawm reconocía únicamente la influencia previa de Dona Torr, periodista e


historiadora británica, conocedora erudita del marxismo, que participó en la fundación
del Partido Comunista en 1920 y promovió la publicación de escritos marxistas (tanto
textos de Marx y Engels, como estudios sobre el marxismo y el movimiento obrero).
Torr no participó directamente en la fundación del grupo, pero se sumó a él y puso su
apasionamiento, trabajo, experiencia y conocimientos a disposición de los demás
historiadores.

Un tercer teórico, Richard Johnson, estudió en Culture and the Historians la ensayística
histórica británica. Afirmó que la tradición historiográfica marxista surgió como
consecuencia del interés que se generalizó tras la Segunda Guerra Mundial entre los
historiadores socialistas (marxistas y no marxistas) por estudiar la influencia de los
aspectos culturales en la Historia. Diversos historiadores, como Hill, Hilton, Hobsbawm
o Thompson, participaron de esta tendencia, alejándose de las explicaciones históricas
tradicionales marxistas, de carácter más economicista. El nuevo enfoque historiográfico
recibió la denominación de “marxismo cultural” o “culturalismo”.

La revista Past and Present

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El hito fundamental del proceso de crecimiento de la corriente historiográfica marxista
británica fue la creación en 1952 de la revista Past and Present. La creación fue
promovida por el grupo de historiadores del Partido Comunista de Gran Bretaña
(CPGB), encabezado por Maurice Dobb, Rodney Hilton, Christopher Hill, Eric
Hobsbawm y John Morris (a quien se le reconoce un protagonismo principal en la
organización inicial de la revista).

No obstante, no fue una revista limitada a los estudios marxistas históricos. De hecho,
publicó trabajos de historiadores no marxistas afines o con intereses investigadores
comunes y acogió en su consejo de redacción a historiadores no marxistas (como
Lawrence Stone) y a sociólogos y antropólogos.

Sus principales objetivos fueron:

 Criticar los estudios históricos no marxistas.


 Explicar las transformaciones sociales a lo largo de la Historia.

Con el paso de los años, Past & Present se convirtió en una de las revistas líderes en los
estudios históricos, contribuyendo notablemente al desarrollo de la historia social y de
la sociología histórica.

Algunos historiadores del grupo inicial siguen en la actualidad ligados con la revista.
Hill es presidente de la Past & Present Society. Y Hilton y Hobsbawm son director y
vicedirector del comité editorial. Su trabajo colectivo en la revista ha persistido en el
tiempo al margen de las diferencias políticas. De hecho, la cohesión del equipo editorial
se mantuvo pese a que algunos de sus representantes (entre ellos, Hilton, Hill o
Thompson) abandonaron el Partido Comunista como consecuencia de la invasión
soviética de Hungría en 1956 y del fracaso de la oposición a esta por parte del Partido, y
el grupo de historiadores se resintió.

Los principales temas abordados en la revista han sido la Historia Moderna, la de Gran
Bretaña y la de Europa. Aunque en su origen, los números aparecieron con periodicidad
bimestral, posteriormente la revista se hizo trimestral. En la actualidad, ya han sido
publicados más de 200 números.

Estructuralismo y culturalismo

En el período de entreguerras el italiano Antonio Gramsci y el húngaro Georg Lukács


(autor de la obra Historia y conciencia de clase) encabezaron la crítica al marxismo
cientifista, poniendo en duda:

 El determinismo económico en la explicación histórica marxista (afirmando la


importancia de aspectos de la superestructura, como la conciencia de clase, los
sistemas de ideas).
 La concepción mecánica de la relación entre la infraestructura y la
superestructura (que negaba la capacidad humana para intervenir en la Historia).

Las críticas fueron el germen de una nueva visión del marxismo, la “culturalista”, que
sería desarrollada por el marxismo británico y que presenta las siguientes características
básicas:

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 Concedía importancia a la superestructura en la explicación de la historia.
 En contra del determinismo económico, defendía que la conciencia individual y
colectiva puede convertir al hombre en un sujeto activo en la historia, a la hora
de enfrentarse a los problemas de su tiempo.

Tras la aparición de esta nueva corriente, el historiografía marxista siguió


desarrollándose en líneas diferentes: la estructuralista y la culturalista.

Neomarxismo estructuralista

La línea neomarxista estructuralista presenta los siguientes rasgos generales:

 Inspiración en los planteamientos de Louis Althusser.


 Interés historiográfico común: analizar y explicar los mecanismos y factores de
los cambios de modos de producción.
 Importancia de las fuerzas productivas, las relaciones sociales y la lucha de
clases en la evolución histórica (en los cambios de los modos de producción).
 Rechazo del determinismo económico puro para justificar los cambios
históricos.
 Devaluación de la influencia del hombre sobre la historia.
 Refuerzo del carácter científico del marxismo (restándole valor a los aspectos
ideológicos-filosóficos, que no son considerados científicos).
 Valoración de la política como elemento regulador de las relaciones sociales.
 Idea común: la historia tiende al surgimiento del comunismo y la sociedad sin
clases.

Entre los representantes de esta corriente, podemos destacar a Maurice Dobb, Paul
Sweezy, Robert Brenner, Guy Bois e Inmanuel Wallerstein.

Neomarxismo culturalista

La línea neomarxista culturalista o humanista presenta las siguientes características


generales:

 Rechazo de la idea marxista de que la sociedad determina la ideología o


conciencia social.
 Atención especial por la lucha de clases:
 Alejamiento del determinismo económico para explicar la lucha de clases.
 Valoración de la importancia de la conciencia social sobre la lucha de clases.
 Concepción de la lucha de clases como una lucha de dominación no solo
económica, sino también social y cultural.
 Importancia del concepto de cultura popular (conjunto de tradiciones y valores
populares).
 Valoración de la influencia del hombre sobre la evolución histórica.
 Suma de aspectos políticos, culturales, sociales e ideológicos a los económicos
en la explicación de las relaciones sociales de producción.
 Análisis de abajo a arriba (la conciencia individual y colectiva del hombre puede
influir en la lucha social, y manifestarse políticamente bajo diversas formas de
resistencia más o menos violentas).

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Su principales representantes fueron E. P. (Edward Palmer) Thompson, Christopher
Hill, George Rudé, Eric Hobsbawm, Eugene Genovese, Carlo Ginzburg, Giovanni Levi
o Carlo Poni.

El debate sobre la transición al capitalismo

El origen del debate y Maurice Dobb

El debate sobre el capitalismo.

En 1946 Maurice Dobb publicó la obra Studies in the Development of Capitalism. En


ella, estudió y amplió el planteamiento marxista del origen y el desarrollo del modo de
producción capitalista. Ello dio inicio a un debate sobre la transición del feudalismo al
capitalismo que analizó aspectos económicos, sociológicos, filosóficos e históricos, y
promovió el desarrollo de conceptos como relaciones y modo de producción,
(infra)estructura y lucha de clases.

De cualquier forma, el estudio este tema no ha sido únicamente abordado por marxistas,
ni comenzó tras la publicación de la obra de Dobb. La citada transición fue objeto de
análisis de distintos economistas (como el propio Adam Smith, en La riqueza de las
naciones) o sociólogos (como Saint-Simon, Durkheim en La división del trabajo social,
o Weber en La ética protestante y el espíritu del capitalismo). En la actualidad, el
nacimiento del capitalismo sigue siendo un tema interesante para los investigadores de
las distintas ciencias sociales, marxistas o no, especialmente por sus implicaciones
políticas.

Explicaciones previas sobre el origen del capitalismo.

Dobb comienza su estudio del capitalismo recuperando varias explicaciones sobre su


origen:

 Origen según Werner Sombart y Max Weber:


 Sombart creía que el origen estaba en el espíritu empresarial emprendedor
burgués.
 Weber pensaba que el origen radicaba en la ideología protestante (especialmente,
calvinista-puritana), que impulsó la búsqueda de ganancias.
 Origen según Henri Pirenne. El historiador belga situaba el origen del
capitalismo en el siglo XII europeo, cuando la producción de manufacturas
comenzó a dirigirse al mercado y una clase de mercaderes, ávida de acumular
riqueza, desarrolló el comercio exterior a gran escala.
 Origen según Karl Marx.
 El capitalismo como modo de producción surgió cuando los propietarios de los
medios de producción contrataron a trabajadores libres para elaborar productos a
cambio de un salario, quedándose las plusvalías de la comercialización de las
mercancías a modo de beneficio.
 Marx y Engels reconocieron la existencia de una relación entre el capitalismo y
el espíritu de expansión económica de los siglos XVI y XVII. Y señalaron
algunos factores que promovieron el tránsito del feudalismo al capitalismo: la
existencia de una tradición comercial previa (fundamentalmente medieval), la
influencia de la ideología protestante, la expansión geográfica mundial del

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mercado comercial (con la correspondiente competitividad empresarial a nivel
particular e incluso estatal) y el desarrollo del sistema colonial de explotación
económica.

El origen del modo de producción capitalista para Maurice Dobb.

Dobb criticó las definiciones del “espíritu del capitalismo” y del “capitalismo como
comercio”, porque, en su opinión, eran demasiado generales y no ilustraban
adecuadamente el desarrollo histórico de los últimos siglos. Y se quedó con la marxista
porque creía que explicaba mejor el fenómeno analizado y porque, además, consideraba
el estudio de aspectos sociales y económicos (al tratar sobre el modo y las relaciones
sociales de producción). A partir de esta definición marxista, desarrolló la suya.

El historiador británico creía, no obstante, que no era suficiente relacionar una época
histórica concreta (los siglos bajomedievales y modernos) con el modo de producción
(capitalista). Pensaba que era más adecuado realizar un estudio “dinámico” del proceso
histórico que llevó al origen del capitalismo y a la sustitución del modo de producción
feudal por el capitalista; un análisis que tuviese en cuenta tanto los períodos de
estabilidad, en los que se producían modificaciones graduales y continuas del modo de
producción, como aquellos de revolución social, en los que los cambios se aceleraban,
alterando bruscamente el curso de los acontecimientos y marcando la transición a un
nuevo modo de producción. Dobb afirmaba que el motor de dichos cambios era la
estructura social de clases y, en concreto, la lucha entre las dominantes y las dominadas
en el marco del modo de producción.

De acuerdo con estas premisas teóricas, Dobb expuso su propia interpretación sobre el
origen del capitalismo y la relación entre el modo feudal y el capitalismo. Situó el inicio
de la era capitalista en Inglaterra y lo dató en la segunda mitad del siglo XVI y en los
primeros años del XVII, cuando se formó una clase burguesa mercantil capitalista,
propietaria de los medios de producción, que comenzó a contratar a trabajadores
asalariados para lograr incrementar la producción (putting-out system) y poder
beneficiarse del comercio a gran escala.

Dobb señaló dos momentos clave en la historia del capitalismo:

 El primero lo situó en las revueltas de la Inglaterra del siglo XVII, un período de


transformaciones sociales y políticas en el que la nueva clase social capitalista se
convirtió en la clase dominante del nuevo modo de producción, desplazando a
los detentadores del poder económico y social del orden anterior.
 El segundo fue la revolución industrial a finales del siglo XVIII y principios del
XIX.

En cuanto al modo de producción feudal, Dobb lo definió como un modo de producción


basado en la relación socio-económica de servidumbre de la clase dominada
(fundamentalmente campesina) hacia los señores feudales. Situó su crisis en el siglo
XIV y su final en el siglo XVII, tras las citadas revueltas inglesas. Dobb comentó que
las causas de la desintegración progresiva del feudalismo fueron inherentes al propio
modo de producción: la necesidad creciente de ingresos de los señores les movió a
incrementar la presión y las demandas sobre los campesinos, lo que conllevó la marcha
progresiva de los trabajadores a las ciudades con el consecuente abandono de los

69
campos, y el descenso de la productividad. Esta tendencia, iniciada en el siglo XIV,
afectó en distinta medida a los señores feudales en función de diversos factores. Entre
ellos, señaló la realización o no de concesiones económicas a los trabajadores (como la
remuneración en metálico por el trabajo), el grado de presión sobre ellos, la mayor o
menor fuerza de la oposición campesina, el poder militar o político de los señores, o la
voluntad real de reforzar la autoridad señorial o por debilitarla. Dobb concluyó
afirmando que el declive del feudalismo se debió a su ineficacia como modo de
producción, y que las causas de la crisis y el final de este orden se hallaban en las
relaciones económicas de explotación entre la clase dominante y la dominada.

Por su parte, el capitalismo no se desarrolló hasta que el feudalismo entró en estado


avanzado de desintegración. Para Dobb, la revolución capitalista comenzó a principios
del siglo XVII cuando algunos productores agrícolas y manufactureros acumularon
capital, se dedicaron al comercio y organizaron la producción de forma capitalista,
invirtiendo beneficios en el pago de asalariados para incrementar la producción y en la
mejora de los medios de producción (acumulación de propiedades agrícolas y avances
metodológicos o tecnológicos).

En resumen, Dobb concluyó que las causas de la sustitución del modo de producción
feudal por el capitalista fueron:

 la aparición de las luchas y revueltas en la Inglaterra del Seiscientos, en las que


el modo de producción y el orden social feudal fueron depuestos;
 y el desarrollo de las relaciones capitalistas en la agricultura y en la industria
manufacturera, que dio origen al modo de producción capitalista.

El debate sobre la transición del modo de producción feudal al


capitalista

La interpretación de Dobb en sus Studies in the Development of Capitalism dio origen a


un debate historiográfico en el que participaron numerosos historiadores.

El economista marxista norteamericano Paul Sweezy fue el primero en criticar diversos


aspectos de la concepción de Dobb:

 Afirmó que Dobb había fracasado en su intento de definir el modo de


producción feudal, al identificar feudalismo con servidumbre, obviando aspectos
económicos del sistema, como la producción orientada a la autosuficiencia o el
comercio local.
 Criticó que Dobb no reconociese que el crecimiento del comercio fue una de las
causas del declive del modo de producción feudal. (Recordemos que Dobb
afirmó que la causa principal de su crisis fue la ineficacia del sistema feudal,
motivado por las relaciones económicas de explotación entre las clases).
 Cuestionó la concepción de Dobb sobre el período de tiempo que iba desde la
crisis del siglo XIV hasta la disolución del modo de producción feudal en el
XVII. Sweezy afirmó que la servidumbre prácticamente había desaparecido en
tal período y que el sistema de producción de esta fase de transición había de
llamarse “modo de producción pre-capitalista de bienes”.
 Y, por último, en cuanto al origen del capitalismo, criticó la “vía revolucionaria”
de la aparición de la clase capitalista entre los mismos productores.

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Dobb respondió a las críticas de Sweezy:

 Defendió su definición del modo de producción feudal, por estar basada en las
relaciones sociales de producción entre las clases, y no en las relaciones
económicas (que era en lo que se fundamentaba la del norteamericano).
 Sobre la causa del declive del feudalismo, defendió su posición de que este había
decaído por causas internas y externas, aunque fundamentalmente internas. Y
afirmó la pobreza de la de la posición de Sweezy, que solo admitía una causa
externa como causa del fin del modo de producción feudal (el comercio).
 Acerca del intervalo de los dos siglos, criticó la existencia del modo de
producción intermedio de Sweezy, afirmando que la clase dominante en aquella
época seguía siendo la feudal.
 Y, por último, defendió la “vía revolucionaria” señalando que uno de los grupos
más avanzados, económica y políticamente, fue la clase de pequeños
terratenientes, surgidos del mismo campesinado.

Esta polémica inicial marcó el origen de dos líneas diferentes de interpretación


marxista: una económica, centrada en las relaciones de intercambio, que desarrolló las
ideas de Sweezy; y otra política-económica, centrada en las relaciones sociales de
producción y en la lucha de clases, que evolucionó las propuestas de Dobb. De todas
formas, lo más valioso de la aportación de este último es que abrió un debate
historiográfico que se ha prolongado en el tiempo y que ha implicado a numerosos
historiadores.

Tras la respuesta de Dobb a Sweezy, entró en escena el japonés Kohachiro Takahashi,


quien se alineó con Dobb al defender las causas internas en el declive del feudalismo.
Sus aportaciones más interesantes tuvieron relación con la transición al capitalismo en
Prusia y Japón, naciones en las que la revolución se realizó “desde arriba”, es decir, que
nuevo modo de producción fue patrocinado y controlado por el Estado absoluto, que no
hubo de enfrentarse a subversiones revolucionarias desde abajo” (como ocurrió en
Inglaterra o Francia).

Después de conocer la aportación del japonés, Dobb insistió en que la desintegración


del modo de producción feudal y la aparición del capitalista fueron procesos
independientes. Y Sweezy les respondió a ambos defendiendo de nuevo la importancia
del comercio, al resaltar el impacto que tuvo en la economía mediterránea; y también
comentó que en el período intermedio hubo varias clases dirigentes compitiendo por el
poder y la autoridad.

En los años 50, Rodney Hilton, Christopher Hill y Eric Hobsbawm participaron en el
debate, realizando aportaciones destacadas.

 Rodney Hilton criticó a Sweezy al afirmar que el motor del modo de producción
feudal era la lucha continua de los señores por acumular bienes y por reforzar su
posición dominante respecto a la clase dominada (y no la vertiente económica
del sistema de producción feudal). Y apoyó la opinión de Takahashi de que las
relaciones sociales de producción estructuraron el mercado y no al revés.
Posteriormente, Dobb suscribió la importancia que Hilton asignó a la lucha de
clases.

71
 Christopher Hill criticó la tesis de Sweezy de que en el “período intermedio”
había varias clases dirigentes, afirmando que hasta el siglo XVII la única clase
dominante fue la clase feudal de los hacendados (la nobleza) y que su poder se
puso de manifiesto en el surgimiento del estado moderno: la monarquía absoluta.
 Eric Hobsbawm estudió la crisis del siglo XVII, la última fase de la transición
general del modo de producción feudal al capitalista. Describió las distintas
manifestaciones de la crisis en la Europa mediterránea, en la del noroeste, en las
colonias españolas en América o en la Europa del este, lo que le permitió
demostrar la importancia de las relaciones sociales en los modos de producción.
Justificó dicha influencia en que el hecho de que las citadas relaciones sociales
pusieron las bases de la revolución industrial en Inglaterra y la Europa
noroccidental y, en cambio, retrasaron su progreso en la Europa oriental o,
incluso, en Italia, donde, pese a que la industria había adquirido cierto desarrollo
y a que existía una clase de comerciantes, la estructura social feudal inhibió o
prohibió la apertura al capitalismo.

Contribuciones recientes al debate

Tras esta primera fase del debate, con predominio de historiadores británicos, la
discusión se extendió por todo el mundo historiográfico y comenzaron a participar
especialistas latinoamericanos, estadounidenses y de otros países de Europa y del Tercer
Mundo.

Durante el período de postguerra, la interpretación historiográfica predominante fue la


“teoría del subdesarrollo” o “dualismo”, que suponía la existencia de una división entre
regiones capitalistas desarrolladas (industriales, comerciales, urbanas, modernas) y
regiones “feudales” atrasadas (agrarias, montañosas, rurales, tradicionales, preocupadas
por la subsistencia).

Oponiéndose a esta teoría, el economista y sociólogo alemán André Gunder Frank


presentó su teoría del “desarrollo del subdesarrollo”, que defendía que el modo de
producción vigente desde la conquista de América había sido el capitalista y que las
regiones subdesarrolladas habían sido explotadas por las metrópolis, primero, y por las
potencias dominantes de Norteamérica. Por tanto, no tenía sentido aplicarles la
denominación de “regiones feudales”.

Las ideas de Frank fueron criticadas por teóricos argentinos como Rodolfo Puiggrós o
Ernesto Laclau. Ambos afirmaron que el modo de producción vigente en la América
Latina colonial era el feudal y que era un error identificar la economía mercantil con el
modo de producción capitalista.

El debate continuó en los escritos de Immanuel Wallerstein y Eugene Genovese.

Influido por Sweezy, Immanuel Wallerstein trató de explicar el origen del capitalismo
desarrollando un modelo teórico diferente del que utilizaban los marxistas (que era el
modo de producción) para la comprensión de la historia: el sistema económico
capitalista mundial. Wallerstein defendía que este sistema surgió en el siglo XVI y que
ponía en relación distintas áreas del mundo:

72
 Áreas centrales: la Europa del noroeste, que se apropiaba de los excedentes de
producción de las demás áreas, buscaba la producción para la venta en el
mercado con el objetivo de conseguir beneficios y tenía un régimen de división
del trabajo basado en el arrendamiento y el trabajo asalariado.
 Áreas semiperiféricas: la Europa mediterránea, en la que el régimen de división
del trabajo era la aparcería.
 Áreas periféricas: la Europa oriental y el Nuevo Mundo, en las que el régimen
de división del trabajo se basaba en la esclavitud y el trabajo del campo a
cambio del pago de rentas obligatorias.

El carácter capitalista del sistema unía a todas las áreas, independientemente de su


desarrollo, de las características más o menos originales de su cultura, de la función que
cumplían en él, o de las relaciones sociales de producción que se daban en ellas (aunque
fuesen típicas de otros modos de producción).

El planteamiento de Wallerstein se caracterizaba por el determinismo económico. En su


opinión, la economía influía en la estructura de clases, las relaciones sociales, las
decisiones políticas e, incluso, en el desarrollo de la cultura y de las ideologías en las
distintas áreas del sistema.

Eugene Genovese criticó el determinismo económico de Frank y Wallerstein, que


argumentaban que el capitalismo europeo había convertido los sistemas sociales de los
pueblos explotados en una variedad más de la cultura burguesa. En su interpretación
histórica del Sur esclavista, Genovese afirmó la importancia de las relaciones sociales
de producción y la estructura de clases derivada de estas como factores del desarrollo
del capitalismo.

Otras contribuciones interesantes al debate sobre la transición son las que tienen en
consideración los aspectos políticos. Destacamos las de Perry Anderson y Robert
Brenner.

Influido por el marxismo estructuralista de Althuser y las ideas de Max Weber, Perry
Anderson estudió el desarrollo de los estados absolutistas de la última fase de la época
feudal, en relación con el nacimiento del modo de producción capitalista, comparando
los estados de la Europa del este y los del oeste.

Reivindicó la importancia de los aspectos políticos e ideológicos, junto a los


económicos, en la evolución histórica. Se centró especialmente en el estudio de los
factores políticos porque pensaba que las luchas de clases se resolvían a nivel político
en la sociedad. Por ello, llegó a afirmar que “la historia desde arriba” (de los Estados)
era tan importante como “la historia desde abajo” (de las clases desfavorecidas). Y, en
consecuencia, se dedicó al estudio del Estado, especialmente, el absolutista moderno.

En relación con el debate de la transición del modo de producción feudal al capitalista,


Anderson señaló que la lucha de clases en el feudalismo llevó a un proceso de
reivindicación de la tierra y este al crecimiento económico. Añadió que este modelo de
expansión estuvo vigente entre los siglos XI y XIII, y que entró en crisis en el XIV. Y
que el nacimiento del estado absolutista entre el XV y el XVI fue un intento de las
clases privilegiadas de reforzar su posición dominante sobre las masas campesinas; el

73
nuevo Estado moderno fue “la nueva coraza política de una nobleza amenazada” más
que un arma de la naciente clase capitalista en contra de la vieja clase feudal dirigente.

Anderson defendió que el feudalismo, por sí mismo, no dio origen al capitalismo, sino
que este fue posible gracias a la concatenación de antigüedad y feudalismo que se
produjo durante el Renacimiento. En esta época se dieron tres circunstancias que
llevaron al origen del capitalismo:

 El redescubrimiento del mundo antiguo propició el renacer de la civilización


urbana y la recuperación del Derecho romano, que permitió conocer la ley de la
propiedad.
 El descubrimiento del Nuevo Mundo facilitó la acumulación de capital en
Europa.
 El nacimiento del sistema estatal europeo, bajo la forma del absolutismo,
permitió la expansión del capitalismo mercantil y manufacturero.

Por último, analizaremos las aportaciones de Robert Brenner al debate. Este historiador
norteamericano criticó los modelos demográficos y económicos (fundamentalmente
comerciales) de interpretación de la transición al capitalismo porque no podían explicar
satisfactoriamente determinados procesos históricos:

 No podían justificar la distinta evolución del feudalismo en la Europa del oeste y


en la del este a finales del período medieval y principios del moderno (la
aparición de una población campesina prácticamente libre en la occidental y
degradada hacia la servidumbre en la oriental).
 Ni tampoco explicar el hecho de que el capitalismo se desarrollase antes en
Inglaterra que en Francia, cuando ambos países experimentaron crecimientos
poblacionales similares.

Brenner relacionó el declive del feudalismo con las manifestaciones de la lucha de


clases en la época bajomedieval:

 La intensificación del señorialismo desde el siglo XIV hasta el XVI, con el fin
de reforzar las relaciones sociales de producción basadas en la servidumbre.
 La distinta capacidad de los campesinos para oponerse a los señores y lograr
asegurarse el control de tierras.

La renovación marxista no anglosajona


Antes de la Primera Guerra Mundial, en el contexto de la Segunda Internacional, los
teóricos marxistas reaccionaron contra las deformaciones cientifista y economicista que
estaba sufriendo el materialismo histórico.

 En Austria surgió una generación de teóricos llamados “austromarxistas”, que


desarrolló una teoría política marxista que, además de la revolución, admitía la
llegada de la clase dominada al poder por la vía reformista de la
socialdemocracia. Entre sus principales representantes cabe destacar a Max
Adler (que pretendía incluir los aspectos éticos-políticos en la interpretación
histórica marxista), Otto Bauer (que intentó combinar socialismo y
nacionalismo) o Rudolf Hilferding.

74
 En Alemania, Eduard Bernstein realizó una revisión completa de El Capital.
Criticó aspectos centrales de la concepción marxista, como la teoría de la
plusvalía, la importancia de la dialéctica o el determinismo económico en los
cambios históricos. Y manifestó que la sociedad avanzaba hacia el socialismo
movida por el impuso de los ideales morales. También cabe destacar la labor de
Franz Mehring, como formador y divulgador de las ideas marxistas, y también
como historiador; en este ámbito, realizó un estudio del rey sueco Gustavo
Adolfo y de la Guerra de Treinta Años, justificando esta contienda, no en
aspectos religiosos, sino en los intereses sociales y económicos de las clases.
 En Francia, Jean Jaurés intentó realizar una síntesis entre la tradición
democrática, heredada de la Revolución Francesa, y el socialismo de inspiración
marxista. Jaurès opinaba que el motor de la historia no eran las relaciones
sociales de producción, sino la contradicción entre las aspiraciones altruistras del
hombre y su negación en la vida económica.

Tras la revolución de 1917, los bolcheviques adquirieron un gran prestigio intelectual


entre los teóricos marxistas, que se mantuvo prácticamente intacto durante 40 años. No
obstante, diversos teóricos lucharon contra la “esclerosis” dogmática stalinista:

 En Italia, Antonio Gramsci realizó una nueva reflexión del marxismo, que
criticaba la simpleza del recurso al determinismo económico para explicar la
política y la ideología, aspectos que consideraba que mantenían cierta autonomía
respecto a las luchas de clases y las estructuras económicas. Gramsci inventó
conceptos, como “catarsis” para aludir a la toma de conciencia que lleva a la
clase dominada a luchar por la libertad en el marco de un nuevo modo de
producción, o “bloque histórico” para hacer referencia a la alianza de muchas
clases o fracciones de clase. El Partido Comunista Italiano, influido por el
stalinismo, se abstuvo durante mucho tiempo de difundir la obra de este
innovador teórico.
 Junto a Gramsci, también son reseñables las críticas del húngaro Georg Lukács y
el alemán Karl Korsch a las deformaciones cientifista y economicista del
marxismo.
 En Francia, algunos integrantes de la Escuela de los Annales, como el propio
Marc Bloch, o cercanos a tal corriente, como Ernest Labrousse, se vieron
influidos por determinados aspectos de la concepción marxista de la historia
(como la definición de las clases o la influencia de los aspectos económicos
sobre las distintas capas sociales).
 En Alemania, diversos teóricos marxistas, críticos del cientifismo, se reunieron
en torno a la llamada Escuela de Frankfurt, dirigida por Max Horkheimer. Entre
sus representantes más destacados podemos citar a Siegfried Kracauer y a Walter
Benjamin, autor de las conocidas Tesis sobre la filosofía de la historia.

A finales de la década de 1950 y principios de la de 1960 se empezó a romper la


hegemonía intelectual marxista soviética. Los planteamientos críticos de Gramsci o
Luckács comenzaron a ser conocidos en los círculos militantes.

En Francia, Louis Althusser formó un equipo de jóvenes intelectuales comunistas y


comenzó una productiva labor editorial. Analizó profundamente la obra de Marx.
Presentó una nueva concepción de la historia en el que le restaba al hombre capacidad
de influencia, “una historia sin protagonista”, movida por la lucha de clases.

75
En los años 60 y 70 del siglo XX, la influencia del marxismo se extendió de la historia
económica a la historia de las mentalidades, como puede apreciarse en la producción
historiográfica de autores como el medievalista Georges Duby. Así mismo, historiadores
marxistas, como Michel Vovelle o Regine Robin, se aproximaron a ámbitos de estudio
típicos de la superestructura, como la propia historia de las mentalidades o de la
lingüística. También destacaron las figuras de los marxistas Albert Soboul (especialista
en la Revolución Francesa) y Pierre Vilar (hispanista, autor de la conocida obra
Cataluña en la España Moderna), quien estudió las convergencias entre la corriente de
los Annales y la historiografía marxista.

En esos años se formó en Polonia la Escuela de Poznan, cuyos principales


representantes fueron Witold Kula y Jerzy Topolsky.

Por último, cabe destacar la influencia de los historiadores marxistas (especialmente, los
británicos) sobre la historiografía norteamericana, especialmente patente desde la
fundación en 1969 del Shelby Cullom Davis Center for Historical Studies, de la
Universidad de Princeton, bajo la dirección de Lawrence Stone.

1 Citado en Marc Ferro, Cómo se cuenta la Historia a los niños en el mundo entero, p. 239. G.
Barraclough, Main Trends in History, pp. 21-28. E. Breisach, Historiography, cap. 25. S. H. Barón y
N.W. Heer, «The Soviet Union: Historiography Since Stalin», en G. Iggers y H. Parker, International
Handbook of Historical Research, cap. 15. J. Fontana, op cit, pp. 214-226.

6) Aportaciones desde las ciencias


sociales a la historia

Demografía
Orígenes de la demografía histórica

La demografía histórica es el resultado de un largo proceso de valoración del papel que


los “recursos humanos” tienen para la historia.

La conciencia de la importancia del número de hombres para la potencia de las


monarquías aparece claramente evidenciada en los tratadistas de los siglos XVI y XVII.
Los propios arbitristas españoles se lamentaban de la baja densidad demográfica y
afirmaban que la falta de brazos era una de las causas de la pobreza de la agricultura,
sobre todo, teniendo en cuenta que muchos recursos humanos eran empleados para fines
militares.

Esta conciencia de la importancia de los recursos humanos llevó a los pensadores a


reconocer la influencia que el volumen, la distribución y la evolución de la población
tienen sobre el funcionamiento y la trayectoria histórica de las sociedades. Y fruto de
este reconocimiento surgió la historia demográfica.

76
Durante la Edad Moderna, la idea de que la población constituía la principal fuente de
riqueza de un soberano tenía un significado fundamentalmente económico, ya que
constituía la fuerza de trabajo, la principal fuente de ingresos económicos (gracias al
pago de los impuestos) y la materia prima para los ejércitos. Por ello, los gobiernos
siempre mostraron un notable interés por contabilizar los recursos humanos, con el fin
de conocer sus capacidades fiscales y militares.

Los tratadistas de la economía política del siglo XVIII introdujeron un nuevo concepto a
la reflexión sobre la población. Los recursos humanos comenzaron a ser considerados
también como parte constitutiva y esencial de los “mercados”.

La historia demográfica sentó los principios básicos de la futura demografía histórica a


finales del siglo XVIII. Entre las distintas aportaciones, podemos destacar las de
Malthus y Condorcet:

 Thomas Malthus trató en su Ensayo sobre los principios de la población sobre la


relación entre la capacidad humana de reproducción y los recursos alimenticios.
 Nicolas de Condorcet elaboró métodos de proyección matemática y de
probabilidades para el estudio de la población.

Desde el punto de vista de las obras de carácter histórico, la historia de la población se


centró básicamente en dos aspectos:

 Los movimientos naturales de población (nacimientos y muertes).


 Los ciclos biológicos (fertilidad, reproducción, períodos intergenésicos -entre
embarazos-, etc.).

La posterior generalización del término ‘demografía histórica’ conllevó la aparición de


varios riesgos para la historiografía:

 La excesiva simplificación del análisis de la población por la reducción de sus


relaciones a los ámbitos económico y social.
 La descontextualización histórica de los estudios.

Para evitar dichos riesgos, es imprescindible que el historiador relacione los datos
demográficos con otras vertientes del conocimiento histórico:

 Con el contexto físico (“ecológico”) del colectivo al que se refieren, teniendo en


cuenta aspectos como el clima, el medio natural, las cosechas, las hambrunas, las
epidemias, o las catástrofes naturales.
 Con aspectos económicos. Datos demográficos, como los efectivos
poblacionales, la composición por edades, la esperanza de vida o la composición
de los hogares, tienen influencia sobre la oferta de mano de obra, el empleo (y el
desempleo), los salarios, el mercado, los precios, o la distribución de la riqueza
(y la pobreza).
 Con aspectos políticos o gubernamentales. La cuantificación de la población, su
distribución por edades o en familias, el grado de urbanización o los fenómenos
migratorios tuvieron una gran importancia política porque influían directamente
sobre dos capacidades básicas del poder político: la fiscal y la militar.

77
 Con aspectos sociales. Fuentes demográficas, como las actas parroquiales y
notariales de matrimonios, pueden proporcionar información sobre el estatus
social, las profesiones, el grado de alfabetización o la movilidad social del
colectivo a analizar. Además, las variables sociales pueden explicar las
demográficas: el promedio de edad de los conyuges al casarse puede depender
de las estructuras sociales y de la mentalidad colectiva; la restricción voluntaria
de los nacimientos puede ser diferente según los grupos sociales.

La demografía histórica en el siglo XX

Veamos a continuación la evolución de la historia demográfica desde el siglo XX.

En Italia, en 1930 es fundado el Comité para el Estudio de los Problemas de la


Población. Paralelamente a sus trabajos, en Francia, entre 1930 y 1945, algunos
historiadores de la economía (como Jean Meuvret o Ernest Labrousse, entre otros)
tratan de incluir las variables demográficas en sus estudios.

Tras la Segunda Guerra Mundial, la historia demográfica aparece como una disciplina
autónoma en el marco de la ciencia histórica. En 1946 aparecen dos importantes
artículos de Jean Meuvret (“Las crisis de subsistencia y la demografía de la Francia del
Antiguo Régimen”) y Louis Chevalier (Para una historia de la población”) en la revista
Population. Y en 1956, Michel Fleury y Louis Henry publican el manual De los
registros parroquiales a la historia de la población, que incluye una sistematización de
la metodología adecuada a la investigación demográfica basada en los registros
parroquiales.

Desde ese momento se multiplicaron los estudios demográficos en Francia, país que
presenta el más notable desarrollo en el campo de la historia demográfica. La disciplina
también tuvo un gran impulso en Inglaterra, sobre todo, gracias a los trabajos del
denominado Grupo de Cambridge (Cambridge Group for the History of Population and
Social Structure) y en otros países como Bélgica, España (Jordi Nadal) o Italia
(Massimo Livi-Bacci).

Como hemos indicado, en la década de 1950, Louis Henry presentó un método de


reconstrucción de familias que permitió el análisis sistemático de los registros
parroquiales. La aplicación de sus técnicas dio pie a la redacción de diversas
monografías que estudiaron la nupcialidad y la fecundidad en la Europa Occidental del
Antiguo Régimen. No obstante, la dificultad para estudiar fenómenos como la
movilidad o la mortalidad impidió la elaboración de síntesis sobre la población.

En esta primera etapa, los historiadores prefirieron prestar atención por cuestiones
metodológicas y por la realización de análisis cuantitativos, lo que dificultó la
realización de estudios sobre temas relacionados con la demografía, como la historia de
la familia o la historia social.

En 1960, Philippe Ariès, historiador francés especializado en los ámbitos de la


documentación (introdujo en Francia el uso del microfilm y la informática en los 50 y
60), la demografía histórica y la historia de las mentalidades, publicó El niño y la vida
familiar en el Antiguo Régimen, un estudio demográfico sobre la familia, la infancia y la
escuela en el Antiguo Régimen. En él relativizaba la orientación cuantitativa de los

78
demógrafos y orientaba el estudio hacia la antropología. Construyó su tesis cultural
sobre la familia a partir de fuentes iconográficas y literarias, y de memorias personales.
La obra fue publicada en una época en la que la cliometría tenía muchos seguidores, por
lo que fue puesta bajo sospecha.

Durante la década de los 60, continuaron explotándose en Francia las fuentes


parroquiales. En Inglaterra, Peter Laslett y el Grupo de Cambridge adaptaron el método
de reconstrucción de familias a las pruebas documentales inglesas, es decir, las listas de
población o padrones nominativos. Desarrollaron un trabajo pionero sobre la
composición de las familias, cuyo principal exponente es la obra de Laslett The World
We Have Lost: English Society before the Coming of Industry (1965).

En los 70 los demógrafos ingleses siguieron utilizando el método de proyección


retrospectiva de la población del Grupo de Cambridge. Y en 1981, gracias a las
aportaciones de Ronald Lee y Jim Oeppen, Tony Wrigley y Roger Schofield publicaron
la obra The Population History of England 1541–1871, a reconstruction. En ella,
utilizaron el método retrospectivo para calcular la población inglesa hasta 1541, a partir
de los datos del censo inglés de 1781, reflejando la estructura por edades y el estado
civil de la población.

El desarrollo de la demografía histórica ha llevado a la historia a estudiar la dinámica de


la población a partir de la relación de los comportamientos demográficos con aspectos
económicos, sociales, culturales o de las mentalidades, como mostró el propio Tony
Wrigley en el artículo “Population History in the 1980s” de la revista The Journal of
Interdisciplinary History.

Esta línea historiográfica de análisis interdisciplinario ha tenido una gran influencia en


la elaboración de estudios sobre la familia. Entre ellos, destaca el artículo de John
Hajnal “European Marriage Patterns in Perspective” de la obra Population in History,
Essays in Historical Demography, publicado en 1965. En él, Hajnal analizaba el modelo
histórico del matrimonio en la Europa occidental; comentaba que aspectos como los
matrimonios tardíos y el elevado grado de celibato han propiciado una reducción del
índice de fertilidad, lo que ha provocado una menor presión de la población sobre los
recursos, un mayor nivel de rentas per capita y un dinamismo económico mayor que en
los “modelos orientales”.

Tras el trabajo de Hajnal, los demógrafos han realizado diversas aportaciones sobre los
mecanismos de “autorregulación demográfica” haciendo hincapié en distintos elementos
como:

 Las características internas de la dinámica demográfica (reflejada en las


pirámides de edades y en la distribución por sexos).
 Los factores culturales.

En los últimos años, los especialistas en demografía histórica coinciden en destacar el


esfuerzo analítico y de cuantificación realizado hasta el momento. No obstante, también
asumen la crítica de que los resultados de los trabajos se han orientado más a describir
los comportamientos demográficos que a explicar los factores que los propiciaron.

Antropología

79
Antropología e historia

Desde la década de los 70 del siglo XX, los historiadores han comenzado a asimilar en
sus estudios los problemas, los métodos y los enfoques de las diversas escuelas
antropológicas. Esta nueva influencia ha enriquecido las perspectivas de los
historiadores, que han integrado en sus trabajos nuevos objetos de análisis como las
formas de religiosidad, el lenguaje, la iconografía, el vestido, la alimentación o las
costumbres.

La influencia de la antropología también ha tenido como consecuencia el desarrollo de


líneas historiográficas como la historia de género, la de la vida privada o la de la
familia.

Definición

La antropología es la ciencia social que estudia al ser humano de forma global.

Entre sus principales características, podemos destacar las siguientes:

 Análisis de los aspectos biológicos, sociales y culturales del hombre


 Principal objeto de estudio tradicional: los pueblos primitivos (sin escritura).
 Uso de técnicas, métodos y enfoques tanto de las ciencias naturales (biología,
botánica, zoología, etc.) como de las sociales (geografía, economía, sociología,
filología, política, religión, arte, etc.).
 Uso de fuentes escritas externas, de terceros.
 Producción de un conocimiento de tipo enciclopédico.
 Carácter filantrópico de los estudios.
 Trabajo de campo (implicación personal del antropólogo).

Historia de la antropología

En la Antigüedad clásica, diversos historiadores se dedicaron al estudio de las culturas


de pueblos lejanos:

 En el siglo V a. C., Heródoto describió en los nueve libros de su gran obra,


Historia, las culturas de los pueblos del “mundo conocido” en su tiempo (desde
el Sudán a la Europa central, desde la India hasta Iberia), partiendo de un trabajo
de investigación previo basado en su propio conocimiento directo y en la
utilización de fuentes orales y escritas.
 A finales del siglo I d. C., Tácito describió la distribución geográfica de los
pueblos germánicos, así como las diferentes etnias y sus correspondientes
culturas, en su libro Germania, sin tener un conocimiento directo de ellos, a
partir de fuentes literarias y de testimonios orales de soldados, mercaderes y
viajeros.

Durante la Edad Media, apenas podemos hallar obras con cierta orientación
antropológica. Únicamente cabe destacar a finales del siglo XIII las aportaciones del
viajero veneciano Marco Polo, que describió en su obra Il Milione (que originalmente
llevó el significativo título de “Descripción del mundo”) las culturas que encontró en
Catai (China), Malaca, Ceilán, la India y Persia.

80
A finales del siglo XV y durante del siglo XVI, durante la época de los grandes
descubrimientos, los exploradores y los mercaderes establecieron contactos con pueblos
de toda la costa africana, el sur de Asia, los Mares del Sur o el Nuevo Mundo. Ello
promovió el interés por estudiar la historia cultural y biológica de la humanidad. Son
muy abundantes los escritos de carácter antropológico (la carta de Cristóbal Colón de
anuncio del descubrimiento, la Breve relación de la destrucción de las Indias, de fray
Bartolomé de Las Casas, la Historia general de las cosas de la Nueva España de
Bernardino de Sahagún o los Ensayos de Michel de Montaigne.

No obstante, tras el impacto del conocimiento de estas “nuevas” culturas para los
europeos, los trabajos históricos se centraron en el estudio de los estados y las grandes
personalidades. Hasta el siglo XVIII, al calor de la Ilustración, no surgieron voces
críticas de esta concepción historiográfica:

 Algunos ilustrados comenzaron a dirigir su atención hacia las sociedades


históricas y, en particular, a la francesa, desde una perspectiva etnológica. Uno
de ellos fue Legrand d’Aussy, que publicó en 1782 la Historia de la vida
privada de los franceses, en la que se planteó realizar un análisis de las
costumbres de sus compatriotas y desarrolló una moderna y muy documentada
historia de la alimentación. En ella, además criticó a los historiadores coetáneos
en los siguientes términos: “Obligado, por los grandes acontecimientos que debe
narrar, a escuchar cuanto carece para él de determinada importancia, no admite
en escena más que a los reyes, los ministros, los generales de los ejércitos y a
toda clase de hombres famosos cuyos talentos y defectos, empleos o intrigas han
causado la desgracia o a la prosperidad del Estado. Pero al burgués en su ciudad,
al campesino en su choza, al gentilhombre en su castillo, al francés, en fin, en
medio de sus trabajos, de sus placeres, en el seno de su familia y de sus hijos,
eso es lo que nunca nos puede presentar”.
 Otros ilustrados, como Georges-Louis Leclerc (conde de Buffon), Anne Robert
Jacques Turgot o Nicolas de Condorcet, comenzaron a elaborar teorías sobre la
evolución y el desarrollo de la civilización humana desde sus orígenes, chocando
con el relato bíblico de la creación. En 1749, el conde de Buffon escribió la
Histoire Naturelle, générale et particulière, una obra que recogía todo el
conocimiento disponible hasta la fecha sobre el mundo natural, desde el punto
de vista de la biología, e incluía información sobre la evolución de la especie
humana.

En el siglo XIX, la tendencia historiográfica que tenía como objetivo la descripción del
origen de la humanidad, las costumbres y los comportamientos sociales siguió
desarrollándose en paralelo a la historia narrativa política:

 Su ámbito de estudio se extendió considerablemente, llegando a ocuparse de


temas tan diversos como la paleontología del Cuaternario, el estudio de los
pueblos aborígenes o, incluso, el folclore europeo.

 Aparecieron organizaciones como la Sociedad Protectora de los Aborígenes, la


Sociedad Etnológica de París, el Bureau of American Ethnology o la
Smithsonian Institution, que se preocuparon por la defensa del ser humano
frente al genocidio, la esclavitud o la explotación de los pueblos indígenas
americanos y australianos.

81
 Los hallazgos de restos humanos y materiales prehistóricos probaron el proceso
evolutivo del hombre, propiciando un gran desarrollo de la arqueología.
 En esta época, destacaron los trabajos del estadounidense Lewis Henry Morgan
(La sociedad primitiva, sobre la organización social de los iroqueses), el
británico Edward Burnett Tylor (que estudió la evolución del hombre, prestando
atención a los orígenes de la religión) o el polaco Bonislaw Malinowski (que fue
pionero en la realización de trabajos antropológicos de campo, en Papúa Nueva
Guinea).

En el tránsito del siglo XIX al XX la antropología comenzó a profesionalizarse y su


enseñanza comenzó a tener presencia en las universidades. Durante la primera mitad del
siglo XX, la disciplina adquirió un gran desarrollo, formándose diversas escuelas
“nacionales”:

 Sociología, etnología y estructuralismo en Francia. Desde finales del siglo XIX,


los sociólogos recurrieron a la antropología para estudiar las sociedades.
Posteriormente, fue utilizada en los estudios culturales sobre folclore. La
institucionalización como ciencia se produjo gracias a Claude Lévi-Strauss,
quien difundió el estructuralismo, entabló contacto con antropólogos
estadounidenses y británicos, y promovió la creación de laboratorios y centros
de estudios antropológicos por toda Francia.
 El culturalismo en los EE. UU. Los antropólogos estadounidenses prestaron
especial atención al análisis de la cultura. La antropología fue institucionalizada
por Franz Boas. Tanto él como sus seguidores (entre quienes cabe destacar a
Alfred Kroeber), pensaban que la conducta y el comportamiento de los grupos
humanos eran el resultado de la evolución de su cultura, y no de su origen étnico
o de leyes naturales generales. Entre sus temas de estudio, podemos señalar que
fueron los primeros en describir a los indios de América del Norte.
 El funcionalismo británico. Influido por Émile Durkheim, el funcionalismo
trataba de explicar el funcionamiento de las estructuras sociales. Sus dos
máximos representantes fueron Alfred Reginald Radcliffe-Brown y Bonislaw
Malinowski. Aparte de realizar destacadas aportaciones funcionalistas, se
dedicaron a la formación de antropólogos y crearon instituciones para promover
los estudios de esta tendencia.

En la segunda mitad de la centuria, la antropología evolucionó en distintas líneas:

 Los modelos estadounidense y británico se acercaron hasta crear una


antropología socio-cultural.
 Se desarrollaron “nuevas” antropologías, de base natural (Clifford Geertz) y
económica (influida por Karl Polanyi).
 El estructuralismo influyó en los estudios antropológicos en los años 60 y 70.
 En los 80, aparecieron nuevos temas, como el poder, el género y la sexualidad.
 Desde los 90, los antropólogos han prestado más atención a la medicina, la
biotecnología, la globalización, los derechos indígenas y la antropología urbana.

Ramas de la antropología

La antropología se divide en cuatro subdisciplinas principales:

82
 Antropología física o biológica (antropobiología). Analiza la evolución de la
anatomía humana en el tiempo, así como las diferencias y relaciones entre los
pueblos actuales y sus adaptaciones al ambiente. En ocasiones, llega a analizar
también la evolución de los primates. Comprende otras antropologías más
concretas, como la forense, la genética o la paleoantropología.
 Antropología social, cultural (de tradición británica), sociocultural o etnología
(de tradición francesa). Estudia el comportamiento humano en la sociedad y las
manifestaciones culturales. En la actualidad, se ha centrado en el estudio de la
cultura occidental. Uno de sus principales representantes es Claude Lévi-Strauss,
cuyo enfoque estructural del análisis del comportamiento del hombre
describimos más adelante, en este mismo tema. Comprende otras antropologías
de rango inferior: la del parentesco, la religión, la filosófica, la económica, la
política, la urbana o la rural, entre otras.
 Arqueología. Estudia los pueblos del pasado a través de los restos materiales
encontrados mediante el análisis estratigráfico en excavaciones y yacimientos. A
esta rama se asocian también los estudios de arqueoastronomía y de arqueología
subactuática.
 Antropología lingüística o lingüística antropológica. Estudia las lenguas de los
pueblos.

Estructuralismo
El estructuralismo es una corriente filosófica, que ejerció una considerable influencia
sobre otras ciencias humanas, como la lingüística, la antropología o la historia. Parte de
la definición de una estructura para explicar el funcionamiento general de una sociedad.
Esta estructura es definida a partir de una serie de modelos construidos en función de las
relaciones sociales (como el lenguaje oral o escrito, la comunicación, la nutrición, la
salud, el ocio, la religiosidad, etc.)

Su punto de partida fue el Curso de lingüística general de Ferdinand de Saussure. No


obstante, el máximo representante de esta corriente es Claude Lévi-Strauss.

Su aplicación a la historia y a la antropología suscitó diversos debates que enfrentaron a


profesionales de ambas disciplinas entre los años 50 y 70 del siglo XX.

Lévi-Strauss publicó diversas críticas sobre los historiadores de esta época:

 Criticó el historicismo, el etnocentrismo y el evolucionismo de los historiadores


europeos, destacando las posibilidades de enriquecimiento cultural derivadas del
establecimiento de contactos entre diferentes sociedades.

 Proclamó la primacía de la etnología sobre la historia (presentando a esta última


como una “investigación complementaria” de aquella).
 Denunció la ilusión historicista: la historia es una aproximación fragmentaria y
parcial a la realidad; es imposible intentar elaborar una historia universal.
 Redujo la historia a una recitación cronológica, señalando su dependencia del
tiempo.

Por otra parte, también buscó semejanzas y diferencias entre ambas disciplinas:

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 Reconoció que ambas tienen por objeto el estudio de la sociedad para conseguir
un mejor conocimiento del hombre.
 Admitió la importancia del conocimiento del desarrollo histórico para el análisis
de las sociedades “actuales”.
 Y separó las fuentes. Mientras la historia se ocupaba del estudio de los
testimonios “conscientes” de los hombres, la etnología utilizaba otras fuentes
“inconscientes”, subyacentes en las instituciones o las costumbres, como el
lenguaje, para conocer las sociedades y sus respectivas culturas.

Braudel respondió a Lévi realizando tres afirmaciones:

 Resaltó la importancia del estudio de la estructura para la historia.


 Propuso una definición diferente de la estructura, como una arquitectura viva,
definida por el marco geográfico, las características biológicas (adaptación al
medio, existencia de epidemias), los modelos económicos, las corrientes
espirituales y los aspectos tecnológicos, que evoluciona más o menos lentamente
en el tiempo y que influye sobre los comportamientos humanos.
 Y rechazó la existencia de una división tajante entre la historia de las formas
conscientes y la de las formas inconscientes de la vida social.

Ya en los 70, comenzaron las convergencias entre ambas disciplinas, pese a la


disparidad de las concepciones de estructura y la heterogeneidad de la producción
historiográfica influida por el estructuralismo. Y empezaron a desarrollarse
progresivamente cuatro corrientes de historia estructural:

 Una corriente braudeliana, que pretende estudiar sociedades sometidas a


evoluciones lentas.
 Una corriente mutacionista, representada por Michel Foucault, que estudia los
estados estables de la estructura social, prestando una especial atención a los
cambios de estado.
 Una corriente puramente estructuralista, que elabora modelos abstractos para
definir estructuras.
 La antropología histórica, que intenta unir las aportaciones de las tres corrientes
anteriores y de las historias cuantitativa y de la cultura material.

Historia cultural
Definición de cultura

La RAE define cultura como el conjunto de modos de vida y costumbres, conocimientos


y grado de desarrollo artístico, científico o industrial en una época o en un grupo social.

Desde un punto de vista más filosófico, las manifestaciones culturales son productos de
la intervención racional (no animal) y voluntaria del hombre sobre la naturaleza.

El término ‘cultura’

La palabra cultura comienza a aplicarse en la historia y en el resto de las ciencias


humanas a mediados del siglo XVIII en el ámbito germánico. Anteriormente, los

84
humanistas utilizaban la expresión ‘civilización’ (derivada de otras latinas como
«civis», «civitas», «civilitas»), para contraponer al hombre civilizado o culturizado que
vivía en las ciudades y al hombre tribal.

Alfred Kroeber y Clyde Kluckhohn publicaron en 1952 un libro titulado Culture: A


Critical Review of Concepts and Definitions, que recopilaba más de 150 definiciones
diferentes de cultura, propuestas por antropólogos, sociólogos, psicólogos y otros
especialistas de las ciencias humanas. El tema no quedó cerrado; al contrario, en la
actualidad, a las propuestas por estos dos autores, hay que añadir muchas más. Las
distintas definiciones pueden ser ordenadas en varias categorías:

 Definiciones descriptivas. Desde una perspectiva antropológica, Edward Burnett


Tylor definió “cultura” en 1871 como “ese todo complejo que comprende
conocimientos, creencias, arte, moral, ley, costumbres y cualquier otra facultad y
hábito adquiridos por el hombre como miembro de la sociedad”. La definición
tuvo una buena acogida en Alemania, en Escandinavia y en América. En cambio,
no fue aceptaba en los países latinos o en Inglaterra hasta hace muy poco
tiempo.
 Definiciones históricas. En esta línea podemos destacar dos definiciones:
 La de Edward Sapir, para quien la cultura es “el conjunto socialmente heredado
de prácticas y creencias que determinan la textura de nuestra vida”.
 Y la de Bronislaw Malinowski: “La cultura comprende artefactos, bienes,
procesos técnicos, ideas, hábitos y valores heredados”.
 Definiciones normativas. Se dividen en dos subgrupos.
 El primero destaca la cultura como regla o pauta de conducta. Clark Wissler
explicaba que “el modo de vida seguido por la comunidad o la tribu es
considerado como una cultura [e] incluye todos los procedimientos sociales
estandarizados”.
 El segundo concibe la cultura como una idea o un valor orientador de la
conducta. Aunque en la actualidad, es una corriente abandonada, en los años 40
del siglo XX tuvo cierta aceptación entre los filósofos y psicólogos europeos.
Sus principales representantes fueron David Bibney y Pitrim Sorokin, para
quienes los ideales y valores tenían una influencia directa en el comportamiento
grupal e individual.
 Definiciones psicológicas. Hay cuatro subgrupos de definiciones de esta
categoría:
 Definiciones que acentúan la función psicológica de la cultura como ajuste
social.
 Definiciones de la cultura como aprendizaje.
 Definiciones de la cultura como hábito adquirido.
 Y definiciones puramente psicológicas de cultura.
 Definiciones estructurales. Comienzan a aparecer a partir de 1940. La cultura es
un diseño o un sistema de diseños para vivir, no el mismo vivir. Según Ralph
Linton, “una cultura es la configuración de la conducta aprendida y los
resultados de la conducta, cuyos componentes son compartidos y trasmitidos por
los miembros de una sociedad particular”.
 Definiciones genéticas. Prestan atención a la cultura como productos o
artefactos, a las ideas como raíz de la cultura y a los símbolos.

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Ha transcurrido casi un siglo y medio desde que Tylor introdujo el término ‘cultura’ en
la antropología (1871) y pese a ello sigue sin existir una definición única que goce de
consenso general entre los investigadores. Sin embargo, por encima de las discusiones
teóricas y de las perspectivas ideológicas, existe una definición «operativa» de ‘cultura’,
asumida por la UNESCO y que incorpora al mismo tiempo las dimensiones
humanísticas y antropológicas. La definición fue aprobada por unos 130 gobiernos,
adscritos a esta organización. En su sentido más amplio, la cultura puede considerarse
como “el conjunto de rasgos distintivos, espirituales y materiales, intelectuales y
afectivos, que caracterizan a una sociedad o un grupo social. Además de las letras y las
artes, comprende los modos de vivir, los derechos fundamentales del ser humano, los
sistemas de valores, las tradiciones y las creencias”.

Historiografía cultural

En sentido amplio, la historia de la cultura se ha ocupado de estudiar las


manifestaciones del espíritu humano a lo largo del tiempo, tanto en su dimensión
individual como colectiva. No solo abarca sus objetos de estudio tradicionales, la “alta
cultura” (como la filosofía, el derecho, la literatura, el arte, la música, la religión, la
ciencia o la técnica), sino también otras manifestaciones humanas de menor alcance o
prestigio (la familia, la gastronomía, la vida sexual, etc.) y las relaciones entre todas
ellas.

A finales del siglo XVIII, Johann Christoph Adelung utilizó por primera vez la
expresión “historia cultural” (“Kulturgeschichte”) para hacer referencia a una historia
general que contrastase con las historias específicas de la filosofía, la ciencia, la
literatura o el arte.

Medio siglo más tarde, en 1816, Jakob Burkhardt publicó quizá el estudio más conocido
sobre historia cultural: La cultura del Renacimiento en Italia. No obstante, la
historiografía rankeana y la primacía de los temas políticos y diplomáticos impidieron el
desarrollo de la nueva línea histórica cultural.

Un par de generaciones después, ya en el siglo XX, fueron los historiadores económicos


y sociales los que criticaron los presupuestos de Burkhardt, argumentando la falta de
relación entre los aspectos culturales y los socioeconómicos. Tras la década de los 30
del siglo XX crecieron los intentos por escribir una historia social de la cultura,
encabezados por marxistas como Georg Lukács o su discípulo Arnold Hauser, o por los
marxistas culturalistas que desarrollaron sus trabajos tras la Segunda Guerra Mundial.
Poco más tarde, en la década de los 60, llegaron nuevas críticas a la historia cultural,
basadas en la falta de atención por la cultura popular. Autores como el francés Robert
Mandrou o el británico Edward Thompson comenzaron a publicar estudios sobre la
cultura popular. Ambos fueron muy criticados, pero también muy imitados.

Los primeros años de los 70 fueron los del auge de la antropología histórica en Europa.
Algunos historiadores comprendieron la importancia que en su producción podía tener
el trabajo de los antropólogos.

A partir de los años 80 se desarrolló la fase postmoderna de la historia cultural o “nueva


historia cultural”, caracterizada por grandes cambios:

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 El descubrimiento de la vida cotidiana a través de la cultura popular (la música
popular, las imágenes, la comida, la vestimenta, las viviendas del pueblo),
siguiendo el camino abierto previamente por los antropólogos (especialmente,
por el estadounidense Clifford Geertz).
 La elaboración de “invenciones” o construcciones culturales, como La invención
de lo cotidiano, de Michel de Certeau; la colección de ensayos editada por Eric
Hobsbawm, titulada La invención de la tradición; y el libro Comunidades
imaginadas. Reflexiones sobre el origen y la difusión del nacionalismo, de
Benedict Anderson (hermano de Perry Anderson).

En la actualidad, entre las formas actuales de historia cultural más populares destacan la
historia del libro (y la lectura), la de la memoria (basada fundamentalmente en los
testimonios orales) y la del cuerpo. Por otra parte, también se puede apreciar un
acercamiento de la historia cultural a la historia política y a la económica.

La historia cultural es probablemente el sector historiográfico que ha experimientado un


mayor número de innovaciones en las últimas décadas, en el que se están realizando los
avances más destacados y a la vez controvertidos, quizá por su amplitud temática, quizá
por la existencia de historiadores de la cultura en prácticamente todos los países del
mundo.

Cultura material y arqueología


Cultura material

A través del estudio de la cultura material, el historiador puede ser capaz de llegar a
conocer al hombre en su época, ya que los objetos materiales ofrecen información sobre
las relaciones sociales.

La cultura material no se reduce a las herramientas indispensables para la subsistencia o


las armas necesarias para la guerra o la defensa personal. Es mucho más rica, ya que
incluye otro tipo de objetos relacionados con las múltiples y complejas necesidades del
hombre (obras de arte, ornamentos, instrumentos musicales, objetos rituales y de culto,
monedas, vestidos, todo tipo de mercancías, útiles orientados a la producción, etc.). La
cultura material muestra la capacidad tecnológica, las estructuras sociales y el desarrollo
cultural del grupo al que corresponde.

Hoy en día, la cultura material es utilizada en la investigación arqueológica de conjuntos


de distintas épocas históricas:

 Los prehistoriadores tienen muy en cuenta en sus estudios elementos de la


cultura material, eruditamente categorizados, como las herramientas líticas, la
cerámica o las armas de metal.
 La arqueología clásica tiene en consideración la cultura material para estudiar
diversos aspectos, como el arte, las creencias, la organización política, el
urbanismo y la red de carreteras.
 Los medievalistas también han utilizado la cultura material para estudiar temas
relacionados con la geografía urbana, la vivienda y la producción artesanal.

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Fernand Braudel afirmaba que la cultura material podía servir para el estudio de la
historia económica. En este sentido, escribió: “la vida material es como la planta
inferior de una construcción cuya planta superior está constituida por lo económico”.
Advertía también que no solo era interesante conocer las “cosas” (alimentación,
vivienda, vestido, lujo, herramientas, instrumentos monetarios, pueblos y ciudades),
sino también la distribución de su propiedad o uso entre la población para obtener de
ella información útil para la elaboración de estudios de historia social y demográfica.

El medievalista polaco Witold Kula estudió la cultura material y también la relacionó


con la historia social y económica, tras verificar que a través de ella podía obtenerse
información no solo sobre los medios y métodos utilizados en la producción, sino
también sobre el consumo en un grupo social.

En la misma línea, el arqueólogo Renato Peroni opina que el estudio de la cultura


material no se reduce a la historia de la técnica, sino que tras los objetos se halla “el
universo de los hombres y de sus relaciones sociales”.

Andrea Carandini cree también que el estudio de la cultura material puede ofrecerle al
historiador información sobre la actividad laboral y las relaciones sociales, ya que el
análisis de los medios de producción y las materias primas puede llevar al conocimiento
de los medios de producción y comunicación, y a las características del consumo en un
grupo social.

John Greville Pounds considera que la cultura material es el reflejo de las necesidades
humanas, desde las más elementales a las evolucionadas, lo que debe permitir el
desarrollo de estudios de historia social y económica.

Por último, el colombiano Víctor Manuel Patiño entiende por cultura material “el
complejo de logros, actividades y realizaciones tocantes a la vida diaria y congruentes
con la satisfacción de las necesidades físicas, que el hombre comparte con los otros
miembros de la escala zoológica, pero también con los componentes psíquicos y
religiosos que le son privativos y hacen de él el animal social por excelencia”.

Como podemos apreciar, también falta consenso en la definición del concepto de cultura
material. No obstante, en lo que sí coinciden los investigadores es en la utilidad de su
estudio en los trabajos históricos y arqueológicos.

Cultura material e historia

La cultura material ha sido relacionada tradicionalmente con la arqueología (la ciencia


de los objetos), o la antropología (la ciencia que estudia la naturaleza de los seres
humanos), quedando en tercer plano la historia (la narración y exposición de los
acontecimientos pasados y dignos de memoria).

De hecho, son escasos los trabajos de cultura material de carácter histórico. Hasta el
momento, la cultura material apenas ha sido utilizada para la elaboración de estudios
sobre la alimentación, la vivienda o el vestido, o para el análisis de las técnicas
productivas.

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La historia de la cultura material no se ha desarrollado aún como disciplina y algunos
autores la han subordinado a la historia económica o a la de las técnicas. También ha
influido notablemente en el desarrollo de otras historias, como la de las mentalidades, la
microhistoria, la de la vida cotidiana, la historia social, las historias de vida o la nueva
historia cultural. A todas estas corrientes historiográficas la cultura material les ha
facilitado fuentes históricas (los objetos materiales).

Arqueología

La RAE define la arqueología como la ciencia que estudia lo que se refiere a las artes, a
los monumentos y a los objetos de la antigüedad, especialmente a través de sus restos.
Quizá no sea una definición demasiado ajustada a la realidad actual. La arqueología es,
más bien, una disciplina que estudia las sociedades a través de sus restos materiales. No
es una “ciencia auxiliar” de la historia, que ayuda al historiador a reconstruir períodos
no suficientemente iluminados por las fuentes escritas. La arqueología es una ciencia
social independiente, que estudia a los seres humanos a través de su cultura material y
psicológica. En algunos países es considerada una rama de la antropología, al ocuparse
del estudio de las manifestaciones materiales de las culturas humanas.

La investigación arqueológica se ha centrado tradicionalmente en el estudio de


sociedades de la Prehistoria y la Historia Antigua. No obstante, en las últimas décadas
ha comenzado a trabajar en el estudio de etapas más recientes, como la Edad Media, la
Moderna o el “período industrial”.

Simplificando, el método de trabajo de los arqueólogos pasa por tres fases:

 La prospección, que es una exploración de una determinada zona en busca de


pruebas materiales que permitan suponer la existencia de un yacimiento. Dicha
exploración se realiza habitualmente por medio de un “muestreo”, que se basa
en criterios probabilísticos, geográficos y estratigráficos.
 La excavación del yacimiento en busca de los restos de la cultura material.
 El trabajo de laboratorio, que consiste en el análisis exhaustivo de los vestigios
hallados (“lavado”, siglado, registro, dibujo, datación, estudio).

La arqueología cuenta con numerosas subdisciplinas: etnoarqueología (estudio de una


comunidad humana a partir de la cultura material), arqueología cognitiva (estudia las
formas de pensamiento y las estructuras simbólicas), contextual (estudia el contexto de
la cultura material), darwinista (estudia la evolución de las culturas), de género (estudia
los roles, acciones e ideologías de hombres y mujeres por separado), experimental
(obtiene el conocimiento gracias a la reconstrucción de objetos y al estudio de su uso),
holística (estudia y relaciona todos los aspectos de una sociedad: ecología, arte, política,
economía, ideología, religión, etc.), del paisaje (estudio del medio ambiente en que se
desarrolló una cultura), arqueometría (estudio de los materiales basado en la aplicación
de técnicas físico-químicas), paleobotánica, (estudia los restos fósiles de vegetales),
zooarqueología, (estudio de los restos óseos), etc.

Revisemos a continuación de forma superficial la historia de la arqueología.

El ser humano siempre ha tenido conciencia de su pasado más o menos remoto, gracias
a la existencia de tradiciones orales o escritas o de vestigios de cultura material. Estos

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últimos comenzaron a concitar una especial atención de los europeos en el
Renacimiento. Durante la época de los grandes descubrimientos geográficos y de la
colonización del Nuevo Mundo, los exploradores y los conquistadores trajeron consigo
objetos de los pueblos con los que habían entrado en contacto. Algunos estudiosos,
como Ulisse Aldovrandi, se dieron cuenta de que había objetos muy parecidos en las
ruinas antiguas europeas (herramientas líticas, armas, joyas, etc.), lo que demostró que
en Europa también hubo un tiempo en que la cultura era primitiva.

Así mismo, en esta época comenzó la actividad arqueológica en Italia, movida


fundamentalmente por intereses artísticos. Artistas como Brunelleschi o Miguel Ángel
promovieron o asistieron a la realización de excavaciones en yacimientos romanos. Y en
1550, el arquitecto Domenico Fontana descubrió Pompeya, aunque no la estudió en
profundidad y quedó en el olvido hasta el siglo XVIII. Los trabajos de esta época se
limitaron a desenterrar grandes monumentos, por lo que no supusieron un avance
metodológico en la arqueología.

Por otra parte, este tipo de actividades se extendió fuera de Europa y tuvo como
principal motivación el expolio de los tesoros de la cultura material de las sociedades de
los territorios colonizados (obeliscos, cerámicas, frescos, esculturas, sarcófagos, etc.),
que pasaron a enriquecer las colecciones de los grandes museos, como el British
Museum o el Louvre. Ello conllevó el desprecio de los objetos cotidianos y la falta de
cuidado por los yacimientos.

Otro motor de la arqueología fue el interés fundamentalmente decimonónico por


conocer la verdadera antigüedad de la Tierra y el origen del hombre, desde un punto de
vista científico, en contraposición a las posturas bíblicas defendidas por el cristianismo.

Con el paso del tiempo, la arqueología experimentó mejoras en el trabajo de campo o en


el de laboratorio, pero sus estudios no se basaron en planteamientos científicos
rigurosos.

Durante el último cuarto del siglo XIX se desarrolló el difusionismo, una corriente
arqueológica que afirmaba la existencia de zonas nucleares de irradiación de
innovaciones (fundamentalmente posteriores al Neolítico, como la agricultura, la
ganadería, la escritura, la rueda, el estado o la construcción arquitectónica, entre otras).
En esta corriente se pueden enmarcar los grandes descubrimientos arqueológicos de
finales del siglo XIX y principios del XX:

 Los descubrimientos de Troya y Micenas por Schliemann.


 La excavación de Knossos por Arthur Evans.
 Los trabajos de Flinders Petri y Ernesto Schiaparelli en Egipto.
 La investigación de yacimientos del Oriente Medio, como Hattusas (cultura
hitita en Anatolia), Eridu y Ur (en Mesopotamia).
 Los yacimientos del Lejano Oriente, como Angkor (Camboya), la cultura de
Yangshao (que se extendía a lo largo del río Amarillo en China), o de Harappa y
Mohenjo-Daro en la zona del Indo.
 Y en 1923, Lord Carnavon y Howard Carter descubrieron la tumba de
Tutankamon, lo que fue un auténtico boom mediático.

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Los grandes descubrimientos se sucedieron con rapidez en el tiempo. Los investigadores
se centraron en la acumulación de datos sobre los hallazgos, la clasificación, la datación
y el desarrollo de especulaciones históricas no científicas. En esta etapa primó el
protagonismo de los arqueólogos sobre el desarrollo científico o la salvaguarda del
patrimonio.

Paralelamente al desarrollo de las grandes excavaciones europeas y asiáticas, los


arqueólogos americanos comenzaron a contradecir las tesis del difusionismo. Los
hallazgos arqueológicos en el Yucatán (John Lloyd Stephens y Frederic Catherwood
descubrieron Chichén Itzá) y en los Andes (Julio César Tello dio a conocer las culturas
Paracas y Chavín; y Hiram Bingham descubrió Machu Picchu) plantearon el origen de
una serie de civilizaciones que nacieron de forma aislada a los núcleos difusores de
innovaciones euroasiáticos y alcanzaron un desarrollo cultural similar. Estas dudas
permitieron el desarrollo de la teoría arqueológica del evolucionismo autóctono, que, al
menos, sirvió para moderar el difusionismo.

Por otra parte, a finales del XIX y durante el primer tercio del XX, la arqueología
prehistórica también tuvo gran desarrollo en la Europa occidental, particularmente en
Francia, donde los investigadores intentaron definir la secuencia del Paleolítico a partir
del análisis estratigráfico de distintos yacimientos. En esta tarea destacaron arqueólogos
como Gabriel de Mortillet, Henri Breuil o Denis Peyrony, cuya competencia tuvo como
consecuencia el destrozo de los yacimientos.

En 1925, el arqueólogo marxista australiano Vere Gordon Childe publicó el libro Dawn
of the European Civilization, revolucionando la arqueología prehistórica. En él, estudió
el impacto indodeuropeo sobre el origen de la civilización occidental, analizando
aspectos como la lingüística o los movimientos migratorios. Acuñó la expresión
Revolución Neolítica. Y defendió la existencia de múltiples influencias y contactos
(pacíficos o no) entre las distintas culturas. La nueva perspectiva dio origen a la
arqueología cultural historicista.

Tras la Segunda Guerra Mundial, la arqueología experimentó un gran progreso gracias a


diversos avances técnicos (sedimentología, datación por dendrocronología, palinología,
prospección aérea, datación por Carbono 14 o el refinamiento del sistema de
excavación, etc.) relacionados con el desarrollo de otras ciencias naturales o de la
ingeniería. Ello frenó la degradación de los yacimientos.

A partir de los años 60 del siglo XX el panorama comenzó a cambiar. Poco a poco
fueron apareciendo enfoques más científicos. Fueron publicados los primeros manuales
universitarios que no solo se limitaban a explicar la mecánica del trabajo arqueológico o
la sucesión de culturas, sino que presentaban propuestas para la interpretación teórica de
los resultados. Y aparecieron nuevas corrientes arqueológicas:

 La arqueología procesual anglosajona, que defendía la aplicación del método


científico propio de las ciencias naturales y estaba muy influida por la
antropología social.
 La arqueología estructuralista, que pretendía la captación global de los
fenómenos humanos a través del análisis de la cultura material.

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 La arqueología marxista moderna, orientada al estudio de los modos de
producción de la Prehistoria (el comunismo primitivo y el modo de producción
asiático).
 La arqueología postprocesual anglosajona, surgida en los años 80, que negaba la
idoneidad de la aplicación del método universal de las ciencias naturales por la
especificidad e individualidad de cada yacimiento, y promovía el debate sobre la
interpretación arqueológica con el fin de enriquecer la interpretación de los
hallazgos.

7) Historia de género
Introducción
La historia de la mujer se fue abriendo paso durante la segunda mitad del siglo XX entre
una historia militante, activista, feminista, y otra historia androcéntrica, que omitía el
pasado femenino. Gracias al auge del movimiento feminista en los países
industrializados, la historia de la mujer ha experimentado un espectacular desarrollo en
las últimas cuatro décadas, llegando a adquirir el rango de tendencia historiográfica o de
disciplina en el ámbito de la historia.

La historia de la mujer se ha movido entre la reflexión historiográfica y la realización de


estudios. Entre estos podemos encontrar un buen número trabajos que se enmarcan entre
dos extremos; podemos localizar estudios realizados desde el feminismo militante más
radical y excluyente, y también análisis que simplemente sustituyen el “objeto
histórico”, situando en primer plano una figura histórica femenina relevante.

Las fuentes
Las fuentes para la realización de estudios sobre historia de la mujer varían según las
distintas épocas históricas y los objetos de estudio.

La ausencia de la mujer en la historia androcéntrica llevó a las asociaciones de mujeres


o a los movimientos feministas a crear sus propios archivos privados, en los que
empezaron a conservar documentos variados, como panfletos, actas de sesiones, listas
de miembros, correspondencia, etc.

Así mismo, también tienen valor como fuentes la documentación personal de mujeres
con presencia en la vida civil o los testimonios autobiográficos. En ambos casos, es
necesario confrontar la información que proporcionan con fuentes complementarias que
permitan probar la veracidad o la objetividad de los hechos relatados.

También podemos encontrar fuentes de interés para la historia de género en los archivos
de las instituciones religiosas o laicas, que reflejan sus actividades cotidianas.

Igualmente se ha constatado la presencia de la mujer en documentación política,


económica, administrativa, religiosa, educativa, sanitaria y asistencial.

92
Por último, también han sido utilizados los archivos judiciales y notariales para
desarrollar la historia social de la mujer.

La mujer como sujeto de la historia


La historia de género puso en un primer momento a la mujer en sujeto de la historia. En
este sentido, fueron realizados diversos estudios sobre personajes femeninos anónimos,
emblemáticos de miles de mujeres, reconstruyendo secuencias prototípicas de sus vidas.
Esta estrategia historiográfica permitió reexaminar la historia desde el punto de vista de
las mujeres.

A partir de los años 70 aparecieron antologías de obras que evaluaban el potencial


conceptual y metodológico de la historia de la mujer.

No obstante, las primeras en indagar sobre el pasado de las mujeres fueron feministas de
formación universitaria, que no eran historiadoras. Les abrió el camino la filósofa
Simone de Beauvoir, que trabajó para el reconocimiento del estatus de la mujer como
persona. Estos primeros trabajos formaron parte de un proceso de toma de conciencia de
la identidad de la mujer y de su influencia en la historia. No obstante, esta primera
historia comprometida presentaba algunos problemas, como el presentismo o la
utilización de fuentes de segunda mano.

En los años 70, la historia de la mujer presentaba tres características principales:

 El rechazo de lo fáctico, típico de la historia política, en favor de los largos


ciclos económicos.
 El distanciamiento respecto a los historiadores que realizaban trabajos sobre los
marginados y los humildes.
 El tratamiento de temas como la vida material, la vida privada o la sexualidad.

La historia de las mujeres se separó de la Nouvelle Histoire, ya que esta no tuvo en


cuenta los puntos de vista de las mujeres en sus estudios. Si mostraron una mayor
empatía, en cambio, otros historiadores americanos como Charles Boxer o Carl Degler,
que querían desarrollar una “historia integrada”.

En Francia, desde la perspectiva de la corriente de los Annales, apenas Georges Duby,


promotor de la historia de las mentalidades, manifestaba interés por la investigación de
las relaciones entre ambos géneros y de la influencia histórica de la mujer. A principios
de los 90, Duby expuso la necesidad de revisar el papel de la mujer en la Edad Media;
su planteamiento promovió la publicación de estudios sobre la mujer en en este período
histórico. En 1991 Duby escribía: “He aquí donde desemboca el largo camino que he
seguido, pasando de los campesinos a la nobleza, del estudio de las herramientas de
producción y el comercio al de los lazos de parentesco, de los sistemas ideológicos a los
de los sueños. ¿Cómo puedo pretender dar un juicio global y serio sobre una población
cuyas costumbres y creencias me empeño en descubrir desde hace cincuenta años, si
olvido estudiar de cerca la mitad de ella? Más aún, es extraño que haya tardado tanto en
preocuparme por la historia de las mujeres”.

La mujer como agente de la historia

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Con el desarrollo de la tendencia historiográfica, la mujer pasó de ser víctima a sujeto
de la historia. Posteriormente su concepción evolucionó hasta constituirse en un agente
de la historia. La mujer comenzó a ser estudiada como un actor que de forma no solo
individual, sino también colectiva, podía tener una influencia crucial en el desarrollo
histórico. Este cambio de perspectiva conllevó la publicación de gran número de
estudios que trataron de reflejar la experiencia y las perspectivas de la mujeres, en
contraposición a los hombres. Los temas tratados fueron muy diversos:

 La sexualidad, la familia y la maternidad.


 El trabajo.
 La religiosidad, la educación, la saludo y la integración social.
 El activismo político.

Este cambio conceptual llevó al replanteamiento de instrumentos historiográficos como


las cronologías, ya que estas estaban construidas desde un punto de vista androcéntrico.
El estudio de los hechos relacionados con las mujeres puso de manifiesto la necesidad
de tener en consideración ritmos, duraciones e intervalos históricos distintos. Algunas
historiadoras, entre las que destaca Joan Kelly-Gadol, han planteado la necesidad de
revisar las cronologías históricas teniendo en cuenta a las mujeres. Creen necesario que
antes de caracterizar una época se analice de qué manera influyeron los hechos a cada
sexo.

La historia “integrada” de mujeres y hombres


Con el transcurso del tiempo, la historia de la mujer fue desarrollando sus bases teóricas
y algunos historiadores comenzaron a destacar la necesidad de evolucionar hacia una
historia relacional o hacia una historia integrada, que tratase de interpretar los hechos
históricos desde los puntos de vista de ambos géneros. Eran más partidarios de
promover un cambio de visión historiográfica que de seguir desarrollando la historia
autónoma de la mujer.

No obstante, esta iniciativa recibió algunas críticas, quizá por avanzarse en el tiempo.
Algunas historiadoras afirmaron la necesidad de seguir trabajando en la historia de la
mujer para profundizar en el conocimiento de la influencia femenina sobre la historia.
Para ellas, no se podía aún realizar una síntesis correcta.

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