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Reseña: Chile 1970-1973.

Mil días que estremecieron al mundo (Gaudichaud, 2016)

Magíster en Historia del Tiempo Presente


Estudiante Saaid Jamis Tovar
Profesor Sebastián Hurtado

La obra «Chile 1970-1973. Mil días que estremecieron al mundo» (2016) escrita por Franck
Gaudichaud, es una obra relevante que nos abre nuevos ángulos dentro en un «océano
bibliográfico» sobre un periodo de tiempo del cual se ha escrito mucho. El libro «equilibra»
la producción académica con la memoria de otros actores relevantes e influyentes de la «vía
chilena al socialismo», recuperando el papel realizado «desde abajo» por los barrios
populares y las poblaciones movilizadas mediante el «poder popular constituyente»1.

La tesis central del libro, propone que es necesario diferenciar en el análisis del
accionar de los movimientos sociales de la época, y especialmente de los Cordones
Industriales, lo que el autor denomina “cordón en sí” y “cordón para sí”, los cuales fuero
apropiados por las poblaciones de maneras auto gestionadas en respuesta a la crisis
generada por la clase dominante.

Lo rico y enriquecedor de su apuesta es lograr visibilizar la capacidad de las


poblaciones para influir durante su participación en los «Cordones Industriales», los
«Comités de la Unidad Popular» y en la formación del «Área de Propiedad Social» que
estaban en gran parte institucionalizados y burocratizados. Sin duda, esto no hubiese sido
posible sin la apertura que ha tenido los estudios de la Historia reciente hacia la sociología
y ciencia política. También enriquece la obra la importancia que le da el autor a los nuevos
sujetos y su capacidad de dialogar e influenciar en los procesos revolucionarios, esto es una
muestra de esos tesoros perdidos en la historia, que han sido protagonizada en especial por
las luchas nacionales y los Partidos Políticos; esto es importante pues dentro de la
revoluciones se ha «fetichizado» los «grandes» iconos de la historia como el Partido

1
El autor se basa en el poder popular, agregándole la palabra constituyente para dar cuenta la capacidad de la
agencia sobre lo constituido.
Comunista de la Unión Soviética o la Unión Popular en Chile invisibilizando lo demás
actores2.

El libro es resultante de una tesis doctoral, que combinó diferentes perspectivas de


información tomando aportes desde la historia, la sociología y la ciencia política, mediante
fuentes archivísticas, documentales y orales. Así hila su narración en cuatro partes: (I) El
Chile de la Unidad Popular; (II) ¿Hacia el desbordamiento? Del fracaso de los Comités de
la Unidad Popular a la Asamblea de Concepción; (III) “De los cordones industriales en sí a
los cordones industriales para sí”; y (IV) Repertorios del poder popular, territorios
movilizados y amenazas del golpe de Estado.

A manera de introducción el autor abre con un marco epistemológico inicial, logrando


establecer los lineamientos en los cuales aborda la teoría de la acción colectiva o de los
movimientos sociales, enmarcados en la teoría marxista pero incluyendo nuevas categorías
de análisis3, lo que representa una mirada no determinista ante el conflicto social basado
exclusivamente en la lucha de clases. Posterior a esto es de resaltar como el autor hacer una
ruptura con la narración cronológica y aislada de los hechos mostrando las sincronías y
diacronías de la historia.

En la primera parte del libro su relato se sitúa en la década de los 50, un periodo de
crisis que generará una «marca» el proceso revolucionario hacia adelante, como destaca
José Benado Medvnky:

El «Estado de compromiso» chileno es la principal herramienta de control


social en manos de una burguesía industrial hegemónica – gracias especialmente a
la entrega de ciertas concesiones económico-sociales hacia fracciones reducidas y
específicas de las clases dominadas”4.

Esta «marca» básicamente sería la institucionalización de las reivindicaciones


sindicales marginando al campesinado buscando englobar la lucha de las organizaciones de
izquierda. Lo que a su vez generó una pérdida de autonomía de los movimientos obreros y

2
Lo cual no sugiere que la historia pueda ser comprendida sin ellos, sino resaltar la necesidad de ampliar los
focos de análisis en la comprensión de la «historia revolucionaria».
3
En la línea de Sophie Béroud, René Mouriaux y Michel Vakalouis como lo expone el autor.
4
Macías, E. M. D. (2017). Gaudichaud, Franck, Chile 1970-1973. Mil días que estremecieron al mundo.
Barcelona, Editorial Sylone, 2017, 383 pp. Historia Actual Online, (44), 171-173. Pag. 46.
sindicales, como por ejemplo con la creación de la Central Unitaria de Trabajadores (CUT)
en 1953, que fue controlada inicialmente por el Partido Comunista, el Partido Socialista y la
Democracia Cristiana hasta 1973. Es de resaltar que, en acontecimientos más recientes
durante el Gobierno del Partido Progresista en la Alcaldía de Bogotá (en Colombia o en el
proyecto de la revolución bolivariana en Venezuela la institucionalización de los
movimiento sociales ha sido una de las criticas fundamentales en estos proyectos de cambio
social, ya que al largo plazo es un factor que podría desarticular el movimiento social.

Siguiendo con el libro, la CUT también se caracterizaba por una gran verticalidad y
centralidad, lo cual era un impedimento para el trabajo territorial y poder organizar
transversalmente a los trabajadores. Sin embargo para 1970 esta organización agrupaba
gran más de la mitad de los sindicatos a nivel Nacional, como señala Gaudichaud. Por su
parte los movimientos de los pobladores, después del éxodo rural y la crisis minera
comenzaron a organizarse y hacer reivindicaciones en términos de vivienda, salud y
transporte fortaleciéndose así la participación populista y comunitaria. En este último punto
habría sido interesante si el autor hubiese podido incluir los estudios recientes de la
Geografía Social y del Paisaje, que han creado ramas de estudio en los procesos migratorios
campo/ciudad y urbanos.

A lo anterior, según nos plantea el autor, en la «vía chilena al socialismo» se debe


sumar todos los esfuerzos realizados por los Partidos Políticos de izquierda y
extraparlamentarios como el Partido Comunista (PC), Partido Socialista (PS) y la
Democracia Cristiana (DC), Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR), el Partido
Obrero Revolucionario (POR), Vanguardia Organizada del Pueblo (VOP) y el Vanguardia
Revolucionara Marxista (VRM), que compartían una base de referente ideológico del
«marxismo soviético» pero que se diferencian profundamente en las estrategias y formas de
la «conquista» del poder. Esto fue creando rupturas entre la Unión Popular y los Partidos
Comunista y MIR; a raíz de la alianza política que buscaba Allende con la Democracia
Cristiana, la cual fue cada vez más cuestionada.

En la Parte II del libro, Gaudichaud expone que la institucionalización del «Poder


Popular» no sólo estuvo ligada a la CUT, sino también a la creación de los Comités de la
Unidad Popular (CUP) y las Área de Propiedad Social (APS). No obstante el fracaso de
estas instituciones, según el autor, se debe a: la ausencia de objetivos políticos, sectarismo
político y control en la participación en los comités y la difícil coordinación de miles de
militantes nuevos. Por tanto, la expropiación de los grandes monopolios fracasó al igual
que la creación de un sector estatal de propiedad social, lo cual no era esta una garantía
hacia la economía socialista. Pese a esto de alguna manera el fracaso inminente generó una
reacción en las nociones de participación de los trabajadores.

Hacía 1971, cuando Allende había logrado una disminución en la tasa de desempleo, la
inflación y un aumento en los salarios de la población, las clases dominantes comienza a
reaccionar mediante una estrategia ofensiva tratando de pasar a la calle para intentar
disputarse el espacio público. Lo cual se logró mediante la creación de una psicosis de
escasez y racionamiento hábilmente manejado en los medios de comunicación, para así
generar un mercado negro de los productos y una especulación, lo que llevaría a un
incremento sustancial de los productos.

En la tercera y cuarta parte del libro se expone la reacción popular ante el fracaso de
los Comités de la Unidad Popular (CUP) y las Área de Propiedad Social (APS), pues en un
contexto espacial la acción social y colectiva radicaba en el territorio. Donde a la par de la
creación de estas instituciones brotó un «verdadero laboratorio de experiencia» de los
pobladores y el poder popular local, como por ejemplo: los movimientos y voluntarios en
materia de salud mediante las brigadas sanitarias o las brigadas educacionales mediante
escuelas autogestionadas y de justicia comunitaria. El poder popular logró en gran medida
organizarse territorialmente mediante los «Cordones Industriales» en el marco de los
procesos productivos5.

Mediante la creación de los «Cordones Industriales» – En especial del Cerillo y


Mauipú – en 1972, se logra ver el trabajo conjunto y coordinado de los pobladores. En este
contexto es que el autor desarrolla la idea del «poder popular constituyente» con el fin de
señalar experiencias colectivas de apropiación que cuestionaban los mecanismos
institucionalizados. Es por esto que se señala la diferencia entre los «cordones industriales
“en sí” a los cordones industriales “para sí” ». Esta idea que nos plantea el autor hace que

5
El libro expone que el MIR fue el principal motor de la idea de poder popular en el marco del movimiento
poblacional.
imaginemos y repensemos las formas de organización de base comunitaria, haciéndonos
cuestionar ¿cómo en este proceso revolucionario se hubiese podido fortaleces más estas
iniciativas? ¿Por qué los partidos políticos de izquierda aún no tienen una postura
transparente frente a la institucionalización de los movimientos sociales?

Pese a esto las disputas políticas entre las formas de conquista al poder no se habían
podido subsanar, seguía un dilema entre «avanzar sin tranzar» y «consolidar para avanzar»;
el primero de estos fue la política institucionalizada del Gobierno, mientras que los
trabajadores estaban en la vía de la consolidación, lo que de algún modo también generó
marginalización de la resistencia. Pero al final el Gobierno aceleró el proceso de
transformación de las estructuras propiedad y la gestión la economía nacional,
radicalizando la oposición en 1973 lo que llevaría un año más tarde al golpe de Estado.

Al final del libro, después de ver las formas de operar de las poblaciones o la
«revolución desde abajo», queda el sabor de la experiencia en donde son posibles otras
formas de resistencia auto convocadas y auto gestionadas, que están cargadas de soluciones
y alternativas para las reivindicaciones sociales que no dependan únicamente de las
instituciones formales. Formas similares que vemos hoy en día en las luchas de pueblos
originarios, estudiantiles y socio-ambientales. Esto lo que nos deja al final son muchos
interrogantes de cómo se deben direccionar los cambios sociales y políticos de los
territorios, pues muchos mandatarios/as al igual que Allende se han visto atrapados en la
cárcel del Estado, y por esto ¿será «el poder constituyente» la única vía donde se puedan
disputar las alternativas del capitalismo? ¿Cómo resolveremos las formas de construcción
popular en la actualidad? ¿Faltan experiencias por rescatar? Por eso es importante seguir
escavando un poco más en estas nuevas líneas de estudio, para poder visualizar algunas
respuestas a estos interrogantes.

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