Documente Academic
Documente Profesional
Documente Cultură
AP2 P. PERRENOUD
II
El autor se preocupa entonces en la adaptación de la práctica de la filosofía sin dejar nada en
el camino, es decir que la enseñanza de la filosofía en cualquier nivel tenga algo propio de lo
filosófico. ¿En qué medida se podría ser un poco filosófico, sin importar el nivel de conocimiento?
Existen entonces diferencias tanto cualitativas como cuantitativas. Se puede aplicar en todos los
niveles respecto a lo cualitativo ciertas condiciones las cuales se llega a la conclusión que
cualquiera podría filosofar, quiere decir que cualquier persona se puede hacer preguntas filosóficas
y al menos intentar responderlas.
Si tratamos de enseñar algo de la filosofía en sí, lo que podemos aquí es engendrar una
actitud cuestionadora, crítica y desconfiada. Una actitud que radica a problematizar. La actitud
cuestionadora que hace propia la interrogación ¿Por qué?. No se busca que cualquier respuesta sea
satisfactoria, sino que interrogar e interrogarse permite hacer propia una molesta o insatisfacción.
Desde su etimología el filósofo busca algo que no tiene. Enseñar a filosofar es enseñar una
ausencia. Pero es obvio que no se pueden enseñar a “amar” la sabiduría llegando así a una paradoja,
lo esencial de la filosofía es inenseñable debido a que estamos hablando de personas y
subjetividades.
Ya se mencionó que se puede partir de la pregunta ¿Por qué?, teniendo así una cuestión
cuestionadora y problemática. Pero que cada uno pueda filosofar no quiere decir que todos
queramos hacerlo. Se pregunta el autor que debe proponer el docente de filosofía o como incitar a
una persona a filosofar. Se basa en Aristóteles y menciona: “Todos los hombres desean saber por
naturaleza”. Se aprecia un optimismo y confianza hacia el pensamiento, es por ello que la filosofía
es, para el autor una oportunidad al pensamiento.
Filosofar, entonces, es atreverse a pensar por uno mismo y hacerlo requiere de una decisión.
Atreverse a pensar genera una nueva relación con el mundo y el conocimiento y a su vez provoca
incertidumbre.
En un sentido estricto, más que amor o deseo de saber, filosofía sería deseo del deseo del
saber.
¿Qué será una clase “filosófica”?, deberá ser un espacio donde pueda irrumpir el pensar del
otro. Generar temas de discusión ante cualquier problema ya que el factor importante es que la
palabra del otro pueda tener algún sentido diferente que el de repetir lo sabido; que lo que se estable
en un aula de filosofía no sea simplemente un circuito de reproducción y verificación. “Aprender” a
filosofar conlleva una decisión que, como señalamos, es en última instancia, personal.
III
El autor busca una forma de la metodología de la enseñanza filosófica. Se basa primero en
criticar la idea esa de producción-reproducción que reducía la enseñanza de la filosofía como una
cuestión técnica. En segundo lugar considera que enseñar filosofía implica construir un ámbito para
el filosofar. También remarca que el profesor tiene como objetivo en la clase en “hacer filósofos” a
los estudiantes, es decir, crear una actitud filosófica. Los textos filosóficos deben tomarse como una
herramienta de comprensión pero no como un fin. Aunque se trate de planificar lo necesario, el
autor indica que todo es subjetivo es por ello que quizás no se llega a lo que se pretende. Considera
que no se debe tomar eso como una debilidad, sino como una fortaleza filosófica, en donde a partir
de la emergencia se puede comenzar de nuevo.
La planificación dice el autor se debe basar en las inquietudes que quiere generar el profesor
hacia sus alumnos, siempre con un plan inicial (disparador) y que el profesor desafíe a pensar a los
estudiantes.
El mínimo esquema de opertavidad debe contener: un momento de problematización y otro
intento de resolución. Es decir, distinguir la construcción (o reconstrucción) de un problema
filosófico y en la forma en que se intenta resolverlo.