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Han pasado más de quince años desde la aparición del coaching ejecutivo en
Latinoamérica y considero oportuno mencionar los aprendizajes que la práctica
nos ha dejado. Este trabajo se propone responder algunas preguntas. Preguntas
que alguna vez todos nos hemos formulado, así como me han sido formuladas por
ejecutivos explorando los alcances de esta disciplina, personas que iniciaban un
programa de coaching a pedido de la empresa, participantes atendiendo
conferencias, estudiantes universitarios y otros curiosos en general que habían
escuchado hablar de coaching.
Surgieron las distintas corrientes de coaching, desde variados enfoques, los que
se basan en la psicología, los ontológicos y también los sistémicos. Todos tienen
algo en común, conciben al coaching como una relación de aprendizaje, que
ocurre cuando un actor o grupo tiene un problema, que lo aqueja, pero que no
sabe cómo resolverlo, y que acude a un coach en búsqueda de ayuda, para
encontrar la solución a ese problema.
Son muchos años de gestión empresarial basada en el control unilateral por parte
de los estándares que cada empresa ha definido a lo largo del tiempo y la
propuesta es cambiar ese paradigma por el de aprendizaje mutuo: empresa y
empleados. El comando y control está enraizado en nuestra historia y, en mayor o
menor medida, recurrentemente caemos en él y construimos sistemas que
sostienen y justifican ese modelo. Los que tienen el poder no lo quieren soltar y los
que no los tienen, no lo quieren recibir. Esta historia no es nueva, una inmensa
producción de herramientas han prometido, a lo largo de los últimos cincuenta
años esa transformación del management sin lograrlo.
Otra fuente teórica que nutre al coaching ontológico ha sido el aporte de los
filósofos del lenguaje. Ellos descubrieron que el lenguaje, además de permitirnos
describir lo que observamos, también con él generamos realidades y nos
constituimos en las personas que somos. Además, también es menester
reconocer la contribución del filósofo alemán Martín Heidegger, quién nos invita a
formularnos la pregunta ontológica: ¿Qué ser elijo ser? Pregunta que nos incumbe
a todos los seres humanos, porque aquél que rechaza hacerse así mismo la
pregunta, pierde el concepto de sí mismo, de su propio ser. Me limito a mencionar
estos antecedentes, porque considero que son los más relevantes. Aunque Rafael
Echeverría, autor de La Ontología del Lenguaje, encuentra los orígenes 25 siglos
atrás en los filósofos presocráticos (hecho que menciona como crítico en sus
comentarios y escritos de su propio libro). Después de analizar la propuesta
ontológica, surge inevitablemente la próxima pregunta ¿El coaching es una
modalidad de terapia?
Con estas tres perspectivas, el coach tendrá una imagen aproximada sobre
coincidencias y discrepancias de los distintos aspectos del Cliente.
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La segunda opción, más enriquecida que la primera, implica completar un circuito
de entrevistas. Entrevistar al Cliente, a su superior, al menos dos pares y dos
reportantes si los tuviera.. Este proceso no debería ser suplido por un tradicional
sistema de evaluación 360º, porque las preguntas que vamos a hacer se proponen
fundamentar juicios sobre los aspectos que el coachee debe mejorar o cambiar y
no sobre todas las dimensiones que la evaluación estándar busca conocer.
La tercera opción, que entre todas es la más rica, es sólo posible realizarla cuando
el proceso de coaching incluye a todos los miembros involucrados en el problema.
Entonces, podrá presentarlas al coachee para validar el problema y realizar el
contrato de de un equipo. Se podría sugerir un assessment center, que nos
permitirá ver en acción durante un taller de no más de dos días a cada uno de los
coachees en acción jugando roles que nos mostrarán mayor detalle de ellos. Esta
observación se realiza mediante ejercicios de simulación y prácticas reales de
trabajo en equipo.
Ideal tener distintos observadores lo que hará más fácil y de mayor calidad el
identificar coincidencias que fundamentan los juicios, que después son entregados
a cada coachee. Por supuesto, ésta información deberán de ser personalizadas y
confidenciales. El diagnóstico, es fundamental para acelerar el proceso de
coaching y agrega solidez al programa.
Bibliografía:
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Psychology Journal: Practice and Research. Volume 58, Nº 2, Spring 2006.
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PASCALE, Richard Taner. Managing on the Edge: How the Smartest Companies
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Etienne. Comunidades de práctica: aprendizaje, significado e identidad. Barcelona,
Paidós, 2001.
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