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Fina Birulés
5. Reinhart Koselleck, Futuro pasado. Para una semántica de los tiempos histó
ricos, Barcelona, Paidós, 1993.
6. Remo Bodei, «Pensar el futuro: individualismo y valores morales de la socie
dad contemporánea», en Cuadernos del Circulo, n.° 1 «Pensar el presente», Madrid,
1992.
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11. Para una critica de esta actitud, véase Susan Bordo, «Feminism, Postmoder-
nism and Gender Skepticism», en Linda Nicholson, J., Feminism/Postmodemism, Nue
va York, Routledge, 1990.
12. Hannah Arendt, «Sobre la humanidad en tiempos de oscuridad. Reflexiones
sobre Lessing», en Hombres en tiempos de oscuridad, Barcelona, Gedisa, 1990, pág. 20.
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nar sobre los nuevos interrogantes no tiene por qué conducirnos ne
cesariamente hacia una nueva fundamentación última de lo que so
mos, puesto que sabemos que sólo se puede reconstruir nuestra nave
en alta mar 13 y que nunca es posible mantenerla en tierra firm e
para rehacerla utilizando los mejores materiales. La tarea creativa
consiste, pues, en aprender a convivir con una contingencia y ambi
güedad irreductibles,1 14 no en ignorarlas o sumirse mansamente a
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ellas.
El no ignorarlas quiere decir, entre otras cosas, recoger algunos
hilos con los que empezar a tejer un pensamiento que sepa de su
precariedad, pero que no renuncie a sí mismo por este motivo. Un
primer hilo tiene que ver con el intento de dar contenido a lo que
he denominado «pensar sin barandilla».15 Una tentativa semejante
puede dar sus primeros pasos con la relectura de aquellos textos16
en los que Foucault se refería a las dos grandes tradiciones de filo
sofía crítica moderna, cuyo origen situaba en Kant:1a analítica de
la verdad y la ontologia de la actualidad o del presente. Las reflexio
nes más características de la primera tradición han girado en torno
al problema de las condiciones de posibilidad de todo conocimien
to verdadero; la ontologia de la actualidad, en cambio, se ha ido ar
ticulando alrededor de un ethos filosófico que se traduce en crítica
permanente de nuestra época histórica o en los intentos de dar res
puesta a la pregunta: ¿Qué acontecimiento del presente tiene actual
mente sentido para la reflexión filosófica?
La propuesta de retomar esta distinción no significa volver a po
ner el énfasis en lo divergente del curso recorrido por ambas tradi
ciones ni tampoco aceptar sin más que nuestra ansia de inteligibili
dad y de discurso crítico tenga sólo que ver con la ontologia de la
actualidad. En todo caso está relacionada con el hecho de que, ante
preguntas como ¿desde dónde se realiza la crítica?, nos vemos en
la necesidad de invitar a la analítica de la verdad a desempeñar al
gún papel. Y el llamarla a escena tampoco proviene de un intento
por restaurar alguna suerte de criterio universal histórico y perma
nente, sino que, por de pronto, obedece a nuestra conciencia de que
17. Como señalaba Derrida en «Dialogue with Derrida» en Keamev (comp.). Dia
logues with Contemporary Continental Thinkers, Manchester, Manchester Univer-
sity Press, 1984, pág. 118 (citado por R. Bemstein en su «E l resurgir del pragmatis
mo», en Phllosophica Malacitana, suplemento n.° 1).
18. Hannah Arendt, «Truth and Politics», en Between Past and Future, Nueva York,
The Viking Press, 1968.
19. Para usar una expresión que Lukács aplica a Siinmel y que Vattimo utiliza
para designar buena parte de la filosofía de nuestro presente: Benjamín, Bloch, e
incluso Habermas («Post-modernidad, tecnología, Ontología», en E Jarauta, (comp.).
Otra mirada sobre la época, citado en la nota 6 de la Introducción, pág. 68).
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Le d u r d é s ir de durer
Paul É luard
Así, pues, buena parte de los interrogantes que nos deja por pen
sar el proceso de crítica radical de la razón y a los que parece urgir-
nos nuestra modernidad tardía son los que se articulan alrededor
del com plejo contenido de nociones que nos permiten decirnos, re
ferim os reflexivamente a nosotros mismos y a nuestro actuar. Dicho
contenido se presenta problemático dado que partimos de la banca
rrota de las modernas formas que hacían posible tanto la distinción
entre lo que hacemos y lo que nos ocurre, como las claves para su
inteligibilidad. Dicho con brevedad, si bien hemos asumido el « fi
nal de la filosofía de la historia» — a través de las críticas postes-
tructuralistas al tiempo único y a sus continuidades (el tiem po úni
co estalla en una miríada de temporalidades hterogéneas)28 y por
medio de la más reciente tesis de «o l fin dé la historia— », todavía
aceptamos que los seres humanos no sólo existen, en el sentido fác-
tico, sino que existen de tal manera que tienden a asum ir una rela
ción (explícita o implícita) con sus acciones y con su entorno. Esto
es, perviven una serie de temas ligados a la subjetividad, a la acción
y a la comprensión del sentido que merece la pena de plantear. Con
lo que el tercer hilo debería tejerse alrededor de una noción como
la de identidad. .
La pertinencia del hilo no disminuye por el hecho de que, desde
hace tiempo, sepamos que ya no es posible pensar la identidad del
yo como algo meramente dado o constituido como resultado de las
supuestas «continuidades» del sistema de-acción individual.29 Par
timos de un individuo traspasado y excedido por lo que es otro, por
fuerzas que no controla, de modo que no puede considerarse como
el autor del sentido de sus acciones, sino, en todo caso, meramente
como actor, como agente, la identidad del cual no puede basarse,