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Cuando dejé ir a mi

amigo

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Indice….……………………………...…..……………..………..…………………..……….pág. 2

Introducción………………………...…………………..………..…………………..……….pág. 3

Desarrollo………………………………………………………………………………..……pág. 3

Conclusión General…………………………………………………………………………..pág. 7

Conclusión Personal………………………………………………………………………....pág. 7

Bibliografía…………………………………………………………………………………….pág. 8

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Introducción
En el presente trabajo, vamos a analizar el cuento “Soledad” de Juan José Morosoli,
Contextualizaremos la obra mencionando la época, vida y obra del autor, relacionaremos
el relato con la amistad, tema que profundizaremos y analizaremos respecto al texto y
finalmente haremos una reflexión teórica o conclusión general, seguida de una reflexión
individual o conclusión personal de cada una de las integrantes del equipo. Incluiremos
bibliografía que respalda nuestro trabajo.

Desarrollo
Juan José Morosoli:(Minas, 1899-1957)
Narrador, poeta y ensayista. Nació y murió en Minas, Lavalleja, Uruguay, donde vivió toda
su vida. Hijo de un inmigrante suizo, de profesión albañil, su formación fue autodidacta.
Cursó sólo dos años de escuela primaria, que debió abandonar en 1909, para ponerse a
trabajar. Fue mandadero, vendió carbón, fue mozo de café y después dueño, hasta
instalarse con almacén y barraca, a cuyo frente estuvo hasta su muerte. Sus primeras
publicaciones fueron dos colecciones de versos (1925 y 1928). Por la misma época, ya
dueño del café Suizo, ubicado en el centro de Minas, participa de la intensa movida
cultural que, tomando como base el mismo café y los teatros Escudero y Lavalleja,
caracterizó por aquel entonces a aquella ciudad. […] serán sus cuentos los que le valdrán
un lugar de primera línea en la literatura uruguaya. En 1932 publica “Hombres” que, bajo
el subtítulo de “Cuentos regionales”, trae algo nuevo, un estilo que es pura fuerza, como
lo haría notar Francísco Espínola, pero que es también profundamente lírico. […] Un aire
coloquial campea en todos estos cuentos y en los de “Los albañiles de Los Tapes” (su
libro siguiente, y una de sus obras maestras), dándoles esa particular tonalidad que hacía
que el mismo Morosoli se calificara de “artista cimarrón”. Nada de esto tiene que ver, sin
embargo, con el simple pintoresquismo o el costumbrismo superficial. Morosoli vio el
peligro: “Era la hora de entrar en el hombre (…) se vio luego que no era coleccionando
refranes y frases, imágenes, que podía interpretarse ese hombre”. De ahí que su
coloquialismo no caiga nunca en lo no auténtico, en lo puramente refranero, en el mero
adorno verbal, como lo ha visto César Aria: “Morosoli es un autor tan extraño como genial;
también es infinitamente discreto y su genio, tanto como su esencial extrañeza, pueden
pasar desapercibidos. Puede parecer un criollista de los tantos que hubo en Uruguay.
Apenas más diestro que otros en la redacción de breves cuentos de sentido suspendido,
que más parecen comentarios sobre personajes curiosos del campo y de los pueblos. El

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hombre será el centro de estos cuentos, pero una clase de hombre perfectamente
determinada, los que Morosoli llama los “vivientes”: “seres marginales, sin oficio, o con
oficios que apenas dan para sobrevivir, una especie de resaca social fuera de época, a la
que el escritor se propone salvar del olvido, antes de su extinción definitiva, o mujeres
aisladas y marginadas de todo lo que pasa fuera de sus grandes caserones, que
protagonizan varios de sus cuentos más poéticos y desolados. A través de estos
personajes anónimos Morosoli plantea una de las interpretaciones más profundas que se
hayan hecho de la situación y la idiosincrasia de la población rural del Uruguay y en las
primeras décadas del siglo. Hay dos temas constantes y recurrentes: el silencio y la
soledad, que no son sino el resultado de la realidad de un campo casi desierto, “sin
árboles y sin gente”, hecho de planos muertos y distancias vacías. Otro tema es la
muerte, como observa Carina Blixen: “Tras distintas máscaras, la gran presencia en el
mundo morosoliano es la muerte. (…) Sus personajes se vuelven la proyección dramática
de un duelo personal con la soledad y la muerte. (…) La mayoría de los personajes de
Morosoli son seres sin nada, que crecen como plantas. Solos, sin afectos. Son como la
prueba de que la vida tiene sentido en sí misma, no necesita de justificaciones (…) En esa
lucha contra el olvido, que es la muerte, la narración capta momentos en la vida de unos
personajes que parecen no tener recuerdos. No hay continuidad, no hay psicología, no
hay individuo en tanto historia. Hay momentos que se suceden y que nos permiten atisbar
un mundo inferior que en última instancia permanece misterioso”. Para dar esto Morosoli
no se pone a teorizar. Es un cuentista nato, y lo que quiere dar surge de la anécdota, de la
situación, del diálogo áspero o chispeante, de la abundante creación de personajes que,
no por ser “vivientes”, dejan de ser, en la mirada del autor, únicos y originales. La técnica
de Morosoli es también singularísima. Su forma preferida es el cuento breve, a menudo
de tres o cuatro páginas; su procedimiento narrativo es violentamente elíptico,
concentrado en lo esencial, volcado directamente al nudo dramático, del que no se aparta
por ningún tipo de digresión. Si en “Hombres” y en “Los albañiles de Los Tapes” pueden
encontrarse algunos cuentos de estructura imperfecta, en sus últimos libros,
especialmente en “Tierra y tiempo”, llega a un total dominio de la forma y la estructura del
cuento corto, lo que hace de este último un título clave en la historia de la narrativa
uruguaya. En dos ocasiones Morosoli abandona la forma del cuento corto, y lo hace con
éxito. La primera es en la nouvelle que da nombre a “Los albañiles de Los tapes”. La
segunda, cuando publica su única novela, “Muchachos”. […] Morosoli cultivó también la
literatura infantil (poesía y prosa) y en tal sentido han tenido enorme éxito y difusión los

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breves relatos para niños que reuniera en 1945 bajo el título de “Perico”. Escribió
asimismo gran número de ensayos que nunca reunió en libro y que tienen un
considerable interés para comprender su narrativa, pues en gran parte son una paráfrasis
de sus cuentos, un planteo teórico consciente de su posición ante el arte, de su oficio de
narrador.
En resumen: Juan José Morosoli fue un escritor uruguayo referente de la narrativa de la
primera mitad del siglo XX. Su obra de corte criollista está centrada en el hombre de
campo y su ambiente rural o de pueblo chico. La soledad, la muerte, los personajes
simples y humildes, los oficios en extinción y el campesino establecido muchas veces en
condiciones miserables forman parte de sus relatos breves enmarcados en la literatura
posgauchesca de nuestro país, siendo sus principales obras: Los juegos (poesía,
1928); Hombres (cuentos, 1932);Los albañiles de Los Tapes (cuentos,
1936); Muchachos (novela, 1950);Vivientes (cuentos, 1953).

El mejor amigo del hombre es el Caballo.


Durante milenios, el caballo ha tenido una relación muy fuerte con el hombre, debido a
cualidades que le han hecho muy valioso como transporte de hombres y mercancías,
ayuda en labores agrícolas y ganaderas, resistencia al esfuerzo, velocidad e inteligencia.
Y siempre se ha considerado que:
* En épocas de enfermedad el mejor amigo del hombre era el caballo.
* En épocas de hambrunas el caballo fue el mejor amigo del hombre.
* En épocas de guerra el animal que dio su vida por sus amos, fue el caballo.
Esa relación de amistad la podemos notar claramente en el cuento Soledad. Un hombre
de campo, Domínguez cuyo único amigo es ese caballo, que lo salva de esa soledad
absoluta que le toca vivir en lo social, lo emocional y en la existencia misma, un
personaje, prácticamente aislado, cuyo único vínculo es un caballo, que es su
responsabilidad y su única tarea en la vida; no puede reconocer que ese vínculo, tan
primario es el único que tiene y lo único que tiene. Eso es lo que lo sostiene con vida, y no
puede reconocer su importancia hasta que lo destruye por algo también básico, como es
un plato de comida.
Lo esencial y más importante del cuento: es asociar al personaje de Domínguez, su tarea
y su relación con el caballo. Él es eso: su tarea y su vínculo. El nombre Domínguez,
puede asociarse al día domingo, el día de la familia, pero también es el día en que
comúnmente no se trabaja. En el caso de este personaje, ambos aspectos son

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relevantes, precisamente porque en su persona confluye lo contrario, Domínguez trabaja
todos los días para su caballo, y no tiene familia con quien compartir nada. De esta
manera, el nombre que es la identidad de una persona, en el caso de Domínguez parece
estar desconectada de él. Ha perdido su identidad, su conexión consigo mismo, lo que
luego se refleja en la pérdida del único ser que significa algo para él. El otro aspecto
importante es su tarea. Su única tarea, que se repite insistentemente en el cuento, a
través de palabras con un estilo sentencioso y terminante: “su única tarea”, “la única cosa
viva”, “ocuparse de algo en la vida”, “no tenía nada”, “absolutamente nada de qué
ocuparse”, “el único alimento”. Esta reiteración tiene el propósito de que el lector
comprenda lo vacía que era la vida de Domínguez, y la importancia de la tarea que
realiza. Una tarea que no es sólo mantener a su caballo, su amigo, sino mantenerse vivo,
dentro de un proyecto, teniendo algo que le diera sentido a su vida. Una tarea que era
más importante incluso que su propia alimentación, ya que lo hacía antes de desayunar, y
esto es así porque en realidad la tarea es lo que lo mantiene con vida, activo. En otras
palabras, el caballo, su responsabilidad, el servir a otros, no es una tarea menor, es la
razón de su vida, el motor que lo mantiene. Al fin y al cabo, este principio de vivir para los
otros empieza a chocar en el mundo indiferente e individualista.
Pero esta tarea también tenía algo de sacrificio. No recoge cualquier comida para su
caballo, va a buscarla a “los troncos podridos de los sauces”, es decir a los lugares que
podrían resultar asquerosos para cualquier ser humano, pero no para Domínguez, que
realiza esa tarea con amor y devoción, aunque no se de cuenta que es así. La realiza por
costumbre, porque es su tarea, lo que hay que hacer, su responsabilidad. Todas las
mañanas se da este pequeño sacrificio: primero ir a buscar la comida para el caballo, y
luego, cuando el caballo come, entonces hay lugar para sí mismo, para sentarse a tomar
mate y desayunar. El amor está dentro de la tarea cotidiana, de la costumbre, porque la
razón de este pequeño sacrificio, está dada por la primera grafopeya del caballo, es un
“viejo caballo”, “sin dientes, bichoco y con los ojos opacos de nubes lechosas”. No tiene
dientes con qué comer, por eso deben ser hojas suaves, podridas, para que el caballo no
tenga que lastimarse comiendo. Está con cataratas (“nubes lechosas” metáfora que indica
su dificultad para ver, pero no para sentir), que no le permiten ver, pero que al final
parecerá que ve más claro que el propio Domínguez. Además de no poder comer
cualquier cosa, estaba enflaqueciendo, y el narrador, mirando a través de los ojos de
Domínguez, supone que no aguantará otro invierno, estación que simbólicamente sugiere
la muerte. Pero esta grafopeya del caballo va en íntima relación con Domínguez. No en su

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aspecto físico, sino más bien en su vida, ya que el personaje ha cortado todo vínculo
social, con el sobrino, con los bolicheros, y sólo se ha quedado con su caballo, con su
único y gran amigo. Igual que éste, está más cerca de la muerte que de la vida misma.
Una vez que ha terminado su tarea, recién Domínguez tiene derecho a ocuparse de sí
mismo. Esto no es una obligación que le haya impuesto nadie, es algo que él mismo ha
tomado como tal, y ya hemos hablado de lo importante que es para él, aunque él no lo
perciba en su total dimensión.

Conclusión General
Luego de realizar esta pequeña investigación sobre el cuento puedo darme cuenta la
forma en que el autor pone de manifiesto la soledad a través de todo lo que Domínguez
deja de hacer después de haber vendido a su gran amigo, el caballo. Recurre a la
reiteración constante de adverbios de negación los que nos muestran y nos hacen sentir
el vacío del personaje: “no comía”, “no fumaba”, “no estaba triste”, “no hacía nada más”,
“no tenía nada que hacer”, “ni traer pasto”, “nunca, nunca, nunca, lo que se dice nunca”,
“nada que hacer”, “nada”, “nada”. Al no haber una tarea, una posibilidad de ocuparse de
algo, todo resulta absolutamente inútil, la vida misma pierde su sentido.
Para qué esperar la mañana, para qué levantarse cada día. No existía ni parece existir en
Domínguez una proyección de vida. Lo vendió y no pensó qué haría después.
Ponerse a llorar tal vez sea una posibilidad de comenzar, ya que se permitió sentir, lo que
hasta ahora no se había permitido. Con el llanto recupera su humanidad, y con ella se
opone a este mundo insensible, pero no sabemos si esto bastará; ya que no cuenta más
con la razón de su existir; la amistad con su caballo.

Conclusión Personal
a) Leer este cuento me dio un poco de tristeza, Domínguez vive por su gran amigo, su
caballo viejo y solo se da cuenta del valor de la amistad que tenían, cuando resuelve
venderlo al circo.
b) Luego de leer este cuento, me emocioné mucho, pues hay verdaderos sentimientos de
amistad entre el protagonista y su caballo; ello se manifiesta en la profunda soledad que
experimenta Domínguez luego que ya no tiene mas a su amigo.

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Bibliografía
https://laclasedelaire.wordpress.com/2010/06/03/juan-jose-morosoli-biografia/
http://elblogdemara5.blogspot.com/2016/12/cuento-soledad-de-juan-jose-morosoli.html
https://es-la.facebook.com/notes/planeta-caballos/quien-es-el-mejor-amigo-del-hombre-el-
perro-o-el-caballo-
http://paola-literatura.blogspot.com/2011/01/morosoli-analisis-de-soledad.html

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