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Antes del descubrimiento de los Rollos del Mar Muerto en 1947, y aun desde entonces, la
crítica textual del Antiguo Testamento se ha visto en dificultades por la escasez de
manuscritos para hacer comparaciones. Sin embargo, son varios los materiales que se
emplean:
Los masoretas (palabra que deriva de una raíz aramea que signífica transmitir", "entregar")
fueron los custodios del texto hebreo tradicional desde el siglo VI hasta el siglo XI d.C.
Inventaron un sistema de vocalización para el texto hebreo, que hasta ese momento se
escribía sin vocales, y establecieron reglas para la transmisión fiel del texto bíblico tal como
existía en su tiempo. Por esto el texto hebreo estándar se conoce como texto masorético
(TM).
Existen otros cuatro manuscritos hebreos que contienen el texto de ben Aser.
1. El más antiguo de éstos es el Códice de El Cairo, que contiene los profetas anteriores
(denominación judía, que abarca desde Josué hasta Reyes), y los profetas posteriores
(denominación judía para los profetas mayores y menores, excepto Daniel), escrito por
Moisés ben Aser y fechado en el año 895 d. C.
2. El Códice de Leningrado de los profetas posteriores está fechado en el año 916 d.C.
3. El Códice del Museo Británico (Oriental 4445) es un manuscrito incompleto del
Pentateuco, fechado en el año 950 d. C.
4. El Códice de Alepo (así llamado porque durante siglos se conservó en esa ciudad de
Siria), que originalmente contenía todo el AT, pero que ahora está incompleto, se
considera como el más precioso de todos. Este códice, corregido y puntuado por Aarón
ben Aser en el año 930 d. C. es la base de una nueva edición crítica de la Biblia hebrea
publicada en Jerusalén. En nuestros días, este manuscrito es designado generalmente
como Kéter Aram Tzová (Kéter “corona” y Aram Tzová es el antiguo nombre hebreo de
Alepo).
Estos manuscritos representan la culminación del trabajo de los escribas hebreos pero la
fecha de su escritura dista muchos siglos del momento cuando los autores de la Biblia
hebrea los escribieron.
Son dos las explicaciones principales de este fenómeno. En primer lugar, a través de los
siglos las guerras y la persecución casi lograron destruir por completo estos antiguos
documentos, y por otra parte, la costumbre judía establecida era de enterrar los anteriores
manuscritos para proteger de profanación el nombre de Dios. Cuando un manuscrito
estaba viejo, lo ponían en la geniza ("escondite"), un cuarto de la sinagoga situado en el
sótano o en el altillo, pero siempre escondido. Cuando la geniza se llenaba, todos los
manuscritos se enterraban con gran ceremonia. Se permitía así que la naturaleza
destruyera los manuscritos. Por estas dos razones son pocos los manuscritos hebreos
antiguos que se han descubierto.
Sin embargo, a pesar de que los manuscritos hebreos que existen son relativamente
recientes, hay razón para creer que representan con precisión el texto básico de las
Escrituras hebreas escritas por sus autores originales. Esta confianza se basa en lo que se
sabe del método de trabajo de los escribas.
En Soferim, tratado menor del Talmud babilónico, en cuyos 21 capítulos se dan
instrucciones precisas sobre la copia de MSS, se detallan los materiales que debían
usarse, el tamaño de las columnas, de los espacios y de las letras; la forma de escribir los
nombres de Dios, la ordenación de las letras y la reverencia con que debían tratarse los
MSS de la Torah. No debía cambiarse ni una letra, aunque se supiera que era un error de
ortografía. Ni una letra debía copiarse de memoria, para que no hubiera alguna posibilidad
de error.
(3) La Septuaginta
La versión más antigua y más importante del AT es la traducción griega conocida como
versión de los Setenta o Septuaginta. Este nombre le fue dado porque la tradición que
aparece en la carta de Aristeas afirma que fueron 72 los ancianos que tradujeron el AT al
griego; Josefo dice que demoraron 72 días.
Es evidente, entonces, que los manuscritos que hoy tenemos de la Septuaginta, son
mucho más antiguos que los manuscritos hebreos en los cuales se basa la Biblia hebrea. Y
aún más: la Septuaginta se tradujo antes de que se definiera el texto hebreo alrededor del
siglo I d. C.; por lo tanto, es una ayuda importante para indicar cuál pudo haber sido el
texto bíblico antes de que los masoretas hicieran su trabajo. Sin embargo, el uso de la
antigua versión griega para el estudio del texto no deja de tener problemas y limitaciones.
La calidad de la traducción varía desde la traducción totalmente literal hasta la paráfrasis.
(1) La traducción de Aquila intentó reproducir una versión escrupulosamente fiel al texto
hebreo. Se reprodujo cada detalle del hebreo en el griego, hasta el punto de traducir
siempre una palabra hebrea con la misma palabra griega, sin importar cual pudiera ser el
contexto. El resultado fue una versión áspera y pedante, muchas veces imposible de
entender para quien no conocía el hebreo. Esta traducción fue la versión griega aceptada
por los judíos.
(3) La traducción de Símaco presentaba un buen idioma griego. Fue recomendada por
Jerónimo porque reproducía con precisión el sentido del hebreo. Desafortunadamente sólo
se conservan fragmentos de esta versión.
(5) La Hexapla
Fue una edición séxtuple del AT, producida por Orígenes (185-254 d. C.), quien colocó el
texto hebreo y las versiones griegas en seis columnas paralelas.
Esta versión, la Peshito, palabra que significa "simple", muestra los efectos de revisiones
posteriores hechas en base a la Septuaginta. Hay manuscritos de esta versión que datan
del siglo V d. C.; sin embargo, para los fines de la crítica textual, la Peshito del AT debe
usarse con cautela. Su texto concuerda básicamente con el texto masorético.
En los pasajes en los cuales la Peshito y la Septuaginta concuerdan entre sí y difieren del
hebreo, debe considerarse la posibilidad de que se modificó la traducción siríaca usando el
griego, y que, por lo tanto, la versión siríaca posiblemente no constituya un testimonio
independiente.
Jerónimo procuró ser fiel al texto hebreo que tenía; sin embargo, la Vulgata tiene varias
desventajas para el trabajo de la crítica textual. Una de ellas es la libertad con que tradujo
Jerónimo. Tenía el decidido propósito de producir una traducción en buen latín, y por lo
tanto la Vulgata no es una traducción literal. Por esto, con frecuencia es difícil determinar
con precisión el texto hebreo del cual se tradujo.
Por otra parte, la versión fue hecha después que se uniformó el texto hebreo. Por lo tanto,
en los pasajes en donde se puede reconocer cuál fue el texto hebreo traducido por
Jerónimo, éste generalmente concuerda con el texto hebreo que hoy se conoce; y en
aquellos pasajes en donde difiere, debe reconocerse la probabilidad de que el texto haya
recibido la influencia, directa o indirecta, de la Septuaginta.
Puesto que éstas son pruebas documentales del carácter del texto hebreo que se traducía,
los targumes tienen cierto valor en el estudio textual del Antiguo Testamento. También son
importantes porque con frecuencia revelan cuáles pasajes del Antiguo Testamento eran
considerados por los judíos como profecías mesiánicas, ya que los targumes no sólo
consisten de traducciones sino también de paráfrasis y comentarios. En esta forma revelan
cómo interpretaban los judíos hace 15 o más siglos ciertos textos que no pueden ser
entendidos fácilmente por el texto hebreo existente.
Los targumes más antiguos quizá fueron los que tratan de la Torah o los cinco libros del
Pentateuco.
Otro targum del Pentateuco que es bien conocido es el del Seudo-Jonatán, llamado así
porque se le atribuyó erróneamente a Jonatán ben Uzziel, el más distinguido alumno de
Hillel; y también se le da el nombre de Yerushalmi I, pues fue compuesto en Palestina
quizá después del siglo VII. Es una traducción con mucha paráfrasis que introduce varias
ideas legales y filosóficas.
Otro targum palestino parafrástico del Pentateuco es el Yerushalmi II, también llamado
Targum Fragmentario porque sólo se han conservado porciones de él.
El targum de los profetas que mejor se conserva lleva el nombre de Jonatán, pero los
eruditos han encontrado evidencias de que fue preparado en Babilonia por el rabino José
en el siglo IV d. C.
Los targumes de los "escritos" - la tercera sección de la Biblia hebrea - aparecieron mucho
más tarde. Parece que nunca se escribieron tárgumes de los libros de Daniel, Esdras y
Nehemías.
Un ejemplo de la libertad que se tomaron los autores de los targumes puede verse en el
targum de Jonatán en Jer. 10:11. Este pasaje está en arameo en las Biblias hebreas más
antiguas; por lo tanto no habría necesitado traducirse. Sin embargo, en vez de las diez
palabras que tiene el versículo en el arameo bíblico, en el targum hay 57 palabras.
Sin embargo, los descubrimientos posteriores han proporcionado una evidencia irrefutable,
tanto arqueológica como paleográfica, de que estos textos hebreos son siglos más
antiguos que los manuscritos que antes se conocían. Decenas de miles de fragmentos de
manuscritos, tanto bíblicos como seculares, se encontraron en varias cuevas en los
alrededores de Khirbet Qumrán. La mayor colección se descubrió en la cueva número 4,
en el año 1952. Había allí miles de fragmentos de unos 480 rollos, de los cuales 100 eran
bíblicos, con partes de todos los libros de la Biblia hebrea salvo el libro de Ester. La
excavación de las ruinas de Khirbet Qumrán a partir de 1951, que duró varios años, trajo a
la luz el centro comunitario de la secta religiosa judía de los esenios, y mostró claramente
su conexión con los descubrimientos hechos en las cuevas.
Los Rollos de Qumrán de la Biblia hebrea se remontan al período cuando todavía la Biblia
hebrea no había sido unificada; esto ocurrió a fines del primer siglo d. C. Sin embargo, la
mayoría de estos rollos concuerdan sustancialmente con las palabras de la Biblia hebrea
recibida por medio de los masoretas. Por lo tanto, los Rollos del Mar Muerto proporcionan
un testimonio convincente de la precisión general en la transmisión del texto hebreo. El
estudio de estos documentos ha convencido a los eruditos de que el texto sagrado debe
tratarse con mucho mayor respeto que el que había recibido de parte de la comunidad
erudita durante los dos siglos anteriores.
En las versiones españolas de la Biblia hechas desde el hallazgo de los Rollos del Mar
Muerto, también se han introducido, especialmente en el libro de Isaías, modificaciones
basadas en el texto de esos manuscritos. Esto se observa en la BJ, en la NC y en la VP.
Por ejemplo:
Cap. 3: 24:
La RVA dice "quemadura en lugar de la hermosura",
La NC dice, "en vez de hermosura, vergüenza";
Cap. 14 :4:
La RVA dice "codiciosa de oro",
La VP dice "arrogancia".
Cap. 21: 8:
La RVA dice "león";
La BJ, "vigía";
Cap. 45: 2:
La RVA dice "rodeos enderezaré";
La VP, "derribaré alturas";
La BJ dice "allanaré las pendientes".
Otros ejemplos pueden apreciarse en Isaias 15:9; 23:2; 33:8; 49:24; 37:25.
Cabe señalar que en varios de los casos cuando había diferencia entre el texto masorético
y el texto de los Rollos del Mar Muerto, una o más de las antiguas versiones concordaba
con el texto de los rollos. Se ha interpretado que esto significaría que las versiones tuvieron
un original más parecido al de los Rollos del Mar Muerto que al texto masorético.
La copia parcial de Isaías, que tiene la mayor parte de Isa. 41-66, denominada 1QIsb,
también se encontró en la cueva número 1. Es una copia hecha con mayor precisión, y al
mismo tiempo tiene menos diferencias, y diferencias de menor importancia con respecto al
texto masorético. La variante más importante que contiene es una que concuerda con
1QISa y con la LXX, según la cual se añade en Isaias 53:11 la palabra "luz". La BJ traduce
acertadamente: "verá luz, se saciará".
La mayoría de las copias de otros libros del AT también se parecen al texto hebreo
masorético. Aunque algunos de los fragmentos de los quince diferentes manuscritos del
Génesis rezan en forma similar a la del hebreo del cual debe haberse traducido la versión
de los LXX, en general, apoyan el texto tradicional hebreo.
Los manuscritos del resto de los libros del Pentateuco representan tres diferentes tipos de
texto. La mayoría se parecen al texto masorético. Pero entre los quince manuscritos de
Éxodo que se conocen, uno (4QExa) contiene un tipo de texto que se asemeja mucho al
que debe haberse traducido para la versión LXX. Lo mismo ocurre con un fragmento que
contiene Deut. 23: 41-43 (4QDeutb).
No se conocía antes ningún manuscrito hebreo que tuviera las características de la LXX.
Un manuscrito de Éxodo (4Qpaleo Exm), del siglo II a. C., escrito en caracteres hebreos
antiguos, representa a un texto similar al del Pentateuco samaritano. De este manuscrito
se han conservado aproximadamente cuarenta columnas de texto; en parte de él se
observan los mismos añadidos y explicaciones característicos de los pasajes paralelos del
Pentateuco samaritano. Sin embargo, no hay evidencia de que este manuscrito contenga
los trozos de tendencia sectaria en que se apoyan las doctrinas samaritanos. Asimismo,
los fragmentos considerables de un manuscrito de Números (4QNumb contienen las
añadiduras halladas en el Pentateuco samaritano; pero también se encuentran en esos
fragmentos pasajes que concuerdan con la LXX.
Por lo tanto, se puede ver que en estos manuscritos hay evidencia de tres líneas de
transmisión: la protomasorética, la del texto del cual se tradujo la LXX y la protosamaritana.
Por mucho tiempo se ha reconocido que el texto hebreo de los libros de Samuel presenta
numerosos problemas textuales. Parece que en el proceso de la transmisión, el texto
hebreo de estos libros sufrió sobre todo por causa de omisiones accidentales. La LXX con
frecuencia contiene lo que evidentemente es el griego equivalente a la parte que falta. Por
lo tanto, el descubrimiento de fragmentos de tres manuscritos (4QSama,b,c) es de gran
importancia. Sobre todo, es significativo el manuscrito de 4QSamb fechado a fines del siglo
III a. C., y del cual se han conservado importantes partes del texto.
Con referencia a estos manuscritos, el profesor Frank Cross, hijo, quien publicó los MSS
de 4QSama y 4QSamb afirma: "El texto de Samuel que contienen los tres rollos de la
cueva número 4, difiere mucho de la tradicional Biblia masorética. Sistemáticamente sigue
el texto de la LXX de Samuel" (The Ancient Library of Qumran, p. 179). Además, señala
que el texto de 4QSamb conserva en algunos casos un texto que es superior, tanto a la
LXX como al texto masorético. Luego señala la importancia de este hecho para la crítica
textual de los libros históricos del AT:
"Estos manuscritos establecieron de una vez por todas, que en los libros históricos los
traductores de la LXX reprodujeron fielmente y en forma muy literal el original hebreo. Y
esto significa que la LXX de los libros históricos debe resucitarse como herramienta
primaria del crítico del AT. Esto implica repudiar buena parte de la teoría y del método de
crítica textual que se construyó y se aplicó al texto hebreo de Samuel en la última
generación de eruditos" (Id., p. 180).
En seguida añade que esto no significa que el texto de la LXX sea necesariamente
superior al del hebreo tradicional. Cada pasaje debe estudiarse en forma individual, y
evaluarse con muchísimo cuidado. Cada uno debe considerarse en base de sus propios
méritos.
Lo que hoy se sabe en cuanto a la crítica textual y a la transmisión del texto del AT, obliga
cada vez más a respetar la integridad del texto hebreo que hemos recibido. No es posible
sugerir, como lo han hecho tan libremente algunos eruditos, que las dificultades de
interpretación se solucionan con enmiendas del texto o la fabricación de un "texto
conjetural". Podemos estar seguros de que los cambios que ha sufrido el texto del AT en
los últimos dos mil años no han modificado para nada su sentido. La confianza del cristiano
conservador en el texto bíblico ha sido vindicada.Critica textual del Antiguo Testamento
Por ejemplo:
Cap. 3: 24:
La RVA dice "quemadura en lugar de la hermosura",
La NC dice, "en vez de hermosura, vergüenza";
Cap. 14 :4:
La RVA dice "codiciosa de oro",
La VP dice "arrogancia".
Cap. 21: 8:
La RVA dice "león";
La BJ, "vigía";
Cap. 45: 2:
La RVA dice "rodeos enderezaré";
La VP, "derribaré alturas";
La BJ dice "allanaré las pendientes".
Hace poco Cesar Vidal publicó su Nuevo Testamento Interlineal (Griego-Español), una
traducción en la que utiliza, como fuente griega principal, el Textus Receptus (TR). En este
libro el autor vuelve a repetir las razones que le llevan a tener una opinión negativa de las
nuevas versiones de la Biblia (las basadas en el texto griego ofrecido por Nestle-Aland),
haciendo referencia a la corrupción del texto alejandrino y a los numerosos cambios que
aparecen con cada nueva edición de la Biblia.
No es la primera vez que he escuchado o leído a Cesar Vidal exaltar el TR por encima de
cualquier otra fuente griega del Nuevo Testamento. En alguna que otra entrevista ya se ha
permitido este autor lanzar algún mensaje al respecto. Por ejemplo, en una entrevista con
fecha del 10 de abril de 2008, el autor dice en Libertad Digital, preguntado acerca del TR:
“Me temo que no tiene usted mucha idea de lo que es el Textus Receptus. Su base es la
familia de manuscritos denominados bizantinos que fueron precisamente los más antiguos
y los que sirvieron de base para todas las primeras traducciones de la Biblia a lenguas
vulgares”
(Haciendo un inciso, creo recordar que alguna vez leí a Cesar Vidal dar una visión mucho
más positiva de los manuscritos Sinaítico y Vaticano. He buscado pero no he encontrado la
cita; quizá alguien con buena memoria o buenos recursos pueda encontrarla y ponerla.)
En esta corta columna me gustaría dejar clara la posición de los estudiosos bíblicos con
respecto al estudio crítico y textual de la Biblia. Parece que a veces, en nuestro afán por
publicar libros, o quizá por las prisas o porque sabemos que temas controvertidos venden
más, podemos acabar dando una visión muy separada de la realidad con respecto a
algunos asuntos, inflando ciertos problemas desproporcionadamente o dando la impresión
de que hay conspiraciones por todos lados que intentan desviarnos de nuestro camino. En
esta columna me quiero centrar en las cuatro acusaciones principales que se han hecho
arriba en contra de textos como el Sinaítico y el Vaticano. Para ello, me gustaría dejar a un
lado las críticas ad hominen que leo en los textos de Cesar Vidal en referencia a la vida
privada de los traductores. Los lectores pueden sacar sus propias conclusiones acerca de
si críticas ad hominen tienen lugar en este tipo de discusiones. Paso a las cuatro
acusaciones:
1. Son textos incompletos.
B.M. Metzgery B.D. Ehrman, autores de The Text of the New Testament, dicen lo siguiente
acerca del códice Sinaítico:
“[Este códice] estuvo formado en algún momento por toda la Biblia… Hoy, aunque partes
del Antiguo Testamento han sido destruídas, afortunadamente el códice contiene todo el
Nuevo Testamento. De hecho, el códice Sinaítico contiene la única copia completa del
Nuevo Testamento griego en letra mayúscula”
Esta es una de las razones que provocan que este códice tenga una posición de primacía
en la lista de manuscritos mayúsculos que estos eruditos ofrecen en su libro. El códice
Vaticano también contiene buena parte del Nuevo Testamento, a excepción de las últimas
páginas.
Por otro lado, si tenemos que hablar de textos griegos incompletos, es importante analizar
la historia de la creación del TR, ya que la lista de manuscritos griegos que utilizó Erasmo
para hacer su publicación de textos no era precisamente muy completa. Para el libro de
Apocalipsis, por ejemplo, sólo dispuso de un manuscrito, datado en el siglo XII, que había
tomado prestado de un amigo. Desafortunadamente el manuscrito no estaba completo,
obligando a Erasmo a traducir del latín al griego los últimos 6 versículos del libro
(provocando así que algunas de las lecturas ofrecidas por esta versión bíblica no tengan
ningún testigo griego). Y no es esta la única vez que Erasmo decidió traducir del latín al
griego para completar la versión griega. El que no lo crea, que busque en su Reina Valera
de 1960 (RV60) el texto de Hechos 9:6 y lo compare con la versión que ofrece la Nueva
Versión Internacional (NVI) (¡las palabras añadidas por la RV60 no aparecen en ningún
manuscrito griego!).
“Es un hecho evidente en nuestro tiempo que hay una gran diversidad entre los
manuscritos, debida a la negligencia de los escribas, a la audacia perversa de los que
corrijen el texto o al hecho de que algunos añaden o suprimen a su gusto, instituyéndose a
sí mismos como correctores”
“Parece que los editores bizantinos crearon su texto tomando elementos de otras
tradiciones, eligiendo variantes de entre las que estaban a su disposición… Aquellos que
compusieron este texto durante un periodo largo de tiempo, intentaron suavizar las durezas
del lenguaje, combinaron dos o más lecturas divergentes para formar una sola lectura
expandida, y armonizaron textos paralelos divergentes. Estas características convirtieron
este texto en uno tan popular que ya en la Edad Media era el texto de elección de los
copistas”
Esto pareció suceder, por ejemplo, con la oración de Jesús en Mateo 6 y Lucas 11. Es
solamente a partir de 1881 que una Biblia protestante inglesa presentó versiones de la
oración en buena medida divergentes entre los dos evangelios (el texto revisado, el que
ofrecía versiones divergentes de oraciones de Jesús, se basaba en el texto ofrecido por
Westcott y Hort). Y con razón: para copistas y editores que consideran que la Biblia ofrece
las palabras directas y ciertas de Jesús, cuanto más similares sean las versiones
presentadas por Mateo y Lucas, mucho mejor. Y para estas personas cualquier intento de
separar dichas versiones ha de ser interpretado como un intento hereje o liberal de
desprestigiar la autoridad de la Biblia.
Lo mismo que en el caso de las versiones inglesas ocurre si comparamos las oraciones de
Jesús ofrecidas por la RV60 y por la NVI. Resulta que la versión de la oración en Lucas
ofrecida por RV60 es más larga y mucho más parecida a la versión de Mateo que la que
ofrece la NVI. ¿Dónde radica el problema? El problema viene de que la versión de los
evangelios ofrecida por Erasmo está basada en un solo manuscrito del texto bizantino
datado entre los siglos XI y XII (aunque se apoyó de un par más). La tradición bizantina
recibió y aceptó una versión de la oración de Lucas que la armonizaba con la versión de
Mateo. El descubrimiento de nuevos manuscritos más antiguos y las discrepancias
observadas con la tradición bizantina provocaron la revisión de esa versión. Hoy día la
gran mayoría de estudiosos textuales bíblicos aceptan la versión corta de la oración en
Lucas como superior a la larga (con muy buenas razones).
Vale la pena recordar que tanto el códice Sinaítico como el Vaticano son del siglo IV. Con
respecto al texto bizantino Metzger y Ehrman dicen lo siguiente:
“Practicamente todos los críticos ven el texto bizantino como un texto tardío en la historia
de la transmisión de textos. Algunos estudios recientes muestran que citas de este texto
pueden ser datadas hasta el siglo IV en escritores como Basilio el Grande o Crisóstomo,
pero que su forma final supone un desarrollo de la tradición… El manuscrito de esta familia
más antiguo es el códice Alejandrino, del siglo V (aunque sólo es testigo de los
evangelios)”
Los factores históricos que llevaron a los textos bizantinos a convertirse en los textos
preferidos por la mayoría han sido analizados por muchos historiadores. Según mencionan
Metzger y Ehrman en su libro:
Sin embargo, desde hace muchos años los estudiosos bíblicos saben que es un error
suponer que la mayoría de los manuscritos determinan qué variante bíblica es más
próxima al original. Este punto también es mencionado por Metzger y Ehrman:
“El hecho de que la mayoría de textos provengan del texto bizantino no es una señal de su
superioridad cuando se trata de determinar el texto original. Para ese fin, otras formas
textuales antiguas, especialmente la alejandrina, se consideran hoy muy superiores”
Este hecho es evidente si miramos, una vez más, al ejemplo concreto de la oración de
Jesús. Si consideramos por un momento la versión de la oración de Jesús que aparece en
Mateo 6, los códices Sinaítico y Vaticano, junto con algunos otros, no contienen ninguna
doxología en 6:13. Sin embargo, la forma más conocida de la oración (la recitada en
muchas iglesias) y la que más testigos textuales tiene es la versión larga con la doxología.
De todos los manuscritos que apoyan la versión larga, el más antiguo es el códice
Washingtonianus, de finales del siglo IV o comienzos del V (el texto bizantino en este
pasaje de Mateo). Sin embargo, las evidencias hoy apuntan a que la doxología fue una
interpolación introducida en la versión de Mateo.
Para concluir, a la hora de investigar los textos bíblicos para decidir entre variantes
textuales conviene tener algunas reglas en mente. Menciono solamente dos aquí:
1. Es siempre preferible aquella variante capaz de explicar las demás. Por ejemplo, en
general los copistas bíblicos aclaran y alargan textos en lugar de hacer lo contrario. Por
tanto, suelen ser preferibles las lecturas cortas y más oscuras.
2. Una variante apoyada por la mayoría de manuscritos puede ser inferior a otra apoyada
por uno solamente. Siempre es posible que un cambio haya sido copiado por una gran
cantidad de manuscritos.
Sin embargo, es importante recordar que ni siquiera estas reglas aportan soluciones
definitivas y seguras siempre. En muchas ocasiones resulta difícil o imposible decidir qué
variante es más probable. Por tanto, cada texto bíblico ha de ser examinado a la luz de las
nuevas fuentes y evidencias disponibles y en cada caso es necesario encontrar
conclusiones adaptadas a cada situación. No debería existir, por tanto, una posición
dogmática en contra o a favor de una compilación determinada de textos o de una versión
bíblica determinada. Podemos tomar como norma general la posición de precaución que
se nos pide en la introducción a la edición 27 del texto griego Nestle-Aland:
“[Este texto] busca que el lector desarrolle una apreciación crítica de toda la tradición
textual… Este texto debería ser entendido como un texto en construcción… no debe ser
considerado como definitivo, sino que debe ser entendido como un estímulo que ayude a
redefinir y verificar el texto del Nuevo Testamento”