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"¡Jesús nunca predicó el Sermón del Monte!" Hay que insistir en ello una y mil veces
hasta que se acepte como un hecho. El autor del evangelio de Mateo fue quien
compuso dicho Sermón para completar su figura de Jesús no solo como Mesías sino
también como el profeta esperado del que había hablado Moisés e, incluso, como
alguien que había vuelto a vivir la vida misma de Moisés, según se pensaban entonces
las cosas. Como esto sorprenderá todavía a bastantes, por eso he desarrollado con algo
de detalle la base bíblica que forma el telón de fondo de todo el relato de Mateo. La
ignorancia bíblica no es una virtud y mucho menos cuando este trasfondo bíblico se
conoce desde hace al menos doscientos años entre los estudiosos.
Muchos datos apoyan esta conclusión de que Jesús nunca predicó el Sermón del
Monte. Para empezar, en ningún otro escrito del Nuevo Testamento se alude a que
Jesús lo pronunciase. Si fue, tal como sugiere Mateo, un momento culminante de la
vida de Jesús, ¿no es extraño que no dejase una impresión indeleble en ningún otro
escritor de la tradición? Ni Pablo, ni Marcos, que fueron anteriores, ni Lucas ni Juan,
que fueron posteriores, lo mencionan. A decir verdad, algo del material incluido por
Mateo en el Sermón se encuentra también Lucas como parte de la predicación de Jesús.
Pero aparte de presentarlo pronunciándolo en el llano, no está ni tan bellamente
expuesto ni es tan intenso ni completo. Las Bienaventuranzas de Lucas, por ejemplo,
sólo son cuatro, acompañadas de otras tantas maldiciones y no tienen la grandeza y la
profundidad de las de Mateo. El texto de Lucas parece ser un derivado de Mateo.
Algunos biblistas se adhieren a la “la hipótesis Q”: creen que tanto Lucas como Mateo
tuvieron una fuente común además de la que suponía Marcos. Esta fuente, que se
habría perdido después, se denominó “Quelle” (“fuente”, en alemán) de donde
proviene la abreviatura de “Q”. Según esta hipótesis, “Q” contenía una serie de dichos
de Jesús y así se explicarían las similitudes entre Mateo y Lucas que no provenían de
Marcos. Otros estudiosos que niegan la hipótesis Q (entre los que me cuento) sostienen
que “el material Q”, lo forman, en realidad, adaptaciones midráshicas escritas a partir
del texto de Marcos. Según esto, Lucas, cuando escribió su evangelio, utilizó a Marcos
y a Mateo; es decir, que incorporó a su evangelio algunas de las adaptaciones escritas
por Mateo, así como sus propias adiciones a Marcos. Este proceder de Lucas (y no un
documento perdido, sobre el que solo cabe especular) explica las pasajes casi idénticos
que, no siendo procedentes de Marcos, pueden localizarse tanto en Mateo como en
Lucas.
La hipótesis Q ha prevalecido, entre los estudiosos del Nuevo Testamento, al menos
durante los últimos 150 años. Sin embargo, me satisface comprobar que el crédito de
esta hipótesis empieza a declinar, si bien más entre los estudiosos del Reino Unido que
entre los de Estados Unidos. En el “Seminario sobre Jesús” (Jesus Seminar), y para un
grupo de estudio e intercambio sobre todo norteamericano, la hipótesis Q es poco
menos que un dogma indiscutible. En dicho Seminario, he sido una voz solitaria, de
alguien que nunca ha estado convencido de la exactitud de la hipótesis Q, pese a la
total confianza en ella de otros miembros de dicho Seminario.
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