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No se está en el mundo, se deviene con el mundo, se deviene contemplándolo. Todo
es visión, devenir. Se deviene universo. Devenires animal, vegetal, molecular, devenir
cero.
La fabulación creadora nada tiene que ver con un recuerdo, incluso amplificado, ni con
una obsesión. El artista desborda los estados perceptivos y las fases afectivas de la
vivencia. Es un vidente, alguien que deviene.
No supera menos el afecto las afecciones de lo que el percepto supera las
percepciones. El afecto no es el paso de un estado vivido a otro, sino el devenir no
humano del hombre.
El afecto no lleva a cabo un regreso a los orígenes como si volviéramos a encontrar, en
términos de semejanza, la persistencia de un hombre bestial o primitivo por debajo del
civilizado.
Precisamente porque las opiniones son funciones de la vivencia, pretenden tener un
cierto conocimiento de las afecciones. Las opiniones son óptimas para las pasiones del
hombre y su eternidad. Pero, como subrayaba Bergson, tenemos la impresión de que
la opinión desconoce los estados afectivos, y de que agrupa o separa los que no
deberían agruparse o separarse.
Los grandes afectos creadores pueden concatenarse o derivar en compuestos de
sensaciones que se transforman, vibran, se abrazan o se resquebrajan; son estos seres
de sensación quienes ponen de manifiesto la relación del artista con un público, la
relación de las obras de un mismo artista o incluso una eventual afinidad de artistas
entre sí. El artista siempre añade variedades nuevas al mundo. Los seres de sensación
son variedades, como los seres de concepto son variedades y los seres de función
variables.
De todo arte habría que decir: el artista es presentador de afectos, inventor de afectos,
creador de afectos, en relación con los perceptos o las visiones que nos da. No sólo los
crea en su obra, nos lo da y nos hace devenir con ellos.
El arte es el lenguaje de las sensaciones, tanto cuando pasa por las palabras como
cuando pasa por los colores, los sonidos o las piedras. El arte no tiene opinión. El arte
desmonta la organización triple de las percepciones, afecciones y opiniones, y la
sustituye por un monumento compuesto de perceptos, de afectos y de bloque de
sensaciones que hacen las veces de lenguaje.
Las figuras estéticas (y el estilo que las crea) nada tienen que ver con la retórica. Son
sensaciones perceptos y afectos, paisajes y rostros, visiones y devenires. Las figuras
estéticas no son idénticas a los personajes conceptuales. Tal vez pasen unos dentro de
los otros en la medida en la que hay sensaciones de conceptos y conceptos de
sensaciones. No se trata del mismo devenir. El devenir sensible es el acto a través del
cual algo o alguien incesantemente se vuelve otro (sin dejar de ser lo que es), mientras
que el devenir conceptual es el acto a través del cual el propio acontecimiento común
burla lo que es.
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Y la fenomenología qué dice…
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conciernen a los compuestos de sensaciones y al plano al que se remiten
necesariamente con sus materiales.