Documente Academic
Documente Profesional
Documente Cultură
Ya no,
gracias a la biotecnología y la ingeniería
genética.
Andrés Augusto Hurtado Sáenz 164003415
Universidad de los Llanos. Facultad Ciencias Básica e Ingeniería.
Biología. Seminario de la investigación.
Hasta hace un tiempo para atrás podíamos considerar al bioterrorismo como mera
ciencia-ficción. Sin embargo, en la actualidad vemos que el panorama es totalmente
diferente y está lejos de ser simples fantasías científicas, y es gracias a la aplicación de
tecnología y los avances en la ciencia que se ha alcanzado hasta el momento, con fines
militares. Actualmente podemos modificar genéticamente microorganismos patógenos,
que desde antaño ya se encontraban en nuestro planeta incluso antes de la existencia
misma del hombre y convertirlos en potentes armas.
Sin embargo, todo cambió cuando en 1973 se consiguieron transferir genes ajenos al
propio material hereditario de determinadas bacterias. Estas nuevas técnicas de
ingeniería genética abrieron un nuevo espectro inimaginable de posibilidades vistas
hasta entonces.
Sin embargo Estados Unidos no es el único país que trabaja con este tipo de
armamento. Es bien sabido el incidente de 1979 en la ciudad rusa de Sverdlovsk (actual
Ekaterimburgo) cuando una explosión accidental en un complejo militar puso en
evidencia la investigación de armamento biológico por parte de los rusos. En el
incidente se liberó unos tantos miligramos de esporas de Bacillus anthracis a los pocos
días 100 personas enfermaron de ántrax de los cuales 40 murieron. El incidente tardó
13 años en ser revelado cuando Boris Yeltsin admitió que en Sverdlovsk se
desarrollaban armas biológicas, el ántrax entre otras más. Ese mismo año el Dr. Alibek,
científico en jefe de Biopreparat una instalación militar, afirmó que Rusia poseía armas
con las que se podría desatar una guerra biológica a gran escala.
Además, el factor principal para que esta situación se presente es que la producción de
este tipo de armamento a través de la ingeniería genética no viola el tratado. El
acuerdo, tolera la investigación y la producción de cantidades determinadas de
bioarmas con fines estrictamente defensivos. Pero he aquí la ironía y la controversia del
mismo: ¿dónde encontramos el límite de lo que es para uso defensivo y lo que es para
uso ofensivo? Es más, esto se ha convertido en la excusa perfecta para el desarrollo de
armas cada vez más efectivas con el argumento de una búsqueda de la “protección”
frente a un ataque.
Los gobiernos insisten en que la investigación de estas armas es con fines defensivos,
incluso así, sabemos que existe un enorme riesgo para las poblaciones que habitan en
los lugares cercanos a estas instalaciones de investigación, no querríamos otra
Sverdlovsk. Desde los inicios, los laboratorios de genética molecular han tenido unas
normativas muy estrictas para la manipulación de microorganismos: circuito de
reciclado de agua y aire, compuertas de descontaminación, entre otros protocolos más.
Pero la realidad actual es otra, muchos laboratorios tanto estatales como privados
incumplen muchas de esas normativas exigidas para esa clase de laboratorios.
La OTAN (Organización del Tratado del Atlántico Norte) menciona a 31 organismos con
el potencial real para ser usados como bioarmas. En la lista se incluyen: viruela, ántrax,
la peste, botulismo, tifus, fiebre Q, encefalitis equina venezolana, ebola y la gripe, entre
otros. De estos organismos, al parecer tanto la viruela como el ántrax son los que más
fácilmente pueden llegar a convertirse en armas biológicas.
Las numerosas ventajas de este tipo de armas las colocan sobre cualquier tipo de
armamento convencional, incluso sobre armas químicas y nucleares. Las bioarmas son
de fácil manejo, solo se requiere de pequeñas cantidades de un agente biológico para
que propague y ocasione epidemias. Además, su bajo costo de producción y desarrollo
las hace muy atractivas, sobre todo para países con pocos recursos. La revista Nature
publicó un artículo donde señalaron las enormes posibilidades que la biotecnología y
más concretamente la ingeniería genética le ofrecía a los militares, y más aún y para
infortunio de todos a grupos terroristas sobre los que se tiene muy poco control.
Como ya he señalado arriba, son muchos los patógenos que de manera indiscriminada
pueden llegar a ser liberados produciendo así una epidemia, aunque sus efectos
podrían ser atenuados por los tratamientos convencionales como los antibióticos. Sin
embargo, si se emplea el uso de técnicas moleculares, digamos; transferencia de genes
resistentes a los antibióticos, eso bastaría para que nuestra medicina convencional se
volviera obsoleta. Un ejemplo claro sería una cepa como la Yersinia pestis resistente a
16 antibióticos distintos y rediseñada en los laboratorios rusos Biopreparat.
Incluso otros catedráticos moleculares afirman que existen planes para la modificación
de microorganismos como la E. coli. El procedimiento sería muy sencillo: primero
tendríamos que introducir genes de resistencia hasta hacerlas casi inmunes a los
antibióticos; luego elevaríamos su resistencia a los ácidos gastrointestinales, esto con el
fin de conseguir una propagación mayor; introduciríamos genes de algunos otros
microorganismos para que sinteticen toxinas u otras barbaridades que se nos ocurran y
finalmente, podríamos insertar un gen que la haga más invasiva, con ello podríamos
hacer que esta logre invadir otros tejidos, el resultado sería una bacteria recombinada
capaz de escapar a todas la medidas de defensa del organismo y sobrepasaría los
tratamientos convencionales de la medicina.
Este escenario solo podría ser ejecutado, si las cepas actualmente “resguardadas” en
establecimientos de alto perfil de seguridad, cayeran en manos criminales
(fundamentalistas, terroristas, otras naciones, etc.) y fueran usadas como bioarma. Sin
embargo, este escenario no está lejos de una realidad posible, ya que conocemos las
declaraciones de individuos de alto perfil con información privilegiada al respecto.
Según expertos, estas toxinas recombinadas genéticamente son las que más
posibilidades tienen de ser empleadas, ya que su aplicación y métodos de producción
en bioingeniería son de fácil aplicación y bajo coste.
Científicos militares creen que en cuanto a la aplicación directa se refiere, los aerosoles
serían la forma más sencilla de dispersar un agente biológico entre una población y los
ejércitos enemigos. Y una de las problemática en la utilización de estas armas es el
desconocimiento incluso para los científicos sobre los resultados de la aplicación de la
ingeniería genética a estos microorganismos. Además estiman que el poder mortífero
de estas armas puede llegar a ser mucho mayor que incluso las nucleares, además que
la infraestructura del o los blancos estaría intacta. Y aunque existen medios para
contrarrestar algunas, como el ántrax, la peste o la fiebre amarilla, si estas son
modificadas genéticamente la medicina y los protocolos de seguridad actual no tendrían
posibilidad alguna ante un microorganismo recombinado.
Como ya se he señalado arriba, algunos expertos, comparan el gran parecido que hay
entre las armas biológicas recombinadas genéticamente y las armas nucleares. Ambas
poseen un amplio radio de alcance, aunque las bioarmas tendrían un mayor alcance.
Ambas pueden contaminar zonas por décadas. Y conllevan a un riesgo muy alto en su
manipulación y producción. Sin embargo, las bioarmas tiene una clara ventaja su
utilización destruye al enemigo y dejar intacta las infraestructuras de la zona afectada, a
pesar de que la contaminación permanezca durante un largo tiempo. Además, tal como
hemos visto, las normativas legales internacionales no tienen un control sobre su uso
como los que se aplican sobre las armas nucleares.
Así que de este modo, tal y como con el resto de armamento convencional, químico y
nuclear, las armas biológicas se han pasado del escenario de la fantasía-científica a un
motivo más de preocupación en este siglo.
Fuentes consultadas.
Sidell, F. R., Takafuji, E. T., & Franz, D. R. (1997). Medical aspects of chemical and
biological warfare. OFFICE OF THE SURGEON GENERAL (ARMY) FALLS
CHURCH VA.