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TRABAJO DERECHO

ADMINISTRATIVO I
¿Sería correcto afirmar que, si el legislador crea un nuevo servicio público al que le fija una
función específica, estableciendo su objeto, fin y tareas, pero omite señalar sus atribuciones,
ello puede solucionarse mediante la potestad reglamentaria, ejercida para dar ejecución a la
ley?

Integrantes:
Grace Díaz
Elias Droguett
Gabriel Gómez
Julián Ortiz
Andrés Amigo

Universidad Católica Silva Henríquez


La Constitución Política, atribuye al Presidente de la República la atribución especial de
"Ejercer la potestad reglamentaria, en todas aquellas materias que no sean propias del
dominio legal, sin perjuicio de la facultad de dictar los demás reglamentos, decretos e
instrucciones que crea convenientes para la ejecución de las leyes" (artículo 32 Nº 6
Constitución). Así, el ordenamiento fundamental otorga al Presidente de la República un
poder que le permite contar con una autosuficiencia normativa, pudiendo ejecutar las leyes y
administrar al Estado. En nuestro sistema jurídico dicha potestad se materializa en decisiones
escritas de obligado acatamiento que, si son generales y permanentes, se denominan
reglamentos.
Una Constitución extensa y compleja, se demostrará a corto plazo inaplicable, obsoleta o
causante de encontradas y múltiples interpretaciones que, antes de generar consensos, causará
divergencias. Teniendo lo recién expuesto en consideración, se revisará la asignación y
limitación de competencias normativas que realiza la Constitución Política de la República
(en adelante CPR), entre el propio Constituyente, el Legislador (artículo 63) y el Presidente
de la República (artículos 32 y 65). Respecto de los servicios públicos administrativos, la
CPR crea y regula algunos de ellos; en relación a otros, distribuye la competencia normativa
para crearlos, darles su estructura u organización básica, definir su planta de personal, su
presupuesto y establecer sus funciones y atribuciones, entre el reglamento y la ley. La CPR,
en el artículo 65, habilita al Legislador para establecer funciones y atribuciones. Así, el
Legislador, otorga facultades regulatorias a las autoridades y jefaturas de la Administración.
Acerca de esta facultad normativa que se concede por ley a la Administración, hay que
precisar que su contenido no está determinado o especificado, por cuanto responde a un
criterio residual; es decir, en principio alcanza a todo lo necesario para el funcionamiento del
servicio, cuya regulación no sea competencia de Ley ni de Reglamento (Decreto Supremo).
En este sentido, como nos encontramos en el ámbito del derecho público donde sólo puede
hacerse lo que está expresamente permitido, y además el principio de legalidad es
especialmente fuerte, como se expresará a lo largo de este trabajo, parece necesario
determinar y analizar los campos competenciales que corresponden al Presidente de la
República y a las autoridades y jefaturas respecto de los servicios públicos de la
administración del estado.1

1
La Ley 18.575 (a modo de referencia) establece también que los preceptos constitucionales “obligan tanto a
los titulares o integrantes de dichos órganos como a toda persona, institución o grupo”; para terminar
finalmente expresando que “la infracción a esta norma generará las responsabilidades y sanciones que
determine la ley”, el segundo por su parte prescribe que “los órganos del Estado actúan válidamente previa
investidura regular de sus integrantes, dentro de su competencia y en la forma que prescribe la ley ”,
agregando en sus incisos segundo y tercero que “ninguna magistratura, ninguna persona ni grupo de
personas pueden atribuirse, ni aún a pretexto de circunstancias extraordinarias, otra autoridad o derechos
que los que expresamente se les hayan conferido en virtud de la Constitución o de las leyes”, y finalmente
expresará: “Todo acto en contravención a este artículo es nulo y originará las responsabilidades y sanciones
que la ley señale”, disposiciones constitucionales que son complementadas con el artículo 2° de la Ley
18.575 que expresa: “Los órganos de la Administración del Estado someterán su acción a la Constitución y la
leyes. Deberán actuar dentro de su competencia y no tendrán más atribuciones que las que expresamente
les haya conferido el ordenamiento jurídico. Todo abuso o exceso en el ejercicio de sus potestades dará
lugar a acciones y recursos correspondientes”.
¿Sería correcto afirmar que, si el legislador crea un nuevo servicio público al que le fija una
función específica, estableciendo su objeto, fin y tareas, pero omite señalar sus atribuciones,
ello puede solucionarse mediante la potestad reglamentaria, ejercida para dar ejecución a la
ley?
Creemos que no se podría señalar sus atribuciones a través de la potestad reglamentaria
debido a que las atribuciones esenciales deberían estar mencionadas por ley, en este caso una
ley orgánica constitucional, que establezca las bases fundamentales del servicio público, así
como sus fines. Agregar o ley de base 18.575 N°22 y ver el 28
Conforme a nuestra Constitución, no es posible la existencia de órganos, entidades regiones
que gocen de autonomía política, ya que esto supone una descentralización política lo cual
no coincide con el carácter unitario que le asigna la Carta Fundamental a nuestro Estado
(artículo 3º). Sin embargo, esto no es ningún impedimento para que dentro de la
Administración del Estado existan órganos autónomos de naturaleza administrativa, como da
cuenta la propia Carta Fundamental en su artículo 65 inciso 4º N.º
Caso contrario es el de la autonomía administrativa, debido a que no supone necesariamente
la existencia de descentralización política. Dicha autonomía supone la existencia de órganos
que forman parte de la Administración del Estado, pero cuya relación con el poder central o
las máximas autoridades gubernativas es casi inexistente, lo cual le permite actuar con
independencia al momento de adoptar sus propias decisiones. La propia Carta Fundamental
establece que determinados órganos gozarán de autonomía, razón por la cual no estarán
sometidos a dicha dependencia o tutela, como ocurre con la Contraloría General de la
República, el Banco Central, el Ministerio Público, las Municipalidades y el Consejo
Nacional de Televisión3.
Ahora bien, esta ley nos da un concepto y clasificación de los servicios públicos,
considerando si actúan bajo la personalidad jurídica del Estado o tienen personalidad jurídica
propia: Artículo 28.
Los servicios públicos son órganos administrativos encargados de satisfacer necesidades
colectivas, de manera regular y continua. Estarán sometidos a la dependencia o
supervigilancia del presidente de la República a través de los respectivos Ministerios, cuyas
políticas, planes y programas les corresponderá aplicar.
La ley podrá, excepcionalmente, crear servicios públicos bajo la dependencia o
supervigilancia directa del presidente de la República. Artículo 29.- Los servicios públicos
serán centralizados o descentralizados. Los servicios centralizados actuarán bajo la
personalidad jurídica y con los bienes y recursos del Fisco y estarán sometidos a la
dependencia del presidente de la República, a través del Ministerio correspondiente. Podría
ser parte de la introducción encontró yo
Los servicios descentralizados actuarán con la personalidad jurídica y el patrimonio propio
que la ley les asigne y estarán sometidos a la supervigilancia del presidente de la República
a través del Ministerio respectivo. La descentralización podrá ser funcional o territorial.
La LBGAE reordena las distinciones que se había hecho respecto de los servicios públicos y
las reduce a dos categorías: centralizados, en relación a aquellos que actúan con la
personalidad y con los bienes del Fisco, y se encuentran bajo la dependencia del Presidente
de la República, y descentralizados, que gozan de personalidad jurídica y patrimonio propio,
y se encuentran bajo la supervigilancia del Jefe de Estado. Conforme a esta clasificación, es
muy relevante distinguir si el vínculo que tiene el servicio público con el Presidente es de
dependencia o supervigilancia. Al efecto, se ha entendido que la dependencia da lugar a una
relación de jerarquía entre la máxima autoridad del Estado y el servicio público, aquello
explica que también se le denomine … el nombramiento de funcionarios así como la facultad
de cesar en sus funciones6; el ejercicio de la potestad disciplinaria sobre ellos; la resolución
de los recursos jerárquicos que se interpongan en contra de sus actos, así como la resolución
de las contiendas de competencia que se presenten entre ellos, además de la dictación de
normas internas de carácter general (circulares e instrucciones).
Por el contrario, en el caso de la supervigilancia –también denominada tutela– dichos poderes
o facultades desaparecen, debido a que el órgano ya no se encuentra supra ordenado al
presidente. Debido a lo anterior, este órgano goza de autonomía respecto del poder central,
salvo en los casos que la ley expresamente le atribuya determinadas potestades al presidente
de la República sobre él, como sería el nombramiento o remoción de su autoridad superior;
el ejercicio del control disciplinario; la autorización o aprobación de los actos del servicio
descentralizado; la posible revocación de estos, entre otros. Es por tal razón que este vínculo
no es uniforme en su intensidad, pues bien puede ocurrir que las potestades de tutela sean un
número acotado de facultades, dando al servicio público una amplia autonomía
(descentralización real) o sean de tal naturaleza que se acerque plenamente a los poderes
propios de la jerarquía “descentralización ficta”
Como conclusión consideramos que se podría superar el problema de la omisión de las
atribuciones a este nuevo servicio público, mediante la potestad reglamentaria de ejecución,
debido a que es aquella cuya finalidad se encuadra tan sólo en desarrollar o pormenorizar los
supuestos, contenidos o enunciados en una ley, por tanto es requisito la existencia de una ley
y en la problemática planteada si existe al decir que el legislador crea un nuevo servicio
público.
Por lo que el presidente de la república no podría a través de la propia potestad reglamentaria
agregar atribuciones adicionales a las que el servicio público le confiere a este. Por ende, esto
debería hacerse al momento de su conformación propiamente tal, en donde, hay ciertos
órganos a los cuales innatamente se le dan atribuciones, pero por otro lado, esta se debería
atener al monto de su formación lo cual lo encontramos en la ley de base 18.575 N°22. Por
lo que el presidente podría hacer a través de la potestad reglamentaria es agregar reglamentos
que falten y que ocasionen algún tipo de vacíos legales.

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