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Esther Bick publicó sólo tres artículos en vida:

Análisis de niños hoy (1962); Notas sobre la observación de infantes en la formación


psicoanalítica (1964) y La experiencia de la piel en las relaciones tempranas de objeto
(1968

Mientras los infantes estén privados de su objeto libidinal, se volverán cada vez más

incapaces de dirigir hacia fuera, no sólo la libido, sino también, la agresión “(212)

Método de observación de bebés según Esther Bick


Autor: Adriana Romero

El método y la técnica como tales se fueron creando paulatinamente


durante el desempeño de Esther Bick, cuidando y atendiendo niños,
desde sus años en Viena. En 1948, en Inglaterra, lo ofrece ya como un
método configurado y aplicado en la Tavistock Clinic. Desde 1968 es
indispensable en la formación de psicoterapeutas y psicoanalistas en
Inglaterra. Desde 1970 la Observación de Bebés llegó a ser parte de los
cursos de observaciones más amplias para varias otras profesiones,
como trabajadores sociales, psicólogos clínicos, médicos y otros. La
intención es comprender la relación Madre-Bebé, por un lado, usando un
método científico, y por otro lado, como una práctica para el
conocimiento del desarrollo evolutivo y clínico del ser humano y todas
sus relaciones.

El método consta de tres etapas:

1. La observación del bebé.


2. El registro de las observaciones.
3. La discusión grupal.

Básicamente, el método exige una práctica semanal durante una hora,


idealmente a la misma cada semana, en la casa de un bebé recién
nacido y su familia. La experiencia se extiende durante uno o dos años.
La observación sistemática del desarrollo de un niño provee al
Observador la oportunidad de ponerse en contacto con estados
emocionales primitivos, tanto en el bebé como en la madre y la familia,
y aun, con su propia respuesta a este entorno. El Observador comparte
el espacio físico y emocional de madre y bebé y se vuelve el receptor de
algunas de las proyecciones que van y vienen entre la díada y entre los
otros miembros de la familia. Esta es una observación sin intervención,
cuyo objetivo es asistir al desarrollo emocional del bebé en su medio
natural con su madre y su familia. El énfasis está puesto en lo que se ve
y lo que se siente, la consigna sería: ver lo que está allí para ser visto, y
no, mirar lo que el Observador piensa que debe haber allí o debe ser
visto.

Éste, una vez finalizada cada experiencia, realiza protocolos fieles a los
sucesos, y se realizan básicamente en sentido descriptivo. El registro
cuidadoso y el análisis de sí mismo generan, con todos estos datos,
insights de los estados mentales de madre y bebé primordialmente.
Inferencias, especulaciones, y aun las reacciones personales de quien
observa, no son parte del material que se consigna.

La observación incluye lo observado, los sentimientos, pensamientos y


asociaciones del observador. Es indispensable que este último desarrolle
algo semejante a la atención flotante del psicoanálisis, es decir, que
mantenga una atención equilibrada sin privilegiar una escena observada
en detrimento de otra, por lo cual sus notas las toma una vez finalizada
la sesión o hasta 12 horas posteriores. Estas notas deben ser un registro
minucioso de la conducta del lactante y de aquellos que lo rodean,
además de ser ateóricas y sin interpretación psicológica. Luego, este
registro es cambiado a lenguaje teórico y el terapeuta le da sentido.
Finalmente, es necesaria una reunión semanal con un grupo de
observadores y un coordinador para leer y discutir las observaciones de
cada cual y, de esta manera, ir armando los patrones de
comportamiento significativos. Según Neborak, Weis, Fernández &
Reingold: “Para rescatarnos como observadoras necesitamos la labor
desintoxicante del grupo de discusión”.

En la discusión grupa se trabaja bajo la supervisión de un experto en


Observación de Bebés., se leen los protocolos y, con un background
psicoanalítico, se comprenden los sucesos en la hora de práctica, se
hacen inferencias acerca de las emociones comprometidas en el bebé, la
madre, la familia y el Observador. Además, se accede a la comprensión
de los aspectos inconscientes del comportamiento y se detectan
patrones de comunicación, que se van haciendo evidentes a medida que
se analizan los sucesos y movimientos emocionales que se llevan a
efecto en todos los personajes que intervienen en la experiencia de
observación.

El fundamento primordial del método ha sido pedagógico. Esta


experiencia, o formación para la clínica, intenta enseñar a los
Observadores cómo Observar. Desde el vértice psicoanalítico esto quiere
decir, pensar acerca de las interacciones entre madre y bebé o sus
cuidadores, observar el desarrollo, reflexionar acerca de estados
mentales diversos, emitir hipótesis que nos ayuden a comprender y a
contemplar posibles consecuencias.

Se espera que toda esta labor la procese internamente cada profesional


con el apoyo de su supervisor y el grupo de Seminario. No habrá
intentos de comprender e interpretar mientras se lleva a cabo la
actividad, ya que es material para digerir en el Seminario. Esta técnica
aporta una oportunidad para aprender acerca de las propias respuestas
a la Observación y sus vicisitudes. Nos ayuda a entender cómo cada
investigador encuentra un lugar para sí mismo en la familia, sus
respuestas a la ansiedad, la incertidumbre, la desesperanza y la
exposición de sus problemas personales como consecuencia del gran
impacto emocional de la Observación. Es crucial el trabajo en el
Seminario de Observación, pues además, surgen contundentemente, al
descubrimiento gradual de los estudiantes o practicantes, los fenómenos
de Transferencia y Contratransferencia en la situación de Observación.

Didier Houzel (1999) resalta, como un enorme valor del método de Bick,
el hecho de que el Observador enfoca sus esfuerzos sobre los aspectos
de su receptividad mental. Y señala tres de éstos, a saber:
1. Receptividad a nivel perceptivo; lo que pueda ser objetivamente observado
sobre la conducta del niño y su entorno (cambios en el tono muscular, gestos,
imitación…).
2. Receptividad empática y emocional, que permite al observador experimentar,
dentro de sí mismo, aquello que el niño o los que lo rodean pueden estar
sintiendo.
3. Receptividad inconsciente; se manifiesta en la Contratransferencia por medio de
sentimientos, representaciones, ideas, incluso manifestaciones físicas, que en
ese momento pueden aparecer vacías de sentido, pero que en el análisis más
profundo que se lleva a efecto en el Seminario de discusión de la observación
resultan plenas de sentido.

Es bien importante la sugerencia de Houzel acerca de cómo, más allá de


la atención consciente hay una atención inconsciente, receptividad
pasiva que permite que las comunicaciones latentes del analizado se
reúnan y tomen forma en la mente del analista.

La Observación de Bebés muestra mejor que ningún otro método la


importancia de esta función de atención para el desarrollo psíquico. Para
lograr todo esto el Observador, como el analista, debe estar abierto a
las comunicaciones implícitas que lo alcanzan sin su conocimiento y que
reúne con lo que este autor llama atención inconsciente.

El psicoanalista se presenta a la familia como interesado en el estudio


del desarrollo de los bebés en su medio familiar, como parte de su
formación, idealmente desde antes del nacimiento, por medio de una o
varias entrevistas. Se advierte a los practicantes no dar más información
de la absolutamente necesaria para establecer una cómoda posición
como Observador en la familia. Desempeñan su rol como receptores,
más que como quienes acepten o sigan los requerimientos de la madre,
el bebé o la familia. Es muy útil, no sólo como aprendizaje, sino como
conocimiento propio para el practicante, distinguir entre las ansiedades
que tienden a afligirlo como consecuencia de esta nueva tarea y rol en
medio de un ambiente nuevo y diferente, de las ansiedades expuestas,
tanto de la madre como del bebé, también en sus primeras experiencias
juntos en el período post-natal.

El contexto de las Observaciones puede prestarse para el acting-out por


parte del observador, a menos que tenga lugar un gran compromiso de
pensamiento cuidadoso, ya que su self infantil puede ser dolorosamente
estimulado por esa experiencia de la observación de la díada madre-
bebé. Pueden salir a flote e invadir la experiencia, por ejemplo,
sentimientos de ser una madre rival, un hermanito rechazado, un padre
compitiendo, una abuela benevolente o simplemente ser ese tercero
excluido. Evocaciones de sus propias experiencias como bebé, miedos y
deseos acerca de sí mismo, de su madre, actuales o potenciales, pueden
ser removidas. El Observador varón es particularmente sensible a los
primeros días de amamantamiento, y ambos, él y la madre tendrán que
encontrar la forma de manejar esta intimidad física. Es importante tener
presente que la presencia de quien observa, en la intimidad de los
hogares, no se realiza como una visita social, sino como un testigo del
cuidado que se da al pequeño infante, a la vez que de la intimidad de
madre y bebé. Ahora bien, todo este peso emocional que recae sobre él,
puede ayudar a clarificarlo una cuidadosa y detallada secuencia en la
elaboración de los protocolos. La contención de las ansiedades del
Observador es función del Seminario de Observación. Así mismo, es
ideal el análisis personal acompañando toda esta experiencia.

Centrándonos en qué es Observar un Bebé habría mucho qué decir.


Entendamos con Winnicott, que no hay algo como, un bebé, sino una
pareja madre-bebé de la cual va emergiendo el lactante como un ser
separado. Es posible hacer demostraciones fundadas acerca de las
contribuciones psíquicas de la madre al desarrollo del bebé, y estas
Observaciones nos permiten emitir hipótesis sobre la respuesta del
lactante a su madre. Este vínculo primordial es, pues, el objetivo de la
investigación en la Observación de Bebés.

Y una vez establecidos nuestros primeros contactos seremos


observadores, testigos de la identidad en desarrollo del lactante. Las
evidencias centrales en este método están constituidas por el Material
de Observación.

Centrarse en categorías por ser observadas no ha sido esencialmente el


objetivo primordial de este método. Es parte de sus desarrollos actuales
realizar la práctica con alguna o algunas categorías focalizadas.
Profesionales ya formados encuentran ahora experiencias de niveles
más depurados de la Observación, ubicando categorías importantes de
observar; por ejemplo, se destacan las experiencias de Stephen Briggs
(1998) quien se ha centrado en las dificultades del desarrollo en
situaciones de riesgo y ha generado hipótesis acerca de los tipos de
“contención” parental, en términos psicoanalíticos, que podrían estar
asociados con esas dificultades. Investigaciones sobre el autismo (Susan
Reid, 1997b) combinan la evidencia clínica y la observación de lactantes
para explorar mecanismos psicológicos en niños autistas con resultados
impactantes.

Aunque el método de Observación de Bebés es in-estructurado y no está


organizado por mediciones o convenciones de información codificada
tiene, sin embargo, un abordaje bastante consistente: la Observación
tiene una duración determinada, 1 hora; se realiza en un ámbito
también determinado, la familia; una regularidad semanal; y un período
de uno o dos años. Genera informes escritos, descripciones narradas sin
teorizaciones. Un encuadre observacional confiable y consistente.
“Encuadre” con similitudes con el del psicoanálisis clínico. Se alcanzan
algunos propósitos del análisis clínico, por ejemplo, en ambos las
características constantes posibilitan tanto a terapeutas como a
observadores identificar variaciones significativas en lo que observan, y
pensar acerca de las posibles causas e inferencias de estas variaciones.

No es posible observar una familia sin que la presencia del Observador


produzca alguna diferencia en el encuadre; la neutralidad que se le pide
sufre varios embates, que se convierten en materia de reflexión y
comprensión. Comprender que él genera una diferencia sólo por su
presencia nos ha llevado a darle usos prácticos y preventivos a la
Observación de Bebés. En estos momentos del proceso del método se
plantean experiencias para el desarrollo de utilidad diagnóstica y
preventiva en el campo de la salud mental infantil, manteniendo el
concepto cardinal de una presencia observacional no intrusiva y de
sostén.

Se señalan cuatro aspectos sobre los cuales oscila el analista:

1. Fragmentos de discurso como evidencia primaria.


2. Estructura mental del paciente.
3. Procesos observados en la interacción.
4. Modelos teóricos usados para descifrar los fragmentos y comprender los
patrones que conducen la vida mental del analizado.

Este proceso de descubrimiento nos ilustra el movimiento inductivo que


hace el analista desde el material clínico a los conceptos y las teorías: se
reinterpreta el material como va emergiendo a la luz de un marco
perceptivo existente.

La Observación de Bebés no trata de una reconstrucción, sino de la


observación de la formación original de las estructuras psíquicas
tempranas. Hay que tomar en cuenta, pues, problemas de muestreo,
ética y técnica. Utiliza, además, este método de Observación las mismas
inferencias de la práctica clínica, desde la descripción superficial hasta
los conceptos teóricos.

La madre puede parecer en un principio más útil para los


procedimientos interpretativos en la Observación cuando el Observador-
investigador busca describir el estado mental de ella, ya que el estado
mental del lactante realmente sí está más sujeto a conjeturas. Sin
embargo, el objeto disponible más importante para la observación y la
inferencia es la madre-en-relación-con-su-bebé, la pareja madre-bebé.
Es posible hacer referencia a las contribuciones psíquicas de la madre al
desarrollo del lactante, y observar y construir hipótesis de la respuesta
del lactante a ella. Este vínculo en desarrollo es el objeto primario de la
investigación en Observación de Bebés durante las primearas semanas,
pero la identidad en desarrollo del pequeño surge como un objeto de
estudio en sí mismo.

Las evidencias nucleares en este trabajo las constituye el material de


observación, igual que la evidencia clave del trabajo clínico la componen
los ejemplos del discurso psicoterapéutico y de la observación clínica. Es
necesario, sin embargo, optimizar rangos de normalidad y anormalidad,
la descripción de estados mentales, y procedimientos de inferencias
desde las observaciones, para reconocer cómo estos patrones típicos
nos ayudan a identificar las diferencias significativas y las variaciones
que deben ser tenidas en cuenta para formalizar la existencia y la
autonomía del método como instrumento para la investigación.
Contenidos y sucesos transferenciales, aunque utilizados como recursos
terapéuticos, están disponibles para la investigación en la Observación
de Bebés. Proveen datos significativos acerca del estado mental de la
madre, su vulnerabilidad y su historia psíquica.

La presencia de la Contratransferencia es realmente fuerte. El


Observador se vuelve el receptor de las proyecciones de la familia
completa, no sólo del bebé y la madre, lo que puede convertirse en una
experiencia fuerte y dolorosa. Todos estos datos cuidadosamente
registrados y el análisis describen la generación de una teoría fundada
como resultado del método que acompaña el proceso del contraste
permanente de los hallazgos en la investigación, con modelos de teorías
consistentes, para permitir la generación de nuevas comprensiones, y
por lo tanto, el crecimiento teórico e investigativo de sus propias
emociones por parte del observador generan insight de los estados
emocionales de la madre y del bebé. Algo no disponible como fuente de
investigación, en este caso en particular, es el resultado del diálogo
terapéutico clínico y la respuesta del analizado al proceso analítico. Esta
“falta” es la que sustenta el escepticismo de muchos psicoanalistas con
respecto a las contribuciones esperables de esta práctica en el desarrollo
de una nueva comprensión del desarrollo del sujeto.

La Observación de bebés en la formación psicoanalítica


La observación de bebés, tal como fuera propuesta por Esther Bick, se
inserta en el contexto teórico Kleiniano y post-Kleiniano de las
relaciones de objeto tempranas. Esta tiene como correlato clínico a la
denominada transferencia temprana (Etchegoyen, R. H., 1999).

La técnica kleiniana se basa en la exploración de la transferencia


temprana con su concomitante correlato contratransferencial. La
observación de bebés es un instrumento adecuado para ayudar a
desarrollar la receptividad para dichas transferencias en el trabajo
clínico tanto con pacientes niños como con adultos.

Esther Bick creó este método integrando su formación previa como


psicóloga experimental con su amplia experiencia como psicoanalista y
docente en este campo. Su intención era afinar el instrumento
psicoanalítico de los candidatos, particularmente en lo que se refería a
las dificultades en el contacto con la contratransferencia.

En la experiencia y reflexión acerca de la importancia de este método,


hay otros factores que podrían ser agregados a los objetivos planteados
inicialmente por Esther Bick. Entre estos factores se encuentra uno al
que algunos autores se han referido como actitud analítica. Los
componentes de la actitud analítica son la receptividad, la disposición a
la observación, la tolerancia tanto al misterio como al desconocimiento y
la inclinación a tratar de reflexionar antes que actuar.

Durante la observación, el observador se encuentra expuesto a


emociones intensas que se recrean en el momento de la reunión grupal.
El trabajo en el seminario permite la exploración de las situaciones que
en un tratamiento psicoanalítico se desarrollarán como fenómenos de
transferencia-contratransferencia. Se piensa que este método así
planteado, permitirá al candidato en formación ponerse en contacto con
las dificultades que presenta la experiencia de cercanía con la vida
emocional temprana a la que lo expondrá su práctica como
psicoanalista.

La experiencia de la observación de bebés proporciona modelos para


pensar y modular la práctica analítica particularmente con pacientes que
pasan por momentos muy regresivos. Desde otro punto de vista,
también es cierto que la observación de bebés desarrolla en quien la
practica la capacidad de construir modelos, conjeturas imaginativas, que
pueden dar significación y sentido a los vínculos emocionales tempranos
actualizados en la transferencia, en el caso de la práctica psicoanalítica.
La exposición a sentimientos intensos, el impacto de sentirse atraído
hacia un campo emocional de fuerzas, y la lucha por mantener

el propio balance y el sentido de uno mismo, son aspectos valiosos del


entrenamiento psicoanalítico. Estos aspectos del aprendizaje están
ligados con la distinción que hace Bion entre aprender acerca de algo
como experiencia intelectual y aprender de la experiencia emocional,
que implica un proceso de transformación con cambios en la
personalidad.

Un breve ejemplo
Esta observación presentó características especiales por distintos
motivos. En relación con la observadora, ella era el miembro más joven
y más nuevo del grupo; había entrevistado a la madre al final del
embarazo y nada podía hacer prever la dramaticidad de lo que ocurrió
luego. La beba –hija de una joven pareja de médicos– nació con un
angioma cavernoso que no sólo deformaba su cara, sino que ponía en
riesgo su vida y le provocaba mucho dolor al amamantar. Al comienzo la
observadora tenía que ponerse barbijo para acercarse a la beba. Por lo
tanto se trata de una experiencia que puso a prueba la capacidad de
contención de la observadora y del grupo frente a la ansiedad de
muerte, la ambivalencia y la culpa de la mamá, presentes en los
primeros meses de esta beba. La observadora retoma sus visitas
después de un intervalo de meses por vacaciones. Tomaremos dos
aspectos puntuales de esta observación y del modo en que fue
procesada en el grupo.

– “Veo a Sandra linda por primera vez”. El angioma, que abarcaba la


nariz y boca de la beba, parecía significado por los padres más como
una deformidad que como una malformación, y había una intención de
intervenir quirúrgicamente a la beba al año, “antes de que ella se diera
cuenta de lo que tenía”. En este reencuentro, la observadora comenta lo
linda que es la beba, con “una sonrisa tan brillante que esconde la
enfermedad”. El grupo se conmueve con estos comentarios y se siguen
dos líneas de pensamiento. Por un lado se piensa en la noción de belleza
ligada al conflicto estético de Meltzer y en las ideas de Piera Aulagnier
acerca de la importancia para un bebé de ser “catectizado”
libidinalmente. Se sugiere que ha habido una identificación de la
observadora con la madre y la abuela, que han podido rescatar los
aspectos hermosos de esta beba, ligados a su lucha por el desarrollo y
por sobreponerse a las serias dificultades que ha enfrentado. Por otra
parte se reflexiona en el grupo acerca de que el contacto con el
desarrollo de los bebés promueve una sensibilidad hacia los aspectos del
paciente que tienden al crecimiento más que la mirada dirigida hacia la
enfermedad.

– Se prosigue la lectura y en otro momento la observadora describe


cómo la mamá toma a Sandra en brazos y la arroja hacia arriba “como
en un vuelo cortito”, juego que la beba parece disfrutar mucho, pero
que causa “un poco de espanto” en la observadora, porque “parece un
típico juego de hombres, de padres, hacer volar a los hijos”.

Cuando la observadora lee este fragmento, se produce un momento de


intensa ansiedad en el grupo que parece interrumpir o mejor dicho
irrumpir en la tarea. Las participantes del seminario comienzan a traer
ejemplos personales y acaloradamente se superponen hablando –
situación no habitual en el grupo. Comienzan a tomar partido a favor o
en contra de la madre, criticando o apoyando esta práctica de “hacer
volar” y se inicia una discusión que parece desenfocada de la
observación. Cuando las coordinadoras señalan este momento de
ansiedad, el grupo puede volver a pensar sobre la observación y surgen
una serie de conjeturas que permiten profundizar la discusión
generando nuevos aportes. Parecería que en este momento hubo una
identificación de las integrantes del grupo con un bebé en riesgo de ser
alejado de la madre por un aspecto paterno: “ese es un juego que
hacen los hombres, los padres”, dicen críticamente los miembros del
grupo. Esta conjetura se confirma cuando se continúa con la lectura del
material en el que más adelante la madre relata que la beba ya duerme
sola en su propia habitación y que fue el padre quien a los cuatro meses
de la beba tomó esta decisión pese a las dudas de la madre. La beba
había requerido cuidados nocturnos por su angioma hasta ese momento,
pero ya no eran necesarios desde el punto de vista médico. Desde esta
perspectiva, surgieron hipótesis complementarias, así como la beba
duerme fuera del cuarto de los padres, al haber terminado el período de
riesgo vital, la madre tenía en el horizonte su regreso al trabajo y por lo
tanto podía incluir en el juego la idea de la separación.

Conclusiones
En conclusión, el método de observación de bebés es útil en la medida
en que facilita al terapeuta la detección de inconvenientes en la relación
entre la madre y su hijo, generando posteriormente el establecimiento
de un vínculo sano. Además, ayuda a diagnosticar trastornos en el bebé,
ya que favorece la comprensión de los procesos del desarrollo psíquico
temprano. Es importante destacar que, generalmente, los trastornos de
los bebés están ligados al sueño y a la alimentación, pero asimismo
pueden tener su base en problemas del vínculo con los padres o un
origen orgánico. Un vínculo sano implica una madre suficientemente
buena y con capacidad de rêverie, es decir, una madre que sabe
interpretar y responder a las necesidades tanto físicas como psicológicas
de su bebé y que se centra y se identifica con él.

Se enfatiza que la observación de bebés es un método riguroso que


implica tiempo y dedicación. La Observación de Bebés ha facilitado el
acceso a una etapa del desarrollo que, de otra forma, es difícil de
estudiar clínicamente, salvo por inferencias retrospectivas. Esther Bick y
su genialidad para desplazarse de un lado a otro, entre la Observación
de los Bebés y la comprensión psicoanalítica pre-existente, nos abrió la
posibilidad de pasar desde la información de una anomalía específica del
desarrollo hacia un insight teórico más profundo.

Cada bebé observado nos descubre profundidades sorprendentes de la


psique humana. Cada experiencia de Observación es una experiencia
viva de conocimiento.

Una función relevante de la observación de bebés en la formación de


futuros analistas es la de permitir el contacto con las propias dificultades
para observar; la práctica de este método permite la posibilidad de
desarrollar la capacidad de observación.

Si hacemos un paralelo con la situación analítica, al formular la regla


fundamental al comienzo de un análisis, sabemos que la capacidad de
asociar libremente no existe casi en ese momento inicial y que se va a
desarrollar a lo largo del proceso analítico. Del mismo modo, la
capacidad de observación también va a evolucionar, sostenida por la
tarea grupal.

Estas reflexiones nos llevan a enfatizar la importancia del análisis


personal del observador así como el valor de esta práctica, sobre todo
en la etapa del comienzo de la formación psicoanalítica. También que
podríamos considerar a la práctica del método como un elemento de
ayuda para detectar las inclinaciones vocacionales erradas.

El método de observación de bebés implica una disposición a observar,


un compromiso a registrar en detalle la experiencia incluyendo las
emociones que genera y a dedicar un tiempo de reflexión grupal en el
seminario. Es por esto que pensamos y proponemos que el Método de
Observación de Bebés deviene en una herramienta invalorable en el
camino de la adquisición y consolidación de la actitud analítica.

La observación de bebés es, sobre todo en personas que cuentan con la


continencia de su análisis personal, una disciplina idónea para el
desarrollo de la función psicoanalítica de la personalidad como la
describiera Bion. Para este autor, la observación es una de las
dimensiones que va a esclarecer el objeto psicoanalítico. Insiste en el
peligro de los analistas que teorizan indiferentes a los hechos que
surgen en la práctica y propone una teoría de las transformaciones “que
no se puede aplicar sino a aquellas situaciones en las cuales la
observación es esencial”

—-
Cómo es el proceso de identificación con los objetos?

Spitz refiere en su investigación con bebés que “ (…) en la observación directa


muestra que el primer objeto perceptual visual y estructurado de la vida, que adopta
forma definida y permanente, surgiendo de las burbujas luminosas de diferentes
géneros… que no tienen forma de nada a distancia, es el rostro humano. (pag.71)

“ Tanto Lewin como Isakowewr basan sus proposiciones en el supuesto freudiano de


que el primer objeto en la vida es el seno materno. Llegan a la conclusión de que, en el
sueño, la regresión al pecho de la madre estaría indicada por el contenido de los
sueños” (pag. 71)

“(…) el rostro es el estímulo visual ofrecido con mayor frecuencia al infante durante el
primer mes de vida. En el trascurso de las primeras seis semanas de vida, las huellas
mnémicas del rostro humano han quedado fijadas en la memoria infantil, como la
primera señal de la presencia del satisfactor de la necesidad; el infante seguirá con la
vista todos los movimientos de esta señal” (Spitz, 51)

(…) el desarrollo ulterior de la percepción estará también estrechamente ligado con el


afecto. Que esto ocurre así, resulta evidente, según la serie de hitos del desarrollo en la
génesis de la percepción a distancia, de la discriminación diacrítica y de la respuesta
sonriente así como su secuencia de desarrollo. Como se mostrará más adelante, el
afecto es el que abre paso al desarrollo; que no sólo favorece al desarrollo de la
percepción sino también de otras funciones. “ (Pag.73)
“ Desde el comienzo de la vida es la madre, la compañera humana del niño, la que
media en toda percepción, en toda acción, en toda intuición, en todo conocimiento. “
(pag82)

“ Nuestras películas nos muestran de modo impresionante cómo el pecho de la madre,


sus dedos, ofrecen al lactante multitud de estímulos táctiles; cómo esos estímulos le
dan la oportunidad de aprender y de practicar la percepción y la orientación; cómo
experimenta el infante el tacto superficial, la sensibilidad profunda y el equilibrio
sobre el cuerpo de la madre y en respuesta a los movimientos de ella; apenas hace
falta añadir que es la voz de ella la que brinda al infante el estímulo acústico vital, que
es el requisito previo para el desarrollo de la palabra.” (82)

“(…) la transición desde el nivel narcisistico, en que el infante se toma a sí mismo


como objeto, al nivel de las relaciones de objeto, propiamente dichas. Al final del
primer año, cuando el niño repite sonidos ( y palabras) que proceden de su madre,
habrá reemplazado el objeto acústico de su propia persona con el objeto del mundo
externo, que es la persona de su madre”( 83)
Lo que hace que las experiencias primarias con la madre sean tan importantes para el
niño es el hecho de estar entretejidas, embellecidas y coloreadas con el afecto
maternal; y el niño responde a esto afectivamente. Esto es escencial en la infancia ,
pues a esa edad los afectos son de una importancia muchísimo mayor que en
cualquier otra época posterior de la vida. (84)
“Está a la vista que existen variaciones sin fin de una madre a otra. Para hacer las
cosas aún más complejas, cada una de ellas, cada madre en particular, varía de un día
a otro, de una hora a otra, de una situación a otra distinta. La personalidad de infante
absorbe estos patrones cambiantes en un proceso de circuito, influyendo la gama de
los afectos maternales con su conducta y sus actitudes. De acuerdo con la
personalidad de la madre, puede haber una diferencia enorme, respecto a que el niño
sea precoz o retrasado, dócil o difícil, obediente o revoltoso” (84)
(…) la persona de la madre atraerá hacia sí los impulsos agresivos del infante, así
como sus impulsos libidinales. La fusión de los dos impulsos y la fusión del objeto
bueno y el malo en uno, a saber: el objeto libidinal, son por lo tanto, las dos facetas de
uno y el mismo proceso.. Los aspectos “buenos “ de la madre sobrepasan
desmesuradamente el peso de los aspectos “malos”. Y del mismo modo el impulso
libidinal del niño sobrepasa el impulso agresivo, pues su impulso libidinal está
proporcionado a sus necesidades. En conscencuencia, el buen objeto parece
predominar en esta fusión, a lo que se debe, probablemente, que al objeto libidinal se
le denomina también objeto amoroso.
Ahora que los dos impulsos están dirigidos hacia un solo objeto, emocionalmente
catexiado con más fuerza, objeto del que podemos hablar como establecimiento del
objeto libidinal propiamente dicho y de lla iniciación de las verdaderas relaciones de
objeto. Así es como yo concibo la colaboración de los impulsos agresivos y libidinal en
la formación de las relaciones de objeto 131)
Esto hace tan comprensible porqué la fallecida Katherine Wolf observaba tan
sensitivamente que “ las relaciones de objeto normales con la madre son un
prerrequisito para la capacidad del infante de relacionarse con las cosas y
dominarlas”. Por último muestra una vez más lo indispensable que es para el infante
el logro de la fusión de los impulsos agresivos y libidinales, al ser capaz de
descargarlos sobre una sola persona, es decir, la madre.

La depresión anaclítica y el hospitalismo demuestran que una deficiencia grande en


las relaciones de objeto lleva a una detención en el desarrollo de todos los aspectos de
la personalidad. Esas dos perturbaciones ponen de manifiesto el papel cardinal de las
relaciones de objeto en el desarrollo del infante.( 211)

El objeto libidinal ofrece un escape para su impulso agresivo que provoca el objeto
provocó.
El infante normal no distingue entre la descarga del impulso agresivo y el libidinal,
estos se manifestaban, simultanea, concomitante o alternativamente como respuesta
al único y mismo objeto; a saber: el objeto libidinal. En la ausencia de éste, ambos
impulsos quedan privados de su blanco y es volcado contra sí mismo.
Mientras los infantes estén privados de su objeto libidinal, se volverán cada vez más
incapaces de dirigir hacia fuera, no sólo la libido, sino también, la agresión (212)

Podría objetarse que la madre no es el único ser humano que se encuentra en el


medio circundante del infante, ni el único que ejerce una influencia emocional; que ese
medio circundante comprende al padre, a los hermanos de otros partos, a los
parientes y demás, y que todos pueden tener una significación afectiva para el infante.
Hasta el marco cultural con sus costumbres ejerce una influencia sobre el pequeño, ya
desde el primer año de vida. Todo esto es evidente de por sí; no obstante, no
recordamos siempre que en nuestra cultura occidental esas influencias son
transmitidas al infante por conducto de la madre o de quien la sustituya.

objeto s. m. (fr. objet; ingl. object; al. Objekt. Gegenstand, Ding). Aquello a lo que
el sujeto apunta en la pulsión, en el amor, en el deseo.

El objeto como tal no aparece en el mundo sensible. Así, en los escritos de Freud, la
palabra Objekt siempre viene unida a un de- terminante explícito o implícito: objeto
de la pulsión, objeto del amor, objeto con el cual identificarse. En oposición a
Objekt, das Ding (la cosa) aparece m ás bien como el objeto absoluto, objeto per-
dido de una satisfacción mítica

EL OBJETO DE AMOR El objeto de amor es un revestimiento del objeto de la


pulsión. Freud reconoce que el caso del amor concuer- da difícilmente con su
descripción de las pulsiones:

1. si bien no puede ser asimilado a una simple pulsión parcial como el sadismo, el
voyeurismo, etc., no por ello podría representar la «expresión de una tendencia
sexual total» (que no existe);

2. su destino es más complejo; puede ciertamente retornar so- bre la persona propia
pero también puede trasformarse en odio; y odio y amor, además, se oponen ambos
a la indiferencia como ter- cera posibilidad. La oposición amor-odio es referida por
Freud a la polaridad «placer-displaceD>;

3. el amor, por último, es una pasión del yo total (al. gesamtes Ich), mientras que
las pulsiones pueden funcionar de modo inde- pendiente, autoerótico, antes de toda
constitución de un yo.

Esta división entre amor y deseo reproduce la diferencia freudia- na entre pulsiones
de autoconservación (necesidades) y pulsiones sexuales (verdaderas pulsiones). El
amor tiene una ligazón contra- dictoria con la necesidad. Todo lo que perturba la
homeostasis del yo provoca displacer, es odiado. Pero todo objeto que aporta placer,
en tanto extraño, amenaza también la perfecta tranquilidad del yo, desencadena una
parte de odio.

EL OBJETO DE IDENTIFICACIÓN. Se ha visto cómo situaba Lacan el ideal del yo,


función simbólica, en este rasgo formal del asentimien- to del Otro. Este rasgo
extrae su poder del estado de desamparo del lactante frente a la omnipotencia del
Otro. Lacan acerca así el ideal del yo a ese rasgo único (al. einziger Zug) que el yo,
según Freud, toma del objeto de amor para identificarse con él a través de un

De acuerdo con este proceso, «la identificación toma el lu- gar de la elección de
objeto, la elección de objeto regresa hasta la identificación>> (Freud, Psicología de
las masas y análisis del yo, 1921 ). Efectivamente, para Freud, la identificación es la
forma más precoz y más originaria del lazo afectivo con otra persona. Una pri- mera
identificación se haría al principio con el padre. Ella instala el ideal del yo y hace así
posible el enamoramiento: en el estado amo- roso, «el objeto se ubica en el lugar del
ideal del yo». El mismo meca- nismo explica la hipnosis así como el fenómeno de la
masa y su su- misión al conductor: «Una masa primaria (no organizada) es una
suma de individuos que han puesto a un mismo y único objeto en el lugar del ideal
del yo y, en consecuencia, en su yo, se han identifi- cado los unos con los otros».

Melanie Klein afirma que el inconciente de un niño de 2 a 3 años ya está


constituido, ya está ahí, y que puede desplegarse en la tras- ferencia en la cura. El
mundo interno del niño está compuesto para ella por imagos primitivas, resultado
del proceso de introyección de las diferentes imágenes de la realidad; está poblado
de monstruos, de demonios, y su sexualidad es fuertemente sádica. Para tener ac-
ceso al inconciente del niño, Melanie Klein recurre a la técnica del

juego; el juego libre del niño es para ella el equivalente de las aso- ciaciones libres;
los elementos del juego pueden ser considerados análogos a los elementos del sueño
en el adulto y sometidos al aná- lisis, pues son la expresión simbólica de los
fantasmas, los deseos y las experiencias del niño, cuyo contenido latente puede ser
inter- pretado. En 1935, publica un artículo fundamental, Contribución al estudio de
la psicogénesis de los estados maníaco-depresivos, en el que aísla la posición
depresiva infantil como posición central del desarrollo del niño; pone en evidencia
las angustias psicóticas que subtienden la neurosis infantil, de la que elabora una
nueva defini- ción (hace de ella una estructura precoz de defensa contra las an-
gustias). El objeto parcial yla pulsión de muerte constituyen los pi- lares de su
elaboración teórica: descubre la importancia de los me- canismos de escisión y
propone un cambio radical de perspectivas al insistir en los aspectos creadores de la
posición depresiva.

Winicott

Para él, el juego del niño es una experiencia cultural esencial que abre el camino de
la su- blimación.

A.Aberastury : “ El pasaje del pecho a otra fuente de gratificación oral exige un trabajo de
elaboración psicológica, que Melanie Klein descubrió similar al esfuerzo al cual se ve
sometido el adulto cuando elabora el duelo de un ser amado. La forma en que el niño acepta
ésta perdida será la pauta de conducta de cómo en su vida posterior se enfrentará con las
pérdidas sucesivas que le exigirán la adaptación a la realidad.”

“El primer objeto de amor y odio del lactante, su madre, es deseado y odiado a la vez con
toda la fuerza e intensidad características de las tempranas necesidades del niño. Al
principio ama a su madre cuando ésta satisface sus necesidades de nutrición, calmando sus
sensaciones de hambre y proporcionándole placer sensual mediante el estímulo que
experimenta su boca al succionar el pecho. Esta gratificación forma parte esencial de su
sexualidad, de la que en realidad constituye la primera expresión. Pero cuando el niño tiene
hambre y no se lo gratifica, o cuando siente molestias o dolor físico, la situación cambia
bruscamente. Se despierta su odio y su agresión y lo dominan impulsos de destruir a la
misma persona que es objeto de sus deseos y que en su mente está vinculada a todas sus
experiencias, buenas y malas. Además, como lo ha señalado Joan Riviere, el odio y los
sentimientos agresivos del lactante dan origen a los más penosos estados, como la
sofocación, el ahogo y otras sensaciones similares que, al ser sentidas como destructivas
para su propio cuerpo, aumentan nuevamente la agresión, la desdicha y los temores.”

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