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ALCÁNTARA SÁEZ
Catedrático de Ciencia Política y de la Administración
Universidad de Salamanca
SISTEMAS POLÍTICOS DE
AMÉRICA LATINA
VOLUMEN I
AMÉRICA DEL SUR
CUARTA EDICIÓN
Contenido
Presentación
Bibliografía actual sobre política de América Latina
Los Sistemas Políticos del Cono Sur
Capítulo I. Argentina
I. Introducción
II. Desarrollo político
III. El régimen político
IV. El comportamiento político
V. Bibliografía utilizada y seleccionada
VI. Principales sitios web
Capítulo II. Brasil
I. Introducción
II. Desarrollo político
III. El régimen político
IV. El comportamiento político
V. Bibliografía utilizada y de consulta
VI. Principales sitios web
Capítulo III. Chile
I. Introducción
II. Desarrollo político
III. El régimen político
IV. El comportamiento político
V. Bibliografía utilizada y de consulta
VI. Principales sitios web
Capítulo IV. Paraguay
I. Introducción
II. Desarrollo político
III. El régimen político
IV. El comportamiento político
V. Bibliografía utilizada y de consulta
VI. Principales sitios web
Capítulo V. Uruguay
I. Introducción
II. Desarrollo político
III. El régimen político
IV. El comportamiento político
V. Bibliografía utilizada y de consulta
VI. Principales sitios web
Los Sistemas Políticos de los Países Andinos
Capítulo VI. Bolivia
I. Introducción
II. Evolución histórico-política
III. El régimen político
IV. El comportamiento político
V. Bibliografía utilizada y de consulta
VI. Principales sitios web
Capítulo VII. Colombia
I. Introducción
II. Evolución histórico-política
III. El régimen político
IV. El comportamiento político
V. Bibliografía utilizada y de consulta
VI. Principales sitios web
Capítulo VIII. Ecuador
I. Introducción
II. Desarrollo político
III. El régimen político
IV. El comportamiento político
V. Bibliografía utilizada y de consulta
VI. Principales sitios web
Capítulo IX. Perú
I. Introducción
II. Desarrollo político
III. El régimen político
IV. El comportamiento político
V. Bibliografía utilizada y seleccionada
VI. Principales sitios web
Capítulo X. Venezuela
I. Introducción
II. Desarrollo político
III. El régimen político
IV. El comportamiento político
V. Bibliografía utilizada y de consulta
VI. Principales sitios web
Créditos
A M.ª Carmen
PRESENTACIÓN
ARGENTINA
I. INTRODUCCIÓN
Pocos casos muestran en América Latina una situación tan peculiar como la
de Argentina. A lo largo del medio siglo comprendido entre el golpe de Estado
de 1930 y la transición a la democracia de 1983 el desarrollo notable de la
sociedad argentina se vio constreñido por un régimen político anclado en un
pulso entre populismo —peronismo— y liberalismo con las Fuerzas Armadas de
por medio como árbitro interesado de la liza. Solo es a partir de este último año
que el país pudo alcanzar unas pautas de notable regularidad y continuidad
democrática. Sin embargo, el fracaso de la agenda neoliberal implementada en la
década de 1990, junto con una crisis política larvada en el seno de una coalición
heterogénea, produjo una seria inestabilidad económica y social plasmada en los
graves acontecimientos de finales de 2001 que, no obstante, no solo no logró
quebrar al sistema democrático, sino que trajo consigo una notable revitalización
del mismo.
La irrupción en el Estado de diferentes sectores sociales entre 1930 y 1980,
con el propósito de ver exclusivamente sus intereses satisfechos, hizo que la
sociedad política se organizara en compartimentos estancos. Aparecieron así
fórmulas muy poco consensuales de hacer política, prevaleciendo una fuerte
inestabilidad que llegó a hacerse crónica. En esta situación, diferentes sectores
de las Fuerzas Armadas desempeñaron una función arbitral respecto a las
corporaciones que llamaban a los cuarteles. Incluso en determinados momentos
actuaron con plena autonomía diseñando su propio proyecto de gobierno para la
sociedad argentina. A esta cuestión tampoco era ajena la ineficacia en los
intentos realizados para cambiar la forma en que la economía argentina se
engarzaba con la economía mundial, así como las dificultades para dibujar un
modelo económico propio que pudiera satisfacer mínimamente a los distintos
actores sociales en la puja distributiva.
El régimen político, parcialmente definido por una Constitución de mediados
del siglo XIX, pocas veces modificada y vigente solo en forma intermitente entre
1930 y 1983, consolidaba el presidencialismo, anulaba paulatinamente la
vocación federal de su génesis sustituyéndola por un fuerte centralismo, y era
proclive a la aparición de fórmulas «movimientistas» en cuanto a la
representación de los intereses ciudadanos. Esto último no se alejaba de una
sociedad homogénea pero pluriclasista, en la cual la dificultad por encontrar su
identidad mostraba soluciones a veces desarticuladas y donde predominaba una
cultura política con propensión a la ruptura.
La histórica alternancia política que supuso el traspaso de la banda
presidencial entre dos presidentes civiles, democráticamente elegidos y de
partidos políticos opuestos (Raúl Alfonsín y Carlos Menem) constituyó un hito
en la inestable tradición política del país. Argentina consolidó, a lo largo de la
década de 1990, su régimen democrático y cambió drásticamente su modelo
económico hacia uno presidido por el desmantelamiento del Estado, la
desregulación y liberalización casi plena de la economía y el imperio del libre
mercado, en una situación en la que la buena marcha de la economía, optando
por una política de convertibilidad entre la moneda nacional y el dólar y de
despreocupación por el déficit público, dejó de convertirse en el pesado lastre de
la política. Por otra parte, la reforma constitucional de 1994 supuso,
fundamentalmente y más que una reforma en profundidad de la Carta Magna, la
culminación del sueño reeleccionista del peronismo en concatenación con el
nuevo momento constitucional en favor de la reelección que se empezaba a vivir
en América Latina.
Los trágicos sucesos de diciembre de 2001, que proyectaron una severa crisis
política, económica y social, fueron la consecuencia de una serie de elementos
que habían ido gestándose en el pasado reciente y ante cuyos impactos la clase
dirigente, tanto en el plano político, como en el empresarial o en el sindical, no
supo reaccionar. La crisis de legitimidad y de eficacia abierta puso a prueba los
resortes del régimen político sin que éste terminara de hundirse y proveyera una
tímida respuesta mediante la llamada a elecciones anticipadas. La recuperación
se dio gracias a la combinación de la llegada al poder primero de Néstor
Kirchner y luego de Cristina Fernández, con un partido peronista presente en
todo el país y una oposición fragmentada y sin liderazgo, junto con la existencia
de recursos económicos en manos del gobierno gracias a los ingresos
procedentes de las exportaciones de soja y de hidrocarburos.
Los indicadores sociodemográficos muestran una sociedad altamente
urbanizada ya en 1974, que posteriormente continuó urbanizándose hasta
alcanzar en 2010 una tasa del 93 por 100. Igualmente se trata de una sociedad
alfabetizada en la que apenas el 1 por 100 de los ciudadanos que habitan las
zonas urbanas era analfabeto en 2010. Por último, la tasa de participación en la
actividad económica de la mujer ha continuado incrementándose, de manera que
en 2010 cerca del 42 por 100 de las mujeres estaban incorporadas a la economía.
Estos tres indicadores, que han progresado en las últimas décadas, muestran una
sociedad moderna, aunque si se tomara en consideración la distribución
geográfica de los mismos se encontrarían desigualdades muy significativas.
Con respecto a los indicadores económicos el desempeño de la economía
sufrió un fuerte deterioro en la década de 1980. El PIB a precios constantes
disminuyó en cerca del 2 por 100 y la renta per cápita de 1980 no se recuperó
aún hasta 1993. Los resultados económicos de la década de 1990 mejoraron
notablemente el panorama con tasas de crecimiento sostenido y control de la
inflación. Sin embargo, todo ello se perdió dramáticamente con creces en la
crisis que empezó a asolar a la economía argentina en 1998 y que se extendió
durante un lustro, ejemplo de esta crisis fue la caída de la tasa de variación del
PIB per cápita que alcanzó en 2002 su nivel más bajo (–11 por 100).
Paralelamente, el comercio exterior se diversificó disminuyendo la dependencia
de las exportaciones de productos primarios que pasaron de representar el 86,1
por 100 en el total de las exportaciones, al 56,4 por 100 en 2011.
EVOLUCIÓN DE ALGUNOS INDICADORES SOCIODEMOGRÁFICOS DE ARGENTINA
Población total (en miles) 30.305,0 32.527,0 34.768,0 37.032,0 38.652,0 40.370,0
Población urbana (en porcentaje) 84,9 86,9 88,3 89,6 91,8 93,1
* Datos del The World Factbook de la CIA. El porcentaje se refiere a personas, no a hogares.
FUENTE: Elaboración propia con datos de CEPALSTAT.
1. EVOLUCIÓN HISTÓRICO-POLÍTICA
Abstención 14,66
FUENTE: Ministerio del Interior de la República Argentina, Dirección Nacional Electoral, Departamento de
Estadísticas.
Otros 1 1,7
1 Se integran los resultados de las candidaturas de Solanas y Imizcoz de Alianza Sur (0,4%), Zamora y
Díaz del Mov. Soc. Trabajadores (0,3%), Altamira y Molle de la Alianza FUT-PO (0,2%), Mazzitelli y
Fonseca del Socialista Auténtico (0,2%), Méndez y Ambrosio del Humanista (0,2%), Christiansen y Montes
del MAS-PTS, Frente Obrero y Socialista (0,1%), Santucho y Anognazzi del M. Dem. Pop.
Antiimperialista (0,1%), y Tumini y Reyna de Corriente Patria Libre (0,1%).
FUENTE: Boletín Electoral Latinoamericano, IIDH-CAPEL, enero-junio, 1995, p. 59.
Las elecciones del 24 de octubre de 1999 dieron el triunfo, bajo el lema «El
gran cambio», a la Alianza por el Trabajo, la Justicia y la Educación que había
logrado aunar los votos del radicalismo y de la izquierda unidos en torno a un
programa de desarrollo y justicia social fuertemente antimenemista. A pesar de
su imagen paritaria, el predominio en el seno de la Alianza de la UCR fue muy
fuerte. No solo los radicales habían logrado colocar a su candidato en la pareja
electoral, sino que impusieron su superioridad numérica a la hora de la
constitución del gobierno haciendo valer su mayor peso específico como partido
más formado con cuadros preparados y experimentados así como el carácter
perdedor del FREPASO en su apuesta por la gobernación de la provincia de
Buenos Aires, donde Fernández Meijide perdió ante Ruckauf. La
descomposición entre los dos socios de la coalición, la estructuración
organizativa territorial, el cuerpo de militantes y el hecho de que uno fuera
asimismo un frente electoral más que un partido político sesgó desde el principio
el binomio a favor de la UCR sin que se tuviera en cuenta que los votos
recibidos no eran, sino únicamente en un porcentaje que apenas si sobrepasaba la
mitad, votos radicales.
ELECCIONES PRESIDENCIALES DE 24 DE OCTUBRE DE 1999
Abstención 18,06
Las diferencias dentro del oficialismo se hicieron pronto sentir en cuanto que
las decisiones políticas más polémicas tuvieron que ser abordadas por un
gobierno en el que el peso era de los radicales. De esta manera, la fuerte
represión de las movilizaciones sindicales tras la aprobación de la reforma
laboral en el Congreso en abril de 2000 y el voto contra Cuba en la Comisión de
Derechos Humanos de Naciones Unidas en el mismo mes fueron aspectos que
no favorecieron el inicio de la andadura en común. Sin embargo, de cara al
exterior, las elecciones de mayo de 2000 en la Capital Federal mostraron una
Alianza muy sólida que triunfaba a pesar de su incapacidad para reactivar la
maltrecha economía, del paquete impositivo aprobado que afectaba
sensiblemente a los sectores medios y del pacto fiscal que se alcanzaría con las
provincias para congelar su gasto. La fórmula Aníbal Ibarra (FREPASO) y
Cecilia Felgueras (UCR) derrotaba por un amplio margen de 16 puntos (49 por
100 frente al 33 por 100) a la compuesta por Domingo Cavallo y Gustavo Béliz
(Acción por la República) mientras que la candidatura justicialista se hundía. No
obstante, el mundo sindical, como ya aconteció bajo la presidencia de Alfonsín
en los seis primeros meses del nuevo gobierno, organizó dos huelgas generales
que tuvieron como origen el rechazo a la política económica implementada y el
pulso con el gobierno sobre la desregulación de las obras sociales y la
terminación de la estructura de sindicato único.
Sin embargo, el conflicto más serio surgido en el seno de la Alianza se
produjo como consecuencia del escándalo que salpicó al Senado tras la denuncia
de la existencia de sobornos, supuestamente con fondos públicos, a ocho
senadores (siete peronistas y un radical) con motivo de su voto en la legislación
de la reforma laboral. El escándalo contaminó seriamente el corazón de las
instituciones políticas durante varios meses afectando no solo al Poder
Legislativo y a sus mecanismos de funcionamiento, sino también al propio Poder
Ejecutivo. El Vicepresidente Álvarez demandó de De la Rúa una actuación
vigorosa que reflejase una reacción rápida ungida de trasparencia y de
responsabilidad que no se dio. De la Rúa llevó a cabo unos limitados cambios en
su gabinete sin consultar con Álvarez y no urgió continuar con la enmarañada
investigación. Álvarez presentó su dimisión irrevocable el 6 de octubre de 2000
abriendo una crisis política sin precedentes. A pesar de que se explicitó la
continuación de la Alianza pocos días después, era evidente que ésta, sin haber
llegado a cumplir un año en el gobierno, estaba herida de muerte. El senador
Mario Losada fue elegido presidente del Senado y, como tal, Vicepresidente de
la República. Los votos que habían llevado a Álvarez a la Vicepresidencia y
contribuido decisivamente al triunfo electoral de De la Rúa quedaban, de esta
manera, huérfanos de representación política, contribuyendo la situación a
incrementar la desconfianza en las instituciones y a elevar el grado de frustración
social.
En el ámbito de la economía la crisis devoraba al Ministro del ramo José Luis
Machinea, quien era sustituido en marzo de 2002, con el beneplácito del poder
económico por el liberal ortodoxo Ricardo López Murphy que inmediatamente
presentó el que iba a ser cuarto plan de ajuste en año y medio. Sin embargo, el
anuncio del mismo tuvo un fuerte impacto en la Alianza, sobre todo por el
impacto en las políticas sociales lo cual llevó a un conflicto en el seno del
gabinete con renuncia de varios ministros, a una actitud de rechazo homogénea
por parte de los peronistas y a la convocatoria de una huelga general en el sector
de la educación y otra a nivel general que paralizó la actividad en el país. La
falta de apoyo político y social llevó a la dimisión de López Murphy y al
sorprendente nombramiento de Domingo Cavallo, el hombre que había
disputado la Presidencia a De la Rúa y Álvarez y que había quedado en tercer
lugar en la votación, como Ministro de Economía el 18 de marzo de 2001,
propuesto por el propio Álvarez, para intentar recuperar la confianza en el
ámbito financiero internacional. La nueva remodelación del gabinete hacía que
el FREPASO al igual que el aparato radical quedaran fuera del mismo. El plan
económico de Cavallo fue aprobado en la Cámara de Diputados como Ley de
Competitividad cuatro días más tarde por 150 votos contra 75.
Para ahondar más la crisis de legitimidad en la que se hundía paulatinamente
el sistema político argentino y que tenía un componente de falta de eficacia en la
política económica implementada desde hacía tiempo y otro de desconfianza en
la clase política un nuevo escándalo surgió que volvió a afectar la credibilidad de
esta última. En abril de 2001, la Justicia empezó procesando por la venta ilegal
de armas a Ecuador y Croacia entre 1991 y 1995 a tres ministros de la época de
Menem: Erman González, Guido Di Tella y Óscar Camillón, y al Comandante
en Jefe del Ejército, Martín Balza, y terminó encausando al flamante recuperado
Ministro de Economía, Domingo Cavallo, y al propio expresidente que
finalmente fue detenido bajo arresto domiciliario dos meses más tarde, situación
en la que se mantuvo hasta el siguiente mes de noviembre. La crisis sistémica se
recrudecía por el paulatino incremento de la debilidad del gobierno de la Alianza
bajo un liderazgo de De la Rúa cada vez más endeble y disperso que conducía la
política de acuerdo con los impulsos que recibía de Raúl Alfonsín actuando
como consejero áulico e incapaz de llegar a un gran acuerdo nacional que
parecían pedirle las fuerzas políticas. Del lado de la oposición, los peronistas
daban una penosa imagen a lo largo de 2001 por su enfebrecida lucha por la
presidencia del Senado.
Las elecciones legislativas de octubre de 2001 reflejaron esta situación
mediante un importante crecimiento del «voto bronca» (la suma de los votos
nulos y en blanco habida cuenta de la obligatoriedad del sufragio y de las
dificultades para abstenerse), que en numerosas circunscripciones llegó a superar
a la cuarta parte del electorado, y el triunfo claro de la oposición justicialista que
pasaba a ser de nuevo la principal fuerza política del país y a controlar ambas
Cámaras. Además, el ex gobernador de la provincia de Buenos Aires y ahora
candidato al Senado, Eduardo Duhalde, obtenía el 42,5 por 100 de los votos
(cuando el techo histórico del peronismo en esa provincia era del 40 por 100)
mientras que Raúl Alfonsín, también candidato a senador, se quedaba con el 16,2
por 100.
El ambiente de crispación social, aunado con los signos de caída libre de la
economía, continuó incrementándose las semanas siguientes llegándose el 13 de
noviembre a la séptima huelga general. Paralelamente, se registraba una
situación novedosa en la política nacional derivada del esquema de Estado
federal por la que los gobernadores de las provincias más importantes del país se
convirtieron en un verdadero frente opositor al Poder Ejecutivo en el proceso de
negociación sobre transferencias de recursos públicos para la administración de
las provincias. De esta manera, los peronistas Carlos Ruckauf, de Buenos Aires,
Carlos Reutemann de Santa Fe, y José Manuel de la Sota de Córdoba asumieron
un papel protagonista del acoso que empezó a sufrir De la Rúa. En la calle, la
violencia desencadenada con la presencia de piqueteros, nombre dado a los
distintos grupos de desocupados organizados, y un alto nivel de represión
policial se complicó con el salto cualitativo que supuso el saqueo de comercios y
supermercados en las principales ciudades del país en las jornadas que se
iniciaron al 19 de diciembre. Ese día por la tarde una multitud de argentinos, de
manera espontánea, iniciaron una protesta de carácter novedoso en la historia de
los medios alternativos de acción colectiva en el país. Desde los barrios más
acomodados de la Capital Federal comenzaron a golpearse cacerolas y a exigir la
dimisión del Ministro de Economía. Rápidamente, personas de todos los barrios
porteños y de las clases sociales más diferentes comenzaron a caminar,
golpeando las cacerolas, hasta el Congreso. La multitud que ocupaba las calles la
noche de ese día desconocía la declaración del estado de sitio que había
decretado De la Rúa esa misma tarde y la dimisión de Domingo Cavallo. El 21
de diciembre, y antes de que le fuera aceptada la renuncia por el Congreso,
Fernando de la Rúa levantaba el estado de sitio. Acababan así dos años de
gobierno del segundo presidente radical que debía adelantar el término de su
mandato por la presión popular en doce años.
Los diez días siguientes sembraron el país de un caos sin precedentes ya que
se proyectó en el terreno de la política, la sociedad y la economía. En la política,
Argentina contempló la procesión de hasta cinco Presidentes de la República en
una muestra palmaria del calado de la crisis y de la enorme dificultad de articular
alianzas de gobierno con capacidad mínima operativa y garantías al límite de
continuidad. Tras la dimisión de De la Rúa asumió la Presidencia el presidente
del Senado, Ramón Puerta, quien dejó su cargo el 23 de diciembre al gobernador
de San Luis, Adolfo Rodríguez Saá, propuesto, no sin disidencia y tras un largo
debate, por los gobernadores del PJ y aprobado por el Congreso con una mayoría
de 169 votos del PJ, el cavallismo y los partidos provinciales. Siete días después,
ante la falta de apoyo de los gobernadores peronistas que se habían convertido
en el auténtico centro de poder del país, Rodríguez Saá presentó su dimisión
recayendo la Presidencia en el titular de la Cámara de Diputados, el duhaldista
Eduardo Camaño, el 31 de diciembre tras haber declinado hacerse cargo de la
misma otra vez Ramón Puerta. Finalmente, el primero de enero de 2002 con 262
votos a favor, 21 en contra y 18 abstenciones era elegido por el Congreso el
candidato derrotado en las elecciones de 1999, el peronista Eduardo Duhalde,
exgobernador de Buenos Aires, encabezando un gobierno que se pretendía de
unidad nacional con dos radicales en su seno y otros en importantes cargos del
Ejecutivo.
En la sociedad, el paro superó el 20 por 100, el hambre apareció en las
provincias del interior con cerca del 50 por 100 por debajo de la línea de pobreza
y las masas en la calle desbordaron cualquier ámbito organizado, fuera partidista
o sindical, para expresar directa y espontáneamente su frustración mediante
marchas, caceroladas y saqueos. En la economía, el gran pacto monetario que
había constituido la política de convertibilidad y que había asegurado una
estabilidad desconocida en el peso argentino y su ficticia equiparación al dólar,
sucumbía ante el descalabro de una economía con un fuerte déficit público y un
dólar revalorizado mediante la Ley de Emergencia Pública aprobada el seis de
enero, y no solo el sueño de la paridad se deshacía (la abrupta salida del
Ministerio de Economía de Domingo Cavallo era todo un símbolo), sino que se
decretaba la congelación de los depósitos bancarios en un inesperado «corralito»
financiero que atrapó fundamentalmente a las clases medias y que arrojó a la
calle a miles de pauperizados ciudadanos de la noche a la mañana.
A lo largo de 2002 la política argentina fue testigo de conflictos entre el Poder
Judicial y el Poder Legislativo en relación con las medidas decretadas por éste
para dar cobertura legal al corralito financiero; las negociaciones con las
provincias para acordar la reducción de su déficit, que aceptaran que no existiera
un mínimo de coparticipación federal y que el Estado nacional se hiciera cargo
de las deudas provinciales; la articulación de las reformas requeridas por el
Fondo Monetario Internacional en la economía nacional para recibir el apoyo
financiero de éste con dos Ministros de Economía al frente del proceso, primero
Jorge Remes Lenicov y luego Roberto Lavagna; la continuidad de formas de
acción colectiva no institucionalizada, claramente repudiadora de la política
convencional y enfatizadoras de expresiones nihilistas como la de «que se vayan
todos»; y las medidas para desarrollar las elecciones de abril de 2003 que
deberían elegir Presidente (sin la comparecencia de Duhalde) y congresistas.
Fte. Mov. Popular Unión y Libertad (PJ) Rodríguez Saá y Posse 2.735.829 14,1
FUENTE: Elaboración propia con datos de la Dirección Nacional Electoral, Ministerio del Interior.
Fte. Mov. Popular Unión y Libertad Rodríguez Saá y Maya 1.459.174 7,6
Otros 1.361.795 7,1
FUENTE: Elaboración propia con datos de la Dirección Nacional Electoral, Ministerio del Interior.
FUENTE: Elaboración propia con datos de la Dirección Nacional Electoral, Ministerio del Interior.
1. EL PODER EJECUTIVO
2. EL PODER LEGISLATIVO
4. LA ORGANIZACIÓN TERRITORIAL
5. EL SISTEMA ELECTORAL
Un hito fundamental de la historia política argentina se situó en 1912 cuando
se promulgó la ley electoral Sáenz Peña por la que se estableció el censo
obligatorio masculino que hacía efectivo el sufragio universal decretado décadas
antes. Este cambio en la normativa electoral censitaria anterior abrió las puertas
al gobierno de la nación a la Unión Cívica Radical en 1916. El sufragio universal
completo se alcanzó en 1948 mediante la legislación peronista en favor de los
derechos políticos de la mujer. La tradición del sistema mayoritario se quebró en
1963, fecha en que se empezaron a aplicar criterios proporcionales; el sistema
electoral iniciado en 1912 por el que se concedían los dos tercios de los escaños
en disputa a la lista del partido ganador y el tercio restante al segundo partido
más votado desapareció finalmente en este año en lo atinente a la Cámara de
Diputados.
La Constitución de 1853 establecía claramente los criterios para la elección
del Presidente y Vicepresidente de la Nación mediante un sistema indirecto o de
elección por mediación de juntas de electores previamente elegidas. Este sistema
ha sido el utilizado en veintiuna de las veinticinco elecciones para Presidente o
Vicepresidente celebradas entre 1854 y 1989. Solamente fue sustituido por el
sistema de elección directa en las elecciones de 1951 y de marzo y septiembre de
1973, así como en las elecciones de Vicepresidente de 1954, comicios todos
ellos en que triunfaron candidatos peronistas. Las juntas de electores se
formaban en cada provincia con una composición intermedia según criterios
poblacionales y estrictamente provinciales para proyectar el carácter federal del
modelo en la elección del Poder Ejecutivo. En este sentido compartió la misma
filosofía del sistema electoral presidencial norteamericano. Sin embargo, el texto
aprobado en 1994 cambió significativamente el sistema toda vez que pasó a ser
uno de elección directa, en doble vuelta y constituyendo el territorio nacional un
distrito único (art. 94). La elección debe realizarse dentro de los dos meses
anteriores a la conclusión del Presidente en ejercicio (art. 95) y la segunda
vuelta, si correspondiese, se realiza entre las dos fórmulas de candidatos más
votadas, dentro de los treinta días de celebrada la anterior (art. 96). No es
necesaria la segunda vuelta cuando la fórmula que resultare más votada en la
primera hubiere obtenido más del 45 por 100 de los votos afirmativos
válidamente emitidos (art. 97) o cuando obtenga más del 40 por 100 de los votos
afirmativos válidamente emitidos y, además, exista una diferencia mayor de diez
puntos porcentuales respecto del total de los votos afirmativos válidamente
emitidos sobre la fórmula que le sigue en número de votos (art. 98). El mandato
presidencial quedó fijado en cuatro años con posibilidad de reelección
inmediata.
En cuanto al procedimiento que determina la forma de elección de los
miembros del Congreso, la Constitución establece que los senadores son
elegidos por cada provincia y la ciudad de Buenos Aires, la magnitud de distrito
es de tres escaños, de forma que corresponden dos bancas al partido político que
obtenga el mayor número de votos, y la restante al partido político que le siga en
número de votos (art. 54). El mandato de los senadores se redujo con la reforma
de 1994 de nueve a seis años, renovándose un tercio de sus miembros cada dos
años. Con respecto a la Cámara de Diputados se refiere, ha de tenerse en cuenta
el carácter provincial de la circunscripción electoral y la proporcionalidad con
respecto al número de habitantes de la provincia de los puestos electivos a cubrir.
En ambas instancias queda, pues, constitucionalizada la provincia como distrito
electoral.
El Código Electoral reformado en 2002 asume la fórmula D’Hondt para el
reparto de escaños, introduce un factor «igualitario» de las provincias, de
carácter posiblemente inconstitucional, al establecer que todas las provincias
tienen derecho a elegir al menos un número fijo de diputados que se añaden a los
elegidos en virtud de la proporción poblacional. Mediante esta modificación toda
provincia argentina envía a la Cámara de Diputados al menos cinco
representantes. Igualmente, la ley electoral estipula la existencia del umbral
mínimo del 3 por 100 a nivel provincial. Las listas de candidatos para la Cámara
de Diputados son cerradas y bloqueadas. Los diputados son elegidos para un
mandato de cuatro años, renovándose por mitades cada dos años.
Las elecciones en el ámbito provincial —gobernadores, diputados
provinciales y senadores provinciales— se regulan por una normativa electoral
de carácter autónomo propia para cada provincia. No obstante, predominan los
grandes criterios de la legislación electoral nacional, esto es, la representación
proporcional, la fórmula D’Hondt y el umbral electoral del 3 por 100. Aunque,
por ejemplo, en Catamarca, Salta y San Luis los senadores provinciales se eligen
a razón de uno por departamento a mayoría simple y en Santiago del Estero y
Tucumán en los cargos de representación provincial se sigue manteniendo la ley
Sáenz Peña atenuada. La reforma constitucional de 1994 permitió por primera
vez la elección directa del intendente de Buenos Aires.
El sufragio es universal para los mayores de dieciocho años, igual, secreto y
obligatorio. En 1991 se aprobó la ley de cupo femenino, primera en América
latina de esta naturaleza, por la que se establecía un piso mínimo del 30 por 100
de participación femenina en las listas electorales.
Aunque en 2012 se reformó nuevamente el Código Electoral para ampliar el
voto a los argentinos nativos y por opción desde los 16 años, así como los
argentinos naturalizados desde los 18 años. Esta medida ha sido criticada por
sectores opositores al considerarse que la ampliación de la base electoral
favorece a la Presidenta Cristina Fernández en caso de optar a una segunda
reelección. Esta reforma también incluyó la creación de una nueva tarjeta para
votar que remplaza al DNI y establece nuevas sanciones a las personas que no
votan, en especial, a los funcionarios públicos quienes podrían ser sancionados o
cesados en el trabajo.
En octubre de 2009, y aprovechando la mayoría parlamentaria de la que
todavía gozaba el oficialismo, se sancionó la Ley 26.571 llamada Ley de
Democratización de la Representación Política, la Transparencia y la Equidad
Electoral, que instituyó las elecciones primarias abiertas, simultáneas y
obligatorias (PASO) además de introducir modificaciones a la Ley Orgánica de
Partidos Políticos, la Ley de Financiamiento de los Partidos Políticos, y el
Código Electoral Nacional.
Las PASO obligan a todos los partidos políticos a abrir en el mismo día el
proceso de selección interna de sus candidaturas e introducen también la
obligatoriedad para los ciudadanos. Por tratarse de una ley nacional en un
sistema federal de gobierno, rige solo para la selección de candidaturas
nacionales, si bien cuatro provincias se adhirieron a esta ley —Buenos Aires,
San Luis, Entre Ríos y San Juan— sometiendo al mismo procedimiento la
selección de candidatos a todos los cargos que se eligieron en octubre de 2011 en
dichas provincias.
El procedimiento para votar consiste en la emisión de un único voto por cada
categoría de cargos: Presidente y Vicepresidente, Senadores Nacionales,
Diputados Nacionales, y los demás cargos provinciales y municipales que se
elijan en las provincias que se adhirieron a la ley. En todos los casos, se puede
elegir una boleta completa o cortar boleta por categoría de cargos, tanto entre
listas internas de un mismo partido como entre listas de partidos diferentes; pero
no debe elegirse más de una opción para una misma categoría, porque de esa
forma el voto es considerado nulo.
En lo que se refiere a la Justicia Electoral, el Juzgado Federal número 1 de
cada provincia tiene a su cargo la competencia electoral. Estos jueces están
asistidos por una Secretaría Electoral, y en caso de controversias, existe una
segunda instancia de apelación que es la Cámara Nacional Electoral. Dicha
Cámara, tiene competencias además para aceptar y declarar la caducidad de los
partidos políticos, llevar el registro de afiliados, y administrar todo lo
correspondiente al voto de los extranjeros en el exterior; sumado a otras
competencias otorgadas por la Ley de Financiamiento de los Partidos Políticos
(n.º 26.215). A la vez la administración de las elecciones recae sobre el
Ministerio del Interior, que a través de la Dirección Nacional Electoral (DINE)
es responsable de programar, organizar y ejecutar las tareas que la legislación le
asigna en materia electoral y de partidos políticos.
1983 1985 1987 1989 1991 1993 1995 1997 1999 2001 2003 2005 2007 2009 Media
2,2 2,4 2,7 2,8 3,2 2,9 2,9 3,2 3,5 3,4 3,5 4,2 3,6 6,1 3,3
Sin embargo, a pesar de una cifra de afiliados que sobrepasa los tres millones,
es también dudosa su conformación estricta en un partido político. Se define más
propiamente como partido movimentista frente a la UCR, que cuando ha
ocupado la oposición ha actuado con una lógica más partidista. El actualmente
llamado Partido Justicialista se denominó en sus inicios Partido Laborista y
después, simplemente, Partido Peronista. En los tres casos, la Confederación
General de Trabajadores (CGT) ha liderado al movimiento político peronista, de
manera que durante mucho tiempo se ha tendido a asociar los conceptos de
peronismo-justicialismo con las instituciones y prácticas sindicales y con una
CGT controlada por dirigentes de esa orientación; en cambio, el partido por lo
general ocupó un discreto segundo plano en relación con la rama gremial del
movimiento. Por otra parte, desde 1973 se constata que el Partido Justicialista
conforma frentes electorales con fuerzas políticas afines, pero de escasa
relevancia electoral; así ocurrió en 1973 y 1983 con el Frente Justicialista de
Liberación (FREJULI) y en 1989 con el Frente Justicialista Popular (FREJUPO).
El Partido Justicialista, tras las derrotas electorales de 1983 y de 1985, sufrió
un debate interno que le hizo plantearse diferentes estrategias tendentes a su
renovación, dejando para ello la vía movimientista y de estricta estrategia
sindical. Fruto de este cambio doméstico, por primera vez en su historia se
eligieron los candidatos del partido a Presidente y Vicepresidente de la Nación
en una «interna partidaria», resultando así elegidos en julio de 1988 la
candidatura Menem-Duhalde para las elecciones del año siguiente frente a la
liderada por el también renovador Antonio Cafiero acompañado por el político
cordobés José Manuel de la Sota.
El electorado peronista se sitúa principalmente en sectores populares y
trabajadores de las grandes conurbaciones y, más mayoritariamente aún, en las
provincias del interior donde el apoyo porcentual es mayor. Su programa
continúa manteniendo un fuerte discurso retórico basado en los míticos Perón y
Evita y en sus pretendidas realizaciones, con elementos nacionalistas y de
moderado intervencionismo estatal en la economía. Sin embargo, a partir de
1990, la tradición programática populista y estatista se interrumpió bruscamente
al seguir la senda esbozada por Menem para confrontar el proceso
hiperinflacionario y la crisis sistémica derivada de la quiebra del modelo
estadocéntrico, sin que por ello dejaran de permanecer fieles sus bases
tradicionales. Los gobiernos de Kirchner y de Fernández de Kirchner
significaron una vuelta a la retórica populista y nacionalista.
ELECCIONES A LA CÁMARA DE DIPUTADOS 1983-2011
(% sobre votos válidos)
FUENTE: ALCÁNTARA SÁEZ, Manuel: Cuadernos de CAPEL, 26, 1988; Ministerio del Interior de la
República Argentina, División Banco de Datos Cuantitativos, Dirección de Información Parlamentaria.
Observatorio de Instituciones Representativas, OIR http://americo.usal.es/oir/legislatina/argentina.htm
1998 2007
Ubicación ideológica por los otros partidos 7,1 5,5 3,9 4,8 6,1
(n) 46,0 55,0 58,0 54,0 100,0
Preguntas: «Utilizando una escala ideológica donde 1 sea izquierda y 10 derecha, ¿dónde ubicaría usted a su
partido político? ¿Dónde situaría usted a los otros partidos políticos?
FUENTE: PELA. OIR, Universidad de Salamanca.
Partido Justicialista 111 101 103 122 117 126 133 119 101
Acción por la
12
República
Partido intransigente 3 6 5 3 1 1
Otros 9 15 26 28 42 34 24 29 20
Total 254 254 254 254 257 257 257 257 257
Unión de Centro
1
Democrático
MODIN
ARI 17 10 14 27*
P. Socialista 6 5 10 5
Propuesta Republicana 11 9 11
Coalición Cívica 19 12
Partido Intransigente
Otros 1 27 66 42 84 69 39
Partido Justicialista 39 37 40 38 3 13
Unidad Cívica Radical 18 19 25 15 15 7 3
Acuerdo Cívico 23
Movimiento Popular Neuquino 2 2 2 2 2
FREPASO 1 1 1
ARI 1 2
Autonomista de Corrientes 1 1
PANU 1
Liberal de Corrientes 1 1
Cruzada Renovación San Juan 1 1 1 1
Fuerza Republicana 1 1 1 2 2
Renovación Salta 1 1 1
Sin especificar 3 2 11 8 8 13 5
Total 72 72 72 72 72 30 72 24
FUENTE: Elaboración propia con datos del Observatorio de Instituciones Representativas, OIR.
Partido Justicialista 12 17 14 14 14 13 16
Unión Cívica Radical 7 2 4 5 4 2 0
Otros partidos 3 3 5 4 5 7 6
Total 22 22 23 23 23 22 22
FUENTE: Centro de Estudios para la Nueva Mayoría. Atlas Electoral de Andy Tow
http://towsa.com/andy/totalpais/index.html
2. LAS CORPORACIONES COMO ACTORES POLÍTICOS
Media
2008 5,52
2010 5,15
2012 5,67
Nota: Todos aquellos problemas con menos de un 3 por 100 de respuestas se agrupan en la categoría «otros
problemas».
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Frente para la Victoria: http://www.frenteparalavictoria.org/
Coalición Cívica:
http://www.pjn.gov.ar/cne/secelec/secciones/agrupaciones/agrupaciones_item.php?
aID=608&dID=1&tID=3
CAPÍTULO II
BRASIL
I. INTRODUCCIÓN
La celebración de las sextas elecciones presidenciales en 2010, siguiendo la
cadencia cuatrienal impuesta por la Constitución, y la reválida en el poder tras
las mismas de la izquierda con una mujer como presidenta por primera vez en la
historia del país es muestra del grado de consolidación del sistema democrático
brasileño. El proceso de transición había culminado con la elaboración de una
nueva Constitución en 1988, fruto de un proceso constituyente iniciado por las
elecciones al Parlamento en 1986 y con la celebración bajo el imperio de esta
Carta fundamental de unas elecciones generales en noviembre de 1989. Con ello
se ponía fin al hecho histórico de que la política brasileña estuviera basada en
sucesivos periodos autoritarios y no en el ejercicio de la democracia.
En efecto, el sistema político brasileño en los cincuenta años anteriores se vio
sometido a fuertes tensiones procedentes de sectores notablemente
movimientistas que ensayaron a lo largo de una veintena de años políticas
populistas y de sectores reaccionarios que no dudaron en usar a las Fuerzas
Armadas para sostener definitivamente su proyecto de control político que
asegurara la pervivencia de sus intereses económicos. Desde esta perspectiva, el
periodo de 1964-1985, definido por coordenadas que han dado lugar a la
gestación de nuevos conceptos políticos sobre el contenido del autoritarismo,
como es el de «estado burocrático autoritario», fue resultado de las tendencias
mencionadas. Sin embargo, su interés excede del mero marco nacional por
cuanto tuvo gran influencia en el resto de América Latina.
En la Primera República (1891-1930), Brasil se enfrentó con dificultades para
desarrollar un proyecto que atendiese los intereses nacionales por el excesivo
peso de la oligarquía cafetalera y un sistema basado en el caciquismo y en el
clientelismo. Solamente la introducción de la política de sustitución de
importaciones contribuyó a potenciar un Estado que paulatinamente vio cómo la
sociedad tradicional rural se fue convirtiendo en urbana. Por otra parte, el
personalismo fue un factor constante de una relevancia excepcional a lo largo de
la historia del país.
Una vez superado el autoritarismo y la inestabilidad política crónica se ha
dado paso a un sistema político difícilmente articulado por unos partidos
políticos numerosos, con una gran tendencia a la fragmentación y al
transfuguismo. Sin embargo, el propio funcionamiento de las instituciones ha
tenido un rendimiento eficaz bajo los dobles mandatos de Fernando H. Cardoso
y de Lula da Silva, lo que ha facilitado el camino hacia la consolidación
democrática. Por otra parte, la llegada de la democracia al ámbito urbano a partir
de las elecciones municipales de 1985 ha permitido realizar experiencias
novedosas de gestión local en las que tuvieron un papel estelar las
organizaciones que había luchado contra la dictadura. En este escenario
municipal, marcado por la democracia participativa, surgió un partido de
izquierda que acabó por llegar a la Presidencia de la República en 2002
ayudando a que las reformas estructurales se vieran acompañadas por medidas
sociales inclusivas de amplio alcance.
Paralelamente, el presidencialismo de la Constitución junto con la existencia
del multipartidismo han dado pie al establecimiento de una peculiar forma de
gobierno de coalición. El Poder Ejecutivo se ve obligado a una constante
negociación con un Congreso multipartidista que goza de un poder relevante.
Asimismo ha continuado la tradición federal del país con unos Estados con un
grado de autonomía muy elevado, lo que obliga a complejos pactos entre éstos y
el poder central y contribuye a aumentar el fraccionalismo partidista. Todo lo
cual define un escenario de gran dispersión del poder político.
Los indicadores sociodemográficos muestran un notable incremento de la
población urbana que se sitúa en el 85 por 100 en 2010, un índice de
analfabetismo que ha disminuido progresivamente hasta ubicarse en poco más
del 8 por 100 y unas tasas de participación de la mujer en la actividad económica
del 43 por 100. En cuanto a los indicadores económicos reflejan en qué medida
la crisis de la década de 1980 afectó a la economía brasileña que no recuperó el
nivel del PIB por habitante de 1980 sino en 1995; no obstante, desde 2006 se ha
registrado un aumento sostenido en la renta media, especialmente, de los
sectores más pobres lo que se ha traducido en una ampliación de la clase media y
en el incremento del consumo interno, así como en la reducción de las tasas de
pobreza e indigencia. Por su parte, la inflación crónica que caracterizó a la
economía brasileña hasta 1994, logró bajar a un dígito dos años más tarde
manteniéndose desde entonces en niveles relativamente bajos —salvo en 2003
que volvió a subir a un 14 por 100—. En cuanto a la deuda externa, pese a haber
aumentado en los últimos años mantiene los niveles de mediados de la década de
1990. Estos indicadores dan cuenta del por qué Brasil se ha convertido en una de
las principales potencias económicas del mundo, no obstante, los altos niveles de
desigualdad persisten pese a los avances de los últimos años; de esta forma,
Brasil da cabida en su seno a una brutal realidad dual que ha dado pie a la
formulación del modelo «Belindia» (hay regiones brasileñas con el índice de
desarrollo de Bélgica y otras con el de la India).
EVOLUCIÓN DE ALGUNOS INDICADORES SOCIODEMOGRÁFICOS DE BRASIL
Población urbana (en porcentaje) 71,0 74,7 77,5 79,9 83,4 85,0
Tasas de participación en la
35,6 36,8 38,7 41,0 42,2 43,0
actividad económica de la mujer
Tasas anuales medias en el índice de precios al consumidor 330,2 8,6 8,6 4,7
1. EVOLUCIÓN HISTÓRICO-POLÍTICA
Una de las características más notables que hace peculiar al sistema político
brasileño es su dilatada y, a la vez, progresiva transición hacia el sistema
democrático. La obsesiva búsqueda de la legalidad por parte de las Fuerzas
Armadas que les permitiera alcanzar una supuesta legitimidad social y política,
hizo establecer un atípico sistema en el que se combinaban autoritarismo y
formas de representación democrática. De alguna manera se deseaba incrementar
el respeto a los derechos humanos y políticos de los brasileños sin transferir, en
contrapartida, la más mínima parcela de poder. Por otra parte, se comprendía la
prolongada estancia de los militares en el mismo poder porque su autoritarismo
era básicamente una continuación de la experiencia del Estado Novo, pero
manteniendo ciertos atributos de formalismo democrático; cuando el «milagro
económico» se evaporó, la respuesta a la legitimidad del régimen y el modelo
autoritario fueron cuestionados por la sociedad civil y entonces los estrategas del
régimen asumieron la idea de los conspiradores de 1930: anticipar su
«revolución» a la que podría realizarse desde el ámbito popular; idea de
anticipacionismo que es, por otra parte, común a la mayoría de los gobernantes
brasileños desde 1945.
Si bien puede estimarse el año de 1979 como el momento en que la transición
política sufrió un fuerte progreso, el umbral en el que se puede afirmar que
concluye es más difuso, pudiéndose debatir en torno a cuatro instantes: la
elección indirecta como Presidente de la República del primer civil en enero de
1985, las elecciones competitivas a la Asamblea Constituyente de diciembre de
1986, la promulgación de la Constitución en octubre de 1988, y la elección
directa del primer Presidente bajo la nueva Constitución en diciembre de 1989.
En 1979 se produjeron tres circunstancias que aceleraron notablemente la
transición política brasileña: la asunción del general Joao Baptista Figueiredo a
la Presidencia de la República y su compromiso en pro de una completa
democratización de Brasil, la concesión de una amnistía mediante una ley
aprobada por el Congreso (aunque sin los votos del MDB) que permitió el
retorno de un numeroso grupo de exiliados y la enmienda sobre la reforma de los
partidos aprobada también en el Congreso.
La nueva ley sobre los partidos políticos rompía el artificial bipartidismo
vigente hasta entonces, imposibilitaba al MDB un triunfo electoral definitivo,
como así lo hacía prever la evolución del voto, y establecía un nuevo sistema de
partidos cuya influencia se hizo notar en todo el proceso de transición. Desde el
punto de vista formal, la ley precisaba que el acta inicial de constitución de un
partido debía estar firmada por al menos 101 electores; el futuro partido debía
también tener organización y asentamiento al menos en once Estados y, como
mínimo, en un tercio de los municipios de esos Estados. Se abría, no obstante,
una excepción al proclamar la posibilidad de existir una autorización legal
acordada previamente si el partido contase entre sus miembros fundadores con al
menos el 10 por 100 de los miembros del Congreso; así como si consiguiese
obtener en una elección legislativa parcial el equivalente del 5 por 100 de los
votos en al menos nueve Estados (y el equivalente mínimo del 3 por 100 de los
votos en cada uno de esos Estados).
La situación creada generó seis partidos políticos en un primer momento: el
Partido Democrático Social (PDS), presidido por el senador José Sarney y
compuesto por la mayor parte de los miembros de ARENA, de tal suerte que en
1981 mantenía la mayoría en las dos Cámaras; el Partido del Movimiento
Democrático Brasileño (PMDB), liderado por Ulisses Guimaraes, que solo
mantuvo una parte reducida del anterior MDB; el Partido de los Trabajadores
(PT), organizado inicialmente por líderes sindicales, entre los que destacaba Luiz
Inácio da Silva (Lula); el Partido Laborista Brasileño (PTB), dirigido por Ivete
Vargas, tras arrebatar el nombre del partido a Lionel Brizola, que se presentaba
como continuador del auténtico varguismo y que debió fundar el Partido
Democrático Laborista (PDT) por decisión del Tribunal Electoral. Finalmente, se
encontraban quienes apoyaban a Tancredo Neves, bajo las siglas del PP, antiguos
disidentes de ARENA y moderados del MDB.
La aprobación de una reforma electoral por el Congreso en noviembre de
1981, que prohibía las alianzas electorales entre partidos y establecía la
obligación a los mismos de presentar sus propios candidatos para cada instancia
electoral, posibilitó la rápida integración, antes de finalizar el año, del PMDB en
el PP. Quedaba así conformado un partido con votación mayoritaria, presidido
por Guimaraes y cuyo vicepresidente era Neves. El nuevo PP pretendió basar su
estrategia desde entonces en el apoyo al gobierno de Figueiredo y en una
oposición frontal en los Estados en las elecciones directas a gobernadores y
senadores de 1982. Además de las elecciones de noviembre de 1982, en junio
del mismo año se aprobó una reforma constitucional entre cuyas medidas de
mayor incidencia política se encontraban: la extensión de los mandatos
municipales de cuatro a seis años para las ciudades de más de un millón de
habitantes, aplazándose las elecciones municipales a 1988; la ampliación del
umbral del número de diputados y senadores a dos tercios para la aprobación de
las enmiendas constitucionales; el incremento del número de escaños en la
Cámara de Diputados de 420 a 479 y la fijación de la composición del colegio
electoral (electores) que elegiría al Presidente de la República. Esto es: los
miembros del Congreso Nacional y seis delegados de cada asamblea legislativa
estatal, de suerte que la adjudicación global de estos delegados se realizaba
completamente en favor del partido mayoritario. Este último punto de la reforma
constitucional relativo al modo de elección presidencial, que beneficiaba
notablemente a los candidatos oficialistas, provocó una insistente campaña que
culminó con importantes movilizaciones de la oposición a lo largo de 1984.
Finalmente, el Congreso, por una exigua mayoría, rechazó la enmienda en favor
de las elecciones directas a pesar de la amplia movilización popular de los
ciudadanos de los Estados más desarrollados del país bajo la campaña «diretas
Já».
Las elecciones de noviembre de 1982 dieron el triunfo a la oposición en el
gobierno de diez de los veintidós Estados, entre ellos São Paulo, Minas Gerais y
Río de Janeiro, así como el control de un número considerable de ayuntamientos.
Aunque la oposición pasaba a controlar la Cámara de Diputados, el gobierno
federal continuaba controlando tanto el Senado como el colegio electoral que
debía elegir al Presidente en 1985, gracias a las reglas del juego electoral ya
descritas.
Ante la elección indirecta del Presidente de la República, en enero de 1985 se
produjo una escisión del progubernamental PDS, que fundó el Partido del Frente
Liberal (PFL), en el cual se integró el antiguo presidente del PDS, José Sarney.
El giro en el panorama político se produjo cuando el recién creado PFL negoció
la formación con el PMDB de una alianza democrática que llevó a postular
como fórmula presidencial apoyada por ambos partidos: Tancredo Neves,
candidato a la Presidencia, y José Sarney, candidato a la Vicepresidencia. Las
fuerzas así aunadas sirvieron para derrotar a Paulo Maluf, candidato del PDS por
480 votos a favor, 180 en contra y 26 abstenciones. El transformismo de la
mayoría de los miembros del PFL, entre ellos José Sarney, que habían
participado y se habían beneficiado de los veinte años anteriores de gobierno
militar, inclinó el poder hacia una perpleja oposición que vio, de esta manera,
culminar sus intereses políticos en la transición o «transformación» brasileña.
4. EL PROCESO DE REFORMA CONSTITUCIONAL
PRONA
PPS
Otros 3.974.739 1 5,49
PRN
PT L. I. da Silva Lula 17.126.784 27,0 L. I. da Silva Lula 21.438.774 31,73
PDT L. Brizola 2.016.410 3,2
1 Se incluyen los siguientes candidatos: R. Freire del PCB, 769.123 votos (1,06%), A. Chaves del PFL,
600.838 votos (0,83%), R. Caiado del PSD, 488.846 votos (0,68%), A. Camargo del PTB, 379.286 votos
(0,52%), E. Ferreira, 360.561 votos (0,50%). El resto de los partidos y candidatos obtuvieron menos del
0,5% de los votos.
2 Se incluyen los siguientes candidatos: E. Amin del PPR, 1.740.231 votos (2,7%), C. Gómes del PRN,
387.949 votos (0,6%) y H. Goulart del PSC, 238.332 votos (0,4%).
FUENTE: Para 1994: Manual de los partidos políticos de América Latina, PARLATINO-IRELA, Madrid,
1997, p. 88. Para 1998: Elaboración propia a partir de los datos de
http://www.blochplanet.com.br/eleicoes/pres_br.html
6. LA IZQUIERDA EN LA PRESIDENCIA
Las elecciones del 6 de octubre de 2002, con una abstención inferior al 20 por
100, vieron el triunfo de Lula da Silva que accedía a la Presidencia al cuarto
intento habiendo mantenido una clara ventaja en los sondeos de opinión pública
desde medio año antes. Liderando el partido de izquierda más fuerte de América
Latina por él mismo creado un par de décadas antes había logrado suavizar las
críticas de sus antagonistas mediante un discurso menos agresivo, unas
propuestas políticas más conciliadoras con el capital extranjero (eran
bienvenidas las inversiones productivas) y con la clase política liberal
(designando como candidato a la vicepresidencia al empresario textil José
Alencar del ala más abierta del Partido Liberal), no renunció, sin embargo, a
mantener en su programa la reforma agraria y a darle un sesgo en la política
exterior profundamente latinoamericano.
Lula perdió solo en dos Estados (en Ceará frente a Ciro Gomes —44,5 por
100 frente al 39,4 por 100— y en Alagoas frente a Serra —29,2 por 100 frente al
28,6 por 100—) y contó con una mayor dispersión de las candidaturas que
provocaron un escenario como el de 1989 en que hubo de recurrir al mecanismo
constitucional electoral de la segunda vuelta. En 2002, una vez desinflada la
candidatura del derechista PFL y desactivadas las pretensiones de Itamar Franco
desde el PMDB, las opciones se centraban en el continuismo encabezado por
José Serra, ex Ministro de Sanidad con Cardoso y candidato continuista al frente
del PSDB con un perfil más inclinado hacia cuestiones sociales y una acreditada
capacidad negociadora, pero con un sesgo humano que le distanciaba del
electorado por su falta de carisma. Consiguió pasar a la segunda vuelta, pero fue
incapaz de reducir la ventaja que Lula ya le sacó en la primera. Otros candidatos
fueron el populista gobernador de Río de Janeiro Anthony Garotinho del PSB
que contaba con el apoyo de las iglesias evangélicas y el exgobernador de Ceará
y exalcalde de Fortaleza Ciro Gomes del PPS valedor de una plataforma de
cierto contenido crítico para con la clase política del momento y avalado por
intelectuales descontentos.
RESULTADOS DE LAS ELECCIONES PRESIDENCIALES DE 2002
Participación 74,25 %
A favor de la República 66,06 %
FUENTE: María Teres SADECK (1995): «Opciones institucionales y consolodación democrática: un análisis
del plebiscito de 1993 en abril», en Carina PERELLI y otros (comp.), Partidos y clase política en América
Latina en los 90, IIDH-CAPEL, San José, p. 382.
1. EL PODER EJECUTIVO
2. EL PODER LEGISLATIVO
3. EL PODER JUDICIAL
5. EL SISTEMA ELECTORAL
FUENTE: Del NEP. Volatilidad en MENGUELLO, Rachel (2012): Las elecciones brasileñas de 2010:
Política nacional, fragmentación partidista y coaliciones. Con base en datos del TSE.
2. OTROS ACTORES
Media
2006 5,75
2008 5,84
2010 5,84
2012 5,34
NOTA: Todos aquellos problemas con menos de un 3 por 100 de respuestas se agrupan en la categoría
«otros problemas».
PARTIDOS POLÍTICOS:
PMDB: www.pmdb.org.br
PFL: www.pfl.org.br
PSDB: www.psdb.org.br
PT: www.pt.org.br
PDT: www.pdt.org.br
PP: http://www.pp.org.br/
DEM: http://www.dem.org.br/
PTB: www.ptb.org.br
PV: http://pv.org.br/
CAPÍTULO III
CHILE
I. INTRODUCCIÓN
A partir del retorno a la democracia en marzo de 1990 la vida política chilena
ha buscado la recuperación de las pautas institucionales en que se movió hasta
1973 en un marco dominado por una Constitución —elaborada bajo el régimen
autoritario de Pinochet, aprobada por un referéndum no competitivo y con escasa
presencia de las fuerzas de la oposición, en 1980, y reformada parcialmente en
julio de 1989— que ha terminado diseñando un escenario político con dos
bloques opuestos que según ha ido transcurriendo la vida democrática han
tendido a equipararse en su fortaleza electoral. El insólito escenario de un
gobierno de coalición que se prolonga desde 1990 ha conseguido dar estabilidad
al sistema político contribuyendo de forma decisiva a la superación de la
dramática brecha autoritaria que supuso el lapso 1973-1989, pero igualmente ha
supuesto cierto paulatino alejamiento de los ciudadanos de la política.
Los actores políticos, moviéndose durante el periodo autoritario en un ámbito
de libertades públicas sumamente restringidas y sin ninguna posibilidad de
confrontar su fuerza real tanto en elecciones como en distintos marcos de
articulación y de representación de diferentes intereses, sobrevivieron durante
más de tres quinquenios para poder desarticular el entramado autoritario. De esta
forma, se logró enlazar, bajo la tutela militar, con la peculiaridad histórica de la
vida política chilena. Una vida caracterizada por sus específicos patrones de
cultura política, por el predominio de una notable institucionalidad democrática
y por la presencia de unos actores políticos plurales en los que la sociedad se
sentía no solo representada, sino también protagonista. Todo ello conformó un
marco de excepcionalidad en el panorama latinoamericano.
Al inicio del siglo XX una serie de factores propiciaron altas cotas de
desarrollo político, entre los que cabe destacar: una generación ilustrada —que
hizo posible la Constitución de 1833—, el desarrollo de unas pautas de
convivencia nacional, unas Fuerzas Armadas victoriosas en sus confrontaciones
vecinales y en sus pretensiones de mover la frontera hacia el sur y una
emigración homogénea. Posteriormente, la articulación del movimiento obrero
en partidos políticos y sindicatos fuertes posibilitó la única experiencia
prolongada de un gobierno de Frente Popular en toda América Latina en las seis
primeras décadas del siglo XX. Sin embargo, la «especificidad» chilena no pudo
romper el cerco de una creciente polarización en su sociedad, también extendida
en la década de 1960 en el resto de América Latina, y tampoco pudo salvar la
solución a la crisis dibujada en el triunfo de un modelo de Estado burocrático
autoritario que se convirtió con el paso del tiempo en el más longevo de América
Latina.
Por otra parte, la transición política chilena se articuló bajo unas
características muy diferentes a las de los otros casos latinoamericanos, en el
sentido de que el legado autoritario impregnó la nueva institucionalidad
democrática siendo un lastre permanente en su desarrollo. La sustitución de
Augusto Pinochet como Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas en marzo
de 1998, su ingreso con carácter vitalicio en el Senado hasta su renuncia en 2002
y su fallecimiento cuatro años más tarde contribuyó a ir atemperando el legado
autoritario. Además, éste se vio minorado tras la reforma constitucional de 2005
que redujo el mandato presidencial, eliminó los senadores vitalicios y
designados, y garantizó la supremacía del poder civil sobre el militar, así como
gracias a los gobiernos de los socialistas Ricardo Lagos y Michelle Bachelet, si
bien se mantuvo el sistema electoral de carácter fuertemente mayoritario
elaborado por la dictadura. El proceso democrático chileno se normalizó
plenamente cuando tras las elecciones de 2009 la derecha volvió al poder gracias
al éxito en las urnas de Sebastián Piñera.
Los indicadores sociodemográficos muestran una sociedad que se ha ido
modernizando fuertemente entre 1970 y 1990 hasta alcanzar en 2010 una tasa de
urbanización próxima al 88 por 100. Igualmente se trata de una sociedad
alfabetizada en la que poco menos del 3 por 100 era analfabeto en dicho año. Por
último, la tasa de participación en la actividad económica de la mujer ha ido
incrementándose lentamente, de manera que en 2010 algo más del 37 por 100 de
las mujeres estaban incorporadas a la economía. Estos tres indicadores que han
progresado en el último cuarto de siglo, muestran una sociedad con rasgos
relativamente modernos.
Con respecto a los indicadores económicos el desempeño de la economía
sufrió un leve deterioro por la crisis de 1982-1983 pero a partir de 1985 el
crecimiento fue muy elevado. La renta per cápita de 1980 ya se había recuperado
en 1990 evidenciando que la crisis fue menos severa que en otros países
latinoamericanos. Los resultados económicos de la década de 1990 mostraron un
relativo progreso si bien la inflación solo se situó en un dígito en 1995.
Paralelamente, el comercio exterior solamente se diversificó tímidamente
disminuyendo la dependencia de las exportaciones de productos primarios que
pasaron de representar el 95,2 por 100 del total exportado en 1970, al 86,8 por
100 en 1995. A partir de 1998, la economía chilena entró en un periodo recesivo
debido a la crisis asiática y sus consecuencias negativas en el comercio exterior
y, por ende, en los ingresos nacionales, posteriormente, también se vio afectada
por la crisis argentina. No obstante, tras la aplicación de políticas fiscales
anticíclicas, a partir de 2004 comenzó la recuperación de la economía chilena
reflejada en el crecimiento sostenido fruto del aumento de la demanda interna y
de los precios del cobre. El reconocimiento de la buena marcha de la economía
chilena se vio reflejado en su ingreso a la OCDE en 2010.
EVOLUCIÓN DE ALGUNOS INDICADORES SOCIODEMOGRÁFICOS DE CHILE
Población total (en miles) 12.047,0 13.100,0 14.210,0 15.211,0 16.339,0 17.149,0
Población urbana (en porcentaje) 81,1 82,8 84,4 85,7 86,5 87,5
Desempleo urbano (en porcentaje) 7,8 7,8 9,2 8,1 8,7
Tasas anuales medias de crecimiento del PIB por habitante a 1,4 3,7 3,1 2,2
precios constantes
Tasas anuales medias en el índice de precios al consumidor 20,3 5,4 2,6 3,9
1. EVOLUCIÓN HISTÓRICO-POLÍTICA
2. LA NORMALIZACIÓN DEMOCRÁTICA
Las elecciones presidenciales de 1999 obligaron por primera vez al uso del
mecanismo de las dos vueltas al no conseguir ninguno de los dos candidatos la
mayoría absoluta en los comicios del 12 de diciembre. Los comicios estuvieron
marcados por el caso Pinochet cuya ausencia del país permitió a la candidatura
de la Alianza por Chile, en que se habían integrado RN, UDI y UCC,
desplazarse hacia el centro del espectro político mientras que por la naturaleza
de la candidatura de la Concertación, centrada en Ricardo Lagos, militante
simultáneamente del Partido Socialista y del Partido por la Democracia, ésta se
desplazó ligeramente a la izquierda, además se presentaba algo desgastada por
un gobierno de una década que encaraba la primera recesión económica en tres
lustros. El cariz de centro-izquierda del candidato desmotivó a muchos votantes
históricos de la Democracia Cristiana que no se movilizaron como era previsible.
Por otra parte, Joaquín Lavín al frente de la candidatura de la Alianza por Chile,
que integraba a los dos partidos de la derecha, Unión Demócrata Independiente y
Renovación Nacional, con una campaña muy moderna y bien llevada, articulada
con un discurso extremadamente populista, con la experiencia en la gestión de
gobierno por su paso por la alcaldía de Las Condes, y una imagen atractiva para
amplios sectores de la juventud así como para el electorado femenino, supo
atraer el mayor caudal de votos que tuvo la derecha en el último medio siglo
empatando virtualmente la contienda electoral. El éxito de Lagos en la segunda
vuelta celebrada el 16 de enero de 2000, en la que ambos candidatos aumentaron
su caudal de votos, se debió a su capacidad de atraer al electorado tibio
demócrata cristiano gracias al cambio de estrategia de la campaña electoral que
pasó a ser dirigida por Soledad Alvear, Ministra de Justicia de Frei Ruiz-Tagle y
mujer valorada tanto por sus correligionarios como por el electorado en general,
así como a la natural atracción del voto comunista y ecologista. Contrariamente
a lo que meses antes hubiera podido parecer, el caso Pinochet no constituyó un
tema central en la campaña de ninguno de los dos candidatos que evitaron
conscientemente hacer uso del mismo. Por otra parte, la gran igualdad en las
preferencias del electorado motivó enormemente su participación que superó el
90 por 100 de los inscritos y corrigió el abstencionismo de los comicios
legislativos de 1997.
En las elecciones municipales del 29 de octubre de 2000 la Concertación
contempló la ratificación del ascenso de la oposición ya que, si bien obtuvo el
52,1 por 100 de la votación nacional, la opositora Alianza por Chile, a pesar de
obtener el 40,1 por 100 de los votos, logró igualar el número de alcaldías
obtenidas por la Concertación (168 de ésta frente a 167 de la Alianza, más una
municipalidad para el Partido Comunista) y se impuso claramente en la Región
Metropolitana donde consiguió la victoria en treinta municipios frente a los
veintiuno en que triunfó la Concertación. Además, Joaquín Lavín de UDI
consolidó su liderazgo al alzarse con el triunfo en la propia capital. El
afianzamiento del progreso de UDI y de RN por su clara posición de control de
la mayoría de los municipios de nueve de las trece regiones del país introdujo un
ambiente de máxima incertidumbre para las elecciones legislativas del año
siguiente. Los comicios del 16 de diciembre de 2001 confirmaron el
emparejamiento de los dos bloques y el ascenso de la UDI como primer partido
del país. Mientras que la Concertación mantenía el apoyo del 47,8 por 100 del
electorado la Alianza alcanzaba el 44,3 por 100, dichos bagajes suponían que la
Concertación mantenía una posición mayoritaria en la Cámara de Diputados y
que el progreso de la Alianza impedía a la Concertación su actuación legislativa
en el ámbito de las Leyes Orgánicas Constitucionales que requieren de una
mayoría de sesenta y nueve diputados, circunstancia que no acontecía desde
1989. La mayoría de la Concertación en la Cámara de Diputados posibilitó el
hecho histórico de que Adriana Muñoz del PPD fuera la primera mujer que la
presidiera. El empate en el Senado con veinticuatro senadores cada uno de los
dos bloques, por otra parte, se resolvió acordando que la presidencia del mismo
estuviera en manos de Andrés Zaldívar del PDC entre 2002 y 2004, de Hernán
Larraín de UDI entre 2004 y 2005 y de Sergio Romero de RN entre 2005 y 2006.
El primer gabinete de Lagos mantuvo la composición de los anteriores en
función de las fuerzas integrantes de la Concertación. De esta manera, de los
dieciséis ministros siete eran del PDC, cuatro socialistas, tres del PPD y dos del
Partido Radical Social Demócrata. Por otra parte, Lagos manifestó que su
gobierno se articularía en cinco áreas prioritarias: salud, seguridad ciudadana,
desempleo, reformas laborales y descentralización, dando así un marcado
contenido social al mismo. Paralelamente, el caso Pinochet continuó perdiendo
el protagonismo político de los primeros momentos de manera que cuando el
Reino Unido decidió interrumpir por razones de salud el proceso al general el 2
de marzo de 2000 permitiendo su inmediato retorno a Chile solamente se
produjeron escaramuzas jurídicas que terminaron de perder todo sentido político.
Tres meses más tarde Pinochet perdió su fuero parlamentario que como senador
vitalicio le protegía de ser sometido a proceso y en diciembre fue procesado. La
pugna jurídica a que derivaron las diferentes apelaciones vividas con gran
intensidad junto con la tensión suscitada en los cuarteles por parte de los
militares más nostálgicos culminó en julio de 2002 al renunciar Pinochet a su
escaño vitalicio en el Senado. En ese momento tenía 86 años y se encontraba
protegido por su supuesto mal estado de salud al ser declarado demente. Pese a
esto, en 2005, un año antes del fallecimiento de Pinochet, Lagos logró aprobar
en el Congreso varias enmiendas constitucionales tendientes a eliminar los
enclaves autoritarios que habían permitido hasta ese momento la participación en
política de personajes como Pinochet o algunos militares de la época de la
dictadura. De esta forma, dichas enmiendas eliminaron la figura de los senadores
vitalicios y la prohibición que tenía el jefe de Estado de nombrar a los
comandantes en jefe de las Fuerzas Armadas. Además, transformaron el Consejo
de Seguridad Nacional en un órgano netamente consultivo, lo que en la práctica
se tradujo en reducción del poder de los militares en la toma de decisiones del
Estado.
En materia económica el gobierno de Lagos tuvo un balance positivo si se
tiene en cuenta la crisis que en 2001 se tradujo en la caída de las exportaciones y
la demanda interna, y en el aumento considerable del desempleo, el cual llegó a
los nueve puntos porcentuales. No obstante, en 2003 la recuperación económica
fue posible gracias al aumento de los precios del cobre y a la firma de tratados de
libre comercio con la Unión Europea, China y Estados Unidos. Este gobierno
también se caracterizó por llevar a cabo algunas políticas sociales de impacto
como el Plan AUGE que establecía el acceso universal a la sanidad a los que
cotizaban al Fondo Nacional de Salud y a quienes estaban afiliados a una
Institución de Salud Previsional (ISAPRE) o, el sistema Chile Solidario que
sigue vigente en 2013 y que está destinado a la atención de las familias, personas
y territorios que se encuentran en situación de vulnerabilidad. Finalmente, una
ley en materia de derechos civiles que marcó un antes y un después en Chile fue
la ley del divorcio vincular, convirtiéndose así en el país occidental que tardó
más en reconocer este derecho. A pesar de las reacciones desfavorables en torno
a esta y otras medidas, el gobierno de Lagos terminó con un buen índice de
aprobación.
Para las elecciones presidenciales de 2005, la Concertación se vio favorecida
por la división de la Alianza, la cual no postuló candidato único, sino que por el
contrario, tanto RN como la UDI lanzaron a sus propios candidatos. Esto se
debió, principalmente, al débil liderazgo interno de Lavín, quien no logró
mantener su nombre como candidato vigente por la Alianza y a los malos
resultados de las elecciones municipales de 2004 en las cuales la Concertación
logró una ventaja importante respecto a los demás partidos. Mientras tanto, en la
Concertación la disputa por la candidatura involucró por primera vez a dos
mujeres con una reconocida trayectoria política, la socialista y ex ministra de
Salud y Defensa, Michelle Bachelet, y la demócrata cristiana, ex ministra y ex
canciller Soledad Alvear. Pese a que las dos arrancaron con fuerza, Alvear no
logró sobrepasar a Bachelet en los sondeos de opinión lo que la llevó a retirarse
de la competencia para así quedar Bachelet como candidata única por la
Concertación. El legado favorable de Lagos unido a su imagen positiva que le
valió ser conocida como «la candidata ciudadana» le permitió a la socialista el
triunfo en la primera vuelta aunque no evitar la segunda vuelta, la cual disputó
con el empresario Sebastián Piñera al que derrotó con un margen de siete puntos
porcentuales (algo menos de medio millón de votos). De esta forma, en enero de
2006 Bachelet se convirtió en la primera mujer en ocupar la Presidencia en Chile
con el apoyo del 53 por 100 de los votantes. Su triunfo estuvo acompañado de la
victoria de la Concertación en las elecciones legislativas que por primera vez
desde la transición logró la mayoría absoluta en ambas cámaras.
RESULTADOS DE LAS ELECCIONES PRESIDENCIALES DE 2005-2006
Votos % Votos %
Sebastián
Renovación Nacional (RN) 1.763.964 25,4 3.236.394 46,50
Piñera
Michelle Concertación (CPD) 3.190.691 46,0 3.723.019 53,50
Bachelet
Nada más comenzar su mandato, Piñera tuvo que hacer frente a dos hechos
de naturaleza muy diferente: los efectos de un devastador terremoto y la
movilización en el ámbito de la educación. En este terreno se produjeron
manifestaciones de los profesores que decretaron un paro que duró veintisiete
días. La reclamación de los docentes se centró en la denominada «deuda
histórica» consistente en una asignación especial a los profesores de los
establecimientos públicos reconocida en 1981, y que según ellos nunca se pagó
en su totalidad. A estas manifestaciones se sumó de nuevo la «revolución de los
pingüinos» ampliada por la participación de las federaciones de estudiantes de
las principales universidades que centró sus demandas en los efectos negativos
de la privatización de la educación en Chile. Aunque ha habido varias reuniones
con el gobierno, no se ha llegado a ningún acuerdo y el conflicto a día de hoy
continúa. Por otra parte, otro foco de conflictividad se activó cuando resultó
muerto un comunero mapuche en un desalojo efectuado por los carabineros.
Asimismo, miembros de esta comunidad que se encontraban encarcelados
comenzaron huelgas de hambre denunciando las condiciones en las que se
encontraban, la severidad en la aplicación de la ley antiterrorista en sus casos y
el doble enjuiciamiento al que se veían sometidos por parte de la justicia civil y
la militar. Al rebufo de estos acontecimientos el tema de la autodeterminación
del pueblo mapuche volvió a emerger, no obstante, el presidente Piñera fue
tajante al negarse a reconocer este derecho.
En cuanto a la política social, el gobierno ha mantenido los programas
sociales más importantes de las pasadas administraciones como Chile Solidario y
el Sistema Chile Crece Contigo, adicionalmente, aprobó el Programa
Bonificación al Ingreso Ético Familiar orientado a erradicar la pobreza. En una
primera etapa se tenía proyectado transferir rentas monetarias condicionadas a
las 130.000 familias más vulnerables del programa Chile Solidario cubriendo
aproximadamente a 490.000 personas. Estas medidas respondían al objetivo
marcado por este gobierno de erradicar la pobreza en 2018 y la extrema en 2014.
Otras áreas de interés del gobierno han sido la educación y la generación de
empleo, para ello creó el Ministerio de Desarrollo Social. Por otra parte, en
materia económica el principal objetivo del gobierno ha sido la estabilidad de los
precios. Al igual que en anteriores administraciones, en los últimos años la
economía chilena ha logrado recuperarse de las fases críticas gracias al aumento
de los precios de las exportaciones, sobre todo mineras, y a las políticas
anticíclicas que han favorecido el control del déficit a través de la contención del
gasto. Finalmente, en materia internacional Piñera no ha llevado a cabo ningún
cambio significativo respecto a los gobiernos de la Concertación. En este
sentido, Piñera continúo estrechando lazos con sus socios comerciales más
importantes, China y Estados Unidos, a la vez que se distanció del bloque
liderado por el entonces presidente venezolano Hugo Chávez. El conflicto
limítrofe con Perú y el contencioso con Bolivia siguieron crispando las
relaciones con los dos vecinos del norte.
Las elecciones municipales del 28 de octubre de 2012 supusieron una derrota
para el gobierno que perdió el control de más de veinte comunas que pasaron a
ser gobernadas por la Concertación que se benefició del caudal de votos
comunistas. Además, comunas significativas como las de Santiago, Providencia,
Recoleta o Punta Arenas también pasaron a ser gobernadas por la Concertación.
A apenas un año de las elecciones presidenciales y legislativas esta derrota
gubernamental podía leerse como un predictor del resultado de las elecciones
futuras con una proyección favorable a la Concertación que obtenía junto con los
comunistas el 43 por 100 de las alcaldías y el 50 por 100 de los sufragios para
concejales. Por otra parte, fueron los primeros comicios en los que el voto no fue
obligatorio y el censo fue establecido por la administración lo que se tradujo en
un incremento notable de la abstención que rozó el 60 por 100.
En el final de su mandato, Piñera cuenta con un índice de popularidad en
torno al 30 por 100 pese a que los índices económicos y la percepción sobre la
situación del país son positivos. Estos resultados, sumados a la vuelta de
Michelle Bachelet a Chile en marzo de 2013 —que gracias al capital político que
acumuló ha dirigido durante tres años como secretaria adjunta de ONU Mujeres,
la agencia de Naciones Unidas encargada de la igualdad de género— para
eventualmente postularse a la presidencia por la Concertación —en caso de
ganar las internas que ya cuenta con dos candidatos: la ex presidenta por parte
del PS y del PPD y el demócrata cristiano Claudio Orrego— hacen pensar en
una carrera presidencial reñida.
Como se ha observado, hasta 2009 la política chilena se encontró enmarcada
en la contienda que lidiaron dos bloques conformados, en un primer momento,
por «el clivaje Pinochet» (los partidarios de éste frente a sus detractores) y que
luego fue alimentada por el diseño electoral de la elección presidencial a doble
vuelta que ha obligado a la configuración de grandes coaliciones así como por el
cariz mayoritario de las elecciones para la Cámara de Diputados que igualmente
ha incentivado al mantenimiento de coaliciones so pena de sufrir severamente
las candidaturas los efectos de la desproporcionalidad del sistema. El desgaste de
la Concertación, triunfador en cuatro comicios presidenciales consecutivos, junto
con situaciones de malestar en el seno de la propia coalición en el poder,
propició el incremento del apoyo popular al bloque de la derecha que
prácticamente igualó en caudal electoral al de la Concertación, hasta que se
dividió en 2005 cambiando el panorama tradicional en términos de competencia
de la política chilena. Asimismo, el incremento del alejamiento de los
ciudadanos de la política se ha alzado como uno de los hechos más negativos en
un país que siempre tuvo altas cotas de movilización. Desde 2001, el
abstencionismo en un país donde el voto es obligatorio (si bien la inscripción en
el censo ha venido siendo voluntaria hasta la reforma electoral de 2012), ha sido
próximo al 15 por 100 sobre el total de los ciudadanos empadronados, las cifras
más altas desde 1989.
En términos de las finanzas públicas, la transición democrática apenas si ha
supuesto un cambio drástico con respecto al patrón establecido durante la
dictadura. La estructura del ingreso público continuó manteniendo las pautas
establecidas definidas por una reducida presencia de las contribuciones a la
seguridad social que reflejan el impacto del profundo cambio incorporado al
régimen de pensiones. Los impuestos a los beneficios y al capital han
incrementado su participación en la recaudación general haciendo ésta más
progresista.
EVOLUCIÓN DEL GASTO PÚBLICO SOCIAL EN CHILE
Gasto público social per cápita (en dólares de 2005) 569 840 955 1112
Gasto público social como porcentaje del gasto público
62,9 66,5 67,8 66,6
total
Gasto público social como porcentaje del PIB 12,2 13,8 14,2 14,2
Gasto público en educación como porcentaje del PIB 19,9 24,7 26,9 27,4
Gasto público en salud como porcentaje del PIB 17,2 18,8 20,9 23,9
1. EL PODER EJECUTIVO
2. EL PODER LEGISLATIVO
3. EL PODER JUDICIAL
4. OTRAS INSTITUCIONES
5. LA ORGANIZACIÓN TERRITORIAL
6. EL SISTEMA ELECTORAL
FUENTE: Elaboración propia con datos del Observatorio de Instituciones Representativas de la Universidad
de Salamanca.
Tan importantes son los efectos del sistema electoral en la vida de los partidos
que uno de los momentos álgidos de la vida política chilena se vive a la hora de
confeccionar las candidaturas electorales y decidir la composición partidista
concreta de las mismas. En términos de la Concertación hay una negociación
doble entre su ala más moderada conformada por demócratas cristianos y
radicales y la más progresista, integrada por socialistas y «pepedés», y una
segunda en el seno de ambos pares. Algo similar ocurre en el seno del Pacto
Unión (Alianza) por Chile entre Renovación Nacional y la Unión Demócrata
Independiente.
RESULTADOS DE LAS ELECCIONES LEGISLATIVAS POR BLOQUES
1989-2009 (en %)
FUENTE: Elaboración propia con datos del Observatorio de Instituciones Representativas de la Universidad
de Salamanca.
Partido Socialista 15 11 10 15 11
SUBTOTAL CONCERTACIÓN 69 68 70 62 62 54
Renovación Nacional 29 31 23 18 20 18
Independientes 3 2 2 1 4 2
Partido Regionalista de los Independientes (PRI) 1 3
Partido Comunista 3
Partido Socialista 4 5 4 5 8 5
Partido Radical Social-Demócrata 4 1 — 2 3 1
SUBTOTAL CONCERTACIÓN 22 21 20 24 19 19
Renovación Nacional 13 11 7 7 8 8
Unión Democrática Independiente 2 3 10 11 9 8
Independientes 1 3 — — 2 2
Designados sin adscripción partidista 9 8 9 6
Vitalicios 1 — — 1 –1
TOTAL 47 46 46 48 38 38
1 En el Senado de 1997 el senador vitalicio a partir de 1998 es Augusto Pinochet. En el Senado de 2001 el
senador vitalicio es Eduardo Frei Ruiz-Tagle que está incorporado en el grupo del PDC.
FUENTE: Senado.
Preguntas: «Utilizando una escala ideológica donde 1 sea izquierda y 10 derecha, ¿dónde ubicaría usted a su
partido político?, ¿dónde situaría usted a los otros partidos políticos?
FUENTE: Élites Parlamentarias Latinoamericanas (PELA), Universidad de Salamanca.
Media
2006 5,26
2008 5,54
2010 5,48
2012 5,14
Nota: Todos aquellos problemas con menos de un 3 por 100 de respuestas se agrupan en la categoría «otros
problemas».
PARTIDOS POLÍTICOS:
PPD: www.ppd.cl
PDC: http://www.pdc.cl/
RN: www.rn.cl
PS: www.pschile.cl
UDI: www.udi.cl
CAPÍTULO IV
PARAGUAY
I. INTRODUCCIÓN
Paraguay fue el penúltimo país de América Latina que emprendió un proceso
de transición hacia un sistema democrático dentro de la oleada de cambios
producida desde finales de la década de 1970. La dictadura de Alfredo
Stroessner fue la más longeva de toda América Latina, habiendo llevado a
conformar una suerte de estado cleptocrático en el que se alcanzaban cotas de
feroz patrimonialismo restringido a sectores muy minoritarios de la sociedad.
Aunque la guerra del Chaco originó respuestas movilizadoras
fundamentalmente por parte del estamento militar, que desarrolló un fuerte
espíritu nacionalista al igual que en la oponente Bolivia; estas respuestas,
articuladas en el «movimiento febrerista», no pudieron concretar profundos
cambios ni en la sociedad ni en el sistema político. De esta manera, una
particular alianza entre el Ejército y el histórico Partido Colorado contribuyó a
establecer el sistema de dominación política que se extendió durante siete lustros
y del que, en parte, se derivan los problemas de gobernabilidad con que se
enfrentaba Paraguay al finalizar la década de 1990.
El periodo de transición política en el que desempeñó un papel relevante el
general Andrés Rodríguez, yerno del dictador, facilitó el cambio institucional
hacia un modelo democrático. La redacción de una nueva Constitución en 1992
y la aceptación de Rodríguez para no postularse a un nuevo mandato fueron dos
pasos decisivos a la hora de la vigencia del nuevo régimen. Sin embargo, la vida
política no dejó de estar llena de sobresaltos mostrando un nivel de
conflictividad y de inestabilidad más alto que en el resto de los países de la
región. Por una parte, las tensiones entre las Fuerzas Armadas y el Poder
Ejecutivo en el periodo de Juan Carlos Wasmosy condujeron al fallido golpe de
estado de 1996; por otra, las registradas entre el Poder Judicial y el Poder
Legislativo en la segunda mitad de 1998, mostraron el reducido grado de
consolidación democrática de este país. El acomodo del líder militar Lino
Oviedo en el juego político democrático se presentaba así como uno de los
legados del pasado que retaba al presente y que finalmente hizo crisis en marzo
de 1999 haciendo caer al Presidente Raúl Cubas e inaugurando un nuevo
panorama político en el que, por primera vez en el último medio siglo, el Partido
Colorado compartió el poder con las otras fuerzas políticas y se extendió un
clima de profunda inestabilidad. Por una parte, el Partido Colorado tuvo que
aceptar un gran gobierno de coalición y luego asumir la llegada al poder de la
histórica oposición liberal tras la victoria electoral en los comicios para la
Vicepresidencia del año 2000. Por otra parte, el Gobierno debió decretar en
varias ocasiones el estado de excepción por los disturbios ocasionados por los
partidarios de Oviedo.
Tras una década de estabilidad política y de consolidación de prácticas
democráticas en la que finalmente se rompió el monopolio de más de medio
siglo del Partido Colorado fue elegido presidente en 2008 un candidato sin
experiencia política partidista y cuyo principal capital político era el de haber
sido obispo católico. Fernando Lugo contó con el apoyo del Partido Liberal
accediendo a la presidencia del país. Falto de todo soporte partidista Lugo fue
depuesto por el Congreso paraguayo en 2012, nueve meses antes de terminar su
mandato abriéndose una seria crisis política y poniéndose en peligro los avances
democráticos alcanzados en el país.
La sociedad paraguaya acoge una mezcla cultural muy intensa en la que la
población y la cultura guaraní son mayoritarias, reflejándose esa circunstancia en
el hecho de ser un país donde esta lengua es cooficial con el castellano. Los
indicadores sociodemográficos de Paraguay muestran un país que es el menos
densamente poblado de Sudamérica, todavía rural en el que poco más de la
mitad de la población es urbana, una débil incorporación de la mujer a la
actividad económica que en la última década ha aumentado notablemente y unas
tasas de analfabetismo bajas. En cuanto a los indicadores económicos presentan
un país que si bien ha mantenido la inflación bajo control en el periodo
comprendido entre 1980 y 2010 así como el monto de su deuda externa, las tasas
de crecimiento económico y la evolución del PIB por habitante muestran un
lento e irregular progreso. Por otra parte, las exportaciones de productos
primarios siguen teniendo un peso notable en la balanza comercial paraguaya,
toda vez que aquéllas representan más del 80 por 100 de las exportaciones de
Paraguay. El principal activo económico del país es la central hidroeléctrica de
Itaipú que hace que sea el país con el per cápita hidroenergético más grande del
mundo y que abastece a una cuarta parte del territorio brasileño. El índice de
percepción de corrupción del año 2012 sitúa a Paraguay en el penúltimo lugar de
América Latina. En su momento estuvieron procesados por delitos de corrupción
los expresidentes Juan Carlos Wasmosy, declarado culpable y encarcelado, y
Raúl Cubas.
EVOLUCIÓN DE ALGUNOS INDICADORES SOCIODEMOGRÁFICOS DE PARAGUAY
Población urbana (en porcentaje) 37,1 44,9 48,6 52,4 56,1 58,5 61,4
Desempleo urbano (en porcentaje) 6,6 8,6
Tasas anuales medias en el índice de precios al consumidor 21,7 8,9 8,6 7,0
Deuda externa total (en millones de dólares) 1.593,5 2.267,3 2.821,2 2.954,6
1. EVOLUCIÓN HISTÓRICO-POLÍTICA
2. LA ERA DE STROESSNER
3. LA RECUPERACIÓN DEMOCRÁTICA
En 1988 todas las esperanzas sobre una posible transición quedaron truncadas
al elegir como candidato al viejo general del Partido Colorado y al volver a
ganar en las elecciones nuevamente Alfredo Stroessner. Obviamente, el Acuerdo
Nacional alcanzado por sectores del Partido Colorado y de la oposición había
vaticinado que existiría fraude a la vez que preconizaba la abstención. Los
resultados no fueron una sorpresa, ya que, sobre un cuerpo electoral cercano al
millón y medio de votantes, el candidato oficial logró casi el 90 por 100,
mientras que la abstención no alcanzaba el 7,5 por 100. En esta ocasión, el PRF
no presentó candidatura y el dirigente del PLRA, Domingo Laino, fue detenido
el mismo día de las elecciones.
Sin embargo, un hito importante habría de ocurrir, haciéndose realidad los
factores arriba mencionados. Las disidencias dentro de la coalición entre el
Partido Colorado y los militares se hicieron cada vez más intolerables, de forma
que consiguieron hacer estallar un golpe de Estado en Paraguay, encabezado por
una facción del Partido Colorado y, además, por un familiar directo de
Stroessner, el general Andrés Rodríguez. Se trataba, fundamentalmente, de
corregir la línea dentro de los sectores más próximos a Stroessner, que apoyaban
como sucesor político del general a su propio hijo. Inmediatamente Rodríguez
abría las banderas de la apertura del Paraguay hacia una transición real a la
democracia. Hábilmente convocó a elecciones urgentes a celebrarse el 1 de
mayo de 1989, es decir, apenas dos meses después del golpe. En realidad se
trataba de una maniobra inteligente en la que el mismo Rodríguez apostaba por
el triunfo del Partido Colorado. Los treinta y cinco años de fragmentación y
prohibición no lograron desaparecer de un día para otro en la oposición, que, sin
embargo, intentó conformar una línea distinta. La falta de experiencia y sobre
todo de recursos, actuó en contra de una posible competencia limpia en la
política paraguaya.
El general Andrés Rodríguez fue entonces elegido Presidente en la
candidatura apoyado por el Partido Colorado en las citadas elecciones. Un
indicio del talante de Rodríguez fue no aceptar tomar el poder por un periodo
presidencial de cinco años, sino terminar el mandato de Stroessner, que se había
exiliado en Brasil, del que faltaban cuatro años. Por otra parte, mantuvo tres
postulados básicos que cumplió: la recuperación de la dignidad del país, la
instauración del progreso democratizador con posibilidades iguales para todos
los ciudadanos, y la convocatoria de una Asamblea General Constituyente para
la elaboración de una genuina Constitución democrática.
RESULTADOS DE LAS ELECCIONES DE INTENDENTES
(en porcentajes)
Independientes 18,9 — — — —
Alianzas y otros 0,8 6,8 9,9 4,4 2,4
En
blanco 24.222 2,01 48.120 1,7 2,89
y nulos
Total 1.202.826 100 1.172.783 100 1.597.535 100
1
En esta categoría se incluyen los candidatos de los siguientes partidos: Aniano D. Estigarribia del PLR
con 14.849 votos (1,23%), Fernando Vera del PRF con 11.041 votos (0,91%), Secundino Núñez del PDC
con 8.116 votos (0,67%), Carlos Ferreira Ibarra del PL con 5.051 votos (0,42%), el candidato del PLRU con
3.545 votos (0,29%) y el candidato del PH con 1.028 votos (0,08%).
2 Se incluyen: Eduardo María Arce del PT con 2.025 votos (0,2%), Ricardo Canese del CDS con 1.998
(0,2%), Abraham Zapag Bazas del PL con 1.155 votos (0,1%), Joel Atilio Cazal del MAPN con 1.091 votos
(0,1%), Leandro Jesús Prieto del MPSP con 1.042 votos (0,1%) y Gustavo Bader Ibañez del PNS con 850
votos (0,1%).
3
Candidato de PLRA-PEN.
4 Se incluyen: Luis Campos del PRF con 8.090 votos (0,49%) y Gustavo Bader Ibañez del Partido Blanco
Votos %
Guillermo
Lino Lino Cesar
UNACE** Sánchez 208.391 13,5 379.571 22 19.124 0,8
Oviedo Oviedo
Guffanti
Fernando
APC*** 704.966 40,8
Lugo
Avanza Mario
140.622 5,9
País Ferreiro
Frente Aníbal
79.327 3,3
Guasú Carrillo
En blanco
46.992 3,1 59,885 3,5 130.805 5,5
y nulos
Total 1.546.192 100 1.667.081 100 2.391.790 100
* Para 2003: Partido Humanista 1.196 votos (0,08%), Patria Libre 4.559 votos (0,29%), Encuentro Nacional
8.745 votos (0,57%), Frente Amplio 1.443 (0,09%), y el Movimiento Fuerza Democrática Independiente
1.370 votos (0,09%). Para 2008: Partido Humanista 5.852 votos (0,34%), Partido de los Trabajadores 2.288
(0,13%) y Movimiento Tetã Pyahu 2.788 votos (0,16%). Para 2013 Roberto Ferreria del Partido Humanista
Paraguayo 3.969 votos (0,17%), Ricardo Martin Almada del Partido Blanco 2.718 votos (0,11%), Eduardo
María Arce del Partido de los Trabajadores 2.889 votos (0,12%), Atanasio Galeano del Partido Patria Libre
2.329 votos (0,1%) y Lilian Susana Soto del Movimiento Kuña Pyrenda 3.872 votos (0,16%).
** UNACE en 2013 se integró mayoritariamente en la candidatura postulada por el PLRA Alianza
Paraguay Alegre.
*** APC integró al PLRA y al Frente Guasú junto con otros movimientos sociales.
FUENTE: Elaboración propia con datos del Tribunal Superior de Justicia Electoral. Los datos de 2013 son
provisionales.
1. EL PODER EJECUTIVO
2. EL PODER LEGISLATIVO
3. EL PODER JUDICIAL
4. LA ORGANIZACIÓN TERRITORIAL
6. EL SISTEMA ELECTORAL
FUENTE: Elaboración propia con datos del Observatorio de Instituciones Representativas (OIR) de la
Universidad de Salamanca (USAL) http://americo.usal.es/oir/opal/indicadores.htm#Paraguay.
Patria
7,14 15,3 10 5,4 3 2,6
Querida
Avanza
3,5
País
Frente
5,1
Guasú
APC 2
Durante mucho tiempo las relaciones entre las Fuerzas Armadas y el Partido
Colorado fueron muy estrechas. Tras la desaparición del dictador, en el seno de
las Fuerzas Armadas se intentó continuar el papel desempeñado por Stroessner
de vínculo entre ambas instituciones. En este sentido, el general Lino Oviedo fue
el continuador de aquella estrategia. Si bien fue el líder más votado en las
elecciones internas del partido que debía elegir candidato presidencial en
septiembre de 1997, su liderazgo no hizo sino demostrar la profunda
heterogeneidad que mostraba este partido con sectores fuertemente antimilitares
y, a su vez, escindidos entre el apoyo al Presidente saliente, que había
propugnando con claridad políticas neoliberales, y al otro líder civil que era Luis
María Argaña más partidario de una visión estatista de la política. En términos
de la escala izquierda-derecha, es un partido que se sitúa claramente en la
derecha, aunque con el tiempo sus diputados lo ubican más al centro. En 2000
contaba con un número de afiliados que se acercaba al millón de militantes. Sus
principales bastiones regionales han sido Caazapá, Guaira, Paraguarí y A.
Paraguay.
MEDIAS DE UBICACIÓN IDEOLÓGICA PARTIDISTA 1993-2008
(1 = Izquierda, 10 = derecha)
ANR PLRA PEN ANR PLRA PEN ANR PLRA UNACE ANR PLRA UNACE
Ubicación
ideológica
de su 6,2 5,3 4,3 5,9 5,3 5,7 5,3 6,7 7,1 5,4 6,1 7,2
partido
político
(n) 22 18 5 36 21 8 27 24 14 27 25 14
Ubicación
ideológica
de los
7,4 5,9 5,2 7,9 6,1 4,9 6,3 6,8 8,2 6,3 6,8 8,2
otros
partidos
políticos
(n) 23 26 34 28 43 52 45 46 14 45 46 57
Preguntas: «Utilizando una escala ideológica donde 1 sea izquierda y 10 derecha, ¿dónde ubicaría usted a su
partido político? ¿dónde situaría usted a los otros partidos políticos?
FUENTE: PELA. OIR. Universidad de Salamanca.
Patria
15,2 7 8,1 4 1,8
Querida
Frente
9,9
Guasú
Otros 1 1 2 4,8
2. OTROS ACTORES
Media
2008 5,52
2010 5,84
2012 6,18
Los problemas vinculados con cuestiones económicas son los que afectan de
manera más grave a la sociedad paraguaya habiéndose mantenido estables entre
2008 y 2012. Concitan la preocupación de más de la mitad de los paraguayos.
Siendo Paraguay uno de los países donde la corrupción se considera más alta,
sorprende que para la población, ésta sea un problema de poca importancia.
PROBLEMA MÁS GRAVE QUE ENFRENTA PARAGUAY, 2006-2012
(en porcentaje)
Nota: Todos aquellos problemas con menos de un 3 por 100 de respuestas se agrupan en la categoría «otros
problemas».
PARTIDOS POLÍTICOS:
ANR: http://www.quanta.net.py/ifes/partidos/anr.htm
PLRA: http://www.quanta.net.py/ifes/partidos/plra.htm
PEN: http://www.encuentronacional.org.py/
PRF: http://www.prf.org.py/
PCP: http://www.pcparaguay.org/
UNACE: http://www.unace.org.py/
PPQ: http://www.patriaquerida.org/
CAPÍTULO V
URUGUAY
I. INTRODUCCIÓN
Durante muchos años, Uruguay fue considerado retóricamente la «Suiza de
América». La implantación de un estado del bienestar sui generis, la existencia
de una sociedad homogénea y culta, la puesta en marcha de pautas políticas que
a la vez fomentaban la participación y excluían del juego político a sectores no
tradicionales, en fin, el predominio de patrones institucionales, ofrecían la
imagen de una sociedad extraña a su entorno latinoamericano. Aquella imagen
idílica tiene su correlato en la actualidad con los indicadores de corte político
que sitúan a Uruguay por delante de los restantes países latinoamericanos.
Sin embargo, Uruguay también sufrió los efectos de la crisis de 1929 y como
otros países cambió paulatinamente su modelo de inserción internacional al de
sustitución de importaciones. La crisis definitivamente lanzada tras las
conflagraciones mundiales en la década de 1950 se vio dramáticamente
acelerada por la aparición de la subversión tupamara, que hizo cerrar filas a los
sectores más retrógrados de la sociedad en torno a un proyecto de seguridad
nacional en el que se preservaran los intereses de la oligarquía agroexportadora.
La implantación del Estado burocrático autoritario a partir de 1973 fue
quebrándose poco a poco frente a una sociedad civil con una cultura política en
la que las largas décadas de institucionalidad democrática habían dejado su poso.
Tampoco el modelo económico aplicado ni la coyuntura internacional le fueron
propicios en la década de 1980.
Después de la transición democrática de 1984 y del primer periodo
postautoritario que se cierra con las elecciones de noviembre de 1989, el sistema
político uruguayo, una vez procesado el diferendo del legado autoritario, entró
en una etapa de normalización en la que se produjo la alternancia entre blancos y
colorados con un trasfondo dominado por el continuo ascenso de la izquierda
usufructuadora de una sociedad con una elevada capacidad movilizadora y
reivindicativa. Por otra parte, en 1996 se produjo una reforma muy importante
del régimen electoral que acabó con una tradición de décadas y cuyos efectos no
hicieron sino prolongar el dominio de la clase política de los partidos
tradicionales en la presidencia tras las elecciones de finales de 1999 puesto que
la izquierda ya se posicionó como la bancada más importante. La novedad que
supusieron las elecciones internas en los partidos políticos celebradas en abril de
dicho año produciendo un solo candidato por partido fue uno de los mecanismos
institucionales más relevantes del momento con el que se cerró el siglo. En 2004
y tras haber gobernado por 14 años la intendencia de Montevideo la izquierda
llegó finalmente al poder alcanzando dos éxitos electorales consecutivos que se
consagraron no solo con el control del Ejecutivo, sino también de las dos
Cámaras.
La recuperación de la democracia ha supuesto la vuelta a patrones de notable
calidad de la misma de acuerdo con un comportamiento político con niveles muy
altos de participación y una representación política extremadamente amplia
donde se articula a la perfección el eje izquierda-derecha; por otra parte, los
valores democráticos de la ciudadanía y el capital social de la misma son, con
diferencia, los más pujantes de América Latina. La cultura política de los
uruguayos se ha caracterizado por presentar alto apoyo al sistema democrático,
algo más bajo nivel de satisfacción con el funcionamiento de la democracia y
confianza institucional. Estos niveles solo han sido afectados mínimamente
durante la grave crisis económica de 2002, y recuperados junto a las elecciones
de 2004, lo que refleja la capacidad de las instituciones para re-conquistar a los
ciudadanos. Por otra parte, Uruguay ha seguido profundamente dividido con
respecto al delicado asunto de la reparación de las violaciones de los derechos
humanos ocurridos durante la dictadura. Si bien el país se ha expresado en dos
ocasiones (1989 y 2009) validando la ley de amnistía aprobada en el primer
gobierno democrático con el 42 y el 48 por 100 del voto en contra,
respectivamente, el asunto sigue sin estar cerrado con implicaciones
internacionales derivadas de una decisión de la Corte Interamericana de
Derechos Humanos señalando la violación de aquélla de la Convención
Interamericana de Derechos Humanos, los tribunales uruguayos han avanzado
poco a poco condenando a destacados delincuentes del periodo militar.
En términos sociodemográficos, Uruguay presenta unas tasas de población
urbana de las más altas de América Latina, así como de alfabetización y de
participación de la mujer en la actividad económica lo que le hace mostrarse
como un país con unos patrones de modernización muy elevados.
Los indicadores económicos proyectan la imagen de un país con tasas de
inflación altas en el último medio siglo que se han ido reduciendo de forma
constante, pero muy lentamente, y una dependencia media de las exportaciones
de productos primarios. La crisis de la década de 1980 se fue superando a lo
largo de la década siguiente con tasas de crecimiento relevantes, gracias a una
estrategia gradualista que logró evitar las consecuencias negativas generadas por
las políticas de choque aplicadas a otros países. Hacia 1999, el país cayó en un
periodo de recesión, que junto a la crisis de la vecina Argentina, tuvo efectos
desastrosos sobre la economía uruguaya a lo largo de los últimos años del siglo
XX e inmediatos siguientes. Solo hasta 2003 la economía uruguaya volvió a
crecer alcanzando algunos años tasas del 10 por 100 como en 2004 y en 2010.
EVOLUCIÓN DE ALGUNOS INDICADORES SOCIODEMOGRÁFICOS DE URUGUAY
Población urbana (en porcentaje) 82,1 89,2 90,5 91,7 92,6 91,9 92,4
Deuda externa total (en millones de dólares) 38.439,0 45.455,0 107.015,0 115.995*
* Hasta 2008.
FUENTE: Bases de datos CEPALSTAT (CEPAL).
1. EVOLUCIÓN HISTÓRICO-POLÍTICA
El año 1982 representó el momento en que comenzaron a ser cada vez más
evidentes las muestras de desgaste del Estado burocrático autoritario. El
deterioro de la imagen externa del régimen, el fracaso en las urnas de la reforma
constitucional de 1980 y el declinar del modelo abrieron las posibilidades de un
proceso de transición hacia un nuevo periodo democrático. Estas posibilidades
se vieron incrementadas cuando en noviembre de 1982 el régimen militar
convocó elecciones internas en los partidos políticos. El resultado le fue
nuevamente adverso toda vez que en los dos partidos tradicionales se alzaron
con el triunfo los sectores claramente opositores al régimen. A lo largo de 1983
se planteó la apertura de negociaciones entre la oposición y las Fuerzas
Armadas, que se saldaron con el fracaso del «diálogo del Parque Hotel»; de
alguna forma, el Partido Nacional y su líder, Wilson Ferreira, impugnaban una
vía menos lenta y llena de concesiones de transición. Igualmente la presión
popular mediante actos cívicos y concentraciones, como la del 27 de noviembre
de 1983, ejerció un papel notable en el proceso de cambio. El gigantesco paro
cívico de junio de 1984 propició definitivamente el Pacto del Club Naval entre
las Fuerzas Armadas, el Partido Colorado y el Frente Amplio, que con otras
fuerzas sociales integraban la Concentración Nacional Programática. De estas
nuevas conversaciones surgió el acuerdo por el que se realizarían elecciones en
noviembre de 1984.
Las características de la transición política uruguaya se resumen en los
siguientes puntos: se trataba de un pensado ejercicio de restauración más que de
un acto refundador de una nueva identidad política, en el que todos los actores
vieron en el retorno a la Constitución de 1966, a la legislación electoral pasada y
al sistema de partidos la concreción del «mal menor». El pacto fundacional del
nuevo régimen, por su parte, se basaba en la proscripción de los líderes del
Partido Nacional (Wilson Ferreira) y del Frente Amplio (Líber Seregni), así
como de otros candidatos de las listas electorales de ambos partidos de 1971, en
la garantía de la impunidad de las acciones de gobierno y de las violaciones de
los derechos humanos por parte de los militares y en una mejor posición en la
línea de salida del Partido Colorado.
Teniendo en cuenta la irregularidad que suponía la proscripción de líderes
políticos fundamentales en la campaña electoral que concluyó con la cita ante las
urnas de noviembre de 1984, los tres temas políticos de mayor relieve fueron: la
actitud sostenida por cada actor político ante el gobierno autoritario, la posición
asumida por los diferentes actores respecto al proceso de negociación con las
Fuerzas Armadas que se había realizado muy poco tiempo antes, y la sostenida
por cada sector ante la temática de los presos políticos. No debe dejar, pues, de
sorprender que estos temas estuvieran pendientes hasta el referéndum de abril de
1989.
Las elecciones presidenciales de 1984 dieron el triunfo a la fórmula Julio
María Sanguinetti como Presidente y Enrique Tarigo como Vicepresidente. El
Partido Colorado obtuvo el 41,2 por 100 de los votos frente al 35 por 100 del
Partido Nacional, el 21,2 por 100 del Frente Amplio y el 2,4 por 100 de la Unión
Cívica. En la Cámara de Representantes (diputados), el Partido Colorado obtuvo
41 escaños frente a 35 del Partido Nacional, 21 del Frente Amplio y dos de la
Unión Cívica sobre un total de 99 bancas. En el Senado, integrado por 30
miembros, el Partido Colorado pudo colocar a 13 de sus candidatos, 11 el
Partido Nacional y seis el Frente Amplio. El rígido bipartidismo quebrado ya en
los comicios de 1971 volvió a demostrar idéntica tendencia, al ser el Frente
Amplio el lema que más creció en 1984. Igualmente este Frente reducía la
distancia con el Partido Colorado en Montevideo (34 por 100 del electorado
frente al 36 por 100 de aquél), mientras que no progresaba en el interior del país
(10 por 100), donde el Partido Colorado arrebataba la tradicional primacía del
Partido Nacional (45,8 por 100 frente al 42,1 por 100).
Tras la restauración de las libertades formales, la vida política uruguaya
después de la toma de posesión en marzo de 1985 de Julio María Sanguinetti
como Presidente giró durante cuatro años en torno al tema de las
responsabilidades de los hechos delictivos acaecidos en los doce años de
dictadura (1973-1984). No obstante, conviene recordar que la solución a este
problema había sido ya avanzada en el contexto del Pacto del Club Naval.
En un primer momento se promulgó una Ley de Amnistía (marzo de 1985)
que benefició fundamentalmente a militantes del Movimiento de Liberación
Nacional (tupamaros) y se rehabilitó a Líber Seregni en sus grados militares dos
meses más tarde. Sin embargo, como fruto de la presión social, la justicia
uruguaya comenzó a actuar contra militares acusados de violaciones de derechos
humanos durante la dictadura. A lo largo de 1986 se planteó en la Asamblea
General la posibilidad de ampliar la Ley de Amnistía de 1985 a estos casos. La
circunstancia de no tener mayoría absoluta el partido del Gobierno en la
Asamblea, así como las dificultades a lo largo de toda la legislatura para
establecer pactos legislativos, de hecho el bloqueo entre el Presidente y la
Asamblea fue algo tan corriente que llegó a suscitar numerosas voces
reclamando la reforma del régimen político, imposibilitaron una solución del
problema militar, que para el gobierno colorado se mostraba como un factor
amenazador de la consolidación democrática. No obstante, en diciembre de 1986
un imprevisto cambio de actitud del líder del Partido Nacional, Wilson Ferreira,
desbloqueó la situación. Los votos de su lema «Por la Patria», unidos con los del
Partido Colorado, salvo uno, aprobaban la «Ley de caducidad de la pretensión
punitiva del Estado» («Ley de impunidad»). Atrás quedaba un tercio del Partido
Nacional, los legisladores del Frente Amplio y de la Unión Cívica que se
opusieron a la misma. Tal fue la oposición a esta medida legislativa de
importantes sectores de la sociedad civil que inmediatamente se creó la
Comisión Nacional Pro Referéndum que, al amparo del artículo 79 de la
Constitución, se dispuso establecer los mecanismos para la convocatoria de un
referéndum que derogase la referida Ley de Caducidad. Reunidas las firmas
necesarias y verificadas por la Corte Electoral tras un lento periodo de dos años,
se convocó finalmente un referéndum en abril de 1989. Sus resultados dieron un
58 por 100 en favor de no derogar la ley frente a un 42 por 100 de los partidarios
de su derogación. Es relevante el hecho de que en Montevideo estas cifras
estuvieron invertidas, toda vez que los partidarios de la derogación alcanzaron el
57 por 100; contrariamente, en el interior del país los partidarios de mantener la
Ley de Caducidad fueron el 68 por 100, frente al 32 por 100, que representaron
los que querían derogarla. La derrota de los que propugnaban la derogación
coincidió en el tiempo con la muerte de Raúl Sendic, fundador y líder histórico
del Movimiento de Liberación Nacional (Tupamaros).
En el escenario internacional, Uruguay se hizo miembro del «Grupo de los
Ocho» y desde julio de 1986 participó en los acuerdos de integración argentino-
brasileña que culminaron cinco años más tarde en la creación del MERCOSUR.
% % %
Partidos Candidatos Votos Candidatos Votos Candidatos Votos
votos votos votos
Partido
777.701 41,2 596.964 30,3 656.428 32,3
Colorado
Partido
660.773 35,0 765.990 38,8 633.384 31,2
Nacional
Votos al
Lema 1.449 0,1 1.804 0,1
lema
P. Unión
Chiarino 45.841 2,4
Cívica
Frente
Crottogini 1 401.104 21,2 Seregni 418.403 21,2 Vázquez 2 621.226 30,6
Amplio
Nuevo
Batalla 177.453 9,0 Michelini 104.773 5,2
Espacio
Otros 943 0,1 11.776 0,7 13.470 0,7
Total 1.886.362 100 1.970.586 100 2.029.281 100
1 El lema con el que se presentó a las elecciones fue el de Partido Demócrata Cristiano.
2 El lema con el que se presentó a las elecciones fue el de Encuentro Progresista.
Partido Colorado Jorge Batlle y Luis Hierro 703.915 32,3 1.158.708 54,1
Luis Alberto Lacalle y
Partido Nacional 478.980 21,9
Sergio Abreu
Unión Cívica Luis Pieri 5.109 0,2
Gasto público social per cápita (en dólares de 1997) 819 1.046 990 1.315
Gasto público social como porcentaje del gasto público
66,9 68,6 63,1 73,5
total
Gasto público social como porcentaje del PIB 18,6 20,6 21,03 21,85
Gasto público en educación como porcentaje del PIB 2,45 3 3,24 4,32
Gasto público en salud como porcentaje del PIB 3,11 2,96 3.39 4,23
Encuentro Progresista-Frente
José Mujica 1.093.869 47,49 1.197.638 52,39
Amplio
2. EL PODER LEGISLATIVO
3. EL PODER JUDICIAL
5. EL SISTEMA ELECTORAL
FUENTE: Elaboración propia con datos del Observatorio de Instituciones Representativas de la Universidad
de Salamanca.
Otros — — — — — 5,10
P. Independiente 1 2
Total 99 99 99 99 99 99
Partido Nacional 11 13 10 7 11 9
Total 31 31 31 31 30 30
1996 2001 2006 2010 1996 2001 2006 2010 1996 2001 2006 2010
Ubicación ideológica
2,9 3 2,9 3,38 5 5,6 5,33 6,33 5,6 5,8 5,7 6,24
de su partido político
(n) 25 27 45,0 20 22 9 20 14 28
Ubicación ideológica
de los otros partidos 2,7 3 3 3,71 7 8,1 7,9 8,05 7,4 8 7,1 7,66
político
(n) 47 37 39 49 43 74 48 50 54
Preguntas: «Utilizando una escala ideológica donde 1 sea izquierda y 10 derecha, ¿dónde ubicaría usted a su
partido político?, ¿dónde situaría usted a los otros partidos políticos?
FUENTE: PELA. OIR. Universidad de Salamanca.
2. SINDICATOS Y EMPRESARIOS
Media
2006 5,19
2008 5,09
2010 4,69
2012 4,91
Nota: Todos aquellos problemas con menos de un 3 por 100 de respuestas se agrupan en la categoría «otros
problemas».
PARTIDOS POLÍTICOS:
FA: www.epfaprensa.org
PC: http://www.partidocolorado.com.uy/
PN: www.partidonacional.com.uy
EN: www.nuevoespacio.org.uy
Partido Independiente: http://www.partidoindependiente.org.uy/
LOS SISTEMAS POLÍTICOS DE
LOS PAÍSES ANDINOS
CAPÍTULO VI
BOLIVIA
I. INTRODUCCIÓN
Bolivia es el único país andino que carece de salida marítima, tras la pérdida
traumática de la misma después de la guerra del Pacífico con Chile. Posee dos
regiones perfectamente delimitadas: la andina, que fue núcleo tradicional del
poder y la vida política del país, y los llanos orientales, despoblada, pobre e
infradesarrollada en sus inicios, pero pujante en las últimas cuatro décadas. Su
población tiene un alto índice de composición indígena, ya que los aymara, los
quechua y otros pueblos originarios constituyen el 60 por 100 de la población, y
mestiza, siendo los blancos solo una quinta parte. Tradicionalmente ha sido una
república oligárquica, monopolizada por la minoría blanca, asentada en el
Altiplano, donde prácticamente el Estado no ha existido hasta mediados del siglo
XX. Históricamente, la minería y la política se entremezclaron, teniendo como
elemento aglutinador al Ejército, convertido en brazo coercitivo y, a la vez,
fervoroso aliado de las clases económicas dominantes, con apellidos
significativos: Patiño, Aramayo, Hochschild, los que llegaron a controlar el 80
por 100 de la producción de estaño.
Como la mayoría de los países latinoamericanos, en Bolivia los partidos
liberal y conservador dominaron la escena política sin mayores diferenciaciones
ideológicas hasta bien entrado el siglo XX. Se trataba de partidos de notables, con
nulo arraigo popular, necesarios para el funcionamiento del pseudo Estado
oligárquico. La modernización de la vida pública boliviana comenzó a perfilarse
después de la Segunda Guerra Mundial, época en la que el descontento popular
era creciente por la depresión económica y la falta de espacios políticos. Estas
circunstancias permitieron el surgimiento de grupos de oposición al sistema y la
aparición de partidos políticos de orientación izquierdista y, sobre todo, el
Movimiento Nacional Revolucionario (MNR), artífice de la revolución de 1952.
Sobre este partido se ha desarrollado el juego político durante la segunda mitad
del siglo XX siendo las restantes fuerzas políticas, democráticas o autoritarias,
meras alternativas suyas.
La inestabilidad crónica del sistema político, puesta de manifiesto a lo largo
del último periodo autoritario (1969-1982) en el que Bolivia tuvo trece
presidentes y eso que Hugo Bánzer lo fue entre 1971 y 1978, se quebró a partir
de 1982, cuando el país empezó a consolidar un marco de institucionalidad
política operativo en un ámbito social muy desarticulado. La nueva
institucionalidad conformó en un primer momento un modelo de
presidencialismo parlamentarizado en el que se reforzaron las pautas de
competición intrapartidista y de construcción de coaliciones. Todo ello se dio en
un ambiente de pluripartidismo no polarizado alrededor de una competencia
política articulada en torno a tres grandes partidos de ámbito nacional como eran
el MNR, la ADN y el MIR. Estos partidos fueron acompañados en la década de
1990 de diferentes experimentos populistas en clave antipolítica que fueron
sustituidos por otros que incorporaron, por primera vez, de forma masiva a la
población indígena campesina. A ello no fue ajena la gestación desde 1994,
gracias a la promulgación de la Ley de Participación Popular, de nuevas formas
de participación política, más que en cualquier otro país latinoamericano, vía la
elección popular de alcaldes y la movilización de diferentes grupos que
presionaron al poder político mediante huelgas sectoriales para obtener sus
reivindicaciones frente a la imposición de políticas neoliberales de muy dudosa
eficacia. En este escenario tuvo lugar la creación del Movimiento al Socialismo
(MAS) en 1999 que, basado en el heterogéneo movimiento indígena, será el
actor articulador de la política boliviana en los años siguientes. Una profunda
crisis iniciada en 2003 terminó propiciando la llegada de Evo Morales y del
MAS al poder dos años más tarde y en la apertura de un proceso constituyente
que culminó en 2009 instaurando un tipo de democracia participativa,
representativa y comunitaria. El nuevo estado de cosas, impuso la refundación
de un régimen político que ha sido caracterizado de etnopopulista, más
incluyente, pero con vocación hegemónica y fuertes rasgos nacionalistas frente a
una debilitada y divida oposición, con un presidente cuyo mandato es el segundo
más longevo en la historia del país.
En términos sociodemográficos, Bolivia continúa siendo un país en el que
dos tercios de la población es urbana. Igualmente sus tasas de analfabetismo se
han reducido alcanzando el 9,4 por 100 en 2010. En lo relativo a la
incorporación de la mujer a la población económicamente activa se ha ido
produciendo un incremento lento pero firme, aunque en el sector informal esta
presencia es bastante mayor.
El análisis de las grandes magnitudes económicas revela que Bolivia ha
controlado la inflación en las dos últimas décadas, alejándose de las dramáticas
cotas de hiperinflación que asolaron al país años antes, sin que por ello su
población haya podido recuperar el nivel de riqueza de comienzos de la década
anterior, no habiendo superado la nefasta etapa de la primera mitad de aquella
década. Asimismo es relevante señalar la fuerte dependencia de sus
exportaciones de los productos primarios, de entre los que el gas natural es el
primer rubro, superior al 80 por 100 y el incremento de su deuda externa.
EVOLUCIÓN DE ALGUNOS INDICADORES SOCIODEMOGRÁFICOS DE BOLIVIA
Población urbana (en porcentaje) 50,5 55,6 60,4 64,6 64,2* 66,4*
1980-
1995 1997 1999 2001 2003 2005 2008 2010
90
FUENTE: CEPAL (2001): Balance preliminar de las economías, Santiago de Chile: CEPAL y CEPAL
(2011): Panorama social de América Latina, Santiago de Chile: CEPAL.
1. ANTECEDENTES
2. LA TRANSICIÓN POLÍTICA
MIR Jaime Paz Zamora 153.143 8,8 Jaime Paz Zamora 309.033 19,64
CONDEPA Carlos Palenque 173.459 11,02
1
En 1993 el MNR formo coalición con el MRKTL.
2 Se incluyen los votos de R. Jordán Pando del MNRI, 82.418 votos (4,8%), de C. Serrate Reich del
MNRV, 72.197 votos (4,2%), de R.Velasco Romero del PS-1, 38.785 votos (2,2%), de R. Araníbar Quiroga
del FPU 38.124 votos (2,2%), de G. Flores Santos del MRTKL, 31.678 votos (1,8%), de L. Ossio Sanjines
del PDC, 24.079 votos (1,3%), de D. Anez Pedraza del FSB, 19.985 votos (1,1%) y de los candidatos del
MNR-1, MNTK, POR, ACP, IU, FNP, AUR y ARENA, que obtuvieron cada uno de ellos menos de un 1%
de votos.
3 Se incluyen los votos de A. Araníbar Quiroga de IU, 113.509 votos (7,21%), de R. Cortez del PS-1,
39.763 votos (2,53%), de V. H. Cárdenas del MRTKL, 22.983 votos (1,46%), de G. Flores de FULKA,
16.416 votos (1,04%), y de los candidatos de FSB y MIN que obtuvieron cada uno menos de un 1% de
votos.
FUENTE: Elaboración propia con datos del Tribunal Supremo Electoral.
Blancos 37.071
143.946 —
Nulos 46.528
Total 1.731.309 100 2.177.081 100,0
Electores 2.399.197
Abstención 28
%), del FSB, 20.947 votos (1,30%), de VR-9, 21.100 votos (1,30%) y de otros candidatos y partidos que
suman 61.305 votos (3,79%).
3 Se incluyen los votos de A. Veliz Lazo de IU, 80.806 votos (3,7%), de M. Urioste del MBL, 67.244 votos
(3,1%), de J. Justiniano del VSB, 30.212 votos (1,4%), de J. de la Cruz Vilka de EJE, 18.237 votos (0,8%) y
de E. Galindo del PDB, 10.381 votos (0,5%).
FUENTE: Elaboración propia con datos del Tribunal Electoral.
Los comicios del 30 de junio de 2002 contemplaron una liza electoral de
nuevo muy reñida con once candidatos en disputa por la Presidencia de la
República y supusieron el hecho histórico insólito de ser los quintos
consecutivos desde la recuperación del régimen democrático en 1982. Si bien las
encuestas previas mantenían que el electorado se inclinaba por el capitán
retirado del Ejército Manfred Reyes Villa «Bombón», que había fundado Nueva
Fuerza Republicana (NFR); los resultados en las urnas dieron el triunfo a
Gonzalo Sánchez de Lozada del MNR y quedaron ratificados en el Congreso
gracias al apoyo que recibió de los ochenta y cuatro (de un total de 157)
congresistas del MIR, UCS y ADN frente a los cuarenta y tres que Evo Morales
recibió del MAS, de NFR y del MIP. De esta forma, Sánchez de Lozada (Goni),
con el periodista y propietario de un canal de televisión Carlos Mesa como
vicepresidente, volvía por segunda vez a la Presidencia de su país y confirmaba
el péndulo de la política boliviana con dos polos: el MNR y la oposición anti-
MNR. Por otra parte, la tríada partidista sobre la que se había basado la política
boliviana a lo largo de los últimos tres lustros, formada por MNR, MIR y ADN,
perdía, al menos momentáneamente y siempre que Quiroga no tenga la
posibilidad de recomponer al partido en el futuro, a ADN claro perdedor de las
elecciones sancionado por el electorado por su gestión de gobierno.
FUENTE: CEPAL (2011): Panorama social de América Latina, Santiago de Chile: CEPAL.
2. EL ÓRGANO LEGISLATIVO
3. EL ÓRGANO JUDICIAL
4. EL ÓRGANO ELECTORAL
El Tribunal Supremo Electoral es el máximo nivel del Órgano Electoral a
nivel nacional. De los siete miembros que lo conforman al menos dos deben ser
indígenas, su elección será meritocrática y será realizada por la Asamblea
Legislativa. Los candidatos deben contar con el apoyo de dos tercios de los votos
de los parlamentarios presentes y sus funciones se extenderán a lo largo de seis
años improrrogables. Este organismo tiene como función principal garantizar el
proceso electoral de las autoridades nacionales y locales, así como las consultas
nacionales dentro de las disposiciones regidas en la Constitución: el derecho al
voto igual, universal, directo y obligatorio, respetando los procedimientos
particulares de las naciones indígenas.
En cuanto a la representación política (arts. 209-212), todos los organismos
políticos —sean agrupaciones ciudadanas, partidos políticos y organizaciones
indígenas— deben ser democráticos, además de exigir una paridad de género en
su composición. Pese a que los pueblos indígenas pueden designar a sus
representantes de acuerdo a su uso y costumbre, el Órgano Electoral será
responsable de supervisar el proceso.
5. EL RÉGIMEN DE AUTONOMÍAS
NEP legislativo 4,31 3,92 3,71 5,36 4,96 2,36 1,84 3,78
Ubicación ideológica por los otros partidos políticos 4,18 6,3 8,24 9,38
Preguntas: «Utilizando una escala ideológica donde 1 sea izquierda y 10 derecha, ¿dónde ubicaría usted a su
partido político? ¿Dónde ubicaría usted, a los otros partidos políticos?
FUENTE: PELA. OIR.
MNR 43 40 52 1 26 36 7
ADN 41 38 32 4
35 2
MIR 15 33 23 26
CONDEPA — 9 13 19
IU — 10 — 4
UCS — — 20 21 5
MBL — — 7 5
MAS 27 72 88 3
NFR 25
UN 8 3
PODEMOS 43
PPB-CN 37
Otros 4 31 3 7 2
Refundación de Bolivia.
4 En 1985: MNRI (8), MNRV (6), PS-1 (5), FPU (4), PDC (3), FSB (3) y MRTKL (2). En 1993: ARBOL
(1), ASD (1) y EJE (1). En 2002: MIP (6) y PS (1). En 2009: AS (2).
MNR 16 9 17 1 4 11
ADN 10 8 11 1
82
MIR 1 8 7 5
CONDEPA — 2 1 3
UCS — — 1 2
MAS 8 12 26
PODEMOS 14
PPB-CN 10
Otros 3
Total 27 27 27 27 27 27 36
Media
2006 5,23
2008 5,17
2010 5,23
2012 5,17
Nota: Todos aquellos problemas con menos de un 3 por 100 de respuestas se agrupan en la categoría «otros
problemas»
PARTIDOS POLÍTICOS
ADN: www.oep.org.bo/org_politica/documentos/adn.pdf
MAS: www.oep.org.bo/org_politica/documentos/mas.pdf
MNR: www.oep.org.bo/org_politica/documentos/mnr.pdf
MSM: www.msm.bo o www.oep.org.bo/org_politica/documentos/msm.pdf
UN: www.oep.org.bo/org_politica/documentos/un.pdf
USC: www.oep.org.bo/org_politica/documentos/ucs.pdf
CAPÍTULO VII
COLOMBIA
I. INTRODUCCIÓN
La vida política de este país, desde mediados del siglo XIX hasta el presente,
resulta ininteligible si se omite en ella el papel desempeñado por los partidos
políticos y por la violencia como forma de expresión del conflicto político.
Ambos se funden en la historia política colombiana merced a la división tan
extendida en el seno de las elites y la población. La escisión ha sido tan
irreconciliable que la causa partidista estuvo en el origen y el desarrollo de ocho
guerras civiles reconocidas (1839-1841; 1851; 1854; 1859-1861; 1876-1877;
1885; 1895; 1899-1902) que asolaron el siglo XIX y otras tantas, sin contabilizar
la guerra no declarada de 1948-1957 y la que, con otras características, vive
desde 1980.
El sentido de pertenencia al universo partidista ha sido tan agudo que a
finales de la década de 1940 dar la vida en aras de un partido político era
sacrificio cotidiano. Sin embargo, más de medio siglo después los partidos
mayoritarios, liberal y conservador, aunque siguen siendo el eje central del
acontecer político nacional manteniendo vivos tradicionales mecanismos
caciquiles y clientelares, han perdido arrastre entre las masas, encontrándose en
una grave crisis que ha desestructurado al país. Por otra parte, el narcotráfico, las
distintas fracciones guerrilleras y los grupos paramilitares han convertido a
Colombia en uno de los países más inseguros del continente, escenario que ha
ido cambiando hasta llegar al inicio de las negociaciones de paz de 2012 entre el
Estado y la guerrilla.
A pesar de todo ello, Colombia se caracteriza por el fuerte desarrollo de cierta
forma de civilismo desde la misma Independencia. Esta propensión ha reforzado,
por una parte, el papel de las elites políticas y ha disminuido, por otra, el papel
autónomo de los militares en la política; finalmente, ha acentuado las tendencias
favorables a la concertación política entre las oligarquías dominantes. Elites
políticas con una fuerte presencia regional, latifundistas y monopolizadoras de la
tierra en un escenario donde indígenas, negros y campesinos no tenían acceso a
los derechos de propiedad y que se ven forzados a colonizar territorios
marginales sin presencia del Estado, donde la guerrilla suple el rol de éste y
donde después la coca será una forma precaria, primitiva e informal de
financiación de esta estructura. Fruto de estas tendencias, el actual sistema
político es heredero del pacto político denominado Frente Nacional (1958-1974)
que llegó a conformar, junto con el caso venezolano, una de las primerizas y más
logradas transiciones políticas latinoamericanas en plena Guerra Fría. A pesar de
dar estabilidad a la vida política colombiana, en un momento en el que otros
sistemas políticos latinoamericanos sufrieron procesos de quiebra de sus
democracias, el Frente Nacional la adulteró hasta llegar a unos límites
insoportables de clientelismo y de oclusión política. Además, la violencia, fruto
también de la propia debilidad del Estado, de una estructura rentista de la tierra,
de la persistente acción guerrillera y del incremento de la presencia del
narcotráfico en la vida del país, contribuyó a deteriorar aún más el clima
político. En este marco, tras el paulatino desmonte del Frente Nacional mediante
la serie de reformas políticas llevadas a cabo entre 1974 y 1990, en este último
año se inició un proceso de reforma constitucional en el que se depositaron
numerosas esperanzas de renovación. Sin embargo, la presidencia de Ernesto
Samper (1994-1998) y la de Andrés Pastrana (1998-2002) mostraron que aquél
no fue sino un espejismo. No se mitigaron los elementos negativos que habían
ido configurándose durante las tres décadas anteriores, los partidos se
atomizaron sirviendo a los intereses propios de la clase política, y el incremento
de la desmoralización social producto del fracaso del plan de paz de Pastrana,
hizo que quedara huérfana la sociedad de toda esperanza de solución del
conflicto. Fue la presidencia de Álvaro Uribe (2002-2010) la que, aupada en la
descomposición partidista y sobre la base de una extrema personalización de la
política, impuso un giro decisivo al estado de cosas a través de su política de
«seguridad democrática» y de una nueva forma de hacer política.
Pese a tratarse de un país con un peso regional muy importante, en torno a
Bogotá, la capital, Barranquilla, Cali y Medellín, y un proceso de
descentralización institucionalizado con la Constitución de 1991, el papel central
de Bogotá en la política y en la economía es determinante de lo que ocurre en
Colombia. En Bogotá, que cuenta con una quinta parte de la población
colombiana, se produce la mitad del PIB del país y la hegemonía de la clase
política radicada en ella es total. El acoso de las diferentes formas de violencia
creó durante lustros un país conformado por la red de los principales centros
urbanos unidos fundamentalmente por corredores aéreos. Los indicadores
sociodemográficos muestran que Colombia cuenta aun con un alto índice de
población rural que lentamente va descendiendo circunstancia que hace que
todavía el tema de la reforma agraria sea una cuestión políticamente relevante,
en un país donde la ausencia de un mercado de la tierra constituye una nota
recurrente, y un persistente enquistamiento de los niveles de población
analfabeta que afecta a más del 6 por 100 de la población, aspectos que
contribuyen a explicar la importancia del hecho de que la guerrilla y los
paramilitares tengan bases rurales y analfabetas sólidas. En términos
económicos, sin embargo, Colombia ha tenido un rendimiento mejor que los
restantes países de la región. La década de 1980 no contabilizó tasas de
crecimiento negativo y el PIB por habitante se incrementó entre 1980 y 1995, en
términos constantes, en un 40 por 100. Sin embargo, una caída en los ingresos
por las exportaciones y la falta de disciplina fiscal en la Administración Samper
metió al país en una seria recesión a partir de 1999 a la que se unió la
constricción de la inversión extranjera temerosa ante el incremento de la
violencia existente. No obstante, durante el periodo de 2000 a 2010 hubo una
recuperación importante reflejada en el aumento de las tasas de crecimiento que
sobrepasaron los cinco puntos en 2006 y 2007. Por otra parte, la media anual de
la inflación se mantuvo por encima del 20 por 100 hasta mediados de la década
de 1990 y a partir de 2000 ésta se ubicó por debajo del 10 por 100, llegando a
tan solo el 3,1 por 100 en 2011. De esta forma, Colombia no tuvo que
enfrentarse a procesos hiperinflacionarios. Por último, la evolución de las
exportaciones mostró una menor dependencia del sector primario hasta 2007,
momento en el que los productos primarios representaron solamente el 60 por
100 de las mismas frente al 91 por 100 en 1970. Sin embargo, este sector ha
repuntado significativamente en los últimos años llegando a representar casi el
80 por 100 de las exportaciones en 2010.
EVOLUCIÓN DE ALGUNOS INDICADORES SOCIODEMOGRÁFICOS DE COLOMBIA
Población total (en miles) 31.659,0 34.970,0 38.542,0 42.321,0 43.186,0 47.735,0
Población urbana (en porcentaje) 66,9 69,3 72,1 74,5 76,6 78,5
Población analfabeta de 15 y más años 15,6 11,3 — 8,2 6,9 6,6 (2010)
de edad (en porcentaje)
12,7
Desempleo urbano (en porcentaje) 8,8 17,2 13,3
(2010)
Hogares bajo la línea de pobreza (en 48,7
44,9 48,7 50,5
porcentaje) (2009)
FUENTE: CEPAL (2001): Balance preliminar de las economías, Santiago de Chile y CEPAL (2001):
Panorama social de América Latina 2000-2001 y 2011, Santiago de Chile. Bases de datos CEPALSTAT.
Anuario estadístico de América Latina y el Caribe 2011 (CEPAL).
A pesar de las profundas divisiones del partido liberal, éste logró el triunfo en
las elecciones de 1978 con Julio César Turbay Ayala (1978-1982), situándose a
escasa distancia el candidato conservador, Belisario Betancur Cuartas. El
gobierno liberal turbayista se caracterizó por el recrudecimiento de la represión
con la promulgación de la Ley Antiterrorista (Estatuto de Seguridad) siendo
fuertemente cuestionado por la violación de los derechos humanos y la marcada
docilidad frente a la política norteamericana. Por otra parte, se vio enfrentado al
sandinismo nicaragüense por la discrepancia de fronteras y posesión territorial
del archipiélago de San Andrés y Providencia.
En las elecciones presidenciales de 1982 el Partido Liberal se presentó con
dos candidatos: Luis Carlos Galán Sarmiento y Alfonso López Michelsen. Por su
parte, el Partido Conservador, con una candidatura llamada de Unidad Nacional
liderada por Belisario Betancur, a pesar del carácter mayoritario de su rival el
Partido Liberal, obtuvo la jefatura del Estado gracias a los votos liberales
descontentos por las nuevas aspiraciones presidenciales de López Michelsen y
así como a la doble candidatura liberal.
La Presidencia de Betancur (1982-1986) tomó cierto cariz socialdemócrata,
intentando convertirse, en los tres primeros años de su mandato, en líder
regional. Fue uno de los creadores del Grupo de Contadora, evitó el aislamiento
de Nicaragua prestándole ayuda económica y congelando el diferendo limítrofe e
ingresó al país en el grupo de los «No Alineados». En política interna
infructuosamente puso gran empeño en la pacificación de Colombia al firmar los
Acuerdos de Paz con el M-19 y las FARC (Fuerzas Armadas Revolucionarias
Colombianas). Los militantes de este grupo guerrillero que se acogieron a la
amnistía, crearon la Unión Patriótica, que en las elecciones legislativas y
municipales de finales de la década alcanzó resultados notables teniendo en
cuenta el marco de persecución y de exterminio al que estuvieron sometidas. La
toma del Palacio de Justicia por el M-19 en el último año de mandato de
Betancur y su consiguiente brutal represión por los militares supusieron la
quiebra definitiva del proyecto político de éste.
Los comicios legislativos que llevaron a la elección de los cuerpos colegiados
de todo el país en marzo de 1986 han sido considerados siempre en Colombia
como unas primarias. En aquella ocasión contaron con tres opciones al igual que
las presidenciales: el Partido Conservador recogió en sus listas todas las
tendencias nacionales y regionales que conformaban el partido. A escala
nacional estuvieron presentes las dos mayoritarias: la liderada por Álvaro Gómez
Hurtado y la que dirigía el expresidente Misael Pastrana Borrero. Localmente
estuvieron presentes el Movimiento Nacional de Gustavo Rodríguez, en Bogotá,
y los progresistas de J. Emilio Valderrama, afincados en el occidente
colombiano. El liberalismo se presentó coaligado con la Unión Patriótica en
algunos departamentos, como Huila, Valle, Tolima y Meta. El sector
tradicionalista, conducido por Virgilio Barco, apoyó a los llamados candidatos
oficialistas. El Nuevo Liberalismo, liderado por Luis Carlos Galán pretendió
convertirse en opción nacional. Sin embargo, el demoledor revés sufrido en su
feudo, Bogotá, le llevó más tarde, en las presidenciales, a plegarse al candidato
oficial. En cuanto a la Unión Patriótica, que había nacido de las FARC a raíz de
las proposiciones de paz durante la tregua de 1984 así como de otros
movimientos de izquierda y del Partidos Comunista, contó con un cierto número
de sus candidatos dirigentes de la guerrilla, basándose su campaña en la
profundización política de la paz y centrándose en las regiones rurales del país.
La elección presidencial de mayo de 1986 tuvo tres opciones: la del Partido
Conservador, como siempre dividido en tendencias nacionales y regionales, sin
que ellas afloraran al momento de obtener los resultados finales pues lograron
ponerse de acuerdo y lanzar un candidato único, Álvaro Gómez Hurtado. El
Partido Liberal se presentó unido con un candidato consensuado entre el
liberalismo tradicional y el Nuevo Liberalismo, presidido por Luis Carlos Galán
Sarmiento. Ese candidato fue el presidente del partido tradicional, Virgilio Barco
Vargas. Por último, la Unión Patriótica que presentó como candidato a Jaime
Pardo Leal, consensuado entre las fuerzas políticas comunistas y los
desmovilizados de las FARC, pero que fue posteriormente asesinado en octubre
de 1987.
El triunfo en dichas elecciones lo obtuvo el liberal Virgilio Barco Vargas
(1986-1990), poniéndose fin a más de veinte años de gobiernos bicolores, y
abriéndose paso al ya citado esquema gobierno-oposición. Basado en su triunfo
mayoritario el Presidente y su equipo desmontaron unilateralmente el artículo
120 de la Constitución que establecía la participación adecuada y equitativa del
partido mayoritario distinto al del Presidente de la República y que había
impedido la terminación real del Frente Nacional. El gobierno de Barco sumió al
país en una de sus mayores crisis, pudiéndose caracterizar por los siguientes
fenómenos: en primer lugar, el creciente auge de los grupos armados de distinta
ideología y ámbito, pues ya este fenómeno no se daba solo en la actividad
guerrillera. En segundo término, persistieron las tendencias y prácticas
monopolizadoras en la economía colombiana, con la ausencia de una reforma
agraria real y eficaz que asegurase una mejor distribución de la tierra y de la
productividad. En tercer lugar, el persistente papel del narcotráfico que, lejos de
disminuir su incidencia en la sociedad y en el sistema político, se incrementaba.
Finalmente, la ausencia de propuestas movilizadoras por parte de los dos
partidos tradicionales.
No obstante, Barco intentó, en el último periodo de su mandato, lograr
acuerdos de pacificación con los grupos guerrilleros alzados en armas. Con el
M-19 los acuerdos y conversaciones progresaron, mientras que las FARC
decretaron un alto el fuego unilateralmente, cumpliendo la condición
innegociable impuesta por el gobierno. Sin embargo, el mandatario colombiano
no pudo desmontar los ciento cuarenta grupos paramilitares relativamente
cercanos a la estructura del poder real y contempló impotente el serio acoso del
narcotráfico al Estado mediante el uso indiscriminado de atentados con bombas
y asesinatos selectivos, recrudecidos a partir de agosto de 1989, y a los sectores
de izquierda, notablemente de la Unión Patriótica, entre cuyos militantes fueron
asesinados un millar entre mayo de 1985 y marzo de 1990.
En cuanto a las primeras elecciones populares de alcaldes, celebradas en
marzo de 1988, se puso de manifiesto, en líneas generales que, aun cuando el
bipartidismo dominaba el mapa político del país, hubo una apreciable movilidad
en ese cuadro estático de las elecciones legislativas y presidenciales de 1986.
Aunque liberales y conservadores ganaron la mayoría de las alcaldías, varios
hechos relevantes indicaban que el panorama partidista era, aparentemente,
susceptible de cambio y que la población colombiana comenzaba a mostrar una
creciente desilusión por los colores tradicionales (rojo y azul) que han dominado
la escena política nacional. Resultó sorprendente que fuerzas desconocidas,
sobre la base de movimientos cívicos, alcanzaran 97 alcaldías, resultados
superiores a los de las coaliciones formadas por algunos partidos políticos, ya
que se aproximaron al 10 por 100 del total del país. El liberalismo, con el 46 por
100 de los votos, «ganó perdiendo». Su feudo, Bogotá, pasó a manos de los
conservadores, que obtuvieron el 37 por 100 de los votos del total del país. Los
conservadores, como los liberales, reflejaron las divisiones en su seno en los
resultados. El Nuevo Liberalismo encerró una curiosa paradoja: bajó votos a
escala nacional, pero ganó nueve alcaldías, después de que solo había sido
mayoría en un municipio en las elecciones legislativas de 1986. El avance
electoral de la Unión Patriótica fue poco significativo. Ganó con candidatos
propios en quince municipios, no siendo sus electores los mismos de las
elecciones de 1986.
Durante la Presidencia de Virgilio Barco, la Constitución de 1886 comenzó a
estar sometida de nuevo a un profundo proceso de reforma que se aprobó en su
primera fase. Dos ambiciones había en el proyecto de reforma: modernizar el
Estado, adaptándolo a las nuevas necesidades de la sociedad colombiana, y
sustituir el concepto de democracia representativa por el de democracia
participativa. Después del «Consenso de la Casa de Nariño», alcanzado entre los
conservadores y el Presidente de la República, el proyecto gubernamental quedó
reducido a un paquete de reformas que solo se referían sucintamente a los
siguientes aspectos: modificación del artículo 121, citándose tres grados de
anormalidad institucional: estado de alarma, conmoción interior y estado de
sitio. Abolición del artículo 120, que obligaba a la paridad gubernamental en las
instituciones del Estado. Reforma del sistema electoral. Prohibición de la
reelección del Ejecutivo, aun cuando hubiere transcurrido el periodo
reglamentario. Descentralización administrativa: elección popular de
gobernadores, circunscripciones de territorios nacionales, y creación de
departamentos especiales y de provincias. Elaboración del Estatuto de Partidos
Políticos. Modernización, fortalecimiento y eficacia de la administración de
justicia. Finalmente, democracia participativa, con la implantación de las figuras
del referéndum y del plebiscito como vías de reforma constitucional.
RESULTADO ELECCIONES PRESIDENCIALES (1970-1990)
P. Liberal P. Conservador
Año Total votos emitidos
Candidatos Votos % votos Candidatos Votos % votos
1 En estas elecciones el candidato del Partido Liberal lo era en realidad del Frente Nacional y, en concreto,
Misael Pastrana provenía del Partido Conservador. Por otra parte, G. Rojas obtuvo 471.350 votos (11,5%) y
E. Sourdis 336.288 votos (8,3%).
2 El candidato de Nuevo Liberalismo, L. C. Galán obtuvo en estas elecciones 745.738 votos (11%).
3 J. Pardo, el candidato de Unión Patriótica, obtuvo 328.752 votos (4,5%).
4 En estas elecciones A. Navarro de AD-M-19, obtuvo 754.740 votos (12,48%), R. Lloreda, candidato del
Partido Social Conservador 735.374 votos (12,15%), R. de J. Betancourt del Movimiento Unitario
Metapolítico 37.537 votos (0,61%), C.Y. Rodríguez del Partido Nacional Cristiano 33.645 votos (0,55%),
O. Loaiza del Partido Natural 9.468 votos (0,15%), L. C. Valencia del Partido Socialista de los
Trabajadores, 8.178 votos (0,15%), J. A. Linares del Partido Demócrata Cristiano 9.048 votos (0,13%), G.
Alemán del Movimiento Orientación Ecológica 7.429 votos (0,12%), J. García del Movimiento Amor por
Colombia 2.411 votos (0,03%) y J. H. Rodríguez del Movimiento Encuentro 88, 996 votos (0,01%).
5 A. Gómez fue candidato del Movimiento de Salvación Nacional, facción del Partido Conservador.
1 En esta categoría se incluyen los candidatos del MUM, Regina Betancourt que obtuvo 64.131 votos
(1,11%), Miguel Maza del MCCN con 55.190 votos (0,95%), Alberto Mendoza del CN que obtuvo 34.437
votos (0,59%) y Enrique Parejo del MADN con 29.246 votos (0,50%) que quedaron en el cuarto, quinto,
sexto y séptimo lugar respectivamente en la primera vuelta de las elecciones presidenciales. El resto de los
candidatos consiguieron un total de 95.990 votos (1,68%).
FUENTE: Consejo Nacional Electoral.
1 Dentro de la categoría otros se incluyen: Beatriz Cuellar, candidata del Movimiento Unión Cristiana, que
obtuvo 30.832 votos (0,29%), Germán Rojas del Movimiento 19 de Abril obtuvo 16.072 votos (0,15%),
Jorge Hernán Betancur, del Movimiento Unitario Metapolítico 13.892 votos (0,13 %), Jesús Lozano del
Movimiento Nacional Comunidades Negras 11.834 votos (0,11%), Jorge R.Pulecio del Movimiento de
Participación Popular 11.500 votos (0,11%), Guillermo Alemán del Movimiento de Orientación Ecológica
9.885 votos (0,09%), Efraín Díaz del Movimiento Ciudadanos en Formación 9.255 votos (0,09%),
Guillermo Nannetti del MNP-Coalición por la Paz 8.862 votos (0,08%) y Francisco Córdoba del
Movimiento Séptima Papeleta 5.891 votos (0,06%).
FUENTE: Consejo Nacional Electoral.
4.3. El uribismo
Las elecciones de 2002 fueron un fiel reflejo de la severa crisis que afectaba a
los partidos colombianos. Las elecciones legislativas de marzo en las que
concurrió el mayor número de candidaturas de la historia contemporánea de
Colombia, expresión de la total atomización en la que se ha convertido el
sistema de partidos, tuvieron una abstención del 57 por 100 y algo más de un
millón de electores votaron en blanco o sus votos fueron considerados nulos. Las
elecciones volvieron a situar al Partido Liberal como el más votado seguido del
Partido Conservador. Sin embargo, las candidaturas elegidas procedentes de
diversos movimientos y coaliciones superaron a las avaladas directamente por
los dos partidos tradicionales. En cuanto a las elecciones presidenciales de mayo,
por primera vez desde 1942 el Partido Conservador no presentó candidato tras la
renuncia de Juan Camilo Restrepo y también por primera vez se alzaba con el
triunfo en los comicios la disidencia del Partido Liberal, representada por Álvaro
Uribe Vélez, nacido en Medellín en 1952, anterior alcalde de Medellín y ex
gobernador de Antioquia, frente al oficialista Horacio Serpa Uribe. Álvaro Uribe
contaba con Francisco Santos como candidato a la vicepresidencia, periodista,
activo y conocido luchador pro derechos humanos en la Fundación País Libre y
el movimiento No más por él creados. Además, y para acentuar el clima de
descomposición existente, una candidata por el Partido Verde Oxígeno, Ingrid
Betancourt, se encontraba secuestrada por la guerrilla desde febrero de 2002. Al
comienzo de 2002 Álvaro Uribe apenas si contaba con una intención de voto del
20 por 100, situándose en tercer lugar de las preferencias de los electores lo cual
no fue óbice para que ganara los comicios en la primera vuelta, siendo el
primero en hacerlo con el sistema establecido por la Constitución de 1991. Su
discurso estaba plenamente basado en la opción a favor de una solución militar
al conflicto (su lema fue «mano firme, corazón grande») y en su lucha contra la
corrupción. Tal era el grado de impacto que la situación de violencia producía en
la sociedad colombiana que ésta desatendió el programa de Horacio Serpa, que
ya había sido derrotado en los comicios de 1998, más centrado en temas sociales
relativos al empleo, la educación, la vivienda y los servicios públicos, cuyos
compromisos presupuestarios si bien habían crecido en la década de 1990
estaban lejos de satisfacer las necesidades de la mayoría de la población, para
avalar al del candidato que proyectaba soluciones duras a la crisis y una reforma
política centrada en la reducción del gasto público y el tamaño del Congreso.
RESULTADOS DE LAS ELECCIONES PRESIDENCIALES DE 2002 Y 2006
Álvaro Uribe
Primero Colombia 5.862.655 53,05 Álvaro Uribe 7.397.835 62,35
Vélez
Luis Eduardo
Coalición 1 680.245 6,15
Garzón
Movimiento sí Noemí Sanín 641.884 5,81
Colombia
1 Coalición formada por: Frente Social y Político, Vía Alterna, U.D., ANAPO, PSD, ASI y PSOC.
2 Dentro de la categoría otros en 2002 se incluyen: Ingrid Betancourt (0,49%), Harold Bedoya (0,46%),
Francisco Tovar (0, 15%), Agustín Guillermo Lora (0,10%), Álvaro Cristancho (0,09%), Guillermo
Antonio Cardona (0,07%) y Rodolfo Rincón (0,06%). En 2006: Antanas Mockus (1,2%), Enrique Parejo
González (0,3%), Álvaro Leyva (0,2%) y Carlos Rincón (0,1%).
FUENTE: Elaboración propia con datos del Consejo Nacional Electoral.
P. Social de Unidad Nacional Juan Manuel Santos 6.802.043 46,67 9.028.943 69,12
Antanas Mockus
Partido Verde 3.134.222 21,51 3.587.975 27,47
Sivikas
Cambio Radical Germán Vargas Lleras 1.473.627 10,11
1
Otros candidatos fueron: Robinson Devia González del Movimiento la Voz de la Consciencia 31.338
(0,21%). Jairo Calderón Carrero de Apertura Liberal 29.151 votos (0,20%). Jaime Araujo Rentería de la
Alianza Social Afrocolombiana «ASA» 14.847 votos (0,10%).
FUENTE: Consejo Nacional Electoral.
1. ANTECEDENTES
2. EL PODER EJECUTIVO
3. EL PODER LEGISLATIVO
5. LA ORGANIZACIÓN TERRITORIAL
Son entidades territoriales los departamentos (32), los distritos (5), los
municipios (1.103) y los territorios indígenas (art. 286). El Congreso tiene
potestad para decretar la formación de nuevos departamentos. Los
departamentos tienen autonomía para la administración de los asuntos
seccionales y la planificación y promoción del desarrollo económico y social
dentro de su territorio (art. 297). En cada departamento hay una corporación de
elección popular que ejerce control político y goza de autonomía administrativa
y presupuesto propio y se denomina Asamblea Departamental, la cual está
integrada por no menos de once miembros ni más de treinta y uno, denominados
diputados (art. 299). A ella corresponde todo lo relativo al proceso de una tímida
política descentralizadora. En cada uno de los departamentos hay un
Gobernador, jefe de la administración seccional y representante legal del mismo,
agente del Presidente de la República para el mantenimiento del orden público y
para la ejecución de la política económica general, elegido para un periodo de
cuatro años y sin reelección inmediata (art. 303). Los gobernadores pueden ser
destituidos por el Presidente de la República (art. 304). Tras la introducción de la
democratización departamental se han realizado comicios cada tres años
ininterrumpidamente desde 1991 hasta 2000, pero con el Acto legislativo n.º 2
de 2002 se amplió el periodo de tres a cuatro años a gobernadores, diputados,
alcaldes, concejales y ediles.
El Concejo Municipal es la corporación administrativa que existe en cada
municipio y que es elegida para periodos de cuatro años estando integrados por
no menos de siete ni más de veintiún miembros (art. 312). Al frente de cada uno
de los 1.103 municipios del país hay un alcalde, jefe de la administración local y
representante legal, elegido popularmente para periodos de cuatro años sin
posibilidad de reelección inmediata (art. 314). Los Concejos pueden dividir sus
municipios en comunas cuando se trate de áreas urbanas y en corregimientos en
el caso de las zonas rurales (art. 318). Este desarrollo político municipal no hizo
sino continuar la reforma iniciada en 1988 cuando, por primera vez, se eligieron
alcaldes para periodos de dos años por el voto popular y que tras la Constitución
de 1991 se ampliaron a tres años. De esta forma, se han llegado a realizar
comicios ininterrumpidamente desde 1988.
Las provincias se constituyen con municipios o territorios indígenas
circunvecinos, pertenecientes a un mismo departamento (art. 321).
6. EL SISTEMA ELECTORAL
Pregunta: «Utilizando una escala ideológica donde 1 sea izquierda y 10 derecha», ¿dónde ubicaría usted a
su partido político?, ¿dónde situaría usted a los otros partidos políticos? [Auto = autoubicación; otros =
ubicación de los otros].
FUENTE: PELA. OIR. Universidad de Salamanca.
P. Conservador 84 82 62 40 26 21 29 38
P. de Unidad Nacional 29 47
Cambio Radical 7 21 15
Otros 2 1 13 18 35 49 83 52 27
1 A los 163 representantes elegidos se añadieron 2 de la corriente de Renovación Socialista, designados por
(MNC) 6 escaños y Fuerza Progresista 4. Para 1998, MNC 4, Fuerza Progresista 4, coaliciones 16. Para
2002, Coaliciones 17 escaños, Equipo Colombia 4, Convergencia Popular Cívica 4, Apertura Liberal 5.
Para 2006, Movimiento de Integración Regional 4, Equipo Colombia 7, Apertura Liberal 5, Convergencia
Ciudadana 8, Polo Democrático Alternativo (PDA) 9. Para 2010, Partido de Integración Nacional 11 y el
PDA 5.
P. Conservador 50 44 38 20 15 20 18 22
P. de Unidad Nacional 20 28
Cambio Radical 15 8
Otros 1 10 9 10 24 39 22 31 27
1 Partidos que lograron obtener cuatro o más escaños: En 1990, 7 candidatos fueron electos por coalición.
Para 1998, el Movimiento Nacional Conservador (MNC) obtuvo 7 escaños. En 2002, el MNC obtuvo 6
escaños, Equipo Colombia 4 y MIPOL 4. En 2006, Convergencia Ciudadana 7 y ALAS 5. En 2010, el
Partido de Integración Nacional 9, el PDA 8 y el Partido Verde 5.
1991 18 3 6
1994 22 7 3
1997 19 3 9
2000 13 - 17
2003 12 4 14
2007 6 5 21
2011 6 1 25
Conservador 413 364 269 357 302 233 158 242 194
Liberal 445 527 400 495 453 361 228 206 181
Año Media
2006 6,24
2008 6,21
2010 6,34
2012 6,19
PROBLEMA MÁS GRAVE QUE ENFRENTA COLOMBIA, 2006-2012 (%)
Nota: Todos aquellos problemas con menos de un 3 por 100 de respuestas se agrupan en la categoría «otros
problemas».
PARTIDOS POLÍTICOS:
PLC: www.partidoliberal.org.co
PCC: http://www.conservatismocolombiano.org
Partido social de Unidad Nacional http://partidodelau.com/
Cambio Radical http://www.partidocambioradical.org/
Polo Democrático Alternativo http://www.polodemocratico.net/
Partido Verde http://www.partidoverde.org.co/
Partido de Integración Nacional http://partidopin.ning.com/
Partido Alianza Social Independiente http://www.asicolombia.com/
Movimiento Político MIRA http://movimientomira.com/
CAPÍTULO VIII
ECUADOR
I. INTRODUCCIÓN
Ecuador nació como república independiente en 1830, al separarse de la Gran
Colombia. Desde sus albores de país independiente, el poder estatal tuvo una
debilidad manifiesta siendo, por el contrario, la configuración territorial de la
hacienda un elemento fundamental particularmente en la Sierra. El sistema de
hacienda no solo determinó el sistema social, sino todo el entramado de poder
político generando la figura paternalista del cacique político terrateniente,
utilizado tanto bajo dictaduras como en periodos democráticos y cuyos favores
debían ser pagados con cargos generadores de poder dentro del Estado. Entre
1925 y 1979 el sistema político ecuatoriano ha estado definido por el
comportamiento de dos actores políticos fundamentales: las Fuerzas Armadas y
los diferentes movimientos populistas, continuando la extrema inestabilidad que
había caracterizado la vida política de periodos anteriores, sometida a numerosas
alternancias de gobierno. Sin embargo, contrariamente a otros países
latinoamericanos, los militares, cuyo papel político se vio reforzado por el
contencioso fronterizo que enfrentó al país con el vecino Perú, han ensayado
políticas populares y nacionales, gozando de mayores cotas de popularidad y
estando conferidos por amplios sectores de la población de un carácter arbitral.
En cuanto al populismo ecuatoriano, se ha mostrado escasamente corporativo y,
menos aún, reformista. La bipolaridad entre la Sierra y la Costa es otro elemento
que ha caracterizado notablemente la vida política de este país. No solo ha
configurado diferentes formas de acumulación de capital, sino que está en la
base de subculturas políticas diferentes, de identidades opuestas y de distintas
maneras de hacer política y, por tanto, de clientelas políticas diversas que
conforman movimientos y partidos políticos con personalidad propia. El
contrapeso del poder de la administración del Estado que tiene su centro en
Quito es la alcaldía de Guayaquil, verdadero «cuarto» poder del país.
El incremento del precio del petróleo en la década de 1970, junto con los
descubrimientos petrolíferos en el Oriente (Amazonía), configuraron una
situación idónea en pro de un nuevo papel del diminuto Estado ecuatoriano que,
a partir de entonces ha ido incrementando su grado de operatividad y,
consecuentemente, su importancia real como distribuidor de riqueza. Este
cambio de situación, en un primer momento, hizo apetecible su conquista por
parte de los grupos sociales que hasta entonces habían controlado la economía
del país, pero también más tarde de aquellos que no estaban dispuestos a
mantener la clásica situación de desequilibrio. En este sentido, es notorio
observar cómo la lucha política planteada abrió la primera transición política
latinoamericana de finales de la década de 1970. A partir de entonces y hasta
1996 la política ecuatoriana entró en una época de cierta estabilidad con cambios
de gobierno ligados a procesos electorales regulares. El descrédito al que fue
sometido el sistema democrático de gobierno por las serias violaciones a los
derechos humanos que se llevaron a cabo durante la Presidencia de León Febres
Cordero (1984-1988) no fue óbice, no obstante, para que el sistema permitiese
diferentes alternancias políticas abriendo perspectivas más favorables. Sin
embargo, la bonanza petrolera entró en crisis a principios de la década de 1980,
coincidiendo con la apertura democrática que, junto con la debilidad de los
partidos políticos y ciertas deficiencias en las formas institucionales, condujeron
a la renovación de las prácticas populistas. En el terreno estrictamente político,
desde 1984 hasta 1998 Ecuador ha sido un país en permanente campaña electoral
debido a la proximidad de las elecciones legislativas, una vez cada dos años.
También ha sido característico el constante transfuguismo así como el cambio en
las alianzas parlamentarias con ocasión de la elección anual del presidente del
Congreso. De un día para otro se ha pasado frecuentemente de una concreta
situación estable a otra totalmente diferente. El principio constitucional de la no
reelección presidencial que se aplicó hasta 1998 estableció una vida democrática
sobre la que pesaba el legado de los sucesivos golpes militares, el caudillismo y
una cultura política fuertemente movimientista.
El país vivió una década de fuerte inestabilidad política que comenzó con la
elección de Abdalá Bucaram en 1996, un populista costeño miembro de una
minoría de origen libanés extraordinariamente activa en la política ecuatoriana,
cuyo estilo de hacer política, el torpe manejo de la crisis económica y la
corrupción llevaron a la crisis de febrero de 1997 que supuso su destitución. En
este escenario, una poderosa e inesperada articulación de la sociedad civil,
aunque fundamentalmente centrada en las clases medias de Quito, integrada por
movimientos sociales de amplio alcance que acogían a los indígenas
organizados, coordinadoras de mujeres y sindicatos, junto con la clase política
opositora y el arbitraje militar llegaron a conformar el escenario en el que se
elaboró la Constitución de 1998. Las elecciones de dicho año reprodujeron como
nunca la tensión Quito-Guayaquil, proyectando el enfrentamiento entre unas
fórmulas de mayor contenido institucional y otras más populistas. El triunfo del
demócrata cristiano, y alcalde de Quito, Jamil Mahuad inclinó la balanza en
favor de las primeras. Sin embargo, su incapacidad para liderar con la grave
crisis financiera y el subsiguiente congelamiento de los depósitos, a pesar de
tener un acuerdo en el Congreso con el PSC («la aplanadora»), precipitó una
nueva crisis política que se solucionó con la lección aprendida tres años antes: si
los ciudadanos en la calle podían cambiar al Presidente también lo podían hacer
los indígenas con el beneplácito de las Fuerzas Armadas.
La crónica inestabilidad en las reglas de juego, los conflictos recurrentes
entre el Ejecutivo y el Legislativo, la elevada fragmentación partidista unida a la
desinstitucionalización del sistema de partidos continuaron tras las elecciones de
2002 no pudiendo tampoco culminar su mandato el nuevo presidente electo, el
militar Lucio Gutiérrez, desalojado del poder por un nuevo movimiento social de
carácter urbano y quiteño («los forajidos»). En medio de un clima de fuerte
desafección política, de escándalos de corrupción, Rafael Correa surgió como
una oferta para quienes rechazaban la política y ganó las elecciones
presidenciales de 2006. Las citas electorales del año siguiente que propiciaron la
entrada en un proceso constituyente certificaron la muerte del sistema de
partidos y dieron un cheque en blanco a Correa quien pudo estabilizar el sistema
político, construir una base de apoyo social extensa y profundizar un proceso
político al amparo de una denominada «revolución ciudadana» con un manejo de
la política muy personalista.
Por otra parte, la vida política del país pone constantemente en evidencia sus
debilidades estructurales, que se concretan en un estado rentista basado en una
economía demasiado dependiente de la explotación petrolera y de la extracción
de otros minerales. Si entre 1979 y 2005 el petróleo representaba el 48 por 100
del total de las exportaciones y el 37 por 100 de los ingresos del gobierno
central, estos porcentajes subieron al 60 y al 49 por 100, respectivamente, entre
2005 y 2008. También en unos persistentes índices de inflación que hasta 2003
eran de dos dígitos (la más alta de América Latina en 2000) y en unas tasas
anuales medias de crecimiento del Producto Interior Bruto por habitante
reducidas. Además, la cohesión nacional resulta difícil de realizar tanto por el
regionalismo difícilmente conciliable como por la incapacidad de integrar a los
indígenas y a los sectores indigentes de los cordones suburbanos. Finalmente, un
aspecto reseñable es que en los últimos años ha habido una reducción
significativa de los niveles de pobreza e indigencia, pasando los primeros del
51,2 al 35,4 por 100 y, los segundos, del 22,3 al 13,9.
Los indicadores sociodemográficos recogidos en los cuadros anexos,
muestran una sociedad todavía poco urbanizada que ha ido incrementando las
tasas de urbanización a lo largo de los últimos lustros. Por otra parte, se trata de
una sociedad que ha realizado importantes progresos en el ámbito de la
alfabetización en castellano aunque en la última década todavía muestra un
porcentaje importante de analfabetismo en torno al 17 por 100. Con respecto a la
actividad económica de la mujer se ha ido incrementando en los últimos años
llegando a representar casi el 40 por 100 de la población activa. La seria crisis
económica que asoló al país al final del siglo pasado arrojó a la emigración a
medio millón de ecuatorianos en tan solo un lustro, fundamentalmente a Estados
Unidos y España, siendo sus remesas una fuente de ingresos inesperada de
reactivación económica interna hasta 2008.
EVOLUCIÓN DE ALGUNOS INDICADORES SOCIODEMOGRÁFICOS DE ECUADOR
Población total (en miles) 9.099,0 10.264,0 11.460,0 12.646,0 13.454,0 14.883,0
Población urbana (en porcentaje) 51,3 55,4 59,2 62,7 61,7 63,7
Población analfabeta de 15 y más años de
18,1 11,6 — 8,1 17,2 17
edad (en porcentaje)
Tasas anuales medias en el índice de precios al consumidor 36,4 55,17 12,6 4,53
FUENTE: CEPAL (2001): Balance preliminar de las economías, Santiago de Chile y CEPAL (2001):
Panorama social de América Latina 2000-2001 y 2011, Santiago de Chile. Bases de datos CEPALSTAT.
Anuario Estadístico de América Latina y el Caribe 2011 (CEPAL).
1. EVOLUCIÓN HISTÓRICO-POLÍTICA
2. LA TRANSICIÓN POLÍTICA
En enero de 1976 el general Rodríguez Lara fue reemplazado como Jefe del
Estado por los tres comandantes en jefe de las Fuerzas Armadas, que pasaron a
denominarse Consejo Superior de Gobierno. Se terminaba así con una
experiencia autoritaria reformista que ya había perdido la confianza de los
sindicatos, como pusieron de manifiesto las numerosas huelgas a las que tuvo
que enfrentarse el régimen en 1975. También existía una profunda oposición de
los medios de negocios descontentos de las políticas petrolera y agrícola. El
malestar popular, el despertar de la oposición y, sobre todo, la división del
ejército, visible después de un golpe abortado en septiembre de 1975, terminaron
de debilitar al régimen. El Consejo se presentó como un régimen de transición en
el que civiles ocupaban puestos en las altas esferas de la administración.
Inmediatamente, en el escenario político ecuatoriano, aparecieron dos tendencias
explicativas de las líneas de comportamiento que deberían seguirse: la derecha y
el centro político eran favorables a un regreso rápido al régimen democrático
representativo; la izquierda, los sindicatos y sectores universitarios eran
favorables a una reducción del ritmo de la transición política, realizándose
anteriormente reformas profundas tanto de carácter social como económico. La
solución alcanzada fue la primera, planteándose su ejecución en un plazo de dos
años. La confección de las líneas de la reforma constitucional, así como de las
leyes electorales y de partidos, corrió a cargo de los militares que lideraron una
«apertura controlada». Los militares convocaron a un amplio elenco de sectores
sociales (de entre los que se autoexcluyó Izquierda Democrática) antes de
constituir las tres comisiones que llegarían a concluir los textos de la Ley de
Elecciones y de la primera Ley de Partidos en la historia del país, el texto
reformado de la Constitución de 1945, y un nuevo texto constitucional. Según el
calendario acordado, se presentaría a la ciudadanía para ser votado en
referéndum un proyecto de nueva constitución y la de 1945 ligeramente
reformada. El referéndum de enero de 1978 dio el triunfo a la opción favorable a
la nueva Constitución, que obtuvo el 43 por 100 de los votos, frente al 32 por
100 de los votos que alcanzó la Constitución de 1945. El alto porcentaje de
disidencia (25 por 100 entre votos nulos y en blanco) se explicaba por la
desconfianza con que planteaban el proceso los tradicionales líderes populistas, a
quienes los militares, mediante lo dispuesto en la ley electoral, les
imposibilitaban la condición de candidatos presidenciales para los inmediatos
comicios. Éste fue el caso de Velasco Ibarra, Assad Bucaram y Arosemena
Monroy. Por otra parte, este referéndum supuso la primera derrota en las urnas
del velasquismo; la opción ganadora dejaba fuera de juego al viejo caudillo,
poniendo de relieve el deterioro de su figura política.
1.ª vuelta (n.º 1.ª vuelta 2.ª vuelta (n.º 2.ª vuelta
Año Candidato Partido
votos) (%) votos) (%)
Abdalá Bucaram
PRE 535.482 17,61 1.448.059 46
Ortíz
1992 Sixto Durán-Ballén* PUR 1.089.154 31,88 2.146.762 57,32
Abdalá Bucaram
1996 PRE 1.001.071 26,28 2.285.397 54,47
Ortíz*
FUENTE: MEJÍA, Andrés (1998): Partidos políticos: el eslabón perdido de la representación, CORDES,
Quito, p. 24.
1
Jacinto Velásquez del TSI 169.311 votos (3,71%); Ivonne Leíla Juez del PLRE/META 79.598 votos
(1,74%); César Alarcón del PL 54.793 votos (1,20%); Osvaldo Hurtado del MPS 49.043 votos (1,07%); y
Antonio Vargas del MIAJ 39.171 votos (0,86%).
FUENTE: Tribunal Supremo Electoral.
* Luis Macas del MUPP-NP, 119.577 votos (2,19%). Fernando Rosero del PRE, 131.323 (2,08%). Marco
Proaño del MRD, 77.655 (1,42%). Luis Villacis de MPD, 72.762 (1,33%). Jaime Damerval de la CFP,
25.284 (0,46%). Marcelo Larrea de ATR, 23.233 (0,43%). Lenin Torres de MRPP, 15,357 (0,28%). Carlos
Sagnay de la Bastina de INA, 13.455 votos (0,25%).
FUENTE: Tribunal Supremo Electoral.
* Carlos Sagnay de la Bastida del MTM, 108.079 votos (1,57%). Melba Jacome del MTF, 93.146 (1,35%).
Diego Delgado Jara del MITS, 43.221votos (0,63%). Carlos González del MIJS, 33.714 (0,49%).
FUENTE: Tribunal Supremo de Elecciones.
Primera vuelta
Partido Candidatos
Votos % votos
Alianza PAIS Rafael Correa 4.918.482 57,17
* Norman Wray de Ruptura: 112.525 votos (1,31%) y Nelson Zabala del PRE: 105.592 votos (1,23%).
FUENTE: Consejo Nacional Electoral.
1. EL PODER EJECUTIVO
2. EL PODER LEGISLATIVO
4. LA ORGANIZACIÓN TERRITORIAL
El Estado se organiza territorialmente en regiones, provincias, cantones y
parroquias rurales. Los distritos metropolitanos autónomos, la provincia de
Galápagos y las circunscripciones territoriales indígenas y pluriculturales son
regímenes especiales (art. 242). Igualmente, pueden formarse mancomunidades
(unión de dos o más regiones, provincias, cantones o parroquias contiguas),
regiones autónomas (unión de dos o más provincias con continuidad territorial,
superficie regional mayor a veinte mil kilómetros cuadrados y un número de
habitantes que en conjunto sea superior al 5 por 100 de la población nacional) o
distritos metropolitanos (cantón o conjunto de cantones contiguos en los que
existan conurbaciones, con un número de habitantes mayor al 7 por 100 de la
población nacional).
Los gobiernos autónomos descentralizados están constituidos por las juntas
parroquiales rurales, los concejos municipales, los concejos metropolitanos, los
consejos provinciales y los consejos regionales. Dichos gobiernos gozan de
autonomía política, administrativa y financiera, y se rigen por los principios de
solidaridad, subsidiariedad, equidad interterritorial, integración y participación
ciudadana (art. 238). Asimismo, tienen facultades legislativas y ejecutivas en el
ámbito de sus competencias y jurisdicciones territoriales. Los gobernadores y los
consejos regionales son electos en cada región autónoma por un periodo de
cuatro años. A nivel provincial, se elige popularmente un consejo provincial
integrado por un prefecto y un viceprefecto elegidos; por alcaldes, o concejales
en representación de los cantones; y por representantes elegidos de entre quienes
presiden las juntas parroquiales rurales (art. 252).
Cada cantón tiene un concejo cantonal integrado por el alcalde y los
concejales elegidos por votación popular, entre quienes se elige un vicealcalde
(art. 253). Por su parte, cada distrito metropolitano autónomo tiene un concejo
elegido por votación popular. El alcalde metropolitano es su máxima autoridad
administrativa y preside el concejo con voto dirimente (art. 254). En cuanto a las
parroquias rurales, tienen una junta parroquial conformada por vocales de
elección popular, cuyo vocal más votado es quien la preside (art. 255). En el
caso de las circunscripciones territoriales indígenas o afroecuatorianas, éstas
pueden ejercer las competencias del gobierno territorial autónomo
correspondiente, y deben regirse por principios de interculturalidad,
plurinacionalidad y de acuerdo con los derechos colectivos (art. 257). Por
último, la provincia de Galápagos tiene un gobierno de régimen especial a cargo
de un Consejo de Gobierno presidido por un representante de la Presidencia de
la República e integrado por los alcaldes de los municipios de la provincia, por
representante de las Juntas parroquiales y los representantes de los organismos
que determine la ley (art. 258).
5. OTRAS INSTITUCIONES
6. EL SISTEMA ELECTORAL
Preguntas: «Utilizando una escala ideológica donde 1 sea izquierda y 10 derecha, ¿dónde ubicaría usted a su
partido político?, ¿dónde situaría usted a los otros partidos políticos?
FUENTE: PELA. OIR. Universidad de Salamanca.
Ubicación ideológica por los otros partidos 9,0 9,1 5,4 8,7 3,5
Preguntas: «Utilizando una escala ideológica donde 1 sea izquierda y 10 derecha, ¿dónde ubicaría usted a su
partido político?, ¿dónde situaría usted a los otros partidos políticos?
FUENTE: PELA. OIR. Universidad de Salamanca.
FUENTE: http://americo.usal.es/oir/opal/indicadores.htm#Ecuador
FUENTE: http://americo.usal.es/oir/opal/indicadores.htm#Ecuador
2. OTROS ACTORES
Media
2006 5,78
2008 5,37
2010 5,43
2012 5,33
Nota: Todos aquellos problemas con menos de un 3 por 100 de respuestas se agrupan en la categoría «otros
problemas».
PARTIDOS POLÍTICOS:
PSC: http://www.juventudpsc.com
MUPP-NP: http://www.pachakutik.org.ec
PSP: http://www.sociedadpatriotica.com
ALIANZA PAIS: http://www.movimientoalianzapais.com.ec/
CAPÍTULO IX
PERÚ
I. INTRODUCCIÓN
Perú no es ajeno a la desarticulación lingüística, étnica, social, política y
económica del conjunto de su territorio que viven otros países vecinos. Desde
los inicios de su vida republicana el país estuvo desestructurado y
profundamente dividido, al igual que el vecino Ecuador, en dos regiones
principales: la Costa y la Sierra, con una tercera, la Amazonía que ocupa el 40
por 100 del territorio, pero que a pesar de su integración política bajo el gobierno
de Ramón Castilla tiene un menor peso político en el ámbito nacional. Hasta en
el proceso de independencia se hizo patente esta constante: San Martín, llamado
El Protector, liberó Lima en 1821 y Simón Bolívar, El Libertador, el antiguo
imperio inca en 1824. Su desarticulación ha permanecido a lo largo de su
historia con la presencia durante mucho tiempo de «dos países»: El Perú
oligarca, criollo, dominador en la Costa, de habla castellana, con haciendas
dedicadas a la explotación industrial, al comercio y a las exportaciones; poseedor
del poder asentado en un centralismo asfixiante, cuyo eje central es Lima. El
otro Perú, pobre, mestizo e indio, ubicado en la Sierra, que estuvo dominado por
los latifundios de estructura feudal, de espaldas al desarrollo económico,
conservador de su ancestral quechua, aún hoy está sumido en la miseria y ha
sido caldo de cultivo para el asentamiento de grupos revolucionarios armados.
Sin embargo, los fuertes movimientos migratorios hacia las ciudades,
especialmente Lima, y las transformaciones registradas a lo largo del último
cuarto del siglo XX acentuadas en el presente siglo han ido mitigando esas
diferencias.
Al igual que en Bolivia y en Ecuador, las Fuerzas Armadas han sido el poder
fáctico omnipresente a lo largo de la evolución histórico-política del país, la
mayoría de las veces sirviendo de sostén al Estado oligárquico, pero en otras
ocasiones presentando intentos de profunda transformación social como
consecuencia de la propia movilidad en su conformación social.
Desde la transición política de 1978-1980, la clase política peruana no ha
dejado de separarse de la sociedad. Esta escisión ha sido aún más aguda durante
el periodo en el poder de Alberto Fujimori en el que se introdujeron políticas
neoliberales y se desarticuló deliberadamente el universo partidista. Hasta
entonces el Estado había tenido dificultades para desempeñar su papel en una
situación definida por el legado de tres obstáculos básicos que no habían dejado
de acosarlo: la informalización de la economía con sectores marginados que
diseñaban pautas de comportamiento por fuera de la acción del Estado y que en
esencia se traducía en la creación de autoempleo; la subversión de la mano de
Sendero Luminoso y del Movimiento Revolucionario Tupac Amaru, y la peor
crisis financiera y económica de la historia peruana que afectó al país en la
segunda mitad de la década de 1980. Frente a esta situación, los actores políticos
clásicos tuvieron serias dificultades para actuar en el marco de instituciones
políticas notablemente deterioradas, ineficaces y con escasa tradición histórica,
de manera que prácticamente desaparecieron y se dio paso en la década de 1990
a una forma de hacer política sin políticos, autoritaria y con unas bajas cotas de
institucionalización. Si bien esa etapa continuó con la tradición del personalismo
político donde además los partidos desaparecieron, el autoritarismo de Fujimori
propició una forma de actuar mafiosa que se trasladó al funcionamiento del
propio Estado mediante el uso de la extorsión y de la arbitrariedad más aguda.
La restauración de la institucionalidad democrática a finales del siglo XX
introdujo muy lentamente pautas de normalidad en las que se combinó la tímida
reaparición de viejos actores, como el Partido Aprista Peruano, con las nuevas
formas de democracia sin partidos expresadas por la llegada a la presidencia de
Alejandro Toledo y de Ollanta Humala, a las que a la postre se sumó el propio
Alan García que terminó alejándose de su histórico partido.
La sociedad peruana mantuvo unos indicadores que mostraban un país
relativamente poco urbanizado, lo que favoreció la expansión de la subversión
en el medio rural; no obstante, en la actualidad cuenta con casi un 75 por 100 de
población urbana. Asimismo, el proceso de reducción del analfabetismo ha sido
lento, en especial en los últimos diez años. Por su parte, la incorporación de la
mujer a la actividad económica similar a la del resto de los países
latinoamericanos.
En términos de la economía peruana, entre 1980 y 1991 se registró una larga
recesión, con un grave proceso hiperinflacionario. Esto tuvo consecuencias
directas en la renta per cápita que se estabilizó medianamente a partir de 1994,
no obstante, en 1998, 2001 y 2009 ésta ha mostrado valores negativos. Pese a
esta variación irregular del PIB per cápita, la economía peruana ha crecido de
manera significativa en la última década gracias a sectores como la pesca, la
minería y el turismo. Esto ha supuesto un aumento en las reservas
internacionales netas y en la inversión extranjera directa. Igualmente, cabe
destacar el progresivo endeudamiento externo iniciado en la época de la
dictadura militar. Esto, junto con la gran dependencia al mercado internacional
son las principales críticas al modelo de crecimiento seguido en los últimos
gobiernos en el Perú.
EVOLUCIÓN DE ALGUNOS INDICADORES SOCIODEMOGRÁFICOS DE PERÚ
Población urbana (en porcentaje) 66,3 68,7 71,2 72,3 72,6* 73,3
Tasas anuales medias en el índice de precios al consumidor 332,1 6,9 1,9 2,8
1. EVOLUCIÓN HISTÓRICO-POLÍTICA
Las elecciones de 1980, que tuvieron una abstención del 18,2 por 100, se
realizaron bajo específicas normas transitorias que no volvieron a repetirse. El
umbral fijado por aquéllas para ser elegido Presidente en la primera vuelta fue
del 36 por 100. Fernando Belaúnde Terry, como candidato de Acción Popular,
obtuvo el 45,4 por 100 de los votos; el candidato del Partido Aprista Peruano,
Armando Villanueva del Campo obtuvo el 27,4 por 100 y el del Partido Popular
Cristiano, Luis Bedoya Reyes, el 9,6 por 100. Lo que se presentó como el cierre
de un paréntesis militar fue una percepción errónea: inmediatamente quedó de
manifiesto que las irreversibles transformaciones acaecidas en el país entre 1968
y 1975 mostraban un escenario profundamente diferente.
El gobierno de Belaúnde, que contó con apoyo mayoritario de su partido en la
Cámara baja y en el Senado hubo de recabar el apoyo del PPC, se diferenció
poco del de su antecesor, al poner en marcha la liberalización de los precios y la
disminución de la protección arancelaria. Desde los inicios de su gobierno
(1980-1982), el grupo terrorista Sendero Luminoso comenzó sus acciones
violentas recrudeciendo paulatinamente los ataques, acentuando su influencia en
la región andina, especialmente en Ayacucho. La reacción de la población rural
que era amenazada de pena de muerte por los terroristas si no se unían a ellos
por ser cómplices del «Estado burgués» y, por otro lado, por un Estado que
llevaba a cabo una política de tierra arrasada, fue la de constituir
espontáneamente rondas campesinas. Estos grupos fueron reconocidos
progresivamente de manera que ya el siguiente gobierno les entregó escopetas y
terminaron siendo un instrumento decisivo para que Sendero cambiara su
estrategia y se centrara en las ciudades. Recientemente las rondas campesinas
han sido reguladas legalmente (Ley 27.908 aprobada el 16 de diciembre de
2002) adquiriendo personalidad jurídica y regulándose los derechos y deberes de
sus miembros así como su coordinación con organizaciones sociales y con
autoridades jurisdiccionales.
La crisis económica se acentuó a partir de 1984 con la fuga de capitales y la
suspensión de pagos. La sustitución de Manuel Ulloa en su cargo de presidente
del Consejo de Ministros por Fernando Schwalb a principio de 1983 y la de éste
por Sandro Mariátegui en abril de 1984 no aportaron ninguna solución a una
situación cada vez más deteriorada, a pesar del pacto de legislatura entre Acción
Popular y el Partido Popular Cristiano, que se quebró en el último citado
recambio al frente del gabinete. Luis Percovich, que sustituyó a Mariátegui en
octubre de 1984, fue el último Primer Ministro de Belaúnde.
Las elecciones de 1985, en las que se produjo la primera alternancia entre
civiles elegidos constitucionalmente de forma incuestionable desde 1912,
mostraron que las tendencias del voto peruano habían sufrido una sustancial
modificación, decantándose hacia posiciones populistas de centro-izquierda,
aglutinando APRA e Izquierda Unida el 78 por 100 del electorado, y siendo
todos los grupos políticos testigos del derrumbamiento del partido hasta entonces
en el gobierno, incapaz de encontrar un candidato que sustituyese a Belaúnde.
Perú vivió en la década de 1980 dos periodos democráticos formales en los
que se acentuaron serios problemas capaces de frenar el afianzamiento
institucional del país. De esta manera merecen tenerse en consideración los
siguientes aspectos: en primer lugar, la deuda externa llegó a colapsar
prácticamente la actividad económica del país. Alan García trató, al principio de
su mandato, de alejarse de los planes del FMI, declarando que tan solo destinaría
el 10 por 100 del ingreso por exportaciones al pago de la deuda externa. Sin
embargo, impulsado por la hiperinflación y el colapso financiero, tuvo que
seguir las directrices del organismo supranacional, cuyo interés último era,
reduciendo el nivel de consumo de unos productos que en su mayoría eran
importados y de producción de una industria básicamente ensambladora lograr
conseguir reactivar la balanza de pagos. Todo lo cual permitiría a Perú cumplir
sus compromisos monetarios con el exterior. En los primeros dieciocho meses de
gobierno aprista se vivió una tímida reactivación, obteniéndose una relativa
disponibilidad de divisas. En 1987, el gobierno peruano decidió nacionalizar la
banca, circunstancia que aunque no prosperó asestó un profundo golpe a su
credibilidad en materia económico-financiera.
El país vivió bajo el estado de emergencia que permitía suspender las
garantías de libertad individual, inviolabilidad del domicilio, de reunión y de
tránsito por el territorio nacional, afectando a más del 40 por 100 del territorio
peruano, desde que en 1980 Sendero Luminoso hubiera irrumpido en la vida
política del país. Durante el gobierno de Belaúnde se declaró cuarenta y seis
veces el estado de emergencia. Este mismo gobernante puso en vigencia en 1981
la Ley Antiterrorista. Dos años más tarde, el gobierno de Acción Popular (AP)
entregó el control del orden interno de las zonas de conflicto a las Fuerzas
Armadas. A través de un «Comando Político-Militar», bajo el amparo del orden
constitucional, el Ministerio Público y el Poder Judicial quedaron sujetos, en esta
materia, al poder castrense. La única fuente de información de lo que ocurría en
dichas zonas eran los partes militares. El encargo a las Fuerzas Armadas de la
lucha antiterrorista sin ningún tipo de estrategia y con un apoyo político muy
difuso hizo que la violación de los derechos humanos fuera un lugar común.
Al acceder al poder Alan García en 1985, quien contó con una cómoda
mayoría del APRA en las dos Cámaras, prometió recuperar la primacía del
Estado de Derecho y el respeto a los derechos humanos. Para ello creó la
Comisión de Paz, se trató de regular por medio de una ley las atribuciones del
Comando Político-Militar y se realizaron inversiones para el desarrollo. Sin
embargo, la situación estuvo lejos de estar regularizada por cuanto que la
matanza de senderistas en las cárceles de El Frontón y Lurigancho y la aparición
del grupo paramilitar Rodrigo Franco eclipsaron en este terreno la figura del
carismático dirigente que había llegado a la presidencia con apenas treinta y
cinco años.
Por otra parte, iba tomando cada vez más fuerza y vigencia el fenómeno de la
economía informal como producto de la avalancha migratoria, potenciada por la
supervivencia que impulsaba a luchar contra todo, incluido el sistema,
convirtiendo sus actividades productivas en informales para evitar que
desarrollarlas dentro de la ley sobrepasase sus posibilidades económicas. El 48
por 100 de la población activa está dedicado a este sector, que supone el 61 por
100 del total de horas/hombre y el 38,9 por 100 del PIB. Se han adueñado de la
mayor parte del mercado de tres actividades específicas: la vivienda, el
transporte y el comercio. En cuanto al primer concepto, se llegó a edificar al
margen de la ley el 42,6 por 100 de las viviendas limeñas. Con respecto al
transporte público, ya en 1984 el 95 por 100 se dedicaba a actividades
informales, interfiriendo rutas ajenas. El comercio informal se desarrolla
principalmente en la calle y en mercados construidos específicamente para ello,
se concentra especialmente en los barrios populares y en los distritos de bajos
ingresos, constituyendo el 80 por 100 de los vendedores ambulantes limeños.
ELECCIONES PRESIDENCIALES EN PERÚ
14 de abril de 1985
1 Se incluyen los votos de R. Cáceres V. del IN, 91.986 votos (1,21%), de F. Morales B. del FRENTE,
54.560 votos (0,72%), de M. Campos A. Del PAN, 26.757 votos (0,35%), de R. Napurí S. del PST, 15.607
votos (0,25%) y P.Uculmana S. del 7 de Junio, 10.020 votos (0,13%).
FUENTE: Elaboración propia a partir de Cuadernos de Capel, n.º 16, p. 64.
1 Se incluyen los votos de A Barrantes Ligán de IS, 320.108 (4,1%), de R. Cáceres de FENETRACA,
77.284 votos (1,0%), de E. tacusi G. De FREPAP, 69.832 votos (0,9%),de D. Larrea de C. de UNO,18.248
votos (0,2%) y de N. de Piérola de UD, 8.170 votos (0,1%).
2 Se incluyen los votos de A. Toledo M. de CODE-PP, 241.598 votos (3,2 %), de R. Belmont de OBRAS,
192. 383 votos (2,6%), de E. Ataucusi G. del FPA, 57.556 votos.
Votos (0,8%), de L. Cáceres de Perú al 2000- FRENATRACA, 25.017 votos (0,3%), S.Dalmau L. de MNP,
9.999 votos (0,1%),V. Echegaray P. Del PRP, 9.105 votos (0,1%) de E. Inga G. de AD-PUMA, 7.006 votos
(0,1%), de M. Campos A. de PyD, 6.337 votos (0,1%) y C. Cruz G. Del FIRN, 5.249 votos (0,1%).
1 En 2000 se contabilizan los votos a las candidaturas de Luis Castañeda con Agrupación Independiente
Avancemos (246.781 votos), Luis Castañeda con Solidaridad Nacional (199.813 votos), Ezequiel Ataucusi
con Frente Popular Agrícola FIA del Perú (80.099 votos), Víctor García Belaúnde con Acción Popular
(46.523 votos) y Máximo San Roman con Agrupación Independiente Unión de Perú (36.541 votos). En
2001 se contabilizan los votos a las candidaturas de Carlos Boloña con Alianza Electoral Solución Popular
(179.243 votos), Ciro Gálvez con Partido Renacimiento Andino (85.436 votos), Marco A. Arraunátegui con
Partido Proyecto País (79.077 votos) y Ricardo Noriega con Todos por la Victoria (33.080 votos).
El clima político de entonces, por otra parte, estuvo enturbiado por la
visualización de nuevos videos que fueron apareciendo paulatinamente y que
contribuyeron al aun mayor descrédito de la clase política. Valentín Paniagua
terminó su mandato interino con grandes niveles de popularidad y el
reconocimiento público de su honestidad, transparencia y eficacia en la tarea
llevada a cabo.
Con respecto a la depuración de las responsabilidades de Alberto Fujimori y
de Vladimiro Montesinos este último fue finalmente extraditado de Venezuela en
junio de 2001 y cumple condena en una cárcel peruana por tráfico de armas,
asesinato, narcotráfico y enriquecimiento ilícito; teniendo aún pendientes varios
juicios. Por su parte, el ex Presidente fue acusado por la Comisión Permanente
del Congreso de delitos de lesa humanidad y se solicitó a Japón su extradición,
la cual finalmente fue realizada desde Chile, país al que había viajado Fujimori
en 2007. En diciembre de 2012 continúa cumpliendo condena por los delitos de
asesinato, secuestro, peculado doloso, apropiación de fondos públicos y falsedad
ideológica en agravio del estado. Sin embargo, desde finales del segundo
gobierno de Alan García (2006-2011) el fujimorismo cambió de estrategia, pues
pasó de impugnar judicialmente las sentencias contra su líder a tentar la
posibilidad de conseguir un indulto presidencial que declarase su libertad,
petición que finalmente fue presentada formalmente por los hijos de Fujimori a
fines de 2012, dándose así inicio a un procedimiento que se había convertido en
un tema de permanente enfrentamiento, en torno al cual se produjeron
alineamientos y realineamientos de las fuerzas políticas, pero que en junio de
2013 tuvo su punto final al no aceptarse la solicitud.
En términos instrumentales, la Mesa del Diálogo, auspiciada por la
Organización de Estados Americanos fue el medio para comenzar a desarticular
el régimen de Fujimori y organizar las elecciones del 8 de abril de 2001, para lo
cual estableció la fecha del 8 de enero para la inscripción de los partidos
políticos que concurrirían a dichas elecciones estableciendo las reglas de juego
de la convocatoria. La normativa electoral así formulada contenía principalmente
tres extremos: el primero se refería a la eliminación de la reelección presidencial
inmediata junto con la modificación de la duración del mandato de los cargos
elegidos en las elecciones generales de 2000; el segundo suprimía la
circunscripción nacional y la sustituía por el sistema del Distrito Electoral
Múltiple volviendo a las clásicas circunscripciones departamentales; y el tercero
esgrimió un sistema muy selectivo para articular las candidaturas, de manera que
se garantizó el derecho a la participación de las que ya estaban dentro del
sistema en detrimento de las posibles nuevas fuerzas políticas.
Las elecciones de 2001 tuvieron como gran novedad la articulación del centro
derecha histórico en torno a la candidatura de la democristiana Lourdes Flores al
frente de Unidad Nacional y, sobre todo, la reaparición en la política peruana de
Alan García quien reingresó al país, libre de todo tipo de cargas judiciales, y
dinamizó al PAP hasta alcanzar niveles de movilización desconocidos desde
finales de la década de 1980. Alan García, en apenas dos meses de campaña
multiplicó por cinco el porcentaje de intención de voto, inferior al 5 por 100 que
tenía al inicio de la campaña electoral e hizo del PAP el eje articulador de la
oposición y principal partido del país. De esta manera los comicios se
convirtieron en un duelo entre Toledo y García saldándose con el triunfo del
primero en la segunda vuelta. Por otra parte, Lourdes Flores, primera mujer en la
historia de Perú que era candidata a unas elecciones presidenciales, no logró
desligarse de los supuestos vínculos que le achacaron el resto de los candidatos
con el fujimorismo, al menos en el terreno de la continuidad de la política
económica; y tampoco contó con una maquinaria partidista sólida y competitiva.
El gran derrotado en la segunda vuelta fue el voto en blanco que promovieron el
escritor Álvaro Vargas Llosa y el periodista Jaime Bayly.
Alejandro Toledo conformó un gabinete en el que destacó la incorporación en
el ministerio de Justicia del líder y fundador del FIM, Fernando Olivera, de
Roberto Dañino como Presidente del Consejo de Ministros y otras
personalidades independientes de entre las que destacaba el politólogo Fernando
Rospigliosi en la cartera de Interior y Diego García Sayán en la de Relaciones
Exteriores. La privatización de las empresas eléctricas del sur del país supuso el
primer conflicto popular serio de un gabinete centrado en la «desfujimorización»
de las instituciones, en la elaboración de medidas de transparencia y de
anticorrupción —como, por ejemplo, la designación de Martín Belaúnde como
nuevo «zar» anticorrupción— y en la puesta en marcha de acciones de gobierno
en constante negociación con un Congreso en el que no contaba con una mayoría
de apoyo estable. El conflicto eléctrico desencadenó un paro nacional en mayo
de 2002 que terminó con serios incidentes en Arequipa ante los que Rospigliosi
asumió su responsabilidad política dimitiendo como Ministro.
Las elecciones regionales y municipales de noviembre de 2002 confirmaron
el papel ascendente del PAP —que se consolidaba como primer partido del país,
ya que ganó doce presidencias regionales de las veinticinco— así como la caída
de Somos Perú que era derrotado en Lima y que, en parte, se veía arrastrado por
la pérdida de popularidad de Alejandro Toledo, que apenas si recibía el apoyo de
uno de cada cinco peruanos, año y medio después de haber sido elegido
Presidente, y que no contaba con una mayoría que lo respaldara en el Congreso.
Algunos aspectos a destacar durante este periodo fueron: a nivel económico, el
despunte de la economía peruana apoyándose en el crecimiento de la demanda
interna, el aumento de la inversión extranjera y de las exportaciones, así como el
aumento de la inflación y la escasa redistribución de la riqueza, principales
críticas a su capacidad de gestión. En política interna, la puesta en marcha de la
Ley de Bases de la Descentralización —un tema siempre presente en la política
peruana—; y, en el ámbito externo, la reactivación de Perú en el plano
internacional mediante la inserción al MERCOSUR en calidad de miembro
asociado y de la firma del Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos en
abril de 2006. Asimismo, durante este mandato explotaron varios escándalos que
involucraban a Toledo, su familia y a personas de su gabinete y creció la
inestabilidad política reflejada en las múltiples manifestaciones de diversos
sectores sociales como los sindicatos, los cultivadores de hoja de coca, las
organizaciones defensoras de los Derechos Humanos, entre otros.
En este contexto, para las elecciones presidenciales de 2006 emergieron tres
candidaturas fuertes —entre veinte, el mayor número de listas en la historia
electoral del país—: Alan García del PAP cuyo papel en la oposición le permitió
posicionarse respecto a los demás líderes y partidos que se mostraban más
débiles en el marco de un sistema de partidos fuertemente fragmentado; el ex
militar Ollanta Humala del Partido Nacionalista Peruano (PNP) que se presentó
con el aval de Unión por el Perú (UPP) y que fue protagonista junto a su
hermano de un levantamiento en contra el régimen de Fujimori en 2000, y de
nuevo Lourdes Flores presidenta del Partido Popular Cristiano (PPC), que
encabezaba la candidatura de la coalición de centro-derecha Unidad Nacional
(UN). Por su parte, Perú Posible, el partido del entonces Presidente Alejandro
Toledo, no propuso a nadie tras la renuncia de dos candidatos. Los candidatos
que pasaron a segunda vuelta fueron Humala y García quedando el líder aprista
como nuevo presidente.
El gobierno de Alan García se caracterizó por la aplicación de una política
económica que privilegió el logro de la consolidación fiscal, la restructuración
del gasto imponiendo topes al gasto corriente y aumentando la inversión pública
y la eliminación de barreras arancelarias —favoreciendo la apertura económica,
el aumento de las importaciones y la inversión privada—. En materia social
sobresale la reducción del porcentaje de personas en situación de pobreza que
pasó del 44,5 por 100 en 2006 al 34,8 en 2009; y del de pobreza extrema que
pasó del 16 al 9,8 por 100 de 2006 a 2010, según datos del Instituto Nacional de
Estadística e Informática; pese a estos logros la desigualdad no se redujo lo
esperado teniendo en cuenta el crecimiento económico y se profundizaron
brechas sociales en las zonas andinas y rurales del país. A nivel político, García
tuvo que enfrentarse con la ausencia de una mayoría en el Congreso, ya que su
bancada logró obtener el 30 por 100 de los escaños del Congreso mientras que
UPP —la primera mayoría— logró el 37 por 100 pese a haber logrado casi el
mismo porcentaje de votos. Esta debilidad fue contrarrestada por la debilidad
programática y disciplina interna de la bancada nacionalista, la cual comenzó a
fragmentarse poco después de las elecciones cuando algunos miembros del PNP
la abandonaron. Asimismo, hubo un aumento en la percepción de la corrupción
por parte de la ciudadanía, esto fue consecuencia de múltiples escándalos, el
caso más sonado fue el relacionado con el tráfico de influencias conocido como
los «petroaudios» o «petrogate» en el cual estuvieron involucrados un miembro
del partido aprista, un ejecutivo de Petroperú, varios ministros y la empresa
noruega Discover Petroleum. Todo ello estuvo envuelto en un clima de alta
movilización social, con una oposición incapaz de controlarla o incluso de
beneficiarse de ella, que ya venía del periodo de Toledo y que le había arrastrado
a cotas muy bajas de popularidad. En el momento más álgido de conflictividad
social del gobierno de García se llegaron a registrar una media de ciento ochenta
conflictos sociales mensuales. Uno de los momentos más críticos del gobierno
de García fue la masacre del 5 de junio de 2009 de Bagua que evidenció la
contradicción existente en el sistema político peruano al confrontarse los
derechos de las comunidades indígenas con las implicaciones de los acuerdos de
libre comercio establecidos en el país y que tanto habían servido para impulsar
las explotaciones mineras, verdadero motor del desarrollo económico peruano
del momento.
ELECCIONES PRESIDENCIALES DE PERÚ 2006 y 2011
FUENTE: Elaboración propia a partir de datos de la ONPE.
1. INTRODUCCIÓN
FUENTE: Domingo GARCÍA BELAUNDE (1994): «Referéndum constitucional. Perú. 31.10.93», Boletín
Electoral Latinoamericano, X. IIDH-CAPEL, p. 17.
3. EL PODER LEGISLATIVO
4. EL PODER JUDICIAL
5. OTRAS INSTITUCIONES
6. DESCENTRALIZACIÓN POLÍTICA
7. EL SISTEMA ELECTORAL
1 Para el porcentaje de votos: En 1995: Renovación, 130.060 votos (2,98%); OBRAS, 87.060 votos
(1,98%); IU, 82.061 votos (1,88%); P2000-FRENATRACA, 46.728 votos (1,07%); MIA, 34.463 votos
(0,79%) y otros 82.494 votos (1,12%).
En 2000: Avancemos, 303.881 votos (3,12%) y Solidaridad Nacional, 390.993 votos (4,01%).
En 2001: Solución Popular, 333.172 votos (3,57%); Todos por la Victoria, 191.179 votos (2,03%); Proyecto
País, FREPAP, 156.264 votos (1,66%); 155.572 votos (1,65%); y Renacimiento Andino, 127.707 votos
(1,36%).
En 2006: Restauración Nacional 432.209 votos (4,02%); Alianza para el Progreso 248.400 (2,31%); FIM
156.433 votos (1,45%); Fuerza Democrática 153.437 votos (1,43); entre otras.
En 2011: Cambio Radical 347.475 votos (2,72%); Fonavistas del Perú 170.052 votos (1,32%); P.
Descentralista Fuerza Social 108.200 (0,84%); Partido Político Adelante 42.276 (0,33%); Fuerza Nacional
37.633 (0,29%); Despertar Nacional 30.190 votos (0,24%); y Justicia, Tecnología y Ecología 17.478
(0,14%).
Para el número de escaños: En 1995: CODE-PP, 5 escaños, PPC, 3 escaños, MR, 3 escaños, OBRAS, 2
escaños, IU, 2 escaños, FPA, 1 escaño, P2000-FRENATRACA, 1 escaño, y MIA, 1 escaño.
En 2000: SOLIDARIDAD NACIONAL, 5 escaños, AVANCEMOS, 4 escaños y FREPAP, 3 escaños.
En 2001: SOLUCIÓN POPULAR, 1 escaño, TODOS POR LA VICTORIA, 1 escaño y PROYECTO PAÍS,
1 escaño.
En 2006: Restauración Nacional, 2 escaños.
FUENTE: Elaboración propia a partir de datos de ONPE.
Preguntas: «Utilizando una escala ideológica donde 1 sea izquierda y 10 derecha, ¿dónde ubicaría usted a su
partido político? ¿Dónde situaría ud. a los otros partidos políticos? N = número de entrevistados.
FUENTE: PELA. OIR. Universidad de Salamanca.
3. OTROS ACTORES
Media
2006 5,61
2008 5,60
2010 5,48
2012 5,60
Nota: Todos aquellos problemas con menos de un 3 por 100 de respuestas se agrupan en la categoría «otros
problemas»
V. BIBLIOGRAFÍA UTILIZADA Y
SELECCIONADA
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UPP: www.unionporelperu.org
Somos Perú: http://www.somosperu.org.pe
PNP: www.partidonacionalistaperuano.net
FP: www.fuerzapopular.pe
CAPÍTULO X
VENEZUELA
I. INTRODUCCIÓN
Dentro del contexto de país andino, Venezuela tiene unas características
culturales, étnicas y políticas de mayores similitudes con el mundo caribeño que
los restantes países andinos. Unida en un destino común a su vecina Colombia,
roto el sueño americano bolivariano de la Gran Colombia (1830), la actividad
política venezolana hasta la primera mitad del siglo XX se orientó hacia el
caudillismo-militar. La inestabilidad político-institucional fue la nota dominante
durante dicho siglo. De suerte que desde su independencia hasta la Constitución
de 1961, que ha sido la más longeva en el país hasta la de 1999, hubo veinticinco
constituciones y un Estatuto provisional. La Constitución de 1961 fue la
consecuencia del acuerdo político denominado Pacto de Punto Fijo que sirvió
para derrocar a la dictadura. Considerado posteriormente como limitador del
libre juego político, aunque lo fue mucho menos que el Frente Nacional
colombiano, permitió a Venezuela tener durante más de treinta años estabilidad
democrática y no sufrir los avatares autoritarios y de violencia política padecidos
por cualquiera de los otros países que enmarcan el entorno sudamericano.
El petróleo es otro elemento que debe ser remarcado por su presencia en la
vida venezolana a lo largo del último siglo. Representa el 90 por 100 de las
exportaciones venezolanas y las oscilaciones en su precio repercuten
considerablemente en la economía nacional. Ello le hace tener más rasgos
comunes con otros petro estados que con los países latinoamericanos. La
nacionalización de la industria del petróleo en 1976, durante la primera
Presidencia de Carlos Andrés Pérez y la consiguiente creación de la primera
empresa del país: Petróleos de Venezuela (PDVSA), se enmarcaron dentro de un
cúmulo de decisiones políticas que catapultaron a Venezuela durante aquel
gobierno al liderazgo regional, llegando a ser el motor del fortalecimiento del
Pacto Andino y de la creación del Sistema Económico Latinoamericano (SELA),
manteniendo además una política no alineada con respecto a Centroamérica y el
Caribe.
Sin embargo, la constante caída del precio del petróleo abrió una profunda
crisis que llegó a afectar a todo el sistema político. La credibilidad del Estado y
de los partidos políticos sufrió un fuerte deterioro. Por una parte, el primero no
pudo mantener el nivel previo de prestaciones públicas y sociales sobre las que
se había asentado el modelo populista venezolano. Por otra parte, los partidos,
que habían logrado articular una eficiente partidocracia, se vieron abandonados
paulatinamente por sus bases electorales en un clima de notable corrupción
dejando paso a fórmulas de gobierno no partidistas. La primera de ellas,
representada por el triunfo electoral de 1993 de Rafael Caldera, no fue sino el
precedente de la que supondría, cinco años más tarde, la llegada al poder de
Hugo Chávez Frías. Si Caldera fue capaz de elevarse por encima de los partidos
tradicionales, Chávez lo hizo contra los mismos, no faltándole el activo de su
identidad militar, retadora desde el golpismo, y de una situación política y
económicamente agotada, germinada por un mensaje nacionalista, bolivariano y
demandante de un profundo cambio constitucional con significativos efectos en
la desigualdad social y la marginación que sufrían más de la mitad de los
venezolanos. El periodo de Chávez, marcado por niveles muy bajos de
institucionalización, incrementó hasta cotas desconocidas la polarización
sociopolítica del país generando una confrontación prácticamente insoluble entre
dos tipos de democracia: la liberal-representativa del Pacto de Punto Fijo y la
«protagónica» de la Revolución Bolivariana. La muerte del caudillo en marzo de
2013 supuso un punto de inflexión grave en la misma y la elevación a la
categoría de mito regional de la figura de Chávez.
Los indicadores sociodemográficos de Venezuela muestran un país que en un
cuarto de siglo se acerca a duplicar su población, la cual tiene un carácter
decididamente urbano, con una población analfabeta en torno al 5 por 100 y con
tasas de incorporación de la mujer a la actividad económica del 50 por 100. La
economía venezolana sufrió una contracción muy severa entre 1980 y 1999 con
tasas de crecimiento negativo y de inflación superiores por lo general al 20 por
100. Si bien la dependencia completa de las exportaciones de petróleo continuó
siendo la nota dominante, los altos precios que alcanzó a principios del nuevo
siglo y que mantuvo en los años siguientes ayudaron a mejorar los ingresos
fiscales aunque no se consiguió disminuir la inflación que produjo diferentes
devaluaciones de la moneda nacional, el bolívar, teniendo lugar una muy
importante a inicios de 2013.
EVOLUCIÓN DE ALGUNOS INDICADORES SOCIODEMOGRÁFICOS DE VENEZUELA
FUENTE: CEPAL (2001): Panorama social de América Latina 2000-2001 y CEPAL (2011): Panorama
social de América Latina, Santiago de Chile.
FUENTE: CEPAL (2001): Balance preliminar de las economías, Santiago de Chile; CEPAL (2001):
Panorama social de América Latina 2000-2001, Santiago de Chile y CEPAL (2011): Panorama social de
América Latina, Santiago de Chile.
1. EVOLUCIÓN HISTÓRICO-POLÍTICA
1 Se incluyen los votos de M. A. Burelli, candidato de OPINA que obtuvo 33.977 votos (0,8%), de P.
Tinoco, candidato del PNI, 29.399 votos (0,7%), de M. García del PSD 11.965 votos (0,3%), de G.
Borregales del MAN, 9.331 votos (0,2%), P. Senigni del FND, 6.176 votos (0,1%), R. Verde del MDI,
3.754 votos (0,1%) y A. Solano del FE, 1.736 votos.
2 Se incluyen los votos de D. Arria del CC, 90.060 votos (1,7%), L. Beltrán del MEP, 59.947 votos (1,1%),
A. Martín del MIR, 52.287 votos (1%), H. Mújica del PCV, 29.305 votos (0,5%), L. Montiel del MORENA,
13.918 votos (0,3%), A. Gómez del FUN, 8.337 votos (0,2%) y P. Salas del CCN, 6.081 votos (0,1%).
3 Se incluyen los votos de J. Olavarría de OPINA, 32.254 votos (0,5%), G. Pérez del MIN, 19.528 votos
(0,3%), L. Rangel de RN, 8.820 votos (0,1%), A. Velázquez de LCR, 5.917 votos (0,1%), V. Romero de
CONFE, 3.236 votos (0,1%), A. Solano de FE, 1.650 votos, J. Ibarra del PNV, 1.363 votos y A. Alcalá de
EI 1.077 votos.
FUENTE: NOHLEN, D. (coord.): Enciclopedia Electoral Latinoamericana y del Caribe, Instituto
Interamericano de Derechos Humanos, San José, pp. 676, 677.
1 Se incluyen los votos de G. Marín de ORA, 62. 896 votos (0,9%), de I. Villalba de URD, 61. 684 votos
(0,8%), de E. Chirinos del PCV, 59.034 votos (0,8%), de V. Gessen del NGD, 27. 833 votos (0,4%), A.
Velázquez de LCR, 24.561 votos (0,3%), Guisandes de OPINA, 10.720 votos (0,2%), D. Nieves de LS,
10.065 votos (0,1%). El resto de candidatos de los partidos LNR FUN, CCN, PSN, NA, PUV, FEVO, NOR,
MNV, FE, MPDIN, ONI y PUEBLO obtuvieron menos de 10.000 votos cada uno y en total 32.076 votos.
FUENTE: Para 1988: NOHLEN, D. (coord.), Enciclopedia Electoral Latinoamericana y del Caribe, Instituto
Interamericano de Derechos Humanos, p. 678. Para 1993: Boletín Electoral Latinoamericano, julio-
diciembre 1993, CAPEL, San José de Costa Rica, p. 42.
3. EL CHAVISMO
1
Apoyado formalmente por los siguientes partidos: MVR, MAS, PPT, PCV, IPCN, GE, MEP, SI y AA.
2
Apoyado formalmente por los siguientes partidos: PRVZL, AD, COPEI, y PQAC.
3 Apoyada formalmente por los siguientes partidos: IRENE, FD, LA LLAVE, y INCVF.
4 Incluye a los siguientes candidatos: Alfaro apoyado por ORA, URD, RENACE, VU, ICC, FIN y ONDA.
27.586 votos (0,42%), M. Rodríguez de APERTURA, 19.629 votos (0,3%), A. Ramos de LCR 7.275 votos.
(0,11%), R. Muñoz de NR 2.919 votos (0,04%), O. Suju de FS 2.901 votos (0,04%), A. Peña de PLV 2.424
votos (0,04%), D. Tanzi de PARTICIPA 1.900 votos (0,03%), e I. Quintana de OPINA 1.256 votos.
FUENTE: Consejo Nacional Electoral http://www.elecciones98.cantv.net/
Con arreglo al nuevo texto constitucional y para buscar una nueva legitimidad
de los diferentes cargos políticos se contempló la posibilidad de realizar una
«megaelección» a finales de mayo de 2000 que agrupara en una misma fecha a
una docena de procesos electorales diferentes. Sin embargo, el Tribunal Supremo
suspendió estas elecciones tres días antes de su celebración, señalando que
existía una violación de los derechos al sufragio e información. Las causas
fueron los problemas técnicos atribuidos a una mala gestión del Consejo
Nacional Electoral, que no había tenido un comportamiento imparcial debido a
su irregular nombramiento por la Asamblea Nacional Constituyente ya que
ninguna disposición avalaba tal actuación. Finalmente, se decidió volver a
convocar las elecciones en dos etapas: para la elección de Presidente, los
miembros de la Asamblea Nacional, representantes de los parlamentos estatales,
Gobernadores y Alcaldes el 30 de julio de 2000; para los Concejos Municipales
y las Juntas Parroquiales el 3 de diciembre del mismo año. Las elecciones de
julio fueron la quinta cita electoral en menos de dos años, con lo que el
paroxismo electoral llegaba a un momento cenital.
Hugo Chávez volvía a obtener la mayoría absoluta de los votos emitidos,
manteniendo prácticamente idéntico el flujo de votos recibidos dos años antes.
Esto fue posible gracias a la valoración positiva de su gobierno y de las grandes
transformaciones llevadas a cabo y al mantenimiento de un patrón de
comportamiento electoral «antipartidocracia», por el que los partidos
tradicionales (AD y COPEI) continuaban siendo castigados. Chávez derrotaba,
por otra parte, al ex comandante Francisco Arias Cárdenas, golpista en 1992 y
compañero de viaje del propio Chávez hasta 1998, lo que le había servido para
conocer de cerca los entresijos del nuevo poder y denunciar lo que para él eran
desviaciones de las líneas maestras de la revolución bolivariana. Moderado,
contaba con experiencia política al haber sido gobernador del Estado petrolero
de Zulia, apoyado por los democristianos y también por la Causa R, logró reunir,
con poco éxito, tanto a los históricamente más movilizados frente a Chávez
como a aquellos recientemente desafectos con el chavismo, postura que él
mismo mantenía, como fue el caso de Hernán Escarrá que fue presidente de la
Comisión Constitucional de la Asamblea Nacional Constituyente. Cárdenas, tras
las elecciones regionales de diciembre de 2012 volvió a ser electo gobernador
del Zulia apoyado por el PSUV.
1 MVR (48,11%), más (8,7%), PCV (0,91%), Independientes por la Comunidad Nacional (0,47%).
Gente Emergente (0,21%), MEP (0,22%), Solidaridad Independiente (0,70%), Alianza Agropecuaria
(0,24%) y NRD (0,19%).
2 La Causa R (18,95%), Izquierda Democrática (2,36%), Movimiento de Integración Nacional (1,07%).
Movimiento Democracia Directa (1,02%), Bandera Roja (0,26%), Votos personales del candidato (2,72%).
3 Encuentro Nacional (2,72%).
FUENTE: Consejo Nacional Electoral-INDRA (2000).
1 MVR (41,66%), PODEMOS (6,53%), PPT (5,13%), PCV (2,94%), MEP (0,81%), MIGATO (0,75%),
UPV (0,68%), Clase Media Revolucionaria (0,59%), Tupamaro (0,59%), LS (0,5%), MDD (0,35%), Gente
Emergente (0,25%), Unión (0,25%), MCM (0,25%), PROVEN (0,16%), UPC (0,19%), MCGN (0,18%),
FACOBA (0,16), IPC-Nacional (0,15%), ONDA (0,13%), MNI (0,11%), Poder Laboral (0,1%), CRV
(0,09%), REDES (0,07%).
2
Un nuevo tiempo (13,37%), Primero Justicia (11,7%), COPEI (2,24%), MIN-Unidad (0,85%), VDP
(0,74%), URD (0,72%), MR (0,64%), MAS (0,61%), Convergencia (0,5%), Visión Emergente (0,39%), ML
(0,34%), Un solo pueblo (0,31%), Fuerza Liberal (0,3%), Renace (0,27%), Fuerza Popular (0,26%), SI
(0,26%), La Causa R (0,23%), Apertura (0,22%), Dignidad Patriótica (0,21%), EL (0,2%), Venezuela
somos todos (0,19%), Acción Agropecuaria (0,18%), Por querer a la ciudad (0,17%), ONI (0,16%),
Bandera Roja (0,16%), Imagen Democrática (0,15%), La LLAVE (0,14%), Pensamiento Nacional (0,14%)
IPV (0,14%), Izquierda Democrática (0,14%), DR (0,13%), Solidaridad (0,13%), Constructores de un País
(0,12%), Encuentro Nacional (0,12%), PPI (0,11%), Independientes con Visión de Futuro (0,11%), Visión
Venezuela (0,11%), Solución (0,1%), Polo Democrático (0,08%), AME (0,06%), NED (0,06%), PIEDRA
(0,04%).
3 JOVEN (0,04%).
Reyes (0,05%) por Organización Renovadora Auténtica; María Bolivar (0,04%) por PDUPD; Orlando
Chirino (0,02%) por PSL.
FUENTE: Consejo Nacional Electoral.
1 Los otros candidatos fueron: Reina Sequera Poder Laboral; María Bolivar por PDUPD; Eusebio Méndez
por Nueva Visión para mi país; y Julio Mora de Unidad Democrática.
* Escrutados el 99,17% de los votos.
FUENTE: Consejo Nacional Electoral.
3. EL PODER JUDICIAL
Los órganos del Poder Ciudadano son la Defensoría del Pueblo, el Ministerio
Público y la Controlaría General de la República. Los titulares de dichos órganos
integran el Consejo Moral Republicano que ejerce el Poder Ciudadano, uno de
ellos es elegido anualmente de entre los titulares como presidente (art. 273). Es
función del Poder Ciudadano la prevención, investigación y sanción de «los
hechos que atenten contra la ética pública y la moral administrativa; velar por la
buena gestión y la legalidad en el uso del patrimonio público, el cumplimiento y
la aplicación del principio de legalidad en toda la actividad administrativa del
Estado, e igualmente, promover la educación como proceso creador de la
ciudadanía, así como la solidaridad, la libertad, la democracia, la responsabilidad
social y el trabajo» (art. 274). La Constitución establece la obligación de los
funcionarios a colaborar «con carácter preferente y urgente» con el Consejo
Moral Republicano (art. 277) y a éste se le faculta la posibilidad de imponer
sanciones.
El Defensor del Pueblo es designado por un único periodo de siete años, entre
sus atribuciones destacan velar por el efectivo respeto y garantía de los derechos
humanos así como por el correcto funcionamiento de los servicios públicos,
igualmente puede interponer acciones de inconstitucionalidad.
El Ministerio Público está bajo la dirección y responsabilidad del Fiscal
General de la República quien es designado para un periodo de siete años.
La Contraloría General de la República es el órgano de control, vigilancia y
fiscalización de los ingresos, gastos, bienes públicos y bienes nacionales, así
como de las operaciones relativas a los mismos. El Contralor General de la
República es designado también para un periodo de siete años.
7. OTRAS INSTITUCIONES
CR MAS CN AD COPEI
Ubicación ideológica por los otros partidos políticos 3,3 4,6 6,5 7,2 7,7
(n) (53) (59) (58) (55) (52)
Preguntas: «Utilizando una escala ideológica donde 1 sea izquierda y 10 derecha, ¿dónde ubicaría usted a su
partido político? ¿Dónde ubicaría usted a los otros partidos políticos?
FUENTE: PELA. OIR. Universidad de Salamanca.
Ubicación ideológica por los otros partidos políticos 3,3 5,1 7,9 8,4 8,5
(n) (48) (84) (80) (95) (95)
Preguntas: «Utilizando una escala ideológica donde 1 sea izquierda y 10 derecha, ¿dónde ubicaría usted a su
partido político? ¿Dónde ubicaría usted a los otros partidos políticos?
FUENTE: PELA. OIR. Universidad de Salamanca.
El sistema electoral venezolano garantizó hasta el año 2000 que las minorías
pudieran participar en el proceso democrático, lo que influyó en la afloración de
pequeños partidos, los cuales coparon el espacio de la izquierda. En este ámbito
históricamente podrían considerarse cuatro formaciones políticas: el Movimiento
al Socialismo (MAS), el Partido Comunista de Venezuela (PCV), el Movimiento
Electoral del Pueblo (MEP) y el Movimiento de Izquierda Revolucionaria
(MIR). Al final de la década de 1980 este cuarteto se vio acompañado por una
nueva expresión de la crítica a los partidos tradicionales: Causa-R.
Los orígenes del Partido Comunista de Venezuela (PCV) se remontan a la
dictadura de Juan Vicente Gómez, destacándose como líder de los movimientos
juveniles comunistas José Pío Tamayo. El partido fue muy activo durante la
dictadura de Pérez Jiménez, alcanzando después de ella un gran apoyo popular y
un alto grado de respetabilidad. Sin embargo, fue excluido del Pacto de Punto
Fijo. Se opuso visceralmente al gobierno de Rómulo Betancourt, y en 1960,
imbuido en las ideas de la Revolución cubana, junto con el MIR, optó por la vía
insurreccional, creando el Frente de Liberación Nacional (FLN), brazo político
de las Fuerzas Armadas de Liberación Nacional (FALN). En 1967, por una serie
de sucesos dentro de la alianza MIR-PCV y guerrilla, se alejó de la lucha
armada, privando de militancia al comandante guerrillero Douglas Bravo. En las
elecciones de 1968 concurrió en la Unión para Avanzar (UPA), después de lograr
romper el aislamiento a que estaba sometido por las otras fuerzas políticas. Su
fracaso al obtener menos del 3 por 100 de los votos, permitió al PCV
recomponerse en el marco de la lucha partidista institucional. En la década de
1970, el partido se sumergió en una profunda lucha ideológica que dio origen a
cuatro grupos bien diferentes: el ortodoxo, el centrista, el de «Juventud
Comunista» y el heterodoxo, del que surgió el MAS. En las elecciones de 1973,
el PCV obtuvo el 1,15 por 100 de los sufragios y dos diputados. En la primera
administración de Carlos Andrés Pérez (1974-1979), mantuvo una actitud crítica
frente a lo que ellos denominaban «peligro fascista». En 1974, la familia
comunista sufrió una nueva escisión con la formación de la Vanguardia Unitaria
Comunista, liderada por Guillermo García Ponce, que se vinculó al COPEI. En
las elecciones de 1983, Vanguardia participó en una coalición de izquierda
denominada la Nueva Alternativa que logró el 3,34 por 100 de los sufragios con
José Vicente Rangel como candidato en las presidenciales, en tanto que en las
legislativas dobló los votos con relación a los resultados de 1978.
El MAS surgió en 1971 como producto de la escisión del Partido Comunista
de Venezuela (PCV), cuando se llegó al convencimiento en sus filas del fracaso
de la vía armada puesta en marcha en la década de 1960 como medio para llegar
al poder. Este grupo heterodoxo del PCV, liderado por Teodoro Petkoff y
mayoritariamente compuesto por universitarios, imbuido en la coyuntura
internacional del marxismo de esa década, logró que en su nacimiento estuviera
presente una mayor participación de las bases en la democratización de la vida
interna del nuevo partido, la independencia y autonomía con respecto a los
centros comunistas mundiales y la necesidad de tener el movimiento
revolucionario como opción el socialismo. La conversión del MAS en un partido
de masas, un «movimiento de movimientos», la apertura a todas las corrientes
progresistas del pensamiento universal y la construcción de un socialismo
auténticamente venezolano fueron retos a los que se enfrentó con desigual
fortuna. En las elecciones de 1988, el MAS logró situarse como tercera fuerza
política desplazando a otros partidos de izquierda no avezados en la contienda
partidista. También consiguió romper el monopolio de AD y COPEI en la
Central de Trabajadores de Venezuela (CTV). Sin embargo, el MAS sufrió una
verdadera crisis interna por los enfrentamientos personales que vivió en la
década de 1970 entre su candidato presidencial en 1973 y 1978, el independiente
José Vicente Rangel, y Teodoro Petkoff. En las elecciones de 1993 apoyó la
candidatura de Rafael Caldera y en las de 1998 se integró en el Polo Patriótico
de Chávez, ambas circunstancias le han convertido en un partido de gobierno
durante casi una década.
EVOLUCIÓN PORCENTUAL DE LAS ELECCIONES LEGISLATIVAS
1 En 1988: MAS/MIR.
2 En 2008: MVR se convierte en PSUV.
FUENTE: Elaboración propia a partir de:
Para 1973, 1978 y 1983: Problèmes d’Amerique latine, n.º 15, octubre-diciembre, 1994, p. 92,
http://www.georgetown.edu/LatAmerica/ Venezuela y NOHLEN, D. (coord.), Enciclopedia Electoral
Latinoamericana y del Caribe, Instituto Interamericano de Derechos Humanos, 1993.
Para 1988: Problèmes d’Amerique latine, n.º 15, octubre-diciembre, 1994, p. 93 y NOHLEN, D. (coord.),
Enciclopedia Electoral Latinoamericana y del Caribe. Instituto Interamericano de Derechos Humanos,
1993.
Para 1993: Problèmes d’Amerique latine, n.º 15, octubre-diciembre, 1994, p. 93.
Para 1998 y 2000: Consejo Nacional Electoral.
Para 2005 y 2010: Consejo Nacional Electoral y Asamblea Nacional.
Votos % de % del
Fecha Tipo de elección
chavistas votos electorado
1998
Presidencial 3.673.685 56,20 33,40
(diciembre)
1999
Referéndum constitucional 3.301.475 71,80 30,40
(diciembre)
2010
Elecciones Legislativas 5.451.422 48,20 32
(septiembre)
AD 102 88 113 97 55 61
COPEI 64 84 60 67 53 26
LCR — — — 3 40 6
MAS 2 9 11 10 18 24 24
MIR 1 4 2 — — —
PCV 2 1 3 — — 2
CN — — — — 26 5
NGD — — — 6 — —
URD 5 3 3 2 1 —
MEP 8 4 3 2 1 1
CCN 7 — — — — —
FORMULA 1 — — — 2 — —
ORA — — — 2 1 —
OPINA 1 — 3 1 — —
MVR — — — — — 35
Irene 3
OFM 2
Apertura 3
PPT — — — — — 11
Otros 1 4 3 — — 4
1 En 1988: MAS/MIR.
FUENTE: Elaboración propia a partir de:
Para 1973, 1978 y 1983: Problèmes d’Amerique latine, n.º 15, octubre-diciembre, 1994, p. 92,
http://www.georgetown.edu/LatAmerica/ Venezuela y NOHLEN, D. (coord.) (1993): Enciclopedia Electoral
Latinoamericana y del Caribe, Instituto Interamericano de Derechos Humanos.
Para 1988: Problèmes d’Amerique latine, n.º 15, octubre-diciembre, 1994, p. 93 y NOHLEN, D. (coord.)
(1993): Enciclopedia Electoral Latinoamericana y del Caribe, Instituto Interamericano de Derechos
Humanos.
Para 1993: Problèmes d’Amerique latine, n.º 15, octubre-diciembre, 1994, p. 93.
Para 1998:http://www.georgetown.edu/pdba/Elecdata/Venezuela/ven98.html.
LCR — — 2 — 9 —
MAS 1 2 2 — 3 5 4
CN — — — — 6 2
NGD — — — 1 — —
URD 1 — — — — —
MEP 2 — — — — —
CCN 1 — — — — —
MVR — — — — — 14
PRVZL — — — — — 2
PPT — — — — — 1
APERTURA — — — — — 1
Total 47 44 44 46 50 48
1 En 1988: MAS/MIR.
FUENTE: Elaboración propia a partir de:
Para 1973, 1978 y 1983: Problèmes d’Amerique latine, n.º 15, octubre-diciembre, 1994, p. 92,
http://www.georgetown.edu/LatAmerica/ Venezuela y NOHLEN, D. (coord.) (1993): Enciclopedia Electoral
Latinoamericana y del Caribe, Instituto Interamericano de Derechos Humanos.
Para 1988: Problèmes d’Amerique latine, n.º 15, octubre-diciembre, 1994, p. 93 y NOHLEN, D. (coord.)
(1993): Enciclopedia Electoral Latinoamericana y del Caribe, Instituto Interamericano de Derechos
Humanos.
Para 1993: Problèmes d’Amerique latine, n.º 15, octubre-diciembre, 1994, p. 93.
Para 1998:Consejo Nacional Electoral http://www.elecciones98.cantv.net/.
Primero Justicia 3 15
La Causa Radical 3 1
Patria Para Todos (PPT) 3 11 2
Un Nuevo Tiempo 3 12
Gente Emergente 1
Cuentas Claras 1
FUENTE: Elaboración propia a partir de los datos de la Corte Nacional Electoral (CNE), Asamblea Nacional
(AN), Hidalgo (2011b) y PSUV.
Los sindicatos estuvieron fuertemente relacionados con los partidos, con una
relación de dependencia, basada en el utilitarismo y en el hecho de haber sido
gestados por éstos. Cinco han sido las grandes formaciones sindicales de mayor
importancia: la Confederación de Trabajadores de Venezuela (CTV), controlada
por AD; la Confederación Única de Trabajadores de Venezuela (CUTV), de
tendencia comunista; la Confederación General de Trabajadores (CGT);
CODESA, de tendencia demócrata cristiana, y la SUFISS, sindicato de Guayana.
A ellas se ha sumado el Frente Bolivariano de Trabajadores (FBT) que canaliza
al chavismo en el mundo sindical.
El movimiento obrero venezolano ha alcanzado logros con cierto éxito al
obtener la aceptación dentro del contexto económico-social del país, admitiendo
los empresarios a las organizaciones de los trabajadores sin enfrentamientos.
También han conseguido un control y un racionamiento bastante efectivo de las
oportunidades de trabajo a través de la «cláusula de preferencia», incluida en la
mayoría de los contratos, mediante la cual el empresario notifica a los sindicatos
las vacantes existentes, presentando éstos la lista de aspirantes al puesto de
trabajo. Paralelamente han desarrollado y perfeccionado el sistema jurídico,
basado en la flexibilidad y en la negociación del contrato de trabajo. Tras el
triunfo de Chávez, la poderosa y omnipresente CTV quedó explícitamente
relegada del marco político al ser considerada como excesivamente dependiente
de AD. Para quebrar su poder Chávez convocó un referéndum en diciembre de
2000 para aprobar el proyecto de Ley sobre Garantías y Libertad Sindical en el
que los actores sindicales tradicionales se movilizaron consiguiendo una
abstención del 76,5 por 100 que devaluó notablemente el voto favorable a la
propuesta gubernamental de 1.632.759 electores que supusieron el 62,02 por 100
de los votos emitidos. Por otra parte el régimen de Chávez puso en marcha el
Frente Bolivariano de Trabajadores (FBT) como instancia fundamental para
tener una presencia mínima en el mundo laboral.
FEDECÁMARAS (Federación de Empresarios Venezolanos), desde su
fundación en 1944, ha ido avanzando hasta convertirse en el máximo organismo
representativo del empresario venezolano, con gran peso específico en la vida
política, económica y social del país llegando a tener un enorme protagonismo
en la revuelta social contra Chávez como inspiradora de los paros cívicos
articulados contra el Presidente. Sin embargo, dista mucho de ser esta
Federación un grupo monolítico de los problemas que afronta; ya que su doble
patrón de afiliación incluye federaciones nacionales y cámaras individuales, por
lo cual debe responder a demandas dispersas y heterogéneas. Por otra parte, los
enfrentamientos entre empresarios de provincias y de la capital se constituyen en
un factor determinante a la hora de las elecciones de directivos, circunstancia
hábilmente aprovechada por los partidos políticos. En el gobierno de Herrera
Campins se apoyó a los empresarios de provincia, que lograron gobernar la
Federación en dos periodos (1979-1981 y 1981-1983). Finalmente, se debe
contar con el acceso directo al Estado de determinados grandes grupos
económicos, nacionales o supranacionales, que dejan al margen a Fedecámaras.
No obstante, las relaciones con los dos grandes partidos fortalecieron en demasía
al grupo, permitiendo que un considerable número de empresarios accediese al
Parlamento. Este fortalecimiento se incrementó aún más con la llegada de
Chávez al poder al contar éste con el apoyo explícito de algunos empresarios, si
bien, como ya se señaló, la directiva de FEDECÁMARAS dirigió el fallido
golpe de estado de 2002.
Las Fuerzas Armadas venezolanas constituyen un poder fáctico como en
cualquier país latinoamericano, y en aras de la «consolidación democrática» se
han establecido entre el poder civil y militar unas relaciones que los políticos
locales dieron en llamar de «deferencia mutua». Como tal se entendían las
concesiones que unos y otros se han hecho para mantener el equilibrio; así, el
poder civil ha dado al Ejército amplias competencias en la adquisición de
armamento y una alta capacidad decisoria en la solución de los problemas
limítrofes aún sin solucionar. Por otra parte, a las Fuerzas Armadas se les
considera «garantes del orden democrático». Las revueltas del país a principios
de 1989 demostraron a la opinión pública mundial la contundencia de los medios
empleados para garantizar dicho orden. Igualmente, los golpes de 1992
mostraron la revitalización del papel tradicional latinoamericano proclive al
intervencionismo militar en épocas de crisis. En el caso venezolano se ponía
también de manifiesto una fractura clara entre la joven oficialidad y el alto
mando. Aquellos imbuidos de un fuerte espíritu nacionalista, denunciaban la
corrupción imperante y la ineficacia de la política ante el deterioro
socioeconómico. El sistema de «deferencia mutua» ha llevado tradicionalmente
al poder civil a mantener con buenas dotaciones presupuestarias y materiales al
Alto Estado Mayor, a la integración de la oficialidad en retiro en cargos
relevantes de las empresas públicas y a continuar con la costumbre de nombrar a
un militar como Ministro de Defensa. Esta situación habitual se vio reforzada
con la llegada, después de más de cuarenta años, de un militar retirado y ex
golpista al poder que encumbró a las Fuerzas Armadas como columna vertebral
de su mandato; aunque ello tuvo efectos devastadores en un primer momento en
su división interna que quedó de reflejo tanto en el hecho de que en los comicios
presidenciales de 2000 fueran dos militares los candidatos y que en los sucesos
de abril de 2002, la cúpula militar se quebrara entre los seguidores de Chávez
dirigidos por el general Lucas Rincón y los antichavistas liderados por Efraín
Vásquez. Tras la vuelta a la normalidad cerca de un centenar de jefes y oficiales
fueron detenidos por su participación en la intentona golpista. A partir de
entonces las Fuerzas Armadas han estado muy vinculadas a la revolución
bolivariana y de hecho un número importante de militares ocupan puestos de
elección popular, tanto como gobernadores de estados como de legisladores.
Diosdado Cabello, el ex militar de más alta graduación en el estado venezolano
quien estuvo al lado de Chávez en el golpe de 1992 y que había perdido ante
Carriles en las elecciones a gobernador del estado de Miranda, fue elegido
presidente de la Asamblea Nacional en enero de 2012 y fungió hasta la muerte
del caudillo como número tres del régimen.
Los movimientos sociales que surgieron en un principio con fines limitados
de autodefensa han ido ampliando su campo de acción, de suerte que en la crisis
de 1989 del «caracazo» fueron catapultados hacia el protagonismo,
especialmente las asociaciones vecinales que desempeñaron un papel mediador
fundamental entre el gobierno y sus exaltados asociados. El proceso
constituyente de una década más tarde recogió los frutos del desarrollo de las
organizaciones y movimientos sociales que tuvieron un protagonismo
ciertamente relevante en la medida en que su actividad a través de seminarios,
talleres, mesas y comisiones de participación y medios de comunicación fue
extraordinaria. Una buena parte de sus heterogéneas propuestas, que abarcaban
desde los derechos humanos, a las ambientalistas pasando por las regionales, de
planificación familiar y educacionales, fueron articuladas en redes de
organizaciones como la denominada Sinergia terminando recogidas e
incorporadas al texto constitucional.
Los círculos bolivarianos surgieron como las unidades básicas del MBR-200
que daban cabida, en un primer momento, a los militantes de base y que
posteriormente su radio de acción se ha incrementado notablemente en un doble
sentido: para ampliar la militancia bolivariana (chavista) en claras actuaciones de
proselitismo y para facilitar las tareas de movilización y de control social. En
cierto sentido cumplen algunas de las tareas de los comités de defensa de la
revolución cubanos y se aproximan a su función imaginaria.
3. MEDIOS DE COMUNICACIÓN
Media
2006 5,33
2008 5,25
2010 5,87
2012 5,35
Nota: Todos aquellos problemas con menos de un 3 por 100 de respuestas se agrupan en la categoría «otros
problemas»
PARTIDOS POLÍTICOS:
PSUV: www.psuv.org.ve
PPT: www.patriaparatodos.org
PV: www.proyectovenezuela.org.ve
MAS: www.mas.org.ve
AC: www.acciondemocratica.org.ve
COPEI: www.partidocopei.cm
UNT: www.partidounnuevotiempo.org
Edición en formato digital: 2013
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