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Las tres primeras etapas del matrimonio

1. La etapa pasional

Así como el ser humano atraviesa por diferentes etapas durante su desarrollo, el
matrimonio también experimenta diferentes etapas desde el día en que la pareja
se une hasta el día en que el matrimonio termina por circunstancias ajenas a su
voluntad.

Todos sabemos que la etapa temprana de cualquier matrimonio es la luna de miel,


pero que pasa después? El matrimonio pasa por valles y montes emocionales y
por períodos de malentendidos que causan reacciones en ambos.

Estos son períodos tormentosos que generalmente la pareja los resuelve por
medio de reconciliaciones muy románticas. En esta etapa es cuando la pareja
empieza a trazar el mapa que los llevará al éxito o al fracaso en su relación
matrimonial.

Cuando los cónyuges están enamorados y recién casados, tanto el hombre como
la mujer piensan que son muy afortunados de haberse conocido. El mundo es de
ellos y la pareja se vuelve un poco egocéntrica. Todo gira alrededor de ellos y
viven un cuento de hadas. Comparten sus pasatiempos favoritos, disfrutan de la
misma música, de su comida favorita y de las películas que a ambos les gusta.

También comparten amigos mutuos y están tan conectados emocionalmente al


punto que ambos pueden estar en el teléfono al mismo tiempo tratando de llamar
uno al otro. En ninguna otra etapa del matrimonio, el deseo de estar juntos se
intensifica tanto. El deseo sexual del uno por el otro es muy fuerte durante este
período.

El estar en la primera etapa del matrimonio estimula la producción de hormonas


en los cuerpos de los recién casados, aumentando su energía y su apetito sexual
crece desmedidamente. La sexualidad y la pasión del uno por el otro se
incrementan como nunca antes ocurrió.

La obsesión pasional de la pareja continúa por un período de tiempo. Poco a poco


la pareja empieza a despertar a la realidad de que todos los matrimonios tienen
altibajos y que la vida en pareja no es lo que se pensaba que era.

2. La etapa de “en que estaba pensando cuando me casé contigo”?

De alguna manera, esta etapa es la más difícil, porque es aquí cuando la mayoría
de los matrimonios terminan. Aquí es donde la pareja sufre todas las desilusiones
y los castillos construídos se derrumban. Las cositas pequeñas empiezan a
molestar como una piedrita dentro de un zapato. Aquí es donde la pareja se da
cuenta que su “amado” o “amada” tienen mal aliento y que pasan mucho tiempo
en el baño.

Aquí empiezan las críticas, sobre porque el marido deja el periódico en el baño o
sobre la mesa de la cocina, o porque dejó la olla fuera del refrigerador y por ente
la comida se echó a perder.

También es en esta etapa donde aparecen los problemas mayores. El matrimonio


se percata, que hay muchas diferencias en cuanto a gustos e intereses.

Aunque pueda ser que les guste la misma comida, los horarios difieren y algunas
veces la esposa sale con sus amigas a comer, mientras su marido se queda en
casa mirando la televisión, o por el contrario, él sale con sus amigos a tomar y su
mujer se queda en casa realizando otras actividades.

Mientras que uno disfruta de la música, el otro quiere estar en silencio leyendo un
libro. Los amigos que tienen en común, algunas veces toman partido cuando
surgen discusiones entre la pareja y eso hace que ambos separen sus amistades.

Aquí es cuando la pareja se da cuenta que el matrimonio no es una cama de


rosas, o por lo menos que las rosas que están en su cama tienen espinas. Ambos
se preguntan a si mismos si cometieron un error al haberse casado.

Sin embargo no todo es negativo en esta etapa, pues en este período la pareja
decide donde va a establecer su hogar, cuando van a tener sus hijos y cuantos
van a tener y como van a distribuir los gastos.

También en esta etapa se decide como se compartirán los quehaceres


domésticos, y en lo que mas centra la pareja es en acomodarse a la vida
matrimonial y a tratar de cambiar los defectos de uno y del otro.

3. Etapa de “si cambias todo será perfecto”

En esta etapa, muchas parejas sienten que hay dos maneras de hacer las cosas;
al modo del esposo o al modo de la esposa para hacerlos correctamente.

En esta etapa ambos luchan por tratar de convencer a su compañero o


compañera de que está equivocada y que debe aceptar el error.

Aquí es donde ambos se dicen uno al otro, “si lo haces como yo te digo, el
matrimonio funcionará, sinó vamos a terminar en divorcio”. En esta etapa la pareja
tiene dificultad de ver el punto de vista del otro.

Conforme pasa el tiempo ambos se empeñan cada día más en tratar de hacer las
cosas a su manera y no hacen ningún esfuerzo para ponerse de acuerdo y ver el
punto de vista de cada uno. Es en esta etapa que los matrimonios enfrentan el
“tenedor” en la carretera.
Se convencen a ellos mismos que han tratado todo para que su matrimonio
funcione y se dan por vencidos. Se dicen asimismos que se casaron con la
persona equivocada y que el divorcio es la única solución.

Otras parejas se resignan a vivir infelices por el resto de sus vidas. Sin embargo
otros se despiertan a la realidad de que deben terminar esa “guerra fría” y que
deben empezar a trabajar en la relación y buscar nuevas vías saludables de
comunicación para vivir un matrimonio feliz.

5 etapas

EDICIÓN IMPRESA

LAS 5 ETAPAS DEL MATRIMONIO


El amor pasa por distintos cambios y cada uno trae consigo retos. Dos expertas explican cuáles son y
cómo superarlos.

"Mi primera, mi única, mi todo”. Canciones con esas letras son las que se escuchan el
día de la boda. ¿Seguirán los esposos tarareándolas cuando lleven 30 años
juntos? “El amor necesita esfuerzos y renuncias, es un proceso de relación personal
y vinculante en el que se aprende a querer a lo largo de la vida”, explica la terapeuta
Nelly Rojas, autora del libro Ser amigos para ser amantes.

“La clave está en entender que amar es aceptar la diferencia”. Por su


parte, la psicóloga de familia Annie de Acevedo asegura que el secreto
de su matrimonio de cuatro décadas ha sido el respeto: “Hay que
proteger el vínculo, ponerlo en primer lugar. Por ejemplo, cuidar de la
pareja es cuidar de los hijos”. Annie ha podido comprobar el tono
profético de las palabras que le dijo su mamá antes de casarse: “Mucho
en el amor es triste... hay frustraciones, crisis, los hijos se van... pero
triste y todo, es lo mejor que existe”.


Etapa 1 Enamoramiento (de 1 a 3 años)

Definición

Se vive un fenómeno mágico. Es la fase que inspira canciones del tipo “Sin ti no puedo vivir”.

Los enamorados se sienten absolutamente compenetrados.

Es un estado físico-químico en el que prima la pasión.

Dificultades

Se corre el riesgo de caer en comportamientos obsesivos y buscar que el otro llene los vacíos
emocionales propios.

El amor romántico-idealizado puede durar solo unos cuantos meses.

Hay un aterrizaje en la realidad. La convivencia supone ajustes; se descubren los hábitos del
otro.

Soluciones

Es importante lograr un conocimiento de sí mismo. Y aunque nunca es tarde, es mejor resolver


los duelos de la niñez antes del matrimonio.

Llegar a acuerdos realistas, saber dialogar y negociar a la hora de definir límites con las
familias de origen, las reglas de la intimidad y el manejo del dinero.

Entrenar el ejercicio de la comunicación, no dar nada por sentado.

Aprovechar el idilio para desarrollar una amistad sólida.

Etapa 2 Desidealización (de 3 a 8 años)

Definición

“¿Con quién me casé?”, es la pregunta recurrente.

Es la fase del amor cotidiano. Los pequeños hábitos de la pareja empiezan a incomodar. Se
entiende la dimensión de la palabra “eternidad”.

Por lo general crece la familia, con la llegada de los hijos.


Dificultades

Se dan luchas de poder y cada uno cree tener la razón.

Es habitual culpar a la pareja acerca de las expectativas incumplidas.

Los hijos causan un tsunami. Cambian la dinámica de la relación.

La madre suele volcarse en la crianza y puede perder su identidad. Muchos esposos se sienten
relegados.

Alarma: La ciencia habla del “7 Year-itch” (“la rasquiña de los 7 años”) porque muchos
divorcios tienen lugar transcurrido ese tiempo.

Soluciones

Entender que la paternidad trae cambios psicológicos, fisiológicos y económicos.

Buscar espacios para pasar tiempo juntos.

Manifestar la admiración hacia la pareja.

No recurrir a la ironía, ni al silencio castigador, durante las discusiones. Validar los puntos de
vista del otro, aunque no se esté de acuerdo.

Etapa 3 Realización (de 8 a 20 años)

Definición

Se trabaja por el afianzamiento financiero del hogar.

Hay un periodo de reflexión sobre el desarrollo personal y profesional.

Dificultades

Son frecuentes la frustración y el aburrimiento porque se cae en la rutina.

Decrece el deseo, un terreno fértil para buscar la pasión en otra cama.

Cada uno tiene sueños distintos y cuando estos se truncan hay resentimientos.

Soluciones

Cultivar intereses comunes.

Aumentar la creatividad, “echarle leña al fuego”.


Estar pendiente de los gustos de la pareja.

Buscar la sincronía, mantenerse en la misma página.

Etapa 4 Madurez (de 20 a 30 años)

Definición

En sus inicios suele aparecer “la crisis de la edad madura”. Se reevalúan las prioridades y las
aspiraciones personales.

También se hace referencia al “nido vacío”, porque los hijos alcanzan su independencia.

Dificultades

Alarma: entre los 45 y 50 años de edad las personas son activas

y esperan vivir su vida, aunque eso implique alejarse de la pareja.

Si los esposos tuvieron hijos y estos se fueron, hay dos escenarios:

les da muy duro perderlos o experimentan un sentimiento de libertad.

Hay un encuentro cara a cara con el otro, que se volvió un desconocido en los años dedicados a
la crianza.

Surgen dudas sobre la apariencia física.

Soluciones

Respetar los espacios de realización personal.

Retomar los proyectos que habían quedado inconclusos.

Despertar el sentido de aventura y hacer planes que los diviertan a ambos.

Etapa 5 Balance (de 30 años en adelante)

Definición

Quienes superan el recorrido anterior pueden llamarse “compañeros de viaje”.


Dificultades

Si la valoración de la esfera del trabajo ha sido excesiva, eventos como la jubilación generan
estrés.

Es vital cuidar la salud.

Se corre el riesgo de involucrarse demasiado en los nuevos hogares formados por los hijos.

Soluciones

Entender que la sexualidad no es patrimonio de la juventud. Son indispensables las


manifestaciones de afecto.

Recordar los momentos pasados, pero vivir el presente

y construir proyectos de pareja.

Reír juntos.

Etapas emocionales del matrimonio


El amor de la pareja lleva a tener un solo corazón y una sola alma, sin embargo este
amor no se construye de un día para otro ni es estático.

Como ya hemos mencionado, en el matrimonio la pareja pasa por varias etapas


que son necesarias para el crecimiento emocional, espiritual y en general
para la madurez y desarrollo de la persona y su relación de pareja.

1era Etapa: Generalmente la relación de pareja se inicia con la


atracción que experimentan un hombre y una mujer. Dicha atracción va
acompañada de una gran fascinación y enorme goce de la otra persona.

La fuerza de estas sensaciones descrita también como un "high químico"


o "cóctel químico" es causada por una poderosa descarga hormonal que
invade el torrente sanguíneo de los enamorados lo que les hace
experimentar una gran necesidad y placer con su pareja. Sin embargo
este cóctel hormonal suele ir disminuyendo y puede desaparecer entre
los 18 y 24 meses de relación.

Un buen número de parejas se casan al año y medio o dos años de


iniciado su noviazgo. Por eso es común que los recién casados inicien su
vida en común bajo el efecto del cóctel químico y las esperanzas "color
de rosa" propias del romance.
Hasta aquí todo parece perfecto y sentimos que todo lo podemos por el
ser amado. En esta etapa que se le conoce también como "luna de
miel" se inician los ajustes a la vida en común, lo cual trae cambios a la
relación ya que el cóctel químico comienza a disiparse dejándonos ver
mejor los defectos de la otra persona.

La convivencia diaria descubre detalles de la persona que comienzan a


molestarnos, el ritmo de la vida cambia y algunas parejas comienzan
incluso a cuestionar su decisión de haberse casado. Esto no es motivo
para alarmarse sino prepararse para la entrada a la segunda etapa
emocional del matrimonio a la que vamos a llamar "Etapa de la
Desilusión".

En una relación comprometida como es el matrimonio, la pareja


comprende que el amor más que una sensación es una decisión
amorosa por la persona: Muchos sueños románticos se enfrentan a la
realidad del otro tal, cual es.

Esto implica por tanto diálogo y ajustes que permitan respetar las
necesidades y características de cada persona, al tiempo que se
conserva y mejora la relación matrimonial.

Mediante este proceso de diálogo-aceptación la pareja entra a la tercera


etapa del matrimonio: la "etapa del amor verdadero". La
espiritualidad con la cual se enriquezca la pareja y la manera de ver al
ser amado son decisivos para el éxito de la relación matrimonial a
través de estos procesos de cambio.

Durante el matrimonio las parejas tendrán etapas muy románticas y en


otras los pondrán a prueba las desilusiones y los problemas,
circunstancias en las que tendrán que trabajar para resolver sus
problemas, tendrán que perdonarse los errores y trabajar en
reconciliarse.

La habilidad en el uso de las herramientas para la solución de conflictos


les será de gran utilidad. Pero con el tiempo, podrán experimentar que
su amor crece y su actitud será de fidelidad y de mayor compromiso.

Juan y Martha se levantan todos los días, desde que se dan los buenos
días toman la decisión consiente (libre del coctel químico) de amarse y
trabajar para entender su situación matrimonial y dedicarse a ofrecer lo
mejor de sí a la persona amada.
Sin duda tendrán momentos difíciles y no siempre van a estar de
acuerdo, van a hacer cosas que les lastimen: la familia va a crecer y con
ello vendrán muchos momentos gratificantes pero también desvelos,
apuros económicos y tiempos en que el uno o el otro van a querer salir
corriendo. Pero Juan y Martha se aman, se casaron para toda la vida,
hasta que la muerte les separe y por lo tanto trabajaran en su relación y
harán una decisión consciente de amarse y respetarse hasta el final de
sus vidas.

Matrimonios de 6 años y más


Por Alba Liliana Jaramillo

Armando y Carolina llevan 7 años de casados y hay momentos en los que sienten que no tienen
nada nuevo de qué hablar o que, por el contrario, toda su conversación gira alrededor de su hijo de
cinco años y ya no hay mucho de qué hablar como pareja.

Para que esto no suceda es importante tener en cuenta:

 La pareja no debe permitir que los hijos ocupen todos los espacios de encuentro que
deben seguir existiendo entre la pareja como salidas juntos, momentos
de intimidad, celebraciones de pareja, gustos de pareja, entre otros.
 Los hijos pequeños no deben dormir en la misma cama que sus padres, pues los padres
deben transmitirle a los hijos el sentido de intimidad de la pareja, donde cada
uno necesita un espacio privado y por lo tanto el hijo debe reconocer que el cuarto de los
papás es un espacio muy importante para los papás, el cual se puede compartir en el día
para actividades lúdicas, pero debe siempre dormir en su propio cuarto.
 A los seis años o más de la vida en pareja se pueden empezar a presentar momentos
de rutina y monotonía que deben ser transformados en momentos de esparcimiento
y nuevas formas de comunicación entre la pareja.
 Es importante continuar enriqueciendo su vida de pareja con actividades que les ayuden
a crecer y a fortalecerse, como Ejercicios Espirituales para parejas, talleres
de crecimiento interior para parejas, cursos para padres y demás actividades que les
permitan mantenerse firmes, para poder afrontar cada vez mejor las situaciones y crisis
que se les puedan presentar de aquí en adelante. Los sacerdotes y ministros encargados
de la vida familiar en cada parroquia puede informarles de retiros o actividades de
crecimiento. También pueden consultar en las oficinas de vida Familiar (Family Life) de
cada diócesis.
 El empezar a consolidar un grupo de parejas de amigos, que tengan intereses y sobre
todo valores y principios comuneses muy importante para mantener una red de
apoyo, que permita compartir diferentes experiencias y colaborarse en diferentes
aspectos.
 Es de esperarse que el diálogo y la confianza haya ido creciendo con la relación. Por
eso, no dejen pasar mucho tiempo para compartir con el esposo o la esposa, y sin que
suene a reclamo, los sentimientos de molestia, desagrado o inconformidad que hayan
experimentado, en cualquier aspecto de su vida en común. Eso les ayudará a mantener al
día el inventario de su comunicación y permitirá sentir que están
creciendo en conocimiento y confianza.
 El amor crece con detalles. Por eso no den por contado que su pareja los quiere o que le
han dado y expresado ya suficientemente su amor.
Sigan conquistando su afecto y confianza con detalles, con llamadas, con notas o
mensajes en el celular. A nadie le desagrada sentir que es aún amado y por el contrario,
puede ser la ocasión para recrear la relación.

El amor crece con detalles. Por eso, no den por contado que su pareja los quiere o que ya le han
dado y expresado suficientemente su amor.

 Por último, no dejen de rezar juntos. Ahora que ya se conocen mejor, saben que decirle
sí a su pareja es una compromiso más realista y profundo que el que se dijeron la
primera vez ante el altar. Aprovechen pues un aniversario para ir de nuevo a una misa o a
una capilla donde en la intimidad del altar puedan invocar de nuevo la gracia de
Dios que siempre asiste a quienes desean entregarse por amor, y repítanse de nuevo el
sagrado compromiso de seguir viviendo el uno para el otro.

Los videos de Abel y Angela e Ignacia y Salvador es un buen ejemplo de los retos y soluciones
para parejas en esta etapa del matrimonio. Véase también Espiritualidad del matrimonio y
las técnicas de solución de conflictos. Lecturas complementarias: J. Dominian, El matrimonio:
Guía para fortalecer una convivencia duradera. Ed. Paidos 1996; Alfons Van Steenwegen, Amor:
Palabra de Acción. Reglas de juego para la relación de pareja. Ed. Lumen, 1998; Geneviève Hone
y Julien Mercure, Las Estaciones de la Pareja, Ed. Sal Terrrae, 1996.

Altibajos en el camino: cuando la burbuja se rompe

Por Valentín Araya

Una simple mirada lo inicia todo. Esa primera mirada, ese primer contacto ocular con esa persona
tan especial, es el primer eslabón de una serie de acontecimientos en la vida de una pareja. Una
mirada que vuela como paloma mensajera, llevando un mensaje: "me gustas". Y esa mirada, que
correspondida casi al instante, responde con delicadeza "tú también me gustas".

A partir de ahí, dos vidas, la de un hombre y una mujer se encuentran, comienzan a acercarse, a
atraerse, a enamorarse, a amarse, a enlazarse, hasta quedar fundidas en una sola, el día de su
boda.

Ese día, adornado con ilusiones y delicadezas, alegrías y felicitaciones, música y poesía, baile y
celebración, envuelve a los novios en una burbuja de felicidad y armonía que les hace creer que la
felicidad y la realización permanentes han llegado a sus vidas.

Esa burbuja tan cómoda y gratificante que les ha elevado, junto con sus ilusiones y sus sueños, les
mantiene en el aire por un tiempo y luego se rompe y cae, algunas veces suavemente, otras veces,
bruscamente, haciendo despertar a la feliz pareja a una nueva realidad.

A partir de ahí, hay cambios por hacer, hábitos por cambiar, habilidades por aprender, situaciones
por resolver, cosas por aceptar y proyectos comunes por realizar. Todo matrimonio pasa por ese
proceso de transformación.
Toda persona necesita dejarse cambiar por el matrimonio para poder vivir en matrimonio. Las
resistencias al cambio sólo niegan a la pareja la posibilidad de ser feliz y le pueden llevar a
envolverse en situaciones difíciles y dolorosas que podrían llevarles al divorcio.

Toda persona necesita dejarse cambiar por el matrimonio para poder vivir en matrimonio

En otras palabras, los altibajos en el camino del amor existen, pero pueden ser la ocasión de
crecer y madurar en el amor. Por eso lo invitamos a que en esta sección considere los siguientes
temas:

 Qué hacer ante las desilusiones.


 Retos de la vida que las parejas hispanas afrontan, tales como vivir en un nuevo país o
cuidar de un cónyuge enfermo.
 El poder del perdón que puede liberar de dolores profundos y hasta llevar a la
reconciliación de la pareja.
 Cómo alimentar la pasión y el amor.
 Cuándo buscar consejería o ayuda profesional.

Las marcas de nuestros padres y nuestra cultura

Las muchachas y los muchachos inconscientemente


escogen como pareja personas similares a sus padres o
madres o a los hombres y mujeres con los cuales se
criaron.
Por Gelasia Márquez

Hay muchas teorías que tratan de explicar por qué elegimos y nos casamos con una persona
y no con otra. ¿Elegimos porque se parece a nosotros? ¿Elegimos porque es distinto que nosotros
y de esa forma nos complementan? La elección del compañero(a) es un proceso que ambas
partes van haciendo, la mayoría de las veces a un nivel inconsciente. Tal vez el primer
momento sea de una mera atracción física pero después, y según el grado de madurez de las
personas, algunas parejas se interesan realmente por saber si son compatibles, es decir, por
buscar los valores y características que comparten y que los pueden unir.

Ahora bien, cuanto más similitud existen en una pareja, más fuerte y mejor se establece la unidad y
la mutua valoración entre ellos. Pues, como dice la Teoría Social de la Validación cuanto
más coincidencia existe
en valores, criterios, expectativas e ideales que comparten los miembros de la
pareja, más se refuerzan la propia imagen y el propio valor de cada uno de ellos (Véase Valores
en Común).

La búsqueda de esta similitud es algo que, según estudios, cada uno de nosotros realiza de
forma inconsciente, pero regidos por los parámetros que traemos desde la niñez. Así, las
muchachas eligen un compañero cuya forma de ser sea “similar” a la de los hombres de
su casa, con los que se crió (padre, padrastro, hermano, primo, tío). De igual forma,
el muchacho elige a una joven “similar” a aquellas que le ayudaron a desarrollar su
definición de lo que es una mujer (madre, hermana, madrina, tía, prima).

Así mismo, las ideas acerca de las funciones y el papel que el hombre y la mujer deben
tener dentro de un matrimonio las recibimos de lo que el medio ambiente y las
tradiciones culturales nos enseñan al respecto. Por eso, cuando los miembros de una pareja
crecieron y se educaron en ambientes culturales distintos, el proceso de ajuste entre ellos les
supone más esfuerzo. Les exige que continuamente se pregunten entre sí el por qué de sus
actitudes y se vean obligados a discernir de común acuerdo qué tipo de rol van a escoger
dentro de su vida matrimonial.

El caso de Jennifer y Ángel, que pueden ver ilustrado en las viñetas Historias con un final
feliz, puede servirles de ejemplo.

Desafíos al verdadero amor conyugal


Dios creó al hombre y la mujer a su imagen y semejanza (Gen. 1:25). Y siendo que Dios es el amor
mismo, inscribió en la naturaleza del hombre y la mujer ese mismo amor divino. Por ello, el amor
conyugal verdadero, según el diseño de Dios requiere que tanto el hombre como la mujer se amen
el uno al otro con el amor de Dios, es decir, amando como Dios ama. El amor de Dios es un amor
que siempre busca el bien del amado, un amor que se da por entero, sin reservas, un amor que se
da porque quiere, no porque le obligan, un amor fiel y leal en todo momento y ante todos, y un
amor que da frutos de vida, alegría y paz.

Pero el mundo siempre presenta desafíos que buscan aniquilar el verdadero amor, que son
vehículos que tienen como fin destruir el plan de Dios para el matrimonio y por consiguiente, la
felicidad y santidad que son el propósito ultimo del matrimonio; particularmente el matrimonio de
una pareja que invita a Dios como centro de sus vidas, pues ellos son el reflejo mas claro del amor
de Dios en la tierra. Estos desafíos son no solo constantes sino persistentes, por ello hay que
tenernos presente y estar astutos como parejas para no caer en sus redes.

Un desafío que es evidencia tangible de que el amor conyugal no es verdadero es el egoísmo,


puesto que éste se puede considerar de alguna manera como la antítesis del verdadero
amor. Pues si el verdadero amor consiste darse totalmente y buscar siempre el bien de la persona
amada, el egoísmo es simple y llanamente buscar el bien propio, el propio placer, aun a expensas
de la persona amada. Por ende el egoísmo se manifiesta en conductas que buscan usar a la
pareja para beneficio propio. Podemos ver entonces que el egoísmo, más que desafío es un dardo
destinado a destruir el amor verdadero. Por ello es que del egoísmo nacen la mayoría de los
desafíos al verdadero amor conyugal. Veamos.

Del egoísmo nace el desafío de la infidelidad que ataca y en muchos casos destruye la pareja. La
infidelidad nace del egoísmo que mueve al infiel a gozar de un placer vano, pasajero y vacío de
todo compromiso y respeto a la pareja sólo por el propio placer. Es escoger el propio placer aun a
expensas de la dignidad y la felicidad de la pareja a la cual se le ha dado palabra de fidelidad y
lealtad, aun cuando éste pone en riesgo su salud física, emocional y espiritual.

De igual modo las adicciones, inclúyanse la adicción al alcohol, las drogas, el sexo (y su gran
aliada, la pornografía), que llevan a la persona humana a someterse y ser esclava de la necesidad
constante de recibir un momento de relajación y placer, aunque este dure poco tiempo y luego
tenga que recurrirse a repetir la conducta que produce esa pasajera gratificación. Esto todo a
expensas de la felicidad y tranquilidad de la pareja de aquella persona víctima y presa de la
adicción, pues su dependencia resulta en el rechazo y el maltrato al bienestar físico, emocional,
espiritual y económico de la pareja y la familia.

También el egoísmo es padre de otro importante desafío, la comunicación inefectiva. Y es que la


comunicación amorosa, respetuosa, empática y efectiva que es necesaria para el éxito del
matrimonio se basa justamente en enfocar nuestra comunicación en escuchar el sentir y las
necesidades del ser amado, más que en el demandar que se nos escuche, entienda y complazca
sin tener en cuenta el sentir y las necesidades de la pareja.

El egoísmo es también padre del individualismo que rige la propia vida buscando siempre ser el
centro de todo y que todo lo que se haga o se diga sea para sacar beneficio personal, y no el bien
del ser amado. También el hedonismo es hijo del egoísmo y en la cultura actual es un desafío
peligrosísimo que puede acabar con la vida del matrimonio. El hedonista es aquel que rige su vida
pensando que si algo le produce placer, pues lo hace, a expensas de todo y de todos. Estos son
solo algunos de los más importantes desafíos que enfrenta el amor conyugal y que pueden impedir
que la pareja disfrute de un matrimonio verdaderamente sano y feliz.

Pero la buena noticia es que si la pareja voluntaria e intencionalmente invita a Dios a ser el centro
y roca de sus vidas, y juntos así lo claman en su oración conyugal, el Espíritu Santo se derramará
sobre la pareja, purificará su amor, compromiso e intenciones, y les dará a ambos la fuerza para
sobrellevar y aun vencer todos los desafíos que el mundo les presente. Por ello es importantísimo
que la pareja se mantenga unida en oración y que unida frecuentemente reciba los sacramentos,
en especial la Eucaristía, que es la viva presencia de Dios en sus vidas y la fuente de gracia,
fuerza y bendición que ciertamente les hará que su amor triunfe sobre toda desafío que pueda
atacar su amor y compromiso. También le instamos a que alimente su matrimonio con los
recursos, reflexiones, videos y consejos que les ofrece www.portumatrimonio.org,
recordando siempre que con Cristo ¡somos más que vencedores!

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