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ESTIMULACIÓN TEMPRANA
INTRODUCCIÓN
Antecedentes históricos de la Estimulación Temprana.
La existencia del ser humano depende no solo de lo que trae consigo, sino también de lo que el
medio sea capaz de brindarle a través de los estímulos.
El término estimulación que tiene sus orígenes en brindar estímulos al niño pequeño es tan viejo
como el surgimiento de la humanidad.
Los estímulos en este ámbito pudieran considerarse todos aquellos que tienen un impacto sobre el
ser humano que producen en él una reacción, es decir, una influencia sobre alguna función y que
pueden ser de diferentes índoles externas, internas, algunas físicas, otras afectivas, Ejemplo:
mamar, una caricia, el silencio, una mirada, el dolor, el agua sobre la piel, el sol, la risa y la
sonrisa, un juguete, la tristeza, el frío. Todos los objetos y seres vivos constituyen estímulos.
La relación del niño con los estímulos del medio debe darse en un intercambio estricto, de ahí la
necesidad de una planificación estricta y no dejarla a la espontaneidad porque si en el momento
crítico de incorporación de un estímulo ha pasado, no será lo mismo brindar ese estímulo en otro
tiempo: la función se puede haber instalado de modo alterada, los sistemas funcionales en que ella
participa ya serán por siempre otros y pudieran originarse defectos o disminuciones en el
desarrollo.
La estimulación temprana de los niños con alguna discapacidad, aunque tiene un surgimiento
contemporáneo, sus primeros intentos pueden enmarcarse en las primeras décadas del siglo XIX
cuando Johann Heinrich Pestalozzi (Suiza) en su libro “De cómo Gertrudis educa sus hijos”
(1801) y Freidrich Fröbel en Turingia en cartas dirigidas a las mujeres de Keilhau, orientaban a las
madres para que organizaran la educación de sus hijos de una manera más consciente.
En el año 1843 el educador franconés Johann Baptist Graser recomendaba a las madres de niños
sordos de primera infancia la educación temprana del habla. Concedía una importancia
extraordinaria a la colaboración de las madres en la estimulación temprana, recomendaba que los
niños pequeños sordos vivieran su niñez en la casa paterna y no en la escuela para sordomudos
que se hallaba generalmente muy distante. El principio de la colaboración de las madres en la
estimulación temprana ha transcendido hasta la actualidad considerándose entre los indicadores
para lograr la efectividad de la misma.
En sus orígenes la atención estaba destinada a niños que presentaban una patología específica,
como por ejemplo, Síndrome de Down, progresivamente va ampliando sus alcances a niveles de
detección y prevención de situaciones de riesgo que pudieran incidir negativamente en el
desarrollo de los niños en la primera infancia, delimitando su franja poblacional a los menores
comprendidos desde el nacimiento hasta los seis años de edad.
A pesar de estos esfuerzos por parte de los educadores, la estimulación temprana solo se realizó en
casos aislados y no es hasta el presente que se generaliza en los diferentes países en el marco de
los Sistemas Educativos y de Salud. Las causas del desvanecimiento de estos esfuerzos pudieron
ser muchos, pero los más abordados por la literatura son:
Se creía que los niños discapacitados de primera infancia no estaban maduros para alcanzar
una educación sistemática hasta tanto no alcanzaran la edad escolar.
En el caso de los niños con discapacidad eran del criterio que sólo los profesionales
entendidos podrían obtener algún provecho.
Se desconfiaba de la capacidad de los padres, incluso de las madres para lograr algo en la
complicada educación de sus hijos discapacitados.
Actualmente se considera indispensable que los niños tengan igualdad de oportunidades desde su
nacimiento y puedan desarrollar todo su potencial desde los primeros años de vida. La
estimulación temprana es un componente más de la atención integral durante la infancia.
Desde su nacimiento y durante toda la vida, el niño transita por un proceso constante de
aprendizaje, pero es en los primeros 24 meses de edad cuando acumula más información, ya que
en un corto plazo debe adquirir la gran mayoría de las habilidades y destrezas para desarrollarse
plenamente como persona.
De la gran cantidad y diversidad de estímulos que el niño recibe, toma sólo lo que su madurez y
grado de desarrollo le permiten; los estímulos son todo aquello que provoca la reacción de alguna
de las funciones que los bebés están perfeccionando.
La idea de que el niño es receptivo a influencias externas es central en el desarrollo; sin embargo
la noción del impacto de tales influencias depende de las características del estímulo y del
procesamiento de la experiencia.
Manuel de Salas (1991) afirma que al nacimiento, la mayoría de los mamíferos están provistos de
un conjunto variado de mecanismos de adaptación que les permitirán sobrevivir en su medio. Sin
embargo el desarrollo completo de muchas de sus capacidades funcionales requiere
necesariamente de experiencia sensorial temprana.
Los momentos en que los eventos ambientales pueden ejercer una influencia reguladora sobre el
desarrollo se llaman “períodos críticos”. La duración de estos períodos de gran vulnerabilidad
cerebral es distinta para cada especie y en el ser humano comprende los dos primeros años.
Los períodos críticos son determinantes para el funcionamiento adecuado de los sistemas
sensoriales, así como para la ejecución de patrones de conducta compleja, de manera que la
alteración de una o varias modalidades sensoriales (por ejemplo: visión, audición, tacto,
propiocepción) o de la experiencia social en esta etapa de la vida, puede ocasionar alteraciones
funcionales irreversibles. Por esta razón se considera de importancia incluir en las consultas del
niño sano de 0 a 2 años de edad, una evaluación del desarrollo psicomotor grueso, fino, social y de
lenguaje, para así poder detectar cualquier alteración o problema y prevenir oportunamente,
aplicando técnicas de Estimulación Temprana.
El desarrollo del niño ocurre en forma secuencial, esto quiere decir que una habilidad ayuda a que
surja otra. Es progresivo, siempre se van acumulando funciones primero simples, después
complejas. Todas las partes del sistema nervioso actúan en forma coordinada para facilitar el
desarrollo, cada área de desarrollo interactúa con las otras para que ocurra una evolución ordenada
de las habilidades.
La dirección que sigue el desarrollo motor es de arriba a abajo, es decir primero controla la
cabeza, después el tronco. Va apareciendo del centro del cuerpo hacia afuera, primero controla los
hombros y al final la función de los dedos de la mano.
Desde el momento de la concepción, durante la vida intrauterina y después del nacimiento, el ser
humano realiza una evolución tan prodigiosa como fascinante, y en muchos aspectos sigue siendo
un misterio. La adquisición de la conducta de un individuo o de su desarrollo psicomotor, sigue las
mismas premisas del desarrollo en general, dependiendo tanto del crecimiento y maduración del
sistema nervioso, como de las interacciones del individuo con su entorno (estímulos). De la gran
cantidad y diversidad de estímulos que recibe el niño, éste toma solamente lo que su nivel de
madurez y grado de desarrollo le permiten. Tan estricto puede ser este intercambio, que si el
momento crítico de incorporación ha pasado, no será lo mismo brindar este estímulo en otro
tiempo; la función consiguiente ya se instaló con lo limitado que el ambiente y estímulo le hayan
permitido.
La Estimulación Temprana es un conjunto de acciones que tienden a proporcionar al niño sano las
experiencias que éste necesita para desarrollar al máximo sus potencialidades de desarrollo. Estas
acciones van a permitir el desarrollo de la coordinación motora, empezando por el fortalecimiento
de los miembros del cuerpo y continuando con la madurez del tono muscular, favoreciendo con
esto la movilidad y flexibilidad de los músculos, al mismo tiempo ayudará a desarrollar una mejor
capacidad respiratoria, digestiva y circulatoria del cuerpo. Otro de los beneficios que se obtienen a
través de la Estimulación Temprana, es el desarrollo y la fortaleza de los cinco sentidos y la
percepción.
Otra definición similar es la que nos proporciona la UNICEF (Fondo de Naciones Unidas para la
Infancia); “la estimulación temprana, es el conjunto de acciones tendientes a proporcionar al niño
las experiencias que éste necesita desde su nacimiento, para desarrollar al máximo su potencial
psicológico, logrando a través de la presencia de personas y objetos, en cantidad y oportunidad
adecuadas en el contexto de situaciones de variada complejidad, que generan en el niño un cierto
grado de interés y actividad, condición necesaria para lograr una relación dinámica con su medio
ambiente y aprendizaje afectivo”
Favorece también el desarrollo de las funciones mentales superiores como son la memoria, la
imaginación, la atención así como también el desarrollo del lenguaje. A nivel adaptativo,
desarrolla en el niño confianza, seguridad y autonomía.
Para que la Estimulación Temprana se pueda brindar con la cantidad, la calidad y la oportunidad
necesaria, es conveniente que previo a la definición del plan de ejercicios, se realice la evaluación
del desarrollo del menor de dos años, para que dicho plan sea acorde con la etapa en la que se
encuentre y así no estimular en exceso o fuera de tiempo, lo cual, podría ser nocivo para el
desarrollo de la niña o niño.
Aspectos básicos
La estimulación temprana fue creada para atender a niños con problemáticas específicas, como
accidentes, problemas, trastornos al nacimiento o que viven en medios sociales hostiles.
Desde 1861 Little identifico la relación entre el sufrimiento fetal durante el parto y la aparición de
numerosas anomalías físicas e intelectuales, observación que ha sido ampliamente confirmada, no
solo en el proceso de parto sino en la vida intrauterina, a tal punto que hoy se sabe que cerca de un
40% en los niños con problemas intelectuales orgánicos son debidos a lesiones producidas en el
periodo prenatal. De allí la importancia de una prevención oportuna y la necesidad de establecer
un diagnóstico y un tratamiento precoz para evitar y mejorar los estados producidos por estas
lesiones, incluso disminuyendo el afecto de las anomalías producidas. Hoy día la mayoría de los
investigadores están de acuerdo en que es necesario proteger y estimular adecuadamente el
organismo durante su periodo de crecimiento con el fin de prevenir daños en el desarrollo físico,
mental y social, particularmente en la edad en que el sistema nervioso central está en desarrollo y
es moldeable, plástico y fácilmente lesionable, pero también accesible a los estímulos, con lo cual
se lograría la potencialización máxima de las condiciones físicas y mentales del niño.
Antes se creía que estos programas debían efectuarse en centros específicos, pero al conocerse el
beneficio de su aplicación para todos los niños, hoy pueden realizarse en el hogar y en espacios
habilitados en las unidades de salud; la idea es capacitar a las madres en las intervenciones con sus
bebés, dentro de un entorno afectivo, cálido y placentero.
El simple hecho de bañar al bebé, cambiarle el pañal, sonreírle y platicarle mientras se desarrollan
estas actividades implica ya una estimulación.
La tarea del capacitador es mostrar y realizar junto con las madres algunos ejercicios probados y
validados de estimulación temprana para que ellas después los practiquen en cualquier lugar que
deseen, sobre todo en sus propias casas.
Una manera divertida y sencilla de relacionar a la madre con su hijo, siempre tomando en
cuenta que es él o ella quien marca el ritmo y los tiempos de la actividad
Una actitud positiva ante el desarrollo del bebé: siempre habrá que animarlo y, sobre todo,
creer en sus capacidades
Una herramienta para que el bebé aprenda a interesarse por las cosas, en principio por
aquellas que lo lleven a desarrollar sus habilidades (los móviles en las cunas favorecen el
desarrollo de la vista; la música ambiental, del oído y la tranquilidad emocional; los
juguetes con textura, el aprendizaje del entorno por medio del tacto, entre otros)
El comienzo de un desarrollo adecuado de las habilidades y personalidad del niño
Una serie de actividades que deben desarrollarse de manera constante, intentando que sean
divertidas y de interés para el niño (de aquí la importancia de la creatividad del capacitador
y la madre). Si no hay constancia en las actividades, el niño no se apropiará de ellas ni las
aprenderá
Un medio para que el niño alcance autonomía y seguridad, para que en un futuro pueda
prescindir de los adultos sin temor y con certeza
Se realiza en las primeras etapas de la vida y hasta los cinco o seis años de edad, pues es en este
periodo cuando se desarrollan las habilidades que llevarán a los niños a conformarse como
personas con plenitud en todas sus potencialidades.
Principales habilidades
Las habilidades que la estimulación temprana busca fomentar en los niños son el lenguaje, la
locomoción y el desarrollo psicológico y psicosocial (aprender a desarrollarse junto con los
demás).
Mediante estas habilidades el ser humano puede integrarse a su comunidad y desarrollar su vida.
Si se carece de alguna de ellas, se tiene que trabajar para desarrollar las demás y de ese modo
lograr un equilibrio que conduzca al sujeto a la integración con su medio social.
Debe propiciarse que el niño desarrolle el máximo de habilidades posibles, porque esto le dará
más herramientas para integrarse al mundo.
La Estimulación Temprana se puede llevar a cabo en el consultorio con un solo niño (cara a cara),
indicándole a los padres las actividades a realizar y los cuidados del niño (a). Dependiendo de las
necesidades del servicio, también es posible organizar grupos con auxiliares debidamente
entrenados, con niños de la misma edad.
Para que la Estimulación Temprana resulte favorable, es necesario que el personal de salud
(médico, enfermera, promotor, psicólogo) comprenda la importancia y los beneficios que tiene,
para que a su vez pueda sensibilizar y orientar adecuadamente a los padres o responsables del
cuidado de los niños y al personal comunitario.
De igual forma, el personal de salud deberá estar capacitado para evaluar el desarrollo normal del
niño de 0 a 2 años, y detectar oportunamente alteraciones o retrasos para referirlo a una consulta
especializada si fuese necesario.
El área física donde se lleven a cabo las actividades debe tener adecuada ventilación y
temperatura, así como buena iluminación.
Los factores de riesgo están agrupados en tres categorías: aspectos socio económicos, riesgo
perinatal y crecimiento y desarrollo.
Aspectos socioeconómicos: partiendo de que el medio ambiente en el que nace y crece un niño
fomenta u obstaculiza de forma directa el desarrollo, se consideran 5 factores en esta categoría:
características de la vivienda, tipo de familia, ingreso familiar, escolaridad de la madre, orfandad o
estado de abandono social.
Riesgo perinatal: En esta categoría se incluyen factores maternos, del parto y posteriores al parto,
que influyen directamente en la sobrevivencia de la niña o el niño, así como características del
propio menor que alteran su capacidad de respuesta a los estímulos del medio ambiente. En este
grupo se consideran un total de siete factores de riesgo, 3 de ellos maternos: enfermedad materna,
complicaciones en el embarazo, complicaciones en el parto, y 4 factores evaluados al nacimiento:
prematurez, peso al nacer, apgar y atención del parto por personal no calificado.
Crecimiento: Esta categoría considera tres indicadores antropométricos, 2 que permiten evaluar el
estado nutricional, peso/talla, peso/edad, y 1 que permite evaluar alteraciones en el desarrollo
cerebral: el perímetro cefálico.
Ante la presencia de alguno de estos factores, es indispensable dar seguimiento especial al menor,
adaptado con base a su evolución.
TEST DE APGAR
El Test de Apgar, es la primera prueba para evaluar a un recién nacido, se lleva a cabo en la sala
de alumbramiento inmediatamente después del nacimiento del bebé. Esta prueba fue desarrollada
por la anestesista Virginia Apgar en 1952 para saber lo más rápidamente posible el estado físico
de un recién nacido y para determinar cualquier necesidad inmediata de cuidados médicos
adicionales o tratamientos de emergencia.
Por lo general, la prueba se le administra al bebé en dos ocasiones: la primera vez, un minuto
después del nacimiento y la segunda vez, cinco minutos después del nacimiento. A veces, si el
estado físico del bebé resulta preocupante o y si el resultado de la segunda prueba es bajo, se
puede evaluar al bebé por tercera vez 10 minutos después del nacimiento.
Se utilizan cinco factores para evaluar el estado físico del bebé y cada factor se evalúa siguiendo
una escala del 0 al 2, siendo 2 la máxima puntuación posible. Los factores son los siguientes:
Los médicos, comadronas (parteras) y personal de enfermería suman las puntuaciones de estos
cinco factores para calcular la puntuación de Apgar. La puntuación que puede obtener un bebé
oscila entre el 0 y el 10, siendo 10 la máxima puntuación posible.
EL PERÍMETRO CEFÁLICO
El perímetro cefálico o perímetro craneal es la medida del contorno de la cabeza en su parte más
grande. Se mide utilizando una cinta métrica, que debe situarse sobre las orejas y por encima de
las cejas. Así, además de las medidas de peso y talla, el perímetro craneal es otro de los valores a
tener en cuenta para examinar el estado de salud del recién nacido.
En las revisiones pediátricas posteriores, la medida del perímetro cefálico del bebé será otro valor
a tener en cuenta para estudiar el estado de salud del bebé.
Un bebé recién nacido tiene un contorno craneal de aproximadamente unos 35 cm. Dicho
contorno, o perímetro, tiene al nacer la misma medida que el contorno torácico, aunque no hay que
descartar la posibilidad de que, en algunos casos, el perímetro craneal sea mayor al torácico. Este
paralelismo entre ambas medidas se mantiene durante el primer año de edad. De modo que al
cumplir el año, el perímetro cefálico de una niña tendrá un valor casi similar al torácico (entre 43 y
46 cm, por ejemplo).
En el caso de los varones, al año de edad, esta relación comienza a modificarse lentamente y se irá
viendo que el perímetro torácico empieza a ser mayor que el cefálico, un aspecto físico que es una
característica del varón.
Los bebés prematuros de 28 semanas tienen un perímetro cefálico de 25 cms; los de 32 semanas,
29 cms; los de 36 semanas, 32 cms y los de término tienen entre 33 y 35.5 cms aproximadamente.
Para el sexto mes de edad, el cerebro alcanza el 50% del tamaño del adulto y el perímetro cefálico
mide aproximadamente 44 cms; para el año de edad, el 60% y mide aproximadamente 47 cms y
para los 2 años, el 75% y mide aproximadamente 49 cms.
En todos los casos, la circunferencia de la cabeza debe estar relacionada con el tamaño del
bebé; por ejemplo, es probable que un bebé de estatura pequeña tenga la cabeza más pequeña que
uno más largo y viceversa. Durante el primer año, la cabeza crece aproximadamente 10 cms y
durante el segundo año crece sólo 2.5 cms aproximadamente. La circunferencia de la cabeza es
mayor que el perímetro del tórax hasta los 6 meses, pero menor después de esa edad.
La medición de la circunferencia de la cabeza constituye una parte importante de las medidas
rutinarias que se les deben practicar a todos los niños para detectar en forma temprana alteraciones
en su desarrollo. Es importante porque el tamaño de la cabeza refleja el desarrollo del cerebro y, si
el cerebro no se desarrolla normalmente, como puede ocurrir en niños con retraso mental, es
probable que su cabeza sea más pequeña de lo normal. La medición del perímetro cefálico
proporciona una medida indirecta del crecimiento cerebral.
Es importante que los médicos generales y las personas que cuidan a los niños en las instituciones
sepan identificar algunos de estos reflejos y verificar su normalidad y anormalidad. El tono
muscular y sus fluctuaciones son de vital importancia. Durante el primer trimestre de la vida del
niño existe un alto tono muscular por el cual los miembros superiores e inferiores se encuentran
flexionados; esta actitud cede en el segundo trimestre, cuando el niño se hace más flexible y en el
tercero y cuarto trimestre la flexibilidad aumenta proporcionando al niño un todo adecuado como
preparación para las etapas posteriores cuando el desplazamiento es importante.
Motor Grueso:
Posición flexionada: Observar al niño en reposo, conserva la postura de brazos y piernas
flexionadas, como tendiendo a conservar la posición fetal. Palpar tono muscular, al tocar,
observar si están duros, firmes o fláccidos, aún en la postura flexionada deben estar firmes
y blandos sin que caigan en la flaccidez. Observar los movimientos que pueden ser
generalizados y simétricos.
Motor Fino:
Succión - deglución: Se evalúa colocando cualquier objeto limpio entre los labios del niño
(a), su respuesta será chupar y succionar.
Sigue objetos con la mirada: Colocar un objeto de colores llamativos al nivel de los ojos
del bebé y moverlo suavemente de un lado a otro de su rostro, Observar que el bebé lo
mira y lo sigue.
Social:
Reacciona a los sonidos: Dar un aplauso cerca del bebé o hacer algún ruido fuerte.
Observar si se sobresalta o llora.
Lenguaje:
Llora por incomodidad: Preguntar a la mamá: ¿Llora cuando tiene hambre, cuando está
sucio, cuando hay cambios de luz?
Un mes de edad.
Motor grueso:
Sostiene cabeza en decúbito supino y ventral: Colocar al niño boca - abajo y observar que
levanta la cabeza con un ligero bamboleo.
De búsqueda: Se explora estimulando la mejilla con el dedo, el niño voltea la carita hacia
el estímulo.
De Moro: Se explora colocando al niño boca arriba, se toma de las manos o de la nuca y se
le levanta hasta que separe su cabeza de la superficie de apoyo, que debe ser blanda. Al
soltar súbitamente, es cuando aparece, consiste en la abducción y extensión simétrica de
brazos y las piernas con las manos abiertas, seguida por una flexión de los brazos.
Motor Fino:
Prensión palmar: Estando boca arriba y despierto, si se le coloca el dedo meñique en su
palma lo aprieta automáticamente para ambas manos.
Social:
Pedir a la mamá que le hable de cerca mirándolo a la cara y moviéndose suavemente
hacia la izquierda y hacia la derecha. Observar si el bebé la mira fijamente a la cara.
Lenguaje:
Emite sonidos para expresar placer: Pedir a la mamá que lo acaricie o le haga cosquillas
suavemente. Observar si hace algún sonido que no sea llanto (o preguntarle si ha
observado esto.
Motor Grueso:
En posición decúbito ventral, levanta la cabeza 45°: Colocar al niño boca – abajo y
observar que levanta la cabeza con un ligero bamboleo hasta cerca de 45 °.
Motor Fino:
Succión - búsqueda positivo: Se evalúan como ya se indicó anteriormente.
Social:
Sonríe frente a rostros familiares: Preguntar a la mamá si se sonríe cuando algún
familiar se acerca a platicarle.
Lenguaje:
Vocaliza (a-e-u): Pedir a la mamá que haga sonidos vocales de frente al bebé y observar si
los imita.
Tres meses de edad.
Motor Grueso:
Sostiene la cabeza sentado: Colocar al bebé sobre la mesa de exploración, ayudarlo a
sentar tomando ambas manos cuidadosamente, observar el movimiento de la cabeza, al
iniciar, la cabeza debe seguir al cuerpo, y no caer hacia atrás.
En posición prona levanta bien la cabeza: Colocar al niño boca arriba y observar que
levanta la cabeza con menos bamboleo.
Motor Fino:
Sostiene sonajero momentáneamente y explora sus manos: Al poner un objeto en
contacto con su mano, lo coge brevemente, para lo cual debe estar acostado boca arriba y
despierto. Observar si sigue el movimiento de sus manos con la mirada.
Social:
Sonríe ante situaciones placenteras: Preguntar a la mamá si ha observado qué le gusta a
su bebé y cómo sabe que eso le gusta, ¿Por qué sonríe?
Lenguaje:
Presta atención a voces conocidas: Preguntar a la mamá si lo hace.
Desarrollar la vista
Actividades psicomotoras
Poner al bebé boca abajo para que intente levantar y voltear la cabeza
Platicarle para estimular su oído y para que, al buscar el sonido, comience a fijar la mirada
en los objetos (con lo que también empezará a desarrollar la vista)
Acostarlo boca arriba y extenderle los brazos para habituarlo poco a poco a la sensación de
extensión, ya que durante los últimos meses en el vientre materno se acostumbró a tener el
cuerpo encogido por la falta de espacio; no debe preocupar si al principio los bebés brincan
o se sobresaltan al sentir que sus brazos y piernas se extienden
Practicar la extensión también con los puños de las manos: por naturaleza, el bebé los
tendrá cerrados, así que habrá que ir acostumbrándolo a abrirlos, hasta que poco a poco
tolere el sinnúmero de sensaciones que recibe a través de las palmas de las manos
Estimular la sensibilidad auditiva y cerebral: hacer que el niño escuche música suave y a
baja intensidad
El desarrollo del lenguaje en el bebé es un proceso amplio y complejo que busca el poder llegar a
establecer un medio de comunicación verbal, el cual se produce durante aproximadamente los
primeros seis años de vida, momento en el que más o menos el lenguaje es similar al de los
adultos.
Primer mes
Durante el primer mes de vida, los bebés emiten ciertos sonidos, como grititos, tose de vez en
cuando o incluso hipa (es decir, tiene hipo, para posteriormente emitir sonidos guturales (sonidos
que el bebé realiza en su garganta) y más adelante, ya comienzan a hacer sonidos similares a las
vocales.
Los bebés en esta no poseen lenguaje oral, pero eso no quiere decir que no se comuniquen; para
ello, emplean diferentes tipos de llanto para expresar sus sentimientos (hambre, sueño,
malestar…).
Los bebés comprenden bastante durante este primer mes de vida, ya que son capaces de responder
a sonidos fuertes frunciendo la frente y produciéndose cambios de ritmo en su respiración
(comprenden que hay un cambio en su entorno). Así mismo, como respuesta a una voz que les
tranquiliza, su llanto es menos intenso, llegando incluso a poder cesar. También se mueven,
sonríen o tienen una expresión más viva ante sonidos familiares, y en especial a la voz de su
madre.
Segundo mes
Es a partir del segundo mes cuando los bebés empiezan a disponer de señas lógicas para expresar
hambre, aflicción, placer… Así mismo, empiezan a emplear los sonidos “a”, “e” y “o” como
vocalizaciones de placer, además de comenzar a emitir los sonidos “j”, “k” y “g”. Es ahora
también cuando comienza a imitar movimientos casuales de abrir la boca y/o sacar la lengua.
Por otro lado, a nivel comprensivo se nota un gran avance, ya que responde a varios sonidos
(especialmente a la voz de la madre) cesando lo que está haciendo en ese momento. También
cambia la expresión de su rostro, hace que sus movimientos sean más lentos o gira ligeramente la
cabecita si hacemos un ruido suave cerca de él, sin que nos vea.
Es ahora también cuando logra prestar atención a las voces, mostrando un cambio en sus ojos
(busca a quien está hablando) y en su rostro (ya que se producen sonrisas), intentando localizar la
fuente del sonido.
Cuando le cantamos una canción o le hacemos caricias y le gusta, el pequeño mira, emite sonidos,
aumenta su actividad y esboza una sonrisa para hacernos ver que esa conducta le proporciona
felicidad y placer. Además, para comunicarnos este estado, y al no poder decirlo mediante
palabras, el bebé nos lo hace saber emitiendo sonidos vocálicos como “aaaaaa”.
Tercer mes
Ya al final del primer trimestre el pequeño empieza a usar hasta cuatro vocalizaciones abiertas
diferentes, como por ejemplo “aaaaaa” o “eeeeeee”, además de hacer vocalizaciones de hasta
cuatro sílabas diferentes usando como mayor frecuencia los sonidos “k” y “g” (del tipo
“kakakaka” o “gagagaga”).
Es a partir de este tercer mes cuando él bebe es capaz de atender a una persona que habla y realiza
algún tipo de gesticulación al menos durante un minuto de tiempo. Esto le permitirá poder
reaccionar de modo apropiado al tono de voz de la persona que habla o algunas de las expresiones
faciales que realiza.
Además, cuando se le está diciendo algo, responde mirando directamente al hablante; el pequeño
mira los labios y la boca de la persona que le habla, escuchándole y centrando su atención durante
un espacio de tiempo cada vez más prolongado.
Gracias a este proceso madurativo de las diferentes capacidades lingüísticas, será capaz de sonreír
en respuesta al que habla o protestar en respuesta a algunas acciones dependiendo si le resultan
agradables o no. También podrá responder vocalizando a la estimulación sonora, la conversación y
al contacto físico, vocalizando como respuesta a la presencia de sonidos.
ACTIVIDADES DE ESTIMULACIÓN TEMPRANA
(Parte 1)
Actividades de 0 a 28 días
Motor grueso:
Con ambas manos, utilizando las yemas de los dedos, efectuar un masaje circular sobre la
cabeza del bebé, ejerciendo ligera presión, procurar cubrir toda la cabeza incluyendo la
frente. Con ambas manos, recorriendo toda la cabeza del bebé, ir dando pequeños toques
con las yemas de los dedos simulando como si cayeran gotas de agua o como si se tocara el
piano en su cabeza procurar cubrir toda la cabeza incluyendo la frente y la región lateral
hasta sus oídos.
Ofrecer juguetes de un lado y del otro de la cara para que gire la cabeza.
Ayudar a controlar la cabeza acostándolo con el pecho apoyado en una toalla o cobija
enrollada (o sobre el vientre de la madre) mientras se le enseñan juguetes de colores
llamativos.
Mecerlo suavemente entre dos personas, acostado boca arriba sobre una sábana o mecerlo
sobre una hamaca.
Darle masaje en brazos y piernas, de los hombros a las manos y de los muslos a los pies.
Motor fino:
Colocar un dedo en la palma de la mano del bebé para que al sentir el contacto la cierre, se
puede colocar un sonajero para que lo sostenga brevemente.
Frotarle suavemente el dorso de la mano, para ayudarlo a dar palmaditas y a que acaricie
su rostro.
Social:
Lenguaje:
Pedir a los padres que le hablen con voz suave mientras le dan de comer, lo bañan o lo
cambian.
Imitar las vocalizaciones del bebé. Si el bebé hace sonidos como “a-aa”, repetir frente a él
lo mismo, exagerando un poco.
Un mes de edad.
Motor grueso:
Acercarle una hoja de papel y apoyarla suavemente en su rostro para que voltee por sí
mismo la cabeza.
Estando boca abajo, presionarle suavemente los costados de la columna, bajando desde el
cuello hacia la cadera y nunca en sentido contrario.
Motor fino:
En los momentos en que no duerme, y está en la cuna, colocar una barra con diferentes
elementos que le llamen la atención (de colores brillantes o que hagan algún sonido).
Fabricar un móvil y colocarlo al alcance de la vista del bebé, para que lo mire y agite sus
brazos.
No dejarlo sólo por mucho tiempo, colocarlo de manera que esté semi-sentado, y pasearlo,
para que mire y escuche a quien lo carga.
Mostrarle un objeto de color vivo, moverlo desde el lado izquierdo a la línea media, y
repetir el movimiento del lado derecho.
Social:
Hablarle de frente (cerca de su cara) y moverse hacia un lado y luego hacia el otro,
observando si le sigue con la mirada.
Lenguaje:
Motor grueso:
Colocar sobre el centro de la frente del bebé los dedos pulgares y con un movimiento
simultáneo deslizarlos hacia los lados ejerciendo ligera presión al efectuarlo.
Repetir el ejercicio anterior en las mejillas, colocando los dedos al lado de la nariz.
Siguiendo las indicaciones del ejercicio anterior, efectuar debajo de la nariz en los labios
partiendo del centro como si marcara los bigotes.
Efectuar el mismo movimiento en el mentón del bebé llevando los dedos pulgares en
forma circular siguiendo el contorno de la cara.
Tomar el pabellón de la oreja del bebé entre los dedos índice y pulgar suavemente, no
ejercer presión, y efectuar movimiento circular acariciando todo el pabellón.
Motor fino:
Colocar un dedo en su mejilla a la altura de su boca, para que el niño (a) lo busque y lo
succione.
Tomar las muñecas del bebé con sus pulgares en la cara anterior, y los índices en la
posterior, efectuar círculos con los pulgares ejerciendo ligera presión al efectuarlos y
deslizándolos por la muñeca en ambas caras.
Siguiendo los mismos lineamientos para el masaje en las muñecas, se continúa el ejercicio
dando masaje en las palmas y en el dorso de las manos.
Tomar con la yema de los dedos pulgar e índice uno de los dedos de la mano del bebé
desde su base y deslizar los dedos hasta la punta efectuando un movimiento de tracción al
final. Efectuar el mismo ejercicio con cada uno de los dedos.
Social:
Vestirlo cómodamente, dejando sus manos libres para no impedir las sensaciones que
pueda recibir a través de ellas.
Pedir a los padres que acudan a los llamados de atención del bebé (llantos y gritos) para
crear un lazo de confianza, comunicación y seguridad.
Lenguaje:
Motor grueso:
Hacer masaje de cuello, tórax y brazos colocando al bebé boca arriba con el tórax y brazos
descubiertos.
Tomar la cabeza del bebé colocando las manos a los lados de los oídos, permitiendo que
los dedos queden en las mejillas. Efectuar movimiento de derecha a izquierda y viceversa,
como si el bebé estuviese diciendo que NO, posteriormente efectuar el movimiento de
adelante atrás y viceversa como si dijera que SI.
Colocar una mano en el hombro del bebé cruzando el pecho, del hombro hacia el costado
opuesto, repetir con la mano contraria como si trazara una “X”.
Colocar las yemas de los dedos en el centro del pecho del bebé y deslizando los dedos
suavemente, trazar un corazón en el pecho del bebé; platicar con él y decirle cuánto se le
quiere.
Con una toalla áspera y brocha, recorrer inicialmente el cuerpo del bebé con la toalla,
friccionando ligeramente y nombrando cada parte “brazo, mano, pecho, pancita, piernas,
pies,” etc., posteriormente realizar lo mismo pero pasando la brocha, procurando hacer
“cosquillas”.
Motor fino:
Siguiendo los mismos lineamientos para el masaje en las muñecas, se continúa el ejercicio
dando masaje en las palmas de las manos y en el dorso.
Tomar con la yema de los dedos pulgar e índice uno de los dedos de la mano del bebé
desde su base y deslizar los dedos hasta la punta, efectuando un movimiento de tracción al
final. Efectuar el mismo ejercicio con cada uno de los dedos.
Social:
Pasear al bebé en brazos para que se sienta protegido, y sin obstáculos de visión para
introducirlo en el mundo.
Lenguaje:
Combinar otros sonidos (sonajas, música) con la voz de los papás para que vaya
distinguiendo las voces.
Hablarle de frente para que observe la boca; no importa lo que se le diga, lo importante es
que escuche la voz y dirija la mirada a quien le habla.
En esta etapa, es crucial que los reflejos que inicialmente se presentaban de forma simple y aislada
se vayan coordinando:
Atención temprana: se trata de las acciones que se llevan a cabo a nivel social, con
familias y/o con los niños con riesgo a sufrir un retraso en el desarrollo normal. Pueden ser
de tipo directo o indirecto.
Estimulación temprana: se trabaja con el niño y actúa sobre las 4 áreas del desarrollo del
bebé. Estas cuatro áreas serían la psicomotora, la comunicativo lingüística, la perceptiva
cognitiva manipulativa y por último el área de la autonomía e interacción social.
Cada día somos más conscientes de que el desarrollo del cerebro del niño no depende solamente
de su genética y que este desarrollo no viene dado con el nacimiento. Sino que se produce gracias
a cada experiencia brindada al bebé por su entorno. Para que las neuronas con las que nace el bebé
se activen y funcionen son necesarios gran cantidad y calidad de estímulos de todo tipo (sonoros,
visuales, táctiles, olfativos, gustativos y de movimiento). La mayoría de las nuevas conexiones y
circuitos neuronales se forman en los tres primeros años de vida. De aquí que la estimulación sea
“temprana”, su período de aplicación se extiende hasta los seis años.
Ésta es una de las razones por las que se realiza la estimulación temprana, para aprovechar el
momento adecuado en el que es posible incidir en el desarrollo cerebral de los niños. Pretendemos
enriquecer el entorno y las experiencias para lograr un mayor y mejor desarrollo del potencial
innato del niño.
La estimulación temprana puede utilizarse también como prevención. Es vital realizarla en casos
de riesgo como son los bebés prematuros o niños que hayan sufrido alguna lesión durante el
embarazo o el parto. En estos casos se pretende incidir en el desarrollo de forma que se eviten
posibles problemas futuros.
Para que una estimulación sea efectiva debe ser siempre repetitiva. Ha de realizarse un número
determinado de veces, a diario preferiblemente, y a lo largo de un tiempo recomendado para lograr
los efectos buscados. Por supuesto que los ejercicios que se realicen estarán enfocados y diseñados
para solucionar los problemas concretos de cada persona.
Existen diferentes métodos con sus propias técnicas para la estimulación cerebral. Pero todos ellos
comparten una base común que consiste en buscar la estimulación del sistema nervioso a través de
las únicas vías posibles: los sentidos.
Al igual que la naturaleza impone que sean los estímulos sensoriales el medio por el cual se
desarrolla y crece el cerebro, así podremos también incidir en el desarrollo del cerebro por medio
de estímulos adecuados e intensivos que logren una madurez que por sí sola no se ha dado. En los
métodos de reorganización neurológica los estímulos son principalmente de movimiento, pero
también son importantes los estímulos táctiles, auditivos y visuales.
Se habla mucho de la plasticidad cerebral de los niños pequeños, así ocurre que la estimulación es
mucho más efectiva y requiere menos esfuerzo en tiempo e intensidad cuanto menor es la edad.
Sin embargo, es posible seguir estimulando nuestro sistema nervioso toda la vida, y muchas de las
técnicas de estimulación cerebral se practican con adultos.
Nuestro comportamiento, nuestra capacidad de atención, cómo nos movemos y cómo nos
relacionamos con nuestro entorno dependen directamente de nuestro sistema nervioso y de su
estado de equilibrio y madurez. Cuando este estado no es el adecuado pueden surgir numerosos
síntomas que lo reflejan.
Los métodos tradicionales tratan y trabajan estos síntomas. Si un niño tiene problemas de
comportamiento trabajan su conducta entrenando al niño en nuevas habilidades para el control de
la misma. Si los problemas son atencionales, el niño recibirá un entrenamiento para mejorar su
atención. Si surgen dificultades en la relación con los demás, la psicoterapia se ocupará de
ayudarle… Y si tiene una motricidad fina o gruesa pobre, se trabajará la misma por medio de
ejercicios motrices. Estos métodos son importantes y suponen avances en las habilidades del niño,
pero trabajan solamente los síntomas, que pueden ser muy numerosos, y el trabajo lento y costoso.
Trabajan y observan al paciente “desde fuera”, enfocándose en las manifestaciones del problema,
sin buscar ni tratar las raíces del mismo.
Aunque las manifestaciones sean muchas y variadas, el problema puede ser único: una inmadurez
o lesión en el sistema nervioso (salvo en los casos en los que los síntomas se deban a trastornos
psicológicos o creados por tensiones provenientes del entorno del niño). Ocurre muy a menudo
que da la sensación de que todos los problemas se juntan en un solo niño… y nos preguntamos
cómo es posible… no nos damos cuenta de que no se trata de diferentes problemas, sino de uno
sólo con diferentes síntomas.
De esta forma, si un niño sufre problemas de atención, en lugar de trabajar con ejercicios que
entrenen su capacidad de atender por medio de fichas por ejemplo, lo que se hace son ejercicios
(principalmente motrices), que estimulan directamente las zonas cerebrales encargadas de regular
el estado de alerta en la persona, y por lo tanto su capacidad de atención. Realizando estos
ejercicios de forma intensiva y diaria, se logra una activación y maduración de estas zonas
cerebrales y por lo tanto, una mejora externa que se manifiesta en una atención adecuada por parte
del niño. Los síntomas cambian sin trabajar sobre ellos directamente puesto que se ha solucionado
el problema en su raíz.
Otro ejemplo serían los problemas de tono muscular, que normalmente se reflejan en una mala
psicomotricidad que afecta a los movimientos y habilidades del niño, incluida la escritura. Desde
el concepto tradicional se trabajarían las manos para darles fuerza y se harían ejercicios de
psicomotricidad para incrementar las habilidades motoras del niño en general. Sin embargo, si
consideramos que es el cerebro quien regula el tono muscular, podemos intentar estimularlo de
forma adecuada para que los síntomas de torpeza motriz desaparezcan. Así dejaríamos de trabajar
dedos, brazos, piernas… para realizar unos ejercicios muy concretos que hiciesen madurar las
zonas del sistema nervioso central que controlan el tono muscular.
Tratando el problema desaparecen o se alivian los síntomas, por ello es un trabajo en conjunto que
puede suponer la solución o paliación de varios síntomas a la vez.
La Terapia de Movimiento Rítmico son unos ejercicios basados en los movimientos que hacen los
bebés desde que nacen. Kerstin Linda, es una terapeuta corporal autodidacta fotógrafa de
profesión que observó los movimientos que hacían los bebés y según ello desarrollo una serie de
ejercicios rítmicos, con el fin de conseguir el desarrollo neurológico y motor y la estimulación que
los bebés consiguen a través de dichos movimientos. El Dr. Harald Blomberg al tener
conocimiento de que tenía éxito con niños y adultos con discapacidades neurológicas severas
decidió conocerla y tratarse. Sus resultados fueron muy buenos así que permaneció junto a ella en
la consulta observando y aprendiendo su metodología de trabajo. Fruto de este trabajo el Dr.
Harald Blomberg escribió el libro: “Helande Liv. Cuoiditas discendi, AB 1998”, que actualmente
sólo se puede leer en sueco.
El cerebro de los bebés es inmaduro y es la parte del tronco encefálico, la que se encarga de las
funciones más básicas, la que funciona correctamente mientras el resto de las partes del cerebro
trabajan solo en una mínima proporción. Cada minuto en la vida de un recién nacido se generan 4
´7 millones de conexiones nuevas. Este proceso se da gracias a la estimulación que el bebé recibe
a través de los diferentes sentidos, auditivo, táctil, kinestésico, visual,…siendo cogido, mecido,
tocado… pero también a través de los movimientos que el espontáneamente hace. Tales
movimientos se hacen en un cierto orden, de acuerdo a un programa innato. Así el bebé levantará
su cabeza, el pecho, reptara, gateará….Es importante que el bebé pase por todas las fases del
desarrollo pues si no habrá una inmadurez neurológica, habrá una parte del cerebro que no se
habrá desarrollado adecuadamente o que no habrá recibido la suficiente estimulación.
La TMR se basa en unos ejercicios rítmicos y suaves que se hacen tanto de forma activa como
pasiva y que consiguen mejorar el tono muscular o relajar las tensiones y espasticidades. Los
movimientos rítmicos del bebe hacen que las diferentes partes del cerebro se conecten
consiguiendo así una madurez cerebral. Con los ejercicios hay una estimulación vestibular que
incrementa el tono de los músculos extensores lo que propicia que él bebe aumente el tono
muscular y pueda levantar la cabeza y su tronco por ejemplo.
Esta terapia por si sola consigue la integración de los reflejos pero podemos conseguir la
integración de los mismos de una manera más rápida trabajando con ejercicios isométricos. Es
interesante poder trabajar estos ejercicios con los bebes pues así haremos una labor preventiva, y
ayudaremos al bebe en su desarrollo neurológico y motor.
Al principio el bebé vive en un medio acuoso dentro del útero materno donde se desarrolla y
después debe de comenzar a vivir por sí mismo. Para sobrevivir viene dotado de unos
movimientos automáticos dirigidos desde el tronco encefálico que son los reflejos primitivos.
Estos movimientos automáticos le permiten al bebé ayudar a descender por el canal del parto, o
succionar por ejemplo.
No obstante estos reflejos deberían tener una vida limitada y dar paso a los reflejos posturales
controlados desde partes superiores del cerebro. Lo que permite un desarrollo neurológico.
Si estos reflejos permanecen activos habrá una debilidad o inmadurez cerebral, y afectaran no sólo
a sus habilidades motoras gruesas o finas sino también a la percepción sensorial y cognitiva.
La integración de un reflejo supone la adquisición de una nueva habilidad, a veces lo que ocurre es
que no conseguimos que ciertos procesos se hagan de una forma automática y se hacen a través de
un esfuerzo continuo y consciente lo que lleva a un agotamiento prematuro.
El detectar si un reflejo no está integrado nos puede dar pistas sobre la causa del problema del
niño, pero si hay varios reflejos posiblemente estaríamos ante un retraso en el desarrollo
neurológico y lo que podemos hacer es crear un programa de ejercicios personalizado para
conseguir integrar estos reflejos no inhibidos.
Los bebés humanos hacen una serie de movimientos estereotipados durante su primer año de vida
que les permite su desarrollo. El Instituto de Neurología de Estados Unidos y de Suecia mantienen
que los patrones de movimiento específico ejecutados durante los primeros meses de vida
contienen en sí mismo un efecto inhibidor natural de los reflejos primitivos. Si estos movimientos
no se han hecho, o no se han hecho lo suficiente, los reflejos permanecerán activos. Pero podemos
darle una segunda oportunidad al cerebro a través de la práctica de un programa de ejercicios
personalizados. Cuando integramos los reflejos podemos observar resultados a nivel motor,
académico, coordinación mano-ojo e incluso emocional.
El tacto es uno de los sentidos más desarrollados de los recién nacidos, quienes reconocen el amor
y la seguridad en los brazos de sus padres.
Así, el masaje compone uno de los mecanismos para estrechar vínculos entre padres e hijos.
Cuando los bebés nacen, tienen una tensión muscular alta, que se ve cuando los brazos y las
piernas están encogidos. El masaje aparece entonces para relajar los músculos y ayudar a que el
bebé abra las manos y extienda sus extremidades como uno de los logros más importantes en esta
etapa.
Los beneficios del masaje pasan por la estimulación, alivio y relajación de un pequeño, hasta la
interacción y fortalecimiento del vínculo con los padres. Apoya los logros lingüísticos, pues
mientras la mamá realiza la rutina le habla y canta, ayudando a promover el desarrollo del
lenguaje.
Los padres, a través del masaje, tienen una mayor lectura de la información que está enviando el
bebé, entonces pueden suplir más rápido sus necesidades.
Consejos claves
Técnicas
El masaje Shantala dice que los movimientos deben ser de arriba hacia abajo y del centro hacia
afuera en cualquier parte del cuerpo. Cada vez que se llega a la parte inferior se levantan las
manos y se inicia en la parte superior.
Mientras se hacen los masajes, es importante decirle cosas positivas y aunque el bebé no entiende
el idioma, sí la intención. Cuando se llega a zonas pequeñas, como las manos, los pies y la cara,
se deben utilizar las yemas de los dedos.
Los expertos también recomiendan tomar una a una las articulaciones del bebé y hacer giros
suaves en ambos sentidos. Reuniendo este tipo de consejos los padres pueden descubrir qué le
gusta al bebé y responder a sus necesidades.
Cara, abdomen y espalda
Los masajes en la parte estomacal del bebé fortalecen el aparato digestivo, que por lo general en
los recién nacidos es algo inmaduro. De ahí que ayuda a que el sistema gastrointestinal funcione
de manera correcta, aliviando molestias como gases, cólicos y estreñimiento. El masaje va en
orientación con el sistema digestivo, en el sentido de las manecillas del reloj. En esta parte se
hacen movimientos circulares y otros de tipo lineal (vertical y horizontal).
La cara en los bebés de 0 a 6 meses se tensiona mucho, porque la alimentación se hace por
succión, provocando tensión en los labios y la comunicación la hacen a través del llanto, lo que
aumenta la presión en la musculatura. De esta forma, el masaje empieza con la relajación de labios
por medio del tacto, después se va a la frente y se hace como una integración entre las orejas y la
parte mandibular. La cabeza no se toca y no se utiliza aceite. La espalda, el eje del cuerpo, merece
un tratamiento especial porque recibe gran parte de la postura de los niños (acostado, sentado).
Con el masaje se le ayuda a aliviar la tensión. La idea es hacer movimientos ascendentes y
descendentes a los lados de la zona y no tocar la columna.
Para masajear las piernas del pequeño, la intención define los movimientos: pueden ir en línea
hacia el corazón o hacia el exterior; en este último caso, se utiliza para sacar tensión y todo lo que
va hacia adentro estimula y fortalece. En el caso de los brazos, estos se masajean de manera
similar a las piernas y lo que se busca es activar y relajar. En el pecho se guardan muchas
emociones. Así, la idea es abrir y aliviar tensiones. Cuando uno a masajea esta parte, los niños
lloran, pero no de dolor sino de alivio. Los movimientos deben hacerse como abriendo la zona.
CUESTIONARIO
1- Haga una síntesis de la biografía y aportes de: Carl Wernicke, Johann Heinrich
Pestalozzi y Freidrich Fröbel.