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4 de octubre de 2017
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Los millenials, como se conoce a los menores de 30 años, egocéntricos, muy listos y
preparados académicamente que nacieron bajo el paraguas de la prosperidad económica,
como los silueteó en 2012 Valerio Moreno en el diario monarquista español ABC, tienen el
conocimiento y recursos tecnológicos de la generación rupturista del ’68 que tanto hizo
por acelerar el desgaste del sistema político y abrirle la puerta a sangre y balas a la
democracia, y la capacidad de organización de la que carecieron los jóvenes de la sociedad
civil de 1985, de la cual el sistema cooptó a sus líderes y los incorporó a la política. Esta
generación tiene urticaria por los políticos y, por definición, se separan lo que más pueden
de ellos.
Lo que no saben lo investigan y reclutan a quien tenga la experiencia para llevar a cabo lo
que pretenden, pero bajo un principio ético y político: transparencia y rendición de
cuentas. Para muchos de esa generación, esto se encuentra en las antípodas de lo que
hacen los gobiernos. Son apartidistas y su principal motivación es construir algo que
perdure, fuera de los causes institucionales. Su actitud evoca –quizás casuísticamente- las
ideas del sociólogo y filósofo polaco Zygmunt Bauman –que murió en enero pasado-,
quien construyó el concepto de Modernidad Líquida, que busca el cambio dentro de la
vida social moderna.
rrivapalacio@ejecentral.com.mx
twitter: @rivapa