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Está compuesta por 15 estaciones que agrupan a 23 estatuas de tamaño natural, excepto la
última que mide unos 11 metros de altura incluida su base. Y para facilitar el acceso se ha
construido una playa de estacionamiento en la falda del cerro, casi a mitad de camino, hasta
donde se puede llegar, por tanto, en automóvil. A partir de allí, hay graderías labradas en la
roca o asentadas con cemento.
Verdaderas obras de arte, las estatuas han sido trabajadas por el escultor Juan Ancajima
Rumilche, un piurano de Ayabaca que llegó milagrosamente y en el momento preciso
buscando trabajo.
Los mochicas dejaron una enorme cantidad de información acerca de sus creencias y
rituales en sus detallados dibujos y esculturas. Uno de los más complejos diseños representa
el entierro ceremonial de un individuo de gran importancia. Los entierros representados
parecen ser los que hemos encontrado San José de Moro puesto que muchos de los ejemplos
que conocemos de este dibujo proceden de San José de Moro y en 1992 encontramos dentro
de la gran tumba de una Sacerdotisa, un ceramio con esta representación. El dibujo coincide
en muchos aspectos con la tumba misma.
HACIENDA TALAMBO
Su construcción data desde fines del siglo XVI, siendo sus propulsores
destacados empresarios lambayecanos. La chimenea aún casi intacta fue
construida en 1888 por Enrique Meiggs, quien compró la Hacienda Lurifíco a
don José Balta en 1866 por la suma de 300 mil pesos. Otra empresa que
también explotó la hacienda Lurifíco fue la compañía inglesa Peruvian-Sugar,
que logró triplicar el área de cultivo.
Lurifíco fue por unos días, sede del Cuartel General del libertador Simón Bolívar
en el recorrido que realizó de Lambayeque a Trujillo. Bolívar detuvo su marcha
en este acogedor lugar para aprovisionarse de víveres y como parte de su
estrategia.