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V VEJEZ

Realidad y perspectivas
en Colombia
Ligia Echeverri Angel, nacida en
Medellin, socióloga y antropóloga de
la Universidad Nacional de Colom­
bia, es Profesora Titular y Maestra
Universitaria de la misma. Especiali­
zada en Vivienda y Planeamiento
Urbano y Regional y en Derecho de
Familia, temas en los cuales ha reali­
zado múltiples investigaciones y pu­
blicaciones, entre las que se destacan
recientemente: La Fam ilia ante la Ley ;
La F a m ilia de H e ch o en C o lo m bia y
A n tro p o lo g ía y F a m ilia . También ha
sido profesora investigadora del
CINVA (O EA) y de la Universidad de
Notre Dame (USA).
Su experiencia académico-adminis­
trativa ha sido fundamentalmente en
la Universidad Nacional de Colom­
bia, donde se ha desempeñado como
Directora del Departamento de An­
tropología; Decana de la Facultad de
Ciencias Humanas; Vicerrectora de
Bienestar Universitario y Asesora de
Rectoría en dos ocasiones. N o obs­
tante, también ha ejercido la cátedra
de postgrado en otras universidades:
Andes, Externado, Javeriana, Ponti­
ficia Bolivariana de Medellin, Univer­
sidad del Valle y Universidad de
Cartagena.
FAMILIA Y VEJEZ

Realidad y perspectiva en C olom bia

LIGIA ECHEVERRI ANGEL

SEGUNDA EDICIÓN
Investigación Financiada por
C olcien cias y U n iv e rsid a d Nacional de C olom bia
© L ig ia Echeverri A n g e l, Prof. Titular ti. N.
Diseño de Carátula
Ed icion es del Com ún
Diagram ación y Revisión de Textos
M ultiletras Ed itores Ltda.
Impresión 2a. edición
Tercer M u n d o Editores
Santafé de Bogotá, Colombia, junio 1994
A Virginia G utiérrez de Pineda,
mi m aestra y cóm plice en el cam ino d e la vida.
INTRODUCCION

Fam ilia y vejez es el resultad o de una in v e s tig a c ió n pa ra e x a m in a r la m a g ­


n itu d d el c a m b io d e m o g rá fic o c o lo m b ia n o y sus im p lic a c io n e s p a ra la p o ­
lítica s o c ia l y p ara el sistem a de se gu rid a d s o c ia l d el país.

En él se d e scrib en y ana liza n los ca m b ios en la estru ctu ra p o b la c io n a l, su


e v o lu c ió n y sus efectos s o b re las p o lític a s so cia le s y s o b re el sistem a de
s e g u rid a d s o c ia l y se p resentan a lg u n a s p o lític a s rela cion a d a s c o n la p o ­
b la c ió n vieja para te n er un p u n to de referencia in te rn a cion a l.

El análisis de las p o lític a s d e in s titu c io n a liz a c ió n de las p ers on a s viejas en


C o lo m b ia d e p a rá m e tros para su ev a lu a ción , c o n el fin de a d ecu a rla s a las
nuevas realidades fa m iliares y socia les del p aís y a las e x p e cta tiv a s d e una
p o b la c ió n en v e je cie n te q u e recla m a m a y o r a u ton o m ía , p e ro q u e re q u ie re
una a te n c ió n especializada.

Tam bién se en u n cia n los ca m b io s en la estru ctu ra fa m ilia r c o lo m b ia n a , las


nuevas tip o lo g ía s fa m iliares y su din á m ica , p a ra en te n d e r las m o d ific a c io ­
nes operada s en la res p on s a b ilid a d del c u id a d o de los viejos p o r p a rte de
las nuevas g e n e ra cio n e s y en el p a p e l q u e la n ueva fa m ilia a s ig n a a los
abuelos. Esto s ig n ifica que, desde nuestra visión, el análisis de la tra n sfor­
m a c ió n fa m ilia r es esen cia l para c o m p re n d e r la rea lid ad de la vejez de h o y
y del fu turo.

La in c id e n cia de la s o c ia liz a ció n en el c a m b io d e los p a tro n e s d e c o n d u c ta


fa m ilia r y la m anera c o m o éstos afectan el status d el v ie jo en la s o cie d a d
c o lo m b ia n a actual, da elem en tos a d icion a les p a ra e n te n d e r la c o n fig u ra ­
c ió n d e la im a ge n y de los estereotipos so b re el p ro c e s o de e n v e je c im ie n to
y s o b re la vejez, p e ro ta m b ié n p a ra p r o p ic ia r ca m b io s e d u c a tiv o s q u e p er-
m itá n tra n sform a r la uisión n ega tiva y p esim ista q u e se tiene de estas re­
alidades.

La d e s c rip c ió n de las a ctitu d e s sociales, e c o n ó m ic a s y cu ltu ra les a n te el


e n v e je cim ie n to , a sí c o m o las características ideales, el ré g im e n de vid a de
los viejos del país, su vida cotid ia n a y sus a ctiv id a d e s nos p e rm ite n d ib u ja r
un p e rfil c u ltu ra l de los viejos colom b ia n o s. D e la m ism a m anera, la p res en ­
ta ció n del tra ta m ien to s o c io c u ltu ra l da do a estos viejos ta n to p o r la fa m ilia
c o m o p o r la s o cie d a d d ib u ja n el sen tid o del respeto, la ob e d ien cia , la e x p lo ­
ta ció n o el a b a n d o n o a q u e se ven som etid os. Su c o n fro n ta c ió n c o n la nor-
m a tiv id a d existen te en la leg isla ción , señala la dista n cia en tre la ley y la
rea lid a d s o c ia l y la ca ren cia de una sólid a p o lítica g e ro n to ló g ic a .

El tra ta m ie n to q u e se da a la rela ción socied a d -cu ltu ra y vejez a través d el


an á lisis d e l tra bajo, la relig ión , la p o lític a , la recreación, la c o m u n ic a c ió n ,
la sa lu d y la c o m u n id a d , m uestra facetas o cu lta s de esta p ro b le m á tic a qu e
tie n en g ra n im p o rta n c ia para el d iseñ o y o rie n ta c ió n de p ro g ra m a s desti­
n a d os a “m e jo ra r la ca lid a d de v id a " de la p o b la c ió n vieja d el país.

El ú ltim o tem a tra tad o re c o g e algu n a s reflexiones y su g e ren cia s; sintetiza


las ca ra cte rística s de la p o b la c ió n ob je to de estudio, los tipos de viejos qu e
viv en en el país, la p o lític a s o c ia l y las p rop u estas d e c a m b io en cu a n to a
estrategias e c o n ó m ic a s y so cia le s para p o lítica s se ctoria le s alternativas.

F in a lm e n te se in clu y e n dt+s anexos. El p rim e ro sob re m e to d o lo g ía q u e tiene


c o m o o b je tiv o m ostra r el p ro c e s o de in v e s tig a ció n y el v ín c u lo entre in ves­
tig a c ió n y d o c e n c ia im p u ls a d o p o r la carrera de a n tro p o lo g ía de la U n iv e r­
sid a d N a c io n a l. Y el s e g u n d o so b re dietas, ideas y creencia s a lim en ta ria s
d e la p o b la c ió n vieja que, a u n q u e bastante in com p leto, es un e je m p lo ta n to
de la d iv ersid a d cultura l, c o m o de la tendencia a la h o m o g e n e iz a c ió n de­
b id a a la u rb a n iz a ció n y a la p a u p e riza ció n de la p o b la c ió n senescente.

La versión q u e se p u b lic a es una síntesis corregid a de los in form es p re lim i­


nares p u b lic a d o s en los cu a d ern os 21 y 22 del D e p a rta m e n to de A n tr o p o ­
lo g ía ya agotad os, para a ten d er a la dem anda de m ateriales so b re un tem a
a ún d e s c o n o c id o p o r los a ca d ém ico s y s o b retod o p o r la o p in ió n p ú b lica .
La in v e s tig a c ió n q u e la sustenta, fue realizada con el a p o y o fin a n c ie ro de
C O L C IE N C IA S , en tid a d c u y o o b je tiv o es im p u lsa r el d e s a rro llo c ie n tífic o y
te c n o ló g ic o de C olo m b ia . E sp ecia l a g ra d e cim ie n to a esta en tid a d y a los
d ire ctivos , profesores y estudiantes d el d e p a rta m e n to de A n tro p o lo g ía de
la U n iv e rs id a d N a c io n a l q u e la h icieron posible.
1

Aspectos estadísticos y dem ográficos


de la vejez en Colom bia

¿ C u á n d o c o m ie n z a la v e je z e n lo s in d iv id u o s ?

Resulta difícil establecer exactam ente en qué m om ento com ienza la vejez.

En Colombia Guillermo Marroquín (1980) elaboró la primera clasificación de la


vejez con criterios biológicos, sociales y psicológicos, con base en la cual señala
que la edad de los abuelos, o tercera edad, se inicia a los 49 años y se subdivide
en:

a) Vejez activa: de 49 a 63 años. Caracterizada por el climaterio masculino, seni­


lidad manifiesta, descalcificación, osteoporosis, catarata, bronquitis y enfisema.

b) Vejez hábil: de 63 a 70 años. Caracterizada por atrofia mandibular y de los senti­


dos, cansancio y fatiga, ecuanimidad, tranquilidad aparente, experiencia.

c) Vejez pasiva: de 70 a 77 años. Caracterizada por claurosis vulvar, sequedad


de las mucosas, disminución de la estatura, arco córneo senil, insomnio,
anemia, repite anécdotas y da consejos, depresión.

La edad de los bisabu elos o cuarta e d a d 1, se inicia a los 77 añ os y se


subdivide en:

a) Senectud probable: entre 77 y 84 años. Caracterizada por m ano tem bloro­


sa, pasos cortos, hipertrofia prostática, sedentarismo, cam bios de carácter,
sensibilidad al frío.

b) Senectud posible: entre 84 y 91 años. Caracterizada por diverticulosis,


dificultad para la marcha, anorexia, productividad reducida, minusvalía, de­
mencia senil, fibrosis pulmonar.

c) Senectud excepcional: entre 91 y 105 años. Caracterizada por invalidez


relativa, somnolencia, senectud creciente, incontinencia, pérdida progresi­

1 Marroquin, 1980.

9
va de la co n c ien c ia , p lu rip atologia, cron icidad, caq u exia , m a rasm o y ba­
beo.

Esta clasificación está enmarcada dentro de los conceptos evolución-involu-


ción. Para Marroquín, hasta los 50 años prima el proceso evolutivo y de ahí en
adelante se inicia el involutivo.

C om o el envejecim iento individual es un fenóm eno de iniciación espontánea


sin la m ediación de trastorno específico y com o hay una asincronía en el desa­
rrollo de las manifestaciones del envejecimiento, entre sí y entre los distintos
órganos, resulta difícil fijar el comienzo de este proceso. Por consiguiente, no es
disparatado asumir la hipótesis de que el envejecimiento existe desde el m o­
m ento que hay vida celular, aunque resulta más práctico postular su iniciación
tras alcanzar el organism o el grado óptim o de vitalidad, aproximadamente a los
50 años de edad.2

Teniendo en cuenta los criterios mencionados, se adoptó en este trabajo com o


parám etro de iniciación del proceso de envejecimiento, la edad de 50 años.

E n v e je c im ie n t o d e m o g r á fi c o

Las sociedades, a diferencia de los seres vivos individualmente considerados,


no envejecen sim plemente con el paso de los años. Una sociedad envejece
cuando se producen cam bios en la estructura por edad de su población, de tal
form a que se incrementa el porcentaje de personas mayores en relación con
otros grupos etaríos, com o efecto del descenso sostenido de las tasas de fecun­
didad y de la disminución de la mortalidad. El proceso de transición de una
sociedad “jo ven ” a una “adulta” y de ésta a una “vieja” ocurre no sólo porque
hay personas que viven más, ni porque hay menor mortalidad. El envejecim ien­
to d em ográfico se da cuando todos estos factores se combinan.

En consecu en cia, el con cepto de “ en vejecim ien to d em o g rá fico ” em erg e de


los cam bios que provocan, en la estructura de edades de la población, las cua­
tro fases de transición dem ográfica que em plean los expertos, a saber:

Prim era fase: bajos y relativamente constantes niveles de incrementos debidos


a la prevalecencia de valores altos y constantes de fecundidad y mortalidad.

S e g u n d a fase: aceleración del crecim iento- explosión dem ográfica, resultado


de disminución sostenida de la mortalidad a la par de una tendencia más o
m enos constante de elevados niveles de fecundidad.

2 Beier, K m ent, 1985.

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Tercera fase: descenso de la fecundidad que reduce el ritmo del increm ento
dem ográfico, tendiendo a estabilizarlo.

C u a rta fase: estabilización de niveles bajos y relativamente constantes de m or­


talidad y fecundidad.

Las sociedades que experimentan este proceso de evolución poseen estructu­


ras envejecidas, las que están en fases intermedias poseen estructuras jóvenes
o adultas.3

De lo anterior se infiere la combinación de situaciones que han caracterizado la


experiencia de los países más desarrollados, es decir, la de un envejecim iento
dem ográfico desde la base, debido a la tendencia secular de una fecundidad ya
baja y estabilizada, y creciente en la cúspide de la pirámide de edades, a causa de
la prolongación de la longevidad. América Latina ha sufrido cambios en las tenden­
cias demográficas, com o se observa en las proyecciones elaboradas por las Na­
ciones Unidades (1981), que permiten hacer com paraciones con otras regiones
del mundo y diferenciar países y regiones, para tener una ¡dea global de los distintos
estadios del envejecimiento demográfico y prever la magnitud de los cambios que
afectarán al subcontinente en las próximas décadas. Ver Cuadro 1.

E n v e je c im ie n t o d e m o g r á fi c o en A m é r ic a L a t in a

La información disponible sobre algunos com ponentes de la dinámica dem o­


gráfica en A m érica Latina, permite ver algunas características del fenóm eno de
envejecimiento, incipiente en algunos países y áreas y claramente establecido en
otros. Entre ellos se destaca el aumento de la esperanza de vida al nacimiento,
que a m ediados de siglo se situaba en el centro de las diferencias de los valores
correspondientes registrados en países y regiones más desarrolladas, posición
que se mantiene al inicio del siglo XXI, debida al descenso de la mortalidad
infantil en los años treinta.

La tendencia a la mayor longevidad es generalizada en Am érica Latina y se


advierte tanto una reducción de las disparidades extremas, c o m o una amplia­
ción de países que superan una expectativa de vida al nacimiento, de 60 años.
En efecto, a m ediados del siglo Haití exhibía el valor mínimo (38.9) y Uruguay
el m áxim o (69.4), con diferencias de más de treinta años, en tanto que en la
actualidad las diferencias entre Bolivia (53.4) y Puerto Rico (74.6) apenas llega
a 22 años. Los estudios sobre Am érica Latina señalan que 14 de ellos, incluidos
algunos del Caribe y Centroamérica, superan los 70 años, los dem ás los 60 y
sólo Bolivia y Haití muestran expectativas inferiores.4

3 Hildebrando A raica-C onferencia, 1988.

4 U n ite d N a tio n s W o rld P o p u la tio n P ro s p e c ts . En: P r o je c t io n s a n d E s t im a t e s a s A s s e s s e d


In 1 9 8 2 . N. York, 1985.
CUADRO 1

P R O P O R C IO N D E P O B L A C I O N D E 6 0 A N O S Y M A S P A R A E L A Ñ O 2 0 0 0
(p o r 1 .000 h a b it a n te s )

R e g ió n y p a ís A ñ o 2.000
M u n d ia l 94
R e g io n e s m á s d e s a r r o lla d a s ( a ) 182
R e g io n e s m e n o s d e s a r r o lla d a s ( b ) 71
E u rop a 181
E u r o p a N o rte 194
D inam arca 196
Finlandia 180
N oru e g a 185
Suecia 208
R eino U nido e Irlanda 199
E u r o p a O c c id e n t a l 203
B élgica 192
Francia 187
E u r o p a O rie n ta l 182
S u r d e E u ro p a 161
A m é r ic a d e l N o rte 160
E stados U nidos 161
A m é riq a L a tin a 68
A m é r ic a d e l S u r 73
A rgen tin a 144
Bolivia 58
Brasil 67
Chile 99
C olom b ia 60
U ruguay 162

a ) Inclu ye A m é rica del N orte, Japón , Europa, Australia, N ueva Zelanda y Ex-URSS.
b) Incluye A frica , A m é rica Latina, China, Este del Asia, Sur del Asia, M elanesia y
Polinesia.

F ue nte: N a c io n e s U n idas. C e n tre fo r S o c ia l D e v e lo p m e n t and H u m a n ita ria n A ffa irs. B u lle tin O n A g ig , Vol. VI, N.
1, 1981.

Am érica Latina mantuvo hasta la década del 60 una elevada y relativamente


constante fecundidad, superada sólo por el continente africano. Desde en­
tonces, el descenso de la fecundidad se ha generalizado por países, y dentro de
éstos, por sectores geográficos y estratos sociales. Para principios del siglo XXI
se estim a que 20 de los 30 países y territorios de la región, tendrán una tasa de
fecundidad equivalente a m enos de 3 hijos por mujer que termine su período

12
fértil. Tal tendencia acercará a algunos países a su nivel de reem plazo en m a­
teria de reproducción y determinará su potencial crecimiento (Argentina y Uru­
guay), mostrando mayores transformaciones en sus estructuras de edades y
poblaciones más envejecidas.

De acuerdo con las tendencias en mortalidad y fecundidad analizadas y proyec­


tadas por las Naciones Unidas, Am érica Latina experim entó un rejuvenecimien­
to en la cúspide de la pirámide de edad entre 1950 y 1975. A partir de este año
y con la generalización del descenso de la fecundidad, se advierte un incipiente
envejecimiento dem ográfico, tanto desde la base com o en la cúspide de la pi­
rámide, proceso que se acentuará, según las proyecciones, hasta el año 2025
cuando 1 de cada 8 habitantes de la región tendrá 60 o m ás años. Dadas las
características de este proceso, la carga de dependencia, es decir, la relación
entre personas en edades potencialm ente inactivas desde el punto de vista eco ­
nóm ico (m enores de 15 años y mayores de 59), y aquéllas en edades poten­
cialmente activas (entre 15 y 59 años), que era de 85% en 1950, descendió a
81% en 1985 y se reducirá a 69% en el 2000 y a 62% en el 2025.5

Las transformaciones en la estructura de edades de los países y territorios lati­


noam ericanos señala claras tendencias del proceso de envejecim iento dem o­
gráfico, con una mayor carga de personas de edad, que es com pensada por
una menor carga de jóvenes. Para la década 1975-1985 sólo el Este Asiático
registró una tasa de crecimiento superior a la de A m érica Latina, pero entre
1985 y el año 2025, se estima que la tasa de crecimiento de esta población en
Am érica Latina será la más alta del mundo.

La transformación en la estructura de mortalidad según la causa, muestra una


relativa disminución de muertes por enferm edades infectocontagiosas y para­
sitarias, pero aumento de defunciones por enferm edades cardio y cerebro vas­
culares, del sistema genitourinario, tumores malignos y muertes violentas, lo
cual está asociado con el incremento en la esperanza de vida al nacimiento.
Más gente sobrevive a los riesgos de mortalidad en la niñez, alcanza edades
adultas y llega a la vejez, pero la calidad de ese m ayor tiem po vivido no tiene
com paración con la que se observa en términos generales en países desarro­
llados. De todas maneras, las perspectivas de crecimiento del número de per­
sonas mayores de 60 años en países latinoamericanos, donde se proclam a la
salud com o un derecho para todos, pero donde la atención amplia y oportuna

5 Peláez C ésar y A rg ü ello Om ar. E l e n u e je c im ie n to d e la p o b la c ió n en A m é r ic a L a tin a , te n ­


d e n c ia s d e m o g rá fic a s y s itu a c ió n s o c io e c o n ó m ic a . En: N o t a s d e P o b la c ió n , A ñ o X, N o .30,
Centro L a tin o am erican o de D em ogra fía , S a n tiago, diciem bre de 1982.

13
suele limitarse a personas de estratos socioeconómicos altos, exigirá a corto plazo
recursos y personal especializado para atender la incidencia y la prevalencia cre­
cientes de enfermedades crónicas y de otras que demandan largos períodos de
hospitalización, especialistas en geriatria, equipo y tecnología modernos para tra­
tamiento y diagnóstico y una infraestructura que actualmente no tienen los paí­
ses de la región.

En estos países es difícil mantener un alto nivel de atención de la enferm edad


para la totalidad de la población, por la baja cobertura de los sistemas de seguridad
social, pero las perspectivas se vuelven francamente alarmantes cuando se
observa la desprotección económ ica para el riesgo de vejez, invalidez y muerte.

Cuando un m ayor número de trabajadores alcanza edades de jubilación se au­


menta el costo por concepto de pensiones para el sistema de seguridad social,
el cual crece a medida que aumenta la longevidad de la población. Esta realidad
obliga a diseñar, con tiempo, m ecanism os de financiación o sistemas financie­
ros adecuados, eficientes y bien administrados para garantizar el otorgamiento
de las prestaciones ajustadas a los costos reales y de acuerdo con la previsión
del aumento en las necesidades (dem anda). Es decir, que la realidad dem ográ­
fica y la situación financiera de los países de Am érica Latina, obligan a pensar
en nuevos enfoques y transformaciones de los sistemas vigentes de seguridad
social, si se quiere que éstos lleguen algún día a la cobertura integral de las
necesidades de las personas desde el nacimiento hasta la muerte.

E n v e je c im ie n t o d e m o g r á f i c o en C o lo m b ia

La estructura por edad y sexo de la población colom biana muestra que un poco
más del 41% en 1980 correspondía a la población menor de 15 años, confirmando
la tendencia general de América Latina hacia la disminución relativa de estos gru­
pos de edad, por el descenso de la fecundidad que comienza a compensarse con
el incremento de la población mayor de 60 años. También muestra que la distribu­
ción por sexo obedece a la tendencia histórica observada en otras sociedades,
donde los primeros grupos de edad cuentan con una prevalencia masculina,
que va desap arecien do lentam ente hasta alcanzar una mayoría femenina a
partir de los 15 años, asociada con una mayor mortalidad masculina.6

6 Instituto N a c ion a l de Salud, S e g u r id a d S o c ia l en C o lo m b ia , 1986.

14
El núm ero estim ado y proyectado de habitantes de 60 y más años por grupos
de edad en C olom bia es de 2’ 589.000 para el año 2000 y de 6 ’606.000 para
el año 2025 (N acion es Unidas).

Teniendo en cuenta la evolución general del pais en los distintos censos, las
variaciones del periodo y las tasas de crecimiento geográfico por 1.000 habi­
tantes se aprecian en el Cuadro 3.

CUADRO 3

F ech a H a b ita n te s V a ria c ió n en el P e río d o T a sa de

A b s o lu t a % crecim ien to

1951 11.548.172 2.846.356 32.70 22.28

1964 17.484.508 5.936.336 51.40 31.96

1973 22.915.229 5.430.721 31.06 29.59

1985 29.265.499 6.350.270 27.7 20.38

F ue nte: D A N E , 1988, p .5 5

El cuadro anterior muestra una tendencia al aumento de la expectativa de vida


al nacer, especialm ente en las mujeres.

CUADRO 4

C O L O M B IA ; E S P E R A N Z A DE VID A A L N A C E R S E G U N S E X O PA R A L O S A Ñ O S
C E N S A L E S 196 4 Y 197 3 Y P R O Y E C C I O N E S P A R A 198 2 Y 199 0

E s p e r a n z a d e V id a 1964 1973 1982 1990


al n a c e r s/sexo :

H om bres 53.7 57.1 60.3 62.1

M ujeres 57.0 60.8 64.3 66.0

A m b o s sexos 55.3 59.0 62.3 64.0

F ue nte: PIN 197 9 1982, T o m o II EAPI.

Según datos de las Naciones Unidas el grupo de personas mayores de 60 años


en Colom bia fue el 5.60% en 1980 y será el 6.80% en el año 2000 y el 12.80%
en el año 2025.

Otro a specto importante del análisis es el que se refiere a las diferencias de nivel
educativo y su relación con las tasas de participación laboral. A m ayor nivel
educativo, m ayores tasas de participación laboral.

16
CUADRO 5

G R U P O D E T E R C E R A E D A D E C O N O M IC A M E N T E A C T IV O S E IN A C T IV O S
Y T A S A S D E A C T IV ID A D S E G U N S E X O Y G R U P O S D E E D A D .
C O L O M B IA : 197 8 y 1985

C L A S I F I C A C I O N D E A C T IV ID A D

S e x o y edad P .T .E .(1) P .E .A (2 ) P .E .I(3) S in Inf. A ( % ) <4)

1978

AM BOS SEXOS
50-59 893652 412359 481293 46.14

50 y m ás 1440298 545946 894252 37.91

60 y m ás 546646 133587 4130 59 24.44

HOM BRES
50-59 4270 99 333114 98985 77.99

50 y m ás 655324 444557 210767 67.84

60 y m ás 228225 111443 116782 48.83

M UJERES
50-59 466553 79 14 5 387308 16.96

50 y m ás 784974 101389 683586 12.92

60 y m ás 318421 22 14 5 296277 6.95

1985

AM BOS SEXOS
45-59 2614250 1486951 1059622 67677 56.88

45 y m ás 4246222 20 63 169 2039966 143088 48.59

60 y m ás 1631973 576218 980344 7541 1 35.31

HOMBRES
45-59 1293590 1080892 175959 36 73 9 83.56

45 y m ás 227934 1717052 491139 71544 75.32

60 y m ás 792783 44 27 98 315180 34 80 5 55.65

M UJERES
45-59 1322594 40 60 60 885596 30938 30.70

45 y m ás 2161784 539479 1550761 71544 24 .9 6

60 y m ás 839190 133420 665164 40 60 6 19.90

( 1) P obla ción d e Tercera Edad


(2 ) Población E c o n ó m ic a m en te A ctiva
(3 ) Población Inactiva
(4 ) Tasa de A ctividad

Fuente: D A N E B o letín M e nsual de E stadística, Nos. 3 3 2 y 326.


E n cu e sta N a c io n a l de H ogares y C enso 1985.

17
Para com plem entar el análisis de la evolución dem ográfica de la población co­
lombiana, se tuvo en cuenta el estado civil de las personas m ayores de 50 años,
por cuanto a través de estos datos se pueden inferir algunos cam bios en las
relaciones familiares, tamaño y com posición del hogar y las consecuencias
sociales y psicológicas para este grupo etario.

CÜADRO 6

E S T A D O CIVIL D E L A P O B LA C IO N DE TERCERA E D A D EN CO LO M BIA;

1951 - 1985

ESTADO 1951 1964 1973 1985

CONV (1 ) (2 ) (3 ) (1 ) (2 ) (3 ) (1 ) (2 ) (3 ) (1 ) (2 ) (3 )

T otal 100.0 48.8 5 1.3 100.0 48.6 51.4 100.0 48.6 51.4 100.0 49.6 51.0

Sol. 18.6 35.0 6 5.0 16.9 37.3 62.8 14.2 37.9 62.2 10.5 17.2 82.8

Cas. 48.5 63.7 3 6.3 52.6 61.7 38.4 54.5 60.8 39.2 52.9 78.8 2 1.2

Viud. 23.5 23.8 7 6.2 21.2 22.2 77.9 20.6 21.7 78.4 19.8 16.7 83.3

U.L. 6.8 67.3 3 2.8 7.1 59.5 4 0.5 7.8 58.6 41.4 10.6 28.1 71.9

S ep . 2.7 44.6 55.4 2.3 43.5 56.6 2.9 26.4 6 3.6 6.0 8.1 9 1.9

( 1 ) T o ta l.
( 2 ) H om b res.
( 3 ) M u je re s .
T = Total.
S o l = Solteros.
C a s = C asadas.
Viud = V iudos
(J.L. = U n ión libre. S ep . = S ep arad os.

F ue nte: D A M E c e n s o s de 1951 a 1985.

En Colom bia se observa un proceso de cam bio familiar caracterizado por una
tendencia creciente de las uniones de hecho frente al m atrim onio1', con aumen­
to del porcentaje de separados mayores de 50 años del 6.8% al 7.8% entre 1973
y 1985. Tam bién se observa una reducción en la proporción de viudos que se
explica por la disminución de la mortalidad, especialm ente femenina.

El análisis del estado civil de las personas mayores de 50 años tiene incidencias
sobre el tipo de program as de bienestar social por cuanto puede mostrar algún
grado de dependencia del viejo frente a otros miembros de la familia e indicar

11 E cheverri de Ferrufino Ligia de, 1983.

18
de alguna manera el grado de “ soledad afectiva" del viejo, aunque el m ero dato
estadístico no es suficiente para analizar la situación de abandono familiar.

Del análisis de los datos se concluye que entre 1938 y 1951 se mantiene cons­
tante la estructura poblacional por edades, con tasas de mortalidad y de fecun­
didad relativamente estables; a partir de 1951 las medidas de salubridad pública
reducen las tasas de mortalidad y se aumentan las tasas de fecundidad, lo cual
determina el paso del predominio de una población adulta a la conform ación
de una tendencia hacia una población joven. Después del año 1964 los cam bios
en la fecundidad (generalización de la planificación familiar), com pensan los
cambios en la mortalidad, tendiendo de nuevo a una estructura de población
adulta. El efecto dem ográfico de tales cam bios es lo que se denom ina tra n si­
ción dem ográ fica .

Al com parar el censo de 1938 con el de 1985 se encuentran similitudes en


cuanto a la distribución porcentual de los grupos de edades y una tasa de cre­
cimiento análoga. Sin em bargo, los grupos de edades superiores a los 50 años
aparecen con un crecimiento superior: en 1938 la población m ayor de 50 años
corresponde al 10% del total de población, mientras en 1985 alcanza un 12%,
que en términos absolutos implica un aumento durante el período de 2.7 millo­
nes. Las proyecciones hasta el año 2025, prevén para el país una población
total de 54.195.550 millones de habitantes que implica un aumento entre 1985
y el año 2025 de 56.01%. Para ese m ism o período se prevé un aumento del
27.18% en la población mayor de 50 años.

CUADRO 7

P O B L A C IO N M A Y O R D E 50 A Ñ O S , P O R S E X O (1 9 3 8 A 2 0 2 5 ) C O L O M B IA

+ D e 50 1938 1951 1964 1973 19 8 5 2025

TOTAL 869.106 1.150.315 1.773.832 2.289.980 3.581.980 13.176.926

H O M B RES 136.846 183.052 271.385 333.570 497.368 1.425.103

M U JE R E S \ 141.671 175.580 264.966 341.555 506.147 1.544.088

F uente: DA M E . Censos de 1938 A 1973. C ensos 64 y 7 3 a ju s ta d o s p o r D A N E


D A N E P ro yecciones de p o b la c ió n . 1985 A ju s te CCRP

Los datos anteriores proyectados muestran una tendencia al aumento de la


población de los grupos superiores, lo cual hace prever una población en ve­
jeciente.

19
2

Políticas sociales para la vejez

En este punto se pretende hacer una evaluación de los sistemas y políticas


aplicados en varios países en relación con la población vieja, mediante el aná­
lisis de información obtenida de fuentes de los organism os nacionales, regiona­
les y municipales y de entidades con y sin ánimo de lucro, con el fin de buscar
salidas alternativas a nuestra propia realidad.

Esto significa que se enfoca el tema de la vejez desde la perspectiva de las


“soluciones” , es decir de las respuestas dadas por distintos países y por diferen­
tes entidades a los problemas suscitados por las personas viejas. Se tratará de
responder algunos interrogantes. ¿Qué soluciones ofrecen los países o las co ­
munidades a las necesidades de una población vieja que requiere atención m é­
dica, ayuda en las tareas cotidianas o un albergue adecuado? ¿Qué supuestos
sustentan las actuales políticas sobre la vejez?

Para responder estas cuestiones se consultaron documentos de organism os


internacionales, que permiten elaborar una tipología de m odelos de atención
gerontológica que constituya una buena guía para la formulación de propuestas
para una polítíca social gerontológica.

M o d e lo s d e a te n c ió n a la v e je z

El proceso de transición a una sociedad “vieja” no ocurre solam ente porque se


aumente la expectativa de vida sino especialm ente por el descenso de la fecun­
didad, ocurrida principalmente en las regiones más urbanizadas e industrializadas
de los países.

Ante este fenóm eno surgen problemas sociales, econ óm icos y políticos. En
primer lugar la dependencia potencial de un sector pasivo creciente, sostenido
por la población económ icam ente activa (15-45 años); luego, la necesidad de
servicios de salud especializados en geriatría y los cam bios en la estructura y
funcionamiento de la familia (de extensa a nuclear), constituyen problem as que
exigen políticas y programas gubernamentales dirigidos a los viejos.

21
Aunque algunas disposiciones de protección social a la vejez aparecieron desde
el siglo pasado en Alem ania (1883) y luego en otros países europeos, las polí­
ticas sobre vejez son relativamente recientes. La estrategia inicial para afrontar
los problem as de la vejez estaba constituida por un conjunto de acciones de
caridad porque consideraba a los viejos en la misma categoría de otros grupos
etarios pobres.

La legislación se orientaba hacia medidas jurídicas para el otorgam iento de


pensiones y jubilaciones (Francia en 1928, Suecia en 1930) pasando del prin­
cipio del ahorro individual a la política de jubilación. En 1961 Francia propone
el m odelo de la vejez activa, autónoma e integrada en el m edio de vida, com o
alternativo a la asistencia prevaleciente hasta entonces. En él el Estado y las
municipalidades planifican en favor de los viejos la prestación de servicios a
domicilio, “foyers” , clubes y hasta universidades. Aparece una prensa y una
literatura especializadas y se llevan a cabo acciones propuestas por los jubilados
a través de asociaciones constituidas por ellos.

La com isión Laroque da origen a acciones concretas: el p ro g ra m a term inal,


en el cual el Estado subvenciona a los municipios e instituciones para que es­
tablezcan servicios coordinados en un área geográfica dada, destinados a man­
tener a los viejos en su hogar.12

Este ejem plo francés nos permite precisar el concepto de política sobre vejez,
descrita com o el conjunto de acciones, disposiciones y prácticas planificadas
e implem entadas por las autoridades estatales y municipales con el objeto de
responder a las necesidades de las personas mayores de 50 años. N o excluye
las acciones privadas o religiosas, pero las involucra en la planificación estatal
o municipal.

En 1975 las Naciones Unidas prepararon un informe sobre la condición y las


necesidades de los viejos presentado en el 28 período de sesiones de la A sam ­
blea General. Más de una quinta parte de los 60 planes nacionales examinados,
no contenían m edios o carecían de estrategias referentes a la seguridad social
de los viejos.

A nivel mundial podríam os decir que la seguridad social adopta 3 modalidades:


Program as de seguro sociai; program as de asistencia social; y programas de
servicio público.

12 Passan ante M.l 1980.

22
En países que no cuentan con leyes de seguridad social hay dos modalidades:
Cajas de previsión administradas por el Estado; y leyes sobre responsabilidad
del empleador.

P r o g r a m a s d e s e g u r o s o c ia l

Son financiados total o mayontariamente con aportes especiales hechos por


em pleadores y/o em pleados. Estos aportes se acreditan a un fondo especial
separado de otros eventos gubernamentales y las prestaciones se pagan con
cargo a este fondo. Los derechos a los ben eficios se determ inan según las
contribuciones hechas al fondo y la cobertura del programa. Generalm ente son
obligatorios, pero en algunos países hay algún subsidio gubernamental.

P r o g r a m a s d e a s is t e n c ia s o c ia l

Se basan en la ayuda a las personas no protegidas por el seguro social y se


caracterizan porque: a) los pagos en efectivo se dan a personas sin ingresos o
de bajos ingresos; b) el beneficio se concede según estudio de necesidades; c)
la cantidad pagada se adecúa a los recursos y necesidades; d ) la financiación
proviene de ingresos gubernamentales. En muchos países se com binan las dos
modalidades expuestas.

P r o g r a m a d e s e r v ic io p ú b lic o

El gobierno provee directamente los pagos en efectivo y los servicios a todos


los miembros de la comunidad que están en una categoría (viejos, por ejem ­
plo). El programa se financia por m edio de impuestos o partidas especiales y
puede suministrar cuidados m édicos u ofrecer pensiones universales. Según los
países, funciona com o única modalidad o combinada con la asistencia social.

C a ja s d e p r e v is ió n e s t a t a le s

Son sistemas de ahorro obligatorio en los que se retienen aportes a los em ­


pleados y a los empleadores, los cuales se reservan en un fondo especial y se
acreditan a cada empleado. Los aportes se devuelven al trabajador según regla­
mentaciones muy precisas sobre tiempo y monto requeridos para ser beneficiarios.

L e y e s s o b r e r e s p o n s a b i li d a d e s d e l e m p le a d o r

Hacen parte de los códigos laborales y obligan a que los em pleadores asuman
los gastos de seguridad social y/o pensiones de sus trabajadores.
En 1967, 70 de 92 países con regím enes de pensiones tenían planes con base
en el Seguro Social (N.CL, 1975), pero muchos países combinaban las anterio­
res modalidades com o se señala enseguida:

a) Dinamarca, Noruega y Suecia. Tienen programas universales de pensiones


que otorgan la pensión básica a todos los ciudadanos. Adem ás el Seguro
S o c ia l o fre c e pen sio n es co m p le m en ta ria s escalon ad as. T o d o s los ciu­
dadan os y aún personas que hayan firmado acuerdos con estos países
pueden beneficiarse con la pensión si cumplen con las condiciones de edad,
estado civil e invalidez necesarias, sin necesidad de haber hecho aportes.

El sistema se financia a través de los impuestos. La pensión suplementaria


se financia con las contribuciones de em pleados, em pleadores y/o el Esta­
do (en Noruega).

En Finlandia hay un régimen múltiple de pensión universal combinado con


programas de asistencia social y leyes sobre responsabilidad del empleador.

b) Francia, Bélgica, Gran Bretaña y Estados Unidos tienen regím enes de Se­
guro Social y presentan program as com plem entarios de asistencia.

En Francia hay dos regím enes de jubilación: uno para trabajadores asalariados
y otro para los no asalariados. Para los primeros, hay una serie de sistemas
básicos y com plem entarios según se trate de asalariados de la industria, el
com ercio, el agro o de los regímenes especíales (militares, mineros, etc.). Para
los no asalariados, la reglamentación exige haber ejercido 15 años actividades
liberales, haber aportado regularmente al Seguro de Vejez y tener más de 65
años. Estos regím enes previsionales basados en el Seguro Social, se com ple­
mentan con program as de asistencia para quienes no tienen derecho a las
prestaciones de seguridad social.

En Bélgica hay 3 regím enes de jubilación: El de los asalariados, el de los in­


dependientes (con capitalización que da lugar a una renta de vejez), y el del
personal del Estado considerado co m o un salario diferido. Esta jubilación se
com plem enta, si es necesario, para tener una asignación llamada “mínimo de
m edios de existencia” .

En Gran Bretaña se inició un sistem a previsional unificado a partir de 1948.


Las jubilaciones del Sistema Nacional de Seguros se otorgan en com pensación
a las contribuciones relacionadas con las ganancias que se efectúan al Seguro.
Adem ás, existe un programa de asistencia social y una pensión suplementaria
a quienes teniendo la edad necesaria, carecen de un ingreso suficiente para
vivir.

24
Y en Estados Unidos hay un sistema único de protección de Seguro Social y
adem ás sistem as privados de pen siones. Según John son, E. y W illiam son
(1 9 8 0 )13 el programa de seguridad social estadounidense es esencialm ente un
programa de transferencia, en el cual las contribuciones actuales del em pleado
financian los actuales beneficios de los viejos. En esto, difiere de los sistemas
de Seguro Social.

Entre los econom istas hay un debate con respecto al costo-beneficio del seguro
social. Para algunos, depender de este sistema equivale a limitar el crecim iento
económ ico y a agravar los futuros problemas de sostener a una población vieja
creciente. Por tanto, proponen propiciar el ahorro privado y los seguros priva­
dos. Otros, por el contrario, creen que el sistema de pensiones privadas lleva a
las em presas a convertirse en agencias sociales privadas, reduciendo su capa­
cidad de crecimiento, lo cual perjudica al conjunto de la econom ía y disminuye
la creación de nuevos empleos para gentes jóvenes, proponiendo el seguro social.
Veamos también las políticas sociales de algunos países en desarrollo:

C o s t a R ica

Tanto la Constitución com o los decretos ejecutivos establecen una legislación


de Seguridad Social que protege de manera integral a la población vieja. En
1975 se creó un Fondo a través del cual se destinan recursos a la población de
bajos ingresos, financiado con un 3% del impuesto a las ventas y un 5% de las
nóminas públicas y privadas. Su destinación incluye program as preventivos en
los cam pos de la salud, la educación y el trabajo, la integración familiar inclu­
yendo al viejo y el fom ento a la participación comunitaria en el m anejo de sus
problemas sociales.

Existe una Escuela de la Tercera Edad para formar personal especializado y un


Centro de Capacitación e Información sobre la Tercera Edad, de carácter inter­
nacional y con fondos también internacionales.

Cuba

De acuerdo con las recom endaciones internacionales (Viena, 1982) existe un


programa de apoyo a los viejos en instituciones abiertas diurnas, en program as
comunitarios para grupos de 120 familias, en el fom ento a las asociaciones de
jubilados que tengan com o fin mantener el nexo laboral con el sitio de trabajo,
en program as deportivos especializados para esta población y en la atención
domiciliaria especial a quienes lo requieran.

13 C r o w in g O ld . The S o c ia l P ro b le m s o f A g in g , 1980.

25
P e rú

Cuenta con el Consejo Nacional del Anciano y programas del Instituto Peruano
de Seguridad Social que incluyen: pasajes gratuitos en la em presa de transporte
urbano de Lima; program as turísticos especiales y económ icos; clubes de jubi­
lados; centros de prom oción socio-cultural y entrega de cheques de pensión a
domicilio.

El Instituto Peruano de Seguridad Social tiene nuevos proyectos para pensiona­


dos con el fin de ampliar la cobertura. Antonio Ordoñez Plaja y otros colabora­
dores tienen una m ayor información sobre éstos y otros program as,14 de gran
utilidad para el análisis comparativo.

P r o b l e m a s r e la c io n a d o s c o n u n a p o lít ic a g e r o n t o ló g i c a

El primer problem a de una política pensional es el que se refiere a la edad


minima para obtener el beneficio. En general, hay una tendencia a aumentar la
edad de jubilación con base en el aumento de la expectativa de vida. Pero los
distintos países ofrecen varías m odalidades al respecto; tales com o:

F le x ib ilid a d respecto a edad y condiciones de retiro. En este caso se fija una


edad de retiro para am bos sexos o una para hombres y otra para mujeres, pero
el trabajador puede optar por un retiro anterior, aceptando porcentajes menores
de jubilación o por jubilarse después de la edad señalada con mayores benefi­
cios. En unos países (Bélgica, por ejem plo) es posible jubilarse con beneficio
com pleto si ha hecho aportes durante 45 años; en caso de incapacidad parcial
países co m o Dinamarca, Suecia, Francia y otros, admiten la jubilación total
antes de la edad señalada.

Tam bién existen disposiciones para re d u c ir la edad de jubilación en caso de


em pleos insalubres o peligrosos (régim en especial) o en caso de un desem pleo
largo en edades próximas a la jubilación.

Políticas tendientes a mantener e q u ilib ra d o el sistem a de seguridad social,


para lo cual existen 3 opciones: reducir los beneficios y programas (m enores
beneficios y reducción de la cobertura); aumentar los impuestos y financiar así
los m ayores gastos por la extensión de la cobertura y el aumento de los bene­
ficios; y elevar la edad mínima de jubilación para que disminuya así el número
de jubilados.

14 O rdóñ ez, Plaja, et al. S it u a c ió n d e la Vejez en C o lo m b ia , 1990.

26
Las dos primeras alternativas conllevan altos costos sociales, econ óm icos y
politicos y la elevación de la edad tiene m enores costos económ icos, pero altos
costos sociales y políticos. Las jubilaciones parciales son una m edida interme­
dia (con un número fijo de aportes) no muy bien aceptada por la población.

P o lític a s d e s a lu d y b i e n e s t a r s o c ia l

La atención a la salud y al bienestar social de los viejos se ha afrontado en el


mundo mediante program as de protección y asistencia orientados hacia:

1. Políticas de internam iento del viejo

Es decir, su internamiento en albergues o instituciones m édicas que cumplen


funciones terapéuticas, de albergue y/o sociales. Entre estas fórmulas hay dife­
rencias tales com o:

a) Instituciones de albergue colectivo o sea “ instituciones cerradas” con regla­


mentos rígidos, falta de privacidad y program as uniformes para todos los
usuarios. Es el llamado “ancianato” o “asilo” que en su historia universal se
inicia con organizaciones religiosas que luego se secularizan o entran a
depender de la asistencia estatal. En general estos establecim ientos mues­
tran en su diseño y equipamiento una gran uniformidad en dormitorios,
com edores, cam as y ropas. En su evolución mundial se observa una ten­
dencia hacia la humanización, incorporando servicios de profesionales es­
pecializados para el tratamiento de diferentes problem as de los usuarios:
médicos, psicólogos, enfermeras, recreacíonistas, terapeutas, voluntarias,
etc., así com o hacia la creación de una estructura administrativa-sanitaria
especializada (servicios especiales) y una estructura física que evite la ma-
sificación (dormitorios individuales).

b) En los países desarrollados, el antiguo ancianato está siendo reem plazado


por instituciones más abiertas, más personalizadas que separan a los viejos
sanos de los enferm os y les prestan servicios especializados, financiados
parcialmente por el usuario (con el producto de su jubilación) y por los
gobiernos locales.

En Colombia todavía subsiste la institución tipo ancianato-hospicio donde se


albergan viejos solos (sin familia o con familia que no puede hacerse cargo de ellos)
y viejos recogidos de la calle por las autoridades. Pero también han aparecido
instituciones privadas de tipo “residencia” financiadas por el usuario o su familia.

27
2. V ivien da individual y servicios com partidos

Modalidad nueva aparecida en países desarrollados com o Bélgica, Gran Breta­


ña y Estados Unidos. Consiste en cuartos o apartamentos individuales con ser­
vicios com unales de restaurante, lavandería, salas de recreación, etc. Los viejos
que residen allí, requieren ayuda pero no están incapacitados y gozan de total
libertad para el uso o no de los servicios colectivos. Por lo general, son progra­
m as financiados totalmente por los usuarios, excepto en Estados Unidos donde
hay una Ley de Vivienda y Desarrollo Urbano (1970), que plantea un subsidio
estatal para este tipo de proyectos.

En algunos países (Estados Unidos y la Gran Bretaña) a esta modalidad se le


agregan program as de recreación dirigida o de vivienda diseñada para mante­
ner separación física, pero vecindad con la familia o con familias jóvenes, con
el fin de m antener la independencia de los viejos, sin marginarlos o aislarlos de
la gente joven.

3. Instituciones m édico-asistenciales

Los viejos pueden requerir hospitalización de corta, mediana o larga estadía,


para lo cual hay instituciones hospitalarias y centros especializados en geriatría
para tratamiento y rehabilitación. En muchos países hay separación entre estos
servicios e incluso en Francia, Suecia, Gran Bretaña y Estados Unidos, existen
los llamados “ hospitales de día” para quienes pueden recibir el tratamiento
diurno y regresar a dormir a su casa.

4. Financiam iento de las instituciones y adm inistración

La administración de los gastos en albergues o instituciones médíco-asisten-


ciales difiere según los países hayan adoptado el Seguro Social, la Asistencia
Pública, las Mutualidades, los Seguros Privados o el pago de los usuarios. Sin
em bargo, cabe anotar que la mayoría de países tiene la atención a los viejos en
el ámbito municipal, más que en el regional o nacional. Esto significa que las
autoridades locales administran y regulan tanto los servicios públicos com o los
privados.

5. M antenim iento del viejo en el h ogar habitual

La otra modalidad de atención al viejo es la que pretende mantenerlo en su


hogar o m edio habitual, con miras a evitar o postergar el encierro en una insti­
tución.

Esta polítíca ha sido adoptada últimamente por los países más desarrollados,
después de evaluar los resultados del internado. Su principal característica es
el apoyo financiero a la vivienda particular de la familia con viejos y el suminis-

28
tro de servicios domiciliarios (comida, lavandería, terapias), así co m o la ayuda
en los quehaceres domésticos.

Respecto a los servicios domiciliarios, se puede decir que tienen c o m o finalidad


mantener a los viejos en su medio familiar y comunitario, con financiación de
auxilios públicos (generalm ente municipales) y colaboración de un voluntaria­
do especializado, que puede ser de tipo parroquial, privado o mutual. Tales
servicios cubren la asistencia y cuidados de enfermería, servicio dom éstico,
mensajería, préstamo de material hospitalario (sillas de ruedas, muletas, cue­
llos ortopédicos, etc.), com idas a domicilio, etc. En Francia se adiciona un ser­
vicio de visitas impartido por agencias voluntarias, tendientes a subsanar el
aislamiento y a evitar la soledad. En Suecia se adicionan los servicios de trans­
porte, peluquería y préstamo de libros.

Las disposiciones sobre ayuda a la vivienda se refieren a una colaboración en


los gastos de alquiler, préstamos con bajo interés para la construcción de vi­
vienda social que da prioridad a las personas viejas o para conjuntos especial­
mente diseñados para jubilados. Aparte del subsidio econ óm ico está el diseño
adaptado a las necesidades de este grupo etario: barandas, rampas, pisos no
resbaladizos y blandos, etc.

En Gran Bretaña las soluciones al problema de vivienda son múltiples.

a) pequ eñ os apartam entos para viejos autoválidos; b) apartam en tos inde­


pendientes con servicios especiales para garantizar la ayuda necesaria en
caso de dificultades; c ) residencias para viejos que no pueden vivir in­
dependientemente, pero con habitaciones individuales; d) viviendas com par­
tidas por padres e hijos adultos donde las dos partes están físicam ente
separadas, pero comunicadas entre sí. Similares program as se ofrecen en
Suecia y Noruega.

6. Recreación para los viejos

En la mayoría de países desarrollados hay una serie de actividades recreativas


que se ejecutan en centros o lugares de reunión, propiciadas por las autoridades
locales (municipios) o por agencias voluntarias. Estas actividades hacen parte
de una política abierta no institucional que favorece la vinculación de los viejos
con la comunidad. Entre ellas vale la pena destacar las siguientes:

7. Educación

En 1973 se creó en Francia la primera Universidad para la Tercera Edad y hoy


existen en casi todas las ciudades de este país. En Bélgica no se exigen títulos

29
previos y tam poco se expiden diplomas, pero se quiere satisfacer las inquietu­
des intelectuales de la población vieja. En países menos desarrollados co m o la
China, había 70 Universidades para la Tercera Edad en 1981.

8. C lu b e s y centros culturales

Aparecen en casi todos los países desarrollados com o “ lugares de encuentro"


donde perm anentem ente se dictan conferencias, se realizan exposiciones de
arte, hay cine-clubes y se realizan concursos, juegos y fiestas. Su éxito depende
del coordinador de cada establecimiento y de su capacidad para incentivar al
grupo.

9. T raba jo

En Suecia, Bélgica, Gran Bretaña y Noruega se han organizado asociaciones


particulares que programan trabajo voluntario para personas viejas en labores
co m o cuidado de niños y relaciones públicas. En Suecia se están dando incen­
tivos a los program as de trabajo remunerado para la población vieja.

10. A ctiv id ad es religiosas y espirituales

Se iniciaron en Francia con los llamados “ grupos de oración” y luego se han


extendido a otros países desarrollados y en vías de desarrollo. Estos programas
tienden a desarrollar la vida interior, descubriendo las enseñanzas de la Biblia
y el Evangelio; a fortalecer el apostolado, sirviendo a los demás mediante visitas
a los enferm os y a personas solas, ayudando a los pobres y alfabetizando a los
analfabetas; y a consolidar el sentido de amistad y de solidaridad humana. El
m ovim iento iniciado en Francia ha sido retom ado co m o m ovim iento mundial
con com ités nacionales y grupos parroquiales.

Lo m ostrado aquí, permite concluir que en todos los países se proponen accio­
nes y políticas gerontológicas, aunque su desarrollo, evolución y financiación
varía entre países y entre éstos, según la evaluación que periódicam ente reali­
zan los gobiernos.

El internamiento y el mantenimiento de los viejos en el hogar, se presentan


simultáneamente en casi todos los países aunque se observa una tendencia a
propiciar e incentivar la segunda modalidad. En cuanto a la financiación y ad­
ministración de tales políticas, también se observa la m ezcla de iniciativas pú­
blicas y privadas, con predominio de las primeras y cooperación estrecha de
las asociaciones privadas de tipo mutual, parroquial y comunitario.

C abe señalar que en países donde la estructura familiar predominante es nu­


clear autónoma, caracterizada por un debilitamiento progresivo de los vínculos
de parentesco, las políticas hacia los viejos son pensadas más com o sustituto

30
de la acción familiar que com o com plem ento de la misma, co m o sucede en
Suecia y quizás en Noruega y en Dinamarca, planteamiento distinto al de Bél­
gica, Gran Bretaña y España, donde se incentiva la acción familiar a través de
grupos religiosos, parroquiales y voluntarios con un m odelo de participación
comunitario.

En Estados Unidos, el Ejecutivo asesorado por Com isiones Senatoriales espe­


ciales establece pautas generales de política gerontológica, que son ejecutadas
por los organism os públicos y privados.

Esta presentación sumaria de modelos extranjeros de atención a la vejez y de


los problemas relacionados con las políticas gerontológicas, puede servir de
guía y com o experiencias útiles que deben ser tenidas en cuenta para la form u­
lación de políticas para la vejez, planes y programas de desarrollo social.

31
3

Políticas de internalización
en Colom bia

En Colombia la in te rn a liza ción del v ie jo se lleva a cabo en hogares o ficia les


de nivel municipal, departamental o nacional y en hogares privados (asistencia-
les-religiosos o con ánimo de lucro). Según un estudio del Banco de la Repú­
b lic a ,15 c o m p le m e n t a d o p o r lo s d a to s de e sta in v e s t ig a c ió n (1 9 9 0 )
y los suministrados por el Ministerio de Salud, en 1989 estos establecimientos
tenían las siguientes características:

De 310 instituciones, 96 son oficiales, así: 9 de la Nación, 33 de los Departa­


mentos, 4 del Distrito Especial, 25 de las Beneficencias y 25 de los municipios.
Y 214 son privadas así: 64 administradas y financiadas por las comunidades
religiosas, 42 por Parroquias, 25 por Fundaciones sin ánim o de lucro, 49 por
asociaciones y 34 entidades con ánimo de lucro.

Estos datos muestran el predominio del sector privado, 214 instituciones sobre
un total de 310, especialm ente ubicadas en las grandes ciudades o en las capi­
tales de departamento.

El número de viejos en instituciones públicas (1989) era de 8.700 y en institu­


ciones privadas ascendía a 14.300, para un gran total de 23.000 viejos internos.
Si tenem os en cuenta que en 1985 había 1.669.364 de personas m ayores de
60 años y 3.182.836 de mayores de 50 años, vem os que apenas un 0.49% de
la población mayor de 50 años y 0.93% de la población mayor de 60 años tiene
acceso a ellas.

En el año 1989, según datos del Ministerio de Salud había 2.096.640 de perso­
nas mayores de 55 años no cubiertas por algún régimen de Seguridad Social,
y 3.000 personas m ayores de 55 años que viven en la calle de la caridad pública
en Bogotá, Medellin, Cali, Barranquilla y Bucaramanga. Solam ente un 0.85% de
los senescentes mayores de 55 años está en alguna institución.16

15 B an co de la República. Fundación Asisten cia en C olom b ia (1 9 8 4 ).

16 CFr. Plan N acion a l de Política Integral para la Población de la Tercera E dad en C olom b ia . Min-
salud, 1989.

33
Por ende, una política social destinada a la población no beneficiaría del Siste­
ma de Seguridad Social (el 81.9% de la población), debería contem plar el esta­
blecim ien to de m edidas com pensatorias en subsidios a los familiares que
atienden un viejo, y de vivienda, recreación, educación, transporte y salud para
la población vieja sin recursos, co m o mecanism os para evitar la demanda por
el internamiento en establecimientos públicos de alto costo unitario y m edio­
cres resultados en cuanto a calidad de vida.

L a s in s t it u c io n e s p a r a v ie jo s en C o lo m b ia

Para evaluar el papel de la instituciones públicas y privadas para viejos en Co­


lombia, se hizo un inventario de las mismas con base en el trabajo citado del
Banco de la República (1984) actualizado, y luego se seleccionó una muestra
para entrevistar a sus funcionarios y a los usuarios de las mismas, así com o
una serie de visitas para observar actividades realizadas, las características de
la construcción y de las dotaciones, los reglamentos y las relaciones sociales.17

Con base en esta información, se plantean algunas impresiones que muestran


que en tales instituciones predomina:

a) L a m asificación sob re la individualización

La m ayoría de instituciones funciona en edificaciones adaptadas, no cons­


truidas especialm ente c o m o albergues para ancianos. Pero en cualquiera de los
casos el número de usuarios es superior a la capacidad de las instalaciones,
descartando la privacidad con excepción de algunos establecimientos privados
con ánim o de lucro, financiados por los usuarios de altos ingresos, quienes por
falta de parientes o por su propio gusto prefieren esta alternativa. La escasez
de personal especializado y aun de personal de servicio, no permite cuidado
personalizado y un conocim iento individual de las condiciones físicas, m en­
tales y p sicoló gica s de cada usuario.

b) La p asiv id ad sob re la actividad

Las actividades laborales y recreativas existen en muchos establecimientos pú­


blicos y en los privados se com plem entan con programas de terapia ocu pado-
nal y actividades lúdicas. Sin em bargo, el número de viejos que participa en
ellos es mínimo, porque la mayoría no se siente motivada y perm anece inactiva.
Llama la atención que un número alto de viejos en instituciones públicas traba­

17 Ta m bién se tuvieron en cuenta los trabajos realizados por los estudiantes Julio Hernán Pérez,
A lfred o C arretero y H éctor Arias quienes en su calidad de Auxiliares de Investigación ela bora ­
ron sus T rabajos de Grado en A n tro p o lo g ía so b re esta tem ática.

34
jan fabricando escobas y en panadería, pero muy pocas instituciones cuentan
con actividades que mejoren la autoestima o aumenten el nivel educativo, cul­
tural e intelectual de esta población. La inactividad es la norma y la participa­
ción en actividades sociales, recreativas y culturales es la excepción. Debido a
la falta de estímulos para superarse co m o personas, los viejos internos son
propensos al pesimismo, la depresión y el aislamiento.

c) El encierro sob re la m ovilidad

A excepción de los centros-día que funcionan com o “ lugares de encuentro” ,


recreación y actividades culturales (3 en Bogotá), las instituciones colom bianas
son mixtas (2 6 ) y el resto (284) cerradas. Estas últimas no permiten la libre
movilidad del viejo, ni contactos con el mundo exterior, fuera de los estipulados
en una serie de reglamentos bastante rígidos.

El contacto con gente joven se da en algunos casos gracias al trabajo de bachi­


lleres que cumplen con una obligación escolar o al trabajo de universitarios
practicantes en áreas de psicología, terapia, nutrición, enfermería y trabajo so­
cial, el cual, por su corta duración y características académ icas, no es suficiente
para crear en el viejo un sentido de solidaridad e intercambio con el mundo
externo. Sin em bargo entre 1986 y 1988, el ICBF auspició la presencia de per­
sonas mayores en el manejo de Hogares Infantiles y en los H ogares Com u­
nitarios.

La revisión de los reglamentos, programas, estructura administrativa, nómina


de personal, costos de operación y estructura físíca de las instituciones, así
co m o el análisis de las entrevistas, perm ite señalar algunas características
de las mismas, aunque de ellas no se podrían desprender generalizaciones. Cln
50% de los ingresos a las instituciones es de personas entre 50 y 60 años de
edad; de ellos un 25% muere en el primer año de íntemamiento.

El tiempo de permanencia varía según se trate de instituciones cerradas públi­


cas o privadas. En las primeras, hay un prom edio de 18 años de permanencia
en la institución, mientras en las segundas es de 10 años.

Hay más población femenina que masculina con variantes regionales; la m ayo­
ría de las mujeres son viudas, madres solteras o abandonadas, mientras que la
mayoría de hombres son solteros o viudos.

(Jn 90% de los viejos en las instituciones oficiales tiene algún pariente: hijos,
hermanos o sobrinos, dato que se obtiene después del ingreso, mediante inves­
tigación de las trabajadoras sociales, ya que la mayoría de los viejos niegan
tener familia o dicen “no saber dónde está” para poder acceder a los servicios,
porque casi todas las instituciones prefieren recibir gente sola o abandonada.

35
Algunas entidades oficiales exigen responsabilidad de los parientes y todas las
entidades privadas exigen algún pago y la asistencia periódica de familiares a
ciertas reuniones, so pena de sancionar al viejo, quitándole algún privilegio o
permiso, según el reglamento.

En las entidades privadas, el 95% de los viejos es llevado a la institución por un


pariente quien se responsabiliza de sus gastos y mantiene algún contacto m e­
diante visitas.

La población usuaria de las instituciones públicas es generalmente de bajos


ingresos o de m arginados callejeros recogidos periódicamente por la policía.
Eso explica hasta cierto punto el “abandono familiar” , dado que este tipo de
familia carece de ingresos suficientes para cuidar a sus viejos.

In s t it u c io n e s d e s a lu d

En Colom bia sólo existe un hospital geriátrico en Manizales, por lo cual la aten­
ción gerontológica se da en los hospitales generales y en centros de salud no
especializados.

En 1988 sólo había 6 geriatras titulados y una veintena de m édicos dedicados


a trabajar exclusivamente con población vieja. No hay en el país unidades ge-
riátricas definidas com o “servicio médico-asistencial, con dotación de cam as
que incluye cuidados de enferm os agudos (hasta su rehabilitación), cuidados
interm edios que pueden ofrecerse en consulta ambulatoria y atención para
lograr la autovalidación, mediante atención domiciliaria” .18

T a m p oco existen consultorios especializados en medicina asistencia!, medicina


preventiva y medicina social con orientación gerontológica, ni los llamados “ hos­
pitales de día” geriátricos. Estos consisten en una unidad de asistencia médica
dinámica con un rol definido dentro de los niveles de geriatría asístencial, ten­
dientes a iniciar o com pletar la rehabilitación, a reeducar las actividades coti­
dianas para que el viejo se pueda reintegrar a su hogar, continuar algunos
tratamientos o aplicar terapias y asistencia social. Estas actividades favorecen
la integración social del viejo y evitan su desarraigo familiar, sin contar con la
significativa reducción de costos. En el país hay una serie de m édicos y psicó­
logos que han presentado importantes propuestas en Congresos Nacionales e
Internacionales, así com o ante organism os oficiales.19 Sin em bargo, las políti­

18 P a pesch i, 1978.

19 Iriarte, R estrepo, Dulcey, Ardila y otros.

36
cas de salud para la vejez no contemplan un plan amplio en este cam p o o no
se desarrollan las normas establecidas por Ley.20

La revisión del número y características de los establecimientos específicos


para viejos en el país, muestra que son escasos de acuerdo con la dem anda y
que su funcionamiento no es adecuado sino en pocos hogares privados para
personas de altos ingresos. Las políticas nacionales de atención a la vejez se
han ejecutado a medias en el contexto de la Seguridad Social dentro del cual
no se cuenta con unidades sanitarias especializadas, ni con servicios geriátricos
gratuitos (anteojos, sillas de ruedas, prótesis dentales, audífonos, muletas, cue­
llos ortopédicos, etc.) y mucho menos, con atención geriátrica domiciliaria tal
co m o fue descrita en un aparte anterior.21

S is t e m a s a lt e r n a t iv o s

En Colom bia hay dos variantes al m odelo genérico de internado, ubicadas en


las ciudades de Bogotá, Cali y Medellin, a saber:

“Clubes de ancianos” , ubicados en instituciones mixtas y a cargo de la parro­


quia, los grupos particulares de voluntarios y la acción católica; y “ hogares
diurnos” , sitios donde los viejos pueden ir durante el día, con alim entación y
algunas actividades laborales o recreativas.

La acción oficial en este cam po es ínfima a nivel de barrio o de com una y


aunque la acción privada cumple algunas funciones espirituales, recreativas y
económ icas a través de centros privados, ésta no aparece co m o una verdadera
alternativa frente a las políticas de internamiento o de responsabilidad familiar
con ayuda estatal.

20 C on fiéra s e O rdóñ ez Plaja et. al. 1990.

21 C on fiéra s e O rdóñ ez Plaja et. al., 2a. edición, 1990.

37
4

Estructura familiar,
tipología y dinámica

Las transformaciones sociales, económ icas y políticas de las últimas tres déca­
das han repercutido sobre la estructura, tipología y funciones de la familia co­
lombiana, así com o de otras instituciones que buscan la adaptación a nuevas
exigencias y condiciones de vida.

De este proceso resulta una multiplicidad de estructuras familiares, producto de


un aumento en las rupturas matrimoniales seguidas de nuevas recom posiciones
legales o de hecho, de un aumento de las uniones libres sin intención procrea-
tiva y del m adresolterism o adolescente, estructuras que podríam os d en om i­
nar nucleares incom pletas: diada conyugal, diada materna, diada paterna,
o e x te n sa s m o d ifica d as: abuelos-nietos; abuelo(a) híjo(a) nietos(as); abue-
los-tíos-nietos; etc.

Otro tipo de estructura familiar -relativam en te n u eva - en el país es la nu­


clear autón om a com pleta, es decir la familia integrada por dos generaciones
(padres e hijos), con vivienda separada del grupo familiar extenso (30% ) carac­
terística de los estratos altos y de algunos sectores m edios (profesionales) de
las cuatro grandes ciudades del país (Bogotá, Medellin, Cali y Barranquilla),
resultante de una etapa de evolu ción urbana e industrial qu e lleva a la
separación de funciones entre las diversas instituciones y a la instauración del
imperio de la ley secular y de la educación formal, lo cual sum ado a otros
factores, debilita los lazos familiares extensos y estimula los laborales, am isto­
sos y de otro tipo. Sin em bargo la evidencia de un aum ento en las rupturas
familiares, en las uniones sucesivas o sobrepuestas y en el m adresolterism o
eventual, ha incidido en la generación de un p roceso circular tendiente a
reconform ar estructuras familiares extensas unilineales o bilaterales transito­
rias o permanentes.

Es así com o em pezam os a ver que cuando hay ruptura conyugal o m adresol­
terismo, debido a que ei hombre o la mujer quedan a cargo de los hijos general­
mente en precarias condiciones económ icas y/o afectivas, buscan a la familia de
origen para que les sirva de soporte económ ico/afectivo temporal, o conform an
una estructura familiar extensa permanente con varias generaciones, vivienda

39
y gastos com partidos. Si la ruptura se hace a edades tempranas o medianas
(antes de los 45 años), es probable que la mujer y especialm ente el hombre,
conform en otra u otras uniones y salgan de la familia extensa (tem poral o de­
finitivamente).

Las m odalidades tipológicas varían según los patrones culturales-regionales y


de acuerdo con la estratificación social. Es así com o la modalidad predominan­
te es la de la familia exten sa m od ificad a unilineal de hecho en los estratos
bajos de las áreas urbanas del país 41%, de los cuales hay un 23% de fam ilia
e x te n sa u nilin eal m atern a en las regiones Paisa, Caribe, Valle del Cauca y
Risaralda, Tolima Grande, donde ha sido tradicional la jefatura económ ica dom és­
tica de la “abuela”22 y un 18% de fam ilia exten sa unilineal patern a en las
region es de los Santanderes, C undiboyacense y Caucano-Nariñense, en las
cuales ha sido tradicional el patriarcalism o,23 frente a un 20% de fam ilia ex ­
ten sa bilateral encontrada en estratos m edios y altos de poblacion es entre
20.000 y 500.000 habitantes y un 39% de fam ilias n ucleares au tón om as en
las ciudades m ayores de 500.000 habitantes.

Estas m odalidades tipológicas pueden ser el resultado de uniones legales y


recom posicion es le g a le s (previa anulación de matrimonio católico o de di­
vorcio para el matrim onio civil), o de recom posiciones de hecho cuando hay
una previa unión matrimonial no disuelta legalmente, o de una unión libre.
Simultáneamente se presentan u nion es poligínicas y polián d ricas a b ie rta s
o encubiertas según el estrato social y la región. Vale destacar que en las últi­
m as décadas se han incrementado las p arejas m últiples generalmente encu­
biertas (adulterio femenino y masculino), pertenecientes al mismo estrato social
(m edio y alto) y sin ruptura de la unión legal (no es posible dar datos estadísticos).

Tam bién se destaca el aumento de los matrimonios civiles entre la población


joven urbana24 y el aumento de se g u n d a s nupcias civiles en el exterior
co m o una manera de legitimar una unión después de la ruptura de un matri­
m onio católico, com portam iento acorde con la nueva escala de valores eróti-
co-afectivos, reproductivos, sociales, económ icos, individualistas y hedónicos
de una sociedad cada vez más penetrada por nuevos mensajes ideológicos en
materia de familia y de afecto en la cual la religión católica ha ¡do perdiendo el
control social, moral y ético que la caracterizó en épocas anteriores. Cada su­
bregion y estrato social acepta de diferente manera la ruptura matrimonial y de
pareja; así com o la subsecuente recom posición. Es así co m o aún se observan

22 Cfr. Gutiérrez d e Pineda, F a m ilia y C u ltu r a en C o lo m b ia , 1963.

23 Cfr. Gutiérrez d e Pineda et al., E l P a tr ia r c a lis m o en S a n ta n d e r, 1990.

24 Ru biano N o rm a y L u cero Zam udio, S e p a r a c io n e s C o n y u g a le s . M im eo. 1989.

40
más restricciones en las regiones Paisa, Valle del Cauca, Risaralda y los Santan-
deres y m ayor permisividad en las demás.

Otra característica de la familia actual en Colom bia es la que se refiere a la e d ad


de la prim era unión, la cual se ha transformado. A principios de siglo, según
Rubiano y Zamudio (1989) la diferencia de edades era amplia entre hom bres y
mujeres (m ás de 10 años), mostrando edades tempranas en la mujer: 15 a 18
años, y en hom bres entre 25 y 28 años. Esta situación ha variado en la m ism a
medida del cam bio en el papel de la mujer co m o coprovidente económ ica, con
lo cual las mujeres se unen más tarde (2 5 años) y los hom bres lo hacen más
temprano con mujeres de edades similares (variación prom edio de 5 años).
Pero también han surgido nuevas modalidades: hom bres m ayores de 50 años
que recom ponen una unión con mujeres 20 ó 25 años m enores o mujeres m a­
yores que aceptan vida conyugal con hom bres menores (entre 5 y 20 años).

Aparece com o significativo que, a pesar del aumento en las rupturas matrim o­
niales, los estratos altos y medios eligen el m atrim onio (especialm en te el cató­
lico) para su primera unión, la cual si fracasa se recom pone mediante diversas
form as legales o de hecho que pueden implicar o no cohabitación de la pareja.
Igualmente importante es la tendencia a mostrar m ás mujeres s e p a ra d a s que
hombres separados. Rubiano y Zamudio explican esta situación anotando que
la mayoría de las mujeres se queda a cargo de los hijos de la unión precedente,
no son autosuficientes económ icam ente, viven solas o dependen de su familia
exten sa, porque muchas mujeres separadas tienen que entrar a com petir con
mujeres jóvenes, sin hijos y con m ayor capacitación laboral, condiciones que
no afectan a la mayoría de los varones.

Esta realidad es más evidente en los estratos m edios y bajos, puesto que en
ellos es más precaria la autovalidación femenina. En los estratos altos la sepa­
ración se reparte equitativamente entre los sexos, al igual que las recom posi­
ciones posteriores.

Si en el pasado entre los diversos estratos las estructuras y tipologías familiares


se diferenciaban por la le g a lid a d del lazo de unión, hoy lo hacen por la ines­
tab ilid a d de la misma y por las sucesivas uniones en todos ellos, lo cual da
com o resultado la tendencia hacia el aumento de unas im ágenes paternas y
maternas múltiples (padres y padrastros, m adres y madrastras) y de unas rela­
ciones fraternales múltiples (herm anos y herm anastros); y a la existencia de
estructuras familiares nucleares estables y extensas tradicionales con otras nu­
cleares sucesivas y extensas temporales, en donde aparecen y desaparecen
parentescos políticos y se transforma el papel tradicional de los “viejo s” . El
hacinamiento habitacional en áreas urbanas es m ayor y se deprimen las con­
diciones de vida familiar y afectiva.

41
F a c t o r e s e s t r u c t u r a le s d e la e c o n o m ía e n lo s c a m b io s
f a m il ia r e s y el e s t a t u s d e l v ie jo

La producción agrícola del país presenta grandes modalidades. De una parte


la unidad familiar explotada mediante m ano de obra del grupo dom éstico y de
otra, la gran unidad explotada mediante m ano de obra asalariada de corte em ­
presarial o la m odalidad mixta. En la primera, la unidad doméstica constituye
la unidad productiva en la que el concurso de la fuerza de trabajo familiar es
fundamental. Aquí la familia es m ediación necesaria para la vinculación ocupa-
cional de las nuevas generaciones, porque ella capacita al individuo para el
trabajo. Por consiguiente, el hijo es para la familia fuerza de trabajo y desem pe­
ña el papel de protector de la parcela y de los valores familiares. En ella el viejo
es el transmisor de conocim ientos, valores y tradiciones y ante la ausencia del
Estado respecto a la seguridad social, la prole es (al m enos teóricam ente) la
principal garantía de cuidado y atención en la vejez de los padres. En este tipo
de unidades productivas hay un control estrecho y duradero de los padres sobre
las relaciones sociales y afectivas de la prole, conform ando así la familia ex ten ­
sa tradicional.

Por contraste, en el orden econ óm ico basado en la producción de grandes uni­


dades, la familia deja de ser una unidad de producción para ser especialm ente
una unidad de consum o y, debido al avanzado nivel tecnológico en la explota­
ción y el uso intensivo del suelo, los miembros del grupo familiar se dispersan
en tareas especializadas. En esta estructura productiva el papel econ óm ico del
hijo es de fuerza de trabajo en preparación para la producción social no familiar,
factor que lleva a su migración hacia la ciudad y a su desvinculación de otros
m iem bros de la familia extensa. Y com o la urbanización permite acceder a la
Seguridad Social se reduce (al m enos teóricam ente) la dependencia familiar en
la vejez. La evidencia de una menor capacidad de em pleo en el sector agrícola
tecnificado y moderno, acelera los procesos migratorios de algunos miembros
de la familia y en muchas ocasiones es causal de desintegración de la misma.

La urbanización acelerada y no planificada, sumada a la ampliación de la co ­


bertura educativa y de los m edios de comunicación, han propiciado otros cam ­
bios familiares y culturales. De una parte, permiten el avance de la integración
cultural entre las diversas regiones y el cam bio de patrones patriarcales hacia
nuevas m odalidades de familia y poder económ ico, y de otra, acrecientan las
tasas de subem pleo y desem pleo que obligan a las familias a vincular varios de
sus m iem bros al trabajo formal e informal, incluyendo niños, mujeres y viejos
para lograr la sobrevivencia.

42
L o r u r a l y lo u r b a n o : in c id e n c ia fa m ilia r

Las diferencias entre “lo rural” y “lo urbano” se observan analizando algunos
factores valorativos que inciden en la visión del mundo y en las características
estructurales y funcionales de la familia. Entre ellos se destacan:

Concepción del tiem po. En el área rural el tiem po es visto co m o un p roce­


so con fuerte arraigo en el pasado, mientras en el área urbana el tiem po es
m edido com o momentos. M om entos para cada actividad y actividad para
cada m om ento, con énfasis en el presente.

C oncepción del espacio. En el área rural el espacio tiene límite, la tierra


llama a la permanencia; mientras en el área urbana, el espacio es un ámbito
funcional escaso que exige ser explotado con rendimiento.

-- S ta tu s social. En el área rural la identidad social se mide por el origen


desde el pasado y el status es adscrito en contraste con una identidad social
medida por el presente y por el status adquirido propios del área urbana.

Concepto de libertad. Mientras en el área rural -d e manera relativa- las


decisiones personales com prom eten a la totalidad del grupo d om éstico, en
el área urbana hay m ayores posibilidades de elección individual de vida
con lo cual se refuerza -au n qu e sea de manera teó rica - un m ayor sen­
tido de afirm ación individualista.

Concepto de autoridad. En el área rural predomina -al m enos c o m o ideal-


un sentido jerárquico (por edad y sexo) y solidario, mientras en el área
urbana se anuncia com o meta la igualdad com petitiva de los ciudadanos.

Concepto de propiedad. Cuando se poseen tierras, éstas son hereditarias


y acumulables para el grupo familiar extenso y cuando no, se heredan los
oficios agropecuarios en el área rural, mientras en la ciudad la propiedad
es de carácter más individual para su consum o o para la m axim ización de
las ganancias personales; concepto que no se limita a la propiedad de la
tierra sino que abarca la de otros bienes muebles o inmuebles.

N upcialidad. La selección del cónyu ge con el visto bueno de la parentela


porque éste hará parte de la familia extensa, es más frecuente en el cam p o
en contraste con la ciudad, donde la selección del cónyuge es m ás indivi­
dual, generalmente hom ógam a y exógam a, sin prom esas co m prom etedo­
ras para el grupo doméstico, ni expectativas de totalidad o permanencia.

S e x u a lid a d y afectividad. En el área rural la comunicación conyugal se


orienta preferencialmente hacia la reproducción y hacia la com pañía m e­
diante la posesión y la entrega perm anentes mientras que en el área urbana

43
hay una m ayor separación entre las funciones erótico-afectivas y reproduc­
tivas y un sentido de la com pañía co m o algo transitorio y funcional

D in á m ic a d e la p a r t ic ip a c ió n d e l v ie jo e n la fa m ilia

Cuando Colom bia era un país rural prevalecía la familia patriarcal25, en la que
los viejos desem peñaban roles separados y concretos que les permitía perm a­
necer activos y útiles dentro de la estructura familiar. Este status-rol del viejo se
mantiene aún en las áreas rurales del país, con variaciones respecto a la mayor
o m enor autoridad fem enina o masculina, según regiones y estratos so cioeco­
nóm icos. Mayor autoridad del a b u elo en las regiones de los Santanderes, Cun-
diboyacense y Caucano-Nariñense y en parte de los estratos altos de las regiones
del Valle del Cauca y Risaralda, Paisa, Tolima Grande y Caribe, y m ayor autori­
dad de la a b u e la en las 4 últimas regiones.

Pero las transform aciones familiares que están ocurriendo especialm ente en las
áreas urbanas (70% ) del país han producido una tendencia hacia el aumento
de la desintegración de la familia tradicional que incide sobre las diferentes
realidades de vida, status y rol de la población vieja.

Las dinámicas dem ográfica y familiar, han propiciado el surgimiento de la fa­


milia nuclear autónom a en las grandes ciudades cuya presencia ha limitado por
múltiples razones -en tre ellas la vivien da- las responsabilidades de las nuevas
generaciones con los viejos de hoy, quienes en su mayoría carecen de Seguri­
dad Social, son de origen cam pesino y aspiraban estar atendidos por sus hijos
en la vejez.

Paralelam ente las transformaciones ocurridas en las dos últimas décadas han
determ inado que los hijos(as) busquen el apoyo de los viejos (familia extensa)
en los m om entos de ruptura conyugal y mientras establecen nuevas uniones,
con lo cual, el abuelo o la abuela entran de nuevo a cumplir el papel de cuida­
dores de los nietos y de la vivienda de los hijos separados o deben asumir
nuevas funciones econ óm icas y de ayuda doméstica, especialm ente en los es­
tratos m edios y bajos. Esta situación puede ser transitoria y/o reincidente, gene­
rando antagonismos y conflictos por la diferencia de valores (éticos, familiares,
sociales), por el sentido de explotación económ ica o laboral o por desavenen­
cias entre nietos de diferentes padres o madres.

CIna situación común en los estratos bajos urbanos es la pobreza que afecta a
las familias múltiples, lo cual convierte al viejo en una carga económ ica por su

25 Gutiérrez d e Pineda, Virginia. 1990

44
inutilidad en un sentido productivo, porque generalm ente los viejos que
viven en la ciudad y pertenecen a estos estratos son inmigrantes cam pesinos y
carecen de la habilitación técnica necesaria para la producción urbana, a lo cual
se suman los achaques de la edad y, en muchos casos, la invalidez o deterioro
físico debido al tipo de trabajo anterior (cam pesinos).

Cuando se trata de personas solteras, viudas o separadas m ayores de 50 años,


la situación de soledad y abandono en los estratos bajos urbanos es peor, lo
que lleva a estas personas al internamiento o a una subsistencia callejera, alter­
nativas que aceleran el deterioro físico y mental.

El 70% de los hom bres m ayores de 50 años y el 75% de las mujeres son viudos,
separados o solteros. De ellos sólo un 14% tiene algún tipo de apoyo econ óm ico
(pensión, ingreso o trabajo) lo cual coloca a un alto porcentaje de viejos en una
situación de dependencia familiar o social. La soledad, carencia de familia o
abandono de la misma explican también el estado civil de los usuarios de las
instituciones públicas o privadas (ancianatos): solteros (20% ); viudos (50% ); y
abandonados (5% ). Estos últimos deambulaban por las calles y fueron “ recogi­
dos” por la policía.

Otra situación familiar encontrada en las ciudades de Bogotá, Medellin, Cali y


Barranquilla es la de hombres que en su juventud abandonaron a la familia y
ahora en la vejez no encuentran apoyo en ella (con excepción de la ciudad de
Barranquilla, donde el hom bre que abandona a su familia sí encuentra apoyo
familiar) a diferencia de lo que ocurre con las mujeres viejas que algún día
fueron abandonadas por el com pañero o quedaron a cargo de la prole. Para los
hijos de éstas, el cuidado de la madre es una doble obligación. En los estratos
bajos se exige que el viejo desarrolle algún tipo de actividad com pensatoria
(cuidado de los nietos, actividades dom ésticas) o el rebusque.

Para ajustarse a estas realidades, la familia trata de acom odarse m ediante un


proceso dinámico de cam bio que aumenta el deterioro de la calidad de vida,
especialm ente para niños, mujeres y viejos, aunque también muestra pérdidas
y ganancias relativas para los grupos jóvenes y para algunas mujeres de estra­
tos m edios y altos, en cuanto a libertad, igualdad de oportunidades y m ayor
acceso a la vida política y social del país.

Según B. Kutner ( 1980)26, el envejecim iento social es un proceso de “ rediferen­


ciación y reintegración de roles y funciones sociales que ocurre a medida que
el individuo envejece cronológicam ente y aflora debido a cam bios en el rol y

26 Kutner B. G e r o n t o lo g y T od a y . 1980. p.60

45
status impuestos sobre él, tanto por su sociedad, o por mala suerte o delibera­
dam ente aceptados por é l”. Asi el criterio sociocultural de “edad” puede ser un
auténtico grado de desarrollo o un status asignado por la sociedad para dar o
quitar espacios sociales a las personas que llegan a cierta edad cronológica.

Aunque las variaciones biológicas que se presentan con la edad son similares
entre sociedades, la jerarquía, la atención, el tratamiento y el papel asignado a
los viejos varía entre sociedades y en éstas, entre regiones, épocas, áreas y
estratos sociales. Esto significa que cada sociedad-cultura tiene una orientación
cronológica y en esa medida los viejos, los adultos o los jóvenes reciben mayor
o m enor atención.

En Colom bia podem os afirmar que, en veinte años, pasamos de una sociedad
tradicional-agrícola donde se consideraban importantes el saber y el poder de los
viejo s - lo cual les garantizaba autoridad y resp eto -, a ser una sociedad en
transición hacia lo moderno-urbano, en la cual se da más valor social al tra­
bajo, a la productividad y al d esarro llo tecnológico, lo cual garantiza el
poder, la autoridad y el respeto a los adu ltos jóvenes.

Sin em bargo, la situación de los viejos es muy variada dentro del país:

En las regiones de los Santanderes y Caucano-Nariñense, el viejo varón es


tratado con deferencia y respeto y conserva su autoridad en la familia, mientras
en las regiones Caribe y Paisa, la m ujer vieja mantiene un mayor status en la
familia cuando ella es la dueña de la casa; cuando vive en la casa de una hija
com parte con ella la autoridad interna, y cuando vive en casa de un hijo varón,
se disputa la autoridad con la nuera. En estos últimos casos tiene un status de
pro te gid a y/o d ep en d ien te en los estratos medios y altos, pero entra a ser
protectora y al m ism o tiem po dependiente cuando la hija o el hijo con quie­
nes vive es separado(a) o viudo(a). Los varones viejos en estas mismas situa­
ciones deben ser protectores y proveedores. Pero com o en la gran mayoría
de los casos (86% ) los viejos tienen dificultades económ icas, carecen de pen­
sión o no encuentran trabajo, el tratamiento familiar llega en algunos casos a
la humillación.

Rodolfo Heredia, Director de la Corporación Regional de Población dice que


“quien pertenece a la tercera edad, ingresa a un mundo de 'trastos viejos’, hom ­
bres y mujeres arrinconados por una sociedad que no concede espacio a quien
deja de producir” . N o obstante, los cam bios encontrados en la estructura y
funciones de la familia -especialm ente en las cuatro grandes ciudades, vuelven
a m odificar el status y el rol del viejo. A éste se le pide asumir funciones paternas
sustitutas: económ icas, dom ésticas y afectivas cuando las parejas rom pen su

46
unión. De una manera transitoria mientras efectúan otra u otras uniones, o
definitivam ente cuando la ruptura es perm anente sin recom posición. Y aquí
cabe un interrogante que se despejará en capítulos posteriores: ¿están los viejos
(abuelos-padres sustitutos), satisfechos con ese papel? ¿Pueden desem peñar­
lo? ¿Lo hacen voluntariamente? ¿Estas familias reconocen las dificultades y
limitaciones de los viejos en el nuevo status que se les im pone?

F a c t o r e s s o c io c u lt u r a ie s y v e je z

Y es en este contexto donde se deben analizar los factores socioculturaies que


favorecen o desfavorecen el proceso de envejecimiento, que se enuncian a con­
tinuación. Los factores negativos son:

• La pérdida de status social en los varones viejos ocurre por la carencia


de una actividad laboral o productiva y en las mujeres por la pérdida o
negativa a ejercer la función de crianza y socialización con los nietos de
hijos separados, casados o viudos;

• La pobreza que afecta especialm ente a los estratos bajos y m edios urba­
nos lleva al abandono familiar de muchos viejos, lo cual determina su indi­
gencia y mendicidad com o alternativas de sobrevivencia;

• La so le d a d que afecta especialm ente a los viejos solteros, separados, viu­


dos o migrantes sin familia, o a quienes en su edad adulta abandonaron la
familia y ahora, en la vejez, son abandonados por sus hijos y parientes;

• La aflicción ante las pérdidas frecuentes en esta etapa de la vida: el nido


vacío, la muerte del cónyuge, la muerte de contem poráneos y am igos;

• El tem or a la en ferm edad y la evidencia del deterioro norm al en la


salud, que se aúna al tem or a la muerte o a ser una carga econ óm ica y de
atención para la familia;

• La desconexión con el m edio com unitario, debido al encierro obligato­


rio por enferm edad real, a la carencia de recursos para realizar sus activida­
des o al proteccionism o de la familia y de la sociedad. (Pérdida de autoridad
y dependencia afectiva y/o económ ica).

Y c o m o factores socioculturaies que favorecen el proceso de envejecim iento, se


pueden enunciar los siguientes:

• La plenitud debida a la experiencia, a la sabiduría y a la prudencia adquiri­


das en el transcurso de su vida, la cual se observa especialm ente en estratos
altos de la población, en grupos de intelectuales y p rofesion ales inde­

47
pendientes para el caso de los varones y entre mujeres realizadas en su
maternidad, que cuentan con recursos económ icos y con el afecto familiar;

• L a se g u rid a d en su vitalidad, que se expresa en el mantenimiento de una


actividad fisica, intelectual o productiva que les permite conservar la auto­
ridad y colaborar activam ente en la solución de los problemas que presenta
el n uevo tipo d e fam ilia que surge en las áreas urbanas.

Otros factores socioculturales relacionados con la vejez, son: la familia, el tra­


bajo, la salud, el estilo de vida, los factores educativos y los factores ambienta­
les. Una descripción de ellos nos permitirá introducir la realidad sociocultural
de la vejez en el país.

F a m ilia
La fam ilia definida por la sociedad y el Estado colom bianos co m o “la unidad
estable en la cual, las relaciones entre las generaciones se rigen por la costum ­
bre y donde los viejos tienen garantizada su seguridad económ ica y afectiva” ,
se considera co m o el m ejor sitio para satisfacer las necesidades de los viejos
porque en ella ocupan un status importante y tienen un papel que cumplir
c o m o educadores, abuelos, jefes y orientadores. Sin em bargo, hem os visto que
en el país no hay un solo tipo de familia y que la anterior definición corresponde
m ás a un ideal tradicional que a la realidad dinámica y cambiante que estamos
viviendo. Tal definición se acerca a la familia extensa o nuclear estable, patriar­
cal y con roles definidos por edad y sexo, la cual, aunque subsiste en muchas
regiones del país, muestra una tendencia a decrecer, especialm ente en las áreas
metropolitanas.

En la familia en transición, o sea la constituida por los migrantes o quienes


han tenido una o múltiples rupturas conyugales con sucesivas recom posicio­
nes, es difícil establecer claramente las responsabilidades de cada miembro.
Pero en cualquiera de estas tipologías se observa una tendencia a descuidar, a
recargar a los viejos o a explotarlos o una tendencia a reducir o a sobreexígir
su soporte em ocional y econ óm ico confundiendo los conceptos de com pañía
y afecto, con los de abuso y explotación.

Sin em bargo, en estas familia se encuentran diferencias que se tipifican en


cinco grandes modalidades, en cuanto al status-rol del viejo:

1. Las fam ilias in t e g ra d a s (generalm en te inm igrantes de pueblos o áreas


rurales), donde el viejo ocupa un status importante com o depositario de
tradiciones familiares y comunitarias. En ella el varón es consultado y aca­

48
tado; la mujer es el centro de la afectividad del grupo extenso; y am bos
com o abuelos desempeñan un papel socializador.

2. Las familias rotas o que por condiciones socioeconóm icas deben buscar
la institucionalización del viejo, pero conservan lazos afectivos y de res­
ponsabilidad económ ica con ese m iem bro familiar.

3. Las familias que ab a n d o n a n a sus viejos en sus viviendas (cuando éstos


tienen recursos propios) o en las instituciones, sin conservar vínculos afec­
tivos o económ icos, o cuando los abandonan a su suerte (m endicidad).
Aquí los viejos tienen dependencia social y/o estatal.

4. Las familias que inconsultamente trastean al viejo de una familia nuclear


(vivienda) a otra para repartir equitativam ente entre varios parientes la
carga econ óm ica , afectiva y de tolerancia a su presencia entre diversos
miembros del grupo. Aquí el status-rol del viejo es de dependencia y subor­
dinación familiar.

5. Las familias rotas que explotan afectiva y económ icam ente a los viejos,
volviendo transitoriamente a la casa paterna mientras reestructuran nuevas
uniones conyugales. En algunos casos, los viejos asumen las funciones de
padres sustitutos con poder y autoridad; en otros, no obstante ser provee­
dores económ icos, tienen un status subordinado y dependiente.

En las cuatro últimas modalidades familiares, se incurre en alguna de las si­


guientes infracciones o delitos contra el viejo, en cualquier m om ento del p roce­
so de cam bio familiar:

• A b u s o fís ico : agresión, no suministro de alimentos suficientes y adecua­


dos, de drogas, vestuario, atención médica, necesidades espirituales o re­
creativas, de acuerdo con lo establecido en la ley colom biana (obligaciones
de los hijos).

• A b u s o m a teria l y e c o n ó m ic o : asignar cargas tem porales o permanentes,


cuando los hijos separados, viudos, o madresolteras retornan a la casa pa­
terna con sus hijos (nietos de E go) y asumen el control del hogar, o cuando,
com o en otras situaciones los parientes les quitan a los viejos las propieda­
des o el dinero o los presionan para su repartición en vida.

• A b u s o con tra la lib erta d : obligar al viejo a internarse en una institución, o


a aceptar irse a vivir donde y con quien los parientes dispongan, sin pedir
su consentimiento.

• A b u s o p s ic o ló g ic o : encierro, agresiones verbales, recriminaciones, burla o


ridículización de sus com portam ientos, injurias, am en azas de abandono
y soledad, etc.

49
Ahora bien. Los gerontólogos entrevistados y consultados recomiendan la per­
m anencia de los viejos en su propio domicilio, porque dicen que renunciar a los
hábitos y a su m edio ambiente familiar equivale a una pérdida de identidad y
de sus pertenencias (econ óm icas y espirituales). Sin em bargo, en la mayoría
de sociedades industrializadas y modernas, los viejos van quedando aislados
de la familia, bien porque ésta se reduce y rompe, o porque se los considera un
e sto rb o y una carga económ ica y física, especialm ente cuando la sociedad
está orientada hacia la producción. Y eso está ocurriendo en las grandes urbes
colom bianas, paralelam ente con la utilización temporal del viejo en algunas
etapas de los procesos de ruptura conyugal y de recom posición familiar seña­
ladas anteriormente. La familia en transición que aparece en las metrópolis no
es vista por los viejos com o la m ejor alternativa. Pero sólo es una entre dos: vivir
con ese tipo de familia o som eterse al intemamiento (ancianato). Aún así pre­
fieren vivir con la familia que en una institución.

T r a b a j o y J u b ila c ió n

Se ha dicho que una ocupación permite al hom bre sostener una calidad de vida
adecuada en los aspectos biopsicosociales. Sin em bargo, con el envejecimiento
y en distintas edades cronológicas, la mayoría de sociedades establece la lla­
mada pensión de jubilación. Para algunos analistas, ésta es una recom pensa
m erecida a largos años de servicio y sacrificio, mientras para otros es “una
virtual eutanasia social” , período de transición de la separación al aislamiento
(A sam blea Mundial del Envejecim iento).

Sin tratar de discutir aquí si la jubilación es una com pensación o un castigo para
el trabajador, porque para la mayoría de los viejos colom bianos ella es una
“n ecesidad” sentida y una gratificación a toda una vida de esfuerzos, y porque
sólo un 10% de los entrevistados está percibiendo una pensión, querem os ex­
poner lo que dicen y sienten los viejos jubilados, ante el retiro laboral, porque
confirm a los tem ores a la pérdida de status social, a la soledad, a la descone­
xión con el m edio comunitario y al creciente sentido de inutilidad.

• Depresión en el m om ento crítico de la jubilación: (a veces con manifesta­


ciones somáticas. (45%).

• Sentimientos de deterioro, soledad e inutilidad en los m eses siguientes a la


jubilación (30%).

• Visión pesimista del futuro (28%).

• Problem as de comunicación con com pañeros más jóvenes, con la familia


y con los am igos (70%).

50
• Incapacidad para dar afecto y cariño, angustia por un sentido de pérdida
del respeto al dejar de ser “útil” (léase productivo-activo) (25% ).

• Apatía sexual, impotencia, eyaculación precoz, anorgasmia (el dato es muy


difícil de precisar, pero fue m encionado en varias entrevistas).

• Predisposición a la hipocondría y consecuente adicción farm acológica (60% ),


(según estudios del INS, 1989).

• Insomnio y pereza (48%).

Para los hombres acostumbrados al espacio público y a ser proveedores eco ­


nóm icos de la familia, la pérdida de la ocupación (por jubilación o por otra
causa), es m otivo de conflictos familiares por cuanto, quienes hoy son viejos,
no fueron adiestrados para asumir el ocio, ni para usar el tiem po libre en acti­
vidades diferentes a su ocupación principal, pero el cam bio familiar que se vive
exige al varón mantener el status de proveedor. Adem ás, debido a la socializa­
ción diferencial para hombres y mujeres, aquellos quedaron excluidos del es­
pacio dom éstico, y si no producen un ingreso se los mira co m o “estorbos” .
En consecuencia, los varones viejos de hoy ven el tra b a jo com o sinónimo de
acción, utilidad, realización y po der (80%) y la carencia del m ism o c o m o
sinónimo de inactividad, inutilidad, pérdida de autoestim a y de au tori­
dad. Pero lo m ás preocupante es ratificar que la gente joven también com parte
estas ideas y creencias. (Jn 70% de los varones jóvenes entrevistados considera
que lo más difícil de la vejez es la pérdida de la capacidad laboral o productiva,
porque ella es el factor cultural determinante de su status social y familiar.

Por el contrario, un 90% de mujeres pensionadas ve en la jubilación o en el retiro


del trabajo remunerado, la liberación de una carga y un descanso a la doble o
triple jornada que ejercieron com o trabajadoras remuneradas y com o am as de
casa. Para ellas, el espacio dom éstico es un espacio natural y el tiem po libre lo
ocupan en labores caseras que, si bien parecían una carga en la edad adulta,
ahora en la vejez son apreciadas y valoradas, por cuanto les perm ite sentirse
útiles y autosuficientes. Sienten deseos y necesidad de afecto y cariño y volun­
tariamente quieren ayudar a sus hijos(as) en el cuidado de los nietos(as). Sólo
un 10% mostró percepciones y sentimientos negativos a la jubilación, similares
a los percibidos por los varones.

No obstante, el problema real no es la jubilación, pensión o retiro, el problem a


principal radica en la pobreza de la gran mayoría de familias colom bianas, que
no permite una estabilidad económ ica para los viejos. Se trata de una pobla­
ción que debe trabajar por necesidad y no por placer. Aún los pensionados,
necesitan com pletar sus ingresos para colaborar en los períodos de crisis y
ruptura de las familias de los hijos. Es decir que, transitoria o perm anentem ente

51
los viejos deben continuar ejerciendo la jefatura económ ica o colaborando en
la manutención de algunos parientes, debido a la in estabilid ad de la fam ilia
u rb a n a d e hoy.

Por eso, tanto los jóvenes com o los viejos consideran que el Estado debería
tener una legislación integral sobre Seguridad Social, en la cual haya diferentes
alternativas de jubilación y la posibilidad real de generar o dar continuidad labo­
ral a personas viejas, quienes además de las responsabilidades familiares nuevas,
poseen serenidad de juicio, experiencia y capacidad de trabajo que podrían ser
aprovechadas y les permitiría sentirse útiles a la familia y a la sociedad, con lo
cual, se da un sentido vital a esta etapa de la vida.

S a lu d

De acuerdo con estudios m édicos y epidem iológicos realizados porMinsalud y


expertos en geriatría y gerontología, hay múltiples maneras de explicar los ni­
veles de incapacidad, enferm edad y muerte en las personas viejas. Sin em bar­
go, no siem pre hay asociación directa entre los indicadores de mortalidad y
morbilidad con la edad. La mortalidad y la morbilidad en la vejez no sólo son el
reflejo del deterioro en el sistema inmune, sino especialm ente de la exposición
acumulada durante muchos años a factores de riesgo relacionados con costum­
bres y hábitos culturales (estilo de vida), problemas psicológicos, aspectos so­
cioecon óm icos y ambientales (vivienda y servicios públicos), posibilidades de
atención m édica adecuada y oportuna, así com o de características genéticas.

No harem os énfasis en aspectos biológicos y genéticos, ni la presentación de


la estructura y causas de mortalidad, la patología o las causas de hospitaliza­
ción del viejo, por cuanto hay excelentes trabajos del Ministerio de Salud y del
Instituto Nacional de Salud sobre estos tem as.27 Pero sí haremos una reflexión
sobre los factores socioculturales asociados a la mortalidad y morbilidad del
viejo, así co m o sobre la discrepancia entre las condiciones objetivas y las
visiones subjetivas de la salud y de la capacidad para desarrollar actividades
cotidianas, a saber:

E s t ilo d e v id a :

Los cam bios en el m odo de vida ocurridos con la urbanización y la moder­


nización del país representan un reto para la salud pública, ya que nuevas prác­
ticas y hábitos aumentan la prevalencia de los factores de riesgo y la aparición
temprana de algunas enfermedades. C om o ejem plos tenem os los hábitos de

27 Cfr. bibliografía

52
beber, ingerir alimentos condimentados con productos químicos, alimentos en­
vasados y con preservativos, fumar tabaco con alquitrán, el “ stress” que produ­
cen los horarios, el tráfico urbano, la falta de ejercicio y el sedentarismo, etc.

Estos hábitos y prácticas propios de la vida urbana aumentan la hipertensión,


la hipercolesterolemia, las enfermedades coronarias, cardiovasculares, pulmo­
nares y circulatorias, así com o la obesidad. Es quizá por esto que se arraiga la
idea de que vejez es sinónimo de enfermedad.

F a c to re s p s ic o ló g ic o s :

La pérdida de control y de la autonomía en las decisiones familiares y en las


propias decisiones de vida, así com o las pérdidas de seres queridos que se
empiezan a sentir en la vejez, afectan la autoestima y tienen relación con el
deterioro del sistema inmunológico de los viejos. Según los expertos, los facto­
res psicológicos aumentan la depresión y el encierro.28

Las pérdidas de control, autonomía y poder pueden ocurrir por incapacidad


física real o por la disminución de ingresos (pensión) o carencia de éstos, pero
especialm ente por la vivencia de nuevas responsabilidades ante la inestabili­
dad de la familia actual, para lo cual los viejos de hoy no fueron preparados. El
deterioro de la autoestima y de la autovalidación, determina el sentimiento de
dependencia de los viejos y el consecuente estereotipo de ser una carga para
la familia, círculo vicioso que es muy difícil romper.

F a c t o r e s s o c io e c o n ó m ic o s :

La pobreza de las familias de los estratos bajos urbanos y rurales del país de­
termina que estos grupos tengan un bajo nivel de vida que se expresa en ca­
rencias cuali y cuantitativas de vivienda y de servicio públicos, desnutrición,
baja escolaridad y malas condiciones de salud, todo lo cual influye en la preva-
lencia de enferm edades carenciales y en un mayor índice de le ta lid a d por
ausencia de atención médica adecuada y oportuna y por la carencia de recur­
sos para atender necesidades más allá de la mera subsistencia.

En los estratos socioeconóm icos más altos, los problemas de la vejez no se


relacionan con la pobreza sino con aspectos socioculturaies asociados a un
sentido de pérdida de status y de objetivos en la vida que lleva al deterioro físico
y a la depresión. Solamente un 1% de los viejos entrevistados se sienten adap­
tados al m om ento que viven y tienen planes y proyectos para ejecutar en lo que

28 Cfr. bibliografía.

53
les resta de vida y un 30% debe producir ingresos para sí o para otros, más por
necesidad que com o realización personal.

F a c t o r e s e d u c a t iv o s :

La mayoría de viejos actuales del país (49% ) es analfabeta real o funcional y un


40% apenas alcanzó algunos grados de primaria. Ellos se ocuparon en su vida
laboral de trabajos agropecuarios, artesanales, en la construcción o c o m o obre­
ros y trabajadores de em presas e industria, labores que exigían baja o mediana
calificación, o com o amas de casa. El 90% carece de alguna form a de Seguri­
dad Social y ahora en su vejez deben seguir produciendo ingresos para no
depender de su familia o de instituciones públicas, en condiciones de máxima
subordinación.

En los estratos con mayor nivel educativo (secundaria: 10% o universitaria 1%),
la mayoría de viejos tiene una pensión de jubilación precaria (esta condición se
ha m ejorado desde 1989 cuando se decretó el reajuste automático de las pen­
siones). De ellos sólo un 0.5% continúa trabajando en nuevas tareas económ i­
cas o intelectuales, tiene autonomía y requiere solamente el apoyo afectivo de
su familia. Sin em bargo la mayoría de ellos también carece de conocim ientos
acerca del proceso de envejecim iento y de las conductas, hábitos y com porta­
mientos “norm ales” para su edad o tendientes a fomentar su autocuidado. El
85% acude a prácticas populares para mantener la vitalidad y evitar el enveje­
cim iento o tiene una serie de mitos y tabúes acerca del envejecim iento y la
longevidad. Sólo 2 viejos habían acudido a geriatras o gerontólogos para apren­
der a entender el proceso que viven y para adaptarse a su realidad vital.

El 70% de los entrevistados no había ido al m édico en los últimos 3 meses,


mientras un 10% se autom edicó en farmacias; un 20% acudió a yerbateros y
hom eópatas; un 15% siguió consejos de curanderos y naturistas dados a través
de la radio y un 25% em pleó remedios caseros, tanto para prevenir enferm eda­
des co m o para curarlas medíante tratamientos prolongados.

De todos m odos, es importante anotar que para los viejos es una gran necesi­
dad y satisfacción aprender cosas nuevas dentro del sistema educativo formal
o fuera de él (radio, por ejem plo) pero temen “ hacer el ridículo" frente a los
jóvenes. Por eso ocupan su tiem po oyendo programas educativos, médicos,
psicológicos en la radio, leyendo sobre temas relativos a la sexualidad en la
vejez, sobre las actividades que pueden desarrollar o com entando con sus con­
tem poráneos sobre las enferm edades y los achaques de la vejez.

54
Analizando la educación form al del país en colegios, escuelas y universidades
se observa que en los curricula hay ausencia total de contenidos acerca del
proceso de envejecimiento y sus efectos reales, lo cual permite suponer que la
desinform ación sobre el proceso y sus características se repetirá en los viejos
del mañana (los jóvenes de hoy). Y c o m o ya se dijo, a nivel universitario sólo
había (1991) una especíalización en geriatría (Manizales), con una prom oción
de 2 egresados cada 4 años.

A nivel de especialistas, apenas se contaba con una veintena de geriatras y una


centena de gerontólogos form ados en el exterior los primeros y en los últimos
7 años, los segundos.

F a c t o r e s a m b ie n t a le s

Los puntos anteriores señalan que el ambiente físico, cultural, social y afectivo
de los viejos del país es de bajas especificaciones. En tales condiciones, las
políticas y los planes de vivienda de interés social son insuficientes para la pobla­
ción en general, pero son nulos para el caso de la población vieja.

Nuevos y específicos programas de vivienda y de servicios públicos apropiados


a las características culturales locales y regionales podrían disminuir la necesi­
dad de institucionalizar a los viejos, con altos costos. La falla en estos aspectos
se observa en todos los estratos porque aun en aquellos donde hay suficientes
ingresos y vivienda propia, los cam bios estructurales y funcionales de la familia,
así com o su creciente inestabilidad, obliga a que los viejos “a com od en " tem po­
ral o perm anentem ente en sus viviendas a los hijos y nietos de familias rotas o
a que se vayan a las casas de sus hijos com o “ dependientes” para cumplir
funciones económ icas y de crianza, que no siempre desean, ni pueden realizar.

Otro factor relacionado con el ambiente que rodea al viejo es el que se refiere
al sitio para guardar sus recuerdos, alumbrar sus santos o a la huerta para
sembrar sus yerbas y tener sus animalitos, espacios que se reducen o se elim i­
nan en las ciudades. Igualm ente el clima, la altura y el saneam iento am bien­
tal son factores que alteran el proceso de envejecim iento y agravan procesos
patológicos, cardiovasculares y pulmonares.

En el caso de viejos internos, es evidente el grado de hacinamiento, la deficien­


cia en las instalaciones físicas y en los servicios, a lo cual se agrega la ausencia
o el desapego familiares. Por eso los viejos internos en instituciones recom ien­

55
dan buscar otra orientación a las políticas sobre vejez, proponiendo una ayuda
a las familias que cuidan a sus viejos, para que éstas encuentren un incentivo
real a sus obligaciones. La segregación, dicen los psicólogos, produce trastor­
nos en la personalidad por el aislamiento de la familia y de la sociedad, y deter­
mina sentimientos de soledad que tienen consecuencias afectivo-em ocionales
con repercusiones físicas. En un capítulo posterior se hará una presentación
más detallada de los problemas de la institucíonalización del viejo vistos por
ellos m ism os, para com plem entar lo señalado aquí.

56
5

S o cializació n y vejez

Me propongo describir cóm o incide la socialización en el cam bio de los patro­


nes de conducta familiar y cóm o éstos, a su vez, afectan el status del viejo en
la sociedad colom biana actual. Para hacerlo se establece que, si bien el cam bio
tecnológico e industrial ha sido el gran factor de la transformación familiar, hay
otros factores involucrados en el cam bio del status y del com portam iento de
las distintas generaciones.

La socialización definida com o “el proceso por m edio del cual el pequeño ser
humano adquiere los valores y el conocim iento de su grupo y aprende las fun-
ir 29
ciones sociales propias de su posición él” , se inicia desde la concepción y
termina con la muerte. Tiene relación con la internalización de la realidad, con
la internalización de normas, creencias y valores, con la constitución de visio­
nes del mundo y con la identificación con agentes y figuras socializadoras.30

Por eso, la form ación que se adquiere en el proceso de socialización tiene co m o


fin último que el individuo aprenda “lo n ecesario” de una cultura particular en
la sociedad donde ha nacido, y m odele su personalidad de acuerdo con unos
patrones de conducta considerados co m o “adecuados” . En este p roceso se
distinguen dos tipos de socialización: la llamada prim aria que ocurre en los
primeros años de vida (hasta los 5 aproxim adam ente) orientada a la internali­
zación del mundo objetivo -lo s padres y quienes están a su alrededor-, y la
secundaria, o sea aquella que ocurre hasta la muerte y se orienta hacia la
internalización de submundos institucionales específicos diferentes a la familia,
tales com o la escuela, el vecindario, el grupo de pares, los m edios de comuni­
cación y los entes privados o públicos con los cuales el individuo establece
algún tipo de relación social, laboral, afectiva, religiosa o recreativa, todos los
cuales contribuyen a form ar al “sujeto” concreto.

29 G ood e, F a m ilia . IN. York 1969

30 Rey, (1 9 8 6 ) cit. por A ra n g o de C arvajal A dela, F a m ilia , S o c ie d a d y Vejez. U niversidad de N o va


Fort L a u d e r d a le -C IN D E , 1988.

57
S o c ia liz a c ió n p r im a r ia y e s t e r e o t ip o s d e l v ie jo

La influencia de la familia es más marcada en los primeros años de vida del


niño, por cuanto es allí donde se moldean los valores, actitudes, normas, pautas
de com portam iento y estereotipos sexuales y etarios, y porque, com o dicen
Berger y Luckm an31 “ la internalizacion del mundo de los mayores es EL MUN­
DO para el niño y no existe otro posible, el carácter de inevitabilidad que él
adquiere para el individuo tiene una carga em ocional tan fuerte que la identidad
de la persona depende en gran parte de ese proceso” .

Por consiguiente, la socialización primaria aparece co m o el elem ento clave de


la realidad subjetiva para el individuo, en su futura relación dialéctica con otras
personas o E N TE S SO CIALES. Es decir que “es en la socialización primaria
cuando se inicia en el individuo la form ación de esquem as m otivacionales e
interpretativos y los prim eros elem en tos norm ativos, cognoscitivos y afecti­
v o s” ;32 de donde se infiere que del tipo de socialización primaria que se dé,
dependerá la coherencia entre ésta y la secundaria, haciendo posible el mante­
nimiento, la confirm ación, la insistencia de la nueva realidad, o afrontando las
situaciones que originan las incoherencias con esa realidad33.

Los estereotipos son creencias generalizadas acerca de características que se


supone son principalmente de grupos de personas, basados generalm ente en
inform aciones incom pletas o am biguas34, que se aprenden habitualmente du­
rante la infancia35. Es decir, que la formación de estereotipos se da en dos niveles:
el perceptivo que ocurre sólo ante la presencia del objeto y desaparece cuando
éste no está presente y el cognoscitivo, que se plasma en im ágenes que no
son fieles copias de la realidad, sino que están sujetas a un proceso de distor­
sión producido por los valores y creencias que tienen un origen cultural y sub­
cultural. El primero referido a la sociedad global en un m om ento dado, y el
segundo a un segm en to de tal sociedad (el estrato social, el tipo de familia, el
sexo o la edad).

En nuestra sociedad contem poránea el valor social predominante es la pro­


ducción, asociada a la m eta social del consumismo. Por consiguiente, aquellas
personas im productivas son catalogadas c om o inútiles, idea que se aprende
durante la infancia y se refuerza durante la adolescencia, produciendo entre la

31 cit. por A ra n g o de C arvajal, 1988


32 A ra n g o de C., op . ciL. 1988.
33 B erger, 1978; Rey 1986. op. c it. 1988
34 E scovar, H., 1987.
35 Lindgren, 1975.

58
gente joven una visión estereotipada del viejo inútil y entre la gente vieja la idea
estereotipada de que es un “estorbo” .

Dulcey y Ardila36 adaptaron en 1976 la escala de Tuckman y Lorge (1953) sobre


actitudes hacia los ancianos en Colombia. Del análisis de este trabajo se puede
inferir que hay diferencias entre las encuestadas nacidas en Bogotá y las de
fuera de la ciudad, y entre quienes tuvieron contacto en su infancia con los
abuelos y quienes no vivieron esta experiencia.

Muchos resultados coincidieron con nuestros datos, especialm ente los que se
refieren a la insistencia de las entrevistadas acerca de que los ancianos “deben
mantener una actividad y sociabilidad en la vejez” , “no ponerle pereque a los
dem ás” para evitar que se conviertan en “una carga y un estorbo para su fam i­
lia” . Es decir, que la imagen estereotipada que tiene la juventud acerca del viejo
es la de que éste es inútil e improductivo. Dulcey y Ardila afirman adem ás que
aquellas jóvenes que tuvieron contacto con sus abuelos en la infancia, tienen
unas ideas más “objetivas” que quienes construyeron las im ágenes de los viejos
sin esa experiencia directa.

S o c ia liz a c ió n s e c u n d a r ia

Si bien este proceso es la continuación de la socialización primaria, se refiere


al conocim iento específico de roles que dependen fundamentalm ente de la di­
visión social del trabajo. Es cuando el individuo aprende un oficio para realizar­
se social, económ ica y em ocionalm ente de acuerdo con una escala de valores
culturales específica según sexo, edad y estrato social de la familia; cuando se
internalizan una serie de im ágenes parcializadas del mundo, se confrontan con
el mundo internalizado de la infancia y se van integrando a una visión del mundo
de cada individuo. Se establece así una relación dialéctica entre el individuo y
la sociedad, a través de los lenguajes co m o medios simbólicos de la com unica­
ción humana.37

Para Berger38 el tipo, la forma, el grado de identificación que el individuo logra


de estos mundos parciales, de los otros significantes y de lo que ha internalizado
en la infancia, es lo que constituye la base de su identidad. Esto supone un
proceso dialéctico entre la autoidentificación y la identificación que hacen los
otros de él, para dar la particularidad al individuo.

36 D u lcey y Ardila (1 9 7 6 ).

37 Parra, 1983.
38 B erger (1 9 7 8 ).

59
F a c to re s que inciden en la so cializació n del viejo

En la investigación aparecen las siguientes variables relacionadas con la socia­


lización secundaria de los viejos: tipo de familia, relaciones del viejo con los
distintos parientes y con no parientes, status económ ico, trabajo (anterior y/o
actual), área (rural o urbana), con quien vive (solo, con parientes o en una
institución), la tenencia y el tipo de vivienda, la tenencia de la tierra si vive en
el cam po, el sexo, los roles desem peñados en su juventud y el estrato social.

V eam os m ás en detalle los resultados. C om o existen varios criterios para deter­


minar los tipos de familia a la cual pertenecen los viejos en Colombia, em plea­
m os la clasificación de Gutiérrez de Pineda (1963) para referirnos a la familia
extensa com pleta o incom pleta y a la familia nuclear com pleta e incompleta
sin considerar la legitimidad del lazo matrimonial.

Se encontró que la estructura extensa de familia en sus dos modalidades se da


en las áreas rurales del país mientras que las dos modalidades de familia nu­
clear se dan especialm ente en las cuatro grandes ciudades (Bogotá, Medellin,
Cali y Barranquilla) e incipientemente en algunas capitales de departamento.
En las áreas rurales predomina la familia extensa incompleta, mientras en las
grandes ciudades hay un 40% de familias nucleares com pletas frente a un 30%
de familias nucleares incompletas, y un 30% de familias extensas en su mayoría
incom pletas, siendo en todos los casos m ayor el número de mujeres viejas que
de hom bres viejos.

Hay m ayor número de mujeres viejas solas (viudas, madresolteras, separadas)


que de hom bres viejos solos. Los hom bres viudos o separados en una propor­
ción alta (30% ) se vuelven a casar o a unir con mujeres más jóvenes, mientras
que aquellas viven con los hijos menores, las hijas solteras, viudas o separadas
y sus nietos.

El retiro laboral es m ás frecuente en la ciudad que en el cam p o y más conflictivo


para el hom bre que para la mujer. Por consiguiente el retiro laboral afecta más
profundamente a los hom bres del área urbana puesto que en el cam po los
viejos varones conservan su rol ocupacional hasta edades muy avanzadas (80
y más años) y mantienen un alto status de autoridad en la familia y en la co­
munidad. El proceso de socialización que asigna al varón su espacio “fuera del
hogar" produce una desadaptación a un nuevo estilo de vida del hom bre pen­
sionado o desem pleado de las ciudades con efectos negativos sobre su autoes­
tima y el “ respeto de la familia” . Por el contrario, las mujeres, m ejor adaptadas
para desem peñar sus roles “dentro de la casa” que para desem peñar un rol
productivo extrafamiliar (al m enos en la generación que hoy tiene más de 50
años), conservan su papel de dispensadoras de cuidados y cuidadoras de la

60
familia o de la vivienda hasta una edad avanzada en la ciudad. En el ca m p o no
hay límite de edad para que la mujer cumpla sus roles tradicionales.

El sistema de tenencia de la tierra es otro factor decisivo no sólo en cuanto a


los roles asumidos y al status de autoridad en la familia rural, sino co m o un
elem ento definitivo para la migración de esa población. Si se poseen tierras en
cantidad o productividad suficientes para la sobrevivencia de los grupos viejos,
éstos prefieren vivir en el cam po, aunque los hijos los presionen para migrar;
pero si las condiciones de tenencia y productividad se reducen, los viejos mi-
gran en busca de apoyo familiar, perdiendo con ello autonomía, poder y autoridad.

Lo anterior muestra que en las familias donde el viejo, hom bre o mujer, con­
serva un rol productivo, su status es de poder y autoridad y las relaciones
intergeneracionales se caracterizan por el respeto, la obediencia y el acatam ien­
to a los mayores y por consiguiente, la autoimagen del viejo es positiva, cum ­
pliendo los roles de abuelo (co m o socializador directo o indirecto) y los roles
sociales (com o partícipe de las actividades cívicas, comunales, políticas, reli­
giosas y recreativas).

La autoridad del viejo en las zonas cam pesinas se sustenta en la perpetuación


de un tipo de producción que ha sido la base tradicional de la subsistencia para
todo el grupo familiar, lo que permite la existencia de roles jerarquizados entre
los m iem bros del mismo, así com o la existencia de una escala de valores éticos
que da gran importancia al respeto y a la obediencia a los mayores, perm itiendo
una alta estima de los viejos y de la vejez.

A su vez, la familia extensa puede subsistir en el cam po porque todos sus m iem ­
bros se requieren entre sí. El viejo para no estar solo o contar con ayuda en
las labores del agro, y los dem ás parientes porqu e encuentran en esta situa­
ción la mejor form a de tener un ingreso y la posibilidad de cumplir con el deber
m oral de cuidar a los padres viejos, valor internalizado en el p ro ce so de
socialización.

Cuando las condiciones de vida y trabajo cambian co m o ha ocurrido con el


proceso de urbanización, la familia se tiene que ir transformando estructural­
mente, su tamaño se reduce y su hábitat se com prim e. Cada m iem bro busca
sus oportunidades laborales fuera del grupo de parientes y siente que, quienes
no contribuyen económ icam ente o de una manera muy precisa al fu n cion a ­
miento del grupo, “sobra” “estorba” . Y com o las generaciones que hoy son
viejas fueron socializadas en otro m edio ecológico-cultural, no se han adaptado
a estos cam bios y se sienten víctimas de la modernización.

La mayoría de la población vieja vive hoy en las ciudades y pueblos de C olom ­


bia pero se criaron en el cam po, tuvieron la im agen de unos padres jefes de

61
familia, que exigían ser acatados y respetados. Hoy estos viejos (especialm ente
de los estratos m edios y bajos), son migrantes, han perdido su rol productivo y
viven en la casa de un pariente. No tienen un espacio propio y tam poco un
status definido de autoridad en la familia o en la comunidad urbana.

Para ellos la vivienda tiene significados que no se limitan al m ero abrigo. Tiene
una connotación psicológica arraigada en el concepto de “ hogar” que, com o
tal, está relacionado con una amplia guía de identidades y significados perso­
nales, y con la necesidad de mantener la continuidad de estas relaciones e
identidades39.

Es por esto que cuando los viejos citadinos disponen de un “espacio propio”
en el cual puedan conservar sus pertenencias y objetos, manifiestan conform i­
dad; si no, se sienten com o “un estorbo” y sus relaciones con las generaciones
más jóven es se tornan tensas, reduciendo a su mínima expresión los roles de
abuelo y social.

Otro factor que incide sobre el status del viejo es el número de generaciones
que viven con él. En las áreas rurales es frecuente encontrar jefes de hogar
(hom bres y mujeres) mayores de 50 años que viven con sus padres mayores
de 70 años. Esa misma persona puede tener hijos adultos que a su vez tienen
hijos. En estos casos, el envejecim iento y la vejez misma no son fenóm enos
extraños y todas las generaciones aceptan naturalmente el proceso de enveje­
cim iento sin que se afecte el sistema de autoridad familiar en el caso de la
familia extensa com pleta. Cuando desaparece la pareja (por viudez, separación
o abandono), el hom bre o la mujer continúan viviendo con los hijos y nietos,
com partiendo la autoridad con el hijo mayor o con quien provea los ingresos,
pero las decisiones se com parten y lo que opinen los mayores es tenido en
cuenta por las generaciones menores.

En las ciudades grandes, la persona vieja generalmente convive con una hija
soltera, separada o viuda y sus hijos (40% ). En este caso, los viejos cumplen
un rol específico: cuidar la casa y los nietos, mientras la hija trabaja fuera del
hogar. Sin em bargo la precariedad y el reducido tamaño de la vivienda, espe­
cialm ente en los estratos bajos (tugurios e inquilinatos), obligan a la familia a
desplazar al viejo al peor sitio y a dejarlo a un lado en la toma de decisiones, lo
cual causa perm anentes conflictos intergeneracionales que a su vez distorsio­
nan la im agen del viejo y de la vejez, entre las generaciones jóvenes.

39 N a c io n e s ü n id a s. A s a m b le a M u n d ia l s o b r e E n u e je c im ie n to , 1986.

62
Esto muestra que el viejo (a ) que vive en una familia extensa cam pesina goza
de prestigio y ejerce autoridad sobre los jóvenes, mientras que el viejo (a ) que
vive en una familia extensa urbana pierde prestigio y autoridad sobre las nuevas
generaciones. Veam os otra variable interviniente en este proceso.

Desde el punto de vista educativo, el prestigio del hom bre cam pesino se respal­
da en sus conocim ientos y habilidades para el manejo ambiental, la predicción
del tiempo, la.compra y venta de productos agropecuarios, mientras el prestigio
de la mujer campesina se sustenta en sus conocim ientos y habilidades en cuan­
to a la medicina tradicional, la elaboración artesanal, el cultivo de la huerta, la
producción y preparación de alimentos y vestuario. Adicionalm ente, los viejos
cam pesinos ejercen un cierto control sobre las oportunidades laborales de los
jóvenes al proveerles desde niños una enseñanza directa para sus futuras ocu­
paciones o porque proveen la tierra de la cual ellos van a derivar su sustento en
la edad adulta.

En las ciudades, los jóvenes dependen más de la escuela y de los m edios de


comunicación para encontrar sus oportunidades laborales futuras, y del grupo
de pares para establecer sus relaciones afectivas. Por consiguiente, estos jó ve­
nes tienden a abandonar más rápidamente “la casa paterna” en busca de inde­
pendencia económ ica o para conform ar un hogar propio.

Ahora bien. En el cam po, hombres y mujeres ejercen el rol de padres y abuelos
mediante su contribución en el proceso educativo y social de hijos y nietos, a
través del afecto, el temor, el rechazo, el castigo o la represión, m ecanism os
em pleados para lograr la internalización de una ideología y de una escala de
valores. Allí los roles fem eninos y masculinos están drásticam ente diferencia­
dos y el patriarcalism o se hace m ás evidente. Los abuelos influyen directa o
indirectamente en la form ación de los valores relativos al trabajo, dando más
importancia al trabajo que a la instrucción, a la honradez que al lucro y a la
diferenciación de roles masculinos y fem eninos que a la igualdad. También
influyen sobre el alto valor social de la hospitalidad y la ayuda mutua, versus el
aislamiento y la competencia.

Estas manifestaciones de solidaridad y afecto implican derechos y deberes,


relaciones sociales que conllevan expectativas mutuas referidas al com p or­
tamiento hacia sí mismos. Por eso los viejos cam pesinos esperan “ naturalmen­
te” el cuidado y la atención en su vejez. Educaron a sus hijos para que m ás tarde
velaran por ellos.

En la ciudad el viejo no tiene la oportunidad de ejercer ese rol de abuelo com o


educador y proveedor de saberes y ocupaciones, porque el avance tecn ológico
lo ha desplazado y le hace patente su incapacidad para modernizarse. De ahí

63
que la autoim agen de estos viejos sea negativa, percepción que se agudiza
cuando adem ás de viejos están enferm os y requieren tratamientos y cuidados
especiales que ni la familia, ni el Estado proveen.

A esta situación dentro de la familia se agrega la situación externa: una total


carencia de planeación física de las ciudades y de los m edios de transporte y
recreación que contribuyen al confinamiento físico y social de viejo(a).

Por tanto concluim os que el tipo de familia, el área, el sexo y las condiciones
socioecon óm icas y de vivienda determinan los estereotipos que la población
tiene de los viejos y de la vejez e inciden en la im agen que los viejos tienen de
sí m ism os y de su rol familiar y social, factores que a su vez determinan el tipo
de socialización del viejo y de las nuevas generaciones frente a la vejez.

La transformación en las condiciones socioculturaies de vida en la ciudad y el


tipo de socialización primaría y secundaria características de la familia nuclear
urbana de hoy, han producido un cam bio en la visión de los roles productivo,
de a b u e lo y social de los viejos, mediante la transmisión de información y
contenidos peyorativos sobre esta etapa del ciclo vital, confrontada con una
exaltación de los roles productivos y de la juventud, con lo cual, el rol “ no
productivo” del viejo se asimila con un status dependiente y la subvaloración
de su autoridad en la familia. La capacidad de aportar conocim ientos, habilida­
des y experiencias no se equipara con la capacidad de producción.

Ante este cam bio en la im agen del viejo y en su papel en la familia y en la


sociedad, ésta apenas ha enunciado una respuesta institucional, mediante p o ­
líticas dispersas y a veces contradictorias de Bienestar y Seguridad Social.

64
□ Región Cundiboyacense 1; I Región de los Santanderes
Región Paisa ES Región Caucano Nariñense
LAS REGIONES MAPA
E 3 Región Caribe jg g j Región del Tolima Grande
COLOMBIANAS No. 1
(S. Bernal) Región Valle del Cauca y Límite departamental
Risaralda Límite regional
6

Actitudes sociales, económ icas


y culturales ante el envejecim iento

D efinición cultural de la vejez y del com ienzo de la se n ectu d

Desde el punto de vista psicosocial, debe entenderse el envejecim iento c o m o


un proceso individual que da lugar al envejecim iento diferencial que ha sido
confirm ado en estudios longitudinales realizados por T h om ae (1976-1978). En
ellos se observa que no solamente la edad cronológica determina el com porta­
miento del viejo, sino que en él influyen factores sociales, econ óm icos y cultu­
rales que inciden sobre la diferenciación individual.

Las ideas sobre la vejez que tiene una sociedad se transmiten desde el hogar y
las instituciones educativas, sociales y políticas y pueden tener bases científicas
(acordes con el proceso biopsicológico) o ser estereotipadas positiva o negati­
vamente. Lo cierto es que no hay una definición exacta y universal sobre la
vejez. Lo que hay son aproximaciones desde diversos puntos de vista: cronoló­
gico, anatómico, bioquímico, psicológico, em ocional-afectivo, moral o legal. Y
es a partir de estos criterios que se evalúa, se juzga, se gradúa y se define la
vejez en una sociedad y en una época dadas.

En este capítulo haremos énfasis en la aproximación social, econ óm ica y cul­


tural, es decir en la visión de la vejez y del envejecim iento que tienen los indivi­
duos, de acuerdo con su contexto regional (véa se m a p a ) y s o c io e c o n ó m ic o
y según la percepción por género.

C riterio cultural de la vejez en C olom bia

Para entender cóm o la sociedad-cultura define la vejez y có m o los viejos se


adaptan o no a tales criterios, veam os la evaluación cultural-regional según el
orden asignado por los entrevistados a cada uno de los siguientes criterios:
criterio cronológico (edad); criterio bio-psicológico (condiciones de salud); cri­
terio laboral (actividades productivas); aspecto externo (arrugas, calvicie, etc.);
actitudes.

67
CUADRO 8

C R IT E R IO S P A R A D E F IN IR L A V E J E Z

R E G IO N C A R IB E

TOTAL DE POBLACION 33% 67% 50% 50%

C RITERIOS A R EA RURAL AREA URBANA HOM BRES M UJERES

a. C r o n o ló g ic o 5 5 4 3
b. C o n d .d e Salud 1 3 1 4
c. A ctiv. Laboral 3 1 3 5
d. A s p e c t o exterior 4 4 5 2
e. A ctitu d es 2 2 2 1

R E G IO N P A I S A

TOTAL 31% 69% 49% 52%

C R IT E R IO S AR EA RURAL AREA URBANA HOMBRES M UJERES

a. C r o n o ló g ic o 3 5 4 2
b. C ond. de Salud 4 4 2 5
c. A ctiv. Laboral 1 1 1 1
d. A s p e c t o exterior 5 2 5 3
e. A ctitu des 2 3 3 4

R E G IO N D E L O S S A N T A N D E R E S

TOTAL 37% 63% 49% 51%

CRITERIOS A R E A R U R AL AREA URBANA HOMBRES M U JE R E S

a. C ro n o ló g ic o 4 4 3 2
b. C on d ic. de Salud 1 1 1 3
c. A ctiv. Laboral 3 2 2 5
d. A s p e c to exterior 5 5 5 1
e, A ctitu d es 2 3 4 4

R E G IO N C U N D I B O Y A C E N S E

TOTAL 29% 71% 47% 53%

C RITE RIO S A R E A RURAL AR EA URBANA HOMBRES M UJERES

a. C r o n o ló g ic o 4 4 4 4
b. C ondic. d e Salud 1 2 2 1
c. A ctiv. Laboral 2 1 1 5
d. A s p e c to exterior 5 3 5 2
e. A ctitu des 3 5 3 3

68
R E G IO N D E L T O L IM A G R A N D E

TOTAL 44% 56% 52% 48%

CRITERIOS AREA RURAL AREA URBANA HOMBRES M UJERES

a. C ro n o ló g ic o 3 2 3 3
b. C on d ic. de salud 1 1 I 2
c. Activid. Laborales 2 3 2 5
d. A s p e c to exterior 5 5 5 1
e. Actitu des 4 4 4 4

R E G IO N V A L L E D E L C A U C A -R I S A R A L D A

TOTAL 19% 81% 49% 51%

CRITERIOS A R E A R U R AL AREA URBANA HOM BRES M UJERES

a. C ro n o ló g ic o 3 3 4 3
b. C ondic. de salud 2 2 2 1
c. Activid. laborales 1 1 1 5
d. A s p e c to externo 5 4 5 2
e. Actitu des 4 5 3 4

R E G IO N C A U C A N O -N A R 1 Ñ E N S E

TOTAL 63% 37% 49% 51%

C RITE RIO S AREA RURAL AREA URBANA HOMBRES M UJERES

a. C ro n o ló g ic o 4 3 4 3
b. C ondic. de salud 2 1 2 1
c. Activ. laborales 1 2 1 5
d. A s p e c to exterior 5 5 5 2
e Actitu des 3 4 3 4

C om o se observa, los criterios para definir la vejez varían regionalmente. En


síntesis, en ninguna región el c rite rio c ro n o ló g ic o es el primero ni en el área
rural, ni en la urbana, para hombres o para mujeres. Las c o n d ic io n e s d e s a lu d
ocupan el primer lugar en las regiones Caribe, Santanderes, Cundiboyacá, To­
lima Grande y Caucano Marínense, en su orden así: en la Caribe zona rural y
entre los hombres; en los Santanderes y el Tolima Grande en las dos áreas y

69
entre los hombres; en Cundiboyacá en el área rural y entre las mujeres; y en
Cauca Nariño en áreas urbanas y entre las mujeres. Por contraste sólo en las
regiones Paisa y Valle del Cauca-Risaralda, el principal criterio es el referido al
m antenim iento de actividades laborales, con la única diferencia de que en la
región Paisa este es también el principal criterio para hombres y para mujeres,
mientras en Valle del Cauca-Risaralda, sólo lo es para los hombres. La región
Caucano-Nariñense com parte este criterio en el área rural y entre los varones.El
aspecto exterior ocupa en todas las regiones un lugar secundario en las dis­
tintas áreas y especialm ente para los varones, pero ocupa el primero o segundo
lugar para las mujeres de las regiones Caribe, Santanderes, Cundiboyacá, To-
lima Grande, Valle del Cauca-Risaralda y Caucano-Nariñense. La m ayor dis­
persión regional y por género, se encuentra respecto a las actitudes ya que
ocupan desde los primeros hasta los últimos lugares. Se destaca el segundo
lugar generalizado que se les da en la región Caribe, frente al penúltimo lugar
generalizado en la región del Tolima Grande.

Al tratar de examinar globalm ente los criterios culturales para definir la vejez,
encontram os que la actividad la b o ra l aparece en un primer lugar en las re­
giones y en el área urbana; las condiciones de sa lu d son las más importantes
en el área rural y entre los varones. A l analizar este dato y com pararlo con los
diarios de cam po, se encuentra una asociación entre las condiciones de salud
que invocan los hom bres cam pesinos con la posibilidad real de mantenerse
laboralm ente activos. Para las mujeres, el a sp ecto e x te rio r figura co m o el
principal criterio para definir la vejez en la mayoría de las regiones.

El análisis anterior se com pleta con la información acerca de la calificación de


la vejez, según el género vistas por los viejos de hoy y los jóvenes.

CUADRO 9

VEJEZ Y GENERO

M A Y O R E S D E 50 A N O S M E N O R E S DE 50 A N O S

Igual para a m b o s 25 2.5


P eor para m ujeres 35 45.6
P eor para h om b res 40 51.9
T o ta l 100 100.0

Am bos grupos generacionales consideran que la vejez es más difícil para los
hombres, pero los grupos jóvenes son más radicales en definir que no hay
igualdad. Las razones aludidas por uno y otro grupo sobre el por qué es más
difícil la vejez masculina son:

70
C U A D R O 10

L A V E J E Z M A S C U L IN A E S PEO R POR

RAZONES M A Y O R E S D E 50 M E N O R E S DE 50
Pérdida de salud 20 20
Pérdida de ocu p ación 40 50
Pérdida de funciones fam iliares 25 30
P rob lem as sexuales 10 —

O tros 5 —

T otal 100 100

De nuevo, el criterio laboral y la pérdida del rol productivo son los factores
determinantes en la visión pesimista sobre la vejez masculina, seguidos de una
idea de pérdida en las funciones familiares, que se refiere al papel de proveedo­
res del grupo doméstico.

El 60.3% de los mayores de 50 años no pensaron en la vejez cuando eran


jóvenes, porcentaje que se reduce entre quienes hoy tienen m enos de 50 años
(46.2%). Sin em bargo de las respuestas se infiere una visión negativa y estereo­
tipada de la vejez. Veam os tales respuestas:

C U A D R O 11
ID E A S A C E R C A D E L A V E J E Z

M A Y O R E S D E 50 M E N O R E S D E 50
M iedo al deterioro 40 25
(fís ico o m en ta l) 20
T e m o r a las en ferm ed ad es 30
T e m o r a la so led a d y aban don o 20.6 —

A leg ria p o r el descan so 9.4 10


N o quiere ni pensar en eso 45
T otal 100 0 100

C om o se observa, sólo un 9.4% de las personas mayores de 50 años veía la


vejez com o algo positivo, una época de descanso de las tareas de la adultez, de
recom pensas por el deber cumplido. Más del 90% de estas personas esperaba
la vejez con una serie de temores y aprehensiones originados, en parte, por la
ausencia de seguridad social que garantice la mínima satisfacción de las n ece­
sidades, y en parte porque a ellas les tocó vivir el cam bio en los valores fam i­
liares y sociales que han ocurrido en el país desde 1951, los cuales influyen en
el tem or al abandono y a la soledad. Esta visión se complementa con la de las
personas menores de 50 años, quienes en un 45% no quiere pensar en el futuro,
ni se quiere preparar para la vejez, lo cual confirma la existencia de un estereo­
tipo cultural negativo sobre esta etapa del ciclo vital.

El 86% de las personas mayores de 50 años y el 76.6% de los m enores de 50


años entrevistados, carecen de algún tipo de seguridad social. De los primeros

71
un 64.9% carece de rentas propias o de alguna fuente de ingresos, por lo cual
consideran que la familia tiene la obligación de “velar por ellos” . Sin em bargo
un 50% de las personas m enores de 50 años piensa que no puede cumplir esta
obligación debido a los bajos ingresos familiares que apenas si alcanzan para
satisfacer las necesidades del grupo nuclear. Ellos creen que es deber del
Estado colaborar con las personas mayores. El 50% que considera una obli­
gación m oral el cuidado de sus mayores, informa que dicha atención es pre­
caria también por razones económ icas. Para ellos, la acción del Estado debe
dirigirse al grupo familiar com o un todo y no a personas (niños, mujeres, vie­
jo s), con el fin de incentivar el mantenimiento de la integración del grupo.

En am bos grupos m enores de 50 años se presenta la inestabilidad familiar


aludida en el capítulo anterior y por ello aceptan la necesidad de proteger al
grupo de mayores, ya que son el “ refugio” de las parejas separadas. Son cons­
cientes de que, en determinadas épocas, los abuelos deben asumir el papel de
p a d re s su stitutos de los nietos, papel que los viejos no siempre aceptan de
buena gana por las diferencias generacionales, por dificultades económ icas o
por carencia de recursos para atender nuevas obligaciones. Esa realidad ha
puesto a los jóven es a pensar en la necesidad de prever su propia vejez. Sin
em bargo, afirman que aunque son conscientes de la necesidad de ahorrar, te­
ner un n egocio propio y adquirir una vivienda a donde puedan acudir hijos y
nietos en casos de necesidad, estas previsiones se quedan la mayoría de las
veces en “ buenos deseos” , porque los ingresos del grupo familiar apenas si
alcanzan para satisfacer las n ecesidades presentes. Q uienes trabajan en la
eco n om ía form al y cuentan con seguridad social consideran que si bien ellos
tienen individualmente asegurada la vejez, las pensiones no alcanzan para man­
tener otros m iem bros de la familia extensa (padres y herm anos).

A ctitu d es a n te el envejecim iento

Para com prender m ejor las actitudes ante el envejecimiento, veam os las res­
puestas por grupos de edad y por género frente a una serie de preguntas.

C U A D R O 12

¿ S E S IE N T E V IE J O ?

G R U PO S DE EDAD HOMBRES M UJERES

SI NO SI NO
50-55 años 20 80 60 40
56-60 30 70 70 30
61-65 36 64 80 20
66-70 70 30 90 10
m ás de 70 70 30 100 -

72
Del cuadro anterior se deduce que la mayoría de los hom bres aceptan la vejez
a partir de los 66 años, edad que coincide con el retiro laboral forzoso, mientras
que las mujeres se sienten viejas a partir de los 50 años, edad que coincide con
la menopausia. Llama la atención que un 30% de hom bres no acepta ser viejo
después de los 70 años, y declaran que es la sociedad quien los margina y los
hace sentir inútiles. De nuevo aparece la diferencia por género que asigna a la
actividad laboral la definición y la actitud ante la vejez y el envejecim iento m as­
culino, mientras las características externas son importantes para la definición
cultural del envejecimiento femenino.

Veam os las razones que dan los entrevistados para sentirse viejos.

C U A D R O 13

¿ P O R Q U E L A G E N T E S E S IE N T E V IE J A ?

M E N O R E S D E 50 A N O S M A Y O R E S D E 50 A N O S

H M H M

Edad 10.0% 33% 5% 30%


E n ferm ed ad 27.3% 10% 35% 13%
Falta trabajo 26.1% 2% 30% 5%
Actitu des 9.6% 10% 20% 10%
S oled a d 5.0% 15% 7% 13%
Falta de hijos 2.0% 20% 3% 29%
D eterioro 20.0% 10% —

T otal 100.0% 100% 100% 100 -

Aquí se ratifica la diferencia generacional y de género en cuanto a las razones


para sentirse viejos. Se destaca la importancia que las mujeres jóvenes o viejas
le dan a la presencia de los hijos y la visión de deterioro que tienen los jóven es
en relación con la vejez. Esta pregunta no mostró diferencias significativas a
nivel regional, pero si por estratos. En los estratos bajos las gentes muestran un
m ayor sentimiento de impotencia ante el deterioro, la falta de salud y la carencia
de trabajo, com plem entado con una actitud de resignación y de conform ism o
ante esta realidad y un acrecentamiento de la religiosidad para aceptar “ lo que
Dios quiera” . En los estratos medios urbanos se observa una diferencia genera­
cional más profunda. Las gentes entrevistadas buscan distintos m ecanism os y
organizaciones para proteger la salud, especialm en te en la vejez, y acuden
a diversos tratamientos preventivos del deterioro físico y mental (vitaminas,
prácticas deportivas, tratamientos de belleza, dietas). Aparte de la salud y la
apariencia física, este grupo busca ahorrar para tener una vivienda propia, com o
una de las garantías mejores en la vejez. En el estrato alto las m ayores preocu­
paciones son la salud, la apariencia física y las actitudes. Para este grupo social
estar activos no implica necesariamente tener el m ismo trabajo. Por el contra­

73
rio, se busca cambiar de actividad y dedicar más tiem po a actividades sociales,
políticas, recreativas y familiares.

ün 80.4% de las personas mayores de 50 años dijo no hacer nada para evitar
el envejecim iento. El 19.6% que aceptó hacerlo se refirió a las siguientes activi­
dades: cuidado en la dieta, tratamientos m édicos y estéticos(incluyendo ciru­
gías plásticas), ejercicio físico, mantenerse actualizados para poder participar
en la vida social, religiosa, política o intelectual, evitar la soledad y el margina-
miento y aumentar el cuidado del arreglo personal.

Entre las personas m enores de 50 años sólo un 13.3% dijo hacer algo para
evitar el envejecim iento, haciendo referencia a la prevención del deterioro físico
y mental. Son personas que consideran que el envejecimiento se evita llevando
una “vida sana” que implica no tener vicios (beber, fumar, mujerear), tener una
alimentación sana y balanceada y evitar los excesos de trabajo o de stress.
Quienes m ás se preocupan por hacer algo que evite el envejecim iento son las
mujeres de los estratos m edios y altos para quienes la apariencia física es im­
portante aun en el cam p o laboral. Sin em bargo muchos hombres aceptaron que
siguen tratamientos para evitar la calvicie, hacen dieta para mantenerse en form a
y tom an m edicam entos para conservar la potencia sexual. La mayoría de ellos
iniciaron estas actividades a partir de los 40 años y muchos confesaron la rela­
ción entre estas prácticas y una “conquista fem enina” fuera de la relación de
pareja.

En los últimos 10 años han proliferado los centros de estética y gimnasia en


casi todas las ciudades colombianas. En entrevista a la dueña de uno de los
centros m ás prestigiosos de Bogotá, encontram os que si bien en un principio
a estos centros acudían más mujeres que hombres, hoy el 60% de la clientela
es m asculina con horarios entre 7 y 9 a.m. 1 a 2 p.m. y 6 a 9 p.m.

De todas maneras, hay una diferencia de actitudes ante la vejez y el envejeci­


miento entre las áreas rurales y urbanas y entre los géneros. Mayor aceptación
del proceso y de las características externas en las áreas rurales y entre los
varones y una m ayor preocupación por evitar el envejecimiento y sus manifes­
taciones externas entre la población urbana y entre las mujeres. La mayor preo­
cupación se observa en las grandes ciudades y entre personas de estratos altos
que disponen de información y recursos para dedicar a la salud y a la estética.
Las gentes de m enores recursos y quienes viven en el cam po o en pequeñas
poblaciones dicen no tener tiem po ni recursos para estas actividades o regím e­
nes. Su prioridad es el presente y su actitud ante la vejez y el envejecim iento es
de aceptación y resignación.

74
En el punto siguiente verem os algunos perfiles de viejos que nos permitirán
entender mejor las diferencias de actitudes a nivel regional, de área y por género.

C a ra c te rístic a s id e a le s de la vejez en C olom bia


D esde una perspectiva regional se pueden hacer algunas generalizaciones so­
bre tendencias, aunque las diferencias entre lo rural y lo urbano y entre éste y
las grandes ciudades presenta especificidades que deben tenerse en cuenta.

1) En las regiones Caribe y Paisa y en menor escala en las regiones del Valle
del Cauca-Risaralda y Tolima Grande, se idealiza más la figura femenina. La
abuela paterna tiene un status más importante para los grupos dom ésticos
familiares que el abuelo, aunque en las regiones Paisa y Valle del Cauca-
Risaralda, el abuelo paterno debe cumplir unas funciones econ óm icas im­
portantes dentro de la familia extensa tanto en el área rural c o m o en la
urbana. En la región del Tolima Grande estos roles son más importantes en
el área rural, mientras en la región Caribe lo son en el área urbana.

2) En las regiones de los Santanderes, Cundiboyacá y Caucano- Marínense, se


idealiza más la figura del abuelo paterno y a falta de éste la del abuelo
materno. Sin em bargo en las ciudades de más de 500.000 habitantes de
estas tres regiones, los abuelos (hom bres y mujeres) cumplen funciones
económ icas, laborales, de socialización y afectivas equiparadamente.

Esa idealización ratifica las im ágenes masculinas y fem eninas descritas por
Gutiérrez de Pineda (1963) en los com plejos culturales analizados por ella. No
obstante, si cruzamos los datos según áreas encontram os una serie de matices
a saber:

- En las áreas rurales del país hay una mayor tendencia a idealizar la figura
senescente varonil, mientras en las ciudades hay una tendencia a equiparar
las figuras femenina y masculina.

En las áreas rurales hay modalidades de idealización según el tipo de ex­


plotación y la tenencia de la tierra. En las áreas de minifundio o mediana
propiedad, el abuelo varón tiene un status alto aún en las regiones de ten­
dencia matriarcal, status que disminuye en las explotaciones tecnifícadas
o entre cam pesinos sin tierra, arrendatarios y aparceros, donde la abuela
tiene un status más alto que el abuelo.

En las áreas urbanas entre 20.000 y 500.000 habitantes se conserva la


tendencia regional expuesta, pero en las cuatro grandes ciudades, Bogotá,
Medellin, Cali y Barranquilla, se observa un alejamiento de la im agen regio­
nal y de las otras áreas urbanas, presentando una im agen m ás h om ogénea

75
entre sí. Es decir, que el status-rol y la im agen de hombres y mujeres viejos
se parecen m ás entre sí en estas ciudades que a las respectivas regiones
de las que son epicentro.

- Mirando esta variable según estratos sociales, se observa una tendencia


general para todas las regiones y áreas a idealizar más la figura varonil en
los estratos altos y a idealizar más la figura femenina en los estratos bajos.
Tal vez debido a que la regionalización em pleada es más de carácter dem o­
gráfico que cultural, y a que las estructuras socio-económ icas locales no
permiten una com paración nacional, no se pueden precisar las caracterís­
ticas de las diferencias. Sin em bargo de los diarios de cam po se desprende
que, debido al m ayor número de jefaturas femeninas de hogar en los estra­
tos bajos, originadas en el madresolterismo y en la unión libre sucesiva, el
papel de la m adre es más reconocido en ellos.

Respecto al género se observa una tendencia diferencial así:

Hombres y mujeres idealizan más la figura del abuelo que la de la abuela en las
regiones de los Santanderes, Caucano-Nariñense y Cundiboyacá, especialm en­
te en el área rural;

Hombres y mujeres idealizan más la figura de la abuela que la del abuelo en las
regiones Caribe, Paisa, Valle del Cauca-Risaralda y Tolima Grande, vistas glo­
balmente;

Hombres y mujeres idealizan m ás a la abuela en el área rural de la región Caribe,


pero hay uñ equiparamiento de la idealización con la figura del abuelo en los
estratos altos de las ciudades de más de 500.000 habitantes de esta región;

Hombres y mujeres idealizan por igual las figuras del abuelo y de la abuela en
las ciudades de Bogotá, Medellin, Cali y Barranquilla;

Las mujeres de las áreas urbanas de más de 500.000 habitantes idealizan más
al abuelo paterno, mientras que los hombres de estas poblaciones idealizan
más al abuelo paterno en los estratos altos. En los estratos medios hay un
equiparamiento de las dos figuras y en los estratos bajos se idealiza más la
figura de la abuela materna.

Con esta diferenciación de matices, podem os abordar las visiones de las perso­
nas de distinta generación acerca de la vejez y del “ viejo ideal”.

Un 58% de las personas m enores de 50 años creen que ios viejos poseen expe­
riencia y sabiduría; un 3.2%, poder; un 5.1% tranquilidad; para el 9.5% es la
época del descanso y para el 15.2% es la época más díficil de la vida, caracte­
rizada por la soledad y las enfermedades.

76
De los mayores de 50 años sólo un 37.4% valora la experiencia un 10.4% acepta
que la edad da sabiduría, mientras el 52.2% no ha encontrado en su vida coti­
diana alguna ventaja por ser personas mayores. De éstos últimos, sólo el 28.7%
acepta la vejez con resignación ante las pérdidas en lo económ ico, lo afectivo, la
salud y la independencia. Entre ellos se observa un m ayor sentido religioso y
espiritual relacionado con la aceptación de la muerte c o m o una realidad cada
vez más próxima. El 23.5% restante sólo encuentra desventajas en la vejez. Para
tener una mejor idea sobre la visión idealizada y la vivencia actual de los viejos,
veam os algunos perfiles tom ados de las biografías de algunos viejos represen­
tativos de cada categoría.

PEDRO, cam pesino nariñense de 75 años dice: “ ...cuando yo era joven trabajé
para criar 10 hijos que tuve. Me levantaba a las 4 a.m. para ir a la finca del patrón
a ordeñar y sacar a la vera la leche, luego m e iba a revisar la em palizada y la
huerta hasta las 10 de la mañana cuando mi mujer o una de mis hijas m e
llevaba el avío. Más después iba a desmontar los sem brados de papa y haba y
a darle alimento y limpiar las jaulas de los cuyes. Después de almorzar desen-
gusanaba las reses y encerraba. A las 6 de la tarde iba a la casa y a las 7 ya m e
dormía del cansancio... Sólo vivieron 4 hijos. Siem pre pensaba que cuando ya
no pudiera trabajar los hijos m e apoyarían. Pero ellos se casaron o se fueron
uno a uno. Sólo se quedó mi hija que quedó con un crío sin taita... Cuando mi
mujer se puso grave y aunque se hizo lo que se pudo, se murió a los 62 años y
yo no tenía ni con qué hacerle su entierro y novenario. Dos hijos que viven en
Cali pagaron las deudas y un hijo que vivía en Ipiales m e llevó a vivir con él
porque yo ya no tenía ni c óm o trabajar. Entonces mi hija se fue a Pasto y trabajó
en una casa. Pero yo estaba enfermo y m e aburría y entonces busqué a otro
hijo que tenía una tierrita porque eso era lo que a mí m e daba la salud. Allí
estuve 5 m eses pero tuve malentendidos con la mujer de mi hijo que era muy
dominadora y entonces m e volví donde mi otro hijo. Pero él ya se había disgus­
tado con su señora y habían muchos problemas.... Fui a donde otros parientes
míos y encontré a un sobrino que también tiene una tierrita y m e recibió a
condición de administrarla porque él tiene su tienda en el pueblo. Y aquí estoy.
Sigo trabajando aunque ya casi no veo y estoy m edio sordo. Yo nunca he tenido
ayuda del gobierno, y poca de mis hijos. Hace un año que no volví a saber de
ellos.

“Ah. A mi padre nosotros que éramos 7 hijos, 3 del primer matrim onio y 4 del
segundo, le ayudamos hasta que se murió. El murió en su propia tierra y siendo
el dueño y con la com pañía de todos. Murió de 72 años y fue muy obedecido.
Todo lo que dijera era la ley. N o com o ahora que buscan miles de cosas para
decir que no pueden ayudar a uno. Que esto que aquello...

77
“Yo lo único que pienso es haber dado todo y no dejar nada para esta edad. Sí,
porque si no trabajo no com o. ¿Al m édico? No he ido sino 2 veces, pero es que
soy fuerte y la alimentación es sana y sin vicios. Aquí hay señores que saben
m ás que los m édicos y son baratos y se cura con alimentos y yerbas y rezos.

“¿El futuro? Ja. Ja. Pues lo que Dios disponga. A El m e entrego y que sea lo
que quiera. Ya ni quiero con ocer a los nietos que tengo porque si uno no tiene
para darles algo, ni se los presentan” .

JU AN, 72 años, profesional pensionado, residente en Bogotá desde hace 50


años, dice: “Me vine de Pereira hace 50 años, después de haber acabado la
carrera de Derecho en la Universidad de Antioquía. Mi familia era muy unida,
los padres y 6 hijos. Con los abuelos maternos y todos los tíos éram os una sola
familia. Es más, mi abuelo fue quien m e costeó el estudio en Medellin. Y cuando
regresé a Pereira no encontré un buen trabajo acepté un ofrecim iento en B ogo­
tá. Yo enviaba parte de mi sueldo a los viejos para ayudar a la educación de mis
herm anos m enores (yo soy el m ayor), porque éram os de la clase media.

“A los 4 años de estar aquí m e casé con una caleña. Tuve que suspender la
ayuda en mi casa. Pero entonces otro hermano ya era profesional y soltero y él
siguió ayudando.

“Tuve 4 hijos todos hombres y con el trabajo de mi esposa y m ío los hicimos


profesionales. Mi esposa puso primero un taller de modistería en la casa y des­
pués fue ya un n egocio de confecciones muy próspero. A los 60 años saqué
una pensión que es ínfima, pero afortunadamente teníamos el apartamento
propio. De mis hijos 3 son casados, pero 2 se han separado y se han vuelto a
casar. El m enor vive con una com pañera. Tengo 7 nietos. Mi esposa murió hace
6 años de un cáncer y en su enferm edad gasté casi todos los ahorros, porque
esa atención no la cubre el Seguro Social.

“ D esde hace 1 año tengo en mi casa a un hijo y al nieto, porque se separó y


tuvo que dejarle la casa y el carro a su señora. El se deprimió mucho y em pezó
a tom ar mucho trago hasta que lo echaron del puesto. Yo tuve que acogerlo y
correr con todos los gastos del niño. Ahora me conseguí una ocupación: vendo
libros técnicos entre mis colegas para poder asumir esta responsabilidad... Cla­
ro que mi hijo ha estado buscando em pleo, pero es que ya no hay puesto para
los profesionales...

“Yo sí creía que mi vejez iba a ser com o la de mi viejo o la de mi abuelo. Con
los hijos pendientes y sin penurias económ icas, aunque fíjese que ninguno de
ellos era jubilado. Hoy no. Uno de viejo tiene que mantenerse y ayudarle a los
demás. Claro que los otros se acuerdan en navidad y van con uno que otro

78
regalito o m e ayudan con mercado. Pero no es suficiente. Gracias a Dios yo soy
muy sano y al menos tengo seguro lo de mi entierro...”.

El criterio cultural sobre la vejez femenina, se observa en un relato de una mujer


costeña de 70 años de un caserío de Ciénaga de Oro. “Me llamo ELO ISA y vivo
con una hija separada y mis dos nietecitas. En vida del difunto con quien tuve
2 hijos, yo cuidaba esta casa que él m e dejó. El se iba a trabajar uno o dos
m eses y volvía para estarse 8 o 10 días. Así vivim os siempre. Yo siem pre trabajé
y ganaba dinero porque él a veces no mandaba a tiem po o se dem oraba. Yo
vivía con mi m am á y teníamos una tienda. Mi esposo tuvo otras mujeres y otros
hijos, pero a mí lo que m e importaba era que fuera cariñoso. Cuando se murió
nos dejó esta casa donde vivía con mis dos hijas y mi m am á q.e.p.d.(m urió hace
15 años). Con mi m am á nos entendíam os muy bien y siem pre vivim os juntas,
y después que mi hija m ayor dejó al marido se vino aquí y ahí seguim os con el
m ism o negocio. Claro que ella que es m ejor para eso puso un alm acén y viaja
a la Guajira a traer mercancía fina con mi nieta. Yo no m e quejo de la vida. He
tenido todo lo necesario y nunca pelié con mi mamá, ni peleo con mis hijas...

“¿Mi papá? Eso él era ganadero y rico, casado con otra señora, pero que nos
ayudó y nos dio vacas. Yo lo veía a veces y era muy cariñoso, pero después se
fue para Bogotá y hasta el sol de hoy no volvim os a saber noticias. Mi m am á
tuvo después otro marido y otros hijos con quienes siem pre nos entendem os
muy bien.

“ ¿Mis nietas? Son com o mis hijas. Yo las cuido igual y todo lo que tengo se los
doy porque ellas son muy cariñosas y m e respetan.” .

Clna abuela urbana, doña CELINA, de 78 años, residente en Cali y nacida en


Tuluá, cuenta: “Viví 50 años con mi marido y 7 hijos (1 se murió a los 5 años),
primero en Tuluá y después aquí en Cali. Mi esposo era com erciante, murió
hace 20 años y el hijo menor quedó de 12 años. Yo nunca trabajé. Hay 4 hijos
casados, 1 separado y 1 hija soltera que tiene 42 años y trabaja. A mí m e quedó
en la sucesión esta casa, pero mi hija y los dem ás hijos m e sostienen los otros
gastos.

“Mi familia era gente muy bien y de dinero y por eso yo tuve todo. Mi papá murió
de úlcera a los 48 años y mi m am á vivía con una hermana de ella viuda (le
mataron al marido en la violencia). Mi m am á se murió a los 60 años. Fuimos 8
hermanos y muy unidos velando por ella hasta que murió. Yo sí tengo algunos
pesitos ahorrados que guardo por si una enferm edad para que no les toque tan
duro a los hijos... El hijo separado vive ahora solo y sus hijos están con la m am á
de ellos que vive con sus padres. Yo le he dicho a mi hijo que se venga para acá
que hay espacio, pero él quiere ser independiente. A mí m e da mucho pesar

79
porque él es muy inútil y a veces voy a su apartamento a arreglarle la ropita y
le llevo una em pleada para que le organice sus cosas... Mi hija soltera es muy
buena, pero es muy brava. A ella no le gusta que yo traiga gente o que salga
sola y m e regaña. Pobrecita. Ella cree que si algo m e pasa los hermanos le
echan la culpa.

“Yo ya estoy muy vieja y muy enferma. Tengo cistitis y m e dan muchos males,
pero le cuento p o co a mi hija porque ella dice que son chocheras y que tengo
hipocondría. Pero no. Hace p o co fui a un m édico y sí tengo muchos males.

“ Los hijos casados mandan a los nietos para que m e visiten y de vez en cuando
vienen todos a comer. Mire, los nietos son muy lindos, pero son muy necios y
hacen mucho bochinche y yo ya no estoy para esos trotes. Pero en fin es la
propia sangre. Mire, yo no viviría en la casa de los hijos casados. Quiero mucho
a sus mujeres, pero tenem os otra manera de ver las cosas. Ellas trabajan y no
tienen tiem po para educar a esos niños, ni para atender bien a sus maridos. Yo
le digo a mi hija que cuando vea que m e estoy volviendo una carga m e lleve a
un ancianato, pero que no m e lleve a la casa de los hijos.

“Mi hija no sé por qué se quedó soltera, ella vive bien pero es muy malgeniada.
Le doy gracias a Dios que se haya quedado soltera porque así yo tengo com ­
pañía. La vejez es muy dura y uno vive muy solo. A mí no m e dejan hacer nada
y tam poco tengo salud para buscar alguna ocupación. Rezo mucho, voy a misa
cuando puedo, veo T.V y cam ino por la manzana, pero nada más.

“La vida en este país ha cam biado mucho. Ya no es com o antes el respeto por
los padres y los abuelos co m o en mi época. Delante de ellos uno no podía ni
siquiera estar mal vestido, nunca discutía sus órdenes y era muy obediente. Hoy
cualquier muchachito de 8 años le dice a uno que así no son las cosas, la
com ida no les gusta y no tienen orden y si uno les cuenta historias, se duermen
o se ríen por anticuadas. Claro que hoy los jóvenes saben más que uno, pero
al m enos deberían respetar a los mayores y hacerles caso. ¿Cierto?” .

De las anteriores historias de vida se pueden deducir las diferencias entre el


estilo de vida rural y urbano, entre el papel de hombres y mujeres según área
y estrato socio-económ ico, así com o la percepción idealizada que tienen los
viejos de hoy sobre la familia y los viejos de ayer, comparada con la visión de
su propia realidad. La gente que hoy tiene más de 50 años no se preparó para
la vejez. Ellos esperaban naturalmente que la familia se encargara de ellos.
Muchos no ahorraron por carencia de recursos y otros porque pensaban que
no iban a vivir tanto. Los hombres del cam po que migraron hacia las ciudades
no se adaptaron y siem pre piensan acabar sus días en su tierra. Las mujeres
dejan a sus familias de origen por seguir al esposo y cuando enviudan quedan

80
dependientes de los hijos en el mejor de los casos. La mayoría debe continuar
atendiendo a su familia, especialmente cuando hay hijos solteros, viudos o se­
parados. Muy pocas personas (10% de los entrevistados) tienen alguna pensión
que no alcanza para cubrir las nuevas obligaciones familiares, lo cual las obliga
a buscar una ocupación remunerada para mantener el status de padres susti­
tutos (de los nietos ).

De los 4 casos, 3 viejos: 2 hombres y una mujer siguen trabajando para sobre­
vivir y una mujer cuenta con el apoyo de su familia. El único pensionado, debe
mantenerse él y mantener al hijo y al nieto, para lo cual tuvo que buscarse una
nueva ocupación remunerada. Tres viejos, un hombre y dos mujeres viven con
su familia, dos com o jefes de hogar y uno com o dependiente. El viejo ca m p e­
sino tuvo que acudir a un pariente de la familia extensa (el sobrino), para que
le proporcionara vivienda y trabajo, ya que la inestabilidad afectiva de sus hijos,
no le permite compartir con ellos la vejez. La diferencia en la escala de valores
lleva a este viejo cam pesino a la marginación de los nietos, algunos de los
cuales no conoce, ni quiere conocer.

Solamente una mujer vieja afirma que prefiere vivir en un ancianato que en casa
de sus hijos varones. La razón que da es la diferencia de actitudes y com porta­
mientos de las nuevas generaciones (nietos) y de la nueras.

La mujer costeña, quien siempre ha vivido con m iem bros fem eninos de su fa­
milia extensa, se siente satisfecha con la actitud de las hijas y nietas y no
resiente las diferencias generacionales. Todos los dem ás viejos resaltan la
existencia de conflictos generacionales y las diferencias de valores

A ctividades de lo s viejos en C olom bia

En este punto verem os el régimen de vida de los viejos del país en cuanto a
dieta, ejercicio y descanso, así com o las labores económ icas realizadas por
hombres y mujeres mayores, de acuerdo con el estrato social y las regiones; las
actividades en el tiempo de descanso y la ocupación del tiem po libre y otras
actividades realizadas por grupos minoritarios de viejos en el cam p o intelectual,
profesional, político, religioso y ceremonial. Con esta descripción se pueden
conocer los intereses y necesidades de este grupo etario y en consecuencia,
buscar la adecuación de los planes y program as gubernamentales, privados y
comunitarios a las realidades sentidas y reales de la población involucrada.

Un 72.4% de la población mayor de 50 años del país, no sigue una dieta espe­
cial, dando com o razones sentirse bien (2.4%) y carecer de recursos econ óm i­
cos para determinar cuál es la dieta apropiada y seguirla (70%). Paralelamente
un 24.7% de las personas menores de 50 años consideran necesario que los

81
viejos tengan un régimen alimentario adecuado a sus condiciones biológicas y
m édicas y preventivo de enferm edades relacionadas con la alimentación. Este
grupo de personas m enores considera que hay dos factores que inciden en la
indiferencia de la población vieja hacia los cuidados dietéticos, a saber: a) la
ignorancia acerca de la importancia de la prevención de enferm edades origina­
das en la alimentación inadecuada: y b) la carencia de recursos económ icos
para acced er a una evaluación de expertos (dietistas, nutricionistas, m édicos)
y para pagar una dieta balanceada.

Las diferencias regionales de la dieta en personas mayores, muestran similitud


con las diferencias que se dan en la población general, ya que los com ponentes
de la alimentación son los m ism os para todos los m iem bros de la familia (véase
anexo de m odelos de alimentación en algunas las regiones, por estratos socia­
les). Sin em bargo sí se observan mayores diferencias entre el área rural y las
ciudades y en éstas según estratos sociales, ya que en las poblaciones urbanas,
pero especialm ente en las ciudades de más de 500.000 habitantes se amplían
los com ponentes de la alimentación cotidiana, se disminuye el tiem po de pre­
paración de los alimentos (com idas caseras), se aumenta el consum o de las
llamadas com idas rápidas y de condimentos, especies y alimentos enlatados o
precocidos con preservativos químicos, cambiando no solamente las costum­
bres y hábitos alim entarios, sino tam bién el ritual y cerem onial de la “comida
en casa” . Las razones de estos cam bios están determinadas por las mayores
distancias entre el trabajo, el estudio y la vivienda, los horarios de trabajo, el
trabajo fem enino y las dificultades del transporte.

C om o consecuencia de estos cam bios urbanos, de la estructura de poder en la


familia y del costo creciente de la canasta familiar, en las familias urbanas se
da prioridad en cantidad y calidad de alimentos a los adultos varones que están
trabajando y a los jóvenes adolescentes de ambos sexos, dejando en última
instancia a las mujeres, los niños menores de 7 años y los viejos.

Adicionalm ente muchos viejos de los estratos m edios y bajos de todas las re­
giones y áreas, carecen de dentadura o tienen “cajas de dientes” deterioradas
o mal elaboradas, lo cual Ies impide una masticación y degustación correcta
de m uchos alim entos y esa es la razón para preferir el consum o de líquidos
y especies de com potas (agua de panela y sopas). A lo anterior se suma la
existencia de una serie de ideas y creencias acerca de los alimentos nutritivos
o perjudiciales para las personas de edad, que no siempre coinciden con los
requerimientos m édicos (véase anexo sobre ideas y creencias respecto a los
alimentos).

Otro problema respecto al régimen alimentario de la población en general, pero


especialm ente para los niños y los viejos de las ciudades del estrato bajo es la

82
carencia de agua potable y las dificultades para la preparación y cocción de los
alimentos, por la falta de luz y el costo de los combustibles m ás em pleados
(cocinol, gasolina y gas). Por esta razón, las mujeres prefieren hacer un solo
plato, generalmente unas sopas cuyo contenido varía, pero con alto contenido
de carbohidratos, grasas y “sustancia de hueso” .

El 26.4% de los viejos que informaron tener una dieta especial, lo hacen por
prescripción médica o por razones estéticas. De este porcentaje, el 18.6% co­
rresponde a personas de los estratos altos y medios. En estos casos las dietas
consisten en la supresión de algunos alimentos (carnes, conservas, enlatados,
grasas y lácteos), en la disminución de condim entos (pimienta, com inos, ají y
otras especies), en la disminución o supresión de bebidas (alcohol, café, té) o
en la ingestión de suplementos vitamínicos (com plejos vitam ínicos) o minera­
les (calcio), reconstituyentes del sistema nervioso o revitalízadores sexuales en
el caso masculino (fárm acos o tradicionales com o: sangre de toro, criadillas,
miel de abejas, sesos de res, hígado de res, etc.).

Quienes afirman seguir una dieta especial son personas que iniciaron esta cos­
tumbre desde los 45 años aproximadamente y un 5% afirm ó haberlo hecho
para mantenerse atractivos. Después de los 60 años, las razones para mantener
una dieta aparecen com o estrictamente médicas.

Los viejos que viven en ancianatos oficiales se quejan de la alimentación, a


pesar de ser personas sin recursos o abandonadas por su familia, quienes antes
de ingresar a la institución carecían de las posibilidades de tener las 3 com idas
diarias. Al indagar más al respecto, se encontró que aunque los alimentos ser­
vidos en estas entidades no son técnicamente balanceados, son m ejores que
los de la mayoría de familias urbanas del estrato bajo en cantidad y calidad. Sin
em bargo, las quejas se refieren más a la preparación, a la manera de presen­
tarlos (duros y fríos, según ellos) y servirlos (en com edores comunales, con
horarios fijos) y a la ausencia de ciertos alimentos preferidos individualmente.
Es decir que la insatisfacción es por la ruptura con las costumbres, rituales y
servicio, más que por la dieta en sí misma. Por el contrario en varios ancianatos
privados para personas de recursos económ icos, se incluye la posibilidad de
suministrar menús particulares en la propia habitación o en los com edores en
horarios escogidos por cada persona. Aunque muy pocas personas hacen uso
de estos servicios -q u e tienen costo adicional- en los ancianatos privados hay
un alto grado de satisfacción con la alimentación.

En síntesis podem os decir que lo fundamental en cuanto a la dieta de las per­


sonas viejas del país es buscar m ecanism os para a u m e n ta r lo s in g re s o s f a ­
m ilia re s para que los miembros de toda la familia tengan acceso a los alimentos
necesarios y adecuados para cada edad, ya que el 95% de los viejos vive con

83
algún pariente, com o proveedores o com o dependientes. Una vez solucionado
ese que es el verdadero impedimento para una buena dieta, son posibles, ne­
cesarios y operativos los program as educativos sobre nutrición, según edad y
género. Reducir el problema a las cam pañas educativas exclusivamente, pro­
duce m ayor insatisfacción entre los m iem bros de las familias pobres que saben
la necesidad de una buena alimentación, pero sólo pueden comprar lo minimo
para la supervivencia.

En el caso de los viejos de hoy, se requiere adicionalmente una acción odonto­


lógica masiva, ya que el 80% de ellos tiene problemas dentales. En el caso de
los jóven es de hoy -viejo s de m añana- es importante a nivel escolar y radial
hacer conocer las propiedades de los alimentos, los requerimientos nutriciona-
les por edad y género y el cuidado de la salud oral com o acciones preventivas.

En cuanto al ejercicio físico, tam poco se encontraron diferencias significativas


a nivel regional, pero sí entre el cam po y la ciudad, los estratos sociales y el
género. La población vieja rural del país se mantiene laboralmente activa hasta
edades muy avanzadas y co m o estas actividades implican el uso de la fuerza
física, desplazam ientos a grandes distancias y al aire libre, se puede afirmar que
allí hay exceso de ejercicio en muchos casos. En el país en general, los traba­
jadores del agro sólo suspenden el ejercicio cuando hay un real impedimento
físico.

Por el contrario, especialm ente en las grandes ciudades, la mayoría de los viejos
varones son sedentarios y las mujeres sólo desarrollan una actividad físíca re­
lacionada con los oficios dom ésticos o trabajos artesanales.

Cuando los hom bres viejos urbanos se jubilan o pierden la ocupación o el em ­


pleo, se deprimen y reducen su actividad física anterior. En los estratos bajos,
la carencia de recursos y las dificultades de movilización, los aleja de su grupo
de am igos, colegas y parientes. Algunos tienen que buscar un nuevo oficio que
provea ingresos porque deben asumir responsabilidades familiares debido a las
nuevas exigencias de la dinámica familiar urbana. Si lo logran es generalmente
en el sector informal y en trabajos de tipo sedentario. Otros deben ayudar en
arreglos caseros o en hacer las diligencias de la familia (teniendo en cuenta que
ellos tienen tiem po). Pero más del 60% de los hombres mayores de 60 años se
quedan en “casa” quietos.

S olam ente un 3% de los viejos m ayores de 60 años y un 8% de los varones entre


50 y 60 años, todos correspondientes a los estratos altos y m edios de las áreas
urbanas, tienen una rutina de ejercicios físicos diferente a la actividad laboral.
Este pequeño grupo adquirió esta disciplina por recom endación m édica o por

84
razones estéticas (mantenerse bien). Estas actividades se refieren a un deporte,
la asistencia a un gim nasio o centro de rehabilitación o a la “caminada diaria” .

Paralelamente, las mujeres viejas de las áreas rurales realizan hasta muy avan­
zada edad las mismas actividades físicas que realizaron en la edad adulta, vin­
culadas con labores domésticas, ayuda en las tareas agropecuarias (especies
menores, horticultura) o actividades artesanales (diferentes según regiones).
N o se encontró algún caso de ejercicio físico fem enino diferente a la actividad
laboral o doméstica, pero sí la actividad permanente.

En las áreas urbanas y especialmente en las grandes ciudades, la actividad


física femenina varía según estratos sociales. Las mujeres viejas de los estratos
bajos trabajan siem pre pero dentro de la casa, aunque encontram os un 10% de
mujeres mayores de 60 años que trabaja “ por días” en casas de familia o se
encargan de trabajo en la casa (lavado y planchado de ropas, modistería, etc.).
(Jn 8% tiene un “n ego cio ” en casa (tienda, panadería) o una venta callejera
(puestos fijos en la vía pública). Todas ellas -quienes reciben remuneración o
quienes carecen de ella - atienden simultáneamente los oficios dom ésticos o
cuidan la vivienda cuando el negocio está en ella. Solam ente se encontró un
1% de mujeres viejas de estratos bajos urbanos, físicam ente impedidas e inac­
tivas. Sin em bargo, ninguna de ellas desarrolla una actividad físíca diferente a su
rol laboral y doméstico.

En los estratos m edios urbanos, un 6% de mujeres mayores de 50 años que se


pensionaron o se quedaron sin em pleo, buscan una ocupación -generalm en te
en la ca sa - que les produzca algún ingreso, y un 2% afirm ó hacer deporte o
asistir a un gimnasio. Un 5% se dedica a los oficios dom ésticos en su propia
vivienda o en la de algún pariente, con ayudas familiares o de una em pleada
doméstica y dedican parte de su tiem po a actividades recreativas o sociales de
tipo sedentario. Quienes nunca trabajaron fuera de la casa (am as de casa) no
cambian sus hábitos cotidianos excepto cuando están enfermas. Son más se­
dentarias que las mujeres del estrato bajo y tam poco hacen algún deporte. Por
el contrario, en los estratos altos urbanos un 8% afirm ó dedicar su tiem po libre
a actividades sociales, religiosas o benéficas que las mantiene activas y ocupa­
das. Un 10% afirmó acom pañar a sus maridos en la práctica de algún deporte,
pero sin participar activamente en ellos y un 6% de mujeres entre 50 y 60 años
afirm ó hacer una rutina semanal de ejercicios físicos recom endados por el m é­
dico o para mantenerse en forma.

Las personas institucionalizadas en un ancianato público o privado informaron


que la entidad cuenta con varios programas recreativos y de actividad física, pero
señalaron una minima participación (el 10% en las entidades públicas y el 20% en

85
las privadas), por desinterés, cansancio y falta de motivación por parte de las
recreacionistas o por problem as médicos.

De lo anterior se desprende que el ejercicio fisico y el deporte son actividades


escasam ente practicadas por la población vieja del país y que en las áreas
rurales y en los estratos bajos y m edios de las áreas urbanas el ejercicio físico
está asociado con la actividad laboral productiva en el caso de los varones o
con la actividad laboral doméstica y excepcionalm ente remunerada en el caso
de las mujeres. También en este caso, las razones fundamentales son: a) eco­
nóm icas (necesidad de producir ingresos para subsistir); y b) culturales, es
decir, baja valoración social del deporte y el ejercicio físico no com petitivo sino
preventivo y recreativo. N o se encontró en la mayoría de personas viejas una
asociación entre el ejercicio físico y la salud físíca y mental. Por el contrario,
hacer deporte y ejercicio físico se ve co m o “ una pérdida de tiem p o” y de recur­
sos. Se piensa que estas actividades le roban tiempo a la actividad productiva
o desgastan el organism o viejo que requiere reposo y descanso.

Pero aparte de esta valoración social que involucra también a la población jo ­


ven, la falta de recursos econ óm icos de la mayoría de las familias del país,
obliga a que todos sus miembros busquen una actividad remunerativa que les
permita la subsistencia (niños, jóvenes y mujeres, adultos y viejos), lo cual no
deja tiem po para el ejercicio físico preventivo, ni para el deporte recreativo. A
esta realidad se suma la inexistencia de instalaciones deportivas, un número
insuficiente de parques adecuados a las características locales de clima y cos­
tumbres en cada barrio o de las áreas rurales y a la ausencia de políticas gu­
bernam entales que incentiven a la juventud para la práctica de los deportes. En
los estratos bajos y m edios el tiempo libre se em plea en el descanso, ver T.V. y
oír radio y el tiem po de ocio en la tertulia y el consum o de licores y cerveza.
Esporádicam ente las gentes de estratos medios realizan viajes y paseos o em ­
plean las facilidades de las Cajas de Compensación, que carecen de cupos
suficientes y económ icos. Y en los estratos altos urbanos el tiempo libre de los
viejos se em plea en actividades sociales, familiares, viajes, actividades benéfi­
cas y actividades recreativas pasivas (visitas, ver T.V., oír radio, asistir a los clubes
privados). Las características culturales de la población se han visto reforzadas
por la ideologización del deporte en colegios y universidades, ya que solamente
se da un apoyo importante al fútbol o al ciclismo, com o actividades profesiona­
les para un grupo de personas jóvenes. La población en general sólo participa
en calidad de “espectador”. Los ju egos regionales se han perdido y los jóvenes
prefieren los juegos m ecánicos que aprender los juegos que conocen sus abuelos.

86
Al preguntarle a los entrevistados mayores de 50 años, en qué actividades ocu­
pan su tiem po libre, respondieron:

Mo tienen tiem po libre 5.7%


En nada 4.0%
En hacer oficios en casa 18.4%
Ver T.V., oír radio 23.6%
Actividades religiosas 10.3%
En descansar y beber 9.8%
Visitas (con alcohol el 50%) 11.5%
Varios de los anteriores 10.6 %
Paseos 1.0 %
Deportes 5.0%
100 .0 %
Para los menores de 50 años, las actividades que deberían desarrollar los viejos son:

Ninguna 5.1%
Visitar parientes y am igos 11.4%
Pasear, viajar 7.1%
Trabajar 10.0 %
Ver T.V., oír radío, leer 43.6%
Hacer oficios caseros 19.6%
Practicar deportesO.6%
Actividades religiosas 2.5%
100. 0 %

De las anteriores respuestas se desprende que ni los jóven es ni los viejos dan
valor e importancia al em pleo del tiem po libre en recreación activa y que para
am bos grupos generacionales, la actividad principal es ver T.V. y oír radio, es
decir, recreación pasiva que hoy en día es la más cóm oda (en la propia casa)
y la más económ ica. En las entrevistas profundas se detectó que los jóven es
propician esta actividad en los viejos, co m o una manera de aislarlos del resto
de la familia para evitar los conflictos generacionales o para evitarse gastos y
dificultades tratando de buscar programas adecuados para la población vieja.

También llama la atención el alto porcentaje de jóvenes que creen que los viejos
deben ocupar el tiempo libre en oficios dom ésticos o productivos. Esta percep­
ción se da especialmente en los estratos bajos y/o donde los hijos han efectua­
do sucesivas uniones y rupturas conyugales y requieren del apoyo econ óm ico
de los padres viejos o el cuidado de los hijos por parte de las madres viejas,
mientras ellos trabajan.

87
Cuando las personas mayores dicen hacer deporte (6%), más de la mitad se
refiere a asistir en calidad de espectadores a un espectáculo deportivo y de ellos
las tres cuartas partes son varones.

Para com pletar esta parte se indagó acerca de las actividades realizadas por los
viejos en los días de fiesta y la opinión de los jóvenes sobre lo que los mayores
deben hacer en estas fechas, con las siguientes respuestas:

C U A D R O 14

M A Y O R E S D E 50 A N O S M E N O R E S D E 50 A N O S

A c tiv id a d e s religiosas 21.3% A ctivid a d es religiosas 13.9%


O fic ios, trabajo 12.1% O ficios, trabajo 15.8%
N ada 27.0% Nada 4.4%
Ver T.V., oír radio 15.5% Ver T.V., oir radio 13.9%
H a cer o recibir visitas 13.2% H acer o recibir visitas 16.4%
D esca n sa r 10.9% D escansar 12.0%
Hacer deportes ejercicio 0.0% D eportes, ejercicio 0.6%
T o ta l 100.0% 100.0%

Las personas m ayores de 50 años dan prioridad a hacer nada, actividades reli­
giosas, ver T.V. y oír radio, hacer o recibir visitas o desem peñar un oficio, mien­
tras las personas jóven es creen que los viejos deberían tener más vida social
con sus contem poráneos, trabajar en oficios remunerados, ver T.V. o descansar.
A m bos grupos generacionales ven prioritarias las actividades pasivas, muchas
de las cuales pueden ser nocivas para la salud de las personas viejas (ver T.V.
por ejem plo). Quienes mencionan las actividades religiosas en los días de fiesta
son mujeres o se refieren a actividades de las mujeres viejas, ya que sólo un 1%
corresponde a actividades masculinas o a respuestas de hom bres jóvenes. Se­
gún las entrevistas, en la medida en que se avanza en la edad, las mujeres y los
hom bres sienten m ás necesidad de un apoyo espiritual, el cual se incrementa
ante la presencia de un deterioro en la salud. Para esta población esta actividad
reem plaza las carencias en los dem ás órdenes de la vida cotidiana y llegan a
ser en muchos casos la única actividad gratificante. Sin em bargo la gran m ayo­
ría se queja de las dificultades para asistir al culto (misas, trisagíos, oraciones
y celebraciones en las iglesias), por las dificultades de movilización y las distan­
cias de las iglesias o santuarios. Por ello es frecuente encontrar en las habita­
ciones de las personas viejas (especialm ente de las mujeres) altares caseros,
perm anentem ente alumbrados.

Los jóven es han percibido esta necesidad de sus parientes viejos y consideran
que aunque tales actividades no ayudan a solucionar los problemas, si dan una
tranquilidad y resignación que hace rrjás fácil la vida familiar.

88
A ctivid ad es de la vida cotid ian a d e lo s v iejo s

Actividades religiosas

El 86.8% de los viejos dice realizar en su vida diaria alguna actividad religiosa
o espiritual, especificada así:

C Ü A D R O 15

A C T IV ID A D HOMBRES M UJERES

Ir a Misa 5% 13%
Rezar el rosario en casa 6% 14%
Asistir a g ru p os de oración 1% 9%
Rezar n oven as (e n c a s a ) 5% 40%
P erten ecer a a gru pacion es
religiosas católicas o evangélicas) 1% 6%

TOTAL 18% 82%

El alto porcentaje de actividades religiosas o espirituales desarrolladas en la


vivienda se debe a las dificultades físicas para el desplazamiento, a la falta de
recursos para el transporte, a la carencia de com pañía o a la prohibición de la
familia.

Las razones para la alta participación en actividades religiosas no muestran


diferencias regionales significativas. En todas, las personas viejas encuentran
en ellas un consuelo a su soledad y sentido de impotencia y la esperanza de
una vida mejor, les ayuda a soportar las enferm edades y dolencias ante la ca­
rencia de recursos para tratamientos m édicos o de enferm edades crónicas y les
da un sentido de resignación ante la cercanía de la muerte. Solam ente un 7%
de personas viejas pertenece a alguna asociación religiosa católica o protestan­
te, en las cuales hay programas de ayuda a la vejez. Varias parroquias y grupos
evangélicos han establecido programas de ayuda alimentaria una o más veces
por sem ana y esta colaboración motiva a los viejos más desprotegidos a parti­
cipar en cerem onias y reuniones espirituales.

N o obstante, hay algunas regiones donde los viejos plantean la puesta en mar­
cha de program as religiosos, com o una de las acciones necesarias. Ellas son
la región Paisa y la del Valle del Cauca-Risaralda. En ellas las personas m ayores
reclaman más colaboración de la Iglesia, los sacerdotes y las monjas y prefieren
los programas dirigidos por ellos a los program as dirigidos por funcionarios
particulares oficiales o privados. Donde m enos se obtuvo esta respuesta fue en
la región Caribe y los Santanderes. En la primera hay una m ezcla entre lo espi­
ritual y lo pagano (fiestas patronales seguidas de actividades recreativas) y en
la segunda el nivel religioso-espiritual es “ de puertas para adentro” y fem enino.

89
En los estratos bajos rurales y urbanos se observa una mayor participación en
las “ prom esas” a santos y a la Virgen (en distintas versiones), para pedir favores
o milagros, Y es también donde las peregrinaciones y “m andas” se cumplen de
una manera m ás estricta, con apoyo y compañía de otros miembros de la fa­
milia, quienes aprovechan estas ocasiones para organizar paseos, para “pagar
las prom esas” . De los diarios de cam po se obtuvo la información de 3 incendios
de la vivienda en estratos bajos a causa del alumbrado de los altares de las
personas mayores.

Estas actividades van disminuyendo en la medida que se asciende en la escala


social, ya que en los estratos m edios hay una combinación de actividades reli­
giosas, espirituales y m ágicas (uso de talismanes, cadenas con la Virgen o el
Sagrado Corazón, escapularios) y m ayor participación en cerem onias y rituales
(misa, comunión, bautizos, matrimonios, entierros, etc.).

En los estratos altos la actividad espiritual se dirige a la participación en orga­


nizaciones benéficas y caritativas que simultáneamente tienen un matiz social
y de ocu pación , se asiste a la misa dom inical en familia o se ora a nivel
individual.

A ctiv id ad e s co m u n itarias
El 35.6% de las personas viejas del país participa en actividades comunitarias,
sin diferencias significativas a nivel regional y referidas a la veredas rurales o a
los barrios urbanos. La participación de los viejos en las actividades de la es­
cuela y las juntas veredales de las áreas rurales es más alta que la de los adultos.
Los prim eros hacen parte de las directivas de las juntas, organizan bazares y
colaboran activam ente en la organización de obras que redunden en beneficio
de la vereda. A este nivel, la participación en cargos directivos corresponde a
los hom bres en las regiones de los Santanderes, Cundiboyacá y Cauca-Mariño
o a hom bres o mujeres (sin distinción) en las dem ás regiones. Sin em bargo en
todas las áreas rurales de las distintas regiones, las mujeres viejas son las en­
cargadas de preparar los alimentos, elaborar las artesanías que se van a expo­
ner o a vender y a enseñar a las adultas jóvenes su papel en estas actividades.

En las áreas urbanas, especialm ente en las ciudades de Bogotá, Medellin, Cali
y Barranquilla, la participación de los viejos y viejas en actividades comunita­
rias, es m ayor en los estratos bajos y dentro de éstos en los barrios de invasión
o recientem ente legalizados. La razón es que muchos de ellos fueron los líderes
en la form ación del barrio, conocen la historia de los mismos y tienen un gran
ascendiente entre la población joven. En otras ocasiones, los jóvenes “usan” a
los viejos y a los niños para evitar los lanzamientos y la acción de la ley. En
estos barrios la comunidad tiene co m o meta luchar por la legalización, dotación

90
de servicios y mejora de los mismos, basada en las luchas de sus antecesores.
En el 90% de las juntas comunales de estos barrios hay personas m ayores de
50 años y ellos son quienes más apoyan program as c o m o los de autoconstruc­
ción de vivienda y servicios, porque ven en ellos un programa de vida y no
sim plemente la obtención de un techo. Un viejo decía que así toda la familia se
integraba alrededor de una meta: construir una vivienda adecuada a sus n ece­
sidades y gustos, dedicando las horas libres a esta tarea y no a la bebida, que
causa la desintegración del grupo. Son las personas que más se oponen a los
programas oficiales de vivienda porque consideran que no sólo los costos son
inaccesibles, sino que se dispersa la comunidad y se desintegra la familia, de­
bido a la estrechez y al diseño inadecuado de las viviendas.

Por el contrario, la participación de los viejos de los estratos m edios y altos en


actividades comunitarias es mínima (4% ) y cuando ocurre se trata de población
masculina que lidera procesos transitorios ante las autoridades locales para
obtener la construcción o mejoramiento de vías, servicios públicos (especial­
m ente líneas telefónicas), reducción de impuestos (prediales o de valorización),
reducción de tarifas de servicios públicos, etc.

Otro tipo de participación comunitaria de los viejos en los estratos m edios y


altos, es la administración o fiscalía en los edificios de propiedad horizontal. En
un alto porcentaje la administración de este tipo de vivienda es ejercida por los
copropietarios para disminuir costos y c o m o las personas m ayores tienen tiem­
po disponible y muchos de ellos son profesionales jubilados o em pleados pen­
sionados, se encontró una participación relativamente importante (2%).

De todas maneras se observa una baja participación de la población vieja en


actividades comunitarias, que contrasta con el interés m ostrado por los viejos
en estas actividades. El 60% estaría dispuesto a participar en acciones para la
comunidad si el gobierno local y los jóvenes los respaldan. Sugieren que el ICBF
permita que las mujeres viejas dirijan y atiendan los hogares comunitarios y que
los hom bres viejos participen en las juntas vecinales y comunales orientadas a
definir programas y a ejecutarlos con participación de todos los m iem bros de
la comunidad. Los viejos dicen que su único recurso es el tiem po, el cual pa­
rece ser escaso entre la población de jóvenes y de adultos y manifiestan su
interés en ser y sentirse útiles.

A ctivid ad es p olíticas
El 74.1% de la población m ayor de 50 años del país dijo no participar activa­
mente en actividades políticas, diferentes al voto eventual en algunas épocas
electorales (el 40%). Las razones para esta indiferencia son:
Ya no hay diferencias entre los partidos políticos 50%

91
Los políticos no hacen nada por la gente 26%
Las votaciones son una farsa, ya se sabe el ganador 13%
Los políticos no dan participación a los viejos 11%

Total 100 %

El 25.9% de los m ayores de 50 años que dice participar activamente en política,


corresponde a personas que iniciaron su vinculación a un partido o programa
desde la época juvenil o adulta, que estuvieron o están vinculados a un trabajo
o em pleo form al o que han sido los líderes locales, regionales o nacionales. El
90% de ellos pertenece a los estratos medios y altos y reside en poblaciones
urbanas, ciudades intermedias o grandes ciudades. CIn 10% de ellos reside tem­
poralm ente en áreas rurales o tiene propiedades y vínculos familiares o politicos
muy arraigados en ellas.

Las personas m ayores de 50 años activas políticamente, llevan un prom edio de


15 años de vinculación a un partido o grupo político y han ejercido uno o varios
cargos político-administrativos de nivel local, departamental, regional o nacio­
nal. Este es un punto importante de destacar por cuanto quienes llegaron a la
vejez sin una form ación y participación política previa, diferente a la del voto,
pierden el interés por todo lo que se refiera al tema y sistemáticamente se ex­
cluyen de cualquier participación u opinión. Muchos de los mayores de 60 años
recuerdan la violencia política partidista de los años 50, los mayores de 60
recuerdan la guerra de los mil días y la de Corea, y casi todos recuerdan las
grandes diferencias entre los partidos liberal, conservador y comunista. Por eso
ahora no entienden, ni se interesan por entender y participar en estas lides
ambiguas.

Sin em bargo, hay un 12% de los no participantes que sí quisiera hacerlo, porque
tienen tiem po y creen tener experiencias que recordar para evitar luchas infruc­
tuosas, por eso critican los programas de la mayoría de los políticos actuales
que sólo quieren reclutar gente joven y excluyen de sus planes y program as a
los viejos.

Llama la atención conocer el dato siguiente: el prom edio de edad de los dirigen­
tes políticos nacionales es de 65 años y varios de ellos superan los 70. El pro­
m edio de edad de los dirigentes regionales es de 62 años y varios de ellos
superan los 65 y el prom edio de edad de los dirigentes locales (municipio, ba­
rrio, comuna o vereda) es de 45 años y varios de ellos superan los 55 años. (El
Tiem po, agosto de 1988). Estos datos muestran que el liderazgo político se ejerce
desde edades tempranas y sólo se pierde con la muerte. Sin em bargo en los
últimos 8 años se ha observado la tendencia a nombrar en los cargos públicos
personas jóvenes con una alta preparación técnica y universitaria, co m o una

92
reacción a la falta de modernización de las instituciones dirigidas por los políti­
cos tradicionales.

A ctivid ad es in telectu ales y p ro fe sio n ales

En los estratos medios urbanos hay una tendencia a conform ar asociaciones


de pensionados, con el objetivo de darles capacitación en nuevas actividades
lucrativas, atendiendo a la necesidad de; mantener activas a personas capaces
y sanas, proporcionarles nuevos ingresos que les permita asumir las nuevas
exigencias de la dinámica familiar ya expuesta y ocupar el tiem po libre que no
aprendieron a disfrutar, ni a ocupar en la adultez. El porcentaje de personas
pensionadas asociadas o no que se dedican a una nueva actividad profesional
o empresarial es mínimo (6%), pero todos los pensionados entrevistados están
interesados en aprender nuevos oficios y obtener ingresos adicionales. La su­
gerencia de todos ellos es la de publicar información sobre actividades necesa­
rias, fuentes de financiación posibles y apoyo de la comunidad y de la familia.
Todos temen em prender una actividad por los trámites, papeleo, necesidad de
fiadores o hipotecas y por la exigencia de las entidades financieras acerca de
una edad máxima.

De los profesionales que trabajaron independientemente (m édicos, abogados,


empresarios, consultores, etc.), un 4% de la población entrevistada continúa
haciéndolo hasta edades muy avanzadas (m ás de 75 años), algunos en el mis­
mo status y otros en compañía de personas más jóvenes. Sin em bargo la m a­
yoría siente que la com petencia con los jóvenes es muy fuerte, especialm ente
por el nivel de actualización en nuevas tecnologías y la m ayor credibilidad de la
población en las gentes que ostentan títulos avanzados. Pero co m o sienten la
necesidad y la capacidad para mantenerse activos, buscan asociarse con hijos,
parientes o amigos que den el “good will” a su negocio. La m ayor actividad
profesional en edades avanzadas se encontró en poblaciones urbanas m enores
de 500.000 habitantes, después en poblaciones entre 500 mil y un millón y
finalmente en las grandes ciudades. Todos ellos pertenecen a los estratos m e­
dios y altos, según la definición local de estrato social.

Los com erciantes pequeños y medianos ofrecen otro nivel de participación,


según sean dueños, intermediarios o em pleados. Si son los dueños en pobla­
ciones m enores de 500.000 habitantes o en áreas rurales, el 90% trabaja hasta
que se enferma o muere, pero contrata ayudantes y auxiliares desde los 55 años
para realizar las actividades técnicas o de comercialización. Esta población dio
un total de 7% para el país.

93
Si son dueños de n egocios en grandes ciudades, optan por retirarse en una
edad cercana a los 65 años, delegando en un miembro de la familia el manejo,
pero m anteniendo un cierto control (corresponden al 0.5% de la población en­
trevistada de mayores de 50 años). Si son em pleados o intermediarios, se en­
cuentran en la población pensionada a los 50, 55 o 60 años, edades en las
cuales buscan un oficio propio similar al anteriormente ejercido (una pequeña
tienda, por ejem plo), y corresponden al 1% de la población entrevistada.

El 30% de la población total vieja del país reside en el cam po y trabaja en sus
labores agropecuarias o artesanales hasta edades muy avanzadas o hasta que
están físicam ente impedidos. De ellos, un 12% ha involucrado nuevas tecnolo­
gías a su proceso productivo (creación, adopción o adaptación) y de comerciali­
zación con ayuda de los gremios respectivos (cafeteros, ganaderos, agricultores,
avícolas, floricultores, arroceros,etc.). Para estos empresarios, el trabajo es más
de tipo administrativo y program ático que físico y en un alto porcentaje después
de los 55 años delegan el trabajo en parientes o socios más jóvenes, pero man­
tienen el control. Los demás trabajadores del agro no cambian fácilmente su téc­
nica, ni el tipo de cultivo y se mantienen laboralmente activos con ayuda de
parientes y en pocos casos pagando jornaleros en algunos períodos estacionales.

El 58% restante de la población mayor de 50 años del país, ubicada en pobla­


ciones urbanas, corresponde a hom bres y mujeres que en su adultez y madurez
se dedicaron a los oficios domésticos, trabajos informales, obreros a destajo, con­
tratistas, pequeños comerciantes de barrio o a inmigrantes cam pesinos. De ellos
un 40% (m ujeres) nunca tuvo un trabajo remunerado y el otro 18% no llena los
requisitos para acceder a una pensión o jubilación, ni pudo tener ahorros priva­
dos para la vejez.

De esta población, quienes pertenecen a los estratos medios y bajos no pueden


cam biar de actividad, pero un alto porcentaje (20%) debe buscar nuevas fuen­
tes de ingresos o continuar con su actividad anterior hasta edades muy avan­
zadas para atender los requerimientos de las familias rotas y recom puestas a
que se aludió en la primera parte del libro. Los cam bios que se evidencian para
la mitad de esta población son: a) que no consigue una ocupación remunerada,
no puede continuar en la anterior o nunca la tuvieron; y b)qu e para un 30% de
ellos el trabajo dom éstico fem enino lo deben realizar en las viviendas de sus
parientes con un alto grado de dependencia y baja participación en la tom a de
decisiones; situación que reduce su status de autoridad y respetabilidad dentro
del grupo dom éstico.

94
Solamente un porcentaje pequeño (0.5%) de las personas entrevistadas m ayo­
res de 50 años, correspondió a hombres y a unas pocas mujeres intelectuales,
artistas, escritores, parlamentarios, militares, jerarcas de la Iglesia, expresiden­
tes y grandes empresarios. Se trata de un grupo de personas m ayores que dirigen
los destinos del país en diferentes sectores y que piensan mantenerse activos
hasta la muerte. Son el único grupo adaptado y particípativo en todas y cada
una de las actividades del país. Su trabajo no tiene horario, ni sitio de ubicación
para desarrollarlo; tienen temporadas de descanso, ayuda médica y muchas motiva­
ciones psicológicas y económicas

La existencia de estos datos, nos llevó a indagar en los grem ios y organizacio­
nes religiosas, intelectuales y políticas acerca de la edad de los dirigentes de los
principales sectores del país, con los siguientes resultados, para 1989.

C U A D R O 16

E D AD PROMEDIO DE LO S DIRIGENTES D EL PAIS Y POR CENTAJES D E M AYO R ES

E D A D P R O M E D IO “/ .M A Y O R E S D E 5 0

1. S E C T O R P R O D U C T IV O
Manufacturero 48 30%
A grop ecu a rio-forestal 40 12%
E n ergético 42 15%
M inero 45 10%
Recu rsos m arinos 43 6%

2. S E C T O R S E R V IC IO S
Salud 44 30%
E ducación 45 6%
C om u n ica ción e inform át. 38 5%
C om ercio , Trans., A dm ón. 48 40%

3. S E C T O R R E L IG IO S O
Jerarquía eclesiástica 56 90%
C om u n idades m asculinas 52 92%
C om u n idades fem eninas 56 60%

4 . S E C T O R P O L IT IC O
D irigentes nacion ales 65 75%
Dirigentes regionales 46 25%
C o n g re s o de la República 48 35%

5. S E C T O R A C A D E M IC O
A c a d é m ic o s , docen tes 50 65%
Escritores y artistas 50 45%

N o ta : E stos da to s fu e ro n o b te n id o s en e n trevistas c o n g re m io s y a s o c ia c io n e s p ro fe s io n a le s , re lig io s a s y p o lític a s


y p o r lo ta n to no c o rre s p o n d e n a u n censo.

95
Los datos anteriores -co n los sesgos que puedan tener por la dificultad de
a cceder a los m ism o s- muestra que en Colom bia la mayoría de los líderes y
dirigentes de los diversos sectores son personas mayores de 50 años y que sus
opiniones son tenidas en cuenta para la definición de políticas, acciones y pro­
gram as gubernam entales o de la esfera privada en sus distintos cam pos. Por
eso m ism o llama la atención observar el poco interés de estas personas para
entender la realidad de sus contem poráneos de estratos medios y bajos y la
poca iniciativa para estudiar y resolver las necesidades de la población mayor
y proponer planes y program as adecuados a ellas. Cabe aclarar que en los
sectores productivo, político y a ca d ém ico el m ayor porcentaje de personas
dirigentes m ayores de 50 años, corresponde a varones, mientras que en el
sector servicios y religioso hay mayor participación femenina (30%)

Para com prender m ejor las necesidades de la población vieja, se indagó a los
m ayores y m enores de 50 años, con los siguientes resultados:

C Ü A D R O 17

N E C E S I D A D E S D E L A P O B L A C I O N V IE J A

M A Y O R E S D E 50 A Ñ O S M E N O R E S D E 50 A Ñ O S

A p re n d e r un o fic io para h a cer Prepararse para la vejez 38.0%


en la casa 33.9%

A p ren d er a afrontar los A p ren d er a co m p ren d er a los


p ro b lem a s (so led a d , enf, a fe c to ) 10.3% jó v en e s 17.7%

A p ren d er las nu evas tecn o lo g ía s 16.1% A prender nuevos oficios rem unerados 17.1%

S egu ir estu diand o o em p eza r A p ren d er a afrontar los p rob lem as


a h a cerlo 11.5% solos 15.8%

M ejorar relacion es con la fam ilia 6.9% M ejorar relaciones fam iliares 1 1.4%

N inguna 10.9%

O tras (din ero, a fe c to ) 10.3%

TOTAL 100.0% 100 .0 %

Las respuestas anteriores muestran el gran interés por aprender nuevos oficios,
tecnologías, así c o m o por actualizarse y mejorar las relaciones con la familia,
entre las personas mayores de 50 años, com o una necesidad sentida para afrontar
las nuevas obligaciones familiares, adaptarse a los cam bios de valores y sentir­
se “ útiles” . Solam ente un 10.9% de los entrevistados no tiene alguna necesidad
o ha perdido las esperanzas en el futuro, se ha resignado y está esperando la
muerte liberadora. Paralelamente los jóven es creen que las mayores necesida­

96
des de los viejos están en el terreno de nuevos aprendizajes para aceptar los
cam bios de vida y las diferencias generacionales o para seguir activos en el terreno
económico.

Al preguntar el significado de estas respuestas, se observó que los jóven es


perciben en los viejos una falta de preparación para esta etapa y esa es la razón
de la alta dependencia familiar. Pero también perciben una incapacidad de adap­
tación de los viejos a la “vida m oderna” y a los cam bios en los valores familia­
res y sexuales. Para ellos, los conflictos generacionales se resuelven mediante
un cam bio adaptativo de los viejos a las nuevas maneras de vivir y no en una
aceptación por parte de los jóvenes de los valores tradicionales de los viejos.
Sin em bargo, esta percepción se contradice con respuestas anteriores en las
que ellos manifiestan no “querer pensar en el futuro” , “ tem er la veje z” y “ no
prepararse para esta etapa de la vida". T am p oco los jóven es ahorran para el
futuro por incapacidad para hacerlo, la mayoría carece de seguridad social y
ven prioritario satisfacer las necesidades presentes antes que pensar en su pro­
pia vejez. Por el contrario, los viejos de hoy sí pensaron en el futuro aunque su
preparación se limitara a darles lo m ejor a los hijos con la esperanza de ser
cuidados por ellos en la vejez. Ellos -m en os que los jóvenes de h o y - tuvieron
acceso a la seguridad social o previeron los rápidos cam bios sociales, eco ­
nóm icos y políticos de las últimas décadas. La mayoría son analfabetas y mu­
chos -especialmente las mujeres- nunca tuvieron acceso al trabajo remunerado,
ni al control natal. Por eso el ahorro privado era privilegio de unos pocos que
hoy son personas independientes y autosuficientes.

Para com plem entar esta percepción se preguntó a viejos y jóven es su opinión
acerca de si los primeros son una carga o un problema para la familia, con las
siguientes respuestas:

C U A D R O 18

¿ E L V IE J O E S U N A C A R G A P A R A L A F A M IL IA ?

M A Y O R E S D E 50 A Ñ O S M E N O R E S D E 50 A Ñ O S

Si 17.8% Sí 59.5%

No 3 9 .0 ”,» No 40.5%

A veces 30.5%

N o sabe 5.2%

N o tiene familia 3.5%

T otal 100.0% 100 .0

97
Del cuadro anterior se desprende que aunque hay una aproximación general
entre am bos segm entos generacionales, los menores de 50 años son más radi­
cales en afirmar que los viejos sí son un problema, dando co m o razones:

Problemas econ óm icos (n o producen, ni tienen ingresos) 58.9%


Son enferm os y es necesario atenderlos 12. 1%
No hay espacio en la vivienda para acogerlos 6.3%
Hay problem as con los más jóvenes 5.7%
Tienen actitudes conflictivas (son chochos) 17.0%

Total 100 . 0 %

De estas respuestas se desprende que la causa de los problemas de las nuevas


generaciones con los viejos, tiene una raíz económ ica. Los jóvenes sienten que
deben “ m antenerlos” , proporcionarles vivienda y salud, y c o m o las condiciones
de vida de las familias colombianas, especialmente las urbanas de estratos
m edios y bajos, son relativamente precarias y se agravan con las rupturas de
pareja y las múltiples uniones sucesivas, entran en un conflicto “m oral”. De una
parte quieren a sus progenitores y los necesitan afectiva y económ icam ente y
de otra, sienten que no pueden atender a sus necesidades, pero no son capaces
de abandonarlos o de llevarlos a un ancianato.

Por su parte, los viejos son m enos radicales en sus respuestas, ün 39.0% cree
que no son algún problem a para la familia y un 30.5% cree que “a vec es” si lo
son. Al indagar esta respuesta se encontró que los hijos y parientes se preocu­
pan por su salud y por no darles algo m ejor o se apenan al “ ponerle nuevas
o bligaciones” . Sin em bargo ellos creen que no es suficiente motivo para sentir­
se mal en familia y sienten que “es una obligación m oral” de sus hijos velar por
ellos. El 5.2% dice no saber si son o no problema para la familia, respuesta
evasiva que en la entrevista aparecía com o una manera de no afrontar la reali­
dad de su insatisfacción con el trato en la familia; y del 3.5% que dijo no tener
familia, solam ente el 0.5% desconocía la existencia de algún pariente. Los otros
son conscientes de su existencia pero también de su rechazo o abandono. De
ellos un 2.5% corresponde a hombres que en su adultez abandonaron el hogar
y hoy los hijos les niegan sus derechos. Los mayores de 50 años que dijeron
aceptar que son un problema para su familia, dieron las siguientes razones:

Problemas econ óm icos 40.0%


Problemas de salud 25.0%
No pueden ayudar a la familia 16.0%
Mal carácter 8.7%
Falta de espacio vivienda 10.3%

Total 100.0%

98
En este punto hem os visto las actitudes sociales y culturales ante el envejeci­
miento y la vejez, desde una perspectiva comparativa por generaciones en cuanto
a la definición de la vejez, las características de viejos y viejas “ ideales” y la
actitud ante las actividades desarrolladas por las personas m ayores de 50 años,
para terminar con la visión de las necesidades y problemas sentidos por esta
población. En el siguiente punto se profundizará en el tratamiento sociocultural
que la familia, la sociedad y el Estado dan a la población mayor de 50 años,
para señalar en los vacíos y contradicciones.

99
7

Tratam iento sociocultural a los


viejos en Colom bia

Para abordar este capítulo, se analizarán las respuestas de los jó ven es y de


los viejos acerca del cuidado de éstos, el sentido de respeto, obedien cia,
explotación y abandono de los m ism os, confrontándolas con la norm ativi-
dad existente en la legislación colombiana, lo cual permite comparar la realidad
social y cultural de la vejez con la manera com o la familia, la sociedad y el
Estado la abordan a través de normas jurídicas o de políticas y program as
sociales.

Para las entrevistas profundas se partió de una definición de conceptos que en


algunos casos estuvo acorde con las respuestas y en otros no, c o m o se deduce
de su análisis. Tales definiciones fueron:

C u id a d o de v ie jo s : hace referencia a la diligencia, atención, solicitud y asis­


tencia a personas mayores de 50 años que lo necesitan por la edad o por inca­
pacidad física o mental.

R espeto: acatam iento que se hace de alguien mayor, sentimiento de conside­


ración nacido de las personas hacia principios o personas.

O b e d ie n c ia : Cumplimiento y/o som etim iento a la voluntad o gusto de las per­


sonas mayores.

E x p lo ta c ió n : Aplicar en provecho propio, en general de m odo abusivo, las


cualidades, sentimientos o bienes de una persona mayor o de un suceso o
circunstancia cualquiera relacionados con ella.

R esp eto a los v iejos en la fam ilia y en la so cied ad


Para entender el status de los viejos en la familia y en la sociedad preguntam os
acerca de cóm o los viejos y los jóvenes perciben el trato social y familiar, hacia
aquél grupo etario.

101
CUADRO 19

¿ C R E E Ü D Q U E H A Y R E S P E T O P O R L O S V IE J O S ?

M A Y O R E S D E 50 A Ñ O S M E N O R E S D E 50 A Ñ O S

S O C IE D A D F A M IL IA S O C IE D A D F A M IL IA

Si 30% 40% 10% 94.6%

rso 70% 60% 90% 6.0%

T otal 100.0% 100 .0 % 100.0% 100.0%

De estas respuestas se infiere que los mayores de 50 años creen que hay más
respeto por parte de su propia familia que de la sociedad en general, aunque
un 60% de ellos siente que sus parientes no los respeta. Por el contrario el 94.6%
de los m enores de 50 años creen que si hay respeto de la familia hacia sus
viejos, pero que un 90% de la sociedad no lo tiene.

¿Qué entienden por respeto los viejos y los jóvenes?, fue la siguiente pregunta
con el fin de captar el significado cultural de la respuesta anterior.

Sin distinciones regionales, de área, ni de estrato, las diferencias observadas


son generacionales. Así, para las personas mayores de 50 años, respeto es el
trato deferente ante sus com portam ientos y actitudes; darles la posibilidad de
tom ar decisiones en el hogar y en relación con los com portam ientos de los hijos
y los nietos; ser consultados por hijos y nietos antes de actuar o decidir lo que
se considera m ejor para ellos (para los viejos); oír con interés sus experiencias
(las de los viejos) y acoger los consejos y enseñanzas que lo viejos den a las
nuevas generaciones; así c om o no burlarse de su figura, sus modales, sus ideas¡
sus creencias, sus puntos de vista, ni su manera de com er o vestirse.

Para los m enores de 50 años, respeto es, dejar que los viejos piensen y crean
co m o a ellos les parezca sin contradecirlos grosera o burlonamente (lo que no
significa acatarlos); tratar de proteger a los viejos en la medida de sus posibili­
dades (esta protección se refiere a darles albergue sí los viejos carecen de él,
darles satisfacciones materiales para que no padezcan carencias; evitarles ac­
cidentes o en ferm edades proporcionándoles ayuda o con sejo que les perm i­
ta adaptarse a las condiciones “ m od ern a s” de vida); evitarles disgustos (no
informarlos sobre lo que pueda molestarlos o preocuparlos); no agredirlos física
o verbalm ente aunque se pongan “chochos” ; aceptar sus creencias o prácticas
religiosas, culinarias, m édicas o políticas y protegerlos de la agresión física c
verbal de vecinos, am igos o parientes.

102
Estas respuestas muestran diferencias en el significado del respeto familiar visto
intergeneracionalmente.

Sin em bargo, tanto para los mayores de 50 años, co m o para los m enores de
esta edad, la sociedad colom biana no respeta a los viejos porque les niega la
posibilidad de trabajar, de aprender nuevos oficios, de ejercer em pleos o cargos
públicos para los cuales los viejos están bien preparados, prefiriendo a los jó ve­
nes (muchas veces menos preparados); porque no los tienen en cuenta para
programas políticos o comunitarios; porque les niega (la sociedad) el derecho
a créditos y a programas de vivienda; porque los m edios de com unicación sólo
exaltan lo m oderno y lo joven, mostrando a los viejos com o “ atrasados” o “an­
ticuados”; porque la sociedad no valora la figura del viejo (el arte, la literatura,
etc.); porque la sociedad solamente da protección a los viejos pobres y sin
familia a través de los ancianatos que son sitios inhóspitos y sin suficiente ca­
pacidad para el número de viejos de esta categoría; y finalmente, porque la
sociedad en sus distintos niveles no se preocupa por las necesidades y derechos
del viejo: no hay viviendas, ni calles, ni medios de transporte, ni vestuario, ni
program as recreativos, ni objetos especiales para la población vieja, c o m o sí
los hay para la población de niños, jóven es o adultos. Es decir que las gentes
entrevistadas de todas las regiones, áreas, estratos, género o generación perci­
ben que la sociedad privilegia a la juventud, aunque en algunas épocas realiza
“cam pañas” a favor de niños, mujeres o viejos, las cuales se limitan a fechas de
vacunación, temporadas de educación nutricional, o a declaraciones form ales
sobre el día, el mes o el año, del niño, de la mujer o del viejo.

C u id ad o del viejo en la fam ilia y en la so c ied a d


Las personas jóvenes y viejas entrevistadas, consideran que la sociedad ha
definido que el cuidado de los viejos es un deber de la familia, a pesar de no
crear las condiciones adecuadas para que ella pueda cumplir esta función. La
siguiente pregunta ¡lustra este punto:

C U A D R O 20

¿ Q U IE N C R E E U D . Q U E D E B E C U ID A R A L O S V I E J O S ?

M A Y O R E S D E 50 A Ñ O S M E N O R E S D E 50 A Ñ O S

La familia 52.9% 72.8%

El Estado 18.0% 25.3%

Fam ilia con ayuda E stado 30.1% -

Ellos m ism os - 1.9%

T o ta l 100.0% 100.0%

103
Esta respuesta coincide con lo anotado por Ordóñez Plaja et al. (1990), cuando
afirman que “la Constitución Política de Colom bia en su artículo 19, consagra
la asistencia pública com o función del Estado, que deberá prestarse cuando se
reúnan las siguientes condiciones:

- que la persona esté físicam ente incapacitada.

- que no tenga m edios de subsistencia.

- que carezca de derecho para exigir a otras personas” .40

En desarrollo de este m andato constitucional, el Código Civil Colom biano con­


tiene un conjunto de normas jurídicas que regulan la estructura y las relaciones
familiares, definiendo la familia co m o “el conjunto de personas que descienden
de un tronco común y se hallan unidas por lazos de parentesco: abuelos, hijos,
nietos” , entre los cuales se genera un conjunto de derechos y deberes com o la
obligación de proveer alimentos, (art. 422 del C.C.), obligación que se da hasta
el cuarto grado de consanguinidad. La cuantía de esta obligación, así co m o la
definición de alimentos congruos o necesarios y la cesación de ella en caso de
injuria, están estipulados en los art. 414.1.036 y 1268 del C.C., así com o las
sanciones civiles y penales ante el incumplimiento de tales obligaciones (art.
36 de la Ley 75 de 1968; art. 76 de la Ley 83 de 1943 y art. 263 del C.P.P.,
D ecreto Ley 50 de 1987). Más concretamente, la sociedad a través de la Ley ha
configurado los delitos contra el viejo a saber: tortura m oral (art. 279 del
C.P.), a b a n d o n o m aterial (art. 346 del C.P.), internam iento frau du len to
(art. 278 del C.P), así co m o algunas n orm as para ben eficiar a las person as
m ayores de 65 años, tales com o, la su spen sión de detención preventiva
o la ejecución de pen a p ara el sindicado m ayor de 65 añ os (art. 432 y 613
del C.P.P.), la D efen soría p ara el an cian o (a cargo del ICBF) y toda la legis­
lación laboral y de seguridad social que atañe a las personas mayores que
hayan cum plido unos requisitos de tiem po y otro tipo, en actividades laborales.

Sin em bargo, co m o bien lo dicen Ordóñez Plaja et al. (1990), si bien la intención
de regular las obligaciones entre los miembros de la familia es sana, “lo impor­
tante es que haya un régimen legal que proteja en su integridad física y m oral
al envejecim iento, cuan d o las relaciones fa m iliares y eco n ó m ic a s no
p u e d e n a s e g u r a rle la aten ción n e c e sa ria para continuar su vida con
d ig n id a d ”4' (el subrayado es m ío). Y eso es precisamente lo que no ocurre en
el país, donde el régimen de seguridad social tiene com o meta proteger al tra-

40 O rdóñ ez, Plaja et al. S it u a c ió n d e l V iejo en C o lo m b ia . FES, 1 9 9 0 (la . ed )

41 Ibíd.

104
bajador a sa la ria d o y no a la población en general, ni en particular a la pobla­
ción más necesitada y desprotegida; los viejos.

C om o se deduce, el papel de la sociedad y del Estado frente a los viejos se limita


a algunos de ellos -lo s indigentes y sin fam ilia- a través de instituciones creadas
para tal efecto : los ancianatos.42

Por eso, preguntamos a los entrevistados si les gustaría vivir en un ancianato,


con las siguientes respuestas:

C U A D R O 21

¿ L E S G U S T A R I A VIVIR E N U N A N C I A N A T O ?

M A Y O R E S D E 50 A N O S M E N O R E S D E 50 A Ñ O S

Sí 28.7% 50.6%
No 57.5% 49.4
Tal vez 13.8% -
T o ta l 100.0% 100.0%

¿POR Q U E N O ?

RAZONES M A Y O R E S D E 50 A Ñ O S M E N O R E S D E 50 A Ñ O S

N o necesita 8.0% —
Son inhum anos 4.0% —

Son deprim entes 8.0% 12.0%


T ie n e fam ilia 23.0% 48.2%
M iedo al a b a n d on o fam iliar 1.1% —
C on d icion es e c o n ó m ic a s 3.4% 24.0%
Prefiero m orir 39.1% —
Otras 13.2%
N o he pen sa d o en eso - 15.8%
T otal 100.0% 10 0 .0 %

¿ P O R Q U E S I?

RAZONES M A Y O R E S D E 50 A N O S M E N O R E S D E 50 A N O S

La fam ilia no pu ed e 62.0% -


La fam ilia no lo quiere 20.0% -
N o quiero estorbar 18.9% —
M ejor cu idado — 40.2%
Hay m ás a m ig o s - 21.8%
Hay m ás recreación 38.0%
T o ta l 100.0 100 .0 %

42 La reform a a la Segu ridad Social (1 9 9 3 ) tuvo en cuenta este prob lem a y plantea a p o y o e c o ­
n ó m ic o para los indigentes.

105
C om o se observa, sólo un 28.7% de los viejos, de los cuales el 20.7% pertenece
a los estratos bajos de las áreas urbanas, estaría dispuesto a vivir en un ancia-
nato, bien sea porque tiene conflictos con sus parientes o porque éstos no
tienen capacidad para albergarlos y sostenerlos. Entre los viejos que responden
“tal vez” , la totalidad corresponde a personas de estratos m edios urbanos que
han roto los vínculos familiares en su adultez, a solteros sin hijos o a personas
que cuentan con una pensión o renta propia, situaciones que los pone a dudar
sobre las ventajas de la dependencia familiar, una mayor independencia o se­
guridad institucional.

Por el contrario, un 49.4% de personas menores de 50 años dice que preferiría


vivir en un ancianato. A l indagar la razón de esta respuesta se deduce una
experiencia negativa de vida con sus propios viejos, a la que se suma una
m ayor valoración de la independencia y de las relaciones amistosas y un apren­
dizaje nuevo para la utilización del tiem po libre. La visión de la realidad familiar
y del status de los viejos en la familia influye en esa visión negativa de la vejez
en la familia.

La actual población vieja del país muestra bajos niveles de escolaridad, lo cual
incide en la concepción de la vejez, su autonomía y el conocim iento de sus
derechos y deberes.

C U A D R O 22

N IV E L E S D E E S C O L A R I D A D D E L A P O B L A C I O N V IE J A

G R U PO S DE EDAD P R IM A R IA S E C U N D A R IA U N IV E R S IT A R IA

IN C O M P . COM PL. IN C O M P . COM PL. IN C O M P . COM PL.

50-55 años - - 3.3% 20.3% 0.4% 0.6%

56-60 años - - 23.3% 16.0% 0.2% 0.3%

61-65 años 3.4% 10.0% 10.0% 7.0% 0.1% 0.1%

66-70 años 3.0% - - - - -

70 y m á s años 1.0% 0.5% 0.5% - -

T o ta l 100% 7.4% 10.5% 3 7.1% 4 3 .3 i 0.7%

Sin necesidad de hacer un análisis detallado se puede observar que a nivel


nacional, la escolaridad de las personas mayores de 60 años es muy baja, por
cuanto quienes en 1930 y antes tenían acceso a la educación eran principalmen­
te varones de estratos altos y medios altos, residentes en cabeceras municipa­
les. El a cceso a la Universidad hasta m ediados de los años 50’s era privilegio
del género masculino y de los estratos altos. Esta realidad explica la baja par-

106
ticipación de los jóvenes de entonces -viejo s de h o y - en em pleos o trabajos
form ales estables que les permitiera más tarde el a cceso al sistema de seguri­
dad social. Con excepción de algunas instituciones sectoriales de previsión
social establecidas entre 1912 y 1985, sólo en 1968 se consagraron las presta­
ciones sociales para el sector oficial m ediante el decreto 3135, que favorece
a la población vieja mediante la pensión de ju bilación , la pen sión d e retiro
por vejez, la sustitución pensiona!, los auxilios fu n erarios y la asistencia
m édica, farm acéutica, quirúrgica y hospitalaria.

Los Decretos 3041 de 1966 y 770 de 1975 regularon el régimen prestacional


del sector privado, a saber: pensión de vejez, pen sión de invalidez, pen sión
d e sobrevivencia, prestaciones para en ferm ed ad es g e n e ra le s. Adicional­
m ente la Ley 171 de 1961 establece la pensión sanción y la pensión especial
de jubilación.

Es evidente que hay una regulación dispersa en la cual se encuentran señalados


algunos regímenes de excepción para las Fuerzas Militares, la Policía Nacional,
los docentes, la Rama Jurisdiccional, la Contraloría General de la República, la
Administración Postal, la Registraduría Nacional del Estado Civil, los diplomáti­
cos, los congresistas, Colpuertos y Ecopetrol. N o se detalla esta legislación por
cuanto el trabajo de Ordóñez et al. (1990) es muy preciso y com pleto al res­
pecto. Sólo resta señalar que toda la legislación existente sólo cobija a un pe­
queño sector de la población vieja del país (10%), ya que quienes no trabajaron
en el sector form al de la econom ía, durante un cierto número de años carecie­
ron de cualquier tipo de protección legal hasta 1982 (L ey 21), cuando se in­
corporó a los padres del trabajador en el sistema de subsidio familiar, para
proveerles -a l m enos teóricam ente- asistencia médica, recreación y educa­
ción, así com o programas de mercadeo.

Pero más importante es com prender que la falta de educación y la carencia de


información de las personas mayores de 50 años acerca de sus deberes y sobre
todo, de sus derechos y de las leyes que los protegen (el 96.3% las descon ocen )
o que por la incapacidad física o mental sumadas al tem or “ m oral” para iniciar
acciones civiles o penales contra sus parientes (respecto a alimentos necesa­
rios o congruos, por ejem plo), los viejos se convierten en personas som etidas
a la “buena voluntad" o “caridad” de la familia o de la sociedad, para atender
sus necesidades mínimas.

T am poco la gente joven conoce sus deberes para con los viejos (el 80% dijo no
conocerlos) y quienes sí los conocen carecen de capacidad económ ica para sa­
tisfacerlos o si la tienen, responden que los asumen más co m o “ un deber m o­
ral” que com o un “deber legal” .

107
Si recordam os la tipología y dinámica de la familia urbana actual y la com pa­
ram os con la definición que se desprende de la Constitución vigente y de las
leyes colom bianas, verem os que hay una inconsistencia grave. La legislación
existente se refiere a una familia que aunque todavía existe (la familia extensa),
está en franco proceso de extinción, al m enos com o tradicionalmente se la ha
concebido, mientras que nuevas modalidades: nuclear com pleta, nuclear in­
com pleta, diada materna o paterna, familia nuclear rota y/o recom puesta por
las vías legales o de hecho, tienden a expandirse y a producir un nuevo tipo de
familia extensa m odificada en sus versiones perm anente o transitoria. Para
todas estas m odalidades la aplicación de la ley vigente es prácticamente im po­
sible, porque ahora los abuelos son quienes deben p roteger a las segundas y
terceras generaciones pero las normas laborales y las políticas de vivienda,
salud, y recreación prácticam ente excluyen a las personas mayores de 55 años.

O b e d i e n c i a a lo s v ie jo s

El tem a anterior está relacionado con la obediencia a los viejos. Al preguntar al


respecto se obtuvo la siguiente respuesta

C U A D R O 23

¿ L A G E N T E J O V E N O B E D E C E A L O S V IE J O S ?

M A Y O R E S D E 50 A Ñ O S M E N O R E S D E 50 A Ñ O S

SI NO SI NO TOTAL

H om bres 30% 70% 27.8% 72.2% 100.0%


M ujeres 50% 50% 48.0% 52.0% 100.0%

Los hom bres mayores de 50 años respondieron que no son obedecidos por la
población joven en una mayor proporción que las mujeres mayores. Las razo­
nes dadas por los varones señalan q u e“ al dejar de proveer ingresos para el
hogar, la mujer, ¡os hijos y los nietos ya no atienden sus consejos, pero mucho
m enos acatan sus órdenes” . Esta falta de obediencia a los varones viejos se
observó en las áreas urbanas y en los estratos bajos de la población.

Por el contrario, los hom bres viejos de las regiones de Santander, Cauca-Nariño
y Cundinamarca que viven en áreas rurales o que viviendo en áreas urbanas
pertenecen a los estratos altos y medios, responden que sí son obed e c id o s por
los parientes jóvenes.

Las respuestas de las mujeres no muestran muchas diferencias regionales, ni


por estrato. La mayoría creen que los jóvenes -especialm ente los hijos e hijas-
sí las obedecen, aunque los nietos(as) y otros parientes jóvenes lo hacen en
m enor grado.

108
Aquí se muestra un matiz por género. Las mujeres viejas afirman que a medida
que avanzan en edad, adquieren más respeto y obediencia y que, los hijos(as)
casados o unidos las tratan mejor que cuando son solteros(as). Por el contrario,
los hombres viejos afirman que pierden autoridad en el hogar en la m edida que
avanzan en años o cuando los hijos(as) organizan sus propias familias (h oga ­
res). Un viejo entrevistado decía:“ ..lo que ocurre es que cuando ellos (los hijos)
eran jóvenes, yo fui muy estricto y hacía im poner co m o fuera mis órdenes.
Ahora mis hijos dicen que ya no m e tienen miedo y que no m e necesitan. En
cam bio eso, mi esposa siempre fue muy alcahueta y los defendía y hasta se m e
enfrentaba para protegerlos. Por eso a ella la quieren más y la ven c o m o una
mujer sufrida mientras a mí m e ven co m o un tirano". Este relato muestra los
conflictos generacionales del patriarcalismo

E x p lo t a c ió n d e lo s v ie jo s

El tratamiento de la familia a los viejos se visualiza m ejor al analizar el tem a de


la explotación.

C U A D R O 24

¿ U D . C R E E Q U E L A F A M IL IA E X P L O T A A L O S V I E J O S ?

M A Y O R E S D E 50 A Ñ O S M E N O R E S D E 50 A Ñ O S

S iem p re 12.6% 5.0%

C on frecu encia 17.4% -

A veces 30.7% 25.0%

Nunca 39.3% 70.0%

T otal 100.0% 100 .0 %

¿ Q U IE N E S D IC E N S I, C O M O L A F A M IL IA E X P L O T A A L O S V I E J O S ?

M A Y O R E S D E 50 A Ñ O S M E N O R E S D E 50 A Ñ O S

C uidando la casa 20.0% -

A ten d ien d o la familia 15.0% -

E x igien d o dinero 28.0% 10.0%

N eg á n d o le s cariño 10.0% 30.0%

Pon ién d oles a trabajar - 40.0%

R ecrim inándolos 27.0% -

Q u itándoles libertad - 20.0%

T o tal 100.0% 100 .0 %

109
D e estas respuestas se infiere que solam ente el 39.3% de los viejos se siente
bien y gratificado con su familia, lo cual contrasta con la respuesta del 95%
de los jó ven es que no creen que haya ningún tipo de explotación a los viejos
por parte de la familia. Las razones dadas por el porcentaje de cada genera­
ción que cree que sí hay explotación familiar a los viejos, son principalmente
de ca rá cter econ óm ico, laboral o afectivo. Y aunque el a b a n d o n o m aterial
del viejo por parte de los parientes hasta el 4o. grado de consanguinidad,
constituye un delito, sancionado con prisión de 2 a 6 años, se observa que en
la realidad nacional sin distingos de region es o áreas, en los estratos m edios
y bajos ocurre lo contrario: es el viejo quien tiene que cuidar y atender
m aterial y afectivam ente a los parientes m ás jóvenes, trabajando en la vivien­
da o fuera de ella, o com partiendo con ellos los ingresos, la pensión o los
ahorros. Y en los estratos altos, la situación no es muy diferente. En ellos,
los viejos son presionados por la familia para que repartan en vida sus bie­
nes, so pena de perder el “a fe c to ” o ser humillados “ por ta ca ñ o s” . Esta últi­
m a situación se tipifica en la ley diciendo que “ la n egación del afecto, las
hum illaciones perm anentes y aun las am enazas físicas, pueden conducir a
la fo rm ación del delito de tortura moral, que está penado con 1 a 3 años de
prisión"(C.P.P.).

Las observaciones en el trabajo de cam po, conducen a afirmar que la situación


del padre-abuelo es más vulnerable que la de la madre-abuela, por cuanto al
varón viejo se lo considera com o un “estorbo” o “ una carga” cuando deja de
aportar ingresos a la familia, mientras la mujer vieja recibe más consideración
y afecto porque su status-rol no cambia mucho con la edad y su aporte a los
oficios dom ésticos es muy importante, especialm ente en los estratos m edios y
bajos donde ella lava, plancha, cocina, cuida la casa y cuida a los nietos y
dem ás parientes.

Sin em bargo, la explotación de los viejos llega en algunos casos a que los
parientes, los declaren interdictos para apoderarse de sus bienes (si los tie­
nen) o para internarlos forzosam ente en un ancianato o establecimiento de
salud mental. De esta realidad encontram os 3 casos en la muestra, ubicados
en los estratos alto y m edio de las ciudades de Bogotá y Medellin.

C om o se dijo en un punto anterior, en cada región se observa mayor respeto,


obediencia y acatam iento a hombres o a mujeres viejos(as), pero al analizar las
respuestas referentes al punto de la explotación a los viejos, las diferencias

1 in
regionales dejan de ser significativas, para acentuar más las diferencias entre
área rural y urbana, entre estratos sociales (tipo de explotación) y género, c o m o
se ve enseguida.

C U A D R O 25

¿ U D . C R E E Q U E S E E X P L O T A A L O S V IE J O S ?

M A Y O R E S D E 50 A Ñ O S M E N O R E S D E 50 A N O S

SI NO SI NO

Est. A lto 10.0% 90.0% 22.8% 77.2%

Est. M edio 28.5% 71.5% 42.1% 57.9%

Est. B ajo 60.0% 40.0% 70.5% 29.5%

¿ U D . C R E E Q U E S E E X P L O T A A L O S V IE J O S ?

M A Y O R E S D E 50 A Ñ O S M E N O R E S D E 50 A Ñ O S

SI NO SI NO

A . Rural 2.0% 98.0% — 100.0%

A . ürbana 75.8% 24.2% 78.4% 21.6%

Estos resultados muestran que la percepción de explotación a la población vieja


es un fenóm eno casi exclusivamente urbano, lo cual coincide con lo expuesto
anteriormente sobre un status más alto del viejo en las áreas rurales y un con­
secuente tratamiento deferente que contrasta con un tratamiento despreciativo,
indiferente o de explotación al viejo que reside en las ciudades (especialm ente
Bogotá, Medellin, Cali y Barranquilla).

En relación con la visión de los estratos sociales se observa una m ayor explo­
tación en los estratos bajos y medios, aunque un 22.8% de la población joven
cree que hay m ayor explotación en los estratos altos, representada en exigencia
de dinero, ayuda económ ica y legación herencial en vida de los viejos.

Para obtener una visión más refinada de las expectativas de las poblaciones
viejas y jóvenes se les preguntó acerca de sus preferencias de vida con los
siguientes resultados.

111
C U A D R O 26

¿ C O M O L E S G U S T A R I A VIV IR L A V E J E Z ?

AÑOS M A Y O R E S D E 50 A Ñ O S M E N O R E S D E 50 A Ñ O S

C on un c o m p a ñ e r o (a ) 6.8% -
C on a m ig o s d e su edad 33.8% 25.0%
S o lo s (in d ep e n d ie n tes) 11.5% 22.2%
T ra b a jan d o 5.1% 9.0%
En el c a m p o 10.3% 15.8%
C on la fam ilia 20.7% 28.0%
T otal 100.0% 100 .0 %

Las respuestas muestran que quienes aspiran a una m ayor independencia, au­
tosuficiencia y compartir con gentes contem poráneas más que con su familia
son las personas m ayores de 50 años, aunque hay una tendencia en ambas
generaciones a preferir la autonomía e independencia de la familia o de las
instituciones. Las razones de estas respuestas parecen ser la propia experiencia
vivida por los viejos de hoy e intuida por los viejos del mañana. También se
observa que nadie quiere vivir en un ancianato, pero que altos porcentajes
quisieran pasar su vejez en el cam po. En este punto es mayor aún el interés de
la población joven.

Pero estas preferencias se contrastan con la opinión sobre el interés del Gobier­
no en la población vieja.

C U A D R O 27

¿ U D . C R E E Q U E E L G O B IE R N O S E IN T E R E S A P O R L O S V I E J O S ?

M A Y O R E S D E 50 A Ñ O S M E N O R E S D E 50 A Ñ O S

Sí 11.3% 1.9%

No 52.9% 98.1%

A v e ce s 20.9% -

N o sa b e 14.3% -

T otal 100.0% 100.0%

En esta respuesta se pone en evidencia la visión de ab a n d o n o g u b e rn a m en ­


tal de los viejos por parte del Gobierno, que tiene la población joven y la certeza
de la mayoría de los viejos de esta realidad. El 11.3% de quienes sí creen que
el gobierno se interesa por ellos, dan explicaciones vagas que se refieren a la
jubilación por vejez, a la existencia de ancianatos y de leyes qüe protegen a los
viejos, aunque ellos m ism os afirman desconocer las posibilidades reales para
obtener tales ayudas.

112
El ab a n d o n o de person as definido com o la inasistencia al incapaz por causa
de edad o enfermedad, a quien se está obligado a mantener, cuidar o dar asis­
tencia material, es un delito establecido en la ley, que implica sanciones a quien
lo com ete (C.P.P.). Sin em bargo es una realidad social y familiar que se vive
cotidianamente, cuando lo cometen los parientes hasta el 4o. grado de consan­
guinidad con sus viejos o cuando el Estado lo com ete frente a los viejos indi­
gentes y/o sin familia a quienes él está obligado a proteger. Es bien sabido que
el número de ancianatos oficiales y gratuitos es insuficiente para el tam año de
la población indigente y/o sin familia, y que, los existentes, son generalm ente
inadecuados por carencia de recursos e inexistencia de una política universal
de seguridad social- y específicam ente de una política gerontológica.

S o s t e n im ie n t o d e lo s v ie jo s

Los viejos del país se encuentran en distintas situaciones, pero hay unos grupos
especialm ente vulnerables com o lo señala el estudio de Ordóñez et al. (1990).
Ellos son:

Los indigentes: carentes por com pleto de medios de subsistencia, sin familia
y que generalmente deambulan por la calle, en busca de sustento, pidiendo
limosna o desarrollando una actividad poco remunerativa dentro del sector in­
formal para poder sobrevivir.

En la investigación, esta población alcanza un 8% de la muestra total, incluyen­


do a quienes tienen un trabajo informal (vendedores ambulantes, basuriegos,
trabajadores ocasionales) y a quienes tienen un trabajo no remunerado (m uje­
res viejas que viven en casas de familia desem peñando actividades dom ésticas
por el techo y la com ida u hombres viejos que viven de la caridad pública, las
limosnas y las ayudas parroquiales).

Los ab an d on ados: viejos que teniendo familia no mantienen ningún contacto


con ella y requieren “ protección social” .

En la investigación, representan el 37% de la muestra y corresponden a viejos


y viejas que están de caridad en instituciones públicas y privadas (ancianatos),
por abandono de la familia o a personas que viven solas y buscan su sustento
en trabajos ocasionales, aún teniendo parientes cercanos o a personas solteras
o viudas con recursos económ icos, pero que han sido abandonadas por la pa­
rentela.

D epen dien tes o inválidos: viejos que por carecer de autonomía funcional,
requieren la ayuda de otras personas para desem peñar las actividades del “dia­
rio vivir".

113
En la investigación representan el 5% de la muestra y se trata de personas viejas
de estratos sociales medios y altos (3% ) o bajos(2% ), mayores de 80 años.

A n c ia n o s con restricciones fam iliares de convivencia: aquellos que tienen


dificultades de diversa índole con su familia, la mayoría de las veces por “ con­
diciones socioeconóm icas deficientes” .

Este grupo representa el 50% de la población vieja entrevistada, principalmente


la residente en áreas urbanas. De ellos, la mayoría pertenece a estratos medios
y bajos en los cuales, las condiciones de vivienda (cualitativas y cuantitativas)
o las perm anentes rupturas familiares y sucesivas recom posiciones de las rela­
ciones de pareja, o los conflictos generacionales producidos por las diferencias
en la escala de valores y las actitudes ante la vida, agregadas a las dificultades
económ icas, producen un tratamiento restrictivo o conflictivo con el viejo en
cuanto a: respeto, obediencia y cuidado del mismo.

De este capítulo se desprende que el tratamiento despectivo, indiferente o cruel


que la familia y la sociedad dan a la mayoría de los viejos del país no corresponde
exclusivamente a una situación de pobreza, aunque las condiciones económ icas
tienen un papel importante. Se trata más bien de una visión sociocultural de
esta etapa del ciclo vital que se origina en los procesos de socialización primaria
y secundaria de la población y se refuerza a través de los m edios masivos de
comunicación. Ese desinterés explica la carencia o la incoherencia de las polí­
ticas sociales de bienestar social y la imposibilidad de hacer cumplir las leyes
establecidas o las que puedan establecerse en el futuro.

114
8

Relación sociedad, cultura y vejez

T rab ajo y Vejez

Si bien la mayoría de la población mayor de 50 años (el 65%) había trabajado


m ás de 20 años en el m om ento de la entrevista, solam ente el 10% de ellos había
obtenido el derecho a disfrutar de una pensión, lo que muestra que el tra b a jo
no ha sido factor suficiente para consolidar este derecho. Cuando el trabajo fue
independíente, no se consolidó el derecho a la pensión jubilatoría, co m o se
observa en el siguiente cuadro:

C U A D R O 28

T IP O S D E T R A B A J O Y R A Z O N E S P A R A N E G A R L A J U B I L A C I O N

T IP O D E T R A B A J O RAZONES %

In dependiente Trabajador in dependiente S ectores: a grop ecu a rio,


m inero, m anufactura, co m e rcio, profesionales
independientes, artesan os, servicio d o m é stico 54.0

D ep en d ien te El 1SS no funcionaba 10.5

N o estaban afiliados al ISS 3.0

N o cu m plían requisitos(contratistas de obras, por ej.) 3.5

Trabajaron co n varios patrones 11.0

El patrón n e gó la jubilación 1.0

Tra ba jó m en o s de 20 años, o no cu m plían otros


requisitos (antes de las m od ifica cio n es ley 1989) 16.0

T o ta l 1 0 0 .0 %

* Mota: S ó lo se in clu ye la p o b la c ió n m a y o r de 50 años que d ijo h a b e r tra b a ja d o . El 37% q u e no tra b a jó c o rre s p o n d e


a m u jeres q u e re s p o n d ie ro n que su o c u p a c ió n a n te rio r fu e la de a m a s de casa

C om o ya se dijo, el Código Sustantivo del Trabajo vigente en noviem bre de 1990


excluía de la obligación de reconocer pensión de jubilación a las em presas cuyo
capital fuera inferior a $800.000 o tuvieran m enos de 50 em pleados. Hasta
1967, aún quienes eran trabajadores dependientes en em presas obligadas a la

115
prestación del seguro de riesgo por vejez, estaban marginados de ella por cuan­
to no había oficinas del ISS en la mayoría de municipios y áreas rurales. Y hasta
1989 otros trabajadores dependientes carecían del servicio por haber tenido
varios patronos, lo cual rompía la continuidad del tiempo necesaria para acce­
der -hasta en ton ces- a tal beneficio.

Pero lo m ás significativo es la marginación de esta prestación, de un alto por­


centaje de trabajadores independientes, em pleadas del servicio dom éstico y del
agro.

Para com plem entar lo dicho en un punto anterior, veam os lo que piensan los
jóven es y los viejos sobre el trabajo en la vejez.

C Ü A D R O 29

¿ Q U E L E S G U S T A R IA H AC ER EN L A V E J E Z ?

MAYORES DE 5 0 AÑO S M E N O R E S D E 50 A Ñ O S

Vivir tranquilos 50% Tener salud 22.2%


Trabajar 30% Trabajar 14.6%
D ivertirm e 20% A yu dar a la flia. 2.5%
Activ. Intelectuales 4.4%
Ten er vivienda 5.7%
Vivir con la flia. 29.8%
D escansar 20.8%
T o ta l 100.0% T otal 100 .0 %

C o m o se observa, el 30% de los viejos quisiera trabajar y no lo hace por falta


de oportunidades, ya que según ellos “a los viejos, nadie les da trabajo” . En
total un 21.5% de los m enores de 50 años se refiere al deseo de tener una
ocupación en la vejez, no sólo para mantener el equilibrio em ocional, sino com o
una fuente de ingresos para la supervivencia personal y/o de la familia.

Al preguntar a los m ayores de 50 años por qué no hacen lo que les gustaría
respondieron:

Por falta de plata 30%


Por falta de oportunidades laborales 30%
Por falta de com pañía 40%
Total 100%

Aquí se observa que la soledad, la falta de oportunidades de trabajo y las res­


tricciones econ óm icas son las principales barreras para que la población ma-

116
yor realice sus aspiraciones. Sin em b a rgo estas respuestas se contradicen con
las siguientes sobre la visión de las desventajas de las personas viejas.

C U A D R O 30

¿ C U A L E S S O N L A S D E S V E N T A J A S D E L O S V IE J O S ?

MAYORES DE 50 AÑOS M E N O R E S D E 50 A N O S

Todas 15.0% Tod a s 15.2%


Falta de trabajo 25.9% Falta de trabajo 24.1%
M ala salud 23.6% Mala salud 34.2%
Inutilidad 23.0% Inactividad 9.5%
Falta de co n o cim ie n to s 12.0% Falta de educac. 1.3%
In com prensión 4.4%
D ep en d en cia econ. 3.8%
Ninguna 7.5%
T o ta l 100.0% T otal 10 0 .0 %

Analizando las cifras vem os que el 48.9% de las personas m ayores de 50 años,
ven en la falta de trabajo e “ inutilidad” (léase improductividad), las m ayores
desventajas de la vejez, mientras el 37.4% de los menores de 50 años, aunque
se refieren a estas mismas razones de una manera implícita, no lo explícita sino
en el 24.1%. A m bos grupos etarios dan gran importancia a las malas condicio­
nes de salud y a la falta de conocimientos, aspectos no m encionados en la
respuesta anterior.

Para profundizar más en esta visión del trabajo en la vejez, se preguntó:

C U A D R O 31

¿ C U A L E S C R E E Q U E S O N L A S P R O H IB IC IO N E S
Q U E L A S O C IE D A D H A C E A L A S P E R S O N A S V IE J A S ?

MAYORES DE 50 AÑOS M E N O R E S D E 50 A Ñ O S

N inguna 20.7% Ninguna 11.4%

Trabajar 20.7% Trabajar 27.8%


T o m a r decisiones 12.1% Act. ecas. 14.9%
Vida sexual 13.4% El ridículo (s e x o ) 17.7%
M ovilización 9.2% M ovilización 5.8%
Varias anteriores 23.9% Varias anteriores 10.1%
N o sabe 13.3%
T o ta l 100.0% T otal 100 .0 %

En esta respuesta los m enores de 50 son más enfáticos en anotar que la socie­
dad prohíbe o impide el trabajo a los viejos o realizar actividades económ icas,
así com o desem peñarse en la vida sexual, ratificando ideas estereotipadas acer­

117
ca de las actividades “norm ales" en la vejez. Pero am bos grupos muestran las
restricciones laborales de las personas viejas y sus consecuencias (p.ej. no
poder tom ar decisiones). Al explicar las razones de tales respuestas se anotaron
algunas de ley, co m o el retiro forzoso a los 65 años y los requisitos para solicitar
créditos, tom ar seguros o adquirir vivienda; y otras socioculturales com o “ los
viejos ya no rinden”; “ los viejos no saben los oficios nuevos” , etc.

Este punto se adiciona con las respuestas a la pregunta sobre beneficios de la


vejez.

C U A D R O 32

¿ C U A L E S C R E E Q U E S O N L O S P R IV IL E G IO S D E L O S V IE J O S ?

M A Y O R E S DE 50 A Ñ O S M E N O R E S D E 50 A Ñ O S

N in gu n o 31.1% N ingu n o 43.1%


Libertad 2.3% R espeto 13.9%
Sabiduría 18.4% Experiencia 16.5%
C a p a c id a d e c o n ó m ic a . 0.6% C apacidad econ óm ica. 3.2%
Ju bilación 4.0% C uidados 10.6%
R esp eto 27.0% Tranquilidad 5.7%
H aber vivido 16.6% Ser jefe flia. 7.0%
T o ta l 100 .0 % T o ta l 100.0%

S ólo el 4.6% de los viejos vincula los privilegios de la vejez con el bienestar
econ óm ico o las prestaciones relacionadas con el trabajo, pero apenas el 3.2%
de los m enores de 50 años considera que en la vejez hay una tranquilidad
económ ica. La gran mayoría de los dos grupos etarios no ve algún privilegio o
beneficio especial para las personas viejas, lo cual nos llevó a indagar sobre qué
esperan lograr las personas que llegan a viejas, con las siguientes respuestas:

C U A D R O 33

¿ Q U E E S P E R A D E L A V ID A E N L A V E J E Z ?

M A Y O R E S DE 50 A Ñ O S M E N O R E S D E 50 A Ñ O S

La m uerte 25.7% La m uerte 18.4%


Tranquilidad 10.3% Bienestar ec o n ó m ic o 37.9%
T erm in ar p roy ectos 13.2% Indepen. ec o n ó m ic a 2.5%
D isfrutar la fam ilia. 14.0% Ser útil 1.9%
N ad a 9.8% Nada 17.1%
Salud 8.6% Salud 7.0%
Trabajar 18.4% Gratif. fliares. 15.2%
T o tal 100 .0 % T otal 100.0%

118
Llama la atención que el 42.3% de las personas m enores de 50 años tiene en
el trabajo, el bienestar econ óm ico y la independencia económ ica, las mayores
esperanzas, mientras sólo un 18.4% de las personas m ayores de 50 años pone
sus esperanzas en este aspecto, mostrando una actitud pasiva y resignada ante
la vida, de la cual sólo esperan tranquilidad, disfrutar la vida familiar o la muerte,
actitud bastante pesimista que es com partida por una buena parte de la pobla­
ción joven. Si tenem os en cuenta que en la actualidad un 85% de las personas
viejas no está protegida por algún sistema de previsión social y que para su
subsistencia depende de la ayuda familiar o de sus precarios ahorros, entende­
m os por qué se ve obligada a extender su permanencia en el m ercado laboral
-en el sector inform al- o a dedicarse a la mendicidad.

En las cuatro grandes ciudades los hombres mayores de 60 años representan


entre el 7.5% y el 9.3% de los trabajadores en el sector informal, mientras que
entre el 4.2% y el 5.1% de la población fem enina trabajadora está constituido
por mujeres mayores de 60 años. Su actividad principal es el com ercio, seguido
de la pequeña industria manufacturera y su sitio de trabajo es generalm ente la
casa de habitación o un sitio fijo en la ciudad. C om o ya se dijo, el sector informal
tiene una mínima cobertura en el sistema actual de seguridad social, lo cual
muestra la precariedad de las condiciones de vida de los viejos y explica el tipo
de expectativas ante la vida futura.

Religión y Vejez

En este aparte se tendrán en cuenta especialm ente los datos cualitativos obte­
nidos en la observación y las entrevistas, más que la información cuantitativa,
parte de la cual se presentó en puntos anteriores.

C om o se dijo, el 86.8% de las personas mayores de 50 años tiene alguna activi­


dad religiosa y ve en ella la satisfacción de necesidades espirituales muy sentidas.
Sin embargo, un 10.2% de ellos, pertenece o asiste a prácticas religiosas diferentes
a las católicas (evangélicas, Testigos de Jehová y Grupos de oración de diversas
sectas).

En este segm ento poblacional es frecuente encontrar en el área rural y en los


estratos medios y bajos de las áreas urbanas un sincretism o entre religión y
superstición, ya que se observó en varios entrevistados m ayores de 50 años el
uso de medallas y escapularios simultáneamente con amuletos para protegerse
del mal o de las enfermedades. En las habitaciones o espacios de las personas
mayores en las casas visitadas se encontraron altares con im ágenes, estam pas
y oraciones de la Virgen en distintas advocaciones, del Sagrado Corazón de
Jesús, del Niño Dios y de diversos Santos (según la región).

119
Las d iferen cia s re g io n a les y aun lo ca les, son notorias deb ido a la exis­
tencia de diversos Patronos religiosos locales, gremiales o de oficios (choferes,
agricultores, por ejem plo). N o se presenta el detalle de estos hallazgos por cuanto
lo m ás importante es saber que este grupo etario considera fundamental tener
una creencia religiosa y participar en los ritos. Cuando no pueden hacerlo en
los esp acios públicos adecuados (iglesias, p.e.), por razones de impedimento
físico o dificultades de movilización, construyen sus propios altares y espacios religio­
sos. La mayoría de las personas mayores ve la esperanza de su futuro sólo en
función de la fe religiosa a la que se apega cada vez más, o “espera una vida mejor,
después de la muerte” .

La indiferencia o el escepticism o religioso se encuentra especialm ente en los


estratos alto y bajo de las grandes ciudades. En los primeros entre personas de
alto nivel cultural o posiciones filosóficas de izquierda y en los segundos, entre
personas indigentes, marginadas y que deambulan por las calles sin ayuda
familiar, social, religiosa o estatal.

Muchos entrevistados conocen teorías y leyendas bíblicas sobre la creación del


hom bre y del mundo, ajustadas a la ideología católica o cristiana. Una de sus
quejas se refiere a la pérdida de este conocim iento entre la gente joven, debido
al tipo de enseñanza en escuelas y colegios y a la dispersión de las actividades
de la familia por grupos de edad. Para ellos, una de las actividades de los abue­
los debería ser la enseñanza a los nietos de la religión, el significado de los
sacram entos y los rituales y la importancia de las festividades religiosas y prác­
ticas asociadas (ayuno, oración, etc.). Para ellos las fiestas religiosas no deben
ser tom adas co m o época de descanso y diversión, sino com o días de recogi­
miento y com unicación con Dios.

Para muchas personas mayores, los problemas actuales del país, entre otros el
de la violencia de la naturaleza o de las personas son “castigos divinos" “casti­
gos del cielo” por la pérdida de la fe y de las sanas costumbres. Es decir, que
para estas generaciones la vida, la muerte, la salud y la enferm edad pertenecen
a Dios y sólo El puede disponerlas.

Otros entrevistados, en el área rural, hicieron referencia a ideas y creencias en


“fantasm as” “espectros” y “aparecidos” , sobre los cuales conocen historias im­
portantes. En las regiones Paisa, Valle del Cauca-Risaralda y Tolima Grande se
m encionó la existencia de “guacas” , fantasmas o luces del más allá, que seña­
lan un “ entierro” (tesoro), en lugares donde hay un “alma en pena”, por quien
se debe orar para que pueda descansar en paz.

La mayoría de personas mayores de 50 años com parten las creencias en una


vida después de la muerte, en la inmortalidad del alma (separada del cuerpo),

120
en la resurrección de los muertos, en el juicio final, m ezcladas con creencias en
demonios, fantasmas y objetos que traen buena o mala suerte, salud o enfer­
medad. Estos últimos, son amuletos (d e ajo, de semillas) o de objetos santifi­
cados (ram os del D om ingo de Ramos, Cruz de M ayo), números de suerte sobre
dias propicios o peligrosos (martes, viernes, día 13), objetos o sím bolos para
evitar accidentes y lesiones.

Los rituales de bautizo, Primera Comunión, matrimonio y funebria son especial­


mente significativos para este grupo etario, y la mayoría de ellos procura parti­
cipar aún sin conocer a las personas involucradas en el evento. Por otra parte,
co m o cada localidad estudiada tiene sus propias costumbres para celebrar esas
ocasiones especiales y su propio Patrono, son las personas viejas quienes las
conocen, detallan e informan al respecto con mayor propiedad que las genera­
ciones jóvenes. Por eso vale la pena pensar que el “rescate” de tales tradiciones
y costumbres se haga a través de estos grupos generacionales.

De las entrevistas y observaciones se desprende que, las personas m ayores


tienen una convicción muy arraigada sobre los poderes sobrenaturales de algu­
nas personas y plantas, especialm ente en el cam po de la medicina, asi co m o
en los poderes de algunos “lugares sagrados” : santuarios, templos, altares. Cada
localidad tiene sus propias creencias al respecto, pero lo importante es destacar
la fe de tales generaciones -especialm ente de las m ujeres- en los “ m ilagros”
que ocurren, y las acciones que realizan para propiciarlos: “ prom esas” , “ nove­
nas” , “trisagios” y otros rituales.

Es decir, que para las personas mayores de 50 años, las prácticas religiosas
producen un sentimiento confortante de seguridad, de conform idad o de resig­
nación con la voluntad divina, así com o una convicción de que los males: en­
fermedad, pobreza y muerte son castigos de Dios o que El, en su infinita justicia
y sabiduría, devolverá con premios en la otra vida, los sufrimientos padecidos
en ésta. Muchos entrevistados hacían evidente su abnegada aceptación de la
situación que viven, diciendo: “así lo quiere Dios... por algo será” .

Paralelamente, las personas mayores de 50 años creen que los jóven es de hoy
irrespetan la religión, debido a que no asisten a las prácticas religiosas o no
elevan plegarias al cielo, ni hacen sacrificios propiciatorios (prom esas, votos,
donaciones, alabanzas o plegarias), para obtener la gracia de Dios. Estas gen e­
raciones mayores se mantienen fieles a la ¡dea de pecado y a las form as de
liberarse, a través de las confesiones, la contrición y la penitencia impuesta por
un Ministro de Dios (el Sacerdote). Esta figura y las de los religiosos en general,
son altam ente respetadas y valoradas socialmente por las personas mayores,
especialm ente cuando conservan su apariencia exterior (uso de hábitos) y las
prácticas ascéticas (votos de castidad, pobreza, ayuno, etc.)

121
Durante las entrevistas era frecuente observar que las personas m ayores em ­
plean gestos sim bólicos co m o persignarse después de cada frase o recitar fra­
ses co m o “ Santo Dios Bendito” , “ánima purísima” , “ Dios m e libre” , “Dios me
perdone” , “Si mi Dios lo dispone” , etc., pequeños rituales que com plem entados
con la inform ación acerca de sus actividades religiosas en días especiales: asis­
tencia a procesiones, peregrinaciones, etc., señalan la importancia que dan a
los aspectos religiosos y espirituales.

En las áreas urbanas (especialm ente en las cuatro grandes ciudades), se en­
contró un alto número de personas mayores pertenecientes a los estratos m e­
dios y altos, creyentes de la astrología, la adivinación, los horóscopos, las cartas
y el tarot, co m o m ecanism os com plem en tarios de las creencias religiosas.
Tam bién se encontró una creciente participación de personas m ayores en con­
gregacion es o sectas diferentes a la religión católica.

Igualmente se encontraron diferencias generacionales en cuanto al significado


del calendario cerem onial religioso. Los más jóvenes lo ven com o días de des­
canso, m óviles y sin sim bolismo especial; los mayores lo ven com o días espe­
ciales asociados a un evento místico, que se debe celebrar con ceremonias
específicas y rituales especiales (sacrificios, descanso, oración, ayuno, etc.)

Para las personas mayores, la religión y las actividades espirituales son funcio­
nales, puesto que permiten tener una actitud resignada ante la vida, delegando
en la acción Divina o en las fuerzas ciegas del Destino, la solución de todos sus
problemas. Esta resignación y pasividad, se proyectan en los cam pos laboral,
de salud y económ ico, ya que lo que ocurra en ellos es “voluntad divina” y es
Dios quien da soluciones y premios en la “otra vida” . Esta actitud es más evi­
dente en las áreas rurales y en las regiones Cundiboyacense, Caucano-Nariñen-
se y del Tolima Grande, y entre las mujeres del cam po y los estratos bajos y
m edios de las ciudades de m enos de 500.000 habitantes, lo cual confirma lo
encontrado por Virginia Gutiérrez de Pineda (1963).

En la región Caribe y en algunas zonas mineras de la región Paisa y costeras


de la región del Valle del Cauca-Risaralda, las creencias m ágicas están íntima­
m ente relacionadas con las creencias religiosas, especialmente en cuanto se
refiere a la seguridad personal, afectiva y familiar. La práctica religiosa de los
m ayores hace más énfasis en el ritual, que en la ética, el primero vinculado a
creencias m ágicas en cuanto a salud y desenvolvim iento económ ico.

En la región Paisa (excluidas las com arcas mineras, tlrabá y costas del Pacífi­
c o ), las personas mayores de 50 años se identifican con el culto y la moral
católica y participan activamente en las organizaciones y congregaciones de
acción cristiana y social, así com o con el culto religioso(m isa y sacram entos).

122
Para este grupo etario de todos los estratos, las prácticas religiosas y las accio­
nes de justicia social, determinan los premios y castigos en “ésta” y “ en la otra
vida". Varios entrevistados con recursos económ icos, manifestaron su voluntad
de “ legar” parte de sus bienes a la Iglesia o a fundaciones cristianas de ayuda
a los pobres, com o un m ecanism o para “ ganarse el cielo” . Para ellos, los pro­
blemas actuales de Antioquia se deben en gran parte a una pérdida del lideraz­
go de la Iglesia y a los cam bios en las normas éticas de la religión católica.
Simultáneamente, varios entrevistados de los estratos bajos de esta región co­
mentaron que algunos “capos” tienen el apoyo de la comunidad y hasta de
Dios, porque com parten con ellos los beneficios económ icos.

También se observó que las personas mayores tratan de conservar costumbres


religiosas familiares, com o el rosario en familia, la misa dominical, la bendición de
hogares y establecimientos comerciales o de negocio, mecanismos para propiciar
la ayuda y bendición de Dios a las familias y a los negocios. Es decir que, en esta
región, la religión no es patrimonio de un estrato o género, ni es la Divinidad quien
produce los problemas individuales o sociales. Es el individuo con su ajuste o margi-
namiento de las normas y ética católica, quien con “ayuda de Dios” , puede lograr lo
que se propone. En este sentido se difiere de otras regiones del país, porque en
ésta no se genera resignación y pasividad, sino acción y participación, lo cual
de nuevo ratifica lo ampliam ente expuesto por Gutiérrez de Pineda (1963).

Los datos cuantitativos sobre participación religiosa de la población m ayor de


50 años fueron expuestos en un punto anterior.

Sin em bargo, varios entrevistados sugirieron que en las p a rro q u ia s se podrían


organizar grupos de trabajo y talleres sobre cuidado de enferm os, primeros
auxilios, costura y clases de catequesis. Para muchas personas viejas la dimen­
sión espiritual es fundamental y piensan que la Iglesia tiene un papel importante
en la organización de actividades de este tipo, pero asociadas con otras activi­
dades. A través de las parroquias hay una gran capacidad de convocatoria para
la población creyente y con deseos de ayudar a las personas mayores. A su vez,
la disponibilidad de tiem po de estas personas les perm ite colaborar con el
sacerdote en múltiples tareas.

P o lític a y V e je z

El análisis de la legislación colom biana sobre la Vejez, incluyendo el m arco


jurídico, las normas específicas de protección a la vejez, la legislación sobre
familia en los diversos códigos (civil, penal, procedim ental), así co m o aspectos
de la legislación laboral y los regímenes prestacionales, han sido publicados en
una excelente síntesis por Ordóñez Plaja et al. (1990).

123
Igualmente se plantearon distintas Políticas extranjeras de Bienestar Social y de
atención a la Vejez para señalar alternativas posibles, y los datos cuantitativos
sobre participación en la vida política de las personas mayores de 50 años se
expusieron en el punto correspondiente a la participación de este grupo etario
en diversas actividades de la vida social.

Por consiguiente, en este punto se tratarán sólo los aspectos cualitativos de la


participación de las personas mayores en la vida política del país, obtenidos en
la observación y en las entrevistas.

Se destaca lo relativo a la explotación y abuso que muchos funcionarios hacen


de su poder en las instituciones de Bienestar Social y en los “ancíanatos” , con
el fin de obtener lucro personal, bien sea de carácter económ ico, psicológico o
ideológico. Este aspecto cobija tanto la designación en ciertos cargos públicos,
de personas no aptas, desconocedoras de las funciones de los mismos, com o
p a go a servicios políticos previos (clientelism o), com o el uso del poder para
proteger intereses particulares, opiniones éticas, religiosas o partidistas o el
em pleo de intrigas para obtener tratos preferentes o favores personales ( tráfico
de cupos en las guarderías o ancianatos, tráfico de influencias para desem pe­
ñar cargos para los cuales no se tiene preparación, etc.).

Estas prácticas se dan en todas las instituciones de Bienestar Social(cualquiera


sea su denom inación o jurisdicción) y específicam ente en las que tienen rela­
ción con la Seguridad Social, la familia, la mujer, los menores y los viejos, en las
cuales existen, adicionalmente, prácticas de adm inistración ineficiente, em ­
pleo abusivo de los m edios de publicidad y técnicas de propaganda, que minan
los escasos recursos destinados a cumplir servicios concretos y urgentes.

Otro aspecto relacionado con la política de tales instituciones es el que se refiere


al centralismo económ ico y de políticas de bienestar social, lo cual contraría la
realidad que señala diversidad y heterogeneidad cultural, económ ica y social del
país, de sus problemas y de sus soluciones, y a pesar de la existencia de la Ley
sobre descentralización política y administrativa (1986), que rige en el país y que
asigna a los municipios una serie de responsabilidades en el manejo de los proble­
mas sociales, con soluciones “locales” adecuadas a las características particulares.

No obstante, estas fallas institucionales han sido estudiadas por expertos y se


han generado una serie de m ovim ientos en favor de cam bios políticos impor­
tantes, com o consecuencia del trabajo de la Asamblea Constituyente. Es evidente
que las recientes reformas constitucionales en materia de Seguridad Social,
familia y vejez exigen cam bios en las distintas categorías de códigos y proce­
dimientos jurídicos, lo cual implica una serie de adecuaciones institucionales y
previsiones econ óm icas y actuariales.

124
Por ejem plo, el cam bio del principio de Asistencia Social por el de Seguridad
Social, conlleva un alto costo económ ico, si de ella se va a encargar el Estado,
en form a exclusiva. Pero estos costos se reducen si hay alternativas para su
manejo, com o las propuestas sobre reform a de la seguridad social (1993), su
privatización o contratación de servicios, los cam bios en el m anejo administra­
tivo y financiero de los recursos destinados al riesgo IVM (Invalidez, Vejez y
Muerte), la Reforma Laboral, etc., todo lo cual debe enm arcarse dentro de la
política de descentralización, para adecuar las soluciones a las características
socioculturales del país.

La inclusión del principio de seguridad social, supera el concepto de responsa­


bilidad de los parientes consanguíneos hasta el 4o. grado respecto al cuidado
y atención de los viejos, sin eliminarla, y mantiene la vigencia de circunstancias
atenuantes (la edad, p. ej.) en caso de sanción por la com isión de ciertos delitos
y por actos que violan las normas legales o ciertas infracciones. Tam bién m o­
difica la definición de algunos delitos individuales o familiares en relación con
el cuidado y atención de los viejos (alimentos, p. ej.), para trasladarlos a la
categoría de infracciones institucionales. Redefine el concepto de autoridad y
los derechos y privilegios inherentes a la edad, así co m o los entes encargados
de velar por ellos. Por consiguiente, se hace necesario em prender un análisis
socio-cultural y jurídico de las consecuencias de los cam bios en los principios
políticos que se derivan de la Constitución de 1991.

Lo anterior se com plem enta con el análisis de los procedim ientos instituciona­
lizados y de los agentes autorizados por la comunidad para determinar las vio­
laciones a la ley y para imponer los castigos, aspectos que tienen relación con
la existencia de Tribunales, Jurisdicciones y Jueces especializados (en Familia,
Menores, Ancianos, etc.), establecidos recientemente.

En la entrevista a los funcionarios de las instituciones para viejos (ancianatos),


el 53.3% considera que el principal problema de estas entidades es la escasez
de recursos econ óm icos y profesionales y que la solución, adem ás de las par­
tidas presupuéstales, tiene que ver con una reorganización administrativa para
lograr eficiencia. Los cambios necesarios, según ellos, son:

- Políticas gerontológicas claras 30.0%


- Contratación de profesionales idóneos (especialistas) 26.7%
- Mayor presupuesto 30.0%
- Am pliación o reorientación de program as 13.3%
Total 100.0%

Si bien la ley exige a la familia el cuidado de los parientes viejos, el Estado


asume la asistencia social para esta población cuando carece de familia, es

125
indigente o“tien e problem as de convivencia con la familia. N o obstante, en las
instituciones para viejos, el papel de la familia, visto por los funcionarios es de:

- Solidaridad con la institución 23.3%


- Visitas esporádicas 20.0%
- Visitas en ocasiones especiales 13.3%
- Ninguno (ausencia total) 43.4%
Total 100.0%

La anterior respuesta no presume la carencia de familia, puesto que el 90%


afirm a tenerla y con ocer su residencia. Implica ab a n d o n o fam iliar total o
parcial, lo que explica el dato acerca de quién o cóm o llegan los viejos a estas
entidades.

C U A D R O 34
¿ Q U IE N O C O M O L L E G A N L O S V I E J O S A L A E N T ID A D ?

— Los trae la policía 25.0%


— Llega n so los 25.0%
— Los traen religiosos 30.0%
— Los parientes 16.6%
— O tros (ve cin o s, p e a to n e s) 3.4%
T o tal 100.0%

Un 50% de los funcionarios entrevistados considera que la entidad no soluciona


los problem as de las personas viejas, un 23.3% cree que los soluciona parcial­
m ente (alojam iento y com ida) y un 26.7% cree que es la m ejor solución real.

Interesaba con ocer las razones dadas por el 50% que cree que la institucionali-
zación no es una solución adecuada, las cuales en su orden fueron: no hay
program as adecuados a las necesidades reales y culturales de la población
atendida ; no hay una política gerontológica integral en el país y, por tanto, los
program as de institucionalización son de tipo asistencial-remedial y parciales;
y la desconexión con la parentela y m iem bros de otras generaciones produce
sentimientos de depresión y soledad entre los viejos, volviéndolos pasivos y
apáticos ante cualquier programa. Estos funcionarios que evalúan negativa­
m ente el trabajo desarrollado en instituciones para viejos, proponen:

- Formular una política gerontológica integral 36.7%


- Diseñar m ecanism os laborales para que el viejo se
m antenga activo y se sienta útil 30.0%
- Involucrar en la política gerontológica planes de vivienda,
recreación y salud 20.0%
- Diseñar estrategias educativas para involucrar a los viejos
con los jóven es 13.3%
Total 100.0%

126
Según los entrevistados, estas propuestas deben ser ejecutadas por el Gobierno
(43.3%); por la propia comunidad (participación activa) (23.1%); por la familia
con ayuda del Estado (23.6%); por las asociaciones religiosas y el voluntariado
(10.0%). En estas respuestas se plantean vías alternativas y/o com plem en ta­
rias a las accion es estatales o familiares. En las entrevistas profundas se
anotaba la necesidad de una guía y coordinación estatal para desarrollar pro­
gramas de participación com unitaria en la definición y desarrollo de solu­
ciones locales para y con las personas mayores.

Las 29 instituciones estudiadas tienen com o objetivos formales:

- Atención integral del viejo 53.3%


- Atención a viejos indigentes 16.7%
- Atención a viejos abandonados 13.3%
- Atención a viejos con recursos (personales o familiares)
o solos 16.7%
Total 100.0%

N o obstante, del 53.3% que afirma dar atención integral, sólo el 9.3% lo hace
en la realidad y tal porcentaje corresponde a centros privados o con apoyo de
la em presa privada.

Am pliando la respuesta anterior, el 53.3% de los usuarios de estas instituciones


no paga nada por el servicio por tratarse de indigentes o personas abandonadas
por la familia o sin ella; un 20.3% paga según capacidad econ óm ica y el 26.4%
paga menos de lo correspondiente a un salario mínimo. Es decir que son insti­
tuciones subvencionadas por el gobierno o por entidades privadas, situación
que explica las diferencias entre los planes teóricos y los program as reales. En
estas instituciones el valor mensual del mantenimiento de cada usuario es:

- m enos de 1 salario mínimo 26.7%


- 1 salario mínímo 33.3%
- 1 a 3 salarios mínimos 40.0%
Total 100.0%

Teniendo en cuenta las necesidades sociales y culturales y los requerimientos


de la atención en salud de las personas mayores, es evidente que con estos
presupuestos no es posible “dar atención integral” al viejo. Estos gastos son
pagados por el gobierno en sus niveles nacional, departam ental o municipal
(36.7%), los parientes (20%); el propio usuario (16.7%) y las beneficencias o

127
donaciones privadas (26.6%). Otro problem a financiero es el que se refiere a
las ap rop ia cion es de cada partida, las cuales dem oran y dificultan el desa­
rrollo de los programas.

Si tenem os en cuenta que el 30% de personas mayores de 50 años institucio­


nalizados perm anecen más de 15 años en una entidad, un 30% entre 6-10 años,
un 23.3% entre 10 y 15 años y un 16.7% m enos de 6 años, entenderem os las
razones para considerar onerosa e ineficiente la política de institucionali-
zación indiscriminada y las motivaciones para buscar nuevas alternativas de
solución al problem a de la vejez (apoyo a las familias que atienden a los viejos,
program as comunitarios, etc.).

En las instituciones estudiadas -teóricam ente- se prestan los siguientes servicios:

- Sólo alojam iento y alimentación 36.7%


- El anterior más atención de salud 43.3%
- Los anteriores más recreación 13.3%
- Los anteriores más atención religiosa 6.7%
Total 100.0%

Las m otivaciones que dan los usuarios para ingresar a tales entidades son:

- Pobreza 30.0%
- A bandono familiar 46.7%
- Prob.Salud-Limitac.Físicas 16.7%
- Soledad (solteros, p.e.) 6.6%
Total 100.0%

De acuerdo con las entrevistas, las dos primeras motivaciones se podrían eli­
minar con una política gerontológica integral que buscara apoyar a la familia
del viejo y tuviera en cuenta políticas laborales, recreativas, de salud, vivienda
y educación que integren el viejo a la comunidad, evitando la institucionaliza-
ción, al m enos para un alto porcentaje de personas que pueden desenvolverse
en su m edio social y familiar.

Teniendo en cuenta todo lo anterior, contrastam os los aspectos positivos y ne­


gativos de la institucionalización que observan los funcionarios.

128
CUADRO 35

A S P E C T O S P O S IT IV O S A S P E C T O S N E G A T IV O S

P r o t e c c ió n a lo s in ­ 46.7% Carencia de programas 40.0%


d ig e n te s
A ten ción integral 23.3% Instalaciones defic. 26.7%
A fe c to 30.0% P erson a l p rep a ra d o
insuficiente 33.3%
T o ta l 100.0% Total 100 .0 %

Desde un punto de vista estadístico, la discusión sobre el viejo institucionalizado


aparece com o poco representativa, ya que sólo corresponde el 0.5% de la po­
blación m ayor de 50 años del país. Sin em bargo, haciendo un análisis eco n ó ­
mico, los costos de funcionamiento (m ejor de mal funcionam iento) y la calidad
de los programas que se desarrollan en la mayoría de estas entidades, señala
que esta estrategia asistencialista debe ser transformada.

Pero, si adicionalmente tenemos en cuenta que del 99.05% de las personas


mayores de 50 años sólo un 15% tiene algún tipo de Seguridad Social o recursos
propios, nos preguntamos cuál es la política para el 84.05% de la población
m ayor de 50 años. La respuesta la da la ley: el cuidado de las personas m ayores
es obligación de los parientes hasta el 4o. grado de consanguinidad. Pero si ya
hem os mostrado la dinámica familiar actual, especialm ente la de las grandes
ciudades, tenem os que repreguntar: ¿Quién está cuidando a quién? ¿La familia
a sus viejos? O ¿los viejos a las segundas, terceras y cuartas generaciones? La
respuesta ya se ha dado en puntos anteriores: al viejo actual y probablem ente
a los viejos de los próximos 20 ó 30 años les “ ha tocad o” y “ les tocará” asumir
el papel de padres sustitutos, para el cual, ni están preparados, ni están intere­
sados, pero sobre todo, la sociedad y el Estado no les están facilitando las
condiciones mínimas necesarias para su cumplimiento.

R e c r e a c ió n y V e je z

Las personas m ayores de 50 años son reservadas para tratar m uchos tem as
y para hablar con extraños, pero en algunos temas son bastante “ locu aces”
(anécdotas o historias sobre épocas pasadas). De las observaciones y los dia­
rios de cam po se deduce que entre personas de la misma generación y los
am igos, los temas de conversación favoritos se refieren a la salud, la muerte,
las enfermedades, los problemas con los hijos y las relaciones con vecinos.43

43 Se realizaron 3 trabajos de grado en Antropología sobre el humor de y sobre la vejez y los viejos (Víctor
Rodríguez y Jaim e Acosta); Cuentos tradicionales y vejez en dos regiones del país (Javier R o d ríg u e z)
y so b re la recreación, el ju e g o y el cu erp o (Ma. C onstanza M arulanda) q u e profundizan en estos
aspectos.

129
Conviene señalar que la ocupación del tiem po libre de las personas mayores
de 50 años, cuantificada en un capítulo anterior, muestra la inexistencia de
pasatiem pos y aficiones individuales y la baja presencia de juegos especiales
para las personas mayores, así com o de organizadores y ocasiones para desa­
rrollarlos.

Los varones mayores de 50 años participan esporádicam ente en juegos de


apuestas de tipo regional (sapo, tejo) o nacional (loterías, juegos de azar) o
c o m o espectadores de deportes masivos (fútbol, béisbol, ciclism o). Muy pocas
personas m ayores de 50 años realizan ejercicios físicos o participan activamen­
te en juegos, deportes o com petencias en equipo, y quienes lo hacen pertene­
cen en su m ayoría a los estratos m ás altos (golf, tenis, polo, vela, pesca
deportiva, navegación, natación) o a estratos medios (ejercicios físicos super­
visados para mantenerse en form a).

En contraste con lo anterior, se observó en todas las regiones que las personas
m ayores son las más entusiastas cuando se trata de celebrar los días festivos
religiosos o conm em orativos de fechas patrióticas y, en este sentido, son quie­
nes m ás se preocupan por la adecuada preparación de las actividades (rituales,
izada de la bandera), guardar el descanso religioso y las dietas especiales, (en
Sem ana Santa, por ejem plo).

Muy pocas personas mayores de 50 años realizan viajes de placer, pero casi
todas manifiestan su interés y deseo de hacerlos con grupos de la misma edad
y otros, la mayoría, añoran volver a su terruño (hay que recordar que un alto
porcentaje es migrante), actividades que deben reemplazar por dificultades econó­
micas, con las visitas a parientes y/o am igos en la misma ciudad o vereda o a
organizar “ p aseos” para cumplir prom esas de tipo religioso a los santuarios.

Es indudable que la carencia de centros y lugares de diversión especializada,


así co m o de parques, clubes deportivos o entidades que promuevan y faciliten
el a cceso de los viejos a la práctica de ju egos y deportes, es una de las causas
principales de la baja participación de esta población, en este tipo de activida­
des. Pero quizá, la causa fundamental de esta pasividad y apatía es la baja
valoración cultural porque en la Sociedad cultura colom biana la recreación y el
ocio son mirados “ com o una pérdida de tiem po” .

El arte co m o fuente de recreo y diversión, apenas com ienza a ser aceptado y


propiciado por el gobierno en las ciudades en los últimos 10 años, con unos
costos y horarios de difícil acceso para los viejos de los estratos m edios y bajos.

Sobre la visión de los viejos y de la vejez en la literatura colom biana contem po­
ránea Stella Pardo muestra,desde la literatura, los estereotipos regionales sobre

130
esta etapa del ciclo vital, en aspectos co m o el trabajo, la jubilación, el am or y
la sexualidad.44

Las artes plásticas, la música, la danza, el teatro y la literatura, tienen excelentes


exponentes que muestran una producción valiosa en calidad y cantidad, entre
personas mayores de 50 años, pero un bajo nivel de lectores y espectadores de
las obras. Estos últimos hacen parte de los estratos altos y grupos de intelec­
tuales citadinos que poseen recursos econ óm icos para participar en estos even­
tos y capacidad física y psicológica para la propia movilización.

La escasez de espectáculos públicos organizados para gente mayor, gratis o


con tarifas reducidas determina que la mayoría de esta población se abstenga
de participar en eventos diferentes al cine, y eso, eventualmente. La mayoría de
las personas m ayores de 50 años ocupa gran parte de su tiem po libre viendo
televisión u oyendo radio. Y es a través de estos m edios c o m o se informa de los
cam bios, innovaciones tecn ológicas y propuestas sobre salud, vivienda, edu­
cación, política y trabajo, puesto que el contacto directo con generaciones más
jóvenes de la familia, es esporádico y convencional y el contacto con am igos
de su generación es ocasional y breve.

Un 30% de los usuarios de los ancianatos estudiados piden program as de re­


creación y plantean los siguientes problemas sentidos por ellos en tales entidades:

- M u ch a g e n te (h a c in a m ie n to ) 10.0%

- M ala a lim en ta ció n 2 0 .0 %

- N o h ay trab ajo 3 0 .0 %

- A b u rrim ie n to p o r falta d e progr. 12.0%

- A b u rrim ie n to p o r e n c ie rro 2 8 .0 %

Total 100.0%
Y la s p r o p u e s t a s q u e s u g ie r e n s o n :

- M e jo re s in sta la cio n es 10.0%

— T ra b a jo rem u n e ra d o 3 0 .0 %

- P ro g ra m a s d e salud 2 0 .0 %
- R e c re a c ió n a d e c u a d a 3 0 .0 %

- A y u d a a sus fam ilia s 10.0%

Total 100.0%
C om o se observa, las personas mayores de 50 años que viven en instituciones,
sienten la necesidad de una ocupación, bien sea remunerada o recreativa. Sin

44 S te lla Pardo. T ra b a jo de g ra d o de A n tr o p o lo g ía . 1 9 9 2

131
em bargo, ninguno fue capaz de explicar qué tipo de programas recreativos
quisiera y en las instituciones donde existen program as recreativos, la partici­
pación de los viejos es muy baja. Los analistas del tema de la recreación con­
sideran que el problem a es la falta de motivación de los organizadores y la
carencia de una program ación adecuada al tipo de personas y a las edades de
las mismas. Existe una tendencia a “copiar” los program as recreativos que se
hacen para niños o para adolescentes, lo que hace que muchos viejos lúcidos
digan que se sienten “ ridiculizados".

C o m o se deduce, hay poca información y form ación acerca del uso del tiempo
libre entre personas mayores y sobre todo, acerca de los tipos de recreación
adecuados a este grupo etario, el tipo de espacios y objetos necesarios, etc. (a
este respecto se deberían efectuar investigaciones con participación de recrea-
cionistas, terapistas, arquitectos y diseñadores).

C o m u n ic a c ió n y V e je z

En las entrevistas profundas se observó que las personas mayores de 50 años


em plean una serie de adem anes, gestos y señas para expresar su afecto, miedo
o repugnancia, para afirmar o negar algo o para indicar la form a y el tamaño
de los objetos.

S ólo el 10% de esta población afirm ó leer periódicos y revistas para informarse
de las noticias ( lectura que no es diaria). Las razones dadas reflejan el bajo
nivel de escolaridad y la escasez de recursos económ icos para adquirir estos
m edios de comunicación.

Por el contrario el 90% afirm ó que escucha diariamente la radio (23.6%) y en el


tiem po libre (64.4% ) ; el 75% afirm ó ver televisión, no sólo co m o form as acce­
sibles de recreación, sino com o los m edios para aprender e informarse. Los
program as de radio favoritos para esta población, son los que dan consejos
sobre salud, cuidado de la familia, manejo de la casa, estética; los programas
psicológicos y jurídicos, los consultorios sentimentales, las radionovelas, sec­
ciones de humor y música vieja. En la televisión los programas favoritos son las
telenovelas y los noticieros.

Para com unicarse con parientes y am igos que viven fuera del sitio de residencia
de la persona mayor, em plean el correo y ansian recibir cartas. Muy pocos
utilizan el teléfono para comunicarse “a larga distancia” por considerar que este
servicio es muy costoso y sólo debe em plearse en casos de urgencia. Este dato
es importante si tenem os en cuenta que el 65% de los viejos son migrantes.

El uso frecuente de la radio y la T.V. por parte de esta población permite pensar
en la posibilidad de diseñar programas amenos pero científicos sobre la vejez,

132
los problem as de los viejos y las alternativas en salud, vivienda, educación, re­
creación, trabajo, etc.; así com o para informarlos sobre sus derechos y los proce­
dimientos para reclamarlos ante quien corresponda.

S a l u d y V e je z

Se analizó lo referente a la seguridad social y las principales m odalidades e


instituciones de asistencia social, para deducir que en el país no existe una
política integral y universal de seguridad social, que no hay una política geron­
tológica y que el número de instituciones de salud especializadas en problem as
de la vejez, es mínimo. También se concluyó que las instituciones para atender
a las personas viejas (ancianatos) son insuficientes (310) y, sobre todo defi­
cientes.

Por consiguiente, en este punto se hará énfasis en un análisis de tipo cualitativo,


basado en las entrevistas, los diarios de ca m p o y las ob serva cion es, acerca
de las ideas sobre las causas de las en ferm edades, los m étodos de curación
y los especialistas para su tratamiento.

C om o ya se dijo, en las áreas rurales y en los estratos m edios y bajos de las


áreas urbanas, las personas mayores de 50 años tienen una con cepción m ági­
co-religiosa acerca de la salud y de la enfermedad, por lo cual em plean con
frecuencia medidas protectoras-preventivas (amuletos, rezos, prom esas). En
todos los estratos de todas las regiones, con excepción de las regiones Caribe
y Paisa, existe la idea de que la enferm edad es un “castigo de D ios” . Por tanto,
hay una actitud resignada y pasiva que excluye la tom a de medidas preventivas
científicas sobre higiene, nutrición, vacunación, etc.

Las personas viejas tienden a descuidar su aspecto físico externo y la higiene


(pelo, uñas, vestuario), especialmente en el área rural y en los estratos bajos de
las áreas urbanas, no sólo por carencia de recursos y servicios públicos o tipo
de trabajo, sino especialm ente por la existencia de una serie de creencias sobre
el debilitamiento que produce el “ baño diario". Estas personas realizan además,
una serie de prácticas de medicina tradicional para el tratamiento de heridas,
quemaduras, torceduras, empleando fórmulas especiales para cataplasmas, ven­
dajes, masajes y ligaduras, con variaciones regionales.

La mayoría de las personas entrevistadas temen ir a un hospital, practicarse


una operación quirúrgica o ir al odontólogo (dentista, según su expresión). La
observación muestra que más del 85% de este grupo etario presenta problem as
dentarios.

133
Estos tem ores se agregan a los altos costos y a la baja cobertura de la Seguri­
dad Social en el cam po de salud, razones por las cuales, las personas viejas
tratan las enferm edades con terapias farm acológicas o naturistas autorreceta-
das o con terapias mágico-religiosas ( con excepción de las personas de estra­
tos altos, los jubilados, con servicio m édico y un porcentaje de viejos que reside
en áreas urbanas).

A dem ás de la pobreza y la baja cobertura de la Seguridad Social, lo anterior se


explica por los conceptos sobre las causas m ágicas o sobrenaturales de algu­
nas enferm edades: “mal de o jo ” , “enferm edades causadas por hechicería” , etc,
por lo cual es frecuente que m encionen el uso de agua bendita, los baños con
las 7 yerbas y los amuletos para evitar los hechizos. También es frecuente que
entierren las uñas y el pelo cuando se lo cortan, para evitar brujerías.

Un número alto de personas viejas inform ó haber visitado a chamanes, curan­


deros, yerbateros, naturistas y hom eópatas para el diagnóstico y el tratamiento
de enferm edades.45

Cuando no acuden a este tipo de terapia, emplean la automedicación o la "con­


sulta” al farm aceuta o em plean rem edios caseros aprendidos de sus padres y
abuelos. La mayoría de esta población tiene “ recetas caseras” para casi todas
las enfermedades y a ellas adiciona los fármacos automedicados: laxantes, diu­
réticos, calmantes, purgantes, antibióticos y reconstituyentes, de acuerdo con
los conocim ientos adquiridos en la radio o en los comentarios con am igos y
vecinos, quienes han padecido o padecen similares achaques, y “ Ies han sen­
tado bien” .

El 70% de los entrevistados afirm ó no haber ido al m édico en los 3 meses


anteriores a la entrevista y del 30% que sí consultaron a un m édico o a otra
persona a quien atribuyen capacidades diagnósticas y terapéuticas, fueron porque:

- Se sentían enfermas (18%); por prevención (6%) o para seguir un tratamien­


to ya iniciado (6% ). A quienes no consultan a un m édico se les preguntó
dónde iban, con el siguiente resultado:

— D ro g u e ría 20%

— H o m e ó p a ta s -Y e rb a t 20%

— S o b a n d e ro s -C u ra n d e ro s 25%

— R e m e d io s c a s e r o s 3 5%
Total 100%

45 V é a se T ra b a jo d e G ra d o en A n tr o p o lo g ía d e F ra n c is c o H e rn á n d e z y A y d é e O je d a . 1 99 0

134
Las siguientes preguntas ilustrarán mejor la visión cultural de la enferm edad y
su tratamiento.

A QUE CREE QUE SE DEBEN S U S ENFERM EDADES

- A la edad 40%
— Al clima 20%
- Al trabajo 25%
— Castigo de Dios, hechicerías. 15%

Total 100%

ENFERMEDADES MAS FRECUENTES ENTRE LOS


V IE JO S INSTITUCIO NALIZADOS
(SEGUN LOS FUNCIONARIOS DE INSTITUCIONES)

Sistema circulatorio 46.7%


Sistema respiratorio 13.3%
Sistema nervioso 10.0%
Sistema óseo 13.3%
Sistema génito-urinario 3.3%
Sistema digestivo 3.3%
Desnutrición 3.3%
Varias de las anteriores 6.7%

Total 100.0%

ENFERMEDADES MAS FRECUENTES SEGUN


U SU A R IO S DE IN S TITU C IO N E S

- Gripa 40.0%
- Nervios 15.0%
- Urinarios(vejiga) riñones 12.0%
- Estóm ago 13.0%
- Varios 10.0%

Total 100.o%

135
¿CO M O SE TRATAN LAS ENFERM EDADES EN LA IN STITUC IO N?
SEGUN LOS FUNCIONARIO S

— Con rondas médicas 26.7%


— En la enfermería 10.0%
— Urgencias hospitalarias 9.7%
- Con drogas y dieta especial 7.7%
- Con dietista y terapias 3.3%
- Varias, sin especificar 42.6%

T o ta l 1 0 0 .0 %

¿CO M O SE TRATAN LAS ENFERM EDADES EN LA IN STITUC IO N?


SEGUN LOS U SU AR IO S

— Exam en m édico esporádico 15.0%


— En la enfermería 12.0%
— Con operaciones 10.0%
— Con drogas 8.0%
— Con dieta 12.0%
— Con reposo encam a 23.0%
— Varios, sin especificar o ninguno 20.0%

T o ta l 1 0 0 .0 %

Para ingresar a las instituciones estudiadas, el 36.7% exige ser mayor de 50


años y el 63.3% ser m ayores de 60 años. El 73.3% reciben personas de am bos
sexos, el 16.7% solam ente mujeres y el 10% solamente varones; pero en cuanto
a estado de salud, encontramos:

R E Q U IS ITO S DE SALU D DE LAS IN S TITU C IO N E S

N o hay ningún requisito 26.7%


N o se dio información 23.3%
Autosuficiencia motora 16.7%
Estado de salud “aceptable” 23.3%
Varios (estado mental y otros) 10.0%

T o ta l 1 0 0 .0 %

136
R E Q U IS IT O S D E S A L U D M E N T A L
Ser lúcido 50.0%
Poder controlar la enfermedad 30.0%
Ninguno 15.0%
Otros sin especificar 5.0%

Total 1 0 0 .0 %

Sin em bargo, el 43.3% de los funcionarios cree que los exám enes que se prac­
tican al ingreso no son garantía de un buen estado de salud, ni lo suficientem en­
te profundos para detectar exactamente la enfermedad del usuario. Ellos mismos
creen que la mayoría de las personas no debería estar “encerrada” en las insti­
tuciones porque tiene familia, puede trabajar y tiene un estado normal o al
m enos aceptable de salud. N o obstante creen que se encuentran allí por el aban­
dono de la familia, los conflictos con los parientes y especialmente porque nadie les
da una ocupación remunerada.

Si a los datos anteriores les agregam os el hecho de que en el país sólo hay una
veintena de geriatras y una centena de gerontólogos,46 podremos entender por qué
muchas personas mayores no se sienten bien con el m édico, no encuentran
tratamiento adecuado a sus enferm edades y sobre todo sienten que los profe­
sionales les dan un trato impersonal, utilizan un lenguaje sofisticado y carecen
de paciencia para oír y entender los síntomas y problemas de sus pacientes. Esta
es una razón más para el rechazo a la medicina científica y al personal de salud.

En las entrevistas también se hizo frecuente mención de las vergüenzas y ta­


búes para cierto tipo de exám enes (ginecológicos, por ejem plo) y a la falta de
tacto de los profesionales para tranquilizar al paciente viejo.

Las personas viejas piensan y hablan mucho sobre las enferm edades y la muer­
te. Para ellas la muerte es algo temido y al m ismo tiem po esperado y deseado.

Pensando en la muerte, solamente algunas personas del estrato alto se preocu­


pan por disponer sus asuntos personales y econ óm icos en vida, pero en todos
los estratos se observó que los viejos mencionan de una u otra forma, su “últi­
ma voluntad” , lo que se convierte en un deber moral para los parientes, so pena
de sentirse culpables y tener temor a una venganza del espíritu del muerto.

46 E gresad os de la Universidad de O riente en Rionegro-A ntioqu ia, de la U niversidad del Q u indío


en A rm enia, C E F A en Medellin, hasta 1990. A partir de esta fecha, varias u niversidades han
iniciado cu rsos de postgra do de excelen tes perspectivas.

137
Tam bién se constató que las personas viejas asisten con frecuencia a los fune­
rales de parientes y amigos, pero también que lo hacen a las cerem onias de
vecinos y aun de desconocidos, com o un m ecanism o preparatorio para su pro­
pia muerte. Su participación se da en los ritos funerarios y el “ luto” de largos
períodos (vestidos oscuros, actitud reservada, etc), y luego en la visita a la
tumba de los muertos a quienes llevan flores en determinadas ocasiones. Al
hablar sobre estos temas, es difícil precisar si para esta población esta partici­
pación es un tipo de ocupación del tiem po libre, una preparación para su propia
muerte o una señal para la parentela, acerca de sus deseos de ser recordados
después de muertos. También se encontraron casos acerca de la relación que
hacían algunos entrevistados, entre cierto tipo de enferm edades y la asistencia
a velorios o funerales ( “ hielo de muerto” ).

C o m u n i d a d y V e je z

En este acápite el término com unidad se refiere al grupo de personas que


residen en la misma vereda, si se trata del área rural, o en el mismo barrio, comuna
o vecindario si se trata del área urbana. El tema tratado se refiere a las informacio­
nes sobre el liderazgo y la participación comunitaria, así com o sobre el control
social y la justicia no institucional en cuanto al trato y cuidado de y a los viejos.

En todas las áreas rurales del país se observó el liderazgo familiar y comunitario
de las personas viejas, de acuerdo con el alto nivel de participación en la toma
de decisiones familiares y en las asociaciones veredales. Los varones participan
en las reuniones para definir las obras comunales (vías, acueductos), la escuela
o las cam pañas políticas, mientras que las mujeres viejas asesoran y aconsejan
a las mujeres jóvenes, tratan y curan las enfermedades, enseñan la preparación
de ciertos alimentos y remedios caseros y transmiten las habilidades artesana­
les, según la región y la localidad.

En los barrios marginales de las ciudades de Bogotá, Medellin, Cali y Barran-


quilla (especialm ente en los barrios de invasión), los varones viejos son los
líderes familiares y de la comunidad, son quienes conocen la historia del barrio
y estimulan a la población joven para la defensa del territorio ante las autorida­
des de policía y los alcaldes. En los dem ás estratos sociales ese liderazgo se
transfiere a personas m enores con mayor capacitación técnica a nivel comuni­
tario y en la familia sólo se conserva cuando las personas viejas tienen recursos
econ óm icos, son dueños de la vivienda y están en buenas condiciones de salud.

47 V é a se tra b a jo d e g ra d o en A n tr o p o lo g ía de N o lb e rto O la y a , 1991

138
En las ciudades pequeñas, las personas viejas mantienen un ascendiente sobre
la población m enor y tienen el respeto de la población y de la familia. Varios
líderes locales (sacerdotes, alcaldes, personeros, concejales y líderes comunita­
rios son personas mayores de 50 años).

Los m ecanism os no institucionalizados de control social en las áreas rurales y


pequeñas poblaciones urbanas, tales com o la crítica, el rumor y el chism e son
empleados por las personas mayores de 50 años para estimular e inducir a la
población joven al conformismo con las tradiciones o para desestimular com p or­
tamientos no adecuados a las costumbres y valores regionales. Por el contrario,
en las cuatro grandes ciudades estos m ecanism os no operan, pero tam poco
operan los mecanism os jurídicos que asignan deberes con los viejos a los pa­
rientes hasta el 4o. grado de consanguinidad, o al Estado cuando el viejo carece
de familia, tiene conflictos con ella o es indigente.

Las personas mayores entrevistadas en las grandes ciudades “sienten” que la


población joven no solamente no los respeta, sino que les hace sentir su desa­
daptación a la vida citadina y moderna, en cuanto a creencias, ideas, costum ­
bres, régimen de vida, vestuario y com portam iento familiar y social. Y co m o
esta población vieja está acostumbrada al valor de la palabra em peñada y a los
com prom isos verbales, con frecuencia es víctima del abuso de los parientes,
los am igos y los vecinos, quienes los explotan, timan y estafan con gran facili­
dad, em pleando los m ecanism os legales.

Para entender más el liderazgo familiar y comunitario, debem os tener en cuenta


que de los viejos que viven con la familia, el 36.7% lo hace con el cónyuge, el
36.2% con los hijos y nietos (generalm ente de familias recom puestas), el 8.6%
con hermanos; el 2.9% sólo con los nietos; el 4% con sus padres y el 0.6% viven
solos. N o obstante el 79.9% tiene nietos y sus relaciones con ellos son:

- Buenas 50.6%
- N o los ve casi nunca 16.1%
- R eg u la r 2 0 .0 %

Mal 13.3%

Total 1 0 0 .0 %
Las razones por las cuales hay regulares o malas relaciones son:

Irrespeto 40.0%
Falta de afecto 20 .0 %
Indiferencia 20.0%
Mal genio 20 .0 %

Total 1 0 0 .0 %

139
Esta falta de entendimiento se percibió más en las observaciones que en la
entrevista y se da especialm ente cuando los viejos viven en casa de los hijos
quienes les asignan la función de cuidar a los nietos, o cuando a la vivienda de
los viejos llegan los hijos(as) separados(as), viudos(as) o madresolteras con
sus hijos con la esperanza de tener un hogar, un apoyo econ óm ico y un apoyo
afectivo, convirtiendo a los viejos en pad res sustitutos, funciones que ellos
no pueden o no desean asumir y causa de muchos conflictos generacionales.

Los abuelos desarrollan las siguientes actividades con sus nietos:

- Cuidarlos y mantenerlos económ icam ente 25.0%


- Ayudar a criarlos y educarlos 15.0%
- Actividades recreativas esporádicas 10.0%
- Varias 24.7%
- Ninguna 25.3%

Total 100.0%

Las respuestas anteriores muestran que el papel de los abuelos en la familia


incluye la provisión económ ica y la socialización. El detalle acerca de cóm o
se da esa función aparece en las observaciones, ya que de ellas se deduce que
es m ás una tarea “ impuesta” por las circunstancias familiares que un papel
asumido voluntariamente por el viejo. En varias ocasiones los abuelos se que­
jan de estas obligaciones para las cuales dicen ellos no están preparados (por
ejem plo ayudar a los escolares en sus tareas).

Pero a pesar de existir conflictos familiares y generacionales, los viejos prefieren


vivir con sus parientes, punto que es confirm ado por los funcionarios de las
instituciones que atienden viejos, para quienes el 56.7% de ellos son conflictivos
y huraños, debido a que se sienten abandonados por la familia(40.0%) o porque
sienten la falta de un afecto familiar (16.6%). Este sentimiento es m ás fuerte
entre las mujeres que entre los hombres institucionalizados, también por razo­
nes culturales.

Para los funcionarios de las instituciones en cuestión, la comunidad y la sociedad:

— Marginan al viejo 40.0%


— Rechazan a los viejos 13.3%
— Los ven “im productivos” 6.7%
— Los ven con “limitaciones” 40.0%

Total 100.0%
Esta visión de la comunidad y de la sociedad sobre la vejez y el envejecimiento
ha justificado la existencia de políticas asistencialistas e incapacitantes hacia
los viejos y la vejez.

140
9

Reflexiones y sugerencias

E l p r o b le m a d e m o g r á fic o

El problem a de la atención a la población vieja es universal. Los avances en


medicina y educación, así co m o el proceso de urbanización e industrialización
se han reflejado en las reducciones de las tasas de mortalidad general e infantil, de
fecundidad y de reproducción y en el incremento de la esperanza de vida, lo cual
conduce a un paulatino envejecimiento de las poblaciones.

Si hasta ahora estos hechos no se habían tenido en cuenta para las políticas
sociales, ahora tal decisión es inminente, porque los cam bios dem ográficos
alteran la situación financiera de la Seguridad Social y exigen análisis a d u a n a ­
les para plantear nuevas prestaciones o la ampliación de la cobertura.

C om o ya se dijo, a partir de los años 60 descienden -e n C o lo m b ia - las tasas


de fecundidad y de mortalidad, cam biando la estructura dem ográfica del país,
efecto que se describe en términos de una transición dem ográfica. Porcentual­
m ente las personas mayores de 60 años pasan de ser el 10% de la población
en 1938, a ser el 12% en 1985 con un aumento real en el período de 2.7 millones
de personas mayores de 60 años. Para el año 2.025, con una población total de
54.195.500, la población mayor de 50 años será de 13.176.926 (aum ento del
27.18%). Este fenóm eno nos obliga a hablar de una población que en vejece y
a tom ar las medidas de previsión necesarias.

C a r a c t e r ís t ic a s d e la p o b la c ió n v ie ja c o lo m b ia n a

Entre las características m ás im portantes de esta p ob la ción (1 9 9 0 ) ten e­


m os que:

a) Aumenta la esperanza de vida al nacer. En 1952 era de 52 años,en 1985 de


68 años y para el año 2000 se prevé una esperanza de vida de 71 años;

b) La expectativa de edad prom edio actual es de 67.9 años;

c) El sexo predominante es el fem enino ( 5 años m ás);

141
d) La distribución espacial muestra que el 72% de la población vieja vive en
áreas urbanas y el 28% en el área rural. Los departam entos de m ayor con­
centración de población vieja son: Antioquia, Valle y la ciudad de Bogotá
(con el 49.2% de los viejos del país);

e) Solam ente el 15% del total de población vieja tiene algún tipo de Seguridad
Social o capacidad personal de sostenimiento; pero de ellos el 90% percibe
sólo el salario mínimo;

f) Para subsistir, la mayoría de viejos debe trabajar en el llamado sector in­


form al de la econom ía. Solam ente en tres ciudades, Bogotá, Medellin y
Cali, había (1990) 102.000 viejos, mayores de 60 años trabajando en el
sector informal. En Bogotá 58.500, en Medellin 20.377 y en Cali 22.632;

g) L o s v ie jo s qu e viven en las ciu dades co rresp o n d en a: Pensionados


(450.000) de los cuales el 90% recibe el salario mínimo; rentistas,(menos
del 0.5%); trabajadores del sector informal (24%), dependientes de la familia
extensa o nuclear en cualquiera de sus modalidades (60.7%), mendicantes
(0.8% ) y recluidos en un ancianato (el 0.5%); los viejos que viven en el
cam po, trabajan hasta cuando mueren o están impedidos físicamente; ca­
recen de seguridad social, pero conservan el apoyo de la familia extensa;

h) La población vieja de hoy presenta los más bajos niveles de escolaridad en


relación con la población total, siendo inferiores en el caso de las mujeres;

i) Las transformaciones causadas por la urbanización y la industrialización; así


c o m o el auge de la violencia rural cam bió el estilo de vida de los colom bia­
nos. Se pasó de ser una sociedad agraria a ser una sociedad en transición
hacia una sociedad urbana (se ruraliza la ciudad), lo cual implicó transfor­
m aciones en la estructura y funciones de la familia, que hoy se caracteriza
por la ile g alid a d de las uniones, por la inestabilid ad en las relaciones de
pareja y por las sucesivas recom posiciones conyugales que dan origen
a m últiples modalidades de unión y de relaciones de parentesco;

j) El ingreso m asivo de la mujer al sistema educativo y a la fuerza laboral (en


1994 corresponde al 46%) y la generalización de los m étodos anticoncep­
tivos coadyuvan a modificar el tamaño familiar. Adicionalm ente el costo de
la vivienda urbana obligó a reducir los espacios, con lo cual se desplaza de
la familia a otros parientes, entre ellos a los viejos;

k) Las anteriores transformaciones permiten que en las ciudades, la situación


del viejo en la familia presente varias m od alid ades que van desde la de­
pendencia económ ico-afectiva, pasando por el status de padre y abuelo
sustitutos temporales o permanentes, hasta el de proveedor único o copro-

142
veedor de la prole y los nietos. En el cam po, el viejo conserva la jefatura
familiar y mantiene un status-rol de autoridad en la familia;

I) En las ciudades, el viejo es visto co m o una carga o un esto rb o cuando no


coadyuva económ icam ente; la familia incumple las obligaciones estableci­
das en la ley colom biana para el cuidado y atención a los viejos debido a
las condiciones de pobreza y el Estado no asume de una manera adecuada
y amplia sus obligaciones con la población indigente, incapaz de trabajar o
carente de familia. En el cam po, el viejo trabaja y se mantiene y, cuando no
puede hacerlo, encuentra el apoyo de la familia y de la comunidad, pero no
del Estado;

m ) Los viejos viudos, separados y solteros agregan a sus precarias condiciones


de vida, la soledad y el marginamiento social, lo cual determina un deterioro
físico y mental más acelerado que el correspondiente a personas de igual
edad y con otros estados civiles.

T ip o s d e v ie jo s en C o lo m b ia

A grandes rasgos podríam os decir que hay seis categorías de viejos, según su
relación con la familia. Ellas son: indigentes, sin familia, sin recursos econ óm i­
cos; abandonados, personas con familia pero sin contacto con ella; dependien­
tes e inválidos, personas que carecen de autonomía funcional; proveedores de
la prole y los nietos (padres sustitutos); e integrados a la familia, con un status
de autoridad.

L e g is la c ió n s o b r e s e g u r i d a d s o c ia l

La ley colom biana establece que la Asistencia Pública es función del Estado y
que se prestará a quienes carecen de m edios de subsistencia y de familia, o a
quienes estén físicamente incapacitados. El papel del Estado es su b sid iario
porque no hay derecho y acceso u niversal a la salud, a la educación y al
trabajo.

La Asistencia Pública así establecida, generó una serie de normas, tales co m o


la creación del ICBF en 1968; la creación del Fondo Nacional de la Ancianidad
Desprotegida en 1975, con el fin de proteger a los viejos en a lb e rg u e s (ancia-
natos); el establecimiento en 1976 del Consejo Nacional del Anciano c o m o en­
tidad Asesora del Ministerio de Salud, ley no reglamentada porque hasta la
fecha el Consejo no se había reunido; la ley 12 de 1986 sobre descentralización
administrativa que incluye entre las funciones de los municipios la construcción
de ancianatos; y el Decreto 81 de 1987 que asigna nuevas funciones al ICBF,

143
relativas a la atención nutricional de los ancianos y la ley sobre seguridad social
expedida en 1993.

En cuanto a la legislación civil, hay una serie de normas que regulan las obli­
gacion es alimentarias para con los parientes (incluidos los viejos), el régimen
econ óm ico matrimonial y el derecho herencial. Las obligaciones alimentarias
se extienden hasta el 4o. grado de consanguinidad y se reglamenta lo relativo
a la cuantía: n ecesarios (sustento a la vida) y con gru os (para subsistir); lo
relativo a la cesación de las obligaciones alimentarias, así com o las sanciones
por incumplim iento (sanciones civiles y penales).

Se establecen claramente los delitos contra los viejos, entre ellos: la tortura
m oral (falta de afecto y humillaciones), con prisión de 1 a 3 años; el aban d on o
m aterial (falta de cuidado y atención), con prisión de 2 a 6 años y el interna-
miento fraudulento (recluirlos en hospital o ancianato sin su consentimiento),
con prisión de 6 meses a 2 años y se plantean los beneficios de excarcelación a
los procesados m ayores de 65 años.

A pesar del cam bio en la seguridad social (1993) el sistema aún es atomizado,
desarticulado y carente de toda coordinación, planeación y financiación de lar­
go plazo. La cobertura es mínima ya que sólo cobija entre un 46% y un 56% de
la población trabajadora del sector form al de la econom ía y sólo entre el 15%
y el 23% de los trabajadores del sector informal. Esta realidad obliga a pensar
en serio sobre los m ecanism os financieros para su provisión, así co m o sobre
las reform as laborales necesarias para reducir las cargas sobre las generacio­
nes jóvenes. Para mostrar este último punto conviene dar las cifras sobre la
relación Cotizantes-Pensionados en la actualidad y sus proyecciones futuras:

C U A D R O 35

AÑO C O T IZ A N T E S P E N S IO N A D O S COT1Z/
P E N S IO N A D O

19 8 8 2.495.321 182.076 13
2000 3.861.066 973.392 4
2010 5.555.091 3.935.356 1

F uente: F e d e s a rro llo , C o y u n tu ra S o cial, P royecciones A N IF .I990

Lo anterior muestra que el sistema de seguridad colom biano continúa en grave


crisis a pesar de su baja cobertura. Con excepción del 1SS, las dem ás entidades
pagan las pensiones con aportes del presupuesto nacional. Y a pesar de que
sólo ahora se está realizando un análisis actuarial para determinar la magnitud
del déficit en el 1SS, la firma lngeosistem a contratada por el Departamento
Nacional de Planeación, lo estim ó en $600 mil millones de pesos para el año
1989, cifra que se volverá inmanejable debido al envejecim iento de la pobla­

144
ción, que se traduce en mayor número de beneficiarios y m enor núm ero de
cotizantes. Este hecho puede corregirse con la Reforma a la Seguridad Social
aprobada en 1993.

La Seguridad Social tiene que cumplir una función redistributiva de la riqueza


nacional, condición que implica cambiar el criterio asistencial, pero simultánea­
mente sanear las instituciones y el modelo asistencial, para que las futuras ge­
neraciones no deban cargar con el déficit fiscal que ya es motivo de preocupación
gubernamental.

P ro p u e sta s p a ra una p olítica g ero n to ló gica

Desde el punto de vista psicosocial, el envejecim iento es un proceso individual


que da lugar al envejecim iento diferencial donde se observa que no solam en­
te la edad cronológica determina el com portam iento de los viejos, sino que en
él influyen factores sociales, familiares, econ óm icos y culturales am pliam ente
detallados en el libro. Del análisis de estos factores se concluye que no puede
haber una definición exacta y universal de la vejez, sino aproxim aciones desde
diversas perspectivas, las cuales sirven co m o criterios para avaluar, juzgar, gra­
duar y definir la vejez en una sociedad y en una época dadas y para diseñar
acciones locales, regionales o nacionales.

C om o síntesis de los aspectos socioculturales de la vejez en Colom bia, surge la


propuesta de las personas viejas respecto a sus necesidades. Para ellos la es­
trategia más adecuada es aquella que obtenga el apoyo del Estado a las familias
que se encarguen de cuidar a los viejos, tanto en lo que se refiere a mejorar las
condiciones de vida de los viejos mismos, com o en cuanto a los m enores costos
econ óm icos y sociales de esta alternativa. Los altos costos de los a lb e rg u e s o
ancíanatos, sus deficiencias respecto a calidad de vida de los usuarios y la
minima cobertura de los mismos (0.5% de la población vieja) ratifican esta
apreciación.

La necesidad de una reform a al Código Laboral y a las prácticas laborales


vigentes que excluyen a la población vieja por ley, costumbre y costos para las
em presas es otra propuesta reiterada. A diferencia de muchos países, en Co­
lombia la mayoría de viejos carece de ingresos para autosostenerse(15% y de
ellos el 90% con un salario mínimo). Para su subsistencia, el 85% de esta pobla­
ción depende de la ayuda de los parientes, de su participación en condiciones
infrahumanas en el sector informal de la econom ía o de la mendicidad.

La exclusión de la población vieja de los p lan es d e vivienda social o de los


créditos para la autoconstrucción no se com padece con la realidad familiar

145
señalada en el estudio y que muestra cóm o, cada vez más, los viejos deben
recibir a sus hijos(as) y nietos para sostenerlos económ ica y afectivamente.

La atención asistencial de la salud para los trabajadores del sector form al de la


econom ía y para un escaso porcentaje del sector informal es prestada por una
serie de entidades que adolecen de los m ism os problem as financieros que se
m encionaron para el sector pensional; son de una calidad desigual y tienen una
baja cobertura. Según el Banco Mundial (1987) el costo de este servicio es alto
y se financia con parte de las reservas pensiónales, poniendo a éstas en grave
peligro. Se espera un cam bio con la reforma de 1993.

Según los viejos entrevistados, la sa lu d debe ser un servicio para todos los
ciudadanos y no solamente para los trabajadores del sector form al y su finan­
ciación debería ser diferencial, es decir, que el Estado debe subsidiar a los gru­
pos más pobres de la población y aceptar la cotización particular, según la
capacidad econ óm ica de la misma, en distintos planes de salud prepagada. A
su vez, las fórmulas que ofrecen los expertos van desde la privatización del
sistema, pasando por la contratación de servicios administrada por el ISS para
los trabajadores privados y por la Caja Nacional de Previsión para los trabaja­
dores públicos, hasta la estatización total del sistema.

Sin em bargo, estudios econ óm icos y actuariales serios en este cam po, deben
señalar las p o sib le s altern ativas, sus costos y ben eficios sociales y eco­
nómicos. La costumbre de copiar sin crítica modelos empleados en otros países
puede llevar a graves consecuencias, lo cual exige un análisis socio-económ ico
y político de los m ism os o la construcción de un m odelo específico para nuestra
realidad.

La necesidad de políticas edu cativas y recreacionales que incluyan en su


planeación a la población vieja es una necesidad sentida y creciente entre los
viejos. Su ejecución debe atender las características locales y regionales y no
se deben im poner program as estereotipados diseñados para otros grupos eta-
rios o para poblaciones de otras características culturales. Del trabajo también
se desprende la necesidad de crear programas de Geriatría y Gerontología, con
el fin de preparar person al especializado en el m anejo y cuidado de personas
viejas, del cual hay una evidente escasez nacional.

La necesidad de algunas acciones concretas respecto al tran sporte y tarifas


esp eciales para las personas viejas en horas de bajo uso del transporte públi­
co, es otra necesidad sentida, especialm ente por los viejos citadínos.

En fin, una serie de situaciones reseñadas a lo largo del trabajo muestran que
se carece de una política gerontológíca, dentro de la cual no sólo participe el

146
Estado, sino la Iglesia, los particulares y el Voluntariado si se quiere lograr un
mínimo sentido de equidad y justicia social.

De acuerdo con lo expuesto, se hace necesario fortalecer el nuevo sistema de


Seguridad Social (1993) tendiendo a la universalización de la cobertura dentro
de los límites de la capacidad económ ica de la sociedad colom biana. Para ello
es necesario buscar la u n ific a c ió n d e la s in s titu c io n e s y lo s re g ím e n e s d e
S e g u rid a d S o c ia l, con una c o o rd in a c ió n c e n tra l del Estado y fo rm a s d e
a d m in is tra c ió n p e n s io n a l, d e s a lu d , d e v iv ie n d a , e d u c a c ió n y re c re a c ió n
a d e c u a d a s a las re a lid a d e s lo c a le s y re g io n a le s , bien sea a través de enti­
dades públicas, privadas o mixtas. Tales cam bios requieren m odificación del
criterio asistencial por el de seguridad social, adecuaciones al régim en legal de
protección social a la población y a las instituciones encargadas de esta fun­
ción, todo ello precedido por estudios econ óm icos y actuariales que permitan
diseñar un sistema viable desde el punto de vista financiero.

Todo lo anterior exige una administración ágil, eficiente y transparente. La po­


blación senescente no m erece el trato indiferente de los funcionarios de los
sistem as pensional y de salud porque las únicas certezas en la vida son el
envejecimiento y la muerte. Los ricos y los pobres, los poderosos y los humildes
envejecen, pero es la sociedad donde viven, la que determina si este proceso
es gratificante o doloroso.

En consecuencia, los dirigentes del país deben asumir el liderazgo de esta causa
y todos los ciudadanos deben apoyar la cruzada por una m ejor y más prolon­
gada existencia.

S a n ta fé d e B o g o tá , D.C.
M a y o 9 d e 1994

A l term inar esta versión del libro, c o n o c í c o n profunda s a tis fa c c ió n ,


q u e el G o b ie rn o N a c io n a l d es tin ó una p a rtid a p resu p u esta ! para
o to rg a r el eq u iv a le n te a un sa la rio m ín im o m e n su a l a lo s v ie jo s
m a y o re s d e 65 años, q u e n o están c o b ija d o s p o r la seg u rid a d
s o cia l. Esta p o lítica re s p o n d e a los d ia g n ó s tic o s q u e se han h e c h o
en los ú ltim os a ñ o s s o b re el a b a n d o n o d e los v ie jo s en C o lo m b ia .

147
Anexo 1

M etodología

Teniendo en cuenta que los “viejos” no constituyen una categoría biológica,


psíquica y cultural hom ogénea y que la im agen y el status del viejo dependen
de las características ecológicas, estructurales y culturales de la sociedad, se
adoptó un diseño de investigación cuasi experimental, donde se com binan la
entrevista descriptiva, con la información documental, la inform ación institucio­
nal y las entrevistas a expertos en los distintos temas que cubre la problem ática
de la vejez.

La entrevista descriptiva, definida “co m o un conjunto de técnicas específicas


destinadas a recoger, procesar y analizar características que se dan en un co­
le c tiv o d e te r m in a d o ” ,48 en n u estro c a s o , bu sca m o stra r la d is trib u c ió n
del fen ó m en o de la vejez desde una perspectiva cultural en subconjuntos regio­
nales estratificados de la población colom biana. Para alcanzar estos p rop ó ­
sitos,la muestra de la población entrevistada debía ser h eterogén ea en su
com posición, con el fin de disponer de un número adecuado de subconjuntos
o categorías de análisis que permitieran apreciar las posibles variaciones del
fenóm eno de la vejez. El uso com plem entario de otras estrategias m etodológi­
cas permitió tener una visión dinámica de una realidad que es continua y cam ­
biante.

C o n texto teórico m etodológico de la in vestigación

Dentro de la estrategia general para llevar a cabo los objetivos propuestos, se


em pleó la llamada investigación cualitativa, entendiendo por ésta aquella donde
los datos se utilizan co m o una materia básica para los propósitos de descrip­
ción, clasificación y explicación.

En este proceso se examinaron los problemas de confiabilidad y validez, em ­


pleando varios procedimientos. Para el primero, la observación persistente, el
análisis de datos negativos, el chequeo con informantes y expertos y la triangu­

48 Briones, M e to d o lo g ía . 1988

149
lación. Esta última consiste en el uso de múltiples fuentes, métodos y auxiliares
de investigación, para luego hacer una jerarquización de fuentes y limpieza de
datos en térm inos de una m ayor confiabilidad. Para la validez, el uso de méto­
dos estadísticos y dem ográficos, históricos, documentales y de terreno con el
fin de contrastar los hallazgos del análisis cualitativo.

CIna vez planteados los objetivos y las estrategias m etodológicas se realizó un


estudio piloto con el fin de probar los instrumentos de recolección de datos en
el terreno de acuerdo con las hipótesis, variables e indicadores de éstas. Se
estableció la localización, tamaño y ubicación de la muestra para la aplicación
de los 4 m odelos de entrevista (para Viejos, para Parientes de viejos mayores
de 15 años, para Funcionarios y para Usuarios de instituciones privadas o pú­
blicas dedicadas al cuidado de personas m ayores) y se efectuó el trabajo de
terreno com plem entado con el Diario de Cam po elaborado por cada uno de los
Auxiliares, para profundizar en el uso de términos y apreciaciones locales de la
problem ática tratada.

Una vez recopilada la información en las distintas fuentes, se sistematizaron los


datos de las entrevistas, en el Centro de Cóm puto de la Universidad Nacional
utilizando el program a SPSS. Posteriormente se hizo un análisis com parativo
de éstos datos con los datos documentales referentes a la investigación de ca­
rácter histórico, jurídico e institucional del Sistema de Seguridad Social y de la
Política Social, a la luz de los resultados obtenidos en el análisis de contenido
de la realidad cultural, lograda a través de las entrevistas directas.

La existencia de diferentes actividades y com portam ientos culturales por regio­


nes, áreas, género y estrato socioeconóm ico en lo que se refiere a los viejos, la
familia de los viejos y la comunidad, permiten com prender la diversidad y he­
terogeneidad de alternativas para el cuidado y atención de la población vieja y
para diseñar unas políticas de Seguridad Social y gerontológíca más acordes
con la realidad sociocultural del país.

P r o c e s o d e In v e s t ig a c ió n

En form a sintética se presentan, a continuación, las actividades realizadas en


el proceso de investigación. El orden no es cronológico.

T a m a ñ o y c o m p o s ic ió n d e la p o b la c ió n m a y o r d e 5 0 a ñ o s

Con base en los Censos de Población de 1951, 1964, 1973, 1985 se proyectaron
los datos hasta el año 2010 (por décadas). El análisis d em ográfico se inició con
el estudio de la evolución general de la población del país, lo que conduce a
entender que los m ovim ientos dem ográficos no son hom ogéneos debido a d¡-

150
ferentes procesos socioeconóm icos, políticos y culturales, por lo cual se optó
por hacer un análisis de tipo re g io n a l. Para tal efecto, se tom aron c o m o base
los trabajos del antropólogo Segundo Bernal (1969, 1986 y 1987) y del geógrafo
Ernesto Guhl (1980) y, con la asesoría del primero, se establecieron 7 regiones
y se excluyeron los Territorios Nacionales, por cuanto desde el punto de vista
cuantitativo sólo albergan el 0.3% de la población estudiada y, desde el punto
de vista cultural, las múltiples comunidades indígenas, de colonos tradicionales,
de “nuevos" colonos, la presencia de entidades multinacionales y de grupos
religiosos implican otro tipo de estrategia conceptual y m etodológica que supe­
raba los límites temporales y econ óm icos de esta investigación.

En cada una de las 7 regiones definidas, se elaboró un análisis dem ográfico de


la población mayor de 50 años y sus proyecciones. Teniendo en cuenta que
estas regiones contienen 66 e s tru c tu ra s e s p a c ia le s , definidas co m o “ un sis­
tema de aglom eraciones de diferentes tam años y distintas fu n cio n es, v in c u ­
ladas en tre sí p o r los m ed ios de tra n sp o rte y com unicación”49 y que, hay
4 categorías socíodem ográficas estudiadas por Bernal (1986), así: MUY ACTIVAS
(9); ACTIVAS (22); ESTA N C AD A S(22) DEPRIMIDAS (13), com en zam os por
analizar la ubicación de cada estructura espacial y sus características dentro de
cada región, para luego adicionar los criterios de área (rural y urbana); sexo
(masculino, fem enino); y estrato socioeconóm ico (alto, m edio y bajo) para es­
tablecer el tamaño y ubicación del u n iv e rs o y de la m u e s tra donde se aplicaría
la entrevista.

T a m a ñ o y u b ic a c ió n d e la m u e s t r a

Se realizaron 479 Entrevistas a personas mayores de 50 años, ubicadas en:


Barranquilla, Curumani, Santa Marta, Ciénaga, Cartagena, Medellin, Pereira, Vi­
terbo, Cartago, Cali, Bucaramanga, Barrancabermeja, San Luis (Tolim a), Iba-
gué, Pasto, Sandoná, Bogotá, Tunja, Girardot, Chía, Fontibón, Buenaventura y
Quibdó. De ellas 134 se aplicaron en área rural y 375 en área urbana. Igual
número de Entrevistas se aplicaron a Parientes entre 15 y 50 años de edad,
ubicados en las mismas regiones y con igual proporción rural-urbana.

La ubicación y tam año de la muestra corresponden al análisis de las regiones


y de cada una de las 66 estructuras espaciales en cuanto a su dinámica dem o­
gráfica; así com o a los datos sobre porcentajes de población vieja rural y urba­
na, con la asesoría del antropólogo Segundo Bernal.

49 Hardoy. 1973: 55.

151
Las entrevistas para viejos y parientes de viejos se diseñaron para conocer las
ideas, creencias, costumbres, valores, actitudes y actividades de la población
acerca de la senectud y el com ienzo de la vejez, así com o para conocer los
preparativos (econ óm icos y de otro tipo) para la vejez, el status y tratamiento
de y a los viejos y los problem as conexos (salud, vivienda, educación, trabajo,
recreación, etc.).

Y co m o la población vieja puede vivir sola, con parientes o en instituciones


públicas o privadas dedicadas al cuidado de los viejos (ancianatos), se actualizó
un censo nacional de instituciones elaborado por el Banco de la República
(1984) y se diseñaron form atos de entrevista para funcionarios y para usuarios
de las mismas. Se seleccionaron 29 instituciones de las 310 del universo, ubi­
cadas en Bogotá, Chía, Fontibón, Girardot, Barranquilla, Valledupar, Medellin,
Pereira, Cartago, Cali, Bucaramanga, Ibagué, Pasto, Tunja y Cartagena, en las
cuales se aplicaron 35 entrevistas a funcionarios y 80 a usuarios con el fin de
entender y describir la acción institucional en este campo, sus características,
cobertura y conflictos, teniendo en cuenta que la acción del Estado se orienta a
solucionar el problem a de la vejez indigen te a través de este m ecanism o de
tipo asistencial.

A sp e c to s b io ló g ico s del envejecim iento


Esta actividad se centró en la revisión bibliográfica y en la realización de una
serie de entrevistas a expertos en los cam pos de geriatría, gerontología y ge-
rontopsiquiatría, con miras a entender las características y los m ecanism os del
proceso de envejecimiento, así com o los límites que separan el envejecimiento
normal del envejecim iento patológico.

De esta actividad concluim os que cuando nace, un organismo tiene innumera­


bles actividades o funciones por realizar durante su vida y ésta com prende un
número limitado para cada una de ellas. La vida es, por tanto, el espacio que
ocupa la realización de todos los com etidos de un organismo tras su nacimien­
to. La utilización de éstos com o parámetros, conduce al tiempo biológico com o
referencia. Por otro lado, a medida que se van cumpliendo una a una, el total
de actividades o funciones, declina la actividad vital del organismo, es decir,
éste en vejece proporcionalmente.

Aunque no hay consenso entre geriatras y gerontólogos, la mayoría de ellos se


inclina hacia la integración de varias teorías del envejecimiento y hacia la nece­
sidad de orientar la medicina hacia la prevención, con el objeto de frenar en lo
posible, la involución fisiológica que ocurre al envejecer y de evitar los síndro­
m es degenerativos, com o una manera de aumentar la salud, el bienestar y las
expectativas de vida de la población.

152
Y co m o el envejecimiento es un fenóm eno de iniciación espontánea, sin la m e­
diación de trastorno específico y debido a que existe una asincronía en el desa­
rrollo de las manifestaciones del envejecim iento entre sí, y entre los distintos
órganos, resulta imposible fijar e l c o m ie n z o d e e s te p ro c e s o . Por consiguien­
te, se asumió la hipótesis de que el envejecim iento existe desde el m om ento
que hay vida celular, pero que es práctico postular su iniciación cuando el or­
ganism o alcanza el grado óptim o de vitalidad, lo que ocurre aproxim adam ente
a los 50 años de edad.50

Con este criterio biológico y la edad mínima legal establecida en el país c o m o


uno de los requisitos para tramitar la pensión de jubilación, se adoptó la edad
de 50 años para la muestra de población vieja.

A esta revisión bibliográfica y entrevistas a expertos se adicionaron las pregun­


tas en la entrevista a viejos y a parientes de viejos sobre la definición cultural
de la vejez, las prescripciones tradicionales para obtener la longevidad y el re­
juvenecim iento, así com o la interpretación cultural de la m enopausia y la an-
dropausia, los cam bios de conducta asociados a estos procesos y el régimen
de vida de los viejos en cuanto a dieta, ejercicio y descanso y la concepción
cultural de la sexualidad en la vejez. Este aspecto no se incluyó en esta segunda
versión.

A s p e c t o s p o lític o s y ju r íd ic o s

Para com prender m ejor los aspectos institucionales, políticos y jurídicos inmer­
sos en el tema familia-vejez y seguridad social, se hizo una minuciosa revisión
bibliográfica referente a las legislaciones sobre el mismo, así co m o sobre las
Políticas de Bienestar y Seguridad Social (nacionales, departam entales, muni­
cipales y em presariales), los sistemas pensiónales y las instituciones de previ­
sión social. Esta información se agrega a la de otros países, para hacer una
com paración crítica de diferentes sistemas y concepciones y presentar datos
que permitieran tener una idea acerca de las características y cobertura del
sistema de seguridad social colombiano.

A n á li s i s h is t ó r ic o e in s titu c io n a l

C o m o com plem ento del punto anterior y para observar en detalle la manera
c o m o la sociedad y el estado han asumido el cuidado de los viejos, se hizo una
revisión bibliográfica de la historia del tratamiento científico a la problemática
de la vejez en Colombia, una revisión de los archivos del lcfes, de las sociedades

50 Beier, Km ent, 1985


profesionales y de las facultades de Medicina. Se realizaron una serie de entre­
vistas a expertos para indagar la visión de diversas disciplinas y acerca de cuán­
do esta etapa del ciclo vital se constituye en un problema de interés científico
en Colom bia, el personal requerido y el tipo de form ación universitaria. Asi se
descubrió que los programas de atención a la vejez han pasado de ser una
función de la “fam ilia”, a tener un carácter benefactor y caritativo, auspiciado
por la Iglesia Católica y las comunidades religiosas primero y, luego por un
voluntariado fem enino, para sólo después de 70 años asumirse c o m o una de
las funciones del Estado, con una serie de restricciones. Con excepción del
trabajo pionero del Dr.Guillermo Marroquín y de su esposa Angela de Marro-
quín, las investigaciones científicas desde distintas disciplinas sobre este tema
se inician en la década de los 80’s51 (Dulcey, Ardila, Ordóñez Plaja, Martínez y
Valencia, CCRP, INS, Ministerio de Salud, etc.).

T ra b a jo d e C a m p o

Adem ás del análisis bibliográfico y las entrevistas a expertos, se realizó un tra­


bajo de ca m p o para las entrevistas a viejos y a parientes de viejos, a funciona­
rios y a usuarios en los lugares seleccionados, labores en las cuales participaron
en calidad de auxiliares de investigación, los estudiantes de último sem estre de
la carrera de A ntropología Marietta Bermúdez, Stella Pardo, Victoria Vásquez de
G .,Carlos A lfredo Carretero, Hernán Pérez, Rafael Estrada, Darío Rodríguez,
Francisco Hernández, A ydée Ojeda, Jaim e Alberto Hernández, Jaim e Acosta
L., Pilar Lozano, Javier Rodríguez, Yamile Londoño, María Constanza Marulanda,
Yesid Díaz, Víctor Rodríguez, Sonia Lucía Rangel, María Josefina González, Héc­
tor Arias, Nancy Hernández, Ernesto Carrillo, Javier Flores, Juan Carlos Luna
y Nolberto Olaya. Los objetivos de este trabajo fueron:

a) Analizar la interacción generacional, institucional y su efecto en las perso­


nas m ayores de 50 años;

b) Recon ocer el significado que otorgan a la vejez, los viejos, la familia de los
viejos, los funcionarios y los usuarios de las instituciones asistenciales (an-
cianatos);

c) Caracterizar las particularidades del com portam iento de y con los viejos en
los distintos contextos (regional, local y familiar) y las diferencias por sexo
y generación en dicho com portam iento.

d) Caracterizar el ambiente ecológico-am biental (urbano-rural) y afectivo(fa-


miliar-institucional-callejero) del viejo.

51 Cfr. bibliografía

154
Para lograr estos objetivos cada m iembro del equipo efectuó los registros en un
diario de cam po durante el período del trabajo de cam po y llenó los form atos
de las entrevistas a viejos, parientes de viejos entre 15-50 años, a funcionarios
y a usuarios, según instrucciones previas.

Una vez terminado el trabajo de cam po se efectuaron reuniones de grupo para


detectar regularidades y contradicciones y com plem entar los datos cuantitati­
vos con los registros del diario de cam po.

S is t e m a t iz a c ió n d e lo s d a t o s

Para la sistematización de los datos obtenidos a través de los 4 m odelos de


entrevista para el trabajo de cam po y de las entrevistas a expertos se obtuvo la
colaboración del Centro de Cómputo de la UN, la Asistencia de la antropóloga
Sara Lucía Am aya y la participación de 6 auxiliares egresados de la carrera de
Antropología.

A n á lis is e in t e r p r e t a c ió n d e lo s d a t o s

Con el material recopilado y sistematizado se inició el análisis com parativo de


los datos documentales y bibliográficos de carácter histórico, dem ográfico, ju­
rídico e institucional del sistema de seguridad social en el país y en otros países;
y el análisis de los aspectos socio-culturales de la vejez por regiones, áreas,
género y estrato socioeconóm ico, com parando generaciones (viejos y parien­
tes).

En la interpretación de los resultados se incluyen datos cuanti y cualitativos y


se da igual importancia tanto a las semejanzas en el com portam iento de los
viejos por región, área, estrato y sexo, com o a las diferencias, cuando éstas se
presentan. Igualmente se enfatiza la visión de los viejos y de los jóven es sobre
los problemas reales y sentidos y las posibles fórmulas de solución, co m o alter­
nativas a fas actuales políticas de seguridad social, gerontológica y familiar,
diferenciando la opinión de los entrevistados, de las conclusiones e interpreta­
ciones de la autora.

155
Anexo 2

A lgu n os modelos alimentarios

52
M e n ú s d i a r io s p o r r e g io n e s

*L a m ayor cantidad de alimentos en cada comida, corresponde a los estratos


m edios y altos, la m enor a los grupos más pobres.

REGION CC1ND1BOYACENSE
D esayuno

- pan, aguadepanela o agua de café, o


- changua (papas, leche y perejil), café y pan
- Caldo con carne o huevo, pan, café con leche (según el estrato)
- Huevos pericos (cebolla y tom ate), café con leche, pan.

M e d ia s n u e v e s

- Masato con pandeyuca o pan, o


- Una fruta, o
- Gaseosa y pan.

A lm u e rz o
- Sopa (cuchuco, colí, cebada, trigo, papa, arroz u otra similar) o ajiaco
con arroz y aguacate
- Papas, arroz, carne, pan, a veces con:
- Habas, hibias, arvejas, pepinos
- Gaseosa o jugo.

O n ces

- Chocolate con pan o bizcochos, o


- Gaseosa con m ogolla o “roscón" (pan dulce)

52 Los m ás pudientes incluyen entrada o principio (verdu ras o fru tas), sopa s con ca rn e o pollo y
s e c o . L o s m á s p o b r e s h a c e n d iv ersa s s o p a s y c o m o s e c o in c lu y en s ie m p r e p a p a s y,
esporá dicam en te, carne.

157
*L o s m ás ricos incluyen galletas y toman café con leche o masato.

C o m id a

- Similar al almuerzo, o
- S eco sin sopa y aguadepanela, o café o gaseosa.

*L os m ás ricos varían e incluyen carne o pollo. Los más pobres sólo esporádi­
cam ente com en carnes en el almuerzo.

C o m id as E sp eciales

En algunas ocasiones especiales: Semana Santa, Navidad, Año Muevo, cumplea­


ños, bautizos o fiestas patronales se preparan comidas especiales, tales com o:
- Tamales: hechos de maíz y rellenos con arroz, papa, arveja, ajos, zanaho­
ria, alcaparras o uvas o aceitunas, huevo y carne de cerdo, res, pollo y tocino
- Cuchuco de espinazo: con espinazo de cerdo, papas y especies
- A jiaco santafereño
- Rellenas: sangre de res, cordero y cerdo con arveja, papa, entresijo, yubas
y poleo, acom pañadas de papa criolla, plátano maduro
- Cocido boyacense: a base de varios tubérculos (hibias, cubios, nabos, za­
nahoria, etc.)
- Cordero
- Envueltos: bollos de maíz tierno con cuajado o queso y leche. Pueden ser
de sal o de dulce y van envueltos en hojas de mazorca y cocidos
- M azorcas asadas, papas chorreadas, ternera asada u otra carne cocida o
asada
- Dulces: mora, breva, papayuela, durazno o arroz con leche y canela o cua­
jada con melado, postre de natas, quesillos.

REGION PAISA
D esayu n o

- Aguadepanela con café o café con leche y arepa


- Chocolate, arepa y quesito
- Chocolate, arepa, quesito y huevos o carne
- Caldo con huevo o costilla y lo anterior
- Calentado: fríjoles, arroz y plátano del día anterior con chocolate y/o arepa

M edia m añ an a
- Fruta: banano, mandarina, m ango, o
- Avena con leche
- Café o aguadepanela con arepa.

158
A lm u e r z o

- Sopa de: plátano, yuca, arracacha,arroz, colí, etc., con o sin carne
- Arroz, plátano maduro o verde fritos, carne de cerdo o res, o
- Fríjoles, arroz, plátano maduro con chicharrón de cerdo o molida, cocida
o asada. “ Pezuña” de cerdo, o
- Sancocho: papa, plátano verde y yuca con carnes(según el estrato) de po­
llo, cerdo o res o una sola, o
- Mondongo: sopa de menudos de res
- Dulces de fruta o bocadillos o mazamorra (de maíz entero) o claro con le­
che, (agua del cocim iento del maíz) con panela.

A lg o

- Chocolate con arepa y queso


- Aguadepanela con queso, o
- Mazamorra con panela

C o m id as especiales

- Cerdo preparado en diferentes form as


- Sancocho de gallina
- Natilla ( Nochebuena y A ño Nuevo), arequipe ( dulce de leche), buñuelos
de maíz, dulces de frutas, cocadas
- Bandeja Paisa: arroz, carne molida, chicharrón, huevo frito, aguacate, are­
pa, plátano maduro
- M ondongo y sancocho paisa con tres clases de plátano
- Génovas, mollejas de pollo, carne jam onada y encurtidos
- Postres: crema de café del Quindío, la gelatina de Caldas, los alfandoques
de coco, la mazamorra paisa acom pañada de panela.

REGION TO LIM A GRANDE

D esayu n o

- Plátano asado o cocido, cachaco o popocho


- Aguadepanela o guarapo, o
- Mute con carne, aguadepanela, café o chocolate.

M ed ias nueves

- Mazamorra dulce con canela, hijas de naranjo y queso.

159
A lm u e r z o

- Carne, plátano asado y aguadepanela, o


- Sopa de arroz, yuca, carne cocidos y café, o
- Sopa de plátano y yuca, carne cocida (sancocho). También puede ser de plá­
tan o verd e solo y yuca, carn e de res salada o cerdo m enu do o p e s c a ­
do (viudo), o
- o Sopas de arroz, plátano, maíz, mute, yotas o ruyas (rollos de maíz condi­
m entada), de papa, de mazorca, de albóndigas o pasta
- Seco: arroz, plátano asado o frito, torta de sesos o m acarrones o maduro
- Café o dulces.

O n ces

- Segundilla
- Aguadepanela o chocolate con bizcochos o arepa
- o C acao con bizcochos.

C om id a

- Peto, guarrús (arroz cocido con hojas de naranjo), o


- Sopa de maíz molido, carne plátano asado y café ó similar al almuerzo.

C o m id as e speciales

- Tam ales
- Embutidos (rellenas o morcillas)
- Chorizos o chanfaina (visceras de cordero)
- Envueltos
- Lechona (cerdo tierno relleno)
- Viudo de capaz y bagre a la criolla (con cebolla y tom ate).
- Cuchuco de maíz huilense, el caldo de cuchas y la sopa de cuajadas.
- El Juan Valerio, elaborado con plátano verde y chicharrón
- Insulsos (arepa de engrudo. Masa de arroz endulzada, con canela y en­
vuelta en hojas, asadas. Pueden ser de sal o de dulce.

- Postres: torrejos (em panadas de harina de trigo, con arroz, carne papa y
huevo; buñuelos de mazorca, yuca y cuajada; dulces de frutas; masato;
panelitas (leche, panela y arroz); bocadillos de frutas, natillas y buñuelos
de maíz. El “ boxeador” preparado con leche, papaya y remolacha; se
tom a candil y mistela de mejorana.

160
REG IO NES DEL VALLE DEL C AU CA -RISARALDA
Y CAUCANO-NARIÑENSE

*En general la alimentación de la primera es similar a las de la región Paisa y


del Tolima Grande y la de la segunda recoge alimentos de la Costa Pacífica y
del Valle.

- A ellas se adicionan los “cham pús” que lleva maíz, arroz, clavos y hierbas
aromáticas, sobre una base de jugo de lulo

- Sorbetes con badea, madroño, zapote y guayaba

- Salpicón de Baudilia del Cauca, de mora y guanábana, entre otras frutas.

- Las tortas de zapallo y ullucos, los envueltos de choclo, las cucas del Cau­
ca, el pandebono, los panderos, las em panadas de pipián y del de Cam-
bray del Valle, son los amasijos más conocidos
- Entre las sopas, el zango del Cauca y Nariño que contiene birimbí y jugo
de naranja agria, maíz amarillo, ullucos y fríjol verde
- El picante es común. Se prepara ají de aguacate, de maní y de queso, ser­
vidos co m o com pañeros del muchacho relleno y las em panadas
- En Nariño los curies y los lapingachos o pastelitos de papa y el lom o de
cerdo con mora o lulos
- Entre los postres las caspiroletas y el desam argado hecho de limones, bre­
vas y toronjas verdes y rosadas.

REGION DE LOS SANTANDERES

La base general de la alimentación es la misma de la región Cundiboyacense,


pero a ella se adicionan:

- Para los hombres la chicha de corozo


- Para todos el chocolate gironés y fresco de ciruela cocota
- El achiote se em plea en muchos platos
- El mute es quizá el plato más conocido en la zona. Lleva garbanzos, ahu-
yama y papa, además de maíz blanco y came de cerdo, mano de res y callo
- Las hormigas culonas son un plato apetecido
- Entre las carnes típicas están el cabrito y el chivo, con cuyas menuden­
cias se hace la pepitoria. También se com en pichones de palom a y carne
de ñeque o tinajo
- El bocadillo veleño y el cortado de leche de cabra son los postres más
apetecidos.

161
R E G IO N C A R IB E

- En la Guajira se com en carnes exóticas: chigüiro, morrocoy, guatinaja, ar­


madillo e iguana, adem ás de peces, langosta y mariscos

- Entre las sopas típicas caribeñas está el m ote de queso, el sancocho de


chivo y el guandul

- Cada ciudad tiene sus platos típicos, así: Cartagena, arroz con co co o titote;
en Barranquilla las carimañolas, en Santa Marta, la ensalada de pulpo y el
rondón de las islas que se hierve en grandes calderos. Sucre es fam oso por
sus calam ares rellenos y el arroz con chipi chipi

En postres en Palenque se elaboran con millo las alegrías de burro, el Cartagena


el fam oso pie de m an go y en Barranquilla los melones rellenos.

COSTA PACIFICA

Hay su com ida ha sido llevada al Valle, especialm ente el fresco de borojó, gui­
neo y naidí;

- Son fam osos el caldo de gazapo o camarón, la crema de huevos de pesca­


do y la colada de maíz con poleo y cangrejo
- En Sem ana Santa se consumen ciertos pescados pequeños llamados cha-
puiza, los calamares, langostinos, jaiba y tortuga
- El toyo o tiburón joven se prepara ahumado con arroz
- La albahaca, el achiote y la leche de co co se em plean com o base de mu­
chos platos

- Tam bién se consum e la cola de babilla, la guartinaja o conejo de monte y


la zorra ahumada

- Plato típico es el enyucado con co co y aliños de chocolate, las chancacas


o cocadas.

C a r a c t e r í s t ic a s d e la a lim e n t a c ió n

1. Aunque hay una riqueza y variedad de platos típicos regionales, éstos se


han convertido en platos para fechas especiales, ya que en la vida cotidiana
las gentes han adoptado una com ida en general monótona y uniforme,

162
según áreas (rural-urbana) y estratos sociales (capacidad de com pra de la
canasta familiar y variación en los hábitos alimenticios);

2. Las variaciones de esa rutina alimentaria se da en fechas especiales o para


atender a personas “importantes” ;

3. La alimentación de la vida cotidiana tiene una preparación con técnicas


simples (cocidos y asados), por problemas económ icos, hábitos y falta de
tiempo de las mujeres encargadas de esta labor;

4. En las zonas rurales la cantidad de alimentación varía cíclicamente. Es abun­


dante en épocas de cosecha y escasa en períodos de siembra;

5. El maíz es el alimento más común en la dieta de todas las regiones y por


ende, el que presenta mayor variedad en las form as de preparación y uso;

6. En la alimentación cotidiana la carne (de cualquier animal) es escasa o un


alimento especial en el caso de los estratos bajos de las áreas urbanas;

7. La base de la alimentación es más indígena en sus elem entos vegetales y


en la preparación del maíz, fríjoles, ají y cacao;

8. Después del maíz, los alimentos más consumidos son el plátano y la yuca,
la papa, el ñame, el trigo, la ahuyama;

9. El com plem ento de las comidas es el arroz, que no falta en ningún estrato
social, así com o el café y en menor grado el chocolate;

10. Si bien los cam pesinos producen leche, huevos, queso, mantequilla, frutas
y verduras, prefieren vender estos productos para el consum o de algunos
sectores medios y altos de las áreas urbanas.

ALGUNAS IDEAS ACERCA DE LOS A LIM ENTOS


Y S U S PROPIEDADES

1. La panela: da lombrices, es buena para la insolación, incita los apetitos


sexuales (Meta); afina los dientes; con yerbas es buena para la úlcera; cal­
ma el frío (Cundinamarca y Boyacá); con sebo descongestiona las vías
respiratorias (Tolim a); con aguardiente aclara la voz (Tolima, Norte de San­
tander y Magdalena); sirve para hacer sahumerio quemada con café (Toli­
m a); mejora el color y quita el hipo (Caldas); con limón es un sudorífico

163
para quitar la gripa; sirve para limpiar el estóm ago (B oyacá); sirve para
hacer guarapo (áreas rurales) y éste sirve para los pies cansados (Boyacá).

2. El plátano: da hierro (Tolima, Cundinamarca, Magdalena, Norte de Santan­


der); en harina sirve para diarreas; seco y en polvo para criar niños gordos
(Tolim a); el guineo es bueno para el estóm ago (Caldas, Tolim a); el banano
aumenta el apetito sexual (N. de Santander); banano en ayunas para las
úlceras y con agua co m o purgante (Santander); exceso de banano produce
cólico (Tolima, Caldas, Santander); con licor produce intoxicación; con es­
pecies, leche y vino fortalece el cerebro.

3. La yuca: produce anemia (Santander y Tolim a); produce hidropesía o en­


gorde (Santander); el almidón en agua y con limón cura las diarreas (Tolima).

4. El maíz: da fuerza (Tolima, Caldas, Antioquia). Pelado con lejia y ceniza


sirve para hacer las arepas o el mute y son un gran alimento (Antioquia,
Caldas, Santander, Valle y Tolim a); cocido sirve para hacer mazamorra o
sopa de m aíz (Huila, Santander, Antioquia, Caldas, Tolim a); molido con sal,
arveja, habas, papa, carne es la mazamorra de Boyacá y Cundinamarca; el
agua donde se hierve es fresca y sirve para bajar la fiebre (Tolima, Cundi­
nam arca, Santander y Norte de Santander); la mazorca es pesada para el
estóm ago (Tolim a y Meta); con panela da fuerzas a las bestias de carga
(N o rte de Santander).

5. Café: el tinto adelgaza (Tolima y B ogotá); quita el sueño (Tolim a); quita la
borrachera (casi todo el país); en polvo sobre una herida detiene la hemo­
rragia (Tolima, Norte de Santander, Cundinamarca); com er las pepas ma­
duras produce anemia (Tolim a).

6. Cacao: calm a las jaquecas, quita o da sueño (Tolima, Bogotá, Antioquia);


caliente con queso da dolor de estóm ago o calma la borrachera (Tolima)
pero es un gran alimento en Antioquia, Caldas y Bogotá; a medio hervir da
cólicos (Tolima, Huila, Caldas); en vendas o cataplasmas calma el dolor de
cabeza (Huila, B ogotá); la manteca de cacao cura las cicatrices (casi en
todo el país).

7. La carne: Fresca y a m edio asar es gran alimento (Cundinamarca, Tolima,


Huila); asada con chicha sirve para la anemia (sur del país); caldo de carne
es reconstituyente (casi todo el país excepto el Caribe donde se reemplaza
por el pescado; mala para el hígado (la de cerdo). Sur del país; vendas crudas
en la frente calman el dolor de cabeza y evitan los m orados por golpes

164
(Caldas, Huila, Tolima, Cundinamarca); caldo de pata o gelatina es recons­
tituyente (Antioquia, Caldas, Valle, Tolima, Cundinamarca); caldo de paja­
rilla es fortalecedor y estimulante sexual (B ogotá); la pepitoria o asaduras
es constituyente y afrodisíaco (Santanderes); el pescado, la tortuga, los
huevos y cabeza de pescado son alimenticios afrodisíacos y sirven contra
la esterilidad (Caribe, Pacífico, Valle, Meta, Tolima.

8. La cebolla: Es digestiva (Cundinamarca, Boyacá, Tolima, Nariño); aumenta


el apetito sexual (Norte de Santander).

9. El repollo: Da ventosidad y es pesado (Valle, Antioquia).

N ota: Esta inform ación se obtu vo de los diarios de c a m p o y de algu nas respu estas detalladas dadas
p o r los en trevistad os en cada región . Los v ie jo s son las p e rs o n a s q u e m ás c o n o c e n la dieta
tradicional y su preparación, aunque su alim ento s e s o m e te a las ca p a cid a d es e c o n ó m ic a s o a la
disponibilidad de tiem po y hábitos del pariente c o n quien viven o de la institución d o n d e se alojan.
N o obstante, la m ayoría de los viejos tiene prob lem a s dentarios q u e les im p id e co n su m ir m u ch os
alim entos, aunque estén disponibles. La m ayoria desech a la sal y los co n d im en tos p o r p rescrip ción
m éd ica , h om eop á tica o radial y m uchos lo hacen c o m o precau ción para evitar p ro b lem a s d e tensión
arterial.

165
ALG UNOS REFRANES O BTENIDOS D EL D IA R IO DE CAMPO Y QUE SON
CONSTANTEMENTE REFERIDO S POR LA POBLACION VIEJA

“A buen h a m b re n o h ay m a l p a n "
“A c a b a llo re g a la d o n o se le m ira el d ie n te ”
“A d ó n d e irá el b uey q u e n o are y la m uía q u e n o c a r g u e "
“A la m a n o d e D ios y a la p ata del D ia b lo ”
“A la m u jer c a s ta su m a rid o le b a s ta ”
“A la vejez... v iru e la s ”
“A l cura o írle la m is a y s a c a rle el c u e r p o ”
“A l q u e al c ie lo e s c u p e en la cara le c a e ”
“A l q u e fe o a m a , b o n ito le p a r e c e ”
“A m a l qu e no tie n e cura, h a cerle la cara d u ra”
“A m o r d e m a d re, q u e to d o lo d e m á s e s a ire ”
“A n te s q u e te c a ses, m ira lo q u e h a c e s ”
“A ñ o b isiesto, p ascu a m a rcial, a ñ o fata l”
“ C a d a a lc a ld e jo d e en su a ñ o ”
“ C a rn e sola n o es b a s tim e n to ”
“ C a s a r y c o m p a d ra r c a d a cual c o n su ig u a l”
“ C o n tig o pan y c e b o lla ”
“ C o n los tu yos, c o n razón o sin e lla "
“ C u a n d o la p ata se hincha, la sepultura relin ch a ”
“ C u a n d o p e le a n las c o m a d re s , s e c o n o c e n las v e rd a d e s ”
“ D el e n e m ig o , el c o n s e jo ”
“ El c a b a llo y la mujer, buen o jo han d e te n e r ”
“ El ladrón ju z g a p o r su c o n d ic ió n ”
"E l p e re z o s o trab aja d o b le "
“ El p e c a d o a c o b a rd a ”
“ El qu e a lg o q u iere, a lg o le d e b e c o s ta r”
“ El qu e c on lo a je n o s e viste en la c a lle lo d e s v is te n ”
“ El qu e da lo q u e tie n e a p ed ir s e e n s e ñ a ”
“ El qu e d ic e la verd a d n o p e c a , ni e s e m b u s te ro ”
“ El qu e n o v iv e c o m o p ien sa a c a b a d e p e n s a r c o m o v iv e ”
“ El qu e qu iere dar, n o o fr e c e "
“ El qu e v iv e d e esperar, m u ere d e h a m b re ”
“ E xcu sa no p ed id a , a c u s a c ió n m a n ifie sta ”
“ G a to c o n gu a n te s n o c a za ra to n es ”
“ La a m b ic ió n ro m p e el s a c o ”
“ La c a lle del d e s p u é s lleva a la p laza del n u n c a ”
“ L as p en a s c o n v e r s a d a s su elen s er a liv ia d a s ”
“ La m u jer h o n rad a la pata qu eb ra d a y en c a s a s e n ta d a ”

167
“ L a p rim e ra m u jer e s c o b a y la s eg u n d a s e ñ o ra "
“ L o m e jo r e n e m ig o d e lo b u e n o ”
“M ad rastra el n o m b r e le b a s ta ”
“M á s h a c e ei q u e q u iere q u e el qu e p u e d e ”
“M á s v a le s a b e r q u e h a c e r”
“ N a d a es q u erid o , si an tes n o es c o n o c id o ”
“ N o o jo en carta, ni m a n o en p la ta ”
“ N o e n s u c ie el a g u a q u e ha d e b e b e r”
“ N o h a y m ie l sin h iel”
“ N o h a y n a d a q u e d é m á s v a lo r q u e e l m ie d o ”
“ N o h a y p e o r s o r d o q u e el qu e n o q u iere o ír”
“ N o h a y p la z o q u e n o s e c u m p la , ni c u en ta qu e n o se p a g u e ”
“ N u n c a s e g u n d a s p a rtes fu e ro n b u e n a s ”
“ P ara v e rd a d e s el tie m p o y para ju sticia D io s ”
“ P ien s a m a l y a c e rta rá s ”
“ P or el d e s a y u n o s e s a b e lo q u e va a s er el a lm u e rzo ”
“ P u e rta a b ie rta al s a n to tie n ta ”
“ Q u ie n a m a el p e lig r o en el p e r e c e ”
“ Q u ie n c a n ta sus m a le s e s p a n ta ”
“ Q u ie n c o n m u c h a c h o s e a c u e s ta , c a g a d o a m a n e c e ”
“ Q u ie n e n tre la m iel an d a a lg o s e le ha d e p e g a r ”
“ Q u ie n h a c e lo q u e q u iere, n o h a c e lo qu e d e b e ”
“ Q u ie n m á s tie n e m á s q u ie r e ”
“ Q u ie n n o te c o n o z c a q u e te c o m p r e "
“ T a n to tie n e s ta n to v a le s ”
“ T ra s lad rón , b u fó n "
“ T ra s la te m p e s ta d , v ie n e la c a lm a ”
“ CJn c la v o s a c a o tro c la v o o lo a c a b a d e h un dir”
“ V e r la p aja en el o jo a je n o y n o la v ig a en el p ro p io ”

168
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171
IN T R O D U C C IO N

1. A S P E C T O S E S T A D IS T IC O S Y D E M O G R A F IC O S
DE L A V E J E Z EN C O L O M B IA ..................................................... 9
¿Cuándo com ienza la vejez en los individuos?............................... 9
Envejecimiento d em o g rá fico ............................................................ 10
Envejecimiento dem ográfico en Am érica Latina............................ 11
Envejecimiento dem ográfico en C o lo m b ia ..................................... 14
Evolución general de la población co lom b ia n a .............................. 15

2. P O L IT IC A S S O C IA L E S P A R A L A V E J E Z .................................. 21
Modelos de atención a la v e je z ......................................................... 21
Problemas relacionados con una política gerontológica................ 26
Políticas de salud y bienestar so cia l................................................. 27

3. P O L IT IC A S D E IN T E R N A L IZ A C IO N EN C O L O M B IA .............. 33
Las instituciones para viejos en C o lo m b ia ...................................... 34
Instituciones de salu d........................................................................ 36
Sistemas alternativos......................................................................... 37

4. E S T R U C T U R A F A M IL IA R , T IP O L O G IA Y D IN A M IC A ............ 39
Factores estructurales de la econom ía en los cam bios
familiares y el estatus del v ie jo ......................................................... 42
Lo rural y lo urbano: incidencia fam iliar...................................... 43
Dinámica de la participación del viejo en la fam ilia 44
Factores socioculturales y v e je z ....................................................... 47
Familia................................................................................................ 48
Trabajo y Ju bilación........................................ ;................................ 50
S alu d .................................................................................................. 52
Estilo de Vida...................................................................................... 52
Factores p sic o ló gico s........................................................................ 53
Factores socioeconóm icos................................................................ 53
Factores edu cativos........................................................................... 54
Factores am bientales......................................................................... 55

173
5. S O C IA L IZ A C IO N Y V E J E Z ............................................................ 57
Socialización primaria y estereotipos del v ie jo ................................ 58
Socialización secundaria................................................................... 59
Factores que inciden en la socialización del v ie jo ........................... 60

6. A C T IT U D E S S O C IA L E S , E C O N O M IC A S Y C U L T U R A L E S
A N T E E L E N V E J E C IM IE N T O ........................................................ 67
Definición cultural de la vejez y del com ienzo de la senectud 67
Criterio cultural de la vejez en C o lo m b ia ......................................... 67
Actitudes ante el envejecim iento...................................................... 72
Características ideales de la vejez en C o lo m b ia .............................. 75
Actividades de los viejos en C o lo m b ia ............................................ 81
Actividades de la vida cotidiana de los viejo s.................................. 89

7. T R A T A M IE N T O S O C IO C U L T U R A L
A L O S V IE J O S EN C O L O M B IA ................................................... 101
Respeto a los viejos en la familia y en la sociedad.......................... 101
Cuidado del viejo en la familia y en la sociedad .............................. 103
Obediencia a los viejos...................................................................... 108
Explotación de los viejos................................................................... 109
Sostenim iento de los v ie jo s .............................................................. 113

8. R E L A C IO N S O C IE D A D , C U L T U R A Y V E J E Z ............................ 115
Trabajo y V ejez................................................................................... 115
Religión y V e je z .................................................................................. 119
Política y V ejez.................................................................................... 123
Recreación y V ejez............................................................................. 129
Com unicación y V e je z ....................................................................... 132
Salud y V e je z ...................................................................................... 133
Comunidad y V e je z ............................................................................ 138

9. R E F L E X IO N E S Y S U G E R E N C IA S ............................................... 141
El problem a d e m o g rá fic o ................................................................. 141
Características de la población vieja co lo m b ia n a ........................... 141
Tipos de viejos en Colom bia............................................................. 143
Legislación sobre seguridad s o c ia l................................................. 143
Propuestas para una política geron tológica.................................... 145
A N E X O 1. M E T O D O L O G IA .......................................................... 149
A N E X O 2. A L G U N O S M O D E L O S A L IM E N T A R IO S ................ 157
Algunos refranes constantemente referidos por la población vieja 167
B IB L IO G R A F IA ................................................................................ 169

174
Fam ilia y Vejez es la segunda edición
fusionada y revisada de las publica­
ciones tituladas: F am ilia y Vejez en
C o lo m b ia , P e rs p e c tiv a s a ñ o 2 .0 0 0
(1990) y Aspectos Socioculturales de la
Vejez en C olom bia (1991), resultado
de la investigación que sobre el tema
fue financiada p o r Colciencias y la
Universidad Nacional. En dicha inves­
tigación, participaron en calidad de
auxiliares los estudiantes de últim o
semestre de la carrera de antropolo­
gía durante dos promociones. Varios
de ellos elaboraron su tesis de grado
sobre aspectos diferentes relaciona­
dos con esta temática.
Com o asesora de Colciencias duran­
te 1990, la autora dirigió la investiga­
ción publicada p o r esta entidad con
el título: Ciencias Sociales en C olom ­
bia 1991.
Por tales motivos, la autora hace es­
pecial reconocimiento a Colciencias,
así com o a las directivas, colegas y
estudiantes del D e p a rta m en to de
A ntropología de la Universidad Na­
cional durante ese período.

I
F a m ilia y Vejez es el resultado de una investi­
gación para exam inar la m agnitud del cam bio
dem ográfico colom biano y sus implicaciones
para la política social y para el sistem a de se­
guridad social del país.
En él se describen y analizan los cam bios en la
estructura poblacional, su evolución y sus efec­
tos sobre las políticas sociales y sobre el siste­
m a de seguridad social, y se presentan algu­
nas políticas sociales relacionadas con la po­
blación vieja para tener un punto de referen ­
cia internacional.
El an álisis d e las p o lític a s d e in stitu c io -
nalización de las personas viejas en C o lom bia
da parám etros para su evaluación, con el fin
de adecuarlas a las nuevas realidades familia­
res y sociales del pais y a las expectativas de
una población envejeciente que reclam a m a ­
yor autonom ía, pero que requiere una aten­
ción especializada.
Tam bién se enuncian los cam bios en la estruc­
tura familiar colom biana, las nuevas tipologías
fam liares y su dinámica, para entender las m o­
dificaciones op eradas en la responsabilidad
del cuidado de los viejos por p a rte de las nue­
vas generaciones y en el papel que la nueva
famlia asigna a los abuelos. Esto significa que
en este libro, el análisis de la transform ación
fam iliar es esencial para com pren der la reali­
dad de la vejez de hoy y del futuro.

FAMILIA
¥ VEJEZ

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