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El diagnóstico de la estructura: la localización subjetiva

Por Hernando Bernal

En el psicoanálisis lacaniano, el diagnóstico de las estructuras clínicas -neurosis, perversión y


psicosis- no se hace en base a la observación de los síntomas, sino que abarca fundamentalmente
la posición del sujeto o la localización subjetiva, la cual no se hace en base a la objetividad, es decir,
como ya se indicó, en base a los síntomas que se observan -no es, como la psiquiatría, una clínica
de la mirada-, sino que, cuando se hace un diagnóstico en el psicoanálisis, el sujeto es una referencia
ineludible (Miller, 1997), es decir, que lo más importante en la clínica psicoanalítica es la posición
que asume el sujeto frente a sus síntomas o su malestar.
Así pues, el diagnóstico de la estructura no se hace en base a los síntomas del sujeto, sino en base a
la posición que él tiene frente a ellos. Los síntomas en la neurosis, los fenómenos elementales en la
psicosis y los actos perversos en la perversión, por supuesto que se tienen en cuenta, sobretodo en
estas dos últimas estructuras, pero el diagnóstico de la estructura clínica, como ya se indicó, también
abarca la posición subjetiva del sujeto. Así pues, es muy distinto un neurótico obsesivo que delira,
que el delirio de un sujeto que se siente perseguido por extraterrestres; es muy distinta la
homosexualidad de un sujeto con una estructura perversa, a la conducta perversa de un neurótico
que sufre por ser homosexual. Resumiendo: no son los síntomas los que hacen la estructura, sino la
estructura la que le da cabida o no a determinados síntomas.
Las estructuras clínicas no se recubren entre ellas. Esto quiere decir que un sujeto neurótico no
puede ser psicótico, y un sujeto con una estructura perversa no puede pasar a ser un neurótico -No
se enloquece el que quiere, sino el que puede-. Tampoco un sujeto neurótico tiene una parte
psicótica y otra parte perversa, como tampoco se trata de convertir a un psicótico en neurótico,
como si fuese mejor ser neurótico que loco. Las estructuras de subjetivación o constitución subjetiva
de un sujeto, no cambian con el tiempo; son fijas y para toda la vida. Esto significa, entonces, que
un psicótico es incurable, que no puede dejar de ser un loco, así como un sujeto con una estructura
perversa, será perverso toda su vida.

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Sobre la técnica psicoanalítica.
Por Hernando Bernal

Siempre es pertinente preguntarse por la técnica psicoanalítica, es decir, por el qué hacer cuando
se recibe a un paciente en el consultorio. Lo primero que hay que tener en cuenta es que “no hay
ningún punto técnico en el análisis que no se vincule con la cuestión ética” (Miller, 1997, p. 13). En
al análisis las cuestiones técnicas son siempre cuestiones éticas por una razón muy precisa: porque
el análisis va dirigido al sujeto. Como bien lo dice Miller, “la categoría de sujeto no es una categoría
técnica” (1997), sino una categoría ética.
En la experiencia psicoanalítica de orientación lacaniana, no hay estándares ni patrones, pero sí hay
principios de la práctica, los cuales se transmiten fundamentalmente a través del propio análisis y
de la supervisión de los casos clínicos (Miller, 1997), pero también es importante hacer el esfuerzo
de hacer transmisión de dichos principios formalizándolos en la teoría. Esto abarca tanto desde
cómo se recibe a un paciente, hasta cómo es un final de análisis; desde que se hace con la demanda
del paciente, hasta cómo se tramita la transferencia.

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Miller (1997) plantea tres niveles para la entrada en análisis: la avaluación clínica, que abarca un
diagnóstico preliminar de la estructura clínica del sujeto que demanda un análisis, es decir, si se
trata de un neurótico, un perverso o un psicótico o prepsicótico; la localización subjetiva del sujeto,
es decir, la posición que el paciente asume en su relación con su queja y sus síntomas; y la
introducción al inconsciente, que tiene que ver con cómo el analista contribuye en el aprendizaje,
por parte del paciente, del bien-decir, es decir, de cómo aproxima al paciente a decir lo que desea.
Así pues, la localización subjetiva no es sólo una avaluación de la posición del sujeto, sino también
un acto ético del analista, en el que hay una reformulación de la demanda del paciente, un
cuestionamiento de su deseo y una rectificación subjetiva. La rectificación subjetiva, uno de los
aspectos más importantes en el momento de entrar en análisis, consiste en pasar de quejarse de
los otros, para empezar a quejarse de sí mismo. Por lo general, la posición “normal” de todo sujeto
neurótico, es quejarse de los demás. El acto analítico consiste en “implicar al sujeto en aquello de
lo que se queja, implicarlo en las cosas de las cuales se queja” (Miller, 1997, p. 70).
Entre los principios que rigen la práctica clínica psicoanalítica están: estudiar el saber clínico y
utilizarlo en la experiencia –lo cual abarca el diagnóstico en base a las estructuras clínicas–; es
esencial localizar el sujeto de la enunciación –y distinguirlo del sujeto del enunciado–; no
comprender al paciente –lo que se denomina principio de comprensión–; y cansar al deseo del
sujeto –lo que es una política del psicoanálisis–.

Diagnóstico psicoanalítico y localización subjetiva


María Consuelo Ruiz Pérez

Se puede afirmar que el análisis no es solamente un método. Sin embargo la experiencia juega un
papel importante ya que el diagnóstico está constituido no solo por la objetividad del analista sino
también a nivel del sujeto.
Para ser Lacaniano es preciso estudiar clínica, el saber clínico, y utilizarlo en la experiencia. Como
frases presentadas por los Lacanianos se puede mencionar:

- “No tengo maestro, no tengo Dios” y de allí se encamina lo de cultivar la ignorancia llamado LA
DOCTA IGNORANCIA.
- Para ser Lacaniano es preciso estudiar la clínica, el saber clínico y utilizarlo en la experiencia.
- Lacan menciona que fundado en el discurso analítico, solo existe el tipo clínico llamado “Histeria”,
y que los otros tipos clínicos vienen de la psiquiatría.
La DOCTA IGNORANCIA se refiere a la ignorancia de alguien que sabe cosas pero que
voluntariamente ignora hasta cierto punto su saber para dar lugar a lo nuevo que va a ocurrir.

Se identifican unos puntos específicos para poderse llamar Lacanianos:

- Rechazar a la IPA
- No tengo maestro, no tengo Dios
- Docta ignorancia
- Estudiar la clínica y utilizar la experiencia

“EL SUJETO SUPUESTO SABER NO SE CONSTITIYE A PARTIR DEL SABER SINO A PARTIR DE LA
IGNORANCIA”.

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En el texto de Miller se distinguen tres niveles en el análisis: el nivel de la avaluación clínica, el de la
localización subjetiva y el de la introducción al inconsciente, vinculando los dos primeros niveles a
la subjetivación y los dos últimos a la rectificación. El paciente es considerado como un candidato y
el analista es el jurado.
En el análisis, la cuestión del derecho es esencial, mucho más que la cuestión de los hechos. En
general las personas que buscan el análisis se sienten “mal-hechos”. Esto se dice que es propio de
la condición humana. Son los neuróticos los más afectados por este sentimiento.
Los neuróticos pueden negarse a abandonar las cosas que le impiden gozar porque,
inconscientemente no tiene derecho a eso. Intensifican la cuestión sobre el deseo se preguntan por
él. Por el contrario el perverso el goce resuelve las cuestiones del deseo, goza y sabe todo acerca
del goce.
Comenta Miller en el texto el significado de CASTRACIÓN SIMBÓLICA como subjetivación de la falta
del pene en la mujer (penis-neid) envidia del pene.
El sujeto en la clínica es un sujeto de derecho. La ética del psicoanálisis es la que constituye, en la
experiencia analítica, al sujeto.
En relación con la LOCALIZACIÓN SUBJETIVA Wilhelm Reich resaltó la importancia para el analista
de la observación de la conducta de una manera más baja, lo esencial es lo que el paciente dice,
separarse de la dimensión de lo hecho, y entrar en la dimensión de lo dicho aproximándose a la
dimensión de derecho.

- Como siguiente paso es preguntarse la posición que toma aquel que habla con relación a sus
propios dichos.
- La localización subjetiva introduce al sujeto en el inconsciente.
- La caja vacía del sujeto: distingue entre el dicho y una posición con relación al dicho, siendo esta
posición el propio sujeto.
- Freud dice, la negación es como un índice del inconsciente.
- La relación del neurótico con el deseo, es que no lo puede aceptar sin la marca de la negación
sobre este.
- El camino de la cura es saber lo que se debe o no tomar en serio en el análisis.

En la atribución subjetiva el analista no puede saber lo que el otro realmente demanda. Ya que se
puede hacer una demanda de análisis a través de una medicación; una demanda de supervisión,
una invitación al analista para hablar, una conferencia, puede ocultarse una demanda de análisis.
“En cada cadena significante se sitúa la cuestión de la atribución subjetiva” lo que lleva a uno de los
principios mencionados “No hay una sola cadena significante sin que se plantee la cuestión del
sujeto, de quien habla, y desde que posición habla”.

La modalización del dicho es otro factor importante en el análisis, en las entrevistas preliminares
hay una función del analista, la función del malentendido. A veces el paciente busca un analista para
saber si alguien puede entender lo que dice. La pregunta clave que debe hacer el analista a su
paciente es “PERO… ¿QUÉ QUIERE DECIR USTED CON ESO?”. Solamente esta pregunta introduce a
la dimensión del Sujeto supuesto Saber ya que se le da a entender al paciente que no se le entiende
a causa de cualquier simpatía, así se introduce al sujeto en el hecho de que él mismo no se entiende.
“NADIE ME ENTIENDE”.

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Sobre la localización subjetiva
Margarita Vélez

Para determinar la localización subjetiva del paciente es esencial tener en cuenta lo que dicho
paciente dice, ”lo que significa separarnos de la dimensión del hecho para entrar en la dimensión
del dicho, que no está muy lejos de la dimensión del derecho” (Miller, p. 38). Pero además de eso
se hace necesario preguntarse por la posición que toma aquel que habla con relación a sus propios
dichos, es decir identificar la enunciación.

Una manera que permite ver la posición subjetiva y de esa manera marcar el valor del dicho es
identificar la modalización del dicho, en las palabras que el sujeto usa para referirse a algo, ya que
todas esas palabras indican la posición que el sujeto asume ante él.

Es importante entonces distinguir entre el dicho y la posición que asume el sujeto con relación al
dicho. “como principio del método, es imperativo para el analista distinguir siempre el enunciado
de la enunciación y paralelamente, el dicho del decir. Una cosa es el dicho, el dicho como hecho, y
otra lo que el sujeto hace con lo que dice” (Miller, p. 44).

Lacan plantea que “en cada cadena significante se sitúa la cuestión de la atribución subjetiva”,
esto lo explica Miller con las siguientes palabras: “No hay una sola cadena significante sin que se
plantee la cuestión del sujeto, de quién habla, y desde qué posición habla”. (p. 50), pero además
Miller plantea que cada palabra que el sujeto expresa, es en realidad la repetición del discurso del
Otro, es una cita. Se formula además que hablamos modificando constantemente la posición del
sujeto…

CUESTIONES TÉCNICAS DESDE EL INICIO DE UN TRATAMIENTO


Brunetti, Marcela
UBACyT, Facultad de Psicología, Universidad de Buenos Aires

RESUMEN Partimos de la idea que las cuestiones técnicas en la clínica psicoanalítica implican una
posición ética; y esto se pone en juego a partir de las primeras entrevistas. Nos serviremos de un
caso clínico tomado de la práctica hospitalaria para dar cuenta de la hipótesis planteada líneas
arriba, es decir: la lógica de un caso se puede establecer desde las primeras entrevistas, por lo
tanto la transmisión de la práctica del psicoanálisis con la comunidad científica - en este caso,
hospitalaria- se torna posible. La viñeta es un recorte de lo que se podría ubicar dentro de la
clínica de las patologías actuales, ya que se trata de un caso de trastornos de alimentación. Se
abordará también, siguiendo la conceptualización de J. A. Miller en el libro “Introducción al
método psicoanalítico”, el tema de la implicación subjetiva en los inicios del tratamiento. Palabras
clave Trastornos Alimentarios Implicación Técnica
ABSTRACT TECHNICAL ISSUES SINCE THE BEGINNING OF THE TREATMENT Technical issues, in
psychoanalysis, involve an ethical position since the beginning of the treatment. Based on a case -
taken from the hospital practice- we will settle the logic of the technique to enable the
transmission of the psychoanalysis to the scientist community. The vignette is a case of eating

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disorder. We will follow, as well, the psychoanalytic concept related to subjective implication,
involved since the beginning of the treatment Key words Eating Disorder Implication Technique
Tal como lo plantea Miller en “Introducción al método Psicoanalítico” (Miller, 2001)[i], la ética se
juega desde el inicio de un tratamiento, en tanto las cuestiones técnicas implican una posición ética.
Daremos cuenta en el presente escrito sobre algunas cuestiones técnicas que nos han permitido
pensar la lógica del caso clínico en las primeras entrevistas. Nos serviremos de un caso Hospitalario,
una paciente a quién llamaremos Carolina. LA ENTREVISTA DE ADMISION Según Miller, en el texto
que venimos mencionando, el primer pedido es la demanda de ser admitido como paciente. El
candidato a paciente se presenta avalando su síntoma, y el analista, al autorizar la auto-avaluación
(en tanto aval), ya está, podríamos ver si es así en el caso clínico que nos convoca, en posición de
analista. En esta línea es que habrá que ubicar si el haber aceptado a Carolina en la entrevista de
admisión del Hospital tendría estatuto de acto analítico. En la mencionada entrevista había dos
psicólogos y dos médicos (residentes en psiquiatría). Ella vino buscando tratamiento psiquiátrico,
quería, en sus propios términos: “alguna medicación que me sirva”, y el equipo de admisión decidió
que el tratamiento que se le iba a ofertar -por el momento consistía en psicoterapia individual, de
frecuencia semanal. Se descarta, por el momento, tratamiento psiquiátrico. En su demanda había
una franca orientación hacia la medicación. Entonces, psicoterapia sí; psiquiatría, por ahora, no.

MOTIVO DE CONSULTA
Parece haber una cuestión que indudablemente la mueve a consultar: “hace siete años que estoy
con una relación, bah… ahora no estamos juntos, pero yo estoy re pendiente, igual, como si
estuviera con él. En este último tiempo siento que estoy volviendo a caer en sus garras, y quiero
evitarlo, por eso vengo, desde que estoy con él engordé 35 kilos, ya llego a 100 y yo antes siempre
fui laca, estoy desesperada.”. Habla sobre esta relación, se trata de un hombre que está casado y se
refiere a él como “un psicópata”. Ahora bien, en principio Carolina avala como síntoma el no saber
cómo hacer para “despegar de él”, trabajan juntos y ella se quiere ir del espacio laboral, aunque
hace siete años que “da vueltas” y no lo hace. También ha cambiado un sinfín de veces de número
de celular, para que él no la pueda encontrar. Si bien muestra cierto enojo con este hombre por sus
promesas incumplidas, lo que aparece recurrentemente en la entrevista es el “soy una estúpida”.
Volveremos sobre esto.
Es una paciente que relata historias en detalle, metonímicamente. En las primeras entrevistas fue
muy difícil poder cortar algo de esto.
Si bien no nos detendremos acá porque excede el marco del presente escrito, cabe mencionar que
uno de los objetivos de las entrevistas preliminares, tal como lo plantea Miller, es ubicar el
diagnóstico. Ubicamos a la paciente bajo un diagnóstico estructural correspondiente al campo de
las neurosis, ya que no se han observado fenómenos elementales en su presentación y sus síntomas
parecen estar abrochados bajo el Nombre del Padre.
“La avaluación clínica no está constituida en la objetividad. (…). En esta perspectiva el sujeto es una
referencia ineludible” (Miller 2001)[ii], para esto es importante separarnos de la dimensión del
hecho para entrar en la dimensión del dicho. Lo importante con esto es cuestionar la posición que
toma aquel que habla con relación a sus propios dichos. Entonces, a partir de los dichos, localizar el
decir del sujeto. Ver la posición que quien enuncia toma con respecto al enunciado. Y acá nos
ocuparemos del “soy una estúpida”.

SINTOMA DE INICIO E INDICADORES DE RESPONSABILIDAD SUBJETIVA


“Para pasar de la avaluación clínica a la localización subjetiva, hay que ubicar la subjetivación.”
(Miller 2001)[iii] ¿Qué queremos decir con esto, en el caso que nos convoca?

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Recordemos que Carolina habla, prácticamente sin pausa, de situaciones en las que ella se siente
una estúpida, y los otros (su amante “G” y su madre) son los “manipuladores y garcas”, y ella no
sabe cómo pararlos. Dice: “los sufro pasivamente”.
De a poco, en las entrevistas siguientes, parece haber un movimiento:
Relaciona rasgos de G. con su madre y empieza a ubicar su posición ante ambos. Cuando dice “me
ofrezco como blanco de ellos” parece esbozarse alguna dificultad que le concierne. No es lo mismo
decir “me atacan porque son unos manipuladores”, que decir: “me ofrezco para que me ataquen”.
Habrá que ver que estatuto tendrá esto último. ¿Se podrá pensar como el síntoma de inicio? Parece
que dice algo sobre la posición de goce del sujeto, aunque recién comienza. Pero algo del sujeto
empieza a emerger, y por lo tanto sería posible pensar en algún indicador de por dónde vendrá a
armarse (si es que se arma) algo de la responsabilidad subjetiva de la paciente. Parece tener, dentro
de su neurosis, un fantasma algo masoquista. De ahí la importancia de esta localización de ofrecerse
para el ataque. Parece ser que algo de los significantes primordiales están empezando a resonar.
Claro que todo esto no fue sin intervenciones del analista.
Esto podría pensarse como subjetivación para acceder a la localización subjetiva, continuando con
Miller. La localización subjetiva introduce al sujeto en el inconsciente, operación que no es sin la
transferencia y la posición del analista.

INDICADORES DEL LAZO TRANSFERENCIAL Y POSICIÓN DEL ANALISTA


Las intervenciones fueron orientadas, desde las primeras entrevistas, hacia ubicar algunos
significantes primordiales que comandaban la vida del sujeto, por supuesto, sin estar de ello
advertida. Dice Miller “… la puntuación justa depende de cómo el analista ija la posición subjetiva.
No hay palabra más especial que la que dice el analista para ijar la posición subjetiva. Se puede, en
ese punto reconocer una palabra de verdad” (Miller 2001)[iv]. Continúa el texto marcando qué es
lo que se debe tomar en serio, y que es lo que no. Estamos de lleno en un terreno que incumbe a la
responsabilidad del analista. Poder localizar algo de la posición del sujeto de entrada.
Hubiese sido un error seguir escuchando los dichos de la paciente relacionados a todas las
“maldades que le hacen”, sin ubicar allí su posición. El efecto de esto hubiese sido un impedimento
a la localización subjetiva, hubiese implicado cierto consentimiento por parte del analista a dejar al
sujeto afuera. El tema, de entrada, es no rechazar al sujeto, sino rechazar la formulación de la
demanda tal como venía. Si la localización subjetiva consiste en hacer aparecer una caja vacía donde
se inscriben las variaciones de la posición subjetiva, es necesaria la concomitante posición de no
comprensión por parte del analista, para que pueda operar cierto vaciamiento de sentido.
Continuando con lo planteado por Miller, la localización subjetiva no es sólo una avaluación de la
posición del sujeto, sino también un acto del analista, un acto ético. Si pensamos que el analista
dirige al paciente al encuentro con el inconsciente, las entrevistas preliminares constituyen una
rectificación subjetiva, apuntan a transformar a la persona que vino en un sujeto.
Recordemos que mientras surge en estas entrevistas la cuestión de ofrecerse como blanco para el
ataque del otro, C. conmovida por esto, pide alguna entrevista extra -cuestión que podemos ubicar
como un indicador transferencial-, que le es concedida. Hay un pasaje desde el dicho: “son unos
desgraciados y yo no se cómo hacer para abrirme” hacia la lástima que le provocaba su madre, el
cuidado que siente por parte de G. hacia ella cuando le regala una estufa o la ilusión de cuando
fueron juntos a elegir los pisos para el departamento de Carolina. Aparece en su relato la “cara
tierna” (tomo este significante en relación a un sueño) de G. y de su madre. Personajes que se tornan
algo más ambiguos en su discurso. Allí trae un sueño -formación del icc dirigida al analista, indicador
de transferencia en una cara simbólica-: “soñé con víboras, que venían a mi cama y me intentaban
atacar, yo tenía un miedo fatal, y de pronto a una le veo la cara, y tenía cara de un perrito de peluche,
una dulzura. Ahí me desperté”.

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Y dice: “es esto, de saber que no me puedo correr de ese lugar de maltrato en el que cada uno de
ellos me deja, porque de a ratos veo como son en la realidad, y después espero que cambien…”
En las entrevistas siguientes, Carolina hablará de otras cosas, no sólo de G, su madre y los maltratos.
Algo del sujeto comienza a despuntar: habla de los momentos en los cuales realiza alguna
sobreingesta, y lo relaciona con lo estragada que queda al irse de la casa de su madre, y también al
hecho de sentirse sola. Dice: “es como que me doy cuenta que yo me condeno a estar sola. Todo
me lo imagino sola, viajar, vivir, todas mis amigas están casadas, y yo siempre sola. Ni me puedo
imaginar con alguien.” Algo ocurre acá que Carolina en lugar de hablar “vorazmente”, o de reírse
casi ridículamente -como lo hizo en las anteriores entrevistas-, llora. Lo hace por primera vez en el
tratamiento, y es en ocasión de hablar de la soledad que siente. Cierto vaciamiento de lo que traía
al inicio parece estar operando. Algo de la feroz demanda materna parece que se está desarmando
para poder hacer algo, también, con su sobrepeso. Estos kilos de más, tal como trabajaremos unos
párrafos adelante, parecían tener un lugar de puro ofrecimiento para que su madre la goce, y en
alguna medida esto le dio consistencia fantasmática.
Ahora bien, a partir del sueño y el movimiento subjetivo mencionado, puede haber cierta
rectificación, que no es sin apertura del inconsciente. No obstante, no nos animamos aún a darle
estatuto de síntoma analítico a esto, ya que fue en las últimas entrevistas, y habrá que ver après-
coup el lugar que esto ocupa en la economía libidinal del sujeto. Preferimos ser cautelosos. Sí
podemos afirmar que es un indicador de lazo transferencial y que estamos ante un sujeto con cierta
decisión ética de querer saber de qué se trata todo esto.

LA OBESIDAD
La obesidad es algo muy visible en Carolina, ha realizado tratamientos para adelgazar, grupales e
individuales, pero no han tenido efecto. Siguiendo a Recalcatti en su texto “El demasiado lleno de
la obesidad”, pensaremos algunas cuestiones pertinentes a la obesidad y al caso que nos convoca.
El autor, al hablar de esta patología, insiste con el término “vergüenza”, y parece pertinente
considerar la presencia de este significante en el discurso de Carolina. La avergüenza comer delante
de otros, salir con ese cuerpo engordado, “mostrarse”. Dice: “imagínate que esto, todo lo que como,
lo cuento acá nada más, no puedo sentirme más patética con todo esto, yo sé que si adelgazo
empiezo a salir, pero así ni me muevo…”, luego: “casi me pongo a llorar con el médico cuando me
dijo que había pasado los 100 kilos, pero de la vergüenza”. Relacionaremos el tema del Ideal y la
posición de Carolina. Si el exceso presente en la obesidad deja a la vista el fondo indomable de lo
real acéfalo de la pulsión, como un empuje hacia un goce mortífero, que, en líneas generales
“persigue más la angustia del otro que su deseo” (Recalcatti, 2003)[v]. Ahora bien, sabemos que la
clínica del psicoanálisis es la clínica del “uno por uno”, y en Carolina esto cobra un valor particular.
Su sobrepeso parece calmar a G. Ante una escena de celos por parte de él, ella le responde:
“quédate tranquilo que estando como un chancho no me da bola nadie, y aparte yo no voy a ningún
lado estando así”. Ponemos el acento en el “quédate tranquilo”, la obesidad lo protege a G. de los
riesgos de que ella conozca a otro hombre. Dice: “el caradura me dice que le gusto así como estoy,
no lo puedo creer… sabe que no puedo estar con nadie más que con un enfermito como él estando
que así que exploto”. Se podría pensar que el uso subjetivo de este cuerpo gordo es una modalidad
de interrogación histérica del deseo del Otro. Carolina comprueba así su valor como sujeto más allá
de la función de objeto de su cuerpo. La lógica entonces sería: el objeto obeso estaría destinado a
generar rechazo en los otros, y aparece entonces la excepción: menos en G, para quien la obesidad
de Carolina conlleva cierta garantía de que ella está sólo para él.
Agregamos a esto la cuestión más perversa de la madre, que le dice que está gorda como un
chancho, pero le deja pizzas en su heladera. Vale mencionar que Carolina se desmarca de la serie
de los hermanos, es la única profesional, la única que no se casó ni tuvo hijos… diferencia que tiene

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un costo y es vivida por ella tal como lo dijo en una entrevista “mi familia rechaza mi forma de ser,
me desvalorizan”.
De algo sí está advertida la paciente, y es del rechazo que causa afuera del mundillo de estos
personajes, por eso no sale de su casa y se queda comiendo, hasta sentirse mal! Cabe aclarar que
fue difícil para la analista introducir cortes en esta modalidad. Como se dijo, el relato estaba muy
pegado a lo cotidiano, y ha sido una tarea ardua poder ubicar su posición de goce.
Algo parece haber ocurrido luego de la visita al médico. La paciente se asustó por el tema de haber
pasado los 100 kilos, y por estar hipertensa. Recalcatti sostiene que como en la anorexia, el cuerpo
obeso es también un cuerpo con riesgo de muerte. Sostiene que no es solamente un evento del
lenguaje, sino un evento somático que atañe a lo real del cuerpo. Lo llama “dificultad de acceso al
metabolismo simbólico” (Recalcatti, 2003)[vi], precediendo a las dificultades del metabolismo
fisiológico. El autor relaciona estas dificultades con algo que se mencionó como un rasgo, una
modalidad de presentación característica de Carolina: el pensamiento concreto-operativo como
efecto de una separación personal entre los afectos y las ideas. En otros términos, podemos decir
que se trata de una tendencia al aplastamiento de la palabra sobre la actualidad cotidiana, algo así
como una palabra vacía separada del ser del sujeto, como una inadecuación general de lo simbólico
para interferir en lo real del cuerpo.
Sostenemos que el cuerpo de Carolina no ha podido traducir un conflicto psíquico en un síntoma.
Tal como se relata en la presentación del caso, esto es un observable clínico en la paciente. La
palabra parece no tener incidencia en el cuerpo. Igualmente, no es un dato menor tener presente
el valor que toma el sobrepeso en la relación con G, cuestión que nos hace de brújula para pensar
el estatuto libidinal de su gordura. Y es ocasión esto para ubicar lo que Recalcatti llama “la
imposibilidad del rechazo” en la obesidad (en contrapartida con la anorexia, que sí rechaza). A partir
de la lectura del caso, leemos la insistencia de Carolina en la dificultad de decir: -no! -ante G, su
madre, su familia- y es bajo esta perspectiva que pensamos la obesidad de C, del lado de la
alienación. Sujeto que aparece atrapado por la demanda del Otro.: “pesantez del sujeto como
objeto del Otro” (Recalcatti 2003)[vii] y Carolina lo expresa así: “hacen conmigo lo que quieren”.
Para concluir diremos que, si bien, este recorte es de los inicios del tratamiento e inserto en un
dispositivo hospitalario, se puede, desde el psicoanálisis, dar respuesta a cierta presentación de
patologías actuales -en este caso trastornos de alimentación-, y articular la técnica con la posición
ética desde el inicio y dar cuenta de ello en términos transmisibles a la comunidad científica.

NOTAS
[i] Miller, J.: Introducción al método psicoanalítico. Eolia-Paidós, Bs. As., 2001. Pág. 13
[ii] Op. Cit. Pág. 34
[iii] Op. Cit. Pág. 34
[iv] Op. Cit. Págs. 50-51
[v] Recalcatti, M.: El demasiado lleno de la obesidad, en Clinica del vacío. Anorexias, dependencias,
psicosis. Pág. 275. Ed.Sintesis, Madrid, 2003
[vi] Op. Cit., Pág. 280
[vii] Op. Cit. Pág. 286
BIBLIOGRAFÍA
Donghi, A.: “Innovaciones de la practica II: Anorexias, bulimias, obesidad”. JC Edic, Bs.As.,2007.
Lacan, J: “El tiempo lógico y el aserto de certidumbre anticipada. Un nuevo sofisma”, en Escritos 1.
Siglo XXI Ediciones, Bs.As., 2008.
Miller, J.A: Introducción al método analítico, Eolia-Paidós, Bs. As., 2001.
Recalcatti, M.: La ultima cena: Anorexia y bulimia. Ed. Paidós, Bs. As., 2008
Recalcatti, M: Clinica del vacío. Anorexias, dependencias, psicosis. Ed.Sintesis, Madrid, 2003

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