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Julio César Amado

II – Conferencias de Introducción al
Psicoanálisis.
Lección I - Introducción.

El psicoanálisis constituye un especial tratamiento de los enfermos de la neurosis y sus caracteres


esenciales son en un todo diferente de las ramas de la medicina y a veces resultan opuestos.

Al someter a un neurótico al tratamiento psicoanalítico procedemos de muy distinta forma, le


enteramos de las dificultades que el método presenta, de larga duración y de los esfuerzos y
sacrifico que exige; y no se puede prometer nada con seguridad y que el éxito dependerá de su
comportamiento, inteligencia, obediencia y su paciente sumisión a los concejos del médico.

Primera Dificultad: surge en lo relativo a la enseñanza, al entrenamiento del psicoanálisis.

En la enseñanza médica están acostumbrados a ver directamente aquello que el profesor les habla
en sus lecciones. Hasta en la psiquiatría, la observación directa de la conducta del enfermo,
proporciona un numeroso acervo de datos.

En el psicoanálisis, el tratamiento aparece como un intercambio de palabras entre el paciente y


el analista. El paciente habla, relata los acontecimientos de su vida pasada y sus impresiones
presentes, se queja y comienza sus deseos y sus emociones. El medico escucha, intenta dirigir los
procesos mentales del enfermo, le moviliza, da a su intención determinadas direcciones, le
proporciona esclarecimiento y observa las reacciones de comprensión o rechazo que de esta
manera provoca en él.

Las palabras forman parte de la magia y conservan todavía en la actualidad algo de su antiguo
poder. Por medio de las palabras puede un hombre hacer feliz o llevarle a la desesperación;
transmite uno conocimientos a los otros y arrastra tras de sí el orador a sus oyentes, determinando
sus juicios y decisiones. Las palabras provocan efectos emotivos y constituyen el medio general
para la influenciación reciproca de los hombres. No podremos desperdiciar el valor que tendrán en
la psicoterapia, y asistiremos en calidad de oyentes a las palabras que transcurren entre el
analista y sus pacientes.

La conversación que constituye el tratamiento analítico es absolutamente secreta y no tolera la


presencia de una tercera persona. La información imprescindible para el análisis no las dará más
que al médico. El paciente enmudecerá en el momento en que al lado del médico suja una tercera
persona indiferente. Lo que motiva esta conducta es aquella información que se refiere a lo más
íntimo de su vida anímica, todo aquello que como persona social tiene que ocultar a los ojos de los
demás, y aparte de esto, a todo aquello que ni siquiera querría confesarse a su mismo.

Así que no se puede asistir a un tratamiento psicoanalítico, solo como oyentes; selo se puede
conocer el psicoanálisis de oídas. Este aprendizaje no es fácil, se aprende por el estudio de la
propia personalidad, estudio que se puede denominar como autobservación.

 El psicoanálisis aparece como un intercambio de palabras entre el analista y paciente.


 Asistiremos en calidad de oyentes a las palabras que transcurren entre el analista y sus
pacientes.
Julio César Amado

II – Conferencias de Introducción al
Psicoanálisis.
 La conversación es absolutamente secreta y no tolera la presencia de una tercera
persona.

Segunda Dificultad: depende de los hábitos mentales que se adquieren en el estudio de la


medicina.

La preparación en medicina da a nuestra actividad mental una determinada orientación, que la 1


aleja del psicoanálisis. Se tiene por habito interesase en causas anatómicas las funciones orgánicas
y sus perturbaciones y explicarlas desde el punto de vista físico y químico; pero nunca ha sido de
interés dirigir estas perturbaciones a la vida psíquica. El resultado de esta preparación nos pide
desconectarnos de la disciplina mental psicológica que ya están acostumbrados a mirar con
desconfianza, negándole su carácter científico.

En medicina, la psiquiatría se ocupa de describir las perturbaciones psíquicas por ellas observadas
y de reunirlas formando cuadros clínicos; Los síntomas que integran estos cuadros clínicos nos son
desconocidos en los que respecta su origen, su mecanismo y su reciproca conexión y no
corresponden a ellos ningunas modificaciones visibles del órgano anatómico del alma. Tales
perturbaciones anímicas no podrán ser accesibles a una influencia terapéutica más que cuando
constituyan efectos secundarios de una cualquier afección orgánica.

Es esta laguna la que el psicoanálisis se esfuerza en hacer desaparecer intentando dar a la


Psiquiatría la base psicológica que carece y esperando descubrir un terreno común que hará
inteligible la reunión de una perturbación somática con una perturbación anímica.

 Solo había interés por las funciones orgánicas y no por la vida psíquica.

Tercera Dificultad: la posición personal y preparación científica.

Dos afirmaciones del psicoanálisis son principalmente las que causan mayor extrañeza y traen
sobre el la desaprobación general. Tropiezan una de ellas con un prejuicio intelectual y la otra con
un prejuicio estético moral; y no conviene despreciar tales prejuicios (sostenidos por fuerzas
afectivas).

La primera es la de que tales procesos psíquicos son en sí mismos inconscientes, y que los
procesos conscientes no son sino actos aislados o fracciones de la vida anímica total; el
psicoanálisis se ve obligado a oponerse en absoluto a esta identidad de lo psíquico y lo consciente.
Para él, lo psíquico son procesos de la naturaleza de los sentimientos, del pensamiento y de la
voluntad, y afirma que existe un pensamiento inconsciente y una voluntad inconsciente.

El psicoanálisis posee un íntimo enlace con el segundo de los principios esenciales; contiene este la
afirmación de que tales impulsos instintivos únicamente pueden ser calificados de sexuales y
desempeñan un papel (cuya importancia no es reconocida) en la acusación de las enfermedades
nerviosas y psíquicas, además, ayudan con aportaciones nada despreciables a la génesis de las
más altas creaciones culturales, artísticas del espíritu humano.

Creemos que la cultura ha sido creada obedeciendo al impulso de las necesidades vitales y a
consta de la satisfacción de los instintos, y que es de continuo creada de nuevo, en gran parte del
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Psicoanálisis.
mismo modo, pues cada individuo que entra en la sociedad humana repite el sacrificio de la
satisfacción de sus instintos.

Entre las fuerzas instintivas así sacrificadas desempeñan un importante papel los impulsos sexuales
los cuales son desviados de sus fines sexuales y dirigidos a fines socialmente elevados, faltos de
todo carácter sexual.

Pero esta organización resulta inestable; los instintos sexuales quedan insuficientemente domados
y en cada uno de aquellos individuos que han de ayudar a la obra civilizadora perdura el peligro de
que los instintos sexuales resistan tal trato. Por su parte, la sociedad cree que el mayor peligro
seria la liberación de los instintos sexuales y el retorno de los mismos a sus fines primitivos y, por
tanto, no gusta que se le recuerde. De esta forma convierte la sociedad lo desagradable en
equivocado.

 Primero: lo psíquico son procesos de la naturaleza de los sentimientos, del pensamiento


y de la voluntad, y afirma que existe un pensamiento inconsciente y una voluntad
inconsciente.
 Segundo: tales impulsos instintivos únicamente pueden ser calificados de sexuales y
desempeñan un papel en la acusación de las enfermedades nerviosas y psíquicas.
Julio César Amado

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Psicoanálisis.
Lección II – Actos Fallidos.

Esta lección toma como investigación fenómenos muy frecuentes y conocidos, pero
insuficientemente apreciados. Son fenómenos aquellos con el nombre de funciones fallidas o
actos fallidos y que se producen como:

 Equivocación oral: cuando una persona dice una palabra por otra.
 Equivocación en la escritura: escribe cosa distinta de lo que tenía intenciones escribir.
 Equivocaciones en la lectura (falsa lectura): lee en un texto algo distinto de lo que en el
mismo aparece.
 Falsa audición: oye cosa diferente de lo que se dice.

Estos fenómenos se basan en el olvido, pero no duraderos, sino temporal: por ejemplo, cuando no
podemos dar con un nombre que nos es conocido y que reconocemos en cuanto otra persona lo
pronuncia o logramos hallarlo nosotros mismos al cabo de más o menos tiempo.

Otro grupo de estos fenómenos falta de este carácter temporal; por ejemplo, cuando perdemos
algo para siempre. Tratase aquí de olvidos muy distintos de los que por general sufrimos en
nuestra vida cotidiana.

A estos casos se suman pequeños errores conocidos como errores en los que vuelve a aparecer el
carácter temporal. Todos estos pequeños accidentes tienen un íntimo parentesco, tienen mucho
en común el prefijo ver (en alemán) y solo en algunos casos llega alguno de ellos a alcanzar una
trascendencia práctica.

Un sujeto que hable correctamente, puede muy bien cometer equivocaciones orales en los casos
siguientes:

 Cuando se halle indispuesto o fatigado.


 Cuando se halle sobre excitado.
 Cuando se halle excesivamente absorbido por cuestiones diferentes a aquellas a las que
sus palabreas se refiere.

Las equivocaciones orales se producen con particularidad frecuencia cuando nos hallamos
fatigados, cuando padecemos un dolor de cabeza o en las horas que preceden a una jaqueca. Del
mismo modo, cuando nos hallamos sobreexcitados, confundimos fácilmente ya no solo las
palabras, sino también las cosas, haciéndonos reos de actos de aprehensión errónea, y los olvidos
de proyectos y otra gran cantidad de actos no intencionados se hacen particularmente frecuentes
cuando nos hallamos distraídos, esto es, cuando nuestra atención se halla concentrada sobre otra
cosa.

Examinando más penetrantemente estas explicaciones de los actos fallidos, hallaremos que las
condiciones que se indican como determinantes de tales fenómenos no son todas de una misma
naturaleza. La indisposición y los trastornos circulatorios proporcionan un fundamento fisiológico
para la alteración de las funciones normales; pero, en cambio, la excitación, la fatiga y la
distracción son factores de naturaleza distinta y a los que podríamos calificar de psicofisiológicos.
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Una ligera indisposición o modificaciones circulatorias del órgano nervioso central pueden ejercer
idéntico efecto, influyendo del mismo sobre la distribución de la atención. Y esto se trataría, pues,
en todos los casos de efectos consecutivos a perturbaciones de la atención producidas por causas
orgánicas o psíquicas.

Esto no parece aportar gran cosa a nuestro interes psicoanalitico; examinando mas penetrante
tales observaciones, nos daremos cuenta de que no todos los caracteres de los actos fallidos 2
pueden explicarse por medio de esta teoria de la atencion. Observaremos, sobre todo, que tales
actos y tales olvidos se producen tambien en personas que se encuentran en estado normal, y que
solamente a posteriori; esto es, precisamente despues del acto fallido, es cuando se atribuye a
tales personas una sobreexitacion que las mismas niegan en absoluto. La afirmacion que pretende
que el aumento de atencion asegura la ejecucion adecuanda de una funcion, y, en cambio, cuando
dicha atencion queda disminuida, aparece una perturbacion de todo genero, nos parece un tanto
simplista.

Los actos fallidos se muenstran ademas acompañados por un sin nunmero de pequelos fenomenos
secundarios.

 Cuando en un discurso verbal comete alguien un lapsus y dice lo contrario de lo que quería
decir.
 Cuando hemos olvidado temporalmente una palabra, nos impacientamos e intentamos
recordarla y se reconoce cuando otra persona nos la comunica.
 Hay casos en los que estos actos se multiplican, se encadenan unos con otros y se
reemplazan recíprocamente.
 Mientras intentamos recordar la palabra olvidada, huye de nuestra memoria una
segunda palabra que nos hubiera ayudado a recordar la primera, y mientras
buscamos la segunda palabra, se nos olvida la tercera, y así sucesivamente.
 Análogos fenómenos suelen producirse en las erratas tipográficas, las cuales pueden
considerarse como actos fallidos del cajista.

Todos estos pequeños rasgos de los actos fallidos, no quedan ciertamente explicados por la teoría
antes expuesta de la desviación de la atención; pero también muchos de los actos fallidos pueden
ser considerados desde otros diferentes puntos de vista.

Formas y efectos de la equivocación oral.

Es evidente que cuando cometemos un lapsus puede este revestir muy diversas formas, pues en
lugar de la palabra justa podemos pronunciar mil otras inapropiadas e imprimir a dicha palabra
innumerables deformaciones.

Los lapsus más corrientes son aquellos en los que se remplaza una palabra por otra que presentan
ciertas semejanzas con ellas, y esta semejanza parece suficiente a muchas personas para explicar la
equivocación. La equivocación oral más frecuente y la que mayor impresión produce es aquella
que consiste en decir exactamente lo contrario de lo que queríamos.
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El efecto del lapsus presenta un sentido propio, esta afirmación implica que el efecto de la
equivocación oran tiene, quizás, un derecho a ser considerado como un acto psíquico completo,
con su fin propio.

Si conseguimos demostrar que las equivocaciones orales que presentan un sentido, lejos de
constituir una excepción, son, por el contrario, muy frecuentes, este sentido, del que hasta ahora
no habíamos tratado en nuestra investigación de los actos fallidos, vendrá a constituir el punto más
importante de la misma y escapara todo nuestro interés, retrayéndolo de otros extremos; esto es,
sobre su significación y sus intenciones.

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Lección III – Actos Fallidos.

Considerando la función fallida en si e independientemente de su relación con la función


intencional por ella perturbada, recibimos la impresión de que tales funciones fallidas parecían
delatar un sentido propio.

Lo que entendemos por “sentido” de un proceso psíquico; con esta palabra nos referimos
exclusivamente a la intención de que dicho proceso sirve y a su posición dentro de una serie
psíquica.

En los casos de equivocación oral, el sentido y la intención de este error oral es lo que el sujeto
deseaba realmente. En otros casos, en los que la equivocación oral no consiste en decir todo lo
contrario de lo que se presentaba, puede, sin embargo, surgir de lapsus un sentido antitético. Pero
sin embargo, la equivocación da a la frase un sentido totalmente contrario a lo que el orador
quería manifestar. Podremos hallar también numerosos ejemplos en los que el lapsus añade al
sentido intencional un segundo sentido, haciendo que la frase se nos muestre como una
contracción, una abreviación o una condensación de varias otras.

Los actos fallidos, no son casualidades, sino, importantes actos psíquicos que tienen su sentido y
deben su génesis a la acción conjunta o quizás, mujer dicho, a la oposición de dos intenciones
diferentes, teniendo en cuenta que de las dos tendencias concurrente de la función fallida, una es
simple patente y la otra no.

La explicación es aplicable a todos los casos de equivocación oral (al juicio de Freud), pues, para
todo ejemplo de este género que son sometidos al análisis añadiremos igual solución. Sin
embargo, no es posible demostrar tampoco que las equivocaciones no puedan producirse sin que
en ella intervenga este mecanismo.

La equivocación oral se produce a sí mismo en plena salud y normalidad, estos factores somáticos
no tendrán, pues, otra significación que la de facilitar y favorecer el mecanismo particular del
lapsus oral. Los factores psicofisiológicos, tales como la excitación, la distracción y los trastornos de
la atención, nos prestan muy escasa ayuda para el esclarecimiento de las funciones fallidas pues el
problema de que este nos plantean es precisamente el de averiguar qué es lo que en cada caso a
dado origen a la excitación y a la particularidad desviación de la atención. Por otra parte, hemos de
reconocer que las influencias tonales, las semejanzas verbales y las asociaciones corrientes de las
palabras no dejan de poseer cierta importancia. Todos estos factores posibilitan la equivocación
indicándole que camino debe seguir.

Una de esas tendencias, la perturbada, es indudablemente conocida por el sujeto de la función


fallida. Las dudas y vacilaciones no pueden, pues, nacer más en lo que se refiere a la otra, o sea, la
tendencia perturbadora.

Ahora bien: cuando alguien olvida un nombre que muy dífilamente puede recordar, sin embargo,
le es familiar, tenemos derecho a suponer que habría algún resentimiento con el sujeto al que
dicho nombre corresponde, y que, por lo tanto, no nos gusta pensar en él.
Julio César Amado

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Pudiendo multiplicar los ejemplos de este género, en la obra titulada psicopatología de la vida
cotidiana, encontraremos una abundante casuística puesta al servicio del estudio de las funciones
fallidas. Más todos los análisis de estos ejemplos se deducen idéntica conclusión. Todos ellos
demuestran que las funciones fallidas tienen un sentido e indican los medios de llegar al
conocimiento del mismo por el examen de las circunstancias que acompañan su aparición.

Los actos fallidos acumulados y combinados constituyen ciertamente la más bella floración de su
especie. Si se hubiera tratado solamente de mostrar que los actos fallidos pueden tener un
sentido, habríamos limitado desde un principio a estos nuestro estudio pues su sentido es tan
evidente que se impone a la vez a la inteligencia más abusa y al espíritu crítico.

La sustitución de determinados actos fallidos por otros, nos muestra que lo importante y lo
esencial de lo mismo no debe buscarse en su forma ni en su medio del que se sirve, sino, en la
intención a cuyo servicio están, intención que puede ser alcanzada por los más diversos caminos.
Julio César Amado

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Lección IV – Actos Fallidos.

Los actos fallidos tienen un sentido, hay que resaltar que no todo acto fallido sea significativo. Pero
nos basta con hallar que tal sentido aparece con relativa frecuencia en las diferentes clases de
actos fallidos.

En las equivocaciones orales, escritas, etc., pueden aparecer casos de motivación puramente
fisiológicas, cosa, poco probable en aquellas otras variantes de la función fallida que se basa en el
olvido. Los errores que cometemos en nuestra vida cotidiana no pueden ser juzgados conforme a
estos puntos de vistas más que hasta cierto límite. Los actos fallidos son actos psíquicos resultados
por la interferencia de dos intenciones.

Todo lo que puede observarse en la vida anímica habrá de designarse que con nombre de
fenómeno psíquico. Hay otros muchos fenómenos que se aproximan a los actos fallidos, pero lo
que los distingue de los actos fallidos propiamente dichos es la ausencia de una intención distinta a
aquella con la que tropieza y que por ellos queda perturbada.

Hemos dicho que los actos fallidos resultan de la interferencia de dos intenciones diferentes:

 Perturbada: no plantean ningún problema.


 Perturbadora: intenciones capaces de perturbar otras.

Queremos saber que genero sin estas capaces de perturbar y cuál es la relación con estas ultima
las enlazas. En la equivocación oral puede haber, entre la intención perturbadora y la perturbada
una relación de contenido, y en tal caso la primera contendrá una contradicción, rectificación o un
complemento de la segunda; pero puede también suceder que no exista relación alguna entre los
contenidos, entonces, el problema se hace más oscuro e interesante.

En casi todos los casos en los que la equivocación nos hace decir lo contrario de lo que queríamos,
la intención perturbadora es, en efecto, opuesta a la perturbada, y el acto fallido representa el
conflicto entre las dos tendencias inconciliables.

Si la intención perturbadora no tiene nada que ver con el contenido de la perturbada, nos permite
darnos cuenta de que la perturbación proviene de una serie de ideas que había preocupado al
sujeto poco tiempo antes y que interviene en el discurso de esta manera particular,
independientemente de que haya hallado o no impresión en el mismo. Tampoco falta aquí un
enlace asociativo entre el elemento perturbador y el perturbador, pero en lugar de residir en el
contenido es puramente artificial y su constitución resulta a veces muy forzada.

El gran valor que los actos fallidos presentan para la consecución de nuestros fines consiste en que,
siendo grandemente frecuentes y no temiendo por condición estado patológico ninguno, todos
podemos observarlos con facilidad en nosotros mismos.

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