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SANTIAGO TÁCUNAN BONIFACIO
L
a muerte, es sin duda, un hecho social del cual se conoce poco, en
vista que nos ocupamos más del cuerpo que de la muerte misma. La
muerte de manera paradójica nace con la vida, pues toda persona
tiene en algún momento que morir.
Todos de alguna manera tienen miedo a la muerte, aunque para
algunos cuando se llega a una edad avanzada o luego de haber vivido lo
suficiente, la muerte es recibida de manera personal con beneplácito debido
al descanso intrínseco que trae consigo. Por lo tanto, la muerte es más
dolorosa para los familiares, pues son ellos quienes deben afrontar los ritos
funerales y la pena de haber perdido a uno de sus integrantes.
El presente estudio intenta describir la historia de los principales
cementerios de Lima y el Callao, fundados durante la época colonial y
republicana. Anteceden a cada acápite un breve comentario acerca de la
muerte durante cada una de esas épocas.
MAESTRO
Desde finales del siglo XVIII y durante las primeras décadas del siglo XIX,
el gobierno español intentó mejorar la salubridad de Lima, toda vez que esta
ciudad contaba con un sistema de abastecimiento de agua precario, desagüe
que corrían por medio de las calles, así como inadecuados hábitos de higiene
por parte de la población que iba en aumento como por ejemplo: arrojar en
forma discriminada basura y demás desperdicios en lugares circundantes a
las acequias construidas a tajo abierto y en horarios inapropiados.1
1 Durante los primeros años de vida colonial los vecinos de Lima obtenían agua del río Rímac.
A mediados del siglo XVI, las autoridades se preocuparon seriamente en el abastecimiento
debido a las pestes y enfermedades endémicas que tuvieron que enfrentar los médicos,
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quienes manifestaban que las causas de estos males radicaban en la mala calidad del agua. La
situación empeoró con el incremento de la población y el irregular caudal del río. Bajo estas
circunstancias, el Virrey Conde de la Nieva ordenó al Cabildo de Lima ubicar manantiales de
agua para abastecer a la ciudad. Luego de varios días de búsqueda, los comisionados lograron
divisar un manantial a 4 millas en el valle de Ate. Para transportar el agua se construyó un
edificio de mampostería para cubrir el manantial, construcción a la que se le denominó «Caja
de Agua». De ella y mediante un acueducto era trasladada el agua a las principales piletas y pilas
de las plazas públicas, así como a los conventos e iglesias (Cf. Tácunan 1994: 119-129).
2 El antecedentes más antiguo de la construcción de un cementerio a extramuros ocurrió
en Ate (1790), Tarma (1789-1790) y en la zona rural de Arequipa (1793-1798). En
Lima se tiene referencia acerca de la construcción del Cementerio del Convento de San
Francisco (1803) fuera de los muros eclesiásticos (Cf. Ramón 2003: 29-35).
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Actividades Dinero
Cuatro corridas de toros en la plaza mayor
17.699 pesos 4 reales
organizada por el Cabildo de Lima.
Donativos de varios Gobernadores Provinciales 3.653 pesos
De varios principales impuestos a censo, sobre la
68.500
misma obra.
Impuestos a varias Obras Pías a 3.5% en virtud
del 15% que obtuve y cuyo Patronato dejé a la 21.352 pesos 7 3/4 reales
Archicofradía de Nuestra Señora del Rosario
Que impuso el Dr. Matías Querejaru por un
10.500 pesos
aniversario
Que impuso la Sra. Rosa Catalina Basques para 3
12.000 pesos
Capellanías
Que impuso el Dr. Buenaventura Tagle por un
6.000 pesos
aniversario
Impuestos al 3.5% que reconocen el rédito anual
de 2397 pesos 4 reales, más el canon del terreno
68.500 pesos
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Maestro fue también uno de los vecinos que firmó el Acta de Independencia en
1821, miembro de la Comisión para crear un banco emisor de papel moneda
(1821), miembro de la Sociedad Patriótica (1822) y Director General de la
Beneficencia de Lima entre 1826 y 1835.
En 1808 se culminó el Panteón y la inauguración estuvo a cargo
del virrey Abascal el 31 de mayo de ese mismo año con la exhumación de
los restos del Arzobispo de Lima, Juan Domingo Gonzáles de la Reguera,
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pide al Señor, que aquel lugar sea consagrado; que conceda a los
difuntos, que allí estuvieren el reposo, y descanso eterno: que los
libre de las incursiones de los espíritus malos; que en el dia terrible
del juicio general les dé una resurreccion gloriosa.
5 Discurso que dirige a su Rey el Ilustrísimo Señor Doctor Don Bartolomé María de Heras,
dignísimo Arzobispo de esta metrópoli con motivo de la apertura y bendición solemne del
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Cementerio General erigido en esta capital. AML. N. 43 Cementerio General, año 1808-
1822, fol. 1-14. Se ha mantenido la ortografía original.
6 El terreno perteneció al Hospital de Santa Ana, aunque también se menciona que las
obras se dieron inicio el 20 de abril de 1803 en el terreno adquirido a Juan Miguel de
Castañeda de una extensión de 2 fanegadas y 33 almudes. El costo total del área fue de
2602 pesos 4 ¾ reales, los mismos que fueron reconocidos al 3%. Noticia de la erección
del Cementerio General de Lima. AML. N. 43 Cementerio General, año 1808-1822,
fol. 1.
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...no valen nada desde cualquier punto de vista, pero los españoles
lo encuentran una maravilla y lo enseñan a los extranjeros como
algo raro y fuera de lo común. El Panteón consiste en un edificio
redondo, de altura y tamaño muy medianos, con dos alas
pequeñas. Encima del centro del edificio se halla una pequeña
cúspide, debajo de la cual hay un catafalco de lo más ordinario,
sobre el que está colocado un ataúd de vidrio que contiene una
representación de cristo hecha de cera con muy poco arte. En
el techo de la cúpula está, pintados medianamente bien unos
ángeles, querubines y serafines, en actitud de volar por varias
partes. Al lado de esta capilla hay una extensión bastante amplia,
cercada por un muro alto. Este sitio es el cementerio común
de la ciudad. Sin embargo, no tiene ningún monumento ni
piedras sepulcrales, como se ve en otros países. Para el entierro
de gente acaudalada, que puede pagar 200 pesos por el sitio, han
construido unos muros de ladrillos que tienen cerca de 10 metros
de largo, 2 metros del alto y lo mismo de fondo. Estos muros
tienen tres hileras de nichos que parecen desde afuera unas bocas
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8 El carruaje jalado por tracción animal estaba compuesto por una caja especial en
donde se depositaba el cuerpo del occiso y en donde la llave solo era manejada
por el Presbítero Conductor, más no por el cochero. El carruaje se distinguía por
la marca de una cruz (†).
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secreta, los familiares debían abonar 2 pesos adicionales, no sin antes inscribirlo
en los libros parroquiales para constatar su fallecimiento.
Las iglesias por su parte estaban obligadas a mantener libres sus
ambientes desde las 6 a las 8 de la mañana con la finalidad de brindar las
comodidades respectivas a los deudos para las exequias fúnebres. De existir varias
celebraciones mortuorias durante un mismo día, las iglesias podían ejecutar la
misma disposición en sus capillas.
Para el traslado del cuerpo al cementerio, el presbítero conductor debía
organizarse parta atender a todos el mismo día. Así, antes de iniciar sus labores
trazaba su ruta.
Los únicos que podían ser trasladados en forma directa al cementerio
eran aquellas personas que fallecían en los hospitales. En este caso, su traslado
se realizaba luego de oficiar una oración y siempre y cuando la carroza estuviese
libre. De no ser así, era recogido a las 6 de la mañana del día siguiente, llevando
consigo una caja para evitar el hedor del cadáver. No pudiendo hacerlo en los
términos descritos, el cuerpo debía ser trasladado al tercer día al cementerio con
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de Lima y alrededores. Hasta la cuarta década del siglo XIX, los cuarteles
contaban con tan solo tres hileras de nichos, aumentando a cuatro a mediados
de siglo y proyectándose a cinco hileras durante las siguientes décadas. Es
necesario advertir el incremento de tumbas individuales y colectivas, así como
la construcción de mausoleos.
En un breve recorrido por el actual cementerio no se logra ubicar
lápidas cuya antigüedad se remonten más allá de 1830, en vista de las
innumerables remodelaciones a la que fue objeto, así como a las selectivas
sustracciones.
La suntuosidad que hoy ostenta el cementerio fue adquirida a
mediados del siglo XIX, la misma que responde no solo a la moda y estilos
artísticos del momento, sino también a la boyante economía exportadora de
materias primas. En este sentido, el incremento favorable de la balanza de
pagos del comercio exterior dio la posibilidad de concretar ideales funerarios
y mausoleos imaginados solo entre sueños.
A pesar de la inestabilidad política ocurrida durante las primeras
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la actitud que asumieron los soldados chilenos con las instalaciones de los
cementerios al momento de ocupar Lima? Responder a esta interrogante es
importante toda vez que el ejército sureño desmanteló y saqueó las principales
haciendas, iglesias e instituciones de administración gubernamental.
La inexistente información sobre el tema nos induce a pensar que el
cementerio fue respetado debido a que la mayoría de los soldados profesaba
la religión católica, la misma que condenaba la profanación de tumbas y
nichos. Adicionalmente, debe tomarse en cuenta cierto grado de superstición
y respeto hacia los muertos y la muerte, que de seguro en más de una ocasión
debió haberse cruzado con él en los campos de batalla. Por último no
debemos olvidar que un gran número de chilenos habían sido sepultados en
los diferentes cementerios de Lima.
El único relato acerca del Presbítero Maestro durante esta época
corresponde a Middendorf, quien durante 25 años recorrió casi todo el país,
llegando incluso a presenciar la guerra con Chile. Él describe al cementerio
como uno de los lugares más bellos de Lima:
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fueron los únicos en sufragar los gastos de funcionamiento con el pago de los
derechos de sepultura, compra de nichos y terrenos para construir tumbas y
mausoleos individuales o múltiples.
Durante esta época la administración del cementerio no estaba a
cargo de la municipalidad ni del Estado sino de la Beneficencia Pública de
Lima, cuyos principales ingresos provenían de la venta de nichos y tumbas de
manera perpetua o temporal. Esta última modalidad podía ser de tres o cinco
años renovables.
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1913 1914 1915 1916 1917 1918 1919 1920
Exportaciones Importaciones
Santo Domingo, San Francisco, San Agustín y San Pedro para desarrollar
las exequias fúnebres. Aunque no era una regla formal, la Catedral de Lima
estaba reservada para desarrollar los funerales de las principales autoridades
y personajes ilustres.
Por su parte, la clase menos pudiente utilizaba las iglesias de Santa
Ana, Los Huérfanos, Trinitarias, Los Descalzos, Del Patrocinio, Santa
Liberata, Copacabana, Santa Cristo, Santa Clara, San Sebastián, Santiago
del Cercado, San Lorenzo, Soledad, Buena Muerte, entre otras.
Durante la república y considerando las oscilaciones del comercio
exterior, las familias de clase alta no solo prodigaron esfuerzos por plasmar
inscripciones y mensajes en las lápidas, sino también por construir amplios
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– Trabajo artístico
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4500
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3000
2500
2000
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12 AGN. Escribano Manuel Orellana, Protocolo N. 548, año 1889, fol. 332.
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que tuviera que pasar por el trance doloroso del purgatorio. El cuerpo del
infante era amortajado como un ángel, debido a la sólida creencia de que
pasaba a formar parte del ejército de ángeles que rodean a Dios.
No es nuestra intención analizar las lápidas y hacer un estudio
detallado y artístico de los mausoleos familiares e individuales existentes en los
principales cementerios de Lima. Menos aún de las necrologías que Carlota
Casalino ha analizado en su tesis de Maestría acerca de «La muerte en Lima
en el siglo XIX». Sin embargo, es importante mencionar que esto último fue
muy generalizado llegando a saturar las páginas sociales de los diarios limeños:
13 Citando a José Gálvez, Casalino (2003: 37-46) informa que la primera necrología fue
publicada por El Comercio el 5 de agosto de 1839, anunciando el fallecimiento de Fray
Ramón Rojas, de la orden Franciscana.
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14 En la actualidad existen también los cementerios Campo Fe y Jardines del Buen Retiro
en varios distritos de Lima.
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con los Tenedores de Bonos de la Deuda Externa a quienes les concedió el uso
de las principales vías ferroviarias del Perú (Paita-Piura, Pacasmayo, Trujillo,
Chimbote, Central del Perú, Pisco y Sur del Perú).15
Sin embargo, su presencia puede ser rastreada desde inicios de
la república en donde eran vistos como fuente potencial para introducir
innovaciones tecnológicas y capitales financieros al país. Para lograr estos
propósitos, el gobierno peruano dictó algunas leyes y normas para alentar la
naturalización y residencia de los extranjeros. Aunque debido a lo contradictorio
entre algunas de ellas, poco se logró. En este sentido, el matrimonio resultó la
mejor herramienta para obtener la nacionalidad peruana.
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18 Los obreros que padecieron esta enfermedad eran enterrados en los cementerios aledaños
a la obra ferroviaria y en el mejor de casos trasladados a sus pueblos de origen.
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20 Fuente:<www.chimpum-callao.com/historia/cementerio.html>.
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21 De los 125 nichos del departamento de San Vicente se destinó 10 para las Hermanas de
la Caridad.
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Aunque no se sabe con exactitud y de manera oficial cuando llegó el primer judío
al Perú, se tienen indicios de su presencia a mediados de la década del ‘30 del siglo
XIX, según los relatos de Flora Tristán citados por Günther Böhm (Cf. 1985:3).
A su llegada a Lima y con el ánimo de establecerse, los judíos
desempeñaron una serie de labores profesionales circunscritas a funciones
administrativas en diversas empresas privadas y públicas. No faltó quienes se
dedicaron al comercio de productos europeos y a realizar algunas presentaciones
artísticas como conciertos de piano y violín. Estos últimos solo estuvieron de paso
por el Perú.
Hablar de una presencia judía más notoria es hablar de mediados del
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siglo XIX, época en que Europa entró en crisis y convulsiones sociales que obligó
a muchas familias judías cultas emigrar a diversas partes de Europa y Sur y Norte
de América.
Por razones de viaje y trayecto, Argentina fue el país que más judíos
recibió en toda América del Sur. Los judíos que llegaron al Perú en su mayoría
fueron de origen alemán, aunque no obedeció a una oleada inmigratoria sino
más bien a viajes individuales por razones particulares. Esta es la razón de porque
también llegaron al Perú judíos de Polonia, Inglaterra, Norteamérica, Rusia,
Francia y Australia.
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Vista general del Pabellón Santa Alma, 2007 (Archivo Santiago Tácunan, 2005)
24 En julio del 2000, el Cementerio amplió sus servicios funerarios con la implementación
de un moderno crematorio.
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BIBLIOGRAFÍA
Acosta, José de
1954 [1577] «De Procuranda Indorum salute o predicación del evangelio a
los indios». Obras del Padre José de Acosta. Madrid: Biblioteca de
Autores Españoles.
Aries, Phillipe
2000 La muerte en Occidente. Desde la edad media hasta nuestros días.
Traducción de F. Carbajo y R. Perkin. Madrid: Taurus. Colección
El Acantilado N. 18.
Revista STUDIUM VERITATIS, Año 9, N. 15, 2011 (pp. 235-285)
Bardella, Gianfranco
1989 Un siglo en la vida económica del Perú (1889-1989). Lima: Banco de
Crédito del Perú.
Böhm, Günther
1985 Judíos en el Perú durante el siglo XX. Santiago de Chile: Universidad
de Chile.
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Casalino, Carlota
2003 «La Muerte en Lima en el siglo XIX». Presbítero Maestro. Museo
Cementerio de Lima. Lima: Comité Peruano del Consejo
Internacional de Museos y ORALC y CIM, pp. 37-46.
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1946 «The Quechua in The Colonial World». Handbook of South
American Indians, 2 Vols. Washington.
Mercurio Peruano
1964 [1791] Historia de la Hermandad y hospital de la Caridad. Lima:
Edición Facsimilar Biblioteca Nacional del Perú. Tomo 1, pp. 9-16.
Razón de los que han enterrado, muerto y curado en los hospitales de esta
capital, desde el día de 1º de diciembre de 1790 hasta 30 de noviembre
de 1791, extraída de los libros que se llevan en ellos, y rectificada sobre
el plan presentado por el Teniente de Policía al Excelentísimo Señor
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FUENTES DOCUMENTALES
1808 Discurso que dirige a su Rey el Ilustrísimo Señor Doctor Don Bartolomé
María de Heras, dignísimo Arzobispo de esta metrópoli con motivo de
la apertura y bendición solemne del Cementerio General erigido en esta
capital. Impreso en la Casa Real de Niños Expósitos, año de 1808.
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